Perspectivas actuales de la Energía Nuclear Colegio Libre de Eméritos 21 de abril, 2008 LA ENERGIA NUCLEAR EN ESPAÑA José Mª Martínez-Val Presidente del Comité Científico y Técnico de EURATOM Catedrático de la E.T.S. de Ingenieros Industriales de Madrid, UPM I. Aquí y ahora "Por sus obras les conoceréis" es un proverbio moral que muy bien puede aplicarse a todo orden del quehacer humano, particularmente el científico y tecnológico; aunque el concepto de obra haya que considerarlo en su acepción más amplia, que no sólo incluye las realizaciones tangibles plenamente acabadas, sino las aspiraciones y los ideales, los planes y los programas, las iniciativas fallidas y las que alumbraron con éxito, y todo el entramado de la historia y la intrahistoria. Desde un punto de vista pragmático, la Energía Nuclear en España es una actividad industrial comercial que genera al año más de 60 TWh (60.000 millones de kWh) en ocho reactores que suman una potencia nominal de 7.727 MW eléctricos. Lo que ello supone en ahorro y de divisas y en seguridad de suministro es realmente significativo, aunque sea de evaluación un tanto subjetiva, según las referencias que se tomen para determinar valores. Más sencillamente cuantificable es el efecto de ahorro en emisiones de CO2. Si la energía anual antedicha se hubiera de generar con centrales de carbón (de características semejantes en cuanto a coste, garantía de suministro y funcionamiento en base) se emitirían más de 60 millones de toneladas de CO2. La emisión actual española es de 440 millones de gases de efecto invernadero (en CO2 equivalente) de los cuales 370 millones son de CO2 propiamente hablando. De ellos, unos 120 millones corresponden al sector eléctrico. Lo cual significa que, de desaparecer las centrales nucleares y sustituirse -en esta ficción- por centrales de carbón, las emisiones del sector eléctrico aumentarían en un 50 %. 1 Algunos verían más lógica que la sustitución ficticia se hiciera con centrales de gas de ciclo combinado, y en ese caso el extra de emisiones estaría sobre los 23 millones de toneladas, que tampoco es una cifra despreciable. Pero el gas natural no tiene las connotaciones del carbón en cuanto a coste y garantía de suministro, por varias razones. No es éste el momento para hacer una exposición detallada de las características de unos y otros combustibles, pero sí es preciso mencionar al menos una: las considerables dificultades de almacenamiento del gas natural, en cuantidades relevantes para absorber las posibles incidencias en su suministro y consumo (particularmente en lo primero). Al contrario que los combustibles líquidos, que pueden almacenarse sin demasiado gravamen en cantidad equivalente a tres meses de consumo, los países importadores de gas apenas son capaces de almacenar el consumo de una semana, y en España a menudo esta cifra ha sido de unos pocos días. Es decir, no hay sólo un problema de reservas explotables y coste asociado, sino de garantía térmica (lo cual merece reseñarse, pues a menudo sólo recordamos la problemática de la garantía geopolítica, que tampoco es un problema menor). Teniendo en cuenta la imperiosa necesidad de satisfacer la demanda de electricidad en cualquier país que se considere civilizado, y las impresionantes repercusiones negativas que lo contrario puede acarrear en actividad socioeconómica y en bienestar personal y colectivo, habría que reconocer que la contribución de la Energía Nuclear a la garantía y calidad del suministro eléctrico es un bien social y económico de muy alto valor. Es sobradamente conocido que muchas voces discrepan de este aserto, y que los movimientos antinucleares son muy activos socialmente, con notoria repercusión en la esfera política. Las razones de ello son múltiples, desde ideológicas a mercantiles, y a buen seguro que en diversas ponencias de este Simposio se tratará de ellas. Desde luego, en ello pesa lo que John Stuart Mill, el padre filosófico del liberalismo político, apuntaba a mediados del siglo XIX como una de las paradojas de la democracia, que podría conducir a una "dictadura de la mayoría": las dificultades intrínsecas (fundamentalmente científicas) de algunos problemas, no comprensibles para una amplísima fracción de la población, que sin embargo ha de emitir juicio social y político sobre dichos problemas y sus implicaciones para la sociedad. La Energía Nuclear (que ni en sueños estuvo en la mente de Stuart Mill cuando escribía su ensayo "On liberty") es uno de esos problemas de muy difícil comprensión, y se presta como pocos a la manipulación demagógica que atiza el miedo a lo desconocido. De ahí que sea muy importante hacer un esfuerzo por tratar de explicarla socialmente, a todos 2 los niveles. Particularmente, entre aquéllos con responsabilidades políticas, a los que cabría exigirles el coraje de no comprometer el futuro por querer salvar su situación política del momento. No se trata de coger temerariamente el toro de la dificultad por los cuernos. Se trata de templar su embestida para crear una situación más armónica. La Energía Nuclear es hoy día un bien para España, y debe seguir siéndolo en el futuro. Contra ello pesa una situación de opinión pública no muy positiva al efecto. Ante lo cual no cabe sino intentar una vez que la opinión nos conozca. Que conozca a la Energía Nuclear. Para lo que conviene explicar sus obras. II. Reseña histórica de un inteligente esfuerzo La Energía Nuclear española es el resultado de un extenso e intenso esfuerzo colectivo, que no colectivizado, hasta cierto punto coordinado y programado, pero al mismo tiempo con iniciativas independientes, particularmente en la promoción de las centrales nucleares. En todo caso, no es fruto de la improvisación ni de decisiones coyunturales, sino de una voluntad firme de aprovechamiento seguro y económico de una fuente de energía imprescindible para un país con muy escasos recursos energéticos propios. En cierta medida, la Energía Nuclear española y su desarrollo son uno de los más claros ejemplos de lo que el profesor Juan Velarde llamó "Historia de un esfuerzo colectivo. De cómo España superó el pesimismo y la pobreza. 1.900-2.000" (Editorial Planeta y Fundación BSCH, ISBN 84-3958581-0). España acumulaba un retraso histórico en la explotación de los recursos naturales y de las fuerzas de la naturaleza en beneficio de sus ciudadanos y del bien común, y la incorporación del país a las tecnologías más potentes del siglo XX era el gran desafío pendiente. A ese desafío se dio cumplida respuesta, a lo largo de un proceso ya sexagenario, que transcurrió a través de tres fases relativamente bien diferenciadas, cada una prácticamente de 20 años, pletóricas de cuestiones interesantes en los avatares humanos, nucleares y no nucleares. En la historia nuclear de España, que cubre estos últimos 60 años se distinguen pues tres fases consecutivas de características muy específicas, que repercutieron considerablemente en los avances y asimilaciones tecnológicas efectuados en cada caso. Curiosamente, además, cada una de las fases tiene aproximadamente 20 años, lo que permite un estudio más sistemático en la vertiente cronológica, aunque lo fundamental son los marcos sociales y políticos antes aludidos, su impacto en la energía nuclear, y los resultados en el ámbito tecnológico, 3 condicionados muchas veces a la reacción social y política ante la energía nuclear. Las tres fases aludidas pueden, pues, clasificase según sigue: - 1948 – 1968: fase de investigación y promoción de la energía nuclear 1969 – 1987: fase de construcción de centrales nucleares 1988 – 2008: fase de explotación de las centrales nucleares Internacionalmente hablando, la primera fase está lógicamente dominada por los efectos de la segunda postguerra mundial. En ella hubo de hacerse, sobre todo en el ámbito europeo occidental, una enorme labor de recuperación económica y humanitaria, sentándose las bases de un desarrollo socioeconómico posterior de tal magnitud como prácticamente no se ha encontrado otro a lo largo de toda la historia. Desde el punto de vista comercial puede considerarse el año 68 como el hito de comienzo de este sector en cuanto a su relevancia pública, por la finalización de construcción de la central de Zorita de los Canes, nuestra primera central, y la criticidad de su reactor, que ocurrió el 30 de junio de dicho año. Sin embargo, con anterioridad había dos decenios completos de interés por la energía nuclear y de desarrollo de múltiples actividades de investigación, formación y creación de equipos, e incluso planteamiento de una estructura industrial que permitiera la asimilación de tecnología y produjera los mejores resultados para el país, no sólo en cuanto a la generación de energía eléctrica, sino en el acervo tecnológico creado en este sector. Precisamente la génesis certera del sector nuclear en España puede centrarse en 1948, cuando en el Laboratorio y Taller de investigación del Estado Mayor de la Armada se constituyó el embrión de una junta de investigaciones atómicas, en la cual la personalidad más sobresaliente fue Don José Mª Otero de Navascués. Dicha Junta, con el asesoramiento técnico del ingeniero Don Esteban Terradas y el apoyo de varias autoridades militares, en particular Don Juan Vigón, formuló la iniciativa de crear la Sociedad "Estudios y Proyectos de Aleaciones Especiales" que bajo las siglas EPALE iba a encargarse de estructurar los planes de desarrollo de las investigaciones nucleares, y proponer la construcción de los laboratorios e instalaciones pertinentes, 4 incluyendo en ello las actividades de prospección minera para la identificación de minas de U. Los trabajos del EPALE y la creciente atención internacional hacia la energía nuclear, llevó al gobierno a constituir por Decreto-Ley de 22 de octubre de 1951, la Junta de Energía Nuclear, con el mandato de formar y capacitar el personal de investigación apropiado para las actividades nucleares y conducir tales trabajos en los laboratorios apropiados para dominar científica y técnicamente esta fuente de energía. Conviene señalar que nuestro país tenía en aquel momento peculiaridades muy singulares tanto en lo científico como en lo geopolítico. En lo primero era obvio que España estaba muy separada del resto de los países europeos que habían mantenido una tradición científica de investigación de primera línea en los temas de física fundamental, y carecíamos por tanto de conocimiento detallado de las investigaciones que habían dado lugar al descubrimiento de la fisión, y sobre todo a la construcción de reactores y de bombas nucleares. En este sentido, España partía de una situación de desfase respecto de lo que otros países, como Italia, ya tenían en aquel momento. ¿Quién se hubiera atrevido a decir que, sesenta años después, la situación iba a ser tan diferente?. Por otro lado, España había quedado aislada de las Naciones Unidas, pues en la propia constitución de esta entidad se aprobó la famosa propuesta mejicana que, sin mencionar a España, dejaba fuera de la ONU a todos los países que hubieran apoyado a los regímenes totalitarios de Alemania, Italia y Japón, y persistieran en su misma configuración política. Esto significaba un aislamiento de derecho y de hecho que no facilitaba en punto alguno el desarrollo tecnológico e industrial, como es bien sabido por los estudios históricos sobre la época de la postguerra mundial en España, y el famoso periodo de la autarquía. Aún así, la JEN nació con cierto apoyo de científicos precisamente italianos y alemanes, debido en algunos casos a los procesos de desnacificación y similares que hubo en estos países. La situación cambiaria radicalmente a partir de 1953, pues tanto en lo científico como en lo geopolítico se produjeron cambios sustanciales. En lo primero, el presidente Eisenhower anunció dicho año el programa "Atomos para la Paz", que pretendía impulsar la explotación de la energía nuclear con 5 fines pacíficos, ayudando a los países emergentes en esta materia, siempre y cuando se comprometieran a abstenerse de desarrollar armamento nuclear. Por otro lado, ese mismo año se firmó el primer Tratado bilateral entre EEUU y España, con el objetivo fundamental, por parte norteamericana, de asentar en nuestro territorio una serie de bases militares, lo cual se compensaba con el apoyo genérico de EEUU al régimen español internacionalmente, más la llamada Ayuda Americana, que incluiría algunos elementos concretos de investigaciones nucleares, y abriría la posibilidad, que se hizo real, de que científicos e ingenieros españoles fueran a formarse en las universidades y laboratorios de los EEUU. Como consecuencia de las iniciativas del presidente norteamericano en el programa Atomos para la Paz se constituirían las conferencias de Ginebra para Usos Pacíficos de la Energía Nuclear que comenzarían en 1955, y que se acompañarían de la decisión, de mayor calado aún, de constituir el Organismo Internacional de Energía Atómica, bajo la estructura de la ONU, y con importantes cometidos en materia de salvaguardia nuclear y de promoción de esta fuente de energía para usos exclusivamente civiles. España entraría a formar parte del OIEA en el año 1959, y al mismo tiempo se incorporó a la llamada Agencia Europea de Energía Nuclear creada en el seno de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, que al cabo de un tiempo perdería su condición de Agencio Europea para extenderse a todo el territorio de la OCDE, particularmente Norteamérica y el lejano oriente. Esta agencia, al igual que el OIEA, han sido factores muy importantes en el desarrollo científico de la energía nuclear, y han servido de foros de canalización de ideas e iniciativas no sólo en el campo de la fisión, sino también en el uso de radioisótopos para fines no energéticos, y asimismo en el desarrollo de la fusión nuclear. Anteriormente, en 1956, la Junta de Energía Nuclear había sido admitida en la Sociedad Europea de Energía Atómica, organismo no gubernamental, constituído en Londres en 1954, para aunar los esfuerzos de investigación de los diversos países europeos occidentales en el campo de la energía nuclear para usos pacíficos. Hasta cierto punto dicha sociedad, la SEEA, era un club de laboratorios nucleares ingleses, franceses, holandeses, belgas, italianos, noruegos, suecos y suizos, inicialmente, a los que se adhirió la JEN en 1956, por invitación del club. Eso supuso un canal importantísimo de recepción de información científica de primera mano, y permitió a la JEN conocer la tipología de los laboratorios que estaban siendo instalados en 6 Europa Occidental, los cuales estudió para llevar a cabo la construcción de sus propias instalaciones. Adicionalmente a este camino de obtención de información científica y tecnológica, se ha de volver a señalar la disponibilidad de que los científicos ingenieros españoles se formaran en EEUU, particularmente en la Universidad de Chicago, y en la Universidad de California. A ello se añadió la colaboración con empresas comerciales norteamericanas, particularmente cuando la Junta de Energía Nuclear decidió acometer el desarrollo de su propio tipo de reactor nuclear denominado DON, que correspondía a las siglas de Deuterio Orgánico Natural, es decir, un reactor que funcionaría con U natural, refrigerado por un líquido orgánico, usando agua pesada como moderador. Este reactor no llegó a construirse ni como prototipo, pero constituyó una pieza importantísima para poner en marcha todo el mecanismo científico y tecnológico, con énfasis especial en los temas de seguridad nuclear, lo cual puede considerarse el germen real del esfuerzo ulterior de todo el sector nuclear español. Al mismo tiempo que se desarrollaban esos acontecimientos en el ámbito internacional, en el nacional también se iban produciendo reajustes en la reorganización de la Junta de Energía Nuclear, y se establecía una política de reclutamiento orientada a encontrar los equipos humanos necesarios para abordar todas las tareas inherentes a la explotación de la energía nuclear, desde la prospección y beneficio de los minerales de U, hasta la reelaboración del combustible irradiado y su eventual disposición dentro de barreras de confinamiento que ya se consideraban como el elemento crucial dentro de la política de principios de seguridad nuclear ya establecida internacionalmente. En un ámbito donde España no pudo entrar, perdiendo en este sentido una importante capacidad de maniobra, fue en EURATOM, creado en 1957 al mismo tiempo que el Tratado de Roma que establecía la Comunidad Económica Europea, y el Tratado de la CECA que constituía la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. EURATOM requirió un tratado específico como consecuencia de la importancia de la energía nuclear, no sólo en cuestiones pacíficas, sino también en aspectos bélicos contra los cuales se debían alertar las medidas preventivas y de salvaguardia idóneas. Otros ámbitos en los que EURATOM estableció un interés común son el aprovisionamiento de U, los estándares de seguridad y protección contra las radiaciones ionizantes, y el tema de los 7 productos radiactivos generados como residuos en la aplicación de la energía nuclear. Esta situación posiblemente motivó una mayor polarización del sector nuclear español hacia Norteamérica, con cuyas organizaciones y universidades con laboratorios nucleares fue más fácil establecer convenios de desarrollo real. Ello tendría también su efecto en el despliegue comercial de la energía nuclear en España, aunque no fuera la única causa. Como consecuencia de la madurez adquirida por la JEN, en 1957 se cambió su estatuto legal, dotándola de entidad jurídica propia, lo cual permitió cierta flexibilidad administrativa a dicho organismo, lo cual era esencial por el tipo de tareas realizadas, que implicaban adquisiciones de material en el mercado internacional, y la estructuración de plantillas específicas de funcionarios muy especializados. No obstante, la JEN no fue principalmente un ente cerrado en este sentido, sino al contrario, pues se abrió a las universidades españolas, y un porcentaje muy alto de los profesores de estas universidades en el campo nuclear, tanto de física fundamental como de ingeniería aplicada, procedieron de la JEN, y durante un tiempo trabajaron para la misma. Este aspecto de impacto de la JEN en la creación de equipos humanos con capacidad tecnológica nuclear en España no ha sido siempre bien valorado, y posiblemente tuvo un efecto importantísimo en el asentamiento de esta fuente de energía, que nunca encontró cuellos de botella ni barreras insalvables en el reclutamiento de personal para las compañías de ingeniería y para la construcción y explotación de las centrales. En ello también tuvo su efecto el Instituto de Estudios Nucleares de la JEN precisamente orientado a esa capacitación de equipos humanos con destino industrial explícito, y no tanto para reclutamiento propio. En los años 50 se produjeron también las primeras iniciativas de formación de empresas con vocación nuclear, de entre las que se pueden destacar TECNATOM y NUCLENOR. El mundo empresarial era ya consciente de las posibilidades que abría la energía nuclear, y precisamente en 1957 se produce el hito de la entrada en funcionamiento comercial de la primera central nuclear propiamente dicha, en Calder Hall, en el Reino Unido. La expectación causada por este hito fue enorme, y posiblemente excedió con mucho la realidad de lo que la energía nuclear puede proveer, y al mismo tiempo minimizó algunos de sus problemas 8 en cuanto a seguridad nuclear y gestión de los residuos generados, pero sin duda fue una noticia muy importante en un momento en que se reconfiguraba el mapa internacional general por el proceso de descolonización, y algunos países, particularmente el Reino Unido, pasaban a prever problemas en su abastecimiento energético (curiosamente esto no fue así, por el descubrimiento del petróleo en el mar del Norte). Las empresas citadas, TECNATOM y NUCLENOR, comenzaron su andadura esencialmente como células de estudio para la aplicación práctica de la energía nuclear. Se configuraban pues como puentes entre la investigación de carácter básico y la posibilidad de explotación de la energía nuclear en centrales nucleares industriales. Se necesitaría aún un decenio de maduración para llegar a proponer las primeras centrales nucleares, y estas obedecieron en gran medida a la situación existente en dicho momento, en la cual confluían muy diverso tipo de reactores en el mercado de centrales nucleares, que estaba en fase incipiente. En este clima, se creó en 1962 el Forum Atómico Español, que a su vez participó en ese mismo año en la creación del Foro Europeo, FORATOM. Fue una evidencia clara del interés empresarial europeo por la energía nuclear, y constituyó una pieza más en el importante entramado nuclear que se iba creando en el país, cada vez con mayor vocación de explotación comercial de dicha fuente de energía. Teniendo en cuenta el creciente interés empresarial por estos temas, no es de extrañar que en los años 60 se produjera una especie de acuerdo no oficial entre las compañías eléctricas y el sector público, fundamentalmente el INI, pero también la JEN, de tal manera que se respetaran o especializaran las áreas de interés de cada sector. Las empresas eléctricas pidieron que las centrales nucleares fueran consideradas como una instalación energética más, y que se pudiera acceder a su construcción libremente, por iniciativa empresarial privada; pero al mismo tiempo delegaron en el INI y en la JEN la constitución de empresas que fueran auténticos agentes tecnológicos del sector y se preocuparan de sus aspectos industriales más característicos, esencialmente dos: el abastecimiento de U y fabricación de combustible; y la fabricación de componentes para centrales nucleares. Esto llevaría a la constitución de la Empresa Nacional del Uranio, ENUSA y de Equipos Nucleares, S.A., ENSA (esta última con participación privada mayoritaria, inicialmente). 9 Paralelamente fue evidente la necesidad de compañías de ingeniería que desplegaran en España las actividades que los Architec Engineers norteamericanos realizaban en su país. Esto propició la creación de compañías muy solventes, de la cual había sido un germen muy especial la compañía TECNATOM, que posteriormente se especializaría en los aspectos del mayor contenido tecnológico de la explotación de las centrales nucleares, incluyendo la inspección en servicio, así como en la formación específica del personal operador de dichas centrales. En España, a lo largo de los años 60 se fue produciendo importante de compañías de ingeniería, no sólo en el campo también en el petroquímico, alimentario, etc. En tal sentido, nucleares españolas contaron con todos los elementos básicos su programa de construcción. una eclosión nuclear, sino las centrales para abordar Y habida cuenta lo mencionado sobre el reparto de áreas de interés entre el sector público y el privado, no es de extrañar que las centrales nucleares aparecieran en su primera etapa con muy escasa interrelación entre sí, sino al contrario, como iniciativas claramente independientes. En tal sentido, se suele clasificar las centrales nucleares cronológicamente en tres grupos: el inicial constituido por las centrales de Zorita, Garoña y Vandellós I, cuyos permisos de construcción se dieron en los años 60; una segunda generación o grupo de centrales, constituido inicialmente por 7 grupos, 2 en Lemoniz, 2 en Almaraz, 2 en Ascó y 1 en Cofrentes, cuyos permisos de construcción se concedieron alrededor o antes de 1975; y un tercer grupo, formado por Vandellós II y Trillo I, cuyos permisos de construcción se dieron hacia 1980. Por descontado estos tres grupos corresponden a niveles distintos de madurez tecnológica en las centrales nucleares. El primero fue de prototipos muy poco evolucionados, que en breve lapso quedarían obsoletos por unidades de mucha mayor potencia, no sólo en el reactor sino también en las turbinas y los alternadores. En los años 60, cuando se decidió la construcción de las tres centrales del primer grupo, en el mercado europeo competían precisamente los tres tipos que se instalarían en España. Dos de procedencia norteamericana, correspondientes a PWR y BWR; y uno de grafito gas y uranio natural, de tecnología francesa. 10 En algunos análisis se ha criticado que hubiera tal dispersión de esfuerzos, y no se planteara una acción conjunta más ordenada, más propicia a la economía de escala, y que permitiera un desarrollo programado de mayor calado y más amplios horizontes. En realidad, aquel primer grupo de centrales obedeció a decisiones empresariales independientes, con cierta influencia de factores políticos y geopolíticos, e incluso con ciertas prisas por desembarcar en un sector que parecía muy prometedor. En descargo de esta forma de hacer cabe decir que otros países, por ejemplo Italia, hicieron opciones similares en su primera generación de centrales nucleares, con tipologías también distintas, aunque en su caso no supieron continuar el esfuerzo con un programa más coherente y ordenado, como fue el caso español. También hay que decir que, aunque las centrales de la primera generación obedecieron a circunstancias muy particulares, su explotación fue (y sigue siendo en el caso de Garoña) realmente eficaz y de buenos resultados económicos, y con notable solvencia en los temas de seguridad y protección radiológica, incluyendo en ello la reacción contra el incendio que destruyó parte del bloque de potencia (BOP) convencional de la central nuclear de Vandellós I en octubre de 1989. Por lo que corresponde a Zorita, la primera central nuclear española, su permiso de construcción dató de junio de 1964, y vino precedido por un acuerdo tripartito entre Westinghouse (con apoyo del gobierno norteamericano y particularmente la Atomic Energy Commission) Unión Eléctrica Madrileña que era la promotora de la inversión, y la propia Junta de Energía Nuclear, que participaría en tareas que pueden considerarse que a la vez fueron de promoción de la energía nuclear, y de verificación de su seguridad y evaluación de sus características. El núcleo de Zorita se hizo crítico por primera vez en junio de 1968, y su explotación comercial definitiva no llegaría hasta agosto del año siguiente. La Central trabajó hasta el 30 de abril de 2006, qudando definitivamente clausurada. Aunque a lo largo de su historia hubo algunos periodos de no funcionamiento de varios meses, para proceder a reparaciones y backfittings, lo cierto es que la central funcionó con un factor de carga considerablemente alto para las de su generación, pues se acercó al 70 %, contando como hemos dicho, los periodos en que necesitó una puesta a punto. 11 La Central de Santa María de Garoña, cuyo promotor y explotador fue y es NUCLENOR, obtuvo el permiso de construcción en junio de 1966, y consiguió la primera criticidad en noviembre de 1970, entrando en operación comercial en mayo de 1971. En la actualidad lleva casi 250.000 horas acoplada a la red, con una producción superior a los 100.000 millones de kWh. Su factor de carga desde su puesta en marcha es superior al 75 %. Tiene permiso de explotación hasta el año 2009, y ha solicitado una extensión de dicho permiso por 10 años más. La central nuclear de Vandellós I fue un caso relativamente singular, entre otras cosas porque fue la única línea de reactores sin continuación en nuestro país, y de hecho también se abandonaría en su país de origen (Francia). Es obvio, a tenor de la información oficial existente sobre el caso, que dicha central obedeció a intereses políticos bilaterales entre España y Francia, y que las embajadas de ambos países y los ministerios respectivos, así como la JEN y el CEA, tuvieron mucho que ver en la promoción de la misma. Para ello se constituiría una empresa ad hoc, la Hispano-Francesa de Energía Nuclear HIFRENSA, en la que participó Électricité de France con el 25 %, correspondiendo el resto a las empresas del ámbito catalán. La central recibió su permiso de construcción en el año 1967, y alcanzó su criticidad en mayo de 1972, entrando en servicio industrial en junio de ese mismo año. El 19 de octubre de 1989, tras casi 150.000 horas de acoplamiento a la red, se produjo un incendio en una de las turbinas, que afectó a más de 10.000 litros de aceite lubricante, por lo que produjo fuertes deterioros en la parte convencional de la central, aunque el reactor se mantuvo siempre en situación segura. Vandellós I ha experimentado ya su fase de clausura y desmantelamiento, evidenciándose de esta manera la capacidad para clausurar las centrales al final de su vida de manera ordenada y sin riesgo indebido. A lo largo de sus 17 años de funcionamiento, el porcentaje de disponibilidad de dicha central fue muy alto, superior al 86 %, pero su factor de carga fue tan solo de un 73 %, debido a que en 1976 se detectaron problemas en las 12 prestaciones de los generadores de vapor, y por materia de seguridad se redujo su potencia nominal en un 15 %. Es el único caso de la historia nuclear española en el que ha habido una subpotenciación. En todos los otros, incluyendo Zorita durante su funcionamiento, se produjo alguna subida de potencia, que en el caso de las centrales de la segunda generación ha superado el 8 % En otro orden de cosas, cabe señalar que la Sociedad Nuclear Española se fundó en 1974, en paralelo a la constitución de la Sociedad Nuclear Europea, que aparecía como agregación de las sociedades nucleares de los diversos países, siendo la española una de las sociedades fundadoras. A diferencia del Forum Atómico Español, posteriormente convertido en Foro de la Industria Nuclear Española, que tiene como socios a las empresas del sector, la SNE es una agrupación de socios individuales, profesionalmente vinculados a la energía nuclear, aunque también tenga socios colectivos. No obstante, lo más característico de la SNE es la pertenencia a la misma a título individual de dos millares de profesionales nucleares, que a lo largo de este tiempo han estado asociados a ella. Entre sus actividades hay que señalar las publicaciones técnicas, y en concreto su revista mensual, que dedica un número al año a explicar internacionalmente (en versión bilingüe) la realidad del sector nuclear español, y la evolución de funcionamiento de sus centrales. Otras actividades dignas de reseñarse, por su impacto positivo en el sector, son las reuniones anuales y algunas reuniones internacionales que han servido para abordar temas de interés general, pero específicamente interesantes para nuestro sector, como fue en el año 1990 la Conferencia dedicada a Availability Improvements of Nuclear Power Plants, con la cual la SNE abordaba la nueva situación creada en España, cuyo sector nuclear pasaba de estar fuertemente dominado por la construcción de centrales, a exclusivamente orientado a la explotación de dichas centrales Como dato también significativo de esta introducción histórica cabe reseñar que con la adhesión de España a la Unión Europea en 1986, se produjo también nuestra incorporación al Tratado EURATOM, y por tanto España quedó integrada en el conjunto de medidas de salvaguardias y protecciones que el Tratado establece con diversos fines, tanto en relación con la noproliferación de armamento nuclear, como en relación con los estándares de 13 protección radiológica de la población y del personal profesionalmente expuesto a las radiaciones. Como resumen de esta reseña histórica, y al margen de que a continuación se expliquen otras cuestiones más detalladas de la evolución nuclear española, cabe sintetizar en los tres cuadros siguientes las características más notables de las fases antedichas de nuestra historia nuclear: 1947 - 1968: investigación y promoción de la E.N. EPALE 1947, Junta de Energía Nuclear, 1951 Reactor DON (Atomics International) Acuerdo con EEUU (W-JEN-UEM) Acuerdo con Francia (Hifrensa) Explotadores # UNESA Tecnatom (interés /expectativa) Ley 25/1964 E.Nuclear (no Reglamento) Criticidad de C.N.Zorita, Junio, 1968 1969 - 1987: Construcción de CC.NN. Planes Energéticos Pro-nucleares Reglamento de InstalacionesNuclares, 1972 Explotadores privados para las CCNN Agentes tecnológicos en el ámbito del INI-JEN Creación del Forum Atómico Español y de la SNE Creación del Consejo de Seguridad Nuclear, Ley 15/1980 Capacitación tecnológica nuclear española Construcción y puesta en marcha de más de 7.500 MW nucleares Moratoria nuclear, 1984 14 Creación de ENRESA, 1984 1988 - 2007: Explotación del parque nuclear Explotación eficiente de la CCNN españolas Incendio de Vandellós I (1989) y cierre de la C.N. Liberalización del sector eléctrico Renovables: eclosión Eólica Garantía de potencia: CGCC Gasificación de la economía española Desaparición de la JEN: el CIEMAT (1986) Oferta (frustrada) de España por el ITER (2003) III. La articulación legal del sector nuclear Otro aspecto reseñable de la evolución histórica de la energía nuclear en España es su desarrollo legal. En una materia tan compleja en sus raíces científico-técnicas y de implicaciones biomédicas, sin lugar a dudas era necesario atender a este aspecto, y en España se fue haciendo de modo muy paralelo a la evolución europea e internacional. En gran medida el arranque de este desarrollo legislativo se debe a la pertenencia a la OCDE y particularmente a su Agencia de Energía Nuclear. En julio de 1960 se firmó en París el convenio sobre responsabilidad civil en materia de energía nuclear, que fue posteriormente ampliado en el Convenio de Bruselas de 1963, siempre en el marco antedicho de la OCDE. En cierta medida, ese es el precedente de la Ley sobre Energía Nuclear, Ley 25/1964, que se concibió como Ley Reguladora similar a otras establecidas en EEUU y países occidentales. En ella se trata, en los 15 capítulos que la 15 componen, de abordar las cuestiones de necesaria regulación en este ámbito, desde los organismos administrativos competentes hasta las sanciones penales. La Ley trata asimismo los aspectos reguladores macroscópicos de la minería nuclear, y sobre todo el tema de las autorizaciones y licencias. No obstante, hay que señalar que es un articulado muy genérico, poco detallado, con la flexibilidad propia de una ley que tuviera posteriormente que desarrollarse en los reglamentos específicos. No obstante, la ley llegó prácticamente a tiempo para que fuera el marco jurídico en el que se incardinara la concesión del permiso de construcción de la primera central nuclear española, la de Zorita, que se concedió en junio de ese mismo año, 1964. En la ley se establecía, en su artículo primero, que su objeto era fomentar y regular las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear, proteger vidas, salud y haciendas contra los peligros derivados de la misma, y facilitar la puesta en práctica de los convenios internacionales ratificados por el estado español. Desde el punto de vista que nos ocupa en este informe, el reglamento más importante derivado de dicha Ley se publicó en julio de 1972, por Decreto 286/1972, en el que se aprobó el Reglamento sobre Instalaciones Nucleares y Radiactivas. Este reglamento desarrollaba básicamente el capítulo V de la ley anteriormente mencionada, establecía tres autorizaciones preceptivas para las instalaciones nucleares, y clasificaba a efectos de autorización las instalaciones radiactivas en tres categorías. El Reglamento supuso un paso importante en la normalización de las autorizaciones, introduciendo una autorización, la del emplazamiento, que no se contemplaba en la legislación industrial ordinaria. No obstante, el Reglamento adolecía de falta de disposiciones de tipo técnico, que por la tendencia habitual de la época se dejaban en manos de las Instrucciones Técnicas Complementarias. No obstante, la dificultad intrínseca de los temas nucleares y el rápido desarrollo de la tecnología, que se estaba asimilando en España, hacía enormemente difícil el establecimiento de las ITC en tiempo y forma. De ahí que se recurriera a un concepto fundamental, que fue el de aplicación subsidiaria de la legislación del país de origen del reactor nuclear que se tratara. Esta norma, junto a la aplicación del concepto de central nuclear de referencia, fue muy útil para evitar el estancamiento de la progresiva industrialización nuclear de España, pues permitió a la Junta de Energía Nuclear, todavía órgano competente en dicha materia, actuar con rapidez y solvencia en la tramitación de las autorizaciones de la segunda generación de centrales nucleares españolas. 16 Como se ha dicho, estas obtuvieron sus permisos de construcción entre 1973 (Lemoniz y Almaraz) y 1976 (Cofrentes) lo que supuso un esfuerzo considerable de análisis y actualización de procedimientos en un programa enormemente mayor que el de la generación precedente. Por fortuna, seis de los siete reactores involucrados obedecían al mismo modelo, lo que supuso un ahorro de esfuerzo y de tiempo que sirvió de mucho en la tramitación técnico-administrativa de dichas instalaciones. En el desarrollo legal ulterior cobra especial significación la Ley 15/1980 de creación del Consejo de Seguridad Nuclear. Esta ley optaba por la constitución de un organismo independiente del ejecutivo, para controlar las actividades nucleares y radiológicas y dar los informes preceptivos, vinculantes en caso de ser denegatorios, para las diversas autorizaciones de todas las instalaciones en cuestión, tanto nucleares como radiactivas. En este paso legislativo, España se orientaba en el sentido marcado en EEUU, en 1974, con la segregación de las actividades reguladoras, que hasta esa fecha habían estado en el seno de la Atomic Energy Commission. Se entendía por parte de los legisladores norteamericanos que una misma institución o entidad no podía estar al frente de la promoción de la energía nuclear, como era el caso de la AEC, y posteriormente el DOE, y ocuparse asimismo de juzgar las características de seguridad de las instalaciones, tanto en la fase de diseño y construcción como en la fase de explotación. Invocando el principio de que nadie puede ser juez y parte, se separaron así dichas actividades, y con la misma filosofía se creó el Consejo de Seguridad Nuclear, con dependencia exclusiva respecto del Parlamento de la nación. En 1982 se aprobó el Real Decreto 1157 que establecía el Estatuto del CSN, y con posterioridad a dicha fecha se fueron publicando diversas disposiciones legales, en general a nivel de Real Decreto, para mejorar los aspectos regulatorios y la protección de las personas en diversas actividades. Así, merece citarse el Real Decreto 53/1992 aprobando el Reglamento sobre Protección Sanitaria contra las Radiaciones Ionizantes, y el Real Decreto 58/1995 sobre Protección Física de Materiales Nucleares. Con el tiempo se actualizó la reglamentación sobre las instalaciones nucleares y radiactivas en general, aprobándose en 1999 el Real Decreto 1836 que constituye el Reglamento actual sobre todo tipo de instalaciones en las que tiene jurisdicción el Consejo de Seguridad Nuclear. 17 Como complemento técnico de las disposiciones legales en materia nuclear, hay que decir que se establecieron una serie de redes de vigilancia radiológica ambiental que suponen un respaldo fundamental para la garantía de seguridad en las instalaciones nucleares y radiactivas. Estas redes cubren el mapa español, con mayor densidad de estaciones en las zonas próximas a las centrales nucleares. Junto a las destinadas al control atmosférico, existen otras de muestreo de aguas continentales y costeras, lo cual proporciona una vía de información radiológica independiente que resulta complementaria de las medidas adoptadas en las instalaciones nucleares. IV. La fase de construcción. El despliegue eléctrico Cuando en 1969 comenzó el funcionamiento comercial de la Central Nuclear José Cabrera de Zorita, la mayor parte de las centrales eléctricas existentes en España, tanto hidráulicas como térmicas, tenían potencias similares, o incluso inferiores, a los 150 MW eléctricos netos de Zorita. Por descontado, en esa época las potencias unitarias de las instalaciones térmicas se incrementaban rápidamente, y a lo largo de los años 70 se experimentaría el cambio más abrupto, pasando de turbogeneradores de cómo máximo 250 MW eléctricos, a más de 1.000. La energía nuclear pasó a proveer al sistema eléctrico español de una forma de generación de energía en base considerablemente fiable, con muy alto factor de disponibilidad, y muy baja indisponibilidad programada. A lo largo de todos estos decenios se ha ido produciendo una enorme cantidad de energía generada en dichas centrales, que desde el año 1989 han generado anualmente cantidades bien por encima de los 50 TWh, y que a partir del año 2000, merced a la sobrepotenciación de las centrales de la segunda y la tercera generación, ha generado anualmente por encima de los 60 TWh. En energía primaria, la energía nuclear ha supuesto una importantísima aportación al sistema energético español, representando una importante reducción de consumo de hidrocarburos, que hubiera habido que importar de no haber contado con la energía nuclear. En 1973, cuando ya estaba en operación el primer trío de centrales de la primera hornada, la energía nuclear representó 1,7 Mtep, lo que equivalió a algo más del 3 % de la energía primaria en ese año. Lógicamente el cambio más importante se 18 produjo a finales de la década de los 80, con la incorporación progresiva de las unidades de la segunda generación, que totalizaron algo menos de 5.000 MW eléctricos, aunque hoy día su potencia asignada exceda de dicha cantidad, por la sobrepotenciación que han experimentado. En el año 1986 se alcanzaron prácticamente los 10 Mtep de generación bruta, y para 1990 se había subido por encima de los 14 Mtep. Esto último representaba dicho año más del 16 % de la energía primaria consumida en España y más del 33 % de la electricidad generada. A lo largo de la década de los 90 se mantuvo la cifra de generación en torno a los 14 Mtep/año, con tendencia creciente, un tanto a saltos, como consecuencia de las sobrepotenciaciones aludidas. Se llega así al año 2000 a superar los 16 Mtep de producción al año, lo que representó en ese caso el 13,3 % de la energía primaria. Lógicamente, en valor porcentual desde entonces, la participación de la energía nuclear ha ido decreciendo, como consecuencia del aumento general de la demanda, y el estancamiento en la potencia nuclear total instalada, aunque haya habido esos incrementos porcentuales de sobrepotenciación. En la actualidad, la producción nuclear equivale a unos 16,5 Mtep/año, lo que supone eléctricamente una generación superior a los 63 TWh. Medido en la producción bruta total anual, ello representa del orden del 20 %, lo que también evidencia una reducción en dicha participación porcentual, que alcanzó máximos del 35 % a mediados de los años 90. El equivalente energético de la generación eléctrica de origen nuclear, a lo largo de toda la historia del sector, supera los 344 Mtep, lo que significa, 19 de haber producido dicha energía eléctrica en centrales de carbón, una emisión de 1.260 millones de toneladas de CO2. La cifra antedicha también puede valorarse respecto del consumo total de energía en España hoy día, pues los 344 Mtep antes citados, de producción integrada nuclear, son dos veces y media la energía primaria consumida anualmente en la actualidad. A estas cifras macroscópicas hay que añadir lo ya mencionado anteriormente acerca de la alta disponibilidad de las centrales nucleares, con un funcionamiento en base que ha dado mucha estabilidad al sistema a lo largo de estos años. En el apartado precedente se mencionaron las cifras relativas a la Central José Cabrera, Garoña y Vandellós I. Solo en el caso de Zorita el factor de carga estaba por debajo del 70 %, aunque muy ligeramente. Si se tiene en cuenta las unidades de la segunda y tercera generación (aunque esta terminología no debe confundirse con el concepto de generación empleado en el desarrollo tecnológico de los reactores) se puede indicar que Almaraz I ha funcionado con un factor de carga del 79 %, a lo largo de su historia, y un 84,5 % en factor de operación; que Almaraz II ha arrojado unas cifras respectivamente de 85,5 y 89,4; Ascó I de 82,8 y 85,4; Ascó II de 86,7 y 89,5; Cofrentes de 86,8 y 89,3; Vandellós II de 85,5 y 88,3; y Trillo de 84,3 y 86,4. Las cifras son verdaderamente elocuentes de la disponibilidad y apoyo a la garantía de suministro con características de centrales de base de muy alta fiabilidad. Este es sin duda uno de los aspectos más importantes de la contribución de la energía nuclear a la satisfacción de la demanda eléctrica en nuestro país. La pérdida de su participación debido al estancamiento relativo de su potencia total respecto de los continuados incrementos en la demanda, debe considerarse como factor preocupante, pues la garantía de suministro y la fiabilidad de funcionamiento que aportan las centrales nucleares es un elemento clave en el funcionamiento del sistema peninsular eléctrico español, y no debería perderse, para no comprometer las características de dicho funcionamiento, que a nivel europeo e internacional han sido, sin lugar a dudas, muy exitosas. En términos generales, España no ha sufrido apagones y problemas de suministro, de la calidad y cantidad que han experimentado otros países europeos y EEUU, tanto en la costa este como en la oeste. En el cuadro adjunto se presenta el estado actual del patrimonio nuclear español, en cuanto a centrales nucleares, que es la parte más visible del 20 sector, y que en cierto modo corona los esfuerzos hechos por el país y sus diversas instituciones en este campo. En el gráfico siguiente, sobre factor de disponibilidad, se plasma el buen nivel de funcionamiento de nuestras centrales, que en general están en el cuartil superior de indicadores de funcionamiento, a nivel mundial. Centrales Reactor MW Propietarios Autorización Construcción Op.Comercial Garoña BWR General Electric 466 Mayo 1966 Mayo 1971 Almaraz I PWR Westinghouse 977 Julio 1973 Mayo 1981 Almaraz II PWR Westinghouse 980 Julio 1973 Octubre 1983 Ascó I PWR Westinghouse PWR Westinghouse 1.032 Mayo 1974 Diciembre 1984 Marzo 1975 Marzo 1986 BWR General Electric PWR Westinghouse 1.092 100% Nuclenor : 50% Endesa 50% Iberdrola CNAT (Gestor) 36% Endesa 53% Iberdrola 11% Unión Fenosa CNAT (Gestor) 36% Endesa 53% Iberdrola 11% Unión Fenosa ANAV (Gestor) 100% Endesa ANAV (Gestor) 85% Endesa 15% Iberdrola 100% Iberdrola Septiembre 1975 Marzo 1985 Diciembre 1980 Marzo 1988 PWR SiemensKWU 1.066 ANA-CNV 72% Endesa 28% Iberdrola CNAT 15,5% Hidrocantábrico 48% Iberdrola 2% Nuclenor 34,5% Unión Fenosa Agosto 1979 Agosto 1988 Ascó II Cofrentes Vandellós II Trillo Totales 1.027 1.087 7.727 También se recogen a continuación dos cuadros de informaciones oficiales del CSN sobre los "scrams" (paradas automáticas) de nuestras centrales, y 21 el promedio de actuaciones de seguridad, realmente bajo (y decreciendo) lo que indica el buen funcionamiento de las centrales, según lo previsto y dentro de las normas. Siendo esto así, y gozando de un parque de centrales nucleares fiable y de muy buenas prestaciones, cabría preguntarse el por qué del "parón" nuclear que desde hace más de 25 años afecta a España. 22 Un paréntesis demasiado dilatado Aunque en la actualidad no hay una moratoria nuclear de derecho en nuestro país, a partir de la ley del Sector Eléctrico de 1997 (54/1997), de facto si la hay, como consecuencia de la moratoria oficial previa desde 1984; y por la problemática de aceptabilidad social de la energía nuclear, a lo cual se añade la dificultad de financiación de estas instalaciones en un mercado liberalizado y con riesgos regulatorios no aquilatados del todo, que pueden 23 tener influencia negativa en la duración y el coste de construcción de la central, y por ende en su rentabilidad económica. En todo caso, se ha de contar con que a principios de los 80 había un programa muy ambicioso de construcción de centrales nucleares, procedente de una planificación hecha en épocas de crecimiento desarrollista. Este programa comportaba problemas económicos, por una situación de crisis en el desarrollo del país, así como de aceptabilidad social, llegando al caso límite de la Central Nuclear de Lemoniz. Las actuaciones terroristas de ETA contra esta central y sus equipos humanos, y particularmente el asesinato de su Director, José María Ryan, condujeron a que el Parlamento Vasco estableciera una Comisión de Encuesta para analizar todo lo referente a la central nuclear, y específicamente sus aspectos técnicos, de seguridad y económicos, así como para evaluar la necesidad de energía eléctrica generada en el País Vasco. Como consecuencia de los trabajos de dicha Comisión de Encuesta, y de otras iniciativas políticas paralelas, se decidió que dicha central pasara a ser titularidad del gobierno autónomo vasco, que constituyó a tal efecto el Ente Vasco de la Energía, cuyos activos principales serían dicha central y el yacimiento gasístico de La Gaviota, en aguas de Bermeo. Sin embargo, el asesinato por ETA de Angel Pascual Múgica, primer Director General de dicho Ente, produjo la paralización de dicha iniciativa, y la central nuclear de Lemóniz fue nacionalizada por el gobierno estatal y sometida a un consejo de intervención para decidir sobre su futuro; consejo que no pudo encontrar una solución factible para el funcionamiento de Lemóniz, lo cual llevó a que esta se incluyera en la moratoria aprobada en 1984, que además tenía por fin sanear las consecuencias económicas de unas inversiones tan altas como había supuesto el parque nuclear español construido, y en construcción o en proyecto. Podría decirse que en el sector eléctrico hay "oleadas" en las inversiones, y que durante un ciclo dado, por diversas razones (económicas y de financiación; tecnológicas; y también socio-políticas) las inversiones se polarizan hacia un monopsonio. Eso puede provocar paréntesis excesivamente dilatados en otros sectores o alternativas. En el momento actual, son las centrales de gas natural y los parques eólicos. Pero las condiciones están evolucionando en lo relativo a la Energía Nuclear, 24 no sólo en Asia, que sin duda constituye ahora el mejor mercado, sino Estados Unidos y Europa. Finlandia y Francia son las primeras de una lista que sin duda va a engordar en el inmediato futuro. Y a la cual debe incorporarse España, no sólo por garantía de suministro eléctrico, sino por no poder la capacidad tecnológica tan acendradamente labrada a lo largo de estos seis decenios. V. La situación tecnológica A lo largo de estos 60 años de energía nuclear en España, las prioridades, intereses y resultados de la actividad del sector han ido variando considerablemente, como no podía ser de otra manera. En los dos primeros decenios de su desarrollo, todo el énfasis fue puesto en la investigación básica y en la asimilación y generación de conocimientos. En la etapa media de esta historia, España se transforma en un país constructor de centrales nucleares. Éste pasa a ser el cometido más relevante y el que mayores esfuerzos en dedicación e inversiones requiere, y asimismo el que proyecta resultados socioeconómicos más relevantes. En los dos últimos decenios, la actividad del sector ha estado muy centrada en la explotación de las centrales construidas. En un punto precedente de este escrito se ha hecho alusión a la contribución de la energía nuclear a la satisfacción de la demanda eléctrica y a la mitigación de la dependencia del petróleo. La incidencia socioeconómica de estas actividades ha sido y es cuantiosa, como brevemente se resume en la información del cuadro ajunto 25 donde se recogen datos económicos de la actividad nuclear, que conforma sin duda un sector muy saneado, que debería tener una proyección similar más allá del funcionamiento de las CCNN actuales, en beneficio del país. Si el sector nuclear ha llegado a esos niveles de madurez no ha sido sin criterio ni esfuerzo, sino al contrario, pletórico de ambos. La decisión nacional de incrementar continuadamente la capacidad en este sector ha sido una de las claves de este éxito. En el cuadro siguiente se resume el incremento de la participación nacional en la construcción de las centrales nucleares de las diversas etapas de su desarrollo. Los números hablan por sí mismos. Participación Nacional en las Centrales Nucleares Españolas (%) CONCEPTO Bienes de equipo CENTRALES CENTRALES CENTRALES 1ª ETAPA 2ª ETAPA 3ª ETAPA 1964-1973 1973-1985 1975-1988 24-25 45-55 75-80 Caldera nuclear Turbogenerador Mecánico - Eléctrico e Instrumentación Servicios - 30-35 30-40 70-80 75-85 70-75 55-60 85-90 95-100 93-96 96-98 Construcción 65-75 Montaje 80-85 Transporte Ingeniería 50-70 - Form. de personal 100 100 95 75-80 80 100 100 95-100 85-95 100 Total 65-70 80-80 42-44 26 Debido a la madurez comercial de las centrales y las técnicas nucleares sobre las que se basan, resulta hasta cierto punto lógico que la I+D básica sea de financiación esencialmente pública en nuestro país, y en general, pues las tecnologías comercializadas pueden dar satisfacción a la demanda de servicios, e incluso de nuevas centrales nucleares, en un plazo de decenio o decenio y medio; de modo que la I+D se orienta a plazos más dilatados, de interés menor para las empresas comerciales. En la I+D nuclear en España se detectan algunas lagunas y carencias importantes, sobre todo en infraestructuras y laboratorios, pero aquí también conviene mencionar nuestra pertenencia a la Unión Europea, donde se pueden encontrar laboratorios e instalaciones que suplan nuestras deficiencias. Más aún, debido a la carestía y especificidad de dichas instalaciones, no tiene sentido actualmente desarrollar modelos autárquicos de I+D nuclear en el seno de EURATOM, sino concentrar estas investigaciones en laboratorios e instalaciones debidamente dimensionados y con los niveles de seguridad adecuados. Por ejemplo, se señala a menudo la carencia de celdas calientes en España para tratamiento del combustible irradiado o de investigación sobre actínidos, pero esta carencia de puede suplir fácilmente con un adecuado marco de colaboración con el Instituto de Transuránidos del JRC, emplazado en Karlsruhe, y que cuenta con laboratorios específicos, auténticamente únicos en el mundo, que no tendría sentido repetir en otros países de la Unión Europea. (Francia es una excepción lógica a esta regla, por la tradición nuclear del país, y por el tamaño de sus investigaciones. Y de hecho es el único país europeo con instalaciones de I+D análogas a las antedichas del Instituto de Transuránidos, contándose adicionalmente en este campo con algunas instalaciones del Centro de Energía Nuclear de Mol en Bélgica (SCK-CEN)). La I+D en fisión está por tanto en el momento actual muy centrada en el sector público, y radicada esencialmente en el CIEMAT y las universidades con estudios y laboratorios nucleares. Recientemente, se ha constituido la llamada Plataforma Tecnológica Nuclear en España, CEIDEN, como contraparte nacional a la iniciativa de constituir la European Nuclear Energy Technology Platform, cuyo lanzamiento se realizó en septiembre de 2007. En esta Plataforma europea se cuenta con la participación española, tanto del CIEMAT como de las universidades, y posiblemente de agentes tecnológicos importantes, (ENUSA, ENSA, TECNATOM, Empresarios Agrupados....) así como de algunas empresas eléctricas con activos nucleares. 27 Las áreas de investigación en las que están involucrados los diversos equipos de I+D españoles abarcan gran parte de todo el espectro de intereses en los programas de EURATOM, con especial participación en los temas de gestión de residuos radiactivos, tanto en lo referente a los almacenamientos geológicos profundos, como en los temas de partición y transmutación. También es notable la participación en desarrollos sobre física de reactores, y de simuladores computacionales de sus características, que pueden ser muy útiles de cara a proyectos de largo plazo, como son los de la Generación IV. Sin embargo, España, prácticamente no ha participado en los desarrollos de la generación III, por haberse concentrado éstos en Francia y Alemania, fundamentalmente, y haber tenido EURATOM muy poca participación en ello, dado las características comerciales de aplicación que tenían dichos desarrollos. Sí se ha participado en investigaciones europeas sobre las prestaciones de las centrales nucleares con combustibles de más alto quemado, y sobre todo en las investigaciones acerca del comportamiento del reactor y sus componentes en accidentes severos. Cuestión distinta es aquilatar hasta que punto dichas investigaciones han tenido un reflejo significativo en la actual capacitación de la gestión de los accidentes en los reactores actualmente en servicio, cuyas prácticas de seguridad están establecidas de acuerdo a metodologías previamente aceptadas. En este ámbito, tanto directamente como a través del Grupo Nuclear de UNESA, nuestras CCNN se apoyan mucho más en Estados Unidos. Lógicamente el sector industrial dedicado a las instalaciones nucleares fue evolucionando con el tiempo en función del propio desarrollo del sector. Así por ejemplo, pasada una primera fase en que la minería y laboreo del U recibían muy alta prioridad, la gestión de la parte pre-reactor del ciclo del combustible nuclear se centró en la fabricación de los elementos de combustible. Por razones de tamaño unitario rentable de la planta instalada por ENUSA en Juzbado, una fracción de su capacidad ha ido siempre a la exportación, lo cual es adicionalmente una garantía de buen hacer, al margen del beneficio económico que comporta. 28 En cuanto a los componentes del sistema nuclear de generación de vapor, y otros elementos auxiliares, la parte sustancial corrió a cargo de la empresa Equipos Nucleares, S.A. ENSA, que en su fábrica de Maliaño, en la bahía de Santander, dispone de todos los elementos necesarios para la fabricación del equipo más pesado de centrales nucleares, incluyendo la vasija. No obstante, debido al parón nuclear en el mundo occidental, y específicamente en España, ENSA se ha reorientado fundamentalmente a la fabricación de generadores de vapor para las centrales nucleares PWR, pues estos componentes han demostrado un deterioro por fatiga que ha obligado a su cambio en la mayoría de las centrales de segunda generación, lo cual no ha supuesto una carga económica muy gravosa contra la economía de las centrales, y sin embargo ha permitido la sobrepotenciación de éstas, y la operación con un alto factor de carga. Para ENSA, por supuesto, ha representado un mercado fundamental, que en su amplia mayoría se ha orientado a la exportación. Junto a las industrias más específicas de bienes de equipo, se ha de señalar la existencia de un conjunto importante de empresas de pequeño y mediano porte, e incluso de gran porte a escala internacional, dedicadas al mantenimiento y otras operaciones complementarias de las centrales nucleares. El caso de TECNATOM es posiblemente el más significativo dentro del sector de servicios y asistencia tecnológica a dichas centrales. No obstante, del tamaño de todo el sector industrial que se alimenta de las centrales nucleares y a su vez hace posible el correcto funcionamiento de éstas, da completa idea el Directorio que anualmente publica la Sociedad Nuclear Española, que sirve de referencia en el sector, de lo cual a su vez queda buena muestra en las exposiciones comerciales que se realizan durante las reuniones anuales de dicha Sociedad. En el futuro de la industria de bienes de equipo y de asistencia tecnológica a las centrales nucleares, hay que señalar dos ámbitos o iniciativas que representarán nuevos desafíos y oportunidades para este sector: la prolongación de vida útil, o continuidad apropiada de funcionamiento, de las centrales nucleares y la construcción de un Almacenamiento Temporal Centralizado de combustible gastado. Respecto de la primera actividad, que puede ser crucial para el sector en términos generales, cabe decir que comportará la reposición de numerosos equipos tanto mecánicos o electromecánicos, como electrónicos y de control, y que asimismo requerirá mejoras en las tareas de mantenimiento e inspección en servicio y en parada de recarga. Todo ello conformará, como 29 se ha dicho, un nuevo desafío y una nueva oportunidad para el sector de bienes de equipamiento nuclear. Análogamente, la construcción del ATC supondrá unas tareas de ingeniería y de servicios tecnológicos de componentes que representará también una nueva vía de desarrollo para el sector. Téngase en cuenta que los principios de seguridad en estos almacenamientos son sensiblemente similares a los habidos en los reactores por lo que respecta al confinamiento de la radiactividad, lo cual implica la integridad de las barreras de confinamiento, ante cualesquiera sucesos eventuales de tipo mecánico o químico, y asimismo el mantenimiento de la refrigeración adecuada de la potencia residual del combustible gastado. Por último, también requerirá los blindajes apropiados para minimizar la exposición in situ. Para dar respuesta a estos dos desafíos, no se identifica ninguna carencia relevante en el sector español de servicios tecnológicos y bienes de equipo, aunque, por supuesto, parte de las actividades y suministros se podrán contratar en el mercado internacional; y a la vez, desde el sector español se podrán ofertar al extranjero esos mismos suministros y asistencias, pues como se ha mencionado para el caso de los grandes componentes y del combustible nuclear, así como para las tareas más específicamente nucleares de mantenimiento, desde el sector nuclear español se presta mucha atención a la exportación, y se logra mantener, en gran medida, el nivel de trabajo merced a dicho esfuerzo exportador. Como resumen acerca de la situación tecnológica y de investigación en España, se puede decir que en I+D ha habido una depauperación de los equipos existentes en los años 70 y 80, pero a su vez ha habido un acercamiento progresivo a las estructuras de investigación europeas, aunque esto no ha llegado al nivel deseable, y acorde con la importancia de la energía nuclear en nuestro país. Desde ese punto de vista se puede considerar que la situación tecnológica española está más capacitada para las necesidades comerciales inmediatas que para abordar desafíos de futuro de cierta entidad. Para esto último, el sistema de I+D español, esencialmente público en este campo, debería ser reestructurado e impulsado considerablemente, en coherencia con los planteamientos de EURATOM de cara a la generación IV y a los ciclos de combustible nuclear que cumplieran los requisitos de sostenibilidad de la energía nuclear, que el propio EURATOM ha de redefinir o actualizar. 30 No es posible finalizar esta breve reseña sobre la situación tecnológica y de I+D sin hacer alusión a lo que comienza a ser, no sólo en España, sino en toda Europa, el problema posiblemente más acuciante para el desarrollo de la tecnología nuclear: el factor humano. La reducción del alumnado en las materias nucleares, así como una merma de vocaciones en el doctorado nuclear, hace muy difícil la reposición de equipos, sobre todo en el ámbito de la investigación. También es necesario un esfuerzo para el relevo generacional en la explotación comercial de las centrales nucleares, y en plazo no mucho más dilatado, en las compañías y agentes tecnológicos del sector, cuya edad media profesional es considerablemente elevada. Para responder a estos temas, las universidades españolas más relevantes en el campo tecnológico nuclear, han optado por incrementar su participación en programas y redes europeos, particularmente en la ENEN (European Nuclear Energy Network), con lo cual se espera incentivar los estudios nucleares en Europa en general, y por ende en España. Pero corremos el riesgo de implantar estas soluciones demasiado tímidamente y demasiado tarde. VI. A guisa de resumen: otear el futuro Una imagen puede valer más que mil palabras para esbozar un resumen sobre la Energía Nuclear en España. Esta imagen se recoge en el cuadro adjunto % de participación Evolución de la participación de la producción eléctrica nuclear para vidas de CNs. de 40 y 60 años. 30,00% 20,00% 12,40% 10,00% 0,00% 0,00% 2006 2010 2014 2018 2022 2026 2030 Años Participación de la producción eléctrica nuclear en el total (%). Vida CNs. 60 años Participación de la producción eléctrica nuclear en el total (%). Vida CNs. 40 años 23 31 Evolución de la participación de la producción eléctrica nuclear en el total (%) 30,00% 20,00% 19,93% 10,00% 12,40% 0,00% 2006 2010 2014 2018 2022 2026 2030 Años Vida 60 años e incorporación de 4.800 MW nucleares adicionales Vida 60 años 25 y viene a expresar que el sector nuclear español conforma una realidad eficaz y útil, bien estructurada, con capacidad operativa de muy alto nivel y una potencialidad de nivel institucional. Abarca muy diversos dominios tecnológicos y se proyecta sobre las actividades necesarias, desde la fabricación del combustible a la gestión de los residuos. España no puede atribuirse el papel de país de primera línea en el diseño y construcción de plantas nucleares. No teníamos masa crítica para llegar a eso. Sí somos un país competente y completo a nivel de segunda línea, con gran solvencia en la ingeniería de las diversas parcelas nucleares, y en formación y entrenamiento. Poseemos una estructura de trabajo nuclear 32 considerablemente equilibrada, verdaderamente ejemplar cómo realización tecnológica. No tendría sentido que el resultado de este esfuerzo colectivo careciera de futuro a largo plazo por la impericia de los prejuicios de quiénes dominan la opinión pública y el poder político. Más aún si se tienen en cuenta las enormes posibilidades que la energía nuclear comporta de cara a un futuro que va a ser muy complejo en materia energética. No hemos de jugar a ser agoreros, pero en garantía de suministro no podemos ser menos pesimistas que en el Global Warming y el Cambio Climático. Contra todo ello, la Energía Nuclear es un antídoto magistral, con una potencialidad riquísima como la que recoge sucintamente la imagen adjunta. Contemplando lo que en ella se plantea, cabe cerrar este breve ensayo subrayando que la Energía Nuclear en España es una firme realidad que proviene de 60 años de esfuerzo. Su proyección hacia el futuro abarcará mucho más de 60 veces 60 años. 34 Agradecimientos Se agradece al Foro de la Industria Nuclear y a la Fundación para Estudios sobre la Energía su apoyo en este campo, y el uso de documentación elaborada originariamente para dichas entidades. Bibliografía 1. Caro, R. "Historia Nuclear de España". Sociedad Nuclear Española (1995) 33 2. "Una historia de 20 años. CSN 1980-2000". Consejo de Seguridad Nuclear (2000) 3. Romero de Pablos, Ana, Sánchez Ron, José Manuel. "Energía Nuclear en España. De la JEN al CIEMAT". Centro de investigaciones energéticas, medioambientales y tecnológicas (2001) 4. "SNE 30 años de historia nuclear". Sociedad Nuclear Española (2004) 5. "How to maintain nuclear competence in Europe. A reflection paper prepared by the CCE-Fission Working Group on Nuclear Education, training and competence". European Commission EUR 19787 (2001) 6. "Assessing the impact of energy research". European Commission EUR 21354 (2005) 7. "Key Tasks for future European Energy R&D". A first set of recommendations for research and development by the advisory group on energy. European Commission EUR21352 (2005) 8. "El papel de la energía nuclear en Europa". Club Español de la Energía y WEC (2007) 9. Van Goethem, G. et al. Proceedings FISA 2006 "EU research and training in reactor systems". EURATOM EUR 21231 (2006) 10. "Nuclear energy of the future: what research for which objectives?". Commissariat à l'énergie atomique (2006) 11. "Innovation in Nuclear Energy Technology". 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