JABONES ARTESANALES

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JABONES ARTESANALES
Historia del jabón
La tradición oral relata que el jabón fue descubierto cuando las mujeres se
dieron cuenta que el lavado de las ropas era más fácil en el río al pie de la colina
Sapo, una de las colinas romanas en la que se realizaban sacrificios de animales. Se
cree que la grasa de los animales se desbordaba y caía en la pira de sacrificio,
donde se combinaba con las cenizas para formar un jabón suave que llegaba el río
por las lluvias.
Pero dejando al margen este mito y centrándonos ahora en la parte
histórica, hay indicios de que ya en la antigua Babilonia se usaba el jabón, y que
también los sumerios y los hebreos lo conocían. Así mismo, los egipcios lo utilizaron
tanto para lavar la ropa como para fines medicinales. En el siglo I d.C , el
naturalista e historiador romano Plinio, nos habla en sus escritos de un jabón
blando conocido por los antiguos pueblos germanos, y otro jabón más duro utilizado
por los galos. También en el siglo II d.C., el médico romano Galeno nos facilitó las
primeras noticias sobre el empleo del jabón como medio curativo, así como para la
fácil eliminación de la suciedad del cuerpo y de los vestidos.
La fórmula más antigua conocida del jabón, data aproximadamente del 2250
a.C., pero fue en el siglo VII y precisamente en la ciudad italiana de Savona (a la
cual debe su nombre) donde se empezó a elaborar un jabón a base de aceite de
oliva, que también se hacía en España y era conocido como "Jabón de Castilla". La
industria jabonera floreció en las ciudades costeras del Mediterráneo, favorecidas
por la abundante presencia del aceite de oliva y la sosa natural, procedente de las
cenizas de las algas marinas. En el siglo XV aparece también el conocido "Jabón de
Marsella", preparado con una mezcla de huesos (ricos en potasio) y grasas
vegetales. En el siglo XVI el jabón era extremadamente caro, por lo que su uso no
estaba muy difundido. Es por ellos que no fue realmente hasta el siglo XIX, cuando
se expandió el uso del jabón a lo largo de Europa y el resto del mundo.
Desde entonces hasta ahora, lo que ha evolucionado más en el mundo del
jabón no ha sido tanto su formulación como su apariencia. Así, los jabones han
pasado de su antiguo tacto rudo y aspecto poco agradable (no olvidemos que
seguían elaborándose con grasas animales impuras y ceniza), a la cuidada presencia
del jabón industrial que conocemos actualmente, o las vistosas presentaciones de
los jabones artesanales de hoy en día.
¿Qué es la Saponificación?
Si hay un concepto inequívocamente ligado a la palabra jabón, es la llamada
SAPONIFICACIÓN. En términos muy sencillos, podríamos definir la saponificación
como el proceso que convierte la grasa o el aceite, en jabón limpiador. Esta
transformación no es otra cosa que una reacción química muy común, y que consiste
básicamente en:
ÁCIDOS GRASOS + SOLUCIÓN ALCALINA = JABÓN + GLICERINA
Así es como al mezclar los ácidos grasos (principales componentes de las
grasas animales y de los aceites vegetales) con una solución alcalina (hecha a partir
de una mezcla de agua y un álcali, como por ejemplo la sosa), se obtiene el jabón
(que será realmente suave, porque además el otro subproducto que se obtiene de
esta reacción es la glicerina).
El álcali es imprescindible para que se produzca esa reacción, pero hay que
tener en cuenta que por sí solo es un elemento cáustico muy peligroso, cuyo manejo
implica tomar una serie de precauciones muy importantes para manipularlo con
seguridad. Los álcalis más utilizados en la fabricación del jabón son la sosa
(hidróxido sódico, NaOH) y la potasa (hidróxido potásico, KOH)
La saponificación no es un proceso peligroso, sino más bien muy delicado de
realizar: Así, por ejemplo, si en la reacción anterior hay un exceso de sosa, el
producto resultante será una masa cáustica inservible; mientras que si por el
contrario, la cantidad de sosa es insuficiente, el producto resultante será una
mezcla grumosa de aceites, que en nada se parecerá tampoco al jabón.
Es por eso que para realizar un buen jabón, perfectamente saponificado, y
con unas excelentes cualidades limpiadoras y emolientes, se necesita conocer
también una serie de tablas con parámetros y proporciones muy concretas de cada
uno de los elementos que constituyen la reacción, así como su correcta formulación.
El conjunto de dichas tablas imprescindibles para la elaborar cualquier tipo de
jabón, es lo que se conoce como "TABLAS DE SAPONIFICACION"
Tablas de saponificación
Las Tablas de Saponificación, son tablas que recogen, como su nombre indica,
los índices de saponificación de cada tipo de grasa. En general, su aplicación más
extendida en el campo de la jabonería, es para conocer la cantidad exacta de sosa,
dependiendo del tipo de aceite que vayamos a utilizar, necesaria para que el jabón
resultante esté completamente saponificado.
En química, se define el índice de saponificación de una grasa, como el número
que indica la cantidad en miligramos de hidróxido potásico, necesaria para
saponificar por completo un gramo de esa grasa en concreto. Sin embargo, para
elaborar el jabón tradicional, el álcali más utilizado normalmente es la sosa
(hidróxido sódico), por lo que será necesario transformar el índice de
saponificación de cada grasa, en otro tipo de índice alternativo que esté expresado
en peso de sosa. Para ello, bastará con multiplicar el índice de saponificación de
cada grasa concreta por la masa molar de la sosa (hidróxido sódico) y dividir por la
masa molar del hidróxido potásico.
La tabla que os mostramos a continuación es la más utilizada en jabonería y
sus parámetros están basados en los valores medios de los índices de
saponificación reales de cada grasa, donde se han realizado los correspondientes
cambios para no tener que hacer cálculos.
TABLA DE SAPONIFICACIÓN
0,134
Aceite de oliva
0,190
Aceite de coco
0,141
Aceite de palma
0,134
Aceite de girasol
0,128
Aceite de ricino
0,136
Aceite de almendras
0,133
Aceite de aguacate
0,135
Aceite de soja
0,136
Aceite de maíz
0,133
Aceite de sésamo
0,069
Aceite de jojoba
0,156
Aceite de palmiste
0,132
Aceite de germen de trigo
0,069
Cera de abeja
0,137
Manteca de cacao
0,128
Manteca de karité
0,140
Sebo, mantecas y grasas
vacunas
0,136
Aceite de avellanas
0,074
Lanolina
0,138
Sebo, manteca y grasa de
cerdo
0,136
Margarina
0,136
Aceite de linaza
Forma de Uso:
El número que aparece a la izquierda de cada tipo de aceite es la cantidad de
sosa que necesitarías para un gramo de ese aceite. Utilizando una sencilla regla de
tres podemos calcular cualquier cantidad.
Para saber cuánta sosa se necesita para saponificar una cantidad de una
grasa concreta, sólo hay que multiplicar dicha cantidad por el valor
correspondiente que aparece en la tabla. Por ejemplo, para saponificar totalmente
100 g de aceite de oliva (en la tabla su parámetro es de 0,134) basta multiplicar
100 x 0,134 = 13,4 g de sosa necesitaremos. En el caso de que vayamos a hacer un
jabón con diferentes aceites y grasas, habría que buscar la cantidad necesaria de
sosa para cada tipo de aceite concreto y grasa, y luego sumarlas todas. También
por eso, en las recetas de jabón, si queremos sustituir un aceite por otro, también
habrá que ajustar la cantidad de sosa necesaria.
Una excepción a la regla de la precisión es la técnica de añadir grasas
especiales. Así se puede añadir a la mezcla un exceso de hasta un 5-10% del total
de aceites y grasas del jabón. Normalmente se trata de aceites con alguna
propiedad especial, como los de aguacate, rosa mosqueta, caléndula, germen de
trigo… Cuando se añaden en el punto de cuajado no se saponifican del todo, por lo
que la solución caústica no altera apenas su valor terapéutico. Ver Sobreengrasado
Calcular la cantidad de agua
Ésta debe ser 1/3 de los aceites utilizados, también en gramos, en el ejemplo
anterior son 100 g. de aceite, por lo que utilizaremos 33 g. de agua. No rebajar
esta cantidad de agua, ya que podría quedar sosa sin reaccionar adecuadamente.
Agregar la sosa al
produce es exotérmica,
salpicaduras indeseables.
resistente o un recipiente
vinagre a mano, los ojos
vapores asfixiantes.
agua, nunca a la inversa, ya que la
es decir produce mucho calor, y
Esto debe ser llevado a cabo en un
de medir pyrex. En este momento, no
protegidos y alejarse de la solución,
reacción que se
puede producir
envase plástico
olvidar tener el
porque produce
Una vez añadida la sosa al agua procederemos a revolver rápidamente la
solución con una cuchara de madera para evitar una porción de sosa no disuelta.
En vez de agua también pueden utilizarse infusiones de hierbas (pero siempre
con agua pura, no agua corriente), licuados de frutas o leche.
Sobreengrasado del jabón
Para hacer el jabón utilizamos aceite, sosa cáustica (también llamado
hidróxido sódico) y agua. La cantidad de sosa cáustica va en función de la cantidad
y el tipo de aceite que usemos. Cada aceite, dependiendo de su composición, tiene
un índice de saponificación diferente. Este índice expresa la precisamente la
cantidad de álcali que debemos utilizar para la completa saponificación del aceite.
Por ejemplo, el aceite de oliva tiene un índice de saponificación de 190, lo que
significa que para saponificar un kilo de aceite de oliva hacen falta 190 gramos de
potasa cáustica. La potasa cáustica, que también se denomina hidróxido potásico,
se simboliza KOH. Como el peso molecular del hidróxido potásico es superior al del
hidróxido sódico en 1.4025 veces, para calcular el índice de saponificación con sosa
dividiremos 190/1.4025 que nos da una cantidad aproximada de 135. Y esto
significa que para saponificar completamente un kilo de aceite de oliva hacen falta
135 gramos de sosa cáustica.
Ahora bien, el concepto sobreengrasado significa que a ese mismo kilo de aceite le
ponemos menos cantidad de sosa con lo que una parte del aceite no quede
saponificado. Con esto conseguimos, por una parte garantizar que no existe exceso
de sosa en el jabón, y por otra mayor suavidad y emoliencia de éste.
El sobreengrasado se suele expresar en tanto por ciento, por lo que un
sobreengrasado de 1% significa que aproximadamente el 1% del aceite no se
saponifica porque dejamos de poner el 1% de sosa. Así si eran 135, el 1% sería 1.3,
por lo tendríamos que usar 133.7 gramos de sosa. Para un sobreengrasado del 10%
restaríamos a la cantidad 13.5, con lo que nos quedarían 121.5 gramos de sosa.
El sobreengrasado implica también un riesgo. Al haber parte del aceite no
saponificado, éste tiene posibilidad de estropearse. Si además el aceite es
especialmente delicado, mayor es el riesgo. Se puede reducir el riesgo de
enranciamiento si añadimos vitamina E.
Además de emoliencia el sobreengrasado proporciona mayor cantidad de espuma si
es bajo y menor si es muy alto. Repercute directamente sobre la dureza del jabón
haciéndose más blando y soluble cuanto más alto sea.
El rango de sobreengrasado suele variar entre un 5% y un 10% en función de los
gustos de cada jaboner@.
-
Si ponemos todos los aceites desde el principio, irán saponificando hasta llegar
a la traza, y al final, como sobreengrasado, nos quedará el porcentaje elegido
de aceite libre que más o menos será una mezcla de todos los aceites.
-
Otra posibilidad es hacer todo como en la opción anterior, pero separar alguno
de los aceites, el más delicado o caro, y añadirlo en la traza. De esta forma el
aceite que quedará sin saponificar será precisamente el que nosotr@s hayamos
elegido, en su mayor parte .
Esta es la forma más eficaz de proteger los aceites más delicados, porque cuando
el jabón llega a la traza, parte de la sosa ya está neutralizada, y también es la
forma de que sepamos más o menos cual es el aceite libre que queda en el jabón y
que aportará sus propiedades a la piel.
En casos por ejemplo, de una piel más sensible y/o con mayor necesidad de
hidratación, se puede subir el sobreengrasado; y viceversa, para una piel grasa se
puede/debe disminuir. Esto habría que matizarlo pues puede ser un jabón con el
mismo sobreengrasado y ser indicado para distintos tipos de pieles al ponerle
distintos tipos de aceites, pues cada uno le aportan sus propiedades (por ejemplo,
el aceite de aguacate aporta grasitud y el de coco la elimina).
Elaboración de jabón paso a paso.
1º) Pese por separado los aceites, ceras y grasas de base
2º) Coloque los ingredientes en un recipiente de esmalte o acero inoxidable. En
caso de las grasas sólidas (cera de abejas, mantecas..) estas deben derretirse a
fuego lento. Apague el fuego cuando la temperatura esté entre 49-60ºC. Remueva
de vez en cuando y no permita que los aceites hiervan para lo cual en muchos casos
es conveniente calentar a baño maría.
3º) Pese por separado la sosa caústica y el agua
4º) Con mucho cuidado (y si se quiere con unos guantes), vierta en el agua la sosa y
remueva hasta que se disuelva. Esperar a que la solución se enfrie hasta alcanzar
una temperatura entre 49-60ºC
5º) Una vez que las temperaturas de los aceites y de la solución alcalina se
encuentren entre 49-60ºC, agregaremos la sosa a nuestros aceites, batiendo
vigorosamente con una batidora o de forma manual.
6º) Remueva intermitentemente hasta que la mezcla espese, hasta que el jabón
alcance el punto de "traza", hasta el punto en el que pueda hacer gotear un poco
de jabón desde la cuchara y se queden las gotas dibujadas en la superficie de la
mezcla. Esto puede producirse en unos pocos minutos o un poco más, dependiendo
de los aceites/grasas utilizadas.
7º) Ahora es el momento de añadirle los colorantes, esencias y aceites añadidos.
8º) Remueva y a continuación vierta la mezcla en un molde engrasado.
9º) Deje reposar durante dos días el molde tapado con una manta o alguna tela,
para asegurarnos de que el proceso de saponificación finalice y la mezcla no pierda
temperatura. Con los guantes de goma puestos, saque el jabón del molde y córtelo
en pastillas. Déjelo secar durante 4 semanas, dándole la vuelta cada cierto tiempo
para que pueda secarse uniformemente.
JABÓN DE ESPIRULINA Y SEMILLAS DE AMAPOLA
INGREDIENTES:
200 g. de aceite de coco
50 g. de manteca de cacao
350 g. de aceite de oliva
70 g. de aceite de almendras
Sobreengrasado: 5%
g. de agua
g. de sosa cáustica
Una cucharada de espirulina y otra de semillas de amapola
Unas gotas de la esencia que queramos
Un jabón para una exfoliación profunda y nutritivo (gracias al aporte de
nutrientes de la espirulina)
JABÓN DE NARANJA y CHOCOLATE
INGREDIENTES:
110 g. de aceite de palma
110 g de aceite de coco
25 g. de manteca de Karité (en la traza)
30 g. de manteca de cacao (en la traza)
220 g. de aceite de oliva
160 g de aceite de almendras
Sobreengrasado: 8%
g. de agua
g. de sosa cáustica
Separar el lote en dos partes y a una de ellas añadirle una cucharada de piel de
naranja en polvo y aceite esencial de naranja y a la otra una cucharada de cacao
Jabón nutritivo, hidratante y emoliente con rico aroma de naranja
Agregar en el punto de traza la piel de naranja y el aceite esencial.
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