Elogio de las juntas durante la guerra de la Independencia (1808)

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Elogio de las juntas durante la guerra de la Independencia (1808)
[...] Agregado incoherente y sobrado numeroso de individuos en que se confundía el
hombre del pueblo con el noble, el clérigo con el militar, estaban aquellas autoridades
animadas del patriotismo más puro, sin que a veces le adornase la conveniente ilustración.
Muchas de ellas pusieron todo su conato en ahogar el espíritu popular, que les había dado el
ser, y no le sustituyeron la acertada dirección con que hubieran podido manejar los negocios
hombres prácticos y de estado. Así fue que bien pronto se vieron privadas de los inagotables
recursos que en todo trastorno social suministra el entusiasmo y facilita el mismo
desembarazo de las antiguas trabas; no pudiendo en su lugar introducir orden ni regla fija, ya
porque las circunstancias lo impedían, y ya también porque pocos de sus individuos estaban
dotados de las prendas que se requieren para ello. Hombres tales, escasos en todos los
países, era natural que fuesen más raros en España, en donde la opresiva humillación del
gobierno había en parte ahogado las bellas disposiciones de los habitantes. […] No obstante,
justo es decir que los esfuerzos de las juntas no fueron tan cortos ni limitados como algunos
han pretendido…
[…] Acompañó al sentimiento unánime de resistir al extranjero otro no menos
importante de mejora y reforma. Cierto que éste no se dejó ver ni tan clara ni tan
universalmente como el primero.
Conde de Toreno. Reproducido en J. L. Gómez Urdáñez y otros, “Textos y documentos de Historia Moderna y
Contemporánea (siglos XVIII-XX)”
COMENTARIO DEL TEXTO HISTÓRICO
Este documento corresponde a un texto de naturaleza histórica literaria. Está
escrito por el Conde de Toreno, refiriéndose a España en el 1808, aunque fue
redactado entre el 1827 y el 1836. El Conde fue, como veremos, un testigo y
actor del período analizado, aunque este texto no debe considerarse como
fuente primaria ya que es parte de una investigación histórica que el autor se
propuso hacer una vez pasados ya suficientes años después de la guerra y de
sus consecuencias (este fragmento es una parte de su magna obra “Historia
del levantamiento, guerra y revolución de España”). Es un documento público y
de carácer historiográfico, ya que nos cuenta desde su punto de vista, pero
teniendo en cuenta otras fuentes y testimonios, lo ocurrido en 1808, momento
correspondiente al inicio de la Guerra de Independencia y de la Revolución
liberal, por lo que se puede considerar también un texto de naturaleza política.
El autor y protagonista del texto, José María Queipo de LLano, conocido como
el Conde de Toreno, fue un político español, liberal exaltado en la época de la
Guerra de la Independencia (diputado en las Cortes de Cádiz) por lo que tuvo
que exiliarse a la llegada de Fernando VII. Volvió a España en 1832, en la
Regencia de María Cristina, ya como liberal moderado, y participó en la vida
política de ese convulso período.
La finalidad del texto se da una valoración justificatoria del papel de las Juntas
surgidas al inicio de la Guerra de la Independencia (1808), “... los esfuerzos de
las juntas no fueron tan cortos ni limitados como algunos han pretendido…” ,
destacando además su intento de hacer una mejora y unas reformas en la
política y economía del Estado.
En el primer párrafo el autor se centra en la revolución iniciada el día dos de
mayo de 1808, cuando se produjo la sublevación madrileña contra los
franceses. El pueblo madrileño se alzó contra los franceses en un intento de
liberación (tras el Tratado de Fontainebleau tras el cual las tropas francesas
ocuparon los puntos estratégicos españoles) e incluso como una demostración
de dignidad nacional tras la vergüenza demostrada por sus dirigentes
(Abdicaciones de Bayona), y, a pesar de su derrota, fue tomado como ejemplo
por el resto de España. En contra de la invasión francesa surgieron las Juntas
de armamento y defensa, ya que tras la sublevación contra José Bonaparte
había un vacío de poder (los españoles crearon un poder paralelo al impuesto
por los franceses). Poco a poco las Juntas fueron tomaron fuerza y las
pequeñas Juntas provinciales se fueron uniendo hasta formar una Junta
Suprema Central (tras la pequeña debilidad francesa por la derrota de Bailén).
Esta Junta estaba formada por partidarios del absolutismo que luchaban por la
vuelta de Fernando VII a España (el texto habla de aquellos “que pusieron todo
su conato en ahogar el espíritu popular que les había dado el ser”) junto con
algunos ilustrados y personas más liberales. Más tarde, con las derrotas
españolas, las Juntas se refugiaron en Cádiz (una ciudad mucho más liberal),
creando de esta forma las Cortes de Cádiz. En 1812 se creó la primera
Constitución española, la aportación más importante de las Cortes de Cádiz.
En el levantamiento participaron muchos ciudadanos, sobre todo las clases
populares, donde la gente se unió con un sentimiento patriota (“ ...animadas del
patriotismo más puro...”) y sin importarles las antiguas diferencias estamentales
(“...en que se confundía el hombre de pueblo con el noble, el clérigo con el
militar...”). Una población que irónicamente se enfrentó a los que podían
cambiar la situación del país, ya que las reformas influidas de la Revolución
Francesa podían ser una alternativa al mal organizado gobierno anterior
español (Carlos IV y Fernando VII).
Ante esta sublevación se situó el ejército francés (Napoleón se vió obligado a
traer a España su Grande Armée), apoyada por una minoría de españoles, los
afrancesados. El levantamiento español no tuvo éxito en los primeros años de
la Guerra de la Independencia - de ahí la mala fama posterior de las Juntas- y
el autor lo atribuye a diferentes causas: el pronto agotamiento de los recursos
(“bien pronto se vieron privadas de los inagotables recursos que en todo
transtorno social suministra el entusiasmo”), y, en especial, la pésima
organización de la resistencia española (“... no pudiendo en su lugar introducir
orden ni regla fija), que sólo tuvo un gran éxito, la batalla de Bailén, por lo que
tuvo que recurrir a la guerra de guerrillas y al esencial apoyo británico
(Peninsular war). El autor puntualiza las causas de esta falta de organización y
de personas inteligentes que dirigieran la protesta, atribuyéndolas al mal
gobierno anterior del Antiguo Régimen (“Hombres tales, escasos en todos los
países, era natural que fuesen más raros en España, en donde la opresiva
humillación del gobierno había en parte ahogado las bellas disposiciones de los
habitantes”).
La última parte del texto lo dedica a revisar el papel de las juntas, a las que
elogia destacando su importancia que, no obstante, pasó después
desapercibida (en este fragmento se aprecia una clara implicación del autor
como participante de la Junta de Asturias). Destaca las consecuencias que se
derivaron del levantamiento del 2 de mayo y de los días siguientes, como la
extensión de la rebelión por el país, la conciencia de nación española y la
aparición de una idea de necesidad de cambio: explica que lo que en un
principio se sintió como una lucha contra los franceses, tuvo un fondo de lucha
para mejorar y cambiar la situación de España. Algunos de estos cambios
serían más adelante la creación de las Cortes de Cádiz y la primera
Constitución española.
El texto al tratarse de un tema con un cierto valor crítico no se puede
determinar como objetivo. Además de que hay una muestra clara de que está
escrito por el autor, el Conde de Toreno con la indicación de su opinión sobre
las consecuencias producidas después de la sublevación del 2 de Mayo. Pero
se presenta su autenticidad al ser un documento basado en hechos reales
ocurridos en la España de 1808.
Se trata de un documento que no es decisivo para el momento histórico al ser
una fuente posterior, aunque sí influyó de manera importante sobre la opinión
historiográfica acerca del papel de las Juntas y su influencia en los sucesos
ocurridos poco después.
Por lo tanto, podemos concluir que los hechos de los que nos habla este texto
son decisivos en los inicios de la Guerra de Independencia, que cambiaron la
conciencia de la nación española, facilitó la crisis del Antiguo Régimen y el
primer triunfo del liberalismo político en España.
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