E L G U I A ...

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EL GUIA DE LOS
ENCUENTROS
ASE-002-2006
Germán Alberto Méndez
Asesor Espiritual.
Dedicada a mi „hermanito‟ guía del encuentros
El primer contacto con los encuentros lo tuve a través de los guías. Cada uno de ellos
dio lo mejor de sí porque yo conociera a Jesús y después de un tiempo quise seguir a
Jesús en la vocación religiosa y sacerdotal. A cada uno de los guías les doy gracias por
tan hermoso regalo de mi vocación, pero especialmente por su testimonio, en los guías
veo el rostro de Dios, cuando ellos hacen lo que saben hacer bien hecho.
Esta segunda carta quiere completar la primera que envié un mes después del Encuentro
de Guías Internacional en Medellín. Pero les pido que no esperen más cartas tan
extensas en el tiempo que sigue, de lo contrario creo que van a estar muy aburridos por
mucho tiempo. Con mi mas sincero amor les llevo en la oración.
1. Un punto de partida: ser guía del Encuentro
El servicio de la evangelización a los jóvenes desde nuestro propio Carisma y método
en la Iglesia es un ministerio que se nos ha confiado de manera particular a quienes
hacemos parte del Movimiento de Encuentros de Promoción Juvenil. Sin embargo esta
responsabilidad se orienta de manera particular a cada uno de los guías que hacen parte
activa de las comunidades o centros de guías en cada diócesis. Es por ello que en este
saludo quise continuar reflexionando alrededor de este tema. El guía y su ministerio
evangelizador.
No se trata de un nuevo tema para reflexionar, por cuanto creo que el manual de hacer
Encuentros y nuestros documentos propios hablan en muchas ocasiones del papel del
guía y de la forma como ellos se pueden orientar a realizar esta misión de una manera
comprometida y eficaz.
La pregunta que me hago en este momento no es por la definición de guía en el
Movimiento, sino por la amplitud del concepto en todos los campos del Movimiento.
Para muchos ser guía es un asunto pasajero como si se tratara de una función específica
en una convivencia juvenil, pero la realidad del concepto es mucho más amplia y
comprometedora. De manera estricta ser guía es desarrollar un ministerio en la iglesia,
una misión que la Iglesia confía a una persona para llevar el mensaje de Jesucristo a los
jóvenes en nuestro caso concreto. Este encargo no es algo accidental, supone un perfil
de persona, una formación y una consciencia del significado de la responsabilidad que
comporta tal servicio. Digámoslo en una figura simple: cuando un guía de Encuentros
le habla a un joven, es la Iglesia la que habla en él y por él de una manera oficial.
Pero este ministerio no se contrapone a ninguno de los ministerios tradicionales de la
Iglesia, al contrario completan cada uno de esos servicios y los especifican en personas
idóneas para la realización de cada objetivo particular en las personas disponibles por su
vocación a estos encargos más concretos.
Cuando me refiero al ministerio de ser guía en la Iglesia, estoy descartando que este
servicio sea un tipo de concesión que un clérigo hace sobre un laico. No es una función
delegada de un asesor sobre un joven para que realice encargos desagradables o
específicos y que los presbíteros no quieren o no pueden realizar. El ministerio de ser
guía es un servicio que nace de una vocación concreta inspirada por el Espíritu de Jesús
en personas que quieren consagrarse para realizar esta misión de manera responsable y
madura, por tanto con respecto a los ministerios tradicionales que conocemos en la
Iglesia, ser un guía del Movimiento de Encuentros de Promoción juvenil mantiene los
mismos derroteros ministeriales de lo acostumbrado en orden a la formación, a la
madurez y al testimonio. de aquí que el P. José María insista tanto en que el guía de los
encuentros es quien se aplica a sí mismo todas las normas dadas en el mensaje de
“Joven líder comunitario”, al estilo de perro del pastor que o vigila sino que acompaña.
Acercarnos por tanto al ministerio de ser guía requiere diferenciar claramente el sentido
de este servicio evangelizador de otros ministerios, y ubicarlos en la base del servicio
mismo. Muchos dirigentes, guías y coordinadores, confunden su servicio y se ponen a la
altura de un asesor para ordenar desde la jerarquía, para decidir qué es conveniente en
temas de moral cristiana, cuando debe hacerse un suprimirse una liturgia o un mensaje,
o lo que es peor se toman el derecho de beto en el Movimiento y deciden por encima de
las instancias de decisión olvidando su función de guías, o tomando en su
responsabilidad otros servicios que no fueron confiados a ellos ni en el Movimiento ni
en la Iglesia y para los que no están preparados. La consecuencia inmediata de esta
confusión se traduce en divisiones, en faltas contra la fraternidad y la comunión en
escándalos innecesarios y en un mal ejemplo a los jóvenes que nos observan para
aprender de nosotros.
Por ello se hace necesario situar en su contexto específico el ministerio de ser guía y
señalar su origen y su relación múltiple con la realidad de los jóvenes a la que se
orienta. Y además nos lleva a reflexionar sobre la relación de los ministerios en orden a
soñar el proyecto de la civilización del amor por esta relación que da testimonio de la
unidad y de la diversidad en la Iglesia obra del Espíritu y de su acción renovadora.
2. Hacia un progreso en la Iglesia: la teología de los ministerios.
La irrupción de los ministerios laicales en la Iglesia del postconcilio tiene que ver con
las determinaciones del Vaticano II de restaurar por ejemplo el diaconado permanente
de la jerarquía y permitir que sea ejercido por laicos, incluso casados. Tener un
ministerio, en la Iglesia del Vaticano II, no podía ser cosa de promoción clerical, sino de
promoción humana. El papa Pablo VI escribe en ese momento de crecimiento en su
carta del „anuncio del evangelio‟ cuando se refiere a los ministerios que ellos son
responsabilidad de los laicos en la línea de la catequesis, como animadores de oración y
del canto, en el servicio de la Palabra, en la asistencia a los necesitados, como jefes y
guías de pequeñas comunidades, por ser responsables de movimientos apostólicos,
además de otros servicios que pudieran ser de utilidad en la Iglesia. (Evangelii
nuntiandi. Nº 73).
La intensión de esta nueva catequesis ministerial en la Iglesia es clara; ampliar la
participación de los laicos para contrarrestar en alguna medida el habitual monopolio
clerical y la de reconocer el bautismo como verdadero fuente de ministerios en la
Iglesia, diversos a los ministerios que se confieren por el sacramento del orden.
Además, este nuevo tiempo de la Iglesia del que habló el papa Juan XXIII cuando
señaló el tiempo de los Movimientos laicales, señalaba el ejercicio de ministerios en el
altar, en la liturgia de la palabra, pero también señalaba nuevos ministerios de misión y
envío, de presencia y testimonio, de acción transformadora y renovadora en la realidad
misma de la sociedad y de la Iglesia.
3. Punto de partida de la vocación ministerial en la Iglesia:
-
De la familia cristiana han surgido los líderes de la Iglesia. Ellas son el semillero
más apropiado para cultivar los valores cristianos, y para ejercer más adelante un
verdadero servicio de formación y de renovación de la Iglesia. Muchos de nosotros
vinimos al Movimiento por el protagonismo de nuestras familias en nuestra decidida
vocación cristiana. Me parece urgente que los guías trabajemos con mucha
dedicación por fomentar dentro de nuestros hogares el testimonio, la alegría y el
diálogo, pues desde y en la familia se construye y se vive un plan de vida sólido.
No puede ser nuestra la expresión “luz de la calle, oscuridad en la casa”.
-
Los grupos y Movimientos. son la razón por la que el P. José María quería que cada
guía del Encuentro concentrara su esfuerzo en la preparación de los Encuentros de
Promoción Juvenil, pero más allá de esta acción específica, en el acompañamiento
de los grupos juveniles cristianos. El eje dinamizador de este momento según lo que
nos enseña el padre se encontraba en la línea formativa humana, en los espacios de
celebración de la fe de cada uno de los miembros de los grupos, y en lo comunitario
y participativo de los compromisos de la Iglesia, incluso en todo aquello que pudiera
expresar el servicio a los más pobres. El Intercom es la herramienta de
comunicación, de integración y de crecimiento que el Movimiento tiene, y es deber
de los guías hacer del Intercom una experiencia para todos los grupos,
especialmente de jóvenes en las ciudades en donde estamos presentes.
-
La parroquia, es el espacio concreto en donde se cultivan cada una de las personas
que pueden venir al Encuentro para nutrirse de él, pero a su vez son el lugar ideal
para volver a anunciar la buena noticia recibida durante los tres primeros días del
Encuentros de Promoción Juvenil. La parroquia es el lugar donde se vive en
plenitud el cuarto día del Encuentro. Es decir que no se puede entender un guía del
encuentro de promoción juvenil sin su referente parroquial donde participe, anuncia,
da testimonio, y acompaña los grupos juveniles cristianos.
4. El ministerio de ser Guías del Encuentro de Promoción Juvenil
Planificar cada una de las estrategias de la evangelización es el trabajo del centroguías y
del comité promotor diocesano, se trata del trabajo de coordinar que en el manual se
define como, “El coordinador ve la mejor forma como servirle a los jóvenes. Los
Encuentros se definen más como un servicio que como una organización. Sólo el centro
de los guías y el comité central diocesano son propiamente una organización. el
coordinador que prestará atención a todos.”. Y es que la opción por los jóvenes sin un
trabajo programado es como el mercader inmensamente rico en agujas, que no prestó
una de ellas para remendar el mando rasgado de Jesús cuando la Madre del Hijo se
acercó para suavizar la desnudez de su Hijo maltratado, como nos cuenta Gibrán en su
libro del Loco.
Por en el marco de la opción por los jóvenes, hay que constatar un camino plural pero
significativamente inexplorado aun por los guías del Encuentro.
- El ministerio de ser coordinador: el primer ministerio al que me refiero es el del
coordinador. Cada una de las experiencias que el Movimiento realiza tiene a la
cabeza un guía coordinador, y su servicio se define más desde el ejemplo, la
experiencia, y la capacidad que tiene de hacer pedagógica ese buen ejemplo y
experiencia a otros guías que apenas empiezan un camino de crecimiento y
compromiso, digamos el coordinador es quien enseña. En todos los casos se
descarta la autoridad en el sentido de gobierno o autoritarismo. Un coordinador no
beta a nadie, ni impone nuevos esquemas por muy buenos que sean, ni mucho
menos es quien decide lo que hay que hacer en cada caso, él enseña con su
experiencia realizada en el camino, y es quien consulta con su asesor; quien decide
es el Mentor en el caso del centroguías o el coordinador diocesano tras evaluar con
el comité promotor diocesano. Las decisiones tomadas de prisa y sobre la
experiencia de quienes en realidad deberían preocuparse de cómo realizar un
servicio ala juventud crean confusión y división en la mayoría de los casos.
-
El guía es observador de la juventud. El Movimiento no es un grupo que repite
rollos fuera de la realidad. El centro de guías es “es el alma del movimiento de
Encuentros. Éstos serán lo que sean los guías. Su misión es primero formar, en una
doble dimensión humana y cristiana, a los guías: prepararlos para organizar y dirigir
Encuentros; y, una vez éstos terminados, ayudar a los jóvenes que asistieron a
integrarse o crear grupos juveniles cristianos, y siempre que sea posible
coordinarlos. En un sentido más amplio, el centro de los guías es un seminario de
liderazgo juvenil cristiano; el Centro-Guías incluye siempre dos aspectos: uno que
mira directamente a los mismos guías; y otro que es de servicio y evangelización de
los jóvenes y sus grupos, especialmente los que se formaron después del Encuentro.
Constituyen actividades internas del centro: las que miran a la celebración de
jornadas de espiritualidad para los guías, convivencias, salidas, cursillos, y las
«reuniones del Amén». Forman las actividades externas o de servicio a los demás:
los Intercoms, noches de oración, jornadas de espiritualidad para los grupos,
cursillos, convivencias, fiestas, campañas”. Por esto, más que nada estamos
llamados a encontrar los métodos y el saber de las ciencias y saberlos poner al
servicio de la juventud, para, que a su vez ellos desde nuestro servicio
desinteresado hagan desde ahí, desde su situación de hombres nuevos las opciones
de fe, y el plan de vida que revele su compromiso en el mundo como jóvenes
cristianos, a partir de su experiencia transformante y transformadora.
-
El guía es creativo. La creatividad no es algo que se improvise es un don del
Espíritu, exige por tanto apertura al amor de Dios. El guía sabe recrear, eso es
creatividad, a partir de las ruinas de lo que los jóvenes sueñan y que la contracultura
de muerte, el consumismo, la superficialidad, e,t,c. queda en la sociedad, el guía de
los encuentros trata de rescatar en los jóvenes al hombre nuevo y auténtico para el
mundo. Por ello es conservador de cultura, cuidadoso en su hablar, guarda de
valores, fino en cada una de sus expresiones, piadoso en su oración, y conocedor
profundo de su entorno y del entorno de los jóvenes. Un guía no es un joven ni
inferior por su postura ante el mundo, ni un vergonzante, sino que es diferente por
su opción y estilo, alternativo en lo que toca a presentar un nuevo estilo para quienes
se acercan a él y escuchan de él el anuncio de una Buena Noticia que cautiva y
transforma desde, principalmente, aquello que refleja el guía del los Encuentros.
-
El guía es también un comunicador. Bastaría leer una y otra vez el decálogo del
expositor para descubrir una bitácora para cada una de las exposiciones que
hagamos en nuestra vida. No es un comunicador de canales oficiales, su ministerio
está a disposición de la noticia de Jesús de la manera más pura y clara posible para
los jóvenes a quienes se dirige. Ese es el mural, „el parche‟, del guía, y es a su vez la
mejor carta de presentación del Movimiento, pues nos presenta al mundo desde la
realidad que somos y nos educa desde el joven mismo, humana y cristianamente.
-
El guía se relaciona con los pastores en su diócesis y contribuye a llevar adelante
procesos de formación y de pastoral.
-
El guía es un hombre de vocación y el Movimiento un semillero de nuevas
vocaciones. los niveles de compromiso de los guías los ha llevado a interpretar su
vocación al servicio en la Iglesia desde la vocación religiosa y sacerdotal. Así
muchos guías desarrollan su vocación eclesial, y enriquecen el Movimiento desde
nuevos campos de la asesoría.
-
El guía es también un atleta en una carrera de relevos. En el anterior Encuentro
Internacional los guías asistente tuvimos la felicidad de tener la compañía de Luis
Enrique Ruiz, en sus palabras el coordinador del Primer Encuentro de Promoción
Juvenil. Y aunque sus testimonio no alardeó de su servicio al Movimiento, nos
recordó en sus palabras que la experiencia del Encuentro se sostiene sobre una
visión filosófica que no se puede desconocer, y que es necesario conservar para no
perder la profundidad de los mensajes y seguir la secuencia lógica que lleve al
crecimiento. El testimonio de Luis Enrique me hacía pensar en la necesidad que los
guía tenemos de prepararnos para profundizar, crecer, y saber entregar las banderas
de los mensajes a nuevos guías más jóvenes, sin dejar de estar presentes en el
Movimiento aportando desde la madurez con la ciencia, y con el rigor de la
disciplina conseguida por el transcurrir del tiempo. Quizá a esta dimensión de
experiencia la podamos llamar la escuela de guías, o el ministerio de „teología‟ para
el Movimiento. Desde esta reflexión sea este el momento de agradecer y estimular a
la asociación de amigos del Encuentro donde existe con este nombre, o a los grupos
que cumplen esta función, gracias a su servicio el Movimiento sigue un rumbo y
gracias a su experiencia nos podemos apoyar los guías de otras generaciones.
5. Niveles de compromiso del ministerio de ser guías.
Las personas, grupos y comunidades que se forman dentro del Movimiento de los
Encuentros gira indudablemente alrededor de la experiencia alegre de Jesús entre
nosotros. Es el gran anuncio que hacemos los guías del Encuentro siempre en nuestra
vida y en las actividades por las que nos asociamos. Una característica de la pluralidad
de los logos que utilizamos pone a Jesús en el centro de nuestra familia emproista.
Sin embargo, es claro que cada una de esas actividades responde a niveles del
compromiso que no podremos olvidar. La experiencia del encuentro no se improvisa en
ningún caso, hacerlo sería llevar el Movimiento al naufragio. Por eso quisiera terminar
este saludo señalando algunos de los niveles de compromiso permanentes para los
guías.
-
El centroguías: es el primer nivel de compromiso permanente. No somos guías
mientras preparamos un encuentro, lo somos en una comunidad en la que crecemos
y aportamos, en la que nos amamos y perdonamos. No entiendo un guía que deja de
asistir a la reunión del centroguías y aparece cuando se acerca la participación a un
encuentro. El José María decía que el centroguías es un seminario de liderazgo que
fomenta la promoción de los jóvenes, por eso se convierte en el alma del
movimiento. No entiendo un grupo de líderes sin su reunión, y menos un aporte
realista sin el referente de su comunidad de guías. Quien quiera dar mas que se de
más a la comunidad de jóvenes a la que pertenece y lo envía después en nombre de
la Iglesia.
-
El Comité promotor : es la expresión de las comunidades dentro de nuestro
Movimiento. Los niveles de compromiso se expresan desde la pequeña comunidad,
cuando se trata de un coordinador, un asesor, y un grupo de guías que prepara un
encuentro. En este caso es indispensable la oración la comunicación y la formación
permanente que los lleva a ser un grupo primario capaz de mostrar a Jesús, y no una
serie de dinámicas, rollos o actividades en un fin de semana. Pero a su vez esta
pequeña comunidad hacer referencia al Comité promotor Diocesano que planea el
número de encuentros al año en un territorio concreto con unos parámetros
pastorales y con una intencionalidad que a su vez se refiere al Comité promotor
Nacional e Internacional. No somos ruedas sueltas en una maquinaria. Un tornillo,
suelto, por muy pequeño dentro de la máquina de una industria, puede causar más
mal del que aparentemente pudiéramos ver inmediata o desapercibidamente.
-
Los grupos juveniles cristianos. Son el alimento de los guías, pues en ellos
escuchamos a los jóvenes, aprendemos de ellos, sabemos de sus necesidades,
alentamos nuestro testimonio, buscamos respuestas, confrontamos nuestra manera
de vivir, soñamos un mundo nuevo, encontramos respuestas a nuestras preguntas,
nos estimulamos a la oración. Los guías nos comprometemos cuando venimos al
Movimiento a acompañar los grupos juveniles cristianos como respuesta a lo que
recibimos del Movimiento en el momento de nuestro encuentro personal con Jesús.
-
El preencuentro: es el espacio del crecimiento y del acople de una nueva
comunidad. La preparación de un encuentro no es tarea fácil. No se trata
simplemente de repartir mensajes y actividades, es ante todo un camino de
conversión de cuaresma. El preencuentro es tiempo de concentración al estilo de los
atletas, pues es en este periodo donde los guías se evalúan a la luz del encuentro en
comunidad y de los contenidos que entre todos van a anunciar a los jóvenes
asistentes la razón de nuestro Movimiento. El preencuentro es también el
termómetro que nos dice como va nuestra vida y como soñamos nuestras nuevas
respuestas. Creo que en este tiempo podríamos esforzarnos más. El preencuentro
no es tarea de los coordinadores solamente, es tarea de la comunidad de los guías
del centroguías y del equipo promotor, cada uno deberá esforzarse en dar lo mejor
de sí para conformar el equipo y para garantizar un trabajo realmente profundo
sincero, eclesial y principalmente espiritual.
-
El encuentro: es el tiempo de fiesta cuando el novio está presente. Durante el
Encuentro el guía realiza el ministerio del anuncio y participa de la misión de Cristo.
Sin embargo, es importante que dentro de la experiencia el equipo promotor trabaje
coordinadamente. Cada uno tiene sus funciones y el valor del encuentra se
encuentra precisamente en ello, en cada uno realiza su misión de manera
responsable y lleva a los asistentes a descubrir la riqueza de la comunidad
ministerial. Creo que los encuentros pierden riqueza cuando un equipo promotor se
va sin un asesor, o sin un guía de experiencia, o cuando todos quieren coordinar, es
decir, cuando perdemos la pluralidad desde la que nos unimos.
-
El postencuentro: es el tiempo del compromiso de la espera de los frutos. Los guías
pasan de dar el anuncio al tiempo de la prueba. Pues es cuando los jóvenes creen y
confirman aquel testimonio que vieron y escucharon. Además es un tiempo de
espera, los guías se convierten en acompañantes de los jóvenes, les animan en sus
propósitos, les ayudan en sus desalientos, les buscan cuando se desaniman, es
cuando el guía de los encuentros realiza la función de Madre que espera y ve crecer
a sus hijos hasta la madurez.
-
Finalmente, el seguimiento personal: un guía es por su compromiso, por su
testimonio. muchos guías hoy por hoy tienen el acompañamiento de los asesores en
sus procesos, en la evaluación de su plan de vida, y en el discernimiento de sus
rumbos. No dejemos esta herramienta movidos por el orgullo o la autosuficiencia,
el Movimiento crece, cuando las personas crecemos en comunidad y sabemos
apoyarnos los unos en los otros.
Al terminar este recorrido por el ministerio de guía en el Movimiento, les quiero invitar
a orar por todos los jóvenes y por todos los guías. El guía es un hombre, una mujer que
ha hecho y realiza el compromiso Amén, que lo teje en la oración diaria. Terminamos
con una oración bien conocida.
Padre, que nos has llamado a la gran tarea de construir tu reino. confiándonos. de
un modo especial, el anuncio de tu mensaje de salvación a los jóvenes. ayúdanos a tomar conciencia de
nuestra misión.
Llénanos de amor y comprensión a la juventud. Que seamos capaces de no buscar nuestra comodidad,
sino de comprometer nuestra vida hasta el máximo, cuando se trate de su propio bien.
Que sepamos descubrir y aceptar los valores de la nueva juventud, y ayudar a desarrollarlos en la
vivencia de un cristianismo comprometido en medio del mundo.
Que creemos alrededor nuestro un ambiente de acogida y diálogo: y que la alegría de encontrarle
sentido a nuestra entrega, puesta a su servicio, sea para los jóvenes con que entramos en contacto, un
interrogante que les lleve a descubrirte.
Que nuestros grupos y comunidades sean conscientes de que han sido puestos entre los jóvenes para
manifestar el amor que Dios les tiene. Que, como enviados a ellos, en este momento crucial de la
historia, seamos capaces de renovarnos para anunciarles adecuadamente la «buena noticia» de Cristo
resucitado, presente en medio de nosotros.
Esta es nuestra responsabilidad. Esta es nuestra misión. Ayúdanos. Padre, a través del Centro-Guías. a
profundizarla y vivirla con total entrega y disponibilidad. junto con los guías de todos los centros que
trabajan por la promoción cristiana juvenil Madre de todos los jóvenes enséñanos a decir
Amén.
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