Campo BUSQUEDA ■ Jueves 12 de febrero de 2015 ■ Pág 8 Uruguay precisa “un gran sistema de formación Criado en una familia de productores ovejeros, el actual decano de la Facultad de Agronomía, Jorge Urioste, tiene presente la realidad del sector agropecuario y los cambios registrados en los últimos años. Para adecuarse a las nuevas demandas del agro uruguayo de hoy, plantea que los agrónomos luego de recibidos vuelvan a la Facultad, para complementar y actualizar sus conocimientos. “Es imposible en cinco años formar a los estudiantes en todo lo que van a precisar”, dijo a Campo ese decano. Enfatizó que “el país necesita un gran sistema de formación agrario”, y la Facultad de Agronomía más recursos financieros, ya que la cantidad de estudiantes inscriptos por año pasó de 200 a 500. Señaló que este año, cuando se discuta el presupuesto, los legisladores deberán tener en cuenta esta circunstancia. Ur i o s te, q u e e s tu d i ó agronomía en Suecia y luego, en Montevideo, se especializó en mejoramiento genético animal, valoró el reconocimiento internacional que tiene Uruguay en esta materia. “La genética es un arma de competitividad”, destacó. Y señaló que el país irá “evolucionando hacia un concepto más económico de la mejora genética”. Lo que sigue es un resumen de la entrevista. –¿Qué puede destacar del mejoramiento genético animal en Uruguay? –Desde 1988 estoy en Agronomía trabajando en cómo se aplica la genética en las distintas especies animales, en vacunos, ovinos y cerdos. Siempre en una perspectiva interinstitucional. En Uruguay somos pocos y nos tenemos que juntar. Nuestra experiencia muestra que hay una institucionalidad agropecuaria y que en este caso hemos logrado juntarnos exitosamente para algunos temas. Es verdad que al productor le cuesta salir de su instancia de producción pero en ganado lechero hay una tradición de trabajo conjunto. Hay un abismo tecnológico entre lo que era el desarrollo de nuevos sistemas de evaluación genética en los años noventa y lo que es hoy. Hubo pioneros que empezaron a incorporar estos avances, como ocurrió con un grupo de ocho cabañas de Aberdeen Angus, en 1992. Hoy hay más de 50 cabañas con sistemas de evaluación genética. Lo mismo sucedió en las razas de vacunos Hereford y en Braford, al igual que en los ovinos. La genética es un arma de competitividad. Eso está claro, sobre todo si la selección se hace en términos económicos. Que los genes elegidos produzcan animales que generen más pro- Hay un trabajo técnico muy bueno en Uruguay. Por citar un ejemplo, en la lechería el país participa de una evaluación genética internacional que se llama Interbull, con sede en FOTO: NICOLÁS DER AGOPIÁN escribe Mauro Florentín Jorge Urioste, decano de la Facultad de Agronomía “Debemos tratar de mejorar aquellas cosas que tienen que ver con los ingresos y los costos de los productores. Producir reproductores que sean más rentables” –¿Ese mejoramiento genético es retribuído en los precios que reciben los productores? –Hay que distinguir al productor cabañero, especializado en genética, del ganadero comercial. Uno es el que trabaja en la selección genética y vende sus reproductores, mientras que el otro, vende la carne, la lana, la leche. Vamos a ir evolucionando hacia un concepto más económico de la mejora genética. En el sentido de que uno tiene que tratar de mejorar aquellas cosas que tienen que ver con los ingresos y los costos de los productores. Producir reproductores que sean más rentables. En términos técnicos eso se trata de resumir en un índice de selección. En ganado leche, por ejemplo, combinar las cosas que tienen que ver con la rentabilidad, la cantidad de leche producida, los componentes de proteína y grasas. Animales que no sean demasiado grandes porque consumen más alimento. Ahora, eso no resuelve la pregunta de los precios que reciben los productores. Eso varía de acuerdo a algunos factores de mercado. ductos. Pero también hay que pensar en menos costos y que sean más sanos. Hay una distancia entre la capacidad de producir del reproductor y de los precios que ofrece el mercado, que dependen de otras condiciones, de la negociación, y demás. Avances en genética animal –Recientemente la genética animal uruguaya fue reconocida internacionalmente con el campeón mundial Hereford y otros casos. – En Uruguay, en ge nética, se está trabajando muy bien.Hay técnicos muy capacitados y organizaciones de productores criadores que realmente tienen las cosas bastante claras. Los premios son acontecimientos puntuales. Los animales tienen que servir para distintos ambientes. Pueden ser muy buenos para unos lugares y no tanto para otros. En general hubo un buen avance en temas genéticos en el país. Suecia. Ahí se hacen evaluaciones de varios países y nos permiten identificar en dónde estamos en cuanto a genética animal, así como traducir los valores genéticos producidos en otros países a las condiciones de Uruguay. –¿Cómo está Uruguay en esa evaluación de la genética lechera? –Nos falta, sí. Uruguay importa mucho de afuera y esto nos permite mejorar muchísimo en la identificación del tipo de toros que necesitamos. Más allá de que acá existe un buen nivel. Y eso nos da un sello de calidad del ganado que exporta el país, como los embarques realizados a China. Hay una buena sintonía entre las instituciones que trabajan en genética de la lechería. Últimamente se incluyó al Instituto Nacional de la Leche (Inale) en esto. El Inale fue fundamental en esta decisión de que Uruguay participara en esta evaluación internacional, que cuesta unos cuantos miles de euros. Además trabaja en todos los temas de extensión, de alimentación, de promoción y de control de impacto ambiental. Pero la genética es un factor reconocido por esta institución. –¿La genética también puede ayudar a la adaptación de las razas ganaderas a los problemas generados por el clima? –Creo que sí. Tenemos razas que se adaptaron muy bien. Lentamente el clima empieza a cambiar, por lo que dicen los técnicos. Más allá de que los animales se puedan adaptar a esto, Uruguay no puede dejar de tener en cuenta otras posibilidades genéticas.Coincido con esa visión de aplicar la genética para adecuarse a las variaciones registradas en el clima. Más estudiantes, más conocimiento –En los años recientes hubo un incremento en la inscripción de estudiantes para estudiar Agronomía. ¿Esa tendencia continúa en la actualidad? – Se mantiene. Tene mos unos 500 estudiantes por año, cuando teníamos unos 200 anuales. En los últimos años empezó a despegar, por una mayor demanda de profesionales agrarios por parte del mercado. Las condiciones económicas cambiaron y esto se abre como una muy buena posibilidad laboral. Los estudiantes prácticamente salen y ya están trabajando. Eso no ocurría desde hace mucho tiempo. –¿No puede ser excesiva la cantidad de agrónomos, pensando en un cambio de escenario en cuanto a una menor rentabilidad del agro? –El mundo está creciendo, hay países que empiezan a demandar más alimento y de mejor calidad. Entonces, ¿cuál es la posición de Uruguay? En el largo plazo debiera ser relativamente sostenida, si esas predicciones se cumplen. Eso demanda nuevos conocimientos y eso es lo que la Facultad de Agronomía tiene que brindar. Así como considerar temas como tecnología, calidad y cuidado del medio ambiente, sustentabilidad. Ahí hay mucho espacio para los agrónomos. Planes de estudio –¿Está previsto adecuar el plan de estudios a esos cambios vinculados a la demanda del mercado laboral? –Sí. Una de las cosas que estuvo en discusión desde el año pasado, y que prometí y voy a cumplir, es que debemos adecuarnos a las nuevas circunstancias. El plan de estudios de Agronomía es de 1989. No existía el Mercosur, por ejemplo. Es una carrera que brinda muchas cosas, pero probablemente en los primeros años esté demasiado fija y no permita muchas opciones. Y el mundo es cada vez más dinámico. Hay una demanda de esta facultad y de la propia Universidad de la República para que las carreras sean mucho más abiertas, que los interesados puedan ingresar desde otras facultades. Eso hoy no lo tenemos bien previsto. Pero además hay nuevas demandas en lo que tiene que saber un ingeniero agrónomo. Están presentes las que tienen que ver con la producción vegetal, animal pero hay otras en la parte de servi- Kamikaze y Excalibur En pocos meses la cabaña uruguaya conquistó dos importantes premios a nivel internacional en reconocimiento a la genética animal. En noviembre pasado el caballo Excalibur, de la estancia Las Rosas, propiedad de Laetitia d’Arenberg, fue coronado como el campeón mundial de caballos árabes, en París. Ese equino nació en España y fue adquirido por su actual dueña en 2013. En 2014 ganó la Triple Corona, que comprende la Copa de las Naciones, en Alemania, el Campeonato de Europa, en Bélgica, y el Campeonato del mundo, en Francia. Mientras que en enero, el toro Kamikaze, propiedad de la estancia Las Anitas de la familia Alfonso, ganó el Campeonato mundial de la raza Hereford, en Dallas, Estados Unidos. Ese animal ganó en 2014 el premio al gran campeón Polled Hereford en la Expo Prado, donde esa cabaña del departamento de Durazno lleva varios logros alcanzados. Campo BUSQUEDA ■ Jueves 12 de febrero de 2015 ■ Pág 9 agrario”, planteó Urioste, decano de Agronomía cios, nuevas tecnologías, de los drones, de la trazabilidad. Otro tema es que el conocimiento ya no cabe en cinco años de carrera. Eso lo tenemos que aceptar. En 2010 el conocimiento se duplicaba cada dos años, pero en 2014 el conocimiento pasó a duplicarse en tres días. El conocimiento es tan brutal que ya no está contenido solo en libros, también lo está en internet y otros medios. Es imposible en cinco años formar a los estudiantes en todo lo que van a precisar. Entonces, ¿qué tiene que aprender? Debe aprender a resolver problemas y a saber buscar información. Eso con una base científica, tecnológica aplicada a sistemas de producción, que empiezan a cambiar. Por ejemplo, la acuicultura. En Uruguay somos privilegiados en la cantidad de agua. Cultivar peces es una nueva posibilidad para los pobladores rurales y los productores. Ya hay emprendimentos de ese tipo, que no son los ganaderos y agricultores típicos. Está la forestación, la ganadería intensiva, la combinación agrícola ganadera. ¿Podemos aprender todo eso en cinco años? Diría que no. La gente tiene que estudiar y aprender a resol- ver problemas, y después tendrá que volver a la Facultad. Desarrollar un sistema de educación permanente. El estudiante se recibe, va a trabajar, ahí se le generan nuevas necesidades de conocimiento, entonces vuelve a la Facultad. mente una cosa que falta es una cantidad de formaciones intermedias y que el estudiante rápidamente se pueda integrar al mundo laboral. La UTEC va a cumplir parte de eso, está la Universidad del Trabajo (UTU) ria, donde todos nos tenemos que complementar. –¿Ese crecimiento en la cantidad de estudiantes fue acompañado de un aumento de los recursos financieros y humanos de Agronomía? –Los recursos no compa- “El estudiante se recibe, va a trabajar, ahí se le generan nuevas necesidades de conocimento, y entonces vuelve a la Facultad. Los agrónomos vamos a tener que acostumbrarnos a ir y a volver a buscar conocimiento” Los agrónomos vamos a tener que acostumbrarnos a ir y a volver a buscar conocimiento. –¿Eso implicaría aumentar la carrera a más de cinco años? –No. Eso no sería razonable. El planteo es: el título de ingeniero agrónomo es como un mojón y después hay que volver. Sobre ese título obtener un diploma o una maestría, con cursos específicos para complementar un conocimiento. –¿Cómo se compatibiliza el trabajo de la Facultad de Agronomía con el de la Universidad Tecnológica (UTEC)? –Muy bien. Si uno mira todo el universo de la formación agraria, justa- que junto a la Universidad de la República tienen formaciones de tecnológos que son carreras de tres años. En Rivera está la carrera de tecnológo en madera, en Tacuarembó en carne, que tratan de llenar esos aspectos. La idea no es que los profesionales agrónomos y veterinarios tengan que cumplir esas cosas. Hay mucho espacio para esos puntos intermedios. Con UTU tenemos relaciones fluídas, de hecho acá en el predio de Agronomía tenemos un Bachillerato Agrario. También tenemos estaciones experimentales con formación agraria en dos años. El país necesita un gran sistema de formación agra- El suelo y la huerta “Yo, ingeniero agrónomo, quiero cuidar este suelo, tengo que decir cómo hacer las cosas y cómo no hacerlas también”, respondió a Campo el decano, Jorge Urioste, al ser consultado sobre el rol que desempeña la Facultad y los agronómos en el cuidado del medio ambiente. Comentó que la Asociación de Ingenieros Agrónomos llevó al Parlamento el proyecto de la colegiación, que es “un asunto de ética y responsabilidad social”. Los recursos naturales son “un bien que pertenece al país y que nosotros como técnicos tenemos que cuidar”, dijo. En 2014, docentes de Agronomía recibieron el premio Morosoli en reconocimiento al programa de conservación de suelos, que surgió en estudios realizados en esta Facultad, en el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y luego, aplicado por el Ministerio de Ganadería. También el profesor en Geología, Jorge Bossi, tuvo un premio por su labor en investigación y desarrollo agropecuario. Por otra parte, Urioste destacó el trabajo de extensión de Agronomía, especialmente en el programa Huertas, que “enseña a los niños en las escuelas de contexto crítico a plantar y a comer mejor”. Complementariamente, esos niños llevan esa experiencia a sus casas, indicó. Consideró que eso representa “la universidad metida en la escuela”, lo que es un “concepto fabuloso”. Ese programa se realiza mediante un convenio entre la Administración Nacional de Enseñanza Pública y la Intendencia de Montevideo. “Estamos pensando en plantear en el Congreso de Intendentes que este trabajo se amplíe a otros departamentos”, adelantó. san la cantidad de ideas que uno tiene. Que hayamos pasado de 200 estudiantes por año a tener 500, es algo que debemos decirle a los legisladores este año cuando se estudie la ley de prespuesto. Todo se ha hecho con recursos limitados y con mucho amor a la camiseta. Hubo una gran apuesta hacia el interior con nuevos centros y carreras. Eso es impresionante desde el punto de vista social, porque equipara a la población del interior con la de Montevideo. Ahora, en cuanto a la distancia, es mucho más accesible para la gente del interior ir a la Facultad. Hoy el estudiante puede cursar toda la carrera de Agronomía entre Salto y Paysandú. Hoy están ingresando unos 100 estudiantes en Salto. No precisan venir a Montevideo. En momentos en los que el agro estaba muy mal, el trabajo en la Facultad era una posibilidad razonable para mantener a la familia, hoy que hay mucha posibilidad laboral afuera, mucha gente prefiere eso, obviamente. Otro fenómeno que está sucediendo es que estamos recibiendo universitarios formados en otras facultades, como la de Ciencias. Los docentes que trabajan en Facultad, lo hacen no solo por sueldo sino sobre todo por vocación profesional. –¿La Facultad analizó la posibilidad de cobrar una matrícula? –No. Eso hoy en la Universidad de la República no está presente. Sí hay algunos niveles de cobro para formación profesional, porque se entiende que ese estudiante ya está en el mercado laboral y quiere mejorar su situación.