la necesidad de una comunidad cristiana en el proceso de la

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LA NECESIDAD DE UNA COMUNIDAD CRISTIANA EN EL PROCESO DE LA
INICIACIÓN CRISTIANA
Christophe DUFOUR, Obispo de Limoges
Presidente de la Comisión Episcopal de la Catequesis y del Catecumenado
"Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles,
a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones”
(Hechos 2, 42)
En 1996, en una carta que sería pasada a la historia, los obispos franceses escribieron a
los católicos de Francia: "De frente a la revelación de la profundidad trinitaria y la
humanidad de Dios, es evidente que necesitamos una iniciación permanente". Y en la
misma línea, añadieron: "Todos tenemos necesidad de la Iglesia como aquel ambiente
nutritivo donde arraiga la experiencia de la fe". Dos necesidades fueron identificadas para
que fuera propuesta la fe a la sociedad actual: la necesidad de una iniciación y un
ambiente nutritivo. Esta doble necesidad fue afirmada nuevamente y mejor precisada en
una carta que los obispos enviaron en noviembre de 2002 a todo el pueblo de Dios,
titulada: "Ir al corazón de la fe: un llamado a renovar nuestra práctica de la catequesis en
Francia". En ella invitaron a los católicos de Francia a sumergirse en el corazón de la fe
“come la vigilia pascual nos la hace vivir". Se trataba de afirmar "el vínculo vivo y
vivificante que tiene que existir entre la catequesis y la liturgia por una parte, y entre la
catequesis y toda la comunidad de los creyentes por otra". Los obispos recibieron muchas
cartas en respuesta a este mensaje. Padre Yvon BODIN, que hizo una síntesis, notó que
"el paso obligado a través de las comunidades cristianas" fue el aspecto más subrayado.
Me apresto pues, a la luz de esta experiencia francesa, a probar de testimoniar la
necesidad de una comunidad cristiana en el proceso de iniciación cristiana. Lo haré en
tres tiempos:
- una rápida reflexión fundamental sobre esta necesidad;
- una orientación catequística;
- un desafío pastoral.
1- Una comunidad es necesaria para transmitir y hacer crecer la vida.
Utilizaré aquí la metáfora del ecosistema. Esta me la sugiere la intuición ya que la fe que
queremos transmitir es antes que nada una vida y que esta vida necesita, para crecer, de
todo un ambiente. Es este ambiente que se llama "ecosistema."
La enciclopedia Universalis define así el ecosistema: el término ha sido introducido por
TRANSLEY en 1935 "para cualificar el conjunto de una comunidad vegetal y su
ambiente considerado como una unidad". Subrayo las palabras "comunidad" y
"ambiente". Así, agrega la enciclopedia, "un ecosistema puede ser definido como un
sistema biológico complejo formado por los distintos organismos que viven juntos - una
biocenosis - en un determinado ambiente, y de los elementos de este ambiente que
intervienen en su existencia - lo que es llamado a menudo el biotopo". Recordamos que
"eco" viene del griego "oikos" que significa "casa" y "sistema" es una palabra griega
(sustema) que designa un conjunto. Así el ecosistema sugiere esta coherencia de la casa
de la vida, la casa de los vivientes. La enciclopedia todavía dice: "Los conjuntos de las
poblaciones que coexisten en un mismo ambiente y presentan entre ellos interacciones
múltiples (…) constituyen con el ambiente en donde viven sistemas biológicos, los
ecosistemas". En el corazón del ecosistema, hay pues vida y todo lo que permite al ser
viviente vivir. El ecosistema está constituido por el ser viviente y su ambiente.
¿Podemos, a este punto, hablar de "ecosistema eclesial"?. No puedo que sugerirlo, pero
sin definirlo. Es una metáfora. Los conjuntos de poblaciones son en este caso los
bautizados, seres vivientes. Estos seres vivientes tienen un principio específico de vida
que se puede llamar la fe y viven en un ambiente particular, el ambiente cristiano. Si la
catequesis es lo que permite a la fe florecer y crecer, no puede aislar al viviente. También
crea el ambiente de vida, la comunidad. Hablaremos a este propósito de "baño eclesial" o
"función materna de la Iglesia."
Tal es nuestra convicción. Una renovación de la catequesis pasa por una renovación de
toda la Iglesia. Y esta renovación de toda la Iglesia será el producto de comunidades
cristianas vivas y misioneras. Se trata de una urgencia pastoral para nuestras diócesis.
II – La necesidad de una comunidad está grabada en el corazón de la catequesis
El contexto cultural en que vivimos hoy en Francia - y más generalmente en Europa - nos
conduce a tomar conciencia de la unión vital entre catequesis y comunidad, y de algunas
convicciones fuertemente afirmadas en el Directorio General de la Catequesis: "La
pedagogía catequística es eficaz en la medida en que la comunidad cristiana se convierte
en referencia concreta y ejemplar para el camino de fe de los individuos. Eso ocurre si la
comunidad se propone como fuente, lugar y meta de la catequesis" (DGC 158).
1 - La catequesis es un acto eclesial
Quizás lo habíamos olvidado. "El verdadero sujeto de la catequesis es la Iglesia", nos
recuerda el Directorio (DGC 78). Más adelante añade: "El catecumenado bautismal es
responsabilidad de toda la comunidad cristiana" (DGC 91). Cuanto dice con respecto al
catecumenado bautismal puede ser dicho también de toda la catequesis. Incluso
necesitando un servicio especializado y personas formadas y competentes, la catequesis
es una responsabilidad de toda la Iglesia, madre y educadora de la fe. El Texto Nacional
de Orientación a la Catequesis en Francia hizo de este pedido un eje portante de su
propuesta de renovar en profundidad la práctica de la catequesis. Fue justamente para
despertar en todo el pueblo de Dios este sentido de responsabilidad catequística que los
obispos han llamado a todos los fieles católicos a un tipo de nueva iniciación, yendo al
corazón de la fe tal como la vigilia pascual la hace vivir.
2 - La catequesis necesita la comunidad
Citamos de nuevo el Directorio, que afirma con fuerza esta convicción: "La comunidad
cristiana es en sí misma catequesis viviente. Por lo que es, anuncia, celebra, obra y
permanece siempre el lugar vital, indispensable y primario de la catequesis" (DGC 141).
Es aquí que se puede hablar de ecosistema. El contexto cultural en que se ejercita la
responsabilidad catequística de la Iglesia cambió mucho. En una sociedad totalmente
impregnada de cristianismo, donde todos los grandes actos y las etapas de la vida fueron
relacionados con ritos religiosos, donde las familias transmitieron los gestos y las
oraciones, un tipo de ecosistema cristiano ofrecía a los creyentes un ambiente nutritivo.
En una sociedad secularizada, este ecosistema se ha empobrecido considerablemente.
Ahora la acción catequística necesita lo que se podría llamar un "baño" de vida eclesial.
Este baño eclesial (o ambiente nutritivo), es más que nunca indispensable. Es tarea de la
comunidad ofrecerlo: cuando se alimenta de la Palabra de Dios, cuando se deja conducir
en los itinerarios de fe que la liturgia le hace vivir, cuando toma su dinámica de la vida
sacramental, cuando genera en su seno las oportunidades para compartir las cuestiones
de fe, cuando vive la reciprocidad y la atención recíproca para una acogida y una caridad
inventiva, cuando se preocupa en dar a los pequeños todo el lugar que merecen, cuando
participa activamente en la vida de la ciudad y testimonia concretamente el amor de Dios,
cuando vive el perdón recíproco y conoce la alegría de la reconciliación, cuando descubre
el Espíritu que obra en el mundo, entonces estas diferentes caras de la vida eclesial
forman como "un ambiente nutritivo donde arraiga la experiencia de fe". Cito aquí el Texto
Nacional de Orientación que los obispos franceses han votado en su Asamblea de
Lourdes, en noviembre de 2005.
3 - La catequesis conduce a la comunidad
La catequesis necesita la comunidad vista como un ambiente nutritivo, pero la catequesis
también conduce al catequizado, particularmente al catecúmeno, a la comunidad. Ésta es
una de las seis tareas fundamentales de la catequesis definida en el Directorio: la
educación a la vida comunitaria (DGC 86). Hacer descubrir que los hermanos y las
hermanas de Cristo forman la Iglesia, la familia de Dios, hacer posible una experiencia de
afiliación, generar y desarrollar vínculos de pertenencia a la comunidad de los cristianos,
estos son algunos de los aspectos de esta responsabilidad catequística en materia de
educación a la vida comunitaria y eclesial.
III - Suscitar comunidades: un desafío pastoral
También en este caso, el desafío está a la altura de las transformaciones culturales que
vivimos en Europa. No partimos de cero, pero estamos desorientados en nuestras
costumbres de vida eclesial. Nuestras instituciones se volvieron más frágiles, de modo
particular la parroquia. Los ritmos de vida de las familias, las pertenencias de los
individuos han sido transformados intensamente, particularmente por los medios de
comunicación y por los nuevos estilos de vida. ¿Cómo podremos formar comunidades
catequizadas en el seno de una Iglesia que propone la fe y se asume las mismas
responsabilidades catequísticas?
1 - La constatación de lo que faltó a la catequesis
La catequesis fue siempre vivida en el seno de una comunidad. Miremos la experiencia
francesa. El texto de referencia de 1979 afirmó este principio: "La catequesis pone sus
raíces en la profesión de fe de una comunidad cristiana". Y con el objetivo de poner en
acto este principio, el texto de referencia añadió: "Cada iniciativa catequística supone un
lugar donde el niño pueda hacer una experiencia de vida eclesial."
Este "lugar catequístico" fue desarrollado en el seno a las parroquias, suscitando un real
dinamismo en la vida cristiana y comunitaria. El problema es que salió tan bien que fue
suficiente en sí mismo. A distancia de 25 años, constatamos dos faltas que han minado
desde el interior el edificio de la fe que construyó la catequesis en la vida de los niños (el
texto de referencia se refería a la catequesis para la fase de 8-12 años, que fue llamada la
"institución catequística"). Primera falta: la unión con la liturgia de la Iglesia,
particularmente en la asamblea dominical. Segunda falta: la unión con una vida
comunitaria más amplia, particularmente a nivel intergeneracional.
Añadimos una novedad vivida por nuestra Iglesia en Francia. En número creciente de
bautizados o no bautizados catequizados, piden conocer la fe cristiana; su demanda hace
más viva la conciencia de nuestras faltas y la unión necesaria entre la catequesis y la
Iglesia en su conjunto.
2 - Pregunta: ¿cuáles son las comunidades que hoy necesitamos?
Hoy la pregunta es ésta: ¿cuáles son las comunidades que hoy necesitamos? ¿Cuáles
aspecto tienen que asumir estas comunidades cristianas para llevar adelante el proceso
de iniciación? ¿Este rostro está tomando forma? Tenemos el modelo de las nuevas
comunidades, quienes desempeñan un rol en el proceso de iniciación, pero muchas veces
nacen al margen de la parroquia. Tenemos el modelo de las comunidades
neocatecumenales, que parece que se están desarrollando en algunos países de Europa;
pero tengo que confesar que un tipo de autosuficiencia suscita en Francia la desconfianza
de la mayor parte de las Iglesias locales. También podríamos citar las llamadas 'células
de evangelización'; no las conozco bien, pero es muy probable que lleven adelante un real
proceso de iniciación. La cuestión es más que nunca candente: ¿cómo suscitarán las
parroquias estas comunidades que hacen posible la iniciación?
¿Podemos intentar una respuesta a esta pregunta? ¿Podemos definir, por ejemplo, a
partir de la vocación bautismal, un tipo de código genético de la vida cristiana, un proceso
de cada génesis y cada forma de crecimiento en la Iglesia? Algunas diócesis de Francia
conducen hoy una búsqueda en esta dirección. Con sus comunidades locales, la diócesis
de Poitiers desarrolla desde hace 10 años un rol a la vanguardia en esta búsqueda. La
vocación sacerdotal, profética y real de los bautizados inscribe en la Iglesia una triple
llamada: una llamada a la oración, a la fe y a la caridad. ¿Podemos hacer de esta triple
vocación bautismal los tres pilares para edificar comunidades cristianas de base en el
seno de las parroquias? Las jóvenes Iglesias africanas y sudamericanas hacen esta
experiencia en las comunidades eclesiales de base; ¿éstas no podrían representar una
fuente de inspiración para que nuestras Iglesias europeas encuentren un nuevo respiro,
una nueva juventud?
3 - Algunas pistas de acción
Nuestro encuentro también es un laboratorio de ideas. Permítanme proponer algunas
pistas de acción para concretizar el objeto de esta rápida intervención: la necesidad de
una comunidad cristiana en el proceso de iniciación cristiana.
- La familia: una pequeña "Iglesia doméstica", es llamada a ser la primera
comunidad de base. Casi siempre, en cambio, los padres que hacen bautizar a sus
mismos niños no responden a esta llamada. La Iglesia tiene el deber de apoyarlos
en la educación cristiana de sus hijos. Ésta tiene que ser una orientación prioritaria
de las parroquias, desde la primera infancia. En Francia, lo llevamos a la práctica
en lo que llamamos el 'despertar a la fe'. La verdadera respuesta consiste aquí en
suscitar comunidades de padres jóvenes. La experiencia enseña que estas
comunidades se vuelven cada vez más laboratorios educativos y que entran a
formar parte padres que no han sido catequizados ni bautizados.
- La asamblea dominical: la Eucaristía nos conduce cada domingo al corazón de la
fe y reúne la familia de los fieles de Cristo en la oración, en la escucha de la
Palabra y en la caridad fraterna. Lo que se suele llamar la 'práctica dominical' ha
sido objeto de una grave crisis de rechazo. Esta crisis tiene sus raíces sociales en
nuestro país y remonta en aquel tiempo cuando los obreros y los aparceros tenían
la obligación de ir a Misa para poder tener trabajo o solamente para hacerse ver
por sus patrones. Aquel tiempo es pasado, y hoy nosotros tenemos la posibilidad
de fundar nuevamente la asamblea dominical sobre nuevas bases y de hacer
revivir la unión vital entre catequesis, comunidad y liturgia. Todas las experiencias
de catequesis intergeneracional dominical llevan hoy buenos frutos cuando están
basadas en estas columnas de la vida cristiana: oración, enseñanza y compartir la
Palabra de Dios, una verdadera caridad fraterna en la socialización, la acogida de
los más pobres.
- La catequesis "popular": una de las grandes tradiciones de la Iglesia católica es la
catequesis popular experimentada en los momentos fuertes del año, alrededor de
las fiestas litúrgicas, en los lugares de peregrinaje, en los tiempos particulares
unidas a las tradiciones locales o a los acontecimientos importantes de la vida.
Pienso en la tradición de las Ostensiones pomposas que descubrí llegando a la
diócesis de Limoges. Ellas crean la oportunidad de las grandes catequesis
populares, donde todo el pueblo 'hace comunidad' en el fervor de la fe y de la
oración.
- Los tiempos y los lugares de primer anuncio: ¿cómo catequizar a las personas
que no han escuchado el primer anuncio? En ocasión de su encuentro con los
obispos alemanes en la JMJ, Benedicto XVI habló de una proto-catequesis de
acceso. La comunidad, también en este caso, reviste una importancia primordial.
Hoy tenemos que generar comunidades misioneras que sean capaces de
testimoniar este primer anuncio, al servicio de la nueva evangelización. La
catequesis se introduce en la vocación misionera de la Iglesia.
Conclusión
Para concluir, quisiera citar la intervención del filósofo francés Régis DEBRAY cuando fue
invitado al encuentro organizado en Aix-ella-Chapelle, en septiembre de 2003 por la
Comunidad de San Egidio "¿Qué nos esperamos de ustedes, grandes corrientes
espirituales del occidente? ¡Qué se despierten! Nosotros fumamos el opio del pueblo en
un sistema de las comunicaciones que se abandona a los 'pero' del dinero y de la
facilidad. ¡Ustedes, ustedes son libres! ". Somos libres porque fuimos liberados. Somos
libres porque fuimos salvados. Salvados por la cruz de Cristo. Resucitados con Cristo.
Estamos llamados a hacer vivir este corazón de la fe en el corazón del mundo y a suscitar
comunidades que inicien la experiencia cristiana. Muchos no creyentes hoy testimonian
que nos esperan. La catequesis "recibe de la evangelización un dinamismo misionero que
la fecunda interiormente y la configura en su identidad" (DGC 59).
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