TEMA 2. SUJETO, OBJETO Y CONTENIDO I. Titularidad del derecho de autor.

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TEMA 2.
SUJETO, OBJETO Y CONTENIDO
I.
Titularidad del derecho de autor.
1.
Obras colectivas.
2.
Obras en colaboración.
3.
Obras compuestas.
4.
Obras derivadas.
II.
El objeto protegido.
III.
Derecho moral.
IV.
Derechos de explotación.
1.
Derecho de reproducción.
2.
Derecho de distribución.
3.
Derecho de comunicación pública.
4.
Derecho de transformación.
V.
Otros derechos.
1.
El derecho de participación.
2.
El derecho de remuneración por copia privada.
Titularidad del derecho de autor.
La titularidad originaria del derecho de propiedad intelectual corresponde al autor. Autor en el
sentido legal es siempre una persona física (art. 5.1 LPI), aunque las personas jurídicas pueden
beneficiarse de la protección concedida al autor en los casos legalmente previstos (art. 5.2 LPI).
La titularidad derivativa de los derechos de propiedad intelectual es aquella que adquieren
personas distintas de los autores como consecuencia de la cesión de tales derechos que en su favor
realiza el autor (cesión convencional) o dispone la ley (cesión legal). Los contratos típicos de cesión de
derechos de propiedad intelectual son el contrato de edición (arts. 58-73 LPI) o el contrato de
representación teatral y ejecución musical (arts. 74-85 LPI). Además, la LPI dicta una serie de normas
generales aplicables a todo contrato de cesión de derechos de propiedad intelectual, bien los dos citados,
bien cualquier otro (arts. 42-57 LPI). Esta materia se estudia en el Tema 4 el Programa. Un ejemplo de
cesión legal puede ser el previsto en el artículo 88.1 LPI como presunción (p. ej., cesión exclusiva en
favor del productor de los derechos que corresponden a los autores de una película cinematográfica).
La colaboración entre varios autores para la creación de una obra puede dar lugar a diversos
tipos de obras, en función de cómo se haya desenvuelto esa colaboración. Así:
- Obra en colaboración (art. 7 LPI). Se define como aquella que sea “resultado unitario de la
colaboración de varios autores”. El caso elemental es la canción cuya música es obra de un autor y
cuya letra es obra de otro; ambos son coautores sometidos al régimen del artículo 7 LPI. Es también
obra en colaboración, por expresión prescripción legal, la obra audiovisual (película); según el
artículo 87 LPI, son autores de una obra audiovisual el director-realizador; los autores del
argumento, la adaptación y los del guión o los diálogos; y los autores de las composiciones
musicales, con o sin letra, creadas especialmente para esta obra. La concurrencia de varios
cotitulares, en plano de igualdad, sobre una misma obra, obliga a dictar una serie de reglas para
ajustar los intereses a veces contrapuestos. Así:
1. Para divulgar (dar a conocer) y modificar la obra tienen que estar de acuerdo todos los
coautores (regla de la unanimidad). Si no hay tal acuerdo, decidirá el Juez.
2. Una vez divulgada la obra, ningún coautor puede rehusar sin causa su consentimiento para que
la obra se explote económicamente en la forma que se divulgó.
3. Los coautores podrán explotar separadamente su aportación a la obra en colaboración, salvo
que se haya pactado otra cosa o que causen perjuicio a la explotación común.
4. Los derechos de propiedad intelectual corresponden a los coautores en la proporción que
determinen. Si nada se determina, les corresponden por partes iguales.
5. Con carácter general, se aplican a las obras en colaboración las normas del CC en materia de
comunidad de bienes (arts. 392 a 406 CC).
- Obra colectiva (art. 8 LPI): “la creada por la iniciativa y bajo la coordinación de una persona natural
o jurídica que la edita y divulga bajo su nombre y está constituida por la reunión de diferentes
autores cuya contribución personal se funde en una creación única y autónoma, para la cual haya
sido concebida sin que sea posible atribuir separadamente a cualquiera de ellos un derecho sobre el
-
conjunto de la obra realizada”. Salvo pacto, los derechos sobre la obra colectiva corresponden a la
persona que la edita y divulga bajo su nombre.
Obra compuesta (art. 9 LPI): es la que incorpora una obra preexistente sin la colaboración del autor
de esta última, sin perjuicio de los derechos que a éste correspondan y de su necesaria autorización.
Objeto protegido: el concepto de obra.
El concepto de obra protegida por la LPI se contiene en el artículo 10. Hay un concepto general
de obra: “creaciones originales literarias, artísticas o científicas, expresadas en cualquier soporte,
tangible o intangible, actualmente conocido o que se invente en el futuro”. Y luego una enumeración no
exhaustiva de obras en las distintas letras del artículo 10. En la LPI hay una reglamentación específica
para las obras cinematográficas y demás obras audiovisuales (arts. 86-94) y para los programas de
ordenador (arts. 95-104). El título de una obra, cuando sea original, está protegido como parte de la
misma.
También son obras, sin perjuicio de los derechos de propiedad intelectual sobra la obra original:
- Obras derivadas (art. 11 LPI): son aquellas que tienen por base fundamental otra obra: traducciones
y adaptaciones; revisiones, actualizaciones y anotaciones; compendios; arreglos musicales;
cualesquiera transformaciones de una obra literaria, artística y científica.
- Colecciones (art. 12 LPI): “las colecciones de obras ajenas, de datos o de otros elementos
independientes como las antologías y las bases de datos que por la selección o disposición de sus
contenidos, sin perjuicio, en su caso, de los derechos que pudieran subsistir sobre dichos
contenidos”. Lo que se protege aquí es la “estructura” de la colección “en cuanto forma de
expresión de la selección o disposición de sus contenidos, no siendo extensiva a éstos”. En la LPI,
las bases de datos son una forma de colección, caracterizada porque los elementos que la integran
están “dispuestos de manera sistemática o metódica y accesibles individualmente por medios
electrónicos o de otra forma”. El derecho sui generis sobre las bases de datos se regula en los
artículos 133-137 LPI.
No son obras las enumeradas en el artículo 13 LPI.
La vertiente moral de la propiedad intelectual: el derecho moral de autor.
Una primera faceta del derecho de propiedad intelectual es el de los derechos morales
reconocidos a los autores en el artículo 14 LPI. Estos derechos morales guardan un innegable parentesco
con los derechos o bienes de la personalidad. Son irrenunciables e inalienables. Algunos se extinguen
con la muerte del autor, pero otros pueden ser ejercitados incluso después de ese momento. Los
derechos morales están reconocidos también en favor de los autores de obras anteriores a la LPI de 1987
(cfr. Disposición transitoria 6ª LPI). Estos derechos son:
1. Derecho de inédito (art. 14.1º y 2º): derecho a decidir si la obra se divulga y en qué forma, y si
la divulgación se hace con el nombre del autor, bajo seudónimo y anónimamente.
2. Derecho de paternidad (art. 14.3º): derecho a exigir el reconocimiento de su condición de autor
de la obra.
3. Derecho de integridad (art. 14.4º y 5º): derecho a exigir el respeto a la integridad de la obra e
impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que suponga
perjuicio a sus legítimos intereses o menoscabo a su reputación. El autor, en cambio, sí puede
modificar la obra, respetando los derechos adquiridos de terceros y las exigencias de
protección de bienes de interés cultural (Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985 y
concordantes autonómicas).
4. Derecho de retirada (art. 14.6º): derecho a retirar la obra del comercio por cambio de sus
convicciones intelectuales o morales, y previa indemnización de daños y perjuicios a los
titulares de los derechos de explotación de esa obra.
5. Derecho de acceso (art. 14.7º): derecho a acceder al ejemplar raro o único de la obra, cuando se
halle en poder de otro, a fin de ejercitar el derecho de divulgación o cualquier otro que le
corresponda (derecho, pues, auxiliar para el ejercicio de otros). El precepto aclara las
condiciones de ejercicio de este derecho.
Fallecido el autor, el ejercicio del derecho moral (ejercicio post mortem auctoris) sufre algunas
modalizaciones (arts. 15 y 16 LPI). Así,
- Los derechos de modificación de la obra, retirada y acceso se extinguen.
- Los derechos de paternidad e integridad serán ejercitados, sin límite de tiempo, por la persona,
natural o jurídica, que el autor designe en su testamento; en su defecto, por los herederos; y, siempre
-
-
que no existan estas personas o se ignore su paradero, por las instituciones públicas citadas en el
artículo 16 LPI.
El derecho de divulgación puede ser ejercitado por las mismas personas (en ese orden) y en las
mismas condiciones que las señaladas para los derechos de paternidad e integridad; la diferencia
radica en que el plazo para el ejercicio del derecho de divulgación es de setenta años desde la
muerte o declaración de fallecimiento del autor. Si los interesados decidieran la no divulgación “en
condiciones que vulneren lo dispuesto en el artículo 44 de la Constitución”, el Juez podrá ordenar la
divulgación al amparo del artículo 40 LPI.
Aunque la obra haya caído en el dominio público y pueda ser utilizada libremente por cualquiera,
hay que respetar los derechos de paternidad e integridad (art. 41 LPI).
La vertiente patrimonial de la propiedad intelectual: los derechos de explotación.
Para el autor de una obra, seguramente la perspectiva de su derecho más interesante es la
patrimonial, en la medida en que le permite obtener un rendimiento o aprovechamiento económico de su
creación. Piénsese que, en ocasiones (p.ej., una película o un libro exitosos), los ingresos procedentes de
la obra pueden ser enormemente cuantiosos. Estos derechos económicos del autor son conocidos como
derechos de explotación y se regulan en los artículos 17 a 23 LPI. La regla de partida es que el autor es
el titular exclusivo de los derechos de explotación en cualquier forma imaginable. En cuanto derechos
patrimoniales, son cedibles a terceros (a diferencia, como se recordará, de lo que sucedía con los
derechos morales). La exclusividad significa, entre otras cosas, que es necesaria la autorización del autor
para ejercitar cualquiera de los derechos de explotación. La LPI, atendiendo a la realidad actual,
establece cuatro modalidades de los derechos de explotación: el derecho de reproducción, el derecho de
distribución, el derecho de comunicación pública y el derecho de transformación. Estas modalidades son
independientes entre sí (art. 23 LPI), lo que significa que el ejercicio de una de ella no comporta el de las
restantes, y que la cesión de una de ellas no se extiende a las otras (cfr. art. 43.1 LPI). Se trata de esta
manera de garantizar el máximo aprovechamiento económico al autor de la obra.
DERECHO DE REPRODUCCION (art. 18)
Reproducción, a efectos legales, es “la fijación de la obra en un medio que permita su
comunicación y la obtención de copias de todo o parte de ella”. Lo fundamental es la incorporación o
fijación de la obra a una base material o soporte físico.
DERECHO DE DISTRIBUCION (art. 19)
Los conceptos claves de este artículo 19 LPI son los siguientes:
- Derecho de distribución: poner a disposición del público el original o copias de la obra;
jurídicamente, esa puesta a disposición puede efectuarse mediante venta, alquiler, préstamo o de
cualquier otra forma.
- Agotamiento (extinción) del derecho de distribución: si la distribución se realiza mediante venta en
el ámbito de la UE, la primera de ellas agota (extingue) el derecho de distribución siempre que esa
primera venta se haga por el propio autor o con su consentimiento.
- Alquiler: puesta a disposición de los originales y copias de una obra para su uso por tiempo limitado
y con un beneficio económico o comercial directo o indirecto (p.ej., alquiler de vídeos o cd’s por un
comercio dedicado a esa actividad).
- Préstamo: puesta a disposición de los originales y copias de una obra para su uso por tiempo
limitado sin beneficio económico o comercial directo ni indirecto, siempre que dicho préstamo se
realice a través de establecimientos accesibles al público (p.ej., préstamo de un libro por una
biblioteca pública). No hay beneficio si el prestamista cobra una cantidad que no exceda de lo
necesario para cubrir los gastos de funcionamiento.
DERECHO DE COMUNICACIÓN PUBLICA (art. 20)
La LPI ofrece un concepto general de comunicación pública: “todo acto por el cual una
pluralidad de personas pueda tener acceso a la obra sin previa distribución de ejemplares a cada una de
ellas”. La ausencia de distribución distingue este derecho del anterior. No hay comunicación pública si
la comunicación se realiza dentro de un ámbito estrictamente doméstico que no esté conectado o
integrado a una red de difusión de cualquier tipo.
Junto a este concepto general, el artículo 20.2 LPI hace una enumeración no exhaustiva de los
actos de comunicación pública más frecuentes. En la práctica vienen generando una particular
problemática dos casos distintos, aunque un tanto relacionados entre sí: 1) la recepción de programas de
televisión o de radio a través de aparatos instalados en bares y cafeterías; 2) la recepción de programas
en las distintas dependencias de hoteles, en particular en las habitaciones de los clientes. Se discute si
ambos actos son o no comunicación pública, sujetos a la autorización del autor.
La comunicación vía satélite y la retransmisión por cable se regulan en los apartados 3 y 4 del
artículo 20 LPI, respectivamente.
DERECHO DE TRANSFORMACION (art. 21)
Supone la traducción, adaptación y cualquier otra modificación en la forma de la obra de la que
se derive una obra diferente (recuérdase el concepto de obra derivada, art. 11 LPI, antes visto).
Otros derechos de propiedad intelectual.
1. El derecho de participación (también conocido como derecho de suite, derecho de seguimiento o
derecho de secuencia) está regulado en el artículo 24 LPI y en los artículos 2 a 8 del Real Decreto
1434/1992, de 27 de noviembre. Sus características son las siguientes:
- Acreedor: el autor de una obra plástica (excluidas las obras de arte aplicadas).
- Deudor: el vendedor de una obra plástica en subasta pública, establecimiento mercantil o con la
intervención de un comerciante o agente comercial. El propietario de la obra revendida y el
comerciante son responsables solidarios frente al autor.
- Nacimiento del derecho: cuando se realice una reventa de obra plástica en subasta pública,
establecimiento mercantil o con la intervención de un comerciante o agente comercial, siempre que
el precio de la reventa sea igual o superior a 300.000 pesetas por obra vendida o conjunto que pueda
tener carácter unitario. No surge este derecho cuando hay venta simplemente privada.
- Cuantía del derecho: el 3% del precio de la reventa.
- Caracteres del derecho: irrenunciable, transmisible únicamente mortis causa, duración de 70 años.
- Ejercicio del derecho: véanse los apartados 4 y 5 del artículo 24 LPI y los arts 4 a 8 del Real
Decreto 1434/1992.
2. Otro derecho de propiedad intelectual es el derecho de remuneración por copia privada, regulado en el
artículo 25 LPI. Se trata de uno de los derechos más complejos en su aplicación práctica y de ahí su muy
detallada regulación legal y reglamentaria (arts. 9 a 38 del Real Decreto 1434/1992, algunos de ellos
derogados por la Ley 43/1994, de 30 de diciembre, y el art. 15.2 modificado por el Real Decreto
325/1994, de 25 de febrero; para la regulación de este derecho en Ceuta y Melilla, v. Real Decreto
1802/1995, de 3 de noviembre).
En los casos que especifica el artículo 31.2 LPI, esto es, cuando se trate de una reproducción
para uso privado del copista y siempre que no sea objeto de una utilización colectiva ni lucrativa, la
reproducción puede hacerse sin autorización del autor. Se trata de uno de los límites más importantes al
derecho de autor, y que más dificultad interpretativa presenta. Pues bien, dado que tales reproducciones
son libres, en el sentido de que el autor no está habilitado para autorizarlas y cobrar por la autorización,
el ordenamiento jurídico prevé un mecanismo que compense a los autores de los ingresos que no
perciben al estarles negado el derecho de autorizar o no la reproducción. De ahí procede el propio
nombre del derecho: remuneración compensatoria. El régimen de este derecho, brevemente descrito, es
el siguiente:
- Acreedores: los autores de obras divulgadas en forma de libros o publicaciones que estos efectos se
asimilen, así como de fonogramas, videogramas o de otros soportes sonoros, visuales o auodivuales,
así como los editores, los productores de fonogramas y videogramas y los artistas intérpretes o
ejecutantes cuyas actuaciones hayan sido fijadas en dichos fonogramas y videogramas.
- Deudores: los fabricantes en España, así como los importadores en territorio español, de equipos,
aparatos y materiales que permitan la reproducción de dichas obras. Hay excepciones al pago en el
apartado 6 del artículo 25 LPI.
- Importe del derecho: lo fija con detalle el apartado 5 del artículo 25 LPI.
- Ejercicio del derecho: necesariamente colectivo a través de una entidad de gestión de derechos de
propiedad intelectual; no se admite el ejercicio individual. Para la operatividad concreta del derecho,
v. apartados 11 a 22 del artículo 25 LPI.
**********
TEMA 2-A: Sentencia del Tribunal Supremo de 15 de diciembre de 1998
Ideas clave: Derecho moral de autor: derecho de paternidad y derecho de integridad;
vulneración; competencia de la jurisdicción civil para el conocimiento del litigio; límites al
derecho de propiedad intelectual.
MARGINAL: RJ 1998\10149
RESOLUCION: SENTENCIA de 15-12-1998, núm. 1165/1998.
Recurso de Casación núm. 2055/1994
JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil)
RESUMEN:
PROPIEDAD INTELECTUAL: DERECHOS DE AUTOR: contenido: derechos al reconocimiento
de la autoría de la obra, a su integridad y a autorizar su reproducción: vulneración: existencia:
reproducción de cartel artístico en sello postal sin autorización ni identificación de su autor y
alterando su contenido; límites: no se presumen: la autorización de la reproducción ha de ser probada
por quien la invoca. JURISDICCION CIVIL: COMPETENCIA: procedencia: vulneración de los
derechos de propiedad intelectual por la Administración Postal. CARGA DE LA PRUEBA:
derechos impeditivos y extintivos.
PONENTE: Excmo. Sr. D. ANTONIO GULLON BALLESTEROS
TEXTO:
Recurso de Casación Núm.: 2055/1994
Ponente: Excmo. Sr. D. Antonio Gullón Ballesteros
Votación y Fallo: 30/11/98
Secretaría de Sala: Sr. Cortés Monge
TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Civil
SENTENCIA NUM. 1165/1998
Excmos. Sres.:
D. José Almagro Nosete
D. Antonio Gullón Ballesteros
D. Xavier O'Callaghan Muñoz
--------------------------------------En la Villa de Madrid, a quince de diciembre de mil novecientos noventa y ocho.
Visto por la Sala Primera de este Tribunal Supremo, integrada por los Ecxmos. Sres. Magistrados
anotados al margen, el recurso de casación contra la sentencia dictada en grado de apelación por la
Sección Decimocuarta de la Audiencia Provincial de Madrid, como consecuencia de juicio ordinario
declarativo de menor cuantía, seguido ante el Juzgado de Primera Instancia núm. 12 de los de
Madrid, sobre reclamación de cantidad, cuyo recurso fue interpuesto por la Administración Civil del
Estado, representada y defendida por el señor Abogado del Estado, en el que es recurrido don
Antonio M. M., representado por la Procuradora doña Carmen Otero García.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.-1. La Procuradora doña María del Carmen Otero García, en representación de don
Antonio M. M., formuló demanda de juicio declarativo de menor cuantía, contra la Administración
Civil del Estado (Ministerio de Relaciones con las Cortes y de la Secretaría del Gobierno), en
reclamación de diez millones quinientas mil (10.500.000) ptas. en concepto de indemnización por
daños y perjuicios, en la que tras exponer los hechos y fundamentos de derecho que estimó de
aplicación, terminó suplicando se dictase sentencia por la que se condene a la demandada a que
públicamente mediante medios de prensa diarios de Granada y Madrid reconozca a mi mandante su
condición de autos de la obra; retirar de la circulación la emisión de los factores postales del cartel
del Festival Internacional de Música y Danza de Granada y al abono de diez millones quinientas mil
(10.500.000) ptas. en concepto de indemnización por daños y perjuicios morales.
2. Admitida la demanda y emplazada la demandada, compareció el señor Abogado del Estado en la
representación que ostenta y contestó a la demanda, en la que tras alegar los hechos y fundamentos
de derecho que estimó de aplicación, terminó suplicando se dicte sentencia por la que se desestime
totalmente la pretensión formulada, con expresa condena en costas.
3. Tramitado el procedimiento, el Juez de Primera Instancia núm. 12 de los de Madrid, dictó
Sentencia el 27 junio 1992, cuyo fallo era el siguiente: «Que estimando la demanda formulada por
María del Carmen Otero García, en nombre y representación de don Antonio M. M., contra la
Administración del Estado (Ministerio de Relaciones con las Cortes y de la Secretaría del Gobierno),
representada por el Abogado del Estado, debo condenar y condeno a la demandada a que
públicamente mediante medios de prensa diarios de Granada y Madrid, reconozca al demandante su
condición de autor de la obra, así como a retirar de la circulación la emisión de los factores postales
del cartel del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, y al abono en concepto de
indemnización por daños y perjuicios morales de que se fije en ejecución de sentencia. Todo ello con
expresa imposición a la parte demandada de las costas causadas en el presente juicio».
SEGUNDO.-Apelada la anterior sentencia por la representación de la demandada y tramitado el
recurso con arreglo a Derecho, la Sección Decimocuarta de la Audiencia Provincial de Madrid, dictó
Sentencia el 25 abril 1994, cuyo fallo era el siguiente: «No ha lugar al recurso de apelación
articulado por la representación del Estado, Ministerio de Relaciones con las Cortes y de la
Secretaria del Gobierno, contra la Sentencia dictada por el Juzgado de 1.ª Instancia núm. 12 de los de
esta Villa, en sus Autos número 122/1989, de fecha 27 junio 1992. Confirmamos íntegramente dicha
resolución, e imponemos las costas de esta alzada al apelante».
TERCERO.-1. Notificada la resolución anterior a las partes, por la Administración Civil del Estado,
se interpuso recurso de casación, con apoyo en los siguientes motivos: I.- Fundado en el número 1.º
del artículo 1692 LECiv, y más concretamente en la existencia de un abuso de jurisdicción por parte
de la sentencia de la Audiencia de Madrid. II.-Formulado al amparo procesal del número 4 del
artículo 1692 LECiv. La sentencia infringe por aplicación indebida el artículo 37, en relación con el
artículo 4, ambos de la vigente Ley de Propiedad Intelectual. III.-Formulado al amparo del número 4
del artículo 1692 LECiv. La sentencia infringe por indebida aplicación el artículo 14.3, en relación
con el 6.1, ambos de la Ley de Propiedad Intelectual. El precepto infringido otorga al autor como
derecho moral, y por tanto irrenunciable e inalienable el de exigir el reconocimiento de su condición
de autor de la obra. IV.-Formulado por la vía casacional del número 4 del artículo 1692 LECiv. La
sentencia interpreta erróneamente el número 4 del artículo 14 de la Ley de Propiedad Intelectual.
2. Admitido el recurso y conferido traslado para impugnación, por la representación de don
Antonio M. M., se presentó escrito impugnando dicho recurso y suplicando se dictase sentencia por
la que se desestime el recurso y confirme la dictada por la Sala de la Audiencia Provincial de Madrid
con expresa imposición de costas al recurrente.
3. Examinadas las actuaciones, se señaló para la votación y fallo del presente recurso y el día 30 de
noviembre del corriente, fecha en que ha tenido lugar.
Ha sido Ponente el Magistrado Excmo. Sr. D. Antonio Gullón Ballesteros.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.-El motivo primero, al amparo del artículo 1692.1.º LECiv, alega abuso de jurisdicción
por parte de la sentencia recurrida. En su fundamentación se sostiene que la tasa postal, que es
retribución o pago de un servicio público como el de correos, se exacciona mediante la adhesión de
un sello, de producción monopolística estatal, inutilizándose mediante matasellos una vez cumplido
el requisito de suficiencia según tarifa. Abusa de su jurisdicción -dice el recurso- el Tribunal
ordinario que, en ocasión de pronunciarse sobre una cuestión de propiedad, ordena la retirada -y por
tanto inutilización- de los instrumentos indicados para la exacción de una tasa.
El motivo se desestima. Se mezclan en él dos cuestiones que nada tienen que ver; por una parte, la
retribución de un servicio público; por otra, la de las consecuencias de la vulneración para
exaccionar la tasa de una obra artística del actor, ahora recurrido. No tiene dudas la Abogacía del
Estado recurrente que la última cuestión es de conocimiento de la jurisdicción civil. Entonces, es de
una patente inconsecuencia negarle competencia para que realice las declaraciones y condenas
oportunas, y atinentes a lo juzgado. Otra cosa es que la condena se ajuste o no a la ley, pero ello ni
siquiera se plantea en todo el recurso.
SEGUNDO.-El motivo segundo, al amparo del artículo 1692.4.º LECiv, acusa infracción por
aplicación indebida del artículo 37 en relación con el 4, ambos de la vigente Ley de Propiedad
Intelectual (RCL 1987\2440). Se argumenta en su defensa que la sentencia recurrida confunde los
conceptos de divulgación y reproducción. La divulgación tuvo lugar en el año 1952, y la
reproducción de aquel cartel realizado por el actor en 1988 en base a un contrato concertado por él
como autor y la Administración. Este contrato no ha sido aportado a los autos por el actor, y de su
ausencia no cabe inferir que la reproducción se prohibió. Aboga el motivo por una aplicación del
artículo 37 de la Ley de Propiedad Intelectual en tanto que tuvo como finalidad la reproducción en el
sello del cartel, la difusión cultural, el anuncio del próximo XXXVII Festival Internacional de
Música y Danza de Granada, y no una finalidad económica, pues la venta de sellos no deja beneficio
económico alguno, el servicio postal es deficitario.
La poco clara construcción del motivo hace difícilmente captable la intención que lo guía: si poner
de relieve que la reproducción del originario cartel estaba autorizada para reproducciones posteriores
por cualquier medio, en cuyo caso nada tienen que ver dos preceptos que se dicen infringidos, o bien
pretender la aplicación del artículo 37 de la Ley, que tampoco puede prosperar, pues la
Administración Postal no es en sí misma ninguno de los establecimientos que específicamente señala
el precepto, ni la reproducción se ha realizado «exclusivamente para fines de investigación». Por
supuesto, en la sentencia recurrida no aparece esa confusión entre «divulgación» y «reproducción»
de la obra.
Uno de los aspectos esenciales de este pleito es, desde luego, si la reproducción estaba autorizada
por el actor. En el motivo se alude a un contrato que celebró con la Dirección General de Bellas
Artes para el primer cartel. Ciertamente que no se ha traído a los autos, pero es a la Administración a
la que correspondía probar que tenía autorización para posteriores reproducciones y las formas de
realizarla, de acuerdo con el artículo 1214 CC, como hecho impeditivo o extintivo de la acción, que
el actor la basa en el hecho negativo de la falta de autorización. Además, no hay razón para no
aplicar a la propiedad intelectual la doctrina jurisprudencial según la cual la propiedad se presume
libre de cargas o limitaciones (Sentencias de 14 mayo 1992 [análoga a RJ 1993\10101], 23 junio
1995 [RJ 1995\4980] y 14 octubre 1996 [RJ 1996\7107], entre otras). La concesión de un derecho de
reproducción incondicionado y sin plazo no hay duda que limita el contenido del autor del cartel
litigioso, por lo que debía ser probada su existencia por la Administración demandada.
TERCERO.-El motivo tercero, al amparo del artículo 1692.4.º LECiv, cita como infringido por
indebida aplicación el artículo 14.3, en relación con el 6.1, ambos de la Ley de Propiedad Intelectual.
Se aduce en su defensa que el autor tiene el derecho de exigir el reconocimiento de su autoría, que la
Administración nunca ha negado, sino aireado y publicado. Otra cosa es confundir tal
reconocimiento con el hecho de que en la obra misma aparezca su nombre, firma o signo. Esta
última exigencia no se contiene en la Ley, lo único que preceptúa es el reconocimiento de su autoría,
y ello -concluye el motivo- ha tenido sobradamente lugar.
El motivo se desestima. Basta con comparar el cartel original y el sello para comprobar que en éste
se ha omitido por completo el apellido de su autor, que en letras no pequeñas figuraba en aquél, con
cuyo apellido se quiso identificar como tal autor. El sello, reproducción alterada (como se verá en el
siguiente motivo) del cartel, se hace a los 38 años de distancia de su publicación y divulgación, por
lo que es razonable y legítimo que el actor, hoy recurrido, quiere que se conozca públicamente la
autoría, por la difusión nacional e internacional del efecto postal. La Administración demandada, por
otra parte, ni siguiera ha probado la imposibilidad de reproducción del apellido, ni la imposibilidad
de utilizar cualquier otro medio de identificación, ni la inutilidad de que aparezca en el sello por ser
nacional e internacionalmente famoso su autor, de modo que la visión del sello se asocie
inmediatamente con él, a pesar de haber transcurrido tanto tiempo desde el anuncio del primer
festival.
CUARTO.-El motivo cuarto, al amparo del artículo 1692.4.º LECiv, acusa interacción por
interpretación errónea del artículo 14, inciso 4, de la Ley de Propiedad Intelectual. Se fundamenta en
que si bien en el sello existe una modificación del cartel original, no hay perjuicio a los intereses
legítimos del autor o menoscabo de su reputación, pues la belleza de tal sello la reconoce la propia
sentencia recurrida. Por último aboga, al socaire del artículo 3 CC, porque el precepto citado como
infringido se interprete en función de lo previsto en los artículos 92.2 y 98 de la propia Ley.
El motivo se desestima. La Administración demandada ha efectuado una alteración en el cartel que
reproduce, consistente en añadir al conjunto una capilla rematada por un crucero donde nada
figuraba. Es claro que ello, aunque no quite belleza a la que irradia de la obra original, altera la
concepción artística que tuvo el autor, por lo que no se ve por parte alguna que no se hayan atacado
intereses legítimos suyos siempre respetables. Tampoco es atendible la aplicación analógica que se
pretende porque el medio no exige en absoluto tamaño añadido, ni se ha demostrado que el autor
haya cedido nada. Estamos ante una reproducción de una bella obra original sin su consentimiento y,
además, alterada o modificada, así de simple.
QUINTO.-La desestimación del recurso interpuesto lleva consigo la condena en costas a la parte
recurrente (artículo 1715.3 de la Ley de Enjuiciamiento Civil).
Por lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad conferida por el pueblo español.
FALLAMOS
Que debemos declarar y declaramos no haber lugar al recurso de casación interpuesto por el señor
Abogado del Estado en representación de la Administración Civil del Estado, contra don Antonio M.
M., representado por la Procuradora doña Carmen Otero García, condenando en las costas del
mismo a la Administración demandada. Sin hacer declaración sobre el depósito al no haberse
constituido.
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TEMA 2-B: Sentencias del Tribunal Supremo de 17 de octubre de 1997 y 7 de junio de 1995
Ideas clave: Protección de obras frente a un presunto plagio; requisito de originalidad de la
obra.
Sentencia de 17 de octubre de 1997
MARGINAL: RJ 1997\7468
RESOLUCION: SENTENCIA de 17-10-1997, núm. 886/1997.
Recurso de Casación núm. 2654/1993
JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil)
RESUMEN:
PROPIEDAD INTELECTUAL: inexistencia de creación novedosa digna de protección: listados
industriales de cámaras de comercio carentes de originalidad; Bases de Datos: explotación indebida:
plagio: inexistencia.
PONENTE: Excmo. Sr. D. EDUARDO FERNANDEZ-CID DE TEMES
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.-Por la Cámara de Comercio e Industria de Alava y Cámaras de Comercio, Industria y
Navegación de Bilbao y Guipúzcoa se presentó demanda contra «LMA, SL», en ejercicio de
acciones para el cese de actividad presuntamente ilícita e indemnizaciones, al amparo de lo dispuesto
en los arts. 124 y 125 de la Ley 22/1987, de 11 noviembre (RCL 1987\2440), sobre Propiedad
Intelectual, al entender que la demandada había incluido datos parciales de los listados de empresas
formadas por las Cámaras de Comercio actoras en la edición del Tomo I de su «Catálogo Industrial
Vasco Navarro de 1990» (IX edición). El Juzgado desestimó la demanda al entender que si bien los
listados constituían una base de datos con el oportuno soporte y finalidad informativa sobre las
industrias y empresas de las tres provincias, lo que la ley protege es cuanto implique creación y
originalidad en el resultado, extremos que no concurrían en el caso, pues con anterioridad a tales
listados ya existía en el mercado el «Catálogo Industrial Vasco Navarro VIII edición», que recogía la
gran mayoría de los datos ofrecidos, constantes también en registros fiscales, laborales, mercantiles o
en las guías publicadas por «Telefónica», de manera que no se acreditaba una creación novedosa
digna de la protección dispensada por la Ley de Propiedad Intelectual, pues la publicación a que se
atribuía el plagio incorporaba datos coincidentes con los «listados» y otros que no constaban en los
mismos, que podían ser debidos «a la propia investigación de la demandada o a la explotación de la
Edición VIII del anterior catálogo de igual nombre; no siendo ni por su volumen, ni por su diseño, ni
por su contenido, igual a los listados que se dicen plagiados»; también afirma el Juzgado que en los
listados de las actoras no se descubrían «teorías, ni técnica alguna, y el único método o sistema
utilizado es el de la ordenación alfabética de industrias y empresarios de las tres provincias, pero tal
sistema o método... es de general utilización». La Audiencia confirmó íntegramente la resolución del
Juzgado, afirmando la posibilidad de que, conforme al art. 12 de la LPI, se protejan las bases de
datos, pero negando en el caso la creatividad y originalidad exigibles, por lo que, dice, «resulta
evidente que a las actoras, Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao, Alava y
Guipúzcoa, no se les pueden reconocer los distintos derechos que integran la propiedad intelectual
sobre la obra denominada «Catálogo Industrial de la Comunidad Autónoma Vasca», puesto que el
listado de datos contenido en dicha obra carece de originalidad, ya que antes de que la obra de las
actoras saliese al mercado, ya existía una obra de similares características, la titulada «Catálogo
Vasco Navarro, VIII edición», en la que se divulgaban los mismos datos sobre las empresas
existentes en el País Vasco y Navarra clasificadas en dos categorías según tuvieran más o menos de
10 trabajadores, y dentro de éstos, separados por provincias, que los referidos en la obra editada por
las Cámaras de Comercio, a excepción del número de trabajadores de cada empresa, lo que hace
imposible mantener que la obra acusada de plagio por las actoras, Catálogo Industrial, Vasco
Navarro IX Edición, que, precisamente, difiere de la editada por las actoras y de la VIII Edición de
la misma obra, en el sistema seguido por la exposición de datos, Tomo I, clasificación de empresas
por provincias y Tomo II, clasificación de empresas por actividades, y dentro de cada actividad por
provincias, se haya beneficiado del esfuerzo desplegado por las actoras para la realización de su
obra, por lo que, evidentemente, no pueden prosperar las acciones ejercitadas por las actoras al
amparo del art. 123 de la Ley de Propiedad Intelectual.
Recurren en casación las tan meritadas Cámaras.
SEGUNDO.-Todos los motivos se formulan al amparo del núm. 4.º del art. 1692 de la LECiv y
citan como infringidos, preceptos de la Ley de Propiedad Intelectual (el primero: art. 12, en relación
con los arts. 1 y 10. El segundo: art. 11.2.º y 5.º. El tercero: art. 17; y el cuarto: arts. 123, 124 y 125),
pero ninguno trata de destruir la base fáctica recogida en el fundamento anterior como sentada por
las sentencias de instancia, de manera que en todos se hace supuesto de la cuestión, pues se parte de
hechos diferentes sin tratar de destruir aquéllos por error de derecho con cita de la norma de
hermenéutica que se considerase infringida, no obstante tratar en diferentes momentos de realizar un
nuevo examen de la prueba documental, de la pericial e, incluso, de la confesión, lamentándose de
que no se hayan tenido en cuenta los extremos que le interesa señalar, como si nos encontrásemos en
una tercera instancia y no en un recurso extraordinario que sólo tiene por objeto el determinar si
partiendo de unos hechos que han quedado incólumes, las consecuencias jurídicas obtenidas son las
adecuadas.
Esta Sala ya ha tenido ocasión de manifestarse sobre el concepto de plagio -aunque para situaciones
diferentes-, apuntando que por tal hay que entender, en su acepción más simplista, todo aquello que
supone copias obras ajenas en lo sustancial, por lo que se presenta como una actividad mecanizada,
muy poco intelectual y creativa, carente de toda originalidad y concurrencia de genio o talento
humanos, aunque manifieste cierto ingenio, dándose en las situaciones de identidad y en aquellas
otras que, aunque encubiertas, descubren similitud con la creación original, una vez despojadas de
ardides y disfraces, produciendo un estado de apropiación y aprovechamiento de la labor creativa y
esfuerzo ideario o intelectivo ajeno; mas no procede confusión con todo aquello que es común,
integra el acervo cultural generalizado o está anticipado y al alcance de todos, como señalan las
sentencias recurridas sobre los métodos alfabéticos o por provincias y la constancia de datos en
registros fiscales, laborales, mercantiles o en las guías publicadas por «Telefónica»; si, pues, faltan
creatividad y originalidad, que es lo que ocurre en el caso, mal se pueden infringir los arts. 1, 10 y
12, aunque las bases de datos a las que se hayan aportado ingenio, originalidad o creatividad sean en
abstracto susceptibles de protección, pues lo que ha de acreditarse en el pleito es la concurrencia
concreta de tales extremos, a virtud del principio de la carga de la prueba (art. 1214 del CC). Y
negado tal extremo, claro es que no se han infringido ni el art. 11, al no existir plagio en
actualizaciones, anotaciones o transformaciones, ni el 17, por no existir propiedad intelectual
excluyente, ni los arts. 123, 124 y 125 de carácter instrumental y sólo aplicables de existir un ilícito
infractor de la ley, que es precisamente lo que se niega.
TERCERO.-Por imperativo legal (art. 1715, párrafo último de la LECiv), al no haber lugar al
recurso, las costas han de imponerse a las recurrentes, con pérdida del depósito constituido, al que se
dará el destino legal.
Sentencia de 7 de junio de 1995
MARGINAL: RJ 1995\4628
RESOLUCION: SENTENCIA de 7-6-1995, núm. 563/1995. Recurso núm. 346/1992
JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil)
RESUMEN:
PROPIEDAD INTELECTUAL: DERECHOS DE AUTOR: existencia: cuadernos pedagógicos:
originalidad que no es grande ni en lo científico ni en lo artístico ni en lo literario, pero sí en su
conjunto; PLAGIO: juicio de valor en función de los elementos probatorios: no forma parte de una
cuestión fáctica propiamente dicha: permite su revisión casacional; inexistencia: múltiples
coincidencias que permiten hablar, a lo sumo, de una gran semejanza. SENTENCIA:
CONGRUENCIA: límites que la definen; INCONGRUENCIA: inexistencia: ausencia de
puntualizaciones susceptibles de llevarse a cabo por vía de aclaración de sentencia; MOTIVACION
INSUFICIENTE: inexistencia: implícita aceptación de la fundamentación jurídica contenida en la
sentencia de primera instancia. RECURSO DE CASACION: LEGITIMACION: carece de ella el
recurrente para invocar cuestión que sólo afecta a codemandados que no recurrieron.
PONENTE: Excmo. Sr. D. ALFONSO BARCALA TRILLO-FIGUEROA
TEXTO:
Don Ramón R. S. formuló demanda, en juicio ordinario sobre declaración de derechos, contra don
José N. C., doña Rosa María M. F., «Exclusivas Escolares, SA» y titular de Gráficas Moncunill.
El Juzgado de Primera Instancia núm. 1 de Valls dictó Sentencia el 3-9-1990 estimando
parcialmente la demanda. En grado de apelación, la Audiencia dictó Sentencia el 9-10-1991
revocando parcialmente la del Juzgado.
Los demandados don José N. C. y doña María interpusieron recurso de casación.
El TS declara haber lugar al recurso, casa y anula la sentencia de la Audiencia y confirma
íntegramente la del Juzgado.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.-Don Ramón R. S, promovió juicio declarativo de menor cuantía contra don Josep N. C.
(también en su calidad de titular de «Ediciones Nadal»), doña Rosa María M. F., don Josep V. y
doña María Angeles M. (cuyos segundos apellidos se ignoran), «Imprenta Castells, SA», titular o
titulares de la empresa que gira con el nombre comercial de «Grafiques Moncunill» y la Compañía
mercantil «Exclusivas Escolares, SA», sobre declaración de derechos de propiedad intelectual y
otros extremos en relación con los cuadernos titulados «Problemas Rubio», pretendiendo que la
sentencia a dictar contuviera los siguientes pronunciamientos: a) Se declare que mi mandante don
Ramón R. S. (en cuanto autor y editor) es el único y exclusivo legítimo titular de los derechos de
propiedad intelectual sobre los cuadernos titulados «Problemas Rubio», creaciones intelectuales de
la clase «científica y artística», inscritas en el Registro de la Propiedad Intelectual, con los números
172871 y 173896, a que se refiere el hecho primero de esta demanda; condenando a los demandados
a estar y pasar por dicha declaración. b) Se condene a los demandados al cese de su actividad ilícita
de usurpación de los referidos derechos de propiedad intelectual de don Ramón R. S.; y en concreto,
se acuerde a su costa: -La suspensión (con prohibición de reanudar) la explotación infractora, que
respectivamente haga cada uno de los demandados, de elaboración, impresión, edición, distribución
y venta de los Cuadernos titulados «SIS-SET», referenciados en el hecho tercero de la demanda. -La
retirada del comercio de los mismos y su inutilización, corriendo de cuenta solidaria de los
demandados el coste de su recuperación respecto de terceros de buena fe. -La inutilización de los
moldes y demás instrumentos destinados específicamente a la impresión y reproducción de dichos
cuadernos «SIS-SET». c) Se condene a los demandados al pago al demandante de los daños y
perjuicios (materiales y morales) causados como consecuencia de la actividad ilícita de usurpación
del derecho de la propiedad intelectual del demandante; así como a la restitución al mismo de los
ilícitos enriquecimientos obtenidos por los mismos como consecuencia de dichas actividades en los
cinco años inmediatamente anteriores a esta demanda; cuya cuantificación se determinará en
ejecución de sentencia. Condena con carácter solidario para los demandados en los términos y
extensión expuestos en el apartado c) del hecho octavo de la demanda, y d) «Ad cautelam» y en su
caso, se declare la nulidad y cancelación de las eventuales inscripciones a favor de todos, alguno y o
algunos de los demandados, que en su caso y respecto de los cuadernos titulares «SIS-SET» se
hubiesen practicado en el Registro de la Propiedad Intelectual, cuyas pretensiones fueron estimadas
parcialmente por el Juzgado de Primera Instancia número Uno de Valls, en Sentencia de 3
septiembre 1990, al declarar que el actor era titular de los derechos de propiedad intelectual de los
cuadernos titulados «Problemas Rubio», inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual con los
números 172871 y 173896, y condenar a los demandados a estar y pasar por esa declaración, a la vez
que desestimaba la excepción de falta de legitimación pasiva alegada por «Exclusivas Escolares,
SA» y absolvía a todos los demandados del resto de las peticiones de la demanda, cuya resolución
fue revocada por la dictada, en 9 octubre 1991, por la Sección Undécima de la Ilma. Audiencia
Provincial de Barcelona, en el sentido de añadir al pronunciamiento que la misma contiene, los que a
continuación se expresan: A) que los demandados deber ser condenados al cese de la actividad de
edición, distribución y venta de los cuadernos pedagógicos denominados «Sis-Set», debiendo de
retirar del comercio los existentes en la actualidad, y B) a que indemnicen dichos demandados al
actor en la cantidad que resulte en ejecución de sentencia por la estimación real de la venta de dichos
cuadernos «Sis-Set», en cuya cuantía han mermado su patrimonio. Y es esta segunda sentencia la
recurrida en casación por el matrimonio N. C.-M. F. a través de la formulación de cinco motivos
amparados los dos primeros, en el ordinal 3.º del artículo 1692 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, y
los tres restantes, en el ordinal 5.º del mismo precepto, en su redacción anterior a la Ley 10/1992, de
30 abril (RCL 1992\1027).
SEGUNDO.-Los dos primeros motivos del recurso permiten estudiarlos conjuntamente al estar
residenciados ambos en el ordinal 3.º del artículo 1692 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
alegándose en el primero de ellos que el fallo recurrido infringe las normas reguladoras de la
sentencia contenidas en el artículo 359 de la propia Ley Procesal, al no ser dicho fallo congruente
con las pretensiones de la demanda, y en el segundo, que la sentencia recurrida infringe las mismas
normas contenidas en el artículo 248.3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial ( RCL 1985\1578,
2635 y ApNDL 8375) al no contener la menor expresión del derecho en el que se funda, y su
desarrollo argumental, responde a lo que se expone a continuación, resumidamente: -En la demanda
se concretó con toda precisión cuáles eran los cuadernos editados por los demandados que se
pretendía fueran materia de condena, con suspensión de la supuesta «explotación infractora de
elaboración, impresión, edición, distribución y venta de los cuadernos titulados "Sis-Set",
referenciados en el hecho tercero de la demanda» [apartado b) del suplico]-, -El referido hecho
especificaba con todo detalle que los cuadernos dichos eran «10 cuadernos de cálculo» y otros «10
cuadernos de problemas», es decir, un total de 20, de los que 15 eran de los autores que se
relacionaban, otro era de un solo autor y los cuatro restantes de otros dos autores distintos-, -Estos 20
cuadernos de la serie «Sis-Set», objeto concreto de litigio, quedaron materialmente incorporados a
los autos, documentos 58 al 77 de la demanda-, -Lo primero que importa destacar es que la demanda
no se dirigió contra todos los posibles cuadernos «Sis-Set», ni contra unos indeterminados, sino sólo
contra los primeros 20 cuadernos de los 26 que entonces incluía dicha serie de cuadernos «Sis-Set»,
según relación que figura al dorso de los documentos 58 y siguientes de la propia demanda-, -Esta
delimitación cuantitativa del «petitum» venía complementada con otra relativa al contenido de los 20
cuadernos de referencia, pues el hecho tercero de la demanda al que se remitía el apartado b) del
suplico no sólo relacionaba aquellos 20, sino que al incorporar al proceso un ejemplar real de cada
uno de ellos, los dejaba identificados en su contenido concreto e individual-, -Esta precisión gana
todo su sentido si se tiene en cuanta que el contenido impreso del material escolar de referencia no se
mantiene idéntico curso tras curso, al renovarse periódicamente para no caer en la rutina, renovación
de contenido que viene admitida por la propia actora (confesión del actor señor R. S., posición 10, Toda esta aparente prolijidad resulta pertinente en atención a que el fallo de la sentencia recurrida
incide en el defecto de condenar a los recurrentes «al cese de la actividad de edición, distribución y
venta de los cuadernos pedagógicos denominados "Sis-Set", debiendo de retirar del comercio los
existentes en la actualidad-», -La incongruencia de este fallo en relación a los pedimentos de la
demanda es doble: cuantitativa y cualitativamente, por lo anterior expresado, y, por tanto, la
violación de la norma reguladora de las sentencias contenida en el artículo 359 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, que obliga a la debida congruencia con las pretensiones de la demanda, es
correlativamente doble, en tanto el fallo recurrido, al referirse, sin limitación, a «los cuadernos
pedagógicos denominados "Sis-Set"» abarca a todos los cuadernos, cualquiera que sea su número o
su fecha de edición y no sólo a los 20 cuadernos iniciales a los que se ceñía la demanda y su suplico,
al propio tiempo que afecta a cuadernos que actualmente pueden tener un contenido distinto del que
tenían los que fueron materia del proceso y objeto de los pedimentos de la demanda, contenido
identificativo que viene determinado por los 20 ejemplares reales de cuadernos incorporados a los
autos, como documentos 58 al 77 de la demanda (motivo primero)-, -La demanda se formuló, en lo
sustantivo, con base a la vigente Ley de Propiedad Intelectual de 11 noviembre 1987
(RCL 1987\2440)-, -La sentencia de primera instancia estableció en su fundamento jurídico cuarto
que dado que los cuadernos discutidos fueron publicados antes de entrar en vigor la nueva Ley de
1987, la legislación básicamente aplicable era la anterior, integrada por los artículos 428 y 429 del
Código Civil y la Ley de 1879 (NDL 25059) y su Reglamento de 1880 (NDL 25061)-, -La sentencia
de apelación nada expresa en contra de lo razonado por el Juzgado, pero parece, no obstante,
deducirse que hace aplicación de la Ley de 1987, aun cuando no se cite precepto alguno concreto de
la misma- y -Por tanto, el quebrantamiento de forma debe entenderse existente, pues no parece que
pueda hablarse de expresión de fundamentos de derecho donde falta incluso toda identificación de la
normativa o marco legal en el que la sentencia pretenda tener encaje, en contra de lo que ordena el
citado artículo 248 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (motivo segundo)-.
TERCERO.-Los límites definidores de la congruencia en las sentencias, aparecen configurados en
las declaraciones jurisprudenciales que se transcriben a continuación, entresacados del conjunto
doctrinal: «que si bien es cierto que el principio jurídico procesal de la congruencia, puede verse
afectado por la falta de concordancia entre los elementos fácticos aducidos por los litigantes en
apoyo de sus pretensiones y los acogidos por los Tribunales cuando les sirvan de fundamento
esencial para emitir el fallo, no lo es menos que cabe apreciarse su realidad y existencia de acuerdo
con el resultado de la prueba practicada, cosa que no puede provocar una incongruencia», «no
impone sino una racional adecuación del fallo a las pretensiones de las partes, y a los hechos que las
fundamentan, pero no una literal concordancia, por ello, guardando el debido acatamiento al
componente jurídico de la acción y a la base fáctica aportada, le está permitido al órgano
jurisdiccional establecer su juicio crítico de la manera que entienda más ajustada», «la armonía entre
los pedimentos de las partes con la sentencia, no implica necesariamente un acomodo rígido a la
literalidad de lo suplicado, sino que ha de hacerse extensiva a aquellos extremos que le
complementen y precisen o que contribuyan a la fijación de sus lógicas consecuencias, bien surjan
de los alegatos de las partes, bien sean precisiones o aportaciones en sus probanzas, porque lo
perseguido no es otra cosa que el Tribunal se atenga a la sustancia de lo pedido y no a su literalidad»
y «no se produce incongruencia por el cambio de punto de vista del Tribunal respecto al mantenido
por los interesados, siempre que se observe absoluto respeto para los hechos, que son los únicos
elementos que pertenecen a la exclusiva disposición de las partes, si bien con la facultad del
juzgador de fijar los alegados de modo definitivo según el resultado de las pruebas» (Sentencias de
28 octubre 1970 [RJ 1970\4247]; 6 marzo 1981 [RJ 1981\902]; 27 octubre 1982 [RJ 1982\5577]; 28
enero, 16 febrero y 30 junio 1983 [RJ 1983\393, RJ 1983\1039 y RJ 1983\3698]; 19 enero 1984
[RJ 1984\353]; 9 abril y 13 diciembre 1985 [RJ 1985\1687 y RJ 1985\6526]; 10 junio 1988
[RJ 1988\4816]; 3 marzo 1992 [RJ 1992\2156]; 10 junio 1992 [RJ 1992\5118]; 24 junio, 19 octubre
y 15 diciembre 1993 [RJ 1993\5381, RJ 1993\7747 y RJ 1993\9994] y 16 junio 1994
[RJ 1994\5234])».
CUARTO.-Proyectando la doctrina jurisprudencial acabada de exponer al caso concreto de autos,
de la lectura del fallo de la sentencia recaída en primera instancia y del adicional comprendido en la
de alzada se infiere que entre las partes dispositivas de una y otra sentencia y las pretensiones de las
partes y hechos que les fundamentan concurre la racional y armónica adecuación que requiere la
jurisprudencia en orden a la existencia de la congruencia en las sentencias que demanda el artículo
359 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por lo que es de rechazar la infracción que respecto a dicho
precepto se atribuye al Tribunal «a quo» en el primer motivo del recurso. Sin embargo, como en el
pedimento b) del suplico de la demanda y por lo que respecta a los cuadernos «Sis-Set», alude a los
«referenciados en el hecho tercero de la demanda», es preciso acudir a tal hecho, en cuanto que
viene a complementar el pronunciamiento interesado en el pedimento b), y esto así, es de hacer notar
que en dicho hecho se especificaban e identificaban los veinte cuadernos objeto del litigio, hasta el
punto en que se aportaba con la demanda, un ejemplar de los mismos, con lo cual, necesario es
reconocer que los pronunciamientos condenatorios instados en el pedimento b) afectan a unos
concretos y determinados cuadernos pedagógicos, precisamente, los reseñados en el hecho tercero de
la demanda, sin permitir una extensión de la condena de manera indiscriminada, siendo
consecuencia de todo ello que la sentencia recurrida debiera haber puntualizado lo conveniente para
evitar cualquier interpretación genérica de su fallo condenatorio. Ahora bien, la ausencia de las
puntualizaciones expresadas no representan ningún género de incongruencia y deben enmarcarse
dentro del concepto oscuro y de la omisión a que se refieren los artículos 262 y 267.1 de las Leyes
de Enjuiciamiento Civil y Orgánica del Poder Judicial, respectivamente, pudiendo haber sido objeto
de aclaración de oficio o a instancia de parte, después de la firma de la sentencia, por lo que procede
entender claudicado el primer motivo del recurso, sin perjuicio de que, por vía de aclaración y para
el caso de que no prosperase ninguno de los motivos del recurso, se lleve a efecto en la presente la
pertinente puntualización.
QUINTO.-En el segundo motivo se imputa a la sentencia impugnada la circunstancia de «no
contener la menor expresión del Derecho en el que se funda», con infracción, pues, del artículo
248.3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que viene a ser una reproducción del 372 de la Ley
Procesal. Aun reconociéndose que en la dicha sentencia no se menciona ningún precepto legal, no
puede menos de reconocerse, también que, de modo implícito, está aceptando la fundamentación
jurídica de la de instancia, toda vez que su único fundamento de derecho lo fue para explicar las
razones que determinaron la adición de los pronunciamientos condenatorios al declarativo efectuado
en la sentencia del Juzgado, y como en ésta se citaron los oportunos preceptos legales y, entre ellos,
los relativos a la legislación aplicable, se está en el caso de considerar, sin necesidad de mayores
razonamientos, carente de viabilidad el motivo analizado.
SEXTO.-En el tercer motivo del recurso, acogido al ordinal 5.º del artículo 1692 del Texto Procesal,
se denuncia la infracción del artículo 2.3 del Código Civil y de la disposición transitoria primera de
la Ley de 11 noviembre 1987, sobre propiedad intelectual, al aplicar la sentencia recurrida esta Ley a
unos cuadernos editados por una y otra parte con anterioridad a la entrada en vigor de la misma,
argumentándose lo que sigue: -Según se ha señalado en el motivo precedente, la sentencia no
determina de modo expreso la normativa legal en la que pretenda hallar fundamento- y -Pero hay
razones claras para sostener que la sentencia de la Audiencia, a diferencia de lo razonado y
establecido por la de primera instancia declarando aplicable la Ley de 1879, da aceptación a
pretensiones formuladas por la parte actora en su demanda con base en la nueva Ley de 1987, aparte
del detalle revelador de que pretende condenar conjuntamente, y de modo indistinto, tanto a autores
como a editores e impresores, sin respetar la prelación de responsabilidades del artículo 45 de la Ley
1879 que impediría en todo caso que se condenara a todos los demandados acumuladamente-.
SEPTIMO.-Este motivo tercero viene a ser una variante del precedente, y de aquí, que lo razonado
acerca de la inviabilidad del mismo cabe hacerse extensivo al de ahora, sobre todo cuando, como se
dijo, en la sentencia del Juzgado se planteó y resolvió el problema de la legislación aplicable, en
definitiva, la anterior, constituida por los artículos 428 y 429 del Código Civil, la Ley de 10 enero
1879 y su Reglamento de 3 septiembre 1880, y aplicables, asimismo, los artículos 14 a 16 de la de
1987, en virtud de lo preceptuado en su Disposición Transitoria Cuarta, y esta fundamentación ha de
entenderse aceptada implícitamente por la sentencia de la Audiencia, como también se expresó. En
lo tocante a la prelación de responsabilidades del artículo 45 de la Ley de 1879, su alegación resulta
manifiestamente improcedente puesto que se trata de una cuestión que afectaría, en su caso, a los
restantes demandados que no han recurrido en casación, razón que impide su planteamiento y
discusión en el recurso, así pues, ha de reafirmarse la inviabilidad del motivo tercero.
OCTAVO.-En los dos últimos motivos del recurso, cuarto y quinto, también con sede en el ordinal
5.º del artículo 1692, se invoca, de modo respectivo, la infracción del artículo 1 y concordante de las
Leyes de Propiedad Intelectual de 10 enero 1879 y 11 noviembre 1987, y la infracción de los
artículos 45 a 47 y concordantes de la de Ley de 1879, en tanto la sentencia concede al demandante
un ámbito de exclusiva sobre los cuadernos escolares impresos que excede de lo derivable de la
normativa sobre propiedad intelectual, y en tanto el fallo añade unos pronunciamientos
condenatorios que no están respaldados por dichos artículos 45 a 47, y en el desarrollo argumental
de los susodichos motivos se razona, en síntesis, del modo siguiente: -Los demandados han
sostenido la tesis negativa de todo derecho de propiedad intelectual sobre los simples cuadernos o
libretas impresas para la práctica del cálculo o de la caligrafía de uso en parvularios como material
que no ofrece otra cosa que unas cuentas o problemas planteados para que el educando consigne el
resultado, sin el menor contenido didáctico o explicativo, por no constituir obras de autor, de
carácter científico, literario o artístico, -Está claro que las Leyes sobre propiedad intelectual se
refieren sólo a «obras» que sean resultado de una «creación» individualizada y personalizada, con
una «paternidad» en concepto de «autor»-, -No significa que todo lo reproducido por las artes
gráficas, es decir, todos los «productos» de esta industria se conviertan automáticamente en «obras»
de literatura, arte o ciencia-, -Esta distinción entre simples «productos» de la industria y «obras» de
creación literaria, artística o científica vale igualmente para la pintura o para el labrado de la piedra y
otros materiales o para su moldeo tridimensional, etc.-, -En relación a los productos de imprenta y
con referencia al artículo 1 de la Ley de 1879, una Real Orden de 21 marzo 1901 (NDL 25059),
rechazó la inscripción definitiva como propiedad intelectual de unos formularios o esquelas impresas
para participar defunciones, matrimonios y natalicios por considerar que para la protección en
concepto de propiedad intelectual no es suficiente que una obra haya sido producida o publicada,
sino que debía «ser hija de la inteligencia, ingenio o inventiva del hombre, con exclusión de lo que
por su naturaleza, uso o costumbre está fuera del derecho de una persona y es del dominio de todos»,
y se destacaba que sólo merece protección lo que es producto de la inteligencia, «circunstancia que
no puede atribuirse a las fórmulas objeto del expediente, ya que su sencillez y simple confección,
más que hijo de las facultades mentales del hombre, es un trabajo de sus sentidos»-, -Estas
consideraciones son trasladables a los cuadernos escolares de los diversos industriales que los vienen
editando y comercializando desde tiempo remoto, como material escolar de uso común y general,
según muestra que obra en autos-, -La sentencia de primera instancia delimitó, con todo acierto, el
posible alcance de la producción, limitándola a lo que formalmente pudiera considerarse original en
cada caso de realización material de un cuaderno, para consignar que en el caso presente, la
originalidad particular era tan mínima que la correlativa perspectiva de plagio quedaba enormemente
limitada, pues basta «la variación de ejemplos, dibujos, colores o diseño» para que resulte una obra
distinta basada en iguales ideas pedagógicas (párrafo 2.º del fundamento sexto)-, -La sentencia
recurrida no respetó el contenido de la de primera instancia que pretendió inadecuadamente sólo
«completar», sino que, en realidad, discrepó sustancialmente de ella, y, además, cayó en el error de
suponer que el supuesto «contenido pedagógico» de una obra impresa puede ser protegible con
carácter de exclusiva mediante la legislación sobre propiedad intelectual-, -En tiempo de vigencia de
la Ley de 1879, Baylos, en su «tratado de Derecho Industrial», decía que la propiedad industrial sí
«protege directamente ideas, soluciones, contenidos intelectuales, debidamente comunicados a la
sociedad», lo que justifica la referencia que al contestar la demanda se hizo a la Ley de Patentes de
1986, en cuyo artículo 4 se excluye la patentabilidad a los métodos matemáticos y para el ejercicio
de actividades intelectuales, y en sentido coincidente y con posterioridad a la Ley de 1987 se
pronunció Rodrigo Bercovitz en los Comentarios a la Ley de Propiedad Intelectual-, -En el caso
presente, aparte de que el contenido pedagógico o científico de los simples cuadernos impresos sea
tan mínimo como carente de originalidad, la diferencia global entre los cuadernos del actor y de los
demandados es radical, tanto en lo que se refiere a sus denominaciones, como a sus demás aspectos
de presentación gráfica, limitándose las imputaciones del actor a coincidencias aisladas en elementos
de «contenido» que no están amparados por la legislación sobre propiedad intelectual, mientras que
falta toda alegación de coincidencia formal en un solo dibujo, en una sola frase literal, etc., es decir,
una sola coincidencia en la forma concreta utilizada para la exteriorización o la visualización de las
ideas, sean éstas o no comunes o vulgares (motivo cuarto)-, -La sentencia recurrida establece unas
declaraciones de condena que no pueden fundamentarse en base legal alguna y menos en la nueva
Ley de 1987, dado que los cuadernos «Sis-Set», fueron editados con anterioridad a la misma-, Siendo de aplicación los precitados artículos 45 a 49, las declaraciones de condena añadidas al fallo
de primera instancia, carecen de fundamento legal por la doble motivación siguiente: a) Es
inadmisible cualquier pretensión de exclusiva sobre supuestos métodos o conocimientos
pedagógicos, a la vez que en modo alguno puede ser objeto de propiedad intelectual la «concepción
intelectual e intelectiva de una materia» o la «innovación pedagógica contenida en una obra», según
expresiones de la sentencia recurrida, y b) Para poder hablar de alguna posible responsabilidad es
precisa la presencia de un plagio de obra ajena, que ha de recaer sobre realidades formales concretas
y visibles que resulten significativas objetivamente para provocar una lesión real para el producto
análogo preexistente. Teniendo a la vista los «cuadernos Rubio», los «Sis-Set» y los demás de otros
editores, todos ellos para el mismo uso, con un contenido equivalente por necesidad y desprovisto de
toda genialidad, resulta totalmente reñido con el buen sentido afirmar que cualquiera de los
cuadernos «Sis-Set» en concreto constituya una copia o apropiación sustancial de otro cuaderno
«Rubio» o de tercero, según exige el diccionario para que pueda hablarse de plagio o copia servil o
que induzca a errores sobre su autenticidad, según exige la escasa Jurisprudencia sobre el tema, todo
ello en plena concordancia con lo establecido por la sentencia de primera instancia.
NOVENO.-Siendo objeto de la propiedad intelectual «las obras científicas, literarias o artísticas que
puedan darse a luz por cualquier medio», artículo 1 de la Ley 10 enero 1879, y tan amplio el
concepto de «obras» que se recoge, también, en el artículo 1 del Reglamento para su ejecución, Real
Decreto 3 septiembre 1880, al comprender en él «todos los que se producen y pueden publicarse por
los procedimientos de la escritura, el dibujo, la imprenta, la pintura, el grabado, la litografía, la
estampación, la autografía, la fotografía o cualquier otro de los sistemas impresores o reproductores
conocidos que se inventen en lo sucesivo», resulta incuestionable que los cuadernos pedagógicos
«Rubio» merecen la calificación de «obras» a cuantos efectos se derivan de la Ley indicada, tanto
más cuando no puede dejar de tenerse en cuenta que ambas sentencias, la del Juzgado y la de la
Audiencia, destacan el elemento de originalidad en los Cuadernos, al decir, de modo respectivo que
«la originalidad no es grande, ni en lo científico... ni en lo artístico... ni en lo literario... pero el
conjunto es original en tanto realización material compleja de varios elementos» y que «la
originalidad de los cuadernos del actor estriba precisamente en la estructura y en la presentación de
esos conocimientos», afirmaciones una y otra que integran, desde luego, una realidad fáctica que ha
quedado incólume al no haber sido combatida casacionalmente, como también lo es la relativa a que
el actor inscribió su derecho en el Registro de la Propiedad Intelectual, no así los demandados.
Asimismo, es de decir que resulta totalmente irrelevante la referencia que se hace acerca de figurar
excluidas de las patentes de invención «los métodos matemáticos» y «los de para ejercicio de
actividades intelectuales», artículo 4.2.a) y c) de la Ley de Patentes de 20 marzo 1986
(RCL 1986\939), ya que las propiedades intelectuales e industriales se mueven en ámbitos distintos
y no permiten equiparación.
DECIMO.-En atención a que los Cuadernos «Rubio» merecen la conceptuación de «obra» incluida
en la Ley de Propiedad Intelectual y a que han accedido al Registro correspondiente, no cabe negar a
su autor, de conformidad a los artículos 348 y 428 del Código Civil, el derecho a gozar y disponer de
los mismos a su voluntad y explotarlos en todas las variedades reconocidas en derecho,
encontrándose entre los derechos a que se extiende sus facultades dispositivas el de reproducción,
recogido expresamente en los artículos 7 y 5 de la Ley de 1879 y de su Reglamento de 1880,
respectivamente, así como en el 17 de la Ley de 1987, derecho el indicado que está íntimamente
vinculado a la noción de exclusividad de que se habla en el motivo cuarto, la cual, significa la
facultad conferida al autor para oponerse a cualesquiera otras obras que pretenden contraponerse a la
suya y resulten ser una mera e íntegra reproducción de ella, lo que doctrinal y jurisprudencialmente
se entiende por «copia servil», en definitiva, un plagio, lo que, a su vez, nos lleva al enjuiciamiento
que de ello hace la sentencia recurrida, ya que representa un punto crucial respecto a la respuesta a
dar al motivo dicho y al siguiente. El examen del fundamento único de la sentencia recurrida
evidencia que no contiene una declaración concreta acerca de la existencia de «plagio» en los
Cuadernos «Sis-Set» pero indirectamente los incluye en esa figura pues, en varias ocasiones, alude a
los «cuadernos plagiarios», ahora bien, la noción de «plagio» es, por supuesto, un juicio de valor en
función de los elementos probatorios puestos en juego pero, de por sí, no entra a formar parte de una
cuestión fáctica propiamente dicha, y, por tanto, permite su revisión casacional, tarea para la que es
obligado acudir, en primer lugar, al puro examen comparativo entre los Cuadernos «Rubio» y los
«Sis-Set» obrantes en autos, y, en segundo término, a los informes periciales practicados en los
mismos, resultando de ello que a pesar de las múltiples e innegables coincidencias existentes entre
unos y otros, los «Sis-Set» no pueden ser calificados de «plagio» respecto a los «Rubio»,
permitiendo hablar, a lo sumo, de la concurrencia de una gran semejanza, como así se estableció en
la sentencia de primera instancia.
UNDECIMO.-Una vez descartada la existencia de «plagio», la consecuencia ineludible a llegar es
que la protección registral de que goza el actor no le permite obtener los pronunciamientos
condenatorios del suplico de su demanda. Por lo que respecta a esos pronunciamientos, es de
observar que los concretos contenidos en el fallo de la sentencia recurrida no tienen acomodo
estricto en la Ley de 1879, ni siquiera en el apartado dedicado a «Penalidad», artículos 45 a 49,
aunque tal apartado parece estar conectado, más bien, a los supuestos de concurrencia con sanciones
penales, y, por supuesto los concernientes al «cese de la actividad» y a la «retirada del comercio» y a
la «indemnización» figuran comprendidos en los artículos 123, 124.1.c) y 125 de la Ley de 1987,
que, ya se dijo, no era aplicable. Las precedentes consideraciones y las expuestas en el anterior
fundamento, conducen a la conclusión de que procede acoger y estimar los motivos cuarto y quinto
del recurso interpuesto por don José N. C. y doña Rosa María M. F., declarando haber lugar al
mismo, lo cual, comporta la casación de la sentencia recurrida y la confirmación de la dictada en
primera instancia, cuyos fundamentos se dan aquí por reproducidos para evitar repeticiones
innecesarias, y, en virtud de lo dispuesto en los rituarios artículos 710 y 1715.4.º, no es de hacer
pronunciamiento expreso acerca de las costas de la segunda instancia y del presente recurso.
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TEMA 2-C: Sentencia del Tribunal Supremo de 11 de marzo de 1996
Ideas clave: Comunicación pública de obras protegidas en hoteles; concepto de comunicación
pública del artículo 20 LPI
MARGINAL: RJ 1996\2413
RESOLUCION: SENTENCIA de 11-3-1996, núm. 180/1996. Recurso núm. 2486/1996
JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil)
RESUMEN:
PROPIEDAD INTELECTUAL: actos de comunicación pública: concepto; DERECHOS DE
AUTOR: emisión en establecimiento hotelero de obra difundida por radio: ausencia de autorización
previa; indemnización de daños y perjuicios; DOCUMENTOS PRIVADOS: fotocopia de contrato
no reconocido: carece de valor y eficacia procesal; RECURSO DE CASACION: infracción de las
normas del ordenamiento jurídico: desestimación por basarse en normas de carácter reglamentario.
PONENTE: Excmo. Sr. D. ALFONSO VILLAGOMEZ RODIL
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.-La entidad recurrente (que viene condenada), «Hotel Blanco don Juan, SA», combate la
sentencia de apelación en cuanto no apreció la concurrencia del instituto de litisconsorcio pasivo
necesario que alegó en la instancia, argumentando al efecto que el espacio del «Hotel don Juan» de
Lloret de Mar, destinado a discoteca, había permanecido arrendado a tercero por el período de
tiempo comprendido entre el 1 de abril al 31 de octubre de 1988, sin que los arrendatarios hubieran
sido convocados al pleito.
La pretensión se apoya en contrato privado de arrendamiento que se aportó a los autos por medio de
simple fotocopia, que el Tribunal de Instancia no admitió como suficiente para acreditar la relación
arrendaticia invocada, lo que resulta conforme a la doctrina de esta Sala, pues tiene declarado que la
fotocopia de un documento, no reconocido de contrario y tampoco convenientemente adverada su
autenticidad, carece de todo valor y eficacia procesal (Sentencias de 17 mayo 1991 [RJ 1991\3710] y
17 febrero 1992 [RJ 1992\1264]).
No es suficiente el argumento que se emplea de encontrarse el original en otro pleito; ya que bien
pudo la parte desplegar actividad probatoria eficaz para su incorporación mediante el
correspondiente testimonio y no conculcar el artículo 602 de la Ley Procesal Civil.
Asimismo resulta irrelevante que se hubiera remitido telegrama a la Sociedad General de Autores,
dando simple noticia del arriendo.
El motivo no procede, lo que conlleva a que decaiga el segundo que denuncia infracción del artículo
20.2, a) de la Ley de Propiedad Intelectual de 11 noviembre 1987 (RCL 1987\2440), en base a que el
abono de los derechos de explotación devengados por la comunicación pública que la norma prevé y
con referencia al período del arrendamiento no correspondía a la parte recurrente.
SEGUNDO.-El motivo tercero se integra con un extenso alegato tendente a poner de manifiesto la
inadecuación del concepto y superficie de la sala de baile del hotel de referencia y aplicación de las
tarifas que reclama la Sociedad General de Autores de España por su explotación comercial, en
cuanto que la sentencia recurrida estimó y otorgó en la cuantía de 592.764 pesetas.
Se impone el rechazo inmediato de la impugnación, ya que no cumple con la exigencia que impone
el artículo 1707 de la Ley Procesal Civil, en relación al 1710.2.º
La jurisprudencia constante de esta Sala viene declarando que cuando no se hace cita de normas
concretas o sentencias que se consideren infringidas, el motivo ha de ser rechazado, aunque se
hubiera admitido, dada su acreditada incorrección casacional (Sentencias de 19 junio 1991
[RJ 1991\4524], 15 noviembre 1991 [RJ 1991\8406] y 4 enero 1994 [RJ 1994\435]), y con mayor
razón si se lleva a cabo una crítica a la función valorativa de la prueba a cargo de la Sala
sentenciadora, para aportar la propia e interesada.
De esta manera no resulta procedente basarse en posible infracción de las tarifas a aplicar por la
Sociedad General de Autores de España, al tratarse de disposiciones exclusivamente reglamentarias
(Sentencias de 20 septiembre 1989 [RJ 1989\6326], 25 enero 1991 [RJ 1991\340], 27 mayo 1991
[RJ 1991\3837], 25 julio 1991 [RJ 1991\5420] y 30 noviembre 1991). Aunque procediera su
alegación por encuadre dentro del ordenamiento jurídico que contempla el artículo procesal 1692 en
su número cuarto, al tratarse de norma de rango reglamentario debe citarse relacionada con precepto
legal sustantivo, que sirva de precisa cobertura casacional.
TERCERO.-La sentencia recurrida contiene un pronunciamiento condenatorio plural en base a la
comunicación pública, llevada a cabo en los departamentos del hotel, que define el artículo 20 de la
Ley de Propiedad Intelectual, fijándose la indemnización en razón a las condiciones de los espacios
objeto de la explotación comercial, y así se condenó a la sociedad que recurre al abono de 1.742.752
ptas. por la discoteca, 592.764 ptas. por el salón de baile, 2.465.949 ptas. por amenización a medio
de aparatos reproductores de sonido (no de imagen, televisión y vídeo) en vestíbulo y otras
dependencias hoteleras y 3.807.000 pesetas como indemnización por duplo de los derechos
devengados, según Tarifas de aplicación, dada la ausencia de toda autorización previa.
El motivo cuarto contiene denuncia casacional de haberse producido vulneración interpretativa del
apartado f) del referido artículo 20.2.º de la Ley de Propiedad Intelectual, al plantear problemática de
pago de derechos de autor por las emisiones de radio en las dependencias abiertas al público en
negocio comercial y, por tanto, sí cabe su calificación como comunicación pública, sosteniéndose la
tesis negativa.
El alegato no es de recibo. En primer lugar, lo que tiene en cuenta el artículo 20 para que se dé
comunicación pública son aquellos actos en los que una pluralidad de personas pueden tener acceso
a la obra creativa y en lugar accesible al público, por lo que no se precisa una concurrencia
simultánea, sino que puede ser sucesiva -tratándose de habitaciones-, siempre que quepa la
comparecencia plural y aleje situación de utilización exclusivamente privada. El artículo 17 de la
Ley especial 22/1987 consagra el derecho del autor a la explotación exclusiva de su obra, de tal
manera que no pueden realizarse sin su consentimiento actividades que representen reproducción,
distribución, transformación y comunicación pública de lo creado por su talento e inspiración
artística.
En este sentido no procede hacer distinción entre las dependencias destinadas en el hotel a vestíbulo
y las que sirven de dormitorios, pues la Ley no lo contempla y sin dejar de lado la nota de
privatividad de las habitaciones, en cuanto son ocupadas en un determinado momento por persona
concreta y ello no impide ni aminora el concepto de hogar exclusivo, no es permanencial desde el
momento en que cabe el acceso, más o menos dilatado a lo largo del tiempo, de otras personas que
utilizan y disfrutan las instalaciones reproductoras de sonido, conforme un servicio más de los
prestados y que se integra en la propia estructura de explotación comercial del establecimiento. A
estos efectos el artículo 20.1, párrafo segundo, comprende todos los ámbitos, no estrictamente
domésticos que estén conectados o integrados en una red de difusión de cualquier tipo, para
considerar pública la comunicación.
Los derechos indemnizatorios derivados de comunicación pública no autorizada por amenización,
que en el presente caso se refieren a establecimiento hotelero, han tenido acceso al Tribunal
Constitucional, que por Auto de 9 mayo 1995 (Pleno) declaró la constitucionalidad de los preceptos
que se dejan mencionados, 17 y 20.1 de la Ley de Propiedad Intelectual y su no contradicción con el
artículo 33.1 de la Constitución (RCL 1978\2836 y ApNDL 2875) que reconoce el derecho a la
propiedad privada.
La Sentencia de esta Sala de 19 julio 1993 (RJ 1993\6164) (estimatoria del recurso que planteó la
Sociedad General de Autores de España), sienta que la norma especial 20.2, f) -que se aduce como
infringida-, deriva del Convenio de Berna de 9 septiembre 1886, revisado en París el 24 de julio de
1971 y que España ratificó a medio de Instrumento de 2 julio 1973 (RCL 1974\733, 2205 y NDL
25115) (BOE de 30 de octubre de 1974), cuyo artículo 11 bis.1 concede a los autores el derecho de
autorizar, entre otros, la comunicación pública mediante altavoces o cualesquiera otros instrumentos
análogos trasmisores de signos, sonidos o de imágenes de la obra radio difundida, con lo que del
pago de las tarifas correspondientes no se eximen los receptores de las emisiones de obras con
amparo legal, por todo lo cual la prestación dineraria que se impone a la sociedad recurrente alcanza
la debida justificación, atendiendo a la base fáctica firme que la apoya, ya que como declaró la
sentencia mencionada, la utilización gratuita por extraños con fines lucrativos supondría
enriquecimiento no justificado.
El motivo se desestima.
CUARTO.-El último motivo también corre suerte de rechazo, al alegarse vulneración del artículo
1101 del Código Civil en razón a la sanción económica que fija la sentencia de apelación y
corresponde al duplo de los derechos por utilización, careciendo de la necesaria autorización previa.
La Sala sentenciadora no aplicó el referido artículo 1101, ya que no medió relación contractual
acreditada entre los litigantes. Decretó el abono de 3.807.000 pesetas, que resulta adecuado en base
al artículo 123 de la Ley de Propiedad Intelectual, pues otorga indemnización de daños y perjuicios,
en dimensión de morales, que refiere el precepto 125 y procede en todo caso, «aun no probada la
existencia de perjuicio económico», con lo que la sanción tarifada por la Sociedad General de
Autores de España, viene a conformar directriz indemnizatoria de los daños morales reclamados.
La recurrente no cuestionó ni impugnó la tarifa de referencia, ya que sólo discute los conceptos
aplicados, por lo que practicó liquidación unilateral, intentando abonar lo que estimó adeudaba y no
lo que legalmente le correspondía, con lo que se produjo rechazo de su cobro.
La cantidad que queda establecida como derecho tarifado en función indemnizatoria la reputa la
sentencia como justificada y probada en base al informe pericial practicado, por lo que no procede
hacer supuesto de la cuestión.
QUINTO.-La desestimación del recurso ocasiona la imposición de las costas al litigante que lo
planteó, conforme al artículo 1715 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, con la pérdida del depósito
constituido.
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TEMA 2-D: Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de julio de 1993.
Ideas clave: Comunicación pública de obras protegidas en bares; tenencia de un aparato de
televisión en un establecimiento de hostelería; concepto de comunicación pública del artículo
20 LPI.
MARGINAL: RJ 1993\6164
RESOLUCION: SENTENCIA de 19-7-1993, núm. 775/1993. Recurso núm. 1528/1991
JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil)
RESUMEN:
PROPIEDAD INTELECTUAL: concepto, naturaleza, contenido y finalidad; DERECHOS DE
AUTOR: existencia: explotación de local abierto al público -bar- donde se ofrecen audiciones
televisivas. DAÑOS Y PERJUICIOS: existencia.
PONENTE: Excmo. Sr. D. JAIME SANTOS BRIZ
TEXTO:
La Sociedad General de Autores de España formuló demanda, en juicio ordinario de menor cuantía
sobre declaración de derechos, contra don Juan O. F.
El Juzgado de Primera Instancia núm. 4 de Logroño dictó Sentencia estimatoria de la demanda el
10-1-1991.
En grado de apelación, la Audiencia, revocando la sentencia del Juzgado, desestimó la demanda.
El TS declara haber lugar al recurso, casa y anula la sentencia dictada por la Audiencia y, en su
lugar, confirma la dictada por el Juzgado.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.-En la demanda origen del juicio de menor cuantía del que dimana el presente recurso de
casación se suplicó por la «Sociedad General de Autores de España» («SGAE») se declare que el
demandado don Juan O. F., titular del bar denominado «Hobijo», en Logroño, está obligado a
obtener de la entidad demandante, en su calidad de representante legal de los titulares de derecho de
autor la previa y preceptiva autorización de comunicación pública de obras en el establecimiento de
su titularidad, suscribiendo el contrato correspondiente; y se le condene a indemnizar a la actora los
daños y perjuicios derivados de la comunicación pública no autorizada y efectuada en el citado
establecimiento de las obras difundidas, desde al menos cinco años, cuya cuantía se calculará en
período de ejecución de sentencia, de acuerdo con las tarifas generales de la demandante. Estas
peticiones fueron íntegramente estimadas por el Juez de 1.ª instancia; no así por la sentencia
recurrida que previo recurso de apelación desestimó la demanda. Consideró la Sala «a quo»,
partiendo de la legitimación de la demandante, que no ha sido discutida en el presente recurso de
casación, e interpretando el art. 20 de la Ley de Propiedad Intelectual, de 11-11-1987 (
RCL 1987\2440), en relación con las normas internacionales que cita, en especial el art. 11 bis, 1.3.º
del Convenio de Berna de 9-9-1886, revisado en París el 24-7-1971 y ratificado por España el 2-71973 (RCL 1974\733, 2205 y NDL 25115), que la comunicación simbólica mediante altavoz o
mediante cualquier otro instrumento análogo transmisor de signos de sonidos o imágenes sólo puede
entenderse en el sentido de gravar no a los receptores, ubicados aunque sea en bares públicos, sino a
los emisores de las obras que realizan la comunicación pública, bien sean los Centros de televisión o
radio, únicos realmente beneficiados, y que ya abonan los correspondientes derechos de autos.
Consecuentemente fue desestimada la demanda en segunda instancia, como ya se deja indicado.
SEGUNDO.-Los hechos básicos de que parten ambos juzgadores de instancia, realmente no
discutidos en la litis pero de decisiva influencia al resolver este recurso y que no han sido
particularmente impugnados, son en esencia los siguientes: a) El demandado señor O. F., titular del
referido bar «Hobijo», abierto al público, tiene instalado en él, un televisor de 25 pulgadas, con
imagen en color; establecimiento que viene explotando de forma personal y directa desde hace más
de cinco años. b) El aparato televisor mencionado está instalado en el bar desde su apertura, aparato
ubicado en la zona de atención al público, aunque el demandado declaró que no lo tiene
permanentemente encendido, sino sólo cuando lo solicitan los clientes. c) La finalidad que persigue
el demandado, según confesó, con la instalación de dicho televisor es la dar un servicio más a sus
clientes. d) El demandado recurrido es el único titular del citado establecimiento, del que ya era
dueño antes de contraer matrimonio en julio 1969, cuyo matrimonio se separó, previo juicio seguido
en el Juzgado de 1.ª instancia núm. 1.º de Logroño (Autos 515/1986).
TERCERO.-El recurso de casación se basa en dos motivos con apoyo ambos en el núm. 5.º del art.
1692 de la Ley de Enjuiciamiento Civil; denunciando en el primero de ellos la infracción del art.
20.2.f), en relación con el art. 17, ambos de la Ley 22/1987, de 11 noviembre, de propiedad
intelectual, y en el segundo se denuncia la infracción del art. 11.bis, 1.3.º del Convenio de Berna, de
9-9-1886, para la protección de las obras literarias y artísticas, revisado en París el 24-7-1971 y
ratificado por España el 2-7-1973 (Boletín Oficial del Estado núm. 260, de 30-10-1974). Ambos
motivos, y con ellos el recurso, han de ser estimados, partiendo de los hechos acreditados que se
hacen constar en el anterior apartado de estos fundamentos de derecho. Así, efectivamente, resulta
de las siguientes consideraciones: a) En primer lugar la llamada en nuestro ordenamiento «propiedad
intelectual» denota ya por su designación que es un derecho que crean sus autores sobre el que, de
conformidad con los arts. 348 y 428 del Código Civil, tienen derecho a gozar y disponer del mismo a
su voluntad, y explotar su obra literaria, científica o artística, en todas las variedades que la vigente
legislación reconoce. Lo que no obsta a que, aparte de esa consideración principalmente patrimonial
de tal derecho, éste se considere por la moderna doctrina como de carácter incorporal y
manifestación de la personalidad del respectivo autor, pues se trata de un goce distinto del que se
tiene sobre las cosas puramente corporales; debiendo distinguirse, por lo tanto, un derecho moral del
autor y un derecho patrimonial del mismo. b) Tal derecho tiene un contenido no sólo de satisfacción
interna de su autor, sino que externamente está destinado a la difusión de la obra producida entre el
público, contribuyendo, entre otros fines, a la formación cultural y lúdica de éste, constituyendo la
obra intelectual en sus variadas formas una propiedad tan legítima y respetable como las demás que
el derecho reconoce, según ya de antiguo declaró esta Sala (S. 6-10-1915). c) Por todo ello, el reflejo
que en la normativa vigente tiene el derecho de propiedad intelectual persigue conceder al autor el
derecho de explotación de la misma, traducido, en lo que ahora se discute -art. 20, 2.f), de la Ley de
11-11-1987- en «la emisión o transmisión, en lugar accesible al público mediante cualquier
instrumento idóneo, de la obra difundida por radio o televisión». Norma esta a su vez previamente
establecida en el Convenio de Berna, redacción indicada, que en su art. 11.bis.1 atribuye a los
autores intelectuales no sólo la radiodifusión de sus obras o su comunicación pública por cualquier
medio y toda comunicación pública, con hilo o sin hilo, de la obra radiodifundida o televisada, sino,
en cuanto ahora interesa, «la comunicación pública por altavoz o por cualquier otro instrumento
análogo transmisor de signos, de sonidos o de imágenes de la obra radiodifundida o transmitida». d)
Por consiguiente, es claro que la distinción que hace la Sala «a quo» entre receptores en lugares
públicos y emisoras de las obras carece de base convincente a los efectos de estar exentos aquéllos
del pago de derechos y gravar sólo a éstos con ellos, y es así porque según el art. 20 de la Ley de
1987 es comunicación pública todo acto por el que una pluralidad de personas pueden tener acceso a
la obra sin previa distribución de ejemplares, y en esta dicción legal cabe tanto la emisión original
como la recepción que facilita su conocimiento, dado que sin la una o sin la otra la actividad
creadora del autor no se difundiría entre los oyentes o televidentes, constituyendo, ambos momentos
inicial y último del proceso comunicativo. e) La prestación dineraria que incumbe a personas como
el demandado recurrido se justifica, además, porque suponiendo la creación de obras artísticas de
cualquier clase un esfuerzo por parte de sus autores, unido a aptitudes especiales en ciertas clases de
obras que implican emanaciones de la personalidad y preparación del creador, su utilización gratuita
por extraños con fines lucrativos supondría un enriquecimiento injusto, en cuanto que, como declaró
el propio recurrido y se deduce de su postura en la litis, la emisión de la propiedad intelectual ajena
la tiene como uno de los servicios que presta a sus clientes, y, por tanto, integra un medio lucrativo
por el que es de justicia que satisfaga la contraprestación correspondiente. Tal es, sin duda, el
propósito del legislador nacional y del derecho comparado, pues de otra forma se desequilibrarían
las recíprocas prestaciones nacidas, por el mero hecho de la recepción, entre quien dispone del
trabajo creativo de un tercero, para incrementar su clientela y en definitiva su patrimonio, y el dueño
de la obra, que tiene evidente derecho a su exclusiva explotación.
CUARTO.-El criterio que se deduce de las precedentes consideraciones queda corroborado
atendiendo a una interpretación sistemática y lógica de las normas aplicables, claramente redactadas
en lo que ahora interesa. Así el carácter exclusivo de los derechos de autor para autorizar «toda
comunicación pública, sea por hilo o sin hilo», de la obra radiodifundida, sea por altavoz o de
cualquier otro modo, comprendiendo sonidos e imágenes (Convención de Berna, art. 11.bis.1), y el
corresponder al autor, según el art. 17 de la Ley de Propiedad Intelectual, «el ejercicio exclusivo de
los derechos de explotación de su obra en cualquier forma» y en especial su «comunicación pública
y transformación; que no podrán ser realizadas sin su autorización, salvo en los casos previstos en la
presente ley»; son expresiones literales que no ofrecen duda y a ellas hay que atender en primer
lugar según el art. 3.º1 del Código Civil; sin tergiversar su sentido y llegar a una interpretación
«contra legem», toda vez que la frase que se utiliza en ambas normas internacional e interna de
«obra radiodifundida» o «de obra difundida» no indica una expresión referida exclusivamente a
supuestos específicos, sino que tiene el sentido de generalidad como uno de los caracteres de las
leyes, que ha de ser compatible en este caso con el citado art. 17 y con la emisión o transmisión en
lugares accesibles al público mediante cualquier instrumento idóneo «por radio o televisión». Todo
ello aplicado a efectos de la reclamación efectuada en la demanda a los actos y en las circunstancias
que detalladamente fijan las tarifas de la entidad recurrente, que como ya se indicó no han sido
discutidas en la litis, ni en este recurso, tanto en cuanto a su existencia y vigencia como en su
aplicación al supuesto litigioso ahora contemplado. Se verifica así una interpretación de dichas
normas no sujeta a una tesis doctrinal determinada, sino a través de criterios puramente objetivos,
partiendo como primero de ellos del texto literal de las normas y de su engranaje sistemático
reveladores de la «mens legis», y de la finalidad que persigue y el ambiente social en que se efectúa.
Lo que corrobora a su vez, a modo de una interpretación auténtica, la Orden Ministerial de 15-61959 (RCL 1959\947 y NDL 25105), no derogada, que menciona el recurso, en el sentido de que no
hay una duplicidad de derechos de autor, puesto que reiterando lo dicho se trata de supuestos de
hecho completamente diferentes que el legislador contempla con independencia, cuales son las
radiodifusión, la retransmisión, y la comunicación pública por altavoz o elementos transmisor de
sonidos o de imágenes; ni sería equitativo hacer pesar únicamente sobre la emisora de radio o de
televisión la relación económica con los titulares de la propiedad intelectual utilizada, prescindiendo
del hecho de la retransmisión en cadena a otras emisoras o de su utilización pública por medio de
receptores, cada uno de cuyos actos produce por sí mismo una propia difusión o publicación de la
obra intelectual de distinta naturaleza, excluyendo por supuesto como hace expresamente la Ley
vigente (art. 20.1, párr. 2) las comunicaciones que se celebren dentro de un «ámbito estrictamente
doméstico que no esté integrado o conectado a una red de difusión de cualquier tipo»; revelando así
estas puntualizaciones la sujeción al régimen general de cualquier otra comunicación.
QUINTO.-Consecuencia de todo lo expuesto, y dadas las circunstancias fácticas acreditadas en
autos, de las que han partido ambos juzgadores de instancia, el demandado que explota un local
abierto al público al que ofrece audiciones televisivas desde hace más de cinco años, viene obligado
a satisfacer a la actora recurrente los derechos correspondientes según las tarifas generales de la
demandante, y siempre que las mismas sean de aplicación a las circunstancias acreditadas; con una
cuantía de la reclamación que no ha sido concretada con anterioridad, aunque cabe afirmar que a lo
largo de cinco años al menos se han seguido sin interrupción las emisiones o transmisiones
televisivas, en local accesible al público, de los actos de comunicación que detalladamente enumera
el art. 20.2 de la Ley vigente sobre propiedad intelectual. Siendo de concretar que los derechos
reclamados en cuanto vencidos, debidos y no satisfechos a la actora significan los «daños y
perjuicios» a que se refiere en su demanda, cuya existencia por lo tanto consta de lo afirmado por la
actora y aceptado por el demandado y constando, se reitera, la existencia e impago de esos derechos
tarifarios es como puede en ejecución de sentencia determinarse su cuantía según las tarifas
generales de la demandante y recurrente aplicables a los supuestos en que haya incurrido el
demandado, cuestión que no ha sido objeto de discusión en este juicio.
SEXTO.-La estimación del recurso impone a esta Sala, conforme al art. 1715, núm. 3.º, de la Ley
de Enjuiciamiento Civil, resolver lo que corresponda dentro de los términos en que aparece
planteado el debate; lo que en realidad se ha llevado a efecto en los anteriores apartados de esta
sentencia, cuya conclusión es llegar a identificar su criterio con la estimación de la demanda al modo
como resolvió el Juez de primera instancia; debiendo su fallo, por consiguiente, ser confirmado,
previa casación de la sentencia aquí recurrida. Todo ello sin declaración expresa de costas de
segunda instancia y pagando cada parte las suyas en este recurso de casación.
**********
TEMA 2-E: Sentencia del Tribunal Supremo de 29 de junio de 1995
Ideas clave: Obra audiovisual: determinación de los autores.
MARGINAL: RJ 1995\5268
RESOLUCION: SENTENCIA de 29-6-1995, núm. 675/1995. Recurso núm. 649/1992
JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil)
RESUMEN: PROPIEDAD INTELECTUAL: DERECHOS DE AUTOR: autoría o
coautoría de obra audiovisual: improcedencia: autor de los textos básicos con cuya
selección un tercero confeccionó el guión, eligió la música y la forma de narración, y
montó la filmación: reconocimiento de su colaboración en los créditos de salida de los
programas de la serie: inexigibilidad contractual de su mención en otra forma.
CONTRATOS: INTERPRETACION: función del juzgador de instancia: prevalencia de
no resultar ilógica.
PONENTE: Excmo. Sr. D. ALFONSO BARCALA TRILLO-FIGUEROA
TEXTO:
Los antecedentes necesarios para el estudio de la sentencia se relacionan en su primer fundamento de
derecho.
El actor interpuso recurso de casación contra la Sentencia dictada el 10-12-1991 por la Sección 5.ª
de la Audiencia Provincial de Sevilla, confirmatoria de la pronunciada el 18-1-1990 por el Juzgado
de Primera Instancia núm. 4 de Sevilla.
El TS declara no haber lugar al recurso interpuesto.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.-Don Isidoro M. N. promovió juicio declarativo de menor cuantía contra la sociedad
«Arco Producciones Cinematográficas, SA», sobre vulneración del derecho de autor, reivindicación
del reconocimiento de la condición de autor y reparación del daño causado, pretendiendo que la
sentencia a dictar contuviera los siguientes pronunciamientos: 1) Ordena el cese de la actividad
ilícita consistente en la aparición, en los títulos de crédito de los programas de la serie «De año en
año» producida por la demandada, del actor como responsable de la documentación de la misma, en
vez de como responsable del asesoramiento científico y elaboración de los textos, y ello mediante la
orden de suspensión de cualquier divulgación o explotación de la misma, y, en concreto, la que
actualmente realiza «Televisión Española», así como la prohibición de reanudar cualquier otra. 2)
Declare el derecho del actor a ser reconocido como asesor científico y autor de los textos de la obra
audiovisual y a no serlo como responsable de la documentación de la misma. 3) Declare la
obligación de la entidad demandada de proceder a poner de manifiesto lo anterior mediante la
supresión de referencia al actor en los títulos de crédito de la obra como responsable de la
documentación, y su inclusión en la cabecera de dichos títulos en caracteres similares a las del resto
de las personas que la componen como asesor científico y autor de los textos, todo ello mediante la
modificación de la versión definitiva de la obra audiovisual. 4) Declare la obligación de la
demandada de reparar los daños que ha inferido al autor mediante la publicación a su costa de
anuncios o información en los que explicite el carácter de la participación del actor en la obra, en los
periódicos y revistas estatales de mayor tirada, en las publicaciones especializadas en información
sobre programación televisiva, y en el mismo medio de difusión en que se divulgó la obra. 5)
Declare la obligación de la demandada de abonar al actor en concepto de indemnización del daño
moral la cantidad de treinta millones de pesetas o aquella otra que el juzgador estime procedente, y
6) Condene a la demandada a estar y pasar por todo lo anterior y al pago de las costas, cuyas
pretensiones tenían su apoyo en las alegaciones fácticas que, en síntesis, se exponen a continuación:
-Con fecha 9 de diciembre de 1987, el actor y la entidad demandada suscribieron un contrato de
arrendamiento de servicios, cuyo objeto era el asesoramiento científico y la elaboración de los textos
de una obra audiovisual consistente en el capítulo piloto de una serie televisiva que, bajo el título
genérico de «De año en año», habría de emitir «Televisión Española», respondiendo sus cláusulas al
siguiente tenor: Primera. Don Isidoro M. N. queda contratado por la Productora para prestar los
servicios en calidad de «Asesor Científico y Guionista» en los espacios correspondientes a producir
por la productora, con el título provisional de capítulo piloto de la serie «De año en año» como obra
concreta y determinada. Segunda. El plazo de vigencia del presente contrato es desde el día de la
fecha, hasta aquél en que se concluya la obra o servicios concretos del citado programa para los que
ha sido contratado. Tercera. Como remuneración a los servicios prestados el Contratado percibirá la
cantidad de doscientas cincuenta mil por programa. De dicha cantidad se le harán las retenciones
correspondientes al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y se incrementará con el
Impuesto sobre el Valor Añadido correspondiente. Cuarta. La Seguridad Social correrá por cuenta
del contratado dada su condición de profesional autónomo. Quinta. La Productora se reserva la
facultad de disponer de un seguro de accidentes. Sexta. La Productora se reserva expresamente el
derecho de vender, comercializar, difundir o emitir libremente el espacio reseñado en el presente
contrato. Séptima. En el supuesto de desplazamiento, el Contratado percibirá la cantidad de 6.500
pesetas, para atender a las consecuentes dietas de viaje y gastos de locomoción. Octava. El
Contratado cede y transfiere a la Productora, sin reserva de ningún género, ni limitación de tiempo
alguno, los derechos de Propiedad Intelectual e Industrial que le correspondan o pudieran
corresponderle por el trabajo para el que es contratado, así como cualquier derecho de
comercialización o de imagen que se deriven por razón de su participación en el programa, referidos
a su difusión y explotación nacional o extranjera. Novena. El presente contrato no generará situación
de fijeza y Décima. En todo lo no expresamente, convenido en este contrato se estará a lo dispuesto
en la legislación vigente-, -El contrato quedó prorrogado para un total de 13 capítulos o programas
tras la aceptación por parte de «Televisión Española» del capítulo piloto, en virtud del Anexo que
contenía-, -Con posterioridad las partes suscribieron nuevo contrato, idéntico al anterior en todo,
excepto en el hecho de denominar la participación del actor con el rótulo de «Asesor Científico y
Textos», pero a pesar del cambio de denominación, las tareas encomendadas al autor eran las
mismas: selección de las fiestas locales objeto del programa y elaboración de los textos literarios de
análisis antropológico de dichas fiestas, que serían las que dieran cuerpo al desarrollo narrativo de
los capítulos, tanto en su lenguaje oral como cinematográfico, -El actor cumplió el encargo
establecido realizando una propuesta temática, elaborando los textos escogidos que entregó a la
productora y asistiendo a las filmaciones, a fin de prestar la colaboración necesaria para la
realización de las obras-, -Realizado el programa piloto con el título de «El Jarramplas», le fue
entregado al actor una cinta de vídeo que lo recogía, para que le conociera y manifestara las
observaciones pertinentes, quedando satisfecho ya que el apartado literario resultaba de gran
fidelidad al texto por él elaborado, y desde el punto de vista de su responsabilidad como coautor de
la obra audiovisual, quedaba digna y expresamente recogido al figurar en los títulos de crédito de
entrada de la obra su nombre y la función desempeñada (asesor científico y textos) en sexto lugar y
con caracteres similares a la de los restantes responsables y coautores de la misma-, - Sin embargo,
cuando el 14 de julio de 1989 se emitió el primer programa por el canal 1 de «Televisión Española»
se había cambiado substancialmente en los títulos de crédito la reseña del autor, en el sentido de
eliminarle de la cabecera o entrada y desplazarlo al cuarto puesto de los títulos de salida que
aparecen al final del programa, reduciendo el tamaño de los caracteres con los que se le citaba y
calificando su participación con el título de «documentación», y tal cambio supuso una indudable
modificación de la manifestación de la autoría de la obra que entrañaba un incumplimiento parcial
del contrato en detrimento de sus derechos y en perjuicio de legítimos intereses del mismo- y - Al
tener conocimiento del hecho repetido en ocasión de la emisión de los tres programas posteriores
con periodicidad semanal, el actor envió el 7 de agosto cartas, por conducto notarial, al Director de
«Radio Televisión Española», y al Presidente de «Arco», denunciando el hecho, comunicando los
argumentos de su disconformidad y requiriendo su inmediata rectificación, pero los requerimientos
no fueron atendidos y continuó la emisión de los programas en los términos indicados. El Juzgado de
Primera Instancia número Cuatro de Sevilla, por Sentencia de 18 enero 1990, y con desestimación de
la demanda, absolvió a la sociedad demandada de las peticiones contra ella formuladas, que fue
confirmada por la dictada, en 10 diciembre 1991, por la Sección Quinta de la Ilma. Audiencia
Provincial de la expresada capital. Y es esta segunda sentencia la recurrida en casación por don
Isidoro M. N. a través de la formulación de doce motivos amparados en el ordinal 5.º del artículo
1692 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, a excepción de los motivos tercero y séptimo que se
residencian en el ordinal 4.º del mismo respecto, en su redacción anterior a la Ley 10/1992, de 30
abril (RCL 1992\1027).
SEGUNDO.-Procede estudiar, en primer lugar, los motivos tercero y séptimo del recurso, en razón
a invocarse en ellos un error en la apreciación de la prueba, viniendo a argumentarse,
resumidamente, lo que sigue: -En el motivo, tercero se reseñan como documentos acreditativos del
error: los textos elaborados por el señor M. N. en cumplimiento del contrato de 9 de diciembre de
1987 (documentos números 4 al 16 de la demanda) los guiones de la versión definitiva de la obra
audiovisual (documentos números 4 al 16 de la contestación) y las cintas videográficas de tal obra
(unidas como tales a las actuaciones), cuya lectura comparativa demuestran la equivocación del
juzgador al no considerar tales textos como el argumento de la obra audiovisual-, -Es de admitir, a la
luz del artículo 87.2 de la Ley de Propiedad Intelectual (RCL 1987\2440), la diferenciación de cuatro
clases de posibles antecedentes literarios inmediatos de la obra audiovisual: argumento, adaptación,
guión y diálogos-, -Sin embargo, puesto que ni la Ley, ni ningún otro texto legal, ofrece un concepto
técnico-jurídico de lo que haya de entenderse por argumento y por guión, es necesario acudir a las
concepciones socioculturales de tales instrumentos, y así: El Diccionario de Casares define
«argumento», como asunto del que se tata en una obra, y «guión», como argumento para una obra de
cinematógrafo con todos los pormenores para su realización, y similar definición ofrece el
Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia. También María Moliner, en su Diccionario
conceptúa el «argumento», como parte narrable de una obra literaria, una película, etc., y, el
«guión», como texto que contiene todo el desarrollo de una película: plano, decorado, personajes,
luces, diálogos, etc., el cual sigue el director durante el rodaje-, -Es decir, el argumento constituye un
texto previo al guión, mientras que éste, incorpora aquél completándolo con los elementos técnicos
propios del lenguaje fílmico a utilizar-, -La lectura de los documentos probatorios pone de
manifiesto que los textos elaborados por el actor mantienen tan íntima y directa relación con el
contenido final de la obra audiovisual, que no queda sino calificarlos como el argumento o guión
literario (pre-guión) de la misma-, -En realidad, la sentencia recurrida reconoce la materialidad de lo
expresado cuando indica que: «Doña Pilar T., partiendo de los textos elaborados por el actor,
seleccionaba los que estimaba más adecuados y confeccionaba sus propios textos, eligiendo la
música y la forma de narración de los distintos capítulos», lo que ocurre es que después no culmina
la deducción lógica inevitable de concluir declarando que por todo ello los textos constituyen el
argumento o guión literario de la obra audiovisual- y -Tal deducción no constituye materia técnicojurídica pero entra obviamente en la esfera de análisis de los hechos que ha de efectuar el juzgador
con los elementos que su propio acervo cultural le proporciona (motivo tercero)-, -El documento que
se cita en el motivo séptimo es la cinta videográfica que contiene el programa piloto denominado «El
Jarramplas», documento número 17 de la demanda, cuya existencia no ha sido tenida en cuenta en la
sentencia recurrida- y -La visión de tal documento patentiza que la productora reconocía en el
momento de su elaboración la obligación de señalar al actor como asesor científico y autor de los
textos de la serie de los créditos de entrada o cabecera- (motivo séptimo).
TERCERO.-En relación con el motivo tercero, verdaderamente el Tribunal «a quo» no dejó de
reconocer la autoría del señor M. N. respecto a los textos que sirvieron para confeccionar los propios
de la obra audiovisual, es decir, el guión de la misma, de manera que aquellos textos iniciales
vinieron a constituir el argumento o guión literario (pre-guión) de la obra dicha, y ello, no sólo
resulta de la afirmación que contiene el fundamento de derecho tercero de la sentencia recurrida,
concerniente a que la señora T. partió de los textos elaborados por el actor, sino también, de cuantas
consideraciones se hacen en ese fundamento y en los segundo y cuarto de la sentencia, por lo que, en
realidad, no es posible apreciar en semejante extremo error alguno en la apreciación de la prueba por
el meritado Tribunal, sin que dicho error pueda consistir, como también pretende la parte, en que el
Tribunal no culminara su razonamiento con la deducción de declarar explícitamente que los textos
así elaborados constituían el argumento o guión literario de la obra audiovisual, puesto que ello no
constituiría objeto de ninguna apreciación errónea de índole probatoria sino, más bien, omisión de un
juicio de valor partiendo del elemento probatorio de que los textos del actor representan la base de
los confeccionados por la señora T. para la obra audiovisual, lo cual, por otro lado, no deja de haber
sido reconocido en la sentencia recurrida.
CUARTO.-Por lo que respecta al vídeo que recogía el programa piloto denominado «El
Jarramplas», dicho documento no hizo sino venir a reproducir la cláusula primera del contrato del 9
de diciembre de 1987 acerca de que el actor fue contratado para prestar los servicios en calidad de
«asesor científico y guionista», particular que siempre fue admitido y reconocido por el Tribunal «a
quo», y además, no cabe olvidar que aquel vídeo se refería a un programa piloto y que la cuestión
litigiosa versó sobre la obra audiovisual, para la cual, resulta innegable que en el contrato «nada se
convino acerca del concepto, listas de crédito, forma y caracteres, en que el actor debía figurar en los
títulos de crédito de la filmación audiovisual», como así se resaltó en el cuarto fundamento de la
sentencia recurrida, y es más, el contrato no contenía ninguna estipulación, ni explícita, ni implícita,
sobre la forma en que la participación del señor M. debería ser recogida en la serie, por todo lo cual,
tampoco es posible atribuir al tan repetido Tribunal «a quo» error en la valoración probatoria, en los
términos pretendidos en el motivo séptimo, lo que determina la claudicación del mismo, al igual que
el anteriormente examinado, el tercero.
QUINTO.-Los motivos primero, segundo, cuarto, quinto y sexto deben estudiarse conjuntamente
por la relación existente entre ellos, en los que se alegan como infringidos los siguientes artículos de
la Ley de Propiedad Intelectual: 88.1, párrafo 1.º (por interpretación errónea), 10, tanto del primer
párrafo de su apartado 1, como del apartado a), incisos tercero y quinto (por interpretación errónea),
87, apartado 2 (por interpretación errónea), 14, epígrafe 3.º (por inaplicación) y 123, párrafo
primero, en relación con el 14, epígrafe 3.º (por inaplicación), y el desarrollo argumental de tales
motivos responde, en extracto, a cuanto se expone a continuación: -A tenor del artículo 88.1, párrafo
1.º, el contrato de producción cinematográfica es el realizado entre el productor y los autores y otros
intervinientes en la obra, pero no entre el productor y aquel que le encomienda la producción-, -La
Sala sentenciadora precisa en el fundamento de derecho segundo que por el contrato de 22 de abril
de 1987, «Televisión Española» encargó a la productora la elaboración del proyecto y capítulo piloto
de la serie de autos, esto es, una obra audiovisual específica, y establece con igual claridad que por el
contrato suscrito entre las partes, la productora encargó al actor el asesoramiento científico y la
realización de unos textos de los que habría de partir la señora T. para la confección de los guiones-,
-La Sala sentenciadora yerra, por tanto, en la interpretación de la naturaleza y contenido del
denominado contrato de producción cinematográfico al hacerlo también en la de la norma que lo
regula, lo que le hace rechazar la tesis del recurrente cuando califica como tal al suscrito en 9 de
diciembre de 1987, aun teniendo en cuenta que su naturaleza es completa ya que siendo su
contenido, por una parte, propio del de producción cinematográfica en tanto en cuanto obliga al
señor M. a la elaboración de los textos de la futura obra audiovisual, lo es, por otra parte, propio del
de arrendamiento de servicios por cuanto simultáneamente le obliga a prestar asesoramiento
científico al productor de la serie-, -Resulta especialmente significativa la cláusula 8.ª del contrato al
reflejar la cesión de derechos de autor y la participación del señor M. en el programa televisivo-, Aunque la interpretación de los contratos y calificación por los Tribunales no puede ser objeto de
revisión casacional, existen supuestos excepcionales cuales son aquéllos en que se produce
«manifiesta falta de consistencia lógica o arbitrariedad» (Sentencias de 4 noviembre y 20 diciembre
1991 [RJ 1991\7929 y RJ 1991\9472]) (motivo primero)-, -Conforme al artículo 10 se explicita
como posibles soportes de la creación intelectual los impresos y escritos, instrumentos éstos usados
por el autor para la expresión de sus textos, toda vez que la sentencia recurrida niega que los textos
por él elaborados pueda ser objeto de propiedad intelectual-, -A diferencia de lo resuelto por la Sala,
el señor M. tiene la condición de autor de dichos textos, como paso previo en orden a investigar su
condición de coautor de la obra audiovisual-, -Esta condición de autor de los textos fue, por otra
parte, reconocida por la sentencia de instancia al final de su cuarto fundamento de derecho (motivo
segundo)-, -Para el artículo 87, son autores de la obra audiovisual en los términos previstos en el
artículo 7, «los autores del argumento, la adaptación y las del guión o los diálogos», por cuanto
aplicado por la Sala, en su fundamento tercero, lo hace en el sentido de reconocer la autoría de la
obra audiovisual exclusivamente a la guionista, ignorando que el mencionado precepto también la
reconoce a los autores del argumento, texto este distinto y antecedente del guión-, -Ignora la
sentencia que la recta interpretación del artículo 87, obliga a calificar la obra audiovisual como obra
en colaboración, por lo que su autoría se considera plural para nuestro ordenamiento (motivo
cuarto)-, -El artículo 14 otorga al autor el derecho a exigir el reconocimiento de su condición de tal
respecto a la obra, pretensión que le deniega la sentencia al actor-, -Habiendo concluido que el señor
M. es coautor de la obra audiovisual, deviene como consecuencia inmediata la existencia de su
derecho a ser reconocido como tal (motivo quinto)-, -El artículo 123 legitima al autor de una obra a
instar el cese de toda actividad ilícita, cual es la difusión de la misma sin el reconocimiento de su
autoría, y la sentencia estima que carece de legitimación para solicitar la suspensión de la
divulgación de la otra por haber transmitido todos sus derechos sobre la misma- e -Ignora así la
sentencia el artículo 14, que califica el derecho del autor de inalienable e irrenunciable, por lo que
nunca pudo ser transmitido mediante el contrato de 9 de diciembre de 1987 (motivo sexto)-.
SEXTO.-Una lectura comparativa de los contratos celebrados en 9 de diciembre de 1987 y 20 de
abril de 1987, suscritos entre «Arco Producciones Cinematográficos, SA» y don Isidoro M. N. y
«Televisión Española, SA» y «Arco Producciones Cinematográficas, SA», respectivamente,
evidencia que el que pudiera entenderse cual de «producción cinematográfica», sería, en todo caso,
el segundo de dichos contratos, ya que el convenio con el señor M. N. y atendiendo a sus cláusulas
merece la calificación de un arrendamiento de servicios, como con especial claridad, se desprende de
su cláusula primera, y tal calificación no queda desmentida por las restantes, aunque la variada
índole de las mismas permitiera, a lo sumo, de hablar de un contrato complejo, y dado que la
interpretación de los contratos es facultad privativa de los Tribunales de instancia, cuyo criterio ha
de prevalecer a menos que fuese ilógico, como así lo tiene reiteradamente declarado esta Sala, es de
concluir que en este punto no fue desacertada la calificación otorgada por el Tribunal «a quo», por lo
que no puede atribuírsele una apreciación errónea del artículo 88 de la Ley de Propiedad Intelectual,
Ley 22/1987, de 11 noviembre.
SEPTIMO.-No es de todo punto exacto que la sentencia recurrida negara que los textos elaborados
por el señor M. pudieran ser objeto de propiedad intelectual, pues en su fundamento de derecho
tercero le confiere expresamente la condición de creador y autor de los mismos, siendo lo afirmado
que dichos textos no podían incluirse entre las obras de creación tecnológicamente avanzadas, como
son las audiovisuales, a que se refiere el artículo 10.1.d) de la Ley 22/1987, cuya autoría, en
razonamiento del Tribunal «a quo», se le otorga, por el artículo 87 de la misma, al guionista, «la
labor que ha corrido a cargo de doña Pilar T. S., quien partiendo de los textos elaborados por el
actor, seleccionaba los estimaba más adecuados y confeccionaba sus propios textos, eligiendo la
música y la forma de narración de los distintos capítulos y una vez terminada la filmación por los
operadores a su órdenes, con el material rodado procedía al montaje de los programas en su versión
definitiva, de acuerdo con lo convenido con la productora, en cuyas operaciones, de orden técnico
muchos de ellos, ninguna participación tenía el autor señor M. N.», presupuestos los aquí
entrecomillados que constituyen una realidad probatoria declarada en el fundamento antedicho y que
ha quedado incólume al no haber sido combatida por vía casacional adecuada. Por lo expuesto, la
única autoría que podía reconocerse al señor M. era la correspondiente a los textos por él elaborados,
pero ello no le confiere derecho alguno a ser considerado como coautor de la obra audiovisual, sino,
tan sólo, colaborador de la misma en los términos en que fue contratado. Por otro lado, la expresada
realidad probatoria no permite conceptuar a los reiterados textos como argumento propio y estricto
de la obra audiovisual, por tanto, tampoco es posible atribuir al Tribunal «a quo» ninguna valoración
errónea acerca de los artículos 10 y 87 de la Ley 22/1987.
OCTAVO.-Las precedentes reflexiones conducen, lógica y consecuentemente, a la imposibilidad,
asimismo, de imputar al meritado Tribunal infracción alguna, por el concepto de inaplicación, de los
artículos 14 y 123 de la Ley 22/1987, puesto que si al señor M. no le ha sido reconocido la condición
de autor y coautor de la obra audiovisual, carecía de legitimación para exigir el reconocimiento de
semejante condición e instar el cese de la difusión de aquélla e, igualmente, esa falta de
reconocimiento de la autoría de la obra origina que no pueda invalidarse la transmisión estipulada en
la cláusula 8.ª del contrato al no afectar a la misma la irrenunciabilidad e inalienabilidad prevenida
en el encabezamiento del artículo 14 de la Ley. La inexistencia de infracción en torno a los artículos
88, 10, 87, 14 y 123 de la Ley de Propiedad Intelectual es determinante de la carencia de viabilidad
de los motivos primero, segundo, cuarto, quinto y sexto del recurso.
NOVENO.-En el motivo octavo se invoca la infracción, por inaplicación, del artículo 1282 del
Código Civil, que como regla de interpretación de los contratos, dispone que la intención de las
partes ha de ser deducida atendiendo a sus actos posteriores al contrato, y así, se argumenta que en el
cuarto fundamento de la sentencia se establece que en el contrato nada se convino acerca de la forma
en que el autor debía figurar en los títulos de crédito, lo que implicaba la libertad de la Productora
para incluirle en la forma que estimara conveniente y, en concreto, como autor de la documentación
en los créditos de salida en lugar de asesor científico y textos en los de entrada, aludiéndose por la
parte que entre los actos posteriores existe uno de especial relevancia, cual es, la elaboración del
programa piloto «El Jarramplas», pues en él figuraba el nombre del actor como asesor científico y
autor de los textos, en los títulos de cabecera y en caracteres similares a los del resto de los
principales intervinientes.
DECIMO.-El hecho de que en el mencionado programa piloto apareciese el señor M., en los títulos
de cabecera, como asesor científico y autor de los textos, no puede desvirtuar los términos en que
fueron convenidas las cláusulas del contrato, en las que, como acertadamente se resaltó en el cuarto
fundamento de la sentencia recurrida, «nada se convino acerca del concepto, listas de crédito, forma
y caracteres, en que el autor debía figurar en los títulos de crédito de la filmación audiovisual», lo
cual, significa que la interpretación del contrato con arreglo a la norma prevista en el artículo 1281
del Código, prioritaria sobre las comprendidas en los artículos siguientes, no dejaba lugar a dudas
respecto a la libertad de la Productora sobre la inclusión o no del señor M. en los títulos de crédito
indicados y el modo, en su caso, en que lo hiciera, siempre y cuando que en el supuesto de su
mención en ellos, se efectuase de manera correcta y respetuosa, y en este aspecto, es indudable que
la cita como autor de la documentación no cabe entenderla como irrespetuosa o desconsiderada, sino
como expresiva de una autoría de conjunto de documentos referentes a algo o alguien, así pues, no
puede apreciarse que en la sentencia recurrida se infringiera, por inaplicación, el artículo 1282 del
Código Civil, lo que conduce al perecimiento del motivo analizado.
UNDECIMO.-En los cuatro últimos motivos del recurso, noveno, décimo, undécimo y duodécimo,
se aducen como infringidos, por inaplicación, los siguientes artículos: 53 de la Ley reguladora del
Registro Civil (RCL 1957\777 y NDL 25893), 1, párrafo primero, de la Ley Orgánica 2/1984 sobre
Derecho de Rectificación ( RCL 1984\841, 1018 y ApNDL 3641), 7, apartado 7, de la Ley Orgánica
1/1982 (RCL 1982\1197 y ApNDL 3639), sobre Protección Civil del Derecho al Honor, y 123,
párrafo primero, último inciso, de la Ley de Propiedad Intelectual, en relación con el 125, párrafo
segundo, de la misma, y 9, último inciso del apartado 2 y primer párrafo del apartado 3, cuyo
respectivo desarrollo argumental cabe resumirle así: -La Ley del Registro Civil ampara frente a
todos la designación de las personas por su nombre y apellidos, sin que pueda ser usada
arbitrariamente por terceros para adjudicar la autoría de una actuación que su titular no ha realizado,
y, en consecuencia, la demandada no está facultada para incluir el nombre del señor M. en el
apartado de colaboraciones que le parezca más conveniente y, en concreto, en el referido a la
documentación (motivo noveno)-, -La Ley Orgánica 2/1984 reconoce a toda persona el derecho a
rectificar la información difundida por cualquier medio de comunicación social de hechos que le
aludan que considere inexactos, por cuanto la sentencia no considera legitimado al actor para
suprimir de los títulos de crédito la atribución a su persona de la labor de documentación de la serie,
y téngase en cuenta que tal labor no ha exigido titulación alguna y es desarrollada por los estamentos
inferiores de cualquier equipo de investigación, y sólo en agosto de 1991 se creó para tal labor una
titulación académica mediante el Real Decreto número 1422/1991, de 30 agosto (RCL 1991\2448) y
la titulación fue la de diplomado (motivo décimo)-, -Se considera intromisión ilegítima que lesiona
el derecho al honor de una persona la divulgación de expresiones o hechos concernientes a la misma,
que la haga desmerecer en la consideración ajena, cual es la atribución de la labor de documentación
de la serie (motivo undécimo)-, -Se consideran indemnizables los daños orales sufridos por el actor
cuyos derechos hayan sido vulnerados o cuyo honor haya sido lesionado aún no probada la
existencia de perjuicios económicos y se presume la existencia de daños en el supuesto de
infracción, y ello, porque la sentencia recurrida no considera indemnizable ni la ausencia del
reconocimiento de la autoría ni la adjudicación de la labor de documentación (motivo duodécimo)-.
DUODECIMO.-La inviabilidad de los cuatro últimos motivos del recurso es consecuencia
ineludible de la claudicación de los precedentes, pero, además, la de dichos últimos se encuentra
avalada por las siguientes observaciones: a) El amparo que la Ley 8 junio 1957, sobre el Registro
Civil, preceptúa, en su artículo 53, a que las personas sean designadas por su nombre y apellidos,
paterno y materno, carece de cualquier relación o conexión con el hecho de que la Productora
asociara al actor en los títulos de créditos con la autoría de la documentación. b) El derecho de
rectificación que confiere el artículo 1 de la Ley Orgánica 2/1984, de 26 marzo, en los términos
expresados en el motivo décimo, requiere ejercitarse por el cauce del procedimiento específico
establecido en dicha Ley, que no es, por supuesto, el del juicio declarativo de menor cuantía del que
dimana el presente recurso, y al respecto, es de absoluta irrelevancia la titulación que fuera exigible
para llevar a cabo una labor de documentación y la índole y categoría de aquélla. c) La divulgación
en la obra audiovisual del nombre y apellidos del señor M., vinculándole a la autoría de la
documentación, no permite, desde luego, ninguna equiparación, directa o indirecta, con el supuesto
de intromisión ilegítima que contempla el artículo 7.7 de la Ley Orgánica 1/1982, de 5 mayo, sobre
Protección Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad personal y familiar y a la propia Imagen,
aparte de que, como se dijo en el fundamento décimo de la presente, la asignación de la autoría de la
documentación no representa irrespetuosidad o desconsideración de ningún tipo. d) La denegación
de indemnización por el concepto de daños morales es una consecuencia necesaria e inevitable de no
haber encontrado amparo en el marco de las disposiciones reguladoras del de la Propiedad
Intelectual las pretensiones formuladas en la demanda del señor M. N., ni amparo, tampoco, en las
reguladoras del Derecho al Honor, y e) Como observación común a cuantos motivos han sido
defendidos en el recurso interpuesto por don Isidoro M. N., es de tener en cuenta la significación
liberatoria que para la sociedad demandada se desprendía del contenido de las cláusulas sexta y
octava del contrato de 9 de diciembre de 1987, al expresar en ellas que: «La Productora se reserva
expresamente el derecho de vender, comercializar, difundir o emitir libremente el espacio reseñado
en el presente contrato» y «El contratado cede y transfiere a la Productora, sin reserva de ningún
género, ni limitación de tiempo alguno, los derechos de Propiedad Intelectual e Industrial que le
correspondan o pudieran corresponderle por el trabajo para el que es contratado, así como cualquier
derecho de comercialización o de imagen que se deriven por razón de su participación en el
programa, referidos a su difusión y explotación nacional o en el extranjero». La improcedencia de la
totalidad de los motivos hechos valer en el recurso dicho, lleva consigo, en virtud de lo dispuesto en
el párrafo final del rituario artículo 1715, la declaración de no haber lugar al mismo, con imposición
de las costas a la parte recurrente, y la pérdida del depósito constituido.
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TEMA 2-F: Sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (Luxemburgo)
de 22 de septiembre de 1998
Ideas clave: Derecho de distribución: modalidades; venta y alquiler de discos láser;
interpretación de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre
derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de
la propiedad intelectual.
SENTENCIA DEL TRIBUNAL DE JUSTICIA
de 22 de septiembre de 1998
«Derechos de autor y derechos afines — Alquiler de discos láser»
En el asunto C-61/97,
que tiene por objeto una petición dirigida al Tribunal de Justicia, con arreglo al artículo 177 del
Tratado CE, por el Retten i Ålborg (Dinamarca), destinada a obtener, en el litigio pendiente ante
dicho órgano jurisdiccional entre
Foreningen af danske Videogramdistributører, que actúa en representación de:
Egmont Film A/S,
Buena Vista Home Entertainment A/S,
Scanbox Danmark A/S,
Metronome Video A/S,
Polygram Records A/S,
Nordisk Film Video A/S,
Irish Video A/S,
Warner Home Video Inc.,
y
Laserdisken,
en el que participa: Sammenslutningen af Danske Filminstruktører,
Michael Viuf Christiansen,
Pioneer Electronics Denmark A/S,
Videoforhandler Ove Jensen,
una decisión prejudicial sobre la interpretación de los artículos 30, 36, 85 y 86 del Tratado CE, así
como de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de
alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad
intelectual (DO L 346, p. 61),
EL TRIBUNAL DE JUSTICIA,
integrado por los Sres.: G.C. Rodríguez Iglesias, Presidente; C. Gulmann, M. Wathelet y R.
Schintgen, Presidentes de Sala; G.F. Mancini, J.C. Moitinho de Almeida, J.L. Murray, J.-P.
Puissochet (Ponente), G. Hirsch, L. Sevón y K.M. Ioannou, Jueces;
Abogado General: Sr. A. La Pergola;
Secretario: Sr. H. von Holstein, Secretario adjunto;
consideradas las observaciones escritas presentadas:
— En nombre de Foreningen af danske Videogramdistributører, que actúa en representación de
Egmont Film A/S y otros, por el Sr. Johan Schlüter, Abogado de Copenhague;
— en nombre de Warner Home Video Inc., por los Sres. Stephen Kon, Solicitor del bufete S.J.
Berwin & Co., que la representa, y Strange Beck, Abogado de Copenhague;
— en nombre de Laserdisken, por su propietario, Sr. Hans Kristian Pedersen;
— en nombre de Sammenslutningen af Danske Filminstruktører y Michael Viuf Christiansen, por el
Sr. Anders Hjulmand, Abogado de Ålborg;
— en nombre de Pioneer Electronics Denmark A/S, por el Sr. Leif Hansen, administrerende
direktør;
— en nombre de Videoforhandler Ove Jensen, por el Sr. Per Mogensen, Abogado de Åbybro;
— en nombre del Gobierno danés, por el Sr. Peter Biering, Kontorchef del Udenrigsministeriet, en
calidad de Agente;
— en nombre del Gobierno francés, por la Sra. Kareen Rispal-Bellanger, sous-directeur de la
direction des affaires juridiques del ministère des Affaires étrangères, y el Sr. Philippe Martinet,
secrétaire des affaires étrangères de la misma Dirección, en calidad de Agentes;
— en nombre del Gobierno finlandés, por el Sr. Holger Rotkirch, ulkoasiainministeriön
oikendellisen osaston osastopäällikkö, en calidad de Agente;
— en nombre del Gobierno del Reino Unido, por la Sra. Lindsey Nicoll, del Treasury Solicitor's
Department, en calidad de Agente, asistida por el Sr. Daniel Alexander, Barrister;
— en nombre de la Comisión de las Comunidades Europeas, por los Sres. Berend Jan Drijber y Hans
Støvlbæk, miembros del Servicio Jurídico, en calidad de Agentes;
habiendo considerado el informe para la vista;
oídas las observaciones orales de Foreningen af danske Videogramdistributører, que actúa en
representación de Egmont Film A/S y otros; de Warner Home Video Inc.; de Laserdisken; del
Gobierno danés, y de la Comisión de las Comunidades Europeas, expuestas en la vista de 31 de
marzo de 1998;
oídas las conclusiones del Abogado General, presentadas en audiencia pública el 26 de mayo de
1998;
dicta la siguiente
Sentencia
1. Mediante resolución de 7 de febrero de 1997, recibida en el Tribunal de Justicia el 12 de febrero
siguiente, Retten i Ålborg (Tribunal de Primera Instancia de Ålborg) planteó, con arreglo al artículo
177 del Tratado CE, dos cuestiones prejudiciales sobre la interpretación de los artículos 30, 36, 85 y
86 del Tratado CE, así como de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992,
sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de
la propiedad intelectual (DO L 346, p. 61; en lo sucesivo, «Directiva»).
2. Dichas cuestiones se suscitaron en el marco de un litigio entre Foreningen af danske
Videogramdistributører (Asociación de los distribuidores daneses de videogramas; en lo sucesivo,
«FDV»), que actuaba en representación de Egmont Film A/S y otros, y la empresa danesa
Laserdisken, especializada en la comercialización de obras cinematográficas reproducidas en discos
láser (en lo sucesivo, «discos láser»), en relación con el alquiler en Dinamarca de dichos productos
importados del Reino Unido.
3. En Derecho danés, el alquiler de obras cinematográficas requiere la autorización del titular de los
derechos de autor (apartado 3 del artículo 23 de la Ley sobre los Derechos de Autor, según fue
completada en 1989). En la legislación inglesa se incorporó una norma de idéntica naturaleza, con
efecto a 1 de agosto de 1989 (Ley de 1988 relativa a la Propiedad Intelectual en materia de Derechos
de Autor, de Modelos de Utilidad y de Patentes, artículos 16 a 18).
4. El apartado 1 del artículo 1 de la Directiva obliga a los Estados miembros a reconocer el derecho a
autorizar o prohibir el alquiler y préstamo de originales y copias de obras protegidas por el derecho
de autor y demás objetos. En virtud del apartado 4 del mismo artículo, los derechos referidos no se
agotan en caso de venta o de otro acto de difusión. Además, del artículo 9 de la Directiva se deriva
que, sin perjuicio de las disposiciones específicas relativas al derecho de alquiler y de préstamo, y en
particular, de las del apartado 4 del artículo 1, el derecho de distribución, que es un derecho
exclusivo de poner a disposición del público, mediante venta u otros medios, uno de los objetos
referidos, no se agota salvo en el caso de primera venta en la Comunidad de dicho objeto por parte
del titular o con su consentimiento.
5. Laserdisken, que desde 1985 vende en Dinamarca discos láser importados del Reino Unido,
empezó asimismo a alquilar tales obras cinematográficas a partir de 1987, como medida para
promover las ventas de dichos productos, que son mucho más caros que las obras cinematográficas
grabadas en cintas de vídeo y son adquiridos principalmente por consumidores que ya conocen las
obras. De la resolución de remisión se desprende, que, si bien los titulares de los derechos de autor
habían aceptado tácitamente que estos discos láser fueran ofrecidos en alquiler en el Reino Unido, no
habían autorizado tal alquiler fuera de dicho Estado miembro.
6. En 1992 se siguió un proceso penal contra Laserdisken por alquiler ilegal contrario al apartado 3
del artículo 23 de la Ley sobre los Derechos de Autor y se le prohibió, con prestación de una fianza a
favor de FDV para responder de los perjuicios que pudieran resultar de tal prohibición, el alquiler de
obras cinematográficas cuyos derechos de producción y distribución en Dinamarca pertenecieran a
los miembros de dichas asociación. Dicha prohibición fue impuesta por el fogedret (Juez competente
para resolver sobre la materia en procedimientos de medidas cautelares) y fue confirmada en
apelación por el Vestre Landsret.
7. En el marco de la «oposición» contra la demanda de prohibición, el Tribunal de Primera Instancia
de Ålborg, por considerar que la solución del litigio dependía de la interpretación del Derecho
comunitario, decidió plantear al Tribunal de Justicia algunas cuestiones prejudiciales, decisión
confirmada en apelación por el Vestre Landsret, el cual, no obstante, modificó ligeramente el texto
de las cuestiones. Según su última versión, las cuestiones planteadas rezan del siguiente modo:
«¿El artículo 30, en relación con el artículo 36, así como los artículos 85 y 86 del Tratado CE se
oponen a que una persona, a quien el titular de los derechos exclusivos sobre una obra
cinematográfica ha cedido un derecho exclusivo de fabricación y de distribución de copias de dicha
obra en un Estado miembro, pueda autorizar el alquiler de sus propios productos y, al mismo tiempo,
prohibir el alquiler de productos importados, comercializados en otro Estado miembro en el que el
titular de los derechos exclusivos de fabricación y distribución de copias haya transmitido la
propiedad de esas copias, aceptando tácitamente el alquiler de las mismas en el Estado miembro
referido en último lugar?
Habida cuenta de la entrada en vigor de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre
de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el
ámbito de la propiedad intelectual, se plantea la misma cuestión para el caso de que se considere que
esta Directiva sea pertinente para la respuesta.»
8. Mediante estas dos cuestiones el órgano jurisdiccional remitente pide al Tribunal de Justicia que
dilucide si los artículos del Tratado citados y la Directiva se oponen a que un titular de un derecho
exclusivo de alquiler prohíba en un Estado miembro el alquiler de copias de una obra
cinematográfica a pesar de que se haya autorizado el alquiler de esas copias en el territorio de otro
Estado miembro.
9. Con carácter preliminar procede señalar que, si bien la resolución de remisión menciona los
artículos 85 y 86 del Tratado entre las disposiciones comunitarias que el Juez nacional solicita que se
interpreten, no precisa en modo alguno las razones que le han llevado a plantearse el alcance de
dichos artículos en el marco de los elementos de hecho y de Derecho del litigio principal. A falta de
tal especificación, como ha señalado el Abogado General en el punto 17 de sus conclusiones, el
órgano jurisdiccional remitente no ha dado al Tribunal de Justicia la posibilidad de proporcionarle
una interpretación útil de dichos artículos.
10. En estas circunstancias, conforme a reiterada jurisprudencia, cuya doctrina es aplicable de modo
particular en el ámbito del Derecho de la competencia, caracterizado por complejas situaciones de
hecho y de Derecho (véanse, especialmente, la sentencia de 26 de enero de 1993, Telemarsicabruzzo
y otros, asuntos acumulados C-320/90 a C-322/90, Rec. p. I-393, apartados 6 y 7, y el auto de 19 de
marzo de 1993, Banchero, C-157/92, Rec. p. I-1085, apartados 4 y 5), debe considerarse que no
procede admitir las cuestiones planteadas por el Juez nacional en la medida en que se refieren a la
interpretación de los artículos 85 y 86 del Tratado. En consecuencia, dichas cuestiones sólo pueden
examinarse en lo que respecta a la interpretación de los artículos 30 y 36 del Tratado, así como de la
Directiva.
11. Sobre este extremo, FDV, Warner Home Video Inc., los Gobiernos danés, francés, finlandés y
del Reino Unido, así como la Comisión, proponen al Tribunal de Justicia que responda de modo
negativo a las cuestiones del órgano jurisdiccional remitente. Alegan, esencialmente, que, según la
jurisprudencia del Tribunal de Justicia (sentencia de 17 de mayo de 1988, Warner Brothers y
Metronome Video, 158/86, Rec. p. 2605) y la Directiva, el derecho a autorizar o prohibir el alquiler
de una película se parece al derecho de representación pública y que, contrariamente al derecho de
distribución, no se agota mediante su primer ejercicio.
12. Por el contrario, Laserdisken y las partes que intervienen en apoyo de sus pretensiones en el
procedimiento principal, estiman que el consentimiento para el alquiler supone el agotamiento del
derecho exclusivo a prohibir el alquiler de copias de una obra cinematográfica y que el ejercicio de
tal derecho en las circunstancias descritas es incompatible con los artículos 30 y 36 del Tratado, así
como con el objetivo de la Directiva, que consiste, particularmente, en establecer un espacio sin
fronteras interiores.
13. Como el Tribunal de Justicia recordó en el apartado 14 de la sentencia de 28 de abril de 1998,
Metronome Musik (C-200/96, Rec. p. I-1953), el principio del agotamiento de los derechos de
distribución en caso de venta, por el titular del derecho o con su consentimiento, de obras protegidas
por el derecho a autor, resulta de reiterada jurisprudencia según la cual, si bien el artículo 36 del
Tratado permite excepciones a la libre circulación de mercancías en aras de la protección de la
propiedad industrial y comercial, tales excepciones sólo se admiten en la medida en que estén
justificadas por la protección de los derechos que constituyen el objeto específico de esta propiedad.
Ahora bien, el derecho de exclusiva garantizado por la legislación de un Estado miembro en materia
de propiedad industrial y comercial agota sus efectos cuando un producto ha sido comercializado
legalmente en el mercado de otro Estado miembro por el propio titular del derecho o con su
consentimiento (véanse, especialmente, las sentencias de 20 de enero de 1981, Musik-Vertrieb
membran y K-tel International, asuntos acumulados 55/80 y 57/80, Rec. p. 147, apartados 10 y 15, y
de 22 de enero de 1981, Dansk Supermarked, 58/80, Rec. p. 181, apartado 11).
14. Sin embargo, como igualmente recordó el Tribunal de Justicia en la sentencia de 17 de mayo de
1988, Warner Brothers y Metronome Video, antes citada, las obras literarias y artísticas pueden ser
objeto de explotación comercial, bien mediante representaciones públicas, bien a través de la
reproducción y puesta en circulación de los soportes materiales en que se concretan. Tal es el caso,
por ejemplo, en el alquiler de casetes de vídeo, que interesa a un público distinto del de la venta y
que constituye una importante fuente potencial de ingresos para los autores de películas.
15. A este respecto, el Tribunal de Justicia señaló que, al autorizar la percepción de derechos de
autor solamente por las ventas realizadas tanto a simples particulares como a los que alquilan las
casetes de vídeo, no es posible garantizar a los autores de películas una remuneración proporcional al
número de alquileres efectivamente realizados y que reserve a dichos autores una parte satisfactoria
del mercado del alquiler. Por lo tanto, las legislaciones que hayan establecido una protección
específica del derecho de alquilar casetes de vídeo parecen justificadas por razones de protección de
la propiedad industrial y comercial, en el sentido del artículo 36 del Tratado (sentencia de 17 de
mayo de 1988, Warner Brothers y Metronome Video, antes citada, apartados 15 y 16).
16. En esta misma sentencia, apartados 17 y 18, el Tribunal de Justicia, además, rechazó la
argumentación basada en el hecho de que un autor que haya puesto a la venta la casete de vídeo de
una película en un Estado miembro en el que la legislación no le reconoce ningún derecho exclusivo
de alquiler debería aceptar las consecuencias de su decisión y el agotamiento de su derecho a
oponerse al alquiler de esa casete de vídeo en cualquier otro Estado miembro. En efecto, cuando una
legislación nacional reconoce a los autores un derecho específico de alquilar las casetes de vídeo, tal
derecho quedaría vacío de contenido si su titular no estuviera en condiciones de autorizar los
alquileres.
17. La puesta en circulación de un soporte de imagen y de sonido, no convierte, pues, por definición,
en lícitos otros actos de explotación de la obra protegida, tales como el alquiler, que tengan una
naturaleza distinta de la de la venta o de cualquier otro acto de distribución lícito. Al igual que el
derecho de representación mediante ejecución pública de una obra (véase al respecto la sentencia de
13 de julio de 1989, Tournier, 395/87, Rec. p. 2521, apartados 12 y 13), el derecho de alquiler sigue
siendo una de las prerrogativas del autor y del productor a pesar de la venta del soporte material que
contenga la obra (sentencia de 28 de abril de 1998, Metronome Musik, antes citada, apartado 18).
18. Debe seguirse el mismo razonamiento en lo que atañe a los efectos del alquiler. Como ha
señalado el Abogado General en el punto 15 de sus conclusiones, debido a su naturaleza, el derecho
exclusivo de alquilar diferentes copias de la obra incorporada a un videograma puede ejercitarse
mediante operaciones repetidas y potencialmente ilimitadas, cada una de las cuales lleva consigo un
derecho de remuneración. El derecho específico a autorizar o prohibir el alquiler quedaría vacío de
contenido si se agotara por el mero hecho de la primera oferta de alquilarlo.
19. Con respecto a la Directiva, procede señalar que los hechos que originaron el litigio principal son
anteriores a la fecha de su adopción. No obstante, dado que el procedimiento nacional se sustanció
después de que la Directiva comenzara a producir efectos jurídicos en los Estados miembros
interesados y que, precisamente, el órgano jurisdiccional nacional ha preguntado al Tribunal de
Justicia sobre este extremo, la respuesta a su petición de interpretación debe asimismo referirse a la
Directiva.
20. A este respecto, debe recordarse que, si bien en su tercer considerando, para justificar la
eliminación de diferencias entre las legislaciones nacionales, la Directiva se refiere al objetivo
enunciado en el artículo 8 A del Tratado, que es el de establecer un espacio sin fronteras interiores,
como señaló el Tribunal de Justicia en el apartado 22 de la sentencia de 28 de abril de 1998,
Metronome Musik, antes citada, la Directiva tiene por objeto introducir una protección jurídica
armonizada en la Comunidad en lo que atañe al derecho de alquiler y de préstamo, así como a
algunos derechos afines al derecho de autor en el ámbito de la propiedad intelectual. En este
contexto, distingue entre el derecho específico de alquiler y de préstamo, tal como se prevé en su
artículo 1, y el derecho de distribución, regulado por su artículo 9 y definido como un derecho
exclusivo de poner a disposición del público, principalmente mediante la venta, uno de los objetos
que en él se contemplan. Mientras que el derecho de alquiler no se agota mediante la venta o
cualquier otro acto de difusión de ese objeto, por el contrario, el derecho de distribución se agota en
caso de primera venta en la Comunidad por parte del titular del derecho o con su consentimiento
(sentencia de 28 de abril de 1998, Metronome Musik, antes citada, apartado 19).
21. Por consiguiente, la Directiva excluye expresamente la posibilidad de que, al contrario que el
derecho de distribución, el derecho de alquiler pueda agotarse mediante un acto cualquiera de
difusión del objeto de que se trate. Como se ha señalado en el apartado 18 de la presente sentencia,
tal exclusión está justificada por la propia naturaleza del derecho de alquiler, que quedaría vacío de
contenido si se agotara por el mero hecho de la primera oferta de alquilarlo.
22. Así, en contra de lo que sostienen la demandada en el procedimiento principal y las partes
intervinientes, tanto de la interpretación de los artículos 30 y 36 del Tratado, en lo que a la
protección de los derechos de autor se refiere, como de la de la Directiva, se desprende que el
derecho exclusivo a autorizar o prohibir el alquiler de una película no se agota por su primer
ejercicio en uno de los Estados miembros de la Comunidad. Por lo tanto, el ejercicio de tal derecho
en circunstancias como las descritas en la resolución de remisión no infringe dichas disposiciones.
23. Por consiguiente, procede responder al órgano jurisdiccional nacional que los artículos 30 y 36
del Tratado y la Directiva no se oponen a que el titular de un derecho exclusivo de alquiler prohíba
en un Estado miembro el alquiler de copias de una obra cinematográfica a pesar de que el alquiler de
esas copias haya sido autorizado en el territorio de otro Estado miembro.
Costas
24. Los gastos efectuados por los Gobiernos danés, francés, finlandés y del Reino Unido, así como
por la Comisión, que han presentado observaciones ante este Tribunal de Justicia, no pueden ser
objeto de reembolso. Dado que el procedimiento tiene, para las partes del litigio principal, el carácter
de un incidente promovido ante el órgano jurisdiccional nacional, corresponde a éste resolver sobre
las costas.
En virtud de todo lo expuesto,
EL TRIBUNAL DE JUSTICIA,
pronunciándose sobre las cuestiones planteadas por el Retten i Ålborg mediante resolución de 7 de
febrero de 1997, declara que:
Los artículos 30 y 36 del Tratado CE, así como la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de
noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de
autor en el ámbito de la propiedad intelectual, no se oponen a que el titular de un derecho exclusivo
de alquiler prohíba en un Estado miembro el alquiler de copias de una obra cinematográfica a pesar
de que el alquiler de esas copias haya sido autorizado en el territorio de otro Estado miembro.
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TEMA 2-F: Sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (Luxemburgo)
de 28 de abril de 1998
Ideas clave: Derecho de distribución: modalidades; venta y alquiler de discos láser;
interpretación de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre
derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de
la propiedad intelectual
SENTENCIA DEL TRIBUNAL DE JUSTICIA
de 28 de abril de 1998
«Derecho de autor y derechos afines — Derecho de alquiler y de préstamo — Validez de la
Directiva 92/100/CEE»
En el asunto C-200/96,
que tiene por objeto una petición dirigida al Tribunal de Justicia, con arreglo al artículo 177 del
Tratado CE, por el Landgericht Köln (Alemania), destinada a obtener, en el litigio pendiente ante
dicho órgano jurisdiccional entre
Metronome Musik GmbH
y
Music Point Hokamp GmbH,
una decisión prejudicial sobre la validez del apartado 1 del artículo 1 de la Directiva 92/100/CEE del
Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines
a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual (DO L 346, p. 61),
EL TRIBUNAL DE JUSTICIA,
integrado por los Sres.: G.C. Rodríguez Iglesias, Presidente; C. Gulmann, H. Ragnemalm, M.
Wathelet y R. Schintgen, Presidentes de Sala; G.F. Mancini, J.C. Moitinho de Almeida, P.J.G.
Kapteyn, D.A.O. Edward, J.-P. Puissochet (Ponente), G. Hirsch, P. Jann y L. Sevón, Jueces;
Abogado General: Sr. G. Tesauro;
Secretaria: Sra. D. Louterman-Hubeau, administradora principal;
consideradas las observaciones escritas presentadas:
— En nombre de Metronome Musik GmbH, por el Sr. Hartwig Ahlberg, Abogado de Hamburgo;
— en nombre de Music Point Hokamp GmbH, por el Sr. Martin Matzat, Abogado de Münster;
— en nombre del Gobierno alemán, por el Sr. Alfred Dittrich, Regierungsdirektor del
Bundesministerium für Justiz, asistido por la Sra. Sabine Maass, Regierungsrätin del
Bundesministerium für Wirtschaft, en calidad de Agentes;
— en nombre del Gobierno francés, por la Sra. Catherine de Salins, sous-directeur de la direction
des affaires juridiques del ministère des Affaires étrangères, y el Sr. Philippe Martinet, secrétaire des
affaires étrangères de la misma Dirección, en calidad de Agentes;
— en nombre del Gobierno italiano, por el Profesor Umberto Leanza, Jefe del servizio del
contenzioso diplomatico del ministero degli Affari esteri, en calidad de Agente, asistido por el Sr.
Pier Giorgio Ferri, avvocato dello Stato;
— en nombre del Gobierno del Reino Unido, por la Sra. Lindsey Nicoll, del Treasury Solicitor's
Department, en calidad de Agente, asistida por la Sra. Eleanor Sharpston, Barrister;
— en nombre del Consejo de la Unión Europea, por los Sres. Bjarne Hoff-Nielsen, Consejero
Jurídico, y Stephan Marquardt, miembro del Servicio Jurídico, en calidad de Agentes;
— en nombre de la Comisión de las Comunidades Europeas, por los Sres. Jürgen Grunwald,
Consejero Jurídico, y Berend Jan Drijber, miembro del Servicio Jurídico, en calidad de Agentes;
habiendo considerado el informe para la vista;
oídas las observaciones orales de Metronome Musik GmbH, de Music Point Hokamp GmbH, del
Gobierno alemán, del Gobierno italiano, del Consejo y de la Comisión, expuestas en la vista de 21
de octubre de 1997;
oídas las conclusiones del Abogado General, presentadas en audiencia pública el 22 de enero de
1998;
dicta la siguiente
Sentencia
1. Mediante resolución de 18 de abril de 1996, recibida en el Tribunal de Justicia el 13 de junio
siguiente, el Landgericht Köln planteó, con arreglo al artículo 177 del Tratado CE, una cuestión
prejudicial sobre la validez del apartado 1 del artículo 1 de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de
19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los
derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual (DO L 346, p. 61; en su lo sucesivo,
«Directiva»).
2. Dicha cuestión se suscitó en el marco de un procedimiento entre Metronome Musik GmbH (en lo
sucesivo, «Metronome»), que produce soportes de sonido y, especialmente, discos compactos, y
Music Point Hokamp GmbH (en lo sucesivo, «Hokamp»), que regenta, particularmente, un
establecimiento de alquiler de tales discos compactos.
3. El apartado 1 del artículo 1 de la Directiva impone a los Estados miembros la obligación de
reconocer el derecho a autorizar o prohibir el alquiler y préstamo de originales y copias de obras
protegidas por el derecho de autor, así como de otros objetos. En virtud del apartado 4 del mismo
artículo, los derechos referidos no se agotan en caso de venta o de otro acto de difusión. Por último,
el apartado 1 del artículo 2 establece que el derecho exclusivo de autorizar o prohibir el alquiler o el
préstamo corresponderá al autor, respecto del original y de las copias de sus obras; al artista
interprete o ejecutante, respecto a las fijaciones de sus actuaciones; al productor de fonogramas,
respecto de sus fonogramas, y al productor de la primera fijación de una película, respecto del
original y de las copias de sus películas.
4. Del artículo 9 de la Directiva se desprende que, sin perjuicio de las disposiciones específicas
relativas al derecho de alquiler y de préstamo y, especialmente, las del apartado 4 del artículo 1, el
derecho de distribución, que es un derecho exclusivo de poner a disposición del público, mediante
venta u otros medios, uno de los objetos referidos, no se agota salvo en el caso de primera venta en
la Comunidad de ese objeto por parte del titular del derecho o con su consentimiento.
5. Por último, el artículo 13, relativo al ámbito de aplicación temporal de la Directiva, en su apartado
3 autoriza a los Estados miembros a disponer que se considere que los titulares han dado su
autorización al alquiler o préstamo de un objeto puesto a disposición de terceros o adquirido con
anterioridad al 1 de julio de 1994, término establecido para la ejecución de la Directiva.
6. En Alemania se dio cumplimiento a las obligaciones que se derivan de la Directiva mediante la
Ley de 23 de junio de 1995 (BGBl. I, p. 842), que modificó la Urheberrechtsgesetz de 9 de
septiembre de 1965 (Ley sobre los derechos de autor, BGBl. I, p. 1273; en lo sucesivo, «UrhG»).
Esta Ley excluyó, particularmente, el alquiler de las «difusiones posteriores» que eran lícitas cuando
el original de la obra o de los ejemplares reproducidos hubieran sido puestos en circulación con el
consentimiento del titular del derecho de difusión.
7. Sobre la base las nuevas disposiciones de la UrhG, Metronome, que ha producido el disco
compacto «Planet Punk», grabado por el conjunto «Die Ärzte» y publicado el 15 de septiembre de
1995, demandó a Hokamp ante el Landgericht Köln, en un procedimiento de medidas provisionales
conducente a la prohibición del alquiler por ésta de dicho disco compacto.
8. El 4 de diciembre de 1995, el órgano jurisdiccional que conocía del asunto dictó una resolución
provisional prohibiendo a la demandada ofrecer dicho disco compacto en alquiler y alquilarlo en
Alemania.
9. Sin embargo, Hokamp se opuso a dicha prohibición alegando que las citadas disposiciones de la
Directiva y las de la UrhG que la ejecutan eran contrarias a los derechos fundamentales garantizados
por el Derecho comunitario y por el Derecho constitucional y, particularmente, al derecho al libre
ejercicio de una actividad profesional.
10. Al examinar esta oposición el Landgericht Köln ha albergado ciertas dudas sobre la validez del
establecimiento de un derecho de alquiler exclusivo que, entre otros, produce el efecto de
menoscabar el desarrollo de una actividad profesional libremente ejercida hasta entonces. En
consecuencia, el órgano jurisdiccional nacional decidió plantear al Tribunal de Justicia la siguiente
cuestión prejudicial:
«El establecimiento de un derecho de alquiler exclusivo, vulnerando así el principio del agotamiento
del derecho de distribución, mediante el apartado 1 del artículo 1 de la Directiva 92/100/CEE del
Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines
a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual, ¿es compatible con el Derecho
comunitario y, en particular, con los derechos fundamentales en los que éste se sustenta?»
11. Metronome, los Gobiernos alemán, francés, italiano y del Reino Unido, así como el Consejo y la
Comisión consideran que la Directiva es válida. Alegan, esencialmente, que el derecho de alquiler
exclusivo recogido, por lo demás, en Convenios internacionales de los que la Comunidad y los
Estados miembros son partes, responde a objetivos de interés general en materia de propiedad
intelectual y no conculca la sustancia del derecho al libre ejercicio de una actividad profesional.
12. Por el contrario, Hokamp sostiene que el establecimiento de tal derecho por la Directiva debe
considerarse nulo porque vulnera los derechos fundamentales de las empresas que desarrollan una
actividad de alquiler, entre los que se encuentra el derecho al libre ejercicio de una actividad
profesional, y porque falsea la competencia en los Estados miembros en los que esta actividad era
independiente de los productores de fonogramas.
13. En primer lugar, procede señalar que, como se desprende de los fundamentos de Derecho de la
resolución de remisión y del propio texto de la cuestión planteada por el órgano jurisdiccional
nacional, ésta denuncia la violación del principio de agotamiento de los derechos de distribución
mediante el establecimiento de un derecho de alquiler exclusivo en caso de comercialización, por el
titular del derecho o con su consentimiento, de obras protegidas por el derecho de autor.
14. Este principio resulta de reiterada jurisprudencia del Tribunal de Justicia según la cual, si bien el
artículo 36 del Tratado CE permite excepciones a la libre circulación de mercancías a causa de
derechos reconocidos por las legislaciones nacionales en materia de protección de la propiedad
industrial y comercial, tales excepciones sólo se admiten en la medida en que estén justificadas por
la protección de los derechos que constituyen el objeto específico de esta propiedad. Ahora bien, el
derecho de exclusiva garantizado por la legislación de un Estado miembro en materia de propiedad
industrial y comercial agota sus efectos cuando un producto ha sido comercializado legalmente en el
mercado de otro Estado miembro por el propio titular del derecho o con su consentimiento (véanse,
especialmente, las sentencias de 20 de enero de 1981, Musik-Vertrieb membran y K-tel
International, asuntos acumulados 55/80 y 57/80, Rec. p. 147, apartados 10 y 15, y de 22 de enero de
1981, Dansk Supermarked, 58/80, Rec. p. 181, apartado 11).
15. No obstante, como recordó el Tribunal de Justicia en la sentencia de 17 de mayo de 1988,
Warner Brothers y Metronome Video (158/86, Rec. p. 2605), las obras literarias y artísticas pueden
ser objeto de explotación comercial a través de formas distintas de la venta de los soportes materiales
en que se concretan. Esto sucede, por ejemplo, con el alquiler de casetes de vídeo, que interesa a un
público distinto del de la venta y que constituye una fuente potencial de ingresos importante para los
autores de películas.
16. A este respecto, el Tribunal de Justicia declaró que al no autorizar la percepción de derechos de
autor más que con motivo de ventas realizadas igual a simples particulares que a los que luego
alquilan las casetes, no es posible garantizar a los autores de películas una remuneración
proporcional al número de alquileres efectivamente realizados y que reserve a dichos autores una
parte satisfactoria del mercado del alquiler. En consecuencia, las legislaciones que han establecido
recientemente una protección específica del derecho de alquilar las casetes parecen justificarse por la
protección de la propiedad industrial y comercial en el sentido del artículo 36 del Tratado (sentencia
Warner Brothers y Metronome Video, antes citada, apartados 15 y 16).
17. En la misma sentencia el Tribunal de Justicia, además, desestimó la alegación basada en el hecho
de que un autor que haya puesto a la venta la casete de video de una película en un Estado miembro
en el que la legislación no le reconoce ningún derecho exclusivo sobre su alquiler debería aceptar las
consecuencias de su elección y la extinción de su derecho a oponerse al alquiler de esa casete de
vídeo en cualquier otro Estado miembro. En efecto, cuando una legislación nacional reconoce a los
autores un derecho concreto de alquilar las casetes de vídeo, tal derecho quedaría vacío de contenido
si su titular no estuviera en condiciones de autorizar los alquileres (apartados 17 y 18).
18. Como ha señalado el Abogado General en el punto 14 de sus conclusiones, por definición, la
puesta en circulación de un soporte de sonido, no significa, pues, que se puedan realizar lícitamente
otros actos de explotación de la obra protegida, tales como el alquiler, que tengan una naturaleza
distinta de la de la venta o de cualquier otro acto de distribución lícito. Al igual que el derecho de
representación mediante ejecución pública de una obra (véase al respecto la sentencia de 13 de julio
de 1989, Tournier, 395/87, Rec. p. 2521, apartados 12 y 13), el derecho de alquiler sigue siendo una
de las prerrogativas del autor o del productor a pesar de la venta del soporte material que contiene la
obra.
19. Por consiguiente, es justificada la diferencia que resulta de la Directiva entre los efectos del
derecho específico de alquiler y de préstamo, tal como se contempla en su artículo 1, y los del
derecho de distribución, regulado por su artículo 9 y definido como un derecho exclusivo de poner a
disposición del público, principalmente mediante la venta, uno de los objetos referidos. Mientras el
primero no se agota mediante la venta o cualquier otro acto de difusión de ese objeto, el segundo se
agota, precisamente, sólo en el caso de primera venta en la Comunidad por parte del titular del
derecho o con su consentimiento.
20. En consecuencia, el establecimiento por la legislación comunitaria de un derecho de alquiler
exclusivo no puede constituir una violación del principio del agotamiento del derecho de
distribución, cuyos objeto y ámbito de aplicación son distintos.
21. Acto seguido, debe recordarse que, según reiterada jurisprudencia, el libre ejercicio de una
actividad profesional, al igual que el derecho de propiedad, forma parte de los principios generales
del Derecho comunitario. No obstante, estos principios no constituyen prerrogativas absolutas, sino
que deben tomarse en consideración en relación con su función en la sociedad. Por consiguiente,
pueden imponerse restricciones al libre ejercicio de una actividad profesional, así como al derecho
de propiedad, siempre y cuando estas restricciones respondan efectivamente a objetivos de interés
general perseguidos por la Comunidad Europea y no constituyan, habida cuenta del objetivo
perseguido, una intervención desmesurada e intolerable que afecte a la propia esencia de los
derechos así garantizados (véase, especialmente, la sentencia de 17 de octubre de 1995, Fishermen's
Organisations y otros, C-44/94, Rec. p. I-3115, apartado 55).
22. La Directiva tiene por objeto establecer una protección jurídica armonizada en la Comunidad en
lo que atañe al derecho de alquiler y de préstamo y algunos derechos afines al derecho de autor en el
ámbito de la propiedad intelectual. Según sus tres primeros considerandos, el objeto de esta
armonización es eliminar las diferencias existentes entre las legislaciones nacionales que pueden ser
fuente de obstáculos al comercio y de distorsiones de la competencia que impiden el buen
funcionamiento y la realización del mercado interior. Como se desprende más concretamente de los
considerandos cuarto, quinto y séptimo de la Directiva, el derecho de alquiler, que tiene cada vez
más importancia para el desarrollo económico y cultural de la Comunidad debido a que la piratería
constituye una amenaza cada vez más grave, debe, particularmente, permitir garantizar a los autores,
artistas intérpretes o ejecutantes unos ingresos suficientes y amortizar las inversiones
extremadamente elevadas y aleatorias que, en particular, exige la producción de fonogramas y de
películas.
23. Dichos objetivos son, efectivamente, acordes con los objetivos de interés general perseguidos por
la Comunidad. A este respecto debe recordarse, especialmente, que la protección de la propiedad
literaria y artística, que forma parte de la propiedad industrial y comercial en los términos del
artículo 36 del Tratado, constituye una de las razones de interés general que pueden justificar
restricciones a la libre circulación de mercancías (véase la sentencia Warner Brothers y Metronome
Video, antes citada, apartado 11). Procede señalar asimismo que el desarrollo cultural de la
Comunidad forma parte de los objetivos postulados por el artículo 128 del Tratado CE, en su
redacción dada por el Tratado de la Unión Europea, cuyo objetivo consiste, particularmente, en
favorecer la creación artística y literaria.
24. En relación, más concretamente, con la inclusión de los productores de fonogramas entre
aquellas personas a quienes asiste el derecho exclusivo de alquiler, denunciada por la demandada en
el procedimiento principal, resulta justificada por la protección de las inversiones sumamente
elevadas y aleatorias que exige la producción de fonogramas, indispensables para que los autores
prosigan la actividad de creación de nuevas obras. Como explica el Abogado General en el punto 26
de sus conclusiones, la atribución a los productores de un derecho exclusivo constituye, ciertamente,
la forma más eficaz de protección, habida cuenta, especialmente, de la evolución de las nuevas
tecnologías y de la amenaza cada vez más grave que constituye la piratería, favorecida por la suma
facilidad de reproducción de los soportes de sonido. De no existir tal derecho, la remuneración de los
que invierten en la realización de dichos productos correría el riesgo de no estar adecuadamente
garantizada, lo cual no dejaría de repercutir en la actividad de creación de nuevas obras.
25. A mayor abundamiento, como ha señalado la mayoría de los interesados, la obligación de
establecer un derecho exclusivo a autorizar o prohibir el alquiler comercial de dichos productos en
favor de los productores de fonogramas y de cualquier otro titular de derechos sobre los fonogramas
se ajusta a lo establecido por el artículo 11 en relación con el artículo 14 del Acuerdo sobre los
aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (TRIPs), anexo al
Acuerdo por el que se establece la Organización Mundial del Comercio, firmado en Marrakech el 15
de abril de 1994 y aprobado mediante la Decisión 94/800/CE del Consejo, de 22 de diciembre de
1994, relativa a la celebración en nombre de la Comunidad Europea, por lo que respecta a los temas
de su competencia, de los acuerdos resultantes de las negociaciones unilaterales de la ronda Uruguay
(1986-1994) (DO L 336, p. 1).
26. Por consiguiente, el principio general de libre ejercicio de una actividad profesional no puede
interpretarse independientemente de los principios generales relativos a la protección de los derechos
de propiedad intelectual ni de las obligaciones internacionales contraídas en este ámbito por la
Comunidad y por los Estados miembros. En la medida en que no parece que los objetivos
perseguidos hubieran podido lograrse mediante medidas que implicaran una mayor protección del
libre ejercicio de la actividad de las personas o de las empresas especializadas en el alquiler
comercial de fonogramas, las consecuencias del establecimiento de un derecho de alquiler exclusivo
no pueden considerarse desmesuradas ni intolerables.
27. A este respecto procede señalar además que, independientemente de las medidas transitorias
enunciadas en el artículo 13 de la Directiva, ésta no conduce a la supresión de toda posibilidad de
alquiler. En efecto, los arrendadores profesionales pueden negociar con los titulares de derechos con
el fin de obtener, sobre la base de condiciones aceptables por ambas partes, la autorización para
alquilar los objetos controvertidos o una licencia contractual.
28. En cuanto a las distorsiones de la competencia alegadas por la demandada en el procedimiento
principal a causa de las prohibiciones globales de alquiler decididas por determinados grupos de
producción de fonogramas, baste señalar que, aun suponiendo que existan, tales distorsiones no son
consecuencia directa de las disposiciones controvertidas, las cuales no tienen el objeto ni producen el
efecto de llevar necesariamente a los interesados a prohibir sistemáticamente el alquiler de sus
productos con la única finalidad de eliminar competidores en el mercado del alquiler.
29. En consecuencia, procede responder al órgano jurisdiccional remitente que el examen de la
cuestión prejudicial no ha revelado ningún elemento que pueda afectar a la validez del apartado 1 del
artículo 1 de la Directiva.
Costas
30. Los gastos efectuados por los Gobiernos alemán, francés, italiano y del Reino Unido, así como
por el Consejo de la Unión Europea y la Comisión de las Comunidades Europeas, que han
presentado observaciones ante este Tribunal de Justicia, no pueden ser objeto de reembolso. Dado
que el procedimiento tiene, para las partes del litigio principal, el carácter de un incidente promovido
ante el órgano jurisdiccional nacional, corresponde a éste resolver sobre las costas.
En virtud de todo lo expuesto,
EL TRIBUNAL DE JUSTICIA
pronunciándose sobre las cuestiones planteadas por el Landgericht Köln mediante resolución de 18
de abril de 1996, declara:
El examen de la cuestión prejudicial no ha revelado ningún elemento que pueda afectar a la validez
del apartado 1 del artículo 1 de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992,
sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de
la propiedad intelectual.
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