el futuro de la agrobiotecnologia en la argentina

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EL FUTURO DE LA AGROBIOTECNOLOGIA EN LA ARGENTINA
En 1974 se produjo un hecho resonante que estaría destinado a
multiplicarse y previsiblemente a dominar el Siglo XXI: el desarrollo de la
técnica de DNA recombinante. Stanley Boyer y Herbert Cohen demostraron
que era posible manipular el material genético de una bacteria (Escherichia
coli) introduciéndole un gen heterólogo y logrando su expresión. Así nació la
nueva biotecnología que rápidamente extendió la técnica a otros genes y
bacterias, luego a levaduras, gusanos, insectos, plantas y animales incluyendo
a Pampa, la primer vaca argentina transgénica capaz de producir hormona de
crecimiento humana en su leche.
La transformación genética de plantas se produjo unos 10 años
después, en 1984, con la obtención de una planta de tabaco que expresaba un
gen bacteriano capaz de darle a la planta resistencia al ataque de insectos. La
transformación se logró empleando un plásmido vector de la bacteria
Agrobacterium, método con el que rápidamente se introdujeron otros genes y
se transformaron otras plantas.
Diez años más tarde, en 1995, llegaron al mercado en Estados Unidos
los primeros cultivos transgénicos. Entre ellos la soja RR resistente al herbicida
glifosato, que fue adaptada por los productores argentinos, y alcanzó
rápidamente a más del 95% de lo sembrado. La soja RR y la siembra directa y
una nueva raza de hombres de campo, el empresario productor agrícola que
explota inteligentemente su campo con técnicas innovativas que conservan la
calidad del suelo y aumentan la producción sirvieron de base de una creciente
agroindustria que aporta casi el 60% de las exportaciones del país.
En los últimos 10 años el desarrollo de la agrobiotecnología se vio
frenado a nivel mundial por una moratoria originada en Europa y Japón y
adoptada por otros países que cuestionaban la bioseguridad de los cultivos
transgénicos en medio de un confuso debate alimentado por la oposición
política a la globalización, la falta de percepción de beneficios para el
consumidor, e incluso por incidentes ajenos tales como el mal de la vaca loca.
En realidad los pocos cultivos transgénicos actualmente en el mercado no
ofrecen ningún riesgo ni para la salud ni para el medio ambiente.
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Qué pasó en la Argentina en estos 20 años desde que se inició la
agrobiotecnología?
Una breve “primavera” biotecnológica se vivió con el primer gobierno de
la democracia (1983-1989) generada por tres factores confluyentes. La política
de la SECYT impulsada, entre otros, por la Dra. Sara Rietti y materializada en
la creación del Centro Argentino Brasileño de Biotecnología (CABBIO) en el
marco del Mercosur; el sector empresario en el que, entre otros, se destacó la
prédica y la acción del Ing. Vitorio Orsi desde PASA y el Banco de la Provincia
de Buenos Aires que a través de su Gerencia de Desarrollo y Tecnología “Prof.
Jorge A. Sábato” organizó en 1987 tres seminarios internacionales sobre
Biotecnología y Producción Agrícola con la participación del sector público y
privado sucesivamente en New York, San Pablo y Buenos Aires. El ambiente
generado motivó a los principales grupos empresarios argentinos a incursionar
en el tema creando gerencias de I y D o de Biotecnología e incluso nuevas
empresas. Desde el CABBIO, bajo la dirección del Dr. Latorre se comenzó a
financiar proyectos binacionales a partir de 1987.
Lamentablemente esta “primavera” fue breve por los resultados
electorales de 1987 y 1989, crecientes problemas económicos que derivaron
en la hiperinflación de 1988 y en la renuncia anticipada del presidente, lo que
llevó a la mayor parte del sector empresario a retraerse de su reciente incursión
en la Biotecnología y al colapso de la financiación pública de la CyT y en
particular de los proyectos del CABBIO. En el gobierno siguiente el país tuvo
que soportar otro pico hiperinflacionario y la financiación del sistema de CyT, y
del CABBIO en particular, sólo se reanudó lentamente a partir de 1992.
Este colapso tuvo consecuencias para la naciente biotecnología
argentina difíciles de evaluar pero que podría ilustrarse con una experiencia
personal. Con el primer concurso hecho por el CABBIO, el CEFOBI inició en
1987 un proyecto binacional con el Laboratorio de Genética, UNICAMP, Brasil
y el apoyo del Criadero y Semillero Morgan (Argentina) y Sementes Agroceres
S.A. (Brasil) para el mejoramiento del cultivo de maíz con técnicas de Biología
Celular y Molecular que avanzó rápidamente. El concepto de la pistola génica
publicado por J.C. Sanford de la Universidad de Cornell en agosto de 1987
abrió la puerta para intentar la transformación génica de cultivos, que como el
maíz, no se habían logrado aún con la técnica disponible del Agrobacterium. En
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pocos meses y con la colaboración de CITEFA, investigadores del CEFOBI
lograron diseñar y construir una pistola génica funcional cuya patente fue
obtenida en 1989. Así Sociedad Comercial del Plata S.A. presentó al CABBIO
en 1988 un nuevo proyecto, “Obtención de plantas transgénicas resistentes a
plagas”, más ambicioso, para la transformación de soja, girasol y maíz con la
participación
de
Sementes
Agroceres
S.A.
del
lado
brasileño.
Lamentablemente el proyecto fue aprobado sólo para maíz (los evaluadores
brasileños no consideraron conveniente colaborar en un cultivo como la soja en
el que Argentina y Brasil competirían en el comercio internacional). Ante la
reducción del proyecto aprobado, Sociedad Comercial del Plata S.A. decidió
retirarse del mismo pues su interés estaba en la soja con resistencia a insectos,
para lo que tenía planeado organizar un criadero de soja con una inversión
considerable. También influyó la crisis económica relacionada.
En el CEFOBI se continuó trabajando con los fuertes altibajos inducidos
por condiciones financieras muy desfavorables que interrumpió la colaboración
con
Campinas
y
alejó,
permanente
o
transitoriamente,
a
algunos
investigadores, logrando a comienzos de 1992 la transformación génica de
maíz y de trigo de lo que no había antecedentes en Argentina ni en América
Latina, aunque sí en las empresas multinacionales que trajeron a partir de 1996
al país primero la soja transgénica y luego el maíz y el algodón. Se me ha
preguntado si el CEFOBI hubiera podido desarrollar la soja transgénica si en
1988 se hubiese financiado el proyecto solicitado. Mi opinión es que lo
habríamos logrado con un gen sintético para resistencia a insectos aunque
probablemente con resistencia a otro herbicida ya que el gen RR para
resistencia a glifosato no habría estado disponible. Es un ejercicio un tanto fútil
intentar estimar qué impacto económico podría haber tenido ese eventual logro,
pero en dicho proyecto se estimó que la producción de ambos países que se
podría beneficiar sumaba en 1988 16.000 millones de dólares.
La década del 90 fue aparentemente estable con el mismo Presidente en
el poder durante 10 años. Para la CyT y para la Agrobiotecnología en particular
no fue tan estable. En el gobierno se sucedieron tres Secretarios de CyT con
políticas muy diversas que se pueden ilustrar con el hecho de que el CONICET,
el organismo creado por el Dr. Bernardo Houssay y que permitió el desarrollo
de la ciencia argentina, tuvo 10 Presidentes o interventores en esos 10 años,
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fue desfinanciado y se creó otro organismo, la Agencia, que según algunas
opiniones estaba destinada a reemplazarlo. La aceleración de la globalización
a nivel mundial con la sucesión de adquisiciones de unas empresas por otras
contribuyó a la inestabilidad de los emprendimientos biotecnológicos en la
Argentina. Por ejemplo los intentos de tranferir o aplicar la tecnología
desarrollada por el CEFOBI de transformar maíz sufrió los siguientes avatares.
Un proyecto con el respaldo de Criadero Morgan, Agar Cross S.A. y Zambruni y
Cia fue rechazado en 1994 en el concurso del BID-PMT “porque no había
mercado conocido para maíz con resistencia a herbicidas e insectos”. El mismo
proyecto fue asumido posteriormente por Criadero Morgan, quien lo iba a
financiar íntegramente pero en 1995 caducó cuando la empresa fue adquirida
por Mycogen S.A.. Cuando este tema fue replanteado con esta empresa en
1997 se avanzó hasta depender de la eminente visita de un vicepresidente de
la casa matriz pero Mycogen S.A. fue adquirida en Estados Unidos por Dow
Chemicals en 1998. Ante una demanda similar pero aún más amplia de Cargill
Semillas de Argentina, después de una drástica renovación de su cúpula
gerencial, el avance en las tratativas terminó abruptamente con la adquisición
de dicha empresa por Monsanto en 1998. Esta empresa, que también adquirió
Dekalb y otras empresas argentinas, ha hecho todos los desarrollos
biotecnológicos en su casa matriz o ha adquirido empresas biotecnológicas con
avances de interés.
Otro ejemplo de cómo puede ser afectado el desarrollo de la
Agrobiotecnología en la Argentina por la ausencia de una política de estado
para CyT fue el caso del Programa de Modernización Tecnológica iniciado por
la SECYT en el CONICET con un crédito BID en 1994/5 y luego transferido a la
recién creada Agencia por nuevas autoridades con otro enfoque político (en el
mismo gobierno) que revió los proyectos en ejecución, redujo presupuestos
aprobados y en ejecución y forzó cierres prematuros de la mayoría de ellos.
Uno de los afectados fue el proyecto 174 “Obtención de trigo transgénico
resistente al Fusarium y de mayor calidad”, que se llevaba a cabo en el
CEFOBI y que fue interrumpido en 1998 cuando faltaba sólo un año para su
conclusión y obligó a desarmar un equipo de 12 investigadores, varios de los
cuales emigraron y se encuentran hoy en día en USA o en Europa. Pese a ello
se pudo avanzar en el análisis de algunos de los trigos transgénicos obtenidos,
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en particular con mejor calidad panadera, realizar ensayos de campo y
replantear la transferencia de los mismos. Así se avanzó en 1998 en tratativas
con Agar Cross S.A. que estaba interesada en incorporar dichos materiales y
nuevos eventos a desarrollar a su programa de trigo. Cuando el convenio
estaba a consideración del directorio, Sociedad Comercial del Plata S.A., que
era su principal accionista entró en convocatoria de acreedores y el paquete
accionario de Agar Cross S.A. fue vendido a Dupont S.A. Un intento posterior y
similar de transferir la tecnología desarrollada a Produsem S.A. terminó cuando
esta empresa fue adquirida por Emergent Technologies en 1999.
Encarando el tema del título ¿tiene futuro la Agrobiotecnología en la
Argentina?
Ciertamente, sí. La biotecnología va a dominar el Siglo XXI. En estos 10
años iniciales se han introducido como transgénicos sólo 3 de los 20 cultivos
más importantes y únicamente con pocas características novedosas. Hay
desarrollados un número considerable de eventos que todavía no han logrado
ser comercializados en los que se mejora la calidad nutricional de sus proteínas
y aceites y se refuerza su resistencia al estrés biótico (ataque por insectos,
hongos y bacterias) y abiótico (sequía, heladas). Es previsible que para
mediados del Siglo XXI todos o la mayoría de los cultivos serán modificados
genéticamente con mejoras sustanciales de su rinde y calidad e incluso con
usos
y
aplicaciones
totalmente
novedosas
como
la
producción
de
medicamentos o plásticos biodegradables y otros hoy inimaginables. No sólo
los cultivos sino también las aves, peces y ganado que el hombre explota o usa
serán también modificados. La generación de vacas transgénicas iniciadas con
Pampa en Biosidus y sus clones con sus ubres transformadas en fábricas de
productos terapéuticos es un primer ejemplo de lo que está por venir.
Nuestra imaginación no es capaz de predecir todo lo que la CyT hará en
20 o 50 años. En el Siglo XXI son previsibles algunos avances de las Ciencias
Biológicas a tener en cuenta para imaginar el futuro de la Agrobiología. La
población humana de 6.000 millones crecerá hasta 9.000 millones alrededor de
mediados del siglo y no sobrepasaría los 10.000 al fin del mismo. A este
crecimiento hay que sumar el aumento de la expectativa de vida (de 74 años
en Argentina y 78 en Japón) que podría llegar a los 100 o 110 años con el
consiguiente incremento en cantidad y calidad de alimentos demandados. La
5
cuestión
será
cómo
catastróficamente
el
obtenerlos
medio
en
forma
ambiente.
sustentable
Todavía
no
y
sin
alterar
entendemos
la
embriogénesis somática, que manejamos desde hace 50 años, por la cual se
puede regenerar una planta de una célula somática. Se puso mucha
expectativa en lo que se lograría al descifrar el genoma humano y el de otros
seres vivos. Se están logrando cosas pero la más importante tal vez sea abrir
una puerta a otro campo ignorado: el 90-98% de los genomas parecían carecer
de sentido: se los calificó de “basura” (queriendo decir “no sé para qué están
ahí”). Parecen corresponder a un nuevo mundo de pequeñas moléculas de
RNA (similar al DNA) que gobernarían a los genes ya conocidos y permitirían
explicar por qué los humanos, que tenemos un número de genes (más o
menos 25.000) ligeramente mayor que un pequeñísimo gusano (C. elegans) y
similar al de un yuyito (A. thaliana) y la mitad (¿!) que el arroz (50.000),
pudimos llegar a la luna o componer sinfonías.
El desarrollo de la Agrobiotecnología en la Argentina requiere como
mínimo los siguientes aspectos.
a) Instituciones y políticas estables:
Se deben fortalecer las instituciones involucradas y consensuar una
política
de
estado
que
dé
sustento
al
desarrollo
de
la
Agrobiotecnología. Medidas recientes en el Ministerio de Economía,
en la Secretaría de Agricultura, en la SECYT y proyectos en
consideración en el Congreso alientan la esperanza de que se avance
en este camino.
b) Fuerte inversión pública en CyT.
Aunque se escucha hablar con frecuencia en los medios políticos de ir
hacia la “sociedad del conocimiento” la inversión en CyT permanece
estancada en el 0.3% del PBI pese al declamado y reclamado objetivo
de llegar al 1%. Aún este objetivo es modesto, no sólo frente a lo que
invierten los países más desarrollados sino en comparación con
nuestros vecinos Chile o Brasil.
c) Fuerte estímulo de la inversión privada en CyT.
Tradicionalmente ha sido escasa la inversión privada en CyT en la
Argentina causada por una errónea y miope política de algunas de
nuestras grandes empresas basada en el deletéreo axioma “La
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tecnología se compra”, lo que supone que no vale la pena
desarrollarla.
Afortunadamente
esta
mentalidad
está
siendo
desplazada como lo demuestra el surgimiento de emprendimientos
innovadores como Bioceres S.A. e Indear S.A. en Rosario. El estímulo
mencionado tiene que lograr que la inversión privada crezca y supere
a la pública pues la relación que se observa en los países
desarrollados es de 60% privada y 40% pública.
d) Apoyo eficaz a la generación y transferencia de tecnología.
Este es un tema complejo y de difícil implementación. La generación
de tecnología requiere de dos factores: un amplio y sólido desarrollo
local de investigaciones científicas básicas y una creciente demanda
tecnológica del sector empresario. Lograr el primero depende de los
dos primeros puntos mencionados at supra. La demanda del sector
empresario será alentada cuando sea estimulado a mejorar la calidad
de sus productos y su competitividad a nivel internacional. La
transferencia requiere de vasos comunicantes amplios y fluídos entre
el sector científico académico y el sector empresario. Es necesario
estimular el desarrollo de un mercado de capitales de riesgo que
financien el desarrollo de ideas, descubrimientos e inventos
innovativos y de potencial, aunque no seguro, interés comercial.
La notoria preeminencia de los Estados Unidos en la innovación
tecnológica y su contribución al incremento de la productividad industrial y
comercial en la segunda mitad del Siglo XX está basada en la extensión del
desarrollo científico público y privado y en un activo y casi único mercado de
capitales de riesgo. Contribuyó en forma notable a esta preeminencia la “BayhDole Act” de 1980 y otras leyes que facilitaron la transferencia de tecnología en
ese país. El Acta mencionada habilitó a las universidades tanto públicas como
privadas y a las pequeñas empresas a patentar descubrimientos financiados
total o parcialmente con fondos públicos y a otorgar licencias exclusivas de
dichas patentes, cobrando las regalías que se convinieren a terceros. La primer
patente biotecnológica, la de Cohen-Boyer mencionada al comienzo de esta
nota significó para la Universidad de California centenares de millones de
dólares en regalías. Esta Acta y otras leyes contribuyeron a la proliferación de
nuevas
empresas
biotecnológicas
generadas
frecuentemente
por
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investigadores universitarios o del NIH (Instituto Nacional de Salud) que se
convertían en “entrepreneurs” para explotar comercialmente sus propias
investigaciones. El gobierno estadounidense renunció a la propiedad intelectual
de las investigaciones financiadas con sus recursos. Las universidades se
convirtieron en corporaciones que en algunos casos llegan a usar el capital
formado por donaciones en operaciones comerciales de riesgo para explotar
algunas de sus patentes. Después de 25 años de vigencia del Acta Bayh-Dole
se está planteando una fuerte discusión sobre la relación costo/beneficio de su
aplicación. Los beneficios han sido claramente su fuerte impulso a la
transferencia tecnológica. Los costos en forma de inconsistencias y
ambivalencias y consecuencias no deseables para las universidades e
instituciones públicas como el NIH y la investigación básica se discuten en
forma creciente afectando la confianza pública en la Ciencia y requerirán
ajustes de la legislación.
En la Argentina la Ley 24.187 de 1992 fue un primer avance. Aunque
sus logros fueron magros por la inestabilidad de las políticas de CyT
mencionadas. Las unidades de vinculación tecnológica que nacieron o se
adaptaron a esa ley en general no han logrado afianzarse.
El CONICET
y algunas universidades tienen mecanismos que
permitirían a sus investigadores asesorar a empresas pero el tiempo invertido
en
desarrollos
tecnológicos
no
siempre
es
evaluado
ni
estimulado
adecuadamente. La generación y transferencia de tecnología y en particular de
la agrobiotecnología, se está comenzando a dar en Argentina pero para que
alcance un nivel que pueda impactar en la economía y el bienestar de la
población requiere del desarrollo armónico de todos los aspectos mencionados.
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Rosario, Octubre 2005.(enviado a publicar)
Dr. Rubén H. Vallejos
Investigador Superior del CONICET
Email: [email protected]
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