Poder Judicial de la Nación “PRESTIANNI Eduardo Ariel contra TAMBUSSI, Mariana Laura y otros sobre Daños y perjuiicios. Ordinario”. Expediente nº: 12.675/2004. Juzgado N° 49.En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los días del mes de julio de 2.008, hallándose reunidos los Señores Vocales de la Sala K de la Cámara Nacional USO OFICIAL de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, a fin de entender en el recurso de apelación interpuesto en los autos caratulados “PRESTIANNI Eduardo Ariel contra TAMBUSSI, Mariana Laura y otros sobre daños y perjuiicios. Ordinario”. habiendo acordado seguir en la deliberación y voto el orden del sorteo de estudio, la Dra. Lidia B. Hernández dijo: I.- La cuestión controvertida. El actor promueve demanda contra Mariana Laura Tambussi por cobro de la suma de $ 295.440 en concepto de resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados por el accidente de tránsito ocurrido el 31 de octubre de 2.002 cuando circulaba con su motocicleta Susuki AX 100, dominio 377 SCU por la calle Salguero, después de haber estado detenido por la luz del semáforo y cuando intentaba el cruce de la calle Honduras ya con luz favorable fue embestido en la parte trasera derecha por el Renault 9, dominio RYP 343 de demandada. Cita en garantía a MAPFRE Aconcagua Cia. De Seguros S.A. La citada en garantía y la demandada invocan la culpa de la víctima como eximente de su responsabilidad, pues dicen que el motociclista violó la luz prohibitiva del semáforo, circunstancia que se encuentra acreditada en la causa penal. La sentencia de la instancia anterior consideró probada la alegada culpa de la víctima y por ende eximió de responsabilidad a la demandada, rechazando la demanda e imponiendo las costas al actor. Contra dicho pronunciamiento expresa agravios la parte actora a fs. 333/337, los que son contestados a fs. 339/341 por la demandada y la citada en garantía, quienes solicitan se declare desierto el recurso por no cumplir el actor con los requisitos exigidos por el art. 265 del Código Procesal. Cabe recordar que el escrito de expresión de agravios debe contener la crítica concreta y razonada de las partes del fallo que el apelante considera equivocadas, conforme la norma citada, por lo que el contenido de la impugnación se relaciona con la carga que le incumbe al apelante de motivar y fundar su queja señalando y demostrando los errores en que se ha incurrido o las causas por las cuales el pronunciamiento se considera injusto o contrario a derecho ( CNCiv. Sala A, 1998-02-24, Tolabac. Bianchi, La Ley 1999-C-777, J.Agrup. caso 13.807). Al respecto, considero que el escrito de expresión de agravios presentado por el actor satisface en mínima medida las exigencias del art. 265 del Código Procesal, pues cuestiona la valoración de la prueba que hiciera el sentenciante. De todas maneras, según el criterio de amplia flexibilidad, que resulta ser la interpretación que se juzga más acorde con la garantía constitucional de la defensa en juicio, cabe estimar que la carga de fundar los agravios se satisface con el mínimo de técnica exigido por las normas procesales en materia recursiva (conf. CNCiv. Sala G, mayo 15-1981, La Ley 1983-B-764; CNCom. Sala C, set. 22-1978, La Ley 1978-D-674; CNCiv. Sala H, feb. 26-2003, R 355.525), por lo que trataré los agravios de la parte actora. El actor al expresar agravios cuestiona la sentencia en lo siguiente: 1) La valoración que efectuara el a quo de la única testigo y del dictamen pericial mecánico; 2) No haberse hecho lugar a la impugnación de idoneidad de la testigo; 3) No haber acogido la impugnación del informe pericial. Considera que debe imputarse responsabilidad exclusiva a la demandada en la producción del accidente. II.- La responsabilidad. Respecto del encuadre legal, cabe destacar que tratándose el hecho de autos de un accidente de tránsito, habiéndose probado el contacto del automóvil de la demandada con el rodado que conducía el actor, corresponde aplicar la responsabilidad objetiva que surge de la segunda parte, del segundo párrafo del art. 1113 del Código Civil. En estos casos, la sola existencia de un riesgo recíproco no excluye la aplicación de lo dispuesto por el precepto mencionado, que regula lo atinente a la responsabilidad civil por el hecho de las cosas, pues se crean presunciones concurrentes como las que pesan sobre el dueño o guardián, quienes deben soportar los daños causados a otro, salvo que prueben la existencia de circunstancias eximentes (conf. Corte Suprema de Justicia, dic. 22-987, causa Empresa Nac. de Telecomunicaciones c. Provincia de Buenos Aires y otro, La Ley Poder Judicial de la Nación 1988-D-996, consid. 3; Corte Suprema de Buenos Aires, G.J.B.A. 114, pág. 10, La Ley 1986-D-483; C.N.Civ. Sala C, voto Dr. Cifuentes, La Ley 1.990-B-274, con nota de Trigo Represas, Félix, autor que sigue esta posición; también en “Aceptación jurisprudencial de la tesis del riesgo recíproco”, La Ley 1986-D-479; C.N.Civ. Sala G, voto Dr. Greco, diario La Ley del 18 de junio de 1.992; C.N.Civ. sala F, voto Dr. Bossert, La Ley 1991-A-457; Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Temas de responsabilidad civil”, en homenaje a A.M.Morello, pág. 225 y en “Código Civil...”, dirigido por Belluscio, Augusto C. y coordinado por Zannoni, Eduardo, T 5, com. art. 1113, núm. 22 y ss; Mosset Iturraspe, Jorge “Responsabilidad por daños”, T II, B, núm. 208; Brebbia, Roberto H. “Problemática de los automotores”, T I, pág. 265; Alterini, Aníbal Atilio, “Presunciones concurrentes de causalidad en la colisión plural de automotores”, La Ley 1988-D-296; Pizarro, Ramón, D. “Accidentes de tránsito. USO OFICIAL Colisión entre dos o más automotores. El riesgo recíproco”, La Ley 1983-D-1006 y su nota en J.A. 1990-IV-365). En el mismo sentido, en el fallo plenario de la Cámara Civil en autos “Valdez, Estanislao F. c. El Puente S.A.T. y otro sobre Daños y perjuicios, del 10 de noviembre de 1.994 (ED 161-402, La Ley 1995-A-136, J.A. 1995-I-280) se decidió: “La responsabilidad del dueño o guardián emergente de accidentes de tránsito producidos como consecuencia de una colisión plural de automotores en movimiento, no debe encuadrarse en la órbita del art. 1109 del Código Civil”. En autos se trata de la colisión de un automóvil con una motocicleta, por lo que no cabe duda que siendo dos vehículos en movimiento y ambos riesgosos, debe aplicarse el citado art. 1113, segunda parte del segundo párrafo del Código Civil. Si el factor de atribución de responsabilidad proviene del vicio o riesgo de la cosa, la prueba liberatoria recaerá sobre la causalidad ajena al responsable. En el caso de responsabilidad objetiva el dueño o guardián sólo se eximirá de responsabilidad probando la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder (conf. art. 1113 del Código Civil) o el caso fortuito que fracture la relación causal. La demandada imputa al actor la violación del semáforo que regulaba el tránsito al momento del hecho dañoso en la intersección de las calles Salguero y Honduras, de esta Ciudad. Debe resaltarse que el correcto funcionamiento del semáforo referido no ha sido un hecho controvertido por los litigantes. En consecuencia, la causa eficiente del daño estará determinada por la conducta del agente que en la emergencia violó la señal lumínica. En función de ello, debe prescindirse de las comunes presunciones de culpa de los conductores derivadas del hecho preferente de paso que detenta quien aparece por la derecha del otro, o de la culpa del embistiente respecto del embestido, o el lugar de localización de los daños en los vehículos, etc. (conf esta Sala autos “ Scaramuzzi Alberto Antonio c/ Bogado Gabriel y otro s/ daños y perjuicios” y su acumulado “ Santos Ovejero Daniel c/ Scaramuzzi Norberto Antonio s/ daños y perjuicios”; Libre 7/8/07; “Pereyra Diego Javier c/ Diz Horacio Alberto s/ daños y perjuicios”; Libre 12/03/08). Como dije se ha invocado la culpa de la víctima (violación de la luz roja del semáforo) como causal eximente de responsabilidad. El hecho de la víctima como causa ajena se encuentra normado en el art. 1111 del Código Civil: “El hecho que no cause daño a la persona que lo sufre, sino por una falta imputable a ella, no impone responsabilidad alguna”. Tal como sostiene Matilde Zavala de González, la problemática de la causalidad por las víctimas se plantea cuando alguien (o personas o cosas a su cargo) interviene materialmente en un suceso que daña a otro, pero esta intervención no es causal porque el menoscabo deriva del propio damnificado, quien habría obrado o se habría colocado en una situación apta para que sobreviniera el siniestro. El perjudicado es autor de su daño y debe soportarlo. A la inversa, no hay causalidad imputable a la víctima cuando interviene materialmente en el suceso que la lesiona, pero dicha participación no era idónea para generarle un daño, sino que deriva del hecho lesivamente adecuado de otra persona. En principio, no es la gravedad de la culpa de la víctima, sino la operatividad causal de su conducta, la que excluye o limita el deber indemnizatorio de terceros. Explica la autora que la culpa de la víctima por su daño, así sea factor inicial y necesario, no descarta el análisis causal posterior, para esclarecer si la causa que aquélla puso, tornaba objetivamente previsible el perjuicio final o bien otro menor o reducido, de manera que la cuota de agravación pueda imputarse a un diferente obrar. Debe determinarse sí, y en qué medida provocó ella la lesión, y no pierde el derecho a reclamar por la porción causal en que el daño no resultó de su propio hecho. (Matilde Zavala de González “Resarcimiento de daños” T 4, pág. 280 y 281 Buenos Aires, Editorial Hammurabi). Entiendo al igual que el colega de la anterior instancia que en autos se ha acreditado la eximente de responsabilidad invocada al contestar la demanda. En primer lugar el demandado vuelve sobre impugnaciones anteriores al Poder Judicial de la Nación único testimonio producido tanto en la causa penal como en estas actuaciones bajo el control de esa parte. Pues bien, entiendo de acuerdo a la sana crítica que dicho testimonio resulta valioso para acreditar que fue el actor quien violó la luz roja del semáforo cuando circulaba por la calle Salguero. En efecto, a fs. 21 de la causa penal 13.894, que corre por cuerda, Graciela Alicia Bugeiro declara que el día del hecho detuvo el vehículo que conducía por la calle Salguero en su intersección con Honduras, que paró debido al semáforo rojo y que estaba en la tercera línea de vehículos que esperaban la señal de cruce, concretamente sobre la izquierda de la arteria. En esas circunstancias oyó un ruido y vio que una persona literalmente volaba hacia un Renault color gris plata, en tanto la moto se desplazaba sola. USO OFICIAL Asimismo, a fs. 69 de estos autos dijo que vio una parte del accidente y agrega que tenía visión porque estaba más a la izquierda, bastante más afuera que los demás automóviles detenidos delante suyo. Valorando las declaraciones de la testigo no se advierten contradicciones; por el contrario, se trata de una persona que estuvo en el lugar del hecho, le dio sus datos al agente policial y que declaró en la causa penal, describiendo el automóvil de la actora. De allí que no me parece relevante que en lugar de identificarlo en la audiencia de fs. 69 como Renault 9 lo hiciera como Renault 19, cuando no puede desconocerse que estuvo en el lugar del accidente y ya habían pasado más de dos años del hecho. Además no puede descartarse que se tratara de un error del mecanógrafo. Tampoco le quita valor al testimonio el hecho que haya visto a medias el accidente porque la importancia de su declaración estriba en que circulando por Salguero al igual que el actor estaba detenida por la luz roja del semáforo detrás de dos automóviles que habían llegado antes de producirse motocicleta la colisión entre la y el vehículo de la demandada. Tal circunstancia no se encuentra desvirtuada por prueba alguna. Por el contrario, las conclusiones del perito ingeniero mecánico lo corroboran. En este aspecto, también el actor vuelve sobre impugnaciones efectuadas al dictamen pericial sin lograr desvirtuarlo. Debe recordarse que si bien dicho peritaje no reviste el carácter de prueba legal, el juez debe valorarlo conforme a la sana crítica pero para apartarse de sus conclusiones debe tener razones muy fundadas porque éstas emanan de quien tiene una incumbencia específica del campo del saber, técnicamente ajeno al hombre de derecho y para desvirtuarla es necesario traer elementos de juicio que permitan concluir eficientemente en el error o en el inadecuado uso que el técnico hubiera hecho de los conocimientos de los que por su profesión o título habilitante necesariamente ha de suponérselo dotado (conf. Cám.Nac.Civ, Sala H, 29/12/99, "Golberg, Alejandro c/ Expreso Caraza S.A s/daños y perjuicios" Libre Recurso n° 268.771). “La mera opinión de los litigantes no puede prevalecer sobre sus conclusiones, en especial, si se advierte que no hay argumentos verdaderos para demostrar que aquéllas fueron irrazonables. La solvencia técnica que se desprende de cada profesión indica que la prueba pericial es la más adecuada, de ahí su importancia en algunos rubros. Su opinión es el fruto del examen objetivo de las circunstancias de hecho, de aplicación de ellas a los principios científicos inherentes a la especialidad y de los razonamientos que siguen para dar respuesta a los temas sometidos a su dictamen”. (conf. CNCiv, Sala D, 26/12/97 “Grillo Antonia N. c/ Orselli Jorge y otro s/ daños y perjuicios Recurso n° 254.811). Pues bien, como señala el experto los dichos del actor difieren respecto de la mecánica del accidente. Así, a fs. 32 y vta. de la causa penal el actor dijo que “se encontraba circulando a bordo de su moto Suzuki por la calle Salguero y al llegar a la línea peatonal el semáforo lo habilita para continuar la marcha por lo que cruza la calle Honduras y a mitad del recorrido es embestido por el automóvil...” En cambio, a fs. 6 de estos autos expresó que “se encontraba detenido por imposición del semáforo al momento que se le da luz favorable, arranca la marcha y a los pocos metros y habiendo traspasado el primer carril de la calle Honduras es embestido en su costado trasero derecho por el Renault 9”. Advierte el experto que esta última circunstancia difiere de la anteriormente analizada e introduce parámetros técnicamente distintos por cuanto en el primero el semáforo habría estado terminando el período correspondiente al color verde cuando el actor inició el cruce. De todas maneras y considerando los dichos de la testigo, el perito concluye que considerando las circunstancias se obtiene matemáticamente un tiempo que siempre superior al de solapamiento de los semáforos y por ende cabe concluir que no es posible presumir que la demandada avanzó cuando el semáforo estaba en rojo para ella. Frente a las impugnaciones de la parte actora el perito da explicaciones a fs. 169/173 y ratifica que el accidente se produjo cuando el semáforo estaba en rojo para el actor y no cuando estaba en amarillo. Agrega que a similar conclusión llega considerando que al momento del accidente había al menos tres vehículos detenidos sobre calle Salguero por el rojo del semáforo y entonces cabe considerar el mínimo Poder Judicial de la Nación de tiempo en el que llegaron, uno a continuación del otro, mientras el semáforo estaba en rojo. Ello da la pauta que si la testigo vio el accidente cuando el semáforo estaba en rojo para los que venían circulando por Salguero y fue la tercera en detenerse, no cabe duda que el actor fue quien violó la luz roja del semáforo. En cuanto a las conclusiones del consultor técnico, resulta oportuno resaltar que la figura del consultor técnico se aleja de la figura del perito y se asemeja a la del abogado de parte en cuestiones técnicas. Las razones que pudiera exponer, es como si provinieran de la propia parte. Se ha sostenido que la tarea del consultor técnico consiste sustancialmente en el aporte de datos y reflexiones técnicas que sirvan de base para el control de la eficacia probatoria del peritaje; ya sea para corroborar sus conclusiones o demostrar su error. De este modo, las partes cuentan con un auxiliar eficaz para ejercer su derecho de defensa en un ámbito técnico que USO OFICIAL les es desconocido (CNFed. Civ y Com. Sala I, 1998-09-03, Galeota, Juan J. c. Alfa Crucis Naviera Argentina S.A, ED 182-247). Por ello, al no encontrarse desvirtuadas las conclusiones del perito de oficio por otros elementos probatorios, corresponde asignarles plena eficacia probatoria en atención a la imparcialidad con la que cuenta como auxiliar de justicia. Deben entonces rechazarse los agravios y confirmar la sentencia en cuanto consideró probada la culpa de la víctima. En consecuencia, si mi voto fuera compartido deberá confirmarse la sentencia en todo lo que decide y fue objeto de agravios. Con costas al actor que resulta vencido (art. 68 del Código Procesal). El Dr. Ameal y la Dra. Díaz, por las consideraciones y razones aducidas por la Dra. Hernández, votan en el mismo sentido a la cuestión propuesta.- ///nos Aires, julio de 2008.Y visto lo deliberado y conclusiones establecidas en el Acuerdo transcripto precedentemente por unanimidad de votos, el Tribunal decide: I) confirmar la sentencia en todo lo que decide y fue objeto de agravios; II) Imponer las costas al actor que resulta vencido (art. 68 del Código Procesal). Regístrese, notifíquese y devuélvase. LIDIA B. HERNANDEZ. OSCAR. J. AMEAL. SILVIA. A. DIAZ. CAMILO. ALMEIDA PONS. SEC. (ES COPIA).