TEMA 45. DESCOLONIZACIÃ N Y TERCER MUNDO.

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TEMA 45. DESCOLONIZACIÃ N Y TERCER MUNDO.
El proceso de descolonización acelerado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial es uno de los mayores
fenómenos del s. XX. Este proceso, que marca el fin de la hegemonÃ−a europea en el mundo, se ha
desarrollado paralelamente al conflicto Este-Oeste, ya sea independientemente de él, como son los casos de
la India o Argelia, o ligado a sus vicisitudes, como lo ejemplifican los conflictos del sudeste asiático y del
Oriente Medio.
Estos nuevos estados surgidos al desaparecer los imperios coloniales suelen ser englobados bajo la
denominación de Tercer Mundo, término que implica subdesarrollo económico y cultural, dependencia
tecnológica del bloque capitalista o socialista, y voluntad de una parte de ellos de constituir una especia de
tercera fuerza en la polÃ−tica internacional independiente del sistema bipolar.
Fue en Bandung (Indonesia) donde se celebró la primera conferencia intercontinental de los pueblos
afroasiáticos que en aquellos dÃ−as (abril de 1955) habÃ−an accedido a su total independencia. En la
Conferencia de Bandung estaban representados 23 paÃ−ses asiáticos y 6 africanos, mayoritariamente
antiguos territorios colonizados. Sus cuatro grandes protagonistas fueron: Nehru (por la India), Sukarno (por
Indonesia), Nasser (por Egipto) y Zhon Enlai (por China). En esta conferencia, el Tercer Mundo, nuevo
protagonista de las relaciones internacionales, encontró la plataforma ocasional desde la cual lanzar al
mundo la expresión de sus deseos y el anticipo de su pretendida nueva vÃ−a: cooperación económica y
cultural, conquista de la autodeterminación, asunción de la declaración de los derechos humanos
proclamados por la ONU, y proclamación del derecho de los nuevos paÃ−ses a intervenir en la polÃ−tica
mundial sin alinearse con ninguno de los grandes bloques. Se proponÃ−an, en efecto, un neutralismo activo
que favoreciera la concordia y el entendimiento entre los pueblos. Las repercusiones de la Conferencia fueron
decisivas para la generalización del proceso de independencia de otras colonias, principalmente en Ôfrica,
que en pocos años completó el proceso emancipador. Bandung contribuyó asimismo a una toma de
conciencia internacional sobre la dignidad y la presencia de los pueblos de color en el concierto mundial.
La Primera Guerra Mundial ya habÃ−a supuesto el nacimiento de movimientos independentistas en los
antiguos imperios coloniales, pero la Segunda potenció mucho más estos movimientos. (En la Primera
Guerra Mundial los pueblos colonizados aportan hombres o materias primas a la metrópoli; ésta, en vez de
compensar la ayuda de las colonias, sólo piensa en solucionar sus problemas internos mediante una
intensificación de la explotación colonial. En la Segunda Guerra Mundial el proceso se repite e intensifica,
con el agravante de que algunas colonias sufren en su propio territorio la guerra). Tanto la URSS como EEUU
se identificaron con estos movimientos independentistas y la Carta del Atlántico incluyó tales principios. El
declive económico de Gran Bretaña y Francia contribuyó a la desaparición de sus respectivos imperios.
• La descolonización en Asia
El gran continente asiático habÃ−a tenido en franceses, holandeses y británicos sus principales
colonizadores hasta 1945, especialmente Asia meridional, que por variedad, riqueza y situación geográfica
quedó históricamente ligada a los intereses económicos europeos. Bastaron diez años (1945-55) para
que las que parecÃ−an extensiones naturales de Gran Bretaña (India, Pakistán, Birmania), Francia
(Indochina) y Holanda (Indonesia), alcanzaran su independencia polÃ−tica.
♦ Indochina
Durante la Segunda Guerra Mundial los japoneses ocupan Indochina que les ha sido entregada por la Francia
colaboracionista de Vichy (â Como oficialmente el régimen de Vichy era aliado de Alemania, coexisten
juntas autoridades niponas y francesas). Tras la guerra, el gobierno popular de Vietnam, bajo la presidencia de
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Ho Chi Minh, proclama su independencia. Sin embargo, los franceses intentaron recuperar la preeminencia en
el territorio (â para Inglaterra y Francia, la paz significaba la restauración de sus anteriores poderes). Tras
la rendición de Japón, Francia intentó negociar con Ho Chi Minh la constitución de una federación que
incluyera Vietnam, Laos y Camboya, con una zona alrededor de Saigón administrada por ParÃ−s. Muy
pronto surgieron las dificultades de interpretación de los acuerdos diplomáticos debidas al ansia
independentista vietnamita y a la negativa francesa al abandono de su antigua colonia. Con esto, en 1946, el
ejército francés se instaló rápidamente en el sur del paÃ−s e inició una agresiva escalada contra el
norte. La dirección del Viet-Minh (el movimiento nacionalista) estimó que esta sangrienta acción ponÃ−a
fin al `modus vivendi' mantenido a lo largo del año y, en consecuencia, decidió llevar a cabo una lucha
abierta contra la potencia colonial, a través de enfrentamientos llevados a cabo por las guerrillas populares
vietnamitas. Los franceses controlaban todas las ciudades importantes y las principales carreteras. AsÃ−,
Francia declara que el gobierno de Ho Chi Minh es sólo una organización clandestina, cuya existencia no
acepta por considerar que carece de toda legitimidad, y repone al emperador Bao Dai como jefe de Estado, si
bien se reserva la defensa y otros asuntos trascendentales (1949).
El triunfo de Mao en China, con el subsiguiente establecimiento de un régimen comunista al norte de
Vietnam, cambia radicalmente el desarrollo de la lucha. A partir de este momento, Vietnam cuenta con un
aliado que se convierte en una segura fuente de abastecimientos en armamento y pertrechos de todo tipo. En
1953, las fuerzas francesas habÃ−an sido expulsadas de tres cuartas partes del paÃ−s, a pesar de recibir
suministros bélicos y financieros de EEUU. En 1954, el ejército francés es cercado y hecho prisionero
en Diên Biên Phu, lo que obliga a Francia a conceder la independencia. En la Conferencia de Ginebra
(1954), Indochina queda dividida en Vietnam del Norte (en la que se concentrarÃ−an todas las fuerzas del
Viet-Minh) y Vietnam del Sur (adonde se retirarÃ−an las tropas francesas), que constituyen un solo Estado y
cuyo futuro serÃ−a la reunificación mediante elecciones libres (â la división de Vietnam se
materializarÃ−a en dos estados antagónicos y las elecciones nunca llegarÃ−an a celebrarse). Los acuerdos
de Ginebra, más que poner fin a la guerra, marcaron el inicio de una nueva fase de la misma (â
enfrentamiento entre los dos Estados vietnamitas, comunista el del Norte y marcadamente anticomunista el
del Sur).
• La descolonización de Ôfrica
También en Ôfrica la Primera Guerra Mundial siembra las semillas de la independencia, pero las
diferencias de civilizaciones, islámica al norte, negras al sur, y la no existencia de entidades de gran potencia
demográfica como la India o Indonesia, además de una más fuerte presencia del tribalismo, retrasan el
proceso hasta la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar ésta, sólo tres estados eran formalmente
independientes en el continente africano: Egipto, EtiopÃ−a y Liberia. En las dos décadas siguientes, en
especial en los años 60, Ôfrica se configuró en un mosaico de naciones independientes y soberanas, que
se completó con la independencia de Angola y Mozambique en 1975. Entre las causas que explican este
impresionante cambio polÃ−tico, cabrÃ−a citar la propia debilidad de las potencias europeas tras su
participación en la contienda mundial, junto a las rápidas transformaciones económico-sociales que se
estaban dando en el continente y que tomaron forma polÃ−tica en movimientos nacionalistas que a partir de
conceptos como “negritud” o el “panarabismo”, manifestaron su firme vocación independentista. Junto al
nacionalismo, el panafricanismo, expresado en la fundación de la OUA (Organización de la Unidad
Africana) en 1963, supuso la respuesta de Ôfrica a siglos de explotación y servidumbre, y cuyos retos
futuros eran la superación del subdesarrollo y de la dependencia económica.
• El Norte de Ôfrica
♦ Túnez (1956)
Desde 1883 Francia habÃ−a establecido un protectorado sobre Túnez. Fue después de la Primera Guerra
Mundial cuando aparecieron los primeros movimientos nacionalistas con el partido Destur
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(liberal-constitucional) formado principalmente por clases acomodadas burguesas. Hacia 1930 el partido
deriva hacia otro llamado Neo-Destur, liderado por Habib Burguiba. Tras la Segunda Guerra Mundial, la
Francia liberada se negó a acceder a las peticiones autonomistas y arreció la represión. En 1952, Burguiba
fue detenido, lo que dio origen a una insurrección armada en la que abundaron los sabotajes y actos de
terrorismo. En 1954, el gobierno francés prometió la autonomÃ−a interna a Túnez, pero las
negociaciones se vieron dificultadas por el comienzo de la guerra en Argelia. Se volvieron a iniciar los actos
de terrorismo; esto, unido a la independencia de Marruecos, movió a Francia a apoyar plenamente a
Burguiba y a conceder la total independencia a Túnez en 1956. Un año después fue instaurada la
República con Burguiba como presidente.
♦ Marruecos (1956)
En 1912 Marruecos se constituyó formalmente en protectorado francés por medio de un pacto entre el
sultán y Francia. Siguió a ello otro acuerdo entre Francia y España por el cual este último paÃ−s
recibió en protectorado una zona norte (Rif) y una zona sur (Ifni). La ocupación de estos territorios por las
tropas españolas provocó hostilidades por parte de los nativos. Desde entonces, aunque todo el paÃ−s
estuvo nominalmente bajo el gobierno del sultán, existió en todo el territorio una doble administración
francesa y española y hubo guarniciones de ambos paÃ−ses en sustitución del ejército marroquÃ−.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la burguesÃ−a y el proletariado urbano pugnaron por la emancipación
y el sultán reclamó la independencia en 1947. ParÃ−s se vio forzada a aceptar ciertas condiciones,
rechazadas por los colonos franceses residentes en Marruecos, que no querÃ−an perder sus propiedades. Los
colonos franceses se opusieron al fortalecimiento del poder de los nativos y en el verano de 1955 se
produjeron violentos disturbios y matanzas entre franceses y marroquÃ−es. La autonomÃ−a dentro de la
Unión francesa y la inmediata independencia en marzo de 1956 hizo que el gobierno español renunciara a
su protectorado sobre la zona norte un mes después, salvo Ceuta y Melilla. El nuevo estado se organizó en
monarquÃ−a constitucional, ingresó en la Liga Ôrabe y sostuvo una polÃ−tica de apoyo a la independencia
argelina.
♦ Argelia (1962)
Reacia a otorgar la ciudadanÃ−a francesa a los argelinos, a quienes imponÃ−a como condición para
obtenerla abdicar de su religión y hábitos culturales, Francia cerró el camino de la integración y se opuso
a la concesión de su independencia. En esta actitud pesaba no sólo la responsabilidad sobre un millón de
súbditos franceses, sino también los intereses económicos tejidos entre los colonos y la metrópoli y los
fabulosos recursos de gas natural, petróleo, hierro y manganeso que atesoraba.
En estas circunstancias, en 1954 estalló una insurrección armada entre los independentistas del FLN (Frente
de Liberación Nacional) y el ejército francés, que se mostró impotente ante la táctica guerrillera del
FLN, que hizo de cada callejuela, restaurante, teatro, etc. un frente de combate.
Hacia 1958, la guerra argelina habÃ−a alcanzado un punto de extrema crueldad por parte de ambos bandos y
puesto a Francia al borde del colapso moral e intelectual. Los colonos y la OAS (Organización de la Armada
Secreta), sector del ejército, de organización clandestina, empecinado en mantener la Algérie
Française, contribuyó a la caÃ−da del gobierno francés, y el general De Gaulle fue investido presidente
de la V República. En contra de lo que esperaban sus compañeros de armas, De Gaulle inició
conversaciones con los representantes del FLN, que terminaron en 1962 con los acuerdos de Evián, por los
que Argelia consiguió su independencia como república democrática y popular, y se regulaban las futuras
relaciones entre Francia y Argelia. El nuevo estado se orientó entonces hacia un intento de conjunción entre
arabismo y revolución socialista, que le valió un enorme prestigio hasta que la crisis económica de los 70,
el aumento demográfico y la aparición del integrismo islámico recordaron que la “batalla de Argel”
todavÃ−a no habÃ−a concluido.
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BALANCE DE LA DESCOLONIZACIÃ N
Transcurridos más de 50 años del inicio del proceso de descolonización, su valoración no puede ser del
todo optimista. Prácticamente los paÃ−ses que accedieron a la independencia polÃ−tica en estas décadas
configuran hoy el mapa del subdesarrollo. Los indicadores económicos sitúan estas sociedades entre las
más atrasadas. Los niveles de industrialización se mantuvieron muy bajos y resultaron incapaces para poder
transformar los inmensos recursos naturales que tiene el continente. Esto ha obligado a una exportación de
materias primas hacia los mercados internacionales a precios muy bajos y a una importación de productos
manufacturados que genera grandes desequilibrios en la balanza de pagos, dando lugar a un endeudamiento
que se ha convertido en problema crónico. La desnutrición eleva la mortalidad infantil a niveles
intolerables, y el desempleo afecta a amplÃ−simas capas de la población. El débil crecimiento
económico contrasta con un rápido incremento de la población, fenómeno que agudiza los problemas
sociales y genera todo tipo de incertidumbres sobre el futuro. No han funcionado ni los modelos de
economÃ−a capitalista, ni los de economÃ−a planificada, y tampoco los modelos polÃ−ticos han cuajado en
sociedades que siguen manteniendo en la tradición y el tribalismo su forma de reconocerse a sÃ− mismas.
EL TERCER MUNDO
El Tercer Mundo es, en general, un mundo dependiente. Dependencia que va mucho más allá de los
aspectos económico-polÃ−ticos y afecta a todos los ámbitos de la actuación humana: el educativo, el
cultural, el cientÃ−fico, el tecnológico... De esta manera, el Tercer Mundo se encuentra cada vez más lejos
de alcanzar a los paÃ−ses ricos. Posiblemente, el parámetro más significativo para evaluar la distancia de
ambos mundos venga dado por la colonización industrial, que actúa en un doble sentido: por un lado,
aumenta la dependencia de los paÃ−ses del Tercer Mundo respecto a los del primero; por otro, condiciona el
futuro desarrollo de estos paÃ−ses al ser destinatarios de una transferencia de tecnologÃ−a en gran parte
obsoleta. Asimismo, los denominados programas de ayuda son en realidad vÃ−as de penetración de
corporaciones multinacionales que controlan la tecnologÃ−a, el capital y los mercados del Tercer Mundo.
Uno de los problemas que sufre el Tercer Mundo es el del elevado crecimiento demográfico que conduce
inevitablemente a la superpoblación de la Tierra. Sin embargo, el problema de la superpoblación tiene
diversas interpretaciones según desde el punto de vista que se mire. Para algunos, el origen del conflicto se
halla en los altos Ã−ndices de natalidad que se dan en los paÃ−ses del Tercer Mundo. Para otros, en cambio,
se trata sólo de un problema de reparto de las riquezas; es decir, que los recursos que existen actualmente en
el mundo alcanzarÃ−an para permitir la supervivencia de toda la población de la Tierra.
Sin embargo, el más grave problema que se plantea al Tercer Mundo viene originado por la deuda externa,
unida a la caÃ−da de los precios de las materias primas, de las que son principales suministradores de los
paÃ−ses del Primer Mundo. Los planes económicos a largo plazo son difÃ−ciles de realizar en el Tercer
Mundo; la pobreza estructural o una riqueza condicionada al juego especulador de los importadores, no
permiten valorar el nivel de ingresos con los que dar respuesta a la deuda contraÃ−da. Por otro lado, la
producción de materias primas o de recursos alimentarios está controlada en el Tercer Mundo por las
grandes multinacionales. à stas manejan hoy la producción mundial del cacao, el tabaco, el té, el café,
el azúcar, el algodón y los productos forestales. El control de la propiedad se extiende a los paÃ−ses pobres
de Ôfrica, Asia y Latinoamérica, obligados a cultivar productos y materias primas que les permitan atraer
capital extranjero para pagar sus deudas. Este hecho supone una inversión en las formas tradicionales
agrÃ−colas de los paÃ−ses del sur: donde antes se cultivaban productos agrarios básicos para la
subsistencia, se obtienen ahora productos destinados exclusivamente a la exportación, dándose la paradoja
que en época de grandes sequÃ−as algunos paÃ−ses han de importar productos alimentarios básicos (el
maÃ−z, por ejemplo), cuando en su suelo prosperan los cultivos agrÃ−colas para la exportación.
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