La agricultura en Uruguay: su trayectoria y consecuencias.

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II Simposio Nacional de Agricultura
La agricultura en Uruguay: su trayectoria y
consecuencias
O. Ernst1; G. Siri-Prieto1
INTRODUCCIÓN
Es posible pensar en la sustitución de
muchos recursos actualmente utilizables, como el petróleo, pero difícilmente
se logre prescindir del consumo de productos agrícolas naturales. Esto implica que la agricultura es una actividad
que seguirá existiendo, por lo que la
sostenibilidad de los sistemas de producción y sus tecnologías asociadas es
un punto central de la discusión.
El desarrollo sostenible es un concepto teórico, que en la práctica implica
evaluar una iniciativa con relación a objetivos predefinidos. Es aquel que satisface las necesidades de la presente
generación, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para
satisfacer las suyas (informe Brundtland,
WCED, 1987). Puede considerarse
como un proceso de cambio en el cual
el uso de los recursos, las inversiones,
el desarrollo tecnológico y los cambios
institucionales son consistentes con la
satisfacción de necesidades presentes
y futuras.
El concepto ha evolucionados pasando desde la mera evaluación de la capacidad del sistema de producción para
retornar a su condición original después
de un disturbio de la década de 1970, a
la aceptada en el Siglo XXI: sustentabilidad es la capacidad de la empresa rural para sostener en armonía sus objetivos productivos, económicos y ambientales, y garantizar un compromiso activo con la sociedad.
Según la Declaración de Río (1992)
el concepto incluye tres aspectos:
Ecológicos: mantener las características esenciales del sistema para asegurar su supervivencia en el largo plazo.
Económicos: proporcionar ingresos
suficientes para garantizar la continuidad del manejo sostenible de los recursos.
Sociales: los beneficios y costos, derivados del funcionamiento, deben distribuirse equitativamente en la sociedad.
Una de las dificultades que tiene abordar la discusión sobre la sostenibilidad
de un proceso como el que actualmente
afecta a los sistemas de producción
agropecuarios y al agrícola en particular, es definir el nivel jerárquico en el que
se lo discute y evalúa. El significado de
sustentabilidad cambia a través de distintas escalas geográficas: potrero, predio, ecosistema, eco-región, país, continente. A medida que ascendemos en
la escala geográfica, el concepto de
sustentabilidad, como paradigma socioeconómico, crece en importancia a expensas del concepto de sustentabilidad
como propiedad del ecosistema. Mientras que a nivel de un potrero el objetivo podría ser mantener las propiedades
edáficas, a nivel de un predio se incorpora sostener la performance biológica
y económica del sistema de producción.
A escalas de región o país, la sustentabilidad socio-económico se privilegia,
sobre todo en los niveles de decisión
1
Ings. Agrs. Departamento de Producción Vegetal- EEMAC-Facultad de Agronomía.
Correo electrónico: [email protected]
149
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política, y a escala global, se otorga una
alta importancia relativa, por ejemplo, a
la emisión de gases causantes del efecto invernadero.
INDICADORES QUE EVALÚAN LA
TRAYECTORIA
La evaluación de la sustentabilidad de
un sistema de producción, permite analizar la tendencia que siguen los indicadores definidos y tomar decisiones en
base a ellos, de manera de corregir las
tendencias negativas o transitar hacia
un objetivo predefinido.
De esta manera, la sostenibilidad se
relaciona con las denominadas Buenas
Prácticas Agrícolas (BPA), que pueden
definirse como «hacer las cosas bien,
incorporando permanentemente la mejor tecnología disponible para el logro
de los objetivos» y que por lo tanto, se
modifican de manera permanente. Definidas así, se relacionan con el concepto de «proceso de mejora continua».
Para que el cambio a implementar sea
definido como más sustentable que el
sistema o manejo inmediato anterior,
debería evaluarse con una serie de indicadores que permitan valorar si:
• Mantiene o aumenta los niveles productivos actuales. (Productividad).
• Reduce el nivel de riesgo (Seguridad).
• Protege la calidad y el potencial de los
recursos naturales, previniendo la degradación y contaminación del suelo,
agua y aire (Protección).
• Es económicamente viable (Viabilidad).
• Es socialmente aceptable (Aceptabilidad).
El punto es que todos los objetivos
deben lograrse de manera simultánea,
para lo cual es necesario dar una ponderación a cada uno, en función de la
importancia que definimos que tiene lograrlos.
150
Los indicadores de Productividad,
Seguridad y Viabilidad son considerados
individualmente cada vez que se evalúa
el resultado de una zafra y/o se planifica la siguiente. Si muestran tendencias
negativas, las medidas correctivas son
implementadas relativamente rápido,
por lo tanto, reciben una alta ponderación en las definiciones individuales.
Los de protección, se han integrado
en la discusión y en la implementación
de algunas medidas tecnológicas. El
énfasis está en aquellos indicadores
relacionados a la protección de la calidad y potencial de producción del suelo, lo que tiene implícito una ponderación alta sobre su importancia relativa.
No han recibido la misma atención la
evolución de indicadores referidos a
calidad de agua y aire.
Los indicadores relacionados a la
aceptabilidad, son menos discutidos en
ámbitos cuyo objetivo está más relacionado a la productividad de los recursos
tierra y capital de cada empresa que a
los de tierra, capital y trabajo de una
región o los del país.
Discutir sobre la sostenibilidad de
este proceso implica valorarlo con relación a un sistema alternativo definido
como el objetivo, o a una situación anterior, definida como base.
La valoración de los cambios operados en el sistema agrícola, seguramente será distinta sin el año base está definido por el sistema dominante a mediados del siglo pasado que si lo es el
sistema pastura-cultivo sin laboreo de
los años 1998 al 2000, o un sistema agrícola implementado entre los años 2002
al 2004.
Indicadores a escalas de país o región
A principios de éste siglo, la superficie dedicada a la agricultura en secano
no superaba las 350.000 ha y las existencias vacunas no llegaban a 14 millones de cabezas. En 2010 la superficie
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5500
GRANOS+DERIVADOS
17%
35%
Dólares (millones)
4500
3500
otros
granos+derivados
2500
1500
madera
carne+lana+leche
500
-500
Figura 1. Exportaciones agropecuarias y agroindustriales (millones de dólares)
para el promedio del período 2000-2002 y para el año 2010 (Errea et
al., 2011).
sembrada superó el millón de hectáreas
y las existencias vacunas fueron de 13,4
millones de cabezas. Las exportaciones
agropecuarias y agroindustriales pasaron de poco más de 1.300 millones de
dólares a más de 4.400 millones de dólares (Figura 1).
Las exportaciones crecieron un 242%
con una tasa anual para el período del
15%. Las exportaciones de granos y
derivados pasaron de representar el
17% de las exportaciones valoradas al
35%, superando por primera vez en la
historia las exportaciones de carne vacuna. Se podría decir que Uruguay pasó
de ser un país ganadero-agrícola a uno
agrícola-ganadero, aun cuando las exportaciones de productos de origen animal pasaron de 914 millones de dólares
a 2300 millones de dólares en el período. En el año 2000 Uruguay exportaba
76 U$S/ha y pasó a 265 U$S/ha en
2010. Para el caso de los granos y derivados, sólo el 35% de aumento se explica por incremento de producción y el
65% por mejora del precio. Algo similar
sucede en los demás rubros, por lo que
uno de los componentes importantes
para definir la sostenibilidad o no del
proceso y sus riesgos es el precio de
los productos. Como lo discute Vasallo
(2011), la mejora del precio de la carne
tiene un componente de desarrollo de
mercados (libre de aftosa, libre de vaca
loca, trazabilidad, etc.), mientras que en
la agricultura sólo se está capitalizando
una mejora de precios a nivel general.
Una aproximación a los impactos de
carácter social de éste proceso de mejora de la actividad agropecuaria general es presentado por Errea et al. (2011)
(Figura 2).
Entre 2000 y 2009 se registró un aumento de aproximadamente 29.000 trabajadores entre permanentes y zafarles. Como la cifra incluye sólo trabajadores formales, parte del incremento
puede ser consecuencia de la formalización del trabajo y no un aumento real
de puestos de trabajo, pero en todo
caso ambos son indicadores positivos.
El número de personas trabajando
como patrones (unipersonal u otras formas) se redujo en un 1,6%, casi la misma magnitud que el número de empresas agropecuarias (1,5%). A su vez, surgieron en el período 1834 empresas de
servicio que se suman a las 1110 ya existentes en el año 2000.
151
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Número de personas
25000
a
20000
15000
10000
5000
0
patrones
-5000
trabajadores trabajadores
otros
Empresas de
permanentes
zafrales
trabajadores
servicios
2000
b
70000
Número de personas
incremento al 2009
+17144
60000
50000
40000
30000
+3252
20000
10000
+7049
+1130
0
Forestación
Agricultura+
ganadería
Lechería
Granja
Figura 2. Variación en el número de personas en el sector agropecuario
(promedios anuales) y empresas proveedoras de servicios
al agro (a) y el número de personas por rubro (b) entre los
años 2000 y 2009. (Elaborado con base Tommasino y Bruno,
2010 y Errea et al., 2011).
La mayor tasa de variación la presentó la forestación (+717%), pero el mayor número de personas incorporadas
formalmente a la actividad agropecuaria lo hizo en la agricultura y ganadería.
En el conjunto de la actividad, el número de trabajadores formales pasó de
68.115 en el año 2000 a 96.690 en el
año 2009 (+42%). Si bien en términos
absolutos y relativos el cambio es de
importancia, sólo se incorporaron o formalizaron dos trabajadores directos
cada 1.000 ha.
Errea et al. (2011) cuantifican, además, el impacto en el empleo/desempleo
y actividad económica del país y de regiones o Departamentos. Incluyen, además, una serie de indicadores relacio-
152
nados al bienestar, como tenencia de
automóviles, heladeras, televisores, servicio de internet y computadoras, el nivel de educación alcanzado y el salario,
entre otros. En general todos muestran
tendencias en el sentido deseado y son
el resultado de externalidades positivas
del aumento de la actividad agropecuaria.
Vassallo (2011) en sus Conclusiones
e interpretación sobre la Dinámica y
competencia intrasectorial en el agro
Uruguay 2000-2010, remarca que el
PBI agropecuario creció 32% entre 2002
y 2009 y que, por primera vez en 150
años, es resultado de cambios que involucra simultáneamente a varios subsectores o cadenas; que incluye incor-
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poración de tecnologías, diferente cantidad y tipos de agentes participando, y
una amplia inserción internacional. La
dinámica ha generado una fuerte competencia intra e inter-sectorial por la tierra (batalla por la posesión de los RRNN)
que elevó su precio y el de las rentas.
El crecimiento en superficie de la agricultura y de la forestación de este siglo
desplazó a otros rubros en una superficie estimada entre 1,3 y 1,4 millones de
hectáreas. En respuesta a la competencia por tierra que la actividad agrícola
impuso a través del pago de rentas altas, la lechería, la invernada, y la forestación respondieron aumentando la producción de la tierra disponible (factor limitante) para reducir el costo por unidad de producto y mantener competitividad internacional. La producción cárnica y la forestal desarrollaron, además,
una estrategia para acceder a los mercados. Como contrapartida, la agricultura siguió un proceso de expansión sin
aumento de producción por unidad de
superficie, como el más puro commoditie y, por lo tanto, totalmente ligado a
los precios internacionales. No es posible afirmar entonces con certeza si se
corresponden a cambios coyunturales o
1940-1955
>1000000 ha sembradas
> 20000 productores
Estancamiento de rendimientos
Erosión
Pérdida de fertilidad
Deterioro de prop. físicas
USO Y MANEJO DEL SUELO
En la Figura 3 se esquematizan sobre una línea de tiempo, los principales
cambios cuantificados en la agricultura
de Uruguay.
Hasta mediados del siglo pasado la
agricultura se realizó dentro de lo que
se puede definir como «agricultura continua con laboreo». Se caracterizaba por
un estancamiento en los niveles de producción, con un rendimiento medio de
trigo de menos de 1.000 kg/ha asociado, entre otras causas, al deterioro de
la calidad del suelo producido por el propio sistema de producción y manejo del
suelo. En las décadas de 1970 y 1980
el esquema cambió a un sistema de rotación de cultivos con pasturas perennes sembradas. Este cambio estuvo asociado a una fuerte reducción del área
sembrada (de más de 1.000.000 ha a
menos de 700.000 ha), una fuerte reducción en el número de productores (de
más de 20.000 a menos de 3.000 productores) y una regionalización de la
Agricultura-pastura
sin laboreo
Fertilización
Agricultura continua
con laboreo
tendencias más consolidadas. Y en todo
caso, ¿por cuánto tiempo?
Agricultura-pastura
con laboreo
1970-1980
< 700000 ha sembradas
< 3000 productores
Rendimiento * 2,5
Control de erosión
Mejora de fertilidad
Mejora de prop. Físicas
REGIONALIZACION
1990-2002
< 500000 ha sembradas
<1500 productores
Rendimiento * 1, 2
Control de erosión
Mejora de fertilidad
Mejora de prop. Físicas
REGIONALIZACIÓN
70 kg N /ha
herbicidas
fungicidas
Agricultura continua
sin laboreo
2002-----
>1000000 ha sembradas
4500 productores
213 con 75% sup
3500 con 5% sup
Rendimiento ¿?
Erosión ¿?
Fertilidad ¿?
Físicas ¿?
EXPANSIÓN
100 kg N /ha
herbicidas
Fungicidas
insecticidas
40 kg N/ha
40 kg N /ha
Figura 3. Representación esquemática de los cambios en el uso y manejo de suelos en la agricultura de secano de Uruguay y de algunos indicadores que los caracterizan.
153
II Simposio Nacional de Agricultura
superficie sembrada. La agricultura se
localizó en el litoral sur-oeste, y el esquema de producción permitió reducir las
pérdidas de suelo por erosión y mejorar
la calidad del suelo deteriorada en la
tapa anterior. Este cambio, entre otros,
permitió más que duplicar los rendimientos del cultivo tomado como referencia
al trigo, el que pasó de menos de 1.000
kg/ha a 2.500 kg/ha.
El período siguiente (1990-2002) se
caracterizó por la adopción de la siembra sin laboreo, lo que permitió reducir
aún más los riesgos de erosión del suelo y pérdida de productividad. El esquema general siguió siendo agrícola-ganadero en rotación y regionalizado. El
rendimiento medio de trigo alcanzó, en
ese período, los 3.000 kg/ha si no se
consideran los bajos rendimientos determinados por los problemas sanitarios
y climáticos de los años 2001 y 2002.
Nuevamente, el número de productores
se redujo y la superficie sembrada llegó
a los mínimos registrados desde 1950.
A partir del 2002 la agricultura en Uruguay se ha intensificado y expandido. La
superficie afectada a la producción de
cultivos anuales crece continuamente, lo
que resulta de dos procesos: Intensificación en el área agrícola tradicional
(Litoral Oeste), y expansión hacia nuevas zonas. Por un lado, se sustituyó el
sistema de rotación de cultivos y pasturas tradicional en el Litoral Oeste, por
un sistema agrícola y por otro, se incorporaron nuevas zonas con potencial
agrícola, tradicionalmente ganaderas. El
primer proceso desplazó al sistema tradicional de producción agrícola-ganadero por un sistema de agricultura continua realizado en un 90% de la superficie, sin laboreo. El segundo, sustituye
el sistema ganadero sobre campo natural, por el mismo sistema de cultivo y
manejo del suelo que en el Litoral Oeste. No existe información precisa sobre
cuánto del crecimiento reciente se realizó sustituyendo efectivamente al cam-
154
po natural y cuánto fue una recolonización de áreas ya afectadas a la agricultura en fases expansivas anteriores, y
que al momento de su reingreso eran
situaciones de muy baja productividad.
Como sistema de producción es más
semejante al de medidos del siglo pasado (agricultura continua) pero sin laboreo, ya no está regionalizado y, si
bien no se registran incrementos en los
rendimientos, no debe dejar de señalarse que, a diferencia de lo ocurrido en
periodos anteriores, esto ocurre en un
proceso de expansión de la superficie
sembrada. El número de productores
está en el mínimo histórico a pesar de
que la mayoría de la superficie está sembrada por empresas que no existían en
el 2002. Según estudios realizados en
Facultad de Agronomía por Arbeletche
y Carballo (2003), el cambio expulsó a
la mayoría de los productores que eran
caracterizados como «medianeros grandes» en el período anterior. A su vez, el
44% de los productores responsables de
la superficie sembrada en el último período no existían en el 2005.
En la parte inferior del esquema, se
presentan los cambios en las cantidades medias de nitrógeno utilizadas para
producir trigo, lo que refleja que el sistema de producción se hizo más dependiente del ingreso de insumos para sostener los rendimientos.
INTENSIFICACIÓN O EXPANSIÓN
Un proceso de intensificación implica
el agregado de cantidades crecientes de
factores de producción (capital y trabajo) para obtener una mayor cantidad de
producto por unidad de tierra. En la agricultura esto se puede lograr por aumento en la producción de un cultivo y/o produciendo más grano por unidad de tierra y tiempo con doble cultivo anual. En
un proceso de expansión agrícola, el
aumento de la producción de un predio,
región o país, se logra básicamente por
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aumento de la superficie sembrada. La
expansión fue el proceso dominante en
los primeros años, pero todavía se mantiene, ya que la superficie sembrada
continuó incrementándose y no hay un
incremento de rendimiento de los cultivos más importantes (trigo y soja). Sin
embargo, si se toma la evolución del número de cultivos/ha (superficie sembrada con cultivos de invierno más superficie sembrada con cultivos de verano/superficie destinada a la agricultura) del
período 2000-2010 (DIEA, 2011), se podría decir que hay un proceso de intensificación que opera conjuntamente con
el de expansión. Saavedra (2011) utilizando el cociente entre la suma de la
producción de granos y la suma de la
superficie sembrada muestra que el
«rendimiento medio» pasó de algo más
de 500 kg de grano/ha sembrada en
1908 a más de 2.500 kg de grano/ha
sembrada en el 2010. Destaca que a
partir de 1982 el cambio tecnológico «fabricó tierra» puesto que, para obtener
la producción de 2010 con los 712 kg/
ha de 1908-1977 se hubieran precisado 5 millones de hectáreas adicionales.
En ningún caso el indicador utilizado
está abierto por zonas, pero es probable que sea el resultado de una mayor
intensificación en el Litoral Oeste y expansión en el centro y noreste.
Como lo analiza Caviglia (2011) los
sistemas agrícolas puros deberían transitar hacia lo que llama un proceso de
«intensificación sustentable», que logre
una alta eficiencia de la radiación y del
agua como forma de aumentar la productividad del recurso suelo, reducir el
riesgo de erosión y lograr el retorno de
rastrojo necesario para definir un balance de carbono al menos neutro. En Uruguay, al igual que en la zona templada
sub-húmeda de Argentina, la estrategia
pasa por la implementación de secuencias de doble cultivo anual, con el rendimiento más alto posible. Esto permite
plasmar en la realidad un componente
de la intensificación, como lo es el uso
más frecuente de la tierra. La producción media anual de grano, obtenida a
partir de rendimientos del período 19932010, en un experimento de largo plazo
instalado en la Estación Experimental Dr.
Mario A. Cassinoni (EEMAC), muestra
que el doble cultivo anual trigo/soja logró una producción acumulada similar a
un barbecho/maíz y trigo/soja-barbecho/
maíz, y que todas ellas superaron a barbecho/soja (Figura 4).
Producción de grano (kg/ha/año)
6500
6000
5500
5000
4500
4000
3500
3000
2500
2000
1500
1000
500
0
barbecho/soja
barbecho/maíz
Trigo/soja
Trigo/soja
bcho/maiz
Figura 4. Producción media anual de grano obtenida a partir de rendimientos logrados en un experimento de largo plazo (1993-2010). Estación Experimental
Dr. Mario A. Cassinoni (EEMAC), Paysandú. Doble cultivo anual: trigo/soja;
un cultivo por año: barbecho/maíz y barbecho/soja; tres cultivos en dos
años: trigo/soja-barbecho/maíz.
155
II Simposio Nacional de Agricultura
Los resultados muestran el efecto
positivo de la intensificación de la secuencia (barbecho/soja contra trigo/
soja) y del tipo de cultivo que la integra
(barbecho/soja contra barbecho/maíz).
A su vez, cuantifica el efecto negativo
de un período de barbecho en una secuencia de mayor intensidad de uso del
suelo (barbecho/maíz con un cultivo por
año contra trigo/soja-barbecho/maíz con
tres cultivos en dos años) que combina
distintos cultivos. Si bien agronómicamente esta última opción es mejor porque contempla los problemas derivados
de los monocultivos y da mayor oportunidad de cumplir con la secuencia dentro de las fechas previstas, no sembrar
una estación de crecimiento significó
perder la ventaja de productividad por
incorporar un cultivo de mayor producción como maíz.
La producción de biomasa a lo largo
del año puede ser descripta por la siguiente ecuación:
Producción de biomasa=RAFinc.x EI x EC
Donde:
RAFinc. radiación fotosintética activa incidente
EI= eficiencia de intercepción
EC= eficiencia de conversión
Cuando se considera una rotación, la
RAFinc. no es una variable de gran interés, es un valor dado, con una relativamente alta respetabilidad, que varía estacionalmente.
La eficiencia de conversión resulta de
interés para analizar la rotación ya que
es modificada por del tipo de especies
integrantes de la rotación (C3 o C4). Una
vez elegido el cultivo depende en gran
medida de factores relacionados a la
estación de crecimiento como temperatura, estado fenológico del cultivo, y en
menor medida de variables de manejo.
Sin embargo, es altamente afectado por
156
aquellos factores de producción que se
ofrecen de manera deficiente, como la
disponibilidad de nutrientes y agua. Es,
por lo tanto, de interés cuando se pretende analizar la brecha entre las producción lograda y lo lograble con esa
misma rotación y componentes y seguramente muy afectada por el potencial
de producción del suelo.
La eficiencia de intercepción de la
RAFinc. está altamente condicionada por
la secuencia e intensidad de cultivos
dentro de la rotación y queda condicionada por la posibilidad real de concretar la propuesta todos los años dentro
del plan establecido.
Conceptualmente cada vez que llega
RAFinc al suelo se pierde producción de
biomasa por fallas en la EI. Por lo tanto, el tiempo en que el suelo está en
barbecho, sin algo que esté creciendo,
con baja población de plantas, con sobre-pastoreo, reduce la producción total de la rotación. Tomando como referencia la información presentada en la
Figura 4, un cultivo al año cosecha entre el 50 y 60% de la radiación total, dos
cultivos por año el 80% y 3 cultivos cada
dos año en torno al 70%. La eficiencia
de conversión aumenta con la intensidad de cultivo y con la sustitución de soja
por maíz.
Un análisis similar pude realizarse
para la producción de grano o biomasa
total en función de la disponibilidad de
agua (Figura 5).
Los resultados son equivalentes,
mostrando la importancia que tiene la
intensificación en el uso eficiente del
agua precipitada. Quizás lo más llamativo es que en el mejor de los casos se
estaría utilizando algo más del 50% de
la lluvia promedio para la región. En tanto la eficiencia de uso de la lluvia cuantificada como producción de grano/mm
utilizado, también es modificada por el
tipo de cultivo que integra la rotación.
La producción de grano pasa de
2 kg/mm a 9 kg/mm de lluvia para bar-
800
mm
60
eficiencia de uso
700
50
600
40
500
30
400
300
20
200
10
100
0
mm utilizados/mm
precipitación anual (%)
uso de agua (mm año-1)
II Simposio Nacional de Agricultura
0
Figura 5. Consumo de agua estimada y eficiencia de captura de la lluvia
para la producción media anual de grano obtenida a partir de
rendimientos logrados en un experimento de largo plazo (19932010). Estación Experimental Dr. Mario A. Cassinoni (EEMAC),
Paysandú. Doble cultivo anual: trigo/soja; un cultivo por año:
barbecho/maíz y barbecho/soja; tres cultivos en dos años: trigo/
soja-barbecho/maíz. (Estimado utilizando el programa AGROECO-INDEX 2009, en base a Viglizzo et al., 2006).
becho/soja y trigo/soja-barbecho/maíz,
respectivamente.
En el Cuadro 1 se presenta la superficie sembrada en Uruguay en la zafra
2010 con cultivos de verano de estación
completa (cultivo de primera) y en doble cultivo anual (cultivo de segunda).
Todos los cultivos de verano tienen
en torno al 40% de la superficie sembrada en un esquema de doble cultivo
anual, lo cual debe considerarse como
positivo. Sin embargo, también es cierto que se sembraron unas 690.000 ha
con cultivos de primera y, dentro de estos, más de 400.000 ha fueron con soja.
El 66% de esta superficie se sembró
sobre soja del año anterior y el 28%
sobre rastrojos de maíz y sorgo (Figura
6) y, por lo tanto, no tuvieron cultivo en
el invierno anterior. No es posible discriminar entre antecesores de cultivos
de verano de primera o de segunda,
pero probablemente abunden éstos últimos.
En el período 2002-2005, claramente dominado por un proceso de expansión agrícola, la superficie sembrada
con soja de primera era de algo más de
150.000 ha, lo cual implicó un debate
profundo sobre las implicancias en el
Cuadro 1. Superficie sembrada (miles de hectáreas) con soja, maíz y sorgo como cultivo
de estación completa (cultivo de primera) o en doble cultivo anual (cultivo de
segunda). (Elaborado a partir de encuestas de la DIEA, 2010).
Soja
Maíz
Sorgo
Cultivo de primera
594
68
26
Cultivo de segunda
413
37
23
157
II Simposio Nacional de Agricultura
Soja/barbecho/soja
Otros/barbecho/soja
Sorgo+Maiz/barbecho/soja
Pradera-soja
Figura 6. Proporción de los cultivos de soja de estación completa de la zafra
2010 sembrados sobre distintos cultivos antecesores. (Elaborado a partir de encuestas de la DIEA).
riesgo de erosión hídrica y pérdida de
fertilidad del suelo. La intensificación del
uso del suelo fue una de las variables
propuestas para mitigar los efectos negativos. Si bien es cierto que esto se
implementó, en términos absolutos hay
más superficie expuesta a estos procesos hoy, que hace siete años. En esta
superficie existe una pérdida de eficiencia en el uso de los recursos: radiación,
agua y nutrientes disponibles. El primero no tiene un costo cuantificable; la baja
eficiencia de captura de agua y nutrientes tienen un impacto negativo por lo que
implican en el riesgo de erosión y contaminación. Los tres son pérdidas no
productivas de recursos que reducen el
retorno de carbono al sistema. Nuevamente, la situación seguramente no es
igual al comparar el litoral sur y oeste
con el centro y noreste, pero no hay información disponible para cuantificarla.
INTENSIFICACIÓN, PRODUCTIVIDAD Y
SOSTENIBILIDAD
La preocupación sobre la sostenibilidad de la agricultura ya no radica sobre
si se laborea o no, sino sobre la rotación de cultivos, sus tecnologías asocia-
158
das y el impacto que esto tiene sobre el
agroecosistema.
Los principales riesgos del crecimiento agrícola actual, están asociados a la
forma en el que se combinan los cultivos dentro de la rotación y sus consecuencias sobre la erosión, deterioro de
la calidad del suelo y el riesgo de contaminación por uso de agroquímicos.
No es objetivo de este artículo discutir sobre cómo definir buenas prácticas
agrícolas (BPA) tendientes a reducir el
riesgo de erosión, ni sobre el riesgo de
contaminación por el uso de agroquímicos asociados a la agricultura. Para el
primero, la propuesta es que la planificación del uso y manejo del suelo de
cada suelo dominante de un predio no
determine un riesgo de pérdidas por
erosión superior al establecido como
tolerable. La herramienta para ello está
disponible en la página Web de la Facultad de Agronomía, (Modelo EROSION
5.91, García et al., 2007). Para el segundo, la decisión de aplicar un fungicida, herbicida o insecticida debe hacerse con el objetivo de proteger un rendimiento posible. Existen criterios definidos para establecer la necesidad o no
de aplicarlos en función de la respuesta
II Simposio Nacional de Agricultura
económica esperada que, en realidad,
es la pérdida permisible de rendimiento
producida por enfermedades, malezas e
insectos en una situación dada.
Con referencia a la calidad del suelo,
el contenido de carbono orgánico del
suelo (COS) es un atributo relevante
porque, además de funcionar como reserva de nutrientes, define muchos de
sus atributos físicos, químicos y biológicos.
En los sistemas agrícolas de Uruguay
el principal (único) ingreso de carbono
al suelo es la fijación de carbono atmosférico (fotosíntesis). Por lo tanto, la capacidad de modificar el COS está relacionada con la producción de biomasa
por unidad de superficie y la proporción
de ella que es devuelta al sistema. Ghersa et al. (2000) utilizan la proporción de
la producción primaria neta de carbono
de un sistema que es dejada en el mismo, como un estimador del alimento disponible para construir materia orgánica
en el suelo. El tipo y número de cultivos
por año que integran la rotación, al igual
que la producción y composición del forraje producido por las pasturas, definen la cantidad y calidad de los rastrojos y raíces que quedan en el suelo, o
sea, la producción primaria neta de carbono residual, PPNCr. Relacionándolo
con lo discutido sobre captura y eficiencia de uso de radiación y agua, esto
implica doble cultivo anual, sin limitantes nutricionales y cosechar lo máximo
posible pero lo mínimo indispensable. El
rendimiento lograble de cada cultivo integrante de la rotación, su índice de
cosecha y la relación biomasa producida en raíces en relación a la biomasa
aérea, definirán la PPNCr.
En la Figura 7 se presenta el cambio
en el COS entre el año 2001 y 2010, en
un experimento de largo plazo, en el que
se evalúa una secuencia de cultivos continuo sin laboreo, contra la misma secuencia en rotación con pasturas de dos
o cuatro años.
El balance de carbono resultó desde
positivo hasta muy negativo, dependiendo del nivel inicial del período de estudio. Cuando el suelo tuvo una cantidad
de COS menor a 45 Mg ha-1 el balance
resultó neutro o levemente positivo. En
tanto, con contenidos mayores, fue negativo. Por tanto, el balance de COS fue
más negativo cuanto mayor fue la fertilidad inicial.
Variación de carbono orgánico del
suelo (Mg ha-1)
4,0
2,0
0,0
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
-2,0
-4,0
-6,0
-8,0
-10,0
Carbono orgánico en el suelo (Mg ha-1)
Figura 7. Cambio en el contenido de carbono orgánico en una masa equivalente
de suelo de 2,5 Mg en un experimento de largo plazo en la EEMAC,
Paysandú (2001-2010).
159
II Simposio Nacional de Agricultura
Por tamaño de las parcelas (10 x 50
m) y pendiente del terreno, se pueden
descartar diferencias generadas por
pérdidas de suelo y de fertilidad por erosión y, como los tratamientos son en
siembra directa, tampoco se pueden
atribuir a oxidación diferencial del COS
por laboreo.
En el Cuadro 2 se presenta el resultado del árbol de clasificación y regresión que describe la relación entre la
diferencia de COS inicial y final con la
PPNCr de los sistemas evaluados.
Agricultura continua: trigo/soja-cebada/sorgo-barbecho/girasol. Agricultura/
pastura: Se evalúa la misma secuencia
de cultivos en rotación con praderas
cortas de trébol rojo y achicoria en proporción del tiempo en cultivo/pastura de
67/33 y praderas largas de festuca, trébol lanco y lotus en una relación tiempo
en cultivo/pastura de 50/50.
En las situaciones de mayor fertilidad
inicial todos los manejos determinaron
balance de COS negativo. Con menos
de 52 Mg ha-1 de COS el balance fue
cercano a la neutralidad en sistemas de
agricultura continua que lograron producir más de 8.300 kg ha-1año-1 de PPN-
Cr. Un mayor COS inicial está asociado
a mayor pérdida de C por mineralización.
Como no existió relación entre el SOC
inicial y la PPNC, los resultados permiten plantear la hipótesis de que en los
suelos más fértiles no se logró producir
el mínimo retorno necesario para mantener el COS inicial en los sistemas de
agricultura continua. Esto es lo mismo
que decir que es necesario incrementar
los rendimientos de los cultivos para lograr la PPNCr necesaria.
En el caso de las rotaciones con pasturas, la producción acumulada de los
cultivos es menor que en la agricultura
continua por diferencia en la intensidad
de cultivos de la rotación. Como consecuencia, el balance de COS estuvo determinado por la proporción de la PPNCr producido por las pasturas. Al ser
estas pastoreadas, la mayoría del retorno es producido por raíces. Como la
producción de raíces está estimada a
partir de la producción de biomasa aérea, la proporción del retorno se explica
por dos componentes: producción por
superficie y duración de la fase pastura. Para el caso del experimento analizado, la PPNCr producido por pasturas
Cuadro 2. Balance de carbono orgánico de una masa de suelo de 2,5 Mg ha-1 según rotación y
producción de rastrojos en un experimento de largo plazo en la EEMAC, Paysandú
(2001-2010).
Rotación
COS inicial
(Mg ha-1)
Todas
>52
160
Agricultura/pastura
< 52
> 60, 3
< 60,3 con
menos del 40%
explicado por
rastrojo de
praderas
< 60,3 con
más del 40%
explicado por
rastrojo de
praderas
-4,2
,
-1.1
,
-1.1
,
+0.95
-0,45
,
-0.12
,
-0.12
,
+0.1
Retorno de
rastrojo
(Mg ha-1)
Balance neto de
COS (Mg ha-1 )
2010-2001
Balance anual
(Mg ha-1 año -1)
Agricultura
continua
II Simposio Nacional de Agricultura
6000
5000
4000
RC
3000
RL
2000
AC
1000
0
Trigo
Soja
Cebada
Sorgo
Barbecho Girasol
Figura 8. Producción media de grano de los cultivos para el período 2001- 2010
en la secuencia trigo/soja- cebada/sorgo- barbecho/girasol en agricultura continua (AC), rotando con pastura larga (RL) o pastura corta (RC).
Nota: los cultivos aparecen en el orden en el que se integran en la secuencia.
fue mayor al 40% sólo en las praderas
largas, es decir, en relación de tiempo
en pastura/cultivo de 50%. En las pasturas de corta duración (relación 67/33),
el balance de COS fue definido por la
producción de la fase cultivos.
Estos resultados fueron generados
con los cultivos y rendimiento medios del
período presentados en la Figura 8.
No hubo diferencias significativas en
el rendimiento medio de los cultivos entre los sistemas evaluados. A su vez,
salvo para soja de segunda, los rendimientos individuales fueron buenos. La
rotación incluye cinco cultivos en tres
años, pero puede dividirse en dos periodos, uno de dos años con una intensidad de dos cultivos por año y otro de
un año con un cultivo. En el primero, la
producción media de grano fue de
aproximadamente 6.500 kg ha-1 y en el
segundo de solo 2.000 kg ha -1, por lo
que tiene una relativamente alta responsabilidad en la productividad promedio
de la rotación. Cambiando el cultivo y/o
produciendo durante el barbecho invernal, se podría mejorar la PPNCr.
CAPACIDAD DE USO DEL SUELO Y
SOSTENIBILIDAD
Uruguay tiene 4,5 millones de hectáreas con capacidad de uso agrícola
media a alta, de las cuales 2 millones se
las califica como alta. Sin embargo hay
que relativizar estos valores al menos a
los siguientes aspectos:
1. No están todas juntas, por lo que
no hay una «zona núcleo».
2. No implica que no tengan restricciones para ser incorporadas en
esquemas de agricultura continua.
Dentro de estas, el riesgo de erosión asociado a erodabilidad y pendiente son las más frecuentes.
3. No toda el área tiene aptitud para
secuencias de doble cultivo anual,
variable que como se discutió, tiene alto impacto en la PPNCr. En
estos casos, la productividad de la
rotación depende del comportamiento de un solo cultivo y se genera una ventana de tiempo con altas perdidas no productivas de
agua y radiación.
161
II Simposio Nacional de Agricultura
Un ejemplo puede ser el rendimiento
medio esperado para combinaciones de
trigo, soja y maíz en dos suelos del área
agrícola del Litoral Oeste.Mientras que
en un suelo profundo, la producción
media esperada para la secuencia trigo/soja sería de 6.400 kg ha-1 año-1 , en
un suelo superficial sería de menos de
4.500 kg ha-1 año-1. Para trigo/maíz sería
de en torno a 8.000 kg ha-1 año-1 y menos de 6.000 kg ha -1 año -1 respectivamente. Con un solo cultivo al año, para
barbecho/maíz por ejemplo, la producción media esperada sería de casi 8.000
kg ha-1 año-1 y en torno a 2.000 kg ha-1
año-1 en suelo profundo y superficial respectivamente (Mazzilli y Ernst, 2007).
Estos suelos en su condición inicial tienen contenido de COS similares en los
primeros 20 cm del perfil, por lo que la
tasa de deterioro será diferencial. Cuando a la diferencia en el rendimiento lograble se suman las restricciones mencionadas en el punto anterior, la erosión
es la responsable principal del deterioro de la capacidad productiva del suelo.
COMENTARIOS FINALES
En lo que va del Siglo XXI la agricultura y la forestación desplazaron en partes casi iguales a otras producciones en
una superficie en torno a 1,3-1,4 millones de hectáreas. Los indicadores de
la marcha de la economía y el impacto
en el trabajo y la calidad de vida muestran evoluciones positivas. Sin embargo, la producción agrícola ha crecido en
un esquema de expansión, sin cambios
en la producción de cada cultivo, con un
número muy bajo de empresas productoras, con alta extranjerización de la tierra, con aplicación de paquetes de tecnologías de insumos homogéneos en
grandes zonas heterogéneas en recursos y rendimientos logrables. Como consecuencia, es altamente dependiente de
que se mantengan las relaciones de precios actuales. Modificar esta tendencia
162
es la clave para lograr un país productivo sostenible. Para ello será necesario
recorrer un camino de intensificación
que, además de la creciente adopción
del doble cultivo anual y la incipiente
incorporación de cultivos de cobertura
en los tiempos de barbecho que lo permitan, logre aumentos de producción de
cada cultivo individualmente. Y para que
esto sea posible, la coherencia entre la
capacidad de uso de un suelo y el esquema productivo implementado, es una
de las variables de alto impacto sobre
la sostenibilidad del sistema cuantificada por la evolución en el contenido de
COS.
Este nuevo paso en intensificación
supone el desafío de mantener la producción global en menos superficie afectada a la agricultura. Para ello será necesario implementar tecnologías y control de procesos de difícil aplicación
cuando la estrategia es crecer en superficie. Habrá que imaginar sistemas de
producción alternativos, con más trabajo y menos recetas.
No se analizó la tenencia de la tierra
como problema, aunque sin dudas es un
aspecto estructural de la agricultura actual. Sin embargo, la agricultura en Uruguay se realizó mayoritariamente en tenencia provisoria por lo menos desde la
segunda mitad del siglo pasado. La diferencia es que el régimen dominante
era la aparcería, por lo que coexistieron
agricultor y ganadero en una sociedad
«simbiótica». La predominancia actual
de la renta de la tierra por corto plazo,
en general atada a kilos de soja, transformó a ganaderos en agricultores sin
sembrar, que tienen en la renta de la tierra su principal (único) ingreso. La combinación de un proceso de crecimiento
por «extensificación», la relación con la
tierra y el valor de la renta de la tierra,
tiene implícita la falta de compromiso con
la sostenibilidad del sistema de producción en su término amplio.
II Simposio Nacional de Agricultura
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163
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