ALEJANDRO MAGNO, TRIUNFADOR DEL DESIERTO.

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ALEJANDRO MAGNO, TRIUNFADOR DEL DESIERTO.
La proeza más famosa de Alejandro Magno fue la conquista de Persia, que todo el mundo conoce, sin
embargo, casi nadie conoce la mayor y más difícil campaña militar, la marcha a través del desierto de
Gedrosia, que culminó con un auténtico momento estelar de liderazgo. Esta travesía a través del desierto fue
la prueba más dura que tubo que sufrir el ejército, ya que de los 40.000 hombres que siguieron a Alejandro
Magno a través del desierto, a penas salieron 15.000 hombres inseguros, y anímicamente rotos entraron en
Kermán. Con esto se nos plantea una pregunta muy importante, ¿ cuáles eran lasa razones de Alejandro
Magno para esta empresa?. La respuesta puede parecer sencilla, ya que las causas fueron el ansia de poder y la
sed de gloria; causas que han llevado a la gloria y al fracaso a una gran cantidad de personas a lo largo de toda
la historia, y que aún siguen estando presentes, aunque de manera camuflada, mientras que en tiempos de
Alejandro Magno estaban a la luz, y se hacían de manera abierta.
A Alejandro, convertido en el más puro héroe homérico, el desierto de Gedrosia, se presentaba como una
aventura gloriosa, como la culminación de la vida, como la posibilidad de una muerte gloriosa, en definitiva,
como un desafío heroico donde poder conseguir la inmortalidad ( recordar aquí que la inmortalidad era el
sumun del héroe homérico, y Homero era la lectura preferida de Alejandro).
Pero había otra razón para que Alejandro se embarcara en tan peligrosa empresa, la confirmación del poder,
para entender esto tenemos que retroceder a la primera derrota que sufre, la que le habían infringido sus
propias tropas.
Estando acampado en el río Beas, supo por sus espías que a doce jornadas se encontraba el reino del decrépito
rey Ksandrames, el que conquistara este reino habría conquistado los confines del mundo. Y así rey decrépito
y confines del mundo, despertaron en Alejandro nueva sed de conquistas. A pesar de esto sus soldados no
quisieron ir y se negaron a seguirle. Alejandro había recurrido a sus artimañas de persuasión y motivación de
sus soldados. En lugar de dar desde un primer momento sus intenciones, intentó primero levantar el ánimo al
campamento, y mandó a enviados suyos por el campamento para que dijeran que el rey decrépito y su reino
eran un fácil botín. Después había dado luz verde al pillaje desenfrenado en todo el contorno. Finalmente
había prometido reparto regular de cereales y dinero a las mujeres y niños que aun permanecían en el
campamento. Y después de esto vio que era el momento preciso para dar a conocer su plan.
Sin embargo no se produjo la reacción esperada, los soldados se quejaban y murmuraban, y uno de los
oficiales más veteranos, Koinos, se atrevió a decir lo que todos pensaban: si Alejandro quería hacer esa
expedición, lo podía hacer pero sin sus macedonios. No se trataba de un motín sino de una expresión de una
profunda desesperación, habían recorrido 18.000 km en los últimos diez años, habían combatido en cientos de
batallas, sus caballos cojeaban, sus ropas estaban hechas jirones, y lo que había terminado con su poca moral
de lucha había sido la lluvia que les había calado durante tres meses. Alejandro no oía sus ruegos, se enfadaba,
y esto no le ayudaba, porque las tropas siguieron en su actitud, y así Alejandro, el invencible, el conquistador
de Persia, el hijo de los dioses, había sido derrotado por la lluvia y por sus propios soldados.
Lo sucedido, requería poner a prueba el ejército de nuevo, su obediencia, su capacidad y su voluntad para
combatir. Alejandro quería comprobar si esta desobediencia, había sido algo aislado o el inicio del
desmoronamiento y desaparición de la moral y disciplina de sus tropas, y quería hacerlo porque no estaba
dispuesto a que se apagara su sed de conquista. Persia no estaba conquistada del todo, cualquier ataque futuro,
con unas tropas insubordinadas, podría convertirse en un arriesgado todo por el todo. Así es como la prueba
de poder y autoridad, vino a dar en una ambición de gloria. El desierto de Gedrosia, pareció ser el marco
apropiado de pruebas, mil veces más tendrían que sufrir los soldados. Éstos fueron los motivos que llevaron a
Alejandro a lanzarse a la campaña más peligrosa contra los persas, la travesía de Gedrosia.
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En el desierto, el sol lucía con tanto calor que las tropas sólo podían avanzar por la noche, además el suelo era
de arena fina, suave y movediza, que el viento movía formando dunas, y éstas eran tan escarpadas, que en
ocasiones había que pasarlas a gatas. Para el que estuviera cansado y quisiera descansar un poco, eso podría
significar su último sueño, ya que entre la fina arena moraban un sin fin de serpientes venenosas, cuya
mordedura sería mortal.
Pero la auténtica catástrofe sucedió cuando el encargado del avituallanamiento apareció asesinado, y se vino
abajo todo el sistema de abastecimiento, el martirio del camino se unió al del hambre y la sed, y además la
tortura de la desesperación. Primero, y mientras hubo, sacrificaron animales de carga, luego recurrieron a los
dátiles verdes de las palmeras, y finalmente se echó mano de hierbas y plantas, el problema es que éstas se
mezclaban con hierbas venenosas, con lo que hubo que prohibir que el ganado pastase. Otra causa de
desesperación para muchos fue el extravío de los guías nativos, que hizo que muchos se quedaran tendidos en
medio del camino, otros tenían convulsiones y temblores hasta que así morían, y otros se quedaban
descansando y perdían el contacto con el resto, y allí se quedaban. Quizás la causa mayor de desesperación
fuera la sed, acampaban a dos kilómetros de la aguada más próxima para que la desesperación no llevara a
apestar el agua.
En estas circunstancias desesperantes, Alejandro demostró sus dotes de liderazgo, su ejemplar
comportamiento personal y sus grandes cualidades innatas para la escenificación de sí mismo, es decir, su
talento, junto con su gesto sencillo capaz de crear un formidable mito motivador. Alejandro Magno sabía por
su instinto de líder nato que para las tropas no es sólo decisivo lo que se hace, sino que es más importante
cómo influye en ellas lo que se hace. La acción heroica es una cosa, pero el gesto dramático del héroe es otra
todavía más importante.
Esto último sucedió cierto día en que la tropa se arrastraba bajo el calor infernal, un soldado, aparece delante
de Alejandro con un casco lleno de agua fresca, y un gesto majestuoso de acatamiento este soldado ofrece el
agua a su rey. Alejandro espera a que los circunstantes se percaten del hecho y movidos por la curiosidad, se
acerquen. En este momento todos pueden ver lo que hace, y coge el casco y derrama despacio el agua, ante los
ojos atónitos de los presentes, y dice únicamente estas palabras: demasiado para uno solo, demasiado poco
para todos. Este hecho se divulgó por toda la tropa, Alejandro había renunciado libremente al agua, se dan
cuenta de que sufre igual que los demás. Este pensamiento levantó el ánimo de la tropa. Por supuesto esta
escena no fue casual, sino que Alejandro la representó de una manera consciente para subir el ánimo a su
tropa, y para demostrarles que él no exigía nada a nadie que ni él mismo estuviera dispuesto a sobrellevar, y lo
hizo públicamente porque sabía que todo comportamiento ejemplar que quiere poner de manifiesto una
imagen de valor y motivar ha de ser vivido de forma visible.
Tras 60 días en el desierto, llegaron a la ciudad de Kermán. Más de 40.000 perecieron y 15.000 sobrevivieron,
éstos se sentían exhaustos, rotos, abatidos e inseguros. Arrogantes y altivos se sentían, con el sentimiento de
haber superado todas las dificultades, sin embargo este desierto les había vencido, les había despojado de su
orgullo, les había convertido de héroes gloriosos en hombres rotos, les había humillado en su misión personal
como tal. Ninguna batalla perdida por ellos, queriendo como Alejandro responder a la imagen de héroes
homéricos, habría podido estremecerles tan profundamente en su propia imagen como esta impotencia ante las
fuerzas de la Naturaleza. Y así es como perdieron del todo la autoconfianza, y con ello el principal requisito
para ser invencibles, su identidad de vencedores parecía haber desaparecido.
Junto al Indo, cuando se negaron a seguir los planes de conquista, fue un momento muy duro para Alejandro,
pero la entrada en Kermán, fue sin duda el momento más crítico de su campaña contra los persas. En esta
situación volvió a darse un verdadero y gran momento de liderazgo. Porque la empresa que acometió
Alejandro a la vista de esta situación tan desesperada fue tan genial y con tanto éxito, que se convirtió en la
más importante motivación de un estratega y sus tropas.
Con su fino olfato para los estados de ánimo, Alejandro se había percatado del extremo peligro que planeaba
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sobre ellos, y sabía que no podía hacer ninguna etapa más con ese ejército totalmente desmoralizado.
Nada era tan importante para la propia supervivencia de Alejandro y de sus tropas como el superar la
manifiesta debilidad e inflar al ejército con una nueva confianza en sí mismo. Lo que hizo en esta situación
fue inventar y llevar a la práctica en Kermán la primera marcha triunfal de la Historia. Una procesión de
coches adornados con flores, acompañados de un gentío jubiloso, que vitorea a los héroes.
En el primer coche, tirado por ocho caballos, en la parte superior un podio muy visible, cómodamente
recostado en un asiento, Alejandro. En el siguiente, a sus más estrechos colaboradores. Detrás de ellos, una
fila interminable de coches de fiesta, en ellos aparecen sus amigos y los mandos de la tropa, mientras los
soldados, parte van de pie y parte sentados. Nada hay que pueda recordar los combates, únicamente el vaso
para beber dorado, que ha pasado a ser el objeto más importante. Todos beben en brindis continuos entre sí,
como si quisieran borrar de un golpe sus dolorosos recuerdos.
Toda la ciudad está en pie,alborotada y embriagada. Esta marcha que debía durar unas horas llegó a sietes días
completos, donde los dolorosos recuerdos se perdieron en el olvido del subconsciente. Así fue como
restablecieron la confianza en sí mismos y recobraron su fe personal de invencibles.
Una cosa sabía Alejandro, y era la razón de esta entrada triunfal, lo que ellos habían realizado había sido, para
que permaneciera en la memoria de los héroes, una acción inmortal. Y sabía que después de la noticia de esta
marcha a través del desierto, a ningún estratega militar se le ocurriría realizar esta marcha sobre el desierto.
Con esta entra no sólo creó una formidable celebración de la victoria, sino también un grandioso mito, porque
las crónicas sobre esta célebre entrada triunfal habrían de influir a lo largo de siglos en las ideas de reyes y
emperadores. Lo que surgió como una motivación espontánea pasó a ser el máximo ritual para los Ptolomeos
en Alejandría, y luego para los generales y emperadores romanos. Siglos más tarde, el emperador Caracalla,
en las fiestas de la victoria afirmaría todavía que bebe en la misma copa que Alejandro había utilizado en
Kermán.
Toda la motivación, la inspiración y la fascinación que produjo esta marcha triunfal en generaciones
posteriores, la sigue produciendo hoy todavía. Por eso este hecho es uno de los momentos estelares del
liderazgo, porque la hazaña singular de Alejandro, no estuvo en la invención de una marcha triunfal tan eficaz
para hacer olvidar las penalidades de la vida, sino en la idea de haber creado un símbolo grandioso para todos
los tiempos. Con esta ocurrencia comprobó que el hombre puede ser vencido pero no destruido, que
precisamente en la derrota es cuando puede ser más grande, más digno de admiración.
ESTRATEGIAS DE ÉXITO Y DIRECCION.
Las pautas seguidas por Alejandro Magno como líder son:
Descubrir los conceptos ideales y de valores que tenían sus colaboradores.
Mostrar un notorio comportamiento ejemplar.
Prestar atención al estado de ánimo de sus colaboradores.
Fortalecer la confianza de sus colaboradores en sí mismos.
Convertir los éxitos de sus colaboradores en vivencias de éxito.
Hacer que sus colaboradores estuvieran orgullosos de algo.
Dar a sus colaboradores la oportunidad de soñar.
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Provocar a sus colaboradores para que dieran lo mejor de sí mismos.
BIOGRAFIA
Hijo de Filipo y Olimpia nacido en el año 356 a.C., fue discípulo del filósofo Arristóteles. Fue el capitán más
famoso de la antigüedad, y sus hazañas comenzaron con la conquista de Tracia e Iliria, derrotó a los tebanos
en Queronea y destruyó Tebas; venció en Asia a su rival, Darío, rey de los persas; sometió a Capadocia, Lidia
y Caria. Se apoderó de Damasco, Sidón, Caya, Tiro y Alejandría.
Se hizo consagrar como hijo de Ammón, es decir como hijo de los dioses. En su campaña hacia Oriente,
conquistó Bactriana y Sogdiana, y se casó con Roxana, hija del príncipe Oxiartes.
En la primavera de 327 a. C., se dirigió a la India, pasó el Indo y derrotó al rey Poro llegando así hasta Hifasis,
pero se vio obligado a retroceder por el cansancio de sus tropas.
Su máxima aspiración era llegar a ser un héroe homérico, y por ello se lanzó hacia la conquista del imperio. A
su muerte en el año 323 a.C., sus generales tras largas luchas se repartieron su imperio.
BIBLIOGRAFÍA
HAEFS, Gisbert. Alejandro: el unificador de Grecia, la Helade. 1994, 1ª edición, ed. Edhasa.
BRIANT, Pierre. Alejandro Magno de Grecia a Oriente. 1989, ed. Aguilar.
ACTMANN, Hans C. Momentos estelares del liderazgo. Estrategias de éxito de grandes personalidades de la
historia. 1993, ed. Deusto S.A.
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