SITUACIÓN DE LOS BOSQUES DEL NORTE DE LA PROVINCIA

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SITUACIÓN DE LOS BOSQUES DEL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA
Dr. Marcelo R. Zak*.
Coautores: Dres. Marcelo Cabido, Sandra Díaz y Daniel Cáceres*.
Introducción
Las modificaciones producidas por los seres humanos sobre la superficie de la Tierra en
el último siglo no registran precedentes, encontrándose los cambios en el uso y
cobertura del territorio entre las más importantes. Estos cambios tienen un impacto
directo sobre la biodiversidad y la condición de los suelos, a la vez que contribuyen a
variaciones locales y regionales en el clima, como así también al calentamiento global.
Aun más, cambios en el uso del territorio, tales como la deforestación, el pastoreo y la
agricultura, modifican la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas, afectando
así a los servicios ecosistémicos y, con ello, la capacidad de los sistemas biológicos de
satisfacer las necesidades humanas. Esto explica sobradamente por qué el monitoreo y
comprensión de los sucesos territoriales ha pasado a formar parte de las agendas
políticas.
Para poder evaluar adecuadamente el impacto de dichas actividades sobre los recursos
de la Tierra debemos primero contar con datos precisos, geográficamente explícitos, que
describan tales cambios. A pesar de que la comunidad científica reconoce su
importancia, la información existente con respecto a las prácticas históricas de uso del
territorio y de sus cambios es aun escasa y, en muchos casos, inadecuada, tratándose a
menudo de gruesas estimaciones.
Las causas de dichos cambios fueron relacionadas a factores individuales, tales como el
crecimiento de la población, la pobreza y el incremento del consumo, aunque la
interpretación de cómo estos factores interactúan causando distintos usos y cambios en
el territorio en diferentes contextos ambientales, históricos y sociales, es controversial.
Sin embargo, investigaciones recientes han puesto de manifiesto que el proceso de
cambio en el uso y cobertura del territorio es aun más complejo, implicando la
interacción de numerosos factores, tanto directos (expansión de la agricultura,
extracción de productos del bosque, fuegos), como subyacentes (ambientales, socioeconómicos, tecnológicos).
La mayoría de las estimaciones de la conversión de bosques en otros tipos de cobertura
se refieren a sistemas tropicales y templados, mientras que la retracción de bosques y
sabanas subtropicales xerófilos estacionales en diferentes regiones del planeta, ha sido
notablemente subestimada hasta la actualidad. Simultáneamente, en los últimos años, la
expansión del mercado internacional de granos, especialmente de soja, ha promovido el
avance de la frontera agrícola sobre áreas de bosques subtropicales. América Latina es
actualmente el foco principal de dicha expansión, especialmente a través del avance de
la agricultura sobre biomas de sabana como el Cerrado y el Gran Chaco. Por su parte,
estos ecosistemas sostienen una alta biodiversidad, frecuentemente subestimada o
escasamente valorada. El Gran Chaco en particular, que representa la región de bosques
subtropicales estacionales más extendida de América Latina y, hasta hace pocas
décadas, uno de los sistemas mejor conservados del mundo, está hoy sujeto a severos
procesos de conversión y degradación, con tasas de deforestación incluso superiores a
las registradas en áreas de bosques tropicales.
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Tradicionalmente, el análisis de secuencias históricas de fotografías aéreas y mapas de
vegetación ha sido un método adecuado para detectar cambios como los descriptos a
escala local y de paisaje. Más recientemente, los métodos de estudio de la vegetación se
han enriquecido con los avances en las técnicas informáticas y la amplia disponibilidad
de información satelital, las que en conjunto ofrecen una manera única de obtener
estimaciones espacialmente precisas sobre la dirección y magnitud de los cambios en la
vegetación, posibilitando así análisis y comparaciones a escala regional y global
anteriormente imposibles de realizar. En este contexto, la comparación entre un mapa de
vegetación en papel (Sayago 1969) y un mapa digital producto del procesamiento de
información satelital (Zak and Cabido 2002) -el cual representa las condiciones actuales
de la vegetación- resultó de inestimable valor para detectar cambios en la cobertura del
territorio norte de la Provincia de Córdoba, constituyendo además una herramienta
valiosa para el monitoreo y gestión ambiental a distintas escalas.
El análisis de tales cambios en el área de estudio (27.000 km2 correspondientes a la
porción austral del Gran Chaco, constituyendo otrora la mayor área boscosa de la
Provincia, Figura 1), ayuda a revertir parcialmente la escasa atención y, por ende, el
limitado conocimiento debidamente documentado de su estatus actual. Por otra parte,
resulta particularmente oportuno dadas las rápidas alteraciones que la región ha
experimentado en las últimas décadas, lo cual, entre otras cosas, la convierte en el
centro de atención de ecólogos, conservacionistas y tomadores de decisiones (The
Nature Conservancy et al. 2005).
Sobre la base anterior, los objetivos centrales de este estudio fueron: 1) cuantificar los
cambios ocurridos en los patrones espaciales de la vegetación del territorio norte de la
provincia de Córdoba durante las tres últimas décadas del siglo XX (1969-1999), con
énfasis en los cambios acaecidos sobre sus bosques y, 2) analizar los posibles factores
directos y subyacentes responsables de tales cambios.
Cambios en la cobertura del territorio
La comparación entre los mapas de 1969 y 1999 muestra cambios importantes en la
cubierta vegetal general del territorio (Figura 2 a y b). Aún cuando todos los tipos de
vegetación representados en el mapa de 1969 están presentes en el mapa de 1999, sus
patrones espaciales de distribución (junto a su estado de conservación) han cambiado
significativamente. Seis comunidades (Bosques orientales y occidentales, Bosques
serranos, Palmares, Matorrales halófilos y subhalófilos) han disminuido su superficie,
mientras que los otros 4 tipos (Bosques de sustitución, Matorrales serranos, Pajonales
de Spartina y Vegetación cultural) han incrementado su área de cobertura.
Los bosques representan el tipo de cobertura más afectado. Durante los últimos 30 años
del siglo XX han desaparecido alrededor de 1,2 millones de ha de bosques xerófilos
estacionales de llanura y de montaña. Aproximadamente el 85 % de los bosques
chaqueños originales han sido convertidos en campos agrícolas, en pasturas, o en
diferentes etapas de sucesión secundaria, a una tasa de deforestación anual de más del 6
%. En las planicies, 9.850 km2 de bosques dominados por Schinopsis lorentzii
(quebracho colorado santiagueño), Aspidosperma quebracho-blanco (quebracho blanco)
y Prosopis kuntzei (itín o barba de tigre) han sido eliminados. De esta forma, los
bosques chaqueños de llanura han pasado de cubrir el 44,1 % del territorio a ocupar sólo
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el 7,7 % del mismo. Los cambios en la cobertura del territorio no han sido uniformes en
el paisaje: el grado de fragmentación de estos bosques ha sido más importante en las
planicies al este de las sierras; allí, la superficie cubierta por bosques ha disminuido en
un 90 %, mientras que en las planicies hacia el oeste de los cordones montañosos la
retracción de las masas forestales ha sido levemente superior al 75 %. Consistente con
este patrón, el número y tamaño de los parches tienden a ser más altos en las llanuras al
oeste de las sierras. Por su parte, la fragmentación de los bosques, otrora continuos, ha
sido un evento extendido por todo el territorio estudiado.
Los bosques serranos han sufrido una reducción aun más importante, pasando de cubrir
el 8,4 % del territorio en 1969, al 0,5 % en 1999. Por otro lado, la mayoría de los
parches que persisten en la actualidad son de dimensiones reducidas, superando sólo 6
de ellos las 400 ha. Algunos de estos bosques han sido convertidos en matorrales
serranos, mientras que las tierras de uso agrícola han reemplazado a los bosques en los
valles interserranos.
La clase de cobertura que ha experimentado la mayor expansión en las 3 últimas
décadas del siglo XX es la cultural, especialmente la dedicada a la agricultura, pasando
de cubrir el 3,1 % en 1969 a ocupar el 27,5 % del territorio en 1999, lo que implica un
aumento de más del 790 %. Por lo tanto, las tierras de uso agrícola muestran
actualmente una superficie mayor a todos los restantes tipos de cobertura, con una
notable expansión a expensas de los bosques y de otras comunidades naturales y
seminaturales. Así, el paisaje resultante en el territorio es el de campos de cultivo y
ganadería concentrados principalmente en las planicies y en los fondos de valles
interserranos, mientras la vegetación natural y semi-natural (particularmente los
bosques) está restringida a sitios con alguna limitante para la agricultura (laderas con
pendiente y suelos superficiales, bajos salinos, etc.) o bien a sitios en los que, por
razones económico-sociales (por ejemplo régimen de tenencia de la tierra), no se ha
procedido aún a la deforestación.
Estos resultados sólo muestran los cambios de mayor magnitud ocurridos en la
provincia de Córdoba durante las últimas décadas del siglo XX y, por su contundencia,
constituyen la mejor muestra de los procesos de deterioro activos en varias partes del
territorio cordobés, destacando sus tendencias de cambio.
Causas de deforestación
La expansión de las tierras de uso agrícola es la causa más importante de la pérdida de
bosques en el área de estudio en el período analizado. En 1969 la vegetación cultural
representaba uno de los tipos de cobertura menos extendidos en el territorio, para
convertirse en el más ampliamente distribuido en 1999. La expansión de la agricultura
implicó la conversión de bosques en tierras destinadas al cultivo de granos y para
implantación de forrajeras destinadas a la ganadería, aunque estas últimas tuvieron
relativa importancia sólo hasta la década de 1980. Los datos disponibles muestran un
crecimiento marcado de los cultivos de granos, especialmente durante la última década
del siglo XX. Simultáneamente, mientras la cantidad de ganado bovino aumentaba, los
restantes ítems ganaderos disminuían.
La extracción de productos del bosque (principalmente para durmientes, leña y carbón)
se ha producido también de manera permanente durante la mayor parte del siglo XX.
3
Los incendios también han ocurrido de manera continua (impactando principalmente
sobre los territorios serranos, marginales desde el punto de vista agroproductivo), con
una incidencia de entre unos pocos a más de 200 eventos por año (información inédita
de la Agencia Córdoba Ambiente S.E.).
Por otra parte, existirían factores de deforestación subyacentes a los anteriores (clima,
tecnología, realidad económico-social), los cuales propiciarían el proceso de
deforestación antes mencionado. En cuanto al clima, los registros de la Dirección
Provincial de Hidráulica del Gobierno de Córdoba y de Ferrocarriles Argentinos
(inéditos) muestran que durante la segunda mitad del siglo XX se produjo un
incremento continuo y significativo en las precipitaciones anuales en la planicie ubicada
al este de las sierras (con una precipitación media de 643,70 mm en la década de 1950 y
de 769,83 mm en la de 1990), mientras que no se observan variaciones significativas
durante el mismo período en la planicie del oeste (con 576,90 mm y 527,80 mm
respectivamente).
Por su parte, el incremento de la superficie cultivada se explica, inicialmente, por el
aumento de los cultivos de forrajeras y, más tarde, por la expansión de la soja y otros
granos. El crecimiento del mercado internacional de soja, debido al incremento del
consumo humano y para la cría de animales, amplió la demanda y el interés por el
cultivo de esta leguminosa, lo que convirtió a nuestro país en el tercer productor a escala
global. De esta manera, los agricultores extendieron sus cultivos a áreas hasta entonces
marginales para la agricultura, tal el caso del norte de Córdoba, favorecidos quizás por
el incremento en las precipitaciones mencionado anteriormente, junto a los menores
precios de la tierra. Conjuntamente con el cambio en el valor de la tierra, se produjo
una modificación en el número y tamaño de las explotaciones (llevando esto a una
concentración fundiaria). El número de establecimientos grandes, en manos de
propietarios y corporaciones de mayor capacidad económica, ha crecido un 30,5 % entre
1988 y 1999, mientras que el número de propiedades de tamaño pequeño mostró una
reducción del 34,4 % en el mismo período, lo cual coincide con el proceso de
despoblamiento rural en el área de estudio.
Otro factor importante, que habría propiciado la expansión del cultivo de soja en el área
de estudio, es la tecnología de siembra directa. Los suelos bajo siembra directa muestran
mayores tasas de infiltración y capacidad de retención de agua, a la vez que menores
pérdidas por escorrentía que los suelos arados. La soja es el cultivo que más ha incidido
en esa evolución, pasando de 5.000 ha (1977/78) a 3.782.500 ha (1998/00) y a
8.670.000 ha (2001/02) bajo siembra directa. Por otra parte, las variedades transgénicas
de ciclo corto de soja, que presentan la particularidad de aprovechar mejor los meses
más húmedos, junto con la tecnología Roundup Ready, han permitido también el cultivo
de sitios anteriormente inaptos para la agricultura.
Discusión y consideraciones finales
Durante las últimas tres décadas del siglo XX el patrón de cambios en la cobertura del
norte de Córdoba estuvo dominado por la conversión de bosques en tierras agrícolas.
Aproximadamente el 85 % del área cubierta originalmente por bosques xerófilos
estacionales característicos del Distrito Occidental de la Provincia Fitogeográfica
Chaqueña está cubierto en la actualidad por cultivos anuales, pasturas implantadas o
comunidades en distintas etapas de sucesión secundaria. La expansión de la agricultura
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(principalmente) y de la ganadería, han producido cambios sin precedentes en la
cobertura del territorio. De tal forma, esta región casi completamente cubierta de
bosques en el pasado, ha sido transformada en un paisaje fragmentado, con parches
aislados de bosques y matorrales densos y espinosos sobre una matriz de tierras
dedicadas a cultivos y pastizales seminaturales.
Los resultados del estudio muestran que 1,2 millones de ha de bosques han sido
eliminados desde 1969, lo cual implica para los bosques de llanura una tasa anual de
deforestación del 5,8 % y del 9,4 % para los serranos. Estas tasas se encuentran entre las
más altas reportadas para el Gran Chaco, siendo aun superiores a las correspondientes a
distintas regiones tropicales del planeta. Esto implica una pérdida global de bosques en
el territorio norte de la provincia de Córdoba muy superior a la pérdida estimada
mundial del 15 %, la cual, por otra parte, tuvo lugar a lo largo de la totalidad del siglo
XX (FAO 2001). Los resultados apoyan a los estudios de la FAO (2001), que ubican a
la Argentina entre los países con mayor pérdida de bosques durante el período 19902000, constituyendo así el único país no tropical en la lista.
Los factores directos causantes de los cambios descriptos han sido entonces la
expansión de la agricultura, la tala para extracción de productos del bosque y los
incendios, habiendo variado su incidencia relativa a lo largo del siglo XX. La expansión
de la agricultura comprende, principalmente, la conversión de bosques en cultivos
comerciales para la producción de granos y en pasturas para ganadería. Durante el
período 1969-1999 se ha producido un cambio importante en los esquemas de
producción en el norte de Córdoba, pasando de la extracción de productos del bosque a
la producción de granos y de ganado bovino. Mundialmente, la expansión de la
agricultura ha sido mencionada como el principal factor de cambio en el uso de la tierra
asociado a deforestación, aunque el grado de intensificación varía geográficamente. Por
su parte, el aumento en la cría de ganado vacuno en el área de estudio, a expensas de los
otros tipos de ganadería, es un indicio claro del pasaje de una economía de subsistencia
a una comercial a gran escala.
En lo que respecta a la tala para extracción de productos del bosque, los datos
disponibles indican que ésta ha ocurrido de manera continua durante todo el siglo XX,
aunque se destacan dos picos: el primero de ellos coincide con la expansión de los
ferrocarriles y con las guerras mundiales, mientras que el segundo se relacionaría con la
reciente explotación de los bosques vinculada a la expansión de la agricultura. El fuego
habría tenido también un efecto importante sobre los bosques del norte de Córdoba. La
mayor parte de los incendios en el territorio son provocados con el propósito de
eliminar el bosque y, a la vez, extraer los leños para la producción de carbón y
combustible. De esta forma se habilita el espacio para la agricultura, ya que no existe
legislación alguna que regule la extracción de bosques quemados. Esto se condice
también con lo que ocurre a nivel mundial, donde la extracción comercial de productos
forestales (madera, leña y carbón) es ampliamente reconocida como causa directa de la
desaparición de bosques en sistemas tropicales.
Por otro lado, en distintos lugares del mundo, la expansión de la agricultura puede
relacionarse a una variedad de causas subyacentes, tales como cambios en las
condiciones climáticas, cambios tecnológicos y diversos factores socio-económicos
(crecimiento de la población, cambios en el régimen de tenencia y en el precio de la
tierra y variaciones en los mercados locales e internacionales). Los resultados de este
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estudio indican que la conversión de bosques ha sido más importante en la planicie
ubicada al este de las sierras, donde las precipitaciones anuales registraron un
incremento significativo durante el período estudiado. En las planicies hacia el oeste de
las sierras las precipitaciones no registraron aumentos significativos y tanto la superficie
cubierta por bosques, como el número y tamaño de los parches remanentes son mayores
que al este del cordón montañoso. Cabe destacar aquí que el acceso a los mercados y a
la tecnología por parte de los productores en ambas planicies no difiere, siendo casi
inexistente además el riego mecanizado. Por lo tanto, el aumento en las precipitaciones
aparece como un factor subyacente destacado, que propicia los cambios en la cobertura
de la tierra y, si bien no es posible establecer una relación causal definitiva entre la
expansión de la agricultura y el cambio en el clima, no debería subestimarse.
En distintas regiones del mundo, especialmente en los trópicos húmedos, la
deforestación ha sido relacionada con factores demográficos. Sin embargo, el
crecimiento de la población no representa una causa evidente de la retracción de los
bosques en el área de estudio. Los datos analizados muestran que la población ha ido
decreciendo desde mediados del siglo XX, al igual que la representación proporcional
de la población del área de estudio en el total provincial. Simultáneamente, se observa
una notable reducción en la población rural, lo cual coincide con las evidencias
existentes con respecto a que la conversión de bosques en tierras agrícolas contribuye al
despoblamiento rural en el centro de Argentina. Así, y tal como ocurre en la mayor
parte de los bosques de América Latina, los factores impulsores de los cambios en la
cobertura del territorio en Argentina no parecen relacionarse con el incremento de la
población local, ni con un incremento de los niveles de consumo, sino más bien con
demandas externas.
Los bajos precios de la tierra, junto a políticas macroeconómicas diseñadas para
promover y expandir una economía exportadora, han conducido al rápido crecimiento
de un sector agrícola altamente tecnificado. Casi simultáneamente, se ha producido un
cambio en el tamaño y número de las explotaciones agropecuarias, tendiendo hacia el
predominio de grandes propiedades, en muchos casos bajo dominio de corporaciones
económicas, con mayor capacidad productiva y financiera. Esto es análogo a lo que
ocurrió previamente en la región Pampeana, en la cual durante la década de 1990
desaparecieron alrededor de 60.000 establecimientos agropecuarios, al tiempo que el
cultivo de soja se expandía en explotaciones que pasaron de tener un promedio de 243 a
538 ha. Una tendencia similar ha sido observada en otros sitios del Gran Chaco y en
distintas regiones del mundo consideradas hasta hace poco tiempo atrás como
marginales para la agricultura.
Otro factor subyacente a la expansión de la agricultura en este territorio marginal ha
sido el desarrollo tecnológico: los cambios en los sistemas de producción requieren no
sólo políticas y condiciones de mercado favorables, sino también tecnologías
apropiadas. La aplicación de la siembra directa, que favorece la infiltración de agua y
disminuye el escurrimiento y la pérdida por evaporación, ha permitido la agricultura en
sitios con excesivo déficit hídrico como para la aplicación de técnicas de labranza
convencionales. Como parte del paquete tecnológico, la introducción de variedades
transgénicas, que pueden aprovechar más eficientemente el período de lluvias y resistir
a los herbicidas, también ha contribuido al aumento de su rentabilidad. Niveles más
altos de inversión (variedades apropiadas, fertilización, aplicación de pesticidas, etc.) y
mayor rentabilidad por unidad de tiempo y de superficie, han permitido en las últimas
6
décadas la expansión de la agricultura en diversas regiones del planeta -algunas de ellas
impensables anteriormente, tal el caso del Distrito Chaqueño Occidental-, originando
así un aumento en la producción de alimentos que incluso ha superado al crecimiento de
la población global.
De esta forma, tanto las demandas del mercado externo, como la aplicación de paquetes
tecnológicos que permiten la intensificación de la agricultura en tierras marginales,
habrían actuado en forma sinérgica con el incremento de las precipitaciones,
potenciando así la conversión de bosques en tierras agrícolas, con consecuencias
ecológicas y sociales potencialmente dramáticas. Por lo tanto, además de la incidencia
de causas directas, la deforestación en el territorio norte de la provincia de Córdoba
obedecería a una interacción de factores económicos, sociales y tecnológicos.
Las evidencias sugieren que no existe un único factor que explique los cambios en la
cobertura del territorio en el área de estudio. Contrariamente, el proceso de
deforestación que muestra este trabajo se interpreta más acabadamente a través del
análisis del efecto sinérgico de factores subyacentes que inducen la ocurrencia de las
causas directas de la pérdida de los bosques (la expansión de la agricultura, el fuego y la
extracción de productos del bosque). Este análisis se contrapone así con explicaciones
basadas en un único factor, las que generalmente apuntan al crecimiento o densidad de
la población y a sus consecuencias ecológicas. Una vez que las condiciones para la
producción agrícola fueron propiciadas por esta serie de cambios socio-económicos,
sumados al aumento en las precipitaciones, las decisiones de manejo dependieron
principalmente de las demandas de los mercados externos. También otros autores han
sugerido que los principales factores directos de cambio en la cobertura del territorio
son generalmente disparados por 3 o 4 causas subyacentes, en general poco atendidas.
A escala global, la soja representa una poderosa amenaza a la biodiversidad. Si bien su
cultivo se ha expandido recientemente sobre áreas con bosques tropicales en distintas
regiones del mundo, hasta el presente los bosques secos habían permanecido
relativamente ajenos a tal realidad, ya que su deficiencia estacional de agua determina
que sean áreas marginales para la agricultura. Sin embargo, distintos autores han
advertido que, en las próximas décadas, la demanda creciente de alimentos
(principalmente por el crecimiento de la población que, sólo en América latina, se
estima que pasará de 519 millones en el año 2000 a 1.025 millones en el 2050) llevará
al incremento de la superficie cultivada mundial, con mayor incidencia en América del
Sur; frente a esto, y como la mayor parte de las tierras más adecuadas están ya
cultivadas, tal expansión habrá de producirse a expensas de áreas marginales para la
agricultura, tal el caso de las que ocupan los bosques xerófilos subtropicales. Por otro
lado, el avance de la soja estaría próximo a su límite en los países desarrollados. Esto
implica que las tendencias de aumento en las precipitaciones podrían propiciar una
expansión aún mayor de la agricultura en estas tierras marginales pero de gran valor
desde el punto de vista de la biodiversidad. Por otro lado, si las tendencias en los
patrones de precipitación cambiaran, sería inevitable la aceleración de los procesos de
erosión, dando lugar a consecuencias semejantes al “tazón de polvo” (dust bowl) de las
planicies centrales de los Estados Unidos en la década de 1930, o a procesos similares
ya experimentados en la región Pampeana durante la primera mitad del siglo XX.
De esta manera, la destrucción de los ecosistemas del norte de Córdoba es
particularmente alarmante ya que, tal como han indicado numerosos autores, la
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conversión antropogénica de los sistemas naturales es la causa principal de pérdida de
biodiversidad. Pero sus consecuencias son aun mayores: la fragmentación de los
paisajes naturales, junto a los cambios en las comunidades vegetales, afectan la calidad
y función ecosistémica de tal manera que amenazan a los sistemas de soporte de vida,
con resultados, en la mayor parte de los casos, imprevisibles. Lamentablemente,
mientras la deforestación de las tierras del norte de Córdoba (y del Gran Chaco en
general) sea percibida como económicamente ventajosa por sus propietarios (hecho que
fue exacerbado por la devaluación de la moneda argentina en el 2002), difícilmente se
revertirán las tendencias de cambio en el uso y cobertura del territorio presentadas en
este estudio (en tal sentido, el sector agrícola argentino se ha fijado la meta de 100
millones de toneladas de granos para el 2010, lo cuál sólo se lograría a expensas de
nuevos millones de hectáreas de territorio). De ser así, los próximos años mostrarán una
conversión aun más dramática de los bosques subtropicales del Gran Chaco argentino,
en concordancia con lo ya advertido por diferentes autores en relación a las regiones
tropicales del mundo. Esto implicaría, eventualmente, la desaparición de los últimos
relictos de bosque remanentes en el norte de Córdoba (ignorando las endebles figuras de
protección legal), con efectos también devastadores sobre la calidad de vida de las
personas.
Bibliografía (cabe destacar que las citas bibliográficas asociadas a este trabajo han sido
reducidas al mínimo, con la única finalidad de facilitar su lectura. Las mismas pueden ser
consultadas en extenso en Zak, M.R., Cabido, M., Cáceres, D. and Díaz, S. 2008. What drives
accelerated land cover change in central Argentina? Synergistic consequences of climatic,
socio-economic and technological factors. Environmental Management, in press.).
FAO. 2001. FRA 2000 Summary findings FAO. United Nations, Rome.
Sayago, M. 1969. Estudio fitogeográfico del norte de Córdoba. Boletín de la Academia
Nacional de Ciencias de Córdoba 46: 123-427.
The Nature Conservancy, Fundación Vida Silvestre Argentina, Fundación para el
Desarrollo Sustentable del Chaco, Wildlife Conservation Society. 2005. Evaluación
ecorregional del Gran Chaco Americano. Pp. 1-24. Fundación Vida Silvestre
Argentina, Buenos Aires.
Zak, M.R. and Cabido, M. 2002. Spatial patterns of the Chaco vegetation of central
Argentina: Integration of remote sensing and phytosociology. Applied Vegetation
Science 5: 213-226.
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Figura 1: área de estudio en el norte de la provincia de Córdoba, en la cual se distinguen
3 ambientes diferentes: a= depresiones salinas; b1/b2= planicies oriental y occidental;
c= sistema serrano. En el mapa de América del Sur se indica el área correspondiente al
Gran Chaco, cuyo límite austral está indicado con línea punteada en la provincia de
Córdoba.
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Figura 2: Mapas de cobertura del norte de Córdoba en 1969 (a) y 1999 (b).
*
Filiación: Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal y Cátedra de Recursos
Naturales y Gestión Ambiental, Lic. en Geografía, F.F. y H., Universidad Nacional de
Córdoba.
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