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NOTA DE PRENSA
DEPARTAMENTO DE COMUNICACIÓN
Las tortugas laúd, carey y boba se encuentran amenazadas de
extinción
La Fundación BBVA pone en marcha un
proyecto de investigación para conservar las
tortugas marinas del Océano Atlántico

Los riesgos para la conservación de las tortugas se encuentran tanto
durante su vida libre en el mar –captura para consumo, ahogamiento
accidental en artes de pesca e intoxicación por contaminantes, entre
otras amenazas– como durante su desarrollo embrionario en las playas
de nidificación

En las últimas décadas, el número de playas de nidificación y de hembras
que se reproducen en ellas se ha reducido drásticamente en todo el
mundo, registrándose índices de mortalidad del 80% en los huevos
fecundados

Las tortugas son el principal depredador de las medusas; garantizar la
supervivencia de las tortugas puede contribuir a corregir desequilibrios
ecológicos como los que han favorecido la proliferación de medusas en
las playas españolas

La investigación de la Fundación BBVA evalúa la influencia de la
contaminación marina y otros cambios ambientales globales sobre la
fecundidad, el desarrollo embrionario y la supervivencia de las tortugas

Se
han
detectado
concentraciones
elevadas
de
compuestos
organoclorados y metales pesados en las tortugas marinas, que pueden
llegar a presentar hasta 70 ppm (partes por millón) de cadmio en el
hígado o el páncreas
24.11.2006.- La Fundación BBVA ha puesto en marcha un proyecto de
investigación, dirigido por Adolfo Marco Llorente (Estación Biológica de Doñana,
CSIC), cuyo objetivo es mejorar la conservación de las tortugas marinas del
Atlántico. La investigación, que se llevará a cabo en colaboración con científicos
mexicanos, colombianos y canarios, se centra en las tortugas carey, laúd y boba,
especies que anidan en las playas de México, Colombia y Cabo Verde, y llegan a
alimentarse al Mediterráneo y Atlántico españoles.
Los riesgos para la supervivencia de estas tres especies de tortugas marinas,
amenazadas de extinción a nivel mundial, se encuentran tanto durante su vida
libre en el mar –captura para consumo, ahogamiento accidental en artes de
pesca e intoxicación por contaminantes, entre otras amenazas– como durante su
desarrollo embrionario en las playas de nidificación. En las últimas décadas, el
número de playas de nidificación y de hembras que se reproducen en ellas, así
como la tasa de supervivencia de los huevos, se han reducido drásticamente en
todo el mundo como consecuencia del expolio de nidos por el hombre, del exceso
de depredación –en muchos casos por animales domésticos–, de la acumulación
de contaminantes en los huevos y de cambios ambientales globales, entre otros
factores.
La investigación de la Fundación BBVA evaluará los problemas de conservación
que afectan a la anidación de las tortugas marinas, así como la influencia de
factores ambientales sobre la reproducción de estos animales, con especial
atención al impacto de la contaminación marina sobre la fecundidad, el desarrollo
embrionario y la supervivencia de las tortugas en sus primeros días de vida. Las
hembras acumulan durante su vida los contaminantes que ingieren con el agua o
el alimento, y los transfieren en el vitelo a los huevos como mecanismo
detoxificador. Esto provoca que, en muchos casos, los huevos puedan contener
diferentes tipos de tóxicos en concentraciones que pueden afectar al desarrollo
embrionario y a la viabilidad de los recién nacidos.
Las tortugas laúd, carey y boba están consideradas como especies en peligro de
extinción por la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que
considera crítica la situación de las dos primeras. La tortuga carey es muy
perseguida por su apreciado caparazón, circunstancia que ha causado una
disminución del 95% de sus efectivos desde el siglo XVII y, en fechas más
recientes, una reducción del 60% en las poblaciones caribeñas. La tortuga laúd
sufre unas tasas de mortalidad de juveniles y adultos muy elevadas, a las que se
suma un expolio continuo de los huevos al encontrarse sus playas de nidificación
en zonas escasamente desarrolladas. Por último, la tortuga boba o caguama
atraviesa en los últimos años una situación preocupante, al haberse registrado
una disminución del 50% en el número de hembras anidantes en playas
protegidas.
DEPREDADORAS DE MEDUSAS
El aumento del éxito de la anidación en las playas de origen es muy importante
para paliar la gran mortalidad de juveniles y adultos en el Mediterráneo y el
Atlántico, y contribuir así a garantizar la supervivencia de las tortugas. Además,
se contribuirá a corregir desequilibrios ecológicos, como el que ha favorecido la
reciente invasión de medusas en muchas playas españolas, al debilitarse la
acción de las tortugas, que son su principal depredador.
La gran mayoría de las tortugas marinas que frecuentan el litoral español se
alimentan de medusas desde que nacen y durante todo su ciclo vital.
Concretamente la tortuga laúd, la más grande de las tortugas marinas y segunda
más común en nuestro litoral después de la tortuga boba, se alimenta casi
exclusivamente de estos animales marinos, por lo que resulta muy frecuente
observar tortugas asociadas con enjambres de medusas. Son capaces de
localizar bancos de medusas en el mar y acercarse a ellos, incluso
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contracorriente, y de detectar a las medusas por su olor. Además, el sistema
digestivo de la tortuga laúd está especialmente adaptado para comer medusas:
tienen la boca y el esófago compuestos por espinas corneas, cuya función es
evitar el escape de las medusas una vez que penetran en la boca. Dado que las
medusas son muy poco nutritivas, las tortugas laúd, cuyo peso se sitúa en torno
a los 500 kilos, necesitan ingerir cantidades muy elevadas para satisfacer sus
necesidades energéticas, por lo que están consideradas como un agente activo
para controlar la proliferación de medusas.
Precisamente esta dieta tan rica en medusas puede explicar la elevada
concentración de algunos contaminantes detectada en tortugas marinas.
Las medusas acumulan contaminantes organoclorados o metales pesados –como
el cadmio, el mercurio o el plomo– que son ingeridos por las tortugas. Estas
últimas pueden llegar a presentar concentraciones de hasta 70 ppm
(partes por millón) de cadmio en órganos como el hígado o el páncreas. La
longevidad de las tortugas, que pueden sobrepasar los 80 años, también
contribuye a la acumulación de gran variedad y cantidad de contaminantes,
llegándose a observar tortugas muertas con bolas compactas de alquitrán en sus
estómagos.
TORTUGAS PROCEDENTES DE MÉXICO, FLORIDA Y CABO VERDE
Las tortugas marinas se caracterizan por realizar migraciones transoceánicas de
miles de kilómetros. Gracias a los estudios genéticos realizados con juveniles del
litoral español, el equipo dirigido por Adolfo Marco en colaboración con la
Universidad de Barcelona ha descubierto que existen en nuestras costas tortugas
procedentes de México, Florida y Cabo Verde y, en menor proporción, de Grecia
y Turquía. Las distintas especies conviven y se alimentan en nuestras aguas
durante varios años, hasta alcanzar su madurez sexual y retornar a su lugar de
origen para desovar.
Estas investigaciones han demostrado también que el 95% de las tortugas bobas
que llegan al litoral andaluz tienen origen atlántico y que el estrecho de Gibraltar
no supone un obstáculo para ellas. Sin embargo, estudios previos indican que las
tortugas localizadas en las costas catalanas proceden, en su mayoría, del
Mediterráneo oriental. Los resultados de los estudios genéticos han confirmado
que la fidelidad de las tortugas a su lugar de nacimiento es tan grande que
provoca un aislamiento reproductivo entre animales de distinto origen, y que las
tortugas mediterráneas están aisladas y son genéticamente distintas de las del
Atlántico. Este descubrimiento tiene importantes implicaciones conservacionistas,
ya que se trata de metapoblaciones distintas que deben ser protegidas.
MULTIPATERNIDAD
En cuanto a los huevos, las investigaciones del equipo de Marco han desvelado
que los nidos de tortuga boba tienen multipaternidad, ya que en un mismo nido
conviven huevos de hasta cinco padres diferentes. Esto significaría que las
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hembras de tortuga boba son poliándricas, es decir, se aparean con varios
machos. Por otra parte, aunque la tasa de fecundación de los huevos es muy
elevada (en torno al 95%), hay playas en las que el índice de mortalidad de los
huevos fecundados supera el 80%.
Paradójicamente, se trata de playas con muy pocos impactos humanos, por lo
que se están analizando otros factores como la inundación de los nidos por las
mareas altas o el impacto negativo de la presencia de arcilla en la arena de la
playa. Se ha descubierto, además, un hongo patógeno que se encuentra en la
arcilla y en la materia orgánica del suelo y que causa la muerte de los huevos.
Las madres no son capaces de distinguir estos riesgos, por lo que los
investigadores están estudiando diferentes técnicas para cambiar los nidos de
sitio (traslocación) sin que sufran daños, tarea que no resulta sencilla porque los
huevos de tortuga, enterrados en la arena a 40 centímetros de profundidad, no
están adaptados para soportar el más mínimo movimiento durante su incubación.
Las investigaciones realizadas sobre los nidos de tortugas laúd han mostrado
que la humedad excesiva de la arena es muy perjudicial para la incubación, algo
que resulta especialmente preocupante teniendo en cuenta que todos los
modelos de cambio climático predicen para las zonas costeras una elevación del
nivel del mar. La incubación óptima para esta especie se produce en playas con
niveles bajos de humedad (entre el 1 y el 3% de agua en la arena).
Si desea más información, puede ponerse en contacto con el Departamento de
Comunicación de la Fundación BBVA (915 376 615 y 944 874 627)
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