Cármenes de Catulo (selección de algunos poemas)

Anuncio
Catulo (84 – 54 a. C), Cármenes,
Introducción, versión rítmica y notas de
Rubén Bonifaz Nuño, México, Unam, 1969
XXXIX
Egnatius, quod candidos habet dentes,
Renidet usque quaque. Sei ad rei ventum est
Subsellium, cum orator excitat fletum,
Renidet ille. Si ad pii rogum fili
Lugetur, orba cum flet unicum mater,
Renidet ille. Quicquid est, ubicumque est,
Quodcumque agit, renidet; hunc habet morbum,
Neque elegantem, ut arbitror, neque urbanum.
Quare monendum est te mihi, bone Egnati.
Si urbanus esses aut Sabinus aut Tiburs
Aut parcus Umber aut obesus Etruscus
Aut Lanuvinus ater atque dentatus
Aut Transpadanus, ut meos quoque attingam,
Aut qui lubet, qui puriter lavit dentes,
Tamen renidere usque quaque te nollem;
Nam risu inepto res ineptior nulla est.
Nunc Celtiber es; Celtiberia in terra,
Quod quisque minxit, hoc sibi solet mane
Dentem atque russam defricare gingivam
Ut quo iste vester expolitior dens est,
Hoc te amplius bibisse praedicet loti.
XXXIX
Egnacio, porque cándidos dientes tienes,
ríe siempre y en todo. Si llega al banco
del reo, cuando el llanto excita quien habla,
el ríe. Si en la hoguera del hijo pio
lloran, cuando la madre huérfana al único
llora, él ríe; lo que sea, doquier se encuentre,
haga lo que haga, ríe; tiene este morbo
ni elegante, según yo pienso, ni urbano.
Por eso, buen Egnacio; debo enseñarte.
Si urbano fueras o sabino o de Tíbur,
o un umbro parco o un etrusco gordísimo
o lanuvino negro y de grandes dientes;
o traspadano, por tocar a los míos,
o quienquiera que, limpio, los dientes lávase,
no quisiera que rieras siempre y en todo;
pues nada hay mas inepto que inepta risa.
Mas celtíbero eres; en esa tierra,
cada quien suele, con aquello que mea,
frotarse, al alba, el diente y la roja encía;
así, más este diente vuestro pulido
está, mas muestra que bebiste de orina.
XLII
Adeste, hendecasyllabi, quot estis
Omnes undique, quotquot estis omnes.
Iocum me putat esse moecha turpis
Et negat mihi vestra reddituram
Pugillaria, si pati potestis.
XLII
Acudid, cuantos sois, endecasílabos
todos, desde doquier, cuantos sois todos.
Que soy juego, me juzga torpe puta,
y niega que ha de devolverme vuestras
tablas de cera, si podéis sufrirlo.
1
Persequamur eam, et reflagitemus.
Quae sit quaeritis. Illa, quam videtis
Turpe incedere, mimice ac moleste
Ridentem catuli ore Gallicani.
Circumsistite eam, et reflagitate:
«Moecha putida, redde codicillos;
Redde, putida moecha, codicillos.»
Non assis facis? o lutum, lupanar,
Aut si perditius potes quid esse.
Sed non est tamen hoc satis putandum.
Quod si non aliud potest, ruborem
Ferreo canis exprimamus ore.
Conclamate iterum altiore voce
«Moecha putida, redde codicillos;
Redde, putida moecha, codicillos.»
Sed nil proficimus, nihil movetur.
Mutanda est ratio modusque nobis,
Siquid proficere amplius potestis;
«Pudica et proba, redde codicillos.»
Sigámosla y pidámosle de nuevo.
Quien sea preguntáis. La que habéis visto
andar torpe, teatral y feamente
riendo con jeta de cachorro galo.
Cercadla en torno, y otra vez pedidle:
“Puta hedionda, devuelve las tablillas;
devuelve, hedionda puta, las tablillas.”
¿No me haces caso? oh lupanar, oh lodo,
o, si fuera posible, algo mas sucio.
Mas no debe creerse que esto baste
Que si mas no se puede, exprimiremos
el rubor a su férrea faz de perro.
Proclamad nuevamente en voz mas alta:
"Puta hedionda, devuelve las tablillas;
Devuelve, hedionda puta, las tablillas!'
Mas nada aventajamos; nada muévese.
Mudar debemos la razón y el modo,
si mas podéis aventajar en algo:
"Púdica y proba, vuelve las tablillas".
V
Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,
Rumoresque senum severiorum
Omnes unius aestimemus assis.
Soles occidere et redire possunt;
Nobis cum semel occidit brevis lux,
N ox est perpetua una dormienda.
Da mi basia mille, deinde centum,
Dein mille altera, dein secunda centum,
V
Vivamos, Lesbia mía, y amemos,
y de los más serios viejos las voces
en el valor de un as tengamos todas.
Pueden morir y regresar los soles;
muerta una vez la breve luz, nosotros
dormir debemos una noche eterna.
Dame mil besos, y después un ciento;
luego otros mil, luego segundos ciento;
2
Deinde usque altera mille, deinde centum.
Dein, cum milia multa fecerimus,
Conturbabimus illa, ne sciamus,
Aut nequis malus inuidere possit,
Cum tantum sciat esse basiorum.
luego otros mil seguidos, después ciento.
Luego, cuando hecho habremos muchos miles,
los turbaremos, porque no sepamos,
o no pueda aojar algún malvado
cuando sepa que tanto había de besos.
VIII
Miser Catulle, desinas ineptire,
Et quod vides perisse perditum ducas.
Fulsere quondam candidi tibi soles,
Cum ventitabas quo puella ducebat
Amata nobis quantum amabitur nulla.
Ibi illa multa tum iocosa fiebant,
Quae tu volebas nec puella nolebat.
Fulsere vere candidi tibi soles.
Nunc iam illa non volt; tu quoque, inpotens, noli,
Nee quae fugit sectare, nec miser vive,
Sed obstinata mente perfer, obdura.
Vale, puella. Iam Catullus obdurat,
Nec te requiret nec rogabit invitam;
At tu dolebis, cum rogaberis nulla.
Scelesta, vae te! quae tibi manet vita!
Quis nunc te adibit? cui videberis bella?
Quem nunc amabis? cuius esse diceris?
Quem basiabis? cui labella mordebis?
At tu, Catulle, destinatus obdura.
VIII
Pobre Catulo, deja de hacer simplezas,
y lo que ves que ha muerto ten por perdido.
Lucidos soles te brillaron un día,
cuando ibas donde te llevaba la niña
que amamos cuanto ninguna será amada.
Allí esas muchas fiestas se hacían entonces,
que tu querías y la niña no odiaba.
Lucidos soles, en verdad, te brillaron.
Ella hoy no quiere ya; tu no quieras, débil,
ni a la que huye persigas, ni pobre vivas;
pero con mente firme resiste, aguántate.
Adiós, la niña. Ya Catulo se aguanta,
ni ha de pedirte ni rogar si te opones.
Más sufrirás tú, cuando no seas rogada.
¡Ay de ti, infame! ¿Qué vida a ti te queda?
Hoy, ¿quién irá a ti? ¿Quién te verá bonita?
¿A quién, hoy, amarás? ¿De quién se dirá que eres?
¿A quién besarás? ¿A quién morderás la boquita?
Pero, Catulo, tú decidido aguántate.
3
Descargar