políticas participativas y organizaciones de la sociedad civil en la

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“POLÍTICAS PARTICIPATIVAS Y ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD
CIVIL EN LA CIUDAD DE ROSARIO.
LA EXPERIENCIA RECIENTE”. 1
Martín Carné, Alberto Ford, Cintia Pinillos,
Valeria Sassarolli, Valeria Venticinque2
El presente trabajo se ha desarrollado en el marco del Proyecto de investigación“La participación ciudadana en el
control de gestión de las políticas públicas municipales. El caso de la ciudad de Rosario”, dirigido por Osvaldo
Iazzetta. Dicho proyecto integra el PAV-PAE 22576 de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica,
Argentina. Una primera versión de esta ponencia fue aceptada para su presentación en el Congreso Internacional
Aprender democracia haciendo democracia. Transformative Learning Centre OISE/UT – Canadá 2008.
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Docentes e investigador@s de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UNR)
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I. Introducción.
El municipio de Rosario constituye un escenario privilegiado para estudiar experiencias de
participación ciudadana alentadas desde el gobierno local. Desde hace más de una década se vienen
implementando innovadoras políticas de gestión vinculadas a una nueva forma de concebir y
estimular la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones en distintas instancias
del poder local.
La descentralización administrativa en torno a la delimitación territorial de seis Distritos
iniciada en 1995 fue la primera etapa de un proceso que paulatinamente fue incorporando otros
mecanismos para la intervención de la sociedad tales como Presupuesto Participativo y Audiencias
Públicas3. Esta iniciativa tuvo en gran medida un desarrollo convergente con otras experiencias
semejantes que se daban en distintos municipios de países vecinos, como son los casos
emblemáticos de Montevideo y Porto Alegre (DAGNINO, OLVERA y PANFICHI, 2006;
GUGLIANO, 2006; VENEZIANO, 2005; DUTRA Y VENEVIDES, 2001; RIBEIRO DIAS;
AVRITZER, 1999)4.
El diseño de políticas tendientes a propiciar la participación de la ciudadanía en el gobierno
local ha tenido como protagonistas en todas sus versiones locales a las organizaciones de la
sociedad civil5.
En el caso que nos ocupa, a pesar del tiempo transcurrido y de los importantes aportes que se
han realizado al conocimiento de distintos aspectos de las políticas participativas en la ciudad de
Rosario (LERNER Y SCHUGURENSKY, 2007; ROBIN, 2007; FORD, 2007; DUTRA Y
VENEVIDES, 2001), la forma en que las OSC’s se han apropiado de estos espacios, así como la
valoración que sobre los mismos realizan, ha sido la perspectiva menos estudiadas en términos
empíricos.
Entendemos que la calidad de la democracia está indefectiblemente ligada a sus
instituciones, actores y procesos –en este caso, contextualizados en el espacio local- como
ámbitos donde se dan las relaciones más estrechas entre representantes y representados
(AMARAL y STOKES, 2005:10).
En este sentido, propondremos un acercamiento tentativo a la temática de la intervención
de las OSC’s en las políticas participativas para contribuir a desandar una arista indispensable del
proceso de formulación, implementación y control de las políticas participativas en los escenarios
locales.
Podemos mencionar otras políticas menos conocidas que se desarrollan en el marco de distintos programas –como el
Programa Rosario Hábitat o el Programa de Agricultura Urbana- que en su implementación incorporan diversas formas
de participación.
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En este sentido no otros procesos menos difundidos que se dieron en otros municipios brasileros y también de otros
países latinoamericanos.
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En adelante OSC’s.
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Por otro lado, la participación al interior de las organizaciones está vinculada estrechamente
con la forma en que las mismas ejercen la participación en el espacio público. En este sentido, una
mirada focalizada en la perspectiva de las OSC’s sobre las políticas participativas, también nos
brindará algunos elementos provisorios para saber un poco más acerca de las propias
organizaciones que actúan en la ciudad.
Concebimos a la participación ciudadana en diversas políticas públicas como aquella
intervención ordenada de personas y organizaciones para cooperar con las acciones que lleva a
cabo un gobierno, en este caso local. Pero la participación ciudadana, es también entendida por
algunos autores como fuente de poder, como una forma de lograr prestigio o como un modo de
alcanzar mayor integración (ACUÑA Y VACCHIERI, 2007; ROFMAN, 2002).
El objetivo del presente trabajo es analizar la implementación de diferentes políticas
participativas en la ciudad argentina de Rosario-Argentina, entre 2002 y 2007, desde el punto de
vista de diversas OSC’s que han participado en las mismas.
Justificamos nuestra intención en la constatación de que existen muchos e importantes
desarrollos teóricos referidos al valor de las políticas participativas pero no tantos estudios
empíricos de su implementación real. La idea aquí es ver en qué medida las políticas participativas
son "participativas" para unos actores calificados de ellas como son las OSC. Como la base de este
documento es una investigación en marcha, todo lo que desarrollamos está sujeto a crítica y
revisión. Por eso mismo, no se encontrarán aquí conclusiones sino más bien aperturas.
En el marco de nuestra investigación, seleccionamos una muestra intencional de 15 OSC’s
de Rosario en base a una combinación de criterios geográficos y temáticos, por lo cual logramos
que estuvieran presentes un número similar de organizaciones de los seis distritos en los que se
encuentra dividida administrativamente la ciudad, al mismo tiempo que una variedad significativa
de tipos de organizaciones6. Luego, entre marzo y abril de 2008, realizamos entrevistas semiestructuradas a responsables auto-seleccionados de esas organizaciones, que tuvieron participación
directa en algunas de las políticas participativas implementadas por la Municipalidad de Rosario a
partir de 2002. La aplicación de las mismas permite analizar en detalle el punto de vista de las
organizaciones acerca de una serie de aspectos implicados en el concepto de participación en el
sentido que se lo define en este trabajo.
En las entrevistas, se realizaron preguntas a las OSC’s referidas
a sus objetivos
institucionales, las políticas en las que participaron, los intereses concretos que las llevaron a
involucrarse, la manera en que se desenvolvió su participación, los recursos que tuvieron
disponibles y la ausencia de otros, los diálogos y las relaciones establecidas con los funcionarios
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La clasificación en la que nos basamos fue desarrollada por nuestro equipo en base a un trabajo previo del Instituto
Gino Germani (Universidad Nacional de Buenos Aires), y puede consultarse en www.oscregionrosario.org.
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estatales y con los miembros de otras organizaciones y de las suyas propias, así como los logros
alcanzados y su relación con los objetivos previos a la participación en ese espacio.
Analizamos la información generada bajo una doble luz. En primer lugar, a partir de la
perspectiva de los propios actores al significar cada una de las dimensiones interrogadas, siguiendo
el espíritu de la teoría enraizada que han desarrollado finamente Glaser y Strauss7. Por otro lado,
utilizamos los lineamientos generales de la conceptualización acuñada por Fung y Wright (2005)
para analizar lo que denominan gobierno participativo con poder de decisión (empowered
participatory governance)8.
Específicamente nos centraremos en dos de las dimensiones que estos autores proponen
para evaluar el gobierno participativo, la equidad y la amplitud y profundidad de la participación,
ya que consideramos que son herramientas teóricas útiles para dar cuenta del tema que nos ocupa.
II. La equidad en las políticas participativas desde la perspectiva de las OSC’s
En el marco de este trabajo, entendemos la equidad como la distribución justa de bienes
diversos entre los individuos de una comunidad. Para Fung y Wright esto implica tres metas.
Primero, redistribución de bienes públicos a quienes habitualmente no gozan de ellos. Segundo,
inclusión en la toma de decisiones sobre cuestiones públicas de aquellos que habitualmente no
deciden. Tercero, deliberación como forma de tomar las decisiones, basada en el intercambio
respetuoso e informado de razones (diferente de la negociación, el voto y el mando). Las políticas
participativas se caracterizan por su orientación a las tres metas en simultáneo, pero no
necesariamente de manera equivalente (FUNG y WRIGHT, 2005: 26). A continuación
analizaremos estas metas desde la perspectiva de las OSC’s entrevistadas.
En cuanto a la redistribución, de lo señalado por los actores nos interesa destacar la
diversidad de bienes que se demandan y se ofrecen en las políticas participativas. Pero cuando la
diversidad de los bienes resulta ir en contra de su intensidad, las organizaciones más precisamente
orientadas a un fin pierden interés.
Los diversos bienes son inscriptos en marcos complejos. En la formulación de las
demandas, los actores diferencian o han aprendido a diferenciar problemas pequeños que deben
resolverse en áreas locales y problemas grandes que deben resolverse a escala de la ciudad. Por
otro lado, al final del proceso de participación, los actores señalan la importancia de los marcos de
Glaser, Barney y Strauss, Alsem (1967) “The discovery or geounded theory”. Ed. Aldine. New York
En este trabajo, Fung y Wrigth proponen el concepto empowered participatory governance para caracterizar a aquel
gobierno guiado por los principios de practicidad, participación y deliberación, que institucionalmente incluye
devolución del poder hacia unidades descentralizadas con la coordinación del Estado, y que tiene como objetivos la
efectividad en la solución de problemas, la equidad y la participación amplia y profunda de la comunidad.
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provisión de los bienes: no es solamente dar el bien específico sino que es fundamental la
información, la capacitación y el acompañamiento en el tiempo.
De la diversidad y complejidad de los bienes deriva la importancia central de la
priorización. Es de notar que, en las políticas participativas, muchas veces hay una relación inversa
entre priorización y especificidad: en instancias participativas más generalistas y elitistas, como el
Plan Estratégico, se somete a discusión la priorización de proyectos de gran alcance temporal y
espacial, mientras que en instancias más específicas y populares, como el PP, se trata de evitar
discutir de prioridades entre proyectos puntuales, y se deja la decisión al voto de los vecinos.
De manera coherente con la diversidad y la complejidad de los bienes, con las
redistribuciones se produce una multiplicación de bienes. Los mismos actores señalan “ganancias
marginales” en la forma de enriquecimiento en la discusión, logro de contactos, ampliación de
capacidades, “humanización de la gestión”.
Por último, el aspecto emocional. Son destacadas las satisfacciones que generan las
pequeñas redistribuciones y las ganancias marginales, vividas como logros de la participación que
exceden el mero cumplimiento de una meta estratégica. De otra parte, las demoras o la falta de
ejecución generan una insatisfacción visible localmente, porque los actores, además de sentirse
estafados, son concientes que así se agravan los problemas, y estos agravamientos suelen afectar
más a quienes menos tienen. Es notable que las satisfacciones se logran muchas veces con poca
cosa, pero respetuosa de lo conversado.
Si analizamos ahora el aspecto de la equidad en términos de inclusión, podemos observar
que para los entrevistados es decisiva la convocatoria a las políticas participativas. Más allá de la
propaganda inclusiva, hay quienes denuncian ser excluidos por el gobierno de políticas en las que
sus conocimientos son pertinentes: es el caso de organizaciones piqueteras de fuerte inserción
territorial que plantean no participar en el PP por no haber sido convocadas. Otras organizaciones,
por el contrario, aparecen sobreincluidas, es decir, reciben no solo la invitación formal sino
también insistentes contactos personales, al punto que en algunos casos de organizaciones
prestigiosas se vuelve difícil diferenciar entre la organización y la gestión. Por último, otros se
autoincluyen: no tienen diferencias insalvables con la gestión pero tampoco son “amigos”, y lo que
sí tienen son intereses precisos que persiguen de manera pragmática y flexible.
La inclusión genera importantes cambios personales y organizacionales. Lerner y
Schugurensky (2007:174) han demostrado el cambio positivo que la participación trae a las
personas en términos de habilidades, conocimientos y actitudes. Por el lado de las organizaciones,
además de lo anterior, se destaca como muy valioso un pasaje de la participación aislada a una
participación más coordinada con otras organizaciones. En este caso, hay una fuerte relación entre
vinculación horizontal y tiempo. Estos cambios tienen una relación inversa con los recursos que las
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personas y las organizaciones traían originalmente, por lo que la inclusión tiene un fuerte efecto
redistributivo por el solo hecho de participar, independientemente de logros estratégicos.
Para finalizar el análisis la participación de las OSC’s en relación con la dimensión de la
equidad, nos detendremos en el aspecto de la deliberación. Los actores destacan como algo muy
positivo de estos espacios la posibilidad de hablar libremente y, cuando esto no se verifica, lo
reclaman con fuerza. Así se confirma que las políticas participativas son entendidas, en un
principio, como espacios de libre expresión. A veces, sin embargo, se denuncian abusos en el uso
de la palabra de algunos participantes, debido posiblemente a un efecto subjetivo catártico que
tiene la invitación a hablar, o a una deficiente construcción de las reglas de participación.
Un aspecto complejo de estas políticas es la coordinación de la variedad de puntos de vista
y la vinculación entre los intereses particulares y los intereses comunes. Mientras muchos
coinciden en señalar la importancia de que existan reglas explícitas y que sean respetadas por
todos, menos son los que destacan la responsabilidad individual y de las organizaciones en
escuchar a todos y en intentar pasar de la particularidad al interés general.
III. La amplitud y profundidad de la participación en las políticas estatales desde la
perspectiva de las OSC´s.
La noción de participación amplia y profunda se analizará fundamentalmente a partir de
algunos de los aspectos que Fung y Wright incluyen en su definición (2005:27-29). Desde esta
perspectiva, la participación aparece como producto del establecimiento de canales adicionales
para tratar temas de importancia y ejercer influencia directa sobre el poder estatal, es decir crear
nuevos espacios en los que se discutan temas socialmente relevantes y se generen sugerencias de
políticas que sean atendidas por el estado. Asimismo la participación amplia y profunda se analiza
como resultado de una mejora en la calidad de la participación, garantizada por la difusión de la
información necesaria para debatir y decidir de modo informado, de la profundización de las
interacciones entre las organizaciones, y de los participantes, basada en el fortalecimiento de las
capacidades de deliberación y decisión. Ambas características son importantes desde el punto de
vista que revaloriza la participación del ciudadano “común”, disminuyendo las barreras de
expertise y jerarquizando la responsabilidad que da el “estar cerca”. Importan también a la hora de
dar cuenta de la participación atender a las modalidades de la misma, definidas por el quién, el
cuánto y el para qué se participa.
En las políticas participativas promovidas por el municipio de Rosario, la intervención de
las organizaciones analizadas tiene características diferenciadas en función de los rasgos
particulares tanto de las propias organizaciones, como de los espacios participativos escogidos por
las mismas para hablar de su participación. En relación al primer punto, pueden establecerse
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algunas distinciones en cuando al tipo de organización, atendiendo a si se observa una clasificación
en base a la cuestión territorial o bien a la finalidad. Es necesario señalar, que las organizaciones
que tienen fines más bien simbólicos, intereses difusos u objetivos generalistas responden algunas
preguntas de manera distinta que aquellas cuya base es territorial y tienen una finalidad más
concreta, que tiene que ver con el logro de algún bien o servicio que mejore las condiciones de vida
de los sectores más vulnerables.
Para abordar la modalidad de participación, nos interrogamos acerca del quién, cuándo y
para qué de la participación.
En la pregunta referida al quien participa en la política seleccionada por la organización,
nos encontramos que en los casos analizados la persona que responde a la entrevista y que fue
señalada (en muchos casos por sí misma) como la más indicada para hacerlo coincide con la que ha
participado en la política. En las entrevistas se asegura que la participación de los miembros de la
organización es libre, abierta a todos, aunque a veces admiten que es necesario el acuerdo de la
organización.
En relación con la duración de la participación en la política, puede observarse una estrecha
asociación entre la continuidad en el tiempo de la misma y los logros obtenidos, ya sean materiales
o simbólicos. Así las organizaciones que intentaron la participación en alguno de los espacios
participativos pero asumieron que allí no habría posibilidades de logro alguno y en algunos casos
incluso era poco factible plantear demandas, desistieron rápidamente de participar.
En cuanto a la finalidad de la participación en la política escogida pueden observarse
diferencias en las respuestas, en base al tipo de organización. Las organizaciones de base territorial
justifican su participación en una política en función de la posibilidad concreta de resolver a través
de ella cuestiones puntuales de carácter material. En cambio, las organizaciones cuyos fines son
más generales, enuncian respuestas más variadas. La participación se basa en la importancia dada
desde la organización de responder a la invitación del Municipio, “para estar y ser vistos, avalando
el accionar del Estado” con la presencia de algún referente de la organización en la misma. En
otros casos, se observa la importancia dada desde las organizaciones a la participación,
entendiéndola como estar, intervenir, proponer, en los espacios de decisión, es decir, en un sentido
similar al uso que se le da al término en este trabajo. En definitiva, podemos señalar una variedad
de fundamentos para la participación: convicción ideológica, logro de fines específicos,
cumplimiento con la convocatoria, conocimiento del ámbito y su funcionamiento. Asimismo es
dable señalar una fluidez en las razones señaladas, una transición de un fin inicial a otro o bien a
una conjunción de objetivos.
Analizando ahora los aspectos referidos a los canales adicionales, las organizaciones que
intervienen en el PP lo reconocen explícitamente como un espacio en el que la participación puede
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resultar en la obtención de logros materiales concretos. Los entrevistados señalan la posibilidad de
incidir en la definición de temas relevantes asociados a demandas de los vecinos, y reconocen,
aunque en menor medida, la obtención de resultados buscados. Algunos señalan explícitamente la
influencia de su organización en el establecimiento de temas de agenda y en el diseño e
implementación de proyectos.
En el aspecto referido a la calidad de la participación, un primer punto nos remite a la
calidad de la información que manejan las OSC´s. En este sentido, en general la calidad de la
información sobre los temas y las reglas para participar en los espacios es valorada positivamente.
La información sobre las convocatorias a la participación así como sobre los modos de
intervención de las organizaciones y las reglas de juego al interior de los distintos espacios, son
reconocidas como útiles y ampliamente difundidas. En el caso del Presupuesto participativo,
aparecen muy bien valorado el rol de los coordinadores de los espacios en cuanto a la facilitación
de la información y la aplicación de las reglas en pos de garantizar una participación equitativa, así
como en el uso de un lenguaje claro y comprensible para todos, atendiendo a las diferencias en la
formación de los sujetos que concurren.
Como señalamos en relación con la dimensión de la efectividad, en todas las entrevistas
aparece como un aspecto destacado positivamente la posibilidad de establecer vínculos con otras
organizaciones. Estos espacios son productivos para conocer a otras organizaciones, identificar sus
objetivos y perspectivas sobre problemas comunes; así como para establecer relaciones con nuevas
organizaciones para potenciar los resultados obtenidos.
En este sentido, los aspectos positivos más destacados por los entrevistados son la
experiencia como tal, la interacción con otros y la obtención de algún resultado. Por su parte, los
aspectos negativos son resaltados de manera más esporádica y son diferentes según el entrevistado
de que se trate, un ejemplo de esto lo constituye la alusión a que algunos espacios participativos
funcionan mejor para aquellas organizaciones que pueden articular sus necesidades con otras de
intereses afines.
IV. Caracterizando a las OSC´s y su incidencia sobre las políticas participativas.
En su propuesta, Fung y Wright también destacan a las políticas participativas como
aquellas de mejor desempeño de cara a la resolución de los problemas planteados por la sociedad.
Ello se debe a que empoderan a los individuos y a las OSC´s –quienes se encuentran cerca de los
puntos de acción y poseen un mejor conocimiento de las situaciones relevantes-; promueven
mejores soluciones que las políticas jerárquicas tradicionales –ya que suponen la participación
deliberativa de múltiples puntos de vista y el numeroso aporte de información útil y, por esto
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mismo, tienen una mejor aceptación que aquellas que son impuestas-; y, por último, acortan la
distancia y el tiempo entre decisión colectiva y acción estatal (2005:15-17).
No obstante esto, en base a nuestro trabajo de campo debemos matizar tal optimismo. En
este sentido, encontramos testimonios de entrevistados responsables de OSC’s a partir de los cuales
concluir que no necesariamente una mayor cercanía o un mejor conocimiento sobre una situación
relevante redundará en mejores soluciones, ya que entre las OSC’s suelen mediar relaciones de
conflicto que pueden anteponerse al potencial beneficio obtenido de su participación. Las políticas
participativas no sólo son consideradas como posibles instancias para la corrección de asimetrías
sociales sino también –y en grado considerable- como arenas para la demostración de poder y para
la lucha por el reconocimiento, arenas de negociación en las que confluyen enconos personales,
lealtades partidarias, el cálculo de beneficios materiales y simbólicos así como el trabajo voluntario
más desinteresado y altruista.
Por otro lado, casi unánimemente los entrevistados coinciden en destacar la alta incidencia
que la disponibilidad de recursos tiene sobre las capacidades organizacionales y, con ello, sobre el
empoderamiento efectivo de las OSC’s. Desde recursos humanos en general -y profesionales en
particular- hasta directamente los financieros, ellos no sólo condicionan los resultados que pueden
alcanzar sino que incluso pueden afectar sus márgenes de autonomía. En este orden, la gestión de
recursos puede implicar condicionamientos desde el Gobierno –cuando éste controla el acceso a
fondos públicos, por ejemplo- que son aceptados a fines de emprender o garantizar la continuidad
de determinadas acciones. Cierta inteligencia organizacional les permite a las OSC’s compensar
debilidades como las anteriores (tecnología, infraestructura, dinero, etc.), básicamente a partir de la
mayor dedicación de sus miembros en un claro ejemplo de “voluntarismo amateur, el que en
muchas oportunidades es menos una opción ideológica que el resultado de la imposibilidad de
pagar, en forma sostenida, profesionalismo y formación” (ACUÑA, 2007). Este voluntarismo
puede observarse en el trabajo territorial de miembros de OSC’s, quienes si bien pueden ser pocos,
conocen muchas veces mejor que el Estado determinadas áreas de la ciudad.
Este relativo empoderamiento que las organizaciones pueden obtener en grado variable
interactuando con el Estado puede no obstante no reflejarse a su interior: las propias
particularidades organizativas suelen, en oportunidades, opacar –cuando no obstaculizar
abiertamente- el empoderamiento de sus miembros, tales los casos de aquellas OSC’s verticalistas
en las que la participación queda circunscripta a los cargos de Presidentes o Secretarios, o del
responsable más visible que de alguna manera encarna los límites de la propia OSC´s. Tales
verticalismos y/o personalismos son sutilmente defendidos por muchos entrevistados en aras de la
supuesta conveniencia de que uno o pocos -por parte de la OSC´s -monitoreen ciertos temas,
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asistan a ciertas reuniones, etc., tratando de esconder con ello la más arraigada convicción de que
otros miembros no tendrían iguales capacidades de negociación, oratoria, etc.
En lo referido a la deliberación, señalada por Fung y Wright como reaseguro para el arribo a
políticas de mayor efectividad y legitimidad, ella dista –de acuerdo a los testimonios trabajados- de
ser el recurso exclusivo en el momento de toma de decisiones, fundamentalmente cuando la
participación no contempla los intereses de determinadas OSC´s excluidas de la convocatoria.
Marchas, “piquetes”, campamentos en espacios públicos y otros ejemplos de movilización
complementan el repertorio de acciones orientadas a lograr una mayor inclusión, constituyendo
ejemplos que no por menos deliberativos son menos racionales y efectivos.
V. Aportes para reflexionar
A partir del análisis de las entrevistas realizadas, es posible señalar algunas consideraciones
generales relacionadas con el proceso de participación de las OSC’s en distintas políticas
participativas en la ciudad de Rosario.
En primer lugar, pudimos observar que cuando las organizaciones tuvieron que identificar
la política en la que consideraban que su participación había sido más importante en relación con la
consecución de sus objetivos organizacionales señalaron principalmente al Presupuesto
Participativo. Fueron también mencionadas por las organizaciones otras políticas previamente
presentadas por el entrevistador, aunque fue posible sin embargo recuperar a lo largo de las
distintas entrevistas la importancia que algunas OSC’s le otorgan a otras instancias, formalizadas y
no formalizadas, que no habían sido consideradas en el instrumento como políticas participativas.
Así, fue posible identificar una pluralidad de espacios e instancias consideradas como
“participativos” por las OSC’s, y que no necesariamente pueden enmarcarse en el conjunto de
políticas analizadas en este trabajo. Aparecen referenciados distintos programas pertenecientes a
distintas Secretarías o Direcciones de la Municipalidad, así como reuniones organizadas para
vincular a distintas organizaciones, con el fin de realizar consultas y discutir sobre determinadas
temáticas. En este sentido, podemos concluir provisoriamente que la visión que tienen las
organizaciones en términos de participación es más amplia que el abanico que más comúnmente
suele recuperarse en los trabajos que abordan este tema, pero que por otro lado, el presupuesto
participativo es una política de referencia para la mayor parte de las OSC’s entrevistadas.
Así como son diversos los espacios recuperados por las OSC’s como participativos,
entendemos que la diversidad del universo de la sociedad civil analizada9, sugiere que las
características de las mismas –sobre todo en lo que respecta a la finalidad y a la dimensión
9
En este sentido, reconocemos que la muestra seleccionada no permite proponer generalizaciones, sin embargo el tipo
de selección realizada arroja algunos resultados interesantes en este sentido.
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territorial- incide en la valoración de la participación llevada a cabo en los distintas políticas, y por
lo tanto en la valoración de los resultados que consideran haber alcanzado a través de su
participación.
En una instancia preliminar del trabajo podemos sugerir una primera clasificación tentativa
de las organizaciones estudiadas en tres grupos. En primer lugar, podemos ubicar a aquellas OSC’s
que lograron a través de su participación apropiarse del espacio, más allá del cumplimiento o no de
sus objetivos. Más allá de que originalmente su participación estuviera orientada a la solución de
problemáticas puntuales, el cumplimiento o no de sus objetivos no condiciona la valoración
positiva de la política en sí. En segundo lugar, ubicamos a aquellas OSC’s que se acercaron a la
política para lograr consensos, generar redes con otras organizaciones o simplemente aceptar una
invitación por parte del ejecutivo municipal. Finalmente, ubicamos a aquellas que se acercaron a la
política con reticencia, ya que mantenían históricamente relaciones tensas con el partido al frente
del ejecutivo municipal. En este último caso es donde más claramente se señala la concreción o no
de la demanda que orientó la participación, y que en muchos casos se retiraron en las primeras
etapas del proceso participativo.
En relación con los objetivos de la participación, observamos interesantes matices a través
del análisis de las entrevistas. Como vimos, la consecución de una demanda concreta y específica
no es la única razón por la que las organizaciones participan en los distintos espacios. Existen otras
razones que motivan la participación de las OSC’s, conseguir visibilidad para la organización y, en
algunos casos, para el propio entrevistado, fue un objetivo señalado en forma recurrente. En este
sentido, resulta interesante que la participación en términos de presencia –y no en tanto
participación activa en los términos que la entendemos en este trabajo-, aparece enunciada por
entrevistados que provienen de organizaciones muy diversas. La participación en tanto presencia
individual e institucional aparece referenciada espontáneamente en las entrevistas, y en la mayoría
de los casos es presentada como una estrategia con finalidades semejantes: continuar siendo
invitados a actividades promovidas por el municipio, iniciar un contacto que antes no se tenía y que
podría ser utilizado luego para plantear demandas de la organización, o mostrar el respaldo a la
iniciativa en particular y al gobierno municipal en general. Lo interesante es que en estos casos la
canalización de las demandas de la organización no suele realizarse a partir de la propia política en
la que se está participando, aunque en otros casos la sola participación en tanto presencia, suele ir
acompañada de una participación más activa, y el objetivo de visibilizar a la organización es uno
entre otros que se persiguen.
Otro punto interesante que podemos identificar a partir del análisis de las entrevistas es la
estrecha vinculación entre las esferas de la política y de la sociedad civil. En este sentido, cuando
uno trabaja en términos teóricos intenta diferenciar a través del concepto de sociedad civil un
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campo diferente de la esfera del Estado, los partidos políticos y los actores privados. Cuando se
accede al universo de la sociedad civil –sobre todo en el escenario local- es posible observar la
presencia de actores individuales que han cumplido alternativamente roles en el ámbito público
estatal, privado y de la sociedad civil. Entendemos que el desempeño en los distintos espacios –y
por lo tanto el conocimiento de las reglas de los mismos- les otorga a los actores mayores
herramientas para desarrollar estrategias de incidencia a través del trabajo en las políticas
participativas.
Por otro lado, a partir del análisis realizado en los anteriores apartados, podemos señalar
respecto a la dimensión de la equidad, que las políticas participativas son entendidas como espacios
de libre expresión. Un aspecto complejo de estas políticas es la coordinación de la variedad de
puntos de vista y la vinculación entre los intereses particulares y los intereses comunes. Mientras
muchos coinciden en señalar la importancia de que existan reglas explícitas y que sean respetadas
por todos, menos son los que destacan la responsabilidad individual y de las organizaciones en
escuchar a los otros y en intentar pasar de la particularidad al interés general.
Con respecto a la amplitud y profundidad de la participación en las políticas estatales de las
OSC’s en la ciudad de Rosario, podemos recuperar los aspectos positivos mencionados en las
entrevistas: la experiencia de la participación en sí misma, la interacción con otros y la obtención
de algún resultado. En cuanto a los aspectos negativos, encontramos mayor variación en las
respuestas de los entrevistados. Un ejemplo de esto lo constituye la alusión a que algunos espacios
participativos funcionan mejor para aquellas organizaciones que pueden articular sus necesidades
con otras de intereses afines.
En tercer lugar podemos afirmar que el relativo empoderamiento que las organizaciones
entrevistadas tienen con respecto a las políticas participativas se encuentra determinada por la
forma en que las OSC’s se apropian de dichas políticas, si las consideran como posibles instancias
para la corrección de asimetrías sociales, como espacios para la demostración de poder y de
reconocimiento, o como instancias de negociación. Así mismo al interior de las organizaciones las
singularidades que estas presentan suelen obstaculizar el empoderamiento de sus miembros.
Finalizando en estas líneas intentamos dar vida y acción a algunas conceptualizaciones que
en materia de políticas participativas se vienen realizando, intentando mejorar nuestra comprensión
acerca de la multiplicidad de actores que interactúan en nuestras complejas democracias.
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