derecho de la integración y derecho comunitario

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DERECHO DE LA INTEGRACIÒN Y DERECHO COMUNITARIO.
Al finalizar la segunda guerra mundial comenzó a desarrollarse, en diversos ámbitos
espaciales, una relación interestatal de características propias, con objetivos que iban desde lo
político-económico-social-cultural a aspectos exclusivamente centrados en el desarrollo o en la
cooperación entre los Estados.
Como resultado
de esas interrelaciones surgen instituciones jurídicas nuevas, con
características propias, diferentes de las conocidas en el Derecho Internacional clásico.
Los nuevos estamentos jurídicos, al irse afirmando e independizándose, abren camino para la
construcción de principios autónomos de derecho, hasta llegar al desarrollo del Derecho de la
Integración y del Derecho Comunitario, convirtiéndolos en tema común, al punto de emplearse
ambas expresiones como sinónimos.
A su vez el Derecho Comunitario ha sido identificado como el que emana de los órganos
dotados de supranacionalidad por los Estados miembros
Nosotros entendemos que el Derecho de la Integración y el Derecho Comunitario es una
relación de género a especie1, y el Derecho Comunitario puede emanar tanto de órganos
dotados de “supranacionalidad” por los Estados miembros o de órganos intergubernamentales.
I. Integración
I.1) El proceso integracionista.
Si bien desde épocas remotas existieron en el mundo intentos de procesos unificadores, en el
caso europeo, como bien señala Molina del Pozo 2, se deben diferenciar los procesos de
integración, que en el pasado han permitido la formación de los principales sistemas políticos,
del modelo comunitario de integración actualmente vigente en la Unión Europea.
Los anteriores procesos consistieron en lo que se ha dado en denominar integración regalista
o integración por difusión, o bien en la integración por dominación o integración imperial.
Dentro del primer esquema se incluyen las integraciones producto de la concentración
territorial de feudos o unidades territoriales en una nueva unidad política denominada Estado.
Mientras que el segundo esquema de integración consistió en la incorporación al seno de un
imperio de unidades políticas dominadas, como ocurrió con el Imperio Napoleónico, el AustroHúngaro o el Turco.
De todos modos ambos esquemas, por circunstancias diversas se concretaron finalmente en
naciones.
Molina del Pozo sostiene que “Ya sea imperial, regalista o nacionalista, la integración se lleva
a cabo generalmente por métodos coactivos tendientes a la centralización y a la uniformidad.
Junto a ellos tenemos a otro gran modelo de integración: la integración federativa”, que nace
de un acuerdo de voluntades entre unidades políticas soberanamente iguales, que conservan
1
Así lo entiende Scotti, Luciana en, La integración Regional y el Derecho dela integración, Diario Jurídico El Día
31/03/2006.
2
MOLINA DEL POZO, Carlos Francisco, Manual de Derecho de la Comunidad Europea,, Ed- Trivium, Madrid,
1990,pág.1.
1
su autonomía pero convienen políticas de interés común que constituyen el pilar de su
integración, sobre todo en los aspectos de seguridad interna y externa. Ejemplo de ello es lo
ocurrido con las colonias inglesas de Norteamérica y, en el caso específico de Europa con
Suiza y Alemania.
En el caso del sistema comunitario europeo, se diferencia y distancia de esta forma de
integración porque surge de un marco histórico propio y único, que dio como resultado un
ámbito jurídico institucional peculiar, producto de combinar el carácter federativo contenido en
la conformación de la comunidad consensuada libremente, con el concepto de
supranacionalidad del que se dotó al sistema comunitario europeo para facilitar sus objetivos.
A ello debe agregarse que el concepto fundamental que permitió a la comunidad perdurar y
fortalecerse ha sido el de entender, desde sus albores, a la integración europea como un
proceso de creación continua.3
En América durante el siglo XIX se dieron varios intentos de unificación, los que estuvieron
vinculados con los procesos de emancipación, y tuvieron sus expresiones en las doctrinas de
Monroe, H. Clay, Miranda y Mariano Moreno, en la concepción del panamericanismo, en el
ideario de Bolívar que lo lleva a convocar al Congreso de Panamá, como también en las
gestas de San Martín y Artigas.
Pero esos intentos de cooperación o unificación fueron, conceptual y sustancialmente,
distintos a los procesos de integración que tuvieron lugar en siglo XX y aún hoy, en que
proliferan acuerdos de integración, con diferentes contenidos y alcances aunque, el éxito de
los mismos ha sido inversamente proporcional a su cantidad.
I.2) Integración – Concepto
De lo anterior podemos concluir que a partir del siglo XX, hay un antes y un después - con
marcadas diferencias - en cuanto a la cuestión de la integración entre las unidades sociopolíticas.
Se ha sostenido que al hablar de integración existe una gran confusión en esta materia y que
generalmente se habla de integración, pero muy frecuentemente se la confunde con comercio
o se la asimila a la cooperación, no hay conceptos uniformes en esta materia.
Es decir que la integración se puede dar en diferentes campos de las relaciones interestatales,
puede tener dimensiones espaciales diversas, el grado de compromiso e integración puede ser
menor o mayor, de ahí la dificultad de encontrar una definición única que enmarque todas las
posibles formas de manifestación de este fenómeno.
Al tratar de conceptualizar el fenómeno integración desde una perspectiva sociológica lo
podemos entender, según el diccionario enciclopédico español Bruguera “como un ajuste y
cooperación entre las distintas partes que componen un sistema social, en base a la
identificación y participación de los individuos y grupos que lo forman. Dado que es
prácticamente imposible lograr un idéntico grado de identificación y participación por parte de
todos los elementos, la integración perfecta y total no existe. Los grupos dominantes,
vinculados a un determinado sistema económico, intentan lograr el máximo de integración
mediante mecanismos (autoridad, compromiso y votación) a través de instituciones sociales.”
Jean Monnet, en sus Memorias expresó:”Pretender entrever hoy en día la froma definitiva de la Comunidad
Europea que hemos concebido como un proceso de cambio resulta una contradicción en sus propios términos.
Anticipar el resultado bloquea el espíritu de inventiva. Será a medida de nuestra ascensión que descubriremos
nuevos horizontes”
3
2
En este sentido, también se ha definido a la integración como un proceso de cambio social
que es voluntario y a partir del cual, los problemas, intereses y objetivos comunes de las
unidades nacionales, las llevan a asociarse y a adoptar estrategias de acción conjunta para
superarse y mejorar su inserción en el sistema internacional.
El concepto de integración, puede ser tomado, en un sentido particular, desde lo económico
(productivo-comercial-financiero) o en un sentido más amplio para definir una integración más
profunda (política-económica-social-cultural), para lo cual se necesitaría entonces precisar o
calificar el término y optar por diferenciar los procesos de integración en función del contenido,
objetivos e instrumentos.
Ekmekdjain opina que en un principio “la integración es un fenómeno de carácter
pluridimensional, plurifacético globalizante, típico del siglo veinte, que tiene la virtualidad de
incidir no solo en lo económico, sino también en lo social, en lo político, en lo jurídico y en lo
cultural.”4
Por lo tanto, podemos decir, sin haber agotado todas las definiciones, que cada proceso de
integración será definido y caracterizado en virtud del objetivo que los Estados intenten
alcanzar, y en función de ese objetivo se habrán de determinar los institutos jurídicos y
políticos con que se le ha de dotar, a efectos de hacer realidad su concreción.
I. 3) Acuerdos de integración.
Pese a las dificultades que parecen presentarse a la hora de definir la integración, se nos
imponen como elementos esenciales los conceptos de “proceso”- por lo tanto “imperfecto y
parcial”- “interestatal” y “voluntario”.
En base a esto podemos decir que en un proceso de integración consensual, basado en la
libre voluntad de los Estados, estos se relacionan mediante acuerdos que determinan el
esquema5 en que ha de encuadrarse la integración y que, esos acuerdos son la formulación
jurídica del proyecto interestatal, que se dará en el tiempo, en función de un modelo
establecido por los propios Estados para regir sus relaciones6
Ese acuerdo marco o fundacional, que se genera en el ámbito del Derecho Internacional
Público7, contiene el ordenamiento jurídico que se ha de erigir en el derecho originario de la
integración.
4
EKMEKDJIAN, Miguel Ángel, Hacia la República Latinoamericana, Depalma, Buenos Aires, Argentina, 1991.
5
Las clasificaciones de los esquemas, tipos o formas de integración presentan variaciones según la interpretación
de los diferentes autores o instrumentos normativos, ver al respecto Art XXIV del GATT y Art. V del GATS/AGCS;
y ABREU BONILLA, Sergio: MERCOSUR e Integración, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, 1991;
6
En un proceso de integración voluntario o consensual, la voluntad de los Estados participantes se manifiesta en
un proyecto o plan de integración. Dicho proyecto se formula jurídicamente en un tratado internacional.
Precisamente, el ordenamiento jurídico de un proceso de integración está orientado a regular y facilitar la
realización en el espacio y en el tiempo de un proyecto de integración que es el resultado de la voluntad
concertada de los actores del proceso. La relación del plan de integración – tratado de integración – se observa
históricamente en el proceso de integración europea. CÁRDENAS, Emilio y PEÑA, Félix: La dimensión jurídica de
la integración, BID/INTAL, Buenos Aires, Argentina,1973, pág. 130.
7
Conf. ARBUET VIGNALI, Heber: MERCOSUR Balance y Perspectivas, Fundación de Cultura Universitaria,
Buenos Aires, Argentina, 1996, pág 38 y MOLINA DEL POZO, Carlos Francisco, op.cit., pág, 295, GARRÉ
COPELLO, Belter, Estudios Multidisciplinarios sobre el MERCOSUR, Facultad de Derecho Universidad de la
República, Montevideo, 1995, pág. 176 entre otros.
3
Por otra parte, y en consideración a que las opiniones de los autores son coincidentes en
otorgar a la integración el carácter de proceso, como tal lleva implícita la idea de cambio y por
consiguiente, la permanente adaptación del proyecto a la realidad cambiante. Esa
circunstancia determina la generación de un nuevo ordenamiento jurídico, derivado del
acuerdo, que se irá desarrollando con el transcurso de los acontecimientos, conforme al plan
contenido en aquel, y por acción de los órganos –supranacionales o intergubernamentalescreados con el objeto de manifestar la voluntad de las partes. Ese nuevo ordenamiento jurídico
conforma el derecho comunitario.
II.- El Derecho Comunitario.
El concepto de Derecho Comunitario ha sido generalmente asociado al término
supranacionalidad, término que fue incorporado en el Art. 9° del Tratado de París de 1951 que
da origen a la Comunidad Económica del Carbón y del Acero.
Esa disposición legal determinaba que “Los miembros de la Alta Autoridad ejercerán sus
funciones, con plena independencia, en interés general de la Comunidad. En cumplimiento de
sus deberes, no solicitarán ni atenderán instrucciones de gobierno ni organismo alguno. Se
abstendrán de todo acto incompatible con el carácter supranacional de sus funciones. Cada
Estado miembro se compromete a respetar este principio y a no intentar influir sobre los
miembros de la Alta Autoridad en la ejecución de sus tareas”
Ningún tratado posterior, del proceso de integración europeo, reiteró el término
“supranacionalidad” y el mismo dejó de integrar el orden normativo comunitario en 1965 como
consecuencia del Tratado de Fusión.
Aún con la ausencia del término, en los tratados posteriores, las instituciones fueron dotadas
de mayor autonomía que la otorgada a la Alta Autoridad, a su vez se fue gestando y
generalizando -tanto en doctrina cuanto en jurisprudencia- la opinión que el derecho
comunitario se estructuraba a partir del concepto de supranacionalidad.
Arbuet Vignali sostiene que la idea de supranacionalidad, sin perfiles definidos en el ámbito
de la política y del derecho internacionales, indica una situación intermedia entre el Derecho
Internacional Público -donde el atributo de la soberanía está presente en cada acto y en cada
compromiso que se asume- y el sistema del Estado federado, donde desaparece la soberanía,
aunque quedan todos los demás atributos del Estado.
En tal sentido define al Derecho Comunitario como un sistema intermedio en el cual los
Estados partes, por un acto de su voluntad soberana y en ejercicio pleno de su soberanía
acuerdan, en el marco del Derecho Internacional Público, crear órganos comunitarios,
diferentes de los órganos intergubernamentales.
La característica de los órganos intergubernamentales es que se integran con representantes
de los gobiernos de los Estados miembros y de esos representantes emana la voluntad
orgánica del órgano o de la Organización, respondiendo al mandato de sus respectivos
gobiernos, cumpliendo sus instrucciones y atendiendo a sus intereses. El acuerdo que
finalmente se concluya, en muchos casos deberá ser sometido a los procedimientos comunes
de entrada en vigor de los tratados.
4
En cambio, afirma Arbuet Vignali, cuando a través de un acto soberano los Estados crean un
órgano comunitario, designan las personas que lo integrarán, esas personas van a actuar
según sus conocimientos técnicos, decidiendo según su leal saber y entender, no recibiendo
instrucciones de gobierno alguno y atendiendo fundamentalmente a los intereses de la
comunidad. Esas decisiones obligan a los Estados y se integran al ordenamiento jurídico
interno de los Estados miembros, entrando en vigor de inmediato, sin ningún otro trámite, en
todo el ámbito geográfico de los mismos. Además las normas creadas por estos órganos
supranacionales, prevalecen sobre las leyes de los Estados miembros. Esto permite una
mayor fluidez y eficacia en la toma de decisiones.
A su vez, Molina del Pozo opina que el Derecho Comunitario es un conjunto de reglas que
determinan la organización, las competencias y el funcionamiento de las Comunidades
Europeas y que ha sido el Tribunal de Justicia Comunitario quién ha declarado que este
Derecho supone un orden jurídico propio, que se diferencia del orden jurídico internacional y
que, también, es distinto del orden jurídico interno de los Estados miembros. Es precisamente
ese orden jurídico propio, distinto del internacional y del interno de cada Estado miembro, lo
que se denomina ordenamiento jurídico comunitario.
Molina del Pozo también sostiene que el Derecho comunitario es distinto del orden jurídico
internacional en dos aspectos esenciales: En primer lugar, el orden jurídico internacional es un
orden basado fundamentalmente sobre la idea de cooperación, mientras que el orden jurídico
comunitario es un orden destinado a desarrollar un proceso de integración. En segundo lugar,
el Derecho internacional es esencialmente un derecho convencional, mientras que el Derecho
comunitario, si bien tiene su origen en los Tratados fundacionales, es desarrollado por las
instituciones comunitarias, que crean el Derecho comunitario derivado. En cuanto a la
diferencia entre Derecho comunitario y Derecho interno de los Estados miembros la autonomía
de que goza el comunitario, es consecuencia de la transferencia de competencias consentidas
por aquellos a las instituciones de la Comunidad.
No obstante, afirma ese jurista, la autonomía del Derecho comunitario en relación al Derecho
nacional no es absoluta, puesto que los Estados miembros han aceptado que el Derecho
comunitario formara parte integrante de su orden jurídico y así lo reconoció el Tribunal de
Justicia de la Comunidad al afirmar que, el Tratado CEE ha instituido un orden jurídico propio
integrado al sistema jurídico de los Estados miembros, que se impone, a sus jurisdicciones, a
sus nacionales y, a los mismos Estados.
En similar sentido Ekmedjian manifiesta que desde hace algunas décadas, se ha ido gestado
en la comunidad internacional un nuevo derecho que puede considerarse como una disciplina
distinta del derecho internacional y, por lo tanto no forma parte de él, sino que tiene por objeto
la creación de entidades –denominadas supranacionales- distintas de los clásicos organismos
internacionales. Este nuevo derecho es también distinto del derecho interno de cada Estado.
Surge en primer lugar, de los tratados que dieron origen a estas entidades supranacionales, y,
en segundo término, de los órganos propios de éstas.
Por su parte, Sobrino Heredia8 expresa que el concepto de integración y el de
supranacionalidad – entendida como “supraestatalidad”- son expresiones cercanas pero no
sinónimas, puesto que la integración no exige renuncia por parte de los Estados miembros a
su soberanía, sino que necesita que éstos, en virtud de dicha soberanía, cedan
voluntariamente el ejercicio de la misma a la organización de que se trate. Supranacionalidad
en tanto supraestatalidad, significaría, en cambio, avanzar más allá de una mera cesión del
ejercicio de la soberanía, la que se trasladaría a nuevos entes internacionales que estarían por
encima de los Estados.
8
SOBRINO HEREDIA, José Manuel: Integración y Supranacionalidad, Secretaría General de la Comunidad
Andina,Lima, Perú, 2001, pág. 45
5
Este autor entiende que tal cosa no se produce en lo que respecta a la Unión Europea, por ello
se inclina por sostener que existe un proceso de integración, sustentado en la primacía del
Derecho comunitario y en la eficacia directa de sus normas. Aunque, no descarta, que una vez
agotada la técnica integradora sea necesario pasar a otra fase nueva , porque el tiempo
transcurrido desde la implementación de esa técnica integradora, estaría demostrando que ella
ya no es suficiente para hacer avanzar el proceso de construcción europeo.
También afirma Sobrino Heredia que el Derecho comunitario constituye, un factor importante
de integración y un rasgo diferenciador de la misma respecto de otros modelos de
organizaciones, como son las organizaciones de cooperación, e, incluso de otras, que
inmersas también en procesos de integración, se encuentran aún en fases menos adelantadas
como el caso de Mercosur o la Comunidad Andina.
II.2) La intergubernamentalidad
El proceso integracionista que se ha desarrollado en Europa, es substancialmente distinto a
todo otro proceso conocido. La Unión Europea es el resultado de un proceso histórico que se
desarrolló a lo largo de siglos, con características propias que determinaron la necesidad de
adoptar ese sistema institucional como único camino posible de que Europa se construyera y
no se destruyera (Schuman en su Declaración del 9 de mayo de 1950, manifiesta que la
contribución que una Europa organizada y viva puede aportar a la civilización es indispensable
para el mantenimiento de unas relaciones pacíficas. Francia, defensora desde hace más de
veinte años de una Europa unida, ha tenido siempre como objetivo esencial servir a la paz.
Europa no se construyó y hubo guerra).
En otros ámbitos espaciales, en otro contexto histórico, social y con una realidad distinta, se
construyeron, con mucha posterioridad a las europeas, - tal el caso del continente americanose gestaron también procesos de integración. Si bien estos procesos no han logrado alcanzar
ese grado de integración, no implica reconocer como único modelo posible de integración el
europeo ni tampoco como el mejor.
Con respecto a lo antes expresado, podríamos decir que, la expresión Derecho comunitario,
estaría exclusivamente reservada al derecho derivado originado en las instituciones de la
comunidad europea y que, el mismo, es producto de la cesión del ejercicio de soberanías
nacionales realizada en su favor por los Estados, en materias específicas, cesión que se ha
dado en llamar “supranacionalidad”.
Sin embargo, existe una corriente doctrinaria y jurisprudencial que sostiene que, también, es
Derecho Comunitario el que se aplica en otros esquemas de integración, que no cuentan con
órganos a los que se les ha dotado del carácter de supranacionales sino que son
intergubernamentales, pero de los que emanan normativas conforme las condiciones y
alcances que el tratado constitutivo les ha otorgado, y que ese derecho derivado de los
órganos intergubernamentales es Derecho Comunitario.
Así es que Rico Frontaura9, entre otros, sostiene que en la Comunidad Andina el derecho
derivado emanado de los órganos intergubernamentales es Derecho Comunitario, puesto que
en un proceso de integración, mas que tender a la cesión de soberanía se debe pretender la
conjunción a partir de la capacidad soberana de un grupo de Estados, que son parte de un
proceso de integración, que tiene alcances más amplios que los procesos de desarrollo de los
países considerados individualmente.
9
RICO FRONTAURA, Víctor Manuel, Integración y Supranacionalidad, Secretaría General de la Comunidad
Andina, Lima, Perú, 2001, pág. 75
6
Por lo tanto, afirma que, en lugar de cesión de soberanía, lo que existe es una conjunción de
capacidades soberanas, en torno de un objetivo más amplio que los simples objetivos
nacionales y, contrariamente a lo que opina Sobrino Heredia, sostiene que el proceso de
integración de la Comunidad Andina contiene un componente supranacional, en el sentido de
transferencias nacionales a órganos intergubernamentales como el Consejo de Cancilleres y la
Comisión o hacía órganos comunitarios como la Secretaría General. La diferencia entre uno y
otro sistema radica en que, desde la perspectiva europea, el concepto de supranacionalidad se
encuentra mas ligado a un concepto de integración política, que al de transferencia de
responsabilidades nacionales a los órganos comunitarios.
Con referencia al proceso de integración del MERCOSUR, Lavopa10 reconoce que “ durante el
Período de Transición, si bien el impulso político y la iniciativa administrativa han estado en
manos del Consejo y del Grupo respectivamente, el núcleo motriz del proceso se encontraba
en la dinámica de los Subgrupos de Trabajo, quienes ofrecieron los mayores aportes para la
conformación de un “Derecho Comunitario”, cumpliendo una función esencial en la elaboración
del mismo.”
Por ello, siguiendo a Bouzas11 se puede sostener que “La clásica dicotomía
“intergubernamentalidad” versus “supranacionalidad” no es útil a los efectos de caracterizar los
dilemas institucionales ... de los procesos de integración ... “intergubernamentalidad” y
“supranacionalidad” en vez de constituir desde el punto de vista político dos nociones
radicalmente contrapuestas, son mas bien dos polos de un continnum entre los que se
desarrollan formas de cooperación e integración, mas o menos estrechas, entre Estados”
II. 3) Los principios del Derecho Comunitario
II. 3) 1. En el proceso de integración europeo
El fenómeno que caracteriza a los procesos de integración de transferir responsabilidades
nacionales a órganos comunitarios, ya sean supranacionales o intergubernamentales,
establece una diferencia con los tratados internacionales ordinarios, y es que la integración
genera un ordenamiento jurídico propio, que ingresa en el sistema jurídico de los Estados
miembros a partir de la entrada en vigor y se impone a sus jurisdicciones como derecho
aplicable tanto a sus nacionales como a ellos mismos.
Si nos referimos al Derecho comunitario europeo, vemos como este se integra en el sistema
jurídico de los Estados miembros, lo que supone que en el interior de cada Estado miembro
coexisten el Derecho comunitario y el Derecho interno, cada uno con su propia autonomía. De
manera que el Derecho comunitario no es Derecho nacional, pues aunque integrado en el
sistema jurídico nacional, tal integración se produce sin que aquél pierda su naturaleza
específica original de Derecho comunitario.
Esta idea es la que inspira a la doctrina jurisprudencial de la Unión Europea en la materia
desde la Sentencia Costa c. ENEL de 1964 cuando, el Tribunal de Justicia de la Comunidad
Europea, estableció que: “A diferencia de los tratados internacionales ordinarios, el Tratado de
la CEE ha instituido un orden jurídico propio integrado en el sistema jurídico de los Estados
miembros desde la entrada en vigor del Tratado, y que se impone a sus jurisdicciones”.
10
LAVOPA, Jorge Horacio, La dimensión jurídica de la integración, www.cari1.org.ar/publicaciones
11
BOUZAS, Roberto, Desafíos institucionales del MERCOSUR, en Revista Temas del Mercosur, N°3 1997, pág.
21
7
Los principios fundamentales que rigen las relaciones entre el Derecho comunitario y los
Derechos internos de los Estados miembros no están expresamente mencionados en los
Tratados constitutivos de las Comunidades Europeas, sino que han sido identificados y
formulados por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas a través de una
construcción jurisprudencial basada fundamentalmente en los caracteres y objetivos propios
de las Comunidades Europeas y de su ordenamiento jurídico.
Estos principios, que son considerados un elemento esencial del acervo comunitario,
establecen que las normas comunitarias poseen “efecto directo”, “aplicación inmediata” y
gozan de “primacía” sobre el Derecho interno de cualquier jerarquía (Dictamen del TJCE de
14 de diciembre de 1991, sobre el Proyecto de Acuerdo sobre la creación de un EEE, 1/91). A
estos principios ya clásicos jurisprudencia posterior incorporó el de la “responsabilidad del
Estado” por daños causados a particulares como consecuencia de la violación del Derecho
comunitario, conforme sentencia del TJCE, de 19 de noviembre de 1991, in re Francovich y
Bonifaci.
En conclusión, los principios del derecho comunitario europeo determinan:
- La “aplicabilidad inmediata” de la norma comunitaria que adquiere, automáticamente,
carácter de derecho positivo en el orden interno de los Estados.
- La norma comunitaria posee “efecto directo”, crea directamente derechos y obligaciones
para los Estados y para las personas físicas y jurídicas, quienes pueden invocarla ante sus
tribunales.
- La norma comunitaria goza de “primacía” es decir tiene jerarquía superior a cualquier
norma de orden interno.
- El Estado puede incurrir en “responsabilidad” por los daños causados a los particulares
cuando incumpla con las obligaciones que le incumben en virtud del Derecho comunitario.
De estos principios, es el de primacía el que confiere el rasgo identificador por
excelencia al proceso de integración y así lo ha expresado el TJCE, sosteniendo que:
- La primacía es una condición existencial del Derecho comunitario que no podría existir en
tanto derecho sino con la condición de no doblegarse ante los derechos nacionales. La
realización del Mercado común impone la aplicación uniforme de este Derecho (sentencia
Walt Wilhelm, 1969).
- Es en virtud de su propia naturaleza, y no de las reglas internas que en cada Estado regulan
las relaciones entre el Derecho nacional y el internacional, que el Derecho comunitario afirma
su superioridad.
- El orden jurídico comunitario prevalece en su integridad sobre los ordenamientos nacionales.
Esto es, de la primacía se benefician todas las normas comunitarias, primarias o derivadas,
directamente aplicables o no y frente a todas las normas nacionales, incluso de naturaleza
constitucional (Sentencia Costa c. ENEL, 1972, Comisión /Italia; Sentencia / 1970,
Internationale Handelsgesellschaft).
- Con independencia de que tales actos nacionales sean anteriores o posteriores a los
comunitarios (Sentencia Simmenthal, TJCE,1978).
- En el supuesto de que se adoptara una norma nacional incompatible con la norma
comunitaria, el juez nacional tiene la obligación de aplicar íntegramente el Derecho comunitario
8
y de proteger los derechos que éste confiere a los particulares, inaplicando la norma interna
sin perjuicio de que los poderes públicos competentes deban eliminar las normas internas
incompatibles pudiendo adoptar, en su caso, las medidas cautelares a fin de tutelar
efectivamente los derechos de los particulares, pudiendo llegar a suspender la aplicación de la
ley nacional (Sentencia TJCE, Factortame 1990)12
II. 3) 2. En los procesos de integración latinoamericanos
Hemos señalado que no existe una única definición de integración ni un único esquema, cada
proceso que se inicia establece sus propios objetivos y mecanismos institucionales y jurídicos,
que responden a las necesidades o expectativas de los Estados en un momento determinado.
Como surge del análisis desarrollado en el numeral precedente, el proceso de integración
europeo generó un derecho comunitario emanado de sus órganos, cuyos principios fueron
elaborados por la jurisprudencia del Tribunal de Justicia.
En los esquemas de integración latinoamericanos, con sus propios mecanismos institucionales
y jurídicos, distintos de los de la Unión Europea, también los tribunales han plasmado en sus
fallos los principios reguladores de sus procesos de integración.
Estos principios, como se verá, a pesar de no utilizar idéntica terminología no difieren
conceptualmente de los elaborados por el TJCE.
En el sistema de la Comunidad Andina los principios fundamentales son el de “supremacía o
preeminencia del derecho andino”, “aplicación directa” y “efecto directo o inmediato”.
La supremacía o preeminencia se fundamenta en los arts. 2° y 3° del Tratado de Creación del
Tribunal de Justicia del Acuerdo de Cartagena, y significa que “...el ordenamiento jurídico de la
integración andina prevalece en su aplicación sobre las normas internas o nacionales, por ser
característica esencial del derecho Comunitario, como requisito básico para la construcción
integracionista”, sentencia 3-AI-96.13
La “aplicación directa”, deriva del concepto de supremacía y tiene base legal en los arts. 2° y
3° del Tratado de Creación del Tribunal, que establecen que las Decisiones obligan a los
países miembros desde la fecha que sean aprobadas por la Comisión y serán directamente
aplicables, a partir de la fecha de publicación en la gaceta Oficial del Acuerdo, a menos que las
mismas señalen una fecha posterior, por lo que las normas comunitarias no requieren
procedimientos de recepción en el ordenamiento interno de los Estados miembros, para sufrir
todos sus efectos.14
“Efecto directo o inmediato” se refiere a que las normas jurídicas andinas deben ser aplicadas
de manera uniforme en el territorio de los cinco países miembros. Además son fuente
12
SOBRINO HEREDIA, José Manuel, op cit, pág. 55
13
LEVI CORAL, Michel : La Unión Europea y la integración regional, , ROY, Joaquín, LLADÓS, José María,
PEÑA, Félix (compiladores), EDUNTREF, Buenos Aires, Argentina, 2005, pág. 275
14
ROSELL, Mónica: Marco Institucional y Seguridad Jurídica en la Comunidad Andina, abril 199, en
www.comunidadandina.org/normativa/doctrina, cit. por LEVI CORAL, Michel en op cit, pág. 275.
9
inmediata de derechos y obligaciones para los Estados miembros, particulares y los órganos e
instituciones del sistema andino de integración15.
Conforme Rico Frontaura un aspecto importante en cuanto a los principios generales, es lo
que establece el Art. 4° del Tratado de Creación del Tribunal Andino de Justicia que señala
textualmente: “Los países miembros están obligados a adoptar las medidas que sean
necesarias para asegurar el cumplimiento de las normas que conforman el ordenamiento
jurídico de la Comunidad Andina. Se comprometen, asimismo, a no adoptar ni emplear
medida alguna que sea contraria a dichas normas o que de algún modo obstaculice su
aplicación”.
Según interpretación del Tribunal Andino de Justicia en el proceso de interpretación prejudicial
No. 5-IP del año 89, a través de esta norma los países miembros adquieren una doble
obligación. Una primera de carácter positivo, de hacer y otra de orden negativo, de no hacer.
Es decir que los países miembros deben adoptar toda clase de medidas que garanticen el
cumplimiento de las obligaciones y compromisos adquiridos en virtud del derecho originario y
de los que correspondan por mandato de las normas secundarias o derivadas.
En virtud de la segunda obligación, de orden negativo o de no hacer, los países miembros
deben abstenerse de adoptar cualquier medida, así sea legislativa, judicial, ejecutiva o
administrativa que puedan obstaculizar la aplicación del ordenamiento jurídico andino.
A juicio del tribunal la norma citada, es decir el Art. 4° del Tratado de Creación del Tribunal,
es de una gran precisión jurídica, constituye un fundamental soporte para la integración
andina y, su cumplimiento, es requisito esencial para asegurar los objetivos del Acuerdo cuyo
fin primordial es el de mejorar, en forma persistente, el nivel de vida de los habitantes de la
subregión.
Con respecto al Mercosur veremos más adelante, de acuerdo a la doctrina, si estos
principios que hemos analizado en los procesos anteriores se dan o no, analizando
distintas opiniones y los propios laudos.
III.- La Comunidad Económica Internacional – El Derecho de la Integración y el Derecho
Comunitario
Halperín16, con base al comportamiento económico de los Estados nacionales en sus
relaciones recíprocas a partir del fin de Segunda Guerra Mundial, infiere que existen motivos
suficientes para confirmar la vigencia de una comunidad económica internacional, en sentido
jurídico.
Aceptar que la comunidad económica internacional es una realidad jurídica implica sostener la
vigencia de una fuente de derecho, común a los esquemas de integración y a los
ordenamientos jurídicos nacionales con respecto a cuestiones económicas.
Esa fuente de derecho propia de la comunidad económica internacional tendría carácter
previo y preeminente a los derechos nacionales y a los acuerdos y ordenamientos de
integración económica.
15
LEVI CORAL, Michel : La Unión Europea y la integración regional, , ROY, Joaquín, LLADÓS, José María,
PEÑA, Félix (compiladores), EDUNTREF, Buenos Aires, Argentina, 2005, pág. 275
16
Citado por HALPERÍN, Marcelo: Principios jurídicos del multilateralismo económico, situación de los países en
desarrollo, 1° ed., Buenos Aires, el autor, 2004, pág. 67.
10
Las bases jurídicas e institucionales de la comunidad económica reconocen su origen en los
acuerdos de Bretton Woods, que dieron nacimiento al Banco Internacional de Reconstrucción
y Fomento (BIRF), al Banco Mundial (BM), al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al
Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y posteriormente a la
Organización Mundial del Comercio (OMC).
A partir de esos acuerdos fundacionales se han ido desarrollando, en la comunidad económica
internacional, principios generales producto de la jurisprudencia de los tribunales arbitrales
ante situaciones de incumplimientos o interpretaciones de aquellos.
Es preciso reconocer que las normas o reglas, que rigen las relaciones comerciales de la
comunidad internacional, “componen un sistema jurídico cuyos resortes no son, ni el apego a
una legalidad formal, ni la referencia a un solo vértice o un mismo conjunto de principios
articulados jerárquicamente. Por el contrario, se trata de una construcción heterogénea, en la
que coexisten distintos principios, hacia los cuales puede orientarse alternativamente, la
aplicación e interpretación de las medidas y prácticas adoptadas por los Estados” “... sesgadas
por la naturaleza de los compromisos asumidos.”17
Los acuerdos de integración económica que, como hemos expuesto precedentemente,
comienzan a gestarse poco después de los acuerdos Bretton Woods, tienen obligación de
respetar la normativa internacional y los principios generales que rigen la relaciones dentro de
esa comunidad económica, por lo tanto los esquemas jurídicos y las instituciones que, en su
consecuencia se crean, deben serlo conforme al ordenamiento normativo de la comunidad
internacional que es precedente y prevalente.
En este orden de ideas, podemos definir al Derecho de la Integración como el que regula las
relaciones de los Estados tendientes a la creación de esquemas de integración, cuyos
ordenamientos normativos, libremente consensuados por aquellos, deberán respetar las
normas precedentes que integran el ordenamiento internacional –que les sean oponibles- sean
de carácter económico o no.
Es decir que el objeto del Derecho de la Integración es el universo jurídico relativo al derecho
originario o acuerdos fundacionales de los procesos de integración, que determinan el
esquema, establecen el plan, crean las instituciones y otorgan atribuciones a los órganos.
A su vez Derecho Comunitario es el derecho derivado de los acuerdos fundacionales, es
particular de cada proceso de integración y se gesta durante el desenvolvimiento del mismo,
conforme las premisas establecidas en aquellos acuerdos, y es privativo y característico de
cada proceso.
Los Estados, en ejercicio de sus voluntades soberanas y respetando sus compromisos
precedentes, acuerdan libremente los esquemas de integración que consideran adecuados al
cumplimiento de sus intereses como también el alcance de los mismos, el grado de
compromiso que están dispuestos a asumir en pos de los objetivos fijados y, asimismo en
ejercicio de su libre determinación establecen los modos de creación y alcances del derecho
comunitario que los va regir.
Consecuencia de esa libre determinación y de los objetivos que se intenten alcanzar en cada
caso, será la existencia de esquemas diversos de integración como también de modos
diversos de generación del derecho comunitario derivado de aquellos.
17
Citado por HALPERÍN, Marcelo: Principios jurídicos del multilateralismo económico, situación de los países en
desarrollo, 1° ed., Buenos Aires, el autor, 2004, pág. 67.
11
En tal sentido, no es posible soslayar que, la diferencia substancial que señalan los autores
entre el proceso integracionista europeo – al que se suele calificar como el mas avanzado- y
los restantes procesos, se basa fundamentalmente en la función de los órganos comunitarios
que se crean en cada esquema y la extensión de sus competencias.
Esta es, sin lugar a dudas, la cuestión mas problemática en todo proceso de integración
consensual puesto que “Las relaciones entre los órganos de integración y los estados
miembros, y las relaciones de los órganos entre sí constituyen un capítulo importante del
debate político sobre la integración, tanto en América Latina como en Europa. Las
“tecnocracias apátridas e irresponsables” en el lenguaje de De Gaulle, son vistas ya como un
peligro concreto a las soberanías nacionales, ya como un elemento esencial para dinamizar un
proceso de integración con consiguiente adecuación del ordenamiento jurídico a los cambios
introducidos en el proyecto.”18
Es por ello que, las diferencias que se puedan constatar entre los distintos esquemas de
integración y el derecho comunitario que de cada uno derive, ya sea por el mayor o menor
grado de integración o por las competencias de que se ha dotado a sus órganos, no pueden
erigirse en elementos con capacidad suficientes para desconocerles el carácter de tales, en
tanto el proceso o la actividad desarrollada por las instituciones que lo componen, atiendan al
objetivo propuesto y al interés que los Estados tuvieron en mira al crearlos sea - en el caso de
la Unión Europea- la necesidad imperiosa de mantener la paz en un espacio históricamente
plagado de guerras, de ahí el imperativo de un fuerte compromiso político que contuviera
intereses nacionales exorbitantes o, la necesidad de mejorar el nivel de los habitantes y
propender al desarrollo de los pueblos como se verifica en los procesos latinoamericanos.
De ahí que, el carácter de Derecho de la Integración de cada esquema acordado o de Derecho
Comunitario dentro de un proceso de integración específico, como diría Pierre Pescatore,
“deriva de su propia esencia o naturaleza.”19
18
La dimensión jurídica de la integración; BID/INTAL, Buenos Aires, Argentina, 1973, Introducción
19
Citado en ÁLVAREZ RÚA, Elsa Margarita, El proceso de integración Europeo: Un camino hacia la paz?
www.espaciosjuridicos.com.ar, 2005.
12
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