Trash – Desechos y esperanzas

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Temporada Nº 62
Exhibición Nº
Con el apoyo del INCAA y la gerencia de Espacios INCAA
7973 7974
▫ Fundado por Salvador Sammaritano
▫ Fundación sin fines de lucro
▫ Miembro de la Federación Argentina de Cine Clubes
▫ Miembro de la Federación Internacional de Cine Clubes
▫ Declarada de interés especial por la Legislatura de la Ciudad de Bs. Aires
Espacio INCAA
Cine GAUMONT
Usted puede confirmar la película de la
próxima exhibición llamando al 4825 4102
o escribiendo a: [email protected]
Buenos Aires, lunes 11 de mayo de 2015
Todas las películas que se exhiben deben considerarse
Prohibidas para menores de 16 años
VEA CINE EN EL CINE – VEA CINE EN EL CINE - VEA CINE EN EL CINE
TRASH – DESECHOS Y ESPERANZAS
(Trash, Inglaterra / Brasil - 2014)
Dirección: STEPHEN DALDRY. Guion: Felipe Braga, Richard Curtis, Andy Mulligan. Dirección de
Fotografía: Adriano Goldman. Música original: Antonio Pinto. Diseño del film: Tulé Peak. Montaje: Elliot
Graham. Mezcla de sonido: Paulo Ricardo Nunes. Vestuario: Bia Salgado. Dirección de arte: Pedro Equi.
Elenco: Rooney Mara (Olivia), Martin Sheen (Juilliard), Wagner Moura (José Angelo), Christiane
Amanpour, Selton Mello (Frederico), André Ramiro (Marco), Rickson Tevez (Raphael), Jesuíta Barbosa
(turco), Gabriel Weinstein (Rato), Eduardo Luis (Gardo), Maria Eduarda (Pia), Daniel Zettel, José Dumont
(Carlos), Nelson Xavier (Jefferson), Gisele Fróes (esposa de Santos), Stepan Nercessian (Santos).
Producción: Bel Berlinck, Tim Bevan, Eric Fellner, Kris Thykier, Pip Williams. Productoras: O2 Filmes,
PeaPie Films, PeaPie Films, Working Title Films. Duración: 114’.
Este film se exhibe por gentileza de Distribution Company
El Film
Dos niños de las favelas de Río encuentran una cartera en el basurero donde buscan a diario,
pero no se imaginan que este descubrimiento cambiará sus vidas para siempre. Cuando la
policía local aparece para ofrecerles una generosa recompensa por la cartera, los dos chicos,
Rafael y Gardo, comprenden que han encontrado algo importante. Deciden recurrir a su amigo
Rato, y los tres se lanzan a una extraordinaria aventura para intentar quedarse con la cartera y
descubrir el secreto que esconde. En el camino, deberán distinguir entre amigos y enemigos,
juntar las piezas del rompecabezas para entender la historia de José Angelo, el dueño de la
cartera, y aprender a no fiarse de la policía, especialmente del peligroso Federico. Dos
misioneros estadounidenses que trabajan en la favela, el decepcionado padre Julliard y su
joven asistente Olivia, quizá tengan la clave para encontrar la solución.
Trash está dirigida por Stepehn Daldry a partir de un guión de Richard Curtis basado en la
novela Reyes de la basura de Andy Mulligan.
Para la Grecia clásica, y en particular para Aristóteles, la corrupción es stasis, es decir, lo
contrario de equilibrio, límite o moderación. La corrupción supone la degeneración del cuerpo
político o de la forma de gobierno que lo ordena y, de este modo, llega a identificarse con
desintegración, enfermedad, pérdida de identidad, de salud o de poder de la politeia. Todo se
reduce a que la corrupción genera comunidades sin política (tiranías) o políticas sin comunidad
(esto es, sin posible referencia al interés común y disueltas en lucha faccional generalizada).
Los protagonistas de Trash son tres simpáticos pordioseros, que viven entre la inmundicia de
una barriada de casas levantadas sobre pilotes a orillas de un vertedero de basura. Rafael y
Gardo, unos adolescentes que se ganan la vida escarbando entre la basura. Rafael encuentra
una cartera con dinero y algo más. Junto a Gardo van en busca de Rato para esconder lo
encontrado al saber que la policía busca con denuedo esa cartera. El dueño es José Angelo
que al ser perseguido por la policía se deshace de ella. El encargado de la búsqueda es
Frederico un policía sin escrúpulos que obedece las órdenes de un político. Ayudando a esta
comunidad desfavorecida se encuentra un misionero americano, Padre Julliard, y una joven
voluntaria, Olivia. Esta es en apenas diez líneas la sinopsis de Trash, una historia basada en la
novela de Andy Mulligan, Reyes de la basura, que sitúa la acción en Río de Janeiro. Pero el
escritor no fijó una determinación geográfica. La basura existe en cualquier ciudad y, muy
lamentablemente, la corrupción también.
¿Qué es lo que contiene la cartera? ¿Qué es eso tan importante que hace que la policía se
ponga a remover todo un vertedero para buscarla? ¿Qué es eso que ha guardado Angelo con
tanto celo y que trae en jaque a medio estado?
Lo que viene a poner encima de la mesa Trash es esas grandes diferencias que existen entre
la vida mísera, paupérrima de los habitantes de las favelas, de los barrios marginados que
están tan lejos y tan cerca de las playas de Ipanema; esas playas que para los habitantes de
estos barrios son como postales, unos paraísos que les están vedados. Un tema que es de
plena actualidad ya que Brasil acogió el Campeonato del Mundo de fútbol y será el país
encargado de acoger los próximos juegos olímpicos, encontrándose un tanto «alterado». A
pesar del auge económico del país, los pobres siguen siendo muy pobres y los ricos siguen
haciendo de las suyas. Aquí la vida siempre es jodida para los mismos.
No sabría decir si Trash es una fábula destinada a los adolescentes o es una denuncia social
para los mayores o un cuento con moraleja destinado a todos los públicos. Trash es un thriller
con momento intensos, es una película de aventuras, no muy compleja en el desarrollo de su
argumento, e interpretada por tres jóvenes que aportan mucha frescura. Y también, casi, es un
docudrama. Los tres jóvenes, actores ocasionales (apenas sabían lo que era la industria del
cine), son el alma de Trash. El trío aporta savia en forma de inocencia, ingenuidad, picaresca,
el humor y la ternura. Desde los primeros planos se hacen querer y pronto empatizamos con
ellos, con su desproporcionada lucha entre David y Goliath. Ellos son los que tiene la ética de
hacer lo correcto a pesar de que ello les suponga la muerte o verla de muy cerca. Ellos son el
perfume del vertedero, el oxígeno que entra por las sucias callejuelas de las favelas. Son el aire
fresco frente a lo tóxico de las corrupciones políticas e institucionales de Brasil. Nos sentimos
cercanos a los pilluelos protagonistas porque, en el fondo, queremos que triunfe lo correcto, lo
que se debe hacer: denunciar la extorsión y que la policía encierre al malo y se persiga el
crimen. A esta alturas no desvelo mucho si digo que el contenido de la tan ansiada cartera tiene
que ver con unos papeles («los papeles de Angelo») que ponen en peligro la carrera de un
político, muy ufano él no titubeaba en llevar una contabilidad de los ingresos ilícitos (estos
«prendas» no dudan en jactarse de anotar lo mucho que roban y de cómo van engrosando sus
cuentas). Aquí y allá vivimos en una sociedad enferma. Y ellos, los «malos» los políticos, la
policía o todo aquel que sucumba a la corrupción son los ladrones de muestras esperanzas.
Estamos hartos de buenas palabras mientras que los hechos aseveran lo contrario. Acepto de
buen grado que una película me muestra esos lugares desagradables, opresivos, donde no
impera la ley y que no están tan lejos de nosotros. Trash nos invita a la reflexión, sin recrearse
en el lado oscuro de la violencia física.
Rafael es un chico obcecado. Travieso, pero muy valiente. Se lleva lo suyo por ser así. Pero se
muestra inquebrantable a pesar de su corta edad. O espabilas o te llevan por delante. Gardo es
altanero, un tanto chuleta que no rehúye la confrontación con quien sea. Y Rato es un
marginado dentro de los suburbios. Se conoce las cloacas como la palma de su mano y por
ellas se desenvuelven para evitar a la policía. Los tres harán de la amistad y de la lealtad sus
mejores armas. A pesar de su corta edad, casi tienen que desempeñar dos papeles cada uno
de ellos, ya que son los protagonistas de una especie de documental que recoge las vicisitudes
por las que han tenido que pasar («si estás viendo este vídeo es que…»). La cámara de vídeo
doméstico dentro de la cámara de cine. El cine dentro del cine. A su lado, apoyando a estos
pillos se encuentra un misionero, el Padre Julliard, algo borrachín, que está de vuelta de todo, al
que le ayuda una activista del voluntariado, Olivia, que desempeña labores de profesora, ambos
americanos e interpretados por un solvente Martin Sheen y una convincente Rooney Mara.
Atención a esta actriz que sube como la espuma.
Al hablar de Stephen Daldry es inevitable no referirse a su gran éxito Billy Elliot (2000).
Después ha afrontado, con mayor o menor éxito, adaptaciones de novelas exitosas como Las
horas (2002), El lector (2008) o Tan fuerte, tan cerca (2012). Para esta ocasión ha contado
con la adaptación de la novela de Andy Mulligan a Richard Curtis un mago de la comedia con
guiones tan emblemáticos como Cuatro bodas y un funeral (1994), Notting Hill (1998), El
diario de Brigdet Jones (2001) o Radio encubierta (2009) y director de otro taquillazo como
Love actually (2003). Con la aportación de este último, Daldry se garantizaba cierto toque de
humor en la digestión del drama.
Al igual que hemos situado al director, debemos de hacerlo con la película. Trash, se encuentra
en la línea de Slumdog Millionaire (Danny Bolye, 2008) al tener un desarrollo parecido: tratar
un tema serio relacionado con la naturaleza humana y con un paisaje muy similar. Y también
con Ciudad de Dios (Fernando Meirelles, 2002, director de la magnífica y comprometida
película El jardinero fiel, 2005) por estar ambientada en la favelas de Río. Ambas pueden ser
sus referencias.
Buena fotografía y buena banda sonora son otros de los aspectos técnicos que solventan con
nota. Trash es una película de aventuras, con escenas vibrantes de persecución por medio de
las favelas, resuelta con acierto e interpretada por un trío de jovenzuelos que nos cautiva.
Lucha de clases y un gran sentido de la honestidad, pero también es una cinta que pone el
acento en esa terrible lacra de nuestra sociedad: la corrupción.
(Extraído de http://revistaatticus.es/)
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