Los Efectos del fruto

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INSTITUTO DE SUPERACION
MINISTERIAL
MONOGRAFIA
TRABAJO FINAL DE TEOLOGIA.
COSTA RICA
Lic Gabriel Zelaya López
2008
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INDICE TEMATICO
Pag.
Capítulo
Introducción
I.
3-7
II.
7-9
III.
9-13
IV.
11-13
Conclusión
Notas
Bibliografía
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INTRODUCCIÓN:
EL FRUTO DEL ESPIRITU
Hay nueve dones y nueve gracias del Espíritu. Las gracias del Espíritu son amor,
gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. Las
Escrituras nunca confunden los dones con las gracias. Los dones son dados para el
servicio, y son derramados en la soberana sabiduría del Espíritu. Son dados de acuerdo a
los dones espirituales a los dones naturales, así como los talentos eran de acuerdo a la
habilidad de aquellos que les recibían. Ellos nos son dados de acuerdo a la gracia de Dios.
Romanos 12:6 dice así: ¨Y teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada...¨
Los diferentes dones son adaptados a la clase de servicio por el cual somos llamados por
medio de la gracia de Dios;
ya sea el de profecía, de servicio, de exhortación, de
beneficencia o servicio, de enseñanza, de administración y de misericordia. Cada uno de
nosotros tiene algún don; hay quienes pueden tener más de uno, pero todos los dones del
Espíritu son de acuerdo a la elección de la gracia, y nos son dados para el servicio divino
y por la divina voluntad. También son de acuerdo a la fe. Hay una fe que se encuentra
entre los dones del Espíritu. 1
Se ha escrito cantidad de libros y artículos del Espíritu Santo, su
carácter, obra, función en fin, en algunos casos es el tema principal de algunos
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predicadores, y sobre el tema del Espíritu Santo muchos ministros han
alcanzado renombre nacional e internacional.
Pero lo cierto, es que hoy muy poco se predica sobre los efectos del
fruto del Espíritu Santo, lo cual al no hacerlo, convierte al creyente en una
persona fría e indiferente, al crecimiento de él como cristiano y de la iglesia
como un organismo vivo.
Este documento pretende llevar al lector a un encuentro con las
verdades de un cambio interno profundo y que continúe el Espíritu Santo
operando en nuestras vidas para poder ver los efectos del fruto del Espíritu
Santo, es necesario que analicemos al Espíritu Santo.
I.
EL FRUTO DEL ESPIRITU SANTO:
A.
AMOR (gr. ágape), es decir, interés y búsqueda del mayor bien de otra
persona sin móviles de ganancia personal (Ro 5:5; 1Co. 13; Ef.5:2; Col.
3:14). 2
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El pasaje más hermoso de la Escritura que apoya el fruto del Espíritu
Santo, es Gálatas 5:22,23.
¨Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza.
No debiera haber marca más distintiva de los cristianos que la marca del amor.
¨En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuvieres amor los unos con los otros¨.
(Juan 13:35). ¨Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a
los hermanos¨ (1 Juan 3:14). ¨No debáis nada a nadie, sino el amaros unos a otros;
porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley¨ (Romanos 13:8).
No importa de qué manera expresamos nuestro testimonio al Señor Jesucristo, la
ausencia de amor anula todo lo demás. El amor supera a todo cuanto podamos decir, a
todo cuanto podamos poseer, a todo cuanto podamos dar. ¨Si yo hablase lenguas humanas
y angélicas y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y
si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de
tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis
bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no
tengo amor, de nada me sirve¨ (I Corintios 13:1-3).
El más grande capítulo de amor de toda la Biblia es el capítulo 12 de I de
Corintios. La descripción que hace del amor debiera estar grabada en letras de oro en el
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corazón de todo creyente. Si algún capítulo de la Biblia merece ser memorizado, aparte de
Juan 3, es 1 Corintios 13. Cuando meditamos en el sentido y en el significado del amor,
comprendemos que es al corazón lo que el verano es al año del agricultor. Produce la
cosecha de las más bellas flores del alma. En realidad de verdad, es la más hermosa flor
en el jardín de la gracia de Dios. Si el amor no caracteriza nuestras vidas, las mismas son
vacías. Dijo Pedro: ¨Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor
cubrirá multitud de pecados¨ (1 Pedro 4:8).
En su pequeño libro The Four Loves (Los Cuatros Amores), C.S. Lewis analiza los
diversos vocablos griegos traducidos ¨amor¨ en las versiones vernáculas del Nuevo
Testamento. Cuando las Sagradas Escrituras describen el amor de Dios por nosotros y el
amor que Dios espera de nuestra parte, a menudo utiliza la palabra griega agape. El
amor ágape abunda en el Nuevo Testamento. Cuando Jesús dijo, ¨Amad a vuestros
enemigos¨, Mateo, en su Evangelio, usó la palabra ágape.
Cuando Jesús dijo que
debiéramos amarnos los unos a los otros, Juan usa la palabra ágape; cuando Jesús dijo,
¨Amarás a tu prójimo¨, Marcos usó la palabra ágape. El New Bible Dictionary (Nuevo
Diccionario de la Biblia), define el amor ágape en griego como ¨la más elevada y noble
forma de amor que en su objeto ve algo infinitamente precioso¨.
La más grande demostración de un amor ágape de parte de Dios ocurrió en la cruz,
adonde envió a su Hijo Jesucristo para que muriese por nuestros pecados. Y puesto que
tenemos que amar como Dios ama, los creyentes debiéramos tener un amor ágape. Pero
no lo obtenemos naturalmente, ni lo podemos alcanzar por nuestros propios medios, ya que
las obras de la carne no lo pueden producir; solamente el Espíritu Santo, por medio
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sobrenaturales, nos lo puede conceder. Y lo hace cuando nos entregamos a la voluntad de
Dios.
Debemos dejar claramente sentado un aspecto que hace al amor ágape. Con
demasiada frecuencia hoy en día se lo considera al amor solamente como una emoción o
un sentimiento. Sin duda hay una dosis de emoción en todo verdadero amor, ya sea el
amor por los demás o el amor por Dios. Pero el amor es más que una emoción. El amor
es más que un sentimiento; el amor supone hacer. El autentico amor es el amor que actúa.
Esa es la manera en que Dios nos ama: ¨ Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito¨ (Juan 3:16; cursivas indicadas por el autor). ¨Hijitos míos,
no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad¨ (1 Juan 3:18).
El amor, por lo tanto, es un acto de la voluntad; y es por ello que antes de que
podamos rendirle el fruto del amor, debemos entregarnos a Cristo. El obispo Stephen Neill
definió el amor como ¨ una invariable y constante tendencia de la voluntad en busca del
permanente bienestar de los demás¨. Señala que gran parte del amor humano es de
naturaleza egoísta, en tanto el amor ágape entraña una autoentrega. Como dice Neill:
El primero de los amores (el amor humano) dice: ¨Quiero apropiarme de algo que tiene otro, y que
está en su poder entregarme.¨
El segundo de los amores (el amor de Dios) dice: ¨Deseo darle al otro, porque lo amo¨.
El primero de los amores quiere enriquecerse, recibiendo un obsequio que algún otro puede dar.
El segundo de los amores desea enriquecerse a los demás entregándoles todo lo que él tiene.
El primero de los amores se reduce a sentimientos y deseos. Este amor viene y va a su antojo; no
podemos hacerlo entrar en actividad por nuestros propios esfuerzos.
El segundo amor pertenece más al ámbito de la voluntad, puesto que está en nuestro poder el dar o
el no dar¨.
Hemos de amar como amó el buen samaritano (Lucas 10:25-37, que no es nada
menos que el amor elevado a su máxima potencia en acción. Es un amor que abarca a
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todos, a esposas, maridos, hijos, vecinos, aun a gente, que jamás vimos y que vive del otro
lado del mundo. Incluye a quienes resulta fácil amar y a quienes resulta difícil amar
porque son tan distintos.
Y alcanza aun a las personas que nos han perjudicado y
entristecido.
Hemos dicho que la mayor expresión del amor la encontramos en la
entrega de Cristo Jesús, por los pecadores amor desinteresado.
El amor debe reflejarse en la Iglesia visitar a los enfermos, en sus
hogares, al dar de comer al hambriento y visitar a los presos en las cárceles,
Mateo 25:35,36. El apóstol Santiago en su libro capítulo 2:14, aunque aquí se
habla de fe versus obra, podríamos decir que las obras son el resultado del
amor.
V.14 (Hermanos míos, y de que aprovechará sí alguno dice que tiene fe,
y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 y si un hermano o una hermana
están desnudos, y tiene necesidad del mantenimiento de cada día,
Y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no le
dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿dé que aprovecha?.
Santiago 2:14-16.
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GOZO (Gr. Jaras) es decir, la sensación del gozo fundado en el amor, la gracia, las
bendiciones, las promesas, y la cercanía de Dios que tienen los que creen. Salmos 119,16;
2 Corintios 6:10; 12:9 Véanse Fil 1:14, nota; I Pedro 1:8. 4
Algunos hablan de gozo, como la expresión de reír solamente; pero
gozo es el disfrute de las cosas en la vida cotidiana, sean acciones positivas o
negativas en beneficio o perjuicio del cristiano. Debemos estar gozosos en la
tribulación. (Regocijamos en el Señor siempre, otra vez digo regocijamos
(Filipenses 4:4).
El vocablo griego que traducimos gozo figura repetidamente en el Nuevo
Testamento y describe el gozo que reconoce una fuente espiritual tal como el ¨gozo del
Espíritu Santo¨
(1 Tesalonicenses 1:6).
También el Antiguo Testamento utiliza
expresiones tales como ¨el gozo de Jehovᨠ(Nehemías 8:10) para señalar a Dios como la
fuente del mismo.
Inmediatamente antes del Calvario Jesús se reunió con sus discípulos en el
Aposento Alto. Les dijo que les había hablado de esa manera ¨para que mi gozo esté en
vosotros, y vuestro gozo sea cumplido¨ (Juan 15:11). El obispo Neill ha comentado: ¨Los
primitivos cristianos lograron conquistar el mundo carente de gozo, lleno de sombras,
desilucionado y temeroso. La libertad desaparece rápidamente de la faz de la tierra. Y
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juntamente con la pérdida de la libertad van desapareciendo también muchísimos de los
goces y placeres superficiales, pero esto no debiera alarmarnos. Las Sagradas Escrituras
nos enseñan que nuestro gozo espiritual no depende de las circunstancias. Los sistemas de
este mundo han fracasado en sus intentos por alcanzar la fuente de gozo. Dios, por su
Espíritu, dirige su gozo a nuestras yermas vidas llenas de problemas, posibilitando una
existencia gozosa pese a las circuntancias.
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Cada cristiano debe revelar el gozo en todas sus actividades
ministeriales y cotidianas.
Que difícil es estar gozoso en las tribulaciones, críticas cuando la iglesia
le crítica por el tipo de mensaje, que predica la forma en la que viste, etc.
Estoy pasando una etapa en la que recibo críticas por algunos proyectos
que estoy desarrollando ministerialmente y académicamente en beneficio de
otros ministros y en algunos casos en mi preparación académica, estudios en
administración de empresas, algunos me critican, pero sé que es un beneficio
personal, pero también un beneficio a la obra de Dios. Que difícil es saber
que tal persona habla mal de mí y tengo que estar gozoso.
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PAZ (gr. eirene), es decir el sosiego de la mente y del corazón fundado en el conocimiento
de que todo anda bien entre el creyente y su Padre Celestial (Romanos 15:33); Filipenses
4:7; I Tes. 5:23; Heb. 13:20).
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Este fruto habla de la tranquilidad en medio de la tormenta semejante a
la experiencia que tuvo el Señor Jesús cuando estaba en la barca con sus
discípulos, aquella gran tempestad anegaba la barca, pero él dormía, no era
pereza, ni descuido, era paz, él le había dicho a sus discípulos, pasemos al otro
lado del mar.
Paz aunque tengamos problemas, luchas, dificultades, paz, aunque la
noche se oscura y la mañana no aparece.
Las batallas más feroces se libran en la mente.
Esta visión le concede una
importancia mayor a aquellas hermosas palabras que aparecen en Isaías 26:3:
guardarás en completa paz, a aquel cuyo pensamiento en ti persevera¨.
¨Tú
El dibuja la
imagen de una mente que está en paz porque está llena del conocimiento del
Todopoderoso. La mente sabe que Dios es suficiente para cada situación. Semejante paz
en realidad un fruto del Espíritu.
A veces nos olvidamos que podemos llenar nuestra mente de lo que elijamos. Pablo
dijo en Romanos 8:6: ¨ Ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es
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vida y paz.¨ Si queremos paz debemos poner nuestro interés en las cosas del Espíritu.
Podemos decidir de forma deliberada llenar nuestra mente con las cosas del Espíritu
mediante la compañía, las costumbres, los libros, las meditaciones, y el servicio a Cristo.
Si dejamos que nuestra mente de cosas terrenales no nos debe sorprender si perdemos la
paz de Dios.
Hay dos medios muy específicos a través de los cuales se puede mantener nuestra
mente en la paz de Dios. El primero es llevar todo a Dios mediante la oración y con
acción de gracias: ¨Por nada estéis afanonoso, si no sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús¨. (Filipenses 4:6-7). El segundo es amar la Palabra de Dios: ¨Mucha paz
tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo¨ )Salmo 119-165). Los que
observan estas dos reglas, encontrarán el fruto del Espíritu creciendo en sus corazones.
¡Qué gran bendición será para los demás!
La paz de Dios no es sólo una bendición personal para los cristianos, sino también
un patrimonio por nuestra vida unida en la iglesia: ¨Y la paz de Dios gobierne en vuestros
corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo¨. (Colosences 3:15).
¡Las iglesias sin paz son lugares lastimosos!.
Las iglesias que disfrutan de la paz espiritual siempre son las más sanas; en
consecuencia, el desarrollo de la paz del Espíritu es una de las preparaciones más seguras
para crecer en todo sentido. ¨ Entonces las iglesias tenían paz...andando el temor de
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Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo¨ (Hechos 9:31). La verdadera
paz constituye la atmósfera esencial de un campo en plena cosecha. 7
10.
PACIENCIA (gr. makrotumia), es decir, constancia, conformidad; ser lento para el
enojo o la desesperación (Ef. 4:2; 2Ti 3:10; Heb. 12:1) 8.
Alguien describió la paciencia como una estatura que está firma e inerte
ante los vendavales de la vida.
El Señor Jesús nos refirió el caso del sembrador, como espera con
paciencia la lluvia temprana y tardía.
Que gran efecto produce en la iglesia el que tengamos paciencia, cuando
tenemos que elegir a los líderes locales, diáconos, etc. Para no hacerlo a la
ligera y nombrar personas que no son aptas para el ministerio. El Señor dijo:
¨No impongas con ligereza las manos a ninguno¨. I Timoteo 5:22.
La paciencia nos lleva a los comienzos cuando se iniciaba la historia de la relación
de Dios con el hombre: ¨Cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de
Noé, mientras se preparaba el arca¨. (1 Pedro 3:20).
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Resulta extraordinario que el círculo ahora esté completo. Es una vez más la
paciencia de Dios la que opera en estos tiempos para contener el día inevitable del juicio
final lo más posible. Pedro dijo: ¨El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen
por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca,
sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá¨. (2 Pedro 3:910).
La paciencia es uno de los atributos de Dios. Ella forma parte de su nombre eterno
(Exodo 34:6-7). La paciencia de Dios es una de la razones que con más frecuencia se da
para la oración y la alabanza. La paciencia se revela en la perseverancia divina de Dios y
en su misericordia para con los pecadores (pero no con sus pecados). Este atributo
amable de Dios adquiere un brillo aún mayor cuando recordamos que todo pecado
representa una ofensa personal a Dios. El darse cuenta de esto hace que los que se
reconcilien con Dios aprecien su paciencia de un modo muy profundo. Pablo dijo: ¨Pero
por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su
clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna¨. (1 Timoteo
1:16). 9
BENIGNIDAD (gr. crestotes), es decir, no querer ofender a nadie ni causarle dolor
(Ef.4:32; Col 3:12; 1 P 2:3). 10
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NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1.
Chadwinch. Samuel, Volvamos a Pentecostés. Pag. 119.
2.
Stamps, Donald C.M.A., M. Div. Biblia de Estudio Pentecostal. Pag.
1079.
3.
Graham Billy, El Espíritu Santo. Pag. 209-211.
4.
Stamps, Donald C.M.A., M. Div. Biblia de Estudio Pentecostal. Pag.
1079.
5.
Billy Graham. El Espíritu Santo. Pag. 213, 214.
6.
Donald Gee. La experiencia Pentecostal. Deefiel Florida. Editorial
Vida. 1995.
7.
Stamps, Donald C.M.A., M. Div. Biblia de Estudio Pentecostal. Pag.
1079.
8.
Stamps, Donald C.M.A., M. Div. Biblia de Estudio Pentecostal. Pag.
1079.
9.
Donald Gee. La experiencia Pentecostal. Deefiel. Pag. 104.
15
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