Chile, país de gordos

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Chile, país de gordos
En 30 años, los chilenos han vivido una transición paralela a la política: la de su salud. Desde un ambiente de alta
mortalidad infantil, desnutrición y enfermedades infecciosas a principios de los 70, a uno donde el deceso de recién
nacidos y niños es escaso y la tasa de las llamadas enfermedades crónicas no transmisibles, especialmente la
obesidad, alcanza un porcentaje importante de la población a inicios del siglo XXI.
El perfil de obesidad en Chile sigue un patrón de país desarrollado, señalan los expertos. Según cifras de la
Junta de Auxilio Escolar y Becas, Junaeb, el 18% de los escolares chilenos son obesos, lo que deja a este país entre
las naciones con más niños obesos en el mundo. Estados Unidos, en cambio, cuya población tiene severos
problemas
de
peso,
tiene
menos
niños
obesos:
sólo
el
16%.
Y las otras edades en Chile tampoco presentan un panorama muy alentador. La Encuesta Nacional de Salud 2003
reveló que el 22% de la población adulta chilena es obesa, mientras que 38% presenta sobrepeso.
Esta alarma sanitaria sucede cuando la Organización Mundial de la Salud, OMS, ha declarado a la obesidad como
una epidemia mundial con más de mil millones de personas adultas con sobrepeso, de ellas al menos 300 millones
clínicamente
obesas.
El problema se potencia cuando se atienden las nefastas consecuencias que el sobrepeso acarrea a la salud: éste
puede llegar a reducir la esperanza de vida de una persona hasta en 10 años y representa una elevada carga
económica
para
la
sociedad.
¿Por
qué
Chile
se
puso
obeso?
Para la presidenta del Colegio de Nutricionistas de Chile, Mirta Crovetto, el incremento de peso entre los chilenos
puede explicarse por varios factores. Uno de ellos es el hecho de que “la población mejoró su nivel de ingresos. Esto
hizo que tuviera acceso a una mayor oferta de alimentos, pero no hubo políticas que regularan la calidad de la
comida a la que se estaba accediendo. Así, las personas se dedicaron a consumir alimentos procesados con alta
densidad
energética”.
A esto, agrega sus sospechas acerca de “la manera en que funciona el modelo económico que sustentamos, pues la
exacerbación del consumo lleva también a comprar alimentos en mayor cantidad”.
La Estrategia Global contra la Obesidad para Chile (Ego Chile), iniciativa de la OMS aplicada en Chile por el
Ministerio de Salud (Minsal), plantea que “al importante descenso de la fecundidad y la mortalidad en todas las
edades, se suma el incremento de la esperanza de vida al nacer: hoy, las personas viven, en promedio, 17 años más
que
en
1965”.
También están el desarrollo tecnológico, la globalización de las comunicaciones y el comercio; los cambios
ambientales, como el proceso de urbanización creciente, que ha mejorado el acceso al agua potable y alcantarillado,
disminuyendo
las
enfermedades
infecciosas.
Los cambios socioeconómicos, como la capacidad de compra de alimentos y otros, han impactado el estilo de vida
de los chilenos, generando consecuencias negativas. Un ejemplo de ello es el cambio en el estilo de alimentación
hacia una dieta caracterizada por un alto consumo de alimentos procesados, como comida rápida rica en grasas
totales,
grasas
saturadas,
ácidos
grasos
trans,
azúcares
simples
y
altamente
calórica.
Además ha aumentado la compra de bienes de consumo que disminuyen la actividad física, como sucede con el uso
de automóviles, electrodomésticos y televisores. De hecho, el sedentarismo afecta a más del 90% de la población
chilena.
De acuerdo a las estadísticas actuales, en 2010 Chile tendrá 4.350.969 personas obesas. De ellas, 2.732.015
corresponderán a adultos, casi 1 millón 300 mil serán niños y 324.305 adultos mayores. Sumado a la población con
sobrepeso, equivalente a 4.679.400, se alcanzaría un total de 9.030.369 personas. Es decir, casi 10 millones de
chilenos
¿Qué
afectados
por
sobrepeso
comen
para
el
los
bicentenario.
chilenos?
Chile es uno de los países de más bajo consumo de pescado en el mundo: no más de 7 kilogramos (kg) por
habitante al año en los últimos 30 años, frente a los 75 kg que cada chileno consume al año en otras carnes (bovinos,
cerdos, aves). En Perú, el consumo de pescado per cápita es de 22 kg al año, en España la cifra supera los 30 kg y en
Japón
sobrepasa
los
50
kg
al
año.
Lo mismo ocurre con las verduras y frutas: el promedio de consumo diario en Chile es de 166 gramos (gr) por
habitante, mientras que la OMS recomienda consumir al menos 400 gr de vegetales al día.
Investigaciones cualitativas del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, Inta, difundidas en agosto
de 2006 por el diario La Tercera, revelaron el dramático cambio alimentario en Chile durante los últimos 40 años.
Según se indica, en Chile se han instalado hábitos alimentarios “modernos”, como las bebidas gaseosas al almuerzo,
las pizzas de fin de semana, o las hamburguesas preparadas con apuro por padres con escaso tiempo para cocinar.
La nota señala que hace 30 ó 40 años el consumo de legumbres era diario –como persiste aún en países como
Brasil.
Ahora,
en
cambio,
es
menos
de
una
vez
por
semana
en
Chile.
Lo mismo que un bebé de antes sólo comía frutas frescas, en compota o zumos, y hoy es común que ingiera yogurt,
flanes y otros productos calóricos. En el caso de las verduras, la población prácticamente no las incluye en la
preparación
de
los
alimentos
y
ha
restringido
su
consumo
a
las
ensaladas.
El pediatra Carlos Castillo, parte del equipo investigador el Inta, menciona la pérdida de hábitos clave para poder
contrarrestar la ingesta de alimentos procesados e hipercalóricos y, claro está, de la obesidad: “No sólo estamos
dejando de escoger lo que comemos, además se está perdiendo la costumbre de enseñar a cocinar a los niños,
una de las únicas herramientas para promover formas naturales de alimentación. Lo mismo ocurre con la pérdida de
horarios de alimentación familiar, como el almuerzo y la cena, elementos cruciales en la transmisión de hábitos
alimentarios”,
indicó
al
periódico.
¿Cómo
enfrenta
Chile
la
obesidad?
En 2000, el gobierno de Chile se fijó como meta reducir la obesidad desde un 16% a un 12% en 2010. Para ello, en
2004 el Minsal comenzó a implementar una estrategia dirigida a embarazadas y niños menores de 6 años que
se atienden en consultorios con el objeto de prevenir la obesidad a temprana edad.
Además, está la Estrategia Global contra la Obesidad anunciada por el gobierno en julio de 2006. Su objetivo es
fomentar una alimentación saludable, promover la actividad física y vigilar el etiquetado nutricional
obligatorio de los alimentos, norma que comienza a regir en noviembre de 2006.
La idea es “promover una imagen positiva de los alimentos, señalando que una alimentación saludable es compatible
con el placer, sin olvidar la dimensión social que la comida tiene en nuestra cultura”. Esta estrategia multisectorial,
se formalizará mediante recomendaciones, acuerdos y compromisos voluntarios, autorregulación y regulaciones
existentes.
Por su parte, en una reciente sesión especial el Senado planteó una serie de medidas para enfrentar el tema de la
obesidad
que
afecta
a
niños
y
adultos.
Las propuestas van desde establecer una regulación más estricta del etiquetado de los alimentos, pasando por
garantizar que todos los establecimientos educacionales municipalizados desde Santiago al sur cuenten con
gimnasios o multicanchas techadas para practicar deportes, hasta asignar recursos para que los municipios financien
la
apertura
de
dichos
recintos
los
fines
de
semana.
Costos
y
enfermedades
que
se
asocian
a
la
obesidad
Según declaró a la prensa el diputado Roberto Sepúlveda (RN) en junio de 2006, “actualmente, Fonasa reconoce que
gasta 200 millones de dólares en prestaciones de tratamientos para diabetes, infartos, hipertensión. Por ello, se
estima que entre un 5% y un 7% del gasto de atenciones en salud es derivado de la obesidad”.
Tampoco resulta un misterio que la obesidad está asociada a muchas complicaciones que generan problemas que
afectan notablemente la salud y la calidad de vida de las personas que la sufren.
Coronariopatías e infarto de miocardio: la obesidad incrementa el riesgo de enfermedad coronaria, insuficiencia
cardiaca,
falla
cardiaca
y
muerte
por
infarto
de
miocardio.
Hipertensión arterial: las personas que presentan un sobrepeso del 20% o superior desarrollan hipertensión arterial
con
una
frecuencia
10
veces
mayor.
Hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia: la obesidad conlleva al aumento de los niveles de colesterol y otras
grasas
en
la
sangre,
lo
que
genera
alteraciones
coronarias
e
infartos
de
corazón.
Diabetes: la obesidad se relaciona mucho con la diabetes tipo II o diabetes no insulinodependiente.
La intolerancia que presentan estas personas a la glucosa es proporcional a los años del paciente, duración de la
obesidad e incremento de peso. Por ejemplo en personas que presentan un incremento de peso del 45% o superior el
riesgo
de
diabetes
se
multiplica
por
30.
Cálculos biliares o piedras de la vesícula biliar: más de 1/3 de mujeres de 45 años que presentan un sobrepeso del
100%
padecen
piedras
en
la
vesícula
biliar.
Insuficiencia respiratoria y problemas pulmonares: la obesidad puede conducir a problemas respiratorios;
trastornos bronquiales, apnea o trastorno respiratorio del sueño, embolismos pulmonares que pueden evolucionar a
hipertensión
pulmonar,
hipertrofia
ventricular
y
fallo
cardiaco.
Alteraciones de la menstruación: puede ocurrir que las personas obesas sufran de alteraciones de la menstruación
e
infertilidad.
Cáncer de útero: los elevados niveles de estrógenos que presentan estas personas parecen ser los responsables de
hiperplasia
y
cáncer
de
matriz
que
padecen.
Alteraciones dérmicas e infecciones fúngicas de la piel: los pliegues de la piel favorecen las infecciones y la
colonización
de
ésta
por
hongos
y/o
parásitos.
Problemas óseos y articulares: el sobrepeso que soporta el esqueleto produce problemas articulares y de columna.
Problemas psicosociales: las personas con sobrepeso están sometidas a un gran estrés que puede desembocar en
trastornos depresivos.
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