BOSQUES NATIVOS - Instituto Argentino de Derecho Agrario

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Bosques Nativos: un recurso natural en extinción
Introducción
“..América sigue ignorando la plenitud que contiene”.
Patas Arriba
Eduardo Galeano
Cuenta la historia que en el año 1.915 la superficie boscosa de Argentina sería
alrededor de 110.000.000 millones de hectáreas, se afirmaba que este imponente manto
verde de riqueza forestal cubría más del 30% de la superficie total del país.
Aunque el dato pueda no ser preciso lo cierto es que Argentina cuenta con una
amplia variedad de climas (subtropical, templado y subantártico) y suelos que permiten
el crecimiento y desarrollo de formaciones boscosas según las distintas eco-regiones.
Dicen los informes sobre el aprovechamiento de las forestas nativas que, en
principio, éste se redujo a la extracción de productos madereros en pequeña escala,
siendo la gran mayoría de la superficie boscosa transformada en campos para el cultivo
agrícola o para la ganadería.
A mediados de los años 90 Argentina genera una política encaminada hacia el
fomento del sector forestal-industrial. La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y
Alimentación de la Nación junto con el Banco Mundial encauzan el Programa de
Desarrollo Forestal, cuyo principal objetivo ha sido fortalecer una gestión institucional
y normativa que permita consolidar una cultura sustentable vinculada a la actividad
productiva de los recursos forestales.
Dentro de este nuevo marco de desarrollo forestal la Secretaría de Ambiente y
Desarrollo Sustentable de la Nación trabajó en lo que es el Primer Inventario Nacional
de Bosques Nativos, publicado en diciembre del año 2.002, los datos obtenidos dieron
cuenta de la existencia en el territorio nacional de 33.192.449 hectáreas de bosques
nativos.
Esto equivale a decir que actualmente permanecen en pie la tercera parte de
bosques nativos y que, en los últimos 90 años millones de hectáreas montanas nativas
desaparecieron bajo el hacha y la motosierra, o bien, fueron barridas por los incendios y
por la necesidad de incorporar tierras para las actividades agropecuarias.
Lo más alarmante es que el fenómeno desforestador no ha dado tregua, en los
últimos tiempos, la tala indiscriminada de las forestas nativas continúa a un ritmo
preocupante que oscila entre 30.000 a 40.000 ha/año.
Este ruinoso avasallamiento sobre los bosques tiene su sustento en varios
factores: la adopción de un modelo económico exógeno adoptado y desarrollado por el
gobierno nacional, cambios en las formas de tenencia de la tierra, incorporación de
nuevas formas de producción y tecnologías (transgénicos y siembra directa),
establecimiento de un mercado agroalimentario global cuyas exigencias imponen
modelos de producción y consumo de cultivos agroindustriales.
Las consecuencias de este fenómeno son nefastas no sólo porque la
biodiversidad del país está en crisis, también, porque se ha generado una redefinición de
los espacios agrarios, absolutamente, contrastantes entre sí. Una antilogía agraria.
Por un lado, se promueve y se produce la expansión de la frontera agrícola y
forestal con la introducción de ecosistemas monodiversos de mercado (soja, pinos,
eucaliptus) con especies exóticas adaptadas ecológicamente. Donde la disponibilidad de
tierras es una condición necesaria para el emprendimiento a gran escala de estos
cultivos intensivos.
Este modelo favoreció y generó la concentración del uso y tenencia de la tierra
en manos de empresas inversoras locales y transnacionales que se convirtieron en los
nuevos actores del desarrollo agrario.
Por otro lado, se visualiza la localización de condicionamientos marginales para
el pequeño y mediano productor agrario, caracterizado por una estructura de tipo
familiar, con una producción de índole regional. De igual modo, la población originaria
también es víctima de este nuevo proceso de apropiación y dominio.
Se intenta mostrar un paralelo entre la devastación de los bosques nativos y el
desarrollo del capitalismo en el espacio agrario.
La Acción Antrópica en Los Recursos Naturales y sus Consecuencias
Desde siempre el hombre se ha servido de la naturaleza para cubrir sus
necesidades de subsistencia, a la vez, esta intervención humana en el entorno natural ha
sido la causa principal y, porque no fatal, del deterioro del equilibrio que los procesos
naturales han desarrollado.
La tierra esta conformada por distintos ecosistemas íntegros, interconectados e
interdependientes entre si, cada uno de ellos poseen funciones vitales que determinan un
equilibrio dinámico y estable a la vez. Alterar, deteriorar o perder la diversidad
biológica de los ecosistemas significa que se ha producido un inadecuado uso del
espacio natural.
La puesta en producción de tierras para el cultivo agrícola y la ganadería en
Argentina no es algo nuevo, se inicia en las primeras décadas del siglo pasado cuando la
Nación se perfila ante el mundo como un país productor de carnes y granos.
Desde entonces, a medida que fueron tendiéndose los alambrados y los campos
de la región pampeana comenzaron a producir la riqueza de este país, comienza a la
vez, un proceso de desmonte intensivo sobre grandes extensiones de masas boscosas.
Lo significativo de este fenómeno es que la conversión de tierras montanas en campos
de cultivo o ganaderos no se ha detenido, sino que, continúa siendo un factor negativo
que incide sobre la superficie y estado de los bosques nativos argentinos.
Los documentos históricos señalan que en el año 1.915 existían en el territorio
nacional 110.000.000 de hectáreas de bosques; de las cuales en el año 1.956 sólo
quedaban 59.240.000 ha perdiéndose en dicho periodo 46.468.400 ha a un ritmo
promedio de 1.110.676 ha/año, registrándose en aquel entonces la mayor tasa de
deforestación de la historia nacional.
Estos datos confirman que la habilitación de tierras al proceso productivo
agrícola-ganadero ha sido a expensas de la tala de importantes superficies de bosques
naturales.
Como un antecedente nefasto de la destrucción implacable de los bosques
nativos se recuerda la ocurrida a principios del siglo pasado en el chaco santafesino. En
aquella región se produjo una sobreexplotación irracional del quebracho colorado;
especie arbórea única en el mundo que fue consumida por la ambición e indolencia
humana.
Este hecho es una excepción al desmonte por conversión de tierras que nos
permite tener una idea sobre cuáles eran los intereses, las concepciones de explotación
y el respeto hacia los recursos naturales boscosos de aquella época.
Mediante el uso de permisos de explotación forestal otorgados por el gobierno y,
luego, por la compra de tierras; capitales ingleses acceden a la propiedad de casi dos
millones de hectáreas en el Chaco santafesino y se instala la Compañía de Tierras,
Maderas y Ferrocarriles Ltda- The Forestal Land, Timber and Railways Limitedconocida como La Forestal.
El objetivo de esta empresa fueron los quebrachales del norte santafesino de los
cuales se extrajo el tanino, sustancia ácida y astringente requerida por la industria de la
curtiembre europea.
Nos cuenta Alberto Llambí Campbell sobre el quebracho colorado lo siguiente:
“…Esta variedad es la productora del más alto porcentaje de tanino, el treinta y tres
por ciento del extracto de quebracho y el sesenta y tres por ciento de tanino puro….. Su
elaboración empezaba en el monte, donde había que pelarlo o “desbastarlo”, es decir
hacharle la envoltura de madera blanca (sin valor) y dejar el rollizo con su corazón
bien limpio y colorado. Esa envoltura variaba de espesor de acuerdo a la edad de la
planta. De ciento cincuenta a doscientos años de vida puede tener hasta diez
centímetros de blanco, a este tipo de plantas las llamaban “blancudos”, en cambio, a
las plantas de más edad que podían pasar los mil años el “blanco” se reducía a uno o
dos centímetros”.1
En aquel entonces el país carecía de una legislación nacional forestal
conveniente que reglamentara la explotación, fomentara el cultivo o protegiera el
recurso en su integralidad. Sólo existían algunas disposiciones de carácter local en los
Códigos Rurales provinciales que concedieron a las autoridades locales competencias
para reglamentar y permitir la explotación de los recursos naturales que se encontraran
en sus jurisdicciones, entre ellos, los bosques nativos.
Esta legislación forestal local se origina a consecuencia de que la Constitución
Nacional no hace alusión expresa a la materia de bosques y, en consecuencia, no
quedaba establecida una competencia forestal nacional. Recordemos que la Nación
Argentina se organiza adoptando un sistema federal de gobierno de excepción con
respecto a las provincias que conservan aquellos poderes que no fueron delegados al
gobierno federal.
Mucha ha sido la tinta vertida en las páginas de la doctrina jurídica argentina
sobre la factibilidad de una legislación forestal con carácter local para unos, concurrente
para otros y nacional para quienes enfatizan un criterio integral de conservación y
explotación de las forestas argentinas.
Lo cierto y considerando que los bosques son ecosistemas autosuficientes y
completos que no reconocen límites políticos, que se originan, desarrollan y sustentan
en las distintas eco-regiones boscosas del país. Los esfuerzos por conservar estos
ambientes, su biodiversidad y los bienes y servicios que ofrecen al hombre deberían
canalizarse por una regulación única, sistémica sujeta a principios forestales
sustentables.
Al momento de tratarse el proyecto de ley de bosques en el Congreso Nacional
grandes extensiones boscosas venían siendo desvastadas a un ritmo constante y
alarmante, era necesaria la inmediata sanción de una normativa que protegiera y
garantizara la conservación de las forestas argentinas en interés público.
1
Llambi Campbell, Alberto:”La Gente Mi Gente”, p.56.
Se sabe que la Comisión Especial de Senadores que tuvo a cargo el proyecto de
ley de bosques, era partícipe de una solución nacional dada la importancia económica de
los recursos forestales para el país, se reconocía como conveniente una administración
uniforme que asegurara una explotación racional que no comprometiera la existencia de
las forestas nativas.
Sin embargo, los legisladores optaron por eludir la cuestión constitucional de
respeto a las autonomías provinciales y se sanciona en el año 1.948 la ley 13.273
denominada de Defensa de la Riqueza Forestal, actualmente vigente.
Panorama y Amparo Forestal en Las Leyes
Como se mencionó la primera ley-convenio en materia de bosques dictada por la
Nación es la 13.273 de Defensa de La Riqueza Forestal. La norma será de aplicación
provincial en la medida en que las provincias dicten sus normas locales de adhesión a la
ley nacional.
Con el transcurso de los años todos los estados provinciales han adherido al
régimen establecido por la13.273, que garantiza ciertos beneficios económicos para las
provincias adherentes, que, por su parte éstas están obligadas a crear un organismo
provincial de aplicación de la ley de bosques, crear un fondo provincial de bosques, en
base a los impuestos que graven a los frutos y productos forestales naturales; extender a
la jurisdicción provincial el régimen forestal federal y administrar sus bosques con
sujeción al mismo, conceder exenciones impositivas, coordinar las funciones y servicios
de los organismos provinciales y comunales encargados de la conservación y fomento
forestal y coordinar con la autoridad forestal federal los planes de forestación y
reforestación y la explotación de los bosques fiscales, provinciales y comunales.
La ley argentina 13.273, define al bosque en su art. 1 como:” toda formación
leñosa, natural o artificial, que por su contenido o función sea declarada tal por los
reglamentos “; por su parte la Ley de Montes, de 8 de Junio de 1.957,art.1 ap.3 y su
Reglamento de Montes DECR 485/62, art.4 ap.1, de España, entiende por “monte o
terreno forestal la tierra en que vegetan especies arbóreas, arbustivas, de matorral o
herbáceas, sea espontáneamente o procedan de siembra o plantación”; en igual sentido
se expresa la Ley 6/1988, de 30 de Marzo Forestal de Cataluña, en su art. 2, inc, a:“son
terrenos forestales o bosques: los suelos rústicos poblados de especies arbóreas o
arbustivas, de matorrales y hierbas”.
En tanto que el Regio Decreto italiano de 30 de Diciembre de 1923, Nº 3267,
texto fundamental de la legislación forestal de Italia, no contiene una definición de
bosque. Circunstancia que llevó a la”normazione regionale” a identificar los criterios de
individualización de lo que debe entenderse como “area boscata”. Y en la doctrina y
jurisprudencia italiana es utilizada la definición dada por el Istituto Centrale di
Statística, éste considera bosque a:” una superficie de terreno no inferior a media
hectárea, que contenga plantas forestales leñosas, arbóreas y/o arbustivas…y sea
susceptible de tener una función indirecta sobre el clima y el régimen de las aguas”.
En las diferentes legislaciones lo peculiar del objeto jurídico protegido“bosque”
está dado por las distintas funciones que éste cumple: social, productiva, ecológica,
hidrológica, recreativa, paisajística, ambiental, etc; esta “multifuncionalidad” del bosque
particulariza a la tierra sobre la cual se asienta, que por sus condiciones edafológicas es
llamada tierra forestal.
En este sentido se sabe que los componentes esenciales de los ecosistemas
forestales son: el agua y el suelo ya que estos elementos sustentan el funcionamiento y
la capacidad productiva de los mismos. Así, los bosques cumplen una función esencial
en la conservación de estos recursos, protegiendo los suelos de la erosión, reciclan los
nutrientes y regulan las cuencas hidrográficas.
Esta es la complejidad del bien jurídico reconocido y el Estado debe garantizar
en interés público su conservación y promoción. Y, lo hace sometiendo a la propiedad
de los bosques a limitaciones y restricciones, es decir, se limitan los poderes de decisión
al titular del bien bosque o tierra forestal salvaguardando el interés de la comunidad en
el mejor aprovechamiento de estos bienes.
En este punto, Almuni califica a la propiedad forestal como una propiedad
“funcionalizada2”; por su parte Michelle Tamponi la llama propiedad
“despatrimonializada”3; en tanto que Alba Bianchetti la reconoce como una propiedad
“vinculada4”, a la función social que cumplen los bosques de donde se deduce la
necesidad de una regulación distinta.
La Ley de Defensa de La Riqueza Forestal, 13.273 del año 1.948 utiliza el
criterio social de la propiedad de los bosques y, en su originario artículo 1 declaraba:”de
interés público la defensa, mejoramiento y ampliación de los bosques. El ejercicio de
los derechos sobre los bosques y tierras forestales de propiedad privada o pública, sus
frutos y productos, queda sometido a las restricciones y limitaciones establecidas en la
ley”.
Posteriormente, en el año 1.973 se modifica la ley de bosques con la sanción de
la ley 20.531 que agrega al artículo 1:”su regeneración y la promoción del desarrollo e
integración adecuada a la industria forestal”
En este sentido se perfila una legislación de bosques de carácter tuitivo que
garantiza la vocación especial de las forestas, su función social y, además, limita y
restringe el ejercicio regular del derecho de propiedad en interés público.
Con el correr de los años la ley de Defensa de la Riqueza Forestal 13.273 resultó
modificada por diversas normas; en el año 1.995 con el fin de actualizar su contenido
mediante la incorporación de nuevos conceptos foresto-industriales el Poder Ejecutivo
decide aprobar por Decreto 710 un texto ordenado de la legislación de bosques; en
líneas generales se mantiene el cuerpo legal, pero se suprimen ciertos artículos entre
ellos el artículo 1 que consagraba el interés público, que es en definitiva, el que
impregna a toda la norma.
Sin dudas que la modalidad de modificar leyes mediante decretos es una
manifiesta contrariedad que, no sólo, violenta a las garantías constitucionales, también,
altera la seguridad jurídica de una Nación.
La ley en general se ocupa de prescribir una regulación que reasegura la función
social que cumplen los bosques tanto los nativos como los artificiales, su valor
estratégico, su importancia recreativa, paisajística, su función edafológica en términos
de protección del suelo contra la erosión hídrica o eólica y de las cuencas, su
importancia para la regulación de climas, defensa, seguridad y sanidad nacional,
albergue y protección de la fauna y flora.
Almuni, Carlos: “La Autonomía del Derecho Forestal”, JA, 1979-III-734.
Tamponi, Michele:” Profilo Odierno della Propietá Forestale”,Revista di Diritto Agrario, 4/20, Anno
LXIII, 1984.citado por Alba de Bianchetti, en” Aspectos Jurídicos de La Actividad Forestal”
4
Bianchetti, Alba:” Aspectos Jurídicos de la Actividad Forestal”, p.90.
2
3
De acuerdo a estas funciones o destinos la norma clasifica a los bosques en:
protectores, permanentes, experimentales, montes especiales y bosques de producción;
sujetos a tres regímenes forestales: común, especial y el de bosques fiscales.
La norma consagra como regla general aplicable a las distintas categorías de
bosques “la prohibición de devastar los bosques y tierras forestales y la utilización
irracional de productos forestales”; además se enumeran las cargas y restricciones a la
propiedad de los bosques protectores, entre ellas, “dar cuenta en caso de venta o de
cambio en el régimen de la propiedad”.
De este modo, la propiedad de los bosques es controlada por el poder de policía
del Estado que se presenta, a la vez, como preventivo: la explotación de los bosques
naturales esta condicionada a la previa autorización de la autoridad forestal competente
y siempre que se acompañe el plan de manejo; conservacionista: la explotación de los
bosques fiscales de producción podrá realizarse previo relevamiento forestal, y se
apruebe el plan dasocrático; asimismo, los trabajos de forestación y reforestación en los
bosques protectores serán ejecutados por el Estado o el propietario, con la supervisión
técnica de la autoridad forestal; y, por último, represivo: las contravenciones forestales
son pasibles de multas, decomiso, inhabilitación para obtener concesiones, permisos o
franquicias, además, se puede iniciar las acciones civiles y criminales que correspondan.
Este somero bosquejo de una ley que cuenta muchos años, que instauró un
sistema ampliamente conservacionista y que aun está en vigencia demuestra que a pesar
de su existencia y, sobretodo, de su contenido jurídico poco se ha respetado el recurso
forestal del país.
En el año 1.994 cuando se produce la reforma de la Constitución Nacional se
introduce en el nuevo artículo 41 de la Carta Magna argentina la variable ambiental que
garantiza a las nuevas generaciones un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.
Los bosques argentinos, como recursos naturales, se ven amparados por
preceptos constitucionales. La nueva dimensión ambiental establecida tiene sus orígenes
en la Declaración de Estocolmo del año 1.972 de la ONU y, principalmente, después del
Informe Nuestro Futuro Común -Informe Bruntland- sobre el desarrollo sostenible.
Los nuevos criterios emergentes se caracterizan por su “transversalidad”5, esto
significa que se impregna con valores ambientales todo el ordenamiento jurídico y van
dirigidos “a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del
patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica.”
A los fines de asegurar la protección, el disfrute racional y económicamente
sustentable de los recursos naturales, entre ellos los bosques y el suelo en el que se
sustenta, corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los “presupuestos
mínimos” de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin
que las primeras alteren las jurisdicciones locales.
5
Zeledón Zeledón, Ricardo: “Sistemática del Derecho Agrario”, p. 57.
La norma constitucional manda a la Nación cumplir con el dictado de pautas o
indicadores a seguir con valores ambientales básicos dirigidos a la preservación de los
recursos naturales y el ambiente. Por ello, en el año 2.001 se sanciona la Ley General
del Ambiente 25.675 que establece los “presupuestos mínimos”, definidos en su art. 6
como: “toda norma que concede una tutela ambiental uniforme o común para todo el
territorio nacional, y tiene por objeto imponer condiciones necesarias para asegurar la
protección ambiental. En su contenido, debe prever las condiciones necesarias para
garantizar la dinámica de los sistemas ecológicos, mantener su capacidad de carga y, en
general, asegurar la preservación ambiental y el desarrollo sustentable”.
No se trata de un cuadro sistémico sino limitado a consagrar líneas de acción de
carácter obligatorias. Estos presupuestos deben ser complementados por las provincias a
quienes “les corresponden el dominio originario de los recursos naturales existentes en
sus territorios”, (art: 124 CN). Lo que obliga a los estados provinciales a establecer una
política ambiental, tomar decisiones, fijar estrategias, planes y programas de gestión
ambiental compatible con el marco regulatorio establecido por la Ley General del
Medio Ambiente, 25.675 que, además, se erige en rectora de toda interpretación
normativa,(art.:4).
Por su parte las recientes leyes-convenio sobre forestas dictadas conforme al
Programa de Desarrollo Forestal encauzado por el gobierno nacional resaltan los nuevos
criterios de manejo sustentable. La Ley de Inversiones para Bosques Cultivados, 25.080
del año 1.999 dispone en su art. 5 que:” los bosques deberán desarrollarse mediante el
uso de prácticas enmarcadas en criterios de sustentabilidad de los recursos naturales
renovables. Todo emprendimiento forestal o forestoindustrial, deberá incluir un estudio
de impacto ambiental, y asegurar adoptar las medidas adecuadas que aseguren la
máxima protección forestal, determinadas por la Autoridad de Aplicación…”.
Esta ley en su art. 31 modifica el artículo 2 de la ley de Estabilidad Fiscal 25.857
del año 1997; aplicable a los bosques nativos. Esta norma define a la “actividad
forestal”, como el conjunto de operaciones dirigidas a la implantación, restauración,
cuidado, manejo, protección o enriquecimiento de los bosques nativos.
Además, reconoce como “manejo sustentable del bosque nativo”, a la
utilización controlada del recurso forestal para producir beneficios madereros y no
madereros a perpetuidad, con los objetivos básicos del mantenimiento permanente de la
cobertura forestal y la reserva de superficies destinadas a la protección de la
biodiversidad y otros objetivos biológicos y ambientales.
En pos del bienestar general de la comunidad el Estado ensambla
armónicamente la conservación de los recursos forestales con la promoción forestal.
Para esto las distintas direcciones o secretarias forestales provinciales y nacionales
encargadas de la aplicación de las leyes sobre bosques estructuran sus actividades
acorde a las potestades reglamentarias conferidas, respetando los límites establecidos en
el art. 99 inc.2 de la Constitución Nacional que establece que el Ejecutivo debe
abstenerse de alterar el espíritu de las leyes con excepciones reglamentarias.
Las administraciones forestales ejercen sus potestades a través de diversos actos:
Autorizan: la explotación de los bosques naturales siempre que se acompañe el plan de
manejo, (art.12, ley 13.273 t o. Dto. 710/95); además, debe incluirse un estudio de
impacto ambiental, (art.5, ley 25.080).
Fomentar: la existencia de bosques y montes artificiales, no será computada para la
determinación del valor imponible de la tierra, (art.40, ley 13.273 t o. Dto. 710/95); los
emprendimientos forestales gozarán de estabilidad fiscal por el término de hasta 30
años, contados a partir de la fecha de la aprobación del proyecto respectivo. Plazo que
puede ser extendido hasta un máximo de 50 años, (art. 1 y 8, ley 24.857); la devolución
del IVA, correspondiente a la compra o importación definitiva de bienes, locaciones, o
prestaciones de servicios, destinados efectivamente a la inversión forestal del proyecto,
en un plazo de no mayor de 365 días, (art.10, ley 25.080); los titulares de proyectos
forestales con una extensión inferior a 500 ha podrán recibir un apoyo económico no
reintegrable el cual consistirá en un monto por hectárea, variable por zona, especie y
actividad forestal, (art.17, ley 25.080).
Aprobar: el plan dasocrático y el deslinde, la mensura y amojonamiento de los bosques
fiscales, (art.26, ley 13.273 t o Dto. 710/95); los trabajos de forestación y reforestación
en los bosques protectores serán ejecutados por el Estado o el propietario, con la
supervisión técnica de la autoridad forestal, (art.15, ley 13.273 t o Dto 710/95); los
proyectos de inversión, (art.24, ley 25.080).
Conceder y permitir: la extracción de productos forestales, (art.29, ley 13.273 t o Dto.
710/95).
Fiscalizar: en los casos de presunta infracción, los funcionarios públicos, nacionales,
provinciales o municipales, deben denunciar el hecho a la autoridad más cercana,
(art.52, ley 13.273 t o Dto. 710/95).
Sancionar: en caso de contravenciones forestales, la aplicación de sanciones por
infracciones lo será sin perjuicio de las acciones civiles y criminales que correspondan,
(art. 46, ley 13.273 t o Dto 710/95); toda infracción a la ley será sancionada en forma
acumulativa con: caducidad total o parcial del tratamiento otorgado, devolución del
monto del subsidio otorgado con las actualizaciones e intereses, restitución de los
impuestos no abonados, multas, (art.28, ley 25.080).
Este es el panorama legal argentino sobre forestas, las leyes “están”, determinan,
definen, protegen, fomentan y sancionan. En lo referente a los bosques nativos, los
criterios conservacionistas y de desarrollo sustentable que deben seguirse se
“leen”claramente, todo el instrumental legal está dispuesto.
El interrogante que surge es: ¿porqué los bosques nativos desaparecen?, Cuál es
la causa de la inoperancia de las leyes que protegen con “buena letra y criterios” a los
recursos naturales siempre verdes de las forestas nativas?
La mejor forma de responder a los interrogantes planteados y, de esta manera,
determinar la causa principal de la desaparición de extensas superficies boscosas es
comenzar por reconocer que se ha establecido una nueva estructura agraria cuyos
actores son las grandes empresas locales agrupadas en joint ventures o empresas
trasnacionales.
Estos actores hegemónicos apuntan a la explotación intensiva de la tierra y están
orientados al mercado externo por consecuencia la única lógica que reconocen es que
las hectáreas deben sumarse al manejo utilitario de sus intereses.
Se construye un nuevo espacio rural cuyo modelo extremo es la determinación
del capitalismo y del consumo, al decir de Joan Eugeni Sánchez, “el espacio no
representa un área a dominar por sí misma, sino en función de obtener de ella un
provecho económico que, de hecho, representa un aumento de poder a través de las
riquezas naturales y/o la producción y de la fuerza de trabajo movilizada. En este
razonamiento se halla implícito el verdadero valor del espacio y su papel real6”.
Un dato a tener en cuenta que no deja de sorprender, en la región norte y centro
del país desaparecen superficies boscosas al ritmo implacable de las topadoras, en la
localidad de Matorras, a unos 260 kilómetros al noreste de la capital salteña la tasa
anual de deforestación es tres veces superior al promedio mundial.
Tampoco las áreas protegidas de esta provincia están a salvo, Greenpeace ha
denunciado mediante un comunicado de prensa que el gobernador Juan Carlos Romero
impulsa la venta de la reserva natural de Pizarro, una zona única donde confluyen dos
ecosistemas en peligro, los montes del Gran Chaco y la selva de Yungas. En la región,
vive la etnia wichi y una comunidad criolla, la misma alberga decenas de especies
animales y vegetales en delicado estado de conservación.
La expansión de la frontera agrícola agrupa una serie de consecuencias
concatenadas unas con otras y todas son alarmantes:
Desaparición por desmonte de los recursos forestales naturales y de su
diversidad genética. Se arrasan importantes superficies ricas en biodiversidad,
los lugares más castigados en el país: son las selvas de Yungas y la misionera, el
monte chaqueño y Tartagal, en Salta.
La acelerada deforestación provoca la degradación química del suelo; fenómeno
que se genera mediante un proceso lento de disminución de los nutrientes que
posee el suelo originariamente. Anualmente, Argentina exporta millones de
toneladas de nutrientes naturales que no se recuperan de manera sustentable y
los fertilizantes sólo corrigen parcialmente la carencia. Además, la sustitución de
la vegetación autóctona por cultivos alóctonos, las labranzas excesivas y la
fertilización abundante aceleran la acidificación del suelo.
La tenencia a gran escala de nuevas áreas implica un nuevo mecanismo de
acumulación fundiaria, desigual, que desplaza al modelo tradicional de
producción y de trabajo rural. La escala y la especialización productiva es la
lógica del capital dentro de las unidades económicas de producción, que
Sánchez, Joan Eugeni:” La Geografía y El Espacio Social del Poder”, p.27; e: “Expansiones de Frontera
Agrícola y Transformaciones Territoriales: procesos sociales diferenciales”, de Steimbreger Norma,
Radonich Marta, Bendini Mónica, en “Territorios y Organización Social de la Agricultura”.
6
responde a la dictadura del mercado globalizado que impone el régimen del
consumo.
El desarrollo capitalista agrario en zonas montanas de las regiones del NEA y NOA
avanza al ritmo de las carterpiller, a medida que caen los árboles se desprenden de la
tierra los nativos, los desplazados, los ignorados de siempre obligados a emigrar a la
áreas urbanas marginales. Otros, los más afortunados, acceden a un mercado laboral
precarizado en donde abundan trabajadores y puestos de trabajo de baja calificación.
El panorama es complejo y desolador lo único cierto es que se perdieron más del
70 % de nuestros bosques autóctonos mediante un manejo irracionalmente extractivo.
No ha existido una política forestal planificada y las leyes se mantienen en el olvido de
los que deben ejecutarlas.
Mientras tanto el 30% de bosques nativos que se mantienen en la frescura de sus
raíces, corren peligro de extinción. De hecho sus especies arbóreas y animales se
encuentran amenazadas, como: el pino paraná y el palo rosado, en Misiones; los
lapachos, las quenoas y el roble amburana, en la selva de Yungas; el palo santo y
algunas especies de quebracho, en el Chaco; y los alerces y algunas araucarias y
cipreses, en el Sur.
Vientos de Cambios
Nuestro patrimonio forestal originario está en peligro de extinción, sin embargo,
ante la gravedad del problema, en los últimos meses, soplan vientos de cambios sobre el
bosque nativo.
Algunos “concientes” de la situación han puesto en marcha el viejo andamiaje
jurídico de protección de las forestas.
En el pasado mes de Junio la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo
Sustentable de la Provincia de Santa Fe intimó al establecimiento Los Guasunchos,
ubicado en la localidad de Villa Minetti, departamento 9 de Julio, para que "en forma
inmediata suspenda las tareas de desmonte o deforestación". La empresa de capitales
belgas posee una superficie de 11 mil hectáreas, de las cuales 5.800 corresponden a
monte nativo.
La medida se origina a consecuencia de no haberse cumplido con lo establecido
en las leyes vigentes sobre bosques, referentes a las actividades de desmonte o
explotación. Como se ha señalado en su momento las leyes indican que para realizar
cualquier actividad de desmonte debe efectuarse una presentación ante la Autoridad
competente; en este caso son de aplicación la ley nacional 13.273 de Defensa de La
Riqueza Forestal, la ley provincial que adhiere a la misma 3.657, reglamentada por los
decretos 9.956 y 13.616/56 en los que se declara zona de forestación a los
departamentos Vera, General Obligado, 9 de Julio y San Javier, fijando normas para la
explotación de los bosques que se hallan en terrenos privados.
En este contexto, se obliga a los particulares a solicitar un permiso de desmonte
ante la repartición junto a un plan de trabajo y a un estudio de impacto ambiental, que
deberán ser aprobados por el organismo competente.
Es oportuno destacar la labor de la Secretaría de Medio Ambiente de la Provincia
de Santa Fe, que viene trabajando en una campaña de concientización y difusión sobre
la conservación de los bosques nativos.
Sobre el tema, recientemente, la Cámara de Diputados de la provincia ha
aprobado por unanimidad la prohibición por 180 días de la tala rasa, desmonte o quema
de los espacios forestales nativos o de especies exóticas.
Además, el articulado aprobado por Diputados establece como medida punitoria,
sin perjuicio de las sanciones administrativas y penales fijadas en las normas vigentes,
que quien infringiere lo dispuesto estará obligado a recomponer, rehabilitar o mitigar el
daño ocasionado según correspondiere.
Otro elemento importante es que en el transcurso del plazo establecido se
elaborará un mapa de los bosques nativos y otro sobre el riesgo forestal de la provincia,
identificando en cada caso la ubicación del predio, la superficie en hectáreas, y la que
ocupa el bosque nativo, titulares dominicales, descripción de especies y formaciones
que lo componen.
También se crea el Registro Provincial de Bosques Nativos y el Registro de
Riesgo Forestal de la Provincia de Santa Fe, para lo cual se instrumentarán convenios
con universidades públicas de la provincia y el Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA).
Las funciones de control y vigilancia de lo dispuesto por la ley, en caso de que el
Senado la sancione, estarán a cargo de la Guardia Rural Los Pumas de la policía, las
municipalidades y comunas y las organizaciones no gubernamentales.
Se estima que la medida tenga un tratamiento favorable en el Senado, de este
modo todo parece indicar que la política conservacionista seguida por el estado
provincial está bien encaminada.
El problema se repite en distintas provincias, en la provincia de Entre Ríos
queda menos del 10 % de la masa forestal nativa. El Foro Ecologista de la ciudad de
Paraná, los pueblos indígenas del Chaco (Toba – Qom, Wichí y Mocoví), como otras
organizaciones ecologistas del país han recurrido a la acción judicial de amparo
ambiental para frenar los desmontes.
Organismos internacionales como el Greenpeace Argentina propone que se
decrete de manera urgente una moratoria de dos años a los desmontes y analizar, con los
campesinos, el gobierno y el sector académico un plan de ordenamiento de uso del
suelo.
En un sentido similar, el Foro Ecologista de Paraná propuso en su acción judicial
un plazo de dos años para la elaboración de un plan de preservación, recomposición y
sustentabilidad del Bosque Nativo de Entre Ríos, y el mantenimiento de la Emergencia
Ambiental en la provincia hasta tanto no se dicte la normativa correspondiente.
En el orden nacional fue creado por Decreto Nacional 1332/02 el Programa
Social de Bosques “ProSoBo”, en el ámbito de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo
Sustentable que depende de la SAGPyA, para brindar asistencia técnica y financiera
tendiente a realizar obras de restauración y aprovechamiento sustentable de las masas
forestales nativas y de incremento del área forestada nacional.
El ProSoBo tiene como objetivo brindar asistencia técnica y financiera tendiente
a realizar obras de restauración y aprovechamiento sustentable de las masas, el
Programa está dirigido a favorecer a comunidades rurales concentradas y dispersas,
contribuyendo a evitar su desarraigo, y asegurando la sustentabilidad de las actividades
que promueve, mediante la autogestión, la organización y la participación comunitaria.
Las potenciales actividades de restauración y aprovechamiento sustentable de las
masas forestales nativas o de forestación impulsadas por el ProSoBo se identificarán a
partir de situaciones de necesidad que surjan de manifestaciones espontáneas de la
población, solicitudes de intervención por parte de Municipios u otras autoridades,
ONGs, entidades religiosas, etc., o bien a partir de iniciativas surgidas de estudios de
base realizados por el Programa.
La mecánica prevista para las intervenciones incluye la recepción de propuestas
preliminares, la evaluación de la factibilidad y encuadre de las mismas en los objetivos
del Programa, la evaluación de la aptitud de las tierras a intervenir, la evaluación de la
capacidad institucional y operativa del Ente Ejecutor propuesto, la aprobación de los
proyectos, la asignación de los fondos de acuerdo a la disponibilidad presupuestaria, la
provisión de asistencia técnica, insumos y financiación, la supervisión y monitoreo de
las intervenciones y la difusión de resultados para su réplica y diseminación.
Actualmente, algunos proyectos han sido aprobados y otorgado parte de los
subsidios y se encuentran en proceso de ejecución con muy buenos resultados y a la
espera de las segundas partidas pendientes de otorgamiento en el Ministerio de Salud.
Por resolución262/03 se han suspendido la recepción de proyectos orientados a
buscar asistencia financiera del ProSoBo. La medida se debe a que la Secretaría de
Ambiente y Desarrollo Sustentable ha recibido una cantidad importante de proyectos,
provenientes de la mayor parte de las provincias del país, los cuales requieren una
primera evaluación técnico-jurídica que determine su correspondencia con las áreas de
intervención y asistencia atendidas por el Programa para, asimismo, estimar el nivel de
compromiso con las comunidades a las que van dirigidas, y analizar el grado de
sustentabilidad de las actividades forestales diseñadas, conforme a los parámetros
contenidos en el Programa.
Otra razón por la cual se ha suspendido la entrada de proyectos es debido a que
las disponibilidades presupuestarias del Programa Social de Bosques no se adecuaban al
importante ingreso de propuestas. Si este año se aprueba en diputados la partida
presupuestaria en el año 2.005 se estará en condiciones de subsidiar los proyectos que
están en proceso de ser aprobados.
Sin dudas que el problema de los bosques nativos es un tema preocupante, que la
aplicación de las normas existentes es precaria, desorganizada y en la mayoría de los
casos es ineficiente. Se debe trabajar mucho en la preservación de estos recursos
naturales mediante la elaboración de políticas de planificación que salvaguarden los
ecosistemas y especies protegidas.
La conclusión más importante es que Argentina tiene sólo un 12% de su
superficie cubierta por bosques nativos, cuando los especialistas consideran que por
debajo del 20%, las consecuencias ambientales se magnifican alarmantemente.
CONCLUSIÒN
Queda de manifiesto que, desde siempre, las distintas ecoregiones forestales
argentinas han sufrido las contingencias irreversibles de la intervención antrópica.
Sin dudas que la principal y la más avasallante de las causas que condenan a los
bosques nativos a una muerte cierta es la inconciencia humana. Desde quienes atomizan
sus energías en el logro de una mayor productividad agrícola o forestal, sustentada en la
concentración de la propiedad y uso de la tierra de manera extrema. Hasta, la de
aquellos que deben garantizar su conservación, la explotación y el desarrollo sustentable
de los recursos arbóreos autóctonos. Y, sobretodo, cumplir con las disposiciones
administrativas de control, gestión y fiscalización establecidas en la legislación forestal
argentina.
Esta síntesis, presenta una cuestión de apatía social, coyuntural y política de
muchos obligados a proteger el patrimonio forestal argentino. La ignorancia
desencadena finalmente la incapacidad, la inoperancia y multiplica la complejidad de
los problemas.
Los resultados marcan estadísticas y la disminución o extinción de la
variabilidad genética de los ecosistemas forestales nativos no es otra cosa más que la
transformación de los bosques nativos en monocultivos.
Asimismo, la expansión de la frontera agrícola produce y redefine los espacios
rurales. Por un lado, se instaura un proceso moderno, atomizador y excluyente y, por el
otro, se acentúa la marginalidad social de aquellos que encuentran en los bosques la
única manera de sobrevivir.
La legislación forestal necesita nutrirse para aportar una regulación acorde con
las exigencias del desarrollo sostenible y multifuncional del siglo XXI.
Al mismo tiempo, para facilitar las condiciones que estimulen a la sociedad a un rol más
participativo sobre lo importante que es amparar “en comunidad” estos espacios.
Debe revalorizarse el sector forestal nativo por cuanto de todos los beneficios
que se puedan extraer de él, el principal es la consolidación del bien común de las
generaciones futuras; por tal razón es preciso procurar el bienestar general de las
forestas.
La información, el conocimiento, la sabiduría y la experiencia son elementos con
los que cuenta el hombre para amparar a los bosques. Entonces, así como el árbol toma
lo que necesita para su vida del suelo y del aire, pero con la ventaja suprema de que ese
árbol siempre devuelve a la naturaleza aquello que ha tomado.
El hombre debe tomar ese ejemplo para mantener el equilibrio de la vida y no
actuar con egoísmo y comprometer el futuro crecimiento y desarrollo de los bosques
nativos argentinos.
En definitiva, de todo lo expuesto, sólo una cosa es cierta:
”.........más de cien veces cayeron sus hojas, tras ellas,
queda el consuelo de la primavera.
Su vida cuenta muchos años.
.............y su riqueza es armonía.”
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