¿Sabía que…? Las autoridades locales

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LA SALUD, PILAR BÁSICO DEL ACUERDO SOBRE EL CLIMA
¿SABÍA QUE...? SI ACTUAMOS FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO,
PODEMOS FORTALECER LA SALUD PÚBLICA
Mensaje de la OMS dirigido a las autoridades locales: Asignando un lugar central a las
consideraciones de salud y al cambio climático en las políticas urbanas y el urbanismo, podemos
crear comunidades más seguras, más justas y más prósperas.
¿Por qué los efectos del cambio climático deberían importar a las autoridades locales?
1. Las ciudades y los asentamientos humanos son vulnerables frente a los efectos
adversos del cambio climático en la salud. El impacto del cambio climático en la salud en
las ciudades y los asentamientos humanos es un mecanismo complejo caracterizado por la
interacción de las características físicas de las ciudades y los asentamientos y sus precursores
(por ejemplo, los determinantes sociales) en lo que respecta a los efectos directos del estrés
térmico, las enfermedades de transmisión vectorial como el paludismo y las enfermedades
entéricas como el cólera. Las poblaciones más expuestas son las que viven en los pequeños
estados insulares en desarrollo, las regiones montañosas, las zonas áridas, las megalópolis y
las zonas costeras de países en desarrollo (en particular, las grandes aglomeraciones urbanas
de las regiones de los deltas asiáticos), así como los pobres y las personas que no tienen
acceso a servicios de salud. Algunas de las amenazas derivadas de esta situación son el
aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor,
las tormentas, los incendios forestales, las inundaciones y las sequías, las consiguientes
alteraciones en el abastecimiento de agua y alimentos, y la degradación de la calidad del aire.
Los efectos en esos determinantes fundamentales de la salud podrían traducirse en un
aumento de la inseguridad y las desigualdades sanitarias, un ascenso de la desnutrición y la
falta de agua, la destrucción de viviendas y la pérdida de medios de vida, migraciones masivas
y riesgo de conflictos. Los cambios en las pautas que siguen las enfermedades infecciosas
provocarán que haya más gente expuesta al paludismo, el dengue, las enfermedades
diarreicas y otras infecciones mortales, y que aumente la mortalidad conexa, en particular en
los países en desarrollo, mientras que el calor se cobrará más vidas en los grandes centros
urbanos de los países desarrollados.
2. Las ciudades ya están sufriendo las consecuencias negativas para la salud del cambio
climático. En las ciudades, ya han empezado a sentirse los primeros efectos adversos de las
olas de calor relacionadas con el cambio climático, así por ejemplo, durante la ola de calor de
2003, en Europa murieron más de 70 000 personas. Esta amenaza se está viendo exacerbada
por el efecto isla de calor de las ciudades. Por otro lado, las ciudades son grandes focos de
emisiones de dióxido de carbono y otros contaminantes que favorecen el cambio climático y
contaminan el aire. De hecho, únicamente el 12% de las ciudades del mundo cumple las
directrices sobre contaminación atmosférica de la OMS, y hay muchos centros urbanos que
registran niveles hasta 10 veces superiores al recomendado. Esa contaminación es el origen
de un grave aumento de la morbilidad por enfermedad cardiovascular y afecciones
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respiratorias entre la población de esas ciudades, lo que reduce la productividad económica y
aumenta el gasto sanitario.
3. Si actuamos ahora, podemos modificar el curso de las cosas. Los datos empíricos
disponibles indican claramente que la mortalidad y el sufrimiento podrían reducirse,
implantando sistemas de alerta temprana o fortaleciéndolos, promoviendo la preparación y la
respuesta de los sistemas de salud, y mejorando el urbanismo y las viviendas en las ciudades.
En todo el mundo redes como C40 Cities Climate Leadership Group y la ICLEI (Local
Governments for Sustainability coalition) contribuyen a promover el intercambio de
conocimientos y mejores prácticas en materia de intervenciones de adaptación y mitigación
para las autoridades locales.
4. La reducción de gases de efecto invernadero puede tener resultados positivos para la
salud, el medio ambiente y la economía. Si bien las medidas concretas específicas que se
adopten dependerán del lugar en que se viva, la reducción de las emisiones de gases de
efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2) puede tener efectos muy beneficiosos
para la salud, el medio ambiente y la economía de las ciudades y los asentamientos humanos.
En los países donde el automóvil es el medio de transporte predominante, desplazarse a pie o
en bicicleta permitirá reducir las emisiones de carbono, el sedentarismo (y con ello la obesidad,
las cardiopatías y el cáncer) y los traumatismos y las muertes relacionadas con el tránsito;
además, ello se traducirá en menos contaminación y ruido. En los países donde se cocina y se
caldean las viviendas utilizando sobre todo combustibles sólidos, la introducción progresiva de
combustibles más limpios, y de cocinas y estufas más eficientes hará que el aire sea más
limpio, lo que reducirá la morbilidad y mortalidad ocasionada por la contaminación del aire en
interiores. A menudo, el dinero ahorrado del gasto sanitario derivado del tratamiento de
afecciones relacionadas con el cambio climático (por ejemplo, dificultades respiratorias
provocadas por la contaminación del aire) y las bajas por enfermedad, es igual o superior al
costo de las intervenciones realizadas para combatir el peligro.3
¿Qué pueden hacer las autoridades locales al respecto?
1.
Suprimir los obstáculos estableciendo vínculos entre distintos sectores y
departamentos. Las medidas adoptadas para hacer frente a los efectos del cambio climático en
la salud ofrecen la oportunidad de integrar los conocimientos sobre salud pública y cambio
climático. Ello requiere una comprensión mutua de la terminología, los objetivos, las metas y los
métodos de cada uno de esos ámbitos, así como colaborar con miras a alcanzar el objetivo de
reducir la mortalidad, la morbilidad y las discapacidades. La OMS se esfuerza por organizar foros
que aglutinen a las instancias decisorias del sector de la salud, el medio ambiente y el desarrollo.
2.
Elaborar planes de adaptación al cambio climático en el medio urbano. Entre las
opciones normativas que pueden aplicarse en las ciudades y los asentamientos humanos de los
países desarrollados y los países en desarrollo figuran la implantación de sistemas de alerta
temprana, la preparación y la respuesta de los sistemas de salud, adaptar el urbanismo y la
planificación de los asentamientos humanos, y mejorar las viviendas. Todo sistema de alerta
temprana integral debería incorporar a distintas entidades, como los órganos de gestión municipal,
las autoridades encargadas de la salud pública, los servicios sociales y los servicios médicos de
emergencia (o sus equivalentes en las zonas rurales). Si la amenaza consiste en una ola de calor,
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los hospitales, las escuelas, los centros de atención primaria y las residencias de ancianos
deberán estar preparados. La formación de médicos, enfermeras y demás personal sanitario
para que puedan identificar y tratar los problemas relacionados con el calor, y el establecimiento
de un plan de recursos humanos que prevea personal adicional en caso de necesidad son algunas
de las intervenciones que podrían llevarse a cabo. También debería elaborarse una campaña de
comunicación que explique a la población lo que debe hacer durante los periodos de calor intenso.
Además, en caso de ola de calor podría ser necesario adoptar medidas encaminadas a reducir la
contaminación atmosférica. Si la amenaza está relacionada con la contaminación del agua tras
una inundación, podría ser necesario adoptar un conjunto similar de medidas para alertar y
preparar a los miembros de las autoridades competentes, los profesionales y la población ante los
peligros relacionados con el cambio climático y con relación al modo de afrontarlos.
3.
Establecer un vínculo entre la salud y los planes para reducir las emisiones de CO2.
En las ciudades y los asentamientos humanos donde la huella de carbono es importante, se
procederá a elaborar un inventario de referencia sanitario y de las emisiones, se fijará un objetivo a
efectos de reducir las emisiones, y se elaborarán y aplicarán planes locales de acción. Esos planes
podrían incluir intervenciones para mejorar la eficiencia energética de los edificios municipales y
las plantas de tratamiento de aguas, la modernización del alumbrado público, la mejora del
transporte público, la instalación de aplicaciones que utilicen energías renovables, y la
implantación de sistemas de recuperación de metano a partir de la gestión de desechos. Las
previsiones de la evolución futura del clima deberán tenerse en cuenta en la construcción de
nuevos edificios y la planificación de nuevas zonas urbanas, a fin de proporcionar el mayor confort
térmico y protección posibles frente a fenómenos climáticos extremos. También habrá que adoptar
medidas que permitan hacer frente a la contaminación del aire en el interior de los espacios
habitados urbanos, en consonancia con las nuevas directrices de la OMS para la calidad del aire
de interiores y el uso doméstico de combustibles, que ya pueden utilizarse en la elaboración de
este tipo de intervenciones. Será necesario evaluar los progresos realizados y comunicar los
resultados, por ejemplo, instalando al margen de las carreteras aparatos que indiquen el nivel de
contaminación e informando a la población a diario sobre los valores alcanzados. Esas
recomendaciones también deberán adaptarse a entornos donde las emisiones de carbono sean
reducidas.
4.
Hacer uso de las competencias en materia legislativa. Las instancias normativas
pueden hacer uso de sus competencias en materia legislativa, a fin de institucionalizar los cambios
señalados anteriormente. Pueden insistir en que todas las viviendas nuevas cumplan unas normas
mínimas medioambientales y que todos los medios de transporte respeten determinadas normas
de protección de la salud y el medio ambiente. Podrían introducir medidas destinadas a restringir el
tránsito, como peajes urbanos para circular en el centro de las ciudades, carriles para bicicletas y
zonas de aparcamiento con acceso directo al transporte público, con el fin de reducir las emisiones
de CO2. También podrían velar por que los lugares de trabajo, las tiendas y otros servicios estén
suficientemente cerca de las zonas residenciales para que no haya que utilizar el coche para
desplazarse a ellos. Pueden crearse y mantenerse espacios verdes.
5.
Mejorar el liderazgo de las autoridades locales en materia de promoción y
sensibilización. Las autoridades locales pueden servirse de sus conocimientos y experiencia para
influir en las medidas adoptadas en el marco de los principales procesos nacionales e
internacionales que orientan las políticas y los recursos relacionados con los trabajos sobre el
cambio climático.
Para más información puede consultar los sitios web siguientes:
www.who.int/globalchange.
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