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JORNADA LEY DE AGUAS DE ANDALUCÍA: SU
IMPACTO EN LA AGRICULTURA
Juan Rodríguez de Velasco comenzó dando una serie de directrices por las
que se rige el texto de la Ley de Aguas, inspirada, como dijo, en la Directiva
Marco de Aguas de 2000, en la Ley de Aguas Estatal de 2001 y en el Acuerdo
Andaluz por el Agua. Enumeró entre dichas directrices las siguientes:1)
Dominio público hidráulico. Utilización racional del recurso flexibilizando el
régimen concesional y buscando la mejor utilidad pública 2) Aguas
Subterráneas. Mayor intervención en la gestión de los recursos subterráneos
por el alto grado de sobreexplotación, fomentando las comunidades de
usuarios y 3) Ciclo urbano del agua. Estimular la formación de entes
supramunicipales que ejercerán las competencias de aducción y depuración.
Señaló como principios fundamentales de funcionamiento de la Ley: la unidad
de gestión de las aguas, la eficacia, desconcentración funcional y territorial,
participación pública y la recuperación de costes de infraestructuras
ambientales. Trató luego sobre la división territorial en demarcaciones
hidrográficas intracomunitarias (Guadalquivir, Segura y Guadiana) e internas
(Mediterránea; Guadalete y Barbate; Tinto, Odiel y Piedras), de los órganos de
la Agencia Andaluza del Agua y sus funciones; de los objetivos que guían la
Ley, entre ellos, prevenir el deterioro de las masas de agua, dar respuesta a las
demandas del recurso, fijar caudales ecológicos de cada masa de agua y
conservación de zonas húmedas; de los planes hidrológicos de
demarcación que señalan el orden de preferencia de usos (domésticos,
urbanos, agrarios, industriales, turísticos y otros), fijan las condiciones para
declarar la utilidad pública, garantizan el uso doméstico y las necesidades
ambientales, y establecen las dotaciones para los distintos cultivos (que se
fijarán exigiendo un uso eficiente).
Se centró en puntos concretos: las Comunidades de usuarios de agua
subterránea (CUMAS), un aspecto innovador de la Ley que obliga a su
constitución, a instancias de la Agencia Andaluza del Agua, cuando se
identifique una masa subterránea como de “no buen estado”; las concesiones
de uso de aguas, que reconoció como un tema polémico, difícil y delicado
explicando que el plazo máximo de las concesiones será de 25 años y que los
titulares de derechos al uso privativo estarán obligados a instalar medidores de
caudal homologados; los Bancos Públicos del Agua, que tienen entre sus
fines facilitar el buen estado ecológico de las aguas, obtener reservas para los
planes de demarcación así como hacer cesiones a otros usuarios a un precio
convenido (o a entes supramunicipales) sin ser precisa la condición previa
como usuario; de los aprovechamientos de aguas subterráneas para lo que
será importante saber que se requerirá autorización administrativa para las
captaciones inferiores a 7000 m3 cuando la masa haya sido declarada en
riesgo, que cualquier modificación de las condiciones establecidas requerirá
autorización de la Agencia Andaluza del Agua, que podrán realizarse
almacenamiento en balsas para menos de 50.000 m 3 y menos del 20% del
volumen anual de captación.
Finalizó su intervención hablando del canon de regulación y servicios
generales haciendo hincapié en que será igual que el que había1 y que estarán
exentos del canon de servicios generales los aprovechamientos inferiores a
7.000 m3 Hizo referencia a otras disposiciones de interés como la revisión de
las concesiones a partir de 2015 para adaptarlas a cálculos de modernización y
a la compensación de la disminución de la superficie de riego con otra
adyacente (sin incremento neto de la superficie regable) a petición de las
comunidades de regantes.
*****
Carolina González Vigo se mostró desde el principio muy crítica. Subrayó que
han pasado trece años hasta la aprobación de esta Ley y que se ha perdido
todo ese tiempo para definir una verdadera política hidráulica que tampoco se
ha conseguido definir. Hizo además una ácida mención a que el Partido
Popular, que representa al 38% de la ciudadanía, no fue invitado a participar en
el Acuerdo Andaluz del Agua. También destacó que la Ley no dice nada sobre
el dinero que se va a invertir.
Manifestó que el Gobierno se había metido en una Ley complicada y la definió
como muy intervencionista -tanto para los ayuntamientos, las comunidades
de regantes, usuarios y agricultores-, burocrática porque dará lugar a criterios
y reglamentos en distintas provincias y recaudatoria “vamos a pagar el agua
porque la Junta quiere recaudar por hacer lo que no ha hecho estos años”, dijo.
A este respecto subrayó que esta Ley se pagan cuatro cánones, que para una
familia media supondrán un incremento del 40%. Habló de una tarifa fija de 1
euro m3 “se tenga la condición económica que se tenga”, “impuesta e
insolidaria” y una tarifa variable en función del consumo 0’60 euros m3 que
aumenta a partir de 18 m3 Habló del canon de infraestructuras de depuración,
cuyo coste, dijo, “lo van a asumir los ayuntamientos”. Denunció que este canon
servirá para pagar los gastos de la Agencia Andaluza del Agua y para pagar los
gastos de la Administración. Aprovechó el momento para reprochar a la
Agencia Andaluza del Agua el déficit en la inversión del presupuesto, un 49%
1
Este tema fue ampliamente discutido por los demás ponentes siendo el más cuestionado de toda la Ley
(660 millones de euros), volviendo a insistir en que esta falta de ejecución la
van a pagar los ciudadanos.
Para el agricultor calificó la situación de preocupante poniendo de relieve que
en los 87 folios del texto de la Ley no se hace referencia alguna a las
Comunidades de Regantes, sino de Comunidades de Usuarios (CUMAS), que
no quedan reconocidas como están en el texto refundido de la Ley Estatal de
Aguas de 2001. Asimismo, que la revisión de las concesiones (a partir de 2015)
no conllevará indemnización para el usuario regante y que el agua que se
ahorra, el esfuerzo de ahorro que hace el regante será para el mejor postor, a
través del Banco Público del Agua. Concluyó diciendo que “vamos hacia una
inseguridad y arbitrariedad alarmante”.
Pedro Parias comenzó hablando del origen de la iniciativa de la Ley de Aguas,
a partir del traspaso de competencias hidráulicas de las cuencas litorales
andaluces en 2005 y 2006 y posteriormente de la parte andaluza de la Cuenca
del Guadalquivir aprobada en el Estatuto de Autonomía en 2007, culminado
con el Decreto de Transferencia del Guadalquivir de 2008 con vigencia desde
el 1 de enero de 2009, según su relato. Siguió haciendo un poco de historia
indicando que durante el año 2008, bajo la dirección de Jaime Palop, se puso
en marcha la iniciativa del Acuerdo Andaluz por el Agua, “desarrollado a
imagen y semejanza del Acuerdo por el Agua en el Guadalquivir aprobado en
2005 a iniciativa del propio Jaime Palop, con gran apoyo de los agentes
socioeconómicos” y subrayó además que este Acuerdo Andaluz por el Agua
“supuso las bases de la futura Ley de Aguas de Andalucía”
Expuso que, desde el punto de vista de FERAGUA, a Andalucía “le hacía falta
una legislación para ordenar y racionalizar las competencias sobre los sistemas
de abastecimiento y depuración en alta, que ya era una competencia de la
Junta de Andalucía antes del proceso de transferencia, necesitando de
cambios normativos para cumplir con la exigencias de la Directiva Marco de
Aguas en materia de Depuración”. Asimismo, que “era obligada una normativa
para regular la propia nueva administración hidráulica de la Junta de Andalucía,
la Agencia Andaluza del Agua” pero también que la Junta de Andalucía al
querer avanzar algo más legisló sobre asuntos que no eran urgentes ni
necesarios como el dominio público, las aguas subterráneas, la planificación
hidrológica, el régimen sancionador, el régimen concesional ya que “suficiente
tarea tenía la Junta de Andalucía de hacer andar la Agencia Andaluza del Agua
con la incorporación de los importantes recursos materiales, humanos y
económicos del Guadalquivir, con un nuevo sistema de gestión provincial que
no había dado sus frutos en el litoral por diferentes causas (bicefalia, parálisis
de inversiones, gestión de cobros paralizada,..)., y demostrar primero, su
capacidad de gestionar las competencias transferidas”.
Hizo hincapié en que desde el primer borrador de la Ley de Aguas de
Andalucía de abril de 2009 hasta su aprobación el pasado 29 de septiembre del
Proyecto de Ley por el Consejo de Gobierno de la Comunidad autónoma el
texto sufrió numerosas modificaciones que sirvieron para acercar posiciones
entre el ejecutivo andaluz y el sector agrario y del regadío. Se refirió
específicamente a las modificaciones encaminadas a respetar el régimen de
las aguas subterráneas privadas y al aumento de las garantías sobre los usos
existentes, excluyendo los nuevos usos de los contratos de cesiones y
limitando el Banco Público de Agua para que sólo pueda destinar recursos a
estos nuevos usos, una vez garantizados los existentes. Como representante
de FERAGUA valoró positivamente esa predisposición del Gobierno andaluz
para alcanzar un consenso aunque expuso algunos puntos respecto de los
cuales no podían mostrar su conformidad que esperaban resolver en trámite
parlamentario.
Expresó sus dudas sobre LA UNIDAD DE CUENCA “un principio básico que
en la Ley ha desaparecido y se sustituye por unidad de gestión”. Se queda,
según su opinión, sin saber si se refiere a gestión de cuenca, de región, de la
provincia o de la comarca. Cree que este concepto es clave en la gestión de las
Aguas desde 1928 y que debe dejarse claro. Mostró, por otra parte, su
disconformidad por el CONCEPTO DE USUARIO, en el que se incluye a las
personas físicas o jurídicas titulares de un contrato de suministro con una
entidad de abastecimiento, porque dijo, “quita representación a los órganos de
gobierno y representación hidráulica a las comunidades de regantes,
corporaciones de Derecho público que persiguen fines de interés general para
cuyo cumplimiento, el Ordenamiento jurídico las dota de ciertas prerrogativas”.
Dijo, asimismo, no entender que las comunidades de regantes se les ponga al
mismo nivel a las asociaciones de consumidores que a los usuarios-gestores
que tienen “un papel destacado en la gestión de las aguas por gozar de un
derecho privativo sobre el uso del agua” y que por ello FERAGUA ha venido
insistiendo en que se modifique en el Proyecto de Ley el término usuario,
reservándose éste a los titulares de derechos privativos sobre el uso del agua en tanto que gestores de los recursos hídricos- con una naturaleza y régimen
jurídicos diferentes a los consumidores.”
Explicó que con el CANON DE SERVICIOS GENERALES se teme una doble
repercusión de costes, por la relación indirecta que se establece entre los
gastos y la gestión de las obras al hablar el texto de la Ley de “buen uso y
conservación del agua” que “puede generar inseguridad e inducir a que se
incluyan toda clase de gastos relativos a la conservación de Espacios
Naturales, a la mejora de ecosistemas naturales de alto valor, a la defensa de
avenidas, restauración de riberas, elaboración de la cartografía, etc. En
definitiva, cualquier concepto aunque nada tenga que ver con la gestión de las
obras y de los recursos hídricos”. Respecto de las AGUAS SUBTERRÁNEAS
explicó que es necesario posibilitar que pozos de naturaleza privada ubicados
en zonas regables con concesión de aguas superficiales, puedan sustituirse
convirtiéndose en aguas públicas y ser un aprovechamiento alternativo y
complementario al aprovechamiento superficial existente. Por último, demandó
que se compense la disminución del PERÍMETRO DE LAS ZONAS
REGABLES se compense no sólo con otros regadíos existentes y cercanos
sino que se permitan también compensar con superficies limítrofes, para
mantener de este modo la estructura de gastos de las comunidades de
regantes. Se señaló que para Granada este punto tenía especial
trascendencia.
*****
Emilio Vieira hizo un breve recorrido histórico de la Ley de Aguas de
Andalucía antes de entrar en sus aspectos más destacables, los más positivos
y, sobre todo, los más preocupantes. Explicó que todo empezó con la Ley de
Gestión del Agua y la Fiscalidad, una ley tributaria que se tomó como modelo a
la que ASAJA ya se había opuesto porque suponía un incremento de costes
para los agricultores, y el Acuerdo por el Agua, firmado tras difíciles
negociaciones con Jaime Palop (el anterior director de la Agencia Andaluza del
Agua) sirvió luego para dar la razón jurídica a ASAJA, que basándose en sus
planteamientos consiguió modificar el 40% del primer borrador de la Ley de
presentado por la Administración Autonómica.
Dijo, que a pesar de las treinta y nueve alegaciones presentadas y ganadas por
ASAJA el texto de la Ley sigue sin gustarle, que no estaba bien hecha
jurídicamente y que le preocupaban varias cosas. Criticó su CARÁCTER
INTERVENCIONISTA en exceso (a pesar de reconocer que trata de un
dominio público muy sensible que necesita cierto grado de intervención), que
ponía demasiados obstáculos para la producción de alimentos para el mercado
por su peso medioambiental. También señaló que se perdía en detalles
ridículos y que dejaba temas importantes para la regulación reglamentaria.
Puso de manifiesto su CARÁCTER RECAUDATORIO, suponiendo un
incremento de costes para los agricultores “en un momento en que ningún
sector agrario resulta rentable”. A este respecto puso el acento en los pozos de
aguas privadas que no tienen protección de la Administración y sin embargo
tienen que pagar una nueva tasa con la nueva Ley. Señaló que no soluciona ni
pone los medios al tema hidráulico referente a las CONCESIONES, que
necesitarían un empujón que no ve en la Ley. Contó un caso proveniente del
año 1930 que la CHG sigue resolver.
La UNIDAD DE CUENCA también le planteaba serias dudas porque en la Ley
no se hace referencia explicita a este principio fundamental y expuso que la
descentralización total podía dar lugar a la creación de “ocho reinos de taifas”.
Salvo la creación de las delegaciones provinciales, que cree pueden dar mejor
servicio, dijo que no veía solución alguna de gestión. Referente a las AGUAS
PRIVADAS indicó que la normativa era un “horror” y que la jurisprudencia iba a
dar “muchos dolores de cabeza” en cuanto a posibles modificaciones de los
concesionarios. Se mostró en total desacuerdo con el RÉGIMEN
SANCIONADOR, en apariencia sencillo pero que, dijo, hace una cosa
peligrosa que es ligar la Ley de Gestión Integral de la Calidad Ambiental (Ley
GICA) con la Ley de Aguas, un régimen pensado para otra cosa que puede
significar pérdida de ayudas o cierre de explotaciones, “una interpretación
acrítica, sin pasar por un filtro jurídico previo”.
Hizo especial hincapié en los aspectos corregidos por ASAJA en la Ley
referentes a la redacción del artículo 24 (orden de preferencia de los usos del
agua basados en criterios de sostenibilidad, cohesión territorial y creación de
empleo); del artículo 25.4.a (criterios para la elaboración de planes
hidrológicos); del artículo 51, puntos 1, 3,4 y 5 (pozos de menos de 7.000 m 3 ,
pozos de aguas privadas, balsas y ampliación de riegos de aguas privadas);
del artículo 48 (cesión de derechos de aguas; del artículo 36 (constitución de
comunidades de usuarios de aguas subterráneas); del artículo 44 (cartografía) ;
del artículo 46 en su punto 4 (duración de concesiones, ampliación de plazos,
prórrogas y preferencia en nuevas concesiones) y en su punto 7 (ampliación de
riegos con aguas ahorradas en modernización); artículo106, 1.q), 2.h) y 3.c)
(procedimiento sancionador); artículos 7, 51.5, 102 y 105.1ª (entrada de la
guardería en las fincas privadas y sus instalaciones). Todos mejorados con las
modificaciones introducidas.
A su juicio están en el aire los siguientes puntos: la APLICACIÓN DEL GICA
“que sigue figurando como estaba aunque se dice que se va a arreglar por vía
parlamentaria”; el RÉGIMEN ECONÓMICO-FINANCIERO, por el canon injusto
que tienen que pagar los pozos de aguas privadas en cuanto que éstos
carecen de servicios de la administración, y la RELACIÓN ENTRE LAS
AGUAS SUBTERRÁNEAS Y LAS AGUAS SUPERFICIALES que parte de
una conexión que no son la regla general; el mantenimiento de la unidad de
cuenca; la seguridad jurídica y la representación de los agricultores y regantes.
Como reflexión final señaló que el riego es creación de empleo y de riqueza y
que la Ley no puede decir no al crecimiento económico que éste representa.
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