REVISIÓN HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO

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UNA APROXIMACIÓN A LA
MACROECONOMÍA CON
PERSPECTIVA DE GÉNERO
Mónica Dávila Díaz
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
INDICE
Introducción ........................................................................................................
3
1. El Trabajo Doméstico …………………………………………………..
1.1 Trabajo doméstico según marxistas y neoclásicos …………………
1.2 Trabajo doméstico, cuentas nacionales y cuentas satélites …………
1.3 Trabajo doméstico y valoración a través del uso del tiempo ……….
5
8
11
19
2. Las Finanzas Públicas …………………………………………………..
2.1 Los presupuestos nacionales y el género …………………………...
2.2 Los ingresos nacionales …………………………………………….
2.3 Los gastos nacionales ……………………………………………….
2.4 Vínculo entre niveles ……………………………………………….
25
26
27
32
35
3. El Comercio Internacional ……………………………………………...
3.1 Principios del comercio con perspectiva de género ………………...
3.2 Las políticas comerciales y el género ……………………………….
3.3 Los impactos sobre el empleo ………………………………………
3.4 Los impactos sobre el consumo …………………………………….
41
42
46
50
55
Bibliografía …………………………………………………………………….
58
2
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
Abstract
El objetivo de este trabajo es aproximar aspectos macroeconomicos desde la
perspectiva de género. Para ello el trabajo se presenta analizando los aspectos
económicos desde las esferas privada (trabajo doméstico), institucional (finanzas
públicas) y de mercado (comercio) con las interconexiones entre ellas. Interconexiones
capaces de dar una visión integral del paradigma desde una perspectiva de género.
INTRODUCCIÓN
Los estudios de género en la economía son relativamente recientes. Hasta hace
tres décadas los estudios de impacto de las políticas sobre las mujeres se realizaban
aislándolos del contexto en el que se desarrollaban las acciones. En los inicios se
estudiaban casos o proyectos específicos y se ofrecían diagnósticos generales como
resultado de una suma de proyectos microeconómicos. No será pues hasta el segundo
lustro de la década de los 80, con las evaluaciones de los programas de ajuste estructural,
que se comience a pasar de la visión micro a la macro. Los resultados de estas primeras
investigaciones arrojan resultados poco alentadores: incremento de la carga doméstica de
las mujeres como consecuencia del traslado de costes sociales al ámbito doméstico,
especialización del trabajo laboral femenino en esferas de mayor precariedad (maquila o
economía informal) o deterioro de la salud física y mental de las mujeres. Sin embargo,
algunas circunstancias como la mayor participación de las mujeres al mercado laboral
(incluso siendo ésta en condicones de discriminación y precariedad) han supuesto un
cambio revolucionario en las relaciones de género dentro de la sociedad.
El análisis de los mercados de bienes, servicios, de trabajo o de capital, su
accesibilidad y los mecanismos que permiten a hombres y mujeres apropiarse de los
beneficios de la actividad económica constituyen otro de los pilares de análisis de la
economia con perspectiva de género. En este nivel meso (de mercados e instituciones) se
3
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
concluye la imperfección y discriminación que los mercados imponen tanto en el
momento del acceso, como de permanencia o salida (el caso más estudiado y el de mayor
impacto es, sin duda, el del mercado laboral caracterizado por las barreras de entrada y
salida, precarización, segmentación o por las brechas salariales que sitúan a las mujeres
en situaciones de desventaja relativa). Este hecho, sin embargo, no supone un rechazo a
los mercados como tal, sino que desde el pensamiento feminista se apuntan los elementos
que retroalimentan las discriminaciones y que alejan a las mujeres del funcionamiento
normal de los instrumentos económicos.
La falta de neutralidad del modelo, de las prioridades o de los instrumentos
económicos suponen impactos diferenciales sobre hombres y mujeres en las políticas
correctoras macroeconómicas. Los objetivos perseguidos de estabilidad de precios, de
búsqueda de mayores tasas de crecimiento o de equilibrios internos y externos ignoran
los efectos que introducen las imperfecciones de mercado (exclusión del mercado
doméstico en el análisis, discriminaciones en el mercado laboral, en los mercados de
bienes, servicios y capital), y por lo tanto, invisibilizan el efecto asimétrico de estas
acciones sobre hombres y mujeres.
Los instrumentos de absorción de ingresos estatales tampoco se presentan como
neutrales al género. Así la aplicación de un sistema tributario que incida sobre el
consumo, la renta o el trabajo, o las privatizaciones a empresas y servicios públicos no
suponen un efecto igual para ellos y ellas ya que afectan a su capacidad salarial o de
ingreso, a su incorporación a los sistemas de seguridad social y salud, a la entrada en el
mercado laboral o al modo de consumo. Por su parte los gastos, la capacidad estatal de
distribuir los insumos públicos, de decidir el momento de intervención de una u otra
actividad económica, de potenciar uno u otro servicio público, de priorizar determinados
programas económicos, no ha sido tampoco objeto de evaluación desde una perspectiva
de género.
Este trabajo pretende ahondar en tres esferas en las que se desarrolla la actividad
productiva de las personas: el trabajo doméstico, las finanzas públicas y el comercio. Sin
4
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
ser las únicas, se han elegido estas tres por representar cada una los niveles micro, meso y
macro de la economía y por visibilizar el modo en que la creación de lazos e
interconexiones entre niveles incide en la maximización del bienestar social.
1 EL TRABAJO DOMÉSTICO
Las relaciones socialmente construidas entre los hombres y las mujeres forman la
base más elemental de la división del trabajo; aquella que distingue las actividades
productivas de las reproductivas. Las primeras son aquellas vinculadas al mercado y
generadoras de ingresos, las segundas aquellas que se desarrollan en el ámbito privado y
que no obtienen remuneración alguna, siendo las actividades de
cuidado las
tradicionalmente incluidas en esta ultima categoría. La justificación de esta división
social del trabajo se gesta ya en la civilización griega en la que el término económico era
denominado oiko nomas. Oiko para denominar el ámbito doméstico sólo necesario para
crear las condiciones que permitieran al “hombre noble” realizarse libremente a través del
trabajo “espiritual” dentro de la polis (Renzi y Agusto 1999). De esta manera se
generaban dos niveles jerárquicos de valoración del trabajo: el doméstico asignado a las
mujeres, subordinado y carente de reconocimiento y, el desempeñado fuera del hogar,
reservado a los hombres y valorado como auténtico trabajo. En esta sección nos
centraremos en las primeras, en el trabajo doméstico.
Pero, ¿qué se entiende por trabajo doméstico?. Han existido numerosas
definiciones, sin embargo aquella construida por Margareth Reid ha sido la más
ampliamente aceptada por los economistas (Golschmidt-Clemont 1982). “La producción
en el hogar consiste en esas actividades no remuneradas que son llevadas a cabo, por y
para sus miembros; actividades que podrían ser reemplazadas por bienes de mercado o
servicios pagados, si circunstancias tales como ingreso, condiciones del mercado e
inclinaciones personales permitieran que el servicio fuera delegado en alguien fuera del
grupo del hogar”.
5
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
Una parte importante del trabajo de la mujer no es reconocido ni valorado, esto es
en parte por la propia noción del término “valor”, entendido éste como el “valor”
definido dentro del contexto del modelo económico imperante. Esta anulación del valor
del trabajo asumido globalmente supone efectos negativos sobre las mujeres en términos
de desigualdad de oportunidades en su vida pública. La invisibilidad de este trabajo
mantiene además un efecto pernicioso adicional al combinarse con la implementaciónn
de políticas públicas que no contemplan la condición diferencial de los sexos y que
refuerzan la división del trabajo femenino y masculino.
La necesidad existente de interrelacionar las economías “tradicional” y “del
cuidado” hace que se vinculen las esferas micro y macro de la economía ya que las
relaciones sociales micro condicionan la respuesta de cualquier política macro planteado,
pero igualmente las acciones macroeconómicas tendrán un efecto sobre el nivel micro
(Campillo 1998). De este modo, el impulso de una acción positiva fomentando la
contratación de mujeres (por ejemplo, a través de disminuciones en las cargas ficales por
contratar mujeres y no hombres) podría modificar positiva o negativamente la esfera
privada. Positivamente por cuanto podría incrementarse la autonomía de la mujer, verse
valorado su trabajo y sustituido el trabajo reproductivo por productivo. Negativamente
porque la mayor participación de la mujer en la esfera pública es cada vez mayor, sin
embargo ésto no ha garantizado una división del trabajo –productivo/reproductivodistinto al tradicional (CEPAL 1992), sino que se superponen las dos cargas: la del
trabajo remunerado y no remunerado1,
Desde el planteamiento económico feminista se ha abordado el problema de la
falta de valoración del trabajo doméstico desde dos ámbitos fundamentalmente: la
ausencia de este trabajo como ingreso dentro de las Cuentas Nacionales y la distinción
1
Otro ejemplo que se ha repetido en la gran mayoría de países con ajustes estructurales es el traslado de los
costes sociales al hogar. Es decir, políticas macro de reducción del déficit público y reducción de los
servicios sociales, junto al mantenimiento de los patrones tradicionales de responsabilidad femenina en los
aspectos del cuidado, implicaron una asumpción por parte de las mujeres de muchos países de estos costes.
6
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
entre tipos de valores: el valor de uso y el valor de cambio2). La voluntad de registrar el
trabajo doméstico como input dentro de la contabilidad nacional ha quedado fuera de la
agenda política de la inmensa mayoría de los países. En su defecto los órganos de poder
han preferido hacerse eco de la propuesta de creación de cuentas paralelas (o cuentas
satélites) como instrumento de registro de un trabajo realizado mayoritariamente por
mujeres y que podría “desestabilizar” los actuales equilibrios de las Cuentas Nacionales.
Por su parte, considerar las tareas de trabajo doméstico como actividades ajenas
al mercado; es decir, que no son consecuencia de la compra-venta, las convierte en
trabajos útiles (de uso), pero sin capacidad de creación de valor (de cambio), lo cual
implica una anulación del valor creado a través de este tipo de actividad. Paralelamente a
estos planteamientos el modelo de Desarrollo Humano Sustentable, impulsado a través
del PNUD3, ha puesto especial hincapié en la elaboración de una serie de estudios sobre
la distribución del tiempo entre hombres y mujeres, marcándose así la diferencia en las
horas destinadas por unos y otros a tareas no mercadeables y constatándose un diferencial
de valor producido en términos de mercado. Igualmente, se han identificado tres
problemas relevantes; a saber: la invisibilidad del trabajo doméstico, la falta de
contabilización de estas tareas y la ausencia de remuneración de las mismas. Es decir, el
trabajo doméstico no se ve, no se cuenta y no se paga.
La invisibilidad del trabajo doméstico viene referido a la idea socialmente
construida de la asignación de roles entre sexos, siendo considerado como “natural” el
desempeño de las actividades del hogar por parte de las mujeres. Se asume que el trabajo
doméstico no remunerado de las mujeres es infinito, flexible y gratuito. La no
contabilización de las tareas domésticas anulan a éstas de ser consideradas proceso
productivo y también les niega su contribución a la riqueza de la nación. Por su parte, la
ausencia de remuneración implica la creación de una imagen social en la que el hombre
2
Es decir, al considerarse bienes que no pasan por el mercado, se convierten en trabajos útiles (de uso),
pero no con capacidad de crear valor (de cambio).
3
“El aspecto medular del desarrollo humano es la ampliación de las opciones humanas mediante el
desarrollo de la capacidad humana. El ingreso pasa por ser uno de los medios de asegurar el modelo de la
capacidad, pero no un fin en sí mismo. El cultivo de una buena salud, la adquisición de conocimientos, el
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Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
es el proveedor y la mujer es consumidora, pero también implica una menor autonomía
de las mujeres por ausencia o merma de ingresos en relación al tiempo ocupado.
1.1 Trabajo doméstico según marxistas y neoclásicas
El movimiento de mujeres ha realizado duras críticas a la opresión de la mujer en
la sociedad, en especial las críticas se han concentrado inicialmente en el ámbito
doméstico. Los estudios realizados tanto desde la teoría marxista como desde la
neoclásica abarcan los aspectos de relación entre el trabajo doméstico y su influencia en
el empleo femenino, modificaciones en las relaciones del hogar una vez que la mujer se
incorpora al mercado laboral y estrategias femeninas ante deterioros de la situación
económica.
Desde opciones de sistemas políticos y económicos opuestos, las contribuciones
tanto de las marxistas (y su Debate sobre el Trabajo Doméstico) como de las neoclásicas
(y su Nueva Economía Doméstica y posterior Economía de la Familia) fueron
reveladoras en el campo económico ya en la década de los 70. Algunos elementos del
análisis son compartidos por ambas escuelas, aunque estudiados desde distintos enfoques.
Así, la motivación del propio desempeño del trabajo doméstico por parte de las mujeres
forma parte de una preocupación común. En el caso de los neoclásicos éste se relaciona
con el altruismo, motivación claramente opuesta a los propios intereses de mercado. Por
su parte, los marxistas toman como elemento de motivación la solidaridad del hogar, que
igualmente contrasta con la búsqueda de intereses de clase en el mercado.
Paralelamente, ambas líneas de investigación prestan atención a los motivos que
llevan a las mujeres a incorporarse al mercado laboral. Para los neoclásicos, existe una
clara relación entre la posibilidad de incrementar el consumo a través de la generación de
ingresos del trabajo y el “sacrificio” de realizar trabajos productivos; es decir acuden al
coste de oportunidad como explicación de esta incorporación masiva de las mujeres al
tiempo dedicado a fomentar las relaciones sociales, las horas pasadas en compañía de paarientes y amigos,
son todas actividades digans de ser realizadas....”. Informe sobre Desarrollo Humano, PNUD, 1995.
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Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
ámbito laboral. Por su parte, los marxistas únicamente se centran en los aspectos de
explotación, considerando que éstas aceptan empleos como único medio de supervivencia
(Gardiner 1996). Sin embargo, ninguna de estas escuelas trata la relación existente entre
la desigualdad de género y el trabajo doméstico.
Las marxistas
El Debate Marxista sobre Trabajo Doméstico nace dentro del seno de la teoría
marxista como crítica al propio planteamiento que Marx realizaba al equiparar el coste de
reproducción de la fuerza de trabajo al valor de los productos adquiridos a través del
salario marginando así el trabajo doméstico como generador de riqueza. Los límites
apuntados por las feministas marxistas a su propio sistema son principalmente los
siguientes:

Concepto de valor. La teoría desarrollada por Marx no incorporaba valor a las
tareas desempeñadas fuera de la lógica del proceso de producción y de
mercado, por lo tanto, el trabajo doméstico se convierte en lo “privado” (no
“social”).

Análisis de clase versus análisis de desiguadad entre sexos. La relación
jerárquica que impregnaba de desigualdad la sociedad era analizada
verticalmente entre clases (capitalismo frente a obreros). Únicamente algunas
voces críticas como la de Delphy o Hartmann contemplaban la doble
discriminación: de clase y de género.

La equiparación de tiempos de trabajo doméstico y aquel realizado en la
producción de bienes de producción. En la teoría marxista el tiempo de trabajo
se valora en términos de unidades de salario percibido. Esta relación de
intercambio de trabajo por salario se da bajo supuestos de explotación y la
explicación a la toma del trabajo productivo por parte del hombres responde a
la idea de minimizar los costes totales de explotación del conjunto de la
familia, por lo tanto, la equiparación de tiempos difieren entre lo doméstico y
lo de mercado.
9
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género

Transferencia entre el ámbito privado y público. Los trabajos desempeñados
en el hogar y en el sistema de producción eran analizados como dos esferas
aisladas. Las transferencias entre ambas se contemplaban desde el supuesto
que toda labor que no pasara por el mercado tendría valor “de uso”
(mantienen una utilidad social) y posibilitaría la generación de trabajo en el
sistema de producción generando un valor de “cambio” (verdadero valor
capaz de incorporar plusvalor).
Las Neoclásicas
La Nueva Economía Doméstica iniciada por los neoclásicos y posteriormente
ampliada por la llamada Economía de la Familia (Becker) tocaba los aspectos
anteriormente mencionados de forma diferencial:

Concepto del valor. La valoración asociada al trabajo doméstico se contempla
aquí en términos de “coste de oportunidad”. El supuesto de racionalidad en el
comportamiento que busca la maximización de la utilidad familiar, bajo la
hipótesis de productividades más o menos valiosas entre hombres y mujeres
(mayores entre los primeros) asumiría un valor superior al trabajo
desempeñado por los varones.

Valoración del tiempo. La mayor crítica desarrollada dentro del propio cuerpo
de pensamiento neoclásico viene de la idea esbozada por los tradicionalistas
de explicar la distribución del tiempo entre sexos dentro del hogar como un
equilibrio encontrado de forma racional para maximizar el consumo familiar
(de manera a articular eficientemente la simbiosis entre los distintos trabajos).
Es decir, asumen que la motivación de esa elección en el tipo de trabajo
desarrollado (dentro o fuera del hogar) es únicamente motivada por la
maximización de ingresos a percibir y que dado que el hombre percibe más
ingresos por trabajos similares, su tiempo es así “más valioso”.

Transferencia de lo privado a lo público. La Nueva Economía Doméstica
parte de una serie de supuestos entre los que se encuentra la existencia de una
brecha de productividad entre hombres y mujeres que explica la existencia de
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Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
una especialización de género en los trabajos realizados (dentro y fuera del
hogar). Esta especialización (y por lo tanto, la generación de desigualdades de
género), se ve reforzada por los “coste de aprendizaje” asociados al trasvase
de una a otra esfera. La división del trabajo entre hombres y mujeres puede ser
entendida en términos de ventaja comparativa en la que el trabajo (no
doméstico) es ubicado allí donde es relativamente más eficiente (Evans 1989).
En ambos casos, neoclásicas y marxistas, el supuesto de control en la toma de
decisiones en básicamente sustentado por el hombre4 y desde esta posición de poder la
distribución entre sexos pasa a formar parte de una elección masculina, ésta por tanto es
ciega a ciertos aspectos como el desigual acceso a recursos, a la toma de decisiones , etc..
1.2 Trabajo doméstico, cuentas nacionales y cuentas satélites
El desarrollo de las políticas macroeconómicas dentro de la economía tradicional
observaba los agregados económicos de la economía productiva. Sin embargo, las
economistas feministas han planteado ya desde el principio el sesgo que esto implica al
olvidar dentro de la evaluación ex-ante de estas políticas la otra de las economías; la del
cuidado. Para ello, la propuesta entre las economistas ha sido ya desde la III Conferencia
Mundial sobre la Mujer en Nairobi (1985) la de medir y reflejar en las estadísticas y
cuentas nacionales el trabajo doméstico.
Las Cuentas Nacionales
Existe un amplio número de trabajos respecto a la valoración (subvaloración) de
las Cuentas Nacionales, tanto del Norte como del Sur, consecuencia de la ausencia de
contabilización del trabajo realizado al interior del hogar. Por ello $16 billones del
producto global son invisibles, $11 billones de los cuáles son producidos por mujeres y
representan la contribución no monetizada e “invisible” de éstas (PNUD 1995).
4
En el caso de la teoría neoclásica denominado dictador benevolente.
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Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
Como ya se ha apuntado en 1985 con la Conferencial Mundial para el Examen y
Evaluación de Logros del Decenio de Naciones Unidas para la Mujer, se puso énfasis en
la valoración de este trabajo no remunerado. Desgraciadamente los avances, aunque
existentes en algunos casos5, no se han visto generalizados para el conjunto de naciones.
Será en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing diez años
después, cuando se impulse nuevamente el interés de este tema en un contexto de
reformas y modernizaciones de los Estados. En este sentido, dos son las grandes líneas
que comenzaron a impregnarse dentro de las agencias gubernamentales: el
reconocimiento del valor del trabajo producido en el hogar y la atención a la distribución
del tiempo de trabajo entre los miembros del hogar. Para su éxito resulta fundamental
también prestar atención a las interrelaciones entre los ámbitos de trabajo del hogar y de
mercado. Interrelaciones de sentido doble en la transferencia entre sectores productivo y
doméstico (Goldschmidt-Clamont 1982).
El propio proceso de globalización modifica no sólo el concepto de trabajo
productivo sino también del doméstico. Por ejemplo, la deslocalización y posterior
incremento de la subcontratación de producción textil en mujeres asíaticas y
latinoamericanas6 que debieran ser consideradas producción industrial, no son
contabilizadas como proceso productivo. Su desempeño en el mismo hogar lo convierte,
¿en trabajo doméstico?. Atendiéndonos a la definición de Reid no, ya que es remunerado,
sin embargo se encuentra fuera de los registros oficiales7. Otro ejemplo de las cada vez
mayores conexiones entre sectores, podría ser el trabajo de sustitución entre mujeres. Así
la mayor participación de la mujer en el mercado laboral formal hace que el cuidado de
los hijos sea trasladado a otras mujeres, en algún caso reproduciendo el trabajo doméstico
(desplazamiento del cuidado de los hijos a las hermanas o madres), y en otras generando
empleo femenino (bien formal si éste es producido bajo contratos e incorporación a los
5
En especial entre los países desarrollados se han generado cuentas satélites a las cuentas nacionales para
reflejar la producción de ámbito doméstico.
6
Labores que se realizan en el hogar al margen de los contratos que garanticen mínimas condiciones
laborales.
12
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
sistemas de seguridad social o, bien informal cuando estas jornadas se producen
simplemente mediante intercambios de capital por trabajo).
Por otra parte, la tecnificación dentro de los hogares puede estar condicionando
sistemas más eficientes por ser éstos ahorradores de tiempo en el desempeño de algunas
labores domésticas, sin que ello quiera decir que este ahorro de tiempo modifique la
“responsabilidad” final de la gestión del hogar, que se mantiene entre la población
femenina en la mayor parte de los casos.
La medición
Los procesos de medición del valor del trabajo del hogar está condicionado por
tres fenómenos: la naturaleza del sistema de cuentas nacionales (SCN), la interconexión
entre los sectores doméstico y productivo, y las metodologías de medición del trabajo
doméstico (Sikoska 1998).
1. La naturaleza de las Cuentas Nacionales. El sistema actual de cuentas nacionales
responsable de categorizar lo que puede o no incluirse en la contabilidad nacional,
excluye mayormente las actividades realizadas en el hogar. La revisión de éstas por
parte de Naciones Unidas en el 93 amplía el concepto de “actividad económica”
incluyendo aquellas actividades destinadas a la producción de bienes y servicios al
margen de que éstos sean vendidos en el mercado, siempre que no se generen para las
mismas personas que las producen. Sin embargo, continúa dejándose fuera del
análisis todo el ámbito del cuidado, limpieza o preparación de comidas en el hogar. A
efecto de poder comparar estas otras tareas se recomienda la creación de cuentas
satélites. La tendencia ha sido hacerlo con la metodología de medición del uso del
tiempo.
7
En principio el trabajo remunerado realizado dentro del hogar es considerado como susceptible de ser
incluido en la contabilidad nacional, sin embargo, la metodología utilizada en las Cuentas Nacionales
dificulta, cuando no excluye, su verdadera inclusión.
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Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
2. Interrelación entre sectores. La autora Goldschmidt-Clermont ha dedicado parte
importante de sus investigaciones al estudio de esta cuestión y apunta tres factores
como especialmente relevantes a la hora de entender las interrelaciones
intersectoriales (entre trabajos doméstico y productivo)

La distribución del tiempo. Cada día se da mayor importancia a la generación de
ingresos como medio para mantener el consumo familiar. Esto hace que el trabajo
remunerado sea más valorado que el no remunerado, lo cual no es óbice para que
diversos estudios hayan demostrado un uso del tiempo equiparable en el
desempeño de labores dentro y fuera del hogar de las mujeres. Esto tiene una
doble importancia: por un lado, demuestra que las motivaciones de la realización
de este trabajo no responde directamente (o exclusivamente) a cuestiones
monetarias y por otro, refuerza la necesidad de contabilizar estas labores como
productivas.

Límites de sustitución entre mercados. La posibilidad de generar empleo
productivo que sustituya al doméstico (generación de empleo “formal” de las
actividades de cuidado, limpieza, etc.) puede ser limitado por la propia naturaleza
de alguna de las tareas domésticas (sujeta a temporalidad específica). El ejemplo
más intuitivo puede ser el de amamantar a los niños. La combinación de ambos
trabajos por la mujer está igualmente sujeta a estas restricciones temporales tanto
en el trabajo productivo (en función de que la jornada sea más o menos rígida,
tanto en duración como en horario). Por otra parte, se incrementa la idea de Folber
de devaluación del trabajo doméstico como consecuencia de este modelo de
“especialización doméstica” por parte de las mujeres. Las distorsiones que estas
interrelaciones generan a la hora de sistematizar la recogida de datos para su
posterior contabilización ha incidido en mantener la clásica división del trabajo en
las cuentas nacionales del conjunto de países.

Valoración del tiempo diferente. Las propias restricciones de sustitución entre
sectores influye sobre la valoración de uno y otro, por tanto la asignación de
tiempos de producción doméstica o de producción en el mercado (bien por
razones económicas, sociales o personales) quedan sobre o sub valoradas por
realizar tareas más o menos “productivas”.
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Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
3. Metodologías en la medición. A pesar de las limitaciones en el concepto de “actividad
económica” los métodos de cálculo de las cuentas nacionales han ido variando a lo
largo del tiempo con importantes aportes.
No podemos decir que existan indicadores homogéneos que estimen el trabajo no
remunerado realizado por mujeres, lo cual impide su comparabilidad entre países.
Para el caso latinoamericano, se intentó proponer tipologías y diseños de encuestas
que midieran el trabajo doméstico para las mujeres que tenían como principal
actividad la realización de tareas del hogar junto con aquellas que desempeñaban la
llamada “jonada doble” (Urdiola 1998), llevándose a cabo en Bolivia, Uruguay, Perú
y Chile, aunque otros países, a través de encuestas no específicamente diseñadas a
estos efectos, consiguieron medir indirectametne ciertas características de los
mercados laborales y de la distribución del tiempo entre la población diferenciado por
género (es el caso de Venezuela, Argentina o México).
El fuerte número de trabajos publicados a este respecto manifiesta la creciente
preocupación por valorar las actividades generalmente realizadas por mujeres.
Principalmente se han reconocido dos tipos de métodos (Zambrano 1997):

Método de los Inputs (o Insumos). Este método se fundamenta en la hipótesis de
considerar el trabajo doméstico como aquella producción de bienes y servicios
susceptibles de ser sustituidos por los mercados. Las tres modalidades más
extendidas han sido:

Coste de Reemplazamiento. La base de este método pasa por tomar el
referente del coste de “alquilar” los servicios de una persona para realizar los
trabajos domésticos. Las dos grandes críticas a este método son el considerar
únicamente la medición de las labores del “ama de casa”, anulando la
medición de las labores desempeñadas por el resto de la familia (INSTRAW
1995) y, el contemplar sólo el reemplazo de las labores ejecutadas sin tomar
en cuenta el tiempo dedicado a la planificación de tareas que continúan
manteniéndose fuera de la contabilidad.

Coste de Oportunidad. Este método parte de la base de considerar lo que uno
deja de percibir en términos monetarios por no realizar tareas alternativas a las
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Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
domésticas. Así sustituye el valor de una hora de trabajo doméstico por una
hora hipotético trabajo asalariado no realizado. Si bien supera el
inconveniente del método anterior por contabilizar el trabajo desempeñado
por el conjunto de miembros de la familia, mantiene resultados distintos en
función del nivel educativo de cada miembro del hogar o del grado de
especialización en el trabajo asalariado. Sin embargo, el mayor sesgo
introducido por este método confluye con las desigualdades de género
imbricadas en el mercado laboral (así el coste de oportunidad de hombres será
mayor que el de mujeres por obtener éstos mayores salarios por desempeñar
trabajos similares). También entra en disonancia con problemas éticos ya que
valora de forma desigual el trabajo doméstico entre mujeres con distintos
niveles formativos (el coste de oportunidad de mujeres más formadas será
mayor al de las menores capacitadas)

Coste de servicios. Este método intenta involucrar distintos niveles de
especialización de las tareas realizadas dentro del hogar (limpieza, cuidado,
adquisiciones, etc.). El mayor defecto señalado es la sobrevaloración por
solapamientos de actividades desempeñadas simultáneamente por más de un
especialistas.
Maria Rosa Renzi y Sonia Agusto hacen un recorrido exhaustivo de los distintos
estudios realizados en el mundo desde los años 30 con los métodos del input a
través de una clasificación que denomina: coste de reeemplazamiento, coste de
oportunidad y coste insumos8.
8 - Costo de reemplazamiento. Lindahl (1929) introduce la medición de servicios de producción doméstica
no mercantil (diferencia entre familia rural y urbana y calcula costo de reemplazamiento). Kuznets (1938)
habla de la conveniencia de introducir los servicios producidos en la familia (limitado porque sólo incluye
el trabajo de ama de casa). Reid, M (1934) hace un calculo a partir del reemplazo de las tareas productivas
por servicios remunerados en el mercado. Clark (1958) muestra la importancia del trabajo doméstico en
porcentaje de PNB. La estimación calculada del trabajo doméstico en función del PNB en cada caso es
20,8%, 22%,-- y 38% respectivamente.
- Coste de oportunidad. Strageldin (1964) toma toda la población y hace un coste de servicios con ajustes
para calcular el coste de oportunidad real. Nordhaus-Tobin (1972) Hablan de la limitación del PNB por ser
éste un concepto de medición de producción y no de consumo. Toman “medida de Bienestar
Económico”como consumo annual real de las familias y calculan el trabajo doméstico como costo de
oportunidad ajustado por subpoblaciones. Gronau (1973) Cuantifica el trabajo de la mujer en el hogar a
partir de un estudio micro, que plantea la estimación del % de la renta familiar en relación a la producción
doméstica. Weinrobe (1974) calcula la valoración del trabajo no mercantil sobre el crecimiento económico
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Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
La estimación de la producción de hogar necesita ser estimada en unidades
comparables que en este caso se realiza a través de salarios pagados o por el
precio del producto en el mercado. Para esta cuantificación se precisan dos tipos
de datos (Sikoska 1998): la tipología y cantidad de actividades desarrolladas en el
hogar en un ámbito geográfico determinado y durante un periodo definido
(recogido a través de encuestas del uso del tiempo), y el valor en el mercado de
esos bienes y servicios (resultante de encuestas especiales del valor de mercado en
esas actividades específicas).

Método de los Outputs (o Productos). Esta es una metodología que mide resultados
Los estudios realizados con estos métodos son menos cuantiosos por haber
comenzado a implementarse más tardíamente. Sin embargo cuentan con ventajas
destacables como son: que los productos tienen un mercado mayor y más amplia
capacidad de encontrar sustitutivos que permitan valoraciones, que refleja la situación
de productividad doméstica, que es compatible con las principales cuentas nacionales
y que soluciona los problemas de medida de la productividad del tiempo de varios
individuos, de actividades simultáneas delimitando fronteras entre lo que se considera
trabajo y ocio (INSTRAW 1995).

Método del Producto Total. Busca medir tanto la producción doméstica como el
otuput familiar. El producto resultante es función de las distintas productividades
y del tiempo dedicado al trabajo doméstico. Nos omite sin embargo, el valor de
ese trabajo doméstico que viene incorporado al producto familiar y por lo tanto
imposibilita el contabilizar su “valor”.

Método del Valor Añadido. Este método, a través de la diferencia entre lo que
“entra” y lo que “sale” en el hogar, intenta dar el resultado neto producido dentro
del país (cálculo según salarios potenciales y pondera por la proporción de tiempo utilizado en casa). El %
reespecto PNB es entonces 32%, 45,4%, 43,2%,--,34% respectivamente
- Método de los insumos. Chadeau y Fouquet (1974) calculan % producción doméstica en proporción PNB
y estudio comparativo de tiempos de trabajo doméstico de miembros del hogar.Kendé (1980) introduce el
término “consumo real de las familias” calculando las horas/mes dedicados al trabajo doméstico por parte
de cada miembro de familia. Kendrick (1979) incorpora al PNB todos los trabajos no mercantiles
considerados significativos
Por su parte, Zambrano realiza una estimación por el método de los servicios para calcular el ahorro que el
sistema sanitario de una región española tiene al externalizar los costes del cuidado de enfermos graves por
accidente hacia el hogar.
17
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
del ámbito doméstico. Lo más destacable de esta metodología es el esfuerzo de
interconexión entre el input y otuput, entre los mercados doméstico y productivo
y, por lo tanto, puede ser considerado idóneo para estudios de tipo
macroeconómico. Sin embargo, genera una serie de desventajas en su análisis
como son la precariedad de los datos disponibles (y complejidad en su recogida) o
una mayor dificultad en su aplicación cuando no existen servicios comparables en
el mercado (INSTRAW 1995).
Las Cuentas Satélites
La ausencia de valoración del conjunto de actividades realizados dentro del hogar
y la ausencia de registros al interior de las Cuentas Nacionales, hace que se de impulso a
la creación de cuentas paralelas (o satélites). Con el ánimo de generar marcos de
referencia que permitan la comparabilidad entre ambos balances y entre países, el
INSTRAW ha dedicado una parte muy relevante de sus proyectos a este objeto. Para ello
establece una serie de criterios que deben de reunir estas cuentas:

Marco común entre las cuentas nacionales y las cuentas satélites con específicación
de las actividades que entran en cada una de ellas.

La valoración de las actividades registradas en ambos sistemas deben ser medidos en
unidades idénticas.

Las actividades incluidas deben aglutinar el conjunto de tareas de producción de
bienes y servicios (realizados o no dentro del hogar) y las de no intercambio (las no
mercantiles) catalogadas como asumibles en los Sistemas de Cuentas Nacionales y
aquellas que no entrarían en la clasificación del SNC: actividades con posibilidad de
ser delegadas (pudiendo por lo tanto, ser valoradas a precios de mercado) y aquellas
no delegables (como son el mantenimiento personal o la recreación personal).

Mejorar las técnicas de recogidas de datos.
18
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
1.3 Trabajo doméstico y valoración a través del uso del tiempo
La medición de productividades a través del uso del tiempo ha sido sugerida como
medida alternativa a la medición del trabajo doméstico, especialmente por los
neoclásicos. Otras voces críticas, si bien le dan extrema importancia al método de
valoración del tiempo, manifiestan una fundamentación de partida menos ligada al
concepto de productividad y más enlazada con la equidad: “La cuestión del valor se
simplifica si se supone que una hora de trabajo con utilidad de mercado y una hora de
trabajo sin utilidad de mercado tienen el mismo valor. Cuando la preocupación real es el
desarrollo humano, es difícil aducir que el tiempo dedicado a la producción de bienes y
servicios para el mercado tiene mayor valor que el tiempo dedicado a crear, sostener y
cuidar la vida humana” (PNUD 1995). La medición de las diferencias por sexo en la
productividad9 del trabajo es un asunto complejo, sin embargo, es crucial para entender
en qué condiciones están trabajando las mujeres como grupo y en qué medida la
modificación de los roles “masculino-femenino” supondrían una mayor productividad de
unos y otros, y por ende una situación relativa de pobreza potencialmente distinta10.
Igualmente es imprescindible comprender las desigualdades de retorno que el trabajo
mantiene entre hombres y mujeres (Dixon-Muller y Ander 1989).
Tradicionalmente la productividad se ha asociado a la eficiencia y por lo tanto es
entendida como la expresión entre unos esfuerzos y unos resultados. Los esfuerzos son
además combinación tanto del input del trabajo como de la productividad total11 de los
factores combinados en el desarrollo del trabajo. La productividad del trabajo es pues
determinada por la calidad del trabajo, la calidad y cantidad de equipamiento para la
realización de tareas, los métodos de producción, la organización empresarial, etc…
Asumir por lo tanto que la productividad es técnicamente neutral al género es sólo una
9
La productividad se ve afectada tanto por insumos laborales (destreza, fortaleza, conocimientos, cultura,
habilidades específicas, motivación) como no laborales (acceso a los recursos –capital, tierra, tecnología
ahorradora de tiempo, más eficiente.-, cooperación, etc.)
10
Aquellas actividades que absorben mucho tiempo sin suponer altos rendimientos significan un reducido
nivel de retorno económico y por lo tanto perpetúan a quien las realiza dentro del círculo de pobreza. La
tecnificación en las labores domésticas implica un incremento de la productividad en algunas tareas del
hogar, aunque no en otras en las que el ahorro de tiempo no es la clave de mejora del trabajo –el tiempo
dedicado a los hijos, por ejemplo-.
19
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
manera de ser ciego a las circunstancias desiguales que rodean los trabajos (Williams
1994).
Siendo relevante la noción de productividad, se hace necesaria una revisión de lo
que condiciona sus entradas (inputs) y salidas (outputs) desde una perspectiva de género.
Que una labor sea más productiva que otra implica una retribución en modo de salario.
Esa ganancia (salario) no toma en cuenta las desigualdades de trato para el acceso o el
desarrollo de las tareas laborales, únicamente mide la ratio de la contribución a la
economía. Es decir, las mayores ganancias consideran mayores productividades (Teoría
Clásica y Marginalista), mayores conocimientos y experiencia (Teoría del Capital
Humano), pero ignoran la discriminación laboral de la mujer (segmentación laboral que
tiende a ser de salarios relativamente menores), pero no el modo de negociación (las
negociaciones colectivas tradicionalmente se han realizado por sindicatos de presencia
masculina en el que no se consideraban estas diferencias), ni la especificiada de la
productividad como consecuencia de la asumpción de la doble jornada para las mujeres
(que repercuten sobre la carga y el esfuerzo diario). En estos casos las mejoras de la
productividad de las mujeres no siempre se trasladasn a mejoras salariales, ni tampoco a
mejoras en la distribución del tiempo (liberar tiempo de trabajo).
De la conceptualización de la eficiencia de la producción surge el grueso de la
discusión sobre la medición de la productividad (qué medida y cómo se contabiliza). Esa
eficiencia mitifica el nexo entre la producción doméstica y la de mercado a través del
trato igual entre producción y reproducción. De esta manera la economía formal es capaz
de capturar la explotación última de las mujeres al absorber su incremento en el trabajo
(doble jornada) sin que esto pueda trasladarse a medición y, por lo tanto, queda como
irrelevante en la contabilidad macroeconómica.
Gran parte de los economistas siguen insistiendo en que la productividad es una
materia evaluable en términos de efectividad, y que ésta es un modo de medición neutral
11
La productividad del trabajo indica los resultados por persona y hora, el de productividad total compara
el total de inputs (tangible e intangible: trabajo, esfuerzo, capital, etc.) con el total de resultados.
20
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
al género. Sin embargo, al igual que ocurre con el concepto de “mercado” que se maneja
desde una perspectiva masculina (Bakker 1994, Elson 1994), la productividad es
construido social y culturalmente. Esta ceguera de las diferencias de género vuelve a
asumir que los agentes económicos tienen información perfecta y que siempre actúan con
racionalidad económica. Si desde la economía se niega la contribución económica de las
mujeres a la productividad nacional, es predecible que la creación de políticas nacionales
ignore la situación de las mujeres.
Las tareas de reproducción son un factor fundamental en la vida del ser humano.
Un factor que suele tener su lugar de desarrollo fuera del mercado, especialmente en los
países en desarrollo. Si esto es así, y pudieran definirse ciertas tareas domésticas o
reproductivas como no evaluables en términos monetarios, ¿por qué se le ha dado tanta
importancia al método de valoración del tiempo?. Esta pregunta resulta fácil de contestar
al entender que aquellas actividades no medidas se excluyen de reconocimiento. Esa es la
razón principal de la evolución de esta metodología por ser la más compatible para incluir
el trabajo desarrollado principalmente por mujeres dentro de la contabilidad nacional, por
ser la metodología capaz de registrar la dinámica de interacciones entre las producciones
doméstica y de mercado.
El PNUD ha recogido evidencias empíricas de dos factores comunes para la casi
totalidad de países: las mujeres trabajan mayor número de horas que los hombres12, y las
relaciones entre la dedicación masculina y femenina a actividades remuneradas
computadas en los sistemas de cuentas nacionales son inversas13. Esto quiere decir, que
las mujeres, aún con mayores cargas de trabajo, consiguen menores ingresos y menor
valoración y reconocimiento. Estos análisis son básicamente de carácter cuantitativo,
necesarios sin duda, pero incapaces de captar la percepción subjetiva que el sentido del
uso del tiempo tiene para hombres y mujeres. En este sentido, parece más razonable
aplicar una combinación de metodologías cuanti y cualitativas capaz de discernir con
12
Como promedio las mujeres tienen un 53% de la carga de trabajo total en el caso de países en desarrollo
y un 51% en el caso de países industrializados.
21
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
mayor claridad la correlación entre el uso del tiempo real de trabajo y el uso del tiempo
percibido de trabajo por cuanto las propias respuestas de las mujeres respecto a la
utilización de su tiempo aparezcan sesgadas, con una identificación de lo que supone
trabajo menor a lo realmente realizado, y por lo tanto suponiendo una subvaloración del
trabajo desempeñado por ellas (Rico 1998).
Algunas conclusiones reveladoras pueden sustraerse de los estudios llevados a
cabo por especialistas en la materia, así es destacable:

Participación desigual entre sexos. El valor imputado a la producción de las
actividades domésticas en un estudio compilatorio de 35 análisis desarrollado entre
los años 1973 y 85, representaba entre el 38 y el 60% del total de ingresos del hogar
(Goldschmidt-Clemont 1987). En ese desempeño, las mujeres participaban entre un
2,5 y 14 veces más que los hombres.

Ámbito rural versus ámbito urbano. Las diferencias del paso del tiempo destinado a
labores domésticas en el ámbito rural y urbano también se consideran notables. Las
investigaciones desarrolladas bajo el auspicio del Banco Mundial y elaboradas por
McGuire y Popkin (1990) así lo demuestran al obtener una ratio de 3 a 1 entre el
trabajo doméstico y el producido en el ámbito público de países africanos y asiáticos.

Factores determinantes. El “ciclo de vida doméstica”, al igual que una serie de
factores ligados a la participación de la fuerza de trabajo, al nivel de ingresos, al nivel
de bienestar o a la disponibilidad tecnológica en el hogar, amelioran o empeoran esta
distribución de los tiempos entre las mujeres. La concentración de tiempo destinado
al trabajo doméstico entre las mujeres es inversamente proporcional al ingreso y al
nivel de bienestar y directamente proporcional a la incorporación de tecnologías
ahorradoras de tiempo14 y a la participación femenina en el ámbito laboral15 (Floro
1995).
13
En el caso de los hombres, 2/3 de los hombres en países industrializados se dedican a actividades
recogidas en los SCN, para el caso de las mujeres la proporción es 1/3.En el caso de países en desarrollo la
ratio es aún mayor en el caso de los hombres (superior a los 2/3).
14
Este fenómeno puede ser igualmente estudiado desde el lado de las repercusiones de género en términos
de consumo de bienes duraderos, cruzándose así los ámbitos doméstico y público por el lado de la demanda
de bienes y servicios.
15
Esta relación de pendiente positiva parece relativamente fiable en el caso de los países desarrollados, sin
embargo, esta relación puede invertirse para el caso de países sujetos a políticas de ajuste estructural. Como
22
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género

Estructura familiar. La estructura familiar representa otro de los elementos clave para
comprender la distribución del tiempo de las mujeres. Se ha demostrado una relación
inversa entre la edad de los hijos y la producción doméstica (mayor éste cuando
menor aquella), siendo el periodo de lactancia de los hijos el que menos tiempo libera
para la producción de mercado (Elson 1993).

Nivel de desarrollo y ahorro de tiempo. El nivel de desarrrollo del país se identifica
con ahorro de tiempo de trabajo (tanto doméstico como productivo). Esta afirmación
contempla resultados contradictorios entre las investigaciones empíricas. Así Floro
(1995) menciona un reciente estudio de Justen & Stafford del año 91 que muestra la
disminución de los tiempos dedicados al trabajo (de ambos sectores) en cinco países
llamados desarrollados desde mediados de los años 60. Sin embargo, Schor (1991)
para el caso estadounidense comprobó no un descenso, sino un incremento de las
horas trabajadas, visibilizando además un impacto más negativo entre las mujeres (el
incremento de horas trabajadas por año es de 305 en el caso de las mujeres, frente a
98 en el caso de los hombres). Para el caso de trabajo doméstico, la relación se
invierte, apreciándose una cierta mejora en la distribución de carga de trabajo
realizado en el hogar entre hombres y mujeres (los hombres registran un incremento
de 65 horas de trabajo doméstico al año, frente a una reducción de 145 horas por parte
de las mujeres). Esta contradición puede ser debido la metodología aplicada, sin
embargo, puede poner en relieve el mayor número de horas trabajadas globalmente en
procesos de precarización laboral, unido a un ahorro del tiempo de trabajo doméstico
de las mujeres debido principalmente al avance tecnológico, pero también a los
cambios culturales en las relaciones de género.

Ajustes estructurales. Los procesos de ajuste macroeconómico se muestran
igualmente como deterrminantes de la carga doméstica asumida por las mujeres.
Varios estudios ratifican el traslado de costes sociales a costes domesticos que
repercuten en última instancia sobre la jornada de trabajo de las mujeres. En términos
generales puede afirmarse que existe un impacto en el aumento de carga de horas
trabajadas por parte de las mujeres como consecuencia de la reducción del
se menciona más adelante, en esos casos existe un claro solapamiento de tareas y no un desplazamiento
entre ellas.
23
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
presupuesto público destinado a servicios sociales (Cagatay & Ozler 1995,
Dierckxsens 1996). Algunos procesos de reestructuración sectorial han supuesto, sin
embargo, resultados menos desalentadores, es el caso filipino en el que el ajuste
introducido en el mercado agrícola se tradujo en un incremento de las exportaciones
de productos derivados del maiz e incidió sobre la reducción de tiempo destinado por
las mujeres a las tareas del campo (Floro 1995).
Las decisiones tomadas por las mujeres en la distribución de su tiempo han sido
estudiadas desde varias vertientes, desde la tradicional neoclásica que identifica su
comportamiento como uno racional en términos económicos, desde la economía de la
familia con racionalidad en busca de la maximización del bien familiar, desde las teorías
del capital humano que vinculan los niveles formativos y la distribución del tiempo,
desde las teorías del mercado laboral que ligan los mercados salariales a las decisiones
domésticas, etc. Todas ellas coinciden en observar los mercados laboral y doméstico
como sustitutivos, es decir: a mayor formación, a mayor salario, …. menor intensidad de
horas destinadas al trabajo doméstico. Estas relaciones podrían ser identificatorias más de
los países desarrollados, sin embargo, varios estudios han demostrado no una sustitución
(o desplazamiento de labores), sino una superposición de las mismas. Superposiciones de
tareas especialmente vinculadas a las mujeres y que mantiene principalmente dos
acepciones:

la intrasectorial; aquella en que se combinan la realización de varias tareas
domésticas al tiempo y/o el solapamiento de tareas domésticas con el tiempo de
ocio, y

la intersectorial; que superpone tareas del ámbito privado y público. Éstas se dan
con mayor intensidad en los países y periodos sujetos a crisis o ajustes o también
en el proceso de flexibilización laboral imperante en la actualidad. Habitualmente
se trata de actividades de carácter industrial (textil o electrónico) en el que la
mujer desempeña tareas productivas con carácter de subcontratación en el ámbito
doméstico al tiempo que atiende las tareas propias del hogar.
24
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
2 LAS FINANZAS PÚBLICAS
El debate sobre gobernabilidad (buena gobernabilidad) se encuentra en la
actualidad entre los temas más discutidos tanto a nivel internacional, como nacional o
institucional. La mayor parte de las definiciones sugieren que gobernabilidad viene
referido al vínculo entre gobierno, sociedad e instituciones, haciendo especial mención al
modo de ejercer poder sobre la dirección de la economía nacional y de los recursos
sociales para el desarrollo, pero también a los regímen políticos implementados (World
Bank 1994). Algunas de las variables que dan sentido al término son: transparencia,
participación, consenso, legitimidad, accountability, etc.
Parte de la discusión sobre la buena gobernabilidad se ha centrado en la gestión
del sector público y la capacidad de los gobiernos de implementar politicas públicas para
mejorar la efectividad de los programas públicos y para fortalecer las instituciones
públicas (World Bank 1997), pero también se han vinculado a los procesos de
democratización, de defensa de los Derechos Humanos o de representatividad. Sin
embargo, en ese contexto continúan siendo ignoradas las distintas formas que las mujeres
tienen de participar en los procesos y niveles de gestión pública.
La IV Conferencia Mundial de la Mujer de Beijing 1995, rescató junto a otras
prioridades, la de la gobernabilidad, con el reconocimiento de la necesidad de un cuerpo
de administración fuerte y con la necesidad de integrar la perspectiva de género tanto en
las legislaciones, como en los programas, proyectos y políticas públicas (Objetivo
Estratégico H.1 y H.2). Es en este marco donde toma relevancia la integración de una
perspectiva de género en las políticas macroeconómicas en general y en los presupestos
nacionales en particular.
25
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
2.1 Los presupuestos nacionales y el género
La extensión de las voluntades políticas a verdaderas acciones públicas se ven
reflejadas a través del presupuesto nacional. En el corto plazo suponen las prioridades
gubernamentales. Estos presupuestos son asumidos habitualmente como neutrales al
género por cuanto son construidos en aras de afectar al “público” de una forma más o
menos equitativa, ignorando las diferencias sociales en los roles, las responsabilidades y
las capacidades de hombres y mujeres. Varias experiencias surgidas a partir de grupos de
mujeres, han servido para luchar por la inclusión de la perspectiva de género en el
desarrollo de los presupuestos nacionales16. Este intento no ha supuesto la creación de un
presupuesto paralelo, sino un esfuerzo por examinar el impacto de los dineros de cada
uno de los Departamentos de la Administración y de sus políticas sobre las mujeres17 en
un presupuesto único.
La importancia de esta adecuación más equitativa y eficiente de los recursos
públicos debe de enmarcarse dentro de las nuevas teorías desarrolladas en el seno de las
organizaciones internacionales (La Nueva Teoría del Crecimiento) que enfatiza sobre los
impactos que tienen la inversión en educación, salud, infraestructuras o acceso a los
mercados, sobre el crecimiento a largo plazo. Esta teoría combina el principio de equidad
(igualdad de oportunidades de acceso a los recursos educativos, sanitarios, etc.) con el de
eficiencia (el efecto multiplicador de invertir en temas educativos, sanitarios o de
infraestructura básica para la población). Si bien esta teoría no hace mención expresa a
las cuestiones de género, sirve de referencia para la discusión sobre inversiones públicas
en aspectos de género, al igual que para enfatizar sobre la importancia de la accesibilidad
de las mujeres a los recursos.
16
Las experiencias más desarrolladas en incluir la perspectiva de género en el presupuesto nacional son el
australiano, el canadiense y el sueco, aunque también en SudAfrica se ha creado una iniciativa con idéntica
finalidad (Women’s Budget Initiative)
17
Los dos tipos de aproximaciones con los que se pueden estudiar las cuestiones de macroeconomía y
género son: de procesos (qué tipo de políticas o acciones públicas involucran a hombres y a mujeres y
cómo se puede llegar a la equidad de género) o de impacto (qué implicaciones tiene la implementación de
unas políticas u otras sobre los hombres y sobre las mujeres)
26
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
La mayor dificultad a la que hace frente esta Nueva Teoría del Crecimiento es el
sentido de las inversiones que el Estado debe de afrontar, siendo necesario elegir entre el
monto destinado a inversiones en recursos humanos y el grueso absorbido por inversiones
en infraestructuras. Estas inversiones deben de ser compensadas por incrementos en los
ingresos del Estado, cuya recolección puede igualmente implementarse a través de
políticas que combinen la eficiencia y la equidad. En este sentido, merece especial
atención la política tributaria desarrollada. Dado que los hombres y las mujeres no sólo
producen, sino que consumen cosas diferentes, los impuestos pueden servir de
instrumento de política económica con perspectiva de género y con introducción de
principios equitativos.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha
desarrollado igualmente una aproximación integral que combina los aspectos sociales con
las políticas económicas que sirvan para el fortalecimiento de estas áreas con el fin de
impulsar los vínculos ente equidad y eficiencia (CEPAL 1998)18. Esta nueva visión puede
tener efectos positivos sobre las mujeres en un doble sentido. Primeramente, el propio
avance tecnológico puede afectar a la economía doméstica –incrementando la
productividad del trabajo del hogar-, liberando tiempo y suponiendo mayor
disponibilidad para la incorporación al mercado laboral. En segundo lugar, la apuesta por
combinar lo productivo con lo equitativo puede generar la creación de nuevos mercados.
2.2 Los ingresos nacionales
A la hora de tratar los ingresos que repercuten en el Estado con una perspectiva de
género podemos hablar principalmente de dos tipos de ingresos: los ingresos por vía
impositiva (impuestos directos o indirectos, progresivos o regresivos) y los ingresos
generados a través del mercado de trabajo.
18
El Pacto Fiscal resulta de la compilación de una serie de trabajos producidos a lo largo de la década de
los 90 en la CEPAL en torno a la propuesta de Transformación productiva con equidad. Esta aproximación
integral está basada en estrategias de difusión “apropiada” de tecnología –tecnología ahorradora de capital
que no implique efectos perversos sobre el empleo-, de modernización de infraestructuras básicas y el
desarrollo de mercados de capital y de trabajo.
27
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
La progresividad o regresividad de los impuestos afecta de distinta manera a las
personas con desigual poder adquisitivo. El hecho que las mujeres mantengan un poder
adquisitivo o nivel de renta menor al masculino implica que la regresividad del impuesto
afecta con mayor intensidad a las mujeres. Este impacto negativo puede verse duplicado
por encontrarse un mayor porcentaje de mujeres en los niveles de escasos ingresos (y
mantenerse un impuesto directo de carácter regresivo) y por ser perceptoras de menores
salarios relativos (y ser consumidoras de mayor cantidad de bienes perecederos). El
objetivo que cumpla objetivos éticos deba exigir que los impuestos directos al ingreso
fueran progresivos, es decir que se marquen ingresos mínimos libres de tributación.
Paralelamente eso implica dejar recursos liberados para realizar bien consumo
(utilización para alimentación familiar, vestimenta, etc., o para bienes de consumo
durable como electrodomésticos) o bien inversión (inversión en educación y en salud
como elementos de eficiencia futura19).
Otro elemento de equidad de género en la recaudación de impuestos viene ligada,
no únicamente a niveles de renta, sino a la informalidad de las ocupaciones. El sector
informal, aunque no en todas sus acepciones, suele venir ligado a ganancias de pequeña
cuantía. El hecho de desempeñar cualquier actividad se entiende como proceso
productivo siempre que la actividad económica implique una recolección de tributos (al
margen de las ratios de beneficios que se perciban). Las mujeres se encuentran
ampliamente representadas en estos sectores de actividades llamadas informales
(Tzannattos 1999) y la aplicación de estos tributos ahonda en la situación de precariedad
y pobreza de las mujeres.
Igualmente la decisión sobre el tipo de impuesto a aplicar, directo o indirecto,
resulta más o menos pernicioso para las mujeres. La gran ventaja de los impuestos
19
Quién controle la distribución del gasto del presupuesto familiar y quien realice efectivamente el gasto se
toma como un elemento de especial relevancia ya que tiene influencia sobre factores como la educación o
la salud de los miembros de la familia. Como se ha demostrado en algunos estudios (Sparr 1994, Elson
1995) la propensión marginal al consumo y al ahorro se muestra distinta entre hombres y mujeres. En
términos generales, para el caso de las mujeres, se ha estimado una propersión al ahorro mayor y un
28
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
indirectos, como es el caso del IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido) es su fácil gestión
y su reducido costo en la recaudación. Sin embargo, es de naturaleza poco progresiva por
estar vinculado directamente al consumo20. El consumo de productos básicos en el
presupuesto familiar supone un peso relativo menor a medida que se escala en los niveles
de renta, por lo tanto, una tributación sobre el consumo afecta con mayor intensidad a las
personas de bajos recursos, y también a las personas cuyo presupuesto se destina
mayormente al consumo familiar, como es el caso de las mujeres. Por lo tanto tampoco
esta decisión es ajena al género.
La selección de la naturaleza de los bienes para la aplicación de niveles tributarios
podría ser un primer paso para la mejora en la progresividad de estos impuestos
indirectos tan difundidos entre la mayor parte de los países. Es decir, tomar la decisión
de aplicar un bajo porcentaje de IVA (póngase el 4%) a los bienes de consumo básico
supone liberar una mayor cantidad de dineros entre los presupuestos más reducidos. Sin
embargo, la imposición de altas tasas de IVA en los productos desincentiva el consumo
de estos bienes o en caso de encontrarse entre bienes de consumo necesario, suponen una
excesiva carga sobre la cesta familiar. Las distintas formas de aplicar el impuesto afecta
de manera diferencial a uno u otro tipo de consumo, y uno u otro sexo (sabiéndose un
perfil de consumo distinto entre hombres y mujeres).
Una de las mayores inequidades de género en el aspecto laboral es la imposición
del coste laboral de la maternidad sobre los trabajadores individualmente (Palmer 1998).
Paralelamente a los problemas equitativos que esto implica existe igualmente un efecto
económico al introducir distorsiones de mercado sobre lo que se conoce como un
“impuesto de contratación” por empleada. Es decir, se generan externalidades negativas
que se traducen en barreras de entrada al empleo asalariado femenino. Merece por lo
tanto, considerar la socialización del costo de la maternidad (Palmer 1995) de forma a
consumo diferente al masculino, con un destino final vinculado a aspectos formativos de los hijos y de
cuidado de salud a la familia.
20
“El abandono de los impuestos directos como mecanismo de recaudación ha avanzado más de lo
deseable en América Latina”. Actualmente tan sólo 25% de recaudación es recogido vía imposición directa
en la región (frente al 65% en OCDE, aunque en el Caribe se ven relativamente mejoradas, con una
29
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
neutralizar los efectos negativos de equidad y los efectos de distorsión de mercado. A
efectos de ingresos estatales, el monto de dinero percibido por el Estado vía
contrataciones laborales no varía tampoco el total a pagar por el empresariado.
Los procesos de privatización llevados a cabo en América Latina a lo largo de la
última década han supuesto una inyección importante de ingresos en el corto plazo (venta
de propiedades inmuebles o de creación de servicios por capital), una reducción del gasto
público (servicios públicos transferidos al sector privado) y una reducción del empleo
público (debido a la reducción tanto de servicios como de empresas en manos del Estado
y posterior aplicación de eficiencia económica vía reducción de puestos de trabajo). La
propuesta de privatización de los servicios públicos y focalización del gasto público va
dirigida al control presupuestario vía exclusión de sectores en la provisión de servicios,
teniendo efectos netos adversos para el acceso de las mujeres a los servicios de calidad,
es decir, tampoco los procesos de privatización son neutros al género. De esta manera la
libre decisión de los servicios privados en la priorización de ofertas recorta en primer
lugar aquellos programas dirigidos a enfermedades específicas de las mujeres21
(Grynspan 1998), con el consiguiente deterioro de su salud. Las mujeres pobres
asumirían en este caso un doble efecto perverso: el de falta de servicios y el de falta de
calidad de los mismos22.
En el caso de las privatizaciones de las empresas públicas23, o de la tendencia a la
reducción del aparato estatal, se mantiene un doble efecto sobre el empleo de las mujeres:
recaudación de este tipo cercana al 40%) (CEPAL 1998). Así en el Pacto Fiscal de América Latina y a se
advierte de los peligros que puede entrañar un alto grado de imposición directa.
21
Un ejemplo de este recorte se da en especial entre las acciones de detección temprana y tratamiento del
cáncer de mama y útero.
22
Los procesos de privatización de servicios como el de salud o educación implican en una primera fase el
traslado de los beneficiarios de mayores ingresos del servicio público al privado, en una segunda fase y con
la reducción de costos relativos de los servicios privados –una vez superada las fases de inversión inicial,
especialmente importantes y después de asegurarse un número mínimo crítico capaz de financiar el
mantenimiento de los servicios- existiría un nuevo trasvase de población de clase media hacia los servicios
privados, convirtiéndose el grueso de servicio público en un paquete sin recursos para las personas de
menor capacidad adquisitiva.
23
Desde finales de la década de los 80 los inputs del Estado vía privatizaciones ascendían a 96.000
millones de USD, con mayor recaudación al principio del proceso y una menor cuantía según se avanzaba
en esa operación (CEPAL 1998)–este proceso de mayores ingresos al inicio es similar al llevado a cabo en
otras zonas, dado que la privatización de las empresas con mayor rentabilidad se asume de manera más
30
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
por una parte, el peso relativo de mujeres empleadas en el sector público supera al
empleo masculino y, por lo tanto, la racionalidad empresarial imperante y tendente a
aumentar la productividad media vía reducción del conjunto de plantilla afectará con
mayor énfasis a las mujeres que a los hombres. Por otro, la reducción de ciertos servicios
públicos, contrariamente a lo que pudiera suponerse, no siempre es absorbida por la
empresa privada24. Únicamente en el caso de garantizarse un cierto beneficio neto el
sector privado éste estaría dispuesto a entrar en la dinámica de compra de servicio
público. En estos casos en los que el Estado deja de dotar cierto número de servicios y
éstos no son garantizados a través del mundo empresarial, el servicio pasa no de manos
públicas a manos privadas, sino del ámbito público al ámbito privado, es decir, es
asumido a través de trabajo voluntario o comunal en el que la representación femenina es
ampliamente mayoritaria. Esto significa una nueva distribución del uso del tiempo de las
mujeres con sobrecarga de las tareas domésticas ya tradicionalmente asumidas por las
mujeres.
Sin embargo, podría hacerse un análisis desde la otra cara de la moneda, la
privatización y sus efectos sobre el consumo y éste a su vez por género. Las
privatizaciones de empresas públicas llevadas a cabo en América Latina han supuesto una
mejora tanto en la calidad, como en la ratio calidad-precio de los bienes para
consumidores/as (CEPAL 1998)25. Esta mejora puede suponer unos efectos positivos
mayores para aquellas personas que gestionan el presupuesto familiar y la compra de
productos básicos de la familia (generalmente mujeres), por suponer una mejoría relativa
del poder de compra de ese presupuesto femenino.
rápida, dejando las empresas de menor beneficio neto y por ende “menos deseadas” para una segunda fase
de la privatización-.
24
En términos generales y bajo criterios empresariales los procesos de privatización suponen una venta de
aquellas empresas con potencial de negocio más elevado, dejando en manos públicas las compañías o los
servicios con menor rentabilidad y cuya manutención suponen un esfuerzo presupuestario relativamente
mayor.
25
Cabe anotar que esta situación no siempre ha sido regular y viene ligada a los posibles fallos de mercado
de cada caso de privatización y de cada país en particular.
31
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
2.3 Los gastos nacionales
La distribución del gasto público impacta de manera distinta a hombres y mujeres,
afecta de manera positiva o negativa a la capacidad de contribución económica de unos y
otras (tanto en los mercados de bienes y servicios, como en el mercado laboral, como en
el mercado del cuidado).
Algunos ejemplos nacionales en la inclusión de la perspectiva de género en el
ámbito presupuestario nos muestran una distribución de los gastos presupuestarios
fragmentados en tres grandes áreas (Elson 1998 y 199626):

Gastos especialmente dirigidos a mujeres. En este caso se encontrarían los
gastos de los programas de salud de la mujer, educación específica para niñas,
políticas activas de fomento del empleo dirigidas a mujeres (subvenciones de
empleo, formación a desempleadas, formación continua, etc.) y todas aquellas
iniciativas estratégicamente dirigidas a la mujer.

Gastos dirigidos a iniciativas de igualdad de oportunidades. Todos aquellos
gastos dirigidos a la formulación de políticas que fomenten la igualdad,
acciones encaminadas a la baja por maternidad, etc.

Institucionalizar la perspectiva de género en el gasto público. Recoge
transversalmente los gastos en los que incurre el Estado analizando
específicamente el impacto que ésto tiene sobre las relaciones hombresmujeres.
Un primer paso para el análisis de estos factores pasa por averiguar la ratio de
usuarios por servicio y por sexo, aunque esto sólo nos ofrecería una visión muy parcial,
cuando no sesgada de la realidad. Un segundo escalón sería poner estas cifras en términos
relativos por sexo, pero también por niveles de riqueza con el ánimo de enlazar las
variables de género y pobreza y comprobar la interrelación de ambas. Sin embargo, es
necesario incluir un factor analítico de carácter cualitativo que identifique y pondere las
32
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
prioridades en los gastos públicos de forma a impulsar no únicamente las necesidades
básicas, sino también las estratégicas en las cuestiones de género. Adicionalmente se ve
la necesidad de sobresalir las políticas públicas con traducción contable que se
complementen y creen sinérgias entre ellas.
La discusión planteada en los niveles nacionales en América Latina sobre la
asignación de gasto público parece estar ubicada en dos temas fundamentalmente: el tipo
de especialización sobre el que el país se presenta en la economía global (bajos costes
laborales o alto nivel de productividad) y el modo de gestionar las tensiones
presupuestarias entre el incremento de necesidades de inversión pública (salud,
educación, etc… que suponen los inputs para un crecimiento futuro) y la responsabilidad
de no incurrir en importantes déficits públicos (Grynspan 1998). Las respuestas ofrecidas
parecen dirigirse al objetivo primero de crear empleo (sea o no precario) y de buscar el
equilibrio de los grandes agregados macroeconómicos como medio para no generar
grandes deudas al tiempo que se atiendan las demandas de la población menos
favorecida. Esta búsqueda de equilibrios afecta especialmente a las mujeres de renta baja
positivamente en términos de inflación (un incremento de los precios relativos de los
productos incide más que proporcionalmente sobre los presupuestos familiares más
chicos) y en términos de empleo especialmente en el caso de la economía informal (la
competencia de productos importados de bajo costo se tornan enormemente competitivos
ante incrementos de los precios internos. Este sobreprecio relativo de los productos
nacionales expulsaría una parte importante de la población ocupada del sector informal).
Un mercado laboral de buen funcionamiento es aquel capaz de “colocar” a los
trabajadores en aquellos puestos donde resulten más eficientes para el conjunto de la
economía. Esta eficiencia del puesto laboral debe de ser entendida en un marco de
inversión colectiva de desarrollo, basada en la necesidad de creación de seguro social. La
existencia de un seguro social (de cobertura de enfermedades, de cobertura de ciclos de
cesantía, etc.) se revela importante en términos equitativos y también de eficiencia
26
Elson recoge esta división de la tipología de gasto de un presupuesto nacional con perspectiva de género
de Sarp (1990). Australian Journal Social Issues
33
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
económica. La primera por mantener igualdad de condiciones en el acceso laboral de
todas las personas, la segunda por resultar como herramienta que minimiza los costes de
transacción de los individuos al tiempo que internaliza los costes de las externalidades
negativas (Palmer 1998). Es decir, el “colchón social” de cobertura del desempleo, por
ejemplo, asume los costes del trabajador que necesita un tiempo de espera entre las
distintas actividades productivas para adquirir conocimientos sobre el mercado y para
encontrar un nuevo puesto de trabajo. Al mismo tiempo, en el corto plazo la provisión de
seguridad social ayuda a la ubicación de los recursos humanos eficientemente. En el caso
de la equidad de género la creación de estos seguros sociales cobra especial importancia
al ser las mujeres las que manifiestan una mayor tasa de rotación en el mercado laboral,
con mayores entradas y salidas relativas que los hombres y con periodos de desempleo
más prolongados.
Los gastos en Seguridad Social, más concretamente en la dotación del gasto en
pensiones, ocupan parte importante de la agenda presupuestaria. Dentro del nuevo
contexto de reformas fiscales en América Latina, una amplia mayoría de países han
venido pasando del tradicional sistema de pensiones de reparto (en el que se financia las
pensiones del conjunto de la población a través de una “caja común” de aportación
conjunta) por el de capitalización (basado en las aportaciones individuales y en la
percepción del beneficio de aquellos dineros depositados de manera personal en la “caja
de pensión”). En principio, el sistema se considera neutral al género, o más aún, en
algunos casos se ha enunciado como discriminatorio en términos positivos a favor de las
mujeres por mantener las mujeres una edad de jubilación menor al de los hombres (en
torno a cinco años menor) y una esperanza de vida relativamente mayor, lo cual
implicaría unas tasas de rendimiento de su cotización más elevado para las mujeres. Esta
conceptualización no considera sin embargo las discriminaciones arraigadas en las
relaciones de género, que perpetúan una posibilidad de cotización media distinta entre
hombres y mujeres. Es decir, no considera con verdadero valor una parte importante del
trabajo femenino (trabajo doméstico o voluntario) por el que no es factible la aportación
al sistema de seguridad social ya que no es remunerado (ni considerado actividad
económica), por otra, tampoco considera la discriminación en el plano laboral que
34
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
condiciona las cotizaciones (las condiciona tanto en el tiempo total de aportación –las
mujeres mantienen una rotación en el mercado laboral mayor que las aleja de los sistemas
de cotización durante periodos más prolongados que los hombres-, como en monto
global –la cotización se realiza en función de los salarios percibidos, sin embargo, una de
las evidencias empiricas generales para el conjunto de naciones es la brecha salarial entre
hombres y mujeres-)
Por otra parte, también se ha considerado que la menor pensión de las mujeres es la
simple representación de una menor cotización de las mujeres al sistema de bienestar
público o privado. No se considera de esta manera los problemas conceptuales del
significado de la jubilación, ¿es ésta la devolución del ahorro hecho durante la vida
laboral de las personas o es la aportación a la vejez para el desarrollo de una vida digna?.
En el primer caso, el vínculo se haría directamente entre cotización realizada y pensión
recibida, en el segundo, el vínculo no va ligado tan directamente a la lógica del sistema.
Esto tiene especial relevancia en el caso de las mujeres, más especialmente entre las
mujeres que no han desempeñado ningún tipo de actividad económica oficialmente
reconocida y valorada. Para el razonamiento clásico de sistema de capitalización, estas
mujeres se verían sometidas a pensiones mínimas (no contributivas) que por naturaleza
tienden a ser de muy escasa cuantía debido a la exclusión de estas mujeres en los
momentos de aportar al sistema de seguridad social nacional. Sin embargo, en el segundo
caso, más impregnado de principios ligados a la ética, que merecería minucioso estudio
sobre los peligros del quiebre en la la eficiencia y sostenibilidad de los sistemas, el
trabajo no remunerado tradicionalmente desarrollado por las mujeres tendría un espacio
para su valoración.
2.4 Vínculos entre niveles
Los presupuestos nacionales desde una perspectiva de género deben analizar no
exclusivamente la distribución de los gastos y de los ingresos, sino también el impacto
que esa distribución tiene sobre la población masculina y femenina, de modo a vincular
las finanzas públicas y su gestión con el modo en que el uso del tiempo es repartido
35
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
dentro del hogar. Sin duda, la aplicación de una u otra politica pública limitaría, o por el
contrario ampliaría, el tiempo realmente utilizado por las mujeres en el desempeño de las
tareas domésticas. Una aplicación presupuestaria con perspectiva de género, dirigido a
solucionar las “necesidades básicas” supondría la liberación de tiempo de trabajo
doméstico por ejemplo a través de la creación de programas de sustitución de cuidados
familiares o personales (guarderías, incremento de presupuesto hospitalario para cuidado
de enfermos, etc..). En el caso de la cobertura de necesidades estratégica, la perspectiva
de género incorporada al presupuesto nacional debe formar parte de una solución más
global de modificación socio-cultural de los roles tradicionales impuestos a uno y otro
sexo.
El tratamiento del presupuesto nacional como un elemento combinatorio de los
principios de equidad y eficiencia genera además relaciones intrasectoriales o
intradepartamentales. A lo largo de los Programas de Ajuste Estructural, en el que se
hacía necesario la máxima efectividad de los reducidos presupuestos, algunos Ministerios
de Agricultura incorporaron la perspectiva de género en proyectos (Palmer 1996),
resultando éstos con tasas de retorno muy superiores en los casos en que se ampliaban los
servicios ofertados a mujeres agricultoras. Ahora bien, este rediseño de los dineros
públicos ministeriales pueden tener efectos multiplicadores si son entendidos como una
pieza dentro de un diseño global. Así por ejemplo, el apoyo ministerial a programas
agrícolas con perspectiva de género puede verse mermado o por el contrario, puede
generar externalidades positivas en el caso de las interacciones que existan con el
mercado de capitales (capacidad de compra de las mujeres de maquinaria apropiada, de
instrumentos o productos que incrementen la productividad de la tierra en un contexto de
desarrollo sustentable), o puede ser un elemento de mayor equidad y eficacia en el
mercado laboral si se entiende y modifica algunas de las inversiones de modo a servir a
una tecnología que ayude a racionalizar la división de género entre administradores y
mano de obra.
Este fomento de inversión pública debería además mantener una coordinación con
otro tipo de políticas, por ejemplo la política de salud. Las enfermedades de laboreo
(temporero) y las condiciones en las que se realizan estos trabajos (en ocasiones
36
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
recolección en época de lluvia coincidente con reducción de las tareas de cuidado y
atención alimenticia a los hijos) se relacionan con un desarrollo de enfermedades
específicas (en caso de época de lluvias de carácter infeccioso y transmitidas a través del
agua). Una inversión integral efectiva que combine la maximización de los beneficios en
una inversión de salud (elemento que, como se muestra en la Nueva Teoría del
Crecimiento, resulta fundamental para un crecimiento de medio o largo plazo) con una
maximización de los trabajos agrícolas pasa necesariamente por la coordinación de
ambas campañas.
Los niveles macro-meso-micro deben de ser analizados de igual manera como un
círculo de interacción sectorial, de modo a conectar el sector privado, el sector público y
el sector del cuidado. El bienestar de una sociedad depende de la creación de lazos entre
estos tres sectores de la economía (Elson 1996). Conceptualmente existe una confusión
por creer que el bienestar es generado por el sector privado, siendo el rol de los sectores
público y privado los benefactores del bienestar producido. Elson identifica esta
confusión como un modo de ceguera ante la conexión intersectorial y así apunta cómo el
sector privado será incapaz de producir bienestar sin el necesario apoyo del nivel meso (a
través de disposiciones legales, de inversiones en educación y salud, etc) o del sector
micro (a través de las redes sociales o de las capacidades humanas) y así lo ilustra
gráficamente (The circular flow of national output: a gender aware model):
Capacidades humanas
Economía
Economía de los
Economía del
Del Cuidado
Servicios Públicos
Sector Privado
Infraestructura social y física
Infraestructura social y física
Consumo e inversión
Fuente: Elson 1996
37
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
En la economía del cuidado se generan bienes y servicios orientados al mercado
con retribución monetaria, este es el caso tanto de la producción formal como informal,
con la especificidad de mantenerse “masculinizada” la parte formal, mientras existe una
tendencia a la “feminización’ de aquellas labores informales, más sujetas a criterios de
precariedad.
También en este nivel se producen una serie de servicios de carácter
gratuito (trabajo doméstico) y con criterios distintos a los comerciales, que sirven de
insumos tanto al sector público como privado, son los llamados recursos humanos o
recursos sociales, y también sirve al incremento del bienestar individual. En este caso el
subsector es básicamente intensivo en mano de obra femenina no remunerada.
Como señala Nancy Folbre, no existe claridad en quién financia el desarrollo de la
infancia. Si bien la contabilidad nacional registra parte de la economía del cuidado
(aquella que pasa por el mercado), olvida y margina aquella no ajecutada a través del
pago de un servicio. Esta contabilización en el primero de los casos o ausencia de
valoración en la segunda, traducida a inputs dentro de las cuentas nacionales va a suponer
un elemento en la toma de decisiones de políticas públicas y, por lo tanto, va a afectar
directamente al conjunto de hombres y mujeres de manera diferencial.
La sustentabilidad de los déficits o de los superavits públicos se convierte en el
modo estratégico de financiar las distintas inversiones educacionales o de infraestructura
necesarios para impulsar un crecimiento durable de la economía. Un déficit demasiado
reducido o un superavit excesivamente elevado puede suponer desempleo, pobreza e
inequidades en los servicios públicos (Elson 1998) como ya se comprobó en los
momentos de ajuste estructural en los que las mujeres absorbían el coste social de estos
déficits (Haddad and Brown 1995, Blodie 1994)27. Es necesario por lo tanto, observar la
combinatoria entre las políticas macroeconómicas y el marco social ante las rápidas
inflaciones o deflaciones que provoquen mayores brechas de ingresos y pobreza entre la
población y entre las relaciones de género.
27
Un incremento del déficit público por encima de los niveles sustentables genera hiperinflación que tiene
a afectar especialmente a la parte de política social, reduciéndola a niveles mínimos y trasladando costes a
la población (sobretodo femenina). Políticas deflacionarias de recorte del déficit público en un corto
38
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
Las relaciones entre el crecimiento y el presupuesto nacional son igualmente
bidireccionales. Los procesos de crecimiento no son exógenos a los niveles de gastos e
ingresos públicos, y las tasas de crecimiento afectan a los ingresos por tributos generados,
pero también al monto de gasto de las estructuras de seguridad social28. Si ese
crecimiento no cumple las expectativas, los ingresos merman mientras los gastos
aumentan. Al mismo tiempo un déficit importante afecta no sólo a las tasas de ahorro,
sino también a las tasas de inversión, generando un círculo vicioso de reducción del
crecimiento. Diversas autoras, preocupadas por la depreciación del capital social, ven
necesaria la adopción de modelos macroeconómicos que operativicen la sustentabilidad
del déficit/superavit publico con el crecimiento y el desarrollo humano (Walters 1995,
Palmer 1995).
No son pocos los países que han llevado a cabo una apuesta por un tipo de
desarrollo basado en la promoción de exportaciones, SudAfrica ha sido uno de ellos. Su
política de promoción comercial ha convertido al Departamento de Comercio Exterior
como uno de los de mayor presupuesto manejado en el pais. Estos presupuestos y los
programas implementados de fomento mediante subvención a los productores de bienes y
servicios exportables, presentados como neutrales al género, han registrado un impacto
nulo sobre las mujeres, mientras ha sido beneficioso para el caso masculino (Valodia
1998). Así, la mayor concentración de ayudas públicas se han dirigido a los sectores
siderúrgico, de industria forestal o de equipamiento pesados de clara creación de empleo
periodo de tiempo también inciden negativamente sobre la población mediante un rápido incremento del
desempleo y un incremento de los niveles de pobreza.
28
Por ejemplo, según el Panorama Social 1998 de CEPAL, en el caso de América Latina, a lo largo de los
años de la década de los 90, el conjunto de recursos públicos destinados a los sectores sociales ha
aumentado en 14 de los 17 países, permitiendo compensar en gran medida y en un alto número de casos los
descensos asociados a los periodos de recesión de la década anterior. En 9 de los 17 países analizados el
incremento en gasto social per cápita se incrementaba a una tasa anual superior al 7%. Sin embargo, el
descenso de los ritmos de crecimiento de los años 1996-97 ha visto marcar un nuevo ritmo (más lento) del
3,3% (frente al 6,4% de media en el primer lustro de la década). El gasto público durante este periodo sufre
un descenso en el ritmo de crecimiento y sólo cinco países continuaron superando el umbral alcanzado en
la primera mitad de la década.
39
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
masculino, pero sin impacto sobre la generación de puestos laborales femeninos29. Por
otro lado, las repercusiones sobre sectores feminizados (producción alimenticia,
productos frutícolas) han supuesto únicamente el mantenimiento de un empleo temporal
(recogida de fruta se concentra en unos meses al año) y de alta precariedad. Es decir, el
efecto de los dineros públicos ha incidido en la creación de puestos laborales de calidad
en el caso de los hombres y en nulo o pequeño impacto de creación de empleos
femeninos de alta precariedad y bajo salario30. En todo caso, no parece posible creer que
estas ayudas públicas hayan servido ni para fomentar el incremento del empleo femenino,
ni la composición tradicional de género en la distribución de los puestos de trabajo, sino
más bien para incidir sobre la segmentación y precarización del trabajo femenino. Es
decir, tampoco la política de promoción de exportaciones, al igual que otras políticas de
subvención de producciones están ajenas a la imparcialidad entre sexos.
La formulación de un presupuesto nacional equitativo en términos de género y
que guarde una responsabilidad en términos de sustentabilidad del sistema requiere, por
lo tanto, una composición del gasto y del ingreso apropiado y una efectividad en los
servicios prestados. Todo ello debe además venir referido a los grandes agregados
macroeconómico, es decir, que el nivel de endeudamiento público sea sustentable.
29
El incremento de empleos de estos sectores suele darse en condiciones de incrementos de puestos de alto
valor añadido, de alta cualificación y relativamente bien pagados. Tradicionalmente este sector industrial,
de industria tradicional pesada, ha sido de empleabilidad masculina.
30
Este hecho se complementaría con algunas de las propuestas o análisis desarrollados por economistas
respecto a otras economías. Así por ejemplo, Cagatay y Ozler (1995) encuentran que los programas de
ajuste estructural y de liberalización comercial han significado un típico proceso de feminización de la
fuerza de trabajo, ello debido a que las industrias que se expanden como consecuencia de esta liberalización
son aquellas de orientación a la exportación, industrias principalmente intensivas en mano de obra,
empleadora de un número importante de personas de baja cualificación. Y podría compartir algunos de los
planteamientos sugeridos por Standing (1989) argumenta que mientras las cifras sugieren la feminización
del mercado laboral, esta feminización es debido en parte muy significativa a la desregulación del mercado
de trabajo, con las mujeres en puestos de trabajo cada vez más precarios y sujetas a mayor inseguridad
laboral.
40
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
3 EL COMERCIO INTERNACIONAL 31
El proceso de globalización de los mercados y de la internacionalización de la
producción es una realidad inexorable de la última década. Ese proceso a través del cual
las finanzas, las inversiones, la producción y el marketing están crecientemente
dominados por firmas (incluido bancos) cuyas visiones y acciones están cofinadas no por
fronteras, ni por intereses nacionales sino mundiales, está sustentado por tres grandes
pilares: nuevas tecnologías que permiten la comunicación instantánea, liberalización del
comercios e inversiones, y desregularización de los mercados (Keller-Herzog 1996).
En este apartado se pretende ver por una parte si la globalización y el desarrollo
se refuerzan el uno al otro, si son compatibles y si se generan oportunidades en el
proceso, y por otra, cómo afecta esta globalización a las mujeres frente a los hombres.
Las continuas crisis financieras del últimos lustro (México 1994, Asiática 1997, Rusia
1998, Brasil 1999) han servido de muestra para ejemplificar la volatilidad financiera
caracterizada por crisis de liquidez y los efectos que éstas tienen sobre las economias en
desarrollo o en procesos de transición32, sin embargo, en este contexto de globalización
se generan una serie de oportunidades y también de tensiones. Entre las primeras la más
destacable sería la posibilidad de aprovechar economías de escala en un mercado mundial
(beneficioso en especial para las economías pequeñas con capacidad productiva en bienes
exportables) y el incremento del abanico de bienes de consumo, de tecnología y de
conocimiento (Solimano 1999). Entre los problemas ligados a los procesos de
31
A continuación se muestran algunos de los enlaces que actualmente analizan la liberalización comercial
desde una perspectiva de género. Informal Working Group on Gender & Trade (IWGGT) se crea para el
First Ministerial meeting of the World Trade Organization (WTO) en Singapur 1996, administrado por
ICDA (International Coalition for Development Action) y WIDE (Network Women in Development
Europe) con una serie de miembros de individuos u organizaciones no gubernamentales de desarrollo.
Otros grupos que trabajan los temas de género y comercio son:. Women Working Wold Wide (WWW),
Third World World Network (TWN) http://www.twnside.org.sg, Network Women in Development Europe
(WIDE) http://www.eurosur.org/wide, Women ‘s Edge http://www.womensedge.org, Institute of
Development Studies (IDS) http://www.ids.ac.uk/bridge, UNIFEM http://www.undp.org/unifem/trade ,
North South Institute (NSI) http://www.nsi-ins.ca, Women in Informal Employment: Globalizing and
Organizing (WIEGO) http://www.wiego.org, International Development Research Center (IDRC)
http://www.idrc.ca/tec, Self-Employment Women’s Association (SEWA), Harvard Institute for
International Development (HIID), Gender Trade and the World Trade Organisation
http://www.poptel.org.uk/women-ww/gender.html
32
El incremento de la movilidad de capitales, como ya se demostró con el efecto tequila de la crisis del 94,
tiene implicaciones severas sobre los más pobres por ser estos más vulnerables a la inflación.
41
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
globalización se destacaría la flexibilización y descentralización de los procesos
productivos (Van Osch 1996)33 que premia a un perfil de gente de alta cualificación 34 con
herramientas sociales para la empleabilidad, y que tiende a transmitir el patrón cultural de
las grandes naciones al resto del mundo a través de imitación en las pautas de consumo.
3.1 Los principios del comercio con perspectiva de género
En estos momentos uno de los puntos centrales de las políticas de desarrollo pasa
por la generación de comercio, dejando de lado la ayuda o la cooperación internacional 35.
No son pocas las organizaciones internacionales que defienden su cambio de criterio en
lo relativo a la ayuda y se alineaba con las posturas más liberales del “trade not aid”
alimentadas desde el Banco Mundial36. De forma creciente, el comercio está siendo para
los países donantes la solución para combatir la pobreza en el Sur, desde la premisa de
que los países pobres, al definir correctamente sus recursos más rentables (concretamente
las producciones intensivas en su recurso más abundante, la mano de obra) y el uso de su
ventaja comparativa (los bajos costes laborales, menores condiciones de exigibilidad
medioambiental, entre otras), podrán erradicar la pobreza y el subdesarrollo en el medio
económico competitivo que deja al mercado la capacidad de asignar eficientemente los
recursos.
Los procesos productivos hasta los años 70 se podían denominar como “piramidales”, al estilo
tayloriano, y del modelo “reloj de arena” (flexible y descentralizado) a partir de entonces. En esta nueva
era, frente al trabajo fijo de antes, se precisa un perfil de trabajador flexible en la contratación, adaptable a
cambios rápidos, móvil, flexible en el horario, altamente cualificado y mal remunerado. En los países
industrializados la pirámide se ensancha en los puestos directivos (copados principalmente por hombres),
mientras los procesos piramidales tradicionales siguen existiendo, pero trasladados a las periferias, en modo
de “maquilas”. La autora Van Osch apunta que la mano de obra femenina en zonas francas abarca entre el
80-90% del total, empleadas en condiciones de máxima precariedad.
34
La teoría de la dotación de recursos nos muestra que los beneficiarios de las ventajas del comercio serán
los propietarios de los recursos. En este sentido, la brecha de género en educación, en el acceso a la tierra o
en los salarios perdibidos se convierte en un elemento clave de política para la equidad de género.
35
La evolución de los flujos comerciales han crecido en torno al 6% anual en términos reales desde los
años 50. Comparando esto con el crecimiento del otuput, significa que el comercio ha crecido en torno al
50% más rápido que este output (Keller-Herzog 1996).
36
La mayoría de organismos internacionales, incluida la UNCTAD tradicionalmente distanciada del
sistema de Naciones Unidas como representante crítico de los países en vías de desarrollo frente a los
países industrializados, reconocen que una mayor participación en el comercio deriva en beneficios y en
crecimiento económico.
33
42
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
Una gran parte del mundo ha eliminado barreras comerciales o está en el proceso
de hacerlo. Los miembros de la Unión Europea han creado el mercado único, Australia y
Nueva Zelanda han gestado un área de libre comercio, el norte del continente americano
ha firmado el tratado de libre comercio (NAFTA entre USA, Canadá y México), parte de
países del Cono Sur han unido sus intereses comerciales a través del MERCOSUR
(Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), al igual que países asiáticos se vienen
beneficiando de las ventajas de la creación del ASEAN (Brunei, Malasia, Filipinas,
Singapur, Tailandia, Indonesia y Vietnam). Adicionalmente estos bloques de regiones
empiezan a ampliar su abanico de países preferentes a través de la abolición de barreras
que limitan el comercio internacional, así por ejemplo la Unión Europea y los países
Mediterraneos a través del EUROMED buscan la liberalización comercial para el año
2010, los países latinoamericanos acordaron en el 94 trabajar para la consecución del
FTAA (Free Trade Area of the Americas) en el año 2005 y los miembros del APEC
(Asian Pacific Economic Cooperation) deciden en 1994 establecer la libertad comercial y
de inversiones para el año 2010. Alrededor del 60% del comercio internacional37 se
realizaba en el año 94 entre estos bloques regionales (Bergsten 1999), con una tendencia
creciente a incrementar las zonas comerciales dado que la expansión comercial es más
rápida bajo este tipo de condiciones.
¿Cuáles son los lazos que unen el comercio y la equidad de género?. Los acuerdos
multilaterales (como pueden ser las rondas GATT o los acuerdos actuales del WTO) o
bilaterales (como pueden ser los adoptados en NAFTA, UE, etc.) están abriendo antiguos
mercados protegidos a nivel nacional y reduciendo barreras de entrada a las
importaciones para dar igualdad de condiciones a empresas nacionales que a extranjeras a
la hora de invertir en el mercado doméstico. Estas relaciones comerciales, los acuerdos o
los avances internacionales, al igual que sus impactos sobre las mujeres no han supuesto
un verdadero punto de difusión, ni de análisis y sin embargo, aunque la mayor parte de
especialistas de comercio o de decisores de políticas públicas consideran irrelevante la
relación comercio-género, parece evidente que la liberalización comercial mantiene
37
Estos datos vienen referidos al reparto del comercio mundial del año 1994. La mayor participación se
encontraba concentrado en el APEC con 23.7% del comercio mundial, seguido de la UE con 22,8% de
participación.
43
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
efectos diferenciados en el empleo de hombres y mujeres, en las condiciones de sus
trabajos, pero también en las consecuencias para el trabajo no remunerado de las mujeres
o para los efectos en sus ingresos y el consumo o en la propia distribución de las
ganancias tarifarias (BRIDGE 1999). El hecho de que el comercio sea la fuerza que
mueve actualmente el crecimiento económica mundial hace importante su análisis desde
una perspectiva de género
La teoría más antigua que explica las pautas comerciales es la teoría de la ventaja
comparativa38. Se basa en la idea que la diferente dotación de recursos determina la
especialización de países en aquellos productos que utilizan intensivamente el recurso
abundante dentro del territorio nacional. De forma muy general se entiende que el Norte
es intensivo en capital y el Sur en mano de obra, con lo cual las exportaciones del Norte
al Sur son de productos que necesitan intensidad de capital para su fabricación y del Sur
al Norte intensivos en trabajo. Esto es así en los casos extremos, sin embargo en el
abanico intermedio la situación se complejiza si fragmentamos el recurso trabajo en
cualificado y no cualificado, si incluimos en el análisis el recurso tierra o si entendemos
que el capital ya no es un recurso fijo sino volátil39.
La dotación de recursos es importante a la hora de constatar una ventaja
comparativa que dinamice la capacidad de exportación de los países. Esta dotación de
recursos al interior de la nación se ha considerado por el modelo económico
predominante como de idéntica accesibilidad entre hombres y mujeres y por ello supone
implicaciones de género que deben de ser aflorados. En términos generales puede decirse
que los propietarios de aquellos recursos necesarios para la producción de las
exportaciones obtienen los mayores beneficios del comercio. En este contexto las brechas
38
Teoría propuesta por David Ricardo en 1817 argumentando que todas las naciones están en mejor
situación cuando especializan su producción en áreas en que mantienen una ventaja comparativa respecto al
resto de países. Partir de este principio supone olvidar que la lógica de la ventaja comparativa se sustenta
sobre el poder adquisitivo, que a su vez viene determinado por un poder incial de acceso a la riqueza y por
una redistribución de esta riqueza.
39
Por otra parte, el modelo de ventaja comparativa ha tendido a funcionar de manera imperfecta con
regulaciones que discriminan precisamente a aquellos países que bajo supuestos de competencia perfecta,
serían capaces de introducirse en el mercado internacional de forma competitiva. Ha sido el caso de los
Acuerdos Multi-fibra de la industria textil hasta la Ronda Uruguay.
44
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
de género que permiten el acceso a los recursos (tierra, trabajo y capital) toman especial
importancia.

La brecha en educación. La accesibilidad a la formación como condición
necesaria, aunque no suficiente, para apropiarse del recurso trabajo (y más aún
trabajo cualificado, mejor remunerado y desarrollado en condiciones de
calidad) no ha sido idéntica entre hombres y mujeres, si bien es cierto que
algunas zonas han manifestado mejoras importantes en este sentido; es el caso
de América Latina (CEPAL 1998)40. En la medida en que se logre la equidad
de género en el acceso a la educación, las mujeres serán parte beneficiada de
los procesos de expansión comercial. Este acceso a la educación debe de ser
entendido como acceso por niveles (educación superior) y por especialidades
(técnicas con mayor capacidad de empleabilidad) capaz de limar la
segmentación horizontal y vertical.

El acceso a la tierra. Los derechos de propiedad sobre la tierra tampoco son
equitativos entre hombres y mujeres. Así por ejemplo, para el caso de
América Latina, por ejemplo, hasta el año 95, a excepción de Nicaragua y
Cuba, no se reconocía a las mujeres como propietarias de la tierra (Deere y
Leon
1997).
La
posibilidad
de
iniciar
actividad
comercial
viene
intrínsicamente ligado a la tenencia de la tierra, su imposibilidad de acceso
condiciona por lo tanto, la capacidad de ser beneficiaria de las ventajas del
mercado. Resulta de mayor importancia en algunas regiones específicas en las
que la nueva apertura comercial concentra su aporte al Producto Nacional
Bruto en el sector primario, es el caso de algunos países africanos como
Kenya, Ganna o Uganda que están manteniendo cierto éxito en la exportación
de hortalizas (Fontana, Joekes y Masika 1998), o el caso de India en el que las
leyes relativas a la adquisición de tierras están siendo modificadas para
“Durante los años noventa, las diferencias en función del género en materia de logros educacionales
durante el ciclo primario se acentuaron en favor de las niñas…. La acentaución de estas diferencias
vinculadas al género se ha traducido en una prolongación de la permanencia de las mujeres en el sistema
40
45
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
permitir la concentracion de la tierra en nombre de la comercialización41
(Datar 1999).
3.2 Las Políticas Comerciales con perspectiva de género
Las políticas económicas planteadas en el proceso de globalización no son
casuales, tampoco son neutrales al género. Las regulaciones nacionales han desarrollado
la protección de empresas locales, trabajo o recursos en función de los esfuerzos de
promoción comercial, tambien han dado apoyo masivo a las infraestructuras necesarias
para el fomento y fortalecimiento de esa economía globalizada a través de las inversiones
en comunicaciones, tecnología de la información, energía, educación específica, etc.
Todas esas inversiones de fondos públicos repercuten en el desarrollo de las actividades
cuya equidad de género está sustentada en la capacidad de incluir a las mujeres en el
acceso de recursos y en su promoción como agentes activos del sistema de producción.
En la práctica, no todas las opiniones son homogeneas a la hora de determinar
aspectos positivos del proceso de incremento comercial para las mujeres. Según algunas
autoras este contexto global en el que las relaciones de género son desiguales, las mujeres
sufren de mayores desventajas -y las mujeres pobres doble desventaja- lo cual incidirá en
una peor situación relativa final (O’Connell y Van Der Veken 1999). Otras autoras creen
que el comercio si bien genera riesgos, también ofrece oportunidades para eliminar la
dependencia de las mujeres frente a los hombres desde el momento en que esté asociado
a nuevas inversiones, nueva localización de manufacturas y nuevas oportunidades de
trabajo para las mujeres (Joekes 1995).
La principal preocupación de las políticas comerciales pasa por alcanzar niveles
de competitividad y su objetivo es proteger y ampliar los intereses comerciales del país o
escolar y, por ende, en una elevación de sus niveles educacionales. Esto ha facilitado su creciente
incorporación al mercado laboral”.
41
Las implicaciones de la creación de estos grandes holdings ha supuesto el detrimento de la tierra
dedicada a la producción de grano y la amenaza de la seguridad alimentaria, frente al incremento de las
zonas dedicadas a la plantación extensiva de horticultura y monocultivo.
46
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
la región (en función de que estemos ante políticas comerciales nacionales o de bloque
económico). El comercio se separa así de cualquier implicación a políticas sociales o de
desarrollo y no es visto como instrumento basado en las personas, sino en el mercado;
tampoco se entienden como conjunto de acciones ligadas de los ámbitos doméstico e
institucional, por lo tanto, las convierte en ciegas al género. A continuación se presentan
una serie de elementos relativos a las políticas comerciales con perspectiva de género.

Las reducción de barreras comerciales. Desde la teoría clásica, una reducción de
barreras arancelarias o comerciales no parece mantener implicaciones diferentes para
hombres y mujeres, sin embargo estas diferencias se producen:

Se produce desde el momento en que esta destrucción arancelaria permite
aprovechar la ventaja comparativa de la mano de obra barata en países del Sur y
que ésto se da en condiciones de segmentación laboral. Muchos países en vías de
desarrollo han visto incrementar la participación femenina en las industrias de
zonas francas, participación que se produce en condiciones de precariedad, bajos
salarios, falta de seguridad, etc y cuya promoción retroalimenta un círculo de
participación femenina que mantiene a las mujeres en el segmento inferior del
escalofón laboral. La ausencia de politicas educativas combinadas para modificar
la resistencia de movilidad interna hacia puestos de mayor cualificación y mejor
calidad para las mujeres, supone continuar con situaciones de inequidad de
género.

Se produce desde el momento en que las inversiones se dan en aquellos sectores
que implican rentabilidad, dejando ausente de la reflexión de mercado los
dominios de la producción. Es decir, el apoyo al incremento de productividades se
produce únicamente en los mercados laborales asalariados, no en los doméstico,
ni tampoco en los sectores informales, especialmente representados por mujeres.
Esta menor eficiencia de los mercados sobre-representados por mujeres incide en
el mantenimiento de las cargas suplementarias de las mujeres y en una
inequitativa distribución del tiempo entre ellos y ellas.

Se produce igualmente desde el momento que los beneficiarios de estas
reducciones arancelarias son aquellas personas con mayores accesos a los
47
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
recursos productivos, pero también desde el momento en que la posición de los
hombres y mujeres respecto a las ganancias del comercio (o del trabajo
relacionado con la promoción de exportaciones) es diferente y permite
aprovechamientos desiguales en función del sexo.

Promoción comercial versus promoción social. Las acciones encaminadas a
incrementar la competitividad de productos nacionales suelen resumirse en:
devaluaciones monetarias como mecanismo corrector e impulsor de competitividad,
apoyos fiscales a los productores de bienes y servicios exportables como instrumento
de reducciónn de precios de venta (promoción de exportaciones), compensaciones a
productores locales por reducción de barreras comerciales que faciliten la entrada de
productos del exterior (compensación a la importación). Ninguna de ellas suele ser
examinada por sus efectos sobre hombres y mujeres, sin embargo, las implicaciones
diferenciales existen:

Existen desde el momento que los costes asumidos por las políticas comerciales
(de promoción de exportación o compensación de importación) se obtienen de los
presupuestos nacionales. Presupuestos ante cuyos incrementos en políticas de
mercado se compensan por reducciones (o restricciones) de las políticas
sociales42. Varias autoras (Benería, Elson, Cagatay) han demostrado la relación
causal entre reducción de cobertura social e incremento del peso del trabajo
doméstico desarrollado por mujeres. Es decir, desde el momento en que persisten
las relaciones asimétricas de responsabilidades domésticas entre hombres y
mujeres, un desplazamiento de recursos de las acciones sociales a las acciones
comerciales supone un efecto diferencial. La compensación de costes (carga
doméstica adicional) y/o beneficios (supuestos incrementos de empleo, ingresos o
beneficios en el consumo) merecen una cuidadosa evaluación de impacto por sexo
ex-ante.

Existe igualmente desde el momento en que se prioriza la promoción de unas
exportaciones frente a otras. El mercado laboral parece mantener una
característica común en lo relativo a la empleabilidad femenina: la segmentación
42
Ver WIDE http://www.eurosur.org/wide/gentram2.htm
48
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
laboral, la concentración ocupacional y la mayor precariedad laboral. El apoyo de
unas producciones frente a otras puede, por lo tanto, afectar directamente la
capacidad del ingreso femenino, por ser una vía indirecta de promoción o
destrucción de empleo.

Relaciones entre niveles. Las políticas comerciales desde una perspectiva de género
no
se
pueden
interpretar
marginándolas
del
contexto
de
las
políticas
macroeconómicas generales, políticas que a su vez se ven entrelazadas con las
dinámicas de los mercados (nivel meso) y de las empresas y ámbito privado (nivel
micro). En este sentido, la liberalización comercial debe considerarse en torno a los
efectos producidos en las políticas fiscal, monetaria y de tipo de cambio y en los
mercados de bienes y servicios y de trabajo.

La liberalización comercial exige una nueva modalidad de regulación (o
desregularización) que permita la adaptación en tiempo real de las demandas de
mercado y el supuesto de flexibilidad como mecanismo amortiguador de los
cambios. El papel del Estado en este contexto se ve modificado dejando cada vez
mayor peso de decisión a otros agentes (multinacionales)43, agentes que
determinan o influyen sobre las políticas de tributación desarrolladas en el país
(así por ejemplo no es difícil encontrar promociones fiscales de exención de
impuestos para atraer inversiones extranjeras, o reducción de la tributación para la
producción de bienes con esta misma finalidad), o sobre las características de
contratación laboral (quién y en qué condiciones se contrata).

La globalización lleva aparejada la internalización de los mercados de capital, de
bienes y servicios y de trabajo. Este proceso ha significado un incremento
inconmesurable de movilidad del capital con efectos sobre los movimientos
migratorios, de reubicación y de deslocalización de los hombres y mujeres.
Tradicionalmente se ha estudiado el movimiento del ámbito rural al urbano como
consecuencia de la industrialización, siendo mayormente el hombre el que
trasladaba la familia del campo a la ciudad tras conseguir empleo. Sin embargo,
43
En el año 96 500 compañías controlaban el 70% del total del comercio mundial. Sólo 6 de ellas
controlaban el 100% del mercado mundial de arroz, trigo o maiz (Norberg-Hodge 1996)
49
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
los nuevos modos de la producción han modificado los perfiles de migraciones en
función de la capacidad de empleabilidad. Así, una serie de industrias,
especialmente aquellas de ensamblaje, priorizan una contratación de mujeres,
poco cualificadas y solteras que se trasladan desde el entorno rural al urbano, es el
caso de la maquila.

Existe además un efecto multiplicador o de solapamiento entre flujos comerciales
y flujos de capital. Contrariamente a lo deseable, los flujos de capital se dirijen
hacia aquellos países donde existen condiciones de rentabilidad a menor riesgo, es
decir, aquellos países que se distancian de los procesos de intercambio comercial
tampoco son objeto deseado por el movimiento de capitales, generándose círculos
viciosos. Estos procesos de movilidad de los recursos de manera selectiva tiene
igualmente efectos sobre hombres y mujeres, en el caso de apropiación de capital
en el sentido de quíen se beneficia de esos capitales, en el caso de ausencia de
capital, quién recibe con mayor intensidad el alejamiento del sistema de
liberalización.
El impacto de la liberalización comercial se puede mirar desde varios aspectos
económicos: bien sectorialmente (el desarrollo de los sectores primario, industrial o
terciario), bien desde una visión de la evolución de la oferta laboral (empleo) y demanda
de productos (consumo). Tradicionalmente los estudios se han focalizado en la primera
de las formas, el análisis sectorial, por lo tanto, aquí intentaremos acercarnos desde la
reflexión de las implicaciones de la oferta y la demanda.
3.3 Impacto sobre el empleo
Este nuevo contexto global no ha sido capaz de incluir a todas las zonas del
planeta; algunas de ellas, aquellas que no parecen tener ninguna ventaja comparativa se
quedan excluidas del proceso, es el caso del Africa Subsahariana. Aquellos países del Sur
con mayores posibilidades de integración dentro del mundo globalizado han sido aquellos
que reúnen bajos salarios y altas capacidades tecnológicas (Keller-Herzog 1996). El
incremento del empleo femenino es uno de los fenómenos más destacables de ese
50
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
proceso de globalización, sin embargo esta capacidad de generación de empleo no
siempre implica una mejora sustancial para las mujeres, es decir, esa entrada en el
mercado ni se hace en condiciones de equidad, ni significan automáticamente una mejora
de la autonomía de las mujeres.
En términos generales las mujeres cuestan menos en el empleo, están más
preparadas para la flexibilidad laboral y están menos dispuestas a abandonar el trabajo a
pesar de las malas condiciones laborales (The Economist 1998). Se puede decir que las
relaciones entre la globalización y la empleabilidad de las mujeres se ha caracterizado por
las siguientes pautas:

Incremento de la participación femenina en el mercado de trabajo. En general este
fenómeno se ha dado en todos los países que han participado del proceso de
globalización. Por ejemplo, la participación femenina en el mercado de trabajo en
América Latina ha aumentado considerablemente en los últimos 10 años aunque de
forma desigual entre los distintos países (países como Chile, Argentina, Costa Rica o
Venezuela no alcanzaban el 35% de participación laboral femenina en el año 90. En
1997 sustentan un 38,1%, 44,3%, 41,3% y 45,9% respectivamente, CEPAL 1998).
Este incremento de la participación de las mujeres se caracteriza por su vínculo con el
comercio, la privatización y las políticas de estabilización que mantienen salarios
bajos.

Razones de entrada en el mercado laboral. La liberalización del comercio en
procesos de ajuste estructural van intrínsicamente ligados al proceso de feminización
del mercado laboral. En el caso de los países en desarrollo esto se generaba como
consecuencia de dos factores básicamente: la amplia oferta de mano de obra a bajo
coste y de baja cualificación (Cagatay y Ozler 1995) y la necesidad de
“complementar ingresos” familiares ante una realidad de empeoramiento de la
redistribución de la riqueza (Valodia 1998). Esto parece resumir una primera fase de
la incorporación femenina al mercado laboral en procesos de desarrollo, sin embargo,
la continuidad y extensión de este fenómeno de participación femenina parece
51
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
responder en la actualidad a razones bien diferentes y más ligadas a búsqueda de
autonomía o de realización personal que desmitifican el ingreso de la mujer como
secundario dentro del hogar.

Concentración de la mano de obra femenina en la industria intensiva en mano de
obra orientada a la exportación. La expansión comercial ha estado asociada a
incrementos de la participación laboral femenina en procesos industriales en Asia,
América Latina y el Caribe y en procesos de exportación agrícola en el caso africano.
Actualmente este ámbito de exportación de los sectores primario y secundario se ve
ampliado al sector servicios especialmente en el caso de entrada de datos, servicios
financieros y sector turístico (Fontana, Joekes y Masika 1998), es decir, puede
entenderse que en una segunda fase y bajo ciertas condiciones, como puede ser la
inversión en educación producida en algunos países a lo largo de la última década,
existen nichos de mercado en los que se posibilitaría el acceso de las mujeres
(especialmente mujeres jóvenes con altos niveles de cualificación) en mejores
condiciones que aquellas asociadas al sector industrial o agrícola44.

Menores salarios por trabajos similares. La discriminación salarial de las mujeres en
el mercado laboral en la mayor parte de los países del mundo se ha mantenido en
ratios sustanciales a lo largo de las últimas décadas, con unas ganancias medias del 20
al 30% menos que los hombres (The Economist 1998) y siendo mayor esta distancia
en países de rápida industrialización en los que la participación laboral femenina
creció por encima de la media (Standing 1999)45. La concentración de mujeres en el
44
Otros estudios (Carr 1998) sugieren que países como Pakistan, en el que las mujeres han sido
incorporadas en menor medida al mercado laboral, han sido menos capaces de alcanzar oportunidades de
crecimiento presentados por la liberalización comercial (contrariamente a lo que ocurría en Bangladesh
donde las mujeres se incorporaban en manera cuantiosa a las producciones ligadas a la exportación)
45
El estudio comparativo por países realizado por Tzannatos (1999) indica que existe una cierta tendencia a
disminuir la brecha diferencial. En este trabajo muestra que las ganancias femeninas parecen incrementarse
a lo largo del tiempo con una media de aumento del 1% anual. Este achicamiento de la brecha puede ser
debido a varias razones combinadas: aumento del número de mujeres en trabajos mejor remunerados,
decremento de los salarios percibidos por los hombres o una tendencia real a la disminución de diferencial
salarias hombre mujer. En el mismo sentido, el trabajo de Horton (1999) identifica una mejora de los
diferenciales salariales en aquellos países de desarrollo medio en el que las mujeres han participado de
mayor acceso a niveles educativos altos, en los que la participación de la mujer en el mercado laboral ya se
ha afianzado y en los que las mujeres se han empezado a trasladar hacia ocupaciones mejor pagadas.
52
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
sector informal las sitúa igualmente en el nivel inferior de la retribución de ingresos,
como señala la CEPAL, los trabajadores informales perciben remuneraciones
equivalentes a la mitad de la recibida por un obrero u empleado de estblecimientos
modernos, además de mantener una jornada laboral más prolongada (CEPAL 1997).

Precarización de los puestos de trabajo. Sin dejar de ser importante esta participación
femenina en el mercado laboral regional, las mujeres siguen representando la mayor
proporción de personas empleadas en ocupaciones más precarias de los sectores
formal e informal. Igualmente la mayoría de los trabajadores a tiempo parcial están
compuestos por mujeres (Rangel de Pavia Abreu 1999). La nueva creación de
empleos en el sector agrario, intensivo en el uso de químicos para incrementar la
productividad afecta de manera más importante a las mujeres y a los niños (Oliveiros
1997). Es decir, el nuevo modelo de flexibilización de la producción ha implicado un
incremento del trabajo precario ocupado ahora mayoritariamente por mujeres y
caracterizado por bajos salarios, escasa promoción, precarias condiciones de trabajo,
barreras de entrada para las mujeres casadas (Keller-Herzog 1996), segregación por
sexos, ausencia de derechos del trabajador ó falta de provisión por parte del
empresariado de los costes sociales de la maternidad.

La subcontratación laboral supone una mayor vulnerabilidad para las mujeres. La
incorporación de nuevas tecnológicas a la producción, como pueden ser la el diseño y
manufacturación por ordenador (CAD/CAM) han implicado la mecanización de las
etapas anteriores al ensamblaje, mientras que la fase post-ensamblaje también se
complejiza por la necesidad de dar respuesta en tiempo real a las demandas del
mercado. Sin embargo, la propia fase de ensamblaje se mantiene poco afectada por
las mecanización (BRIDGE 1999). Estos factores determinantes de un nuevo modelo
comercial que busca dar respuesta rápida a los cambios en la demanda o en los gustos
del consumidor, contribuye al crecimiento de un tipo de contratación de trabajo
industrial producido dentro del hogar, de bajo salario y al margen de cualquier
mecanismo de protección laboral o de vínculo a mecanismos de defensa de los
derechos laborales, generalmente ocupado por mujeres.
53
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género

Barreras de entrada. Las barreras de entrada a puestos de trabajo no son únicamente
las que afectan al conjunto de la población, como puede ser el nivel de capacitación o
la incorporación de experiencia laboral, sino que se ven incrementadas por
discriminaciones en función del estado civil (mujeres casadas rechazadas en los
procesos de selección e personal) o de maternidad (desplazamiento de las mujeres
embarazadas o con hijos).

Primeras en entrar y primeras en salir. Dentro de este contexto de globalización, en
el que las grandes corporaciones invierten en procesos productivos, donde la mano de
obra es más barata y generalmente femenina, las fluctuaciones financieras y las
continuas crisis han incidido en incrementos de cesantía masivos, desempleo que
afecta con mayor intensidad a las mujeres (Carr 1998). Es decir, el mecanismo de
expulsión en el mercado laboral es más rápido para el caso femenino que masculino.
Por otra parte, algunos de los sectores más sensibles a la liberalización comercial, son
sectores con una gran concentración de empleo femenino (Frohmann y Romaguera
1998)

Nuevas tendencias: la desfeminización de algunas industrias. En los últimos tiempos
se ha dado un fenómeno de “masculinización de parte del mercado laboral” o de
“desfiminización de ciertos mercados de trabajo”. Algunas industrias como el caso de
la industria metálica argentina en la que ante reducción de plantilla, priorizaron el
empleo masculino al femenino, el caso de las maquilas en las que la adopción de
nuevas tecnologías y reorganización de los procesos prioriza a los hombres jóvenes, o
el caso de la insdustria textil catalana en la que la reestructuración que combinaba
automatización con introducción de nuevos turnos de trabajo –nocturnos o de fin de
semana- implicaba mayores posibilidades de empleabilidad masculina (Benería y
Lind 1995).

Desvalorización de los trabajos feminizados. La entrada de las mujeres masivamente
a ciertas ocupaciones, las llamadas “ocupaciones feminizadas”, tiende a venir
54
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
asociada a una desvaloración del puesto y de los salarios percibidos. Esto es
particularmente cierto en el caso de las “ventas”, de la “limpieza” o el “catering”
regidos por el sector privado, y relativamente menos acusado en aquellas ocupaciones
femeninas que se desarrollan dentro del sector público como es la “enfermería” o la
“educación” (The Economist 1998).

El efecto desplazamiento. Un fenómeno asociado a la facilidad de movimiento entre
fronteras de las inversiones extranjeras viene a ser el efecto desplazamiento de
puestos laborales femeninos del país de origen por feminización laboral en el país de
destino. El resultado neto puede llegar a ser cero en términos de empleos globales
destruidos o creados, las diferencias suelen radicar en la búsqueda de menores
salarios y/o menor capacidad de sindicación que prevenga futuras exigencias en torno
a mejoras laborales (bien de calidad en el puesto de trabajo, bien de salarios a percibir
por los/las trabajadores/as). Es decir, se destruye empleo de poca calidad para generar
peor empleo a costa de una ratio mayor de beneficio apropiado bien por el
empresario, bien por el consumidor final46. Sin embargo, el proceso de desarrollo de
los países industrializados han combinado la destrucción de empleos (trasladados a
otras zonas) con la creación de oportunidades de nuevos empleos de mayor
cualificación (Joekes 1996)47.
3.4 Impacto sobre el consumo
Las políticas económicas diseñadas dentro de los contextos de ajuste estructural
del FMI y BM mantienen políticas de liberalización comercial como clave del éxito
económico. Sin embargo, ésta no es la única medida adoptada por los países ante la
46
No son pocos los casos de este tipo. En general se trata de industrias que minimizan costes en el proceso
de producción y trasladan el mayor volumen de gasto a las fases anterior (diseño y gestión) y posterior
(publicidad y distribución).
47
Este efecto de sustitución de empleo de baja cualificación por empleos de mejor status laboral se puede
producir en condiciones de previa inversión en recursos humanos (incremento en recursos invertidos en la
educación formal o no reglada de las mujeres). Como señala Stephan Klasen (1999) las inequidades de
género en educación impiden el crecimiento económico, esto ocurre de forma directa (distorsionando
incentivos) e indirectamente (como impacto sobre la inversión). Promover la equidad de género tanto en la
55
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
apertura exterior. La otra gran estrategia viene referida al tipo de cambio, es decir, la
devaluación de la moneda nacional como mecanismo de competitividad. Esta
devaluación supone a la vez un efecto doble: por un lado encarece las importaciones y
lima o retrasa la competencia entre productores locales y extranjeros, y por otro hace
relativamente más baratas las exportaciones nacionales incrementando la capacidad de
inclusión de productos locales en mercados externos. Sin duda estos manejos de los
instrumentos de política macroeconómica tienen efectos sobre el consumo nacional,
sobre qué se consume y sobre cómo afecta ese consumo al presupuesto manejado por
hombres y mujeres.
A la hora de mantener la competitividad, estas opciones de devaluación de la
moneda, si bien pueden ser relativamente positivas desde el aspecto de las mujeres como
consumidoras, pueden suponer efectos contrarios en su posición como trabajadoras. La
concentración de las mujeres en algunos de los sectores especialmente sensibles a la
flexibilidad de precios (es el caso de la industria textil o de fabricación de productos
eléctricos) las hace más vulnerables a las pérdidas de empleo que genera esta guerra de
competitividad en los mercados internacionales.
Otra de las oportunidades ofrecidas por el comercio liga a los consumidores con
su poder como responsables últimos de la producción. De esta manera, los productores y
los gobiernos pueden dejar de ser los únicos agentes activamente involucrados en “qué” y
“cómo” se produce. Las empresas han empezado también a utilizar como mecanismo de
venta las nuevas demandas de un consumidor sensibilizado con las desigualdades de
ingresos de pequeños consumidores, con la degradación medioambiental o con las
inequidades de género, y utilizan la promoción de igualdad o equidad como elemento
diferenciador de su producto, pudiendo ampliar su beneficio neto a través de incrementos
de precios. Así, se puede comprobar cómo existen ya algunas campañas ligadas al
comercio justo o a la producción de bienes en igualdad de condiciones para hombres y
mujeres.
educación como en el empleo puede ser una de las pocas políticas consideradas como estrategias de
beneficio.
56
Una aproximación a la macroeconomía con perspectiva de género
Desde la teoría económica se entiende que una apertura económica tendrá como
efecto sobre los consumidores el decremento de los precios de bienes, esto debido a que
la liberalización comercial permite importar a precios más bajos aquellos productos cuyo
coste es relativamente más elevado al producirlo en el interior del país. Además de la
reducción de los precios de bienes, la gama de productos se ampliaría permitiendo una
mayor selección al consumidor, es decir, más y a mejor precio. Este descenso de los
precios, especialmente de los bienes primarios, supone efectos positivos sobre el
presupuesto manejado por las mujeres.
La liberalización comercial también implica una serie de modificaciones en las
pautas de consumo. El derrumbe de fronteras que permiten la movilidad y la introducción
de inversión extranjera ha generado una expansión de grandes cadenas comerciales de las
zonas más desarrolladas a aquellas en vías de desarrollo (The Economist 1994). Esta
incorporación de nuevas formas de venta que combina la compra con actividades de ocio
y esparcimiento, los ajustes a horarios de trabajo prolongado, el incremento de los niveles
de ingreso o la fragmentación de la demanda de bienes, ha modificado de manera
sustantiva las pautas de consumo de hombres y mujeres. Como consumidoras, las
mujeres ven modificados el “qué”, el “cuándo” y el “cómo” adquieren los bienes. En
general, esta tendencia sustenta efectos perversos sobre las producciones tradicionales y
locales, como puede ser el desplazamiento de productos artesanales producidos por
mujeres indígenas frente a la producción de bienes de grandes cadenas multinacionales.
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