Perspectivas actuales de la Energía Nuclear

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Perspectivas actuales de la Energía Nuclear
Colegio Libre de Eméritos
21 de abril, 2008
LA ENERGIA NUCLEAR EN ESPAÑA
José Mª Martínez-Val
Presidente del Comité Científico y Técnico de EURATOM
Catedrático de la E.T.S. de Ingenieros Industriales de
Madrid, UPM
I.
Aquí y ahora
"Por sus obras les conoceréis" es un proverbio moral que muy bien puede
aplicarse a todo orden del quehacer humano, particularmente el científico y
tecnológico; aunque el concepto de obra haya que considerarlo en su
acepción más amplia, que no sólo incluye las realizaciones tangibles
plenamente acabadas, sino las aspiraciones y los ideales, los planes y los
programas, las iniciativas fallidas y las que alumbraron con éxito, y todo el
entramado de la historia y la intrahistoria.
Desde un punto de vista pragmático, la Energía Nuclear en España es una
actividad industrial comercial que genera al año más de 60 TWh (60.000
millones de kWh) en ocho reactores que suman una potencia nominal de
7.727 MW eléctricos. Lo que ello supone en ahorro y de divisas y en
seguridad de suministro es realmente significativo, aunque sea de evaluación
un tanto subjetiva, según las referencias que se tomen para determinar
valores. Más sencillamente cuantificable es el efecto de ahorro en
emisiones de CO2. Si la energía anual antedicha se hubiera de generar con
centrales de carbón (de características semejantes en cuanto a coste,
garantía de suministro y funcionamiento en base) se emitirían más de 60
millones de toneladas de CO2. La emisión actual española es de 440 millones
de gases de efecto invernadero (en CO2 equivalente) de los cuales 370
millones son de CO2 propiamente hablando. De ellos, unos 120 millones
corresponden al sector eléctrico. Lo cual significa que, de desaparecer las
centrales nucleares y sustituirse -en esta ficción- por centrales de carbón,
las emisiones del sector eléctrico aumentarían en un 50 %.
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Algunos verían más lógica que la sustitución ficticia se hiciera con centrales
de gas de ciclo combinado, y en ese caso el extra de emisiones estaría sobre
los 23 millones de toneladas, que tampoco es una cifra despreciable. Pero el
gas natural no tiene las connotaciones del carbón en cuanto a coste y
garantía de suministro, por varias razones. No es éste el momento para
hacer una exposición detallada de las características de unos y otros
combustibles, pero sí es preciso mencionar al menos una: las considerables
dificultades de almacenamiento del gas natural, en cuantidades relevantes
para absorber las posibles incidencias en su suministro y consumo
(particularmente en lo primero). Al contrario que los combustibles líquidos,
que pueden almacenarse sin demasiado gravamen en cantidad equivalente a
tres meses de consumo, los países importadores de gas apenas son capaces
de almacenar el consumo de una semana, y en España a menudo esta cifra ha
sido de unos pocos días. Es decir, no hay sólo un problema de reservas
explotables y coste asociado, sino de garantía térmica (lo cual merece
reseñarse, pues a menudo sólo recordamos la problemática de la garantía
geopolítica, que tampoco es un problema menor).
Teniendo en cuenta la imperiosa necesidad de satisfacer la demanda de
electricidad en cualquier país que se considere civilizado, y las
impresionantes repercusiones negativas que lo contrario puede acarrear en
actividad socioeconómica y en bienestar personal y colectivo, habría que
reconocer que la contribución de la Energía Nuclear a la garantía y calidad
del suministro eléctrico es un bien social y económico de muy alto valor. Es
sobradamente conocido que muchas voces discrepan de este aserto, y que
los movimientos antinucleares son muy activos socialmente, con notoria
repercusión en la esfera política. Las razones de ello son múltiples, desde
ideológicas a mercantiles, y a buen seguro que en diversas ponencias de este
Simposio se tratará de ellas. Desde luego, en ello pesa lo que John Stuart
Mill, el padre filosófico del liberalismo político, apuntaba a mediados del
siglo XIX como una de las paradojas de la democracia, que podría conducir a
una
"dictadura
de
la
mayoría":
las
dificultades
intrínsecas
(fundamentalmente científicas) de algunos problemas, no comprensibles
para una amplísima fracción de la población, que sin embargo ha de emitir
juicio social y político sobre dichos problemas y sus implicaciones para la
sociedad. La Energía Nuclear (que ni en sueños estuvo en la mente de Stuart
Mill cuando escribía su ensayo "On liberty") es uno de esos problemas de
muy difícil comprensión, y se presta como pocos a la manipulación
demagógica que atiza el miedo a lo desconocido. De ahí que sea muy
importante hacer un esfuerzo por tratar de explicarla socialmente, a todos
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los niveles. Particularmente, entre aquéllos con responsabilidades políticas,
a los que cabría exigirles el coraje de no comprometer el futuro por querer
salvar su situación política del momento. No se trata de coger
temerariamente el toro de la dificultad por los cuernos. Se trata de
templar su embestida para crear una situación más armónica.
La Energía Nuclear es hoy día un bien para España, y debe seguir siéndolo en
el futuro. Contra ello pesa una situación de opinión pública no muy positiva al
efecto. Ante lo cual no cabe sino intentar una vez que la opinión nos conozca.
Que conozca a la Energía Nuclear. Para lo que conviene explicar sus obras.
II.
Reseña histórica de un inteligente esfuerzo
La Energía Nuclear española es el resultado de un extenso e intenso
esfuerzo colectivo, que no colectivizado, hasta cierto punto coordinado y
programado, pero al mismo tiempo con iniciativas independientes,
particularmente en la promoción de las centrales nucleares. En todo caso, no
es fruto de la improvisación ni de decisiones coyunturales, sino de una
voluntad firme de aprovechamiento seguro y económico de una fuente de
energía imprescindible para un país con muy escasos recursos energéticos
propios. En cierta medida, la Energía Nuclear española y su desarrollo son
uno de los más claros ejemplos de lo que el profesor Juan Velarde llamó
"Historia de un esfuerzo colectivo. De cómo España superó el pesimismo y la
pobreza. 1.900-2.000" (Editorial Planeta y Fundación BSCH, ISBN 84-3958581-0). España acumulaba un retraso histórico en la explotación de los
recursos naturales y de las fuerzas de la naturaleza en beneficio de sus
ciudadanos y del bien común, y la incorporación del país a las tecnologías
más potentes del siglo XX era el gran desafío pendiente. A ese desafío se
dio cumplida respuesta, a lo largo de un proceso ya sexagenario, que
transcurrió a través de tres fases relativamente bien diferenciadas, cada
una prácticamente de 20 años, pletóricas de cuestiones interesantes en los
avatares humanos, nucleares y no nucleares.
En la historia nuclear de España, que cubre estos últimos 60 años se
distinguen pues tres fases consecutivas de características muy
específicas, que repercutieron considerablemente en los avances y
asimilaciones tecnológicas efectuados en cada caso.
Curiosamente, además, cada una de las fases tiene aproximadamente 20
años, lo que permite un estudio más sistemático en la vertiente cronológica,
aunque lo fundamental son los marcos sociales y políticos antes aludidos, su
impacto en la energía nuclear, y los resultados en el ámbito tecnológico,
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condicionados muchas veces a la reacción social y política ante la energía
nuclear.
Las tres fases aludidas pueden, pues, clasificase según sigue:
-
1948 – 1968: fase de investigación y promoción de la energía nuclear
1969 – 1987: fase de construcción de centrales nucleares
1988 – 2008: fase de explotación de las centrales nucleares
Internacionalmente hablando, la primera fase está lógicamente dominada
por los efectos de la segunda postguerra mundial. En ella hubo de hacerse,
sobre todo en el ámbito europeo occidental, una enorme labor de
recuperación económica y humanitaria, sentándose las bases de un
desarrollo socioeconómico posterior de tal magnitud como prácticamente no
se ha encontrado otro a lo largo de toda la historia.
Desde el punto de vista comercial puede considerarse el año 68 como el hito
de comienzo de este sector en cuanto a su relevancia pública, por la
finalización de construcción de la central de Zorita de los Canes, nuestra
primera central, y la criticidad de su reactor, que ocurrió el 30 de junio de
dicho año.
Sin embargo, con anterioridad había dos decenios completos de interés por
la energía nuclear y de desarrollo de múltiples actividades de investigación,
formación y creación de equipos, e incluso planteamiento de una estructura
industrial que permitiera la asimilación de tecnología y produjera los
mejores resultados para el país, no sólo en cuanto a la generación de energía
eléctrica, sino en el acervo tecnológico creado en este sector.
Precisamente la génesis certera del sector nuclear en España puede
centrarse en 1948, cuando en el Laboratorio y Taller de investigación del
Estado Mayor de la Armada se constituyó el embrión de una junta de
investigaciones atómicas, en la cual la personalidad más sobresaliente fue
Don José Mª Otero de Navascués.
Dicha Junta, con el asesoramiento técnico del ingeniero Don Esteban
Terradas y el apoyo de varias autoridades militares, en particular Don Juan
Vigón, formuló la iniciativa de crear la Sociedad "Estudios y Proyectos de
Aleaciones Especiales" que bajo las siglas EPALE iba a encargarse de
estructurar los planes de desarrollo de las investigaciones nucleares, y
proponer la construcción de los laboratorios e instalaciones pertinentes,
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incluyendo en ello las actividades de prospección minera para la
identificación de minas de U.
Los trabajos del EPALE y la creciente atención internacional hacia la
energía nuclear, llevó al gobierno a constituir por Decreto-Ley de 22 de
octubre de 1951, la Junta de Energía Nuclear, con el mandato de formar y
capacitar el personal de investigación apropiado para las actividades
nucleares y conducir tales trabajos en los laboratorios apropiados para
dominar científica y técnicamente esta fuente de energía.
Conviene señalar que nuestro país tenía en aquel momento peculiaridades
muy singulares tanto en lo científico como en lo geopolítico. En lo primero
era obvio que España estaba muy separada del resto de los países europeos
que habían mantenido una tradición científica de investigación de primera
línea en los temas de física fundamental, y carecíamos por tanto de
conocimiento detallado de las investigaciones que habían dado lugar al
descubrimiento de la fisión, y sobre todo a la construcción de reactores y
de bombas nucleares. En este sentido, España partía de una situación de
desfase respecto de lo que otros países, como Italia, ya tenían en aquel
momento. ¿Quién se hubiera atrevido a decir que, sesenta años después, la
situación iba a ser tan diferente?.
Por otro lado, España había quedado aislada de las Naciones Unidas, pues en
la propia constitución de esta entidad se aprobó la famosa propuesta
mejicana que, sin mencionar a España, dejaba fuera de la ONU a todos los
países que hubieran apoyado a los regímenes totalitarios de Alemania, Italia
y Japón, y persistieran en su misma configuración política. Esto significaba
un aislamiento de derecho y de hecho que no facilitaba en punto alguno el
desarrollo tecnológico e industrial, como es bien sabido por los estudios
históricos sobre la época de la postguerra mundial en España, y el famoso
periodo de la autarquía.
Aún así, la JEN nació con cierto apoyo de científicos precisamente italianos
y alemanes, debido en algunos casos a los procesos de desnacificación y
similares que hubo en estos países.
La situación cambiaria radicalmente a partir de 1953, pues tanto en lo
científico como en lo geopolítico se produjeron cambios sustanciales. En lo
primero, el presidente Eisenhower anunció dicho año el programa "Atomos
para la Paz", que pretendía impulsar la explotación de la energía nuclear con
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fines pacíficos, ayudando a los países emergentes en esta materia, siempre
y cuando se comprometieran a abstenerse de desarrollar armamento nuclear.
Por otro lado, ese mismo año se firmó el primer Tratado bilateral entre
EEUU y España, con el objetivo fundamental, por parte norteamericana, de
asentar en nuestro territorio una serie de bases militares, lo cual se
compensaba con el apoyo genérico de EEUU al régimen español
internacionalmente, más la llamada Ayuda Americana, que incluiría algunos
elementos concretos de investigaciones nucleares, y abriría la posibilidad,
que se hizo real, de que científicos e ingenieros españoles fueran a
formarse en las universidades y laboratorios de los EEUU. Como
consecuencia de las iniciativas del presidente norteamericano en el
programa Atomos para la Paz se constituirían las conferencias de Ginebra
para Usos Pacíficos de la Energía Nuclear que comenzarían en 1955, y que
se acompañarían de la decisión, de mayor calado aún, de constituir el
Organismo Internacional de Energía Atómica, bajo la estructura de la ONU,
y con importantes cometidos en materia de salvaguardia nuclear y de
promoción de esta fuente de energía para usos exclusivamente civiles.
España entraría a formar parte del OIEA en el año 1959, y al mismo tiempo
se incorporó a la llamada Agencia Europea de Energía Nuclear creada en el
seno de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE,
que al cabo de un tiempo perdería su condición de Agencio Europea para
extenderse a todo el territorio de la OCDE, particularmente Norteamérica
y el lejano oriente. Esta agencia, al igual que el OIEA, han sido factores muy
importantes en el desarrollo científico de la energía nuclear, y han servido
de foros de canalización de ideas e iniciativas no sólo en el campo de la
fisión, sino también en el uso de radioisótopos para fines no energéticos, y
asimismo en el desarrollo de la fusión nuclear.
Anteriormente, en 1956, la Junta de Energía Nuclear había sido admitida en
la Sociedad Europea de Energía Atómica, organismo no gubernamental,
constituído en Londres en 1954, para aunar los esfuerzos de investigación
de los diversos países europeos occidentales en el campo de la energía
nuclear para usos pacíficos. Hasta cierto punto dicha sociedad, la SEEA, era
un club de laboratorios nucleares ingleses, franceses, holandeses, belgas,
italianos, noruegos, suecos y suizos, inicialmente, a los que se adhirió la JEN
en 1956, por invitación del club. Eso supuso un canal importantísimo de
recepción de información científica de primera mano, y permitió a la JEN
conocer la tipología de los laboratorios que estaban siendo instalados en
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Europa Occidental, los cuales estudió para llevar a cabo la construcción de
sus propias instalaciones.
Adicionalmente a este camino de obtención de información científica y
tecnológica, se ha de volver a señalar la disponibilidad de que los científicos
ingenieros españoles se formaran en EEUU, particularmente en la
Universidad de Chicago, y en la Universidad de California. A ello se añadió la
colaboración con empresas comerciales norteamericanas, particularmente
cuando la Junta de Energía Nuclear decidió acometer el desarrollo de su
propio tipo de reactor nuclear denominado DON, que correspondía a las
siglas de Deuterio Orgánico Natural, es decir, un reactor que funcionaría
con U natural, refrigerado por un líquido orgánico, usando agua pesada como
moderador. Este reactor no llegó a construirse ni como prototipo, pero
constituyó una pieza importantísima para poner en marcha todo el
mecanismo científico y tecnológico, con énfasis especial en los temas de
seguridad nuclear, lo cual puede considerarse el germen real del esfuerzo
ulterior de todo el sector nuclear español.
Al mismo tiempo que se desarrollaban esos acontecimientos en el ámbito
internacional, en el nacional también se iban produciendo reajustes en la
reorganización de la Junta de Energía Nuclear, y se establecía una política
de reclutamiento orientada a encontrar los equipos humanos necesarios para
abordar todas las tareas inherentes a la explotación de la energía nuclear,
desde la prospección y beneficio de los minerales de U, hasta la
reelaboración del combustible irradiado y su eventual disposición dentro de
barreras de confinamiento que ya se consideraban como el elemento crucial
dentro de la política de principios de seguridad nuclear ya establecida
internacionalmente.
En un ámbito donde España no pudo entrar, perdiendo en este sentido una
importante capacidad de maniobra, fue en EURATOM, creado en 1957 al
mismo tiempo que el Tratado de Roma que establecía la Comunidad
Económica Europea, y el Tratado de la CECA que constituía la Comunidad
Europea del Carbón y del Acero.
EURATOM requirió un tratado específico como consecuencia de la
importancia de la energía nuclear, no sólo en cuestiones pacíficas, sino
también en aspectos bélicos contra los cuales se debían alertar las medidas
preventivas y de salvaguardia idóneas. Otros ámbitos en los que EURATOM
estableció un interés común son el aprovisionamiento de U, los estándares
de seguridad y protección contra las radiaciones ionizantes, y el tema de los
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productos radiactivos generados como residuos en la aplicación de la
energía nuclear.
Esta situación posiblemente motivó una mayor polarización del sector
nuclear español hacia Norteamérica, con cuyas organizaciones y
universidades con laboratorios nucleares fue más fácil establecer convenios
de desarrollo real. Ello tendría también su efecto en el despliegue comercial
de la energía nuclear en España, aunque no fuera la única causa.
Como consecuencia de la madurez adquirida por la JEN, en 1957 se cambió
su estatuto legal, dotándola de entidad jurídica propia, lo cual permitió
cierta flexibilidad administrativa a dicho organismo, lo cual era esencial por
el tipo de tareas realizadas, que implicaban adquisiciones de material en el
mercado internacional, y la estructuración de plantillas específicas de
funcionarios muy especializados. No obstante, la JEN no fue principalmente
un ente cerrado en este sentido, sino al contrario, pues se abrió a las
universidades españolas, y un porcentaje muy alto de los profesores de
estas universidades en el campo nuclear, tanto de física fundamental como
de ingeniería aplicada, procedieron de la JEN, y durante un tiempo
trabajaron para la misma. Este aspecto de impacto de la JEN en la creación
de equipos humanos con capacidad tecnológica nuclear en España no ha sido
siempre bien valorado, y posiblemente tuvo un efecto importantísimo en el
asentamiento de esta fuente de energía, que nunca encontró cuellos de
botella ni barreras insalvables en el reclutamiento de personal para las
compañías de ingeniería y para la construcción y explotación de las
centrales.
En ello también tuvo su efecto el Instituto de Estudios Nucleares de la JEN
precisamente orientado a esa capacitación de equipos humanos con destino
industrial explícito, y no tanto para reclutamiento propio.
En los años 50 se produjeron también las primeras iniciativas de formación
de empresas con vocación nuclear, de entre las que se pueden destacar
TECNATOM y NUCLENOR.
El mundo empresarial era ya consciente de las posibilidades que abría la
energía nuclear, y precisamente en 1957 se produce el hito de la entrada en
funcionamiento comercial de la primera central nuclear propiamente dicha,
en Calder Hall, en el Reino Unido. La expectación causada por este hito fue
enorme, y posiblemente excedió con mucho la realidad de lo que la energía
nuclear puede proveer, y al mismo tiempo minimizó algunos de sus problemas
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en cuanto a seguridad nuclear y gestión de los residuos generados, pero sin
duda fue una noticia muy importante en un momento en que se
reconfiguraba el mapa internacional general por el proceso de
descolonización, y algunos países, particularmente el Reino Unido, pasaban a
prever problemas en su abastecimiento energético (curiosamente esto no
fue así, por el descubrimiento del petróleo en el mar del Norte).
Las empresas citadas, TECNATOM y NUCLENOR, comenzaron su andadura
esencialmente como células de estudio para la aplicación práctica de la
energía nuclear. Se configuraban pues como puentes entre la investigación
de carácter básico y la posibilidad de explotación de la energía nuclear en
centrales nucleares industriales. Se necesitaría aún un decenio de
maduración para llegar a proponer las primeras centrales nucleares, y estas
obedecieron en gran medida a la situación existente en dicho momento, en la
cual confluían muy diverso tipo de reactores en el mercado de centrales
nucleares, que estaba en fase incipiente.
En este clima, se creó en 1962 el Forum Atómico Español, que a su vez
participó en ese mismo año en la creación del Foro Europeo, FORATOM. Fue
una evidencia clara del interés empresarial europeo por la energía nuclear, y
constituyó una pieza más en el importante entramado nuclear que se iba
creando en el país, cada vez con mayor vocación de explotación comercial de
dicha fuente de energía.
Teniendo en cuenta el creciente interés empresarial por estos temas, no es
de extrañar que en los años 60 se produjera una especie de acuerdo no
oficial entre las compañías eléctricas y el sector público, fundamentalmente
el INI, pero también la JEN, de tal manera que se respetaran o
especializaran las áreas de interés de cada sector. Las empresas eléctricas
pidieron que las centrales nucleares fueran consideradas como una
instalación energética más, y que se pudiera acceder a su construcción
libremente, por iniciativa empresarial privada; pero al mismo tiempo
delegaron en el INI y en la JEN la constitución de empresas que fueran
auténticos agentes tecnológicos del sector y se preocuparan de sus
aspectos industriales más característicos, esencialmente dos: el
abastecimiento de U y fabricación de combustible; y la fabricación de
componentes para centrales nucleares. Esto llevaría a la constitución de la
Empresa Nacional del Uranio, ENUSA y de Equipos Nucleares, S.A., ENSA
(esta última con participación privada mayoritaria, inicialmente).
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Paralelamente fue evidente la necesidad de compañías de ingeniería que
desplegaran en España las actividades que los Architec Engineers
norteamericanos realizaban en su país. Esto propició la creación de
compañías muy solventes, de la cual había sido un germen muy especial la
compañía TECNATOM, que posteriormente se especializaría en los aspectos
del mayor contenido tecnológico de la explotación de las centrales nucleares,
incluyendo la inspección en servicio, así como en la formación específica del
personal operador de dichas centrales.
En España, a lo largo de los años 60 se fue produciendo
importante de compañías de ingeniería, no sólo en el campo
también en el petroquímico, alimentario, etc. En tal sentido,
nucleares españolas contaron con todos los elementos básicos
su programa de construcción.
una eclosión
nuclear, sino
las centrales
para abordar
Y habida cuenta lo mencionado sobre el reparto de áreas de interés entre el
sector público y el privado, no es de extrañar que las centrales nucleares
aparecieran en su primera etapa con muy escasa interrelación entre sí, sino
al contrario, como iniciativas claramente independientes.
En tal sentido, se suele clasificar las centrales nucleares cronológicamente
en tres grupos: el inicial constituido por las centrales de Zorita, Garoña y
Vandellós I, cuyos permisos de construcción se dieron en los años 60; una
segunda generación o grupo de centrales, constituido inicialmente por 7
grupos, 2 en Lemoniz, 2 en Almaraz, 2 en Ascó y 1 en Cofrentes, cuyos
permisos de construcción se concedieron alrededor o antes de 1975; y un
tercer grupo, formado por Vandellós II y Trillo I, cuyos permisos de
construcción se dieron hacia 1980.
Por descontado estos tres grupos corresponden a niveles distintos de
madurez tecnológica en las centrales nucleares. El primero fue de
prototipos muy poco evolucionados, que en breve lapso quedarían obsoletos
por unidades de mucha mayor potencia, no sólo en el reactor sino también en
las turbinas y los alternadores.
En los años 60, cuando se decidió la construcción de las tres centrales del
primer grupo, en el mercado europeo competían precisamente los tres tipos
que se instalarían en España. Dos de procedencia norteamericana,
correspondientes a PWR y BWR; y uno de grafito gas y uranio natural, de
tecnología francesa.
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En algunos análisis se ha criticado que hubiera tal dispersión de esfuerzos, y
no se planteara una acción conjunta más ordenada, más propicia a la
economía de escala, y que permitiera un desarrollo programado de mayor
calado y más amplios horizontes.
En realidad, aquel primer grupo de centrales obedeció a decisiones
empresariales independientes, con cierta influencia de factores políticos y
geopolíticos, e incluso con ciertas prisas por desembarcar en un sector que
parecía muy prometedor. En descargo de esta forma de hacer cabe decir
que otros países, por ejemplo Italia, hicieron opciones similares en su
primera generación de centrales nucleares, con tipologías también distintas,
aunque en su caso no supieron continuar el esfuerzo con un programa más
coherente y ordenado, como fue el caso español.
También hay que decir que, aunque las centrales de la primera generación
obedecieron a circunstancias muy particulares, su explotación fue (y sigue
siendo en el caso de Garoña) realmente eficaz y de buenos resultados
económicos, y con notable solvencia en los temas de seguridad y protección
radiológica, incluyendo en ello la reacción contra el incendio que destruyó
parte del bloque de potencia (BOP) convencional de la central nuclear de
Vandellós I en octubre de 1989.
Por lo que corresponde a Zorita, la primera central nuclear española, su
permiso de construcción dató de junio de 1964, y vino precedido por un
acuerdo tripartito entre Westinghouse (con apoyo del gobierno
norteamericano y particularmente la Atomic Energy Commission) Unión
Eléctrica Madrileña que era la promotora de la inversión, y la propia Junta
de Energía Nuclear, que participaría en tareas que pueden considerarse que
a la vez fueron de promoción de la energía nuclear, y de verificación de su
seguridad y evaluación de sus características.
El núcleo de Zorita se hizo crítico por primera vez en junio de 1968, y su
explotación comercial definitiva no llegaría hasta agosto del año siguiente.
La Central trabajó hasta el 30 de abril de 2006, qudando definitivamente
clausurada. Aunque a lo largo de su historia hubo algunos periodos de no
funcionamiento de varios meses, para proceder a reparaciones y
backfittings, lo cierto es que la central funcionó con un factor de carga
considerablemente alto para las de su generación, pues se acercó al 70 %,
contando como hemos dicho, los periodos en que necesitó una puesta a punto.
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La Central de Santa María de Garoña, cuyo promotor y explotador fue y es
NUCLENOR, obtuvo el permiso de construcción en junio de 1966, y consiguió
la primera criticidad en noviembre de 1970, entrando en operación
comercial en mayo de 1971.
En la actualidad lleva casi 250.000 horas acoplada a la red, con una
producción superior a los 100.000 millones de kWh. Su factor de carga
desde su puesta en marcha es superior al 75 %. Tiene permiso de
explotación hasta el año 2009, y ha solicitado una extensión de dicho
permiso por 10 años más.
La central nuclear de Vandellós I fue un caso relativamente singular, entre
otras cosas porque fue la única línea de reactores sin continuación en
nuestro país, y de hecho también se abandonaría en su país de origen
(Francia). Es obvio, a tenor de la información oficial existente sobre el caso,
que dicha central obedeció a intereses políticos bilaterales entre España y
Francia, y que las embajadas de ambos países y los ministerios respectivos,
así como la JEN y el CEA, tuvieron mucho que ver en la promoción de la
misma.
Para ello se constituiría una empresa ad hoc, la Hispano-Francesa de Energía
Nuclear HIFRENSA, en la que participó Électricité de France con el 25 %,
correspondiendo el resto a las empresas del ámbito catalán.
La central recibió su permiso de construcción en el año 1967, y alcanzó su
criticidad en mayo de 1972, entrando en servicio industrial en junio de ese
mismo año.
El 19 de octubre de 1989, tras casi 150.000 horas de acoplamiento a la red,
se produjo un incendio en una de las turbinas, que afectó a más de 10.000
litros de aceite lubricante, por lo que produjo fuertes deterioros en la
parte convencional de la central, aunque el reactor se mantuvo siempre en
situación segura.
Vandellós I ha experimentado ya su fase de clausura y desmantelamiento,
evidenciándose de esta manera la capacidad para clausurar las centrales al
final de su vida de manera ordenada y sin riesgo indebido.
A lo largo de sus 17 años de funcionamiento, el porcentaje de disponibilidad
de dicha central fue muy alto, superior al 86 %, pero su factor de carga fue
tan solo de un 73 %, debido a que en 1976 se detectaron problemas en las
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prestaciones de los generadores de vapor, y por materia de seguridad se
redujo su potencia nominal en un 15 %. Es el único caso de la historia nuclear
española en el que ha habido una subpotenciación. En todos los otros,
incluyendo Zorita durante su funcionamiento, se produjo alguna subida de
potencia, que en el caso de las centrales de la segunda generación ha
superado el 8 %
En otro orden de cosas, cabe señalar que la Sociedad Nuclear Española se
fundó en 1974, en paralelo a la constitución de la Sociedad Nuclear Europea,
que aparecía como agregación de las sociedades nucleares de los diversos
países, siendo la española una de las sociedades fundadoras.
A diferencia del Forum Atómico Español, posteriormente convertido en
Foro de la Industria Nuclear Española, que tiene como socios a las empresas
del sector, la SNE es una agrupación de socios individuales,
profesionalmente vinculados a la energía nuclear, aunque también tenga
socios colectivos. No obstante, lo más característico de la SNE es la
pertenencia a la misma a título individual de dos millares de profesionales
nucleares, que a lo largo de este tiempo han estado asociados a ella.
Entre sus actividades hay que señalar las publicaciones técnicas, y en
concreto su revista mensual, que dedica un número al año a explicar
internacionalmente (en versión bilingüe) la realidad del sector nuclear
español, y la evolución de funcionamiento de sus centrales.
Otras actividades dignas de reseñarse, por su impacto positivo en el sector,
son las reuniones anuales y algunas reuniones internacionales que han
servido para abordar temas de interés general, pero específicamente
interesantes para nuestro sector, como fue en el año 1990 la Conferencia
dedicada a Availability Improvements of Nuclear Power Plants, con la cual la
SNE abordaba la nueva situación creada en España, cuyo sector nuclear
pasaba de estar fuertemente dominado por la construcción de centrales, a
exclusivamente orientado a la explotación de dichas centrales
Como dato también significativo de esta introducción histórica cabe reseñar
que con la adhesión de España a la Unión Europea en 1986, se produjo
también nuestra incorporación al Tratado EURATOM, y por tanto España
quedó integrada en el conjunto de medidas de salvaguardias y protecciones
que el Tratado establece con diversos fines, tanto en relación con la noproliferación de armamento nuclear, como en relación con los estándares de
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protección radiológica de la población y del personal profesionalmente
expuesto a las radiaciones.
Como resumen de esta reseña histórica, y al margen de que a continuación
se expliquen otras cuestiones más detalladas de la evolución nuclear
española, cabe sintetizar en los tres cuadros siguientes las características
más notables de las fases antedichas de nuestra historia nuclear:
1947 - 1968: investigación y promoción de la E.N.
EPALE 1947, Junta de Energía Nuclear, 1951
Reactor DON (Atomics International)
Acuerdo con EEUU (W-JEN-UEM)
Acuerdo con Francia (Hifrensa)
Explotadores # UNESA
Tecnatom (interés /expectativa)
Ley 25/1964 E.Nuclear (no Reglamento)
Criticidad de C.N.Zorita, Junio, 1968
1969 - 1987: Construcción de CC.NN.
Planes Energéticos Pro-nucleares
Reglamento de InstalacionesNuclares, 1972
Explotadores privados para las CCNN
Agentes tecnológicos en el ámbito del INI-JEN
Creación del Forum Atómico Español y de la SNE
Creación del Consejo de Seguridad Nuclear, Ley
15/1980
Capacitación tecnológica nuclear española
Construcción y puesta en marcha de más de 7.500 MW
nucleares
Moratoria nuclear, 1984
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Creación de ENRESA, 1984
1988 - 2007: Explotación del parque nuclear
Explotación eficiente de la CCNN españolas
Incendio de Vandellós I (1989) y cierre de la C.N.
Liberalización del sector eléctrico
Renovables: eclosión Eólica
Garantía de potencia: CGCC
Gasificación de la economía española
Desaparición de la JEN: el CIEMAT (1986)
Oferta (frustrada) de España por el ITER (2003)
III. La articulación legal del sector nuclear
Otro aspecto reseñable de la evolución histórica de la energía nuclear en
España es su desarrollo legal. En una materia tan compleja en sus raíces
científico-técnicas y de implicaciones biomédicas, sin lugar a dudas era
necesario atender a este aspecto, y en España se fue haciendo de modo muy
paralelo a la evolución europea e internacional. En gran medida el arranque
de este desarrollo legislativo se debe a la pertenencia a la OCDE y
particularmente a su Agencia de Energía Nuclear. En julio de 1960 se firmó
en París el convenio sobre responsabilidad civil en materia de energía
nuclear, que fue posteriormente ampliado en el Convenio de Bruselas de
1963, siempre en el marco antedicho de la OCDE.
En cierta medida, ese es el precedente de la Ley sobre Energía Nuclear, Ley
25/1964, que se concibió como Ley Reguladora similar a otras establecidas
en EEUU y países occidentales. En ella se trata, en los 15 capítulos que la
15
componen, de abordar las cuestiones de necesaria regulación en este ámbito,
desde los organismos administrativos competentes hasta las sanciones
penales. La Ley trata asimismo los aspectos reguladores macroscópicos de la
minería nuclear, y sobre todo el tema de las autorizaciones y licencias. No
obstante, hay que señalar que es un articulado muy genérico, poco detallado,
con la flexibilidad propia de una ley que tuviera posteriormente que
desarrollarse en los reglamentos específicos. No obstante, la ley llegó
prácticamente a tiempo para que fuera el marco jurídico en el que se
incardinara la concesión del permiso de construcción de la primera central
nuclear española, la de Zorita, que se concedió en junio de ese mismo año,
1964.
En la ley se establecía, en su artículo primero, que su objeto era fomentar y
regular las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear, proteger vidas, salud
y haciendas contra los peligros derivados de la misma, y facilitar la puesta
en práctica de los convenios internacionales ratificados por el estado
español.
Desde el punto de vista que nos ocupa en este informe, el reglamento más
importante derivado de dicha Ley se publicó en julio de 1972, por Decreto
286/1972, en el que se aprobó el Reglamento sobre Instalaciones Nucleares
y Radiactivas. Este reglamento desarrollaba básicamente el capítulo V de la
ley anteriormente mencionada, establecía tres autorizaciones preceptivas
para las instalaciones nucleares, y clasificaba a efectos de autorización las
instalaciones radiactivas en tres categorías. El Reglamento supuso un paso
importante en la normalización de las autorizaciones, introduciendo una
autorización, la del emplazamiento, que no se contemplaba en la legislación
industrial ordinaria. No obstante, el Reglamento adolecía de falta de
disposiciones de tipo técnico, que por la tendencia habitual de la época se
dejaban en manos de las Instrucciones Técnicas Complementarias. No
obstante, la dificultad intrínseca de los temas nucleares y el rápido
desarrollo de la tecnología, que se estaba asimilando en España, hacía
enormemente difícil el establecimiento de las ITC en tiempo y forma. De ahí
que se recurriera a un concepto fundamental, que fue el de aplicación
subsidiaria de la legislación del país de origen del reactor nuclear que se
tratara. Esta norma, junto a la aplicación del concepto de central nuclear de
referencia, fue muy útil para evitar el estancamiento de la progresiva
industrialización nuclear de España, pues permitió a la Junta de Energía
Nuclear, todavía órgano competente en dicha materia, actuar con rapidez y
solvencia en la tramitación de las autorizaciones de la segunda generación
de centrales nucleares españolas.
16
Como se ha dicho, estas obtuvieron sus permisos de construcción entre
1973 (Lemoniz y Almaraz) y 1976 (Cofrentes) lo que supuso un esfuerzo
considerable de análisis y actualización de procedimientos en un programa
enormemente mayor que el de la generación precedente. Por fortuna, seis
de los siete reactores involucrados obedecían al mismo modelo, lo que
supuso un ahorro de esfuerzo y de tiempo que sirvió de mucho en la
tramitación técnico-administrativa de dichas instalaciones.
En el desarrollo legal ulterior cobra especial significación la Ley 15/1980 de
creación del Consejo de Seguridad Nuclear.
Esta ley optaba por la constitución de un organismo independiente del
ejecutivo, para controlar las actividades nucleares y radiológicas y dar los
informes preceptivos, vinculantes en caso de ser denegatorios, para las
diversas autorizaciones de todas las instalaciones en cuestión, tanto
nucleares como radiactivas.
En este paso legislativo, España se orientaba en el sentido marcado en
EEUU, en 1974, con la segregación de las actividades reguladoras, que hasta
esa fecha habían estado en el seno de la Atomic Energy Commission. Se
entendía por parte de los legisladores norteamericanos que una misma
institución o entidad no podía estar al frente de la promoción de la energía
nuclear, como era el caso de la AEC, y posteriormente el DOE, y ocuparse
asimismo de juzgar las características de seguridad de las instalaciones,
tanto en la fase de diseño y construcción como en la fase de explotación.
Invocando el principio de que nadie puede ser juez y parte, se separaron así
dichas actividades, y con la misma filosofía se creó el Consejo de Seguridad
Nuclear, con dependencia exclusiva respecto del Parlamento de la nación.
En 1982 se aprobó el Real Decreto 1157 que establecía el Estatuto del CSN,
y con posterioridad a dicha fecha se fueron publicando diversas
disposiciones legales, en general a nivel de Real Decreto, para mejorar los
aspectos regulatorios y la protección de las personas en diversas
actividades. Así, merece citarse el Real Decreto 53/1992 aprobando el
Reglamento sobre Protección Sanitaria contra las Radiaciones Ionizantes, y
el Real Decreto 58/1995 sobre Protección Física de Materiales Nucleares.
Con el tiempo se actualizó la reglamentación sobre las instalaciones
nucleares y radiactivas en general, aprobándose en 1999 el Real Decreto
1836 que constituye el Reglamento actual sobre todo tipo de instalaciones
en las que tiene jurisdicción el Consejo de Seguridad Nuclear.
17
Como complemento técnico de las disposiciones legales en materia nuclear,
hay que decir que se establecieron una serie de redes de vigilancia
radiológica ambiental que suponen un respaldo fundamental para la garantía
de seguridad en las instalaciones nucleares y radiactivas. Estas redes
cubren el mapa español, con mayor densidad de estaciones en las zonas
próximas a las centrales nucleares.
Junto a las destinadas al control atmosférico, existen otras de muestreo de
aguas continentales y costeras, lo cual proporciona una vía de información
radiológica independiente que resulta complementaria de las medidas
adoptadas en las instalaciones nucleares.
IV.
La fase de construcción. El despliegue eléctrico
Cuando en 1969 comenzó el funcionamiento comercial de la Central Nuclear
José Cabrera de Zorita, la mayor parte de las centrales eléctricas
existentes en España, tanto hidráulicas como térmicas, tenían potencias
similares, o incluso inferiores, a los 150 MW eléctricos netos de Zorita. Por
descontado, en esa época las potencias unitarias de las instalaciones
térmicas se incrementaban rápidamente, y a lo largo de los años 70 se
experimentaría el cambio más abrupto, pasando de turbogeneradores de
cómo máximo 250 MW eléctricos, a más de 1.000.
La energía nuclear pasó a proveer al sistema eléctrico español de una forma
de generación de energía en base considerablemente fiable, con muy alto
factor de disponibilidad, y muy baja indisponibilidad programada. A lo largo
de todos estos decenios se ha ido produciendo una enorme cantidad de
energía generada en dichas centrales, que desde el año 1989 han generado
anualmente cantidades bien por encima de los 50 TWh, y que a partir del
año 2000, merced a la sobrepotenciación de las centrales de la segunda y la
tercera generación, ha generado anualmente por encima de los 60 TWh.
En energía primaria, la energía nuclear ha supuesto una importantísima
aportación al sistema energético español, representando una importante
reducción de consumo de hidrocarburos, que hubiera habido que importar de
no haber contado con la energía nuclear. En 1973, cuando ya estaba en
operación el primer trío de centrales de la primera hornada, la energía
nuclear representó 1,7 Mtep, lo que equivalió a algo más del 3 % de la
energía primaria en ese año. Lógicamente el cambio más importante se
18
produjo a finales de la década de los 80, con la incorporación progresiva de
las unidades de la segunda generación, que totalizaron algo menos de 5.000
MW eléctricos, aunque hoy día su potencia asignada exceda de dicha
cantidad, por la sobrepotenciación que han experimentado.
En el año 1986 se alcanzaron prácticamente los 10 Mtep de generación
bruta, y para 1990 se había subido por encima de los 14 Mtep. Esto último
representaba dicho año más del 16 % de la energía primaria consumida en
España y más del 33 % de la electricidad generada.
A lo largo de la década de los 90 se mantuvo la cifra de generación en torno
a los 14 Mtep/año, con tendencia creciente, un tanto a saltos, como
consecuencia de las sobrepotenciaciones aludidas. Se llega así al año 2000 a
superar los 16 Mtep de producción al año, lo que representó en ese caso el
13,3 % de la energía primaria. Lógicamente, en valor porcentual desde
entonces, la participación de la energía nuclear ha ido decreciendo, como
consecuencia del aumento general de la demanda, y el estancamiento en la
potencia nuclear total instalada, aunque haya habido esos incrementos
porcentuales de sobrepotenciación. En la actualidad, la producción nuclear
equivale a unos 16,5 Mtep/año, lo que supone eléctricamente una generación
superior a los 63 TWh. Medido en la producción bruta total anual, ello
representa del orden del 20 %, lo que también evidencia una reducción en
dicha participación porcentual, que alcanzó máximos del 35 % a mediados de
los años 90.
El equivalente energético de la generación eléctrica de origen nuclear, a lo
largo de toda la historia del sector, supera los 344 Mtep, lo que significa,
19
de haber producido dicha energía eléctrica en centrales de carbón, una
emisión de 1.260 millones de toneladas de CO2.
La cifra antedicha también puede valorarse respecto del consumo total de
energía en España hoy día, pues los 344 Mtep antes citados, de producción
integrada nuclear, son dos veces y media la energía primaria consumida
anualmente en la actualidad.
A estas cifras macroscópicas hay que añadir lo ya mencionado
anteriormente acerca de la alta disponibilidad de las centrales nucleares,
con un funcionamiento en base que ha dado mucha estabilidad al sistema a lo
largo de estos años. En el apartado precedente se mencionaron las cifras
relativas a la Central José Cabrera, Garoña y Vandellós I. Solo en el caso de
Zorita el factor de carga estaba por debajo del 70 %, aunque muy
ligeramente. Si se tiene en cuenta las unidades de la segunda y tercera
generación (aunque esta terminología no debe confundirse con el concepto
de generación empleado en el desarrollo tecnológico de los reactores) se
puede indicar que Almaraz I ha funcionado con un factor de carga del 79 %,
a lo largo de su historia, y un 84,5 % en factor de operación; que Almaraz II
ha arrojado unas cifras respectivamente de 85,5 y 89,4; Ascó I de 82,8 y
85,4; Ascó II de 86,7 y 89,5; Cofrentes de 86,8 y 89,3; Vandellós II de
85,5 y 88,3; y Trillo de 84,3 y 86,4.
Las cifras son verdaderamente elocuentes de la disponibilidad y apoyo a la
garantía de suministro con características de centrales de base de muy alta
fiabilidad. Este es sin duda uno de los aspectos más importantes de la
contribución de la energía nuclear a la satisfacción de la demanda eléctrica
en nuestro país. La pérdida de su participación debido al estancamiento
relativo de su potencia total respecto de los continuados incrementos en la
demanda, debe considerarse como factor preocupante, pues la garantía de
suministro y la fiabilidad de funcionamiento que aportan las centrales
nucleares es un elemento clave en el funcionamiento del sistema peninsular
eléctrico español, y no debería perderse, para no comprometer las
características de dicho funcionamiento, que a nivel europeo e internacional
han sido, sin lugar a dudas, muy exitosas. En términos generales, España no
ha sufrido apagones y problemas de suministro, de la calidad y cantidad que
han experimentado otros países europeos y EEUU, tanto en la costa este
como en la oeste.
En el cuadro adjunto se presenta el estado actual del patrimonio nuclear
español, en cuanto a centrales nucleares, que es la parte más visible del
20
sector, y que en cierto modo corona los esfuerzos hechos por el país y sus
diversas instituciones en este campo.
En el gráfico siguiente, sobre factor de disponibilidad, se plasma el buen
nivel de funcionamiento de nuestras centrales, que en general están en el
cuartil superior de indicadores de funcionamiento, a nivel mundial.
Centrales
Reactor
MW
Propietarios
Autorización
Construcción
Op.Comercial
Garoña
BWR
General
Electric
466
Mayo 1966
Mayo 1971
Almaraz I
PWR
Westinghouse
977
Julio 1973
Mayo 1981
Almaraz
II
PWR
Westinghouse
980
Julio 1973
Octubre 1983
Ascó I
PWR
Westinghouse
PWR
Westinghouse
1.032
Mayo 1974
Diciembre 1984
Marzo 1975
Marzo 1986
BWR
General
Electric
PWR
Westinghouse
1.092
100% Nuclenor :
50% Endesa
50%
Iberdrola
CNAT (Gestor)
36% Endesa
53% Iberdrola
11% Unión Fenosa
CNAT (Gestor)
36% Endesa
53% Iberdrola
11% Unión Fenosa
ANAV (Gestor)
100% Endesa
ANAV (Gestor)
85% Endesa
15% Iberdrola
100% Iberdrola
Septiembre
1975
Marzo 1985
Diciembre
1980
Marzo 1988
PWR
SiemensKWU
1.066
ANA-CNV
72% Endesa
28% Iberdrola
CNAT
15,5%
Hidrocantábrico
48% Iberdrola
2% Nuclenor
34,5%
Unión
Fenosa
Agosto 1979
Agosto 1988
Ascó II
Cofrentes
Vandellós
II
Trillo
Totales
1.027
1.087
7.727
También se recogen a continuación dos cuadros de informaciones oficiales
del CSN sobre los "scrams" (paradas automáticas) de nuestras centrales, y
21
el promedio de actuaciones de seguridad, realmente bajo (y decreciendo) lo
que indica el buen funcionamiento de las centrales, según lo previsto y
dentro de las normas.
Siendo esto así, y gozando de un parque de centrales nucleares fiable y de
muy buenas prestaciones, cabría preguntarse el por qué del "parón" nuclear
que desde hace más de 25 años afecta a España.
22
Un paréntesis demasiado dilatado
Aunque en la actualidad no hay una moratoria nuclear de derecho en nuestro
país, a partir de la ley del Sector Eléctrico de 1997 (54/1997), de facto si
la hay, como consecuencia de la moratoria oficial previa desde 1984; y por la
problemática de aceptabilidad social de la energía nuclear, a lo cual se añade
la dificultad de financiación de estas instalaciones en un mercado
liberalizado y con riesgos regulatorios no aquilatados del todo, que pueden
23
tener influencia negativa en la duración y el coste de construcción de la
central, y por ende en su rentabilidad económica.
En todo caso, se ha de contar con que a principios de los 80 había un
programa muy ambicioso de construcción de centrales nucleares,
procedente de una planificación hecha en épocas de crecimiento
desarrollista. Este programa comportaba problemas económicos, por una
situación de crisis en el desarrollo del país, así como de aceptabilidad social,
llegando al caso límite de la Central Nuclear de Lemoniz.
Las actuaciones terroristas de ETA contra esta central y sus equipos
humanos, y particularmente el asesinato de su Director, José María Ryan,
condujeron a que el Parlamento Vasco estableciera una Comisión de
Encuesta para analizar todo lo referente a la central nuclear, y
específicamente sus aspectos técnicos, de seguridad y económicos, así como
para evaluar la necesidad de energía eléctrica generada en el País Vasco.
Como consecuencia de los trabajos de dicha Comisión de Encuesta, y de
otras iniciativas políticas paralelas, se decidió que dicha central pasara a
ser titularidad del gobierno autónomo vasco, que constituyó a tal efecto el
Ente Vasco de la Energía, cuyos activos principales serían dicha central y el
yacimiento gasístico de La Gaviota, en aguas de Bermeo.
Sin embargo, el asesinato por ETA de Angel Pascual Múgica, primer
Director General de dicho Ente, produjo la paralización de dicha iniciativa, y
la central nuclear de Lemóniz fue nacionalizada por el gobierno estatal y
sometida a un consejo de intervención para decidir sobre su futuro; consejo
que no pudo encontrar una solución factible para el funcionamiento de
Lemóniz, lo cual llevó a que esta se incluyera en la moratoria aprobada en
1984, que además tenía por fin sanear las consecuencias económicas de unas
inversiones tan altas como había supuesto el parque nuclear español
construido, y en construcción o en proyecto.
Podría decirse que en el sector eléctrico hay "oleadas" en las inversiones, y
que durante un ciclo dado, por diversas razones (económicas y de
financiación; tecnológicas; y también socio-políticas) las inversiones se
polarizan hacia un monopsonio. Eso puede provocar paréntesis
excesivamente dilatados en otros sectores o alternativas.
En el momento actual, son las centrales de gas natural y los parques eólicos.
Pero las condiciones están evolucionando en lo relativo a la Energía Nuclear,
24
no sólo en Asia, que sin duda constituye ahora el mejor mercado, sino
Estados Unidos y Europa. Finlandia y Francia son las primeras de una lista
que sin duda va a engordar en el inmediato futuro. Y a la cual debe
incorporarse España, no sólo por garantía de suministro eléctrico, sino por
no poder la capacidad tecnológica tan acendradamente labrada a lo largo de
estos seis decenios.
V. La situación tecnológica
A lo largo de estos 60 años de energía nuclear en España, las prioridades,
intereses y resultados de la actividad del sector han ido variando
considerablemente, como no podía ser de otra manera.
En los dos primeros decenios de su desarrollo, todo el énfasis fue puesto en
la investigación básica y en la asimilación y generación de conocimientos.
En la etapa media de esta historia, España se transforma en un país
constructor de centrales nucleares. Éste pasa a ser el cometido más
relevante y el que mayores esfuerzos en dedicación e inversiones requiere,
y asimismo el que proyecta resultados socioeconómicos más relevantes.
En los dos últimos decenios, la actividad del sector ha estado muy centrada
en la explotación de las centrales construidas. En un punto precedente de
este escrito se ha hecho alusión a la contribución de la energía nuclear a la
satisfacción de la demanda eléctrica y a la mitigación de la dependencia del
petróleo.
La incidencia socioeconómica de estas actividades ha sido y es cuantiosa,
como brevemente se resume en la información del cuadro ajunto
25
donde se recogen datos económicos de la actividad nuclear, que conforma
sin duda un sector muy saneado, que debería tener una proyección similar
más allá del funcionamiento de las CCNN actuales, en beneficio del país.
Si el sector nuclear ha llegado a esos niveles de madurez no ha sido sin
criterio ni esfuerzo, sino al contrario, pletórico de ambos. La decisión
nacional de incrementar continuadamente la capacidad en este sector ha
sido una de las claves de este éxito. En el cuadro siguiente se resume el
incremento de la participación nacional en la construcción de las centrales
nucleares de las diversas etapas de su desarrollo. Los números hablan por sí
mismos.
Participación Nacional en las Centrales Nucleares Españolas (%)
CONCEPTO
Bienes de equipo
CENTRALES CENTRALES CENTRALES
1ª ETAPA
2ª ETAPA
3ª ETAPA
1964-1973
1973-1985
1975-1988
24-25
45-55
75-80
Caldera
nuclear
Turbogenerador
Mecánico - Eléctrico e Instrumentación
Servicios
-
30-35
30-40
70-80
75-85
70-75
55-60
85-90
95-100
93-96
96-98
Construcción 65-75
Montaje 80-85
Transporte
Ingeniería
50-70
- Form. de personal
100
100
95
75-80
80
100
100
95-100
85-95
100
Total
65-70
80-80
42-44
26
Debido a la madurez comercial de las centrales y las técnicas nucleares
sobre las que se basan, resulta hasta cierto punto lógico que la I+D básica
sea de financiación esencialmente pública en nuestro país, y en general, pues
las tecnologías comercializadas pueden dar satisfacción a la demanda de
servicios, e incluso de nuevas centrales nucleares, en un plazo de decenio o
decenio y medio; de modo que la I+D se orienta a plazos más dilatados, de
interés menor para las empresas comerciales.
En la I+D nuclear en España se detectan algunas lagunas y carencias
importantes, sobre todo en infraestructuras y laboratorios, pero aquí
también conviene mencionar nuestra pertenencia a la Unión Europea, donde
se pueden encontrar laboratorios e instalaciones que suplan nuestras
deficiencias. Más aún, debido a la carestía y especificidad de dichas
instalaciones, no tiene sentido actualmente desarrollar modelos autárquicos
de I+D nuclear en el seno de EURATOM, sino concentrar estas
investigaciones en laboratorios e instalaciones debidamente dimensionados
y con los niveles de seguridad adecuados. Por ejemplo, se señala a menudo la
carencia de celdas calientes en España para tratamiento del combustible
irradiado o de investigación sobre actínidos, pero esta carencia de puede
suplir fácilmente con un adecuado marco de colaboración con el Instituto de
Transuránidos del JRC, emplazado en Karlsruhe, y que cuenta con
laboratorios específicos, auténticamente únicos en el mundo, que no tendría
sentido repetir en otros países de la Unión Europea. (Francia es una
excepción lógica a esta regla, por la tradición nuclear del país, y por el
tamaño de sus investigaciones. Y de hecho es el único país europeo con
instalaciones de I+D análogas a las antedichas del Instituto de
Transuránidos, contándose adicionalmente en este campo con algunas
instalaciones del Centro de Energía Nuclear de Mol en Bélgica (SCK-CEN)).
La I+D en fisión está por tanto en el momento actual muy centrada en el
sector público, y radicada esencialmente en el CIEMAT y las universidades
con estudios y laboratorios nucleares. Recientemente, se ha constituido la
llamada Plataforma Tecnológica Nuclear en España, CEIDEN, como
contraparte nacional a la iniciativa de constituir la European Nuclear Energy
Technology Platform, cuyo lanzamiento se realizó en septiembre de 2007.
En esta Plataforma europea se cuenta con la participación española, tanto
del CIEMAT como de las universidades, y posiblemente de agentes
tecnológicos importantes, (ENUSA, ENSA, TECNATOM, Empresarios
Agrupados....) así como de algunas empresas eléctricas con activos nucleares.
27
Las áreas de investigación en las que están involucrados los diversos equipos
de I+D españoles abarcan gran parte de todo el espectro de intereses en
los programas de EURATOM, con especial participación en los temas de
gestión de residuos radiactivos, tanto en lo referente a los almacenamientos
geológicos profundos, como en los temas de partición y transmutación.
También es notable la participación en desarrollos sobre física de reactores,
y de simuladores computacionales de sus características, que pueden ser
muy útiles de cara a proyectos de largo plazo, como son los de la Generación
IV.
Sin embargo, España, prácticamente no ha participado en los desarrollos de
la generación III, por haberse concentrado éstos en Francia y Alemania,
fundamentalmente, y haber tenido EURATOM muy poca participación en ello,
dado las características comerciales de aplicación que tenían dichos
desarrollos.
Sí se ha participado en investigaciones europeas sobre las prestaciones de
las centrales nucleares con combustibles de más alto quemado, y sobre todo
en las investigaciones acerca del comportamiento del reactor y sus
componentes en accidentes severos. Cuestión distinta es aquilatar hasta que
punto dichas investigaciones han tenido un reflejo significativo en la actual
capacitación de la gestión de los accidentes en los reactores actualmente en
servicio, cuyas prácticas de seguridad están establecidas de acuerdo a
metodologías previamente aceptadas. En este ámbito, tanto directamente
como a través del Grupo Nuclear de UNESA, nuestras CCNN se apoyan
mucho más en Estados Unidos.
Lógicamente el sector industrial dedicado a las instalaciones nucleares fue
evolucionando con el tiempo en función del propio desarrollo del sector. Así
por ejemplo, pasada una primera fase en que la minería y laboreo del U
recibían muy alta prioridad, la gestión de la parte pre-reactor del ciclo del
combustible nuclear se centró en la fabricación de los elementos de
combustible. Por razones de tamaño unitario rentable de la planta instalada
por ENUSA en Juzbado, una fracción de su capacidad ha ido siempre a la
exportación, lo cual es adicionalmente una garantía de buen hacer, al margen
del beneficio económico que comporta.
28
En cuanto a los componentes del sistema nuclear de generación de vapor, y
otros elementos auxiliares, la parte sustancial corrió a cargo de la empresa
Equipos Nucleares, S.A. ENSA, que en su fábrica de Maliaño, en la bahía de
Santander, dispone de todos los elementos necesarios para la fabricación
del equipo más pesado de centrales nucleares, incluyendo la vasija. No
obstante, debido al parón nuclear en el mundo occidental, y específicamente
en España, ENSA se ha reorientado fundamentalmente a la fabricación de
generadores de vapor para las centrales nucleares PWR, pues estos
componentes han demostrado un deterioro por fatiga que ha obligado a su
cambio en la mayoría de las centrales de segunda generación, lo cual no ha
supuesto una carga económica muy gravosa contra la economía de las
centrales, y sin embargo ha permitido la sobrepotenciación de éstas, y la
operación con un alto factor de carga. Para ENSA, por supuesto, ha
representado un mercado fundamental, que en su amplia mayoría se ha
orientado a la exportación.
Junto a las industrias más específicas de bienes de equipo, se ha de señalar
la existencia de un conjunto importante de empresas de pequeño y mediano
porte, e incluso de gran porte a escala internacional, dedicadas al
mantenimiento y otras operaciones complementarias de las centrales
nucleares. El caso de TECNATOM es posiblemente el más significativo
dentro del sector de servicios y asistencia tecnológica a dichas centrales.
No obstante, del tamaño de todo el sector industrial que se alimenta de las
centrales nucleares y a su vez hace posible el correcto funcionamiento de
éstas, da completa idea el Directorio que anualmente publica la Sociedad
Nuclear Española, que sirve de referencia en el sector, de lo cual a su vez
queda buena muestra en las exposiciones comerciales que se realizan
durante las reuniones anuales de dicha Sociedad.
En el futuro de la industria de bienes de equipo y de asistencia tecnológica a
las centrales nucleares, hay que señalar dos ámbitos o iniciativas que
representarán nuevos desafíos y oportunidades para este sector: la
prolongación de vida útil, o continuidad apropiada de funcionamiento, de las
centrales nucleares y la construcción de un Almacenamiento Temporal
Centralizado de combustible gastado.
Respecto de la primera actividad, que puede ser crucial para el sector en
términos generales, cabe decir que comportará la reposición de numerosos
equipos tanto mecánicos o electromecánicos, como electrónicos y de control,
y que asimismo requerirá mejoras en las tareas de mantenimiento e
inspección en servicio y en parada de recarga. Todo ello conformará, como
29
se ha dicho, un nuevo desafío y una nueva oportunidad para el sector de
bienes de equipamiento nuclear.
Análogamente, la construcción del ATC supondrá unas tareas de ingeniería y
de servicios tecnológicos de componentes que representará también una
nueva vía de desarrollo para el sector. Téngase en cuenta que los principios
de seguridad en estos almacenamientos son sensiblemente similares a los
habidos en los reactores por lo que respecta al confinamiento de la
radiactividad, lo cual implica la integridad de las barreras de confinamiento,
ante cualesquiera sucesos eventuales de tipo mecánico o químico, y asimismo
el mantenimiento de la refrigeración adecuada de la potencia residual del
combustible gastado. Por último, también requerirá los blindajes apropiados
para minimizar la exposición in situ.
Para dar respuesta a estos dos desafíos, no se identifica ninguna carencia
relevante en el sector español de servicios tecnológicos y bienes de equipo,
aunque, por supuesto, parte de las actividades y suministros se podrán
contratar en el mercado internacional; y a la vez, desde el sector español se
podrán ofertar al extranjero esos mismos suministros y asistencias, pues
como se ha mencionado para el caso de los grandes componentes y del
combustible nuclear, así como para las tareas más específicamente
nucleares de mantenimiento, desde el sector nuclear español se presta
mucha atención a la exportación, y se logra mantener, en gran medida, el
nivel de trabajo merced a dicho esfuerzo exportador.
Como resumen acerca de la situación tecnológica y de investigación en
España, se puede decir que en I+D ha habido una depauperación de los
equipos existentes en los años 70 y 80, pero a su vez ha habido un
acercamiento progresivo a las estructuras de investigación europeas, aunque
esto no ha llegado al nivel deseable, y acorde con la importancia de la
energía nuclear en nuestro país. Desde ese punto de vista se puede
considerar que la situación tecnológica española está más capacitada
para las necesidades comerciales inmediatas que para abordar desafíos
de futuro de cierta entidad. Para esto último, el sistema de I+D español,
esencialmente público en este campo, debería ser reestructurado e
impulsado considerablemente, en coherencia con los planteamientos de
EURATOM de cara a la generación IV y a los ciclos de combustible nuclear
que cumplieran los requisitos de sostenibilidad de la energía nuclear, que el
propio EURATOM ha de redefinir o actualizar.
30
No es posible finalizar esta breve reseña sobre la situación tecnológica y de
I+D sin hacer alusión a lo que comienza a ser, no sólo en España, sino en toda
Europa, el problema posiblemente más acuciante para el desarrollo de la
tecnología nuclear: el factor humano. La reducción del alumnado en las
materias nucleares, así como una merma de vocaciones en el doctorado
nuclear, hace muy difícil la reposición de equipos, sobre todo en el ámbito
de la investigación. También es necesario un esfuerzo para el relevo
generacional en la explotación comercial de las centrales nucleares, y en
plazo no mucho más dilatado, en las compañías y agentes tecnológicos del
sector, cuya edad media profesional es considerablemente elevada. Para
responder a estos temas, las universidades españolas más relevantes en el
campo tecnológico nuclear, han optado por incrementar su participación en
programas y redes europeos, particularmente en la ENEN (European
Nuclear Energy Network), con lo cual se espera incentivar los estudios
nucleares en Europa en general, y por ende en España. Pero corremos el
riesgo de implantar estas soluciones demasiado tímidamente y demasiado
tarde.
VI.
A guisa de resumen: otear el futuro
Una imagen puede valer más que mil palabras para esbozar un resumen
sobre la Energía Nuclear en España. Esta imagen se recoge en el cuadro
adjunto
% de
participación
Evolución de la participación de la producción eléctrica nuclear para vidas de
CNs. de 40 y 60 años.
30,00%
20,00%
12,40%
10,00%
0,00%
0,00%
2006
2010
2014
2018
2022
2026
2030
Años
Participación de la producción eléctrica nuclear en el total (%). Vida CNs. 60 años
Participación de la producción eléctrica nuclear en el total (%). Vida CNs. 40 años
23
31
Evolución de la participación de la producción eléctrica nuclear en el total
(%)
30,00%
20,00%
19,93%
10,00%
12,40%
0,00%
2006
2010
2014
2018
2022
2026
2030
Años
Vida 60 años e incorporación de 4.800 MW nucleares adicionales
Vida 60 años
25
y viene a expresar que el sector nuclear español conforma una realidad
eficaz y útil, bien estructurada, con capacidad operativa de muy alto nivel y
una potencialidad de nivel institucional. Abarca muy diversos dominios
tecnológicos y se proyecta sobre las actividades necesarias, desde la
fabricación del combustible a la gestión de los residuos.
España no puede atribuirse el papel de país de primera línea en el diseño y
construcción de plantas nucleares. No teníamos masa crítica para llegar a
eso. Sí somos un país competente y completo a nivel de segunda línea, con
gran solvencia en la ingeniería de las diversas parcelas nucleares, y en
formación y entrenamiento. Poseemos una estructura de trabajo nuclear
32
considerablemente equilibrada, verdaderamente ejemplar cómo realización
tecnológica. No tendría sentido que el resultado de este esfuerzo colectivo
careciera de futuro a largo plazo por la impericia de los prejuicios de
quiénes dominan la opinión pública y el poder político.
Más aún si se tienen en cuenta las enormes posibilidades que la energía
nuclear comporta de cara a un futuro que va a ser muy complejo en materia
energética. No hemos de jugar a ser agoreros, pero en garantía de
suministro no podemos ser menos pesimistas que en el Global Warming y el
Cambio Climático. Contra todo ello, la Energía Nuclear es un antídoto
magistral, con una potencialidad riquísima como la que recoge sucintamente
la imagen adjunta. Contemplando lo que en ella se plantea, cabe cerrar este
breve ensayo subrayando que la Energía Nuclear en España es una firme
realidad que proviene de 60 años de esfuerzo. Su proyección hacia el futuro
abarcará mucho más de 60 veces 60 años.
34
Agradecimientos
Se agradece al Foro de la Industria Nuclear y a la Fundación para Estudios
sobre la Energía su apoyo en este campo, y el uso de documentación
elaborada originariamente para dichas entidades.
Bibliografía
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33
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34
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