II .- EL PROCEDIMIENTO DE INCAPACITACIÓN Y LAS INSTITUCIONES DE GUARDA. SUMARIO: 1.-Introducción. 2.- Punto de partida: no poder gobernarse por sí mismo. 3.- Principios de actuación jurídica. 4.- Procedimiento de incapacitación. 4.1.- Normas de carácter general aplicables a este procedimiento. 4.2.- Normativa sobre los procesos de incapacitación en particular. 4.2.1.- Medidas previas al procedimiento. 4.2.2.- Competencia y Legitimación. 4.2.3.- Tramitación. 5.- Las distintas instituciones de guarda y protección. 5.1.- Patria potestad prorrogada y rehabilitada. 5.1.1.Concepto y requisitos de estas figuras. A.- Patria potestad prorrogada. A.1.- Requisitos. B.- Patria potestad rehabilitada. B.1.- Requisitos. 5.1.2.- Régimen y efectos de estas figuras. 5.1.3.- Extinción. 6.- La tutela. 6.1.- Caracteres. 6.2.- Delación de la tutela. 6.2.1.- Capacidad para ser tutor. 6.2.2.Delación y nombramiento del tutor. A.- Tutela ejercida por persona física. B.- Tutela ejercida por persona jurídica.a.-La tutela administrativa de las entidades públicas.- 6.2.3.- Contenido de la tutela. 6.2.3.1.- Esfera personal. Representación legal. 6.2.3.2.- Esfera patrimonial: Administración de los bienes del tutelado. 6.2.3.3.- La amplitud del ámbito de la tutela que permite al juez crear una que incluyendo funciones de curador se adecúe mejor al caso concreto. 7.- La curatela. 7.1.- El curador. 7.2.- Finalidad de la institución y ámbito de actuación del curador. 7.3.- Momento de la intervención del curador y consecuencias de su inactividad. A.- Momento en que debe intervenir el curador. B.Consecuencias de la falta de asistencia del curador cuando sea preceptiva. 8.- La guarda de hecho. 8.1.- Concepto. 8.2.- Finalidad de esta figura. 8.2.1.- Una cuestión particular sobre si la naturaleza esencialmente transitoria de la guarda de hecho puede chocar con la realidad actual de ciertos colectivos. 8.3.- Régimen legal de la guarda de hecho.- 8.4.- Los sujetos de la guarda de hecho. 8.4.1.- Persona sobre la que se efectúan las funciones de guarda. 8.4.2.- El guardador de hecho. 8.5.- Ámbito al que puede extenderse la guarda de hecho. 8.6.- El régimen de la guarda de hecho. 8.6.1.- La guarda de hecho en el CC y en el CFC. 8.6.1.1.- Obligación de notificar la existencia de la guarda de hecho y primeras consecuencias de esa notificación. 8.6.1.2.- Actuación del guardador de hecho antes de la comunicación al juez de la situación. 8.6.1.3.- Las cuentas entre guardador y guardado. Responsabilidad del guardador. 8.7- Extinción. 1 1.-INTRODUCCIÓN Las personas que presentan algún tipo de discapacidad pueden necesitar, en algunas ocasiones, del apoyo de alguna institución de guarda. Esto ocurre cuando la discapacidad se produce por enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que les impidan gobernarse por sí mismas (art 200 CC). Obviamente este no poder gobernarse por sí mismo no siempre tendrá la misma gravedad. Pueden presentarse diferentes grados, y el Derecho ha de dar respuesta aquilatada a esas diferentes necesidades, garantizando siempre con un procedimiento adecuado que no se limita indebidamente la capacidad de obrar de las personas, que a partir de la mayoría de edad se presume plena (art 315 CC). En todo caso, bajo esta expresión de “no poder gobernarse por sí mismo”, subyace la idea de que la persona no pueda por sí misma desarrollar su vida, privada y en sociedad, conforme a la pauta de la normalidad, o de lo que puede entenderse como normal conforme a la conciencia social. Toda actuación jurídica en este ámbito debe estar presidida por el principio de protección de la persona discapacitada. El Ordenamiento jurídico, en esta función tuitiva, debe velar por la protección de estas personas incapaces, tal y como es garante de la tuición de los menores. Para articular esta protección de los discapacitados, hay que partir siempre de los principios de presunción de capacidad de los sujetos, y la protección del interés prioritario del discapacitado. En la práctica esto significará evitar la sobreprotección y adecuar con precisión la institución jurídica que resulte más aquilatada a las circunstancias y necesidades concretas de cada persona discapacitada. Los distintos medios que arbitra nuestro ordenamiento jurídico para la guarda de las personas que presentan estas características, hasta hoy, pasan necesariamente por un procedimiento judicial de incapacitación1 que presenta las siguientes características: 1º Ha de constatar la realidad de la falta de aptitudes para gobernarse, 1 Uno de los escollos que, al parecer, se encuentran para instrumentar esta protección es la necesidad de seguir previamente un procedimiento de incapacitación. Ello lleva a que en muchas ocasiones las personas con discapacidad necesitadas de algún tipo de guarda, cuando alcanzan la mayoría de edad no estén sometidas a ninguna de esas instituciones, sino que existe una guarda de hecho desempeñada por sus progenitores (podríamos llamarla “patria potestad prorrogada de hecho”). Esto, que es comprensible desde el punto de vista humano, no es en modo alguno deseable. Partimos de que mientras no quede judicialmente establecido otra cosa, los sujetos mayores de edad son plenamente capaces, lo cual hace que ni sus padres o tutores legalmente puedan obrar por ellos, ni siquiera completar su capacidad. Lógicamente tampoco les deben obediencia. Este estatus jurídico que no se corresponde con la realidad puede ocasionarles perjuicios (por ej., sin tener la discreción de juicio necesaria la celebración de contratos que pueden ser perjudiciales para ellos), más difíciles de solucionar “a posteriori”, y, por otra parte, las limitaciones que se les impongan “de facto”, pueden resultar atentatorias al libre desarrollo de su capacidad. El procedimiento de incapacitación hay que tomarlo como lo que es, desdramatizándolo, una garantía de que el discapacitado no se encuentra aherrojado por su discapacidad y a la vez de que “so capa” de la existencia de la misma no se le priva indebidamente de la libertad de acción que por su capacidad natural le corresponde. La intervención de juez y MF es básica en el procedimiento –en el que no se olvida la intervención del presunto incapacitado y sus allegados-, y en la decisión de cual sea la institución de guarda a la que se le somete, y fijación del ámbito de actuación de la misma. 2 con todas las garantías para la persona discapacitada2, señalando el ámbito concreto en el que se aprecia. 2º Posteriormente, ha de establecer la institución de guarda adecuada a las necesidades de la persona discapacitada concreta, fijando además en cada caso los límites de la intervención de dicha institución. Asimismo nombrará a la persona física o jurídica que desempeñará esos cargos tutelares. 3º Se inscribirá en el Registro civil (arts 88 y ss LRC)la nueva situación de la persona. 4º Control períodico de la situación de la persona incapacitada mientras subsista la incapacitación, de tal modo que si desapareciera la deficiencia se instaría un nuevo procedimiento judicial (ahora en sentido inverso del que la incapacitó, y con las mismas garantías) para poder devolverle la capacidad de actuar por sí sola, y si aún permaneciendo la incapacidad, cambiase el grado de la misma, se instaría dicho nuevo procedimiento que persigue realizar los cambios precisos en la institución de guarda para adaptarla a la nueva situación determinada por esa nueva mayor o menor capacidad del sujeto. La incapacitación no significa necesariamente carencia total de juicio en el incapacitado, sino que también puede ser ausencia parcial de éste (menor discreción de juicio que la media), o ausencia del juicio preciso para ciertos actos considerados comúnmente de mayor trascendencia. Por ello en nuestro sistema jurídico desde la reforma de las instituciones tutelares ( Ley 13/1983, de 24 de octubre, de reforma del Código civil en materia de tutela), se ha previsto una guarda a medida de las necesidades del incapacitado. Las características de cada situación personal se manifiestan y contrastan en el procedimiento de incapacitación, y el juez es quien determina cómo se adapta la institución de guarda elegida a dichas características. El abanico de opciones que presentan las diversas instituciones tutelares permite al juez elegir cuál sea la más indicada en la situación concreta que enjuicia, y ello implica no sólo determinar la modalidad tutelar más idónea sino también los límites y alcance que dicha institución tendrá en cada caso. Hay que subrayar la trascendencia de la función del juez por sus amplias facultades de actuación en todo lo referente a la guarda de las personas que por su discapacidad la precisan. 2 Esas garantías se concretan en tratarse precisamente de un procedimiento judicial, y de la intervención constante en el mismo del Ministerio Fiscal, y en cuanto ello sea posible de la propia persona discapacitada, además de contar con los informes médicos precisos. Con ello se impide que se pueda incapacitar con malas artes a una persona que no lo necesita. 3 En definitiva, será referencia obligada el art. 200 CC, pues las personas discapacitadas son o pueden ser personas que no pueden gobernarse por sí mismas. El establecimiento de hasta qué punto, o respecto de qué actos no pueden hacerlo es algo que habrá de determinarse caso por caso. Las instituciones de guarda previstas en nuestros textos legales son: Patria potestad prorrogada o rehabilitada, tutela y curatela. Sin ser una institución sino una mera situación de hecho que se da en la práctica frecuentemente3, se incluye también la guarda de hecho. Cada una de estas instituciones puede ser la adecuada para brindar ayuda a los discapacitados que la precisen, pero también todas ellas (tanto conforme a su regulación en el CC como en la del CFC), presentan dudas y problemas que hacen necesario un estudio global de nuestro sistema de guarda: tanto para sacarle el máximo partido, como para poner de relieve –en su caso- qué cambios serían deseables. El estudio conjunto de todas las figuras mencionadas es especialmente útil, puesto que, es más que probable, que durante toda su vida, la persona discapacitada necesitada de guarda, a partir de su mayoría de edad, pueda o deba pasar sucesivamente por más de una de estas instituciones de protección del incapacitado. Todas y cada una de estas figuras de guarda (incluida la guarda de hecho) constituyen el mejor y más completo instrumento de protección –sin perjuicio de la existencia de otros de menor entidad-, para las personas discapacitadas que lo necesiten, y para aquellas más próximas de su entorno que pueden colaborar para conseguir su mejor integración social. 2.- PUNTO DE PARTIDA: NO PODER GOBERNARSE POR SÍ MISMO Bajo el término “gobernarse por sí mismo” se quiere hacer alusión no sólo a que una persona pueda por sí misma cumplir sus funciones vitales (higiénicas, de alimentación, vestirse, o caminar) sino que pueda llevar a cabo todos los actos (y negocios) que requiere la vida ordinaria (por ejemplo, entre otros, cubrir sus necesidades de transporte, tener y desarrollar un trabajo remunerado, gestionar su patrimonio, etc.) e incluso con un carácter más extraordinario, por lo trascendental de dichas decisiones (obtención de una vivienda, 3 Por ejemplo en los casos en los que un menor de edad que sufre estos trastornos físicos o psíquicos sin que se inste el pertinente procedimiento de incapacitación y que una vez llegado a la mayoría de edad, aunque legalmente haya salido de la patria potestad, hasta que no se incoe un procedimiento de incapacitación, está bajo la guarda de hecho de sus padres. 4 decidir cómo y con quién se quiere vivir, etc). En definitiva, bajo esta expresión se alude al comportamiento “normal” que en la sociedad se espera de una persona adulta y capaz. Cuando hablamos de personas discapacitadas, las situaciones pueden ser muy diversas, pero, por regla general, su comportamiento puede desviarse bastante de la media típica, o de lo que puede estimarse como comportamiento normal esperado (cuando la minusvalía es psíquica)o sus limitaciones físicas o sensoriales pueden ser de tal tenor que les obligue a necesitar la ayuda de otra persona para llevar a cabo las funciones básicas ( siendo una minusvalía física): - En algunos casos, puede que la persona discapacitada ofrezca ciertos comportamientos divergentes de los socialmente aceptados, o que tenga una edad mental inferior a aquella que permite a la persona regirse por sí misma. - En otros supuestos, la desviación puede ser de distinta clase, como por ejemplo, aquellos que aun observando un comportamiento personal muy similar a lo que se considera normal, no puedan por sí mismos hacerse cargo de gestionar su patrimonio o el dinero que ganan con su trabajo (por incapacidad para manejar los números, o porque no son capaces de decidir razonablemente cómo y en qué gastarlo, sin poder hacer previsiones para cubrir v.gr. sus necesidades básicas). En ese caso, puesto como ejemplo, estas personas límite pueden realizar la mayoría o, al menos, muchos de los actos de la vida ordinaria, tales como ocuparse de su casa, o desarrollar adecuadamente su trabajo, pero necesitan ayuda o un complemento de capacidad para gestionar económicamente sus bienes, o, en términos más jurídicos, requieren un complemento de capacidad en lo relativo a la esfera económica de la persona. - En ciertos casos la falta de movilidad de la persona puede ser de tal entidad que necesite ayuda hasta para las funciones diarias más básicas (vestirse, asearse o comer). En última instancia hay que advertir que más importante que la causa de la incapacidad (la enfermedad o deficiencia que la provoque) es el efecto que esta produce sobre la persona: el no poder regir su propia vida, tal y como convencionalmente se suele hacer en el seno de la sociedad. Este es, en definitiva, el rasero que marca la frontera para la incapacitación judicial de las personas con discapacidad, sea física o psíquica. En este sentido, resulta clarificadora la S.A.P. Navarra (Secc. 3ª) de 30 de abril de 1999 cuando dice que: “Por la doctrina se considera que gobernarse a sí mismo significa referirse 5 al comportamiento normal que tiene una persona en términos generales, no en determinados aspectos concretos, o por ser más preciso, el impedimento para gobernarse a sí mismo supone la discordancia del sujeto con el molde social de comportamiento, que no supone que el sujeto no pueda gobernarse por sí mismo en un sentido abstracto, sino que no puede gobernarse, no puede actuar, de acuerdo con los principios del funcionamiento social del marco en que se encuentra. Al hilo de esto, es importante subrayar que la enfermedad o deficiencia no interesa tanto por si misma y en su causa, cuanto por el efecto que produce en la persona en cuestión, es decir, nos encontraremos con una causa de incapacitación si la enfermedad impide a la persona autogobernarse, al ser esa ineptitud, más que la causa, lo que va a determinar que el enfermo se vea privado de su capacidad”. 3.- PRINCIPIOS DE ACTUACIÓN JURÍDICA Todas las disposiciones que regulan estas instituciones tutelares de adultos, han de interpretarse tomando en cuenta el principio básico ya mencionado del interés superior del discapacitado (bien por tratarse de incapacitado judicialmente o, bien como persona que debería estarlo). Se trata de un principio que, si bien no está formulado legalmente como el del interés superior del menor (LO 1/96, de 15 de enero, de protección jurídica del menor, art. 2, y en el mismo sentido LORPM del año 2000), tiene unas raíces similares: la necesidad de protección jurídica y social de un colectivo de individuos especialmente precisados de ella. Sobre todo si observamos que de ordinario mientras la infancia es una etapa de la vida y la necesidad de protección especial se acaba con la madurez de las personas, en cambio, con respecto a los discapacitados incapacitados es frecuente que permanezcan durante toda su vida en una situación equiparable a la de los menores. Corolario de este principio es la necesidad de oír al discapacitado siempre que tenga capacidad natural suficiente para ello, e incluso respetar su actuación por sí solo en cuanto ello no entrañe riesgos, porque hay que partir del principio de capacidad. Se trata de proteger (tanto jurídica como familiarmente) no de sobreproteger. Respecto a todos los cargos tutelares hay que tener en cuenta permanentemente que se ejercen en consideración del beneficio del tutelado –art. 216 CC- (o curatelado o sometido a la patria potestad prorrogada o rehabilitada). Las funciones tutelares se ejercen bajo la 6 salvaguarda de la autoridad judicial (art 216 CC), y bajo la vigilancia del MF ( art 232 CC4). Esta intervención o supervisión (por juez y fiscal) supone una garantía del correcto ejercicio de la institución tuitiva de que se trate y su desempeño siempre a favor del sometido a ella. De ahí que pueda considerarse como una aplicación de ese principio general deducido del Ordenamiento: la protección del interés superior del menor o incapacitado sometido a cualquier institución de guarda o tutela. 4.- PROCEDIMIENTO DE INCAPACITACIÓN. La vigente LEC (Ley 1/2000, de 7 de enero) dedica su Libro IV a los procesos especiales. En un primer Capítulo (arts 748-755) se encuentran las disposiciones generales comunes a esos procesos especiales, y en el Capítulo II se contemplan normas propias de los procesos sobre capacidad de las personas (arts 756-763). 4.1.- NORMAS DE CARÁCTER GENERAL APLICABLES A ESTE PROCEDIMIENTO Las normas de carácter general aplicables aquí se explican por cuanto la capacidad de las personas incide en cuestiones básicas para su actuación en el tráfico jurídico. Un primer dato a tener en cuenta es la intervención necesaria y preceptiva del Ministerio Fiscal (art 749). Aunque el MF no haya promovido el procedimiento, ni le corresponda legalmente asumir la defensa del presunto incapacitado. Esa intervención supone una garantía para el mismo. En estos procesos no surtirán efecto renuncia, allanamiento ni transacción. El desistimiento requerirá la conformidad del MF5. Los procedimientos de este Título se decidirán con arreglo a los hechos que hayan sido objeto de debate y resulten probados, con independencia del momento en que se hubieran alegado o del modo en que hubieran sido introducidos en el proceso. En este punto se separa la regulación del procedimiento de incapacitación de lo dispuesto en general para la 4 Si bien este precepto está en sede de tutela, su aplicación es extensible a todos los cargos tutelares con las matizaciones que correspondan a la naturaleza de los mismos. 5 Lo que resulta lógico pues desde luego en un proceso para la incapacitación de una persona que realmente lo necesite, el desistir del mismo bien puede suponer dejarlo sin la protección jurídica que necesita. 7 prueba en la LEC, en la que se dispone con mayor rigidez y exactitud el momento en que deben ser alegados los hechos que se probarán. Además de las pruebas que se practiquen a instancia del MF y de las partes6, el tribunal puede decretar de oficio las que crea convenientes7. El que las partes estén conformes sobre los hechos no vincula al tribunal8, ni éste podrá decidir la cuestión litigiosa basándose exclusivamente en dicha conformidad, o en el silencio o respuestas evasivas sobre los hechos alegados por la parte contraria. Tal cosa no es sino consecuencia de que aquí se trata de una cuestión no sujeta a la libre disponibilidad de los particulares. Se añade en el art 752 LEC que el tribunal no estará vinculado en estos procesos, a las disposiciones generales de la misma LEC en materia de fuerza probatoria del interrogatorio de las partes9, de los documentos públicos10 y de los documentos privados reconocidos. E igual se dispone para la segunda instancia. La tramitación del procedimiento, salvo que expresamente se disponga otra cosa, se hará por los trámites del juicio verbal, con la particularidad de que se dará traslado al MF de la demanda, y a las demás personas que, conforme a la ley, deban ser parte en el procedimiento, emplazándoles para que la contesten en el plazo de 20 días que marca el art. 405 LEC. Para todos los procesos que se regulan en este Título de la LEC el tribunal podrá decidir mediante providencia, ya sea de oficio, ya a instancia de parte, que los actos y vistas se celebren a puerta cerrada, y que las actuaciones sean reservadas siempre que las circunstancias lo aconsejen. Se añade que esto será así aunque los casos no se encuentren entre los que recoge en general el art. 138,2 LEC :”...cuando sea necesario para el orden público o de la seguridad nacional en una sociedad democrática, o cuando los intereses de los menores o la protección de la vida privada de las partes y de otros derechos y libertades lo exijan, o, en fin, en la medida en que el tribunal lo considere estrictamente necesario, cuando por la concurrencia de circunstancias especiales la publicidad pudiera perjudicar a los intereses de la justicia”. Es evidente que esa reserva siempre habrá de respetarse en los procesos de incapacitación. Es la forma de salvaguardar el derecho a la intimidad personal y 6 El juez puede señalar que alguna prueba de las propuestas es impertinente o inútil. Esta libertad del juez no se da en todos los procesos, sino cuando así lo establezca la ley (art 282 LEC). 8 Conforme a las reglas generales -art 281,3 LEC-, están exentos de prueba los hechos sobre los que exista plena conformidad de las partes, salvo los casos -como el que nos ocupa- en que la materia objeto del proceso esté fuera del poder de disposición de los litigantes 9Art 316 :si no lo contradice el resultado de las demás pruebas, en la sentencia se considerarán ciertos los hechos que una parte haya reconocido como tales, si en ellos intervino personalmente, y su fijación como ciertos le es enteramente perjudicial; en lo demás se aplicarán las normas de la sana crítica. 10 Art 319 y 326 para los privados. 7 8 familiar de las personas afectadas11. Por último en cuanto a estas reglas generales, cuando proceda, las sentencias y demás resoluciones dictadas en estos procedimientos se comunicarán de oficio a los Registros civiles para la práctica de los asientos que correspondan. A petición de parte, se comunicarán a cualquier otro registro público a los efectos que en cada caso procedan. 4.2.- NORMATIVA SOBRE LOS PROCESOS DE INCAPACITACIÓN EN PARTICULAR. 4.2.1.- MEDIDAS PREVIAS AL PROCEDIMIENTO. El art 762 LEC se ocupa de las medidas cautelares que de oficio deberá adoptar el tribunal competente que tenga conocimiento de la existencia de una posible causa de incapacitación. Éstas serán las que se estimen necesarias tanto para la adecuada protección de la persona presuntamente incapaz como de su patrimonio, y además habrá de poner en conocimiento del MF la situación, para que, si lo estima procedente incoe el procedimiento de incapacitación. Pero no es solo el juez quien puede ocuparse de la protección del presunto incapaz, pues el MF en cuanto tenga conocimiento de la existencia de una persona presuntamente incapacitable puede solicitar del tribunal competente las medidas a que acabo de hacer alusión. Esas mismas medidas pueden ser adoptadas, tanto de oficio como a instancia de parte, en cualquier estado del procedimiento de incapacitación. Esas medidas -como regla-, se acordarán previa audiencia de las personas afectadas. 4.2.2.- COMPETENCIA Y LEGITIMACIÓN Para los procesos de incapacitación será competente el juez de primera instancia del lugar en que resida12 la persona respecto de la que se solicite la declaración que Sea. 11 12 En esta misma línea es lógico que la información del Registro civil sobre estos casos sea reservada. Obsérvese que no se refiere a domicilio sino solamente a residencia. 9 La legitimación para promover incapacitación o prodigalidad no es la misma: Con respecto a la incapacitación hay personas que pueden promoverla: el presunto incapaz13, su cónyuge o quien se encuentre en una situación de hecho asimilable, los descendientes, los ascendientes y hermanos del presunto incapaz. Con respecto a la incapacitación de menores de edad, cuando proceda, únicamente pueden promoverla quienes ejerzan la patria potestad o la tutela14. El MF debe promover esa incapacitación cuando no existan las personas mencionadas o no lo hubieran solicitado. Cualquier persona está facultada para poner en conocimiento del MF los hechos que puedan ser determinantes de una incapacitación. Las autoridades y funcionarios públicos que, por razón de sus cargos, conocieran la existencia de la posible causa de incapacitación en una persona, deberán ponerlo en conocimiento del MF. 4.2.3.- TRAMITACIÓN En este tipo de procesos la personación del demandado (presunto incapaz ) puede llevarla a cabo por sí mismo, actuando en su propia defensa y representación. Si no lo hiciere así, se ocupará de ello el MF, siempre que no haya sido promotor del procedimiento. En otro caso15, se designará un defensor judicial, a no ser que estuviese ya nombrado. Así pues, aquí no hay obligación de nombrar abogado y procurador tal como se establecía en las reglas generales que hemos examinado primero. Al tratarse de un procedimiento que afecta a algo tan importante como la capacidad de obrar de las personas, el art. 759 LEC se ocupa de las pruebas y audiencias preceptivas en el mismo, es decir independientemente de las que se practiquen a petición de las partes o por decisión judicial. Así pues el tribunal16 oirá a los parientes más próximos del presunto 13 La inclusión del presunto incapaz entre los legitimados para incoar la incapacitación se ha llevado a cabo en la LPPD, que en su art.14 modifica en este sentido el art 757 LEC. Para un tratamiento en detalle de este extremo, véase el apartado correspondiente en el Capítulo V. 14 Aquí se prima la decisión de los padres o tutores, pues no existe desprotección de los menores sometidos a unos u otros durante la minoridad. 15 Suponemos que cuando no se defienda a si mismo ni lo haga el MF. 16 Dado que las partes pueden pedir las pruebas que consideren necesarias sería factible que las mismas pidieran que se acordase una prueba testifical respecto de algunos de esos parientes, u otras personas allegadas, pero, parece ser que, en la práctica el tribunal no acuerda este tipo de pruebas, sino que es simplemente el tribunal quien interroga a esas personas. 10 incapaz17 y lo examinará por sí mismo18. Como el juez normalmente carecerá de los conocimientos técnicos precisos se prevé que acuerde los dictámenes periciales pertinentes en relación con las pretensiones de la demanda19, y también acordará las medidas previstas en las leyes20. Cuando, además de la solicitud de incapacitación se haya pedido en la demanda el nombramiento de la persona o personas que hayan de asistir o representar al incapaz, y velar por él (el tutor, progenitor con patria potestad prorrogada o rehabilitada, o curador), también hay que oír al respecto a los parientes antes mencionados -generalmente alguno de ellos será la persona designada-, al presunto incapaz si tuviera suficiente juicio (lógicamente, pues se trata de algo que le afecta directamente), y a las demás personas que el tribunal considere oportuno21. Si el tribunal lo admite, en la misma sentencia de incapacitación nombrará a las personas que ocuparán el cargo tutelar que sea22. Todo esto que se ha dispuesto para una primera instancia, si ésta fuera apelada ( sin que importe quien interponga el recurso), de oficio se volverán a ordenar la práctica de las pruebas señaladas. La sentencia sobre la incapacitación determinará la extensión y límites de ésta, al igual que el régimen de tutela o guarda (patria potestad rehabilitada, tutela o curatela) al que se someta al incapacitado. La idea de la mejor adecuación de la guarda a las circunstancias de la persona discapacitada, permite modificar lo dispuesto en la sentencia de incapacitación. Si sobrevienen nuevas circunstancias – como ya adelantamos-, se puede instar un nuevo proceso que tenga como objeto dejar sin efecto o modificar el alcance de la incapacitación 17 Podría caber alguna duda sobre que parientes son los que se consideran más próximos, si únicamente los que lo son en grado cercano (ascendientes, descendientes y hermanos), o si también son parientes más próximos otros que lo son en grado más lejano en un caso en el que no existan otros más cercanos. Es esta segunda la idea que debe prevalecer: los parientes más próximos son los de grado más cercano entre los existentes en cada caso. Otra cosa es que la trascendencia de estas declaraciones para la decisión judicial puede decaer proporcionalmente a la lejanía del vínculo de parentesco, si la misma no se ve compensada por la frecuencia e intimidad de la relación personal. 18 Por más que el juez deba auxiliarse de peritos ello nunca eliminará la necesidad de examinar al presunto incapacitado por sí mismo. 19 El art 759,1 “in fine” LEC es tajante cuando impone que “nunca se decidirá sobre la incapacitación sin previo dictamen pericial médico acordado por el tribunal”. Esta exigencia garantiza que, independientemente de otros dictámenes periciales solicitados por las partes, el juez decidirá siempre teniendo a la vista un dictamen de carácter totalmente objetivo. 20 Aún no se ha examinado que medidas concretas serán esas pero obviamente se trata de las necesarias para garantizar la protección de la persona y su patrimonio en el interín no se resuelva el procedimiento iniciado en uno u otro sentido. El Art 762 LEC deja una gran amplitud al respecto. 21 Se establece aquí un gran espacio para la discrecionalidad judicial que, de nuevo, pretende garantizar el interés del presunto incapacitado, pues se trata de poder sopesar la opinión de los familiares cercanos en relación con otras personas fuera de ese círculo. 22 Esta es la clara tendencia jurisprudencial actual. 11 establecida. Este segundo procedimiento puede iniciarse a petición tanto de las personas que podían o debían solicitar el primero, como las personas que desempeñaran los cargos tutelares sobre el incapacitado, o incluso él mismo 23. En el caso de que la persona incapacitada estuviera privada por la sentencia de la capacidad para comparecer en juicio, tendrá que obtener autorización judicial para actuar en el proceso por sí mismo. Lógicamente en estos procesos han de respetarse las mismas garantías que para el juicio de incapacitación según preceptúa el art. 759 LEC, tanto en primera instancia como en segunda, en su caso. La sentencia que se dicte habrá de decidir si procede o no dejar sin efectos la incapacitación, o si, manteniéndose la incapacitación es conveniente modificar o no los límites de ésta. Aunque en la LEC no se recoja en particular para los procedimientos de incapacitación, está claro que, conforme a las reglas generales del art. 755 LEC, esta sentencia habrá de comunicarse de oficio24 a los Registros civiles, y,a petición de parte, a otros registros públicos a los efectos que en cada caso procedan. 5.- LAS DISTINTAS INSTITUCIONES DE GUARDA Y PROTECCIÓN Como ya hemos anticipado, cabe la posibilidad de que una persona discapacitada, que durante toda o casi toda su vida va a padecer una deficiencia o enfermedad que provoca que no pueda gobernarse por sí misma, o, que al menos no pueda hacerlo en todos los aspectos, vaya pasando a lo largo de su vida por una o varias de estas instituciones tuitivas, que no se presentan como alternativas excluyentes. Durante la minoría de edad, hay menos problema, porque al igual que los niños que no sufren discapacidad alguna, la patria potestad los protege suficientemente25. Otra cosa es que si carecen de padres o éstos están privados de la patria potestad, o simplemente no la ejercen, los menores pueden estar sometidos a tutela, pero también a guarda de hecho. Los problemas mas graves pueden surgir con la mayoría de edad, dado que no tienen suficiente madurez o independencia para alcanzar la plena capacidad de obrar. Puede ocurrir 23 Aún antes de incluir al presunto incapacitable como legitimado para incoar su propio procedimiento de incapacitación, ya existía la posibilidad de que lo pudiera poner en marcha indirectamente, a través del MF, manifestándole sus dificultades para gobernarse por sí mismo, con lo que el MF podía decidir o no la incoación del procedimiento. 24 Si la nueva sentencia no cambia en nada la situación previa no hay razón para hacer tal comunicación. 25 Además se prevé la posibilidad de intervención judicial –a instancia del propio hijo, cualquier pariente, o el MF-, en los supuestos en los que pueda precisarlo el interés del menor (art 158Cc) 12 que los propios padres, conocedores de esta situación incoen su incapacitación antes de que su hijo llegue a la mayoría de edad. Con ello se evita que el hijo pueda quedar desprotegido cuando alcance dicha edad y con ella la teórica –en este caso-, plena capacidad de obrar. Incapacitado el hijo menor de edad, queda sometido, cuando llegue a la mayoría de edad, a la patria potestad prorrogada, a la tutela o a la curatela, según se haya establecido en la sentencia incapacitadora. Cuando el hijo alcanza la mayoría de edad sin que se haya realizado ninguna actuación para preparar su guarda, se puede instar la incapacitación, solicitando bien la rehabilitación de la patria potestad, o bien que sea sometido a tutela o curatela, según la capacidad real que ostente el sujeto26. Pueden ser numerosos los casos en los que el procedimiento de incapacitación finalizará prorrogando o rehabilitando la patria potestad, lo cual no sólo es lógico, sino encomiable, dado que los padres son, por regla general, quienes más se preocupan y cuidan de sus hijos, especialmente si estos padecen alguna deficiencia o minusvalía. Pero, ¿qué ocurrirá cuando los padres fallezcan, o no puedan ya, (por su avanzada edad, su propia enfermedad, etc..) hacerse cargo de ese hijo? Cuando el hijo quede desprotegido, será preciso declarar la extinción de la patria potestad prorrogada o rehabilitada e instar el sometimiento de esa persona incapacitada a tutela o curatela, según proceda. Y, por último, cabe que esa persona discapacitada, bien al alcanzar la mayoría de edad sin haber sido incapacitada y hasta que lo sea; o bien en los lapsos de tiempo que puedan transcurrir entre la inoperancia27 de la institución tutelar a la que se encontrara sometido y la constitución de la nueva que deba efectuarse, esté bajo la guarda de hecho de algún familiar o de persona que se haya hecho cargo de él mientras tanto. De ahí la conveniencia de examinar todas estas instituciones que pueden servir para asegurar la protección de las personas discapacitadas que lo precisen, bien porque, a lo largo de su vida, puedan estar sometidos a alguna o varias de ellas, o bien para apreciar las ventajas que pueden ofrecer cada una, contrastando unas con otras. 26 El reconocimiento de la graduabilidad de la incapacitación, tras la Reforma del Código civil del año 1983, atendiendo a la mayor o menor capacidad de autogobierno que en cada caso padezca el sujeto, supuso el consiguiente reconocimiento de una pluralidad de instituciones de guarda, que debían adaptarse a las necesidades de protección requeridas en cada caso. 27 Habrá de tratarse de que materialmente no funcione la institución tutelar, pues si se trata de extinción de la misma, lo instituido es que el juez haya tomado las medidas pertinentes para que el incapacitado no quede desprotegido 13 5.1.- PATRIA POTESTAD PRORROGADA Y REHABILITADA Se trata de dos figuras introducidas en el Derecho Común28 por la reforma del CC de 13 de mayo de 1981 e igualmente acogidas en el Código de Familia Catalán (en sus arts. 160 y 161). Son dos instituciones diferentes en cuanto a sus requisitos, pero de efectos equivalentes, dado que implican una excepción a la extinción de la patria potestad por llegar el hijo a la mayoría de edad. Ambas están en conexión directa con la incapacitación del hijo, que puede producirse durante la minoridad o una vez alcanzada la mayoría de edad29. 5.1.1.- CONCEPTO Y REQUISITOS DE ESTAS FIGURAS A.- Patria potestad prorrogada: Surge cuando el menor de edad padece enfermedad o deficiencia física o psíquica persistente que le impide gobernarse por sí mismo, y se prevea razonablemente que la misma persistirá después de la mayoría de edad, motivo por el cual se procede entonces a su incapacitación conforme a los arts. 200 y 201 CC, de manera que, cumplidos los 18 años, la patria potestad quedará automáticamente prorrogada, por ministerio de la ley, mas con la extensión y alcance que determine la resolución incapacitadora. A.1.- Requisitos: 28 La patria potestad prorrogada y rehabilitada se contemplan en el Fuero Nuevo de Navarra (Ley 67), es una figura de reciente implantación –como en el CC- , en la Compilación Navarra. Asimismo su regulación es prácticamente igual a la del CC. Por lo demás el Fuero Nuevo no tiene regulación propia de las instituciones tutelares, aplicándose en este tema las normas del CC. 29 Cuando la incapacitación ha tenido lugar durante la minoridad del hijo, se produce la prórroga de la patria potestad sin solución de continuidad (por ministerio de la ley), si bien su contenido legal típico puede quedar modificado en el auto de incapacitación. 14 1. Menor de edad no sujeto a tutela, pues en este caso, sería la tutela lo que se prorrogaría. Y ha de tratarse de menor no emancipado. 2. Padecimiento de alguna deficiencia o anomalía de las señaladas en el art. 200 CC. Debe tratarse de deficiencia o anomalía que impida al sujeto gobernarse por sí mismo. 3. Aunque no se diga expresamente, exige la vigencia de la patria potestad en el momento en el que el hijo llegue a la mayoría de edad30. B.- Patria potestad rehabilitada: Se diferencia de la anterior en que implica una extinción y posterior restauración de la patria potestad y porque el sujeto incapacitado no es ya un menor de edad, sino mayor, soltero y que convive con sus padres. B.1.- Requisitos: 1. Mayoría de edad del hijo que se va a incapacitar. A pesar del tenor estricto del art. 171 CC, también deben entenderse incluidos los menores emancipados (cosa que expresamente permite el art. 162 CFC). 2. Soltería: No obstante, puede hacerse extensivo al divorciado, o a aquellos cuyo matrimonio sea declarado nulo (postura defendida también por la Circular de la DGRN 16 noviembre 1984), pero no alcanza a los separados, pues no implica disolución del vínculo conyugal. 3. Convivencia: Debe ser objeto de interpretación amplia y flexible: no implica residencia en el mismo domicilio, aunque sí dependencia física y económica. 30 Exige la vigencia de la patria potestad en el momento de la mayoría de edad, por lo que no podrá prorrogarse ésta si el menor había alcanzado la emancipación, o si ambos padres habían sido excluidos, privados o suspendidos en el ejercicio de la patria potestad. 15 Por ejemplo, piénsese en el hijo que por razón de destino o estudios vivía independiente de los padres y por accidente pierde sus facultades y es incapacitado, reintegrándose a la casa familiar: no hay razón para negar la rehabilitación de la patria potestad. En Derecho catalán es posible la rehabilitación de la patria potestad a pesar de que el incapacitado no conviva con el progenitor no custodio. Ello puede ser una diferencia con el régimen del art. 171 CC que exige la convivencia. 4. Aunque no se diga expresamente, es necesario que durante la minoridad hubiese estado sujeto a patria potestad y no a tutela31. 5.1.2.- RÉGIMEN Y EFECTOS DE ESTAS FIGURAS En virtud de lo previsto en el 171 CC: 1. Habrá de estarse en primer lugar a lo que disponga la sentencia de incapacitación. “Se otorga a la sentencia amplio poder de determinación de la extensión y de los límites de la incapacidad... y del régimen al que haya de quedar sometido el incapacitado”. En la sentencia cuando menos se fijará el alcance de la incapacitación, el titular que va a ejercitar la patria potestad, su contenido patrimonial o personal y su duración. No obstante deben respetarse ciertos límites por imperativo legal. En este sentido, al sujetar el precepto la patria potestad prorrogada o rehabilitada a lo esencialmente dispuesto por la resolución de incapacitación, se cuestiona si las facultades del juez llegan a poder liberar al padre de las limitaciones que la ley impone a la patria potestad (por ejemplo, pedir la autorización judicial en los casos del 166 CC). 2. Si la resolución no dispone nada al respecto, serán de aplicación las normas de la patria potestad ordinaria. Sin embargo queda la duda de que aún sin decir nada en particular en la sentencia se pueda aplicar el régimen de la patria potestad ordinaria sin considerar que las condiciones y relaciones personales de padres e hijo en este caso son diferentes, o si más bien esta 31 No cabrá rehabilitación si los padres hubieran sido, en su momento, privados, excluidos o suspendidos en el ejercicio de la patria potestad y no la hubieran recuperado. Recuperando la titularidad o el ejercicio, se extinguirá la tutela y se restablecerá la patria potestad (277.1º CC) 16 aplicación haya de hacerse matizándola en razón de las diferencias existentes entre un menor ordinario y la persona sometida a patria potestad prorrogada. 3. En caso de conflicto de intereses en algún asunto entre padres e hijo incapacitado: parece procedente nombrar defensor judicial para representar al hijo con apoyo en art. 299.1º CC. 5.1.3.- EXTINCIÓN Se extingue la patria potestad prorrogada o rehabilitada por: 1. La muerte o declaración de fallecimiento tanto de padres como del hijo. Causa a la que habría que añadir la muerte o declaración de fallecimiento del titular único de la patria potestad. 2. Adopción. Las dos primeras causas, muerte y adopción son comunes a la extinción de la patria potestad en general (o normal, por así decirlo), tal como se recoge en el 169.1º y 3º ambos preceptos del CC. 3. Cese de la incapacidad: que ha de señalarse en nueva resolución judicial que así lo determine. 4. Matrimonio del incapacitado, cuando tenga capacidad para prestar consentimiento matrimonial. Extinguirá la patria potestad que será sustituida por la tutela o curatela del cónyuge (234.1º y 291 CC). 5. Además de los cuatro supuestos contemplados en el 171 CC pueden producirse otros casos de extinción: los generales de pérdida, privación o suspensión en el ejercicio de ambos o del único titular de la patria potestad. Si en el momento de la extinción de la patria potestad la incapacidad subsiste, será necesario constituir tutela o curatela. 17 6.- LA TUTELA Es una institución subsidiaria de protección y asistencia de los menores y los incapacitados no sometidos a la patria potestad32, que consiste en nombrar una persona (tutor) que será el representante legal, y el encargado de velar y proteger la persona y bienes del sometido a tutela33. 6.1.- CARACTERES 1. El ejercicio de este poder constituye un verdadero mandato legal que la ley impone a determinadas personas o instituciones, como se deduce del artículo 216 párrafo primero del CC. 2. Gratuidad de la función. En principio el ejercicio de la tutela es gratuito. El tutor sólo tiene derecho a retribución cuando el patrimonio del tutelado lo permita34. 3. Naturaleza pública del oficio. No es materia que esté sometida a normas de carácter dispositivo, pero se tiene en cuenta la autonomía de la voluntad35 (poniendo el límite en el interés del tutelado). La existencia de un interés público viene determinada por la necesidad de actuar de oficio por las autoridades judiciales y el Ministerio fiscal para la constitución de la tutela en todos los casos en que se den los presupuestos legales para ello (artículo 228 del Código Civil). Además existe el deber general de poner en conocimiento del órgano jurisdiccional el hecho determinante de la tutela (artículo 230 CC). 32 El art 10 de la Compilación Aragonesa regula la autoridad familiar ( institución semejante a la patria potestad en el Derecho foral aragonés), cuando fallecidos los padres, o cuando éstos fueren privados judicialmente de la autoridad familiar o de su ejercicio, dicha autoridad y con los mismos derechos y obligaciones que correspondían a los padres, podrá ser ejercida por los abuelos, los hermanos mayores del menor o por el cónyuge no progenitor del bínubo premuerto, salvo previsión en contrario de los mismos padres o de alguno de ellos. En el caso de fallecimiento de loas progenitores, la designación de las personas que vayan a ejercer la autoridad familiar y la forma en que ésta debe prestarse, salvo expresa previsión de los padres, corresponderá a la Junta de Parientes o, en su defecto, al Juez de primera Instancia. Como puede observarse el Derecho aragonés en el supuesto contemplado en el art 10 opta por un sistema tutelar distinto del CC, por entender que es más adecuado para los menores este sistema. 33 La Compilación Aragonesa no tiene una regulación completa de la tutela, remitiéndose en su mayor parte a las disposiciones del CC. Sin embargo, las especialidades forales tienen su trascendencia. Así , se conserva la figura del protutor, si tal cargo hubiera sido instituido en testamento u otro documento público. Mientras no fuere designado tutor o cuando el nombrado no pueda desempeñar sus funciones, hará sus veces el protutor, si lo hubiere (art 17 Compilación). También es destacable la importancia de la Junta de Parientes. 34 Como pone de manifiesto el artículo 168 párrafo primero del CFC. A este respecto el artículo 274 del CC establece que el tutor tiene derecho a una retribución, siempre que el patrimonio del tutelado lo permita. Corresponde al Juez fijar su importe y el modo de percibirlo, para lo cual tendrá en cuenta el trabajo a realizar y el valor y la rentabilidad de los bienes, procurando en lo posible que la cuantía de la retribución no baje del 4% ni exceda del 20% del rendimiento líquido de los bienes (artículo 274CC). Sólo los padres y en sus disposiciones de última voluntad, podrán establecer que el tutor haga suyos los frutos de los bienes del tutelado a cambio de prestarle los alimentos, salvo que el Juez, en resolución motivada, disponga otra cosa (artículo 275 CC). Y el artículo 177 párrafo primero del CFC dispone que en el documento de designación de la tutela puede fijarse al titular de la tutela y, en su caso al de la administración patrimonial la remuneración que se crea conveniente siempre que el patrimonio de la persona tutelada lo permita, sin perjuicio del derecho de estos al reembolso de los gastos que les origine el ejercicio del cargo. 35 Como se verá al hablar del nombramiento del tutor, y sobre todo en su regulación por el CFC. 18 4.- Obligatoriedad de la función. Las funciones tutelares constituyen un deber y se ejercerán en beneficio del tutelado y estarán bajo la salvaguarda de la autoridad judicial (artículo 216, párrafo 1º, CC) y solo se admitirá la excusa de los cargos tutelares en los supuestos legalmente previstos (artículo 217 CC). 5.- Generalidad del poder conferido al tutor. La tutela puede comprender el cuidado de la persona y los bienes del tutelado (artículo 269 y 270 CC), si bien puede tener un ámbito menor. A diferencia de la curatela, que se establece sólo para actos concretos y determinados, que los menores o pródigos no pueden realizar por sí solos (artículo 288CC) o para los actos que expresamente imponga la sentencia en caso de los incapacitados (artículo 289 CC). 6.- Vigilancia y control por parte de la autoridad judicial. La tutela se ejercerá bajo la vigilancia del Ministerio Fiscal, que actuará de oficio o a instancia de cualquier interesado (artículo 222CC). El Juez podrá establecer en la resolución por la que se constituya la tutela, o en otra posterior, las medidas de vigilancia y control que estime oportunas en beneficio del tutelado. (Sin perjuicio de las que puedan establecerse judicialmente), en el ámbito del CFC (art. 176), también los padres podrán establecer las medidas de control de la actuación tutelar que consideren convenientes. (Sin perjuicio de las que se puedan establecer judicialmente). 6.2.- DELACIÓN DE LA TUTELA 6.2.1.- CAPACIDAD PARA SER TUTOR Podrán ser tutores todas las personas que se encuentren en el pleno ejercicio de sus derechos civiles y en quienes no concurra alguna de las causas de inhabilidad establecidas en la ley (arts. 241 CC y 185.1º CFC). 6.2.2.- DELACIÓN Y NOMBRAMIENTO DEL TUTOR A.- TUTELA EJERCIDA POR PERSONA FÍSICA 19 “Los padres podrán en testamento o documento público notarial nombrar tutor, establecer órganos de fiscalización de la tutela, así como designar las personas que hayan de integrarlos, u ordenar cualquier otra disposición sobre la persona o bienes de sus hijos menores o incapacitados “ (art 223 CC), y por otra parte el artículo 234 del CC establece el orden de prelación para el nombramiento de tutor, para el cual tiene muy presente quiénes son las personas más próximas al incapaz. Dicho orden es el siguiente: 1º El designado por el propio tutelado.36 2º El cónyuge que conviva con el tutelado. 3º Los padres 4º La persona o personas designadas por éstos en sus disposiciones de última voluntad, o en documento público notarial 5º Al descendiente, ascendiente o hermano que designe el juez. Entre las personas mencionadas en el artículo 234 del CC figuran la persona o personas nombradas o designadas por los padres en sus disposiciones de última voluntad a las cuales se refiere el artículo 223 del CC. Dicho artículo 223 del CC constituye una de las máximas concesiones hecha por la reforma del Código de 198337 a la intervención de la familia en la nueva regulación de las instituciones de guarda y protección. Los padres por tanto en testamento38 o en documento público notarial podrán: - Nombrar tutor: Los padres (cada uno en su testamento) podrán designar, así, la persona o personas ( artículos 234,3 y 236) que hayan de ejercer la tutela de sus hijos incapaces, y el Juez deberá nombrar tutor o tutores a tales personas, salvo que el beneficio del menor o incapacitado exija otra cosa en cuyo caso habrá de motivar su decisión (artículo 224 CC). 36 El art 223 CC, reformado por la LPPD, en su 2º párrafo señala que: “Cualquier persona con la capacidad de obrar suficiente, en previsión de ser incapacitado judicialmente en el futuro, podrá en documento público notarial adoptar cualquier disposición relativa a su propia persona o bienes, incluida la designación de tutor”. Consecuentemente el orden para el nombramiento de tutor del art 234 CC se altera igualmente, colocando en primer lugar, el que en su día hubiera designado quien ahora va a ser sometido a tutela. Para ver con mas detenimiento lo referente a la autotutela, ver el apartado correspondiente del Capítulo V. 37 Ley 13/1983, de 24 de octubre, de reforma del Código civil en materia de tutela ( BOE 26 octubre 1983). 38 El precepto habla de testamento -lo que incluye cualquier clase de testamento- o documento público. La escritura pública notarial, tiene como ventaja que puede ser otorgada por ambos cónyuges conjuntamente -a diferencia de lo que sucede en el testamento, salvo en aquellas Comunidades en las que su propia legislación admita el testamento mancomunado ( aunque en la practica se otorgan testamentos paralelos de padre y madre, marido y mujer)-, y además que surte efecto en vida de los padre. Tiene el inconveniente de la falta de publicidad en un registro que asegure su conocimiento o incluso la inexistencia de otra escritura pública posterior modificativa. 20 - Establecer órganos de fiscalización de la tutela. incluso designando las personas que hayan de integrarlos. - Y ordenar cualquier otra disposición sobre la persona o bienes de sus hijos incapaces. Por otra parte el artículo 224 del CC añade que “las disposiciones aludidas en el artículo anterior vinculan al juez”. En principio, no hay ninguna razón que lleve a pensar que las previsiones de los padres respecto de la tutela de sus hijos no sean las mejores, y obedezcan al sólo intento de conseguir el mayor beneficio para aquéllos, de tal modo que el juez, en principio deberá aceptar las disposiciones de los padres, en tanto en cuanto persiguen el interés del incapacitado, siendo esta la finalidad, la única que debe mover a la autoridad judicial, puesto que lo verdaderamente preferente es alcanzar el beneficio o interés del incapacitado, apreciado por el juez. Para el supuesto de discordancia entre las disposiciones de los progenitores ya prevé el artículo 225 del CC que se adoptarán por el juez, en decisión motivada, las disposiciones que considere más convenientes para el tutelado. Tras la reforma del CC de 1983 todo nombramiento de cargo tutelar tiene un matiz dativo. Si bien es cierto que los nombramientos han de ser judiciales, sólo por especiales razones podrá el juez alterar el orden fijado legalmente, y únicamente entonces -y por supuesto cuando falte otro tipo de designación-, cabrá decir que es la autoridad judicial la que designa al tutor y, en definitiva, defiere la tutela. El artículo 234.2 del CC, como hemos visto, permite a la autoridad judicial alterar el orden legal de los llamamientos e incluso prescindir de todas las personas en él mencionadas39. Pero en cualquier caso la autoridad judicial podrá hacer uso de esta facultad con una doble limitación: a) que deberá motivar su decisión y b) deberá perseguir el beneficio o interés del menor o incapacitado. Por otra parte, una de las funciones de este 39 Como pone de manifiesto la sentencia de la Audiencia Provincial de Zaragoza de 4 de junio de 2002 (AC 2002, 1222) en relación al artículo 234 del CC, se concede al juez dos facultades diferenciadas: a) alterar el orden establecido, y b) prescindir de todas las personas descritas en el primer párrafo, siempre que lo exija el beneficio del incapaz y se acredite por el juez en resolución motivada.A su vez, con anterioridad, el Tribunal Supremo en sentencia de 22 de julio de 1993 (RJ 1993, 6277) había señalado que “ conocida es la ampliación, en relación con la facultad del órgano jurisdiccional en la institución tutelar ha supuesto la última reforma operada en el título correspondiente del Código Civil, orientándose la nueva regulación en un aumento de la intervención judicial en beneficio del declarado incapaz y siguiendo esta línea de control están redactados, tanto el último inciso del artículo 234, como el espíritu del 235, ambos del Código Civil, cuando se refieren al nombramiento o designación de la persona del tutor, siendo el concepto de “beneficio del incapacitado” el que debe presidir tal designación, posponiéndose otras preferencias de tipo familiar”. 21 párrafo segundo, consiste en flexibilizar o excepcionar40 la prelación del orden de llamamientos entre las tres especies de vocación tutelar. Con respecto al Derecho catalán, la tutela se defiere por: testamento o codicilo, escritura pública, o por resolución judicial (art. 171 CFC). Existen por tanto dos formas de tutela, una voluntaria, cuya delación corresponde a uno mismo, (autotutela, en previsión de la propia incapacitación, prevista en el 172 CFC) o a los padres que sean representantes legales de sus hijos (menores o incapacitados, sometidos a patria potestad prorrogada o rehabilitada); y otra judicial. Si bien, ambas modalidades precisan de nombramiento judicial. El CFC no permite al juez modificar la delación voluntaria de la tutela, sea la realizada por uno mismo o por sus padres, cosa que sí se permite en el art. 179 con respecto a la denominada tutela dativa, que recoge el orden de prelación que deberá tener en cuenta el juez para el ejercicio de la tutela. Sólo en defecto de la delación voluntaria, entrará en juego (en virtud del 178 CFC) el nombramiento por el juez, denominada tutela dativa. Se trata de potenciar en definitiva la autonomía de la voluntad, ya que la propia ley catalana 9/ 1998, de 15 de julio en su Preámbulo lo pone de manifiesto. Para conseguirlo el legislador catalán se separa del monopolio de la autoridad judicial para la designación de tutor, y reconoce un papel importante a las figuras de la autotutela y a la tutela del padre y la madre. B.- TUTELA EJERCIDA POR PERSONA JURÍDICA La reforma de las instituciones de guarda del año 83 introdujo la posibilidad de que las personas jurídicas pudieran ser nombradas titulares del organismo tutelar. El artículo 242 CC, cuya redacción fue objeto de fuertes críticas en los debates parlamentarios, dispone que “podrán ser también tutores las personas jurídicas que no tengan finalidad lucrativa y entre cuyos fines figure la protección de menores e incapacitados”. El Código de Familia de Cataluña, en su artículo185 apartado primero admite que puedan ser tutores las personas jurídicas que no tengan afán de lucro y se dediquen a la protección de los menores y de los incapacitados y que reúnan los requisitos establecidos en la normativa vigente. Añade en su 40 Todo ello implica asignar, en la materia, un papel decisivo al juez, pues si el padre o la madre pueden designar en sus disposiciones de última voluntad a la persona que haya de ejercer el cargo de tutor, dicha designación no vincula definitivamente a la autoridad judicial, del mismo modo que dicha autoridad no está sometida al orden férreo de la anterior tutela legítima, pudiendo invertir el mismo, con lo que se relativiza la importancia asignada a la tutela testamentaria, y, sobre todo, a la anteriormente denominada legítima. 22 apartado segundo que las personas jurídicas deben notificar al órgano de asesoramiento y supervisión de la Administración de la Generalidad su nombramiento y cese como tutores en el plazo de quince días desde que tenga lugar. Corresponderá nombrar tutor/curador a una persona jurídica en los casos en que ello redunde en interés del incapacitado. Tanto puede ser cuando no existan parientes cercanos del incapaz, no estén dispuestos o no puedan o no sean los mas idóneos para ejercer el cargo tutelar; como, cuando aún existiendo esos parientes el juez considere mejor esta opción para el incapacitado, o los titulares de la patria potestad así lo hayan dispuesto, en testamento o documento público (artículo 223 CC)41. Ciertamente que la asunción de funciones tutelares por personas jurídicas ofrece ventajas, pero también puede generar el riesgo de una cierta despersonalización y burocratización de la función tutelar42. El artículo 242 CC y el artículo 185 del CFC señalan los requisitos que debe reunir la persona jurídica para poder ser nombrada tutor del incapaz. En este sentido ambos preceptos exigen: - Que se trate de personas jurídicas legalmente reconocidas, lo que supone que estén constituidas en el momento de su nombramiento pero no necesariamente antes, es decir, en el momento de su llamamiento o designación. - Que no tenga ánimo de lucro, lo que directamente descarta como tutoras a las sociedades civiles o mercantiles, posibilidad que ha sido admitida cuando únicamente se trate de tutela de patrimonio o cuando la tutela de persona y de bienes esté desdoblada y corresponda a la persona jurídica sólo la segunda. Por lo tanto, pueden ejercer la función tutelar aquellas personas jurídicas, públicas43 o privadas, legalmente constituidas bajo la forma de asociación, o fundación. 41 También cabe la posibilidad de que los padres excluyan expresamente la posibilidad de que una persona jurídica sea tutora, en cuyo caso, si el juez lo acordara deberá motivar la resolución. 42 Probablemente la opción de que la tutela la desempeñe una persona física o jurídica dependerá de las características de cada tutelado ( mayor de edad o menor, discapacidad grave o leve, etc) 43 También las Administraciones Públicas pueden asumir estos cargos, al tener personalidad jurídica propia ( así lo ha admitido la Fiscalía General del Estado en la consulta 2/ 1998, de 2 de abril, que reconoció que el artículo 242 del CC permite el nombramiento de una persona jurídica como tutor de un incapacitado, siempre que se trate de una Administración entre cuyas competencias se encuentran las de tipo asistencial que se extiendan a ese colectivo. Sobre esta base y extremando el celo para solventar esta problemática, distintas Fiscalías han procurado llegar a acuerdos con determinadas Instituciones para la asunción por las mismas de funciones tutelares (así consta en la Memoria de la Fiscalía General del Estado del año 2001, págs 368 a 370. Así por ejemplo, la Fiscalía de Palencia ha llegado a un acuerdo con la Diputación Provincial de Palencia por virtud del cual esta asumirá la tutela, a falta de familiares de las personas de edad avanzada e incapacitadas que se encuentren ingresadas en un establecimiento dependiente de dicha Institución). 23 En estos casos no asumen el cargo de manera automática, como sucede en la guarda de menores desamparados, según el artículo 172 CC, sino que precisan nombramiento judicial. El fallo judicial en el que se designe tutora o curadora a una persona jurídica debe contener las razones de dicho nombramiento; producido éste, conforme a las reglas generales la aceptación del cargo resulta obligatoria (artículo 216 CC), correspondiendo emitir la misma al órgano designado a tal fin en los Estatutos de la persona jurídica. - Que entre sus fines figure la protección de menores e incapacitados, lo que debe interpretarse de forma flexible para no dejar sin aplicación la opción prevista en el artículo 242 CC, correspondiendo al juez determinar si la persona jurídica cumple en el caso concreto estos fines asistenciales. Es la propia la persona jurídica quien ostenta el cargo tutelar, y la correspondiente representación del tutelado en su caso, por lo que será a quien se pueda exigir responsabilidades por un incorrecto cumplimiento de la tutela, así como la derivada de los actos cometidos por las personas cuya tutela ejerce (artículo 1903 CC). No obstante, obviamente, el ejercicio de las funciones tutelares corresponde a personas físicas, funcionarios o empleados de la misma, especializados en el cuidado de incapacitados. Este desdoblamiento ha conducido a afirmar que no debería aplicarse a estos supuestos la prohibición contenida en el artículo 221 CC, por cuanto lo acertado en este caso sería que el patrimonio del incapacitado fuese a parar a tales establecimientos, con el fin de sufragar los gastos que su asistencia ocasione. Las Comunidades Autónomas, Provincias y Municipios han venido creando entidades públicas con esta finalidad. Así, por ejemplo, el Instituto Almeriense de Tutela, creado por la Diputación Provincial de Almería el 25 de mayo de 1990, la Agencia Madrileña para la tutela de adultos creada por la ley 4/ 1995 de 21 de marzo, que en su artículo 4 señala como uno de los fines de dicha Agencia el ejercicio inexcusable de la tutela y curatela de las personas mayores de edad incapacitadas legalmente residentes en la Comunidad de Madrid, en los términos fijados por el Código Civil, cuando así lo determine la autoridad judicial competente, la Comisión valenciana de Tutelas y Defensa judicial de incapacitados creada por la Generalitat Valenciana en virtud de Decreto 142/ 1992 de 23 de marzo, la Comisión Tutelar de Adultos de Extremadura creada por decreto 52/ 1996, de 9 de abril ; a ellos deben añadirse la entrada en funcionamiento en el año 2000 de la Fundación Cordobesa de Tutela, cuyos fines son la protección y defensa de las personas adultas presumiblemente incapaces o incapacitados total o parcialmente por resolución judicial, y a tenor de la Fiscalía de Teruel , la Fundación Tutelar Aragonesa de Adultos creada por decreto 4/ 2001, de 2 de febrero, cuyos fines básicos son el ejercicio de la tutela y curatela de las mayores de edad incapacitados judicialmente residentes en la Comunidad Autónoma Aragonesa y la defensa judicial de los sometidos a un proceso de incapacitación. Canarias si bien tiene una Comisión Tutelar del Mayor Incapacitado, el ámbito subjetivo de aplicación de la ley autonómica 3/ 1996 que la crea, está limitado a los ciudadanos que tengan la condición política de canarios y sean mayores de sesenta años, o no cumpliendo dicha edad reúnan las condiciones que en dicha ley se establece. Y para Cataluña, establece que “ el gobierno de la Generalidad ha de crear un órgano de asesoramiento y supervisión de las personas jurídicas sin ánimo de lucro que tenga atribuida la tutela de menores e incapacitados y por su parte el Decreto 188/ 1994 de 28 de junio de creación de la Comisión de Asesoramiento y Supervisión de las personas jurídicas sin ánimo de lucro que tenga atribuida la tutela de menores e incapacitados donde se recogen algunas de las funciones de está Comisión como la de supervisar el ejercicio de las funciones de tutelas encomendadas por ley, emitir informes y propuestas al órgano judicial competente sobre el nombramiento, remoción o excusa como tutores de las personas jurídicas sin ánimo de lucro, informar al órgano judicial de las circunstancias en las que se desarrolla la tutela. 24 El artículo 185 del Código de Familia de Cataluña, que es más explícito al respecto que el CC44, entiende que “la ejecución material corresponde al órgano que tenga su representación, o si éste es colegiado, a quien ostente su presidencia, salvo que se haya designado especialmente a alguno de sus miembros. Dicha designación ha de formalizarse en escritura pública que debe de inscribirse en el registro civil donde este inscrita la tutela”. a.- La tutela administrativa de las entidades públicas. Un supuesto particular de la tutela ejercida por persona jurídica es la que se ha venido denominando tutela automática o tutela administrativa. La Ley Orgánica 1/96, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor reformó el art 172 Cc45 estableciendo la tutela administrativa de los menores en situación de desamparo, a cargo de la entidad pública a la que en el respectivo territorio, esté encomendada la protección de los menores. El mismo precepto define la situación de desamparo, diciendo que es la que se produce de hecho a causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de los menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material. La entidad que corresponda deberá adoptar las medidas de protección necesarias para su guarda, poniéndolo en conocimiento del Ministerio Fiscal, y notificando en forma legal46 a los padres, tutores o guardadores, en un plazo de 48 horas. La tutela administrativa se realizará mediante el acogimiento familiar o el residencial47. Esta figura , de indudable utilidad para garantizar la protección de menores, ha sido objeto también de algunas críticas: por un lado, el que la calificación de una situación como de desamparo la lleve a cabo directamente la entidad pública correspondiente, sin que intervenga el 44 La Memoria de la Fiscalía General del Estado del año 1996 ( págs 190 y 191) pone de manifiesto que sería conveniente que la ley desarrollara el ejercicio de las funciones tutelares por las personas jurídicas, especialmente en lo relativo a la gestión de las obligaciones derivadas del artículo 296 del CC, como procurar alimentos, educar, promover la recuperación de la capacidad y su mejor inserción social, ámbito este en el que esta llamado a jugar un importante papel el voluntariado. 45 También en el art 172,2 Cc se contempla otra posibilidad distinta de mera guarda por parte de la entidad pública: “Cuando los padres o tutores, por circunstancias graves no puedan cuidar al menor, podrán solicitar de la entidad pública competente que ésta asuma su guarda durante el tiempo necesario. 46 Si fuera posible, en el momento de la notificación se les informará personalmente, de forma clara y sencilla de las causas que dieron lugar a la intervención de la Administración y de los posibles efectos de la decisión adoptada. 47 Al igual que la guarda de la Administración.. 25 Juez. El único control judicial al respecto es su intervención en un recurso ante la jurisdicción civil previsto en el propio art 172 Cc . Por otro lado, también se ha criticado el que la intervención administrativa se hubiera limitado a los menores, sin ocuparse de los incapacitados que se encontraran en una situación similar. Hoy la LPPD, en su art 9,3 extiende esa tutela administrativa a los incapaces añadiendo un párrafo al art 239 Cc diciendo que:” La entidad pública a la que, en el respectivo territorio, esté encomendada la tutela de los incapaces cuando ninguna de las personas recogidas en el art.234 sea nombrado tutor, asumirá por ministerio de la ley la tutela del incapaz o cuando este se encuentre en situación de desamparo. Se considera como situación de desamparo la que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes que le incumben de conformidad a las leyes, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material”. Como se puede apreciar el nuevo párrafo del 239 Cc es sucinto y deja varias cuestiones en el aire, cuestiones que podrían resolverse por analogía con la tutela administrativa de los menores regulada en el art 172 Cc48. 6.2.3.- CONTENIDO DE LA TUTELA 6.2.3.1.- ESFERA PERSONAL: REPRESENTACIÓN LEGAL De conformidad con los arts. 267 CC y 209 CFC, el tutor es el representante legal del menor o incapacitado, salvo para aquellos actos que pueda realizar por sí solo49, ya sea por disposición expresa de la ley o de la sentencia de incapacitación. 48 Para un examen más completo de esta tutela ver dentro del capítulo V el apartado correspondiente. 49 Se excluyen de la representación por el tutor los siguientes actos: a) modo. Los relativos a los derechos de la personalidad salvo que las leyes que los regulen lo dispongan de otro b) misma. Los que, de conformidad con las leyes y las condiciones de la persona tutelada, puede realizar por sí c) Aquéllos en los que hay un conflicto de intereses con el tutelado o tutelada. d) Los relativos a los bienes excluidos de la administración de la tutela o, en su caso, de la administración patrimonial, en particular, los que sean objeto de la administración especial definida en el artículo 169 CFC. 26 En el marco personal, el tutor está obligado a velar por el tutelado y, en particular: 1º. a procurarle alimentos, 2º. a educar al menor y procurarle una formación integral, 3º. a promover la adquisición o recuperación de la capacidad del tutelado y su mejor inserción en la sociedad, 4º. a informar al juez anualmente sobre la situación del incapacitado. El CFC refiriéndose expresamente a la tutela del incapacitado establece que el tutor o tutora debe cuidar a la persona incapacitada y en especial debe asegurar su bienestar moral y material y debe realizar todo lo necesario para conseguir el mayor grado posible de recuperación de su capacidad, así como para lograr, en la medida de lo posible algo tan fundamental como es su inserción en la sociedad (art 219). 6.2.3.2.- ESFERA PATRIMONIAL: ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES DEL TUTELADO Según los artículos 270 del CC y 210 CFC el tutor único y, en su caso, el de los bienes es el administrador legal del patrimonio de los tutelados y está obligado a ejercer dicha administración con la diligencia de un buen padre de familia. En algunos ámbitos que tienen especial trascendencia con respecto al patrimonio del tutelado, el tutor debe recabar previa autorización judicial50 para realizar determinados e) Los relativos a los bienes que el menor que tenga dieciséis o más años haya adquirido con su trabajo o industria. Para los actos que excedan de la administración ordinaria, el menor necesita la asistencia del tutor o tutora. 50 En ocasiones, más que autorización judicial, debería tratarse de una mera notificación, para f) contribuir a una mayor eficiencia en la gestión del patrimonio del tutelado. Actualmente se ha puesto de manifiesto por la Fiscalía General del Estado ( en su Memoria del año 1996, págs191 a 193) la conveniencia de reducir los actos necesitados de dicha autorización judicial previa a aquellos más relevantes y tratándose de actos que afectan al patrimonio del tutelado, podría sustituirse por la mera comunicación al juzgado cuando su trascendencia económica fuese poco relevante, dado que así ocurre frecuentemente en caso de operaciones respecto de inmuebles sobre los cuales el tutelado ostenta únicamente una pequeña participación cuyo valor económico es poco significativo y una vez recibida comunicación, el juzgado tiene posibilidad de intervenir si estima que la operación no es conveniente y, en todo caso, cuenta Los relativos a los bienes excluidos de la administración de la tutela o, en su caso, de la administración patrimonial, en particular, los que sean objeto de la administración especial definida en el artículo 169 CFC. Los relativos a los bienes que el menor que tenga dieciséis o más años haya adquirido con su trabajo o industria. Para los actos que excedan de la administración ordinaria, el menor necesita la asistencia del tutor o tutora. 50 En ocasiones, más que autorización judicial, debería tratarse de una mera notificación, para contribuir a una mayor eficiencia en la gestión del patrimonio del tutelado. Actualmente se ha puesto de manifiesto por la Fiscalía General del Estado ( en su Memoria del año 1996, págs191 a 193) la conveniencia de reducir los actos necesitados de dicha autorización judicial previa a aquellos más relevantes y tratándose de actos que afectan al patrimonio del tutelado, podría sustituirse por la mera comunicación al juzgado cuando su trascendencia económica fuese poco relevante, dado que así ocurre frecuentemente en caso de operaciones respecto de inmuebles sobre los cuales el tutelado ostenta únicamente una pequeña participación cuyo valor económico es poco significativo y una vez recibida comunicación, el juzgado tiene posibilidad de intervenir si estima que la operación no es conveniente y, en todo caso, cuenta con información sobre la misma a efectos de las oportunas rendiciones de cuenta. 27 actos, específicamente para los señalados en el artículo 271 del CC y aquellos que pudiera determinar la sentencia de incapacitación51. Dichos actos son los siguientes: 1. Enajenar o gravar bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o industriales, objetos preciosos y valores mobiliarios de los menores o incapacitados, o celebrar contratos o realizar actos dispositivos que sean susceptibles de inscripción. Se exceptúa la venta del derecho de suscripción preferente. El CFC opta por una fórmula mucho más amplia, así su artículo 212 párrafo primero exige autorización judicial al tutor o al administrador judicial para “enajenar bienes inmuebles, gravarlos o subrogarse en un gravamen preexistente sobre bienes inmuebles que no suponga la adquisición simultánea del inmueble gravado por un precio en cuya fijación se tenga en cuenta la existencia del gravamen, enajenar o gravar embarcaciones y aeronaves inscribibles, establecimientos mercantiles o industriales o elementos de los mismos que sean esenciales, derechos de propiedad intelectual e industrial y objetos de arte o preciosos, así como enajenar o renunciar a derechos reales sobre dichos bienes, con excepción de las redenciones de censos. Para enajenar o gravar acciones o participaciones sociales. No es necesaria la autorización, sin embargo para enajenar, al menos por el precio de cotización, las acciones cotizadas en bolsa ni para enajenar los derechos de suscripción preferente”. 2 Renunciar derechos, así como transigir o someter a arbitraje cuestiones en que el tutelado estuviese interesado. De lo que se deduce que se exige autorización judicial para: renunciar derechos o transigir, cualquiera que sea el derecho, objeto o valor fectado por la transacción (la regla clásica transigire est alienare, ha sufrido alguna modificación por lo que se refiere a la tutela, ya que ahora el tutor podrá enajenar algunos bienes del tutelado sin autorización judicial y, en cambio, necesita en todo caso de esa autorización para transigir sobre ellos) y para someter a arbitraje cuestiones litigiosas en las que el incapacitado pudiera tener interés52. 3 Aceptar sin beneficio de inventario cualquier herencia, o para repudiar ésta o sus liberalidades53. Se incluyen dentro 51 A propósito de dicho artículo, la sentencia de la Audiencia Provincial de Cantabria de 17 de septiembre de 2002 (AC 2003, 1554) señala que los principios inspiradores de la reforma del Código Civil que introdujo el citado artículo “ incluyen un acentuado protagonismo de la autoridad judicial y del ministerio fiscal en el control de las instituciones tutelares, y la necesidad de responder al interés del tutelado como principio que ha de presidir la función tutelar, según el artículo 216 del Código Civil”. 52 Por su parte el CFC en el artículo 212, párrafo 2, nº j) especifica a qué bienes se refiere la transacción: los bienes o actos indicados en esta apartado primero. Lo mismo sucede con las cuestiones sometidas a arbitraje. 53 Por su parte el artículo 996 del CC establece que “si la sentencia de incapacitación por enfermedades o deficiencias físicas o psíquicas no dispusiere otra cosa, el sometido a curatela podrá, asistido del curador, aceptar la herencia pura o simplemente o a beneficio de inventario”, de lo que se deduce que el incapacitado parcial sometido a curatela necesitará un complemento de capacidad tanto para la aceptación pura y simple de la herencia, como para la aceptación a beneficio de inventario. En cuanto a las liberalidades, en principio no es necesaria la asistencia del curador para su aceptación por el incapacitado, aunque cabe distinguir: a) los legados, la razón de la innecesariedad sería la misma que para la aceptación a beneficio de inventario, la no existencia de responsabilidad ultra vires, pues según el artículo 858.2 CC los legatarios no están obligados a responder del 28 de este apartado todos los actos de liberalidad y no sólo la donación y se incluyen entre ellos: la condonación y la cesión gratuita de un crédito. Sin embargo cabe excluir los contratos gratuitos en sentido amplio, como el comodato, depósito, fianza no retribuida y mandato. 2. Hacer gastos extraordinarios en los bienes. Dentro del concepto de bienes se incluirán tanto los inmuebles como cualquier otro de extraordinario valor. En cuanto al alcance de la expresión gasto extraordinario, deberá partirse de un criterio objetivo, es decir, como aquel gasto que procede del uso natural de las cosas y sean indispensables para su conservación y conjugarlo con las posibilidades económicas del incapacitado y el medio social en el éste se desenvuelve. El CFC no incluye ningún apartado en este sentido. 3. Entablar demanda en nombre de los sujetos a tutela, salvo en los asuntos urgentes o de escasa cuantía. La actual Ley 1/ 2000 de Enjuiciamiento Civil, en su artículo 7 tiene un ámbito de aplicación más amplio ya que, en su primer párrafo dispone que “sólo podrán comparecer en juicio los que estén en el pleno ejercicio de sus derechos civiles” y en su apartado segundo añade que “ las personas físicas que no se hallen en el caso del párrafo anterior, habrán de comparecer mediante la representación o con la asistencia, la autorización, la habilitación o el defensor exigidos por la ley”. 4. Ceder bienes en arrendamiento por tiempo superior a seis años. Por su parte el CFC en su artículo 212 exige autorización judicial para otorgar arrendamientos sobre bienes inmuebles por un término superior a quince años. 5. Dar y tomar dinero a préstamo. En cuanto al alcance del término préstamo, se ha entendido que engloba todos aquellos negocios jurídicos distintos del préstamo dinerario cuya finalidad económica coincida con la de éste como la apertura de cuenta corriente de crédito, y, además, se extiende también a toda modificación o alteración de circunstancias del préstamo ya concertado. En materia de tutela, no deja de sorprender la omisión explícita del aval o fianza en la enumeración del artículo 271 CC. En cambio, el CFC en el artículo 212, apartado h, sí incluye “el avalar o prestar fianza, o constituir derechos de garantía de obligaciones ajenas por un plazo superior a diez años” entre los actos que deben ser autorizados. gravamen sino hasta donde alcance el valor de lo legado, sin embargo algunos autores estiman necesaria la autorización judicial cuando los legados impongan al interesado cargas, condiciones o modos, criterio que por otra parte, parece seguir el CFC en el citado artículo 212, párrafo primero apartado d) que habla de “aceptar herencias sin beneficio de inventario y renunciar a donaciones, herencias o legados, aceptar legados y donaciones modales u onerosas. La denegación de la autorización judicial para dichas renuncias supone la aceptación de la transmisión. Si se trata de una herencia, se entiende aceptada a beneficio de inventario”. Y en su apartado c) incluye la renuncia de créditos y en el h) el avalar o prestar fianza, o constituir derechos de garantía de obligaciones ajenas por un plazo superior a diez años. 29 6. Disponer a título gratuito de bienes o derechos del tutelado. La justificación de dicha autorización es clara, pues la donación implica un acto de disposición sin causa onerosa, una enajenación gratuita en que no recibe nada a cambio, y, que, por tanto, implica un empobrecimiento para el patrimonio del donante y un perjuicio económico para su patrimonio. Llama la atención que no exista ninguna previsión al respecto en el art. 212 CFC, si bien se entiende que para llevar a cabo dicho acto también precisa el tutor la pertinente autorización. 7. Ceder a terceras personas créditos que el tutelado tenga contra él, o adquirir a título oneroso los créditos de terceros contra el tutelado. Este supuesto se justifica no por la posible incompatibilidad de intereses, sino por el posible fraude de ley en perjuicio del tutelado. Por su parte el CFC en el apartado g) establece se exige autorización previa para ceder a terceras personas los créditos que el tutelado tenga contra ellas o adquirir a título oneroso los créditos de terceras personas contra éste. 8. Sin embargo no precisa autorización judicial el tutor para realizar la partición de la herencia, ni la división de la cosa común, pero una vez practicadas se requiere aprobación judicial (art 272 del CC). El artículo 212 del CFC incluye actos que no aparecen mencionados en el CC (art 271) tales como constituir la condición de socio en sociedades que no limiten la responsabilidad de sus socios, así como disolver, fusionar o escindir dichas sociedades, establecer alguna obligación personal o laboral de la persona tutelada. Si el tutor realiza alguno de los mencionados actos sin la preceptiva autorización judicial, dichos actos serán rescindibles, por aplicación del 1291.1º CC. En lo relativo a sus obligaciones, el tutor debe prestar fianza si el juez así lo exige ( arts 260 y siguientes CC y 189 CFC), y rendirle cuenta anual de su administración (art 267 del CC) y debe de formalizar inventario( arts 262 y siguientes CC y 190 y siguientes CFC). En cuanto al primero de estos deberes, su finalidad será, tratándose de tutores, la de asegurar el cumplimiento de sus obligaciones, de acuerdo con lo dispuesto en el art 260 del CC y en cierta medida puede considerarse inherente a la concesión de la administración y conservación de un patrimonio ajeno. 6.2.3.3.- LA AMPLITUD DEL ÁMBITO DE LA TUTELA QUE PERMITE AL JUEZ CREAR UNA QUE INCLUYENDO FUNCIONES DE CURADOR SE ADECÚE MEJOR AL CASO CONCRETO. 30 Partiendo de la presunción de capacidad de las personas mayores de edad, y del principio de adecuación de la institución de guarda a las necesidades concretas del incapacitado, y tendiendo como objetivo prioritario a la integración social de los discapacitados, nos planteamos una mejor utilización de las posibilidades que en este sentido nos ofrece la figura de la tutela. Es verdad que generalmente el tutor obra por el tutelado, y por ello se considera que el incapacitado sometido a tutela precisa de la representación del tutor prácticamente para todo (dejando a salvo las excepciones legales). Sin embargo, no siempre será así. En algunos casos las personas incapacitadas pueden necesitar de representante para ciertos actos de especial trascendencia y, en cambio, para otros bastará con establecer la intervención de curador, e incluso puede haber otros actos que puedan llevar a cabo por sí mismos. Si se constituye una tutela flexible, en la sentencia se establecerá que se somete al incapacitado a tutela, pero que el tutor obrará por él en determinados actos, mientras que en otros puede actuar el propio tutelado con el asentimiento del tutor (lo que supone encomendarle funciones de curador). La actual regulación de la tutela nos ofrece la cobertura suficiente. De una parte por la amplitud de facultades que concede al juez el art. 233 Cc54. De otra, porque si la tutela permite al tutor actuar por el tutelado, con mayor motivo le puede permitir actuar con él. Y por último, porque este tipo de tutela actúa en beneficio del incapacitado. 7.- LA CURATELA 7.1.- El CURADOR Aunque nada se diga en la escasa regulación de la curatela en el Cc no hay problema en que la misma sea desempeñada tanto por persona física como jurídica. No hay razón que lo impida. De hecho el art 239.2 CFC contempla tal posibilidad. Tratándose de persona física se puede plantear si cabe una curatela con dos curadores como ocurre con la tutela (art 236 Cc), entendemos que la respuesta habrá de ser afirmativa en particular en el caso de que la curatela se confíe a los dos progenitores del incapaz, ya que habrá 54 El juez podrá establecer en la resolución por la que se constituya la tutela u otra posterior,“las medidas de vigilancia y control que estime oportunas en beneficio del tutelado...” 31 de ejercitarse por ambos conjuntamente de modo análogo al de la patria potestad (como la tutela dual del art 236,2 Cc). 7.2.- FINALIDAD DE LA INSTITUCIÓN Y ÁMBITO DE ACTUACIÓN DEL CURADOR Es una institución complementaria de la tutela. No tiene por finalidad la guarda de la persona ni siquiera de los bienes, sino tan sólo la función de complemento de la capacidad de obrar de los emancipados y de los que hubieren obtenido el beneficio de la mayoría de edad, así como de los incapacitados sometidos a éste régimen de guarda. Aunque se instituya curador para estas diferentes modalidades (para la protección de emancipados, pródigo e incapacitado), no pueden recibir jurídicamente un mismo tratamiento, pues obedecen a razones muy diferentes, teniendo en cuenta que la curatela del incapacitado a veces exige mayor intensidad que las restantes, requiriendo una mayor intervención del curador en los asuntos del incapacitado55, para proteger al sujeto que tiene limitada su capacidad por padecer una enfermedad o deficiencia de tal alcance que le impide dirigir adecuadamente sus asuntos. Según el artículo 286 CC y el 237, apartado c) del CFC, procede constituir esta institución de guarda en los supuestos de incapacitación, cuando el sujeto afectado requiera únicamente la asistencia de terceros para determinados actos, pudiendo actuar por sí solo en las restantes actividades. La curatela, en principio, parece pues el medio idóneo de guarda de aquellas personas afectadas por un retraso mental leve, independientemente del origen de éste56. Sin embargo, tiene el inconveniente de ser una institución menos flexible que la tutela. La curatela, en puridad, no permite otra cosa que complementar la capacidad del curatelado en las actuaciones concretas señaladas en la sentencia, o en defecto de que la sentencia las especifique, en los actos para los que el tutor necesita autorización judicial. No puede servir para ejercer una vigilancia y cuidado general sobre el curatelado y, además 55 En la curatela de los emancipados o habilitados de edad los actos que requieren la intervención del curador como complemento de su restricción en la capacidad de obrar están preestablecidos legalmente, mientras que la necesidad de curador para los incapaces es decisión discrecional del juez que, en atención a las circunstancias del caso, decidirá si se la somete a guarda y protección de la tutela o simplemente le nombra un curador con especificación de los actos en los que es precisa su intervención. 56 STS 16/9/1999 (RJ 6938/1999), STS 31/12/1991 (RJ 9483/1991): «Doña Ana María P. E. padece retraso mental discreto (debilidad mental), o, en su caso, leve y permanente que si bien no la impide gobernarse por sí misma y administrar sus bienes, sí son acreditativos de que le afectan disfunciones y estados de anormalidad atenuados, ya que la coincidencia de diversas pruebas es unánime en acreditar la afección de trastorno mental medio, que sufre la recurrente, con incidencia suficiente para que sus comportamientos no encajen en las pautas de normalidad corriente, tanto en su escasa vida laboral, como en la social de la relación, en la familiar y en las más sensible de cuidado y atención de sus dos hijas». 32 complementar su capacidad en dichos actos concretos, cosa que, en cambio, si permite perfectamente la naturaleza de la tutela. La curatela es una institución estable por cuanto, una vez constituida, se mantiene en vigor hasta que se produzca alguna de las causas de extinción, pero al propio tiempo es de actuación intermitente57, ya que el curador sólo intervendrá en una serie de actos. En definitiva, la curatela se constituye para integrar la capacidad de quienes pueden actuar por sí mismos, pero no por sí solos58. A diferencia del tutor, que representa al tutelado, la función del curador se limita a asistir al incapacitado; lo cual se corresponderá generalmente con los actos de administración extraordinaria59. Cuando la sentencia no se manifieste sobre este extremo, en virtud del art. 290 CC, la asistencia del curador se referirá a los actos enumerados en el artículo 271 CC, para los que el tutor requiere autorización judicial60. Precisamente en este punto se concretan las mayores diferencias entre tutela y curatela. El tutor asume la representación legal del incapacitado y la administración de su patrimonio, pudiendo desdoblarse sus obligaciones tanto en un contenido patrimonial como personal. La curatela no comporta la representación legal del incapacitado, sino que se trata de un régimen de complemento, no de sustitución en la capacidad de obrar de aquél. Es de contenido desigual como la tutela, pues vendrá determinado también por la sentencia, pero excluye por definición las funciones representativas del incapacitado y la gestión de su patrimonio. El curador complementa la capacidad de obrar del incapacitado en aquellos actos que, por su mayor trascendencia requieren la intervención61 de un tercero, con el fin de 57 Se habla de intermitencia con respecto a los actos en los que interviene el curador, no se refiere a que se trate de actuación intermitente en el tiempo. 58 No se la priva de actuar por si mismo, pero en el ámbito de la curatela no puede hacerlo por sí solo. 59 Las sentencias tanto del Tribunal Supremo como de las distintas Audiencias, muestran como generalmente se reserva la intervención del curador para los actos de administración extraordinaria (STS 10/2/1986, 31/12/1991, STS 23/12/1997 (RJ1997/8902), 16/9/1999, 16/3/2001. SAP Cádiz 30/7/1999 (AC 7225/1999), SAP Cuenca 21/3/2000 (AC 1152/2000)), lo que, por otra parte, es lógico por cuanto el sometimiento a la curatela presupone cierto grado de discernimiento del incapaz para la realización de actos de menor trascendencia, generalmente relacionados con los de escaso valor económico. 60 Se ha criticado la remisión al artículo 290 CC para la determinación subsidiaria de los actos en los que se requiere la intervención del curador, lo que supondría que el curatelado tiene capacidad para todos los actos en los que interviene libremente el tutor, reduciéndose considerablemente el ámbito de la curatela. 61 El legislador utiliza diversos vocablos para referirse a la actuación del curador, tales como intervención (artículos 288 y siguientes del CC en referencia a menores y pródigos), 61 Se habla de intermitencia con respecto a los actos en los que interviene el curador, no se refiere a que se trate de actuación intermitente en el tiempo. 61 No se la priva de actuar por si mismo, pero en el ámbito de la curatela no puede hacerlo por sí solo. 61 Las sentencias tanto del Tribunal Supremo como de las distintas Audiencias, muestran como generalmente se reserva la intervención del curador para los actos de administración extraordinaria (STS 10/2/1986, 31/12/1991, STS 23/12/1997 (RJ1997/8902), 16/9/1999, 16/3/2001. SAP Cádiz 30/7/1999 (AC 7225/1999), SAP 33 «reforzar, controlar y encauzar la incompleta capacidad del sometido a curatela» (STS 31/12/1991)62. Por lo que puede concluirse que la función del curador, además de aparecer como un complemento a la capacidad limitada del curatelado, se convierte en un medio de protección de sus intereses. Una curatela con funciones representativas no sería factible ya que supondría desnaturalizar la figura63 A pesar de que algunos autores han defendido la intervención del curador limitada a actos de contenido patrimonial, con la jurisprudencia más reciente64, creemos posible Cuenca 21/3/2000 (AC 1152/2000)), lo que, por otra parte, es lógico por cuanto el sometimiento a la curatela presupone cierto grado de discernimiento del incapaz para la realización de actos de menor trascendencia, generalmente relacionados con los de escaso valor económico. 61 Se ha criticado la remisión al artículo 290 CC para la determinación subsidiaria de los actos en los que se requiere la intervención del curador, lo que supondría que el curatelado tiene capacidad para todos los actos en los que interviene libremente el tutor, reduciéndose considerablemente el ámbito de la curatela. 61 El legislador utiliza diversos vocablos para referirse a la actuación del curador, tales como intervención (artículos 288 y siguientes del CC en referencia a menores y pródigos), asistencia (artículo 289 del CC, art. 282.2º CFC y artículos 759.2 y 760.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 7 de enero de 2000 en referencia al incapacitado) o consentimiento (artículo 298 del CC, en referencia al pródigo). La variedad terminológica responde más bien al deseo del legislador de evitar repeticiones sin que se deba entender que conlleva un diverso tratamiento de los supuestos contemplados. 62 (RJ 9483/1991) En cambio, como hemos visto sería factible instaurar una tutela que en determinados tipos de actos funcionara como curatela. 64 En este sentido, la importante sentencia del Tribunal Supremo de 31/12/1991 en su Fundamento de Derecho Segundo, pone de manifiesto que los actos para los que se precisa la asistencia del curador no tienen que ser precisamente de naturaleza exclusivamente patrimonial. Más recientemente, la sentencia de 16 de marzo de 2001(RJ 6635/2001) sin pronunciarse expresamente al respecto, limita la capacidad de la demanda al estricto ámbito procesal, prevé la asistencia del curador con relación a todo el área de su capacidad procesal para actuar en cualquier tipo de procedimiento. 63 Esta sentencia ha sido seguida por distintos fallos de Audiencia que reproducen su contenido. La sentencia de la Audiencia Provincial de Valladolid de 18/1/1994 (AC 40/1994) estima que se debe facultar a que el incapacitado esté tuitivamente ayudado en la forma más conveniente y útil para que como persona pueda desenvolverse en sociedad y desarrollar su propia personalidad y que la función del curador no es otra que cooperar a que esa voluntad libremente formada se lleve a efecto, prestar su apoyo e intervención en el ámbito estricto del cuidado personal y de efectiva realización de las decisiones de carácter jurídico o patrimonial que la incapacitada no puede acometer por sí sola. La sentencia de la Audiencia Provincial de Guadalajara de 25 de septiembre de 1997 (AC 1873/1997) estima una declaración de incapacidad parcial de curatela a efectos de que el curador se responsabilice de que el incapaz siga el tratamiento médico adecuado, revocando el fallo de Primera Instancia en lo relativo a la intervención del curador en los actos de naturaleza patrimonial. En el mismo sentido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Sentencia de 30 de enero de 2001 (TEDH /78) ha destacado el carácter extrapatrimonial de la institución de la curatela. Así, en un supuesto de acusación penal a persona mayor de edad sujeta a curatela constituida con arreglo al derecho francés, no duda en mantener la necesidad de asistencia por parte del curador, a efectos de defensa. De tal manera que, en la imposibilidad de defender sus intereses, el procedimiento incoado en su contra sin gozar de asistencia resultaría manifiestamente injusto: no sólo por el hecho de la desigualdad de armas por su situación de inferioridad, sino porque la disminución de sus facultades mentales le impidió conocer de manera efectiva la acusación formulada en su contra y comprender su naturaleza y alcance para defenderse eficazmente. El Tribunal concede una particular importancia a las circunstancias específicas del caso, entre otras, el demandante fue condenado a pena de prisión. El procedimiento tenía, pues, su importancia. Del mismo modo, recuerda que pueden exigirse garantías especiales procesales, para proteger a los que debido a sus trastornos mentales no son completamente capaces de obrar por cuenta propia. Cuenca 21/3/2000 (AC 1152/2000)), lo que, por otra parte, es lógico por cuanto el sometimiento a la curatela presupone cierto grado de discernimiento del incapaz para la realización de actos de menor trascendencia, generalmente relacionados con los de escaso valor económico. 34 defender que en determinados supuestos la curatela podrá tener un contenido personal, por cuanto el artículo 289 CC deja la puerta abierta para que el juez determine en cada caso concreto cuáles deben ser los actos para los que se requiera la asistencia del curador65. Limitar tajantemente el ámbito de la curatela a los actos de contenido patrimonial supondría disminuir apreciablemente la utilidad de la figura. Según el artículo 289 del Código Civil es la propia sentencia la que fija los actos para los que se precisa la asistencia del curador, por lo que constituye una decisión discrecional del juez el fijar el contenido de la curatela, en atención a las circunstancias de cada persona 64 Se ha criticado la remisión al artículo 290 CC para la determinación subsidiaria de los actos en los que se requiere la intervención del curador, lo que supondría que el curatelado tiene capacidad para todos los actos en los que interviene libremente el tutor, reduciéndose considerablemente el ámbito de la curatela. 64 El legislador utiliza diversos vocablos para referirse a la actuación del curador, tales como intervención (artículos 288 y siguientes del CC en referencia a menores y pródigos), asistencia (artículo 289 del CC, art. 282.2º CFC y artículos 759.2 y 760.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 7 de enero de 2000 en referencia al incapacitado) o consentimiento (artículo 298 del CC, en referencia al pródigo). La variedad terminológica responde más bien al deseo del legislador de evitar repeticiones sin que se deba entender que conlleva un diverso tratamiento de los supuestos contemplados. 64 (RJ 9483/1991) En cambio, como hemos visto sería factible instaurar una tutela que en determinados tipos de actos funcionara como curatela. 64 En este sentido, la importante sentencia del Tribunal Supremo de 31/12/1991 en su Fundamento de Derecho Segundo, pone de manifiesto que los actos para los que se precisa la asistencia del curador no tienen que ser precisamente de naturaleza exclusivamente patrimonial. Más recientemente, la sentencia de 16 de marzo de 2001(RJ 6635/2001) sin pronunciarse expresamente al respecto, limita la capacidad de la demanda al estricto ámbito procesal, prevé la asistencia del curador con relación a todo el área de su capacidad procesal para actuar en cualquier tipo de procedimiento. 64 Esta sentencia ha sido seguida por distintos fallos de Audiencia que reproducen su contenido. La sentencia de la Audiencia Provincial de Valladolid de 18/1/1994 (AC 40/1994) estima que se debe facultar a que el incapacitado esté tuitivamente ayudado en la forma más conveniente y útil para que como persona pueda desenvolverse en sociedad y desarrollar su propia personalidad y que la función del curador no es otra que cooperar a que esa voluntad libremente formada se lleve a efecto, prestar su apoyo e intervención en el ámbito estricto del cuidado personal y de efectiva realización de las decisiones de carácter jurídico o patrimonial que la incapacitada no puede acometer por sí sola. La sentencia de la Audiencia Provincial de Guadalajara de 25 de septiembre de 1997 (AC 1873/1997) estima una declaración de incapacidad parcial de curatela a efectos de que el curador se responsabilice de que el incapaz siga el tratamiento médico adecuado, revocando el fallo de Primera Instancia en lo relativo a la intervención del curador en los actos de naturaleza patrimonial. En el mismo sentido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Sentencia de 30 de enero de 2001 (TEDH /78) ha destacado el carácter extrapatrimonial de la institución de la curatela. Así, en un supuesto de acusación penal a persona mayor de edad sujeta a curatela constituida con arreglo al derecho francés, no duda en mantener la necesidad de asistencia por parte del curador, a efectos de defensa. De tal manera que, en la imposibilidad de defender sus intereses, el procedimiento incoado en su contra sin gozar de asistencia resultaría manifiestamente injusto: no sólo por el hecho de la desigualdad de armas por su situación de 65 La doctrina ha señalado que la curatela de los incapacitados ha de comportar alguna mayor intervención en el ámbito de su esfera personal. Algún autor ha optado por una interpretación flexible de la figura que por un lado respete los límites de la tutela de los incapaces, pero que tenga en cuenta la gran variedad de situaciones en que se encuentran los deficientes físicos y psíquicos, señalando que cabe hablar de una tutela mitigada en el seno de la curatela. En ella la facultad de gestionar o representar se entiende sólo referida a aquellos actos concretos que así hayan sido previstos en la sentencia de incapacitación (art. 289), siendo la función del curador de asistencia para los demás actos». 35 incapacitada. Como ya se ha apuntado, si la sentencia no ha especificado los actos en que deba ser necesaria la intervención del curador se entenderá que ésta se extiende a los mismos actos en los que el tutor necesita, según el CC, autorización judicial (artículos 271272 Código Civil), a los que se remite el artículo 290 del Código Civil66. Cierto que dicha situación difícilmente se dará en la práctica porque la fijación de los actos en los que es necesaria la intervención del curador es contenido propio de la sentencia, y, en caso de omisión, el Ministerio fiscal debe procurar, en el ejercicio de las actuaciones que le corresponden, que se subsane dicha omisión (sin perjuicio de que pueda subsanarla de oficio). Supuesto distinto es que la autoridad judicial, cumpliendo el mandato del artículo 760 de la LEC en relación con el artículo 290 del CC, pueda limitarse en su pronunciamiento a señalar que la asistencia necesaria se prestará en los actos enumerados en el artículo 271 del CC67. En todo caso, la autoridad judicial se convierte en el eje central del régimen de protección, puesto que se le conceden amplísimas facultades68. Constatada por la autoridad judicial la posible actuación por sí misma de la persona limitadamente capaz en determinados actos, habrán de fijarse concretamente aquellos actos para los que sea necesaria la asistencia del curador. De lo contrario se estaría dotando a esta modalidad de curatela de un inadmisible carácter uniforme, resueltamente contrario a la flexibilidad que inspira el artículo 289 del CC. Por ello, sería preferible que la sentencia de incapacitación determinase expresamente los actos para los que el incapacitado necesita un 66 Se ha tachado de redacción desafortunada la del artículo 290 CC, por cuanto puede suponer que para los mismos actos que el tutor requiere autorización judicial, y en su defecto el acto es nulo, si lo realiza el curatelado sin intervención del curador el acto será anulable. Además, permite interpretar que ha de ser capaz el curatelado para todo lo que puede hacer el tutor, quedando muy reducido el ámbito de la curatela. 67 Así la sentencia de la Audiencia Provincial de la Rioja de 14 de marzo de 1998 (AC 1998/ 4154) ante un supuesto de esquizofrenia paranoide crónica, estima que la intervención del curador se limita a los actos recogidos en el artículo 271 del CC y en el mismo sentido la sentencia de la Audiencia Provincial de Huelva de 14 de marzo de 1998(AC 1998/3844) , por su parte la sentencia de la Audiencia Provincial de Cantabria de 11 de enero de 1994 ( AC1994/ ) en su fundamento de derecho tercero establece que “ resuelta la necesidad de declaración del demandado en su vertiente de relativa, encuadrándola en el contenido del artículo 287 del CC, habrá que precisar por exigirlo así el artículo 210CC, la extensión y límites de la misma, siendo criterio de esta Sala, de conformidad con lo dispuesto en dicho artículo, en relación con lo prevenido en los artículos 289 y 290 CC, que los actos en que debe intervenir el curador serán aquellos especificados en los artículos 271 y 272 también del Código Civil, en los que se exige al tutor autorización judicial”. 68 Así se ha puesto de manifiesto recientemente por la sentencia del TS de 22 de noviembre de 2002 (AC 2003/10266 la cual declara que “en razón a la misma ontología del estado civil de las personas en punto a su posible restricción por vía de incapacidad y, sobre todo, por la propia sanción del artículo 210 (si bien hoy derogado por la nueva y vigente LEC, aunque con un texto idéntico en su artículo 757) se debe permitir al juzgador que, casos como el presente, en los que, si bien, se pide la incapacitación total de la persona afectada, y a lo largo de todo el proceso se prueba que la misma padece un nivel de deterioro psíquico- físico que no implica que esté falto para gobernar su persona sino, exclusivamente para ejercitar normalmente la gestión de su patrimonio, sea permisible que el tribunal que enjuicia esa situación personal del interesado, culmine su respuesta y, gradúe en cierto modo la petición inicial, concediendo un grado de incapacidad que cumpla con lo postulado en alguna medida y, en especial, que no olvide el principio de protección a la persona afectada pudiendo configurar la institución de guarda según el grado de imposibilidad para autogobernarse del necesitado de protección). 36 complemento de capacidad judicial excluyendo alguno de los supuestos contemplados en el artículo 271 del CC, y/o incluyendo otros no previstos en él: la sentencia puede ampliar o reducir la esfera de capacidad reconocida en la ley al incapacitado sometido a curatela. Igual ocurre en el Código de familia catalán (ley/ 9/ 1998, de 15 de julio). En el artículo 242 se parte de una fórmula flexible, al disponer que “la sentencia que declare la prodigalidad o la incapacidad relativa debe determinar el ámbito en el que la persona afectada puede administrar sus bienes y aquel de la curatela”. 7.3.- MOMENTO DE LA INTERVENCIÓN DEL CURADOR Y CONSECUENCIAS DE SU INACTIVIDAD a) Momento en que debe intervenir el curador En cuanto al momento en que el curador debe prestar su asentimiento para dar validez a los actos del incapaz, se ha descartado que pueda prestarse de forma genérica para todo tipo de actos, dado que entonces aquella quedaría desvirtuada. El curador tendrá que prestar su asentimiento de forma específica para cada uno de los actos que se proponga realizar el curatelado, valorando respecto de cada uno de ellos la conveniencia y oportunidad del mismo. Aunque en principio el momento teóricamente idóneo para la intervención del curador sería el de celebración del negocio, también debe admitirse la posibilidad de que el curador preste su asentimiento con carácter previo a su conclusión. Lo que no resulta incompatible con el carácter especial que hemos destacado del asentimiento, por cuanto se prestará para un acto concreto. Ahora bien, creemos necesario reconocer al curador la facultad de revocar el asentimiento previo en situaciones extremas, por ej. si las circunstancias bajo las que ha concedido su asentimiento se alteran notablemente y estima que la celebración del negocio ya no es favorable a los intereses del incapaz69. Así mismo, es posible condicionar dicho asentimiento a que concurran circunstancias específicamente determinadas. Cabe analizar también la posibilidad de confirmación posterior por parte del curador del acto realizado por el incapacitado sin la preceptiva asistencia de aquél, teniendo en cuenta que cuando el incapaz celebra alguno de los negocios para los que la sentencia de 69 La revocabilidad del asentimiento es se fundamenta en el propio artículo 216 CC y la función tuitiva del curador. 37 incapacitación exige la intervención del curador, y ésta no se produce, aquél será anulable (art. 293 del CC). b) Consecuencias de la falta de asistencia del curador cuando sea preceptiva El acto que el curatelado haya realizado sin la preceptiva asistencia del curador, cuando esta sea necesaria, es un acto anulable70, salvo que sea confirmado por el curador (tal como prevén los arts. 293 CC y 245 CFC). La anulabilidad del acto realizado por el curatelado, sólo podrá ser invocada por el curador o el propio incapacitado cuando recupere su plena capacidad. Esto puede plantear la cuestión de qué sucede cuando se trata de una persona que previsiblemente durante toda su vida va tener que estar sometida a curatela. Creemos que en este supuesto podría plantearse la anulabilidad por el MF71. La capacidad para impugnar el acto sin la preceptiva asistencia resulta, en este caso, del propio precepto legal (artículo 293CC), sin que sea preciso que conste en la sentencia que declare el sometimiento a curatela. En vía judicial el sometido a curatela está capacitado para intervenir en el proceso para impugnar el acto, si bien en este caso deberá actuar por medio de su curador, según establece el artículo 7 de la LEC, según el cual las personas físicas que no se hallen en el pleno ejercicio de sus derechos civiles habrán de comparecer en juicio mediante la representación o con la asistencia, la autorización, la habilitación o el defensor exigidos por la ley; en el supuesto que no hubiere persona que legalmente le represente o asista para comparecer en juicio, el Tribunal le nombrará, mediante providencia un defensor judicial, que asumirá su representación y defensa hasta que se designe aquella persona; mientras se procede a dicho nombramiento, el Ministerio Fiscal asumirá la representación y defensa del incapaz. En cuanto a la legitimación del curador para impugnar el negocio anulable, no ofrece dudas pues se recoge de manera explícita en el artículo 293 del CC, mientras la posibilidad de confirmación del acto, o asentimiento posterior, no se reconoce de una manera unánime. Ahora bien, si el acto realizado por el incapacitado sin la asistencia del curador por desconocimiento de este, resultase perjudicial para el propio incapaz, cabe plantearse si el 70 La anulabilidad es una clase de invalidez dirigida a la protección de un determinado sujeto, de tal manera que él únicamente puede alegarla, y, asimismo puede optar por convalidar el contrato anulable mediante su confirmación. Todo negocio anulable es susceptible de ser confirmado por la persona legitimada para hacer valer la acción de anulabilidad del contrato, según se deduce de los artículos 1311 y 1312 del CC : el curador durante cuatro años a contar desde que tuvo conocimiento del negocio concluido y el curatelado durante cuatro años a contar desde que saliera de la curatela. 71 De otro modo la persona que no puede salir nunca de la curatela tendría una defensa más débil de sus intereses que otros sujetos sometidos a la misma figura de guarda, cuando su necesidad de protección es mayor. 38 curador está obligado al ejercicio de la acción de impugnación o de no hacerlo el juez podría proceder a su remoción. Aunque el Código Civil no contiene un precepto similar al artículo 242.3 del CF de Cataluña que contempla la posibilidad en el supuesto de negativa del curador a prestar la asistencia requerida, de acudir a la autoridad judicial solicitando autorización para la realización del acto, o bien alternativamente solicitar el nombramiento de un defensor judicial, creemos que podría actuarse igual. La base para llevarlo a efecto sería el interés del sometido a curatela y la salvaguarda de la autoridad judicial que se extiende a todas las instituciones tutelares (art 216 Cc). Si resulta probada la negativa injustificada del curador a prestar la asistencia necesaria para la eficacia de determinado acto del incapacitado, cabe que pueda solicitar del juez la remoción del curador y el nombramiento de un defensor judicial hasta que se designe a otra persona para el ejercicio del cargo (art 299.2 CC). En el supuesto que el curador preste su asentimiento a un acto perjudicial para el incapacitado, no esta ejerciendo correctamente la función tuitiva que le confiere el art. 216 CC, de tal modo que no persigue el exclusivo beneficio de la persona sometida a curatela, ya sea deliberadamente, ya sea a consecuencia de una actitud poco meditada o reflexiva. Por tanto, al conducirse mal en el desempeño del cargo, es posible acudir a la autoridad judicial a fin de obtener su remoción, además de solicitar la indemnización por los perjuicios ocasionados. El curador será responsable como consecuencia de su propia actuación positiva o negativa, cuando : a) preste su asentimiento a un acto perjudicial para el incapacitado, b) no ejercite la acción de impugnación del acto perjudicial al incapacitado realizado sin su asistencia, c) deniegue injustificadamente su intervención en la realización de un acto beneficioso para el incapaz. 8.- LA GUARDA DE HECHO 8.1.- CONCEPTO Por guarda de hecho se entiende el caso en el que un menor en situación de desamparo o abandono por la razón que sea, o un mayor que por sus condiciones debería estar 39 incapacitado72 se encuentran bajo la protección de una persona física o jurídica que actúa como si se tratara de un guardador legal73, sin que tenga la condición de tal, y sin que actúe por encargo del guardador. Se puede definir como guardador de hecho “quien careciendo de potestad legal sobre un menor o una persona incapacitada o susceptible de serlo, ejerciera respecto de ellos alguna de las funciones propias de las instituciones tutelares o se hubiera encargado de su custodia y protección o de la administración de su patrimonio y gestión de sus intereses”. Cuando se habla de guarda de hecho deben distinguirse dos posibles fases por las que esta puede atravesar: en primer lugar, la guarda de hecho sin más, verdadera situación de hecho, que, por serlo no puede tener una regulación que indique como ha de desarrollarse, sino que únicamente produce ciertas consecuencias jurídicas, primordialmente en favor del guardado74; en segundo lugar, la “guarda de hecho” cuando se comunica a la autoridad judicial pues a partir de ese momento ya la situación no sólo es de hecho, sino que adquiere otras características que la acercan a las de los cargos tutelares, en los que es esencial el control judicial. Lo que nos planteará algunas dudas sobre si le son o no aplicables algunos preceptos sobre cargos tutelares. En muchos casos, como primera medida, mientras se incoa el procedimiento de incapacitación75 habrá de nombrarse un defensor judicial al presunto incapacitado, pudiendo recaer tal condición en el propio guardador de hecho. No obstante, la guarda de hecho en si misma no puede calificarse de cargo tutelar pues como su nombre indica se trata de una situación de “facto”. 8.2.- FINALIDAD DE ESTA FIGURA 72 Aún cuando no se diga expresamente en el Cc y el CFC literalmente parezca excluirlo hay que señalar que también será guarda de hecho aquella que se desarrolle por quien carece de cualquier mandato legal para ello, aún cuando el sujeto esté incapacitado, siempre y cuando su tutor no se ocupe de él directa ni indirectamente. Pues ahí aunque se esté incapacitado y haya un guardador legal, lo cierto es que no se ejercita la guarda legal sino una guarda de hecho. 73” El guardador o guardadora de hecho es la persona física o jurídica que tiene acogido transitoriamente a un menor que ha sido desamparado por aquella o aquellas personas que deben tener cuidado del mismo, o cualquier otra persona que, por razón de sus circunstancias personales, puede ser declarada incapaz o sujeta a curatela”( art253 CFC): 74 O conforme a la buena fé como sería el derecho del guardador a ser indemnizado de los perjuicios que sufra en su persona o su patrimonio en el diligente desempeño de la guarda (art 306 Cc y 257 CFC).. 75 Cuestión distinta y de gran calado es la de sí sería factible con la normativa vigente o “de lege ferenda”, que esa situación de hecho comunicada al juez pudiera continuarse desarrollando por no ser aconsejable en el caso la incapacitación. 40 Hay que partir de que la guarda de hecho, es eso mismo, un hecho. Nuestro sistema jurídico ofrece un elenco de instituciones jurídicas creadas para la guarda que –al menos teóricamente- son susceptibles de adecuarse a todas las circunstancias del caso concreto-, y que garantizan la mejor protección del discapacitado. Por ello no puede sino considerar dicha situación fáctica como algo transitorio que debe sustituirse por alguna de las figuras legalmente previstas en el plazo más breve posible ( sin que ello implique necesariamente censura previa a la actuación de los guardadores de hecho). Esa característica de transitoriedad va a teñir todo lo que se refiere a la guarda de hecho. Frente a la tutela que se constituye para que a partir de entonces el tutor se ocupe de representar y cuidar al tutelado, cuando se conoce la existencia de la guarda de hecho finaliza la situación, no hay actuación de futuro sino un control retrospectivo de cual ha sido la gestión. Sin embargo, la prevención general frente al procedimiento de incapacitación hace que la guarda de hecho sea una situación muy habitual en los casos en que las personas tienen una discapacidad que aparece ya en el momento de su nacimiento, pues mientras son menores, aunque se haya detectado ya están suficientemente protegidos con la tutela o la patria potestad, y después al alcanzar la mayoría no se insta procedimiento de incapacitación sino que se pasa a una guarda de hecho. Si bien diría que tratándose más bien de una patria potestad prorrogada de hecho, dada la relación propia de la filiación se trataría de una guarda peculiar, en cuanto que no puede considerarse como cualquier otra guarda de hecho76. La incidencia práctica de este tipo de situaciones junto al interés del legislador en que las personas necesitadas de protección la obtengan de una institución legal de guarda dá lugar a que sólo se ofrezca una regulación (escasa y oscura) de las consecuencias del desempeño de la guarda de hecho. 8.2.1.- UNA CUESTIÓN PARTICULAR SOBRE SI LA NATURALEZA ESENCIALMENTE TRANSITORIA DE LA GUARDA DE HECHO PUEDE CHOCAR CON LA REALIDAD ACTUAL DE CIERTOS COLECTIVOS. 76 La obligación de los padres de velar por sus hijos durante la minoridad entendemos que también existe paralelamente en los supuestos en que por enfermedad o deficiencia persistentes no puede gobernarse por si mismo, mientras se de esa necesidad de cuidado y protección. 41 Hay algunos grupos de población como son los ancianos que sufren enfermedades degenerativas que les impiden gobernarse por si mismos y que persistirán, incluso agravándose hasta el día de su fallecimiento, y que carentes de familiares que se ocupen de ellos se ingresan en instituciones residenciales. Ante situaciones como esta, aunque la norma no haya sufrido ninguna variación, lo cierto es que no parece tener sentido el inicio de un procedimiento de incapacitación para cada caso77. En Cataluña el Decreto 284/ 96 de regulación del Sistema catalán de servicios sociales establece un deber de comunicación al juzgado de las personas sobre las que ejerce esa guarda de hecho como una exigencia administrativa. La sanción por su incumplimiento también será administrativa. Este caso creemos que abre un camino de reflexión respecto de si en ciertos supuestos se podría obviar el procedimiento de incapacitación y que la guarda del discapacitado pudiera ejercitarse bajo control judicial al que se llega por comunicación previa de la situación del discapacitado por parte de su guardador ( de hecho, sin más, hasta ese momento). 8.3- RÉGIMEN DE LA GUARDA DE HECHO En el CC esta figura se regula mínimamente, precisamente porque su naturaleza impide su regulación. Lo que no significa que no pueda tener ciertas consecuencias jurídicas desde el momento en que se conoce su existencia. Por su parte el CFC, contiene una regulación algo más amplia de la figura. La guarda de hecho no se encuentra mencionada entre los cargos tutelares del art 215 CC78. No hay que olvidar que este precepto no está incluyendo situaciones de hecho: sería ilógico mezclar “cargos” en los que es el juez quien, conforme a las disposiciones legales correspondientes, nombrará a las personas que considere más idóneas para desempeñarlos, y luego controlará el desempeño de funciones de esas mismas personas, con meras situaciones de hecho en las que es el propio guardador quien decide “desempeñar funciones de guarda”, en principio79, sin rendir cuentas a nadie. La parca y oscura regulación de la guarda de hecho en nuestro ordenamiento, plantea importantes dudas sobre si se le podrían o no aplicar por analogía ciertas normas de la tutela 77 Generalmente son personas prácticamente carentes de patrimonio, o con uno mínimo. en ese artículo se menciona la patria potestad prorrogada o rehabilitada, situación que aún sin ser de tutela es evidente que es un tipo de cargo tutelar. 79 Así será mientras el Juez no tenga conocimiento de esa situación de una u otra forma. 78 Tampoco 42 (obviamente aparte de aquéllas a las que expresamente remite)80 81. 8.4.- LOS SUJETOS DE LA GUARDA DE HECHO 8.4.1.- PERSONA SOBRE LA QUE SE EFECTÚAN LAS FUNCIONES DE GUARDA Ha de ser una persona física que como regla general no ha de estar incapacitado82, pero como ya hemos visto, excepcionalmente, podría tratarse de alguien ya incapacitado cuando su tutor ni directa ni indirectamente ejercita sus funciones. Esa persona presuntamente incapaz puede ser menor de edad, pero el art 757,4º LEC limita la legitimación para instar un procedimiento de incapacitación respecto de un menor a quienes ejerzan sobre él la patria potestad o la tutela. Lo que significa que el MF no podrá instar tal procedimiento ante la inactividad de los titulares de la patria potestad83 o la tutela84. Ahora bien cuando un menor presuntamente incapacitable está sometido a una guarda de hecho o bien no existe patria potestad ni tutela, o bien si existen, el menor está desamparado con lo que con base en el interés superior de dicho menor pensamos que si podría instarlo el MF (siguiendo el juez lo dicho en el art 231 Cc para la constitución de la tutela, como es oír a los parientes cercanos, u a otras personas, y al propio presunto incapacitado si tuviera capacidad suficiente para ello). 80 Eso sería como tratar mejor al gestor de negocios ajenos que al representante voluntario. Así por ejemplo, ¿el guardador de hecho podrá libremente haber recibido liberalidades de la persona guardada, mientras el tutor no puede hacerlo mientras no se haya aprobado definitivamente su gestión ( art 221 Cc)?. Parece que en ambos casos dichas liberalidades entrañan idénticos riesgos y por lo tanto demandan igual tratamiento legal. 81 La fiscalía general del Estado en su memoria de 1984 manifiesta que en sentido amplio la guarda de hecho se aproxima a la tutela de hecho, porque durante ella, según se desprende de los artículos 303, 304 y 306 del CC se han ejercitado de modo continuado los actos propios de un tutor. Pero si más técnicamente, reducimos los supuestos de tutela de hecho a los de ejercicio anticipado de sus funciones por el tutor validamente nombrado y a los de continuación del cargo después de haber sido declarado inhábil o de extinguida la tutela, la guarda de hecho se separa claramente de la tutela de hecho, y más aún si se tiene en cuenta que en la tutela de hecho está constituida la tutela. Guardador de hecho es quién, por sí, ha asumido los quehaceres propios de un tutor, encargándose de la gestión del patrimonio o del cuidado de la persona que podría estar sometida a tutela. 82 Ni siquiera en trámite de incapacitación puesto que en cuanto la autoridad judicial toma conocimiento de la existencia de una persona que carece de capacidad para gobernarse por si misma y sometida a guarda de hecho, tomará las medidas pertinentes en beneficio del presunto incapacitado, en cuyo caso aunque sea quien desempeñaba la guarda de hecho quien siga ocupándose de esa persona ya no lo hace como tal guardador de hecho. 83 Algún autor ha manifestado que dándose determinadas circunstancias podría obligarse a los titulares de la patria potestad o de la tutela a instar la declaración de incapacitación de los menores a su cargo. 84 Son varios los autores que critican esa limitación 43 8.4.2.- EL GUARDADOR DE HECHO El guardador tanto puede ser persona física como jurídica. Y tratándose de personas físicas puede ser una o varias. Respecto de las personas físicas hay que remarcar que en las normas no se manifiesta que exista ninguna diferencia porque los guardadores tengan o no algún vínculo de parentesco con el discapacitado85. En cuanto a la pluralidad de guardadores tratándose de una situación de hecho es evidente que puede darse, y es más, recordemos que en muchos supuestos son los padres quienes al no instar la incapacitación de su hijo al llegar a la mayoría de edad, continúan ocupándose de ellos con una guarda de hecho al modo de la patria potestad prorrogada. Si pensamos en la guarda de hecho ejercida por una persona jurídica habrá que considerar que lo lógico será que dichas personas sean aquéllas que tengan entre sus fines el cuidado de las personas que presenten algún tipo de discapacidad psíquica o física. Asimismo la organización administrativa de dichas personas jurídicas hará que sea más seguro en esos casos el que se haya de cumplir el deber de información al juez de que se está ejercitando una guarda de hecho, puesto que la vulneración de dicho deber se corresponderá con una sanción siquiera se trate de una sanción administrativa, mientras que respecto de las personas físicas la sanción es indirecta, cual es la responsabilidad civil por los daños causados al no haberse constituido la tutela (art 229 Cc). 8.5.- ÁMBITO AL QUE PUEDE EXTENDERSE LA GUARDA DE HECHO. Tratándose de una situación fáctica está claro que su ámbito puede variar pues tanto puede darse en relación al patrimonio del presunto incapacitado, como respecto de su persona o de su ámbito familiar86, o incluyendo todos esos aspectos. Respecto de la persona puede ocuparse de su alimentación, tratamientos médicos, 85 Recordemos que una de las situaciones más frecuentes es que el guardador de hecho sea algún pariente del incapacitable, incluso padres o hermanos. 86 Pensemos en quien no es capaz de gobernarse por si mismo y tiene hijos menores, es posible que el guardador de hecho no solamente se ocupe de la persona del incapacitable, sino que también se ocupe de auxiliarle en los deberes procedentes de la patria potestad sobre sus hijos. 44 formación, y desde luego, en lo posible, de la recuperación de su capacidad. Si se trata de intervención en su ámbito familiar entraríamos ya en la ayuda o apoyo para ejercer correctamente, por ej, los deberes de la patria potestad en relación con sus hijos menores, o en la atención a ancianos que pudieran encontrarse a su cargo. 8.6.- EL RÉGIMEN DE LA GUARDA DE HECHO Indudablemente el problema fundamental (o al menos uno de ellos), es la normativa de la guarda de hecho tanto en el Cc como en el CFC. Es obvio que no parece razonable regular minuciosamente una situación de hecho que nuestro ordenamiento jurídico no admite sino para determinar las consecuencias de su extinción. Incluso podía no haberse regulado específicamente. Pero una vez que se optó por regular las consecuencias jurídicas básicas de esa actuación al menos se podía haber cuidado algo más en vez de incluir en el Código civil una regulación insuficiente y equívoca87. Una de las dudas básicas sería la de sí al guardador de hecho se le aplican en bloque (salvo que por las características de la guarda de hecho sea imposible) las normas del tutor. No resulta muy fácil la respuesta. De una parte parece que de haber optado por esa alternativa un precepto de remisión general hubiera sido lo más práctico y claro. Tal precepto no existe88, lo que parece indicar que no se quiso esa solución. Por otra parte si no son las normas de tutela ( con las consabidas matizaciones), ¿qué reglas aplicaremos? No parece adecuado dar peor trato al tutor legal que a quien, sin más, ejerce la guarda de hecho. Además puesto que la esencia de funciones es similar, quiérase o no, las reglas aplicables a uno y otro supuesto no pueden diferir tanto en lo esencial. Siendo esto así, lo primero será examinar los preceptos que expresamente se refieren a la guarda de hecho en el Cc y CFC señalando también las diferencias o similitudes existentes entre ambas leyes, para pasar luego a ver con que otros preceptos o principios pueden llenarse los vacíos o solventarse las dudas. 8.6.1.- LA GUARDA DE HECHO EN EL CC Y EN EL CFC 87 Así la ha calificado alguno, estimando que al no solventar los problemas que presentaba la figura (delimitación de supuestos y régimen jurídico aplicable a los mismos) incluso lleva a una mayor confusión por lo que incluso hubiera sido preferible dejar las cosas como estaban. 88 Es más hay una regulación si bien escasa y fragmentaria que se ocupa de cuestiones que están ya reguladas en la tutela, aunque también hay que decir que lo preceptuado no difiere demasiado de lo que se establece en la tutela. 45 8.6.1.1.- OBLIGACIÓN DE NOTIFICAR LA EXISTENCIA DE LA GUARDA DE HECHO Y PRIMERAS CONSECUENCIAS DE ESA NOTIFICACIÓN. La transitoriedad de la guarda de hecho y el beneficio del presunto incapaz hace lógica la obligación de notificar su existencia a la autoridad judicial o al MF, para que éstos puedan valorar la situación e incoar el procedimiento de incapacitación correspondiente. El art 254 CFC menciona expresamente tal obligación, el Cc no lo hace en sede de guarda de hecho 89 , pero se desprende igualmente su existencia del art 229 Cc que obliga a promover la constitución de la tutela desde que conocieren90 el hecho que la motivare a los parientes llamados a ella y la persona bajo cuya guarda se encuentre el menor o incapacitado91. Obviamente si está obligado a la constitución de la tutela también lo estará a promover su incapacitación previa, una cosa presupone la otra. Aunque nada se diga la notificación tanto puede hacerse al MF como al Juez. La sanción por el incumplimiento de esa obligación legal no aparece ni en el art 303 Cc ni en el 254 CFC. Es seguro que no es otra que la responsabilidad por los daños y perjuicios causados92, que con carácter solidario establece el art 229 Cc ( en el mismo sentido, aunque sin mencionar la solidaridad, el art 183,1 CFC). Pensamos que sin que sea en puridad una sanción, lo cierto es que el no notificar puede ser una circunstancia que el juez tome en consideración a la hora de designar la persona que haya de ejercitar la guarda del incapacitado, pues podría considerarse que eso sea un indicio (a sumar a otros posibles) de que no es la persona más adecuada para ocuparse de la guarda legal del incapacitado. La consecuencia práctica de haber realizado la notificación es la información que el juez 89 En el art 303 Cc se dice que sin perjuicio de lo dispuesto en los arts 203 y 228, cuando la autoridad judicial tenga conocimiento de la existencia de un guardador de hecho... El primero de estos preceptos derogado por la LEC (hoy es el art 757.3 LEC), mencionaba la obligación de las autoridades y funcionarios que por razón de su cargo conocieran la existencia de una posible causa de incapacitación de una persona de ponerlo en conocimiento del MF. Se sobrentiende que de no hacerlos se les podría imponer algún tipo de sanción administrativa, a más de que incurrirían en la responsabilidad civil recogida en la LRJAE. Por su parte el art 228 Cc se ocupa de la legitimación del MF y del Juez competentes territorialmente para pedir la constitución de la tutela de las personas que lo precisen. 90 Expresión que en palabras de algún autor, significa que “el deber de comunicación hay que cumplirle con prontitud y urgencia”. En el CFC no se dice más que hay que notificar. 91 Aunque se hable de incapacitado resulta evidente que cuando aún no se ha constituido la tutela más bien se tratará de un presunto incapaz. Únicamente tendría sentido en el caso – más arriba mencionado-, de que existiendo ya un tutor nombrado este por la causa que sea no ejercite su función directa ni indirectamente, y sea un guardador de hecho quien se ocupe -aquí si-, del incapacitado. 92 Ha de entenderse que se trata de daños causados al que hubiera debido estar tutelado, o los que ese mismo sujeto ocasionó a terceros, daños que hubieran sido evitables de haberse constituido la tutela. 46 podrá93 requerir sobre la situación de la persona y bienes del presunto incapaz, y su actuación con respecto a los mismos94. Lo que no es otra cosa que una rendición de cuentas95 de toda la actividad llevada a cabo hasta el momento por el guardador de hecho 96 y un inventario de bienes. Nada se expresa de cómo ha de darse esa información ni de un plazo concreto para presentarla, ni siquiera de que extremos debe contener. No se trata de la obligación de inventario que el art 262 Cc impone al tutor, puesto que esa es una obligación legal que se desprende de la aceptación del cargo y que ha de llevarse a cabo en el primer tiempo de tomar posesión del cargo97 con un plazo predeterminado. Creemos que ha de darse la información más completa posible en el plazo más breve, y que debe comprender tanto la situación de la persona del presunto incapaz como de su patrimonio. En muchos casos –por no decir prácticamente en todos- antes de una incapacitación existirá una guarda de hecho bien desempeñada, por lo que las medidas del juez pueden dejar prácticamente subsistente la misma situación de la guarda de hecho, solamente que ya no es de hecho. Tanto en el Cc como en el CFC se dispone que el juez tiene plena libertad para establecer las medidas de control y vigilancia sobre el presunto incapacitado ( persona y bienes) que considere oportunas. Hay que matizar que esas medidas son cautelares 93 Aún cuando la dicción literal del art 303 Cc parece conceder una facultad al Juez ( dice que:”podrá requerirle.....), está claro que el juez está obligado a tomar las riendas de la situación que afecta al presunto incapacitado, y para ello es requisito obligado el que tenga conocimiento de cual es la situación real, por lo que realmente el recabar dicha información y tomar las medidas pertinentes en beneficio del presunto incapacitado no es facultativo para el juez, sino obligado. Otra cosa es que el guardador de hecho al comunicar esa situación acompañe una información completa de cual ha sido su actuación y la situación del presunto incapacitado, en cuyo caso no será necesario pedirla. Algún autor para el CFC, en relación con el procedimiento que ha de seguirse para comunicar la existencia de la guarda de hecho afirma que ha de hacerse por medio de un escrito dirigido al juez en el que después de exponer las circunstancias personales del guardador y del presunto incapaz se mencione su situación personal, familiar y patrimonial. A este escrito se habrá de adjuntar un informe médico, otro social y un inventario de los bienes. El juzgado por su parte proveerá el escrito, abriendo un expediente de jurisdicción voluntaria, en el que se tendrá por realizada la comunicación, y sobre esa base se podrán acordar las medidas de protección pertinentes, exigir responsabilidades y realizar la rendición de cuentas cuando se acabe la guarda de hecho. Lo que ocurre es que este autor no menciona de donde saca que el guardador de hecho ha de presentar todas esas cosas, aunque por otra parte si las presenta ya con ello ofrece al juez toda la información que necesita. Pensamos que esa notificación puede ser algo más sencilla.No cabe duda de que hay que identificar guardador y guardado, mencionar los motivos o razones por las que se considera que es susceptible de incapacitación ( no nos parece que se precisen esos informes médicos y sociales, pues esos habrán de recabarse en el procedimiento de incapacitación). 94 Tanto respecto de su actuación respecto de la persona como respecto de sus bienes. 95 Pues de ahí habrá de seguirse cual sea el saldo final de la gestión. 96 En el art 254,2 CFC se habla simplemente de que el juez habrá de tomar las medidas necesarias para proteger la persona y bienes del presunto incapaz, pero es palmario que la primera medida a tomar será el recabar información sobre cual ha sido la actuación del guardador. 97 Se han manifestados dudas de si el guardador de hecho queda o no sometido genéricamente a esos deberes del tutor y por tanto si se les somete a los mismos deberes que al tutor 47 Estas medidas pueden ser muy variadas98, van desde la posibilidad –cuando ello sea aconsejable- de decidir el internamiento de la persona presuntamente incapaz, por razón de sus circunstancias físicas o psíquicas, o realizar un tratamiento médico que pueda poner en peligro su integridad física o psíquica, como de tomar medidas en relación con sus hijos menores si los tuviese, como de medidas puramente patrimoniales, aunque como señala el art 762,3 LEC, “Como regla las medidas a que se refieren los apartados anteriores se acordarán previa audiencia de las partes afectadas”. Tratándose de medidas patrimoniales una de las posibles es el nombramiento de un administrador para el patrimonio del presunto incapacitado, o el nombramiento de un defensor judicial. Nombramiento que puede recaer en quien venía actuando como guardador de hecho o sobre otra persona. Estas medidas adoptadas pueden variar según las necesidades del presunto incapacitado mientras se incoa y sustancia el procedimiento de incapacitación, y se dispone la institución de guarda más conveniente. 8.6.1.2.- ACTUACIÓN DEL GUARDADOR DE HECHO ANTES DE LA COMUNICACIÓN AL JUEZ DE LA SITUACIÓN. Los art 304 Cc y 256 CFC se ocupan del valor de los actos del guardador de hecho para la persona presuntamente incapaz. Está claro que el guardador no es representante ni legal ni voluntario del presunto incapaz sino que con respecto a este actúa como un extraño; por lo tanto sin tener capacidad para ello. Igual ocurrirá en la esfera personal99 que en la patrimonial. Así pues su actuación conforme a lo dispuesto en el art 1259 Cc sería nula, sin embargo, la doctrina se decantaba por un efecto de anulabilidad que defiende mejor los intereses del presunto incapacitado tratándose de actos de conservación de bienes ( y 98 Acertadamente se ha señalado que tratándose de medidas cautelares, y de una persona que aún no ha sido sometida a un procedimiento de incapacitación, ha de cuidarse con no incidir más de lo necesario en la capacidad de obrar de la persona, luego tendrá que haber un peligro inminente para su persona y bienes que solamente pueda desvanecerse con la medida adoptada, y además ha de ser proporcional. Es decir guiada por el principio de intervención mínima. Si es suficiente con una prohibición de disponer no será necesario nombrarle un defensor judicial que le represente patrimonialmente. 99 Nos planteamos si en este ámbito personal se podría defender que tiene trascendencia quien sea la persona que ejerce la guarda de hecho, y que se pueda decir si por ejemplo son los padres, abuelos o hermanos, que los mismos tienen un cierto interés por razón de ese parentesco que les lleva a poder tomar determinadas decisiones, siempre en beneficio del presunto incapacitado. Así como ocurre en la Ley General de Sanidad en la que se reconoce cierto ámbito de actuación de los parientes cercanos de una persona cuando la misma no se encuentre en condiciones de actuar por si misma. Obviamente este es un terreno difícil, pero no olvidemos que también el Cc toma en consideración en supuestos de administración del patrimonio del desaparecido o del ausente la circunstancia de que quien desempeñe el puesto de defensor sea o no una persona unida por un vínculo cercano de parentesco. 48 entiendo que también los que supongan obtención de atenciones necesarias para la persona o familia del incapacitado). El art 304 Cc, como ya hemos dicho, no toma en cuenta los distintos tipos de actos, tomando como única referencia el interés del presunto incapacitado. Basta que se trate de actos en interés del incapacitado El CFC no habla de los actos de disposición limitándose a los de administración ordinaria100 ( o aún extraordinaria, si de no llevarlos a efecto el perjuicio para el presunto incapacitado fuera especialmente grave), con lo que parece optar por su nulidad. Los actos que redunden en utilidad101 del presunto incapacitado no podrán ser impugnados (art 304 Cc). Es opinión común que aquí la mejor solución es la anulabilidad. Ahora bien se puede plantear quien está legitimado para esta acción de anulabilidad: el incapacitado al recuperar su capacidad o el tutor mientras dura la tutela. Como en muchos supuestos no se recupera nunca la capacidad debería se el MF o el juez quienes tengan acción también en este sentido. La utilidad o beneficio del incapacitado no ha de ser únicamente la económica pues también puede afectar a su satisfacción o beneficio personal. Habrá de valorarse globalmente. En caso de anulación,se dará lugar a una acción de daños y perjuicios contra el guardador de hecho que podrá interponer el guardador que se nombre o, incluso, el MF. Los terceros pueden encontrarse protegidos por un poder válido otorgado por el presunto incapaz, mientras no se demuestre la falta de conocimiento. En este caso se plantean dos intereses: el de la seguridad del tráfico que aconsejaría dar por buena la transacción, y el interés del tutelado, sin tomar en consideración aquí la buena fé de los terceros. Es seguro que para deshacer la transacción, el tercero habrá de poder recuperar su prestación. 8.6.1.3.- LAS CUENTAS ENTRE GUARDADOR Y GUARDADO. RESPONSABILIDAD DEL GUARDADOR. 100 Expresamente lo dice así el art 256 CFC, mientras que el Cc no dice más que los actos realizados por el guardador en interés del presunto incapacitado no podrán ser impugnados si redundan en su utilidad (art 304 Cc). Lo que resulta llamativo es que ese mismo precepto disponga que la actuación del guardador ha de limitarse a la administración ordinaria de los bienes, como si estuviera estableciendo un posible ámbito de actuación cuando lo cierto es que tratándose de una situación de hecho no es posible determinar previamente cual va a ser su ámbito de actuación, sino que únicamente se puede intervenir “ a posteriori”, cuando se tiene conocimiento de su existencia. 101 Se dice que “utilidad” es un concepto un tanto indeterminado y actúa como límite de la impugnabilidad 49 Otra de las consecuencias de la comunicación de la existencia de una guarda de hecho es la rendición de cuentas de la actuación del guardador con el pago del saldo deudor a quien corresponda de los dos sujetos de la relación102. Tanto en el Cc como en el CFC se contempla expresamente el derecho del guardador a ser indemnizado por los daños que haya sufrido sin su culpa en el ejercicio de la guarda. Aún no dicho, resulta evidente que también el guardado o aquellos que le representen podrán accionar para reclamar los daños y perjuicios que les pudo producir una guarda de hecho poco cuidadosa103 104 Pero no es esta la única responsabilidad que corresponde al guardador de hecho. El Cc en sede de tutela, en el art 229, al establecer quienes están obligados a promover la tutela, dispone que lo están los parientes llamados a ella y la persona bajo cuya guarda se encuentre el menor o incapacitado (debería decir : el presunto incapacitado105) es decir el guardador de hecho. La sanción al incumplimiento de este deber será el hacer responsables solidarios a estas personas de la indemnización de los daños y perjuicios causados106. Se parte de considerar que esos daños serán los que sufra el propio menor o presunto incapacitado, pero entendemos que también han de incluirse aquéllos que haya causado a un tercero el que debería estar incapacitado y que, o bien no hubiera causado de estarlo, o bien, estándolo, del daño hubieran respondido quienes ostentaran la tutela107 por vía del art 1903 Cc. 8.7- EXTINCIÓN 102 Aún cuando nada se diga al respecto ni en el Cc ni en el CFC, tal obligación se deriva del principio general en este sentido para los casos de gestión de patrimonios ajenos. Con la especialidad para la administración por parte de los padres del patrimonio de sus hijos menores del art 168 Cc ( es facultativo para los hijos exigir o no a sus padres esa rendición de cuentas) 103 Puesto que en la guarda de hecho no media convenio previo la acción para reclamar por el incorrecto ejercicio de la guarda, la acción será la del art 1902 Cc 104 Se nos plantea la duda de si en el caso de que la guarda de hecho se desempeñe por los progenitores del guardado su responsabilidad en caso de negligencia será la ordinaria o más bien la especial de los padres que ejercen la patria potestad limitada en el art 168 Cc al dolo o a la culpa grave. Sin embargo pensamos que en la patria potestad prorrogada o rehabilitada si que habría que aplicar el art 168Cc en este punto. 105 Si estuviera incapacitado judicialmente ya tendría nombrado tutor o curador según correspondiese, así que ha de tratarse de una persona susceptible de ser incapacitado. 106 El CFC en su art 183 incluye entre los obligados a constituir la tutela a las personas o instituciones que tengan bajo su guarda al menor o incapacitado ( se entiende, presunto incapacitado), haciéndoles responsables de los daños y perjuicios que pudieran sufrir si no se promueve. No se menciona la solidaridad. 107 Hay una STS de los años 80 en la que una persona mayor de edad que sufría una enfermedad psíquica que no le permitía gobernarse por si mismo, se encontraba “de facto” bajo la guarda de sus hermanos que no habían iniciado procedimiento de incapacitación alguno, en un momento de enajenación causa la muerte de su empleada de hogar. Su enfermedad le hace inimputable penal. Es insolvente respecto de la responsabilidad por la muerte de su empleada reclamada por los familiares de ésta. Pero quienes se ven obligados a responder son sus hermanos. 50 La extinción de la guarda de hecho se contempla en el CFC, art 258 ( no así en el Cc). Se dice que acaba porque finalizan las causas que la motivaron lo que tratándose de persona que debiera estar sometida a tutela, o curatela, o en su caso, a patria potestad prorrogada, solamente puede ocurrir porque ya no necesite estarlo, o bien porque se ha incoado un procedimiento de incapacitación, y mientras se resuelve se nombra un defensor judicial. También, aunque no lo recoja el precepto, por causas generales como son el fallecimiento108 de guardador o guardado. Nada se dice de la posible extinción de la guarda de hecho por decisión del guardador. Decisión que bien puede ser por no estar en condiciones de tomar sobre sí esa responsabilidad o por que el ocuparse de los propios asuntos lo hacen imposible109supuestos ambos en los que será lícito abandonar la guarda. Ahora bien, quien la abandonara sin poner previamente en conocimiento de la autoridad judicial la situación de guarda de hecho, evidentemente incurriría en responsabilidad. Estimamos que no se puede abandonar la guarda de hecho sin razón alguna, sino que habrá de continuarse mientras no concurra circunstancia que permita lícitamente hacerlo, o cuando el juez haya decidido por conveniencia del guardado tomar otras medidas para su cuidado.110 El 2º párraf. del art 258 CFC señala que al acabar la guarda por la causa que sea el juez puede pedir al guardador la cuenta111 de su gestión, lo que ya vimos que podría ocurrir, aunque no se diga expresamente- en el momento en que se dé conocimiento de la guarda a la autoridad judicial, y con mayor motivo al finalizar ésta. Por ultimo ese mismo art 258 CFC dispone que la desaparición de las causas que motivaron la guarda de hecho no exime al guardador del cumplimiento de la obligación de dar cuenta al juez de la situación de guarda, lo que no deja de ser un poco particular, pues, en primer lugar si ya se ha constituido tutela o curatela, o hay una situación de acogida no se puede comunicar el hecho actual de la guarda, sino en todo caso el que en el pasado existió dicha guarda. En segundo lugar, parece díficil que en un proceso de incapacitación de una persona no salga a la luz el que en el momento de incoarse, o incluso mientras se realiza, la persona a la que se pretende incapacitar estaba sometida a una guarda de hecho. 108 O bien declaración de fallecimiento o incluso de ausencia. El art 251 señala que es excusable el desempeño de la tutela en ciertas condiciones. 110 El argumento básico para esta afirmación es paralela a la que subyace en las reglas de gestión de negocios ajenos, art 1887 Cc, quien sin que nadie se lo encargue decide ocuparse de una gestión ajena, o, más aún del cuidado de una persona, ha de actuar conforme a la buena fé, y lo que no puede ser es que por dejar la función libremente comenzada cause más daños que beneficio, y lógicamente, a tenor del art 1902 Cc si al hacerlo causa algún daño está obligado a repararlo. 111 Si la dación de cuentas supusiera algún gasto para el guardador estos gastos serán de cuenta del patrimonio del guardado (art 281 Cc). también creo que se pueden aplicar al caso los preceptos del CC sobre el saldo de la cuenta general 109 51 52