Poder Judicial de la Nación ///nos Aires, 6 de mayo de 2005.AUTOS Y VISTOS: Para resolver en la presente causa nro. 247/05 del registro de la Secretaría nro. 105 de este Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción nro. 1 a mi cargo y respecto de la situación procesal de Fabiana Gabriela FISZBIN, CI 7.726.528, nacida el 23 de marzo de 1964 en la Ciudad de Buenos Aires, hija de Enrique y de Lea Lucía Mendelovich, licenciada en psicología, con domicilio real en Aranguren 222 de esta Ciudad y constituido en Lavalle 1425, 3 piso; Ana María FERNÁNDEZ, DNI 17.493.112, nacida el 7 de abril de 1965 en Villa Mercedes, Provincia de San Luis, soltera, hija de Juan Carlos y de Clara Esther Cabrera, abogada, domiciliada en la calle Constitución 1920, piso 6 “A” de esta Ciudad y constituido en Uruguay 546, piso 5 “10”; Gustavo Juan TORRES, CI 7.334.678, nacido el 30 de mayo de 1958 en la Ciudad de Buenos Aires, hijo de María Haydee Andrade y Aníbal Dardo, abogado, con domicilio real en Av. Corrientes 821, 5 “A” de esta Ciudad y constituido en Esmeralda 345, 9 piso; Rodrigo Mario COZZANI, DNI 24.921.589, nacido el 13 de octubre de 1975 en esta Ciudad, hijo de Mario Juan y de Ana María Madoery, abogado, domiciliado en Barzana 1947, 4 C de esta Ciudad y constituido en M.T. de Alvear 1270, 9 piso, “C”; Alfredo Eduardo UCAR, CI 9.820.850, nacido el 6 de septiembre de 1965 en esta Ciudad, hijo de Alfredo Eduardo y de Marta Susana Romanelli, estudiante de la licenciatura de seguridad e higiene, domiciliado en Paraná 1733, Martínez, Pcia. de 1 Poder Judicial de la Nación Buenos Aires y constituido en calle Av. Córdoba 1233, 12 “A”; Daniel Alejandro DÍAZ, CI 10.504.012, nacido el 29 de marzo de 1967 en esta Ciudad, hijo de Alberto Marciano y de Dora Marta Aon, licenciado en higiene y seguridad, con domicilio real en Av. Estado de Israel 4398, 3 B de esta Ciudad y constituido en Montevideo 760, piso 14; Juan Carlos LOUPIAS, DNI 17.966.429, nacido el 10 de abril de 1966 en esta Ciudad, hijo de Juan Carlos y de Norma Beatriz Fernández, empleado, domiciliado en Pje. Bacón 4848, depto. 2 de esta Ciudad y constituido en Bahía Blanca 425, PB “D”; Víctor Daniel TELIAS, DNI 17.949.990, nacido el 4 de octubre de 1966 en esta Ciudad, hijo de David y de Jacinta Hambra, abogado, domiciliado en Av. Montes de Oca 606, PB “B” de esta Ciudad y con domicilio constituido en Carlos Pellegrini 1175, 5 piso, oficina “D”; Carlos Rubén DÍAZ, C.I. 12.685.182, de nacionalidad argentina, nacido el 22 de diciembre de 1958 en la Ciudad de Córdoba, Provincia homónima, hijo de Eliazar Carmelo y de Dolly Aliandro, con estudios secundarios completos, de ocupación Oficial de la Policía Federal Argentina con destino asignado en la Comisaría 7a. de la fuerza, con domicilio real en Avenida Soldado de la Frontera 5235 piso 11 dto. “D” de esta Ciudad y constituido en la calle Tucumán 1452 piso 2 “5"; Omar Emir CHABÁN, DNI 10.327.843, de nacionalidad argentina, nacido el 31 de marzo de 1954 en Ramos Mejía, Provincia de Buenos Aires, hijo de Ezzeddin (f) y de Angélica Halouma Hadid, de ocupación artista, de estado civil soltero, con domicilio real en la calle Rodríguez Peña 24 piso 6 dpto. “M” de 2 Poder Judicial de la Nación esta Ciudad y constituido en la calle Tucumán 1321 piso 4 dto. “B”; Raúl Alcides VILLARREAL, DNI 12.961.977, de nacionalidad argentina, nacido el 7 de junio de 1957 en esta Ciudad, hijo de Raúl Israel y de Alcira Rivarola, de ocupación productor artístico, de estado civil viudo, con dominio real en la calle Finochietto 1819 de esta Capital Federal y constituido en la calle Tucumán 1531 piso 1; Miguel Angel BELAY, C.I. 8.521.267, de nacionalidad argentina, nacido el 13 de mayo de 1951 en Capital Federal, hijo de Miguel y de Alodia Velazquez, con estudios universitarios completos, de ocupación Comisario de la Policía Federal Argentina con destino asignado en la División Dactiloscopia de la fuerza, con domicilio real en la calle Belén 502 dto. “2" de esta Ciudad y constituido en la calle Luis Saenz Peña 375 entrepiso; Gabriel Ismael SEVALD, C.I. 12.225.153, de nacionalidad argentina, nacido el 12 de enero de 1958 en Río Negro, hijo de David y de Artemia Viedma, con estudios secundarios completos, de ocupación Comisario de la Policía Federal Argentina con destino asignado en la Seccional 7a. de la fuerza, con domicilio real en la calle Vidal 1532 piso 11 “E” de esta Ciudad y constituido en la calle Tucumán 1429 piso 6 “D”; Oscar Ramón SOSA, DNI 21.081.719, de nacionalidad argentina, nacido el 20 de octubre de 1969 en Capital Federal, hijo de Ramón Marcial y de Esther Ojeda, con estudios primarios completos, de ocupación funcionario público con destino asignado en la Seccional 7a. de la Policía Federal Argentina, con domicilio real en la calle nro. 162 nro. 849 de Quilmes, Bernal Oeste, Provincia de Buenos Aires- y de 3 Poder Judicial de la Nación Cristian Angel VILLEGAS, DNI 23.288.228, de nacionalidad argentina, nacido el 11 de mayo de 1973 en Lanús, Provincia de Buenos Aires, hijo de José Angel y de Hilda Adela Amado, con estudios secundarios completos, de ocupación agente de la Policía Federal Argentina con destino asignado en la Seccional 7a. de la fuerza, con domicilio real en la calle Comandante Lucena 1683 de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires-, los dos últimos con domicilio constituido en la calle Luis Saenz Peña 375 entrepiso; A- CONSIDERACIONES PREVIAS. 1-Premisas acreditadas. Conforme surge de las constancias del sumario, se investiga en autos el hecho acaecido en el interior del local “República Cromañon” en la noche del 30 de diciembre de 2004, en el cual fallecieron 193 personas y resultaron heridas un número indeterminado, conforme fuera puesto de resalto oportunamente.A raíz de los elementos colectados en el sumario, a fs. 7361/7474 y fs. 12.098/162 se decretó el procesamiento de OMAR EMIR explotación CHABÁN –en cuya cabeza se encontraba la comercial del predio-, de RAÚL ALCÍDES VILLARREAL –quien ostentaba la calidad de encargado del local de marras y resultaba ser el hombre de confianza del sindicado-, de DIEGO MARCELO ARGAÑARAZ –manager del grupo musical denominado “Callejeros” y de LORENZO FREDY BUSSI –quien se 4 Poder Judicial de la Nación dedicaba a la actividad de seguridad privada y había sido contratado por el grupo en cuestión para llevar adelante tal función la noche del luctuoso suceso-, en orden a los delitos de homicidio simple, en el caso de los dos primeros –lo que motivo el dictado, a su respecto, de la medida de cautela personal prevista en el art. 312 del Código Procesal Penal-. Respecto de los restantes por el delito de homicidio culposo. Todo ello previsto y reprimido en los arts. 54, 55, 79 y 84 del Código Penal de la Nación y arts. 306 y ss. del ordenamiento ritual.En esas oportunidades, fueron detalladas y valoradas en extenso las probanzas –a las que habré de remitirme en esta ocasión “brevitatis causae”- que permitieron tener por acreditada tanto la existencia del hecho, como la responsabilidad que, en el mismo, les cupo a los imputados -de acuerdo al carácter que ostentaban-, de manera que, a esta altura de la pesquisa, se hallan corroborados los siguientes extremos, en lo que hace al aspecto objetivo del suceso: 1) Que el 30 de diciembre de 2004, a partir de las 22.50 horas aproximadamente, en momentos en que el grupo musical “Callejeros” tocaba el primer tema de su recital en “República Cromañon” se produjo un incendio que se inició por el contacto de una chispa emanada de un elemento de pirotecnia que impactó en el material combustible que se encontraba en el techo; 5 Poder Judicial de la Nación 2) Que a raíz de ello se generó un humo tóxico que produjo la muerte de 193 personas y un número indeterminado de heridos, entre quienes se hallaban menores de edad; 3) Que parte del techo estaba cubierto por una tela denominada media-sombra y sobre ella había colocada espuma de poliuretano que, al contacto con el fuego, emanó cianuro de hidrógeno (ácido cianhídrico), dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y vapores de isocianato; 4) Que la puerta alternativa de emergencia se encontraba cerrada con candado y alambre; 5) Que al lugar habían ingresado, al menos, 2.811 personas, pese a que se hallaba habilitado sólo para 1.031 y; 6) Que el local no se encontraba debidamente habilitado para funcionar, habida cuenta que el certificado de incendios expedido por la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal Argentina que había vencido el 24 de noviembre de 2004.- 2-Las condiciones de “REPÚBLICA CROMAÑÓN” Para abordar el tratamiento de la cuestión surge la imperiosa necesidad de establecer claramente qué tipo de local era “REPUBLICA CROMAÑON” y en consecuencia para qué actividades estaba habilitado.De las pruebas colectadas hasta el momento surge, en primer término, que el local de la calle Bartolomé Mitre 3060 era lindero a un hotel, cuyos titulares inmobiliarios también lo eran de aquél.6 Poder Judicial de la Nación Sin embargo, fue habilitado como local de baile clase C en forma autónoma, es decir sin considerarse la relación existente con el citado hotel respecto del cual entonces nunca tendrá la condición de “anexo”.Esto reviste suma importancia ya que a partir del momento en que es independiente y no anexo, el local no puede tener ningún tipo de “comunicabilidad” con otro comercio, ni siquiera con el hotel. Pese a ello “REPÚBLICA CROMAÑON” continuó compartiendo algunos de sus accesos con el hotel.A modo de ejemplo podemos decir que la puerta que conducía a los camarines debió estar clausurada o al menos cerrada y la puerta que hasta el momento fuera señalada como la de “emergencia” toma un nuevo carácter. Ello por cuanto esta puerta en realidad era una salida alternativa ante la producción de un incidente de envergadura, designación por cierto confusa ya que su uso lisa y llanamente implicaba ingresar en una propiedad ajena a la del locatario del momento, y cuyo dueño perfectamente podía estar utilizando la dependencia contigua -en el caso un garage- de la manera que estimare conveniente (por ejemplo estacionando un camión) lo que evidentemente imposibilitaría el uso de tal salida ante una emergencia.De todas maneras dicha puerta que en apariencia podría ser interpretada por el asistente al local como de emergencia, ya que lumínicamente estaba señalada con ese alcance, estaba cerrada con 7 Poder Judicial de la Nación candado y alambre para imposibilitar así el ingreso al estacionamiento del hotel “Central Park”.Pero en definitiva no sólo conduciría a un negocio ajeno sino que además no era un conducto directo hacia el exterior que pudiera permitir la evacuación y puesta a salvo de los concurrentes frente a un siniestro, máxime cuando había una puerta persiana que debía ser transpuesta para ganar finalmente la calle.Evaluémoslo a partir de la norma que lo regula, el art. 10.2.3 Código de Habilitaciones y Verificaciones: Como local de baile habilitado en forma independiente, es decir no como anexo del hotel lindero, debía cumplir particularmente con los requisitos de los incisos c y d, es decir: “Tendrán medio de salida propio e independiente a la vía pública” y “No contarán con comunicación de ninguna naturaleza con otros locales”. Para que no rijan los extremos exigidos por los incisos c y d del artículo 10.2.3 el local bailable clase C -“REPÚBLICA CROMAÑON”- debió funcionar como anexo del hotel y no en forma independiente a él, conforme lo que claramente surge del art. 10.2.22 en su inciso a “in fine” .Por otro lado, la puerta efectivamente de emergencia era utilizada en la práctica como puerta de ingreso y las que permitían el acceso directo desde el vestíbulo al local no estaban abiertas en su totalidad como para permitir, ante una emergencia, una adecuada evacuación.8 Poder Judicial de la Nación Esto nos lleva a una primera conclusión: en la noche de la tragedia ninguna puerta pudo ser considerada como de emergencia. Una conducía a un lugar ajeno y encima estaba cerrada con candado y la otra era utilizada como de ingreso.El explotador del local realizó en la noche del 30 de diciembre de 2004 en “REPÚBLICA CROMAÑON” un recital triplicando la capacidad de asistentes. Y ningún órgano de control lo advirtió, pese a que, como ya señalaré, debieron hacerlo e impedir la realización del espectáculo.Continuando con el tratamiento del lugar en que ocurrieron los hechos pasemos a una cuestión también obvia: se había desnaturalizado por completo el objeto de la habilitación. Nunca funcionó como un local de baile sino que siempre fue pensado como un mircroestadio para la realización de recitales. Y esta lectura del suceso no puede dejarse de lado: nunca estuvo preparado ni habilitado para hacer recitales.Esto provoca una nueva paradoja. Siguiendo la normativa aludida, de acuerdo al punto 10.1.25, 10.2.2, 10.2.3 y 10.2.20 del citado código de habilitaciones, el local de baile podrá expender bebidas alcohólicas, pero no permitirá el acceso de menores, mientras que es sabido que en los recitales no pueden venderse esas bebidas, pero sí ingresar menores.Si bien tenía una habilitación como local de baile clase C, lo cierto es que en la práctica (al menos desde que se inauguró este boliche en abril de 2004) la actividad principal eran los recitales de 9 Poder Judicial de la Nación rock, es decir la presentación de bandas en vivo sin que hubiera actividad de baile posterior. Esto es fundamental ya que la realización de espectáculos artísticos en estadios (el local que nos ocupa pretendía serlo) está sometido a un régimen administrativo notoriamente distinto al de los locales de baile.Para hacer un recital se requiere pedir permiso con varios días de anticipación a la Dirección General Habilitaciones y Permisos, la cual evalúa o no la procedencia en base a diversos factores. Posteriormente, antes de su comienzo y durante su transcurso, están presentes inspectores del Área Contralor Espectáculos así como fiscales contravencionales. También hay que garantizar determinada presencia policial, de bomberos y ambulancias.Ello no es todo puesto que la habilitación de local de baile clase C permite el ingreso de menores entre 15 y 18 años de edad, los días feriados, sábados y domingos, dentro del horario de 16 a 22 horas (art. 10.3.1 Código de Habilitaciones y Verificaciones), en tanto que se prohíbe la concurrencia de menores de 18 años que no vayan acompañados por sus padres o tutores, a los espectáculos que se realicen entre las 23 y 6 horas (art. 10.3.4 Código de Habilitación y Verificaciones). No ocurre lo mismo con los espectáculos artísticos realizados en estadios, en donde no hay ningún límite vinculado con la edad de los asistentes.- 10 Poder Judicial de la Nación Es decir que se tomó lo más conveniente de cada rubro para poder funcionar tal como lo hacía, pero sin respetar paralelamente aquellos deberes emergentes de las diversas actividades. En la práctica era un anexo de un hotel (con lo cual se exceptuaba de tener una salida directa hacia el exterior) pero recibió una habilitación como local de baile independiente; funcionaba como un lugar destinado a recitales pero sin cumplir con todos los requisitos que se deben cumplir en la materia, valiéndose para ello de una habilitación que a esta altura de los hechos se revela como una mera cuestión formal. Dicha habilitación no sólo era blandida para exceptuarse de los controles que tienen los recitales, sino también, por ejemplo, para poder vender bebidas alcohólicas, lo cual está prohibido en esos shows.Si bien estas cuestiones serán profundizadas más adelante, en donde se explicará su trascendencia jurídica y su origen normativo, creo que resulta importante mencionarlas en este momento, a fin de que se comprenda la situación en la que se encontraba “REPÚBLICA CROMAÑON” al día del hecho: no poseía una concreta salida de emergencia, funcionaba como un microestadio realizando recitales sin estar habilitado para ello, sin autorización previa, sin controles y permitiendo el ingreso de menores y la venta de alcohol. Ello se hacía superando su capacidad en más de 300% y sin mencionar el uso de pirotecnia en su interior.- 11 Poder Judicial de la Nación Un episodio de tal envergadura no pudo pasar desapercibido a los distintos organismos de control y frente a ello intentaré determinar las responsabilidades penales de quienes debieron evitar el resultado que finalmente ocurriera el día 30 de diciembre de 2004.- B- LA PARTICIPACIÓN DE LOS FUNCIONARIOS DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES 1-HECHOS. Se les imputa a FABIANA FISZBIN, GUSTAVO TORRES, ANA MARÍA FERNÁNDEZ, RODRIGO COZZANI, ALFREDO UCAR, JUAN CARLOS LUPIAS, DANIEL DIAZ Y VICTOR TELIAS, el haber incumplido con los deberes que por su condición de funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires estaban a su cargo y le imponían la obligación de controlar el funcionamiento en regla del local “REPUBLICA CROMAÑÓN” sito en Bartolomé Mitre 3060 de esta ciudad. Ello por cuanto no seleccionaron ese lugar a fin de que fuera inspeccionado y/o clausurado, cuando era un lugar de conflicto y no podía continuar en funcionamiento desde el 25 de noviembre de 2004, toda vez que el día anterior había vencido el certificado de bomberos habilitante, otorgado conforme a los arts. 10.2.3 y 10.2.20 del Código de Habilitaciones y Verificaciones (Ordenanza 50.250).12 Poder Judicial de la Nación Los nombrados estaban al tanto de la infracción en que estaba ese local, así como estaban al tanto de la situación de los locales bailables en general, los cuales en su mayoría no eran controlados debidamente y estaban en infracción. Particularmente cuando por sus características difundidas mediante diversas publicaciones “REPÚBLICA CROMAÑÓN” detentaba una actividad distinta a la que se le otorgara en la habilitación.A raíz de esta conducta fue que este local pudo seguir en funcionamiento, y finalmente el 30 de diciembre de 2004, se produjo la muerte de las 193 personas que surgen de los listados remitidos por la morgue judicial y que obran en legajo por separado y diversas lesiones a varios centenares más, que a la fecha no se determinaron con precisión.Los hechos que culminaron con este desenlace ya fueron detallados en los anteriores autos de mérito, por lo que se su explicación se da aquí por reproducida.- 2-PROBANZAS PRODUCIDAS: Además de los elementos ya reseñados en los anteriores autos de mérito, dan cuenta de estos sucesos la siguiente prueba incorporada al sumario, vinculada, específicamente, a la situación de los justiciables aquí analizada: 13 Poder Judicial de la Nación Testimonios: Alejandra Tadei (fs. 3110/2, 3119), Procuradora General de la C.A.B.A., quien aportó la documentación relacionada con los requisitos que se le exigen a los locales bailables clase C para su habilitación, como así también aquella de la cual surge en qué casos correspondería su clausura. Alicia Beatriz Pierini (fs. 7996/7), Defensora del Pueblo de la Ciudad, quien explicó las atribuciones del organismo a su cargo, precisando que no tiene poder de policía, es decir no está facultada para clausurar ni decomisar, más si pueden investigar y hacer inspecciones, pudiendo requerir el auxilio de la fuerza pública, en caso de negativa por parte del local para ingresar.Precisó que la Actuación N 631/2004 de fecha 5 de mayo de 2004 fue iniciada de oficio por el Defensor Adjunto -Atilio Alimena- y que se trata de una solicitud de medidas administrativas, advertencia que fuera dirigida a la Subsecretaría de Control Comunal por tratarse de una cuestión genérica, es decir que no recaía sobre ningún local en particular.Expuso, en lo que hace a los locales de baile clase C, que existían advertencias previas, tratándose de las Resoluciones 1884/01, 2130/02, 6320/02 y 2022/03 (reservadas en Secretaría) que habían sido dirigidas a la DGVyH1. Manifestó desconocer la razón por la cual la División Prevención de la Superintendencia de Bomberos de la Policía 1 Dirección General de Verificaciones y Habilitaciones. 14 Poder Judicial de la Nación Federal Argentina dejó de enviarles los informes mensuales a partir del 15 de noviembre de 2004. En particular, respecto de “REPÚBLICA CROMAÑON” expuso que el jefe del área le entregó un informe general del cual surge que el local de marras registraba un antecedente (actuación 550/97) relacionada con ruidos molestos.Acompañó copias de las Resoluciones mencionadas, entre las cuales vale destacar la 2022/03 (8 de mayo de 2003) en donde se señalaron varios problemas atinentes a los locales de baile, uno de ellos vinculado con los requisitos del Código de Habilitación y Verificación. En el punto 1 de la Resolución se recomienda al Director General de Verificaciones y Control que “disponga la inmediata clausura de los locales de baile que no cuenten con la correspondiente habilitación, bajo apercibimiento de iniciar las acciones penales correspondientes” (sobre K). Atilio Domingo Alimena (fs. 8058/60) Defensor del Pueblo Adjunto, se expidió en relación a la información que había requerido sobre locales bailables tanto a la Superintendencia de Bomberos (enero de 2004), como a la Subsecretaría de Control Comunal a cargo de FISZBIN (se envió el 29-1-04 al GCBA). En concreto se realizaron averiguaciones vinculadas al certificado de prevención contra incendios dentro del marco de la ordenanza 50.250 y en lo que respecta al GCBA, se requirió el listado de habilitación de los locales bailables clase C. Aclaró que previo a cursar tal solicitud, mantuvo una reunión con Fabiana 15 Poder Judicial de la Nación FISZBIN, en la cual estuvieron presentes además Ana Bruzac y su asesor, el Ingeniero Antonio Fernández. En esa oportunidad, le hizo saber a aquella del requerimiento que le enviaría y que el mismo tendría el carácter de urgente, habida cuenta que de la información proporcionada por Bomberos, surgía que sólo 38 locales se hallaban aprobados con certificación de esa dependencia y 10 estaban en trámite. También se desprendía que varios no habían renovado el certificado de que se trata, es decir que el 80% de los locales funcionaba sin contar con la habilitación correspondiente, por lo que le indicó el riesgo que ello implicaba para los asistentes a esos predios en caso de ocurrir un incendio, y que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires iba a ser penalmente responsable. Que justamente esa reunión hizo que finalmente recibiera la respuesta a su requerimiento el día 19 de marzo de 2004, cuando en realidad se demoraban en contestar, por lo general, cuatro meses. Ya con la información en su poder, realizó el cruce formal entre la cantidad de locales ya habilitados por el GCBA y el listado de bomberos, que arrojó que el 80 % de los locales habilitados por el GCBA no contaban con el certificado anual contra incendios. Así fue que el 5 de mayo le solicitó a la Subsecretaria, previo anoticiarla verbalmente, que se procediera directamente a la clausura de los locales, precisando el testigo que ese informe fue facilitado por él al diario Clarín. 16 Poder Judicial de la Nación Sostuvo que si bien hubo acciones por parte de FISZBIN, lo cierto es que los locales continuaban abriendo sus puertas sin tener los certificados de incendios, por lo que en agosto de 2004 le pidió a la UPI2 que le informara qué locales habían sido inspeccionados y cuáles clausurados. El 15 de noviembre de ese año recibieron un listado que contenía los nombres de los lugares sobre los cuales habían llevado adelante distintos tipos de acciones, más no se tomaba la decisión solicitada (clausurar directamente todos los que no estuvieran en regla) aún cuando era materialmente posible de tenerse en cuenta que en total ascendían a 250 locales. Según sus dichos, la Subsecretaria les refería que para tomar una medida así era necesaria una decisión política, que no podían clausurar tantos locales sin una autorización por parte de las autoridades del GCBA. Aclaró el testigo que en una reunión que tuvo lugar el día 15 de julio de 2004 en la Defensoría, él le solicitó a Ibarra la inspección de los locales bailables por el tema de incendios, respondiéndole el sindicado que estaba al tanto de todo ello a través de Fabiana FISZBIN.Antonio Fernández (fs. 8794/5), asesor de Atilio Alimena, quien lo acompañó a la reunión que se mantuvo en el mes de enero de 2003 con FISZBIN en donde se trató el cumplimiento de la ordenanza 50.250 por parte de los locales bailables y se hizo 2 Unidad Polivalente de Inspecciones. 17 Poder Judicial de la Nación especial hincapié en las cuestiones de prevención de incendios y medios de escape, para que no se repitiera el caso de la disco “Keyvis”. Tras ello, y de oficio, comenzaron la Actuación 631/04, señalando que la Defensoría ya había dictado una resolución en el año 2003 sobre el tema que recomendaba regularizar la situación de los locales clase C. Todo ello fue puesto en conocimiento de la Subsecretaría de Control Comunal, a través de un informe como así también en forma personal, en el marco de una reunión que se mantuvo en concreto con FISZBIN.Según dijo, luego de que se publicara en Clarín una entrevista a Alimena (mayo de 2004), se concretó un nuevo encuentro con la nombrada, quien les hizo saber que ya se habían clausurado varios locales pero Alimena no se hallaba conforme con la gestión e insistía en que fueran clausurados, en forma inmediata, todos los locales que no tenían el certificado de bomberos, por el riesgo que implicaba. A su entender lo que se había hecho sólo comprendía a locales de menor importancia pero se dejaba de lado los de mayor concurrencia, pese a que era materialmente posible clausurar a todos. FISZBIN les dio a entender que para ello necesitaba una decisión política que la excedía. 18 Poder Judicial de la Nación Agregó que de acuerdo a los informes recibidos por bomberos, había muchos locales de baile que continuaban funcionando sin contar con la habilitación. Martín Gerardo Grynblat (fs. 10.031/32), asesor del nombrado Alimena, quien también intervino en la Actuación 631/04 y tuvo a su cargo la redacción del informe final, en el cual se asentó que el 86% de los locales bailables no cumplían con las normas contra incendios. Es de su opinión que no era materialmente imposible para el GCBA clausurar a todos aquellos que no estaban en regla, que ascendían aproximadamente a 258. Por su parte, en el mes de junio de 2004, le fue requerida a la Superintendencia de Bomberos un informe mensual en cuanto a los certificados que eran emitidos para ese tipo de establecimientos, siendo efectivamente enviada la información correspondiente a los meses de julio y octubre de 2004, pero desconocía por qué no fue remitida la referida al mes de noviembre, en la cual debería constar el local “REPÚBLICA CROMAÑON”. Por otro lado, dio cuenta que a principios de noviembre, al celebrarse un congreso de CEDEBA (Cámara Empresarial de Discotecas y Entretenimientos de Buenos Aires) FISZBIN comentó las medidas que se estaban realizando respecto de los locales bailables, oportunidad en la cual la funcionaria refirió que los establecimientos tipo C ascendían a 200. 19 Poder Judicial de la Nación Mencionó la Resolución 2.022/03 a través de la cual se recomendaba el seguimiento y control de las habilitaciones y el funcionamiento de los distintos locales bailables. Gustavo Tirso Lesbegueris (fs. 10.355/6), Defensor Adjunto del Pueblo de la Ciudad, dijo que le solicitó a la Dirección General de Servicios de Seguridad Privada del GCBA un listado de los locales bailables que cumplían con la ley 118, debido a varias denuncias relacionadas con agresiones a concurrentes a boliches. También se les solicitó mediante nota del 6 de agosto de 2004 (fs. 211/217 de la carpeta “Habilitación”) que se inspeccionaran todos los establecimientos en general, de la cual jamás recibieron una respuesta. Explicó que la propia FISZBIN había dicho que los locales habilitados eran aproximadamente 200 y que su investigación arrojó que menos del 20% (39 locales) tenían registrados al personal de seguridad.Claudia Lidia Serio (fs. 10.369), Defensora Adjunta del Pueblo de la Ciudad, reiteró que de la problemática atinente a los locales bailables se ocupaba el citado Alimena. Comentó también que la reunión que tuvieron con Ibarra a mediados de 2004 fue meramente protocolar, en donde se habló de generalidades. Alicia Beatriz Oliveira (fs. 12.640/1), Defensora del Pueblo de la Ciudad desde 1998 hasta principios de 2003. Explicó la Resolución 2022/03 emitida bajo su mandato, en la cual se 20 Poder Judicial de la Nación constataron diversos problemas de seguridad en las discotecas, que comprendían la escasez de salidas de emergencia en varios lugares, la existencia de elementos inflamables, el exceso de asistentes y la contaminación sonora, así como que los menores de edad que concurrían a las “matinés” se mezclaban con los mayores que iban a la “noche”.Sostuvo que no recordaba qué respuesta se le había dado a esa resolución y que a su entender habría unos 100 locales bailables en la Ciudad aproximadamente. Dijo que era difícil obtener la información que solicitaban al GCBA, aún cuando por ley estaban obligados a hacerlo. Reiteró, tal como lo sostuviera en la mentada resolución, que “la falta de controles se debía a la ineficiencia, falta de decisión política o corrupción” ya que no era un caso aislado sino una “práctica habitual y permanente”. Eduardo Antonio Fachal (fs. 13.179/80), jefe del área Interés Ciudadano de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, trabajaba el tema de habilitaciones y ruidos molestos referente a los locales de baile. Coincidió en que el gobierno sólo inspeccionaba por denuncias, creyendo que era el Director el que lo ordenaba. Manifestó que el GCBA les había enviado un padrón en el que figuraban 108 locales clase C aproximadamente, aunque era un número formal puesto que muchos otros funcionaban con la habilitación de anexo de baile, o bien sin ningún tipo de permiso, lo cual fue volcado en la Resolución 2022/03. 21 Poder Judicial de la Nación También dijo que cuando se iba a controlar algún lugar y estaba cerrado el inspector tenía la obligación de dejar constancia de ello en el libro de inspecciones del comercio más cercano, y que era práctica habitual que en estos casos se volviera en otra oportunidad. Matías Barroetaveña (fs. 8006/8), Presidente de la Auditoría General de la Ciudad, explicó que en el marco de las funciones que tiene ese organismo se encargaron de auditar a los locales bailables clase A, precisando que los de clase C iban a ser auditados el presente año. Acompañó el testigo la documentación que luce reservada en Secretaría (ver sobre L) que pone en evidencia los impedimentos con que se encontraban para desarrollar sus tareas, tales como la negativa a concurrir a realizar inspecciones in situ por parte del área Espectáculos Deportivos, la falta de respuesta a las solicitudes enviadas por parte de la Dirección de Fiscalización y Control, mudanzas, intervenciones judiciales, dificultades para encontrar los expedientes solicitados, etc. Dicha situación dio lugar a dos dictámenes del 30 de diciembre de 2004 vinculados al tema de establecimientos geriátricos privados y hoteles contratados por el GCBA, en el que se ponía en conocimiento del Secretario de Justicia y Seguridad Urbana de las reticencias e incumplimientos enunciados, lo cual fue notificado el 5 de enero de 2005. 22 Poder Judicial de la Nación Juan Ignacio Vazquez Pisano (fs. 10.710/11), empleado de la Auditoría General de la Ciudad, quien tenía a su cargo concurrir a los establecimientos para verificar la adecuación a la normativa en materia de habilitación de determinadas actividades, concurriendo en varias oportunidades con inspectores puesto que carecían de poder de policía. Precisó que, al ser anoticiados de que la DGVyH sólo controlaba por requerimiento judicial, denuncia o por decisión del interventor, se les recomendó una planificación adecuada para que no hubieran arbitrariedades en los controles y, además, porque el hecho de que no se actuara por rutina podía hacer que hubiera locales que, aún sin contar con la respectiva habilitación, estuvieran funcionando por la simple razón de no mediar contra ellos una denuncia. También explicó que los diversos cambios en la estructura del GCBA hacía difícil la labor de auditoría, ya que se iniciaba un proyecto en base a un organismo que luego cambiaba de nombre, de competencia y de titular. María Estela Moreno (fs. 10.712/3) empleada de la Auditoría General de la Ciudad, dijo que la DGVyH les había informado que sólo inspeccionaban por denuncias, no por rutina. Que cuando le preguntó a la DGFyC3 y a la UPI si existía o no una planificación estratégica de las inspecciones, nunca le fue contestado. 3 Dirección General de Fiscalización y Control. 23 Poder Judicial de la Nación Esta falta de respuesta a sus recomendaciones hacía que la Auditoría tuviese que mantener las conclusiones anteriores, ya que no podían saber si se había realizado alguna medida para cumplirlas. Aportó la documentación que obra en los sobres M y N consistente en informes finales de auditoría en relación a las medidas tomadas por parte de la ex DGVyH, DGHyP y la DGFyC en lo que hacía a las recomendaciones efectuadas por la Auditoría General de la C.B.A. en cuanto a hoteles, estadios, geriátricos, guarderías y espacios de uso de espacio público. Pedro Antonio Gómez de la Fuente (fs. 11.450/1), empleado de la Auditoría General de la Ciudad, quien intervino en todos los informes de auditoría reservados en Secretaría y expuso, en relación a los locales clase A, que la Ciudad les había aportado un listado de los locales y ellos se encargaron de verificar si los mismos existían en la realidad, advirtiendo que sólo funcionaban uno o dos, mientras que los restantes no existían o bien estaban habilitados para otros rubros o funcionaban en ellos otras actividades. Agregó que la Ciudad carecía de un padrón confiable y actualizado donde surgieran las habilitaciones de cualquier rubro. Coincidió en que los cambios en las estructuras de gobierno hacían muy difícil el seguimiento de las recomendaciones y la obtención de la información. Por último refirió que no recordaba alguna norma que impusiera la periodicidad con la que debían hacerse las inspecciones. 24 Poder Judicial de la Nación Jorge Horacio Delord (fs. 11.452/3), Director General de la Dirección de Partidos Políticos y Asuntos Institucionales de la Auditoría General de la Ciudad, se expidió en relación a los informes que lucen reservados en Secretaría y dio cuenta de la reticencia por parte de los órganos auditados (DGVyC4), a brindarle información, actitud que se hacía extensiva por parte del área Control Espectáculos, a cargo de Sánchez. Juan José Tufaro (fs. 11.454), empleado de la Auditoría General de la Ciudad, al igual que sus restantes compañeros, dio cuenta de la reticencia por parte de la DGVyC y de su continuadora jurídica, la DGFyC, en proporcionarles información. También coincidió en que se habían suspendido las rutinarias y se actuaba únicamente a requerimiento del máximo responsable del área, a instancia judicial o por alguna denuncia en concreto. Adrián Eusebio Rivero (fs. 11.551/4), quien fuera Coordinador Operativo de la UPI, explicó cómo se llegó a crear la UPI y el cambio que implicaba respecto de la anterior forma de control, de quienes encontraron mucha resistencia a su accionar (ej. DGVyC). Manifestó que al principio, cuando contaban con 25/30 inspectores, tomaban como fuente de conocimiento denuncias de la Defensoría del Pueblo, de los CGP5, de la policía, hacían observación propia y así diagramaban las inspecciones, pero no recordaba haber 4 5 Dirección General de Verificación y Control. Centro de Gestión y Participación. 25 Poder Judicial de la Nación recibido ninguna denuncia contra el local sito en Bartolomé Mitre 3060 (entonces “El Reventón”). En base a su experiencia opinó que con 320 inspectores profesionales se podía controlar la Ciudad, la cual si bien era compleja con el poco tiempo que estuvo fue suficiente para conocer los locales de baile más conflictivos y que debían ser controlados, no podía desconocer la “movida de Once”. Respecto de Fabiana FISZBIN dijo que tenía una visión distinta sobre el control de la Ciudad, y que en una oportunidad le dijo “no cuentes conmigo para concurrir a ningún operativo porque no me gusta” (sic). En cuanto a “REPUBLICA CROMAÑÓN” sostuvo que si bien estaba habilitado como local de baile clase C, en la práctica se hacían recitales, por lo que era más parecido a Obras Sanitarias que a una discoteca. A su juicio era un microestadio y en consecuencia el régimen aplicable era otro, ya que se tenía que pedir autorización para cada caso concreto. Horacio Mario Santinelli (fs. 11.543/8), encargado de la UPI durante el año 2002, dio cuenta de la puesta en funcionamiento de la unidad, la cual era resistida, entre otros por Kampelmacher (Director General de Verificación y Control). A su entender “REPUBLICA CROMAÑÓN” tenía que haber pedido permiso especial para organizar recitales, tal como se exige 26 Poder Judicial de la Nación cuando se realizan en estadios de fútbol y, por ejemplo, en Obras Sanitarias. Explicó que, bajo su gestión, las inspecciones se programaban en base a denuncias de los CGP, de particulares, certezas (como el caso de los vendedores ambulantes en determinados lugares) e inclusive de acuerdo a lo que surgía de los medios de comunicación. A su juicio había varios indicios que deberían haber llevado a inspeccionar “REPUBLICA CROMAÑÓN”, tales como la revista “Llegás a Bs. As.” o los problemas que hubo cuando el grupo “Callejeros” tocó en el estadio del club Excursionistas. Al referirse al procedimiento de inspección dijo que, cuando un local se encontraba cerrado, se labraba un informe y se volvía. Por otra parte, dijo saber a través de terceros que COZZANI “bajaba” la lista de lugares a inspeccionar, lo cual salía de una reunión con FISZBIN. Gustavo Adrián Malventano (fs. 11.593/5), empleado del GCBA que se desempeñó en la Dirección General de Verificación y Control (área Actividades Nocturnas), quien tenía a su cargo realizar inspecciones de locales, sobre todo aquellos en los cuales se desarrollaban actividades de baile y recitales. Éste señaló que los predios a inspeccionar provenían de directivas que recibía de sus superiores basadas en denuncias o bien en solicitudes de los vecinos, mientras que, las concretadas por “rutina” tenían su razón de ser en la imposibilidad de concretar esa inspección. Entre estas inspecciones se encuentran las realizadas al 27 Poder Judicial de la Nación local de Bartolomé Mitre 3060 tal como se asentó en el libro de inspecciones. Dijo que, en caso de hallar un lugar cerrado, se informaba al superior y entendió que luego se regresaba para concretarla. Hizo saber que los inspectores conocían qué lugares eran conflictivos y que se enteraban de los recitales o shows de importancia, no sólo en base a las denuncias (particulares o públicas), sino también por lo que se publicaba en los diarios o porque lo advertían mientras iban por la calle. Cuando iban a inspeccionar un lugar y se encontraba cerrado, se informaba y seguramente el expediente volvía al tiempo para hacer efectiva la inspección, y que a su criterio lugares como “REPUBLICA CROMAÑÓN” (entonces “El Reventón”), deberían ser inspeccionados, como máximo, cada 3 o 4 meses. Agustín Angel Otero (fs. 11.890/1) inspector del G.C.B.A., quien pertenecía a la División Turno Noche concurrió a “El Reventón” en los años 2000 y 2001, pese a que tenía asignada otra zona de la Ciudad, precisando la documentación que requería a un local en momentos de llevarse a cabo una inspección, entre la cual se encontraba el certificado de bomberos. Dijo que, en caso de advertir un predio cerrado, informaba tal circunstancia a la superioridad para posibilitar la real inspección y que, en esos casos, también podía dejarse constancia en el libro de algún local cercano. 28 Poder Judicial de la Nación Según su opinión un lugar de grandes dimensiones no podía pasar desapercibido a las autoridades de control y que, un lugar como “El Reventón”, debía ser controlado todos los fines de semana, con un control exhaustivo cada 2 ó 3 fines de semana y, el resto, controles más livianos. Pedro José Marro (fs. 11.892/3), empleado de la Dirección General de Control de la Calidad Ambiental, al ser interrogado en torno a las ocho inspecciones formalizadas por él en el local de marras que surgían del libro respectivo, dio cuenta de que ellas tuvieron lugar a raíz de la existencia de denuncias contra el establecimiento por “ruidos molestos” y la consecuente prosecución del expediente. Silvana Myriam Giudici (fs. 13.338/40), Diputada de la Nación y que en su momento fuera Secretaria de Gobierno y Control Comunal, explicó el proceso de reformas iniciado bajo su gestión consistente en separar la tarea de habilitación, que iba a estar a cargo de profesionales independientes anotados en las listas de los respectivos colegios (PVH -Profesionales de Verificación y Habilitación) y la de control, a cargo de la UPI (también compuesta por profesionales y con la idea de la “polivalencia”). Expuso que como funcionaria sabía cuáles eran las zonas conflictivas por la noche (Constitución, Once, La Rural), es decir, sabía cuál era el “mapa de riesgo”, y que a los operativos peligrosos concurría ella en persona. 29 Poder Judicial de la Nación Manifestó que la plancheta de habilitación y el certificado de bomberos no eran determinantes para el control, y que los listados enviados por bomberos muchas veces estaban desactualizados o llegaban tarde, por lo que no eran confiables, de modo tal que el inspector debía ir y verificar in situ. También dijo que el padrón que tenía el propio gobierno estaba desactualizado, concluyendo que a “El Reventón” fueron a inspeccionarlo dos veces durante su gestión, por denuncias de vecinos y de la comisaría, y porque estaba cerca de “Fantástico” que era un lugar muy conflictivo. Paula Verónica Trunzo (fs. 13.147/9) empleada de la UPI y luego de la Dirección General de Fiscalización y Control, explicó la composición de esos organismos y sus diversos integrantes, entre los que estaban FERNÁNDEZ, COZZANI y DÍAZ. Coincidió en que de día se inspeccionaba en base a alguna denuncia y que no había ninguna programación previa, agregando que tampoco tenían un “mapa de riesgo”, pero en la noche el jefe de área sí podía disponer que se controlara de oficio algún lugar. A ella la orden de trabajo se la daba el encargado del turno noche (Penco o TELIAS) pero siempre decían que la selección de los lugares venía de la Subsecretaría de Control Comunal y que lo habían arreglado con Alfredo UCAR, asesor de FISZBIN. En cuanto al certificado de bomberos recordó que, cuando Rivero estaba a cargo, efectivamente recibían un listado con aquellos locales que tenían el permiso vencido, y que su jefe les 30 Poder Judicial de la Nación ordenaba ir a clausurarlos. Dicha situación cambió cuando llegó FISZBIN a la Subsecretaría de Control Comunal, puesto que los listados empezaron a ser enviados a la Subsecretaría de Seguridad Urbana, y dicha información no les llegaba. Mario Esteban Mazzilli (fs. 13.448/50), empleado de la UPI y luego de la Dirección General de Fiscalización y Control, coincidió en la descripción acerca de los integrantes de esos organismos. Refirió que las inspecciones el turno mañana se hacían en base a denuncias, en tanto que las del turno noche eran decididas en una reunión que se hacía los días lunes y de la que participaban FISZBIN, UCAR, COZZANI y DÍAZ, aunque desconocía qué criterios se tenían en cuenta para la selección de los objetivos. Refirió que había una gran desorganización en el área y que como lo de las reuniones era poco claro, puesto que había algunos lugares que curiosamente no se controlaban, junto con Paula Trunzo y Marcela Velazco hicieron un cuestionamiento a sus superiores, que siempre contestaron con evasivas. Manifestó que FISZBIN no tenía conocimientos de seguridad o control, por lo que COZZANI y DÍAZ le sugerían dónde hacer las inspecciones, le llevaban “todo armado” y ella daba su aprobación final. Alicia Majlis de Szurman (fs. 13.451/3), empleada de la UPI y luego de la Dirección General de Fiscalización y Control, narró que cuando un lugar a inspeccionar estaba cerrado se informaba y a 31 Poder Judicial de la Nación veces se volvía, siendo que, a partir de marzo de 2004, COZZANI y DÍAZ le dieron la orden de ir por lo menos tres veces. Explicó que las órdenes de trabajo del turno día emanaban de denuncias, en tanto que las del turno noche aparentemente se formaban en la Subsecretaría de Control Comunal, en una reunión a la que concurrían COZZANI, DÍAZ y UCAR, aunque desconocía si FISZBIN también participaba. Manifestó que no sabía que criterios se utilizaban para programar esas inspecciones. Por último, dijo que a los operativos vinculados con la ocupación de espacios en la vía pública y venta ambulante nunca concurría FISZBIN, aunque sí lo hacía a veces UCAR. Marcela Beatriz Velazco (fs. 14.000/2), inspectora del GCBA a partir del mes de diciembre de 2003, dio cuenta del modo en que se realizaban las inspecciones. Manifestó que se formalizaban a partir de las órdenes de trabajo que eran confeccionadas por el jefe del área y entregadas a ellos por sus superiores jerárquicos, siendo éstos quienes decidían los lugares que debían ser controlados. Indicó que, si bien no existía un mapa de riesgo, sabían cuáles eran los lugares problemáticos, entre los cuales se hallaba la zona de Once. Puntualizó que las inspecciones realizadas de día hallaban su fundamento en denuncias previas o expedientes, cuya compulsa se le permitía al inspector con antelación al operativo, proceder que no se verificaba en el caso de las inspecciones nocturnas. En este caso, 32 Poder Judicial de la Nación únicamente se limitaban a darles la orden, sin mencionarles ni exhibirles los antecedentes que motivaban la inspección. Destacó que éstas últimas se materializaban con la ayuda de personal policial y que, en caso de que la fuerza de seguridad les solicitara la inspección de un lugar en concreto, ellos debían consultarle al coordinador del turno nocturno de ese día acerca de la posibilidad de llevarla a cabo. Aclaró que en alguna oportunidad se le hizo saber que debía negarse a controlar un objetivo a pedido de la policía. Precisó además que en caso de que un local estuviera cerrado, se dejaba constancia de tal situación en el informe que elevaba a la superioridad. Aseguró que ante la falta de seguridad (por ej. el certificado de incendios vencido) o higiene, o bien en caso de verificarse un atentado contra la moralidad, podían clausurar en forma preventiva, más de constatarse la falta de habilitación del local, sólo debían limitarse a informarlo para que posteriormente el Director General ordenara aquella medida. Finalmente, dio cuenta de la existencia de reuniones que se concretaban a un nivel superior y a las cuales asistían COZZANI o bien DÍAZ, desconociendo cuál era el tema que en ellas se trataba. Carlos Heraldo López (fs. 14.576/8), inspector del GCBA, narró la historia de tal organismo y de la Dirección General de Fiscalización y Control, dando cuenta de que COZZANI y DÍAZ eran los únicos que, a lo largo del tiempo, se habían mantenido en el área de la coordinación operativa. 33 Poder Judicial de la Nación Expuso que las inspecciones tenían su fundamento en la existencia de denuncias, oficios judiciales o requerimientos cursados por las defensorías, a excepción de aquellos objetivos que debían ser controlados en el turno noche, en torno a los cuales desconocían las razones que motivaban la respectiva inspección y cuyas órdenes de trabajo las recibían de manos de COZZANI o DÍAZ. Refirió que semanalmente se celebraba una reunión en la oficina de FISZBIN con la participación de alguno de los sindicados, LOUPIAS y personal de la Subsecretaría de Control Comunal, y que era UCAR, asesor de la mencionada, quien les alcanzaba luego la orden de trabajo en el cual se hallaban consignados los locales a inspeccionar. También que, previo a efectivizarse una clausura, debía consultarse la procedencia de tal medida con COZZANI o DÍAZ, en cuya cabeza se encontraba la decisión última de materializar la misma. Dio cuenta que, para mediados de 2004, juntamente con personal de Bomberos controlaban la vigencia del certificado expedido por tal dependencia y se procedía, en su caso, a la clausura del respectivo establecimiento, lo cual obedecía a una orden de “arriba” que les había sido transmitida a ellos en forma verbal por COZZANI o DÍAZ. Diego Gabriel Mayochi (fs. 15.817/9), inspector del G.C.B.A., quien formalizó inspecciones a locales en horario nocturno, los cuales se materializaban los días viernes y sábados bajo la 34 Poder Judicial de la Nación coordinación de Penco o TELIAS en los comercios que eran seleccionados por el área de Coordinación Operativa a cargo de COZZANI y DÍAZ, supuestamente en base a una denuncia previa. También afirmó que eran acompañados por personal policial en ocasión de llevarse a cabo los operativos en el horario nocturno, como así también en lo que respecta a la consulta que debía hacerse con los mencionados en último término previo a adoptar cualquier medida. Por otro lado, expuso que, en caso de que un local estuviera cerrado al momento del control, averiguaba su horario de funcionamiento y regresaba luego, a menos que estuviera fuera de su jornada laboral, supuesto en el cual labraba un informe dejando constancia de tal situación. César Salvador Suarez Carpenzano (fs. 16.869/83), inspector del G.C.B.A., quien participó del operativo del 11 de julio de 2004 en el local “Cemento”, oportunidad en la cual observó que se estaba llevando adelante un recital, razón por la cual había dos o tres móviles policiales en la puerta. Refirió que constataron varias irregularidades (no se les habían exhibido los planos de habilitación y de instalación contra incendios y termomecánica, como así que el certificado de incendios expedido por bomberos se hallaba vencido y tres tarjetas de matafuegos aparentemente resultaban apócrifas). Lo pusieron en conocimiento de Penco -vía handy- quien les dio la orden de labrar el informe y elevarlo. 35 Poder Judicial de la Nación Expuso que si bien a su entender el comercio ameritaba la medida de clausura, ellos no podían efectivizarla, sino que debían seguir el mismo procedimiento que el explicitado en todos los operativos, es decir, debían comunicarse por handy y acatar la orden que fuera impartida y sólo si era autorizada aquella medida, la materializaban. Ello sin perjuicio de que la clausura podía ser ordenada, en base al informe labrado, por las áreas de Coordinación Operativa que además podía disponer una nueva inspección- o bien al área de Legales. Gilda María López Carnabucci (fs. 16.884/6), inspectora del GCBA que también participó de la inspección de “Cemento”. Precisó que quien estaba a cargo de los operativos a formalizarse en esa ocasión era “Nacho” Penco, quien respondía, al igual que TELIAS, a COZZANI y DÍAZ. Refirió que en los controles nocturnos, no se les permitía compulsar los antecedentes del respectivo objetivo, ni enterarse de los motivos que daban lugar al control, a diferencia de lo que ocurría con las inspecciones diurnas -que tenían su razón de ser en denuncias o requerimientos judiciales-, indicando también que, tras materializar la inspección debían comunicarse con el coordinador, ya que era éste quien decidía si correspondía labrar un acta de comprobación, realizar una intimación o materializar una clausura, quedando así en evidencia que ellos carecían de poder de decisión. 36 Poder Judicial de la Nación Silvia Irene Ameijeiras (fs. 16.930/2), inspectora del GCBA, quien también participó de la inspección a “Cemento”. Precisó, en cuanto a los controles nocturnos, que los encargados de coordinar los mismos eran COZZANI y DÍAZ, en forma conjunta o indistinta y, posteriormente, se sumó a ellos Ignacio Penco. Narró que eran los mencionados quienes dividían a los inspectores en grupos y nombraban a uno como “cabeza” de los mismos. A éste le entregaban las actas, la credencial, el listado de los objetivos -en el cual se consignaba únicamente la dirección de los comercios- y le asignaban un handy, procedimiento que difería de los materializados durante el día, puesto que en éstos últimos se les facilitaban los antecedentes del local con antelación al operativo. Coincidió con sus compañeros en cuanto al modo en que se desarrolló la inspección a “Cemento”, dando así cuenta de las irregularidades constatadas en la oportunidad, las cuales fueron puestas en conocimiento del coordinador nocturno de esa noche Penco- vía handy. Explicó que la consulta con el respectivo coordinador COZZANI, DÍAZ o Penco- resultaba ser una práctica habitual y obligatoria en los operativos nocturnos y que, en la ocasión, Penco les dio la orden de “no clausurar”, poniendo de resalto la exponente que, no obstante la directiva particular, esa medida bien pudo haber sido impuesta por la U.P.I., organismo al cual se le elevaban las actas y el informe respectivos. 37 Poder Judicial de la Nación Marta Susana Cali (fs. 16.933/6), inspectora del G.C.B.A. que en forma excepcional fue convocada en horario diurno para el control de puestos de venta ambulante y, en horario nocturno, para el control de locales de baile, siendo así como participó de la formalizada al local “Cemento”, que culminó, por orden de Penco, con la confección de las actas de infracción respectivas y el asentamiento, en el libro de inspecciones, de la nota correspondiente. Dio cuenta de las diversas irregularidades allí constatadas e hizo hincapié en el hecho de que, antes de tomar una decisión en relación a un local, debían efectuar la consulta -vía handy- con el coordinador. Resaltó que, para proceder a la clausura, necesariamente debían contar con la autorización del superior. También manifestó que para el supuesto de que un local estuviera cerrado, debían elaborar un informe y elevárselo al coordinador. Alberto Habilitaciones Meza y (fs. Permisos 16.937), del Director G.C.B.A., quien General se de mostró imposibilitado de aportar datos de interés a la pesquisa, habida cuenta la poca antigüedad que revestía en el cargo. Jorge Luis Pérez (fs. 17.052/3), Director Adjunto de la Dirección General de Habilitaciones y Permisos del G.C.B.A., relató que, en base a la normativa vigente, “REPUBLICA CROMAÑON” no podía tener comunicación alguna con otros locales. 38 Poder Judicial de la Nación Precisó que si bien se hallaba prevista la posibilidad de que los comercios de esa índole funcionaran como actividad complementaria o anexa a otros rubros, éste no era el caso de autos, desde que el local bailable era una actividad principal, advirtiéndose además otra infracción, que consistía en la comunicación entre el hotel o garaje y el establecimiento en cuestión y que, por lo menos, debió haber motivado una intimación. Agregó que al momento de la inspección previa por parte del G.C.B.A. necesariamente la puerta ubicada junto al escenario debió estar cerrada ya que, de lo contrario, no podría haber sido habilitado. En cuanto a las restantes vías, expuso que a su entender la que tenía comunicación directa con la calle Mitre -obrante a fs. 25 de la causa nro. 42.855/1.997 y señalada como “C”- no podía tratarse de la puerta de emergencia, puesto que no comunicaba directamente con el salón de baile, sino con el hall de acceso al mismo. En cambio, sí podía serlo la denominada “alternativa” en tanto ésta tenía contacto directo con el local de baile. No obstante ello, indicó que no podía ser considerada como medio de escape habida cuenta que no era exclusiva del comercio en cuestión, sino que era compartida con otros establecimientos. Por otro lado, expuso que un recital no podía considerarse comprendido en la definición de “variedades” que daba la ley al hacer referencia a los locales de baile clase “C” y que tal 39 Poder Judicial de la Nación desnaturalización del rubro debía ser controlado por los inspectores que contaban con el “poder de policía”. Constancias incorporadas de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires (fs. 14.582/607), en relación a la publicación de las ordenanzas 50.250 y 50.848. Presentación de Fernanda Ferrero (fs. 15.612), Legisladora de la Ciudad de Bs. As., mediante la cual puso en conocimiento el reclamo que había sido dirigido, mediante las C.D. de fs. 15.610/1, al Sr. Jefe del Gobierno de la Ciudad en relación al funcionamiento del local bailable denominado “Amerika” o “Abadía”. Presentación hecha por la Procuración General de la Ciudad de Buenos Aires (fs. 17.168 y 17.356), mediante los cuales se remitieron a conocimiento de la instrucción documentación de interés relacionada al local de baile “Cemento”. Asimismo obra la siguiente documentación reservada en Secretaría: Informe presentado por la Dra. Macarena Gallarreta, abogada de la Procuración General de la Ciudad de Buenos Aires y confeccionado por el Director General de Servicios de Seguridad Privada del GCBA, en el cual se hace saber que en el año 2002 el local de marras fue notificado del contenido de la Ley 118 y que debían contratar los servicios de una empresa de seguridad privada que estuviera legalmente habilitada. 40 Poder Judicial de la Nación Por su parte, en el año 2003, fue intimado el establecimiento en cuestión a completar un formulario de declaración jurada sobre la materia y Raúl Lorenzo contestó que no tenían contratado un prestador de servicios de seguridad privada para hacer de custodia y portería que estuviera habilitado en los términos de la ley 118 y su modificatoria (fs. 3452/61). Libro de inspecciones del local sito en Bartolomé Mitre 3060 en el que obra fs. 1 la “Plancheta de Habilitación” expedida por el GCBA por el cual se clasifica al lugar como “local de baile clase C”. Entre las observaciones se asentó que “El local posee una salida alternativa, la que se activa exclusivamente en caso de producirse un siniestro, permitiendo la evacuación del público concurrente por un corredor que sirve en casos normales para la entrada y salida de vehículos, considerándose cumplimentado el art. 10.2.3 inciso d) del Código de Habilitaciones y Verificaciones, dado que por sus características el sistema de seguridad alternativo reduce los riesgos en forma cualitativa del público concurrente, no considerándose de esta forma una comunicación permanente con las otras actividades del complejo”. Allí se asentaron las diversas inspecciones que se hicieron, la última de ellas el 29 de marzo de 2003 (foja 13). Expediente 42.855/97 de la Dirección General de Registros y Certificaciones en el cual se otorgó la habilitación para el local ubicado en Bartolomé Mitre 3060/66/70/72 (Planta Baja y Entrepiso), en el carácter de local de baile clase C, a nombre de 41 Poder Judicial de la Nación “Lagarto S.A.”, para una capacidad máxima de 1031 personas Disposición 6060-DGRyC-1997-. Copias certificadas del expediente 20.029/90 de la Dirección General Mesa General de Entradas y Archivo iniciado a raíz de la solicitud del registro de planos de condiciones contra incendio presentado por José L. Gradiel. Expediente 46.309/97 de la Dirección General Mesa General de Entradas y Archivo en el cual constan las diversas inspecciones y clausuras del local que nos ocupa, el cual en un principio se consideró que estaba ubicado en Bartolomé Mitre 3050. Así, el 25 de abril de 1997 fue clausurado por funcionar como local de baile clase C sin la correspondiente habilitación Disposición 957-DGPM-1997 (fs.6), la cual se hiciera efectiva el día 30 del mismo mes y año (fs. 9). Posteriormente se constató que la clausura era burlada ya que los encargados del local bailable hacían ingresar al público a través del garage sito en Bartolomé Mitre 3046 perteneciente a un hotel, el cual se comunicaba con el local. Dicho garage fue clausurado preventivamente (fs. 23/4 y 27). En consecuencia, se dispuso ratificar esa clausura, a la vez que se amplió la anterior, que abarcó también a Bartolomé Mitre 3046/50/76 y sin número lindero descendente al 3088 y Jean Jaures 51 puesto que se trataba de una sola unidad con varias comunicaciones -Disposición 1415-DGPM-1997 (fs. 47/8), que se hiciera efectiva el 16 de julio de 1997 (fs. 49/53). 42 Poder Judicial de la Nación Los días 28 y 29 de junio de 1997 se constató que el lugar continuaba funcionando a pesar de la clausura oportunamente dispuesta, razón por la cual se labraron las actas de comprobación N°270407 Serie 2- Código 5108 y N°206131 Serie 2, por violación de clausura (fs. 70 y 73). De este expediente surge también que la sociedad que explota comercialmente el local de mentas es “Lagarto S.A.”, conformada por Estefanía Duday, Gerardo Ariel Costabello, Germán Marcos Vengrover y Urbano Chaves, siendo este último el presidente del directorio. El 31 de marzo de 2003 la DGVyC ordenó la inspección del predio. Expediente 40.511/97 de la Dirección General Mesa General de Entradas, Salidas y Archivos en el cual el apoderado de la empresa constructora gestionó y obtuvo el registro de planos de condiciones contra incendio de la finca sita en Bartolomé Mitre 3036/78. También se solicitó y se obtuvo un testimonio por las obras que se hallaban ejecutadas y pendientes de habilitación. Expediente 10.294/97 de la Dirección General Mesa General de Entradas, Salidas y Archivos iniciado a raíz del pedido de habilitación a nombre de “Once Central Park S.R.L.” locataria del local sito en Bartolomé Mitre 3036/38/40/44/50/54/60/66/72 y 78, planta baja, subsuelo, entrepiso y primer al cuarto piso, en el carácter de: “Hoteles43 Poder Judicial de la Nación Establecimientos y locales especiales: Hotel sin servicio de comida, Espectáculos y diversiones públicas: Local de baile clase “C”, actividad complementaria. Servicio: Garage comercial-, Café-bar, confitería, Cancha de minifútbol y/o fútbol cinco”. De ello la Dirección General de Registros y Certificaciones hizo diversas observaciones (fs. 22), respecto de las cuales la sociedad prestó su conformidad a lo referido al local de baile clase C (fs. 26) y posteriormente solicitó que se dejara sin efecto el pedido de habilitación para el rubro hotel (fs. 47). Expediente 99.024/74 del Departamento Mesa de Entradas y Archivo de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, en el que se solicitó el permiso y aprobación de planos para llevar a cabo una remodelación parcial del edificio ubicado en Bartolomé Mitre 3036/78. En la carátula luce abrochado un “informe de inspección” N°79425 de la DGVyH. Allí se asentó la inspección realizada por Ricardo Capello al lugar que nos ocupa, el día 29 de marzo de 2003 en donde se manifestó que el local funcionaba de acuerdo al rubro habilitado oportunamente y que se controlaron los siguientes puntos: “1) Posee detector de metales en funcionamiento, 2) El personal de seguridad cuenta con identificación, 3) Certificado de bomberos N°000035 de fecha 29/4/02, 4) Se verificaron las luces de emergencia y las señalizaciones de salida correspondiente en forma, 44 Poder Judicial de la Nación 5) La salida de emergencia se encuentra libre y destrabada, 6) Controlándose el libro de quejas, 7) El cartel indicador de condiciones de ingreso (no discrimina), 8) Dicho local cumple con las condiciones mínimas de seguridad, higiene y funcionamiento en el momento de la inspección”. Registro 495/DGHP/2004 y Registro 7256/UPI/2004 en los cuales la Superintendencia Federal de Bomberos remitió el listado de locales de baile que acorde a sus antecedentes no habían cumplido con la ordenanza 50.250. Asimismo, consideró de vital importancia el accionar conjunto con el GCBA, con el fin de hacer cumplir la legislación vigente. En virtud de ello, solicitó que se le enviara el padrón actualizado de los locales que debían cumplir con aquellas disposiciones. La DGHyP lo giró a la Subsecretaría de Seguridad Urbana, que a su turno lo mandó a la UPI, en donde ambos registros se acumularon. Legajo 12.430 de la Superintendencia Federal de Bomberos, Departamento Seguridad Contra Incendios y Riesgos Especiales, División Prevención, por el cual el presidente de “Lagarto S.A.”, Urbano Chaves, pidió el pliego e inspección y certificado de inspección final para el local de Bartolomé Mitre 3060/66/70/72 planta baja y entre piso, conforme lo exige la ordenanza 50.250. El 17 de julio de 1997 el Inspector Gustavo R. Bravo concurrió al lugar y constató que cumplía con las exigencias de seguridad, por lo que se aprobó la instalación y se otorgó el certificado de inspección final en la misma fecha. 45 Poder Judicial de la Nación Es de mencionar que el 25 de julio de 1997 se notificó a Oscar Enrique Costabello, de la firma “Lagarto”, que las puertas y medios de salida del local debían encontrarse expeditas durante las horas que se desarrollen las actividades del mismo, debiendo poseer sentido de apertura hacia el exterior del recinto. El 21 de agosto de 1998 la firma “Lagarto” pidió la renovación anual del certificado final de condiciones contra incendio. El mismo Inspector Bravo concurrió al lugar el 2 de septiembre de 1998, y el mismo día se aprobaron las instalaciones. El 15 de octubre de 1999 “Lagarto” solicita nuevamente la renovación del certificado, por lo que el 21 de octubre se llevó a cabo la inspección y posterior aprobación. Con fecha 18 de octubre de 2000 se presentó otra solicitud de renovación por parte de la misma sociedad, realizándose la inspección y luego la aprobación final el 19 de octubre de 2000. Es de relevancia mencionar que el 10 de diciembre de 2001 la Defensoría del Pueblo le solicitó a la Superintendencia de Bomberos que se inspeccionara “El Reventón Bailable”. Ello se formalizó el día 17 de diciembre, ocasión en la que el Ayudante Guillermo Luis Bonfoco constató que si bien el local reunía las condiciones de seguridad contra incendio, el mismo carecía del certificado actualizado de inspección final. Precisamente, dicha actualización del certificado había sido solicitada el 14 de diciembre de 2001, y fue otorgada el 29 de abril de 2002. 46 Poder Judicial de la Nación De vuelta se pidió renovar la habilitación, el 21 de noviembre de 2003, lo cual fuera aprobado el 24 de noviembre de 2003. “Lagarto” solicitó una vez más que se actualizara el certificado el 5 de noviembre de 2004, y al concurrir a hacer la inspección el Cabo 1 Marcelo F. Esmok, el 23 de noviembre, el portero no le permitió el ingreso y se negó a darle sus datos filiatorios, por lo que se retiró sin poder llevar a cabo su cometido. De acuerdo a ello, se giraron las actuaciones al archivo hasta tanto los responsables del inmueble se comunicaran con esa División para coordinar una nueva inspección. También obra un “acta de notificación” de fecha 5 de agosto de 2004 en el cual se le hace saber a Omar Emir CHABÁN, propietario del inmueble sito en Estados Unidos 1238/40 “...sobre la necesidad y obligación de que las puertas deben encontrarse totalmente abiertas y los medios de salida del local expeditos durante las horas que se desarrolle la actividad del mismo, para una rápida evacuación en caso de producirse un siniestro. Asimismo en los sectores de circulación y medios de salida no se deberán instalar elementos combustibles limitando el uso de revestimientos, decoraciones de esas características”. Expediente 65.538/97 de la Dirección General Mesa General de Entradas, Salidas y Archivo, por el cual se solicitó la instalación electromecánica del inmueble de Bartolomé Mitre 3050/54. 47 Poder Judicial de la Nación Expediente 53.766/97 de la Dirección General Mesa General de Entradas, Salidas y Archivo, en el que se registraron planos de condiciones contra incendio para la finca sita en Bartolomé Mitre 3050/54. Posteriormente se solicitó un testimonio de cumplimiento de las condiciones contra incendio para el subsuelo, planta baja, 1°, 2° y 3° piso, el cual fue otorgado toda vez que se había comprobado que esos niveles cumplían con los requisitos exigidos por la normativa vigente. Expediente 77.401/03 de la Dirección General Mesa General de Entradas, Salidas y Archivo, en virtud de la solicitud cursada por el hotel “Central Park S.R.L.” a través el cual se requirió el registro de la instalación térmica en los planos que acompañaron, lo que fue aprobado el 29 de diciembre de 2003, previa inspección. Expediente 65.628/00 de la Dirección General Mesa General de Entradas, Salidas y Archivo, por el cual se solicitó el ajuste de la instalación electromecánica de Bartolomé Mitre 3050. Es de señalar que a fs. 25 obra una dirigida al Jefe del Departamento de Instalaciones, en el cual se le comunica que por error se habían colocado los sellos en los planos, los cuales por otra parte no fueron completados. Sobre A que contiene: 1) diversas normas relativas al modo, alcance y periodicidad con que se deben efectuar las inspecciones a los locales de baile -anexo I-, 2) normas relativas al desarrollo de 48 Poder Judicial de la Nación las inspecciones entre las que se encuentra una copia del formulario de inspecciones, del manual de inspecciones -anexo II- y de la estructura orgánico funcional de la DGFyC a través de la Disposición 424/04 -anexo III-, 3) constancia del sistema informático de la Dirección General de Fiscalización y Control de la que surge que no existe denuncia y/o queja alguna referida al local sito en Bartolomé Mitre 3060/66. Solicitud del 10 de febrero de 2004 de la Comisaría 7a requiriendo inspecciones a diferentes locales -anexo IV-, 4) se hace saber que desde noviembre de 2003 hasta enero de 2005 la única inspección realizada al local que nos ocupa fue la de Víctor TELIAS cuando lo encontró cerrado. Asimismo obran originales del descargo efectuado por Víctor TELIAS fechado 2 de enero de 2005, cédula de notificación de la UPI dirigida a Bartolomé Mitre 3060 y recibida por Mario Díaz el 24 de mayo de 2004, “Formulario de descargo por requerimiento” firmado por Lorenzo Raúl y copias de la plancheta de habilitación del local sito en Bartolomé Mitre 3060, del certificado de inspección de bomberos del 24 de noviembre de 2003 y de los planos del lugar (aportado a fs. 3110/2). Sobre B, documentación aportada por Alejandra Tadei (fs. 6521/2) que contiene: -una carpeta en la cual se hallan listados de nómina de personal, -estructura del GCBA durante el año 2004, esquema organizativo y normas que la crean, además bajo el N 3 se encuentra todo lo 49 Poder Judicial de la Nación relacionado con el área de Contralor de Espectáculos y listado de personal, -diversa normativa aplicable al caso, -oficio en el que el Ingeniero Fioretti (Subsecretario de Control Comunal) hace saber que no se registran libros de constancias de la División Inspecciones del GCBA, -parte de la ordenanza 50250 y Ley 19.587, -listado de personal correspondiente a Control Comunal y de la DGFyC durante el año 2004, incluidos la UPI y la UERA6 y DGHyP, entre los que figuran COZZANI, DÍAZ y TELIAS. Sobre C, conteniendo documentación remitida por la conteniendo la Legislatura de la Ciudad (fs. 8055), consistente en: Fotocopias del expediente 63.514/04 Resolución 359/2004 por la cual ese órgano le solicitaba al Poder Ejecutivo que informara: a) la cantidad de locales bailables y su clasificación, b) cuántas inspecciones se habían realizado a esos locales durante el año, c) si se labraron actas contravencionales (discriminando aquellas por incumplimiento de las medidas de seguridad contra incendio), d) si se realizaron clausuras como consecuencia de las inspecciones, y e) si los locales cuentan con certificado de seguridad contra incendio y si lo fueron renovando anualmente. El GCBA remitió el listado de locales bailables clase A, B y C habilitados (total 108) entre los que figura el de Bartolomé Mitre 6 Unidad de Evaluación y Resolución de Actuaciones. 50 Poder Judicial de la Nación 3060. También informó que se hicieron 230 inspecciones (entre las que no figura “REPUBLICA CROMAÑÓN”), se labraron 666 actas de comprobación y se clausuraron 79 locales. Lo solicitado en el punto “e” no pudo ser contestado dadas las nuevas directivas de control y habilitación surgidas del Decreto 6/GCBA/2005. También están las fotocopias de los proyectos de los legisladores Fernanda Ferrero y Jorge Ricardo Enríquez, antecedentes que motivaron el dictado de esa resolución. Sobre D que contiene la Ley 118 referida a la registración del personal de seguridad privada. Sobre E consistente en el “Primer Informe sobre las responsabilidades políticas e institucionales del Gobierno de la Ciudad en República Cromañón”, elaborado por Diputados del Bloque Frente Compromiso para el Cambio. Entre sus contenidos se encuentra la normativa vigente sobre locales de baile, alertas institucionales, el manejo de la emergencia y las conclusiones a fs. 31/36. Hay otro igual obrante a fs. 9125/73 del cuerpo principal. Sobre F (aportado a fs. 10.658) con copia certificada de la causa N°46.050 de la Fiscalía Contravencional N°11 iniciada a raíz de los sucesos ocurridos el 18 de diciembre de 2004 en el recital de “Callejeros” en el estadio del club Excursionistas y del expte. 16.812-DGHP-2004 en el que se otorgó el permiso para el mismo. En ese entonces el personal policial constató desmanes en el ingreso de los concurrentes así como el uso de material pirotécnico 51 Poder Judicial de la Nación por parte del público en forma constante (bengalas y tres tiros), por lo que se labraron las respectivas actas por infracción a los arts. 57 bis (omisión de recaudos básicos de organización) y 61 del Cód. Contravencional (elementos pirotécnicos). Ese día concurrieron 4 inspectores del Área Contralor Espectáculos a fin de verificar el show, quienes también vieron el uso masivo de pirotecnia por parte del público y tomaron conocimiento que los médicos atendieron a 4 personas por quemaduras leves y otra más había sido derivada al Hospital Pirovano por una herida en un pie -fs. 71/74-. También obran fotocopias certificadas de las partes de interés de la causa N° 15.822 de la Fiscalía Contravencional N° 8 de la que surge que los días 30 y 31 de julio de 2004 el grupo “Callejeros” se presentó en el estadio de Obras Sanitarias. En ambos recitales el público encendió más de 100 bengalas (en los ingresos se secuestraron algunas y también tres tiros). Como consecuencia se labró el acta por infracción al art. 61 del Cód. Contravencional. Es de destacar que los 3 inspectores del Área Contralor Espectáculos que estaban presentes, señalaron que presumían que “los elementos pirotécnicos en su gran mayoría no pasan por los controles, sino que son suministradas por allegados o por terceros relacionados con el espectáculo que no se controlan”. Sobre G (desglose fs. 691) que contiene un plano de habilitación de Bartolomé Mitre 3060/66/70/72 PB y entrepiso, 52 Poder Judicial de la Nación tres planos acerca de las condiciones contra incendio de Bartolomé Mitre 3036/38/40/44/50/60/66/72/78. Sobre H (desglose de fs. 7514/7574) con los cuadros de la organización del GCBA y las responsabilidades primarias, también las transcripciones del debate del Concejo Deliberante referidas al local “Cemento” y recortes de diario relativos al mismo.Sobre I con la transcripción de la 4a Sesión Extraordinaria de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, de los días 28 de enero y 1° de febrero de 2005, en las cuales el Jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, se refirió al hecho que nos ocupa y al sistema de controles del GCBA (aportado a fs. 7978). Sobre J (aportado a fs. 3114/5) con los informes ejecutivos de la Auditoría de la Ciudad de Buenos Aires referentes a los locales de baile clase A, guarderías infantiles, estadios, geriátricos y hoteles, en los cuales se acompaña un detalle histórico de los organismos encargados de llevar adelante las inspecciones. También se acompañan notas con las notificaciones de esas conclusiones y los dos dictámenes del 30 de diciembre de 2004. Sobre K con documentación aportada por la Dra. Alicia Pierini a fs. 7996/7 que contiene: *resolución 1884/01 del 10 de agosto de 2001, en la cual se citan las actuaciones nros. 6736/01 y 7429/01 relativas a la realización de maratones y la permanencia de menores de edad en el local “Scape” así como al ingreso de menores a diversos locales de baile 53 Poder Judicial de la Nación en el turno noche. Se recomienda a la DGVyH que tome las medidas necesarias para evitar estas situaciones. *resolución 2130/02 del 30 de abril de 2002, en la que se recomienda a la DGVyC la inspección del boliche “Amérika” a fin de verificar diversas cuestiones (número de asistentes, salidas de emergencia, ruidos molestos y vibraciones, elementos resistentes al fuego, etc.) *resolución 6320/02 del 6 de diciembre de 2002, en la que se habla del funcionamiento de locales de baile en lugares que producen ruidos y molestias a vecinos, como así también a la utilización de clubes como locales de baile. Se elevó un proyecto de ley para modificar el Código de Edificación. *resolución 2022/03 del 8 de mayo de 2003, relativa a la falta de habilitación de varios locales de baile, muchos de los cuales además están emplazados en lugares prohibidos. Se solicitó a la DGVyC la inmediata clausura de todos los locales que no contaban con la habilitación. *informe general de locales de baile en donde se hace referencia a las resoluciones mencionadas anteriormente, como así también a la actuación de oficio 631/04 mediante la cual se solicitó, el 5 de mayo de 2004, que se intimara a los locales de clase C al estricto cumplimiento de la normativa vigente, en especial la ordenanza 50.250. Sobre L documentación aportada por Marías Barroetaveña en su declaración (fs. 8086/8) 54 Poder Judicial de la Nación Sobres M y N documentación aportada por María Estela Moreno (fs. 10.712/3) Sobre Ñ junto con la documentación aportada por la Procuración General de la Ciudad de Buenos Aires (fs. 11.503), contiene las órdenes de trabajo de inspecciones referidas al sector nocturno, actualmente bajo la órbita de la DGFyC, ninguna de las cuales recayó sobre el local de Bartolomé Mitre 3060. Las mismas comprenden desde el mes de junio de 2004, fecha en la cual se creó dicha área y la mayoría no cuenta con la fecha en la que se realizaron. Sobres O (I y II) conteniendo copia certificada de la Resolución 2022/03 dictada por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, entonces a cargo de la Dra. Alicia Oliveira, junto con copias de las actuaciones que fueron sus antecedentes, consistentes en: Actuaciones 2326/99 (boliche sito en Salta 1748), 2938/99 (Manuel Ugarte 1640), 3104/99, 783/00, 904/00 (varios locales), 1615/00, 3749/00 (“Tabaco”), Hernández), 4471/00, 1029/01, 3405/00 4751/00 (Miñones y José (locales de “Las Cañitas”), 4956/01 (“Hanoi”, “Coyote” y “Apocalipsis”), 5929/01 (“El Teatro”), 6736/01 (“Scape”), 8802/01 (“Arena”), 5501/02 (“Amerika”), 8080/02 y 8859/02 (Boulogne Sur Mer 323). A título informativo es de señalar que en la actuación 3749/00 referida al local “Tabaco”, los inspectores que concurrieron los días 9 de noviembre de 2000 (Carlos Serrano) y 6 de enero de 2001 (Gustavo Malventano) y lo encontraron cerrado, 55 Poder Judicial de la Nación dejaron asentada esta circunstancia a la vez que sugerían que se inspeccionara nuevamente en los días y horarios de funcionamiento, lo cual finalmente ocurrió el 14 de enero de 2001. Carpetas que rezan “Habilitación GCBA I parte y II parte” con diversas constancias de interés relacionadas a dicho tema. Obran allí copias de la Actuación 631/04 de la Defensoría del Pueblo iniciada de oficio a solicitud del Arquitecto Alimena a fin de poder comprobar el cumplimiento de las medidas de prevención de incendio en locales bailables. En la misma se cursaron notas a la Subsecretaría de Control Comunal para que informara la cantidad de locales habilitados y sus instalaciones para prevenir incendios, así como a la Superintendencia de Bomberos para que hiciera saber la nómina de locales que solicitaron la inspección y certificación inicial de la ordenanza 50.250, cuáles habían procedido a la verificación y renovación anual y cuáles había acreditado a la fecha el cumplimiento a la ordenanza en cuestión (fs. 138/139). El 5 de febrero de 2004 bomberos remitió la información, y en el listado adjunto aparece que el local de Bartolomé Mitre 3060/72 estaba “al día” (fs. 140/5). También acompañó una nota (reiteración de una anterior) dirigida al Departamento de Actividades Nocturnas de la DGVyC en el que consideraba a la actividad bailable como riesgosa, por lo que se imponía el accionar de ambos organismos para hacer cumplir la legislación vigente. 56 Poder Judicial de la Nación Para estos fines pedían el listado de locales que debían cumplir con la ordenanza 50.250, a fin de ser cotejados con sus antecedentes y luego remitirles el listado de los locales que no habían realizado tramitación alguna para cumplir con la norma (fs. 146). El GCBA envió un listado en el que consta el local donde ocurrieron los hechos aquí investigados cuyo titular es “Lagarto S.A.”. De allí se desprende que estaban registrados un total de 221 locales clase C, y 58 en los que la actividad bailable es complementaria (fs. 167/181). Así, teniendo como antecedente la Resolución 2022/03 y el entrecruzamiento de los datos recabados, surgió un alto incumplimiento a las normas vigentes en materia de seguridad de los locales bailables lo cual dio lugar a que se solicitara a la Subsecretaria de Control Comunal: que arbitrase todos los medios con el fin de intimar a los locales de baile clase C al estricto cumplimiento de aquella normativa, y en caso de verificarse su incumplimiento “se apliquen las sanciones previstas a tal efecto en el régimen de penalidades vigentes” (fs. 199). También se solicitó a la UPI los listados de los lugares que fueron inspeccionados durante el año 2004, cuáles fueron clausurados (con los motivos) y, de ser posible, cuáles se mantienen con clausura (fs. 200). Esto fue contestado mediante el listado de fs. 284/287. 57 Poder Judicial de la Nación Por otra parte, la Superintendencia de Bomberos remitió mensualmente la nómina de locales de baile que habían iniciado los trámites para obtener la habilitación respectiva referentes a los siguientes períodos: segundo trimestre de 2004 (fs. 201/2), julio de 2004 (fs. 203/4), agosto de 2004 (fs. 205/6), septiembre de 2004 (fs. 207/8), octubre de 2004 (fs. 209). También obran listados de locales de baile con prestadoras de servicio de seguridad privada y aquellos otros que tramitan la habilitación de su personal de seguridad, de acuerdo a la ley 118 de la Ciudad, entre los cuales no figura “REPUBLICA CROMAÑÓN” (fs. 218/223). Informe presentado por la Cámara de Empresarios de Discotecas y Entretenimiento de la Ciudad de Buenos Aires (CEDEBA) a raíz del 1er Congreso que organizó los días 9 y 10 de noviembre de 2004 en el Hotel Crowne Plaza Panamericano. Allí intervinieron varios funcionarios del gobierno, miembros de la oposición, de la justicia y diversos organismos, entre los que se encontraba Fabiana FISZBIN quien expuso sobre el tema “Seguridad en los establecimientos nocturnos” (fs. 11.945/12.005) En esa oportunidad se aportó un video cassette conteniendo diversas exposiciones en el congreso, en el que se puede ver a FISZBIN sosteniendo que en el padrón del gobierno figuran aproximadamente 200 locales clase C, de los cuales 50 no estarían habilitados (a partir del minuto 20). 58 Poder Judicial de la Nación También se agregó un DVD “Evacuación de una discoteca” realizado por Defensa Civil de la Ciudad de Buenos Aires. Copias certificadas del expediente administrativo 2/2005 (Sumario 01/05) labrado en el seno del GCBA a raíz de los acontecimientos que son materia de investigación en esta causa. 3-DESCARGOS DE LOS IMPUTADOS GUSTAVO JUAN TORRES (fs. 16.362/391 y 16.392/408) Al ser convocado en los términos del art. 294 del CPPN presentó su descargo por escrito e hizo uso de su derecho constitucional a negarse a contestar preguntas del tribunal. En resumidas cuentas hizo un relato de su gestión al frente de la DGFyC, en donde asumió el 21 de septiembre de 2004 y renunció el 11 de febrero de 2005. Entre las medidas dispuestas se encuentran las disposiciones 916/DGFyC/04 por la cual se hicieron reformas organizativas y las 18/DGFyC/04, 102/DGFyC/04 y una reiteración de la primera por las cuales pedía mayor presupuesto, personal y materiales. Se estaba elaborando un cuadro con la información relativa a los establecimientos (tablero de comando) que permitiera detectar los vencimientos, intimaciones y demás plazos. Que entre los meses de noviembre y diciembre se hicieron 4200 inspecciones (6000 59 Poder Judicial de la Nación actas y 329 clausuras), es decir casi el doble de las que se venían realizando para el mismo período los últimos 10 meses. Las inspecciones estaban a cargo del Área Operativa las cuales un 70% salían de denuncias y el resto se fijaban en las reuniones de los días lunes (de las cuales concurrió a 7), de diagramas de la propia Coordinación y a requerimiento del Director. En aquellas reuniones se entregaban los objetivos para la semana en curso. Manifestó que las diversas infracciones que se constataron en “REPUBLICA CROMAÑÓN” (puerta de emergencia cerrada, exceso de público y uso de pirotecnia) son todas contravenciones y la autoridad de control es la justicia contravencional y la Policía Federal, en tanto auxiliares de aquella. También que en el local no se bailaba sino que se hacía otra actividad diferente a la que fue habilitada, por lo que correspondía haber intervenido al Área Contralor Espectáculos. En cuanto a los “alertas” sobre la situación referida a los locales bailables dijo que no tuvo conocimiento de ninguna: la Actuación 631 de la Defensoría del Pueblo no estaba en la DGFyC ni informatizada; el Registro 10385-MGEyA-04 (contestación de “Lagarto” a las intimaciones de la UPI) no estaba inventariado ni cargado en el sistema informático; los proyectos de la Legislatura de la Ciudad eran anteriores a su gestión, al igual que los expedientes contravencionales; finalmente las notas de bomberos 60 Poder Judicial de la Nación pidiendo informes sobre el rubro también eran anteriores a su gestión. FABIANA GABRIELA FISZBIN (fs. 16.497/536 y 16.537/565) La ex Subsecretaria de Control Comunal también presentó un descargo por escrito a la vez que contestó las preguntas que se le formularon. Comenzó diciendo que “CROMAÑÓN” no era un anexo del hotel contiguo y que no debería tener contacto con el mismo. Dijo que la Subsecretaría que estaba a su cargo tiene objetivos a cumplir, no responsabilidades primarias, las cuales están en cabeza de las Direcciones, y que a ella le competía controlar que las mismas cumplieran con esas responsabilidades. Explico en qué consistían las reuniones de los días lunes, las cuales surgieron como consecuencia de problemas originados a raíz de pedidos de auxilio a la fuerza pública por parte de la UPI. En definitiva era para coordinar un nexo entre el gobierno y la policía para hacer las inspecciones. Nadie daba las órdenes sino que era un trabajo en equipo, y de allí salió la consigna de controlar los locales de baile todos los fines de semana. La política dispuesta por ella era controlar todos los locales de baile, aquellos que surgían del padrón histórico más las denuncias (particulares, defensorías u otros oficios judiciales), y si estas no 61 Poder Judicial de la Nación eran muchas se agregaban otros lugares que figuraban en el padrón y que no se habían inspeccionado. Esto era hecho por Alfredo UCAR, de manera arbitraria y selectiva, o sea sin responder a ningún método, sistema o estudio previo, ya que había bastante desorganización y si bien era una tarea de la UPI y la DGFyC, no funcionaban bien Que los lugares a inspeccionar cada fin de semana eran decididos por COZZANI. Estas reuniones se hacían en su despacho. Sostuvo que no había un mapa de riesgo en base a las denuncias o cualquier otra fuente de información, reiterando que no existía un plan sistemático para dar respuesta en forma oficiosa a los puntos, es decir que sólo se actuaba a instancia de parte. Tampoco había un sistema de información propio sobre lugares conflictivos en la Ciudad. Negó conocer que la comisaría 7a solicitaba en forma semanal un pelotón de combate o grupo especial de apoyo para ser asistidos en su jurisdicción, particularmente en relación a los locales de baile. Que debió haber recibido alarmas de esa comisaría pero ello no ocurrió, lo cual le llama mucho la atención, máxime cuando en un lugar como “REPUBLICA CROMAÑÓN” se realizaban recitales, concurría mucha gente y hasta se cortaba el tránsito. Lo mismo manifestó en relación a distintas oficinas a su cargo, puesto que se excedía el objeto de su habilitación. 62 Poder Judicial de la Nación En este sentido agregó que la policía podía haber clausurado directamente en el caso de marras, conforme lo establece la ley 12 de la Ciudad (procedimiento contravencional) Los inspectores que tenían la credencial contaban con el poder de policía, es decir que tenían todas las facultades para actuar de acuerdo a la normativa vigente cuando constataran una infracción. Por lo tanto, si hacían algún tipo de clausura ello se debía al poco tiempo en que estaban trabajando y a las dudas que tenían. Destacó que las diversas infracciones constatadas el día del hecho en “REPUBLICA CROMAÑÓN”, ingreso de pirotecnia, venta de mayor cantidad de entradas permitidas y a las puertas de emergencia cerradas con alambre y candado, son todas contravenciones, las cuales deben ser controladas por la policía. Que si un inspector vía que un local de baile en realidad se trata de un estadio en el que se hacen recitales tiene que pedir el auxilio de la policía para lograr la clausura. Dijo que Alimena le ocultó la información en donde se hacía saber qué lugares tenían el certificado de bomberos vencidos, y que de haberlo sabido habría actuado en consecuencia. Sostuvo que la resolución de la Defensoría del Pueblo le solicitaba que intimara a los locales de baile en infracción, y que de no cumplir con la normativa que les aplicara el régimen de penalidades vigentes, cuando por ley esa función no estaba en su cabeza sino en los controladores de faltas. 63 Poder Judicial de la Nación Justamente, como Alimena no le habría enviado el listado de bomberos fue que lo solicitó a dicho organismo vía la Subsecretaría de Seguridad del Gobierno Ella, como Subsecretaria de Control Comunal, no tenía ni debía tener conocimiento de las “movidas” de los diferentes barrios, sino que ese conocimiento tenía que estar en cabeza de las direcciones generales. Tanto para el turno mañana como para el turno noche, las órdenes debían ser transmitidas por los coordinadores operativos por escrito, y no debería haber una metodología diferente en uno y otro. Definió a los locales que requieren inspección previa como lugares críticos, entre los que se encuentran no sólo los locales de baile sino también los geriátricos, hoteles, galerías comerciales, hospitales, sanatorios, clínicas, los cuales suman un total de 78.000 en el padrón. Agregó que en base a un decreto del año 1936 los bomberos tienen la obligación de controlar trimestralmente para verificar si los artefactos contra incendio están en orden. ANA MARIA FERNÁNDEZ (fs. 16.650/818 y 16.819/841) Explicó cuáles fueron sus puestos en el GCBA, a donde ingresó como inspectora, luego fue Coordinadora General Administrativa, posteriormente Coordinadora General de la UPI, hasta que dicho 64 Poder Judicial de la Nación organismo se suprimió y se creó la DGFyC, de la cual fue su Directora Adjunta. Entre sus funciones estaba asistir al Director titular y suplantarlo en caso de ausencia, lo cual hizo cuando Lucangioli renunció y estuvo a cargo durante 10 días hábiles, en los cuales dictó 99 actos dispositivos, algunos de clausuras. A partir de la Disposición 424 dictada por TORRES, sus funciones consistían en estructurar un sistema para impedir que se violasen las clausuras vigentes, supervisar el horario de los inspectores y que estos concurrieran a las citaciones judiciales, es decir funciones meramente administrativas. Su trabajo diario consistía en recibir todas las denuncias por la mesa de entradas, provenientes de particulares y de organismos públicos, las cuales eran giradas a la Coordinación Operativa, donde se dividía por área y cada jefe organizaba las inspecciones. Al haber aproximadamente 200.000 locales a controlar en la Ciudad y pocos inspectores habilitados, era imposible verificar todo, por lo que sólo trabajaban en base a las denuncias que recibían. Dijo que, si bien formalmente COZZANI estaba a su cargo, lo cierto era que en los hechos él organizaba y coordinaba a los inspectores, y que los jefes consultaban con aquél o con DÍAZ antes de ordenar una inspección. En definitiva, como aquellos eran los que decidían, ni el jefe de área ni la propia FERNÁNDEZ tenían poder en la práctica. 65 Poder Judicial de la Nación Ella no intentó cambiar el circuito para que todas las denuncias pasaran por su persona y así diera las ordenes de inspección, porque el atraso hubiera sido mucho mayor. Luego se enteró que en la Coordinación Operativa pasaban cosas que no conocía. Explicó que durante el procedimiento de las inspecciones, cuando se disponía una clausura preventiva o el local tenía fallas menores, se le elevaba un proyecto de disposición o informe, donde tomaba conocimiento de todo lo actuado. En los casos de clausuras preventiva tenía 48 horas para ratificar lo actuado, y en las faltas menores firmaba la intimación para regularizar la situación. Una vez por semana, giraban las actuaciones a los Agentes Controladores de Faltas, quienes decidían si aplicaban o no la multa. Que a fines de marzo FISZBIN le dijo que se había arrogado el manejo de los operativos nocturnos y de vía pública, porque eran dos temas sensibles y en ambos se requería una fuerte coordinación con la Subsecretaría de Seguridad. A partir de allí se fijaron las reuniones semanales en las cuales intervenían además de las nombradas LUPIAS, UCAR y COZZANI. Lupias acercaba las denuncias que recibía de las comisarías, COZZANI las que recibía en la UPI y UCAR manejaba el listado de bomberos. Allí se decidía qué inspecciones se iban a realizar en la semana, pero siempre en base a denuncias, nunca se decidía nada de 66 Poder Judicial de la Nación oficio, aclarando que sólo en una oportunidad llevó denuncias a esa reunión. Manifestó que la “puenteban”, porque luego de las reuniones de los lunes LOUPIAS, UCAR Y COZZANI quedaban en comunicarse para terminar de organizar el listado de lugares a inspeccionar, lo cual no le era informado sino que recién se enteraba al lunes siguiente. En cuanto a las presentaciones que realizara el Arquitecto Alimena de la Defensoría del Pueblo, dijo que la Subsecretaria le había pedido que efectuara intimaciones por el certificado de bomberos, ya que ella se había comprometido a realizar esa gestión y le había solicitado a la Dirección de Habilitaciones que le remitiera el listado de locales de baile clase C. En ese momento FISZBIN le entregó en mano una fotocopia de un listado de locales remitido por bomberos a Alimena. FISZBIN solicitó que se le informara todo lo actuado sobre el tema, por lo que le entregó un informe en el que figuraban todos los locales a los cuales se había intimado, el resultado y el cambio de rubro o direcciones erróneas en muchos de ellos. Los requerimientos quedaron a la espera de nuevas disposiciones de la nombrada, quien le comentó que se estaba depurando el padrón, sin embargo esas nuevas directivas nunca llegaron. Finalmente, al crearse la Dirección General de Fiscalización y Control, terminó de plasmarse el apartamiento de ella, a quien le 67 Poder Judicial de la Nación asignaron la Adjuntía, cuyas tareas eran casi inexistentes y se limitaban a conformar facturas de personal o supervisar si concurrían a trabajar. Dijo que la habían puesto en un rincón, y no en forma figurativa, sino literal. Reiteró que el escaso número de personal impedía realizar inspecciones que no estuvieran originadas en denuncias. RODRIGO MARIO COZZANI (fs. 17.054/092 y 17.093/115) Manifestó que ingresó al GCBA a mediados de 2003 a lo que era la UPI, y cuando se fusionaron las coordinaciones administrativa y la operativa, le propusieron ocupar el cargo de coordinador operativo. Su trabajo era llevar adelante las denuncias originadas o que llegaban a la mesa de entradas que había sido diagramada por FERNÁNDEZ. De allí pasaban a un área de despacho en donde se dividían en tres grupos vinculadas con el origen y el rubro. Todo lo que ingresaba se inspeccionaba en la medida de los recursos disponibles, y el criterio para elegir la denuncia era en primer término su antigüedad y después el grado de urgencia o conflictividad que tuviera, así como los espectáculos públicos que tenían día y hora. Se consideraba como “crítica” aquella denuncia en torno a locales que requerían de habilitación previa para su funcionamiento. 68 Poder Judicial de la Nación Este es un esquema de trabajo que había armado FERNÁNDEZ pero que se negó a plasmar en una disposición. Sostuvo que la única diferencia que tenía con los inspectores comunes era que él estaba encargado de llevar adelante los operativos que le eran remitidos por la Coordinación General. A fines de abril de 2004 se implementaron las reuniones de los lunes, convocadas por FISZBIN, en donde se discutían los procedimientos a realizar en los lugares conflictivos, y se daban los lineamientos importantes sobre la materia. En mayo aproximadamente hubo un quiebre en todo lo que se refiere a controles de lugares de baile en base a una orden emanada de la propia subsecretaria, quien se había reunido anteriormente con gente de la Defensoría del Pueblo, para que se intensificaran los controles al respecto. Además de las inspecciones originadas en las denuncias existía otro listado de objetivos, que le era entregado por Alfredo UCAR, asesor de la Subsecretaría de Control Comunal. Explicó que en las reuniones de los lunes se hablaba de lineamientos generales y que inclusive el listado que manejaba UCAR, de quién no sabe de dónde sacaba las direcciones, muchas veces era recibido por la Subsecretaría de Seguridad antes que él. Sostuvo que FERNÁNDEZ tenía una participación activa en aquellas reuniones, en las que impartía directivas y pedía muchos operativos. 69 Poder Judicial de la Nación Respecto de la consulta que realizaban los inspectores antes de hacer una clausura dijo que en principio debían ser sólo para responder dudas puntuales pero que en la práctica aquellos la utilizaban para cualquier decisión que tuvieran que tomar. Esto no debía ser así puesto que los inspectores tienen el poder de policía y deben ejercerlo cuando constatan alguna irregularidad. A su entender las consultas las realizaban para eludir responsabilidades y que se había generado una suerte de “handy dependencia” lo que motivó reuniones con la gente avocada a la capacitación como Mariana Segura y Diego Elhad. El imputado cuestionó los testimonios de Paula Trunzo y Mario Mazzilli. Respecto de la primera explicó el motivo de lo que a su entender fue una confusión en la realización de un operativo, en tanto que del otro dijo que tenía animosidad contra él debido a diversos errores que había cometido en su trabajo por los cuales había sido reprendido. Que era inverosímil que le llevara todo armado a FISZBIN por cuanto aquella tenía un equipo de asesores, a la vez que el contacto directo que mantenía con la subsecretaria era de una o dos veces por semana, nada más. También cuestionó la versión de Rivero, ya que fue recién a partir de la política emanada de la Subsecretaría que se empezó a considerar la falta del certificado de bomberos como “falta grave” y a clausurar de inmediato cuando se corroboraba esta situación. 70 Poder Judicial de la Nación Dijo que nunca recibió el listado de bomberos ni lo vio circular en el área, y que tenía un conocimiento genérico de la actuación de la Defensoría del Pueblo, pero nunca fue notificado ni vio nada en concreto. Tampoco estaba al tanto de las intimaciones que había hecho la UPI, lo cual a su juicio era perfectamente posible puesto que ello era de otra área y había 63.000 actuaciones aproximadamente en el organismo. Agregó que los inspectores no transmitían la información que percibían de su trabajo a los superiores, sino que se limitaban a realizar lo que les era asignado. No tenían capacidad para dar respuesta a la gran cantidad de denuncias ni mucho menos hacer relevamientos o tareas de inteligencia. Igualmente, esto último debía haberle sido ordenado ya que no estaba entre sus competencias. También la policía solicitaba inspecciones, aunque en general eran para pequeños comercios. Negó que FERNÁNDEZ tuviera un cargo meramente formal, ya que estaba al lado de la mesa de entradas y el encargado de la misma había sido puesto por ella. Inclusive muchas de las inspecciones salían de ese sistema informático, a la vez que hacía reuniones semanales con los jefes de área para ver el grado de cumplimiento de las inspecciones ingresadas y otras cuestiones del funcionamiento de la Coordinación General. 71 Poder Judicial de la Nación DANIEL ALEJANDRO DIAZ (fs. 17.278/295) El subcoordinador general también dio una explicación sobre los hechos. Alegó que sólo se trabajaba en base a denuncias y a inspecciones ordenadas por la superioridad, y en un primer momento también controlaban todo lo que era espectáculos públicos como partidos de fútbol y recitales en estadios. Que a él o a COZZANI el asesor UCAR le entregaba una hoja con los objetivos a inspeccionar ordenados por la superioridad, a los que había que agregar aquellos emanados de denuncias que eran dispuestos por los jefes de área. Las inspecciones diagramadas por sus superiores salían de una reunión de los días lunes, de la cual él no participaba. Negó saber qué criterios se manejaban allí para elegir los objetivos. Dijo que sus atribuciones sólo le permitían controlar aquellos objetivos que le habían dado, es decir que no podían actuar por iniciativa propia, ni tampoco informar de la situación cuando advertían algún otro lugar que merecía ser inspeccionado. En cuanto a la consulta que solían hacer los inspectores sostuvo que no era necesaria, ya que aquellos tenían el poder de policía y eran los que veían la falta, por lo que consideró que se debía a inseguridades en sus tareas. Dijo que al principio, cuando salían a acompañar a los inspectores viejos, nunca escuchó que se pidiera el certificado 72 Poder Judicial de la Nación expedido por bomberos, pero que posteriormente, y debido a directivas de la Subsecretaría, se hizo hincapié en el mismo. VICTOR DANIEL TELIAS (fs. 17.711/727) El nombrado hizo uso de su derecho de negarse a declarar y tampoco contestó preguntas. JUAN CARLOS LOUPIAS (fs. 17.742/48 y 17.749/68) El ex jefe de gabinete de la Subsecretaría de Seguridad sostuvo que el mapa del delito que se armaba en su dependencia estaba relacionado con los delitos de robo y homicidio en base a las inquietudes que surgían de las asambleas barriales, encuestas de victimología y encuestas de percepción de inseguridad. Aclaró que las funciones de su trabajo se refieren a seguridad pública y prevención del delito, y no a cuestiones de seguridad e higiene puesto que no es ámbito de la Subsecretaría a la que pertenecía. Dijo que así como había reuniones con Control Comunal también las había con otras áreas de gobierno que necesitaran el auxilio de la fuerza pública (como la Procuración Gral. de la Ciudad). Su función era la de facilitar la relación con la PFA, y sugerir con qué dependencia de la policía convenía trabajar para cada operativo. 73 Poder Judicial de la Nación También coordinaba el apoyo de la Guardia de Auxilio por si había que hacer algún decomiso. Explicó que en esas reuniones FERNÁNDEZ planteaba denuncias que recibía en su área, producidas por vecinos, CGP u oficios judiciales. La policía también les efectuaba requerimientos, por escrito, los cuales ingresaban pro la mesa de entradas y en general era por venta ambulante, comercios y algunas veces locales bailables. Luego se les daba el pase a Control Comunal pero la Subsecretaría de Seguridad no seguía con el tema. Que los pedidos hechos por handy se limitaban a inspecciones que ya estaban en curso, en las que se les requería mayor apoyo policial. En el caso en concreto manifestó que nunca recibieron información de que era una zona conflictiva (ni el barrio ni el local en particular), ni tampoco hubo ninguna denuncia de nadie, por lo que no había forma de imaginar que había conflictos. En cuanto a los pedidos de pelotón se trata de una cuestión interna de la PFA, de lo que jamás le fue notificado ni debía serlo. Que desde la Subsecretaría de Seguridad no se realizaba ninguna investigación por iniciativa propia ni se obtenía información desde la policía que pudiera resultar de interés para determinar zonas de conflicto en materia de faltas que requiriesen de inspectores de Control Comunal. ALFREDO EDUARDO UCAR (fs. 17.836/38 y 17.839/55) 74 Poder Judicial de la Nación También se negó a declarar y se remitió a lo expresado en un escrito presentado en el día de la fecha. Allí sostuvo que para obtener los datos de las inspecciones pedía expedientes a la UPI o a la Dirección de Seguridad Alimentaria que eran quienes efectivamente tenían el poder de policía y realizaban las rutinas de inspecciones. En cuanto a las reuniones de los lunes explicó quiénes las integraban, diciendo que FISZBIN y él eran los representantes de la Subsecretaría de Control Comunal. Que allí se trataban temas generales para los fines de semana (restaurantes, locales de baile, venta en la vía pública, publicidad ilegal en la vía pública). Su rol consistía en tomar nota de los temas tratados y, en base a las denuncias aportadas por las distintas áreas o Direcciones más las que se recibían por intermedio de las asociaciones vecinales y los mails que llegaban directamente a la Subsecretaría (previamente pasados a la UPI-DGFyC). Luego compaginaban las distintas direcciones de acuerdo a la cantidad de inspectores disponibles y según el apoyo policial disponible que era informado por la Subsecretaría de Seguridad. Así, dijo que primero se definían las zonas a inspeccionar de acuerdo a las denuncias recibidas. Luego COZZANI o FERNÁNDEZ informaban la cantidad de inspectores disponibles y finalmente, él confeccionaba listados con las direcciones que se irían a inspeccionar. 75 Poder Judicial de la Nación El listado era realizado durante el transcurso de la semana y utilizaba como único parámetro la proximidad de las direcciones dentro de la zona definida en la reunión del lunes anterior. Los jueves o viernes se imprimía un mapa con los objetivos y eran entregados a la DGFyC y a la Subsecretaría de Seguridad Urbana para que ultimaran los detalles de los operativos. Explicó que se trabajaba en base a un padrón histórico y que cuando les era informado que un lugar había dejado de existir él lo anotaba en una hoja de cálculo propia para no volver a agregar dicho local. Finalizó diciendo que sus tareas en el gabinete eran meramente administrativas sin ostentar ningún tipo de autoridad y/o decisión para dar instrucciones a los Directores de la UPIDGFyC ya que éstos cuentan con autonomía propia para decidir inspecciones. Ampliación de la declaración indagatoria de Ana María FERNÁNDEZ (fs. 17.950/51) Manifestó que había solicitado esta medida para explicar algunas cosas que quedaron pendientes luego de su careo con FISZBIN. Aportó diversa documentación, y apoyada en la exposición del Jefe de Gobierno ante la Legislatura de la Ciudad, sostuvo que la nombrada estaba informada de los requerimientos que realizó la 76 Poder Judicial de la Nación UPI. Que le entregó en mano a la ex Subsecretaria de Control Comunal un listado con el resultado de esas intimaciones, sobre el cual se había trabajado en base al listado de bomberos que FISZBIN le había entregado anteriormente a ella. Reiteró que las únicas personas que tuvieron continuidad desde abril hasta diciembre en la diagramación de los operativos nocturnos fueron FISZBIN, COZZANI y UCAR. Ella dejó de participar el 31 de agosto de 2004, cuando le asignaron tareas administrativas. Finalizó diciendo que en base a las depuraciones del padrón, en las Ciudad habría unos 110 locales clase C aproximadamente, sin contar aquellos que tienen la actividad de baile como complementaria. Careos: Entre Fabiana Gabriela FISZBIN y Atilio Domingo ALIMENA (fs. 17.247/249) 77 Poder Judicial de la Nación Al momento de ser careados ambos se mantuvieron en sus dichos. La imputada le reprochó a Alimena que le había guardado la información atinente a la situación de los locales en relación al certificado expedido de bomberos, diciéndole que estaba relacionado con las empresas que brindaban el acondicionamiento necesario a fin de cumplir con esos requisitos. Alimena reiteró que habían mantenido varias reuniones sobre el tema, así como también muchas charlas telefónicas, en las cuales le hizo saber que había una gran diferencia entre aquellos listados y el número de locales que tenía registrado el gobierno. Le reiteró que ella tenía línea directa con los bomberos y que era su función haber solicitado la información pertinente, tal como lo había hecho él. FISZBIN le recriminó no haberla informado de las conclusiones de sus informes, tal como lo manda la ley 3 de la Ciudad, y que la solicitud enviada por la Defensoría le pide que aplique el régimen de sanciones correspondientes, cuando ello es atribución de los controladores de faltas. A ello Alimena contestó que el órgano administrativo podía clausurar. Entre Fabiana Gabriela FISZBIN y Ana María FERNÁNDEZ (fs. 17.371/74) Hubo acuerdo en este acto en que ante la problemática del certificado de bomberos vencidos (que FISZBIN reiteró no haber recibido) FERNÁNDEZ le comentó que no podían intimar sino que se 78 Poder Judicial de la Nación debía clausurar, a lo que aquella le dijo que buscara la forma de llegar a todo ese listado para requerirles la presentación de toda la normativa vigente en relación al desarrollo de la actividad, por lo que se intimó a todo el padrón histórico. FERNÁNDEZ manifestó que luego de las intimaciones debía esperar las instrucciones de FISZBIN, quien desde abril se había arrogado todo lo relativo a locales de baile clase C y vía pública. Reiteró la ex subsecretaria de Control Comunal que le había dicho a FERNÁNDEZ que intimaran a todos los locales del padrón histórico, porque no sabían cuáles cumplían con el certificado y cuáles no, que Alimena nunca le había dado aquél listado. Señaló divergencias entre lo dicho por Fernández en su indagatoria en esta causa y en el sumario administrativo, en donde había manifestado que los resultados de las intimaciones fueron archivados en el área lega y técnica de la UPI. FERNÁNDEZ manifestó que los resultados de las intimaciones fueron informados a FISZBIN con una planilla donde se informaban los locales intimados y las respuestas, en tanto que Ucar bajó a la UPI personalmente para ver los requerimientos. Negó FISZBIN que FERNÁNDEZ no pudiera disponer ya que era la única que tenía firma autorizada, y que las respuestas las tenía en su poder en una caja que hubo que arrancárselas de sus manos después de sucedida la tragedia. Ante ello explicó FERNÁNDEZ el tema relativo a la ubicación de los requerimientos, los cuales intentó buscar el domingo 2 de 79 Poder Judicial de la Nación enero pero fue imposible porque habían dado vuelta la oficina buscando información. Una empleada (Carolina Alvela) le comentó haber visto la caja en la oficina 703 antes de la mudanza. Luego, otra empleada Rosana Barone le dijo que estaba en una caja azul que debía estar en el área técnico legal. La misma fue ubicada arriba de en un armario aunque luego de revisar no hallaron el requerimiento hecho a “REPUBLICA CROMAÑÓN”. En una segunda búsqueda Carlos Albornoz encontró ese requerimiento, que fuera entregado a Torres. Replicó FISZBIN que FERNÁNDEZ pretendía no hacerse cargo de las funciones que les fueran otorgadas, y si realmente había sido desplazada entonces debería haber girado las actuaciones para que ella los resolviera. Negó haber recibido la planilla y que UCAR hubiera revisado los requerimientos. Dijo que no se había arrogado la función relativa a los locales de baile o vía pública sino que había dado una orden política de trabajo, como también se hicieron respecto de tantos otros temas. Expresó que la participación de FERNÁNDEZ era sumamente activa y que inclusive traía denuncias para tratar. Que en esas reuniones no se establecían específicamente las direcciones a inspeccionar, salvo en los casos de operativos grandes, las cuales se armaban con las denuncias ingresadas y el listado que traía LOUPIAS, de manera tal que FERNÁNDEZ no podía desconocer cuáles se iban a inspeccionar los fines de semana. 80 Poder Judicial de la Nación Entre Rodrigo Mario COZZANI y Ana María FERNÁNDEZ (fs. 17.707/710) Ambos ratificaron lo dicho en sus declaraciones anteriores. COZZANI dijo que la coordinación operativa no recibía denuncias autónomamente sino que ingresaban por la mesa de entradas de la UPI, a cargo de FERNÁNDEZ. Que sobre toda la línea administrativa aquella tenía un control directo, por cuanto hacía reuniones semanales con algunos empleados y quincenales con otros, en las cuales tenía un rol activo, a la vez que tenía gente de confianza en todas las áreas, en total unas veinte o treinta personas que pertenecían a su mismo partido político. Dijo que FERNÁNDEZ se contradecía al decir que la Subsecretaria se había arrogado las funciones de inspección, para luego afirmar lo mismo sobre él. Por su parte, FERNÁNDEZ explicó que había dicho que la Subsecretaria había asumido esa función pero que aquél y UCAR completaban el listado con los objetivos. Que en las reuniones de los lunes bajaba lineamientos. Que desde la disolución de la UPI se efectuaron unas 20 reuniones aproximadamente, a las cuales llevó solo 4 o 5 denuncias concretas, lo cual a su entender es ilustrativo que no tenía autonomía para decidir sobre las denuncias que le llegaban en forma personal, dado que debía llevarlos a la mesa de trabajo. Reiteró que COZZANI era el que llevaba las denuncias de la UPI, de no ser así no se entiende para qué iba aquél a las reuniones. 81 Poder Judicial de la Nación COZZANI manifestó que su tarea en aquellas reuniones era únicamente tomar nota de los operativos que se iban a realizar para poder aportar la capacidad operativa. Que UCAR les pasaba el listado a él o a DIAZ e incluso éste le remitía esos listados a la directora los jueves o viernes. Esto fue negado rotundamente por FERNÁNDEZ, quien dijo que nunca le acercaron esos listados, sino que ella se enteraba de esas inspecciones el lunes siguiente. Entre Rodrigo Mario COZZANI y Fabiana Gabriela FISZBIN (FS. 17.581/82) FISZBIN sostuvo que la consigna era ir a todos los lugares y si se advertían incumplimientos debían ser clausurados. Para fortalecer la política se le acercaba a la UPI otras direcciones que surgían del padrón, que eran acercados por UCAR. Que COZZANI elegía entre las denuncias que recibía a cuáles les iba a dar prioridad. Que muchas de las direcciones que desde la Subsecretaría les giraban no podían cumplirse porque les daban prioridad a otras. Consideró que no hay contradicción entre lo declarado por ella y lo dicho por COZZANI. Por tu parte, COZZANI dijo que no tenía capacidad para decidir si había que inspeccionar un lugar u otro, que no se podía apartar de lo que tenía asignado, mas allá de que daba prioridad a ciertas direcciones en base al criterio emanado de la Dirección. Que no podía inspeccionar un lugar que no estuviera en los listados 82 Poder Judicial de la Nación bajados por FISZBIN o que no surgieran de las denuncias. Dijo que no se hacía nada que no supiera el Director General. FISZBIN coincidió que entre las funciones de aquél no estaban las de actuar de oficio, aunque lo podría haber hecho si hubiese sido autorizado por el Director. Entre Ana María FERNÁNDEZ y Vanesa Ileana BERKOWSKY (fs. 17.952/53) Allí se discutió sobre la forma en que se encontró la caja azul con el requerimiento efectuado a “REPUBLICA CROMAÑÓN” por la UPI. Por lo demás, no surgió ningún otro dato de interés para la presente. 4-VALORACIÓN. La numerosa prueba agregada a la causa permite vislumbrar varias cuestiones vinculadas con la estructura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sus organismos de control y los funcionarios que ocuparon esas dependencias, que si bien evidencia aspectos administrativos que evaluados desde la óptica de una adecuada y eficiente gestión abre numerosos interrogantes sobre su eficiencia, no todos son relevantes a los fines de esta investigación, razón por la cual ésta se circunscribirá a determinar concretamente qué conductas interesan a la órbita penal en relación 83 Poder Judicial de la Nación al episodio ocurrido en el comercio “REPUBLICA CROMAÑON” el día 30 de diciembre de 2004.Debo señalar en primer término, la complejidad para comprender cuál era el sistema normativo vigente en materia de habilitaciones y control, puesto que existe un exceso de normas que en ocasiones provocan confusión y desorden en lugar de establecer claramente pautas de comportamiento a las que los ciudadanos deberán ajustarse.Leyes, ordenanzas, disposiciones, resoluciones y decretos que regulan la misma materia, se superponen, se modifican o bien establecen excepciones que terminan superando las reglas. Todo ello fue un obstáculo que debió superarse para lograr entender qué se puede y qué está prohibido en el ámbito de la Ciudad y en particular con su enorme aparato burocrático.La inevitable conclusión de todo ello lleva a considerar que si los técnicos en derecho tuvimos inconvenientes en esta tarea qué puede esperarse de los administrados, es decir, de la mayoría de la población a quien en definitiva está dirigida la norma.Ello no ha sido el corolario de una sola administración ni tampoco exclusivo del Poder Ejecutivo de la Ciudad, a modo de ejemplo se puede señalar que hubo dos proyectos de reforma del Código de Habilitaciones y Verificaciones (años 2002 y 2004), los cuales perdieron estado parlamentario.Pero evaluar la responsabilidad de quienes han dirigido las instituciones del Estado no compete al suscripto y serán los órganos 84 Poder Judicial de la Nación pertinentes los que deberán avocarse a tan importante tarea, puesto que indudablemente se trata de cuestiones políticas no justiciables (conforme la doctrina emanada de la CSJN in re “Rodríguez J., en “Nieva, Alejandro y otros C/PEN” del 17/12/97 y Fallos 325:645; 326:3177), en virtud de la cual se afirma que la función jurisdiccional no alcanza el modo en que se ejercen aquellas facultades privativas de los otros poderes, ya que de no ser así se estaría invadiendo el ámbito de competencias propias de aquellos órganos.Destaco ello ya que la referencia que a lo largo de este interlocutorio se hará acerca de la organización y funcionamiento del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires será únicamente para ilustrar el ámbito en el cual se desarrollaron los hechos que aquí nos ocupan y poder establecer las posibles responsabilidades penales relacionadas al suceso acaecido el día 30 de diciembre de 2004.- Situación procesal de Fabiana FISZBIN, Ana Maria FERNÁNDEZ, Gustavo TORRES, Rodrigo COZZANI y Alfredo UCAR. Para tener por acreditados los hechos tal como fueron descriptos al inicio de este segmento del resolutorio resulta fundamental, en primer lugar, tener presente el esquema organizativo existente en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires 85 Poder Judicial de la Nación al momento del evento, en el cual, si bien hubo variaciones durante el año 2004, se trataron de cambios que no alteran el razonamiento de la cuestión.En ese diagrama se consigna que la línea de control sobre el tema de locales de baile estaba a cargo del titular de la Subsecretaría de Control Comunal, y dentro de esta área, era la Dirección General de Fiscalización y Control la que debía verificar el cumplimiento de la normativa vigente, tarea que antes recaía en la Unidad Polivalente de Inspecciones. A su vez, dentro de la Dirección General de Fiscalización y Control hay nuevas divisiones (que también fueron cambiando con el tiempo), entre las que se repartían las tareas.Los imputados eran los titulares de estas oficinas, razón por la cual, estaba en su cabeza la facultad y el deber de ejercer el control sobre los locales de baile. Todos habían sido legalmente designados y estaban en posesión de su cargo.Someramente, entre las responsabilidades primarias que tenían los cargos que ostentaban, se encuentra el ejercicio y coordinación del poder de policía en la Ciudad.Se volverá sobre el punto más adelante, al momento de analizar la calificación jurídica, puesto que de la designación en los cargos surge el deber de cuidado que estaba en su ámbito de competencia.Por otra parte, resultan de relevancia las denominadas “alarmas” que había recibido el Gobierno de la Ciudad de Buenos 86 Poder Judicial de la Nación Aires sobre la situación crítica que atravesaban los locales de baile clase C desde hacía bastante tiempo.Entre ellas, cabe mencionar la Actuación 631 de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, en la cual se ponía sobre aviso de la falta de cumplimiento de las condiciones de seguridad de estos lugares. Se mencionaba en ella el peligro que encierra este tipo de actividad y el bajo cumplimiento de la normativa que rige la materia. No quedan dudas que ese informe fue recibido en el ámbito del Gobierno comunal porque se cuenta con la copia con el respectivo cargo que da cuenta de ello además de diversas notas firmadas por la propia FISZBIN (fs. 196 y 199 del legajo “Habilitación GCBA” que corre por cuerda).Por lo tanto, la discusión atinente al derrotero que siguió esta actuación dentro de la estructura administrativa, por la cual FISZBIN alegó que no había recibido el listado de bomberos que le fuera enviado a Alimena, carece de sentido. Aquella solicitud de la Defensoría ingresó mediante los carriles legalmente establecidos por la administración para canalizar la comunicación con otros sujetos, de modo que una ex funcionaria no puede ampararse en esa organización ni en un supuesto desorden burocrático para argüir que nunca recibió la información correspondiente.Igualmente, y siguiendo su propio descargo, en el mejor de los casos su desconocimiento se limitaría al listado confeccionado por bomberos y enviado a Alimena, pero no alcanzaría la situación 87 Poder Judicial de la Nación descripta en la Actuación 631 que ya en los considerandos explica en forma clara y precisa que del entrecruzamiento de datos solicitados a la Subsecretaría y a la Superintendencia de Bomberos surge un alto incumplimiento a las normas vigentes por parte de los responsables de locales bailables.Frente a esto, su cargo de Subsecretaria de Control Comunal le permitía, y le exigía, haber requerido ella misma ese listado, lo cual habría hecho por intermedio de la Subsecretaría de Seguridad. Sin embargo, y como ya se dijo, la discusión no puede girar en torno al haber recibido o no ese listado, puesto que eso era algo sencillamente remediable por una funcionaria con el rango y las competencias que tenía (y como se dijo, finalmente hizo), sino básicamente porque el estado crítico de los locales de baile excedía aquella nómina y abarcaba la situación general por la que atravesaba la actividad.Para el caso, el certificado expedido por bomberos era uno de los tantos puntos vinculados con la seguridad que debían ser controlados y en este hecho se pone de manifiesto que aún con ese documento en regla jamás podía ser que una puerta como la que estaba sobre el costado del escenario (aquella que daba al interior del estacionamiento del hotel “Central Park” y tenía el cartel lumínico de “salida”) estuviera cerrada con alambre y candado. La única manera de evitarlo hubiera sido mediante un adecuado plan de inspecciones.- 88 Poder Judicial de la Nación A lo expuesto debe agregarse que el informe de la Defensoría del Pueblo fue publicado el día 26 de mayo de 2004 en el diario Clarín (en el cual inclusive se publicó una foto de la discoteca “Kheyvis” en la que años atrás ocurrió algo similar a este hecho), con lo cual cualquier duda sobre el real y efectivo conocimiento de esta problemática queda disipada.Todo ello sin perjuicio de recordar una vez mas que nos encontrábamos frente a una situación que en si misma debía llamar la atención y recibir rápida respuesta por parte de las autoridades: la conversión en microestadios de los locales bailables clase C y de la practica de recitales en su interior con concurrencia masiva y con inclinación al uso de pirotecnia.Ahora bien, a raíz de aquella situación fue que la UPI, en lugar de disponer la inspección y/o clausura inmediata de los lugares que no tenían el certificado de bomberos en regla, los intimó para que aportaran toda la documentación habilitante, y en el caso de “REPÚBLICA CROMAÑON” fue recibida en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires el 10 de junio de 2004. De allí surgía la fecha en que vencía el certificado otorgado por bomberos, puesto que se había aportado copia de la última renovación.Con lo dicho quedan claro dos cosas: por un lado que la autoridad de control estaba al tanto de la situación crítica que atravesaban los locales de baile clase C en general, a la vez que sabían de la situación administrativa que revestía “República 89 Poder Judicial de la Nación Cromañon” en particular (información que también se tenía de tantos otros lugares).Señalamos aquí que los estudios se efectuaban sobre los padrones históricos, es decir que muchos de los locales podían ya no existir. No se hacían estudios sobre la realidad para lo que hubiese bastado solicitar a cada Comisaría cuántos locales había en su jurisdicción y su estado, o la simple consulta con un suplemento de espectáculos de un diario en cuanto a los más masivos.A lo expuesto, debe agregarse que existieron otras “advertencias” sobre la cuestión. En este sentido se cuenta con la Resolución 2022/03 de la misma Defensoría del Pueblo (8 de mayo de 2003) en la que se mencionó que muchos locales funcionan en la práctica como discoteca pero tienen la habilitación de bar o restaurante. Se destacó que en muchos casos están situados en lugares prohibidos y consideró que en esta actividad “los controles comunales resultan inexistentes o, al menos, poco eficientes”. Por esta situación le recomendó al Director General de Verificaciones y Control que dispusiera la inmediata clausura de los locales de baile que no contaran con la correspondiente habilitación. Es de destacar que esta resolución estuvo basada en numerosos casos de otros lugares de baile que se citaron como antecedentes.Lo mismo ocurrió con los informes labrados por la Auditoría General de la Ciudad, que si bien no se limitaron a los locales de 90 Poder Judicial de la Nación baile clase C (fueron otros rubros de “alto riesgo” como locales clase A, hoteles, geriátricos, estadios y guarderías) mencionaron diversas anomalías en los órganos de control, tales como reticencia en contestar los pedidos de información remitidos por la Auditoría, falta de información adecuada, falta de registros confiables de las actividades habilitadas y falta de inspecciones rutinarias. En cuanto a esto último se señaló que el control de los locales estaba sujeto a una eventual denuncia y los problemas que ello ocasionaba.La Auditoría General de la Ciudad mencionó la sinuosa historia del organismo de control (que fue variando en numerosas ocasiones) y explicó que las observaciones y recomendaciones podían dividirse en dos categorías: unas referidas a cosas puntuales y otras que “apuntan al marco general del funcionamiento del organismo, como ser la falta de planificación en las inspecciones o el abandono de la política de inspecciones de rutina, y hacen a la concepción global de lo que debe ser el ejercicio del poder de Policía”.Si bien dichos dictámenes fueron notificados al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires el 5 de enero de 2005, es decir después del hecho aquí investigado, lo cierto es que los antecedentes allí considerados venían ocurriendo con anterioridad. De allí surge con meridiana claridad que aquellos organismos encargados de controlar tenían muchísimas fallas, no tenían base de datos, reinaba el desorden y encima la modalidad de inspección era objeto de severas críticas.91 Poder Judicial de la Nación El presidente de la Auditoría General, así como diversos integrantes, explicaron con más detalle esta situación, en la que relataron diversos inconvenientes que tuvieron para ejercer sus funciones.Asimismo, se cuenta con la Resolución 359/04 (30 de septiembre de 2004) de la Legislatura de la Ciudad, por la cual se le requirió al Poder Ejecutivo que informara diversos puntos referidos al cumplimiento de las medidas de seguridad contra incendios en locales bailables.Esto se debió a dos iniciativas de los legisladores Ferrero y Enríquez, originados a su vez en la publicación de “Clarín” ya citada, y que se fundaban en las condiciones de seguridad en general y las condiciones contra incendio en particular de este rubro.En resumidas cuentas, resulta inverosímil que diversos organismos de control hayan advertido la problemática que rodeaba a las condiciones de seguridad de los locales de baile, pero no haya ocurrido lo mismo por parte de la autoridad de aplicación y mucho menos que no reaccionara en consecuencia. Estaban todos al tanto de la situación excepto el organismo cuya tarea era precisamente controlar esa actividad.Por esta razón es que deviene inaceptable reducir el asunto a determinar si FISZBIN recibió o no el listado de bomberos, o si FERNÁNDEZ le transmitió el resultado de las intimaciones. Esto es secundario frente a la situación descripta y que demandaba una 92 Poder Judicial de la Nación actuación urgente de los imputados. Sólo debe servir de ejemplo de la burocracia e ineficiencia reinante.Deben sumarse a esta cuestión los antecedentes que tenía el grupo “Callejeros” que a mediados y a fines del año 2004 se presentó en el Club Obras Sanitarias y en el Club Excursionistas.En ambos recitales hubo excesivo uso de pirotecnia (en Obras Sanitarias se contaron más de 100 bengalas), lo que motivó la intervención de la Justicia contravencional por diversas infracciones. En los dos casos estuvieron presentes inspectores del Área Contralor Espectáculos, quienes permanecieron durante todo el show y constataron esa y tantas otras situaciones irregulares.De todo ello se desprende que la autoridad de control, en el caso el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y por ende sus distintas dependencias, estaban al tanto (o debían estarlo, puesto que era su labor y no se trataba de una misión difícil) de las características de la banda de música y su público, por lo que debió haber tomado las medidas del caso frente a una nueva presentación de “Callejeros” en otro lugar. Con leer los suplementos de los diarios en los que se publicitan las actividades musicales de los fines de semana hubiera sido suficiente para saber qué estaba ocurriendo en el ámbito de la Ciudad.No eran necesarios organismos de inteligencia ni grandes aparatos burocráticos para conocer los lugares de mayor peligro y 93 Poder Judicial de la Nación así, al menos, iniciar un control efectivo de los locales en donde se realizaba una actividad cuyos riesgos ya se le habían advertido.Seguramente podrá alegarse que son diversas áreas del gobierno las que intervienen: por un lado la DGHyP y Contralor de Espectáculos (a cargo de los recitales), y por el otro la DGFyC (a cargo de los locales de baile clase C). Sin embargo creo que ello no es suficiente para deslindar de responsabilidad a los imputados por dos motivos: en primer lugar, en el caso de la DGHyP también depende de la Subsecretaría de Control Comunal, de modo que, formalmente, no hace mas que ratificar lo dicho hasta ahora. En segundo término, hay que decir que si existe un organismo encargado del control de los locales de baile, entonces es su tarea muñirse de la información necesaria para realizar adecuadamente su tarea y advertir que en un lugar que está habilitado como local de baile en realidad se desarrolla otra actividad. Como dijimos, en el caso, este compendio de información se limitaba a una consulta de uno a otro organismo del mismo Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires o a la verificación de los medios de comunicación, como la revista “Llegás a Bs. As.”, paradójicamente auspiciada por el propio gobierno porteño.Con lo dicho, está claro que los imputados, en tanto titulares de diversos organismos del Gobierno de la Ciudad, estaban en conocimiento de la situación crítica en que se encontraban los locales de baile en cuanto a las condiciones de seguridad. 94 Poder Judicial de la Nación Puede ser que no hayan conocido alguna situación en particular sobre el tema, pero está claro que, por el cargo que ostentaban tenían el deber de hacerlo y estaban a su disposición todos los medios disponibles para lograrlo. De ser así, la violación al deber de cuidado consistiría en no haberse informado debidamente de diversas circunstancias que eran imprescindibles para el correcto ejercicio de su cargo. Pero igualmente debe quedar en claro que sobre las cuestiones principales sí tenían conocimiento, puesto que provenían de diversos lugares (organismos públicos y medios de comunicación), eran manifiestos (por ejemplo el certificado de bomberos requería contar con una planilla con la fecha del vencimiento) y estaban al alcance de cualquiera de ellos.Respecto de la modalidad adoptada para las inspecciones, ha quedado acreditado mediante el relato de todos los testigos y el reconocimiento de los propios imputados, que las mismas se hacían en base a denuncias. Es decir, que el mecanismo de control de la Ciudad requería del impulso previo de algún tercero, léase particular u organismo oficial (Defensoría pública, justicia contravencional, policía, etc.). Se alegó frecuentemente que la escasez de medios sólo permitía hacer inspecciones de ese tipo. Eso llevó a que no existiera en el ámbito de la Ciudad un plan ordenado y metódico que aspirara a alcanzar a aquellos objetivos más importantes de la jurisdicción, sino que estaba librado al 95 Poder Judicial de la Nación capricho del funcionario de turno o a la eventual denuncia (mecanismo también antojadizo e insuficiente). Por eso es que “REPUBLICA CROMAÑON” no era inspeccionado desde el 29 de marzo de 2003 y de no existir ningún reclamo (o algún hecho como el que nos ocupa) seguramente hubiera continuado en funcionamiento en el estado en que estaba por mucho tiempo más.Su ubicación lo favorecía ya que no eran numerosas las viviendas particulares que lo rodeaban y así pocas podían ser las quejas de vecinos.Del mismo modo, no había ningún sistema que diera aviso cuando el certificado de bomberos, que según la autoridad administrativa era sumamente importante (por eso tiene una validez de tan solo un año) y el rubro era de un “nivel crítico alto” (ya que requiere inspección previa), dejaba de tener vigencia.Esta modalidad tuvo sus modificaciones parciales con las reuniones efectuadas los días lunes en el despacho de la Subsecretaria de Control Comunal. Allí participaban la propia FISZBIN, los titulares de la DGFyC (Lucangioli en el poco tiempo que estuvo y luego TORRES), FERNANDEZ, COZZANI, UCAR Y LOUPIAS. En esas reuniones, se dictaban los lineamientos generales a seguir vinculados con las inspecciones, se coordinaba el apoyo de la policía a través de la Subsecretaría de Seguridad, y se agregaban diversos locales a la lista emanada de las denuncias.96 Poder Judicial de la Nación Esta última cuestión es de vital importancia, y nadie ha podido dar una explicación sensata del modo en que esos objetivos eran elegidos, no se sabe si respondían a una lógica o su designación era arbitraria. De ser así (recordemos que el propio UCAR dijo que era por azar) se condice con la forma en que se desenvolvía todo el organismo en materia de controles, pero que justamente es el fundamento del reproche: la falta de cuidado entendida como la falta de planificación en las tareas de inspección, el total desconcierto e improvisación en una tarea que el mismo Estado porteño viene definiendo como “crítica”.Por otra parte, tampoco se logró explicar por qué, si había tanta cantidad de trabajo originado en las denuncias, era necesario agregar otros objetivos (COZZANI dijo, por ejemplo, que el exceso de trabajo les impedía hacer relevamientos o tareas de inteligencia).En concreto, de las declaraciones colectadas hasta el momento, se desprende que en esas reuniones se decidía qué lugares se iba a inspeccionar el fin de semana, por lo tanto el poder que allí existía excedía con creces las atribuciones que formalmente tenían asignadas algunos de sus intervinientes, como el caso de COZZANI y UCAR.Los imputados se repartieron las tareas en cuanto a quién aportaba los objetivos a inspeccionar, de modo que sus responsabilidades excedían el cargo que formalmente detentaban.97 Poder Judicial de la Nación FERNÁNDEZ dijo que COZZANI llevaba las denuncias que había recibido en la UPI en tanto que UCAR manejaba el listado de bomberos. Sostuvo que la “puenteaban” puesto que se enteraba recién el lunes siguiente de los objetivos que habían sido agregados durante el transcurso de la semana.FISZBIN dijo que ella hacía sugerencias sobre lugares, pero siempre subordinado a la capacidad operativa de la Coordinación, y que era COZZANI el que tomaba esa decisión, es decir, era él quien traía el listado con las denuncias. Por su parte, COZZANI y FISZBIN coincidieron en que FERNÁNDEZ tenía una participación activa en las reuniones, a las que inclusive llegó a llevar distintos objetivos a inspeccionar, como el caso del barrio “Las Cañitas”.Hay que tener en cuenta que todas estas versiones responden a descargos amparados en el ejercicio del derecho constitucional de defensa, por el cual nadie está obligado a decir la verdad al tiempo que es evidente que todos pretenden minimizar su participación y capacidad de decisión en esas reuniones. Creo sin embargo que hay elementos para afirmar que todos, a su turno y en su medida, tenían alguna facultad en las mismas. Por parte de la ex Subsecretaria, las declaraciones de varios inspectores, en especial Rivero y Santinelli, al igual que la de los Defensores del Pueblo, específicamente el caso de Alimena, todos ellos bajo juramento y sobre los que no hay elementos concretos para dudar de su veracidad, llevan a afirmar que es poco probable 98 Poder Judicial de la Nación que haya tenido algún papel pasivo, máxime cuando era la persona de mayor jerarquía, fue ella la que convocó a las reuniones y las mismas se hacían en su despacho. A punto tal que cuando la nombrada no estaba presente las reuniones prácticamente no se hacían, sólo se saludaban y tomaban un café (así lo dijo COZZANI).En cuanto a FERNÁNDEZ, también se demostró que llevó varias denuncias a aquellas reuniones (la misma lo reconoció en su careo con COZZANI), aparte de que fue la Coordinadora General de la UPI, y posteriormente la Directora Adjunta de la DGFyC, con lo cual no sólo tenía un cargo de importancia sino que venía ejerciéndolo durante mucho tiempo. En otros términos, se trata de una persona que tenía un título universitario por lo que no era una principiante ni mucho menos una empleada sin preparación. Así, aún cuando en los últimos tiempos le hubiesen asignado tareas de poca relevancia, lo cierto es que durante el año 2004 fue ella la titular del organismo que controlaba a los locales de baile y ejerció el cargo, a punto tal que se tomó conocimiento de numerosas decisiones tomadas por ella (intimación a diversos locales, ordenamiento interno de la UPI).En cuanto a COZZANI y UCAR, tal como ya se adelantó en párrafos anteriores, detentaban un poder mayor que el que formalmente les era otorgado. COZZANI se revelaba en los hechos como la persona que organizaba y decidía en última instancia los 99 Poder Judicial de la Nación objetivos que serían inspeccionados, para lo cual coordinaba y ponía a disposición los equipos de inspectores. UCAR era la persona de confianza de la ex Subsecretaria, su mano derecha, quien tenía plenas atribuciones para completar el listado de objetivos a inspeccionar con otros locales, pero sin tener en cuenta todos aquellos “avisos” sobre el tema. También aquí son numerosos los testimonios de diversos integrantes de la UPI-DGFyC, de los otros imputados y del propio UCAR, que era él quien realizaba aquella tarea. Nadie supo explicar qué parámetros tenía en cuenta y él mismo dijo que se hacían en base a la cercanía con aquellos lugares que ya estaban asignados para inspeccionar. Es evidente entonces, que en la elección de los lugares no se tuvo en cuenta la “criticidad” a la que ya se hizo referencia en tantas oportunidades. Asimismo, se pudo acreditar, de acuerdo a los videos en los que aparece hablando el propio CHABAN, a los dichos de los empleados de “REPÚBLICA CROMAÑON” y diversas publicaciones en medios periodísticos, que en aquél lugar se realizaban recitales de rock en lugar de ofrecer bailes. Ya desde su inauguración, en abril de 2004, el lugar se perfiló como un sitio en el que tocaban bandas en vivo en vez de actuar como una discoteca.- 100 Poder Judicial de la Nación Esta cuestión es trascendental, puesto que la falta de controles no se limita a no haber advertido que la certificación de bomberos estaba vencida. Esto es sólo un punto del reproche, a lo que hay que agregar que en el lugar se realizaba una actividad distinta a la habilitada, la cual convoca gran cantidad de público y eleva notablemente el riesgo de que se produzca alguna tragedia, y no me refiero únicamente a un posible incendio tal como ocurrió, sino también a posibles peleas, disturbios en general a la entrada y salida del lugar, conflictos con los vecinos, etc. Ello es más patente si en el lugar también se venden bebidas alcohólicas y se autoriza el ingreso de más público que el permitido.Tal es así que la propia comisaría de la jurisdicción tenía solicitado un pelotón de combate semanalmente, además de personal de dicha dependencia, para apostarse en el lugar.Este dato objetivo tampoco fue recogido de manera alguna por parte de las autoridades de la subsecretaria. ¿Cuantos locales bailables pueden estar asistidos con un pelotón de combate cada fin de semana? Pues bien, todas estas cosas son demasiadas notorias como para pasar desapercibidas a los órganos de control.Todos los indagados señalaron que no estaba dentro de sus competencias el salir a buscar la información para luego planificar sus tareas en consecuencia, sino que se limitaban únicamente a actuar una vez que recibían esos datos. 101 Poder Judicial de la Nación Como se ve, lejos de tener una actitud activa en una materia que, según la propia autoridad de la Ciudad, se calificó como de “alto riesgo” (término similar recibió el organismo específicamente encargado del control -DGFyC-), se limitaban a esperar en sus despachos que los hechos sucedieran para luego intervenir. Esta actitud es lógica en los organismos de justicia, que siempre intervienen después del hecho, pero no ocurre lo mismo respecto del Poder Ejecutivo que tiene entre sus funciones la prevención de delitos, contravenciones y faltas.La situación ha llegado al extremo de que las respuestas a las intimaciones efectuadas por la UPI a los diversos locales de baile que figuraban en el padrón histórico, quedaron en una caja azul a la espera de que alguien dijera qué hacer con esa información. Va de suyo que nadie se arrogó ser la persona que tenía que dar esa orden, pero está claro que todos los funcionarios tenían la obligación de actuar en consecuencia, y disponer las inspecciones y hasta en algunos casos la clausura inmediata de esos lugares. Por ende, el razonamiento efectuado por varios imputados atinente a que no habían sido avisados de que “REPÚBLICA CROMAÑON” o el Once eran zonas de conflicto, en el mejor de los casos podrá ser una explicación de su conducta, más nunca una justificación. Es inadmisible que un lugar con las características que tenía “REPUBLICA CROMAÑON”, plagado de irregularidades, que convocaba a numerosos asistentes y que era conocido en el ámbito 102 Poder Judicial de la Nación de la música, no recibiera ninguna inspección porque nunca fue denunciado (!).Al mismo tiempo debe señalarse que varios organismos públicos y testigos señalaron que existía la posibilidad fáctica de controlar los boliches en infracción, ya que no eran tantos. En este sentido recordemos que la nómina de locales que estaban en el padrón del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no era elevada y que si bien en un inicio alcanzaba 208 lugares, luego de ser intimados por la Defensoría del Pueblo (Actuación 631), el propio Gobierno lo actualizó y se redujo a 100 aproximadamente, tal como lo reconoció el Jefe de Gobierno en su presentación. Inclusive la propia FISZBIN sostuvo en su exposición en el “1er Congreso de Empresarios de Discotecas” que no era un número elevado por lo que los instaba a la cámara pudiera agruparlos a todos y a que se pusieran de acuerdo en su seno.Por otra parte, fue el mismo Gobierno, a través de la Dirección General Guardia Urbana, quien con sólo 18 agentes pudo relevar 620 locales en menos de dos meses (entre agosto y octubre de 2004). Los números hablan por sí mismos y cualquier referencia al respecto sería sobreabundante.Lo mismo ocurrió con la DGFyC cuando se dedicó a controlar que los carteles de los bebederos ubicados en las plazas no tuvieran publicidad, tarea en la que se relevaron numerosas plazas. Con ello se pone en evidencia que existían los recursos para hacer el sondeo y cumplir con las tareas exigidas, el tema es que no 103 Poder Judicial de la Nación se tomó la decisión de controlar aquellos lugares sino que se prefirió avocarse a otras cuestiones, como controlar la publicidad en las plazas (confr. causa N40.232/04 del Juzgado de Instrucción N20). Numerosos testigos que tenían experiencia en las tareas de inspección coincidieron en señalar que un lugar con las características como el que nos ocupa no podía pasar desapercibido a los órganos de control. Igualmente, creo que la mejor demostración de que existía la posibilidad de aplicar un control efectivo sobre los locales de baile lo constituye la actitud adoptada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a poco después de ocurrido el hecho que nos ocupa, en donde se puso de manifiesto que si hubiese existido la decisión de enfrentar esta problemática se podría haber realizado. Lamentablemente la reacción llegó tarde, pero demuestra que se podía haber hecho antes.Aún cuando no se puede desconocer la enorme cantidad de objetivos a controlar en la jurisdicción, en donde los locales de baile clase C son sólo una parte de aquél universo, y que los recursos humanos y materiales son limitados, lo cierto es que se podía haber cumplido con su deber estableciendo un adecuado cronograma de prioridades con las necesidades a atender. Es decir, frente a la enorme cantidad de lugares y escasez de medios, entonces más que nunca se exigía una utilización racional de los recursos, máxime en una actividad a la cual los propios órganos políticos trataban como 104 Poder Judicial de la Nación riesgosa (requiere inspección previa, requiere un certificado por la instalación contra incendios que tiene vigencia por solo un año, el órgano de control fue definido como de “Alta Criticidad”), y en lo que respecta al vencimiento del certificado de bomberos habría bastado con una simple planilla de Excel.Pero frente a una situación tan crítica, que priorizando objetivos, manejando adecuadamente la información y los recursos humanos, se podría haber controlado, encontramos la realidad donde la ex Subsecretaria de Control Comunal ignoraba el horario que debían cumplir los inspectores. Huelga todo otro comentario y queda evidentemente plasmada la violación a los deberes de cuidado que tenían funcionalmente asignados.Este sumario tiene una clara finalidad: determinar los responsables penales del hecho ocurrido en el local “REPÚBLICA CROMAÑÓN” conforme lo dispone el art. 193 del Código Procesal Penal. Y este auto es parte de la respuesta que se pretende dar. Los hechos que fueron denunciados como posibles actos de “corrupción” son materia de investigación en una causa independiente de este Tribunal (c. 14.000/05) y salvo que resulte de utilidad o relevancia en este legajo, ese aspecto no será introducido. Ello con el propósito que esta causa mantenga claro y concreto su objeto procesal y su contenido sea rápidamente ventilado ante un Tribunal Oral. Hay que recordar que en la instrucción deben 105 Poder Judicial de la Nación obtenerse los datos que sean presupuestos de un juicio y no de una sentencia. Por eso insisto en la necesidad de que sea concreta y de la mayor brevedad posible. En el libro “La subjetividad en riesgo” su autora, Silvia Bleichmar refiere: “El incendio producido en la discoteca República de Cromagnon la noche del 30 de diciembre de 2004, en el cual se produjo la trágica muerte de ciento noventa y dos jóvenes y niños, ha dado, a posteriori, una prueba más de estas líneas: se puso en evidencia en este hecho tanto la desprotección homicida a la cual están expuestos los adolescentes…” (nota 1, pág. 51, editorial Topia). La desprotección homicida. Eso es lo que en definitiva provocan las violaciones a los deberes de cuidado como los que aquí se ventilan. De ahí la necesidad de resaltar el rol del Estado en justamente adoptar un papel activo en el control de todo aquello que esté bajo su competencia. En que tomen conciencia los funcionarios que con su acción evitan que ocurran hechos como el que hoy nos ocupa y que la desprotección que crean o incrementan como los riesgos- ya no son atribuibles sólo al resultado de una mala gestión o a la de un tercero, sino que son actos propios, que por su gravedad y por todo lo reseñado en este interlocutorio, ingresan en el ámbito del derecho penal. 106 Poder Judicial de la Nación Situación procesal de Daniel DÍAZ, Juan Carlos LOUPIAS y Victor TELIAS (hecho a) Distinto es el caso de estas tres personas, respecto de las cuales las pruebas existentes no avalan suficientemente el estado de sospecha como para agravar su situación procesal.En efecto, en cuanto a DÍAZ (subcoordinador operativo de la UPI) se advierte que no tenía el mismo poder de facto que tenía su superior inmediato (COZZANI), en lo referente a la elección y al manejo de los objetivos a inspeccionar.Primero porque sus facultades normativamente establecidas en la Disposición 424-DGFyC-2004, Anexo III, dice que entre las “Misiones y Funciones Primarias” de la Subcoordinación eran: a) Asistir al Coordinador y al Director General en los temas de su competencia.b) Reemplazar al Coordinador en caso de ausencia o impedimento.c) Colaborar con el Coordinador en la coordinación y supervisión en la actividad de los señores/señoras inspectores/inspectoras.Es decir, son atribuciones bastantes genéricas con lo cual aquello que le era exigido se diluye y pasan a ser, básicamente, tareas de colaboración con el Coordinador. Por otra parte, y he aquí el principal argumento, no se ha logrado acreditar por ahora que tuviera un poder mayor que aquél 107 Poder Judicial de la Nación asignado. No participaba de las reuniones de los días lunes ni tampoco tenía margen alguno para diagramar un cuadro de inspecciones que llegara a aquellos lugares que más lo necesitaban (y que se denominaron como “críticos”).En cuanto a TELIAS, caben hacer las mismas apreciaciones. En este caso su responsabilidad conforme a la Disposición mencionada era aún más genérica y no alcanza para formular reproche alguno. Lo mismo en cuanto a su poder real, ya que nadie lo ha mencionado como integrante de aquél grupo que decidía el tema de las inspecciones. Respecto de LOUPIAS, se trata en principio de un funcionario perteneciente a otra rama de la estructura organizativa del GCBA (Seguridad Urbana) con lo cual sus deberes se circunscribirían a otro tipo de cuestiones, ajenas al control de los locales bailables. Asimismo, sólo se puede afirmar que participaba de las reuniones de los lunes a los efectos de coordinar el eventual apoyo que pudiera brindar la policía, pero de ningún modo decidía (ni podía hacerlo) a dónde ir y a dónde no.En su descargo manifestó que la POLICÍA FEDERAL ARGENTINA canalizaba las solicitudes de inspección mediante escrito, lo cual era presentado en la mesa de entradas. En esos casos, él giraba las actuaciones a la dependencia correspondiente, es decir Control Comunal.De lo dicho surge que hasta el momento no se ha acreditado que los nombrados tuvieran facultades decisorias, sin perjuicio de 108 Poder Judicial de la Nación que tampoco se ha alcanzado el estado de certeza negativo que exige el sobreseimiento como para desvincularlos definitivamente de la pesquisa. Por ello, y siendo que del transcurso de la investigación (mediante recepción de declaraciones testimoniales a diversos inspectores y a otros funcionarios del GBCA) puede alcanzarse un cuadro completo de su papel, es que entonces corresponde adoptar una medida expectante que posibilite esa finalidad.Sólo es reprochable la falta de iniciativa en obtener información de valor de las autoridades policiales, o de relevar adecuadamente y desde la óptica de la seguridad a la Ciudad, y sobre esos aspectos se profundizará.En consecuencia es que se dictará la falta de mérito de los nombrados (art. 309, CPPN). 5-CALIFICACIÓN LEGAL. LA SITUACION DE Fabiana FISZBIN, Gustavo TORRES, Ana María FERNÁNDEZ, Rodrigo COZZANI y Alfredo UCAR. I.) El examen de subsunción, a fin de verificar los tipos penales que serían aplicables al caso, debe iniciarse a la luz del tipo penal contemplado en el art. 84 del Código Penal (homicidio culposo) por ser éste el que, en principio se encontraría completo en todos sus elementos.109 Poder Judicial de la Nación Teniendo en cuenta que los tipos culposos son figuras abiertas que deben ser “cerradas” por un deber de cuidado exigido en el caso concreto, la forma de acreditar la tipicidad requiere en primer término determinar cuál era ese deber de cuidado, para luego compararlo con la conducta efectivamente realizada. En el caso de que no coincidan, se podrá afirmar que se ha violado un deber de cuidado, es decir que se ha actuado con imprudencia, y para el supuesto de que el resultado sea la consecuencia de esa conducta, entonces se habrá conformado el tipo penal en cuestión. Para eso puede resultar de gran utilidad la denominada “teoría de la imputación objetiva”, construida en base a elementos de imputación que caracterizan los presupuestos de la imprudencia de manera más precisa que aquella cláusula general (ROXIN, C., “Derecho Penal Parte General”, t. I, traducc. de la 2a edic. alemana, Civitas, Madrid, p. 999/1000).- II.) En primer lugar debe tratarse de una conducta humana que “cause la muerte de otro”, de donde se sigue que la conducta del agente debe ser una condición necesaria sin la cual la muerte no habría acaecido. En este caso el verbo (causar) no es el núcleo del tipo, ya que el resultado de muerte no es parte de la conducta, sino la consecuencia necesaria de que ella haya sido imprudente (TERRAGNI, M.A., “Autoría e intervención de terceros en el delito 110 Poder Judicial de la Nación culposo” en Homenaje a C. Roxin, Nuevas Formulaciones en las Ciencias Penales, Lerner, Córdoba, 2001, p. 446). De acuerdo a lo que se tuvo por probado, el local de marras estaba en funcionamiento pese a que no contaba con las medidas de seguridad adecuadas, siendo que era obligación de FISZBIN, TORRES y FERNÁNDEZ haber dispuesto su inspección y eventual clausura. Además, se trataba de un local con una determinada habilitación (clase C) pero que en la práctica funcionaba como un microestadio (que tiene otro régimen de habilitación). Como consecuencia se llevó a cabo el recital del grupo “Callejeros”, algo de imposible practica si se hubiese actuado con diligencia, en donde alguien encendió una bengala que prendió fuego el material del techo y que culminó en las muertes y lesiones señaladas. Se da así el primer requisito: la falta de control sobre el local bailable es causa de las muertes y lesiones en sentido natural.- III.) Sin embargo el tipo penal no se agota en ello puesto que no se trata solamente de establecer una causalidad en sentido material, sino que es preciso la atribución jurídica del resultado para poder atribuirle responsabilidad al autor. “Un resultado causado por el agente sólo se puede imputar al tipo objetivo si la conducta del autor ha creado un peligro para el bien jurídico no cubierto por un riesgo permitido y ese peligro también se ha 111 Poder Judicial de la Nación realizado en el resultado concreto” (ROXIN, op. cit., p. 363 el resaltado me pertenece). Recién cuando el autor haya violado un deber de cuidado, y posteriormente el resultado sea consecuencia de esa situación, entonces se podrá afirmar que su conducta se encuentra atrapada por el tipo penal en cuestión, es decir, recién entonces se podrá afirmar que mató en el sentido del art. 84 del Código Penal .- IV.) CREACIÓN DE UN RIESGO NO PERMITIDO a) En este caso el riesgo socialmente tolerable de la actividad que desempeñaban los imputados está normativamente regulado, lo cual es determinante puesto que aquellas reglas en definitiva son criterios orientadores para la ponderación de los límites del riesgo autorizado.Aquí, la definición de los deberes legales cuyo incumplimiento se endilga a los imputados se encuentra expresado en el Código de Habilitaciones y Verificaciones y en los Decretos 2720/GCBA/03 y 1563/GCBA/04 que regulan los objetivos de los organismos a su cargo.El art. 1.1.4 incluido en el Título de las Generalidades del Código señalado dispone, como criterio de interpretación, que: “Cuando este Código se refiere a la Dirección deberá entenderse el órgano municipal competente en la materia”. 112 Poder Judicial de la Nación Además, en el Título dedicado a los Procedimientos, el art. 12.1.2 dice: “La Dirección procederá a la inmediata clausura de toda actividad que se desarrolle en las siguientes condiciones [...] d) Cuando se afecten condiciones mínimas de higiene, seguridad y moralidad”.En el mismo sentido se encuentran los arts. 12.1.4 que establece: “Cuando un local o instalación requiera mejoras o requisitos para funcionar en condiciones reglamentarias, el inspector actuante confeccionará informe detallando las deficiencias a subsanar, sobre cuya base la Dirección dictará la respectiva resolución, fijando los plazos para su ejecución”.Igualmente el art. 12.1.5 “Cuando deban hacerse efectivas medidas de clausura respecto de locales, maquinarias, u objetos, para impedir su funcionamiento, uso o utilización, el funcionario interviniente colocará fajas selladas o precintos. Las fajas deberán estar firmadas por funcionario responsable, con la leyenda CLAUSURADO, y con la constancia de la resolución y número de expediente en que haya recaído. Los precintos deberán llevar el sello de la Dirección”.En resumidas cuentas, según el Código de Habilitaciones y Verificaciones, la Dirección o el órgano municipal correspondiente, es la encargada de realizar los procedimientos de control, exigiendo las mejoras o requisitos de funcionamiento apropiados, o bien disponiendo las clausuras cuando se afecten las condiciones de seguridad.113 Poder Judicial de la Nación b) Refuerza esta postura el Decreto 2720/03 que modificó el art. 29 del Decreto 2696/03, por el cual se había creado la Subsecretaría de Control Comunal. Aquella norma estaba acompañada del Anexo II/4 en donde se definían los objetivos de la Subsecretaría. Estos eran: * Ejercer y coordinar en forma integral el poder de policía en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, * Ejercer el contralor y el poder de policía mediante la aplicación de las normas específicas en materia de habilitaciones, seguridad, calidad ambiental, higiene y seguridad alimentaria y salubridad, * Controlar la ejecución de las obras públicas y privadas en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, * Supervisar y coordinar acciones polivalentes en la Unidad Polivalente de Inspecciones. A su vez, el Decreto 1563/04 describe las responsabilidades primarias de la Dirección General de Fiscalización y Control, que entre otras figuran: * Ejercer el poder de policía en materia de habilitaciones y permisos que se refieran a establecimientos, los anuncios publicitarios y las actividades comerciales en la vía pública y las 114 Poder Judicial de la Nación cuestiones atinentes que hagan a la seguridad, salubridad e higiene de los establecimientos de comercio, industria, depósito y servicios. * Confeccionar órdenes de inspección e instrumentarlas en la órbita de su competencia. * Disponer las clausuras cuando las circunstancias así lo requieran y ratificar las clausuras inmediatas y preventivas. *Coordinar operativos de verificación y control que requieran de un abordaje integral de poder de policía que ejerce el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por otra parte, la Dirección General Adjunta tiene como misión: * Asistir al Director General de Fiscalización y Control en los temas de su competencia y reemplazarlo, en caso de ausencia. Según la mentada norma a esta Dirección se le atribuyó una “Función Crítica Alta”, clasificación que fuera elaborada por los Decretos 726/GCBA/2001 y 761/GCBA/2001. Allí se hizo referencia a distintos niveles de responsabilidad en las Direcciones Generales del gobierno, en donde se tuvieron en cuenta diversos factores como criterio para aplicar esa calificación, “relacionados con las prioridades asignadas dentro de la gestión a determinadas políticas de gobierno, con aquellas funciones inherentes e indelegables del Gobierno de la Ciudad o con tareas que involucran una complejidad de ejecución superior al común de las funciones desarrolladas por la organización, variables 115 Poder Judicial de la Nación todas ellas que suman complejidad y relevancia a las distintas funciones” (el resaltado me pertenece).En consecuencia, entre todos aquellos órganos de la estructura de gobierno, era la Subsecretaría de Control Comunal y dentro de su composición la Dirección General de Fiscalización y Control, quienes tenían a su cargo el deber de controlar que los locales bailables estuvieran en regla.Es patente la referencia que hace la norma al “poder de policía”, el cual si bien se trata de un concepto que ha sido dejado de lado por la doctrina especializada, no por ello se desconoce la facultad de actuación que tiene la administración. Todo lo contrario, aún las corrientes que discuten esta denominación reconocen que en definitiva se trata de un problema de técnica jurídica que lo único que se propone es afirmar que la actividad administrativa debe tener una fundamentación legal o bien debe sostenerse en virtud del estado de necesidad, o de alguna aplicación analógica (autorización expresa o razonablemente implícita), mas nunca en una suerte de derecho inherente de la administración que sólo da lugar al autoritarismo y al desconocimiento de los derechos individuales (cfr. GORDILLO, A.A., Tratado de Derecho Administrativo, Parte General, t.II, Macchi, Bs. As., 1980, XII-24 y ss.). En resumidas cuentas, por “poder de policía” debe entenderse un principio general de coacción y poder estatal, restringido y limitado por el ordenamiento positivo en el cual debe basarse, y por 116 Poder Judicial de la Nación el cual la administración está facultada a actuar en detrimento de los individuos y para proteger ciertos postulados del bien común (GORDILLO, op. cit., XII-25 y 29). c.) En el caso que nos ocupa no quedan dudas que existía la obligación de clausurar el local, toda vez que al ser habilitado recibió la categoría de clase C (ver planchuela en el libro de inspecciones secuestrado) y en virtud del art. 10.2.21 rige sobre los mismos el art. 10.2.3 que reza: “No podrán funcionar hasta contar con el certificado de habilitación respectivo. Para el otorgamiento del mismo, se requerirá una certificación de la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal, para la verificación del completo cumplimiento de la normativa de la Ley N19.587”. “La certificación deberá ser renovada anualmente, y ante refacciones o cambios en el local, que puedan afectar las condiciones de seguridad aprobada por la certificación de la Repartición habilitada para ello”. Si bien el ejercicio de esta facultad debe hacerse en todo momento, puesto que en definitiva para eso se crea el Estado y hay una sociedad que se organiza teniendo en cuenta su existencia, en este caso no se trata simplemente de señalar que los imputados tenían la obligación legal de ordenar las inspecciones. Eso no se discute, y ya de por sí es reprochable que en Bartolomé Mitre 3060 no se hubiera hecho ningún control desde el 29 de marzo de 2003. De lo que aquí se trata es de algo más grave aún, y consiste en haber continuado con la falta de inspección (y eventual clausura) 117 Poder Judicial de la Nación aún cuando el certificado de bomberos había vencido el 24 de noviembre de 2004.El ejercicio de estas facultades/obligaciones (o poder de policía genérico establecido expresamente en una norma) se transforma en un deber concreto y específico cuando se dan ciertos supuestos de hecho, normativamente establecidos, que determinan a actuar al funcionario. Como ya se dijo, no se trata solamente de señalar que tenían la posibilidad jurídica de ordenar las inspecciones y/o clausuras y de allí derivar una imputación penal por su mero incumplimiento, sino que no cumplió con su deber cuando existía una situación concreta y apremiante que demandaba su actuación.Había un escenario que imperiosamente exigía su intervención, consistente en la falta de habilitación del local en los términos exigidos por el Código de Habilitaciones y Verificaciones, puesto que la actividad se había desnaturalizado por completo y para poder funcionar además, y en cualquier estado, se exigía contar con el certificado de bomberos vigente y desde el 25 de noviembre ello no era así.Al tratarse de un local con el certificado vencido, que además no se inspeccionaba efectivamente desde el 29 de marzo de 2003, en el que habitualmente se hacían recitales y que los seguidores del grupo que actuó el día del hecho (“Callejeros”), utilizaban pirotecnia en sus shows (tal como surge de las publicidades y de los antecedentes en Obras y Excursionistas), es evidente que se creó 118 Poder Judicial de la Nación un peligro jurídicamente desaprobado para la producción del resultado. De esta situación alarmante surgía con más fuerza que nunca su obligación de actuar y de ejercer el poder que les había sido otorgado al momento de ser designados en sus puestos.Precisamente, si se tiene una determinada facultad, en este caso la de controlar las normas específicas en materia de habilitaciones y seguridad, entonces el correlato lógico es que se les exija su ejercicio, máxime cuando la situación ameritaba mas que nunca su intervención. En la concepción actual del Estado constitucional, toda designación en la estructura de gobierno, en cualquiera de sus organismos, trae aparejado no sólo la atribución de poder sino también su adecuada responsabilidad. Son las dos caras de la misma moneda y que tiende a controlar los actos de aquellos que dirigen el destino de los ciudadanos y cuyo incumplimiento irrogó un peligro concreto y puntual: el funcionamiento de este local bailable sin las condiciones de seguridad.Surge con toda claridad que los imputados dejaron de cumplir con sus obligaciones legales, es decir, no actuaron conforme les era requerido, tal como se desprende del libro de inspecciones del local “REPÚBLICA CROMAÑON”, así como de los diversos testimonios de los empleados administrativos, por los que se acredita que la última inspección se realizó el 29 de marzo de 2003. 119 Poder Judicial de la Nación Si bien desde aquella fecha hasta la noche del suceso el lugar debió haber sido controlado, puesto que así lo exige el “poder de policía” antes detallado y que impone verificar el cumplimiento de todas las condiciones atinentes al local (no sólo las de seguridad), a partir de la fecha de vencimiento del certificado de bomberos expedido en virtud de la Ordenanza 50.250, esto es el 24 de noviembre de 2004, esta obligación de control era aún mayor puesto que se trata de una condición imprescindible para que pudiera funcionar.Fue a partir de ese momento en que se esperaba una determinada y concreta conducta por parte de los imputados ordenar la inspección y/o clausura del local-, lo cual nunca se llevó a cabo (ni hablar de un novedoso y efectivo plan de inspecciones). Se constata así la falta de realización de la conducta que le era impuesta.- d.) A lo expuesto hay que añadir que si bien el lugar donde funcionaba “REPUBLICA CROMAÑON” estaba habilitado como local de baile clase C, lo cierto es que en la realidad se le había dado un uso totalmente diferente, lo cual trae aparejado, además, un régimen administrativo sustancialmente distinto.En efecto, la actividad contemplada en la habilitación para locales clase C se refiere en principio, al baile (tal como su nombre lo indica), y como actividad complementaria, eventualmente, a la 120 Poder Judicial de la Nación realización de recitales puesto que entrarían en el concepto de “variedades”. Esto es así toda vez que la misma norma utiliza la intersección “o” (“Se realizan o no números de variedades...”), con lo que se desprende que esa modalidad no es la definitoria del concepto. Sin embargo el local de Bartolomé Mitre 3060 ofrecía asiduamente este tipo de shows, es mas, hasta se podría decir que ésa era su única actividad, asemejándose así a otro tipo de lugares, que son conocidos por todos, como el “Luna Park” o el “Club Obras Sanitarias”, en donde también se presentó el grupo “Callejeros” a mediados del año 2004.Precisamente, este tipo de eventos realizados en microestadios, están sujetos a un régimen distinto que los locales de baile clase C, y obviamente es mucho más exigente puesto que se requiere obtener una “compatibilidad de uso y permiso especial previo”, otorgado por la DGHyP que debe ser solicitada con 30 días de antelación.Según la 2749/DGRyC/98 Resolución y las 996/SSIG/94, Ordenanzas 51.277 la y Disposición 51.586 debe especificarse, mediante una presentación que tiene el carácter de declaración jurada, el tipo de evento, la fecha y el horario programado junto con un croquis de las instalaciones a habilitar, detalle del operativo preventivo de seguridad y del de asistencia médica, copia de la póliza de seguro contratada, una certificación firmada por el responsable de las instalaciones eléctricas, convenio 121 Poder Judicial de la Nación celebrado entre el organizador del espectáculo y la Policía Federal Argentina por custodia adicional a efectos de garantizar la seguridad tanto los días de expendio como la realización, entre otras cosas.Esto genera una actuación administrativa en la cual se piden informes acerca del lugar, se verifican determinados extremos (ubicación de las butacas, del escenario, de las salidas, etc.) y luego, el día del show, concurren a hacer un nuevo control los inspectores del Área Contralor Espectáculos, quienes permanecen durante todo el recital. Entre los requisitos que deben cumplir se encuentra que todas las puertas del estadio permanezcan abiertas durante el desarrollo del espectáculo (art. 6 Disposición 2749/DGRyC/98). También la justicia contravencional concurre a estos eventos. Nada de ello ocurrió debido a que el local donde funcionaba “REPUBLICA CROMAÑON” era utilizado con otra finalidad, lo cual nunca fue advertido por la autoridad de control y llevó a que se lo privara de la estructura de control compleja recién detallada.Dicha conducta constituye una falta en los términos de la ley 451 de la Ciudad (Régimen de Faltas) que en la Sección 4a, Capítulo I (art. 4.1.1) dice “AUSENCIA DE HABILITACIÓN. El/la titular o responsable de un establecimiento en el que instale o ejerza actividad lucrativa sin la debida habilitación o permiso, en infracción a la autorización concedida, es sancionado/a con multa de $300 a $10.000 y/o clausura”.122 Poder Judicial de la Nación A su vez, el Procedimiento de Faltas de la Ciudad Autónoma (ley 1217) manifiesta en su art. 2 que “Toda falta da lugar a una acción pública que puede ser promovida de oficio o por simple denuncia verbal o escrita ante la autoridad competente”. En su art. 7 “MEDIDAS PRECAUTORIAS. En el procedimiento de comprobación de faltas y a efectos de hacer cesar la falta o asegurar la prueba, los organismos administrativos que controlen faltas en ejercicio del poder de policía pueden: a) efectuar el secuestro de los elementos comprobatorios de la infracción; b) proceder a la clausura preventiva del/los locales y/u obras en infracción. La imposición de estas medidas no obsta a la aplicación de aquellas otras que correspondan en virtud del ejercicio del poder de policía”. Con esto se pone en evidencia que los organismos de gobierno no sólo no controlaban el cumplimiento de los requisitos inherentes a cada actividad, sino que tampoco si el uso que en los hechos se les daba era aquél para el cual habían sido habilitados. Que esto suceda en un rubro dedicado a los recitales, en donde concurren muchas personas importa un riesgo que supera lo tolerado.- e) Creo importante resaltar que si bien las penalidades establecidas para las irregularidades detectadas no implican necesariamente la clausura, ya que también se prevé la multa, lo cierto es que en ningún caso se aplicó ningún tipo de sanción, puesto que jamás fue inspeccionado. Lo que aquí nos interesa se 123 Poder Judicial de la Nación circunscribe en concreto a la falta de control de ese local, pero no puede perderse de vista que en definitiva se trata de un reflejo, de una muestra de una situación mayor: la ausencia del Estado en esta materia.- f.) Por otra parte, no había ningún inconveniente en que los imputados realizaran la conducta debida, toda vez que varios de los locales de la zona fueron inspeccionados pero no así el que nos ocupa (lo que deberá profundizarse). Sin perjuicio de las eventuales responsabilidades que puedan existir en esta cuestión, referidas a posibles delitos en que podrían haber incurrido los inspectores encargados de verificar el boliche, lo cierto es que tampoco existió por parte de la autoridad política correspondiente, es decir la Subsecretaria y los Directores, la orden (en cualquiera de sus formas) de ejercer los controles y de aplicar las sanciones contempladas en el Código de Habilitaciones y Verificaciones a aquellos locales que no cumplían con sus exigencias.La falta de cumplimiento del Código de Habilitaciones respectivo en lo referente a las condiciones de seguridad no sólo era una situación existente en “REPUBLICA CROMAÑON” al día 30 de diciembre de 2004, sino una constante que se venía presentando en numerosos casos y que generalmente se relacionaba con diversas disposiciones entre las que estaba el certificado de bomberos y la desvirtuación de la actividad.124 Poder Judicial de la Nación A lo largo de la pesquisa se recabaron varios testimonios, apoyados por la correspondiente documentación, que coinciden en señalar un alto grado de incumplimiento de la normativa vigente por parte de los locales bailables clase “C”. También se concuerda en la falta de control y de sanción por parte de la autoridad administrativa, pese a que estaba al tanto de la situación.Por otra parte no se vislumbra ningún otro dato concreto que pueda ser considerado como un obstáculo para el cumplimiento de sus deberes.- g.) Finalmente, es menester hacer una referencia a la normativa aplicable puesto que parte de la discusión gira sobre el tema. Hasta el momento hemos dicho que los deberes de cuidado surgían, básicamente, de los arts. 10.2.3 y 10.2.20 del Código de Habilitaciones y Verificaciones modificatorias), así como del (Ordenanza capítulo 10.1 del 50.250 y Código de Habilitaciones y Verificaciones; resta mencionar a las ordenanzas 24.654 y 51.229, y el decreto del 29/9/1936. En cuanto obligatoriedad a para la el ordenanza Poder 51.229 Ejecutivo que de establece verificar, la con periodicidad no mayor a 120 días y en horario de funcionamiento el cumplimiento de las normas vigentes de los locales, rige sobre los denominados “locales de baile, música, canto y variedades”, definidos en la ordenanza 24.654 a la que modificó.- 125 Poder Judicial de la Nación De la redacción de esta última, se desprende que la descripción de esos locales de diversión es mucho más genérica y amplia que aquella contemplada a partir del art. 10.2.20 Código de Habilitaciones y Verificaciones (ordenanza 50.250), la cual es más metódica y precisa, de modo que por un principio interpretativo del derecho, por el cual la ley especial prevalece sobre la general, se entiende que las ordenanzas 24.654 y 51.229 no son aplicables al caso. Así también lo entendió la Dirección de Asuntos Jurídicos del GCBA, que afirmo que quedarían excluidos de ella los locales clase C (ver fs. 1084/5 del expediente administrativo).En cuanto al decreto del 29/9/1936, caben las mismas conclusiones, puesto que en definitiva el art. 10.2.20 Código que venimos mencionando y concordantes regulan la misma materia, a lo que debe agregarse que se trata de una norma posterior, en la que se introducen, por ejemplo, la exigencia del certificado de validez anual que antes no estaba contemplada.Igualmente, esta norma no excluye la aplicación de aquellas otras que imponían la obligación de actuar al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y que fueron reseñadas.- V.) REALIZACIÓN DEL RIESGO 126 Poder Judicial de la Nación a) Corresponde ahora verificar que el resultado sea consecuencia de la infracción al deber de cuidado, y no que se haya producido solamente “en ocasión del mismo”. Esta conexión entre el riesgo y un resultado no ofrece dificultades cuando hay sólo un riesgo a considerar, empero no ocurre lo mismo cuando son varios, como es este caso.Entonces, si de lo que se trata es de constatar que el suceso (tanto el riesgo como el resultado) es uno de aquellos que la norma trata de evitar, entonces habrá que determinar cuál era el “fin de protección de la norma”, para ver si abarcaba la evitación de tales peligros y sus repercusiones. Esto es así toda vez que el resultado sólo será atribuido jurídicamente cuando sea la concreción del riesgo creado, y no de cualquier otro.La realización de dicho riesgo en el resultado debe entenderse no en un sentido puramente natural puesto que ya ha sido superada una concepción causal del injusto, sino como quebrantamiento de normas.En consecuencia, para que subsista una imputación, junto al criterio del aumento del riesgo es necesario un elemento ulterior, indicado con la fórmula “objeto de protección” o “fin de protección”, destinado a verificar si la norma violada servía para evitar precisamente el resultado concreto que se materializó (ZAFFARONI, E.R., Derecho Penal. Parte General, Ediar, Bs. As., 2000, p. 534; CASTALDO, A.R., La imputación objetiva en el delito 127 Poder Judicial de la Nación culposo de resultado, Edit. B de F, Bs. As., 2004, p. 193/4, entre tantos otros).- “La imputación al tipo objetivo presupone que en el resultado se haya realizado precisamente el riesgo no permitido creado por el autor. Por eso está excluida la imputación, en primer lugar, si, aunque el autor haya creado un peligro para el bien jurídico protegido, el resultado se produce, no como efecto de plasmación de ese peligro, sino sólo en conexión casual con el mismo” (ROXIN, op. cit., p. 373). Será excluida la imputación cuando el resultado no está cubierto por el fin de protección de la norma de cuidado, es decir que pese a que se ha creado un riesgo que aumentó el peligro de un curso causal tal como el que se produjo, igualmente no puede tener lugar la atribución jurídica del resultado (ROXIN, op. cit., p. 377). Se trata de casos en los que la evitación de tales consecuencias no es el fin de protección de la norma, puesto que el precepto de cuidado infringido quería prevenir otro tipo de peligro, y no éste.- “Sólo hay que ser consciente de que en la realización del riesgo no permitido se trata siempre del fin de protección de la norma de cuidado limitadora del riesgo permitido [...] y no del fin de protección del tipo penal” (ROXIN, op. cit., p. 378 el resaltado es original).Ahora bien, definir cuál es el mentado “fin de protección de la norma”, y así razonar si su ámbito de alcance contempla también el 128 Poder Judicial de la Nación resultado producido en cuestión, es un tema harto discutido en doctrina y no exento de críticas. Sin embargo, la validez del acto jurisdiccional reside en que los argumentos volcados sean lo más lógicos, coherentes y comprensibles posibles, de modo que la decisión final sea derivación razonada de un derecho que se supone, también es racional. Ésa es una exigencia del Estado de Derecho y que no puede ser dejada de lado sin riesgo de caer en arbitrariedades e injusticias. Los límites del “ámbito de protección” de la norma van a estar subordinados al análisis reconstructivo del contenido y fines de la misma. Para ello puede resultar de utilidad remontarse al momento de su formación y a los objetivos de prevención que con ella se deseaban realizar puesto que las reglas de cuidado (escritas o no) son la cristalización de experiencias y datos estadísticos previos (juicios de previsión y evitación repetidos en el tiempo) que avalan el nexo existente entre ellos (CASTALDO, op. cit., p. 199). En este caso vemos que no resulta de gran ayuda acudir a los antecedentes que llevaron a la sanción de las ordenanzas 50.250 y 50.848, porque no hubo discusión en el órgano legislativo que las dictó y no obran registros de los documentos preparatorios. Igualmente, es de aclarar que esta tarea no significa seguir ciegamente el criterio evaluador del legislador, sino simplemente hacer propio el juicio de previsión fundado en el análisis empírico; significa adoptar, también aquí, datos de la experiencia que 129 Poder Judicial de la Nación pudieron haber sido tenidos en cuenta para dictar esa norma (CASTALDO, op. cit., p. 201). Por lo tanto, el objetivo de precaución debe buscarse en el ámbito en que se mueve la norma, y no únicamente en la ocasión que le dio origen.Es preciso aclarar que para considerar satisfecho este requisito de la previsión no es indispensable que entre la regla violada y el resultado subsista un preciso nexo determinable según leyes científicas y automáticamente hallable. La exigencia es mucho menor, y sólo se reclama que la violación de aquella regla signifique un razonable riesgo de producción de aquél resultado, en base a un examen ex ante, precedente a la comisión de la acción típica (CASTALDO, op. cit., p.202).Entonces, la prevención de tal peligro (muerte), ¿estaba entre los objetivos que inspiraron el surgimiento de las normas de cuidado que FISZBIN violó? O mejor dicho, ¿estaba entre los fines de protección que tiene la norma, considerada en forma actualizada? Porque recordemos que si la regla no era apta para impedir cierto tipo de efectos, o no tenía relación alguna con ellos, su violación no acarrea consecuencias penales. En este punto es donde se distinguen la situación de FISZBIN, TORRES, FERNÁNDEZ, COZZANI y UCAR por un lado, y LOUPIAS, DÍAZ y TELIAS por el otro. Ahora bien, para reconstruir el objetivo de protección de la norma habrá que tener en cuenta dos elementos: por un lado la 130 Poder Judicial de la Nación previsión, que debe ser contemplado objetivamente, de modo que comprende también el decurso causal en los rasgos esenciales. Esta previsión abarca todos aquellos aspectos susceptibles de influir, desde un punto de vista teleológico-funcional, en la relación directa transgresión/resultado pensada sobre la base de la estandarización empírica de los riesgos creables. Por el otro lado la dominación del curso causal, lo cual se evidencia en los casos en que aún habiendo previsión del resultado (y del decurso causal), la lesión del bien protegido se debe a mecanismos que escapan al control de quien los ha puesto en funcionamiento. En estos casos el resultado pudo haber sido provocado tanto por un acontecimiento accidental como por la intervención ilícita de un tercero, por lo que falta el nexo de objetivo de tutela puesto que falta la dominación del autor sobre el curso futuro de los acontecimientos (CASTALDO, op. cit., p.209 y 219). En síntesis, el objetivo de la norma obedece, entonces, a dos criterios, ambos necesarios y de peso equivalente a los fines de su verificación: previsión y dominación. b) En el caso de marras el examen de la conducta logra superar el primer filtro -previsión-, puesto que no me caben dudas que el objeto que tiende a proteger las normas que obligaba a los imputados a controlar los requisitos de funcionamiento de los locales clase C, y el de “República Cromañón” en particular, tenía 131 Poder Judicial de la Nación como finalidad no sólo asegurar el correcto desempeño de la administración pública, sino que también estaba destinada a proteger a los asistentes. Acaso, ¿podrían tener otro sentido? Sería ilógico limitar su existencia a una mera cuestión formal. Como ya dijimos, el “objetivo de protección” debe buscarse en el ámbito en que se mueve la norma y va a haber tal previsión cuando ex ante se pueda afirmar que la violación de aquella regla significaba un razonable riesgo de producción de aquél resultado. Aquí, las normas que imponían en su cabeza el “poder de policía” del Estado en ciertas materias, sin duda tenían como finalidad asegurar determinados ámbitos de seguridad y protección a los ciudadanos que concurren a esos lugares de diversión. Se trata de una cuestión esencial en el funcionamiento de un país, en donde el Estado tiene a su cargo el cumplimiento de ciertas cuestiones puesto que de no ser así la vida en sociedad sería imposible. Son cuestiones tan vitales y riesgosas que es más conveniente que estén en cabeza del Estado y no libradas al antojo de los ciudadanos. Entre estas facultades se encuentran sin duda las de controlar las medidas de seguridad en los locales bailables, y disponer su clausura en caso de incumplimiento. Es más que evidente que cuando los arts. 10.2.3 y 10.2.21 del Código de Habilitaciones y Verificaciones de la Ciudad de Buenos Aires imponen la obligación de contar con el certificado expedido por bomberos, también están contemplando entre sus finalidades la 132 Poder Judicial de la Nación de prevenir incendios y posibles muertes y lesiones, riesgos inherentes a todo incendio. De no ser así no se designaría a la Superintendencia de Bomberos como organismo encargado de su verificación, ni mucho menos se exigiría la habilitación previa para el funcionamiento, que tiene sólo un año de validez. La afirmación de que las normas tienen entre sus finalidades el evitar incendios y otra clase de siniestros está en concordancia con la opinión volcada por diversos organismos vinculados al tema. Así, los motivos que llevaron a la Resolución 2022/03 y a la Actuación 631/04 de la Defensoría del Pueblo, al informe de la Auditoría de la Ciudad (referido a locales clase A) y a la Resolución 359/04 de la Legislatura, son la prueba cabal de que el rubro del cual estamos hablando genera un riesgo muy alto de que se provoque alguna catástrofe. Si anteriormente decíamos que la previsión surgía de las reglas de experiencia (o sea datos previos), es por demás ilustrativo que los organismos de control hayan llamado la atención sobre el punto. Ellos también coincidían que el incumplimiento de las medidas de seguridad tarde o temprano iba a desencadenar un hecho como el que nos ocupa. Basta con leer el informe remitido por Alimena a la prensa para sostener, ya en ese momento, que una tragedia así iba a ocurrir. 133 Poder Judicial de la Nación El particular negocio al que nos estamos refiriendo parece demostrar que si no se lo controla, difícilmente sus responsables adopten por sí mismos las medidas de seguridad que garanticen la incolumidad de los asistentes, puesto que en muchos casos ello importa una inversión económica que no están dispuestos (o no pueden) realizar. Este marco seguramente ha aconsejado el nacimiento de la norma y al mismo tiempo delimita su finalidad (el ámbito en que se mueve): velar por la integridad de los concurrentes. Lo mismo cabe decir en cuanto a las normas que exigen ciertos pasos administrativos (permiso especial) para hacer recitales en estadios. Es innegable que la exigencia de verificación e inspección previa, aunado a la presencia de ambulancias, bomberos y la justicia contravencional, también tiene como finalidad evitar este tipo de resultados trágicos. Con lo dicho no se pretende sostener que las normas que regulan el funcionamiento de la administración pública también tienen por finalidad evitar afectaciones concretas y puntuales a los bienes jurídicos que en última instancia se protegen, sino que hay grupos de casos (este es uno de ellos) en los que razonablemente se puede afirmar que la falta de cumplimiento de la norma va a redundar en la producción de resultados específicos. Es decir que el deber genérico de protección que en la mayoría de los casos tienen los funcionarios del Estado, en éstos supuestos constituyen deberes específicos, por cuanto es palmario que la falta de control 134 Poder Judicial de la Nación de los locales bailables significa que sigan funcionando sin las condiciones de seguridad; en otros términos, que sean verdaderas “trampas mortales” tal como efectivamente ocurrió. Pasando ahora al segundo elemento del ámbito de protección de la norma, esto es la dominación, creo que la conducta también logra pasar este tamiz. Al hablar de dominación no nos referimos a un concepto ontológico, puesto que en estos casos el control de los acontecimientos casi siempre escapa al autor apenas agotada la inmediata relación causal con el acto realizado por él, y los desarrollos futuros son producidos por factores no influibles. Tal sería el caso, por ejemplo, de quien construye deficitariamente una casa que a los meses se derrumba y provoca la muerte de sus habitantes. Desde un aspecto naturalista el autor siempre será del todo “impotente” y no podía hacer nada para conjurar tales peligros. Por el contrario, aquí de lo que se trata es de un concepto normativo de dominación y que es un reflejo del criterio de autodeterminación ajena por el cual “cada uno responde por su propio accionar, y salvo situaciones particulares, no puede garantizar la licitud de lo obrado por otros, si se parte de la presunción de existencia, en todo individuo capaz de entender y de querer, del principio general de ´autodeterminación`” (CASTALDO, op. cit., p.221). 135 Poder Judicial de la Nación En consecuencia, si el autor no gobierna a través de su conducta el posterior desenvolvimiento de las cosas, entonces sería injusto atribuirle aquellas consecuencias. De ser así se estaría desconociendo la función que cumple la llamada “teoría de la imputación al tipo objetivo”, que permite establecer cuándo un resultado puede serle atribuido jurídicamente al autor, de modo que se pueda afirmar que ha sido su obra y así reprochárselo. En casos como el presente, en donde hay varios riesgos a considerar, este requisito flaquearía, ya que los resultados disvaliosos (muertes y lesiones) serían imputables a otras personas: el que encendió la bengala y todos aquellos que fueron procesados, los que dirigían el local “REPUBLICA CROMAÑÓN” (CHABÁN y VILLARREAL) y quienes efectuaron sus aportes mediante conductas culposas (ARGAÑARAZ y BUSSI). Sin embargo, creo que ello no es así y no habría inconvenientes lógico-conceptuales para mantener una imputación culposa a FISZBIN, TORRES, FERNÁNDEZ, COZZANI y UCAR. Tal como se manifestó, esto se vincula con la posibilidad que se le reconoce a cada individuo de confiar en la licitud de lo actuado por otros -“principio de confianza”-. En consecuencia, como regla sólo va a haber dominación sobre el comportamiento lesivo en el que se puede -y se debe- influir, eventualmente mediante la no realización de la acción que lo origina. Este principio cede, sin embargo, cuando existen elementos 136 Poder Judicial de la Nación suficientes que señalan que el tercero no va a actuar conforme a derecho, es decir que no se puede confiar en su correcto desenvolvimiento. Si aún así el autor no se ve compelido a actuar de otra manera, sino que sigue adelante con el curso causal generado con su conducta, evidentemente el resultado obedece a su obra y le puede ser atribuido. Este deber de influir va a estar dado por la misma norma, a través de la individualización del rol allí descripto. El ordenamiento jurídico exige actuar sólo cuando, sobre la base del rol revestido, el agente no tenía derecho a confiar en la licitud de lo operado por otros. En estos casos, sí se tiene el deber de influir y se le extiende la responsabilidad por los daños sucesivos. Como ya dijimos, todos los datos que rodean al caso eran señales claras de que justamente los terceros no iban a actuar adecuadamente (conforme a su propio rol), por lo que se necesitaba con toda firmeza el control sobre la actividad. Sin pretender ser reiterativos, los avisos de los diversos organismos (que ya fueron analizados) autorizaba a suponer que no se podía confiar en la conducta conforme a derecho de los terceros (en el caso los responsables de los locales de baile). En sentido coincidente se expresa Eugenio ZAFFARONI quien resuelve estos problemas recurriendo al concepto de “banalidad” del aporte en la medida en que el principio de confianza no haya sido violado. 137 Poder Judicial de la Nación Sostiene que en los casos en que el aporte es banal se excluye la tipicidad porque de no ser así impediría la realización de una amplísima gama de acciones corrientes en la interacción social y que forman parte del ámbito del riesgo no prohibido (op. cit., p. 535). Por todo lo ya explicado, va de suyo que dicho principio de confianza había cedido y que las conductas aquí señaladas no pueden ser consideradas como acciones “corrientes en la interacción social”, es decir que no resultan banales, sino todo lo contrario, exceden de manera palmaria y acabada el ámbito de lo no prohibido. A la misma solución se llega desde otras concepciones sobre el punto, como la de JAKOBS quien es crítico de la terminología “ámbito de protección de la norma”. Para el mencionado autor la conexión entre un comportamiento no permitido y un resultado es posible si previamente se ha averiguado cómo puede producirse la orientación en una sociedad, es decir cómo se planifica racionalmente la vida en sociedad (La imputación objetiva en Derecho Penal, Ad-Hoc, Bs. As., 1997, p.107/108). De acuerdo a esta planificación de la vida en sociedad, se puede afirmar que cualquier persona que viva de un modo socialmente normal adaptaría el modo de configurar su vida al riesgo que implica la falta de controles sobre los locales de baile. Cualquier persona que viva de acuerdo a los parámetros (considerados en forma general) que actualmente rigen en nuestra comunidad, orientaría su vida teniendo en cuenta los datos aquí 138 Poder Judicial de la Nación ventilados referidos a la falta de seguridad. Con lo cual la falta de controles se muestra como un comportamiento determinante del resultado (JAKOBS, op. cit., p. 110). En definitiva, el resultado se produce como consecuencia de factores de riesgo que los autores conocían o debían conocer y planificar, por lo que su conducta es relevante para explicar el resultado. VI.) Teniendo en cuenta que el tipo de los delitos imprudentes se agota en la teoría de la imputación objetiva (siempre que no contenga una descripción adicional de la conducta), no es preciso constatar ulteriores criterios para afirmar que la figura del homicidio culposo (art. 84 del Código Penal) se encuentra completa. VII.) Finalmente, ni los imputados ni sus defensas a esgrimieron alguna circunstancia que pudiera configurar algún tipo permisivo, lo cual tampoco fue verificado del examen de las actuaciones, así como tampoco existen causas que excluyan la culpabilidad o la punibilidad de la conducta imputada a FISZBIN, TORRES, FERNÁNDEZ, COZZANI Y UCAR. La situación procesal de Víctor TELIAS (hecho b): Valoración y encuadre jurídico. 139 Poder Judicial de la Nación Respecto de este suceso, se constató con el grado de certeza exigido para esta etapa que el día en que se hizo la inspección a cinco boliches en la zona de Once, a requerimiento de la Seccional 7a, el nombrado integraba la comisión de inspectores. Asimismo, que le fue dada la orden de verificar el local de Bartolomé Mitre 3060 y al encontrarlo cerrado volvió sin labrar constancia alguna ni dejar asentada esa circunstancia en ningún lado. Resulta contundente en este sentido la nota firmada por el nombrado recién el 2 de enero de 2005, es decir más de 9 meses después y luego de ocurrido el hecho aquí investigado, en la que da cuenta de lo ocurrido esa noche. Allí sostuvo que para la época (marzo de 2004) no se elaboraban informes de aquellos locales que estaban cerrados, lo cual se contradice con el testimonio de todos los inspectores que declararon en la causa, con las versiones dadas por el resto de los imputados, con lo que se desprende del “Manual de Inspecciones” y con el informe de inspecciones (check list), en donde figura claramente el rubro “observaciones” y que la lógica llevaba a completar. Por lo tanto, queda claro que tenía el deber de informar que el local estaba cerrado pero no lo hizo, y ello constituye el fundamento del reproche. 140 Poder Judicial de la Nación I.) Entre los tipos penales aplicables al caso debe considerarse, en primer término la figura de la violación de los deberes de funcionario público contemplada en el art. 248, CP y la omisión de los deberes del oficio del art. 249 del citado cuerpo de normas. II.) Así, como primera exigencia se encuentra una calidad especial en el autor, quien debe ser un funcionario público. Se trata de un tipo que sólo puede ser cometido por quien reviste esa característica particular requerida por la ley (delito especial propio), por lo que únicamente habrá tipicidad cuando la conducta descripta sea cometida por aquellos sujetos calificados. A su vez, la calidad de funcionario público está definida en el art. 77, CP entendido como “...todo el que participa accidental o permanentemente del ejercicio de funciones públicas, sea por elección popular o por nombramiento de autoridad competente”. En cuanto a la diferencias entre funcionario y empleado, considero que se trata de una cuestión que no solo no cuenta con base positiva, tal como lo demuestra la misma norma y el Código Civil, sino que carece de sustento lógico y real ya que todos los agentes de la administración serían al mismo tiempo, o alternativamente, tanto lo uno como lo otro (GORDILLO, A. A., Tratado de Derecho Administrativo, Parte General, t. I, Macchi, Bs. As. 1995, X-2), de modo que no son necesarias mayores precisiones al respecto. 141 Poder Judicial de la Nación Así las cosas el elemento clave para saber si se trata de un funcionario o empleado público, va a ser el concepto de “función pública”, que mas allá de las explicaciones existentes, se encuentra definido en la ley 25.188 (Ley de Ética en el Ejercicio de la Función Pública) y en la ley 24.759 (Ley que aprueba la Convención Interamericana contra la Corrupción). La primera de ellas dice en su artículo 1: “Se entiende por función pública, toda actividad temporal o permanente, remunerada u honoraria, realizada por una persona en nombre del Estado o al servicio del Estado o de sus entidades, en cualquiera de sus niveles jerárquicos”. Asimismo, la Convención Interamericana contra la Corrupción define a la función pública como “toda actividad temporal o permanente, remunerada u honoraria, realizada por una persona natural en nombre del Estado o al servicio del Estado o de sus entidades, en cualquiera de sus niveles jerárquicos” (art. 1). En este caso no quedan dudas que TELIAS reunía tal calidad puesto que fue designado como inspector del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Queda claro, entonces, que reunía las calidades especiales del autor exigidas por la figura, es decir que estaba en condiciones de cometer el delito en cuestión. 142 Poder Judicial de la Nación III.a) Comenzando por la figura más grave, esto es el art. 248, se desprende que hay tres supuestos distintos de realizar este delito: 1) cuando el funcionario público dicte resoluciones u órdenes contrarias a la Constitución o a las leyes nacionales o provinciales; 2) cuando ejecute las órdenes contrarias a dichas disposiciones, y 3) cuando no ejecute las leyes cuyo cumplimiento le incumba. Los dos primeros casos, que configuran una modalidad comisiva, deben descartarse por cuanto el supuesto de hecho endilgado al nombrado no contempla el haber dictado ninguna resolución u orden de las señaladas, así como tampoco el haber ejecutado alguna de ellas. Por el contrario, el reproche consiste en no haber informado a su superiores que el local ubicado en Bartolomé Mitre 3060 se encontraba cerrado el día que fue a inspeccionarlo, lo cual encuadra en el último inciso. La doctrina coincide en señalar que las figuras omisivas requieren la verificación de tres elementos: la situación generadora del deber, la no realización de la acción que es objeto del deber, y la capacidad o poder de hecho de ejecutar la acción (cfr. por todos BACIGALUPO, E., Derecho Penal, Parte General, 2a edición, Hammurabi, Bs. As., 1999, p. 538). 143 Poder Judicial de la Nación b.) La situación generadora del deber de actuar está explícitamente señalada en el tipo penal, cuando se refiere al cumplimiento de las leyes a cargo del funcionario público. Es decir que el deber jurídico de obrar, bajo amenaza de ser sancionado penalmente, surge del hecho de ser un funcionario público encargado de ejecutar determinada normativa y sometido a cierto régimen de actuación. En otras palabras, la norma que subyace al tipo penal ordena cumplir con ciertos mandatos, tarea que funcionalmente está en cabeza del autor. Aquí la definición de los deberes legales cuya omisión se endilga a los imputados se encuentra expresada en el Manual de Inspecciones labrado por el GCBA para la UPI en el año 2004. En el título “Funciones del Inspector” se explica que entre sus acciones se encuentran: “g) Confeccionar informes detallando las deficiencias a subsanar, en los casos en que un local o instalación requiera mejoras o requisitos para funcionar en condiciones reglamentarias”. “h) Confeccionar el parte diario de trabajo informando los locales inspeccionados, consignando en el mismo: horario de visita al local, dirección, rubro, actuación de habilitación, fecha de la última inspección, novedades y estadística diaria”. Asimismo, en el formulario de “Informe de Inspección” (check list) que contaban los inspectores, figura entre los rubros a completar: “titular”, “incidentes/obstrucción (detallar)” y “observaciones finales”. 144 Poder Judicial de la Nación O sea, según los elementos expuestos, y confirmados por numerosas declaraciones (testimoniales e indagatorias) queda claro que cuando un inspector concurría a controlar un lugar y éste estaba cerrado, debía dejar constancia de ello. Esto, además, es una cuestión de pura lógica ya que al informar a sus superiores de aquella situación, se posibilitaba que se ordenara una nueva visita a fin de hacer efectiva la inspección que había sido dispuesta y fracasó en su oportunidad. c) El segundo elemento de esta figura, es decir la no realización de la acción que es objeto del deber, surge con claridad del hecho de no haber informado que el local en cuestión estaba cerrado, tal como el propio imputado lo reconociera posteriormente al confeccionar una constancia el día 2 de enero de 2005 (ver sobre A reservado en Secretaría). d) Por otra parte, el imputado tenía la capacidad o el poder de hecho de ejecutar la acción esperada, toda vez que contaban con los medios materiales para hacerlo. La conducta esperada no revestía ninguna complejidad especial, y hubiera bastado con hacer un simple informe en el que se hiciera saber que el local de Bartolomé Mitre 3060 estaba cerrado al día de concurrir a inspeccionarlo. Finalmente, no se vislumbra ningún otro dato que pueda ser considerado como un obstáculo para el cumplimiento de sus deberes. 145 Poder Judicial de la Nación IV.) Queda por determinar si aquél “Manual de Inspecciones” y la planilla de inspección, reúnen la calidad de “leyes” contemplada en el tipo penal, lo cual supone, previamente, establecer si esta expresión se refiere sólo a la ley en sentido formal o también comprende sus reglamentaciones. La distinción también será de utilidad para evaluar la posible aplicación del art. 249 CP. La doctrina se ha dividido en esta materia; por un lado están quienes se inclinaron a favor de una interpretación restrictiva manifestando que el conflicto entre los dos tipos penales en juego se origina en las distintas fuentes de ambas disposiciones. Así, Soler considera que la diferencia entre el artículo 248 y 249 consiste en que el primero concierne a la violación o incumplimiento de disposiciones expresas de un texto legal y el segundo se refiere a incumplimientos de las funciones administrativas de su oficio. De no ser así, ambos reprimirían lo mismo (Derecho Penal Argentino, Parte Especial, 4a edición, TEA, t. V, Bs. As., 1994, p. 186/7, criterio sentado por la C.C.C. in re “Larrosa, Enrique”, Fallos II, p. 469). Por otro lado, se hizo referencia a las características del acto cuya ejecución se omite, sea de “autoridad” o “administrativo” sin perjuicio de su origen normativo. Así, se proclamó que también debían considerarse contemplados en el art. 248 los reglamentos de las leyes y constituciones, mientras no excedan sus fuentes legales o constitucionales, puesto que igualmente determinan los poderes 146 Poder Judicial de la Nación propios de cada funcionario en ejercicio de su cargo (NUÑEZ, R.C., Tratado de Derecho Penal, t. V, v. II, Parte Especial, Lerner, Córdoba, 1992, p.77). Esta tesis recibió correctivos posteriores, en donde se aclaró que no cualquier ordenanza o reglamento quedaba comprendida en el objeto de la violación, sino aquellas reglamentaciones de la ley en sentido formal que contienen la delimitación de la competencia del funcionario, es decir, que determinan lo que el funcionario debe o puede hacer de acuerdo con la Constitución y con la ley (CREUS, C., Delitos contra la administración pública, Astrea, Bs. As., 1981, p.194). A mi juicio, el sentido de la expresión “ley” parece sumamente claro, se refiere a una ley en sentido formal ya que los sustantivos “constituciones” y “leyes”, acotados por los calificativos “nacionales o provinciales”, sugieren una enumeración taxativa antes que una mención genérica, la cual podría haberse satisfecho mediante la utilización de una fórmula distinta. En consecuencia, frente al tenor literal del término, no resulta posible extender la protección penal del art. 248 del Código Penal a normas de jerarquía infra legal sin lesionar el principio de legalidad (TOC 23, “AVILA, J.J.”, c.482, 3/3/99, voto del juez Magariños). V.) La omisión de los deberes de oficio tutela “…cualquier clase de tarea administrativa que integre el contenido de la ocupación propia o de la prestación del servicio a cargo del agente” (TERRAGNI, M.A., Delitos propios de funcionarios públicos, Edic. 147 Poder Judicial de la Nación Jurídicas Cuyo, 2003, p. 96), para lo cual habrá que recurrir al derecho administrativo a fin de que precise el contenido de la ocupación propia y la relación jerárquica existente como fundamento del deber de actuar. En el caso, no quedan dudas que la obligación de informar a sus superiores que un lugar estaba cerrado estaba incluida entre los servicios que debía prestar un inspector de la Ciudad de Buenos Aires. Al ser un delito de pura omisión no es necesaria la producción de ningún resultado material disvalioso, razón por la cual frente a la mera omisión debe considerarse que el tipo objetivo del delito contemplado en el art. 249 CP se encuentra completo (CREUS, op. cit., p. 208). VI.) Pasando ahora a la faz subjetiva de la figura, es de señalarse que sólo se exige que el autor haya obrado con dolo, sin ser necesario algún elemento del tipo subjetivo distinto a aquél. Si bien ampliamente podría caracterizarse al dolo como el conocimiento y la voluntad de realizar el tipo, en donde coincide lo ocurrido con lo querido, por ser esta una figura omisiva el dolo presenta sus particularidades y tiene una estructura propia. Siguiendo a BACIGALUPO podría afirmarse que el dolo de la omisión requiere el conocimiento de la situación generadora del deber y el conocimiento de la posibilidad de realizar la acción, siendo discutido si también se debe exigir que el omitente haya sido consciente de la acción que se omite, es decir que se haya 148 Poder Judicial de la Nación representado en el momento de la omisión la acción que debería realizar (Manual de Derecho Penal, Temis, Bogotá, 1996, p. 232). La solución va a venir de acuerdo a las diferentes infracciones de que se trate; así cuando el delito consista en infringir el deber de realizar una determinada acción se exigirá el conocimiento de la situación generadora del deber y de las circunstancias que fundamentan la posibilidad de realizar la acción, pero cuando se trate de la infracción de evitar un resultado se exigirá al menos indiferencia respecto de su producción (BACIGALUPO, Manual... cit., p.233). Ya dijimos que el delito de violación de los deberes de funcionario público no precisa para su consumación la afectación de bienes jurídicos de terceros, de modo que se trata de un caso contemplado en el primer supuesto. Del modo en que se desarrolló el hecho, llevado a cabo por un profesional, se puede afirmar, en base a una regla de experiencia y sensatez que tenía conocimiento de estos elementos. Dicha afirmación se ve corroborada por la posterior confección de un informe, todo lo cual revela que TELIAS estaba al tanto de su obligación de asentar que el local estaba cerrado y que no lo estaba cumpliendo. Creo que de esta manera se encuentra también completo el tipo penal en su aspecto subjetivo, puesto que aún cuando algunos autores exijan en este aspecto la presencia de “malicia”, no se trata de un requisito establecido en la ley. 149 Poder Judicial de la Nación VII.) Finalmente, ni el imputado ni sus defensa esgrimieron alguna circunstancia que pudiera configurar algún tipo permisivo, lo cual tampoco fue verificado del examen de las actuaciones, así como tampoco existen causas que excluyan la culpabilidad o la punibilidad de la conducta imputada. Hasta aquí lo relacionado con los funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires imputados. C- LA PARTICIPACIÓN DE PERSONAL POLICIAL HECHOS: I) Se le reprocha a CARLOS RUBÉN DÍAZ, en su carácter de Subcomisario de la Policía Federal Argentina, con funciones asignadas en la Seccional 7ª., el haber recibido diversas sumas de dinero de manos de OMAR EMIR CHABÁN -explotador del local clase “C” denominado “República Cromañon”, sito en la calle Bartolomé Mitre 3060/66/70 de esta Ciudad- y de RAÚL ALCÍDES VILLARREAL –encargado del establecimiento, las que habrían tenido por objeto que a través del funcionario público y de otros responsables de la citada Comisaría se omitiera, luego del pertinente acuerdo y a cambio de ese dinero, hacer cesar las contravenciones en que incurría el local emplazado en la jurisdicción de la misma y en la que prestaban funciones. 150 Poder Judicial de la Nación Dichas infracciones estaban establecidas en el Código Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y de haber actuado conforme la Ley de Procedimiento Contravencional, se habrían iniciado las actuaciones pertinentes y, en su caso, a la clausura preventiva del establecimiento de marras, al constatarse un grave e inminente peligro para la salud de los asistentes al predio, es decir que el comercio se habría visto obligado a dejar de funcionar.- DÍAZ en persona habría tenido a su cargo la recepción de ese dinero, para lo cual se habría presentado, al menos en seis oportunidades, en el local de marras, recibiendo de manos de CHABÁN o bien del empleado VILLARREAL, sumas que oscilarían entre $ 100 y $ 600, debiendo destacarse que parte de ese dinero obedecía al excesivo número de concurrentes al show (se presume que se abonaban pesos 100 cada 500 asistentes).Dicho accionar se habría verificado en concreto en las siguientes oportunidades: El día 24 de septiembre de 2004, a fines del mes de noviembre de 2004 (presentación musical del grupo “Carajo”), el día 10 de diciembre de 2004 (presentación musical del grupo “Los Gardelitos”), los días 25 o 26 de diciembre de 2004 (presentación musical del grupo “La 25"), el día 28 de diciembre de 2004 (presentación musical del grupo “Callejeros”) y el día 29 de diciembre de 2004 (presentación musical del grupo “Callejeros”) .- 151 Poder Judicial de la Nación El local en cuestión, emplazado en la jurisdicción en la cual revestía el imputado DÍAZ el carácter de Subcomisario, continuó así funcionando irregularmente hasta el día 30 de diciembre de 2004, en horas de la noche, no obstante las groseras deficiencias que presentaba y que resultaban ser el reflejo de la falta de observancia de las normas previstas en el Código Contravencional, entre otras y pese a que había sido cambiado radicalmente su destino, puesto que allí se llevaban a cabo verdaderos recitales, en clara infracción a la normativa que le era aplicable al comercio, dada su condición de local de baile clase “C”, circunstancias de las cuales tenía conocimiento el imputado DÍAZ quien, al constatar dichos extremos, debió hacer cesar las contravenciones y dar intervención a la Justicia con competencia en tal materia, habida cuenta su calidad de funcionario público y miembro de la fuerza de seguridad, con facultades de ejecutar acciones en materia preventiva y de coacción directa, conforme lo normado en la Ley de Procedimiento Contravencional, omitiendo tal acto de autoridad a cambio de las sumas dinerarias dadas por CHABÁN o bien por VILLARREAL.La existencia de las contravenciones y falta de aviso a las autoridades contravencionales se evidenció finalmente en la noche del 30 de diciembre de 2004, ocasión en que comenzó a tocar el grupo “Callejeros” –aproximadamente a las 22:50 hs-, y uno o algunos de pirotecnia los asistentes habrían encendido elementos de cuyas chispas habrían alcanzado los materiales 152 Poder Judicial de la Nación combustibles que tenía el comercio, más precisamente los que se hallaban en el techo del local, iniciándose de esta manera un incendio que provocó la muerte de las 193 personas, cuyos nombres surgen de los listados remitidos por la Morgue Judicial y de los que en diversos legajos corren por cuerda; y diversas lesiones a varios centenares más que, a la fecha no se determinaron con precisión, quienes al percatarse del inicio del siniestro y teniendo en cuenta el espeso y tóxico humo que resultaba del mismo, comenzaron a pugnar por salir del local, evacuación que se vio seriamente retardada a raíz de que la única puerta que funcionaba como posible salida de emergencia para el caso de siniestro, se encontraban inhabilitada – sellada con candado y alambre-. La otra vía de salida compuesta de 6 puertas de doble hoja por las que se accedía al salón propiamente dicho desde el ingreso de la calle Bartolomé Mitre 3066 y 3070 no habría estado abierta en su totalidad, lo que impidió una correcta y veloz evacuación del local.Así, una gran cantidad de personas fallecieron en su interior – en su mayoría como consecuencia de la inhalación de humo y gases tóxicos y de las verdaderas “avalanchas humanas” que se formaron cuando la gente pugnaba con desesperación por egresar de allí- , como otras tantas que, pese haber salido del local por sus medios y/o con asistencia de terceros, fallecieron posteriormente por el cuadro de intoxicación.- 153 Poder Judicial de la Nación Recordemos que se corroboró en el sumario que el comercio de que se trata presentaba materiales altamente combustibles que no se ajustaban a las normas reglamentarias, que la mayoría de los matafuegos existentes en el predio se hallaban despresurizados y/o vencidos, que el certificado de incendios expedido por la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal Argentina que se exigía para funcionar –ordenanza 50.250- había vencido el día 24 de noviembre de 2004, que el numero de concurrentes era excesivo y que se utilizó material pirotécnico en el interior .En suma, se les atribuye a OMAR EMIR CHABÁN, RAÚL ALCÍDES VILLARREAL y a CARLOS RUBÉN DÍAZ el haber celebrado un pacto espurio verbal, en virtud del cual los dos primeros, a partir del mes de septiembre de 2004 habrían entregado al funcionario público cuestionado diversas sumas de dinero que habrían sido recibidas por DÍAZ quien -contando con competencia y capacidad funcional en materia de contravenciones- a título de pretendida contraprestación bilateral, omitió realizar todo acto tendiente a hacer cesar tales infracciones, labrar las actuaciones pertinentes y darle intervención a la Justicia Contravencional, con facultad para disponer la inmediata clausura del local .Por su parte, se les reprocha a MIGUEL ANGEL BELAY y a GABRIEL ISMAEL SEVALD en su carácter de Comisarios de la Policía Federal Argentina, con funciones asignadas como titulares 154 Poder Judicial de la Nación de la Seccional 7ª de la fuerza, durante el período comprendido entre el 14 de mayo de 2004 y el 12 de noviembre de ese año y entre el 13 de noviembre del año pasado y el 30 de diciembre de dicho año, respectivamente, haber incumplido con los deberes a su cargo que les imponían ejercer acciones en materia de prevención y, en su caso, de coacción directa sobre el local denominado “República Cromañon”.Tal comercio funcionó en la jurisdicción cuya vigilancia y control se hallaba en cabeza de los incriminados desde principios del mes de abril de 2004 hasta el día 30 de diciembre de ese año, y pese a que incurría en diversas infracciones, estipuladas como contravenciones en el Código Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ya que se había sido modificado su destino, puesto que si bien se hallaba habilitado para funcionar como local de baile clase “C”, en la realidad hacía las veces de “estadio” y, en consecuencia, se desarrollaron en tal predio eventos verdaderos recitales con concurrencia masiva de público y excesiva, atendiendo a la capacidad que, conforme a la habilitación municipal, el establecimiento podía albergar.El despliegue de las medidas pertinentes, tales como las previstas en la Ley de Procedimiento Contravencional o bien aquellas que surgen de la orden del día nro. 150 bis sobre las cuales tenían ambos aptitud y competencia funcional, dado su carácter de miembros de las fuerzas de seguridad y de contar con el llamado “poder de policía”, habrían dado lugar a la iniciación de las 155 Poder Judicial de la Nación actuaciones contravencionales respectivas y, en su caso, a la clausura preventiva del establecimiento de marras, por parte del órgano judicial competente, al constatarse un grave e inminente peligro para la salud de los asistentes al predio. Esa omisión funcional por parte de los incusos habría obedecido al beneficio de índole patrimonial que habrían recibido de manos de su inferior jerárquico -el Subcomisario CARLOS RUBÉN DÍAZ- o bien de cualquier otro subordinado -, y como consecuencia del acuerdo celebrado con OMAR EMIR CHABÁN -explotador del local en cuestión- y con RAÚL ALCÍDES VILLARREAL –encargado del establecimiento- que justamente tenía por objeto una postura inactiva, respecto de “República Cromañon” por parte de la Comisaría de la cual resultaban los imputados sus máximos responsables durante los períodos indicados. Ello, como se adelantara, a cambio de la entrega de diversas sumas de dinero que oscilarían entre los 100 y los 600 pesos y que, hasta el presente, se habría acreditado que DÍAZ, en persona, habría tenido a su cargo recepcionar, para lo cual éste funcionario público se habría presentado en el establecimiento en las ocasiones ya referidas.- II) Así también, se les endilga a OSCAR RAMÓN SOSA y a CRISTIAN ANGEL VILLEGAS, en su carácter de integrantes de la Policía Federal Argentina y con funciones asignadas en la comisaría 156 Poder Judicial de la Nación 7ª de esta Ciudad, haber incumplido, la noche del 30 de diciembre de 2004, con los deberes a su cargo que le imponían ejercer acciones en materia de prevención y, en su caso, de coacción directa sobre el local denominado “República Cromañon” ubicado en la calle Bartolomé Mitre 3060/66/70 de esta Ciudad.En el comercio, mientras los nombrados se desempeñaban en el lugar el día 30 de diciembre del 2004, se cometieron infracciones estipuladas como contravenciones en el Código Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ya que se había sido modificado su destino, puesto que si bien se hallaba habilitado para funcionar como local de baile clase “C”, en la realidad y esa noche en particular hizo las veces de “estadio” para llevar adelante un recital, con concurrencia masiva y excesiva de público según su capacidad y conforme su habilitación municipal.Esa noche -30 de diciembre de 2004-, Sosa y Villegas habrían sido desplazados por la Comisaría a la puerta del local en cuestión -Bartolomé Mitre 3050 de esta Ciudad – y con antelación a que comenzara el espectáculo de los grupos musicales “Ojos Locos” y “Callejeros”, lo que les habría permitido tomar conocimiento de las siguientes circunstancias: *el ingreso al comercio de que se trata de aproximadamente 3.000 personas, cifra que casi triplicaba el número de concurrentes permitidos -1.031-, conforme el expediente de habilitación municipal.*entre ellos menores de edad.157 Poder Judicial de la Nación *la omisión por parte del explotador del local Omar Emir Chabán de los recaudos básicos de organización y seguridad indispensables para el normal desarrollo del evento.*la tenencia y detonación de elementos pirotécnicos “per se” lesivos por parte del público tanto en el interior como en las inmediaciones del comercio.* el suministro de bebidas alcohólicas.*la obstrucción de la vía de egreso del local ubicada en la calle Bartolomé Mitre 3038/50 de esta Ciudad.- En la fecha señalada, se precipitó un incendio en el interior del establecimiento, a resultas de lo cual se produjo la muerte de las 193 personas que surgen de los listados remitidos por la morgue judicial y que obran en legajo por separado y diversas lesiones a varios centenares más que, a la fecha no se determinaron con precisión, habiendo sido una de las causas que llevó a ese desenlace el hecho de que una importante vía de egreso (justamente alternativa para el caso de siniestro) se hallaba cerrada con candado, a lo cual se sumó la cantidad de asistentes al local y el uso de elementos pirotécnicos en su interior que habrían encendido el techo del comercio, dando lugar así al incendio.Resta agregar que se corroboró en el sumario que el comercio presentaba materiales altamente combustibles que no se ajustaban a las normas reglamentarias, que la mayoría de los matafuegos existentes en el predio se hallaban despresurizados y/o 158 Poder Judicial de la Nación vencidos y que el certificado de incendios expedido por la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal Argentina que se exigía para funcionar –ordenanza 50.250- había vencido el día 24 de noviembre de 2004.El despliegue de las medidas pertinentes, tales como las previstas en la Ley de Procedimiento Contravencional, sobre las cuales tenían aptitud y competencia funcional los incriminados, dado su carácter de miembros de las fuerzas de seguridad y al hecho de contar con el llamado “poder de policía”, habrían dado lugar a la iniciación de las actuaciones contravencionales respectivas y, en su caso, a la clausura preventiva del establecimiento de marras en forma directa por ellos, al constatarse un grave e inminente peligro para la salud de los asistentes al predio.- 2-PROBANZAS COLECTADAS. Testimonios: Ana María Sandoval (fs. 4204/07 y 12.313/4), empleada del local de marras, quien dio cuenta, en lo que hace al accionar bajo análisis, que el documento precitado en el punto anterior -que fuera arrimado por ella a la Instrucción y que según su versión pertenecería al puño y letra de OMAR EMIR CHABAN, Yamil Chabán o bien a RAUL ALCIDES VILLARREAL, -quien finalmente lo reconoció como de su autoría-, fue hallado en el interior del 159 Poder Judicial de la Nación comercio en cuestión, en momentos en que se dedicaba a su limpieza, entre los meses de septiembre y noviembre de 2004.Indicó la testigo que le comentaron que CHABAN, para poder llevar a cabo espectáculos de las características del de “Callejeros” en “REPUBLICA CROMAÑON”, entregaba a la Policía Federal Argentina -en concreto al personal de la Comisaría 7ª., con jurisdicción en el predio- la suma de pesos 100 por cada 500 personas que ingresaban al lugar en calidad de concurrentes, accionar que había sido presenciado por su compañero de labores Héctor Damián Albornoz.Añadió que era habitual la presencia de funcionarios policiales, vestidos de uniforme o bien de civil en ese tipo de eventos. Precisó haber visto a un total de entre 6 y 7 policías, uno de los cuales resultaría ser el titular de la dependencia cuestionada, describiéndolo como de entre 40 y 45 años de edad, morocho, de bigotes y baja estatura.Las veces que lo había observado, aquel se encontraba vestido “de civil”.Tales funcionarios -generalmente en cantidad de uno o dosarribaban al lugar a bordo de un móvil policial para luego mantener en el interior de “REPUBLICA CROMAÑON”, ya sea antes o después de los espectáculos, una reunión con CHABAN y VILLARREAL, de la cual también participaba el manager del grupo musical que se presentaba en el local.- 160 Poder Judicial de la Nación Viviana Cozodoy (fs. 12.335/7), quien al igual que Sandoval trabajaba en “REPUBLICA CROMAÑON” y refirió que tras culminar cada espectáculo, VILLARREAL solía ir a buscarla al sector de la boletería y, una vez en poder del dinero recaudado, se dirigían hacia la oficina emplazada en el interior del comercio, oportunidad en la cual ella les debía rendir cuentas de lo recaudado tanto al nombrado como al manager de la banda que había brindado el show.Fue así como pudo observar el detalle de los gastos que hacía VILLARREAL y, en dos o tres oportunidades -que coincidieron con las presentaciones de los grupos musicales “Carajo” (finales del mes de noviembre de 2004), “Los Gardelitos” (10 de diciembre de dicho año) y “La 25" (25 o 26 de diciembre del año pasado)- advirtió que RAUL asentaba la suma de dinero que debía entregarse a la “policía”, monto que su compañero calculaba en relación al número de concurrentes al espectáculo (100 pesos por cada 500 personas).La testigo coincidió con Sandoval en cuanto a la presencia de efectivos de la Seccional 7a. en el comercio en cuestión en los “recitales”, precisando que los funcionarios entraban al local o permanecían en la puerta de ingreso, manteniendo diálogos con CHABAN o VILLARREAL. Refirió que en una oportunidad fue interrogada por un policía respecto del número de asistentes al evento.Narró que el día 29 de diciembre del año pasado, en momentos en que se encontraba en la oficina ubicada dentro del local, escuchó 161 Poder Judicial de la Nación una conversación entre CHABAN y VILLARREAL en la cual el primero le preguntó al último acerca de cómo había “arreglado” al Comisario el día anterior, respondiéndole RAUL que lo había hecho “igual que siempre”, con la salvedad que le había dado “doscientos más porque cortaron la calle por los autos”. En esa ocasión CHABAN le ordenó que hiciera lo mismo esa noche “así no había problemas”.Finalmente, exhibida que le fue la documentación aportada por Sandoval al proceso, refirió que esas constancias se correspondían con los gastos que VILLARREAL solía asentar al culminar los shows en “REPUBLICA CROMAÑON”, no pudiendo expedirse acerca de la autoría de tales escrituras.Héctor Damián Albornoz (fs. 12.348/9), también empleado del comercio, quien refirió que el día 28 o 29 de diciembre de 2004, con antelación a la presentación del grupo musical “Callejeros” y en momentos en que salía del depósito de bebidas, ubicado junto a la oficina sita en el interior del establecimiento, vio que OMAR EMIR CHABAN extendía su mano a un funcionario de la Seccional 7a. a modo de saludo, pero pudo divisar que su ex empleador le daba a tal agente, en ese gesto y disimuladamente, al menos un billete de color violeta -de valor pesos 100-, tras lo cual el funcionario llevó su mano al bolsillo derecho del saco que vestía y lo guardó para luego despedirse de CHABAN. Pudo observar fuera del comercio a un móvil policial.Precisó también que ya había visto a ese funcionario en el local en cuestión (entre ellas, la noche del día 26 de diciembre de 2004, 162 Poder Judicial de la Nación en ocasión en que se presentó la banda “La 25) y, según sus compañeros, se trataría del Comisario o del Subcomisario de la Seccional 7a en el local. Lo describió como a un sujeto de más de cuarenta años de edad, morocho, de bigotes, de cabellos cortos, petiso y “medio gordito” y que siempre vestía traje. Identificó a tal persona como al subcomisario aquí imputado CARLOS RUBEN DIAZ -ver rueda de reconocimiento plasmada a fs. 12.590.Aclaró sin embargo, que era habitual la concurrencia de personal policial perteneciente a la citada dependencia antes de iniciarse cada evento -momento en que eran interrogados por las características del recital- y una vez iniciado el show, se hacía presente ese Comisario o Subcomisario y comenzaba a charlar con CHABAN.Es de hacer notar que confeccionó el testigo en la oportunidad el plano a mano alzada que luce agregado a fs. 12.347, que ilustra la posición en que se hallaban CHABAN y el funcionario que mencionó en ocasión de observar la entrega del dinero cuestionada.Hernán Gustavo Albornoz (fs. 12.356), empleado de “REPUBLICA CROMAÑON”, que indicó que la noche del día 25 de diciembre del año pasado, en oportunidad en que la banda “La 25" estaba llevando adelante su show, observó en las afueras del comercio a un móvil policial perteneciente a la Seccional 7a. que permaneció por unos minutos. Luego, distintos compañeros le comentaron que ese tipo de “visitas” eran habituales, como así 163 Poder Judicial de la Nación también que era frecuente que el titular de aquella dependencia o bien el Subcomisario concurrieran al comercio.Alfredo Mario Díaz (fs. 12.357/60), empleado de OMAR EMIR CHABAN que cumplía funciones en la puerta de ingreso del local. Refirió desconocer si su empleador había “coimeado” a personal municipal, policial o de Bomberos, ya que tal situación no ocurrió en su presencia. Si dio cuenta que, en 6 o 7 “recitales”, pudo observar la llegada de un vehículo particular al comercio y el posterior descenso de un sujeto (de aproximadamente 50 años de edad, de estatura baja, con bigotes, de tez blanca, de cabellos oscuros, vestido en todas las ocasiones de traje) quien aparentaba pertenecer a la fuerza policial. Identificó a DIAZ como a la persona cuestionada -ver rueda de reconocimiento de fs. 12588-.Precisó que DIAZ una vez en la puerta o bien adentro del local preguntaba por CHABAN, resultando ser él en persona quien en varias ocasiones le dio aviso a su jefe de la presencia del sujeto en cuestión expresándole que se hallaba en el lugar “el Sr. de bigotito, de traje”.A veces, el propio CHABAN se asomaba y le indicaba que lo aguardara y, al desocuparse, saludaba al individuo dándole la mano. Señaló el testigo que el visitante permanecía allí por pocos minutos y que desconocía su identidad, explicando que nunca lo interrogó al respecto a su jefe ya que era evidente que conocía a su jefe.- 164 Poder Judicial de la Nación Juan Carlos Bordón (fs. 12.364/6), empleado de “REPUBLICA CROMAÑON” quien refirió que, en oportunidad de llevarse a cabo los recitales, era habitual que se acercara al lugar algún integrante de la Seccional 7a. de la PFA a interrogarlos respecto de los shows.Narró que los consultaban acerca del grupo musical que iba a presentarse y sobre la cantidad estimada de concurrentes, actitud que, a su entender, perseguía por parte de la dependencia una finalidad de control.Expuso, por último, que no tomó conocimiento en su momento de los presuntos “arreglos” o “coimas” entre Chabán y aquella fuerza de seguridad, ni tampoco se percató de la concurrencia de alguna autoridad máxima de la Comisaría en el local.Luciano Gonzalo Otarola (fs. 12.369) quien, al igual que sus compañeros de tareas dio cuenta de que era normal que los días en que se iban a llevar a cabo espectáculos musicales en “República Cromañon” un móvil policial perteneciente a la Comisaría 7a. se acercara al predio y los interrogara respecto a si “estaba todo bien”. Tomó conocimiento por medio de Héctor Damián Albornoz que, en una oportunidad Chabán, en su presencia, le había entregado a un funcionario de aquélla dependencia una suma de dinero en calidad de “coima”.Oscar Alberto Castro (fs. 8.796/7), empleado del hotel “Magi” lindero al local del marras, quien refirió haber visto la 165 Poder Judicial de la Nación presencia de distintos móviles de la Seccional 7a., en las cercanías del comercio explotado por CHABAN o bien estacionados en la intersección de las arterias Ecuador y Bartolomé Mitre de esta Ciudad, en cada una de las oportunidades en que se iban a llevar a cabo recitales en ese predio.Indicó que, desde el interior del hotel, escuchaba el accionar de material pirotécnico por parte de los asistentes que se encontraban en las afueras del local.En cuanto a la noche del hecho, dio cuenta de que, también en esa ocasión hubo presencia policial. Se trató de un patrullero ubicado frente al comercio.Ezequiel Martín Orlandi (fs. 12.370) quien expuso haber observado los días 28, 29 y 30 de diciembre de 2004 que varios móviles policiales se encontraban estacionados frente al local de marras, pero no se percató de que esos funcionarios ingresaran al comercio.Jerónimo Alberto Molina, titular de la División de Investigaciones Judiciales de la Policía Federal Argentina (fs. 14.478/82) quien tuvo a su cargo las transcripciones de los libros pertenecientes a la Seccional cuestionada y explicó acabadamente lo que cada uno de ellos debía reflejar.Indicó que, en general, los libros de cualquier comisaría eran confeccionados y redactados de manera confusa, lo cual constituía una irregularidad administrativa, además de no condecir con su finalidad. Ésta era la de dejar debidamente asentado todo lo que 166 Poder Judicial de la Nación ocurría, tanto a nivel interno de la dependencia, como en el servicio externo, precisando que, en el particular, los libros de la Seccional 7a. habían sido llevados en forma desprolija.Por su parte, dio cuenta de la composición de una Comisaría e indicó así que, el titular de la dependencia –el Comisario- resultaba ser el responsable directo y máximo de lo que ocurría en la jurisdicción.Precisó que, al asumirse ese cargo, era habitual que el funcionario fuera interiorizado por el saliente de los objetivos vitales de la zona, con la finalidad de posibilitar una tarea adecuada de prevención.Sin perjuicio de ello -relató-, era práctica común que la zona fuese recorrida en persona por su máxima autoridad, pudiendo así éste, en el plazo de un mes, conocer personalmente y a ciencia cierta los focos problemáticos.Aclaró el testigo que un funcionario de esa jerarquía contaba con una experiencia en la materia de aproximadamente 25 años.Explicó que, por debajo del Comisario, se hallaban los Subcomisarios -agentes con experiencia mínima de 20 años- que se denominaban 2do. y 3er. Jefe (éste último llamado también Operativo), distinción que tenía su razón de ser en la tarea específica que les competía.En el caso del primero, el área administrativa y en cuanto al restante, la parte operativa (servicio externo). 167 Poder Judicial de la Nación Expuso Molina que, a su entender, el puesto mencionado en último término le exigía al funcionario interiorizarse de las denuncias existentes y diagramar un mapa de la zona y del delito y, acorde a ello, la actividad prevencional que debía desarrollarse.Dio cuenta por su parte de que, la distinción entre los cargos de Subcomisarios, obedecía también a los horarios en que cumplían sus labores.En ese orden, precisó que el denominado “Operativo” permanecía en la Seccional hasta las primeras horas del día siguiente a su ingreso y ambos -Operativo y Administrativo- se transformaban en la autoridad máxima, semana de por medio, el día de franco del titular de la dependencia, esto es desde el mediodía del día sábado hasta las primeras horas de la mañana del día lunes.Indicó que la relación existente entre el titular de una Seccional y su Subcomisario podía compararse con la existente entre un juez y el secretario de su juzgado. En cuanto al servicio externo de la dependencia, explicó que los móviles de la Comisaría se constituían en determinado lugar por orden de la Superioridad, es decir, por orden de la División Comando Radioeléctrico o bien del Oficial Jefe presente -Comisario o Subcomisario- o Jefe de Servicio Externo, siendo la sigla “QTH” la que reflejaba el lugar específico al cual debían dirigirse, siempre respondiendo a esa orden superior. Puntualizó que su duración, por lo general, era de una hora y obedecía su implementación a la necesidad de prevención de delitos 168 Poder Judicial de la Nación o bien tendía a evitar cualquier tipo de incidentes. Ese movimiento era asentado en el libro del móvil 107, esto es, el que se encuentra a cargo del Jefe de Servicio Externo o bien se instrumentaba en el libro correspondiente al móvil que era afectado.En cuanto a la razón de ser de las órdenes de la División Comando Radioeléctrico, refirió que dicha dependencia decidía a qué lugar direccionar a un móvil según la experiencia, es decir, el conocimiento que se tenía acerca de los conflictos que en el pasado se habían suscitado en ese lugar o bien atendiendo a que se trataba de una intersección por demás relevante en la jurisdicción, persiguiéndose en ambos casos marcar presencia policial.En lo que hacía a las órdenes provenientes del Comisario, Subcomisario o Jefe de Servicio, explicó Molina que las mismas, únicamente de ser permanentes -como sería el caso de un servicio de prevención o bien de desconcentración de público en un local de baile-, debían instrumentarse en el libro denominado “de órdenes internas” .Sin perjuicio de ello, siempre existía la posibilidad de que no se reflejaran, dando cuenta de que la actividad de esas autoridades máximas durante su jornada no era documentada, esto es, su jerarquía hacía que no tuvieran que rendir explicaciones acerca de las actividades desarrolladas durante ese período.Aclaró que, en caso de que el Comisario o el Subcomisario llevaran a cabo un servicio externo, tal como la concurrencia a un determinado local, dicha circunstancia debería asentarse en el libro 169 Poder Judicial de la Nación del móvil 107. Se perseguía con tal instrumentación que el libro resulte ser un fiel reflejo de la actividad que se tuvo en el cuarto, propia o bien secundando a esos superiores, quienes se desplazaban en vehículos identificados como móvil 507 y móvil 407, respectivamente.Por su parte, dio Molina su opinión en cuanto a si un local problemático/conflictivo o bien importante (tal como podría ser, a su criterio, un local bailable que albergue a 5000 personas o uno que, más allá de esa cifra, denote una particularidad a considerarse en sus concurrentes) emplazado en una jurisdicción determinada podía pasar desapercibido para la comisaría de esa zona. Vale destacar que el testigo había ostentado los máximos cargos en diversas seccionales y así entendió que, transcurrido un período de 30 días, un funcionario de alta jerarquía debería conocer todos aquellos focos de conflicto habidos en su jurisdicción.Señaló que, en caso de advertir tanto éste funcionario policial como cualquier otro agente de la fuerza de seguridad una contravención, debían adoptarse las medidas necesarias para que la misma cese, labrarse un acta contravencional y, atendiendo a la índole de la infracción, realizar la respectiva consulta con el Fiscal.Finalmente, dio cuenta Molina, en cuanto a la Comisaría 7a., que la dependencia en sí y algunos de sus miembros habían sido cuestionados en el pasado, investigados judicialmente en orden a los delitos de cohecho y exacciones ilegales en el marco de un 170 Poder Judicial de la Nación expediente que tramitó por ante el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción nro. 7 Secretaría nro. 121. Folleto incorporado a fs. 12.310, que publicita en su frente el evento que se llevó a cabo en “REPUBLICA CROMAÑON” denominado “Rockmañon” a partir del día 24 de septiembre de 2004 y en cuyo dorso, bajo el título general de “gastos” se advierte, entre otras, la leyenda manuscrita que reza “poli 100".- Actuaciones labradas por la División Investigaciones Judiciales de la Policía Federal Argentina, incorporadas a fs. 12.518/332, 14.003/032, 14.034/041, 14.512 y 14.549/56, relacionadas con las transcripciones de los libros pertenecientes a la Seccional 7a. de la Policía Federal Argentina llevadas a cabo por dicha dependencia, que obran reservados en Secretaría, como así también respecto de la diligencia ordenada por este Tribunal en cuanto a la entrega, por parte de la comisaría cuestionada, de los libros de órdenes internas y de actas contravencionales correspondientes al año 2004.Al momento de practicarse ésta diligencia, el titular de la dependencia hizo saber que el primero de esos libros, que daba cuenta de las directivas emanadas a partir del 18 de noviembre de 2004 hasta el 31 de diciembre de ese año, no había sido hallado por él en el interior de la Comisaría, comprometiéndose a su búsqueda, situación que también se verificó en relación a seis órdenes internas, dos de las cuales luego fueron arrimadas por SEVALD (ver fs. 15.659/66). 171 Poder Judicial de la Nación Por su parte, el libro presuntamente extraviado no fue encontrado en oportunidad de practicarse el allanamiento de la Seccional (cfr. actuaciones de fs. 15.828/72), ocasión en la cual se incautó documentación de gran interés para la pesquisa, que luce reservada en Secretaría.La constancia de fs. 12.409 mediante la cual se pone en conocimiento de este Tribunal que el imputado CARLOS RUBEN DIAZ ostenta el cargo de Subcomisario, en la Seccional 7ª de la Policía Federal Argentina, desde el 31 de diciembre de 2003 y que comenzó a revistar allí, con el puesto de Principal, el día 20 de noviembre de ese año.Por su parte, surge que los encausados MIGUEL ANGEL BELAY y GABRIEL ISMAEL SEVALD fueron los titulares de la dependencia cuestionada durante el año 2004, el primero desde el 14 de mayo hasta el 12 de noviembre inclusive y el mencionado en último término, desde el 13 de noviembre a la actualidad.- Actuaciones incorporadas a fs. 14.541/7, tratándose de los informes elaborados por los titulares de la Dirección General de Asuntos Internos, de la Comisaría 7a y de la Circunscripción II.El primero de ellos hizo saber que, en el marco de las tareas de inteligencia practicadas en la causa que tramitó por ante el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción nro. 7, en la cual se había visto cuestionada la actuación de varios de los integrantes de la Comisaría 7a., se le había ordenado al Jefe de ella -por aquel entonces el ahora imputado BELAY-, que se abstuviera tanto él 172 Poder Judicial de la Nación como los Subcomisarios de la dependencia de realizar controles en el ámbito de la jurisdicción que pudieran obstaculizar las tareas de inteligencia ordenadas por aquella Judicatura sobre la zona.Puso de resalto el Director General de Asuntos Internos que en esa investigación no se había vinculado al local “REPUBLICA CROMAÑON” y que la medida ordenada por la justicia en modo alguno había significado inhibir a los funcionarios del cumplimiento de sus deberes y obligaciones. Ello, puesto que, exceptuando la pesquisa puntual, no habían mediado objeciones sobre el resto de las funciones que les competían.Remarcó que, de hecho, la Comisaría y su personal habían continuado actuando y llevando adelante la labor policial en forma normal, durante el período mayo/diciembre de 2004, extremo éste que se desprendía de las propias constancias documentales pertenecientes a la Seccional.Por su parte y contrariamente a ello, SEVALD indicó que se le había impedido, durante la tramitación del sumario en cuestión, ejercer cualquier tipo de control externo, precisando el primero que había tomado conocimiento de esa medida por parte de su antecesor, BELAY quien nunca le había entregado, pese a su pedido, el oficio que daba cuenta de esa orden judicial, manifestando finalmente que se retornó a ese tipo de función a mitad del mes de diciembre de 2004.- 173 Poder Judicial de la Nación Informe brindado por el Departamento de Servicio Adicional de la Policía Federal Argentina que luce a fs. 15.644, mediante el cual se puso en conocimiento del Tribunal que durante el transcurso del año 2004 ningún organizador solicitó la contratación del servicio de policía adicional para locales emplazados en la jurisdicción de la Seccional 7a.- Oficio enviado por la División Comando Radioeléctrico de la Policía Federal Argentina, agregado a fs. 15.816 en el cual figura la información relativa a los desplazamientos de los móviles de la comisaría cuestionada que tal dependencia ordenó durante el año pasado, surgiendo en relación al local de marras únicamente dos, de fechas 9 de octubre y 9 de diciembre.- Oficio obrante a fs. 17.353/5, mediante el cual la Dirección General de Comisarías puso en conocimiento de la instrucción los días y horarios en que el implicado DIAZ cumplió funciones para la Secccional 7a. durante el período comprendido entre los meses de septiembre y diciembre de 2004.- Expedientes reservados en Secretaría, tratándose en concreto de: -la causa nro. 20.645/2.004 del Juzgado de Instrucción nro. 7 Secretaría nro. 121, en el marco del cual fueron investigados, en orden a los delitos de cohecho y exacciones ilegales, diversos agentes policiales pertenecientes a la Seccional 7a. de la Policía Federal Argentina.Se desprende de su lectura que tal accionar fue denunciado vía e-mail el 8 de noviembre de 2003 a través del usuario 174 Poder Judicial de la Nación “[email protected]” y tuvo como destinatario a la dirección de internet “[email protected]” -correspondiente a la Oficina Anticorrupción del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos-, indicándose concretamente que los funcionarios de la dependencia cuestionada les “cobraban dádivas” a los comerciantes e industriales de la zona de Once para permitirles desarrollar sus actividades.Los agentes tenían fijados distintos días y horarios para realizar las visitas en las cuales “pedían” el dinero, acomodándose ello según los rubros de los comercios, circunstancia ésta que era además tomada como parámetro para evaluar cuál era el monto que debía “solicitarse”.En fecha 16 de marzo de 2004, la oficina en cuestión archivó la investigación preliminar, remitiendo copias de las actuaciones a la Excma. Cámara del Fuero para que se desinsaculara el juzgado de instrucción que debía tomar intervención en la investigación de los delitos denunciados, lo cual se materializó el 12 de abril de 2004.Surge del proceso que se acumuló materialmente al mismo el expediente nro. 30.769/2.004 que tramitó primigeniamente por ante este Juzgado y tuvo su génesis en una denuncia telefónica anónima -en orden al delito de exacciones ilegales- contra la Comisaría 7a. de la Policía Federal Argentina que fue recepcionada en la Secretaria de Seguridad y dio origen, el 29 de octubre de 2003, al expediente administrativo nro. 465-21-000.135/2003 que fue remitido, el día 30 de diciembre de ese año, por orden del 175 Poder Judicial de la Nación Señor Jefe de la Policía Federal Argentina, al Departamento de Investigaciones Administrativas de la fuerza para que se esclareciera el hecho denunciado.El accionar ilícito consistiría en la recepción, por parte del personal policial de la seccional en cuestión, de diversas sumas dinerarias, ello con la finalidad de que los funcionarios permitieran el funcionamiento irregular de los vehículos que operaban para la agencia de venta de pasajes dedicada al transporte de personas al interior del país, sita en la calle Bartolomé Mitre 3046 de esta Ciudad.Los mismos detenían su marcha frente al comercio en cuestión, sin contar con autorización y para que los agentes no emitieran, consecuentemente, las multas que correspondían.El día 26 de octubre de 2004 (fs. 655/65) la magistrada interviniente decretó el procesamiento sin prisión preventiva de los funcionarios policiales Agustín Fernández, José María Roldán y Oscar Alejandro Ferrairola, en orden al delito de concusión agravado (arts. 45 y 267 del Código Penal, en función de lo dispuesto en el art. 266 y art. 306 del Código Procesal Penal), en orden al accionar que damnificara a la firma “Agencia Once Bus” sita en la calle Bartolomé Mitre 3046 de esta Ciudad. Finalmente la Jueza en fecha 7 de febrero de 2005, resolvió sobreseer, de conformidad con lo normado en el art. 336 inc. 2 del ordenamiento de rito, a todos los involucrados, siendo los mismos, además de los ya mencionados Carlos Armando Molas, Jorge Raúl 176 Poder Judicial de la Nación Suarez, Enrique Antonio Cárdenas, Juan Marcelo Muro, Martín Fernando López, Sargentos Díaz, Ferro, Martínez, Gómez y Marquez, Sargentos 1° Villacorta, San Martín y Paz, Subinspectores Zarate, Mendoza, Grandolio, Cabo 1° Galeano, Cabo Fernández, Subcomisario Poggi y Ayudante Cristian Javier Cóceres, debiendo destacarse que los mencionados Mendoza y Grandolio resultaban ser Jefes de Servicio Externo y por su parte, Alberto Delgado, también involucrado, era Jefe de Servicio.Sin perjuicio de la resolución recaída en el sumario en cuestión, habrá de mencionarse que, entre la documentación correspondiente a dicha pesquisa, se encuentra el sumario nro. 162/04 de la División Investigaciones Judiciales de la PFA, dependencia que elaboró los informes que lucen agregados a fs. 219/20 y 283/6 y que dan cuenta de diversas circunstancias detectadas en el marco de las tareas de inteligencia llevadas a cabo por la repartición, tales como: -la ausencia de presencia policial para corregir innumerables infracciones municipales, -la falta de represión de las infracciones municipales y que no hubo actividad policial ante la presencia de una prostituta, -la entrega de elementos de valor en forma voluntaria por parte de comerciantes hacia agentes policiales, -el ingreso de personal policial a diversos locales sin causas que justifiquen tal accionar, -el no labrar las respectivas actas al corroborarse la presencia de vehículos mal estacionados en la vía pública, -que los comerciantes juntan dinero para entregarle a la Comisaría y que de esta forma se les permita 177 Poder Judicial de la Nación estacionar irregularmente y trabajar en la venta ambulante, -que un agente policial intervino en momentos en que otro funcionario intentaba labrar una multa a un comerciante, aduciendo que éste le suministraba a la seccional artículos de librería, etc. Se desprende además que fue denunciado, en el marco de tal investigación, el accionar que presuntamente damnificaba a los locales “Popularísimo” y “Latino Once”, a cuyos responsables la Comisaría cuestionada les cobraba la suma semanal de $ 100 para solucionarles cualquier tipo de inconveniente que pudieran tener con el público presente. En relación al último de los locales, se da cuenta que el 24 de julio de 2004 pertenecientes se a la presentaron en repartición y el mismo que, tras dos móviles mantener los funcionarios policiales una charla con personal del comercio, uno de ellos ingresó al local, retirándose de allí momentos después, desplazamiento del cual no se dejó constancia en el libro respectivo y que no tenía motivo alguno, al menos aparente, que lo justificara.Sumario administrativo nro. 02/05, en particular la constancia que luce a fs. 21, de fecha 2 de enero de 2005, que refleja que el Inspector VICTOR TELIAS del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires el día 19 de marzo de 2004 juntamente con personal policial perteneciente a la Seccional 7a., concurrió al local en el que luego vendría a funcionar “República Cromañon”, hallándolo cerrado -ver fs. 529-.- 178 Poder Judicial de la Nación Contiene un pedido formalizado en fecha 10 de febrero de 2004 por la dependencia policial, en la persona del Comisario Adjunto Federico a Ana Fernández (Directora de la U.P.I.), mediante el cual se requirió que se realizaran inspecciones en cinco locales de baile emplazados en la jurisdicción de la Comisaría, entre los cuales se encuentra el “local bailable Central Park sito en Bme. Mitre 3060”.- 3-DESCARGOS DE LOS IMPUTADOS. CARLOS RUBEN DIAZ A fs. 14.171/189 negó la imputación dirigida y refirió que en su carácter de tercer jefe de la Seccional 7a. de la Policía Federal Argentina, realizaba tareas de servicio externo, esto es, el control de los objetivos emplazados en la jurisdicción -entre ellos las “bailantas”- y él determinaba cuáles eran los focos problemáticos.Precisó, habida cuenta la cantidad de lugares ubicados en la zona, que era normal que se presentara ante los dueños de los distintos comercios y les entregaba una tarjeta suya para “cualquier problema que necesitaran”.En cuanto al local “República Cromañon”, expuso que conoció a su dueño -Chabán-, como así también al encargado -Villarreal- el día en que el local inauguraba.- 179 Poder Judicial de la Nación En esa oportunidad le comentaron los nombrados que en el lugar se realizarían espectáculos con grupos de rock. Como Chabán desconocía las fechas en que los eventos tendrían lugar, le solicitó que le diera aviso. Al no haber recibido noticias de aquél, se fue presentando en el predio los días en que tomó conocimiento, por dichos de terceros, de la realización de esos shows, ocasiones en las cuales ni siquiera se bajó del patrullero.Si bien refirió haber visto a CHABAN y VILLARREAL en otras oportunidades -en tres o cuatro-, se mostró imposibilitado de indicar las fechas y las circunstancias. Solo especificó que tuvieron lugar durante el transcurso del año 2004. Alegó que nunca se entrevistó con el primero, pese a que había ingresado hasta el hall del local varias veces y explicó que se presentaba “seguramente para preguntarle el ambiente adentro como estaba” y “si la gente estaba enardecida”, ya que sabía que CHABAN era el dueño del boliche “Cemento”.Negó Díaz haberse presentado concretamente en el comercio las fechas que le fueran señaladas en la imputación -a excepción del día 25 de diciembre del año pasado, noche en la cual sólo “pasó” por el frente de “República Cromañon”-.Explicó que, por orden de la superioridad, todos los funcionarios que revistaban en la Seccional cuestionada con el cargo de subcomisario estaban impedidos desde el mes de septiembre del año 2004 de concurrir a los locales y fiscalizar “la calle”, agregando 180 Poder Judicial de la Nación que tampoco le había ordenado a sus inferiores concurrir al comercio en cuestión.En cuanto a las contravenciones ocurridas en “República Cromañon”, negó haber tenido conocimiento de ellas. Una vez precisadas, sostuvo que nunca las observó y que su contenido no se encontraba dentro del marco de su competencia. – Agregó que su única problemática era la salida y que, por tal razón, no ingresaba al local. Sólo miraba el ambiente desde el exterior.En lo que hacía a la realización de recitales en el predio, si bien dijo no haber tomado conocimiento de ello, luego reconoció que en efecto allí se desarrollaban ese tipo de eventos y, específicamente de música “rockera”, llegando incluso a poder precisar que se trataba de grupos conflictivos.Por otra parte, respecto de la acción emprendida por la Comisaría conjuntamente con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires durante el año 2004, expuso que lo único que había hecho la Seccional fue acompañar a la Unidad Polivalente de Inspecciones en dos oportunidades, precisando que en esos procedimientos se habían clausurado los locales llamados “Popularísimo” y “Rumba”.Aclaró que una de esas veces propuso a los funcionarios que se inspeccionara “República Cromañon” pero ello fue rechazado ya que tal comercio, según los inspectores, era un “local de eventos”. La respuesta recibida le dio la impresión que se trataba de un lugar de excepción.181 Poder Judicial de la Nación En lo referente a la política de control con las Fiscalías Contravencionales, expuso DIAZ que solo se trataron cuestiones relacionadas a los vendedores ambulantes.Precisó que, durante el año pasado, sólo un acta contravencional se había labrado por la causal de “ruidos molestos” y que fueron constatados a instancias de una denuncia particular.Finalmente alegó que la Policía Federal carecía de facultades de control y dio cuenta de la actividad desarrollada por la Seccional el día del fatídico hecho.Indicó que había concurrido a la dependencia, a instancias de la misma Comisaría, un inspector del área de “Bromatología” del G.C.B.A. quien concurriría juntamente con numerarios de ella a inspeccionar unos comercios.Así también, prestaron declaración indagatoria en los actuados, a tenor de lo normado en el art. 294 del Código Procesal Penal de la Nación, MIGUEL ANGEL BELAY y GABRIEL ISMAEL SEVALD quienes, en ocasión de comparecer ante este Juzgado, también negaron el accionar que en autos se les endilga.- MIGUEL ANGEL BELAY. En su exposición de fs. 16.026/46 dio cuenta de los puntos problemáticos que hacían conflictiva a la Seccional para la cual habían revestido como Comisario, destacando que “República Cromañon” nunca fue catalogado de tal manera y que tampoco fue 182 Poder Judicial de la Nación anoticiado por el personal a su cargo de la existencia de anormalidades o contravenciones en el funcionamiento del mismo.Por el contrario, aseguró que se trataba de un comercio que ningún problema les había dado y que, por tal motivo, nunca había destinado a sus subordinados a ese establecimiento. Que no existía una parada fija en el.Sin perjuicio de ello, aclaró que solía pedir, como rutina, a un escuadrón de la Policía Federal Argentina para el momento en que se desconcentraba tanto el público de ese local, como el de “Popularísimo” y “Latino Once”.Se expidió respecto de la documentación secuestrada de la sede policial y, en cuanto al formulario obrante a fs. 15.985 -en el cual se consignó que el local de marras tenía capacidad para 5.000 personas-, dijo que se trataba de “la información que maneja la Comisaría sobre sus objetivos”.De los memorandums incorporados a fs. 15.999/16.012 y 16.015/7, tras reconocer que las firmas plasmadas en ellos pertenecían a su patrimonio gráfico, indicó que desconocía si en ellos se hablaba de la capacidad del comercio, argumentando que él no había consignado allí que 3.000 personas habían concurrido al mismo.Luego aseveró que dicha cifra totalizaba al público asistente al conjunto de los boliches emplazados en la jurisdicción.- 183 Poder Judicial de la Nación En cuanto al pelotón de combate que solicitaba en esas constancias, explicó que era necesario debido al estado en que podían estar los jóvenes y la cifra de concurrentes.Agregó que el tema de la seguridad en estos comercios le preocupaba, no obstante lo cual, precisó que tal situación -gran público- no había sido comunicada por él a las autoridades contravencionales ni al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.Ello, pese a haber puesto en evidencia que tenía un trato estrecho con los agentes municipales LOUPIAS y CARELLI quienes, aclaró, no le pidieron colaboración para inspeccionar locales emplazados en la jurisdicción.Puntualizó que nunca concurrió a “REPUBLICA CROMAÑON”, en el cual se llevaban a cabo “recitales” (según su propia versión) y, respecto de los recaudos que adoptaba teniendo en cuenta esa actividad, precisó que se había designado personal policial y que se solicitaba apoyo.En cuanto a las contravenciones, expuso que no existía ninguna directiva de su parte, sino que simplemente los agentes policiales, en caso de constatar alguna, debían ponerla en conocimiento del Fiscal contravencional y labrar el acta respectiva.Agregó que no había ordenado concurrir a los comercios emplazados en la jurisdicción para constatar su existencia y que tomaba conocimiento de los problemas personalmente, por intermedio de terceros o de sus subordinados.- 184 Poder Judicial de la Nación En cuanto a éstos últimos aclaró que, si bien las novedades asentadas en el libro de los distintos móviles correspondientes a la dependencia estaban dirigidas a su persona, él no compulsaba esos libros, siendo anoticiado de su contenido por parte del Jefe Operativo.Dio cuenta el Comisario de la causa que tramitó por ante el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción 7, en el marco de la cual se había investigado el delito de exacciones ilegales en relación al personal subalterno de la Comisaría.- GABRIEL ISMAEL SEVALD Efectuó su descargo a fs. 16.845/68. Precisó que en la jurisdicción de la Comisaría existían tres locales bailables, entre ellos “República Cromañon”, respecto del cual ningún comentario le había llegado de parte de su antecesor y de los inmediatos inferiores jerárquicos, los Subcomisarios Impellizzeri y Díaz.Explicó que, en relación a esos comercios, había requerido un servicio denominado “prevencional bailable” a la Dirección General de Operaciones. El mismo consistía en que, los fines de semana y excepcionalmente los días hábiles y de existir actividad, se constituía en la Seccional 7a. un pelotón de combate -entre 5 y 10 agentes- facilitado por aquella repartición.El pelotón, juntamente con el personal de la brigada de la Comisaría -3 numerarios-, bajo las órdenes del Subcomisario 185 Poder Judicial de la Nación Operativo o 3er. Jefe, se constituían en el lugar elegido por el Oficial Jefe -por lo general, Mitre y Ecuador-. Ello, con el objetivo de brindar seguridad general y además cumplir la tarea de observación e información, siempre en lo relacionado al aspecto externo de esos establecimientos y a la salida del público.Precisó que no había dado ninguna directiva específica en torno al servicio externo y respecto de los comercios bailables, puesto que durante el fin de semana era reemplazado por un Subcomisario.Dijo que la única orden interna general era aquella que mandaba a los móviles a recorrer la jurisdicción con fines de vigilancia general, observación e información.En relación a los memorandums de fs. 15.995/ 16.003, explicó que, justamente, se trataba de los pedidos cursados por la Comisaría en torno al pelotón de combate y aclaró que no obedecían únicamente a “REPUBLICA CROMAÑON” sino que comprendían a los otros dos locales.Por su parte, reconoció su participación en las piezas incorporadas a fs. 16.018/24 y aseveró que la zona en que estaban emplazados aquellos podía volverse conflictiva sin la presencia de ese pelotón.En caso de advertirse una contravención -señaló-, los agentes debían actuar conforme a derecho, es decir labrar un acta contravencional.186 Poder Judicial de la Nación En lo que respecta a “República Cromañon”, dijo que se trataba de un local bailable clase “C” que podía realizar “baile, canto, variedades” y en el cual, en particular, se hacían eventos musicales, es decir, se presentaban grupos de música.Tomo conocimiento de tal actividad por intermedio de DIAZ, lo que motivó justamente el pedido del “servicio prevencional bailable”.Indicó que, a su entender, un local como el de marras no podía desarrollar recitales, habida cuenta que éstos requerían de una estructura de seguridad, un predio adecuado, como sería el de “Obras Sanitarias” y servicios especiales de policía contratada, bomberos y ambulancia.Así, negó que en “REPUBLICA CROMAÑON” se llevaran a cabo esos eventos. Entre un “recital” y una “presentación musical”, únicamente precisó como diferencia a la estructura general y a la cifra de concurrentes.Aseguró desconocer la capacidad con que contaba el local de marras, el número de personas que ingresaban al mismo, el uso e ingreso de pirotecnia, la presencia de menores, como así también el acaecimiento de incendios anteriores.Por su parte, negó que la noche del fatídico episodio dos agentes hubieran sido destinados por la Comisaría a la puerta del comercio, pese a los registros que surgen de la página 77 del libro correspondiente al móvil 307.- 187 Poder Judicial de la Nación Aseguró que esa noche no se habían comunicado con el fiscal contravencional en turno y que en ningún momento, bajo su gestión, se había solicitado la intervención de la autoridad contravencional o bien se habían labrado actas de tal naturaleza por parte del personal de “prevención bailable”.Precisó que ninguna medida ordenó realizar para determinar la existencia de las contravenciones, de manera que sólo se advertían las mismas en caso de flagrancia, denuncia o a instancias del fiscal, no en calidad de “prevención”, ello sin perjuicio de poner de resalto que el Subcomisario a cargo del servicio externo estaba lo suficientemente capacitado como para actuar en caso de constatar alguna.Aseguró que no estaba habilitado para disponer controles en el interior de un local, tarea que únicamente le competía al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.Explicó que la Policía Federal sólo puede ingresar a inspeccionar un comercio por denuncia o a instancias del Fiscal, pero, en caso de que un funcionario estuviera en el interior de un predio y constatara una contravención, se hallaba obligado a actuar.Indicó, en cuanto a la interrelación con autoridades del Gobierno comunal, que tenía contacto con LOUPIAS, quien lo había llamado a su link en dos ocasiones en relación al tema de los vendedores ambulantes, más, fuera de esa vez, en ningún momento 188 Poder Judicial de la Nación se le pidió colaboración, ni él se la requirió al organismo al que aquél pertenecía.Finalmente y en relación al proceso penal seguido contra la Comisaría 7a., expuso que había tomado conocimiento del mismo por intermedio de su antecesor, quien le había comentado que existía una directiva interna que les imposibilitaba al titular de la Seccional y a los Subcomisarios el fiscalizar la calle, es decir, controlar a los agentes de servicio externo .Indicó que no había ratificado esa orden en momentos de asumir el cargo y que en ningún momento les había impartido la directiva a los subcomisarios DIAZ e IMPELLIZZERI de que no hicieran prevención y recorrieran el radio jurisdiccional, sino que, por el contrario, ellos estaban obligados a salir de la Seccional e intervenir en los hechos que justificaran su presencia, agregando que era imposible que DIAZ no fuera a la calle, ya que estaba obligado a ir.- OMAR EMIR CHABAN A fs. 14.190/98 se amplió su declaración indagatoria, ocasión en la cual se le recordaron los hechos cuya comisión se le ha endilgado en este legajo, por los cuales fuera debidamente indagado a fs. 1.625/30 y 5.578/83 y que motivaran el dictado del auto de mérito de fs. 7.361/7.474 que se encuentra firme.- 189 Poder Judicial de la Nación Asimismo, se puso en su conocimiento que, además, se le endilgaba la comisión de los nuevos sucesos debidamente identificados y una vez más se negó a declarar.- RAUL ALCIDES VILLARREAL Negó el accionar que ahora se le endilga a fs. 14.569/74 y aclaró que conocía a DIAZ ya que se había presentado ante él como el Subcomisario de la zona a poco de que “República Cromañon” se inauguró. Tras ello, lo había visto aproximadamente en diez ocasiones, tanto en las afueras del comercio como en su interior.Si bien VILLARREAL se mostró imposibilitado de precisar en qué fechas DIAZ ingresó al predio, sostuvo que en todas las veces se desarrollaban recitales.Contó que DIAZ se limitaba a permanecer en el hall observando lo que sucedía, tras lo cual se retiraba. No recordó si en alguna de esas oportunidades había entablado diálogo con CHABAN, desconociendo además si entre ellos existía algún acuerdo.En cuanto a la presencia de otros agentes policiales, dijo que en ciertas ocasiones había visto a personal policial en las afueras del predio, pero aclaró que no se trataba de consignas, ni de “policías adicionales”, puesto que nunca habían requerido este tipo de servicio.- 190 Poder Judicial de la Nación En relación al folleto incorporado a fs. 12.310, reconoció que las escrituras obrantes en el dorso del documento pertenecían a su patrimonio gráfico.Explicó que se trataba de un borderaux, es decir un detalle de los gastos que confeccionaba en presencia de CHABAN y del manager respectivo o bien lo hacía directamente su jefe, dando cuenta dicho documento de las erogaciones que demandaba la realización de un recital.Alegó que la frase “poli 100" se correspondía con la suma de $100 que se le abonaba a un sujeto que respondía al apodo de “poli”, “polito” o “polo”, quien se encargaba de llevar las entradas a los distintos puntos de venta o bien de retirarlas.Dijo estar imposibilitado de brindar mayores datos que permitieran la identificación del nombrado por parte del Tribunal, como así también, de precisar las bandas musicales que lo habían contratado para llevar adelante esa tarea.Por último, se expidió en relación a la función que tenía a su cargo la testigo Cozodoy -venta de entradas en la boletería y el posterior traslado de la suma respectiva a la oficina en la cual se hallaban él, el manager y CHABAN - y negó tanto lo expuesto por ella como por los restantes testigos que depusieron en el proceso, en cuanto a que aseveraron que él se encargaba de calcular las sumas que debían entregarse a la Comisaría 7a. de la Policía Federal Argentina.- 191 Poder Judicial de la Nación Desconoció por su parte haberle pagado dinero a los funcionarios policiales y refirió no saber si CHABAN había llevado adelante este tipo de arreglos, aclarando que su empleador nunca realizó comentarios al respecto.- OSCAR RAMON SOSA y CRISTIAN ANGEL VILLEGAS A fs. 17.665/83 y 17.688/706 comparecieron, en los términos del art. 294 del Código Procesal Penal y se negaron a ser interrogados por parte del Tribunal, limitándose a acompañar como descargo los escritos agregados a fs. 17.661/4 y 17.684/7.Coincidentemente sostuvieron en su defensa que la noche del 30 de diciembre de 2004 fueron desplazados a recorrer la jurisdicción, tarea que llevaron a cabo en el móvil 307 hasta aproximadamente las 20:30 hs.En ese momento, por orden de la Comisaría 7a., se constituyeron en la intersección de las calles Bartolomé Mitre y Jean Jaures atento la cantidad de público que concurre a los locales “REPUBLICA CROMAÑON” y “Latino Once”.Indicaron que una vez en el lugar permanecieron sobre la calle Ecuador a metros de Bartolomé Mitre como “QTH fijo”. El panorama era “normal”. Aclararon que ese tipo de desplazamiento en modo alguno implicaba la inmovilidad del patrullero, puesto que bien podían ser desplazados atendiendo a las necesidades del servicio.192 Poder Judicial de la Nación Continuaron relatando que, a las 21:00 hs., se retiraron de la zona a solicitud de la División Comando Radioeléctrico, no pudiendo recordar el lugar y el motivo del desplazamiento. Finalizado ese servicio, regresaron al lugar.Poco antes de las 23:00 hs., observaron la salida de personas del local de marras, en forma presurosa. Algunas se dirigieron al patrullero dañándolo, actitud que aparentemente había tenido su razón de ser en el incendio desatado momentos antes en el interior del comercio en cuestión y que los obligó a solicitar la ayuda policial.Pusieron de resalto que en momento alguno recibieron la directiva de ingresar al establecimiento de que se trata, ni se les encomendó realizar un relevamiento de la cantidad de concurrentes al mismo.Afirmaron que no tenían a su cargo hacer un control prevencional y, en cuanto a las contravenciones constatadas en el sumario, alegaron que no habían escuchado detonación de material pirotécnico, ni portación del mismo por parte del público y que desconocían la capacidad del local.- 4-VALORACIÓN Arribado el momento de resolver en relación a estos hechos, juzgo que los elementos de convicción hasta ahora arrimados y enumerados en el acápite respectivo son suficientes para agravar la 193 Poder Judicial de la Nación situación procesal de los imputados OMAR EMIR CHABÁN, RAÚL ALCÍDES VILLARREAL, RUBÉN CARLOS DÍAZ, MIGUEL ANGEL BELAY, GABRIEL ISMAEL SEVALD, OSCAR RAMÓN SOSA y CRISTIAN ANGEL VILLEGAS en los términos del artículo 306 del Código Procesal Penal, con el grado de provisoriedad exigido en este estadio del proceso, ello en relación a los hechos por los cuales fueran oídos a tenor de lo normado en el art. 294 del ordenamiento legal citado.- RESPECTO DEL HECHO IDENTIFICADO COMO I.- Previo adentrarme al análisis de los elementos de cargo que permiten sustentar los extremos expuestos, haré notar que el caso en examen presenta aspectos de singulares características, no solamente en orden a la gravedad del episodio pesquisado y las circunstancias de su comisión, sino también a que en torno a ellos, se encuentran involucrados tres miembros de alta jerarquía de las fuerzas de seguridad, los Comisarios BELAY, SEVALD y el Subcomisario CARLOS RUBEN DIAZ de la Policía Federal Argentina.En tal sentido, no puede pasarse por alto que la investigación de hechos como los aquí pesquisados generalmente se ve dificultada habida cuenta que las conductas ilícitas de los delincuentes habitualmente tienen lugar en un ámbito de privacidad y clandestinidad, esto es, lejos de las miradas de terceras personas 194 Poder Judicial de la Nación que puedan dar cuenta de esos acuerdos espurios de índole patrimonial, extremo éste que fue puesto de manifiesto por la Excma. Cámara Nacional de Casación Penal en casos análogos (Sala IV, causa 847, “Wowe Carlos”, rta: 30/10/98, reg. 1535), de forma tal que impone al juzgador que las pruebas sean valoradas atendiendo a un marco especial como el descripto.Por su parte, puede redundar en perjuicio de la pesquisa la calidad de “funcionario público” que ostenta el sujeto pasivo que, en el “sub examen”, se corresponde con agentes policiales, puesto que, en caso de existir tales testigos presenciales, éstos pueden mostrarse reticentes a brindar información e incluso a reconocer a los implicados, habida cuenta las consecuencias que, suponen, tal colaboración y esas identificaciones podrían acarrearles.Sentado ello hay que resaltar que tales obstáculos no se dieron en esta investigación. Por el contrario, se han logrado arrimar al proceso contundentes probanzas que pondrán en evidencia que, al menos hasta el día 30 de diciembre de 2004, existió un acuerdo” espureo entre las máximas autoridades de la Comisaría 7ª de la Policía Federal Argentina (los incriminados BELAY, SEVALD y DIAZ) y los responsables del local “REPUBLICA CROMAÑON” (su dueño y su hombre de confianza, para ser más específico: Chabán y Villarreal). Ninguna duda puede albergarse en cuanto a la continúa presencia policial tanto en el interior como en las afueras del local, en oportunidad de llevarse a cabo verdaderos recitales que 195 Poder Judicial de la Nación CHABAN organizaba EN LO QUE POLICIALMENTE ERA CONSIDERADO UN MICROESTADIO, en clara infracción a la normativa aplicable al comercio, dada su clasificación de local de baile clase “C”.De tal extremo han dado cuenta los testigos que fueran convocados al sumario, en su mayoría, empleados de CHABAN Sandoval, Cozodoy, Albornoz, Bordón, Otarola y Orlandi- quienes, cabe remarcar, se pronunciaron coincidentemente, en lo que al punto tratado se refiere, hasta en el más mínimo de los detalles. Tal presencia que se verificó incluso la misma noche del 30 de diciembre del año pasado.Bordón destacó que, en tales ocasiones, era interrogado por los policías de la dependencia cuestionada en relación al grupo musical que iba a presentar su espectáculo y la cifra de concurrentes al recinto. Sobre este último tópico, también fue preguntado en una oportunidad y por un agente policial la testigo Cozodoy.Conforme quedara de manifiesto, esa presencia policial incluso se extendía al interior del comercio de marras, en el cual se recibían, a decir de Sandoval, las visitas de agentes policiales que, sin más, ingresaban directamente al lugar, manteniendo reuniones -a puertas cerradas- con CHABAN, VILLARREAL y el manager del grupo musical que iba a tocar en el recinto, circunstancia de la cual también dio cuenta Cozodoy.- 196 Poder Judicial de la Nación El local también fue testigo de la concurrencia permanente de un sujeto –descripto fisonómicamente en forma coincidente por Sandoval y por los testigos Albornoz y Díaz como de aproximadamente 40 años de edad, morocho, de bigotes y baja estatura- que aparentaba ser un policía de alto nivel jerárquico y, fielmente vestido de traje, arribaba al predio a bordo de un vehículo particular para luego mantener breves encuentros con CHABAN. Fue a ese sujeto a quien Albornoz observó, sin proponérselo, cuando recibía, de manos del imputado, mediante un ademán que éste creyó disimulado, al menos un billete de $ 100, el cual fue guardado por el agente en el bolsillo del saco que vestía.Si bien la cuestión relativa a esa entrega dineraria presenciada por Albornoz será retomada más adelante, por el momento basta con señalar que, merced a las ruedas de reconocimiento practicadas en autos, con la participación del nombrado y del testigo Mario Díaz se logró individualizar al funcionario que, hasta ese momento, se movía en el anonimato y bajo un manto de impunidad en la zona de su jurisdicción: CARLOS RUBEN DIAZ.Fue DIAZ quien fue visto en el interior de “REPUBLICA CROMAÑON” en compañía de CHABAN en seis o siete oportunidades. Se debe destacar que, tal como lo señalaron los testigos, efectivamente se trata de un agente policial de alto nivel jerárquico (Tercer Jefe o Subcomisario Operativo).197 Poder Judicial de la Nación Cabe destacar, en relación a la diligencia de igual tenor que se practicó en el sumario con la participación de Cozodoy, que una identificación positiva muchas veces se encuentra supeditada a diversas circunstancias (ubicación del testigo en el momento del hecho, capacidad de retención de rasgos fisonómicos, estado anímico o de alteración vivido, el tiempo transcurrido al momento de la realización de la medida). Así, no obstante el resultado negativo que arrojó la medida, no puede dejar de merituarse la coincidencia entre las características fisonómicas brindadas por ella, en relación al funcionario policial al que hizo mención en su relato y las que se corresponden con la persona del incuso, extremo éste que resultó constatable para el Tribunal.Sentado ello y retomando el punto tratado, no puede perderse de vista que la presencia de funcionarios policiales en el local de marras y en sus inmediaciones no sólo surge de los testimonios incorporados al legajo, sino además, en forma absolutamente inequívoca, de los propios registros de la Seccional 7a. de la PFA. En concreto, de aquellos que le dan cuenta al Comisario de la repartición de la actividad desplegada por los distintos móviles policiales afectados al servicio externo.Así, del libro correspondiente al móvil 107 -recuérdese que se trata del patrullero a cargo del Jefe de Servicio Externo- surge esa presencia policial en el local de “REPUBLICA CROMAÑON” en 198 Poder Judicial de la Nación fecha 29/05/04 a las 22:51 hs. a los fines de auxiliar a una persona por “caída en el lugar”. Por su parte, del libro de los móviles 307 y 907 surge un desplazamiento a las 5:40 hs. del 10/4/04 “a pedido del Subcomisario Díaz” y que se afecta el patrullero al servicio QTH en la puerta del establecimiento bailable hasta las 7:35 hs.Se evidencia además otro desplazamiento a las 3:15 hs. del 4/09/04 “por orden superior” y que el patrullero permanece en el local bailable hasta su cierre -4:30 hs.- y, de ambos libros, surge que los patrulleros se constituyeron en el local de marras la noche del hecho a raíz del incendio desatado en su interior, debiendo repararse en que la propia Comisaria denominó en tal oportunidad al establecimiento en cuestión como “Estadio Micro República de Cromañon”.Por su parte, del libro mencionado en último término (móviles 307 y 907) surgen otras anotaciones de interés. En ellas, si bien se ha omitido consignar el nombre de fantasía del local no dejan marco de duda alguna en cuanto a que se trata de “REPUBLICA CROMAÑON”. Ello tomando como parámetro la manera en que fue definido por la Comisaría el día 30 de diciembre del año pasado y la verdadera actividad que se encuentra acreditado en autos se desarrollaba en él.Me refiero a cuando se hace referencia, en fecha 10/07/04 a las 3:05 hs, al desplazamiento del móvil a la intersección de las calles Bartolomé Mitre y Jean Jaures “por orden de CR” junto con 199 Poder Judicial de la Nación el móvil 407 (recuérdese que se trata del automóvil utilizado por el 3er. Jefe o Subcomisario Operativo) con la finalidad de “control de recital”; cuando se menciona, en fecha 11/07/04 a las 3:05 hs, que el patrullero se desplaza a Bartolomé Mitre y Jean Jaures para colaborar con el móvil 407 en el “control de recital” hasta las 4:00 hs y, por último, cuando se consignan los días 29 y 30/12/04 que el móvil es afectado “por orden superior” a la desconcentración de “recital de rock” en Bartolomé Mitre y Jean Jaures, retirándose el servicio, en la última fecha, a las 2:30 hs. Como se advierte de tales transcripciones, otra manera que utilizó la Comisaría para identificar al local de marras fue en base al lugar en el cual efectivamente se hallaba emplazado, esto es bajo la concreta mención de “Bartolomé Mitre y Jean Jaures”. Así, de los registros bajo análisis surgen los siguientes movimientos: -26/12/04 a las 2:40 hs se desplaza a Jean Jaures y Bartolomé Mitre a solicitud del móvil 407, -10/04/04 a las 20:00 hs se implanta QTH fijo en Bartolomé Mitre entre Ecuador y Jean Jaures “por orden superior”, -11/04/04 a las 22:00 hs se releva el móvil en Bartolomé Mitre entre Ecuador y Jean Jaures de QTH fijo “por orden superior”, levantándose el servicio a las 2:00 hs y el -29/12/04 a las 20:35 hs se implanta QTH en Bartolomé Mitre y Jean Jaures por orden del Oficial Jefe (Subcomisario).Se impone mencionar que la noche del 30 de diciembre del año pasado, con antelación a iniciarse el incendio, la propia Comisaría desplazó a dos de sus numerarios -los aquí imputados Cabo 1 200 Poder Judicial de la Nación Oscar Ramón Sosa y Agente Cristian Angel Villegas- a la puerta del local de marras “con el fin de vigilancia General y seguridad externa del Microestadio denominado República Cromañon”. Vale aclarar que CHABAN en ningún momento contrató el servicio de policía adicional, conforme surge del informe arrimado por el Departamento de Servicio Adicional de la Policía Federal Argentina que luce a fs. 15.644. Por ende, no se visualiza razón alguna, al menos lícita, que justifique la prestación de ese servicio por parte de la Comisaría.Sin perjuicio de las constancias específicas relacionadas con “REPUBLICA CROMAÑON”, no puedo dejar de remarcar que resultan cuantiosos los QTH y los desplazamientos a las cercanías de dicho comercio, en concreto a tan sólo media cuadra del establecimiento.Se puede mencionar lo que surge de los libros pertenecientes a los siguientes móviles: Móvil 107 (4/09/04 “se fiscalizaron de visu los distintos locales bailables y se realizaron asiduas recorridas por los mismos y el panorama era normal”); Móvil 207 (30/12/04 se implanta QTH en Bartolomé Mitre y Ecuador, lugar en el cual se permanece, afectado al servicio de boliches bailables, hasta las 19:50 hs); Móviles 307 y 907 (9/05/04 de 6:00 a 7:30 hs. se realiza QTH en Ecuador y Bartolomé Mitre junto con el móvil 407 por “servicio bailable”; 11/07/04 a las 6:00 hs. se releva en Ecuador y Mitre al móvil 407 “por desconcentración de locales bailables”; 17/07/04 a las 3:00 hs. se implanta QTH en Bartolomé 201 Poder Judicial de la Nación Mitre y Ecuador “por locales bailables”; 8/08/04 a las 6:00 hs. se releva en Bartolomé Mitre y Ecuador “por locales bailables”; 8 y 9/08/04 a la 1:00 hs. el móvil se desplaza “por orden superior” al QTH de Bartolomé Mitre y Ecuador, permaneciendo hasta las 2:00 hs.; 16/08/04 a partir de las 6:00 hs. el móvil permanece de QTH en Bartolomé Mitre y Ecuador juntamente con el carro de asalto 36 del Cuerpo de Guardia de Infantería “por desconcentración de personas de los locales bailables” hasta las 8:00 hs.; 5/09/04 a partir de las 6:00 hs. el móvil permanece de QTH en Bartolomé Mitre y Ecuador “por locales bailables” hasta la desconcentración). Cuadra destacar que, mediante la información brindada por la División Comando Radioeléctrico de la PFA (ver fs. 15.816) se ha podido establecer en autos que, por orden de tal dependencia, únicamente se desplazaron móviles pertenecientes a la Seccional 7a de la fuerza en fechas 9 de octubre de 2004 (por incidencia en la vía pública a pedido de “Mario”) y el día 9 de diciembre de dicho año (por incidencia en su interior). Ello cobra singular importancia desde que, tomándose en consideración lo precisado por el titular de la División Investigaciones Judiciales de la Policía Federal Argentina, puede concluirse sin más que la totalidad de los movimientos que fueron asentados en los libros de la Seccional obedecieron a una sola razón: las directivas concretas emanadas de los funcionarios que conformaban la cúpula de la Comisaría -únicos facultados para impartirlas-. 202 Poder Judicial de la Nación Ello sin perjuicio del propio reconocimiento que, en tal sentido, se hace en los registros en cuestión al consignarse “por orden del Subcomisario Díaz”, “por orden del Oficial Jefe (Subcomisario)” o bien “a solicitud del móvil 407".Deviene oportuno mencionar que la documentación analizada no hace más que darle razón al testigo Molina, en cuanto a que los libros de la repartición omitían reflejar la realidad de lo que acontecía, de tomarse en consideración que esos dos movimientos no aparecen registrados en ellos.Como se advierte, las constancias documentales analizadas ponen en evidencia una profunda actividad de prevención, control y vigilancia por parte de la Comisaría cuestionada hacia los comercios de tal naturaleza habidos en la zona y que esto constituía un objetivo importante para sus autoridades. Tal extremo se desprende también en forma nítida de los libros de órdenes internas correspondientes al año 2004 (ver en particular órdenes 754 fechada el 16 de abril, 841 fechada el 30 de abril, 884 del 7 de mayo, 937 fechada el 14 de mayo, 1013 fechada el 21 de mayo, 1068 para el día 29 de mayo, 1117 para el día 5 de junio, 1156 fechado el 10 de junio, 1217 fechada el 19 de junio, 1285 para el día 3 de julio, 1319 para los días 9 y 10 de julio, 1348 para el día 17 de julio, 1412 para el día 7 de agosto, 1453 para los días 14 y 15 de agosto, 1490 para los días 20 y 21 de agosto, 1586 para los días 3, 4 y 5 de septiembre ,1626 para los días 10 y 11 de septiembre, 1669 para los días 17 y 18 de 203 Poder Judicial de la Nación septiembre, 1757 para los días 1, 2 y 3 de octubre, 1788 para los días 8 y 9 de octubre, 1819 para los días 15 y 16 de octubre, 1888 para los días 29 y 30 de octubre,1918 para los días 5 y 6 de noviembre, 2018 para los días 19 y 20 de noviembre, 2070 para los días 26 y 27 de noviembre, 2109 para los días 3 y 4 de diciembre, 2153 para los días 10 y 11 de diciembre, 2203 para el 17 de diciembre, 2240 para los días 24 y 25 de diciembre y 2256 para los días 28, 29, 30 y 31 de diciembre y 1 de enero de 2005). Cabe poner de resalto que tales directivas fueron impartidas por BELAY y SEVALD -titulares de la Comisaría- (en sólo unas pocas aparecen los Subcomisarios Federico e Impellizzeri). Concretamente se ordenó en ellas (a excepción de la primera), que esos operativos de “seguridad general, fiscalización e información” debían consistir en la recorrida de la jurisdicción por parte de todos los móviles, a partir de las 22:00 hs, a cargo del Oficial Jefe de la repartición -esto es, el Subcomisario Operativoy que, a las órdenes de éste, se hallaba un pelotón de combate.A los extremos asentados debe adunarse que, de la documentación arrimada al proceso por el incriminado DIAZ (ver fs. 15.406/13) surge que la Seccional 7a bajo el mando de Adón y BELAY en fechas 8 de febrero, 21 de marzo y 1 de agosto del año pasado inspeccionó los locales bailables emplazados en la jurisdicción, juntamente con personal de la Unidad Polivalente de Inspecciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.- 204 Poder Judicial de la Nación Se debe destacar que esos operativos se formalizaron a instancias de la propia Comisaría -en el primero de ellos participó DIAZ quien revestía por aquel entonces el cargo de Principal-, lo que no hace más que reforzar el criterio expuesto, en cuanto a que los comercios de la índole de “REPUBLICA CROMAÑON” no pasaban desapercibidos para las autoridades de la repartición, sino que eran considerados un foco de importancia.Llegado este punto, no puedo dejar de remarcar un extremo que resulta llamativo.En tal sentido, pese a que en esos momentos funcionaba en la zona el local de marras (con las características ya reseñadas), éste no fue sometido a inspección alguna en forma conjunta con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo cual aparece como inexplicable de tenerse en cuenta que la importancia de un control de tal naturaleza quedó en evidencia al formalizarse el último operativo, ya que en esa ocasión se procedió a la clausura de los establecimientos“Latino Once” y “Popularísimo” al constatarse que no contaban con el certificado de bomberos previsto en la Ordenanza 50.250.Ahora bien, a fs. 102 el oficial Stortini mencionó una presunta inspección realizada en el lugar en el mes de junio del año 2004 pero sin intervención del gobierno autónomo de la ciudad. Ello demuestra la posibilidad real de realizar controles por parte de la autoridad policial.- 205 Poder Judicial de la Nación Retomando la cuestión tratada y teniendo en cuenta la multiplicidad de “visitas” de que fue objeto “REPUBLICA CROMAÑON” por parte del Subcomisario Díaz y los reiterados desplazamientos de los móviles hacia el comercio en cuestión, bien podría argumentarse que ello obedeció a esa política de control que pareció implementar la Comisaría durante el año 2004.Sin embargo, tal hipótesis se descartará a poco de que se repare en diversas circunstancias -entre ellas las muertes acontecidas- que, a la luz de la prueba, tanto testimonial como documental recogida, permitirán llegar a una conclusión muy distinta. Así, se puede afirmar certeramente que esas “visitas” y “recorridas”, simplemente tenían como finalidad proteger los intereses económicos de CHABAN y, paralelamente de, al menos, tres de las máximas autoridades de la seccional controvertida: BELAY, SEVALD y DIAZ. Hay que resaltar una y otra vez que cuestión, emplazado en la jurisdicción en el comercio en de la dependencia cuestionada, se constató la existencia de contravenciones y la consecuente falta de observancia de las normas previstas en el Código Contravencional de la ciudad, tales como: 1) el ingreso al comercio de aproximadamente 3.000 personas en la noche del fatídico suceso, entre ellos menores de edad, cifra que casi triplicaba el número de concurrentes permitidos -1.031-, conforme el expediente de habilitación municipal y el libro de actas 206 Poder Judicial de la Nación de habilitación secuestrado en el sumario, lo cual se encuentra previsto como infracción en el art. 57. Cabe destacar que tal situación también se verificó las noches del 25 y 29 de diciembre del año pasado, ocasiones en las cuales, conforme la información aportada por S.A.D.A.I.C., ingresaron al local entre 1250 y 1300 y 2000 personas, respectivamente; 2) la omisión de recaudos básicos de organización y seguridad indispensables para el normal desarrollo de un espectáculo, circunstancia que se halla prevista en el art. 57 bis. Se ha constatado que el día del hecho CHABAN destinó a tan sólo cuatro empleados para tareas de seguridad, lo cual a todas luces se advierte irrazonable, atendiendo a la cifra de concurrentes al show, como así también se corroboró que el “cacheo” al que fue sometido el público resultó deficiente y no abarcó a la totalidad de los concurrentes, lo que posibilitó que se introdujera pirotecnia al local, situación que además se verificó en el mes de mayo de 2004 y los días 25 (2 veces), 28 y 29 de diciembre de ese año; 3) la mera tenencia de elementos pirotécnicos “per se” lesivos por parte del público -arts. 61 y 63-, siendo justamente el accionamiento de uno de ellos denominado “candela” que se permitió que indebidamente ingresara al establecimiento lo que originó su incendio. Conforme se precisó en el punto anterior, al menos en cuatro ocasiones anteriores al día del hecho los asistentes portaron ese material que incluso provocó principios de incendio que felizmente lograron ser sofocados, lo cual fue consentido por 207 Poder Judicial de la Nación CHABAN quien no adoptó ninguna medida tendiente a despojar al público de la pirotecnia ni suspendió los shows, pese al peligro que ello acarreaba y que, de hecho, finalmente se concretó.Cabe destacar que la prohibición contenida en la ley se hace extensiva a la portación de pirotecnia en las inmediaciones de un comercio.4) la guarda de elementos para violencia –art. 65-, entre los cuales la norma prevé al material pirotécnico. En este sentido, se secuestró en el sumario una gran cantidad de productos de esa naturaleza, los que se hallaban a resguardo en una de las oficinas emplazadas en el comercio, a pesar del alto grado de peligrosidad que revestían; 5) Suministro de bebidas alcohólicas en ocasión de desarrollarse un espectáculo, contravención que está establecida en el art. 68 y que abarca el período comprendido entre las cuatro horas anteriores al comienzo del show hasta una hora después de finalizado el mismo. Se constató en el sumario la venta de este tipo de bebidas en el interior del local, lo cual además fue advertido por el suscripto en oportunidad de formalizarse la inspección de visu del comercio; 6) obstrucción de las vías de egreso de un local que impida o perturbe una rápida evacuación. Se halla demostrado debidamente en el legajo que la única puerta alternativa de emergencia con que contaba “REPUBLICA CROMAÑON”, emplazada en la calle Bartolomé Mitre 3038/50 de esta Ciudad que al menos debía estar 208 Poder Judicial de la Nación en condiciones de abrirse desde el interior del mismo si se le pretendía dar tal alcance, accionando la barra antipánico que tenía colocada, se hallaba sellada y asegurada con un candado y alambre y que en esas condiciones permanecía durante el desarrollo de todos los espectáculos, con el expreso conocimiento de CHABAN.Como si ello fuera poco, la noche del 30 de diciembre de 2004, en ocasión en que se desarrollaba el show de “Callejeros”, sólo dos de las puertas tipo cine que comunicaban directamente al salón y que daban (previo paso por un hall) al exterior, se hallaban abiertas. La de emergencia recordemos que fue utilizada para facilitar el acceso de clientes.Esas circunstancias, a más de estar reprimidas en el art. 70 de la normativa bajo análisis, impidieron en el particular una rápida evacuación del público y posibilitaron la formación de verdaderas avalanchas humanas.A ello se debe sumar que se corroboró en autos que el comercio de que se trata presentaba materiales altamente combustibles que no se ajustaban a las normas reglamentarias; que la mayoría de los matafuegos existentes en el predio se hallaban despresurizados y/o vencidos y que el certificado de incendios expedido por la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal Argentina que se exigía para funcionar –ordenanza 50.250- se hallaba vencido desde el día 25 de noviembre de 2004. Pero, más allá de esas infracciones, previstas y reprimidas en el Código Contravencional (ordenamiento que, vale remarcar, apunta 209 Poder Judicial de la Nación a prevenir el delito sancionando las conductas u omisiones que aproximan al ser humano a las circunstancias de la criminalidad, habida cuenta que, la falta de límites termina justamente en hechos como el aquí pesquisado), de todas las irregularidades y anomalías habidas en “REPUBLICA CROMAÑON”, una resultó ser la más grosera y palpable: NUNCA FUNCIONO COMO UN LOCAL DE BAILE CLASE C . Para la Comisaría séptima siempre fue un microestadio donde se realizaban recitales de rock. Y sus responsables saben perfectamente que para esos eventos los requisitos son absolutamente distintos. Nunca pudieron haber permitido su funcionamiento en tales condiciones. O dicho de otra manera: sólo pudieron permitirlo de mediar, como parece haber ocurrido de acuerdo a la prueba colectada, el pago de una suma de dinero.No se alberga duda alguna en cuanto a que CHABAN, desde el instante en que inauguró el establecimiento para principios del mes de abril de 2004, le dio al comercio un destino que no era aquel para el cual había sido habilitado, desvirtuó completamente su objeto, convirtiéndolo así en un verdadero “estadio” en donde se celebraban sistemáticamente recitales de rock y SIN LOS CONTROLES QUE LA POLICÍA SABE QUE EN ESOS ESPECTÁCULOS DEBEN EXISTIR. Cabe entonces preguntarse, insisto, si podían los máximos responsables de la Seccional con jurisdicción en el local desconocer las condiciones en qué el mismo funcionaba y la verdadera actividad 210 Poder Judicial de la Nación que allí se llevaba a cabo, interrogante que, indudablemente, habrá de ser respondido en forma negativa.Son sobrados los elementos que nos permiten visualizar un absoluto conocimiento por parte de la Comisaría en relación a los eventos que se llevaban a cabo en “REPUBLICA CROMAÑON”, al punto tal que no por azar ni por causalidad la propia seccional eligió dos palabras para hacer referencia al local en sus registros y que se ajustaban perfectamente a su realidad: “micro estadio” y “recital”.Tal aspecto no resulta menor de tenerse en cuenta que, si bien la actividad contemplada en la habilitación para locales de baile clase “C” (ver art. 10.2.20 del Código de Habilitaciones y Verificaciones de la Ciudad de Buenos Aires) se refiere al baile como actividad central y, como complementaria, a la realización de espectáculos, aquel no fue el uso que CHABAN le dio a “REPUBLICA CROMAÑON”7.Conforme quedara de manifiesto y así se encuentra inequívocamente acreditado, el comercio siempre funcionó como un “estadio”, a la par de establecimientos como “Obras Sanitarias” o “Excursionistas” y el personal policial solo con saber que en el local de marras se celebraban recitales y se lo utilizaba como microestadio debió rodearlo de los mismos controles como se trata 7 Capítulo 10.2.20 del citado cuerpo de normas: “Se entiende por local de baile clase “c” el lugar donde: a)Se ejecuta músi9ca y/o canto hasta las 4 horas; b)Se ofrecen bailes públicos; c)Se expenden bebidas; d)Se sirven o no comidas; e)Se realizan o no números de variedades con o sin transformación.”. 211 Poder Judicial de la Nación a los citados lugares y haber dado a su vez conocimiento a las autoridades contravencionales y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires .Se desarrollaban allí verdaderos “recitales” que en modo alguno pueden entenderse ajustados a la letra de la ley cuando ésta hace referencia a “variedades”.No puede perderse de vista que el ofrecer este tipo de espectáculos artísticos masivos hace que los comercios que se dedican a dicha actividad se vean sujetos a un régimen distinto a aquel que contempla a los locales clase “C”; son sometidos a mayores exigencias y los predios deben contar con características especiales.Así, se requiere obtener una “compatibilidad de uso y permiso especial previo” otorgada por la Dirección General de Habilitaciones y Permisos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que debe ser peticionada con antelación a desarrollarse el evento, lo que genera no sólo una actuación administrativa específica sino, además, un control “in situ” por parte del organismo que incluso destina a sus inspectores al lugar para que éstos se encuentren presentes durante el desarrollo del show y se exige contar con servicios de ambulancia, bomberos y policía.De todo ello, huelga aclarar, carecía “República Cromañon”. Y no era casual.No puede pasarse por alto que justamente la Policía Federal Argentina es la fuerza de seguridad que es convocada ante este 212 Poder Judicial de la Nación tipo de espectáculos, ya que se trata de la autoridad que ejerce las funciones de policía de seguridad en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.Es esa fuerza la que posee la función y el “poder-deber” de evitar cualquier tipo de acciones dañosas o peligrosas y más aún, la facultada para ejercer la prevención de las contravenciones y la obligada a actuar en caso de detectarlas (arts. 16 y 36 de la Ley de procedimiento contravencional8).Ahora bien, teniendo en cuenta que BELAY, SEVALD y DIAZ revestían el carácter de miembros de la fuerza de seguridad que justamente tenían competencia funcional para ejercer acciones en materia preventiva y de coacción directa en lo que hacía a esos espectáculos artísticos masivos y que eran conocedores tanto de la normativa que regulaba esta actividad específica como de las previsiones contenidas en el Código Contravencional y que además tenían experiencia y antigüedad en la fuerza ¿puede sostenerse válidamente que ellos presumían que “REPUBLICA CROMAÑON“ estaba facultada o autorizada para llevar adelante esa actividad?. Este interrogante también habrá de ser respondido en forma negativa.De las probanzas arrimadas al proceso, surge que “REPUBLICA CROMAÑON” era un híbrido. El artículo 16 del citado cuerpo de normas reza: “La prevención de las contravenciones está a cargo de la autoridad que ejerza funciones de policía de seguridad o auxiliares de la justicia en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires”. En tanto que el artículo 36 establece que “Cuando la autoridad preventora compruebe prima facie la posible comisión de una contravención, debe asegurar la prueba y labrar un acta…”. 8 213 Poder Judicial de la Nación En la práctica, CHABAN no hizo otra cosa más qué tomar los aspectos que más le convenían de la normativa que regía a los locales bailables de clase “C” y a los “estadios” y así funcionó el comercio en cuestión durante siete meses .Ello, bajo la mirada cómplice de las autoridades de la Seccional cuestionada, quienes no dudaron en dispensarle a CHABAN un trato especial y darle una inexplicable colaboración policial.Tal extremo se tradujo en la presencia de numerarios de la repartición, en desplazamientos de móviles ante la realización de cada recital y en la solicitud de “pelotones de combate” a enviar al lugar. Solo para mantener el orden y el buen funcionamiento del negocio.No se encuentra en modo alguno cuestionado que la realización de recitales de rock en el predio de marras era una circunstancia conocida por los funcionarios públicos. Tal extremo, además de surgir objetiva y documentalmente de las constancias del proceso, fue reconocido por los propios implicados en oportunidad de formalizarse sus actos materiales de defensa, pese a la intención de SEVALD de disimular esos shows bajo otra denominación, lo cual no resulta ser otra cosa que una disquisición gramatical de su parte.No obstante ese reconocimiento, entiendo que ha resultado por demás esclarecedor, para demostrar los extremos que se 214 Poder Judicial de la Nación intentan probar, el allanamiento practicado en la dependencia preventora.En la oportunidad se incautó de la sede policial una carpeta que contenía diversas constancias relacionadas con “REPUBLICA CROMAÑON”, específicamente de las oficinas de armería y las correspondientes a los Subcomisarios y al titular de la repartición.Entre ellas, cabe mencionar la copia de la plancheta de habilitación del local en cuestión a nombre de “Lagarto S.A.” en la cual se consigna específicamente que se trata de un local de baile clase “C” y con capacidad máxima de 1.031 personas (ver fs. 15.979). Con ello queda en evidencia el conocimiento que la Seccional tenía respecto al tipo de actividad que CHABAN podía llevar a cabo y la cifra de asistentes que podía albergar el predio, conforme a esa habilitación municipal y atendiendo a la clasificación del comercio en el Código de Habilitaciones y Verificaciones.Partiendo de los datos asentados en la constancia mencionada que, reitero, fue incautada de la propia Seccional, no logra entender el suscripto el motivo por el cual, pese a lo que surgía de ella, la Comisaría confeccionó un formulario que rezaba que el local de marras contaba con una capacidad de 5.000 personas (cfr. fs. 15.985), desde que tal información NO SE AJUSTABA A SUS POSIBILIDADES.La razón por la que en la Comisaría se asentó tal cantidad de asistentes a ese local es que alguna vez concurrieron y para ese número se preparaba la seccional (recordar la supuesta asistencia 215 Poder Judicial de la Nación de 5.000 personas en ocasión de dar un recital el cantante Rodrigo).Sólo así se explica que, con absoluta ligereza, el imputado BELAY no dudara en solicitar a las Divisiones Reuniones Públicas y Seguridad en el Deporte y Planificación de Servicio de la fuerza, a partir del 18 de mayo del año pasado y en el período durante el cual revistó como Comisario, la comisión de “un carro de asalto con su correspondiente dotación frente al local bailable” sito en “Bartolomé Mitre 3070" de esta Ciudad en virtud de “haber concurrido el último fin de semana” una cifra de público que oscilaba entre las 3.000 y las 3.100 personas (ver constancias de fs. 15.999/16.003).Cabe mencionar que, a partir del 27 de julio de dicho año, tal funcionario y también SEVALD comenzaron a pedir -según sus versiones tanto para el local de marras como para los dos restantes habidos en la jurisdicción denominados “Popularísimo” y “Latino Once”-, un “pelotón de combate” (cfr. fs. 16.004/24).Así, se debe descatar que del memorando fechado el 12 de agosto de 2004, incorporado a fs. 16.009, se desprende que el primero de ellos solicitó idéntico servicio para el día 14 de dicho mes y año “en razón de realizarse un Festival de Rock en el bailable República de Cromañon”.También reviste importancia el memorando fechado el 23 de junio de 2004 (cfr. fs. 15.989), mediante el cual la Comisaría 7a. 216 Poder Judicial de la Nación puso en conocimiento del Jefe de la Circunscripción II que en la jurisdicción existían tres locales bailables. En cuanto a “República Cromañon”, se indicó que se trataba de un comercio que había abierto sus puertas dos meses atrás y que “realiza recitales de rock”. En tal documento vuelve a reiterarse la actividad que, de hecho y en clara infracción a la normativa aplicable, se desarrollaba en el predio, a sabiendas de tal extremo por parte de la fuerza de seguridad.Pero aún hay otro punto que merece ser destacado, y es que en ese informe se consignó que el establecimiento en cuestión pertenecía a CHABAN, propietario “también del local conocido como Cemento”, referencia que no es de poca importancia, de tenerse presente que resultó ser de público conocimiento el conflicto que este local constituyó para las autoridades de seguridad de la zona y para el organismo de control municipal.Como se advierte, pese a los datos por demás objetivos con que contaba la Seccional, el local continuó funcionando, explotando una actividad que era “no conforme” con su habilitación municipal, la cual es necesario reiterar estaba en la misma seccional.Incluso, para el hipotético caso de tenerse por cierto que el predio se adecuaba a los requisitos que exigía la ley para la realización de “recitales” -extremo éste descartado de plano en el sumario, incluso por el actual titular de la Seccional -, necesariamente CHABAN debía contar con un permiso especial por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y con la asistencia 217 Poder Judicial de la Nación de personal médico, de bomberos y de policía, sin perjuicio de la presencia de las autoridades de la Justicia Contravencional, todo lo cual obviamente debía ser conocido por los responsables de la Comisaria 7a.Pero surge nítidamente de las propias constancias de la pesquisa que la Seccional 7a. con jurisdicción en “REPUBLICA CROMAÑON” que debía ser la fuerza de contralor, vigilancia, prevención y coacción del local en cuestión, se apartó de la obligación que le imponía actuar en el caso en particular, pese a ser evidente al cambio de destino del comercio y no obstante surgir manifiesta y palmariamente, como mínimo, una contravención: la cifra de personas que, en exceso, ingresaron al comercio para presenciar los shows durante todo el tiempo en que el local tuvo abiertas sus puertas al público.Se encuentra acreditado en autos que los funcionarios públicos cuestionados tenían conocimiento de, al menos, esas dos circunstancias, puesto que así fue instrumentado documentalmente por la Comisaría para la cual revestían.Ahora bien, si se toma en consideración la inactividad funcional absoluta por parte de la Seccional, en lo que hacía a las irregularidades del comercio, entre ellas, su cambio de destino y se analiza, a la par de ello, el conocimiento que poseían BELAY, SEVALD y DIAZ de las mismas; si se tiene en cuenta que los imputados estaban llamados por ley a hacerlas cesar y que, sin embargo, optaron por prestarle a CHABAN una colaboración 218 Poder Judicial de la Nación incondicional, no puede más que arribarse a la hipótesis que se ha sostenido: la existencia de un indebido arreglo bilateral oneroso en cabeza de los incriminados.Llegado este punto, no puede perderse de vista que DIAZ apareció con un reiterado protagonismo en el local en cuestión y si bien ello por sí solo no puede ser tomado como un elemento concluyente, si lo será a poco de que se repare en que, al menos en la oportunidad en que fue visto por Albornoz, el incriminado tuvo una actitud reñida más que con elementales reglas de decoro, con el ordenamiento legal en sí.Aún si quisiera suprimirse mentalmente el episodio de la entrega dineraria -y por supuesto las restantes probanzas arrimadas al legajo- no podría justificarse, al menos desde el punto de vista legal, el vínculo existente entre DIAZ y CHABAN que, cuanto menos, puede ser calificado de impropio y que ha quedado en evidencia a partir de los dichos de los testigos convocados al proceso, pese al vano intento del primero de negar, a cualquier precio, la estrecha relación que mantenía con su compañero.Existe un extremo que no resulta menor, para entender el hecho que se les adjudica a los funcionarios públicos y, en particular, para comprender que DIAZ se ha visto por demás implicado en la investigación.Ese extremo es el hecho de que, las noches en que inevitablemente había actividad bailable en los locales emplazados en la zona -el fin de semana-, no era otro que el sindicado el que 219 Poder Judicial de la Nación quedaba a cargo de la repartición, es decir, DIAZ hacía las veces de “Comisario” y era quien tenía delegada -en todo momento- la función en materia de servicio externo.De ello se colige no sólo una asidua presencia por parte de DIAZ en un ámbito -si se quiere territorial y funcional- en el cual justamente se ve cuestionado su comportamiento, sino además una basta experiencia de su parte como para que no pasara desapercibida a sus ojos una irregularidad o contravención. A la par de esto, se visualiza un poder de decisión y una capacidad funcional más que suficiente en el funcionario como para que tomara, en su caso, cartas en el asunto.Además surgen palmarias las facilidades con que el incriminado podía contar por el hecho de resultar la máxima autoridad en materia de actividad de prevención y fiscalización externa.Sin embargo, DIAZ ningún acto llevó a cabo frente a las circunstancias detectadas en “REPUBLICA CROMAÑON” que fueran apuntadas “ut supra” y que, se reitera, fueron comunes durante la vida del local, ni tampoco lo hicieron sus superiores jerárquicos, omisión que sólo puede entenderse y justificarse en el marco del pacto espurio que se les atribuye a los incriminados.Ni siquiera mínimamente puede argumentarse que los máximos responsables de la repartición desconocían lo que sucedía en su ausencia, desde que, más allá de la presencia física o no de ellos en la jurisdicción en momentos en que “CROMAÑON” funcionaba, lo 220 Poder Judicial de la Nación cierto es que de los libros pertenecientes a la Seccional surgían innumerables desplazamientos al local explotado por CHABAN en su mayoría, con motivo de la realización de recitales de rock en el predio o bien para la desconcentración del público concurrente a ellos.Si bien la cuestión de ese conocimiento por parte de los imputados será retomada más adelante, en oportunidad de analizarse los descargos exculpatorios brindados por ellos, resta agregar que, a la par de aquellas constancias, aparecen las órdenes dadas por los propios Comisarios en relación al comercio en cuestión y que han venido a constituirse en prueba irrefutable de ese saber que guardaban en cuanto a que al predio concurrían el triple de personas que el lugar estaba capacitado por ley. Esas constancias, cabe destacar, fueron secuestradas de la propia sede policial, lo que permite echar por tierra cualquier intento de negar su existencia por parte de los funcionarios.No obstante las consideraciones hasta aquí esgrimidas y las probanzas analizadas, para el improbable caso de que pudiera albergarse alguna duda en cuanto a la hipótesis de la existencia de un contrato ilícito por parte de los implicados, cabe destacar que se ha arrimado al proceso un contundente documento.El instrumento respecto del cual VILLARREAL reconoció su participación gráfica y que se trata -a decir del propio imputado- de una liquidación de gastos que confeccionó en orden a algún recital (se trataría del que tuvo lugar el 24 de septiembre de 2004, 221 Poder Judicial de la Nación atendiendo a la fecha impresa en la publicidad) y en el cual se asentó la leyenda “poli 100".A la par de esa constancia, sobre la cual ahondaré más adelante, se ha establecido en autos -por vía de la testigo Cozodoyque hubo una charla entre los incriminados CHABAN Y VILLARREAL en la oficina emplazada en el local el día 29 de diciembre de 2004.En esa oportunidad, el primero le preguntó a su empleado acerca de cómo había “arreglado” con el “Comisario” el día anterior -28-, respondiéndole el último que había arreglado “igual que siempre”, para luego aclararle VILLARREAL a su jefe que le había dado “doscientos más” por el hecho de que habían cortado la calle, indicándole ante ello CHABAN que hiciera lo mismo esa noche para “no tener problemas”.Esta conversación constituye, lisa y llanamente, una admisión, una confesión por parte de los inculpados, respecto del acuerdo venal que se les endilga y que cobra especial vigor probatorio si se tiene en cuenta que se trató de una charla espontánea que ellos tuvieron sin percatarse de que eran escuchados por la testigo.Por su parte, debe repararse en la íntima correspondencia que existe entre las palabras escogidas por los implicados y el accionar concreto que aquí se les reprocha, en tanto -“arreglo”- no significa otra cosa que un “acuerdo”, se hace mención a un funcionario público –“Comisario”- con evidente jurisdicción en el lugar, dado que se lo 222 Poder Judicial de la Nación personaliza -“El Comisario”- y a un acto que, por sus características, es competencia de la fuerza de seguridad -“cortar la calle”-.Pero eso no es todo, ya que el diálogo entre los co-imputados deja entrever nitídamente no sólo la existencia de un acuerdo, una relación con la Policía Federal Argentina, un pago y un “favor”, sino además la habitualidad de esos “arreglos”, por la referencia temporal que se hace y además, por la naturalidad evidenciada por CHABAN y VILLARREAL en cuanto a la cuestión que allí estaban tratando.No puede perderse de vista que en esa charla CHABAN dijo a VILLARREAL le que “arreglara” de igual manera que el día anterior, en tanto ciertamente se constató en el sumario que esa noche -29- hubo una entrega de dinero entre el primero y DIAZ, presenciada por el testigo Albornoz, lo que evidencia la veracidad de los dichos de los encausados y permite presumir que el día 28 se concretó una vez más entre los implicados el pacto espurio.En cuanto al documento al que se hiciera mención, no puedo dejar de resaltar que su contenido guarda concordancia con los términos de la conversación precedentemente reseñada, puesto que en él se asentó la palabra “poli” que se utiliza comúnmente como diminutiva de “policía” y una cifra de dinero -$ 100-. Esta constancia, analizada en el marco el plexo probatorio aunado, no hace más que reforzar el criterio sustentado, en cuanto a la existencia de un pacto espurio entre los imputados.- 223 Poder Judicial de la Nación Debe repararse en que este tipo de inscripción fue realizada, a decir de Cozodoy -en cuya presencia VILLARREAL llevaba a cabo ese tipo de liquidaciones- en tres oportunidades que la testigo precisó en el tiempo como aquellas fechas en que se presentaron los grupos “Carajo”, “Los gardelitos” y “La 25" (fines de noviembre, 10 de diciembre y 25 o 26 de diciembre de 2004). Este aspecto no resulta menor, de tenerse en cuenta que esos presuntos pagos se habrían formalizado casualmente las noches en que hubo “recitales” -actividad no permitida para el local- y utilización de pirotecnia por parte del público, lo que constituía, como se dijo, una contravención.Aquella liquidación pone en evidencia además la absoluta impunidad con que se manejaba CHABAN y que a tal punto llegó su falsa creencia, en cuanto a que estaba “protegido” por la fuerza de seguridad, que no dudó en invocar por escrito los pagos que formalizaba en favor de la Seccional.Ningún comentario haré en cuanto a pretender sostener que los cien pesos eran entregados a un tal “POLI”.Sentado ello y llegado el momento de valorar los descargos exculpatorios brindados por los imputados, entiendo que los mismos en modo alguno logran enervar el cargoso plexo probatorio aunado en su contra y a todas luces se advierte que los mismos son un vano intento para morigerar sus comprometidas situaciones procesales.En primer término y en lo que hace al descargo exculpatorio de CARLOS RUBEN DIAZ, entiendo que el imputado ha reconocido 224 Poder Judicial de la Nación aquello que era evidente no podía negar, esto es su reiterada presencia en el local “REPUBLICA CROMAÑON”, si bien intentó, sin éxito, disminuir la cifra de visitas que formalizó al comercio de marras y legitimar su ingreso al mismo mediante alegaciones poco creíbles que caen por sí solas desde cualquier análisis serio al que pretenda sometérselas.En tal sentido, DIAZ indicó que su ingreso al establecimiento en cuestión estuvo motivado por la intención de verificar cuál era el “panorama” existente en el predio, pero, según su versión, él carecía de competencia funcional para actuar en caso de advertir una contravención, no comprendiéndose en consecuencia cuál era el sentido de esa especie de “control” que supuestamente motivaba que el incriminado se adentrara al establecimiento.A esta altura, puede presumirse fundadamente que ese “control” no tenía otro objetivo que bregar por sus espúreos intereses y por los de sus superiores jerárquicos.En relación a la supuesta imposibilidad del encartado de presentarse en el local de marras por orden de la Superioridad, cabe destacar que tal extremo ha sido descartado de plano en el sumario.Ni de la lectura del expediente nro. 20.645/04 acollarado al legajo, ni de los dichos del propio superior inmediato del incriminado -SEVALD- surge la existencia de aquella directiva en la que intentó ampararse el justiciable.- 225 Poder Judicial de la Nación Más aún, se desprende de la documentación secuestrada en sede policial que DIAZ fue sancionado el 18 de noviembre de 2004, por “no ejercer control y fiscalización del personal de Servicio Externo”, por lo cual mal puede sostenerse, conforme se pretende, que había sido apartado de esa tarea.Incluso, para el hipotético y, como se ha visto, improbable caso de tenerse por cierta la versión arrimada por DIAZ, no lograría explicarse el motivo por el cual, careciendo -según su versión- de poder de hecho, habría decidido aparecer en un escenario que le estaba vedado -como ha quedado acreditado lo ha hecho-, puesto que ello tornaría “ab initio” ilegítimo su ingreso al local.Menos aún sería entendible que DIAZ no le hiciese saber a sus superiores las razones por las cuales habría de apartarse de aquella supuesta orden impartida, sobre todo de tenerse en consideración que, para desoír una directiva tal como la que falsamente invoca, deberían existir causales por demás significativas que incluso más que una comunicación, podrían motivar una inmediata intervención de la Superioridad y de otras dependencias policiales o bien judiciales.Introduciéndome a lo que se tiene en esta instancia por probado en el sumario, resulta por demás significativo que DIAZ conocedor del procedimiento interno de la Comisaría y responsable máximo de reflejar en los libros lo que ocurría externamente-, haya omitido asentar las visitas que funcionalmente efectuó al local, 226 Poder Judicial de la Nación irregularidad administrativa que sólo puede explicarse en relación al acto ilícito urdido.En cuanto a lo argüido por el imputado, respecto a que no destinó al personal de servicio externo a su cargo a “REPUBLICA CROMAÑON”, únicamente habrá de señalarse que la mendacidad de los dichos de DIAZ ha quedado en evidencia por medio de los registros de la propia Comisaría para la cual revestía.De ellos surge, conforme quedara de manifiesto a lo largo de la presente, innumerables desplazamientos a su pedido.Esta circunstancia, sin embargo, viene a dar sustento a lo aseverado por el imputado, en cuanto a que el comercio en cuestión era un lugar de “excepción”, habida cuenta que no puede de otra manera justificarse la tamaña y especial atención que recibió CHABAN.Respecto a esta última cuestión, cuadra destacar que no existe probanza alguna que permita tener por cierto lo expuesto por el incriminado, en cuanto a que fue él quien instó oportunamente a que el local de que se trata fuera inspeccionado.Ello habida cuenta que, al haber omitido DIAZ -en forma inexplicable- reflejar tal circunstancia en la forma debida, sólo se cuenta en el sumario con su huérfana versión.Pero, como si fuera poco ese “olvido” de su parte, no puede pasarse por alto que el encausado no solicitó, con posterioridad a tal operativo, la colaboración del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para efectivizar la inspección que tanto le preocupaba.227 Poder Judicial de la Nación Dicho aspecto no resulta menor de tenerse en cuenta que DIAZ tenía la posibilidad material de requerir esa colaboración -de hecho así lo hizo para la noche del 30 de diciembre de 2004 al sector de Bromatología-.Se advierte de esta manera una absoluta falta de correspondencia entre el comportamiento desplegado por el imputado en la realidad y la preocupación que, sin éxito, intentó evidenciar ante este Tribunal en oportunidad de formalizarse su acto material de defensa, lo que demuestra una vez más la mendacidad de sus dichos.En relación a los descargos brindados por BELAY y SEVALD, entiendo que las versiones sostenidas por ellos en momentos de brindar sus descargos exculpatorios no resisten el menor análisis.Resulta difícil, sino imposible, poder argüir que “REPUBLICA CROMAÑON” no era un lugar conflictivo y, a la par de ello, reconocer lisa y llanamente -como lo hicieron los implicados- que en el local de que se trata se llevaban a cabo “recitales”, desde el momento en que esas dos cuestiones, al menos a los fines de un atento control, se excluyen entre sí.Mucho más incomprensible resulta esa afirmación si se la analiza a la luz de las constancias documentales secuestradas en el proceso.En particular, si se analizan los memorandos que semana a semana fueron rubricados por los distintos titulares de la repartición, mediante los cuales estos solicitaban la concurrencia de 228 Poder Judicial de la Nación un pelotón de combate al frente del local, en virtud de la cantidad de asistentes al predio y la posibilidad de desordenes .Ese requerimiento de auxilio se mantuvo durante la gestión de SEVALD.-. En ese sentido, si bien los encausados han alegado en su defensa que tal grupo especial era pedido para el conjunto de los boliches emplazados en la zona, esto no es lo que se desprende de tales constancias, resultando en consecuencia claro que los imputados han intentando, sin éxito, justificar de cualquier modo en el caso, recurriendo a cuestiones gramaticales que caen por sí solas- el conocimiento que tenían acerca del excesivo número de asistentes al comercio y los pedidos que, en torno a tal circunstancia, formalizaron a través del tiempo. – En tal sentido, no puede perderse de vista que en los documentos bajo análisis se hace mención a un único local bailable -y no a los tres habidos en la jurisdicción-, a la existencia de un público que, atendiendo a su número, requería de refuerzos (cifras que “casualmente” se asemejan a las que manejaba “REPUBLICA CROMAÑON”). Además, se consigna una dirección exacta a la cual debía dirigirse ese pelotón -Bartolomé Mitre 3070- que justamente se corresponde con aquella en la cual se halla emplazado el comercio de marras. – 229 Poder Judicial de la Nación Señalar en un momento que el inmueble era sólo un punto de encuentro para los grupos de apoyo resulta ilustrativo del poco sustento de la defensa.Deviene oportuno destacar, en relación a éste último tópico, que la Comisaría al hacer referencia al local en cuestión en otros documentos, especificó que el mismo se ubicaba en la dirección “ut supra” señalada.De estarse a la versión de los incusos, ese servicio -de alguna manera “adicional”- respondía a una necesidad de “prevención” sobre los tres locales bailables y no en particular a “REPUBLICA CROMAÑON”. Pero, de ser ello cierto, no se explica el motivo por el cual el grupo debía dirigirse -y de hecho así fue- en todas las oportunidades, al comercio de que se trata en sí, es decir, nunca fue destinado “ab initio” a alguna de las direcciones correspondientes a los otros supuestos objetivos.Tampoco se entiende de qué manera podía el pelotón llevar adelante esa tarea de prevención sobre los dos locales restantes hallándose a una distancia considerable de ellos (recuérdese que sobre la calle Bartolomé Mitre al 3000 el local de marras era el único). Por último, se debe hacer hincapié en que en los memorandos no se dice que el lugar allí mencionado era únicamente un “punto de encuentro”, ni existe constancia alguna que permita inferir, conforme se alega, que una vez en el lugar el pelotón debía desplazarse -o se desplazaba- a otro lugar de la jurisdicción.230 Poder Judicial de la Nación Por otro lado, los imputados, indirectamente, han intentado desligar su responsabilidad en cabeza de DIAZ, so pretexto de que se trataba del Jefe Operativo de la Comisaría y quien los reemplazaba durante su franco.Más allá de las consideraciones esgrimidas en su momento en torno a tal argumento claramente defensista, entiendo que en modo alguno puede prosperar la hipótesis introducida por BELAY y SEVALD. Sostener un desconocimiento sobre lo que ocurría en las jurisdicciones que estaban bajo su cargo sólo pueden evidenciar mayor irresponsabilidad.En efecto, no resulta creíble que ellos, como autoridades de la Seccional 7a., desconocieran todos los avatares y negociaciones que se practicaban dentro del ámbito del cual resultaban máximos responsables.Por el contrario, me permito continuar sosteniendo que ellos eran parte de ese compromiso espurio y que aceptaron los beneficios de índole patrimonial provenientes de ese contrato verbal ilícito que fue celebrado en un primer momento probablemente por DIAZ y CHABAN.Ha quedado por demás acreditado en el sumario el conocimiento que tuvieron ambos funcionarios de la índole de los eventos que tenían lugar en “REPUBLICA CROMAÑON” emplazado en su jurisdicción. También que hubo visitas y desplazamientos ordenados por DIAZ al local en cuestión y más aún, movimientos dispuestos por ellos mismos.231 Poder Judicial de la Nación Quedó en evidencia que el comercio funcionaba de manera irregular, en abierta infracción al Código Contravencional, además de variar en forma sustancial el rubro por el que había sido habilitado. Esas anomalías en modo alguno pasaron inadvertidas.Todo era claro. Un local sólo habilitado para funcionar como bailable había sido convertido en un estadio donde se celebraban recitales. Su habilitación de sólo 1.031 asistentes era ampliamente superada. La Comisaría lo había fijado como un objetivo de cinco mil asistentes, informaba una concurrencia periódica de cerca de tres mil y para ello pedía un pelotón de combate como contención ante eventuales incidentes .¿cómo sostener luego en forma seria que no era un lugar de posibles conflictos, donde ocurrían contravenciones, en las que debió tener intervención la Justicia Contravencional? Como policías mínimamente conocían el soporte operativo que rodea a un recital. El no haber hecho nada frente a ello sólo puede explicarse, como la prueba parece hacerlo, debido al pago de una regular suma de dinero.Frente a este panorama, quienes tenían la obligación de prevenir la comisión de contravenciones y delitos de acción pública, y el deber de cumplir con las disposiciones legales (el personal de servicio externo de la Seccional 7a. y mucho más sus autoridades) se enrolaron en una actitud pasiva.Ello no debe de ninguna manera confundirse con falta de idoneidad y eficacia, ya que ha quedado demostrado que no carecían 232 Poder Judicial de la Nación de esos atributos. Más bien los utilizaron en su beneficio particular.Esta inactividad por parte de los funcionarios públicos y, paralelamente, las acciones que desplegó la Comisaría en favor de CHABAN, permiten concluir que no sólo se está frente a desidia en materia de prevención, sino más bien ante una clara connivencia entre el responsable del comercio de marras, su principal colaborador y el personal policial mencionado.Resulta objetivamente imposible sostener que BELAY y SEVALD no eran partícipes del “iter criminis” desarrollado, sino que, por el contrario, todo conduce a afirmar, sin hesitación, que eran protagonistas indispensables y sujetos del acuerdo delictivo.Llegada esta instancia, cabe efectuar algunas consideraciones en torno a las facultades con que contaba el personal policial, desde que sobre tal aspecto hicieron especial hincapié los imputados al indicar que carecían de ellas en relación a los locales emplazados en la zona.No puede dejar de mencionarse lo llamativo que resulta la afirmación de SEVALD y DIAZ en cuanto a que la Policía Federal Argentina no tenía facultades concretas en el caso. Ello así habida cuenta que las disposiciones existentes en la Ley que regula el procedimiento en materia contravencional, son por demás claras en cuanto a que se encuentra en cabeza de la fuerza de seguridad -la policial- todo lo relacionado con las medidas de 233 Poder Judicial de la Nación prevención y de coacción directa en materia de contravenciones (arts. 16, 18 y 19 y ccs).La normativa le impone al funcionario público que las advierta, la obligación de actuar, esto es, hacer cesar la contravención, labrar las actuaciones respectivas y dar intervención inmediata a la Justicia Contravencional (art. 36). Es menester destacar que, la fuerza policial puede, incluso, disponer medidas precautorias, tales como la clausura de un local (art. 18 inc. b9) en caso de grave e inminente peligro para la salud o seguridad pública.En consecuencia, no logra explicarse el suscripto la razón por la cual los imputados se consideran exceptuados de las nobles funciones que tenían asignadas como miembros de la Policía Federal Argentina y si, tal como ellos mismos lo reconocieron en ocasión de efectuar sus descargos exculpatorios sabían que CHABAN llevaba adelante verdaderos recitales en “REPUBLICA CROMAÑON”, no puede comprenderse, de ninguna manera, cuáles eran, a la óptica de los implicados, las tareas que estaban llamados a cumplir en la zona de la repartición para la cual revestían.No puede perderse de vista la experiencia con que contaban DIAZ, BELAY y SEVALD, y los cargos privilegiados que ocupaban y, a la par de ello, la capacidad y competencia funcional que, como cualquier agente policial, tenían para actuar. La mentada norma reza: “Las autoridades preventoras sólo pueden adoptar medida precautorias en los siguientes casos:.. b)Clausura preventiva, en caso de flagrante contravención que produzca grave e inminente peligro para la salud o seguridad públicas”. 9 234 Poder Judicial de la Nación Mal puede alegarse entonces que los justiciables no tenían la facilidad de comprender, a ciencia cierta, que tenían a su cargo la ejecución de la voluntad estatal y, en particular, para lo que a esta investigación interesa, el adoptar todas aquellas medidas tendientes a garantizar la seguridad de los concurrentes a “REPUBLICA CROMAÑON”.De esa forma habrían colaborado en los controles estatales para que aquellos no quedaran librados a la suerte, como finalmente ocurrió, al convertir al local explotado por CHABAN en una verdadera zona liberada.Esa omisión funcional, conforme se sostuviera a lo largo de la presente, se verificó durante todo el tiempo en que el comercio funcionó y siempre CHABAN obtuvo, por parte de los funcionarios, colaboración y atención particular. De tal forma puede concluirse que el accionar evidenciado por los implicados tuvo una única intención: la de consumar en forma continúa el acuerdo venal que mantenían con CHABAN Y VILLARREAL y un único propósito, lograr un beneficio económico.En cuanto al descargo exculpatorio brindado por VILLARREAL, tampoco el mismo resiste el menor análisis, sin perjuicio de ponerse de resalto que el encausado no ha desconocido la presencia policial en las afueras y en el interior de “REPUBLICA CROMAÑON”, un conocimiento previo con su consorte de causa DIAZ y que tenía a su cargo la tarea de confeccionar los detalles de los gastos en torno a la realización de los recitales.235 Poder Judicial de la Nación Si bien el imputado reconoció su participación gráfica en el documento que fuera aportado por Sandoval al proceso, intentó justificar vanamente la leyenda “poli” que fuera asentada por él en dicha constancia mediante un argumento estéril.Así, alegó el implicado la existencia de un sujeto apodado “Poli”, “polito” o “polo”, de quien se mostró imposibilitado de proporcionar dato alguno que permitiera acreditar su real existencia, en favor de quien se había hecho ese pago de pesos 100.Merece un párrafo aparte lo llamativo que resulta que pese a ser un individuo que se movía en el ambiente el alegado por el justiciable, ninguno de los empleados de CHABAN reparó en la presencia de aquel o al menos lo nombró en algún momento.Ese aspecto no resulta menor si se tiene en cuenta que se trataría -según la versión de VILLARREAL- de alguien contratado por las bandas musicales para intervenir en el tema de las entradas -llevarlas a los puntos de venta o retirarlas-, de manera que el contacto entre ellos parecería ser inevitable.No se comprende tampoco como aquellos que hacían la función de manager de los grupos artísticos omitieron dar cuenta de su existencia y menos aún se explica que ese olvido se extendiera al propio imputado. Éste, pese a haberse pronunciado en extenso en cuanto al funcionamiento del local de marras y los “borderaux”, omitió hacer toda referencia a “poli” en sus anteriores actos materiales de defensa (ver fs. 10.337/52 y 12.032/6). Recién 236 Poder Judicial de la Nación llegó a su memoria ese “importante” sujeto en oportunidad de ser impuesto del accionar que en esta pieza se trata.Si a ello se aduna que no resulta común que ese apodo justamente coincida con la manera en que es llamada la Policía y se pondera que esa pieza documental los vincula tanto a VILLARREAL como a CHABAN en forma directa e inequívoca con el hecho que se les enrostra, no puede más que dudarse, seriamente, de la veracidad con que se pronunciara el implicado ante esta sede.Por su parte, habrá de ponderarse que la existencia de pagos a la Comisaría fue una cuestión introducida DIEGO ARGAÑARAZ en oportunidad de practicarse el careo con VILLARREAL.En esa ocasión aquél sostuvo firmemente que éste último le pedía dinero para entregárselo a la Policía.Si bien ARGAÑARAZ se expidió en tal dirección sin prestar juramento de decir verdad, habida cuenta su carácter de imputado en el sumario, no puede dejar de merituarse que sus dichos, en el contexto del plexo probatorio aunado, aparecen verosímiles, máxime cuando con ello no pretendía mejorar su situación en el proceso.Efectivamente se acreditó en el legajo -por otros medios- que hubo, como mínimo, una entrega de dinero en favor de la Seccional cuestionada.De esta forma, entiendo que no existe margen de posible confusión en cuanto a que el documento analizado refleja que existían entregas planificadas de dinero y que esta era la verdadera 237 Poder Judicial de la Nación intención por la cual, a título de pretendida contraprestación bilateral, la Comisaría omitía ejercer una actividad de control sobre el local de marras.Por último, en cuanto a lo referido por VILLARREAL en su acto material de defensa (careos con testigos de cargo), habré de señalar que no se advierte que los dichos de los testigos hayan estado teñidos de interés, odio o cualquier otro sentimiento negativo, ni tampoco es creíble que, sin motivo aparente alguno, se haya orquestado contra el imputado una venganza de tal magnitud y gravedad como su vinculación a este proceso, máxime de repararse en que dos de ellos ni siquiera lo conocían.Corresponde reiterar en esta instancia que se ha comprobado en el sumario la materialidad del ilícito que se le reprocha al encausado y la responsabilidad penal que en el mismo le cupo, lo que permite descartar la existencia del complot que ha alegado el incuso.Así las cosas y en el entendimiento de que las probanzas aunadas que guardan concordancia cronológica y temporal con las particularidades del caso, han permitido reconstruir la verdad histórica de lo acontecido, con el grado de certeza propio de esta instancia y permiten presumir, fundadamente, la participación de los imputados en los hechos reprochados, habré de decretar el procesamiento de los involucrados en orden al accionar del cual fueran impuestos en oportunidad de ser oídos a tenor de lo normado en el art. 294 de Procedimientos en lo Criminal.238 Poder Judicial de la Nación No escapa al suscripto la semejanza de esta investigación con la ya practicada por el Juzgado en lo Criminal de Instrucción º 7. En el marco de tal expediente fue cuestionada la actuación de varios numerarios de la Comisaría 7a. de la Policía Federal -en particular, personal de servicio externo- a quienes se les reprochó la comisión de los delitos de cohecho y exacciones ilegales cometidos en perjuicio de los responsables de diversos locales emplazados en la jurisdicción. A los responsables de estos se les habría “pedido” dinero para omitir labrar actas contravencionales o bien para prestarles algún tipo de colaboración, todo lo cual, huelga aclarar, debía ser oficiosa y funcionalmente otorgado.- HECHO II En lo que hace al accionar reprochado a los imputados SOSA y VILLEGAS entiendo que se ha acreditado debidamente en autos los extremos que se pretendían probar, en cuanto a que los sindicados agentes policiales se abstuvieron, la noche del fatídico episodio, de ejecutar las disposiciones contenidas en la Ley de Procedimiento Contravencional que les incumbían.No se encuentra discutido en el legajo que los involucrados concurrieron al local “REPUBLICA CROMAÑON“ la noche del 30 de diciembre del año pasado, extremo éste que surge nítidamente del libro del móvil 307 perteneciente a la Seccional. Del mismo se 239 Poder Judicial de la Nación desprenden dos desplazamientos, uno a las 19:20 hs. y el restante a las 20:30 hs., siendo éste último QTH aquel que estaba a cargo de los encausados, quienes permanecieron en la puerta del comercio de marras, como mínimo, hasta el momento en que se desató el incendio. Sentada entonces la presencia de los funcionarios en las afueras del establecimiento, entiendo que en modo alguno puede cuestionarse que los mismos advirtieron las flagrantes contravenciones que tuvieron lugar, tanto en las afueras del predio como en su interior y durante el lapso en que permanecieron allí.Así, se debe reparar en el hecho de que, justamente, se ha determinado la existencia de las mismas a partir de los dichos de los testigos presenciales. De lo hasta aquí expuesto, surge entonces que los imputados tomaron conocimiento, a través de su propia percepción y en ejercicio de sus funciones, de las irregularidades apuntadas, como así también se percataron de que, frente a sus ojos, “REPUBLICA CROMAÑON“ se convertía en un verdadero “estadio”, una vez más.Los incriminados no podían desconocer que aquellas anormalidades constituían contravenciones, habida cuenta que justamente ostentaban la calidad de miembros de la fuerza policial con competencia en la materia, conforme fuera puesto de manifiesto a lo largo de la presente, menos aún que aquellas eran perseguibles de oficio. Es el “a, b, c” de la función que cumplen.- 240 Poder Judicial de la Nación Si a ese conocimiento cabal se le aduna que tenían aptitud y competencia funcional y el poder de hecho para realizar la acción esperada, no puede comprenderse desde ninguna óptica -al menos legal- la razón por la cual SOSA y VILLEGAS no iniciaron actuación prevencional alguna, ni concretaron ninguna diligencia para que se pusiera en conocimiento de la Justicia Contravencional o de los inspectores del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo que estaba ocurriendo.No se explica el motivo por el cual contrariaron lo que legalmente era debido y obligatorio.No puede perderse de vista que el panorama que existía esa noche en el local de marras y en sus inmediaciones no requería de un alto grado de análisis por parte de los funcionarios cuestionados para que éstos fácilmente concluyeran de que era imperativa su actuación.No obstante ello, los imputados decidieron deliberadamente hacer oídos sordos a esa situación que ameritaba, más que nunca, su intervención. El lema fue dejar hacer.Finalmente y teniendo en cuenta el injusto que se les endilga a DIAZ y SEVALD -superiores jerárquicos de los incusos- habré de hacer notar brevemente que, aún en la hipótesis de que los mencionados le hubieran dado a los implicados la orden de no actuar -lo cual no ha sido alegado-, la situación no variaría.En tal sentido y frente a esa hipótesis, más que un obrar en virtud de la obediencia debida, la actitud de VILLEGAS y SOSA 241 Poder Judicial de la Nación aparecería como una omisión, a sabiendas, de cumplir con sus funciones. La misma permitiría presumir el conocimiento de Sosa y Villegas de que su accionar era contrario a un deber que les correspondía, con lo que quedaría acreditado su conocimiento y voluntad al momento de la conducta disvaliosa que se les endilga.Efectivamente, su situación no variaría.- CALIFICACIÓN RESPECTO DE LA JURÍDICA CALIFICACIÓN Y CONSIDERACIÓN ENSAYADA EN EL RESOLUTORIO DE FS. 7.361/7.474 Entiende el suscripto que los hechos probados con el alcance del art. 306 del ordenamiento de rito y adjudicados a OMAR EMIR CHABÁN, RAÚL ALCÍDES VILLARREAL, CARLOS RUBÉN DÍAZ, MIGUEL ANGEL BELAY, GABRIEL ISMAEL SEVALD, OSCAR RAMÓN SOSA y CRISTIAN ANGEL VILLEGAS encuadran en los siguientes tipos penales: Los hechos identificados en el presente auto con el nro. I, se subsumen en las figuras de cohecho activo y pasivo, debiendo responder en calidad de COAUTORES, por el primero de ellos los acusados CHABÁN y VILLARREAL. Concurrirá materialmente con el accionar por el cual se les dictara los pronunciamientos de fs. 7.361/7.474 y 12.098/162 respectivamente.- 242 Poder Judicial de la Nación DÍAZ, BELAY y SEVALD deberán responder a título de COAUTORES respecto del segundo de los delitos citados -cohecho pasivo-.En cuanto a la figura de cohecho, tanto en su modalidad activa como pasiva (arts. 258 y 256 del Código Penal), recordemos que el interés jurídico protegido por el código de fondo resulta ser el correcto y normal funcionamiento de la administración pública. La finalidad del legislador ha sido eliminar la corrupción y la venalidad de la administración pública y además, castigar al particular que intenta corromper al funcionario y que con su ofrecimiento anima o incita a la venalidad de éste.Como se advierte, la administración pública en sí misma, como entidad abstracta, no es el bien jurídico protegido en el título XI del C.P., sino el buen funcionamiento y prestigio de ella materializado a través de los distintos órganos que la componen.Por tal motivo, en el título no sólo se penalizan las conductas funcionales (corrección e integridad de los empleados públicos) sino también a todos los terceros corruptores que comprometan, por motivos venales, la irreprochabilidad, transparencia, objetividad e insospechabilidad exigidas por el ordenamiento jurídico y el sistema republicano de gobierno a sus funcionarios, y reclamada por la sociedad, que debe confiar en sus administradores (Cfr. “Delitos contra la Administración Pública” de Jorge Buompadre, Mave Editor, noviembre de 2001).243 Poder Judicial de la Nación En tal dirección, se ha expedido la Excma. Cámara Nacional de Casación Penal al sostener que “mediante el delito de cohecho activo, se intenta disuadir a los particulares y también a los funcionarios públicos (sujetos activos), de facilitar o colaborar en la corrupción de la Administración Pública. Esta figura complementa a la de cohecho pasivo, al reprimir las conductas de quienes contribuyen con su accionar para la consumación de esta forma desagradable de corrupción” (cfr. Sala III, causa nro. 1.833, “Montalto, Pablo y otro s/ recurso de casación”, rta: 118-99).Llegada esta instancia, conviene realizar una breve consideración sobre el bien jurídico tutelado y, en tal sentido, no es sencillo arribar a un concepto único que abarque las distintas figuras y variantes constitutivas del cohecho.Pareciera que en todos los casos “el interés jurídicamente tutelado es administración el correcto y normal funcionamiento pública”, en líneas generales “se de la enfoca la problemática de la venalidad de los funcionarios públicos sin tener en cuenta la licitud o ilicitud del acto en sí mismo”; “se protege, además del normal funcionamiento de la administración, que los funcionarios actúen o desarrollen sus funciones sin otro aliciente que el deber, por una parte, y el sueldo que reciben del Estado” (Edgardo Alberto Donna, ob. cit., pág. 210/1).En igual sentido, se ha pronunciado la Excma. Cámara del Fuero (Sala I, causa “Wowe”, rta: 18-9-96) al sostener que el bien 244 Poder Judicial de la Nación jurídico protegido por la figura de cohecho es “la moralidad y corrección que debe imperar en la administración pública y queda configurado toda vez que un funcionario público pretenda obtener para sí una suma de dinero, pactando la venta de actos de autoridad que debían ser oficiosa y funcionalmente cumplidos”.Lo expuesto nos da la pauta de que no sólo se pretende castigar la ilegalidad de los actos administrativos por venalidad (cohecho pasivo propio), sino también se quiere resguardar “la probidad económica o austeridad del funcionario en garantía de la futura legalidad o imparcialidad de sus actos administrativos” (cfr. “Los delitos contra la Administración Pública” de Carlos Mir Puig, pág. 226 y ss., J.M. Bosch Editor, Barcelona, 2000).Si bien nuestra ley no hace distingo entre el cohecho pasivo propio e impropio, corresponde subsumir las conductas de los imputados dentro de la segunda modalidad delictiva, por tratarse en el particular de haber omitido actuar en los casos en que debían hacerlo.Cabe destacar que lo punible es el pacto venal, por lo que la consumación se determina en el perfeccionamiento de dicho pacto: si la acción es la de recibir dinero o dádivas, la consumación se da en el momento en que estos objetos son recibidos, con independencia de que el funcionario cumpla o no con la realización u omisión acordadas (ver Jorge Buompadre, ob. cit) ni es necesario que éste se conduzca según lo explícita o implícitamente acordado 245 Poder Judicial de la Nación (cfr. Nuñez Ricardo C., “Tratado de Derecho Penal”, T. V, Vol. II, pág. 100, Ed. Marcos Lerner, Córdoba, 1992).En tal dirección, ha sostenido la jurisprudencia que “tanto el cohecho propio (actos ilícitos del agente público) y el impropio (comportamiento lícito del mismo) quedan igualmente atrapados por el instituto común que los nucléa y son pasibles de punición. En virtud de ello, poco importa que el acto por el cual se aceptó la dádiva o dinero sea legal: la característica mencionada no altera para nada la base corrupta del rol asumido por el funcionario, cuyo desvalor es lo que al fin y al cabo repugna al derecho y por lo tanto la norma busca prevenir” (in re: C.C.C., Sala VII, “B.J. y otros”, Ed.103-377, 31-8-82).Finalmente, corresponde señalar que los actos exigidos a los funcionarios y que éstos omitieron realizar a cambio de dinero (no actuar conforme a la Ley frente a las irregularidades existentes en el local de marras y permitir su funcionamiento en deficientes condiciones y pese al cambio de destino) resultaban ser de su competencia funcional.Sentado ello, ninguna duda cabe en cuanto a que la conducta atribuida a OMAR EMIR CHABAN y a RAUL ALCIDES VILLARREAL encuentra adecuación típica en la figura de cohecho activo, como adelantara.Se debe poner de resalto que el artículo 258 del Código Penal reprime, entre otros actos, al que directamente ofreciere dádivas a un funcionario público, en procura de que haga o deje de hacer algo 246 Poder Judicial de la Nación relativo a sus funciones, consumándose tal acción típica al formularse la propuesta (ofrecer) y cuando esa proposición llega a conocimiento del funcionario (ver C.C.C.Fed., Sala I, c. 29.140, reg. 959 J.3 S.6, “Conforti Christian y Maffioli, Daniel s/ cohecho y encubrimiento”, rta: 13-11-97). No resulta necesaria la efectiva entrega de la cosa y resulta indiferente la actitud que el funcionario asuma, en cuanto a si acepta o rechaza el ofrecimiento (cfr. fallo “Montalto....” ya citado).El injusto reside en la conducta típica y antijurídica del tercero -rol de CHABAN y VILLARREAL- que da u ofrece dádivas o ventas o dinero o presentes o futuras promesas a un funcionario público para que éste observe la conducta reprimida en el art. 256 del citado cuerpo de normas, esto es, hacer, retardar o dejar de hacer algo propio de sus funciones o competencia, es decir, se persigue la finalidad o procura de obtener un beneficio por parte del funcionario.A lo largo de esta investigación se ha comprobado -con el grado de certeza exigido por el art. 306 del Código Adjetivo- que CHABAN y VILLARREAL obraron con determinación voluntaria y libre y con la voluntad de procurar el acuerdo venal y, de esa forma, obtener los favores funcionales de los restantes co-imputados en su provecho.A su vez los incriminados en modo alguno podían desconocer que los ofrecimientos formulados a los funcionarios involucrados en 247 Poder Judicial de la Nación el accionar materia de juzgamiento -más allá de su aceptación o rechazo- constituían un injusto reprochado penalmente.Se debe remarcar que lo punible en el tipo penal bajo análisis es la mera actividad, de manera que, al no exigirse un complemento externo o resultado material, la simple propuesta formulada por los encausados constituye la consumación del injusto que nos ocupa .Finalmente, habrá de destacarse que se aprecia en las conductas de los imputados una unidad de resolución, dirigida a la Comisaría, representada por BELAY, SEVALD y DIAZ- funcionarios públicos en los términos del art. 77 del Código Penal-, para que cada uno, en la medida de sus facultades -que eran las máximas-, permitieran el funcionamiento de “REPUBLICA CROMAÑON” pese a las irregularidades y contravenciones que con ello se desataban y omitieran realizar el acto debido (hacer cesar las contravenciones, dar intervención a la justicia contravencional y, en su caso, proceder a la clausura preventiva e inmediata del comercio).Debe destacarse que la actividad cuya omisión se perseguía con los ofrecimientos espurios resultaba relativa a las funciones de los policías, es decir, éstos tenían aptitud funcional para actuar en el caso en particular.Por su parte, encontrándose acreditado el ofrecimiento de dinero que se les dirigió a DIAZ, BELAY y SEVALD, no se plantean dudas sobre la consumación del delito.- 248 Poder Judicial de la Nación El pacto y el recibimiento del precio perfeccionan el delito de cohecho pasivo (cfr. “Delitos contra la Administración Pública” de Edgardo Alberto Donna, pág. 225, Rubinzal Culzoni Editores, Santa Fé, junio de 2000).- 249 Poder Judicial de la Nación Se ha comprobado, con el alcance exigido en esta etapa del proceso, que hubo un pacto o convenio venal entre los sujetos que la figura en examen requiere, que existió la acción bilateral o codelincuencia exigida por el digesto de fondo, en todas sus manifestaciones .Por un lado, CHABAN Y VILLARREAL efectuaron un ofrecimiento de dinero a Díaz, quien aceptó, en al menos una oportunidad, una suma dineraria, accionar del cual se beneficiaron, patrimonialmente, sus superiores jerárquicos –BELAY y SEVALD-. La línea de razonamiento expuesta ampliamente en considerandos anteriores así lo ha dejado demostrado.Debe destacarse que, no obstante el alto cargo que revestían los funcionarios policiales en la Seccional 7a., la obligación de actuar ante la existencia de una contravención le correspondía a cualquier funcionario policial, con independencia de su jerarquía, por tratarse de la autoridad de prevención y de coacción directa en la materia y por resultar miembros de la fuerza de seguridad en el ámbito de esta Ciudad.Lo expuesto no obsta a que se considere de singular importancia el hecho de que los imputados BELAY y SEVALD eran las autoridades máximas de la repartición cuestionada y que DIAZ hacía las veces de “Comisario”, puesto que los reemplazaba en sus funciones durante su ausencia y era además el jefe operativo de la Seccional, esto es quien tenía a su cargo el servicio de control externo.250 Poder Judicial de la Nación Ello pone en evidencia que los imputados no sólo tenían la competencia y capacidad funcional para otorgar los actos exigidos, sino además un poder cierto y concreto en la jurisdicción en la que actuaban y una influencia sobre sus inferiores jerárquicos, puesto que, además de lo expuesto, eran los directos y principales responsables de la Comisaría.Por último, cabe descartar la aplicación al particular -en concreto respecto del accionar reprochado a DIAZ, BELAY y SEVALD- del tipo penal previsto en el art. 248 del C.P., constitutivo del delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público. Ello así en tanto, si bien se ha acreditado en autos que los imputados omitieron realizar un acto funcional al cual estaban obligados por ley, la circunstancia de que esa inacción esté prevista en la norma del art. 256 del ordenamiento legal de fondo como el objeto de prestación sobre el cual recae el contrato ilícito celebrado entre el cohechante y el funcionario público, hace que, por una cuestión de especialidad, la figura que aparentaba concurrir quede absorbida por la de cohecho pasivo.Por otro lado, el suceso reprochado a SOSA y VILLEGAS HECHO II- encuentra adecuación típica en el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público –art. 248 del Digesto de fondo-, por el cual deberán responder en carácter de AUTORES.- 251 Poder Judicial de la Nación Ello, desde el momento en que se ha comprobado “prima facie” en el sumario que los imputados prenombrados eran funcionarios públicos en los términos del art. 77 del ordenamiento de fondo.Como tales, tenían como obligación el actuar ante las contravenciones perseguibles de oficio, hacerlas cesar y denunciarlas, en su caso, clausurar preventivamente el lugar. Tales obligaciones que tenían por imperativo legal, en el caso por aplicación de los arts. 16, 18, 19 y 36 de la Ley de procedimiento contravencional oportunamente citados. Pese a ello y a que ambos conocieron en el ejercicio de sus funciones tales contravenciones (según ya se ha considerado), no obedecieron ni ejecutaron esa ley, cuyo cumplimiento les incumbía.Aquí, para no resultar sobreabundante y reiterativo, me remito a las consideraciones vertidas al momento de adecuar jurídicamente el episodio por el que se dispondrá el procesamiento de Victor TELIAS. Allí traté pormenorizadamente las diferencias existentes entre las figuras previstas y reprimidas por los art. 248 y 249 del Digesto de fondo. La diferencia radica en que en aquél caso escogí la segunda de las figuras, resultando de aplicación para el caso de SOSA Y VILLEGAS, por las consideraciones vertidas, la segunda. D) CONSIDERACIONES SOBRE LAS CALIFICACIONES LEGALES: 252 Poder Judicial de la Nación Si bien fue tratado extensamente al dictarse el auto de procesamiento de RAÚL ALCIDES VILLARREAL, DIEGO MARCELO ARGAÑARAZ y LORENZO FREDY BUSSI, resulta prudente explayar nuevamente en este auto las consideraciones relacionadas a la responsabilidad criminal de las personas que, con sus acciones u omisiones, contribuyeron a causar el hecho traído a estudio (interrelación de numerosas esferas de competencia).Más aún cuando tales comportamientos tuvieron encuadre en dos de las formas que integran el tipo penal: la culposa o dolosa, tal como demostró la manera en que se calificaron las conductas que se atribuyen a los imputados, tanto los que se encuentran procesados, como los cuales su situación procesal aquí se resolverá.Para comprenderlo, será necesario apartarnos de la rigidez con que muchas veces la dogmática aborda estas cuestiones.Pueden ser muchas las preguntas a formularnos para determinar las responsabilidades en un evento de estas características.Existiendo ya en la causa dos autos de mérito, el primer cuestionamiento debe ser: si los ejecutores actúan con dolo, ¿es posible responsabilizar a aquellos que introdujeron una condición del resultado en forma imprudente?Para dar respuesta a esta cuestión debemos abordar la teoría de la prohibición de regreso y sus alcances, la cual es utilizada para excluir la imputación objetiva de un comportamiento.253 Poder Judicial de la Nación Ya en su enunciado “no todo es asunto de todos” adelanta su finalidad Jakobs. En tal inteligencia, estimó que ella colabora en la determinación de cómo se interrumpe el curso causal en la imputación objetiva.Por su parte Rudolphi y Roxin -que no la compartíanconsideraron que lo único decisivo para determinar si un resultado de injusto puede ser imputado a varias personas es la cuestión acerca de si ha sido infringido en alguna medida un deber de cuidado impuesto en protección de bienes jurídicos.Se esbozan ya cuestiones de fundamental tratamiento aquí, a las que hay que prestar particular atención y que son, la causalidad, la posible aplicación de los principios de aquélla teoría y las violaciones a los deberes objetivos de cuidado.La prohibición de regreso se refiere a aquellos casos en los que un comportamiento que favorece la comisión de un delito por parte de otro sujeto, no pertenece al significado objetivo de ese delito. Puede ser distanciado de él. En el caso en estudio no es así por tratarse de aportes que no son inocuos y por ello habilitan a que pueda recaer una imputación sobre la persona que los realiza.También la prohibición de regreso intenta explicar que un aporte hecho no participa, en tanto se trate de una conducta que se encuentre dentro de un rol, es decir que respeta una posición definida normativamente la cual, a su vez, se vincula a deberes dentro de la sociedad.- 254 Poder Judicial de la Nación Si quien interviene se limita a efectivizar un aporte inocuo y cotidiano, en referencia a un rol aceptado, y el autor toma provecho de ello para materializar un evento dañoso, no habrá responsabilidad del interviniente. En el evento analizado no es así.Justamente por eso a la prohibición de regreso se la ubica sistemáticamente en la participación, situación que aquí descartaremos en algunos casos al calificar directamente en forma culpable algunas de las conductas en estudio.Ayuda también en la determinación de la interrupción de cursos causales, pero aquí no será necesario ya que veremos como todos los comportamientos contribuyen al resultado.Debe haber contribución común al resultado por convergencia objetiva.Quien lleva a cabo una conducta dentro del riesgo permitido permanece dentro de su rol. Su comportamiento es socialmente adecuado y no defrauda ninguna expectativa. El rol se deberá mover dentro del riesgo permitido que debe mirar lo socialmente adecuado y no sólo lo jurídico.Delinque quien incumple con su rol y así ya no favorece a quien participa de un hecho sino que lisa y llanamente pasa a ser autor.A partir de allí se le imputará no evitar lo evitable estando en posición de garante.Podemos destacar aquí que no solamente no se evita lo que podría evitarse sino que tampoco se ve lo que debía verse, 255 Poder Judicial de la Nación extremo que llevó a calificar a alguna conducta como de dolo eventual.El evitar forma parte del rol a cumplir y ese rol está determinado por los institutos de la imputación objetiva.Puede haber comportamientos que favorezcan el delito pero el sentido de comportamiento debe efectivamente favorecerlo y de ese modo también se convierte en un delito propio.De no ser así agotan su sentido en lo socialmente adecuado.Por ello algo es propio no sólo cuando concurse una realización de propia mano sino cuando exista una razón para imputar como propio lo sucedido.Entonces se imputa al autor un resultado, si pudiendo evitarlo y estando obligado por el derecho a hacerlo, no lo evitó.Desde el punto de vista ex-ante la producción del resultado aparece como absolutamente probable. Las acciones y las omisiones de los aquí imputados eran peligrosas.Se trata entonces de la expresa violación de un deber objetivo de cuidado, actuando además fuera del riesgo permitido.El daño causado en autos es de aquellos que la norma intenta evitar, por lo tanto los riesgos en estudio se encuentran desaprobados. Las normas justamente tratan de evitar esos resultados.Jakobs sostiene que no hay imputación si los comportamientos no tienen algo en común. Aquí las conductas no son en si mismas inocuas ni son arbitrariamente desviadas por otro autor.256 Poder Judicial de la Nación Dando por sentado que no se admite la participación imprudente en un delito doloso, el análisis consistió en si el supuesto partícipe es o no el autor de un delito imprudente.Cuando entran en contacto comportamientos de varias personas -como en el caso que nos ocupa- cada uno de los implicados debe poder confiar en que los demás se comporten conforme al cuidado debido ya que ellos también están sometidos a exigencias del ordenamiento jurídico (Stratenwerth).Jakobs llama sentido colectivo a lo que se le imputa a todo aquél que organiza un contexto con consecuencias objetivamente delictivas.Una de las conclusiones es entonces que la conducta que por dolo eventual se imputara a CHABAN pudo ser compartida por otros (VILLARREAL) y no excluye la responsabilidad de quienes habrían cometido conductas imprudentes.Ello por cuanto aquí no se crearon en forma imprudente condiciones que fueron aprovechadas por otro para cometer un delito. Simplemente contribuyeron, justamente por el riesgo que significaron, a causar el resultado.No las considero simplemente participaciones imprudentes en un delito doloso que deberán ser finalmente consideradas atípicas dada la exigencia de dolo en el partícipe. Por el contrario al no ser alcanzadas por la prohibición de regreso, por las razones ya citadas, pasan a ser conductas independientes pasibles de reproche penal.Dicho simplemente: configuran en si mismo un delito.257 Poder Judicial de la Nación Y en ese nuevo delito claramente culposo ya no podrá distinguirse entre autoría y participación: todos responderán como autores en la medida que hayan violado un deber de cuidado. Ello también es consecuencia del sistema de incriminación cerrada que la imprudencia presenta.Las conclusiones a las que arribamos serán entonces dos: Hablaremos sólo de autor en los delitos imprudentes (aunque ya autores tales como Silva Sánchez y Mir Puig admitan en algunos casos participación aún en los delitos culposos). Y como adelantamos, la participación imprudente en los delitos dolosos serían siempre atípicas.Pero en este legajo, hasta el presente, varios de los imputados no participaron en esa inteligencia sino que violaron un deber de cuidado que por una u otra razón tenían asignados. Insisto, no fueron meros participantes en una relación causal que concluyó en la muerte de numerosas personas. No aportaron un simple comportamiento imprudente.Ahora bien, justamente por tratarse de un tipo abierto fue necesario valorar en este auto las numerosas normas que nos dan cuenta de las conductas debidas y de los consiguientes deberes inobservados.Para reforzar el razonamiento conviene también recordar algunos conceptos sobre la teoría del dominio del hecho. Surgida con el finalismo de la mano de Welzel, para ella autor o coautor es 258 Poder Judicial de la Nación quien tiene el dominio del hecho. De no ser así se es participe o cómplice.En coautoría podrá contribuir en el dominio de la decisión y en el dominio en la configuración.El dominio del hecho está repartido de manera funcional. Por lo tanto, en la coautoría nadie tiene el dominio total del hecho sino que está repartido de acuerdo a los roles de cada uno.Desde el punto de vista subjetivo hay un dato esencial que es la decisión común o conjunta del hecho. Debe haber acuerdo expreso o concluyente al hecho común. Todos los coautores deben estar de acuerdo en un plano de igualdad para ejecutar el hecho. Además, cada interviniente debe saber que existían otros aunque no los conozca en la ejecución del hecho común.El hecho es la obra común de todos. Todos deben saber de la intervención del otro y deben estar unidos por un pacto común. La participación implica contribuir en un hecho ajeno, esto es en un hecho que tiene otros autores (en este caso en realidad los imputados sujetos a examen han violado objetivamente deberes de cuidado que tenían por su función asignados).Su contenido material radica en auxiliar la comisión del delito mediante aportaciones, generalmente causales, que toma en consideración el autor del delito.La participación es un delito que implica contribuir en el hecho punible del autor. La autoría es principal y la participación es accesoria. Siempre habrá una relación de dependencia entre la 259 Poder Judicial de la Nación autoría y la participación y para que ésta exista primero debe existir el hecho principal punible. De ahí su carácter de accesoria.El autor del hecho principal deberá ser el encargado de iniciar su ejecución. Si no lo hace aún habiendo existido colaboración no habrá participación que interese a la órbita penal.Otro punto de examen debió ser la causalidad. En su ámbito la cuestión reside en determinar cuándo, cómo y porqué un hecho y un resultado deben ser imputados a una persona como su obra propia.Primero se apeló a la causalidad “naturalística”, pero cuando un efecto es producido por innumerables causas como en el suceso denominado ya “República de Cromañon”, diversas teorías trataron de limitar los alcances de dicha causalidad.Así se trató de privilegiar a unas causas frente a otras distinguiendo entre el curso causal y sus interrupciones, que dieron lugar a la primitiva prohibición de regreso por la cual se impedía desandar el camino desde el resultado hacia atrás, buscando causas hasta el absurdo.Desde Von Buri, con su teoría de las condiciones equivalentes -conditio sine qua non-, la causalidad adecuada o ya Beling con su teoría del verbo intentaron poner freno a las relaciones causales en la posibilidad del reproche penal.Finalmente surge la imputación objetiva como pretensión a solucionar los problemas de causalidad, teoría que muchas veces pretendió ser denominada imputación al tipo objetivo.- 260 Poder Judicial de la Nación Esta tiende a determinar cuándo un suceso causal debe ser considerado socialmente relevante. Intenta hallar criterios normativos que permitan indicar las circunstancias que hacen que una causación sea una acción típica.Esbozada por Roxin, la imputación se produce conforme los siguientes principios: *Un resultado causado por el agente sólo se puede imputar al tipo objetivo si la conducta del autor ha creado un peligro para el bien jurídico no cubierto por un riesgo permitido, es decir, debe comportar un riesgo desaprobado por el ordenamiento jurídico.*Dicho riesgo debe manifestarse en un resultado.*La imputación puede desaparecer si el alcance del tipo no prevé la evitación de esos riesgos.Influenciado por el idealismo alemán a través de Hegel, Jakobs reformula la teoría de la pena y crea la teoría de la prevención general positiva para la cual el delito constituye una defraudación a las expectativas sociales.La imputación objetiva pretende establecer a quién debe imputársele el hecho defraudatorio buscando cual es la condición determinante del resultado.La condición determinante se establece valorativamente -no “naturalisticamente”- y a través de normas que establecen cual es la condición verdaderamente determinante del suceso. Entre autor, víctima y terceros, según los roles que desempeñen ha de determinarse a quién compete el acontecer relevante, es decir 261 Poder Judicial de la Nación quien por haber quebrado el rol, administrándolo de modo deficiente, responde penalmente.A las personas sólo se les pide que cumplan su rol. Si no cumplen provocan un aumento del riesgo permitido. Si se establece que ese aumento del riesgo es determinante y se verifica en el resultado, hay imputación objetiva.Según Jakobs no es necesario ya construir el delito en base a datos naturalistas -causalidad y dolo- sino que lo esencial es que concurra el quebrantamiento de un rol.Sobre estos parámetros se ha asignado responsabilidad criminal a los imputados.Veamos ahora la autoría. Cuando se trata de la intervención de una pluralidad de personas en un hecho debemos considerar la participación criminal de cada uno de ellos.En el evento aquí abordado es evidente que la presencia de numerosas creaciones de riesgos dolosos e imprudentes que, sin estar conectadas entre si, provocaron un resultado típico.En estos casos en que no hubo acuerdo, donde cada uno actúa unilateralmente, no corresponde (como en la coautoría) una imputación común del hecho y su resultado, sino que cada autor debe responder de manera independiente.Debemos verificar la conducta en sus aspectos objetivo y subjetivo con el resultado típico ya que no hubo plan de acción común.- 262 Poder Judicial de la Nación No se trata de un autor incierto en cuanto a que se ignora quien causó el resultado, sino que el mismo fue producto de un conjunto de factores asignados a distintas personas.Lo que generaliza la atribución del resultado es el acuerdo criminal y si no hay acuerdo debemos considerar por autoría paralela la situación concreta de cada uno de los autores en la causación del resultado.Un razonamiento contrario sería adoptar nuevamente a la causalidad como único parámetro de atribución de responsabilidad criminal.Se llegará al absurdo además que ante una única conducta dolosa en el hecho aún en forma eventual todas las demás contribuciones imprudentes al resultado de entidad por su objetiva violación a deberes de cuidado quedarán probablemente impunes por ser consideradas atípicas por una cerrada aplicación de la prohibición de regreso o por no entenderla, como aquí se pretende, como una autoría accesoria.Este concepto, -Nebentaterschaft- (tema tratado en extenso por Ricardo Robles Planas en “Participación en el delito e imprudencia” Revista de Derecho Penal y criminología, número 6 2000-, pág. 223-251) fue tratado también por otros autores.Hans Welzel define la autoría concomitante como el obrar conjunto de varias personas sin acuerdo recíproco en la producción de un resultado.- 263 Poder Judicial de la Nación Para Stratenwerth hablamos de coautoría accesoria cuando varios partícipes en un hecho causan el mismo resultado independientemente uno del otro. No se trata de una forma independiente de la autoría sino solamente de la caracterización conceptual de un grupo de causas en las que el suceso que realiza el supuesto de hecho típico es llevado a cabo por varias personas que responden como autores sin que se cumplan los presupuestos de la coautoría.La autoría paralela o concomitante requiere una relación causa -efecto entre la conducta y el resultado para cada uno de esos autores paralelos-.El suscripto consideró pertinente efectuar estas aclaraciones tras la calificación legal adoptada.- E- RESPECTO DEL HECHO QUE DAMNIFICA A FACUNDO SEBASTIÁN VAZQUEZ – III - Los elementos reunidos en autos permiten acreditar con el alcance previsto por el art. 306 del Código Procesal Penal de la Nación que OMAR EMIR CHABAN provocó, con las acciones y omisiones que le fueran señaladas a fs. 1.625/6 y en las circunstancias de modo, tiempo y lugar allí puntualizadas -todo lo cual le fue reiterado a fs. 5.578/9- la muerte de FACUNDO SEBASTIÁN VAZQUEZ. 264 Poder Judicial de la Nación Éste concurrió al local “ REPUBLICA CROMAÑON ” el día 30 de diciembre de 2004 y, a consecuencia del incendio allí desatado, fue trasladado al Hospital General de Agudos Cosme Argerich y luego derivado al Sanatorio Privado Figueroa Paredes Casanova, sito en la calle Dante Alighieri 3637 de Isidro Casanova, Provincia de Buenos Aires .En dicho nosocomio falleció al día siguiente -31 de diciembresiendo las 19:30 hs., determinándose que el deceso se produjo por la causal “síndrome asfíctico de etiología tóxica secundario a inhalación de monóxido de carbono y/o ácido cianhídrico”.Cabe reiterar en esta instancia que, en orden al accionar materia de tratamiento en este acápite, el imputado CHABAN se abstuvo de efectuar descargo alguno.Sentado ello, es de hacer notar que, a los elementos de cargo detallados en el auto de mérito de fs. 7.361/7.474, que se dan por reproducidos en esta pieza, se han adunado en lo que hace a la muerte reprochada, las constancias incorporadas en el legajo nro. 50 reservado en Secretaría.Así, en primer término, cabe mencionar la declaración testimonial prestada por el Oficial Inspector Angel Denk quien se constituyó el día 31 de diciembre del año pasado en el Sanatorio Privado Dr. Figueroa Paredes, emplazado en sede provincial, a los fines de determinar el ingreso al mismo de personas que hubieran resultado damnificadas en orden al incendio desatado en el local de marras. 265 Poder Judicial de la Nación Allí estableció que se encontraba internado, en el sector de terapia intensiva y con pronóstico reservado, el nombrado Vazquez, quien había sido trasladado al nosocomio en cuestión proveniente del Hospital Argerich ubicado en esta Capital Federal.Tales extremos, en cuanto al ingreso del causante en el hospital de que se trata y su posterior derivación al sanatorio emplazado en sede provincial, se encuentran corroborados por la constancia que fuera extendida por la galena interviniente, Dra. Isabel Kruk .La nombrada dio cuenta del estado de salud de Vazquez al momento en que el mentado funcionario se constituyera en el establecimiento en cuestión; por el informe proporcionado a este Tribunal por el Hospital Argerich y por los testimonios brindados por Marina Gabriela Morrone y Ricardo Daniel Vazquez, progenitores de aquel.Por su parte, obran agregadas al legajo en cuestión las constancias documentales que acreditan que la muerte de Vazquez tuvo lugar el día 31 de diciembre de 2004 siendo las 19:30 hs. en el sanatorio mencionado, dando cuenta la respectiva necropsia llevada a cabo por el Dr. Omar Alejandro Ledesma, de las lesiones que la víctima presentaba en su cuerpo. El citado galeno concluyó que su muerte se produjo por “síndrome asfíctico de etiología tóxica secundario a inhalación de monóxido de carbono y/o ácido cianhídrico”.- 266 Poder Judicial de la Nación De esta forma, habiéndose acreditado debidamente en el sumario el deceso de Facundo Sebastián Vazquez y que el mismo resultó producto del o de los gases tóxicos que el nombrado inhaló en momentos en que se hallaba en el interior del comercio explotado por CHABAN, entiendo que ninguna duda puede albergarse acerca de la participación del encausado en el accionar reprochado en esta instancia y la responsabilidad que en el mismo le cabe.En tal dirección, habrán de tenerse en cuenta las piezas de convicción detalladas en el auto de mérito respectivo, los elementos de cargo agregados a la pesquisa con posterioridad a su dictado y sobre todo, los aspectos objetivos del suceso que se tuvieron por probados tanto en dicho pronunciamiento como en aquel que luce incorporado a fs. 12.098/162, cuestión que fue reiterada en el acápite “consideraciones previas” en esta oportunidad.Así las cosas, los elementos arrimados al sumario justifican la agravación de la situación procesal del incuso con el dictado de auto de procesamiento en orden también a este nuevo hecho por el cual se ampliara su respectiva declaración indagatoria.Corresponde subsumir la conducta de CHABAN en cuanto a este hecho en la calificación legal ensayada en el auto de mérito de fs. 7.361/7.474, esto es homicidio simple en la modalidad de comisión por omisión, endilgado a título de dolo eventual y de autor bajo la categoría que dogmáticamente se precisa como “autor concomitante” (arts. 45 y 79 del Código Penal), del que 267 Poder Judicial de la Nación resultara víctima, en esta ocasión SEBASTIAN FACUNDO VAZQUEZ.En cuanto al tipo penal escogido, habré de remitirme “brevitatis causae” a los extensos y acabados argumentos expuestos en la oportunidad por la distinguida colega que me precedió en la investigación .Más, a diferencia de lo sostenido en tal ocasión, entiendo que el hecho que en esta pieza nos ocupa y los ciento noventa y dos reprochadas al imputado en aquella oportunidad deberán concurrir idealmente (art. 54 del ordenamiento de fondo) y no en forma real (art. 55 del mismo cuerpo legal).De igual forma, entiendo, se evaluarán todos los hechos en su relación entre sí, esto es, concurriendo en forma ideal, por lo que habré de modificar ese extremo de la calificación jurídica oportunamente escogida por estricta aplicación del art. 311 del Código Procesal penal .Ello, en el entendimiento de que se está en presencia de un único acontecimiento del cual resultaron víctimas fatales 193 personas, debiendo ponderarse que esas muertes ocurrieron en un mismo contexto espacio-temporal y a consecuencia de las mismas acciones y omisiones por parte del inculpado, circunstancias objetivas que ameritan, a mi entender, el reproche al incuso en la forma precisada.- F-MEDIDAS CAUTELARES. 268 Poder Judicial de la Nación 1-LIBERTADES. Conforme lo resuelto a fs. 7.361/7.474 y 12.098/162 y teniendo en cuenta los argumentos allí esgrimidos, a los cuales me remito en este acto ‘brevitatis causae’, entiendo corresponde mantener la prisión preventiva oportunamente dispuesta respecto de los acusados CHABÁN y VILLARREAL, en estricta aplicación de lo estatuido por el art. 312 del Código Procesal Penal de la Nación.Por si ello no bastara, en relación a CHABAN no deben pasarse por alto diversas circunstancias que refuerzan el criterio oportunamente esgrimido por mi colega de grado y a las que hice referencia con motivo de resolver sobre una petición excarcelatoria interpuesta en favor del nombrado. Una de ellas es la objetiva y provisional valoración de las características del hecho. No puede pasarse por alto su magnitud y la actitud del mentado frente al mismo.El aquí procesado, desde un primer momento y al menos hasta el presente ha demostrado desinterés absoluto en relación a los hechos del día 30 de diciembre próximo pasado. Pero su obstrucción y evasión de la justicia no se detuvo allí. De las constancias de autos se puede constatar que debieron librarse varias órdenes de allanamiento para dar con su paradero. Finalmente, en un domicilio que no era el habitual sino que, puede 269 Poder Judicial de la Nación presumirse fundadamente, fue utilizado para ocultarse del accionar de la justicia, fue detenido.Tales circunstancias constituyen un parámetro objetivo para dar sustento a la postura que vengo desarrollando (art. 312 inc. 2 del CPP).En relación al resto de los involucrados, no verificándose en autos los extremos exigidos por la normativa ritual invocada, habrá de confirmarse la libertad de la que vienen gozando.- 2-EMBARGOS. Corresponde disponer embargo en los bienes y/o dinero de los encartados en cantidad suficiente para garantizar la pena pecuniaria, la indemnización civil y las costas del proceso.Así, teniendo en cuenta las características de los hechos materia de juzgamiento, la multiplicidad de víctimas, los honorarios correspondientes a la labor de los abogados defensores y la tasa de justicia (art. 6 de la Ley 23.898 y res. 498/91 de la C.S.J.N.) y demás gastos que se hubieran originado a raíz de la tramitación de los presentes actuados (art. 533 del ordenamiento ritual), habrá de fijarse el embargo sobre los bienes y/o dinero de FISZBIN, TORRES, FERNANDEZ, COZZANI y UCAR en la suma de VEINTE MILLONES de pesos ($20.000.000). En el caso de DÍAZ, BELAY y SEVALD en la suma de QUINIENTOS MIL pesos ($500.000), mientras que a SOSA y 270 Poder Judicial de la Nación VILLEGAS habrá de fijárseles la suma de CIEN MIL pesos ($ 100.000). En relación a VICTOR TELIAS, la suma se fijará en DIEZ MIL pesos ($30.000). Por su parte, en los casos de CHABÁN y VILLARREAL y teniendo en cuenta los nuevos sucesos endilgados a los imputados, deberá ampliarse el monto del embargo decretado a su respecto en los resolutorios de fs. 7.361/7.474 y 12.098/162 en las sumas de OCHOCIENTOS MIL pesos($800000) y QUINIENTOS MIL pesos ($500000), respectivamente, ello en concordancia con lo dispuesto en el art. 518 del Código Procesal Penal de la Nación.Por ello, conforme los argumentos esgrimidos y las normas legales citadas, corresponde y así, RESUELVO: I. DECRETAR PREVENTIVA de EL PROCESAMIENTO FABIANA GABRIELA sin PRISIÓN FISZBIN, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por considerarla ´prima facie´ coautora del delito de homicidio culposo agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del Código Penal y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación). II. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes de la imputada FISZBIN hasta alcanzar la suma de VEINTE MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código Procesal Penal de la Nación). 271 Poder Judicial de la Nación III. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de ANA MARÍA FERNÁNDEZ, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por considerarla ´prima facie´ coautora del delito de homicidio culposo agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del Código Penal y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación). IV. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes de la acusada FERNÁNDEZ hasta alcanzar la suma de VEINTE MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código Procesal Penal de la Nación). V. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de GUSTAVO JUAN TORRES, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de homicidio culposo agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del Código Penal y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación). VI. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes del imputado TORRES hasta alcanzar la suma de VEINTE MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código Procesal Penal de la Nación). VII. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de RODRIGO MARIO COZZANI, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por 272 Poder Judicial de la Nación considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de homicidio culposo agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del Código Penal y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación). VIII. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes del acusado COZZANI hasta alcanzar la suma de VEINTE MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código Procesal Penal de la Nación). IX. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de ALFREDO EDUARDO UCAR, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de homicidio culposo agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del Código Penal y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación). X. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes del encartado UCAR hasta alcanzar la suma de VEINTE MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código Procesal Penal de la Nación). XI. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de VICTOR DANIEL TELIAS, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 en relación al hecho señalado como “b” en su declaración indagatoria, por considerarlo ´prima facie´ autor del delito de omisión de los 273 Poder Judicial de la Nación deberes de oficio (arts. 45 y 249 del Código Penal y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación). XII. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes del imputado TELIAS hasta alcanzar la suma de TREINTA MIL pesos ($30.000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código Procesal Penal de la Nación). XIII. DECRETAR LA FALTA DE MÉRITO PARA PROCESAR O PARA SOBRESEER A DANIEL ALEJANDRO DÍAZ, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por el hecho que fuera indagado (arts. 309 del Código Procesal Penal de la Nación). XIV. DECRETAR LA FALTA DE MÉRITO PARA PROCESAR O PARA SOBRESEER A JUAN CARLOS LOUPIAS, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por el hecho que fuera indagado (arts. 309 del Código Procesal Penal de la Nación). XV. DECRETAR LA FALTA DE MÉRITO PARA PROCESAR O PARA SOBRESEER A VÍCTOR DANIEL TELIAS, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por el hecho “a” que fuera indagado (arts. 309 del Código Procesal Penal de la Nación). XVI. MODIFICAR LA CALIFICACIÓN LEGAL ESCOGIDA EN EL DECISORIO DE FS. 7.361/7.474, mediante el cual se decretó el PROCESAMIENTO con prisión preventiva de OMAR 274 Poder Judicial de la Nación EMIR CHABÁN, de las demás condiciones personales lucientes en el sumario, en orden al delito de homicidio simple cometido en forma reiterada en ciento noventa y dos oportunidades en concurso real entre sí (arts. 45, 55 y 79 del Código Penal), debiendo concurrir las muertes entre sí, incluyendo aquella que ha sido motivo de tratamiento en esta oportunidad, en forma ideal (art. 54 del ordenamiento de fondo).XVII. AMPLIAR PREVENTIVA de EL OMAR PROCESAMIENTO con EMIR de CHABÁN, PRISIÓN las demás condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por considerarlo ´prima facie´ co-autor del delito de cohecho activo – Hecho I- y autor del delito de homicidio simple –Hecho III- que concurren materialmente entre sí. En el caso del hecho identificado como I, concurre de la misma forma –real- con el ilícito que se le atribuyó en el auto de mérito de fs. 7.361/7.474 (arts. 45, 55, 79 y 258 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 312 y ccs. del Código Procesal Penal de la Nación).XVIII. AMPLIAR EL EMBARGO trabado en el punto II- del decisorio de fs. 7.361/7.474 respecto de los bienes o dinero del acusado CHABÁN en la suma de OCHOCIENTOS MIL pesos ($800000) -art. 518 del ordenamiento de rito.XIX. AMPLIAR EL PROCESAMIENTO con PRISIÓN PREVENTIVA de RAÚL ALCÍDES VILLARREAL, de las demás condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 del registro de este Tribunal, por considerarlo ´prima facie´ co-autor 275 Poder Judicial de la Nación del delito de cohecho activo que concurre materialmente con el ilícito atribuído en el auto de mérito de fs. 12.098/162 (arts. 45, 55 y 258 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 312 y cc. del Código Procesal Penal de la Nación).XX. AMPLIAR EL EMBARGO trabado en el punto V- del decisorio de fs. 12.098/162 respecto de los bienes o dinero del encartadoVILLARREAL en la suma de QUINIENTOS MIL pesos ($500000) -art. 518 del ordenamiento de rito.XXI. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de CARLOS RUBÉN DÍAZ, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de cohecho pasivo (arts. 45 y 256 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).XXII. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes del imputado DÍAZ hasta alcanzar cubrir la suma de QUINIENTOS MIL pesos ($500000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del ordenamiento ritual).XXIII. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de MIGUEL ANGEL BELAY, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de cohecho pasivo (arts. 45 y 256 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).276 Poder Judicial de la Nación XXIV. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes del acusado BELAY hasta alcanzar cubrir la suma de QUINIENTOS MIL pesos ($500000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del ordenamiento ritual).XXV. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de GABRIEL ISMAEL SEVALD, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de cohecho pasivo (arts. 45 y 256 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).XXVI. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes del acusado SEVALD hasta alcanzar cubrir la suma de QUINIENTOS MIL pesos ($500000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia adscripto (art. 518 del ordenamiento ritual).XXVII. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de OSCAR RAMÓN SOSA, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por considerarlo ´prima facie´ autor del delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público (arts. 45 y 248 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).XXVIII. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes del acusado SOSA hasta alcanzar cubrir la suma de CIEN 277 Poder Judicial de la Nación MIL pesos ($100000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del ordenamiento ritual).XXIX. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN PREVENTIVA de CRISTIAN ANGEL VILLEGAS, de las restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por considerarlo ´prima facie´ autor del delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público (arts. 45 y 248 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).XXX. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes del acusado VILLEGAS hasta alcanzar cubrir la suma de CIEN MIL pesos ($100000), medida que llevará a cabo el Secretario del Tribunal o el oficial de justicia adscripto (art. 518 del ordenamiento ritual).XXXI. CONFIRMAR LA LIBERTAD QUE VIENEN GOZANDO LOS IMPUTADOS BELAY, SEVALD, DIAZ, SOSA, VILLEGAS, FISZBIN, TORRES, FERNANDEZ, COZZANI, UCAR y TELIAS. XXXII. CITAR A LOS PROCESADOS a fin de notificarse personalmente del embargo, realizar el cuadernillo previsto en los arts. 26 y 41 del CP y que se le extraigan triple juego de fichas dactiloscópicas, bajo apercibimiento de ley. XXXIII. Realícese a los imputados un informe socioambiental, líbrese oficio. 278 Poder Judicial de la Nación XXXIV-En atención al videocassette que fuese aportado por el testigo Alejandro Omar BASALO-JATIB en su declaración del días quince de febrero del año en curso, encomiéndese a la División Apoyo Tecnológico de la PFA que, en el término de cinco días hábiles, proceda a obtener imágenes digitalizadas de su contenido como también realizar la pertinente transcripción mecanográfica del audio con que cuente. Dicha diligencias necesariamente tendrá que ser llevada a cabo ante la presencia de dos testigos recabados al efecto, tal como lo prevé el artículo 138 del Código Procesal Penal de la Nación.Notifíquese a las partes en los términos del artículo 258 del CPPN.XXXV- Por otro lado, fíjase como fecha de realización de la inspección ocular a realizarse en el local “REPÚBLICA CROMAÑON” -a la que podrán concurrir las defensas- el día 18 de mayo del año en curso, a partir de la hora 10 y hasta las 14 horas.En consecuencia, hágaseles saber que dentro del término de 72 horas, deberán informar los nombres de los letrados que deseen participar de la misma. Póngase en conocimiento del Sr. Jefe del Departamento Guardia de Infantería de la PFA (que se encuentra custodiando el predio) que deberá contar con la iluminación necesaria y cualquier otro material indispensable para llevar a cabo la medida, para lo cual podrá requerir la cooperación de la Superintendencia de Bomberos de la PFA. Líbrense los despachos del caso.279 Poder Judicial de la Nación En ese sentido, y para permitir el ingreso al lugar, se precederá a desfranjarlo y luego de realizada la diligencia se deberá franjarlo nuevamente y dejarlo en idénticas condiciones a las que se encontraba.Déjase expresa constancia que el alcance de la medida tendrá por objeto la ilustración de los intervinentes en cuanto al lugar en que ocurrieron los hechos, no practicándose medida procesal alguna.Toda la diligencia deberá realizarse en presencia de dos testigos hábiles recabados al efecto -art 138 del CPP- y se volcará en el acta de estilo respectiva que se confeccionará al efecto por personal policial de la División Búsqueda de Personas de la PFA. Además, se deberá tener especial cuidado en preservar la escena del crimen.XXXVI-PRACTICAR UN ESTUDIO PERICIAL sobre los inmuebles ubicados en la calle Bartolomé Mitre 3036/78 de esta ciudad, a fin de determinar: a) Si los planos de la finca que se encuentran reservados en Secretaría se corresponden con las instalaciones. En caso negativo deberán determinarse concretamente sus diferencias. b) Si el local de Bartolomé Mitre 3060, Planta Baja, cumple con la normativa vigente para ser habilitado como local de baile clase C.En particular deberá precisarse: 280 Poder Judicial de la Nación 1.- si tiene comunicaciones con otros locales, y se ser así, cuáles son, 2.- si cuenta con medios de salida propios e independientes a la vía pública, y si reúnen por sus características y dimensiones la condición de las salidas de emergencia 3.- si la cantidad de medios de egreso y las dimensiones que éstos tienen, se condicen con aquellas requeridas para un lugar como el cuestionado.c) Para el caso de que pudiera recibir la habilitación como local clase C, deberá especificarse si por su situación correspondía ser considerado como un local independiente o anexo del hotel lindero.d) Cuál sería el tiempo de evacuación total del local. Para ello deberá tener en cuenta el resultado de los puntos b) y c) en cuanto a las vías de egreso que el lugar tenía como establecimiento independiente de los recintos linderos. También deberá tomar como parámetro que en el lugar hubiera 1031 o 3000 personas.También deberá efectuarse el cálculo para el supuesto en que la evacuación sólo podría efectuarse a través de las puertas que comunican el vestíbulo con el local principal .e) Deberán expedirse sobre las características del material utilizado en el techo del local y en particular sobre su resistencia al fuego y al tipo de gases que producen en combustión .f) Por último sobre el sistema de ventilación del ambiente y de extracción de aire para que se expidan sobre sus características y si resultaba apropiado para el lugar .281 Poder Judicial de la Nación g) En base al resultado de los puntos anteriores, deberá determinarse si correspondía el otorgamiento del certificado expedido por la Superintendencia Federal de Bomberos.La presente diligencia deberá en el plazo de quince días y estará a cargo del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo.Notifíquese a las partes mediante cédula de urgente trámite, de conformidad a lo establecido por los arts. 258 y concordantes del Código Procesal Penal de lo dispuesto y hágaseles saber que podrán proponer puntos de pericia y/o peritos de parte, en el término de tres días, bajo apercibimiento de ley.Notifíquese. Ante mí: En del mismo notifiqué al AGENTE FISCAL (10) y firmó. DOY FE. En la misma fecha se cumplió. Conste.- 282