LA TIERRA COMO UNA NAVE ESPACIAL por

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LA TIERRA COMO UNA NAVE ESPACIAL por
Kenneth E. Boulding
10 de mayo de 1965
Universidad del Estado de Washington, Comité de Ciencias Espaciales.
(en http://www.colorado.edu/econ/Kenneth.Boulding/spaceship-earth.html, consultado
27/06/2005)
En la imaginación de aquellos que son sensibles a las realidades de nuestra era,
la tierra se ha vuelto una nave espacial, y este es quizás el hecho individual más
importante de nuestros días. Durante milenios, la tierra en las mentes de los hombres
era llana e ilimitada. Hoy, como resultado de la exploración, la velocidad y la explosión
del conocimiento científico, la tierra se ha vuelto una esfera diminuta, cerrada,
limitada, superpoblada, y lanzada a través del espacio hacia destinos desconocidos.
Este cambio en la imagen que el hombre tiene de su casa, afecta su conducta de
muchas maneras, y es probable que la afecte mucho más en el futuro.
No es solamente que la imagen del hombre acerca de la tierra haya cambiado;
la realidad del sistema social mundial ha cambiado. En tanto el hombre era escaso en
número y limitado en tecnología, podía considerar la tierra (de modo realista) como un
yacimiento infinito, una fuente infinita de recursos y un pozo negro infinito para los
desechos. Hoy, ya no podemos hacer esta suposición. La tierra se ha vuelto una nave
espacial, no sólo en nuestra imaginación sino también en la dura realidad del sistema
social, biológico y físico en que el hombre está inmerso. En lo que podríamos llamar
"los viejos tiempos," cuando el hombre era escaso en número y la tierra era grande,
podía contaminar con impunidad, aunque incluso entonces frecuentemente destruía su
medio ambiente inmediato y tenía que trasladarse a un nuevo lugar, al cual a su vez
procedía a destruir. Ahora el hombre ya no puede hacer esto; debe vivir en el sistema
completo, en que debe reciclar sus basuras y enfrentar realmente al problema del
aumento en la entropía material que sus actividades crean. En una nave espacial no
hay cloacas.
Permítanme sugerir, entonces, algunas de las consecuencias de que la tierra
que se vuelva una nave espacial. En primer lugar, para el hombre ahora es
completamente necesario desarrollar una tecnología que sea diferente de aquella en la
que se basan hoy sus sociedades de alto nivel. Las sociedades de alto nivel hoy se
basan en el consumo de combustibles fósiles y minerales, ninguno de los cuales (a las
tasas actuales de consumo) es probable que duren más de unos cientos años. Es
concebible un flujo circular y estable de tecnología de alto nivel, en el cual dediquemos
recursos energéticos a la concentración de materiales en forma útil, suficiente para
compensar por la difusión de materiales que tiene lugar en su uso. Cuando tomamos
combustibles y los quemamos, extraemos, por ejemplo, depósitos concentrados de
mineral de hierro y fosfatos, y luego los diseminamos a lo largo del mundo en
basurales y los enviamos a los océanos a través de las cloacas. La tecnología estable
de alto nivel tendrá que apoyarse en los océanos y la atmósfera como los recursos
básicos desde los cuales puedan concentrarse los materiales en la cantidad suficiente
como para superar su difusión a través del consumo. Incluso esto, claro, requerirá
suministros constantes de energía. No hay ninguna manera de que el sistema cerrado
impida el aumento de entropía. La tierra, afortunadamente, tiene un suministro
constante de energía desde el sol, y cuando esta desaparezca, el hombre
probablemente habrá abandonado la tierra; y también tenemos la posibilidad de
energía casi ilimitada de la fusión nuclear, si podemos encontrar medios de
aprovecharla de modo útil.
Finalmente el hombre va a tener que enfrentar el hecho de que él es un
sistema biológico viviendo en un sistema ecológico, y que su poder de supervivencia va
a depender del desarrollo de sus relaciones simbióticas de carácter de ciclo cerrado
con todos los otros elementos y poblaciones del mundo de los sistemas ecológicos. En
efecto, lo que esto significa es que todas las otras formas de vida tendrán que ser
domesticadas, aun cuando sea en base a preservar la vida silvestre.
Las consecuencias para el sistema social de la tierra transformándose en una
nave espacial, son profundas y poco comprendidas. Está claro que muchas conductas y
muchas instituciones humanas del pasado, que eran apropiadas para una tierra
infinita, son completamente inapropiadas para una nave espacial cerrada y pequeña.
Por ejemplo, no podemos tener indios y cowboys en una nave espacial, ni tampoco la
ética del cowboy. No podemos permitirnos el lujo del conflicto irrestricto, y casi con
certeza no podemos permitirnos el lujo de la soberanía nacional en un sentido
irrestricto. Por otro lado, debemos tener cuidado con llevar la analogía demasiado
lejos. En una nave pequeña, tendría que haber un sistema político casi dictatorial con
un capitán y una economía planificada. Una nave espacial en viaje, tal como un buque
de guerra, tiene que tener una economía planificada casi centralmente. Sin embargo,
una gran nave espacial con tres mil millones pasajeros, o quizás diez mil millones,
puede tener una estructura social muy diferente. Las grandes organizaciones sociales
son muy diferentes a las pequeñas. Puede ser posible tener mucho más libertad
individual, un sistema de precios y una economía de mercado de tipo limitado y
controlado, e incluso instituciones políticas democráticas. Debe haber, sin embargo,
mecanismos cibernéticos o homeostáticos para impedir que las variables globales del
sistema social vayan más allá de un cierto rango. Debe haber, por ejemplo,
mecanismos para controlar la cantidad total de población; debe haber mecanismos
para controlar procesos conflictivos y para impedir la dinámica de procesos sociales
perversos de escala e inflación. Uno de los mayores problemas de las ciencias sociales
es cómo diseñar instituciones que combinen este control global homeostático con la
libertad y movilidad individual. Yo creo que este problema no es insoluble, aunque
todavía no fue resuelto.
Una vez que empezamos a mirar la tierra como una nave espacial, la espantosa
magnitud de nuestra ignorancia sobre ella casi asusta. Esto es verdad según el nivel de
cada ciencia. No sabemos prácticamente nada, por ejemplo, incluso sobre la dinámica
a largo plazo del sistema físico de la tierra. No entendemos, por ejemplo, el
mecanismo de las eras glaciales, la naturaleza real de la estabilidad o perturbación
geológica, la incidencia del vulcanismo y los terremotos, y entendemos increíblemente
poco de esa enormemente compleja máquina de calor conocida como la atmósfera. Ni
siquiera sabemos si las actividades de hombre van a hacer que la tierra se caliente o
se enfríe. A nivel de las ciencias biológicas, nuestra ignorancia es aun mayor. La
ecología como ciencia apenas ha avanzado más allá del nivel de la observación de
aves. Todavía tiene que cuantificarse y encontrar una teoría adecuada. Incluso en el
caso de un economista, sus actuales estructuras teóricas parecen increíblemente
ingenuas, y cuando trata de entender al sistema social mundial (o socioesfera), no sólo
somos ignorantes sino orgullosos de nuestra ignorancia. No hay ningún método
sistemático de recolección y procesamiento de datos, y la teoría de la dinámica social
todavía está en su primera infancia.
La moraleja de todo esto es que el hombre debe comprender que todos sus
problemas principales todavía no están resueltos, y que todavía es necesario un
esfuerzo intelectual muy grande y masivo para resolverlos. Mientras tanto estamos
gastando nuestros recursos intelectuales en problemas insolubles, tales como la
defensa nacional unilateral, y en logros de baja prioridad tales como poner a un
hombre en la luna. Esta no es manera de conducir una nave espacial.
Kenneth E. Boulding Papers, Archives (Box # 38), University of Colorado at
Boulder Libraries.
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