INTRODUCCIÓN: LA VERDAD DURA

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INTRODUCCIÓN: LA CRUDA VERDAD DE LA CATÁSTROFE DE CHERNOBYL
La explosión del reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl, la noche del 26 de abril de
1986, dividió las vidas de millones de personas en dos etapas: ANTES y DESPUÉS de la
Catástrofe. En el accidente de Chernobyl se hallan involucrados el aventurerismo tecnocrático y el
heroísmo de los liquidadores, la solidaridad humana y la cobardía de los funcionarios del estado
(que tuvieron miedo de advertir a los habitantes sobre la terrible amenaza, multiplicando así el
número de víctimas inocentes), el sufrimiento de unos y la codicia de otros. Chernobyl introdujo
nuevas palabras en nuestra vida, como “liquidadores”, “niños de Chernobyl”, “legado de
Chernobyl”, “cuello1 de Chernobyl”, “SIDA de Chernobyl”, “corazón de Chernobyl”, “contaminación
de Chernobyl”...
A lo largo de los veinticinco años posteriores al Desastre se ha puesto en evidencia que la energía
nuclear supone muchos más peligros que el arma nuclear: la emisión de un único reactor produce
una contaminación radioactiva cien veces mayor que la de las bombas que fueron lanzadas sobre
Hirosima y Nagasaki. Se ha puesto en evidencia que un solo reactor nuclear tiene capacidad para
contaminar gravemente la mitad de la Tierra. Se ha puesto en evidencia que los habitantes de
todos los países del planeta no se hallan verdaderamente protegidos contra una contaminación
radioactiva que puede llegar desde cualquier lugar.
Se continua manteniendo un tenso debate sobre cuantos radionúcleos de Chernobyl se
extendieron por el mundo y, en consecuencia, cuantos quedaron almacenados dentro del
sarcófago que cubre el reactor que explotó. Unos manifiestan que se liberaron a la atmósfera
radionúcleos con una actividad total de 50 millones de Curios, y otros que fueron 10 mil millones.
Ni siquiera se sabe cuántas personas se dedicaron a minimizar las consecuencias del Desastre,
pues las órdenes secretas exigieron “...no reflejar el hecho de la dedicación a este trabajo...” (ver
Cap.3).
Con motivo del 20 aniversario del Desastre, la OIEA (Organismo Internacional de Energía
Atómica) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) presentaron un informe de tres tomos: “El
legado de Chernobyl: Salud, Medio Ambiente e Impactos Socioeconómicos” ( en inglés:
“Chernobyl’s Legacy: Health, Environmental and Socio-Economic Impacts”). Las principales
conclusiones de la parte del informe en que se tratan las cuestiones médicas son:
- a causa del Síndrome de irradiación aguda (o enfermedad radiológica) murieron unas 50
personas;
- 9000 personas perdieron la vida con posterioridad, y aún más podrán morir, en el futuro, de
cánceres provocados por la radiación (lo cual, en el contexto de los cánceres espontáneos, “sería
difícil de detectar”);
- se operaron con éxito cerca de 4000 niños con cáncer de tiroides causado por la radiación;
- se descubrió un ligero aumento de cataratas entre los liquidadores y los niños de las zonas
contaminadas;
- la salud de los liquidadores se considera mejor que la del resto de los habitantes;
- la situación del medio ambiente en Chernobyl se considera mejor que la de otros centros
turísticos naturales;
- el envenenamiento por radiación no se considera tan peligroso como la pobreza, el miedo a la
radiación, los malos hábitos de vida, el victimismo (tendencia de una persona a considerarse
víctima), y el "fatalismo" paralizante; los cuales están muy extendidos entre la población; en
general, los efectos del desastre “son menos peligrosos para la salud humana, de lo que se había
pensado”.
1
Se denomina “cuello de Chernobyl” al collar de protección que usan algunas de las personas que sufren cánceres en las
glándulas del tiroides. (Nota de la traductora, N de la T).
Este es el punto de vista de los expertos asociados a la industria nuclear. Otra posición es la que
refleja el Secretario General de la ONU, Kofi Annan: “Nunca sabremos el número exacto de las
víctimas. Sin embargo, el que tres millones de niños necesiten tratamiento desde ahora hasta el
2016 nos da una idea de la cantidad de personas que aún pueden enfermar gravemente..., por
eso su vida futura está arruinada, así como su infancia. Muchos morirán prematuramente...”
(Annan, 2000).
La nube radiactiva afectó a territorios donde en 1986 vivían, como mínimo, unos 3000 millones
de personas. En total, más del 50% del territorio de 13 países europeos sufrió una contaminación
grave causada por los radionúcleos de Chernobyl; y en otros 8 países dicha contaminación afectó
a más del 30% del territorio (ver Cap.1). Según las leyes de la estadística y la biología, en estos
países el eco de Chernobyl se seguirá percibiendo durante varias generaciones.
Poco después del desastre, los médicos, observando en las áreas afectadas el incremento de
varias enfermedades, empezaron a pedir asistencia adicional. Sin embargo, en las altas
instancias, los especialistas asociados con la industria nuclear proclamaron ruidosamente que no
existía “evidencia estadística” que confirmase la peligrosidad de la radiación de Chernobyl. Sólo
diez años después del Desastre se reconoció en documentos oficiales que el número de cánceres
de tiroides aumentó “de forma inesperada”. En las zonas afectadas de Bielorrusia, Ucrania y
Rusia, en 1985 más del 80% de los niños estaban sanos, pero 20 años después el porcentaje es
inferior al 20% (ver Cap.4). El incremento en la aparición de muchas enfermedades en áreas
contaminadas no puede ser explicado satisfactoriamente ni como efecto de una selección (porque
la observaron los mismos médicos con el mismo equipo), ni por factores socio-económicos (los
diferentes territorios solo se diferencian en el nivel de dosis de radiaciones ionizantes).
¿Por qué es tan diferente la evaluación de las consecuencias del Catástrofe de Chernobyl entre los
especialistas "atómicos" y los expertos que son independientes de la industria nuclear?
En los bazares orientales2 se práctica habitualmente el juego del trile, que consiste en adivinar
bajo qué cubilete manejado por un mago3 se encuentra una bolita. Actualmente, también son
magos aquellos que distraen la atención del público del conocimiento de las cifras reales de
víctimas usando diversas manipulaciones. La primera manipulación consiste en establecer el
requisito de correlación entre enfermedad y dosis recibida. El truco está en que calcular
exactamente una dosis recibida es algo prácticamente imposible. No se puede valorar la
irradiación de los primeros días (que podría ser miles veces mayor que la media general), es
imposible considerar la distribución irregular de la contaminación por los diversos territorios, no
se puede calcular la contribución de cada uno de los radionúcleos (cesio, yodo, estroncio,
plutonio, rutenio y telurio, etc.), y no se puede saber la dispersión real de dichos radionúcleos a
través del aire, el agua y los alimentos (unas personas toman leche y comen carne, otras
padecen intolerancia a la lactosa y comen muchos vegetales, etc.). La segunda manipulación
consiste en la utilización de coeficientes de riesgo de irradiación que provienen de los bombardeos
atómicos de Hiroshima y Nagasaki para calcular la radiación de Chernobyl. Utilizar los coeficientes
de riesgo obtenidos del Japón es incorrecto; en primer lugar, porque en aquel caso la irradiación
fue de otro tipo y, en segundo lugar, porque durante más de cuatro años estuvieron prohibidas
todas las investigaciones sobre las secuelas (y durante ese período murieron un número
incontable de las personas más débiles). Algo parecido sucedió en Chernobyl. Los gobiernos de la
URSS no solamente prohibieron a los médicos asociar las enfermedades con la irradiación, sino
que también ocultaron los materiales sobre Chernobyl durante tres años y medio.
La manipulación de datos se halla en contradicción con una metodología de investigación
científica objetiva. Para analizar las consecuencias de la contaminación de Chernobyl lo
científicamente correcto sería comparar la salud de la población de territorios que tienen iguales
características étnicas, físico-geográficas y socioeconómicas, y que solo se diferencien en el nivel
de contaminación radiactiva. Lo científicamente correcto sería comparar la salud del mismo grupo
2
Evidentemente el trile se practica en muchos otros lugares, se mantiene literalmente la traducción “bazares orientales”
siguiendo el original ruso. (N de la T)
3
La denominación “mago” aplicada a la persona que aquí se denomina “trilero” se usa en Rusia, estableciendo una
analogía entre la actuación de un prestidigitador y la habilidad del trilero para escamotear la bolita. (N de la T)
de personas a lo largo del tiempo. Si tales comparaciones detectasen algún cambio en el estado
de la salud de los conjuntos comparados, entonces podríamos asumir, con alta probabilidad, que
se trata de una consecuencia de la catástrofe de Chernobyl (ver Cap.3).
De acuerdo con unos principios que se remontan al Derecho romano, no se puede ser juez y
parte en un proceso. No puede ser objetiva una evaluación de las consecuencias del desastre de
Chernobyl realizada por expertos asociados a la industria nuclear. Esta parcialidad en la
valoración se extiende también a la Organización Mundial de la Salud (OMS): entre la OIEA
(Organización Internacional de Energía Atómica) y la OMS existe, desde el año 1959, un acuerdo
que obliga a la OMS a “coordinar” su posición con la OIEA. Parece ser que a los estados tampoco
les interesa determinar la magnitud real de las consecuencias de la catástrofe; no vaya a ser ¡Dios no lo quiera!- que el resultado haga necesario gastar más dinero en ayuda a las víctimas.
Por lo tanto, averiguar la verdadera dimensión de las consecuencias del desastre tan sólo interesa
a las víctimas, a los médicos, y a las organizaciones no gubernamentales que expresan la
preocupación de la sociedad. Este libro es un intento de determinar los efectos reales de la
catástrofe con objetividad.
Traducción del ruso: Alona Grachova
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