Uruguay precisa “un gran sistema de formación Busqueda 22-02-2015

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Campo
BUSQUEDA ■ Jueves 12 de febrero de 2015 ■ Pág 8
Uruguay precisa “un gran sistema de formación
Criado en una familia de
productores ovejeros, el
actual decano de la Facultad de Agronomía, Jorge
Urioste, tiene presente la
realidad del sector agropecuario y los cambios registrados en los últimos años.
Para adecuarse a las
nuevas demandas del agro
uruguayo de hoy, plantea
que los agrónomos luego de recibidos vuelvan
a la Facultad, para complementar y actualizar sus
conocimientos.
“Es imposible en cinco
años formar a los estudiantes en todo lo que van
a precisar”, dijo a Campo
ese decano.
Enfatizó que “el país necesita un gran sistema de
formación agrario”, y la Facultad de Agronomía más
recursos financieros, ya
que la cantidad de estudiantes inscriptos por año
pasó de 200 a 500.
Señaló que este año,
cuando se discuta el presupuesto, los legisladores
deberán tener en cuenta
esta circunstancia.
Ur i o s te, q u e e s tu d i ó
agronomía en Suecia y
luego, en Montevideo, se
especializó en mejoramiento genético animal,
valoró el reconocimiento internacional que tiene
Uruguay en esta materia.
“La genética es un arma de
competitividad”, destacó.
Y señaló que el país irá
“evolucionando hacia un
concepto más económico
de la mejora genética”.
Lo que sigue es un resumen de la entrevista.
–¿Qué puede destacar
del mejoramiento genético animal en Uruguay?
–Desde 1988 estoy en
Agronomía trabajando en
cómo se aplica la genética
en las distintas especies
animales, en vacunos, ovinos y cerdos. Siempre en
una perspectiva interinstitucional.
En Uruguay somos pocos y nos tenemos que
juntar. Nuestra experiencia muestra que hay una
institucionalidad agropecuaria y que en este caso
hemos logrado juntarnos
exitosamente para algunos temas. Es verdad que
al productor le cuesta salir
de su instancia de producción pero en ganado lechero hay una tradición de trabajo conjunto.
Hay un abismo tecnológico entre lo que era el
desarrollo de nuevos sistemas de evaluación genética en los años noventa y
lo que es hoy.
Hubo pioneros que empezaron a incorporar estos
avances, como ocurrió con
un grupo de ocho cabañas de Aberdeen Angus,
en 1992. Hoy hay más de
50 cabañas con sistemas
de evaluación genética. Lo
mismo sucedió en las razas de vacunos Hereford
y en Braford, al igual que
en los ovinos.
La genética es un arma
de competitividad. Eso está claro, sobre todo si la selección se hace en términos
económicos. Que los genes
elegidos produzcan animales que generen más pro-
Hay un trabajo técnico
muy bueno en Uruguay.
Por citar un ejemplo, en la
lechería el país participa
de una evaluación genética internacional que se llama Interbull, con sede en
FOTO: NICOLÁS DER AGOPIÁN
escribe Mauro Florentín
Jorge Urioste, decano de la Facultad de Agronomía
“Debemos tratar de mejorar aquellas cosas
que tienen que ver con los ingresos y los
costos de los productores. Producir
reproductores que sean más rentables”
–¿Ese mejoramiento
genético es retribuído en
los precios que reciben
los productores?
–Hay que distinguir al
productor cabañero, especializado en genética, del
ganadero comercial. Uno
es el que trabaja en la selección genética y vende
sus reproductores, mientras que el otro, vende la
carne, la lana, la leche.
Vamos a ir evolucionando hacia un concepto más
económico de la mejora
genética. En el sentido de
que uno tiene que tratar
de mejorar aquellas cosas
que tienen que ver con los
ingresos y los costos de los
productores. Producir reproductores que sean más
rentables.
En términos técnicos eso
se trata de resumir en un índice de selección. En ganado leche, por ejemplo, combinar las cosas que tienen
que ver con la rentabilidad,
la cantidad de leche producida, los componentes de
proteína y grasas. Animales que no sean demasiado
grandes porque consumen
más alimento.
Ahora, eso no resuelve
la pregunta de los precios
que reciben los productores. Eso varía de acuerdo
a algunos factores de mercado.
ductos. Pero también hay
que pensar en menos costos y que sean más sanos.
Hay una distancia entre la capacidad de producir del reproductor y de
los precios que ofrece el
mercado, que dependen
de otras condiciones, de
la negociación, y demás.
Avances en
genética
animal
–Recientemente la genética animal uruguaya
fue reconocida internacionalmente con el campeón mundial Hereford y
otros casos.
– En Uruguay, en ge nética, se está trabajando muy bien.Hay
técnicos muy capacitados
y organizaciones de
productores criadores que
realmente tienen las cosas
bastante claras.
Los premios son acontecimientos puntuales.
Los animales tienen que
servir para distintos ambientes. Pueden ser muy
buenos para unos lugares
y no tanto para otros.
En general hubo un buen
avance en temas genéticos en el país.
Suecia. Ahí se hacen evaluaciones de varios países y nos permiten identificar en dónde estamos en
cuanto a genética animal,
así como traducir los valores genéticos producidos
en otros países a las condiciones de Uruguay.
–¿Cómo está Uruguay
en esa evaluación de la
genética lechera?
–Nos falta, sí. Uruguay
importa mucho de afuera
y esto nos permite mejorar muchísimo en la identificación del tipo de toros
que necesitamos. Más allá
de que acá existe un buen
nivel.
Y eso nos da un sello
de calidad del ganado que
exporta el país, como los
embarques realizados a
China.
Hay una buena sintonía
entre las instituciones que
trabajan en genética de la
lechería. Últimamente se
incluyó al Instituto Nacional de la Leche (Inale) en
esto.
El Inale fue fundamental en esta decisión de que
Uruguay participara en esta evaluación internacional, que cuesta unos cuantos miles de euros. Además trabaja en todos los
temas de extensión, de alimentación, de promoción y
de control de impacto ambiental. Pero la genética es
un factor reconocido por
esta institución.
–¿La genética también
puede ayudar a la adaptación de las razas ganaderas a los problemas
generados por el clima?
–Creo que sí. Tenemos
razas que se adaptaron
muy bien. Lentamente el
clima empieza a cambiar,
por lo que dicen los técnicos. Más allá de que los
animales se puedan adaptar a esto, Uruguay no puede dejar de tener en cuenta
otras posibilidades genéticas.Coincido con esa visión de aplicar la genética
para adecuarse a las variaciones registradas en el
clima.
Más
estudiantes,
más
conocimiento
–En los años recientes
hubo un incremento en la
inscripción de estudiantes para estudiar Agronomía. ¿Esa tendencia continúa en la actualidad?
– Se mantiene. Tene mos unos 500 estudiantes
por año, cuando teníamos
unos 200 anuales. En los
últimos años empezó a
despegar, por una mayor
demanda de profesionales agrarios por parte del
mercado. Las condiciones
económicas cambiaron y
esto se abre como una muy
buena posibilidad laboral.
Los estudiantes prácticamente salen y ya están
trabajando. Eso no ocurría
desde hace mucho tiempo.
–¿No puede ser excesiva la cantidad de agrónomos, pensando en un
cambio de escenario en
cuanto a una menor rentabilidad del agro?
–El mundo está creciendo, hay países que empiezan a demandar más alimento y de mejor calidad.
Entonces, ¿cuál es la posición de Uruguay? En el
largo plazo debiera ser relativamente sostenida, si
esas predicciones se cumplen. Eso demanda nuevos
conocimientos y eso es lo
que la Facultad de Agronomía tiene que brindar.
Así como considerar temas como tecnología, calidad y cuidado del medio
ambiente, sustentabilidad.
Ahí hay mucho espacio para los agrónomos.
Planes de
estudio
–¿Está previsto adecuar el plan de estudios
a esos cambios vinculados a la demanda del
mercado laboral?
–Sí. Una de las cosas que
estuvo en discusión desde
el año pasado, y que prometí y voy a cumplir, es que
debemos adecuarnos a las
nuevas circunstancias.
El plan de estudios de
Agronomía es de 1989.
No existía el Mercosur,
por ejemplo. Es una carrera que brinda muchas cosas, pero probablemente
en los primeros años esté
demasiado fija y no permita muchas opciones. Y el
mundo es cada vez más
dinámico.
Hay una demanda de esta facultad y de la propia
Universidad de la República para que las carreras
sean mucho más abiertas,
que los interesados puedan ingresar desde otras
facultades. Eso hoy no lo
tenemos bien previsto.
Pero además hay nuevas demandas en lo que
tiene que saber un ingeniero agrónomo. Están
presentes las que tienen
que ver con la producción
vegetal, animal pero hay
otras en la parte de servi-
Kamikaze y Excalibur
En pocos meses la cabaña uruguaya conquistó dos importantes premios a nivel internacional en reconocimiento a la genética animal.
En noviembre pasado el caballo Excalibur, de la estancia Las Rosas, propiedad de Laetitia d’Arenberg, fue coronado como el campeón mundial de
caballos árabes, en París. Ese equino
nació en España y fue adquirido por
su actual dueña en 2013. En 2014 ganó la Triple Corona, que comprende la
Copa de las Naciones, en Alemania,
el Campeonato de Europa, en Bélgica, y el Campeonato del mundo, en
Francia.
Mientras que en enero, el toro Kamikaze, propiedad de la estancia Las
Anitas de la familia Alfonso, ganó el
Campeonato mundial de la raza Hereford, en Dallas, Estados Unidos.
Ese animal ganó en 2014 el premio
al gran campeón Polled Hereford en
la Expo Prado, donde esa cabaña
del departamento de Durazno lleva
varios logros alcanzados.
Campo
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agrario”, planteó Urioste, decano de Agronomía
cios, nuevas tecnologías,
de los drones, de la trazabilidad.
Otro tema es que el conocimiento ya no cabe en
cinco años de carrera. Eso
lo tenemos que aceptar.
En 2010 el conocimiento se duplicaba cada dos
años, pero en 2014 el conocimiento pasó a duplicarse en tres días. El conocimiento es tan brutal que
ya no está contenido solo
en libros, también lo está
en internet y otros medios.
Es imposible en cinco
años formar a los estudiantes en todo lo que van
a precisar. Entonces, ¿qué
tiene que aprender? Debe
aprender a resolver problemas y a saber buscar
información. Eso con una
base científica, tecnológica aplicada a sistemas de
producción, que empiezan
a cambiar.
Por ejemplo, la acuicultura. En Uruguay somos
privilegiados en la cantidad de agua. Cultivar peces es una nueva posibilidad para los pobladores
rurales y los productores.
Ya hay emprendimentos
de ese tipo, que no son los
ganaderos y agricultores
típicos. Está la forestación,
la ganadería intensiva, la
combinación agrícola ganadera.
¿Podemos aprender todo eso en cinco años? Diría
que no. La gente tiene que
estudiar y aprender a resol-
ver problemas, y después
tendrá que volver a la Facultad. Desarrollar un sistema
de educación permanente.
El estudiante se recibe, va
a trabajar, ahí se le generan
nuevas necesidades de conocimiento, entonces vuelve a la Facultad.
mente una cosa que falta
es una cantidad de formaciones intermedias y que
el estudiante rápidamente
se pueda integrar al mundo laboral.
La UTEC va a cumplir
parte de eso, está la Universidad del Trabajo (UTU)
ria, donde todos nos tenemos que complementar.
–¿Ese crecimiento en
la cantidad de estudiantes fue acompañado de
un aumento de los recursos financieros y humanos de Agronomía?
–Los recursos no compa-
“El estudiante se recibe, va a trabajar, ahí se le
generan nuevas necesidades de conocimento, y
entonces vuelve a la Facultad. Los agrónomos
vamos a tener que acostumbrarnos a ir y a volver
a buscar conocimiento”
Los agrónomos vamos a
tener que acostumbrarnos
a ir y a volver a buscar conocimiento.
–¿Eso implicaría aumentar la carrera a más
de cinco años?
–No. Eso no sería razonable. El planteo es: el título de ingeniero agrónomo
es como un mojón y después hay que volver. Sobre ese título obtener un diploma o una maestría, con
cursos específicos para
complementar un conocimiento.
–¿Cómo se compatibiliza el trabajo de la Facultad de Agronomía con el
de la Universidad Tecnológica (UTEC)?
–Muy bien. Si uno mira todo el universo de la
formación agraria, justa-
que junto a la Universidad
de la República tienen formaciones de tecnológos
que son carreras de tres
años. En Rivera está la carrera de tecnológo en madera, en Tacuarembó en
carne, que tratan de llenar
esos aspectos.
La idea no es que los
profesionales agrónomos
y veterinarios tengan que
cumplir esas cosas. Hay
mucho espacio para esos
puntos intermedios.
Con UTU tenemos relaciones fluídas, de hecho
acá en el predio de Agronomía tenemos un Bachillerato Agrario. También
tenemos estaciones experimentales con formación
agraria en dos años.
El país necesita un gran
sistema de formación agra-
El suelo y la huerta
“Yo, ingeniero agrónomo, quiero cuidar este suelo, tengo que decir cómo
hacer las cosas y cómo no hacerlas también”, respondió a Campo el decano,
Jorge Urioste, al ser consultado sobre
el rol que desempeña la Facultad y los
agronómos en el cuidado del medio ambiente.
Comentó que la Asociación de Ingenieros Agrónomos llevó al Parlamento
el proyecto de la colegiación, que es
“un asunto de ética y responsabilidad
social”. Los recursos naturales son “un
bien que pertenece al país y que nosotros como técnicos tenemos que cuidar”, dijo.
En 2014, docentes de Agronomía recibieron el premio Morosoli en reconocimiento al programa de conservación
de suelos, que surgió en estudios realizados en esta Facultad, en el Instituto
Nacional de Investigación Agropecuaria
(INIA) y luego, aplicado por el Ministerio
de Ganadería.
También el profesor en Geología, Jorge Bossi, tuvo un premio por su labor en
investigación y desarrollo agropecuario.
Por otra parte, Urioste destacó el trabajo de extensión de Agronomía, especialmente en el programa Huertas,
que “enseña a los niños en las escuelas
de contexto crítico a plantar y a comer
mejor”. Complementariamente, esos
niños llevan esa experiencia a sus casas, indicó.
Consideró que eso representa “la universidad metida en la escuela”, lo que
es un “concepto fabuloso”.
Ese programa se realiza mediante un
convenio entre la Administración Nacional de Enseñanza Pública y la Intendencia de Montevideo.
“Estamos pensando en plantear en el
Congreso de Intendentes que este trabajo se amplíe a otros departamentos”,
adelantó.
san la cantidad de ideas que
uno tiene. Que hayamos pasado de 200 estudiantes por
año a tener 500, es algo que
debemos decirle a los legisladores este año cuando se
estudie la ley de prespuesto.
Todo se ha hecho con recursos limitados y con mucho amor a la camiseta.
Hubo una gran apuesta hacia el interior con nuevos centros y carreras. Eso
es impresionante desde el
punto de vista social, porque equipara a la población
del interior con la de Montevideo.
Ahora, en cuanto a la distancia, es mucho más accesible para la gente del interior
ir a la Facultad.
Hoy el estudiante puede
cursar toda la carrera de
Agronomía entre Salto y
Paysandú.
Hoy están ingresando
unos 100 estudiantes en Salto. No precisan venir a Montevideo.
En momentos en los que
el agro estaba muy mal, el
trabajo en la Facultad era
una posibilidad razonable
para mantener a la familia,
hoy que hay mucha posibilidad laboral afuera, mucha
gente prefiere eso, obviamente.
Otro fenómeno que está
sucediendo es que estamos
recibiendo universitarios formados en otras facultades,
como la de Ciencias.
Los docentes que trabajan
en Facultad, lo hacen no solo
por sueldo sino sobre todo
por vocación profesional.
–¿La Facultad analizó
la posibilidad de cobrar
una matrícula?
–No. Eso hoy en la Universidad de la República no
está presente. Sí hay algunos niveles de cobro para formación profesional,
porque se entiende que
ese estudiante ya está en
el mercado laboral y quiere
mejorar su situación.
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