1.484 "Salum, José c/Municipalidad de La Plata y otros s/Pretensión indemnizatoria". La Plata, 24 de febrero de 2010.AUTOS Y VISTOS: La presente causa caratulada "SALUM JOSE C/ MUNICIPALIDAD DE LA PLATA Y OTROS S/ PRETENSIÓN INDEMNIZATORIA” Nº 1484, en trámite por ante este Juzgado en lo Contencioso Administrativo Nº 1 de La Plata, a mi cargo, de la que,RESULTA:1. Que a fs. 32/35 se presenta el Sr. José Salum, con patrocinio letrado, promoviendo acción contencioso administrativa contra la Municipalidad de La Plata y la Provincia de Buenos Aires, en los términos del artículo 12 inciso 3 del C.C.A, para obtener el resarcimiento de los daños y perjuicios que estima en la suma de pesos ciento sesenta mil ($160.000), o lo que en más o en menos resulte de las probanzas de autos, con más intereses y costas.Relata que se domicilia en la calle 33 entre las de 8 y 9 de la ciudad de La Plata, y que luego de las precipitaciones del 27-I-2002, su vivienda se vio seriamente afectada por la invasión de las aguas que cubrieron la totalidad de la misma, con una altura aproximada de 70 centímetros en todos sus ambientes, como asimismo en las viviendas adyacentes. – Que es de público y notorio conocimiento que la zona viene sufriendo grandes inundaciones cada vez que llueve intensamente, debido a la falta de obras tendientes a evitarlas. Que ésta problemática es relativamente nueva y reconoce causa en las obras que, sin tener en cuenta el respectivo impacto ambiental, fueron llevadas a cabo principalmente en la Avenida Circunvalación y “la bajada de la autopista”, que actúan como barrera de contención imposibilitando el escurrimiento de las aguas; sumado ello a la falta de alcantarillado adecuado, falta de limpieza y mantenimiento de los desagües y arroyos, como también la ausencia de canalizaciones. – Que todo ello determina una falta de atención integral a la problemática y, por lo tanto, la responsabilidad de las demandadas, obligadas a ello en virtud de su deber de contralor. – Estima los daños a la vivienda, solicita la reparación del agravio moral, funda en derecho su demanda, ofrece prueba, y peticiona se haga lugar a la demanda con más intereses y costas. – 2. A fs. 58/66 se presenta el Dr. Francisco García Cortina, abogado de Fiscalía de Estado, quien contesta la demanda solicitando su íntegro rechazo, y aduciendo, en primer término, la falta de legitimación pasiva de la Provincia de Buenos Aires. – Señala que, mediante Ley 8553 del 3-XI-1975, la Provincia transfirió a la Municipalidad de La Plata “las obras de arte y conductos de desagües pluviales existentes dentro del distrito de la misma, ejecutadas por el Ministerio de Obras Públicas [Dirección de Hidráulica] para el servicio de la ciudad” (art. 1), y que en virtud de ello, “La Municipalidad de La Plata tendrá a su cargo con personal comunal o mediante contratación privada, la limpieza, desobstrucción y mantenimiento de los bienes indicados en el artículo anterior” (art. 2). Concluye que, en efecto, la obligación cuyo incumplimiento aquí se demanda se encuentra en cabeza del municipio citado y no de la Provincia de Buenos Aires, de modo que resulta exenta de responsabilidad por el hecho denunciado en autos. – Por otra parte, destaca que la intensidad de la lluvia precipitada el 27-I-2002 responde a un registro histórico para la ciudad de La Plata de 80 mm. por hora. Que el Departamento de Hidrología de la Dirección de Hidráulica, tomando en consideración lo expresado por el Observatorio de la Ciudad de La Plata –único organismo oficial que registra datos pluviométricos del casco urbano- indica que el evento de referencia no registra antecedentes superiores desde el año 1911. Que la citada Dirección ha dicho que las obras pluviales se dimensionan para recurrencias de 10 años, por lo que ninguna de las obras existentes serían suficientes pues las mismas sólo están preparadas para precipitaciones de aproximadamente 33 mm. por hora. De allí que aun encontrándose en excelente estado de mantenimiento y limpieza, los desagües pluviales no hubieran podido evitar las inundaciones sucedidas. – En base a ello, plantea la existencia del caso fortuito o fuerza mayor en los términos del art. 513 del Código Civil, toda vez que los daños que se invocan en la demanda responden a niveles pluviométricos de carácter extraordinario para la región, circunstancia que excluiría su responsabilidad en el caso. – Impugna los rubros del resarcimiento por conjeturales o meramente hipotéticos, tanto existencia como en montos, cita jurisprudencia, ofrece prueba, plantea la cuestión federal y solicita el rechazo de la demanda en todas sus partes. – 3. A fs. 75/78 se presenta la Dra. Silvia Cárdenas, abogada de la Municipalidad de La Plata, quien contesta demanda peticionando el rechazo de la misma. – Luego de realizar una negativa de todos los extremos fácticos de la pretensión interpuesta en autos, sostiene que en caso de ser declarada la responsabilidad por los hechos del caso, la misma debe ser atribuida a la Provincia de Buenos Aires, quien, por medio de la Dirección de Hidráulica y de la Autoridad del Agua, tiene a su cargo la competencia en materia hidráulica y las obras vinculadas a ella, lo cual incluye el supuesto de las inundaciones, todo ello, conforme a lo específicamente normado por las leyes 10.106 y 12.257. – Que de conformidad a las normas mencionadas, todo lo relativo al estado y características de la infraestructura hidráulica de la Ciudad, a la suficiencia de las redes existentes en el partido de La Plata, y a la necesidad de iniciar obras de envergadura tendientes a modificarlas, son cuestiones que exceden su competencia, y cuyo único responsable es el Estado provincial. Que ello se ve corroborado por el dictado de normas tendientes a brindar soluciones puntuales, como el Decreto Provincial 623/2002 que aprueba el Plan de Emergencia Hídrico Vial (art. 1), dirigido en parte a la defensa de los cascos urbanos cabeceras de distrito, en atención a las inundaciones que afectaron a diversos partidos del interior y del conurbano bonaerense durante los años 2000 y 2001 (parte considerativa), como asimismo el Decreto 1012/2002, por el cual se incluye en dicho Plan, la obra del conducto aliviador de la Avenida 19 de la ciudad de La Plata (art.1) dadas las frecuentes inundaciones sufridas por la Ciudad, tanto en su casco urbano como en el Gran La Plata (parte considerativa). – Que por lo precedentemente expuesto, el Municipio –aduce- no ha incurrido en omisión alguna con motivo de las obligaciones a su cargo, por lo que no corresponde responsabilizarlo de las consecuencias dañosas derivadas del evento ocurrido el 27-I-2002. – Que por otra parte, a la misma conclusión se llega si se tiene en cuenta lo dictaminado por el Observatorio Astronómico dependiente de la Universidad Nacional de La Plata (U.N.L.P.), según el cual la tormenta del 27-I-2002, representó una lluvia extraordinaria, con una precipitación total de 121, 6 mm., y una intensidad máxima de 72,2 mm/hora, siendo la de mayor intensidad desde el comienzo de la toma de registro en 1908. En base a ello, plantea la defensa de caso fortuito o fuerza mayor (art. 514 del Código Civil), en virtud del cual, la demandada no se encuentra obligada a responder. – Funda en derecho su defensa, cita jurisprudencia, ofrece prueba, plantea la existencia del caso federal, y solicita el rechazo de la demanda, con costas.4. A fs. 226 se celebra audiencia preliminar, recibiéndose la causa a prueba. A fs. 295 se certifica el vencimiento del plazo probatorio y se ponen los autos para alegar. A fs. 296/298 obra glosado el alegato de la parte actora y a fs. 304/306 el de Fiscalía de Estado. Atento al estado de las actuaciones, a fs. 310 se llaman autos para sentencia yCONSIDERANDO:1. El ámbito de la reparación reclamada.Que en autos se demanda a la Municipalidad de La Plata y a la Provincia de Buenos Aires, el resarcimiento de los daños y perjuicios derivados de la inundación de la vivienda del accionante, como consecuencia de las precipitaciones ocurridas el día 27-I-2002 en la Ciudad de La Plata, suceso que pone en tela de juicio el incumplimiento de la obligación de mantener en debida forma las obras de drenaje necesarias para evitar la ocurrencia de los anegamientos que han sufrido diversas zonas de la Ciudad, entre las cuales, las de “Barrio Norte” son de público y notorio conocimiento, por lo que no requieren demostración alguna (art. 375 del CPCC). Sin perjuicio de ello, en el caso particular del actor se encuentra acreditado que es propietario y habita un inmueble ubicado en la calle 33 N° 691 entre las de 8 y 9 de la Ciudad de La Plata, y que, como todos sus vecinos, se ha visto afectado por el ingreso de las aguas a su vivienda (cfr. copia de escritura a fs. 24; pericia de ingeniería de fs. 169 y ampliaciones de fs. 186 y 200; fotografías de fs. 2, 9, 10 11, 12 y 13; testimonios de fs. 253, 254, 266 y 267, especialmente respuestas a preguntas 4 y 5). – De tal modo, la cuestión central traída a debate radica en determinar la existencia de la responsabilidad extracontractual del Estado por la omisión de mantener en debida forma el sistema de drenaje pluvial de la Ciudad de La Plata. – 2. La cuestión de la responsabilidad. – 2.1. La Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires ha expresado que “en el Derecho Público no existe un texto específico que contemple lo atinente a la responsabilidad del Estado por las consecuencias de sus hechos o actos de omisión o abstención. Por ello su tratamiento jurídico básico debe efectuárselo recurriendo a la norma del art. 1074 del Cód. Civil que permite ubicar en ella el tema de la responsabilidad del Estado por sus comportamientos o actitudes omisivas o de abstención” (SCBA, Ac. 73.526, sent. del 23-II-2000, “Vargas”). – Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido, como regla general, que el ejercicio del poder de policía que corresponde al Estado, no basta per se para atribuirle responsabilidad por un evento en el cual ninguno de sus órganos ha tomado parte, pues no parece razonable pretender que su misión general de contralor, o en orden a la prevención de los ilícitos o las infracciones pueda llegar a involucrarlo o comprometerlo a tal extremo en las consecuencias dañosas que ellos produzcan con motivo de hechos extraños a su intervención directa (Fallos 312:2138; 313:1636; 323:305; 324:3974; 325:3023; 326:608, entre otros). – Por ello, a fin de lograr un justo equilibrio, esto es, para evitar que el Estado se constituya en una suerte de asegurador contra todo riesgo, pero sin dejar desprovistos de protección a los particulares, creo importante recordar el criterio expuesto por la Dra. Aida Kemelmajer de Carlucci respecto de los factores que determinan la responsabilidad estatal por omisión, en el conocido caso "Torres, Francisco c. Provincia de Mendoza" (Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza, sent. del 4-IV-1989, La Ley 1989-C-512), donde sostuvo que el Estado responde cuando existe un interés normativamente relevante y cuando concurre una necesidad material de actuar en tutela de ese interés, dada la mayor utilidad obtenida en tal accionar respecto del sacrificio que el mismo comporta. No obstante, entendió que en tal caso la competencia en materia de policía de aguas surge de normas genéricas que de ningún modo imponen la obligación concreta de construir obras de defensas aluvionales necesarias para asegurar los bienes de todos los habitantes de la Provincia. Luego, la Corte mendocina ratificaría su doctrina expresando que “para que se genere el deber de responder por omisiones imputables al Estado, es necesario que la omitida sea una obligación, un deber concreto, y no un deber que opere en dirección genérica y difusa [...] Es menester que se trate de una obligación a cuyo cumplimiento pueda ser compelida la Administración” (“Norton María Teresa c/ Municipalidad de Godoy Cruz”, sent. del 18-X-1996, LL 1997-B-92). – 2.2. Sentado ello, y a fin de determinar si en el supuesto de autos existe un deber concreto de actuar para evitar las inundaciones, es menester analizar la naturaleza de las obligaciones en cabeza de cada una de las demandadas, toda vez que ambas se han atribuido mutuamente las responsabilidades del caso, sin asumir como propia obligación alguna con relación a la infraestructura hidráulica de la Ciudad La Plata. – En primer término, merced a la dispuesto por la ley 10.106 y modificatorias –Régimen General en materia Hidráulica-, se estatuye la competencia provincial sobre “Los estudios, anteproyectos, proyectos, ejecución y financiación de obras de drenaje rurales; desagües pluviales urbanos [...] así como cualesquiera otros trabajos relacionados con el sistema hidráulico provincial” (art. 1), cuya autoridad de aplicación es el Ministerio de Obras Públicas (art. 2), el cual “podrá delegar en los Municipios el poder de policía hasta los límites de capacidad de los cuerpos receptores que a juicio de la misma no comprometan el normal funcionamiento de los sistemas de drenaje zonal y total” (art. 3). Ello es, precisamente, lo que hace la Provincia de Buenos Aires mediante la Ley 8553 (del 3-XI-1975), que transfiere a la Municipalidad de La Plata “las obras de arte y conductos de desagües pluviales existentes dentro del distrito de la misma, ejecutadas por el Ministerio de Obras Públicas [Dirección de Hidráulica] para el servicio de la ciudad” (art. 1). En virtud de ello, “La Municipalidad de La Plata tendrá a su cargo con personal comunal o mediante contratación privada, la limpieza, desobstrucción y mantenimiento de los bienes indicados en el artículo anterior” (art. 2). Asimismo, la ley 10.106 dispone que, en materia de desagües pluviales urbanos, las Municipalidades podrán ejecutar las obras pertinentes, en la medida en que cuenten con la aprobación del Ministerio de Obras Públicas (art. 8), salvo que las mismas comprendan más de un Partido de la Provincia, en cuyo caso “la ejecución y financiamiento de los trabajos corresponderán a la Provincia” (art. 9). – Cabe destacar, a su vez, que el hecho de que el Régimen General en materia Hidráulica (ley 10.106) se haya sancionado con posterioridad a la ley 8553, no deroga –como lo pretende la Municipalidad demandada- las obligaciones que de ella se derivan. Ello así, toda vez que si bien es cierto que ley posterior deroga ley anterior, no lo es menos que una ley general posterior no deroga una ley especial anterior (“lex posterior generalis, non derogat priori speciali”), en la medida en que no se advierte entre ambas normas una incompatibilidad manifiesta (Fallos 260:62, entre otros, citados por Cassagne, Juan Carlos. “Derecho Administrativo”, Tomo 1, Abeledo Perrot, 7ma edición, pág. 131). – Así, de ésta sencilla observación de la normativa aplicable, se desprende con claridad que las obligaciones generales de diseño, planificación y construcción de la infraestructura hidráulica, inclusive en el ámbito territorial de las Comunas, es competencia de la Provincia de Buenos Aires; que el poder de policía sobre tales obras puede ser eventualmente delegado a los Municipios en la medida en que ello no obste al normal funcionamiento de los sistemas de drenaje zonal y total; y que en el caso de los desagües pluviales urbanos de la Ciudad de La Plata la delegación sólo consistió en la limpieza, desobstrucción y mantenimiento de los mismos, conforme lo aclara el artículo 2 de la ley 8553. – Ésta última es, en rigor, la obligación cuyo incumplimiento constituye la base del reclamo resarcitorio impetrado, puesto que si bien en su escrito de inicio el actor invoca como una de las causas de los anegamientos a ciertas obras como las construidas en la Avenida Circunvalación y “la bajada de la autopista”, tal mención no fue luego contrastada por ninguna probanza en el expediente, por lo que el conflicto de autos ha sido planteado en torno a la cuestión de la imposibilidad del escurrimiento de las aguas debido a la falta de alcantarillado adecuado y de limpieza y mantenimiento de los desagües pluviales, a cuya demostración el accionante ha dedicado toda su actividad probatoria. – 2.3. Aclarado ello, si bien la Provincia de Buenos Aires tiene indudables obligaciones en la materia hidráulica, las cuales exceden el marco de atribuciones conferidas a la Municipalidad de La Plata, su responsabilidad en el caso se diluye en la medida que la actora no ha satisfecho la carga procesal de individualizar y probar del modo más claro y concreto que las circunstancias del caso lo posibiliten, cuál ha sido la actividad de la Provincia que específicamente se reputa como irregular (CSJN, sent. del 13-X-94, "Román S.A. c. Estado Nacional", JA, 1995-I-263, LL 1995-B, 440; CSJN, sent. del 20-XII-94 "Demartini Oscar y otras c. Banco Central", LL 1995-B-100); de modo tal que respecto del Estado Provincial sólo se encuentra en tela de juicio su deber genérico de obrar, como consecuencia del poder de policía cuyo ejercicio le encomienda el marco normativo en materia hidráulica (ley 10.106). – De allí que en autos se presenta, respecto de la Provincia de Buenos Aires, la misma situación en que la Provincia de Mendoza lo estaba en el caso “Torres”, y en sintonía con su doctrina no parece razonable que la mera abstención le genere responsabilidad, toda vez que la competencia en materia de policía de aguas surge de normas que, por operar de modo genérico y variable, no generan –en principio- la obligación concreta de construir obras tendientes a mantener libres de todo riesgo a los bienes de todos los habitantes de la Provincia. Es que “Semejante desarrollo discursivo llevaría a dotar al aludido título indemnizatorio de una fisonomía más emparentada con una suerte de seguro universal e indefinido de indemnidad a cargo del Estado (CSJN, C.1563.XXXVI, "Cohen Eleazar c/Río Negro, Provincia de y otros s/daños y perjuicios", sent. de 30-V-2006).– Por tales motivos, habrá de ser rechazada la acción interpuesta contra la Provincia de Buenos Aires. – 2.4. Distinta es la situación de la Municipalidad de La Plata, a la que no se le exige la planificación y construcción de redes de drenaje para la Ciudad, sino solamente su mantenimiento y desobstrucción de los desagües ya construidos por la Provincia. Así, retomando el caso “Norton” del Supremo Tribunal mendocino, el ejercicio del poder de policía estatal no siempre corresponde llevarlo a cabo con la misma intensidad o amplitud, sino que depende del lugar, del objeto o índole de la actividad o de las personas. “Ello así, pues el poder de policía, en lo atinente a su ejercicio, es contingente, circunstancial, no es uniforme, fijo o igual en todos los casos o situaciones”. En autos, cabe destacar que los desagües pluviales son bienes respecto de los cuales, se ha conferido al municipio el ejercicio del poder de policía para su conservación, ordenamiento, prevención y seguridad, cuyo cumplimiento no corresponde excusar si se tiene en cuenta que no se trata aquí del mantenimiento de las zanjas en zonas periféricas, sino del control de la infraestructura hidráulica de una de las zonas residenciales de mayor densidad poblacional del partido de La Plata, y que constituye a su vez una de las principales vías de acceso al ejido urbano de la Ciudad. – Resulta indudable que al momento del siniestro tales exigencias no estaban cumplidas teniendo en cuenta los testimonios de fs. 253, 266, 267 y especialmente el de fs. 254 cuyo testigo adujo haber observado los desagües llenos de basura hasta la mitad de su capacidad (respuesta séptima), coincidente ello con seis fotografías obrantes a fs. 102/103 que abonan aquellas declaraciones. También cabe destacar que la peligrosidad derivada de ello pone en riesgo intereses particulares cualitativamente relevantes como son la vida, la integridad física y la propiedad de la población, siendo incluso necesaria la evacuación de varias personas de sus propios hogares, en ocasiones con la ayuda de sus mismos vecinos (conf. testimonios citados y publicación del Diario “Hoy” del 18-III-2002). – En tal contexto, las obligaciones cuyo incumplimiento se achacan al Municipio ostentan la intensidad necesaria para compeler a la Administración a su debida observancia, y que permite reputar a la inactividad material reprochada como antijurídica. Ello por cuanto concurre la mentada necesidad material de actuar, dada la mayor utilidad obtenida en tal accionar respecto del leve sacrificio que comporta para la Comuna mantener los desagües libres de toda obstrucción. 2.5. Dicha responsabilidad, se basa en la idea objetiva de “falta de servicio”, según la cual quien contrae la obligación de prestar un servicio (conf. art. 2 de la ley 8553) lo debe hacer en condiciones adecuadas para llenar el fin para el que ha sido establecido, y es responsable de modo objetivo y directo de los perjuicios que cause su incumplimiento o ejecución irregular (Fallos 306:2030, “Vadell”; 307:821, “Hotelera Río de la Plata S.A.”; y 315:1892, “García, Ricardo Mario y otra”).3. La relación de causalidad. – Ahora bien, a fin de precisar si el Estado municipal es responsable por los daños sufridos por la inundación, corresponde determinar, a su vez, en qué medida la citada omisión antijurídica ha adquirido su causa determinante. – Al respecto, según informe de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata (de fs. 71), la lluvia del 27-I2002 representó una precipitación total de 121,60 mm, con un caudal máximo de intensidad de las 7.10 a las 8.35 hs, en 102,1 mm. Según la entidad informante, constituyen los valores más altos en los últimos cien años (desde la toma de registro). – La demandada aduce que esa extraordinariedad permite encuadrar al evento dañoso como un supuesto de fuerza mayor, toda vez que los desagües no están construidos para soportar una pluviosidad de tales magnitudes, y por ende, la inundación hubiera tenido lugar aun en el caso en que los desagües estuviesen libres de toda obstrucción. – Corresponde señalar que los conceptos de caso fortuito y fuerza mayor se refieren a determinados hechos por los que el deudor no debe responder. Se intenta así denominar a aquellas causas de imposibilidad de la prestación debida, que no sólo son imprevisibles sino también fatales en el sentido que toda medida del deudor para evitar sus consecuencias hubiera resultado vana. Ello por cuanto el Código Civil, en su artículo 514, recepta este concepto como aquel hecho que “no ha podido preverse, o que previsto, no ha podido evitarse”. En consecuencia, son sus características esenciales la imprevisibilidad y la inevitabilidad. – En autos, la causal de justificación cabe admitirla sólo parcialmente, pues lo que provoca el ingreso de las aguas a la vivienda del actor no es solamente un evento de pluviosidad extraordinario, sino que, como circunstancia coadyuvante en la relación de causalidad, a ello se suma la ineficacia de los desagües pluviales cuya obstrucción impidieron el normal desagote de las aguas del barrio. Así, se ha dicho que para quedar exento de responsabilidad será menester que el obligado haya actuado empleando todas las precauciones ordinarias, pues si así no fuera habría culpa de su parte, de modo que el hecho será inevitable cuando acaece no obstante toda acción contraria del obligado (conf. Llambías, “Tratado de Derecho Civil”, Ed. Abeledo Perrot, 2ª ed., Buenos Aires, Tomo I, pág. 235), puesto que de lo contrario, el hecho –la inundación- no puede ser considerado ajeno a la esfera de acción por la cual el deudor debe responder. – De esta manera, debe sobrevenir una imposibilidad absoluta de cumplir la prestación, de modo que si el cumplimiento fuese posible sólo en parte, ésta deberá cumplirse inexcusablemente (conf. Trigo Represas – López Mesa, “Tratado de la Responsabilidad Civil”, Tomo I, La Ley, 1ª ed., Buenos Aires, 2004, pág. 847). – Sentado ello, cabe destacar que el deficiente funcionamiento del alcantarillado de la Ciudad puede prevenirse con la implementación de simples medidas, como su limpieza periódica, y que tal omisión determinó una considerable disminución en la capacidad de desagote del Barrio, cuyo correcto funcionamiento hubiese permitido, al menos en parte, el esperable escurrimiento de las aguas aportadas por las lluvias. – Por lo tanto, las causas directas de la inundación fueron las precipitaciones extraordinarias del 27-I-2002, y la inejecución por la Comuna de las tareas necesarias para el funcionamiento adecuado de la red de drenaje del Barrio Norte de la Ciudad. Ello así, aun cuando la lluvia haya sido la circunstancia temporalmente más próxima a la producción del daño, toda vez que según la teoría de la causa adecuada, que entiendo resulta la que mejor satisface la interpretación normativa (artículos 901 a 907 del Código Civil), la proximidad del daño no es lo relevante, sino indagar si la acción u omisión que se juzga era o no apta para provocar, regular o normalmente, esa consecuencia; teoría que permite efectuar en autos un reproche a la conducta omisiva de la Municipalidad en tanto no ha mantenido en un mínimo estado de conservación los desagües pluviales, cuyo cometido le corresponde en virtud de la ley 8553, máxime cuando –como lo recuerda el Dr. Barra in re “Lanatti” (Fallos 314:661)- no puede soslayarse el principio contenido en el art. 902 del Código Civil, especialmente aplicable cuando el obligado por “el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas” es la misma Administración Pública a través de sus agencias especializadas, cuya principal función es prever y promover la seguridad y el bienestar general. – De tal modo, es razonable suponer que el funcionamiento adecuado de las redes de desagote hubiese atenuado sensiblemente los perjuicios ocasionados por la inundación. Sin embargo, ello no implica negar la incumbencia de la Provincia de Buenos Aires en la planificación general, la ejecución y el financiamiento de las obras necesarias para la solución de los problemas de fondo que padece la infraestructura hidráulica de la Ciudad de La Plata, sino que, cabe insistir, sus obligaciones concretas en la especie no han sido puestas en tela de juicio por la parte actora, ni en la faz argumentativa ni en la probatoria. – Como consecuencia de todo lo expuesto, creo necesario atemperar la responsabilidad de la Municipalidad de La Plata en un veinticinco por ciento (25%), pues si el manejo hídrico desempeñado por ella sólo se constituye en un factor coadyuvante en medio de un ciclo de elevada pluviosidad, y que a su vez ha incidido en el resultado dañoso la inejecución, por parte de la Provincia de Buenos Aires, de sus obligaciones generales en materia hidráulica (conf. art. 1 de la ley 10.106), no corresponde endilgar a la Comuna demandada la íntegra responsabilidad por el suceso de autos. – 4. La reparación. – Decidida la cuestión de la responsabilidad, corresponde ahora ingresar en el análisis de los rubros del resarcimiento. – 4.1. Bajo el título de “daño material”, el accionante demanda el pago de las refacciones que son necesarias realizar en su vivienda. A fin de su comprobación, obra la pericia realizada por el Ingeniero Civil Daniel A. Cavalieri, a fs. 97/98 y ampliaciones de fs. 169, 186 y 194/200. Allí da cuenta de cómo los deterioros observados son susceptibles de producirse por el ingreso de aguas por una inundación que se evidencia en todos los ambientes alcanzando una altura de hasta sesenta (60) centímetros, cuyos daños consisten en la afectación de pisos y zócalos, revoques, carpinterías y descenso de muros (fs. 97). Considera que el costo de refacción de tales daños asciende a la suma de pesos nueve mil seiscientos cincuenta ($9650), detallando cada uno de los conceptos que la componen en la respuesta al pedido de aclaraciones a fs. 186. Por su parte, no obran en la causa elementos que aconsejen un apartamiento de tales conclusiones, por lo que serán tenidas en cuenta a fin de tasar los daños en la vivienda del actor. Sin embargo, teniendo en cuenta el grado de responsabilidad que le cabe a la Municipalidad de La Plata, la condena en virtud de este rubro sólo procederá por el 25% del monto fijado por el experto, es decir, por la suma de pesos dos mil cuatrocientos doce ($2412). – 4.2. En cuanto a la desvalorización del inmueble, el perito se limitó a mencionar (a fs. 169) que la misma rondaba entre el 20% y el 25%, mas no efectúa la valuación de la vivienda del actor, por lo que no hay base sobre la cual liquidar una hipotética minusvalía. Tampoco dio las razones o fundamentos de tal afirmación y, menos aún, explicó si una vez realizadas todas las reparaciones que evaluó y cuantificó, conservaría el inmueble algún daño de naturaleza o gravedad tal, como por ejemplo estructural, que mantuviera disminuido el valor de la propiedad. Nada de ello es analizado por el experto y, en consecuencia, la indemnización por los daños en el inmueble procederá sólo por el monto fijado en el apartado anterior. – 4.3. En lo atinente al daño moral, el actor reclama el pago de la suma de pesos setenta mil, en virtud de los padecimientos y los temores que persisten y recrudecen cada vez que una tormenta amenaza con el ingreso de las aguas a su vivienda. – Sobre la base de lo normado por los artículos 522, 1068 y 1078 del Código Civil, se exhiben los contornos normativos del daño moral, agregando la doctrina aquello en que consiste, como la privación o disminución de bienes fundamentales de la vida del hombre como son la paz, la libertad, la tranquilidad, el honor y los afectos (conf. Acuña Anzorena, Arturo, Estudios sobre la Responsabilidad Civil, Ed. Platense, 1963, pag. 64).Por su parte, no existen reglas claras sobre la forma y los supuestos en que dichos padecimientos requieren acreditación. Sin embargo, en la generalidad de los supuestos en que se invoca la ocurrencia de una lesión espiritual generada como consecuencia del menoscabo a bienes materiales –que la doctrina ha denominado daño moral indirecto- es necesaria la acreditación del modo en que la afectación directa a los bienes materiales del damnificado, ha repercutido en la faz anímica de éste. En efecto, si bien es cierto que en tales casos no es dable presumir su existencia con la sola justificación del acaecimiento dañoso, no corresponde -a priori- excluir, en atención a las modalidades que presenta la causa y los extremos objetivos puestos de manifiesto en ella, que pueda ocurrir un perjuicio de éste carácter. – En autos obra la pericia psicológica realizada por la Dra. Graciela Gardiner, a fs. 280/283, de la cual surge que el evento climático opera como un trastorno vivencial para el actor y que el desarrollo normal de su vida se ve afectado por las consecuencias perjudiciales de dicho evento. Concluye la experta “que el actor presenta temores, precauciones que debe tomar ante amenazas climáticas que vive como ataques a sí mismo, la seguridad de su familia y el deterioro de sus proyectos personales representados en el estado edilicio que describe de su casa” (fs. 283). – Teniendo en cuenta tales parámetros y de todo el dictamen pericial, así como el carácter reparador del agravio moral, lo cual exige focalizar la atención en los efectivos padecimientos sufridos por el reclamante, me convencen suficientemente que el accionante padece de la intranquilidad, las angustias y los temores constitutivos del menoscabo espiritual cuyo resarcimiento aquí se demanda (artículos 474 y 384 del CPCC). – Sin perjuicio de ello, la cuantificación del daño moral intentada en la demanda por la suma de setenta mil pesos se evidencia como muy excesiva, de modo tal que corresponde su disminución. Asimismo, considerando el grado de responsabilidad endilgado a la Comuna en el apartado 3 de la presente decisión, estimo razonable para el Sr. Salum, en cuanto a este rubro se refiere, la suma de pesos dos mil quinientos ($2.500).– 5. Costas. – Con relación a las costas, el actor solicita que se le impongan a la demandada vencida.En este sentido, corresponde señalar que en diversas sentencias me he pronunciado acerca de la inconstitucionalidad de la reforma introducida al art. 51 del CCA por la Ley 13.101 (vgr. Causas: Nº 1488 “Nitti”, Sent. del 4-V-06, Reg. Sent. 109/06; Nº 726 “Adamo”, Sent. 15-VI-06, Reg. Sent. 237/06; y “Montes de Oca”, Sent. del 1-IX-2006, Reg. 583/06, entre otras, de este Juzgado a mi cargo), al considerar –entre otros aspectos- que las costas integran el derecho sustantivo, y que el actual sistema genera en el vencedor un detrimento patrimonial, que resulta contrario a los principios constitucionales de igualdad y propiedad.Que la Corte Suprema de Justicia de la Nación se ha pronunciado en los autos: “Flagello, Vicente c/ ANSeS s/ interrupción de prescripción”, Sent. del 20VIII-2008, sosteniendo que el régimen de costas en el orden causado, en materia previsional, no resulta inconstitucional.Que, sin perjuicio de ello, no se discute en autos una cuestión de derecho previsional, sino que se declara la responsabilidad de la Municipalidad de La Plata, la que emerge puntualmente de no cumplir con sus deberes de mantenimiento y limpieza de los desagües pluviales, que le corresponde en el ejercicio del poder de policía delegado por la Provincia de Buenos Aires. De tal modo, siendo bien distinta la relación jurídica de base, corresponde reproducir parcialmente en autos algunas consideraciones efectuadas en decisiones anteriores en materia de costas, máxime cuando la indemnización reconocida es de un monto tan bajo que una condenación de ese tipo al accionante desvirtuaría el derecho de propiedad reconocido por la presente sentencia.El art. 51 del C.C.A., en su redacción original (Ley 12.008), en materia de costas, imponía el principio objetivo de la derrota ("El pago de las costas estará a cargo de la parte vencida en el proceso…“), estableciendo importantes excepciones de carácter subjetivo para el supuesto en que “la parte vencida fuere un agente público o quien hubiera reclamado un derecho previsional, en causas promovidas en materia de empleo público o previsional“, en cuyo caso, las costas le serían impuestas "sólo si hubiere litigado con notoria temeridad“. Mas luego, la reforma introducida por la Ley 13.101 (art. 33), modificó el citado principio, determinando que "El pago de las costas será soportado por las partes en el orden causado”, y que solamente se aplicarían a la parte vencida en los procesos de ejecución tributaria y cuando la vencida hubiese actuado con notoria temeridad o malicia.A tenor de lo expresado, entiendo que en el supuesto de autos, la citada reforma no se ajusta al orden constitucional, toda vez que la responsabilidad en materia de costas por incumplimiento de la obligación principal –a diferencia de las regulaciones de honorarios practicadas conforme a las leyes arancelarias o usos locales- forma parte del derecho sustancial (conf. art. 75 inc. 12 C.N. y arts. 505, 1109, 1112 y 1113 del C.C.; SCBA, causas L 77914, “Zuccoli”; L 75196, “Santillán”; L 77859, “Acosta”), en tanto constituye una faceta de la responsabilidad patrimonial del litigante, referida a la extensión con la que debe indemnizar los gastos realizados para forzar el cumplimiento del orden jurídico y por ello, constituye un daño que la víctima no tiene el deber jurídico de soportar. El hecho de que esos gastos sean ocasionados durante un proceso, no convierte a esa responsabilidad en materia procesal (SCBA, voto del Dr. Roncoroni en las causas L 77859, L 77859 y L 77914, ya citadas, y causas L 81838, “Macalusi“; L 77243, “Franco“).Hace más de un siglo, Chiovenda –refiriéndose a la máxima fiscus gratis litigat- señalaba que: “este privilegio hubiera debido suprimirse al aparecer el principio absoluto de la condena en costas, juntamente con los demás motivos de compensación dependientes de la calidad de las partes, pero contribuyeron a conservarlo no ya sólo los equivocados conceptos sobre la condena en costas (…) sino especialmente las ideas dominantes en orden a responsabilidad de la Administración pública. Mientras la mayoría de los escritores y la casi unanimidad de los jueces en Italia prediquen y apliquen respectivamente las ya limitadas teorías aún en boga sobre esta responsabilidad, y con admirables pero no laudables esfuerzos de razonamiento y de doctrina se siga intentando someter el Derecho racional y el positivo a distinciones que ni el primero aconseja ni el segundo contiene, y que muchos repiten sin entender bien ni su concepto ni su alcance; hasta que el lento pero seguro progreso de la ciencia moderna en esta materia no haya hecho adoptar en todas partes como lo ha sido en algunas, la afirmación de que el Estado debe responder de los actos de sus representantes que causen daños susceptibles de resarcimiento y de que el acto de autoridad no está, como tal, libre de esta responsabilidad, será difícil llegar al convencimiento general de que toda declaración de derecho en contra de la Administración pública debe ir acompañada de la condena en costas“ (CHIOVENDA, José: La Condena en Costas; Ed. Biblioteca de la Revista de Derecho Privado, Serie B.Vol.VI; Madrid, MCMXXVIII, pág. 266).A ese respecto, aún cuando, en el caso del Estado, se afirme el carácter local de aquella responsabilidad (REIRIZ, María Graciela, “Responsabilidad del Estado“, en AA.VV: El Derecho Administrativo Argentino, Hoy. Jornadas sobre derecho administrativo, Editorial Ciencias de la Administración, pág. 220) o se considere que las costas revisten carácter procesal (GONZALEZ PEREZ, Jesús: Derecho Procesal Administrativo Hispanoamericano, ed. Temis, Bogotá, 1985, pág. 414); en ningún caso, la legislación provincial que se dicte al respecto puede prescindir, desconocer o alterar el principio –de raigambre constitucional- del "alterum non laedere". En efecto, la Constitución no tolera que el daño a derechos fundamentales de una persona no sea, cuanto menos, razonablemente reparados. El "alterum non laedere" que fluye del artículo 19 de la Constitución Nacional prohibiendo a los hombres perjudicar los derechos de un tercero y concediendo (callada, pero implícitamente) el derecho a una indemnización (SCBA, causa L 70185 “Rodriguez“, voto del Dr. Roncoroni) no admite la vigencia de un principio general de eximición de responsabilidad en materia de costas, para quien haya obligado a otro a litigar a fin de obtener el restablecimiento de la legalidad, pues el citado axioma, entrañablemente vinculado a la idea de reparación, expresa un principio general del derecho, que no solo reconoce aplicación en el ámbito de la responsabilidad civil, sino que nutre y sustenta todos los regímenes de responsabilidad y regula cualquier disciplina jurídica (CSJN, Fallos 182:5, 308:789, 308:1118, 308:1160, 315:689, 320:1999, 321:2637, A. 126. XXXVI, “Angel Estrada y Cía. S.A.“; SCBA, L 81826, “Yaman“; entre otros); "porque la idea de que el resarcimiento del derecho hace necesario que se impongan las costas al causante del pleito seguido para lograrlo, es admisible al lado de cualquier concepto de ese restablecimiento.“ (CHIOVENDA, op. cit. pág. 279).En el supuesto de autos, la Administración provocó un daño por su obrar ilegítimo, eventualidad que obligó al accionante a promover el presente juicio para obtener el resarcimiento por la pérdida y perjuicios que tal accionar le ocasionó, de modo que no resulta justo ni razonable imponerle, total o parcialmente, las consecuencias económicas de esa conducta ilegítima.En cuanto al aspecto subjetivo, es del caso señalar que el carácter público o estatal del sujeto litigante del proceso contencioso administrativo no modifica lo expresado, puesto que la Administración “no puede sustraerse a los principios generales en tanto y en cuanto, respecto de los administrados o particulares con quien litiga, no aparece en ella esa posición de supremacía (y, respectivamente, de obediencia), justificada por la necesidad e interés público, sino antes bien, unos y otros se presentan asumiendo la defensa de derechos y obligaciones recíprocas apoyadas en una razón de justicia (…) Lo contrario, implicaría considerar a la justicia como una carga pública que debe ser soportada en silencio, en compensación del mero «beneficio» -así considerado- que el fallo atribuye al declarar el derecho de la parte vencedora (…) Este beneficio de justicia debe ser íntegro, y no tener como contrapeso la carga de las costas, considerándose que ellas no son aplicables al Estado cuando éste es vencido en el litigio“ (BIELSA, Rafael: Ideas Generales sobre lo Contencioso Administrativo, ed. J. Lajoune y Cia., Buenos Aires 1936, pág. 83, cit. por ARGAÑARAS, Manuel J.: Tratado de lo contencioso administrativo, ed. TEA, Buenos Aires 1955, pág. 254).Asimismo, no halla asidero jurídico alguno la arbitraria discriminación que realiza la norma en crisis, aplicando un criterio desigual para los procesos de apremio donde Estado provincial siempre es actor (y generalmente vencedor), a diferencia del proceso contencioso administrativo, donde la mayoría de las veces reviste la condición de demandado, violando de ese modo el artículo 16 de la Constitución Nacional, en tanto la aplicación parcial de costas a los demandantes, constituye un privilegio inaceptable de la Administración que no reconoce causas o motivos de interés público. Adviértase asimismo, que frente a la carga que se impone al particular, mediante la aplicación de costas por su orden, la Administración cuenta con un cuerpo estable y permanente de abogados altamente especializados en la materia, situación que, a diferencia de aquél, no le provoca ningún costo adicional, circunstancia que alienta la litigiosidad excesiva y aventurada, con la consiguiente sobrecarga jurisdiccional, puesto que, el sistema de costas vigente, en tanto no prevé consecuencia alguna para los pedimentos dilatorios e inoficiosos, a excepción de los limitados supuestos de temeridad y malicia, promueve la especulación dilatoria de la defensa estatal.Pero más grave es la convalidación del estado de ilegalidad endémico que padece la administración pública, al que coadyuva el modelo impuesto por la reforma de la ley 13.101, que, en materia de costas, no prevé consecuencia alguna frente al estado de ilegalidad: es lo mismo la actuación ajustada a derecho, que un obrar contrario al orden jurídico, pues no existe estímulo para la reparación de la ilegalidad, o lo que es peor aún, se coloca en cabeza del afectado la carga económica del obrar ilegítimo de la Administración.De modo que, esta situación creada por la Ley 13.101, resulta contraria a los principios y postulados previstos por la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (Ley 26.097), cuyo artículo 5 inc. 1, prevé que "Cada Estado Parte, de conformidad con los principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, formulará y aplicará o mantendrá en vigor políticas coordinadas y eficaces contra la corrupción que promuevan la participación de la sociedad y reflejen los principios del imperio de la ley, la debida gestión de los asuntos públicos y los bienes públicos, la integridad, la transparencia y la obligación de rendir cuentas.“ En igual sentido, el inc. 2 establece genéricamente que "Cada Estado Parte procurará establecer y fomentar prácticas eficaces encaminadas a prevenir la corrupción."; mientras que su inciso subsiguiente preceptúa que "Cada Estado Parte procurará evaluar periódicamente los instrumentos jurídicos y las medidas administrativas pertinentes a fin de determinar si son adecuados para combatir la corrupción.“ En punto a la violación del principio de igualdad en la que podría derivar la aplicación del criterio establecido por el art. 51 del CCA, es del caso recordar que la Cámara Contencioso Administrativa de San Martín ha declarado la inconstitucionalidad del citado precepto, con fundamento en los Artículos 16 de la Carta Magna y 11 de la Constitución Provincial, por la desigualdad generada entre quienes obtuvieron una resolución favorable en sede administrativa y aquellos que se vieron obligados a promover una actuación jurisdiccional para obtener una decisión que se pronunciara sobre sus derechos, de naturaleza alimentaria (in re, causa Nº 34/2004, “Asenjo“). Es que, como señala Chiovenda "La exención del estado en cuanto al pago de las costas, caso de vencimiento, va también contra el principio de que las cargas públicas deben repartirse equitativamente –conforme a la ley de la proporcionalidad- entre los ciudadanos. La apreciación inadecuada de los límites de las propias funciones o el quebrantamiento de las formas establecidas, que pueden conducir a la desestimación de las demandas del Ministerio Público o a la anulación de los actos de la autoridad, son errores de los órganos del Estado cuyas consecuencias dañosas –costas- deben repartirse entre todos los ciudadanos y no dejarse a cargo de aquél solo que fue su víctima directa y que por haberse prestado a corregir tales errores es un benemérito de la sociedad. Esto es de una justicia elemental, y no comprendo cómo en un Estado libre puede perdurar un concepto diferente. Todo el mundo se rebelaría ante la idea de imponer al vencedor las costas del Estado vencido; y sin embargo, no es menos en el fondo la incongruencia de imponer a aquél el pago de las suyas.“ (op. cit. pág. 280).Es del caso señalar asimismo, que la SCBA tiene establecido que la primacía de la ley sustancial sobre la adjetiva, no requiere demostración alguna de la parte, debiendo ser advertida y reconocida por el juzgador, quien está obligado a aplicar el derecho vigente (artículos 1, 15 y 16 del Código Civil) como también así por la gravitación del principio juria novit curia (art. 34 inc. 4) dispositivo legal que expresamente estatuye que el sentenciante debe fundar su pronunciamiento "respetando la jerarquía de las normas vigentes (artículos 163 inciso 5 del C.P.C.C.; 47 y 63 de la ley 11.653) –SCBA, causas L 77914 y L 77859 ya citadas y L 73148, “Sciandra“-.Teniendo presente lo expresado, se ha de precisar que aun cuando el texto de la norma resulte claro, si de la necesaria interpretación que presupone su aplicación al caso concreto, se desprende que la misma afecta derechos claramente reconocidos en nuestra Constitución, el juez debe hacer prevalecer la manda constitucional (artículos 31 y 28 de la CN) y que la declaración de oficio de inconstitucionalidad de una norma "no solo es posible, sino obligatoria, pues la Constitución no rige cuando alguien lo pide, sino siempre (arts. 31 de la Constitución Nacional; 3 de la Constitución de esta Provincia)" (SCBA, Causa L.81.953 "Omar" del 6-VII-2005). En ese sentido, la Corte Federal tiene dicho que la declaración de inconstitucionalidad "es un acto de suma gravedad, al que sólo debe recurrirse cuando una estricta necesidad lo requiera, en situaciones en las que la repugnancia con la cláusula constitucional sea manifiesta e indubitable y la incompatibilidad inconciliable...la declaración de inconstitucionalidad sólo será procedente cuando no exista la posibilidad de una solución adecuada del juicio por otras razones que las constitucionales comprendidas en la causa" ("Mill de Pereyra“, CSJN, LL, 2001-F, 89).Por los fundamentos expuestos, y en orden a lo establecido por los artículos 14, 16, 17, 18, 28, 31, 116 de la Constitución Nacional y artículos 11 y 15 de la Constitución Provincial, y sin perjuicio de los fundamentos expuestos por la Cámara en lo Contencioso Administrativo de La Plata (en la causa "Montes de Oca", Sent. del 8-III-2007), tengo para mi, que la reforma introducida por la Ley 13.101 al artículo 51 del C.C.A. es violatoria de la Constitución Nacional y Provincial, y por tanto corresponde declarar su inconstitucionalidad, recobrando plena vigencia el texto anterior sancionado mediante Ley 12.008.Por ello, citas legales, doctrinarias y jurisprudenciales, lo normado por los arts. 50 del C.C.A. y art. 163 del C.P.C.C.FALLO:1. Rechazando la acción contencioso administrativa promovida por el Sr. José Salum contra la Provincia de Buenos Aires, y admitiéndola parcialmente contra la Municipalidad de La Plata, a quien se condena a abonar la suma de pesos cuatro mil novecientos doce ($4912), con más los intereses que paga el Banco de la Provincia de Buenos Aires en las operaciones de depósitos a treinta días, desde el día en que se produjo el evento dañoso, el 27-I-2002, hasta su pago total. La condenada deberá cumplir con el pago de la indemnización en el plazo de sesenta (60) días contados a partir de que adquiera firmeza el presente decisorio (artículo 163 de la CPBA). – 2. Declarando la inconstitucionalidad de la reforma introducida mediante Ley 13.101 al art. 51 del C.C.A., e imponiendo las costas a la demandada en calidad de vencida; eximiéndola del cumplimiento de la Tasa de Justicia y contribución sobretasa por encontrase exenta (art. 285 inc. 1 del Código Fiscal T.O por Res. 120/04). – 3. Postergando la regulación de los honorarios para la oportunidad prevista por el art. 51 del Decreto Ley 8904.- REGISTRESE. NOTIFÍQUESE. –