CURSO BÁSICO DE ESQUÍ

Anuncio
CURSO BÁSICO DE ESQUÍ
1. La iniciación: todo un reto
El objetivo principal de cualquier persona que se inicie en la
práctica del esquí debería consistir en pasarlo bien, pero si
hablamos técnicamente, entonces, lo más importante será
dominar los giros en cuña.
Para conseguir un rápido aprendizaje y progreso al realizar
cualquier actividad de ocio, al practicar un deporte, al estudiar o
al trabajar debemos estar motivados. La motivación suele
aparecer má gicamente cuando lo estamos pasando bien,
por eso en las escuelas de esquí y otros deportes de nieve se
cuida tanto este aspecto, sobre todo, en la etapa de iniciación. El
primer contacto con la nieve debe ser agradable de manera que
la adaptación al nuevo medio y al material que se utiliza para la
práctica de estos deportes sea lo más llevadera posible. Rápido
pero sin prisas, progresamos desde los primeros pasos hacia
los giros en cuña, pero ¿por qué es tan importante conseguir
dominarlos? Es fácil de entender, en el llano o en una ligerísima
pendiente bastará con hacer una pequeña cuña para controlar la
velocidad e incluso parar, pero en una pendiente algo mas
pronunciada, por ejemplo en una pista verde, necesitaremos
atravesarnos a la pendiente encadenando un giro tras otro si no
queremos sentir los efectos de la gravedad y terminar por los
suelos. Pues bien, resulta que la manera más fácil y
accesible de poder girar, al menos al principio, es a través
de los giros en cuña . Gracias a ellos podremos salir de la zona
de debutantes, acceder a las pistas verdes, utilizar los medios de
elevación y convertirnos en esquiadores independientes, listos
para disfrutar de la magia del deslizamiento, el equilibrio y la
velocidad en la nieve.
2. ¡Para aprender no es necesario
caerse!
Deberíamos hacer un exhaustivo estudio para descubrir las
razones que llevan a los neófitos a pensar que para aprender a
esquiar es imprescindible caerse. Si bien es cierto que, por
tratarse de un deporte de equilibrio, las caídas son habituales en
el esquí, es precisamente durante los primeros días de práctica
cuando menos deberíamos caernos.
Todo dependerá de la forma en que decidamos aprender. Incluso
la persona menos diestra no se caerá, o lo hará muy poco, si va
acompañada de un profesor. Éste le indicará cuándo, dónde y
cómo debe adaptarse al nuevo medio y al material, para que la
primera experiencia en la nieve sea todo un éxito. Sobre este
tema hemos hablado largo y tendido pues, realmente, de
empezar a esquiar guiado por un profesional a hacerlo
completamente solos hay un gran abismo. Realmente es un
placer introducir a un niño o a una persona adulta al mundo del
esquí bajo el lema sin prisas al principio para aprender más
rápido. De esta manera disfrutaremos de este fantástico
deporte desde el primer día, crearemos una base técnica sólida
que nos permitirá progresar rápido y con confianza y, lo más
importante de todo: ¡nos ahorraremos un montón de caídas
totalmente innecesarias!
3. La adaptación
Es muy importante que en el primer contacto con la nieve todo
est é controlado ya que se sentarán las bases de nuestra
futura progresión. Si lo pasamos bien y aprendemos rápido
pronto nos convertiremos en forofos esquiadores, por el
contrario, si esta primera experiencia es desagradable, es
posible que nunca más nos calcemos unos esquís y sería una
lástima pues estamos hablando de uno de los deportes que
mejores sensaciones nos puede dar, bien sea por el entorno en
el que lo practicamos, porque es uno de los pocos que se puede
practicar con toda la familia o con los amigos, o porque nos
brinda unas sensaciones de libertad sin igual. Por eso en la
etapa de iniciación la compañía de un profesor de esquí es más
que recomendable, pues velará en todo momento por nuestra
seguridad y procurará que la transición hasta conseguir dominar
la forma más básica de girar sea, agradable, fácil y rápida. No
olvidemos que el nuevo medio en el que pretendemos movernos
es hostil, al igual que el material que necesitamos para la
práctica de los deportes de nieve, al menos hasta que
consigamos adaptarnos.
Una buena adaptación empieza por la revisión del
material: ropa de abrigo, gafas de sol, guantes y cremas
de protección solar para los labios y la cara son
fundamentales. Si pasamos frío nuestros músculos se contraen
y el riesgo de lesionarse aumenta lo cual comprenderéis que no
es bueno, mas allá de lo desagradable que es intentar
concentrarse en una actividad mientras estamos tiritando. El sol
en la montaña y especialmente cuando hay nieve puede
quemarnos la piel de la cara, cortar nuestros labios o dañarnos
los ojos con suma facilidad, no los descuidemos. Es
imprescindible también utilizar las botas de la talla que nos
corresponde y ajustarlas correctamente, al igual que la medida
de los esquís y los bastones si queremos progresar rápidamente.
Una vez equipados deberemos acostumbrarnos a andar con las
botas y aprender a transportar el material. Aprender a sujetar
las correas de los bastones y como calzarse y descalzarse los
esquís será el siguiente paso. Entonces haremos una serie de
ejercicios que nos servirán como precalentamiento y nos
permitirán ir sintiendo las nuevas sensaciones.
En la zona de debutantes y después de haber revisado el
material, haremos unos ejercicios de calentamiento y
practicaremos una variedad suficiente de ejercicios en parado,
después empezaremos a desplazarnos por el llano. Pasados
algunos minutos, nos sentiremos más cómodos con el material y
nuestros movimientos serán menos torpes a medida que
progresemos deslizando lentamente con la ayuda de los
bastones. ¿ Dónde debemos practicar estos primeros
ejercicios?: En el llano.
4. El descenso directo
Con el descenso directo podemos decir que empezamos a
esquiar de verdad pues comenzamos a deslizar en una ligerísima
pendiente. Si seleccionamos el lugar idóneo no deberíamos tener
ningún tipo de complicación en la práctica de este ejercicio. A
pesar de eso es recomendable hacer varios descensos
para ir ajustando la posición y para experimentar
holgadamente esta nueva forma de desplazarse.
La posición debe ser natural, cómoda. Los esquís están
separados a la altura de nuestras caderas, están paralelos y se
apoyan planos sobre la nieve. Estamos centrados sobre el eje, ni
adelante ni atrás, y mantenemos una semiflexión de nuestras
articulaciones. Los brazos separados con las manos por delante
dejando caer los bastones hacia atrás.
Deslizar sobre la nieve es muy agradable pero las primeras
veces que lo hacemos nos sentimos un poco inseguros. Aunque
puedan parecer secundarios, todos los movimientos que
hacemos no sólo durante los distintos ejercicios sino que
también a la hora de colocarnos, remontar en escalera o tijera,
etc... nos ayudan a progresar casi sin darnos cuenta. ¿Dónde
debemos practicar el descenso directo? En una ligera
pendiente con llano y contrapendiente al final. Es fundamental
que la forma del terreno detenga nuestra marcha sin que
tengamos que actuar nosotros pues todavía desconocemos los
distintos mecanismos de frenado.
5. La cuña
Cuando nos sintamos cómodos deslizando en la máxima
pendiente con los esquís paralelos y seamos capaces de hacerlo
equilibradamente y manteniendo una correcta posición,
estaremos listos para iniciar el siguiente paso: la cuña directa.
El objetivo consistirá en conseguir hacer una cuña deslizada y
controlada para poder empezar a tantear los giros lo antes
posible.
Eventualmente será un buen recurso para controlar la velocidad
e incluso detener nuestra marcha. Se trata de la primera forma
de frenado que aprendemos pero no podemos olvidar que sólo
funciona en los lugares con poca pendiente. En el descenso
directo no aparecían grandes dificultades pero a partir de ahora
el asunto se complica un poco. El primer objetivo es
conseguir colocar los esquís en posición de cuñ a, con las
espátulas juntas y las colas separadas.
Los esquís ya no están planos sobre la nieve sino que se apoyan
sobre sus cantos interiores y aunque después de algunos
intentos todos somos capaces de conseguirlo convendrá
repetirlos varias veces para cerciorarnos de que no hay
problema en la apertura de esta cuña. De cintura para arriba no
debería variar nuestra posición con respecto a la adoptada en el
descenso directo. A pesar del esfuerzo que debemos hacer para
conseguir esta nueva forma de deslizar tenemos que intentar
seguir relajados con una posición cómoda y natural. Ahora el
nuevo reto consiste en ser capaces de mantener esta
posición mientras deslizamos e incluso variar la apertura
de esta.
En el momento en que consigamos deslizar con el peso
bien repartido sobre los dos esquís y controlando la
velocidad con las distintas opciones de apertura (cuña
pequeña, mediana o grande) estaremos preparados para
empezar a intentar girar. ¿Dónde debemos practicar la
cuña? Empezamos en el mismo lugar dónde hemos practicado
el descenso directo, aquí tenemos la tranquilidad de saber que
hagamos lo que hagamos nuestra marcha se detendrá, y
terminamos un poco más arriba donde la pendiente esté un poco
más marcada.
6. Los giros en cuña
Ha llegado el momento de la verdad, en cuanto aprendamos
a girar en cuña podremos acceder a los remontes mecánicos y
se habrá terminado el “suplicio” de practicar miles de ejercicios
en la zona de debutantes remontando, habitualmente, en
escalera. Los dos primeros días de práctica pueden ser muy
entretenidos y divertidos, sobre todo si estamos acompañados
por un auténtico profesional, pero tenemos que reconocer que
suelen ser bastante exigentes para nuestro físico. El material
que utilizamos nos obliga a adoptar posiciones nuevas y todos
los movimientos los hacemos casi siempre con un sobre
esfuerzo, al menos hasta que los asimilamos y automatizamos.
A esto se le añade la casi obligación de remontar en escalera
para el desarrollo de las distintas pruebas que necesitamos
realizar.
En fin, que después de estos primeros pasos ya estamos
soñando con sentarnos en ese cómodo telesilla, que venimos
observando de reojo, para que nos eleve hasta lo alto de una
larga y ancha pista de verdad, donde podamos seguir
progresando y disfrutando mucho mas relajados. Pero claro,
antes deberemos aprender a girar en cuña. El mecanismo del
giro en cuña es muy simple. En la cuña directa la carga estaba
repartida por igual sobre los dos esquís, la posición era simétrica
y el peso y la fuerza incidían sobre ellos por igual. La resultante
era un descenso directo en cuña. Si el reparto de la fuerza es
desigual automáticamente tomaremos la dirección hacia la que
apunta el esquí que tenga mas carga. Con que hagamos una
ligera extensión de la pierna contraria a la nueva dirección que
queremos tomar, bastará para conseguir un cambio de dirección.
En los primeros intentos surgen ciertas complicaciones pero si
teníamos verdaderamente controlada la cuña no debe resultar
demasiado complicado aprender el mecanismo.
Antes de utilizar los medios de elevación deberíamos ser
capaces de encadenar los giros y de variar su radio. La prueba
definitiva consiste en pasar un pequeño Slalom que nos obligue
a girar en unos lugares predeterminados.
¿Dónde debemos practicar los giros en cuña?: empezamos
donde hicimos los últimos ejercicios de la cuña y terminamos en
las pistas verdes.
Si no hemos entrado en consideraciones muy técnicas y no
hemos detallado todos los ejercicios y pasos a seguir durante
esta etapa de aprendizaje es porque en Pal-Arinsal estamos
convencidos de que para aprender de verdad hay que ir a
la nieve y contratar un profesional, bien sea en clase
particular, colectiva o cursillo. Nuestra intención no es enseñar
sino mostraros lo fácil y divertido que es esquiar y marcaros
algunas pautas para evitaros contratiempos y problemas de
última hora . ¡Feliz esquiada!
7. La progresión al paralelo
Con el material actual y la técnica que aplicamos para utilizarlo,
la progresión desde el Viraje Fundamental al Paralelo
Elemental se suele hacer de una manera espontánea; es más,
en ocasiones pasaremos directamente de la cuña al paralelo sin
apenas darnos cuenta. Los movimientos, gestos y posiciones que
aprendimos al iniciarnos con los giros en cuña, se repiten en el
Viraje Paralelo Elemental, evidentemente adaptados a la
pendiente, la velocidad y demás factores que intervienen en este
nuevo escalón del aprendizaje. Para esquiar con los esquís en
paralelo y dejar de hacer la cuña de una vez por todas, bastará
con aumentar un poco la velocidad y enlazar los virajes
con algo más de ritmo.
Al principio es aconsejable practicar los virajes en una pista con
una inclinación moderada y, sin cerrarlos demasiado, enlazarlos
bastante enfilados a la máxima pendiente. En las pistas un poco
más pronunciadas seguramente tendremos que seguir
recurriendo a la cuña para iniciarlos, aunque, a medida que
vayamos practicando, mejoraremos el control y seremos
capaces de adaptarlos a las distintas pendientes.
A partir de ahora nos queda un largo y fascinante camino por
recorrer para perfeccionar los virajes y nuestra técnica.En los
giros en cuña las funciones de las piernas están claramente
definidas: la exterior se extiende para cargar el esquí exterior
del giro, mientras que la interior se flexiona para aligerar el peso
que recae sobre esta. El cuerpo se inclina ligeramente hacia el
interior del giro
En el viraje Paralelo Elemental las piernas hacen
exactamente lo mismo, pero en este caso los esquís no están en
una posición convergente en las espátulas y divergente en las
colas (Cuña), sino que están paralelos durante todo el desarrollo
del viraje. La inclinación hacia el interior de la curva es mayor
pues este viraje se ejecuta a más velocidad y en una pendiente
algo más pronunciada.
8. Utiliza los bastones para iniciar los
virajes
Con el “Carving” los bastones han perdido protagonismo,
entre otras razones, porque en los virajes de radio medio y
amplio
no
es
necesaria
su
utilización,
incluso
es
contraproducente ya que con el clavado de bastón solemos
provocar una extensión que nos limita el movimiento de
balanceo entre un viraje y otro. Cuando practicamos un carving
extremo muchas veces ni los llevamos con nosotros para
experimentar una sensación de libertad mayor. Entonces, ¿por
qué insistir en este tema? En la etapa de aprendizaje de los
distintos virajes en paralelo y muy especialmente en los virajes
de radio corto el clavado de bastón sigue siendo de gran utilidad.
Si lo hacemos correctamente, centraremos nuestra posición y
nos ayudará a mantener el ritmo.
El clavado de bastón consta de tres fases: la de preparación que
debe coincidir con la fase de terminación del viraje anterior, el
clavado, justo antes de iniciar el siguiente viraje, y la
terminación, en la que nuestros brazos deben mantener la
posición para evitar movimientos "extraños" del cuerpo.
Al principio, cuando conseguimos hacer desaparecer la cuña, por
lo menos en la finalización de los virajes, los bastones son casi
un estorbo, pero realmente os recomendamos que los
utilicéis si queréis progresar a un viraje en paralelo
controlado, efectivo y con una buena posición sobre los esquís
9. El viraje por salto
El viraje por salto puede resultar útil como recurso para cambiar
de dirección en nieves difíciles, pero es, fundamentalmente, un
ejercicio indispensable en la etapa de perfeccionamiento para
aprender a controlar y dosificar los movimientos verticales. En
las escuelas de esquí también lo utilizamos para corregir
posiciones atrasadas y para mejorar el clavado de bastón. El
objetivo no es hacer un gran salto, como el que podría hacer un
esquiador experto bajando por una pendiente muy pronunciada,
sino conseguir iniciar el viraje con un ligero salto de colas. Para
ello será imprescindible flexionar las extremidades inferiores,
clavar el bastón cerca de la espátula y hacer un impulso vertical
ligeramente proyectado hacia delante. Cuando seáis capaces
de hacer el viraje por salto con soltura, seguramente
habréis mejorado vuestra posición y el dominio de los
esquís.
Practicad primero en una pista con poca pendiente y sin
demasiada velocidad ya que al principio es relativamente difícil
coordinar todos los movimientos que implica este ejercicio.
10. Acompaña el viraje con el cuerpo
En cualquier tipo de viraje, la posición y los movimientos del
tronco y las extremidades superiores son fundamentales
para una correcta ejecución. Con la evolución del material,
especialmente en las últimas temporadas, y la casi perfecta
preparación de la mayoría de pistas en los distintos centros
invernales, la técnica ha avanzado hacia una dinámica mucho
más natural. Cuando caminamos miramos siempre hacia donde
vamos y nuestro cuerpo sigue la dirección de los pies, cuesta
imaginarse a alguien caminando en una dirección y con el
cuerpo totalmente retorcido mirando hacia otro lado, sería la
mejor forma de comerse una farola, tropezar en un escalón o
meterse de cabeza en un charco. Cuando esquiamos debemos
hacer lo mismo, mirar al frente y seguir la dirección a la que
apunten nuestros esquís. Utilizando esquís convencionales, de
radios de giro superiores a los cuarenta metros, resultará un
poco más difícil aplicar esta técnica y seguramente deberemos
forzar el giro con los habituales movimientos de extensión y
golpe de talón con el consiguiente derrapaje. Si llevamos
calzados unos esquís actuales el asunto se simplifica mucho y
bastará con una ligera insinuación de cambio de dirección para
que los esquís reaccionen y nos lleven en la dirección deseada.
El cuerpo debe acompañar el viraje, manteniendo sus ejes
perpendiculares a la dirección que siguen los esquís. Esta es la
forma más natural y actual de esquiar.
En el inicio del viraje hay una ligera rotación activa que provoca
una pequeña contra-rotación. Este gesto es conocido como
"anticipación". Después, y a lo largo de todo el viraje, el
cuerpo sólo realiza un gesto de acompañamiento siguiendo la
dirección tomada. Un exceso de rotación provocará el derrapaje
de las colas de nuestros esquís y descentrará nuestra posición
sobre estos. Si nuestro cuerpo se queda mirando al valle
también nos resultará difícil conseguir un buen apoyo y
fomentaremos el derrapaje. Otro inconveniente, en este caso, es
que seguramente iniciaremos el siguiente viraje antes de
terminar completamente el que estamos haciendo.
La máxima armonía llega cuando encadenamos los virajes
con la misma suavidad y ritmo con la que bailaríamos un
vals.
11. El salto básico
Saltar y volar con los esquís puestos puede resultar una
experiencia increíble que nos permita sentir sensaciones difíciles
de alcanzar deslizando tranquilamente sobre la nieve, pero, si no
tomamos
ciertas
precauciones,
podemos
lesionarnos
severamente. Toda precaución será poca si decidimos despegar.
Las normas básicas para disfrutar de un vuelo placentero
y un mejor aterrizaje son las siguientes:
Elegir el terreno adecuado. Lo más importante en este caso
es la zona de aterrizaje, que debe estar despejada de obstáculos
y tener la pendiente suficiente como para que el impacto de la
caída sea amortiguado. Jamás deberíamos saltar en lugares que
tengan una recepción completamente llana, especialmente si la
nieve está dura, ya que todas nuestras articulaciones sufrirán
mucho con el impacto.
Poca velocidad y mucho impulso. Si atacamos un salto con
excesiva velocidad lo más probable es que “arruguemos” y no
hagamos el impulso necesario para volar equilibrados,
seguramente saldremos retrasados y la recepción no será muy
ortodoxa. Es mucho más rentable entrar con menos velocidad y
hacer un fuerte impulso; de esta manera el salto será mucho
más limpio y controlado.
Nunca saltar a ciegas. Si desconocemos lo que hay detrás de
un salto o bajo una cornisa, deberemos tener la precaución de
hacer una inspección previa, para cerciorarnos de que la
recepción este despejada. Cuidado porque en el lugar menos
pensado podemos encontrar rocas, árboles, esquiadores o
cualquier otro obstáculo que convierta el aterrizaje en una
auténtica pesadilla.
Aceptar nuestras limitaciones físicas y técnicas. Aprender a
saltar requiere, además de la técnica adecuada, tiempo y
experiencia. Cuantos más saltos acumulemos, mayor será la
confianza y el control con que saltaremos. De todos modos
debemos ser conscientes de nuestras limitaciones físicas para no
exigirle a nuestro cuerpo más de la cuenta. Una buena
preparación física es fundamental para controlar la posición del
cuerpo en el aire y para absorber el impacto de la recepción en
el aterrizaje.
Un buen calentamiento, el mejor aliado. Incluso suponiendo
que hemos elegido el lugar ideal, que hemos controlado la
recepción, que vamos a la velocidad adecuada, que estamos
súper en forma y que hacemos un perfecto impulso, si no hemos
hecho un buen calentamiento la posibilidad de lesionarnos es
altísima. Nunca saltéis a primera hora de la mañana cuando
nuestros músculos están todavía fríos.
El mejor lugar para poner en práctica estos consejos: ¡sin
lugar a dudas la Freestyle Area de Pal·Arinsal Mountain
Park!
12. Utiliza también el esquí interior en
la conducción del viraje
Para sacar el máximo rendimiento a los esquís actuales y
conseguir curvas casi perfectas, como si estuvieran trazadas por
un compás, deberemos utilizar también el esquí interior en
la conducción del viraje. Inclinación, acompañamiento del
viraje con el cuerpo y un apoyo simultáneo sobre los dos esquís
son los pilares de la forma de esquiar moderna.
No resulta sencillo encontrar el punto de equilibrio ideal que nos
permita aplicar esta técnica. Los que estábamos acostumbrados
a cargar el esquí exterior, incluso a base de levantar el interior,
y entendíamos que el apoyarse en el esquí interior era sinónimo
de derrapaje y pérdida de control, no comprendemos muy bien
cómo se pueden conseguir estas conducciones tan precisas
utilizando los dos esquís. Lo cierto es que esquiando con esquís
cortos y parabólicos, se desliza mejor y se trazan curvas más
limpias si nos apoyamos sobre los dos. Para ello es necesario
separar los esquís, basta con hacerlo de forma natural a la
anchura de las caderas, y equilibrar la inclinación del cuerpo
hacia el interior del viraje con una buena angulación de las
articulaciones de las extremidades inferiores que regule el
canteo de los dos esquís. Al principio y hasta que consigamos
automatizar estos gestos nuevos conviene focalizar la atención
en la rodilla de la pierna interior del viraje; debemos separarla
de la exterior para que el esquí interior también se cantee.
En competición y practicando un esquí deportivo, el esquí
interior se utiliza mucho en el inicio de los virajes. Haciendo un
cambio muy directo, balanceando el cuerpo del interior de un
viraje hacia el interior del siguiente, forzosamente nos
apoyaremos en el esquí interior. Lo difícil es aprender a deslizar
sobre él, esperando a que el exterior también se apoye sobre la
nieve. ¡Cuestión de práctica!
Descargar