TRABAJAR EN 16 DE TAMAÑO

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Poder Judicial de la Nación
///nos Aires, 6 de mayo de 2005.AUTOS Y VISTOS:
Para resolver en la presente causa nro. 247/05 del registro
de la Secretaría nro. 105 de este Juzgado Nacional en lo Criminal
de Instrucción nro. 1 a mi cargo y respecto de la situación procesal
de Fabiana Gabriela FISZBIN, CI 7.726.528, nacida el 23 de
marzo de 1964 en la Ciudad de Buenos Aires, hija de Enrique y de
Lea Lucía Mendelovich, licenciada en psicología, con domicilio real en
Aranguren 222 de esta Ciudad y constituido en Lavalle 1425, 3
piso; Ana María FERNÁNDEZ, DNI 17.493.112, nacida el 7 de abril
de 1965 en Villa Mercedes, Provincia de San Luis, soltera, hija de
Juan Carlos y de Clara Esther Cabrera, abogada, domiciliada en la
calle Constitución 1920, piso 6 “A” de esta Ciudad y constituido en
Uruguay 546, piso 5 “10”; Gustavo Juan TORRES, CI 7.334.678,
nacido el 30 de mayo de 1958 en la Ciudad de Buenos Aires, hijo de
María Haydee Andrade y Aníbal Dardo, abogado, con domicilio real
en Av. Corrientes 821, 5 “A” de esta Ciudad y constituido en
Esmeralda
345,
9
piso;
Rodrigo
Mario
COZZANI,
DNI
24.921.589, nacido el 13 de octubre de 1975 en esta Ciudad, hijo de
Mario Juan y de Ana María Madoery, abogado, domiciliado en
Barzana 1947, 4 C de esta Ciudad y constituido en M.T. de Alvear
1270, 9 piso, “C”; Alfredo Eduardo UCAR, CI 9.820.850, nacido el
6 de septiembre de 1965 en esta Ciudad, hijo de Alfredo Eduardo y
de Marta Susana Romanelli, estudiante de la licenciatura de
seguridad e higiene, domiciliado en Paraná 1733, Martínez, Pcia. de
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Poder Judicial de la Nación
Buenos Aires y constituido en calle Av. Córdoba 1233, 12 “A”; Daniel
Alejandro DÍAZ, CI 10.504.012, nacido el 29 de marzo de 1967 en
esta Ciudad, hijo de Alberto Marciano y de Dora Marta Aon,
licenciado en higiene y seguridad, con domicilio real en Av. Estado
de Israel 4398, 3 B de esta Ciudad y constituido en Montevideo
760, piso 14; Juan Carlos LOUPIAS, DNI 17.966.429, nacido el 10
de abril de 1966 en esta Ciudad, hijo de Juan Carlos y de Norma
Beatriz Fernández, empleado, domiciliado en Pje. Bacón 4848,
depto. 2 de esta Ciudad y constituido en Bahía Blanca 425, PB “D”;
Víctor Daniel TELIAS, DNI 17.949.990, nacido el 4 de octubre de
1966 en esta Ciudad, hijo de David y de Jacinta Hambra, abogado,
domiciliado en Av. Montes de Oca 606, PB “B” de esta Ciudad y con
domicilio constituido en Carlos Pellegrini 1175, 5 piso, oficina “D”;
Carlos Rubén DÍAZ, C.I.
12.685.182, de nacionalidad argentina,
nacido el 22 de diciembre de 1958 en la Ciudad de Córdoba,
Provincia homónima, hijo de Eliazar Carmelo y de Dolly Aliandro, con
estudios secundarios completos, de ocupación Oficial de la Policía
Federal Argentina con destino asignado en la Comisaría 7a. de la
fuerza, con domicilio real en Avenida Soldado de la Frontera 5235
piso 11 dto. “D” de esta Ciudad y constituido en la calle Tucumán
1452 piso 2 “5"; Omar Emir CHABÁN, DNI 10.327.843, de
nacionalidad argentina, nacido el 31 de marzo de 1954 en Ramos
Mejía, Provincia de Buenos Aires, hijo de Ezzeddin (f) y de Angélica
Halouma Hadid, de ocupación artista, de estado civil soltero, con
domicilio real en la calle Rodríguez Peña 24 piso 6 dpto. “M” de
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Poder Judicial de la Nación
esta Ciudad y constituido en la calle Tucumán 1321 piso 4 dto. “B”;
Raúl Alcides VILLARREAL, DNI 12.961.977, de nacionalidad
argentina, nacido el 7 de junio de 1957 en esta Ciudad, hijo de Raúl
Israel y de Alcira Rivarola, de ocupación productor artístico, de
estado civil viudo, con dominio real en la calle Finochietto 1819 de
esta Capital Federal y constituido en la calle Tucumán 1531 piso 1;
Miguel Angel BELAY, C.I. 8.521.267, de nacionalidad argentina,
nacido el 13 de mayo de 1951 en Capital Federal, hijo de Miguel y de
Alodia Velazquez, con estudios universitarios completos, de
ocupación Comisario de la Policía Federal Argentina con destino
asignado en la División Dactiloscopia de la fuerza, con domicilio real
en la calle Belén 502 dto. “2" de esta Ciudad y constituido en la
calle Luis Saenz Peña 375 entrepiso; Gabriel Ismael SEVALD, C.I.
12.225.153, de nacionalidad argentina, nacido el 12 de enero de
1958 en Río Negro, hijo de David y de Artemia Viedma, con
estudios secundarios completos, de ocupación Comisario de la Policía
Federal Argentina con destino asignado en la Seccional 7a. de la
fuerza, con domicilio real en la calle Vidal 1532 piso 11 “E” de esta
Ciudad y constituido en la calle Tucumán 1429 piso 6 “D”; Oscar
Ramón SOSA, DNI 21.081.719, de nacionalidad argentina, nacido el
20 de octubre de 1969 en Capital Federal, hijo de Ramón Marcial y
de Esther Ojeda, con estudios primarios completos, de ocupación
funcionario público con destino asignado en la Seccional 7a. de la
Policía Federal Argentina, con domicilio real en la calle nro. 162 nro.
849 de Quilmes, Bernal Oeste, Provincia de Buenos Aires- y de
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Cristian Angel VILLEGAS, DNI 23.288.228, de nacionalidad
argentina, nacido el 11 de mayo de 1973 en Lanús, Provincia de
Buenos Aires, hijo de José Angel y de Hilda Adela Amado, con
estudios secundarios completos, de ocupación agente de la Policía
Federal Argentina con destino asignado en la Seccional 7a. de la
fuerza, con domicilio real en la calle Comandante Lucena 1683 de
Avellaneda, Provincia de Buenos Aires-, los dos últimos con domicilio
constituido en la calle Luis Saenz Peña 375 entrepiso;
A- CONSIDERACIONES PREVIAS.
1-Premisas acreditadas.
Conforme surge de las constancias del sumario, se investiga en
autos el hecho acaecido en el interior del local “República
Cromañon” en la noche del 30 de diciembre de 2004, en el cual
fallecieron
193
personas
y
resultaron
heridas
un
número
indeterminado, conforme fuera puesto de resalto oportunamente.A raíz de los elementos colectados en el sumario, a fs.
7361/7474 y fs. 12.098/162 se decretó el procesamiento de
OMAR
EMIR
explotación
CHABÁN –en cuya cabeza se encontraba la
comercial
del
predio-,
de
RAÚL
ALCÍDES
VILLARREAL –quien ostentaba la calidad de encargado del local de
marras y resultaba ser el hombre de confianza del sindicado-, de
DIEGO MARCELO ARGAÑARAZ –manager del grupo musical
denominado “Callejeros” y de LORENZO FREDY BUSSI –quien se
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dedicaba a la actividad de seguridad privada y había sido
contratado por el grupo en cuestión para llevar adelante tal función
la noche del luctuoso suceso-, en orden a los delitos de homicidio
simple, en el caso de los dos primeros –lo que motivo el dictado, a su
respecto, de la medida de cautela personal prevista en el art. 312
del Código Procesal Penal-. Respecto de los restantes por el delito
de homicidio culposo.
Todo ello previsto y reprimido en los arts. 54, 55, 79 y 84 del
Código Penal de la Nación y arts. 306 y ss. del ordenamiento ritual.En esas oportunidades, fueron detalladas y valoradas en
extenso las probanzas –a las que habré de remitirme en esta
ocasión “brevitatis causae”- que permitieron tener por acreditada
tanto la existencia del hecho, como la responsabilidad que, en el
mismo, les cupo a los imputados -de acuerdo al carácter que
ostentaban-, de manera que, a esta altura de la pesquisa, se hallan
corroborados los siguientes extremos, en lo que hace al aspecto
objetivo del suceso:
1) Que el 30 de diciembre de 2004, a partir de las 22.50
horas aproximadamente, en momentos en que el grupo musical
“Callejeros” tocaba el primer tema de su recital en “República
Cromañon” se produjo un incendio que se inició por el contacto de
una chispa emanada de un elemento de pirotecnia que impactó en el
material combustible que se encontraba en el techo;
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2) Que a raíz de ello se generó un humo tóxico que produjo la
muerte de 193 personas y un número indeterminado de heridos,
entre quienes se hallaban menores de edad;
3) Que parte del techo estaba cubierto por una tela
denominada media-sombra y sobre ella había colocada espuma de
poliuretano que, al contacto con el fuego, emanó cianuro de
hidrógeno (ácido cianhídrico), dióxido de carbono, monóxido de
carbono, óxido de nitrógeno y vapores de isocianato;
4) Que la puerta alternativa de emergencia se encontraba
cerrada con candado y alambre;
5) Que al lugar habían ingresado, al menos, 2.811 personas,
pese a que se hallaba habilitado sólo para 1.031 y;
6) Que el local no se encontraba debidamente habilitado para
funcionar, habida cuenta que el certificado de incendios expedido
por la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal
Argentina que había vencido el 24 de noviembre de 2004.-
2-Las condiciones de “REPÚBLICA CROMAÑÓN”
Para abordar el tratamiento de la cuestión surge la imperiosa
necesidad de establecer claramente qué tipo de local era
“REPUBLICA CROMAÑON” y en consecuencia para qué actividades
estaba habilitado.De las pruebas colectadas hasta el momento surge, en primer
término, que el local de la calle Bartolomé Mitre 3060 era lindero a
un hotel, cuyos titulares inmobiliarios también lo eran de aquél.6
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Sin embargo, fue habilitado como local de baile clase C en
forma autónoma, es decir sin considerarse la relación existente con
el citado hotel respecto del cual entonces nunca tendrá la condición
de “anexo”.Esto reviste suma importancia ya que a partir del momento en
que es independiente y no anexo, el local no puede tener ningún tipo
de “comunicabilidad” con otro comercio, ni siquiera con el hotel.
Pese a ello “REPÚBLICA CROMAÑON” continuó compartiendo
algunos de sus accesos con el hotel.A modo de ejemplo podemos decir que la puerta que conducía
a los camarines debió estar clausurada o al menos cerrada y la
puerta que hasta el momento fuera señalada como la de
“emergencia” toma un nuevo carácter.
Ello por cuanto esta puerta en realidad era una salida
alternativa ante la producción de un incidente de envergadura,
designación por cierto confusa ya que su uso lisa y llanamente
implicaba ingresar en una propiedad ajena a la del locatario del
momento, y cuyo dueño perfectamente podía estar utilizando la
dependencia contigua -en el caso un garage- de la manera que
estimare conveniente (por ejemplo estacionando un camión) lo que
evidentemente imposibilitaría el uso de tal salida ante una
emergencia.De todas maneras dicha puerta que en apariencia podría ser
interpretada por el asistente al local como de emergencia, ya que
lumínicamente estaba señalada con ese alcance, estaba cerrada con
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candado
y
alambre
para
imposibilitar
así
el
ingreso
al
estacionamiento del hotel “Central Park”.Pero en definitiva no sólo conduciría a un negocio ajeno sino
que además no era un conducto directo hacia el exterior que
pudiera permitir la evacuación y puesta a salvo de los concurrentes
frente a un siniestro, máxime cuando había una puerta persiana que
debía ser transpuesta para ganar finalmente la calle.Evaluémoslo a partir de la norma que lo regula, el art. 10.2.3
Código de Habilitaciones y Verificaciones:
Como local de baile habilitado en forma independiente, es
decir
no
como
anexo
del
hotel
lindero,
debía
cumplir
particularmente con los requisitos de los incisos c y d, es decir:
“Tendrán medio de salida propio e independiente a la vía pública” y
“No contarán con comunicación de ninguna naturaleza con otros
locales”.
Para que no rijan los extremos exigidos por los incisos c y d
del
artículo
10.2.3 el local bailable clase C -“REPÚBLICA
CROMAÑON”- debió funcionar como anexo del hotel y no en forma
independiente a él, conforme lo que claramente surge del art.
10.2.22 en su inciso a “in fine” .Por otro lado, la puerta efectivamente de emergencia era
utilizada en la práctica como puerta de ingreso y las que permitían
el acceso directo desde el vestíbulo al local no estaban abiertas en
su totalidad como para permitir, ante una emergencia, una adecuada
evacuación.8
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Esto nos lleva a una primera conclusión: en la noche de la
tragedia
ninguna
puerta
pudo
ser
considerada
como
de
emergencia. Una conducía a un lugar ajeno y encima estaba cerrada
con candado y la otra era utilizada como de ingreso.El explotador del local realizó en la noche del 30 de diciembre
de 2004 en “REPÚBLICA CROMAÑON” un recital triplicando la
capacidad de asistentes. Y ningún órgano de control lo advirtió,
pese a que, como ya señalaré, debieron hacerlo e impedir la
realización del espectáculo.Continuando con el tratamiento del lugar en que ocurrieron los
hechos
pasemos
a
una
cuestión
también
obvia:
se
había
desnaturalizado por completo el objeto de la habilitación. Nunca
funcionó como un local de baile sino que siempre fue pensado como
un mircroestadio para la realización de recitales. Y esta lectura del
suceso no puede dejarse de lado: nunca estuvo preparado ni
habilitado para hacer recitales.Esto provoca una nueva paradoja. Siguiendo la normativa
aludida, de acuerdo al punto 10.1.25, 10.2.2, 10.2.3 y 10.2.20 del
citado código de habilitaciones, el local de baile podrá expender
bebidas alcohólicas, pero no permitirá el acceso de menores,
mientras que es sabido que en los recitales no pueden venderse esas
bebidas, pero sí ingresar menores.Si bien tenía una habilitación como local de baile clase C, lo
cierto es que en la práctica (al menos desde que se inauguró este
boliche en abril de 2004) la actividad principal eran los recitales de
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rock, es decir la presentación de bandas en vivo sin que hubiera
actividad de baile posterior. Esto es fundamental ya que la
realización de espectáculos artísticos en estadios (el local que nos
ocupa pretendía serlo) está sometido a un régimen administrativo
notoriamente distinto al de los locales de baile.Para hacer un recital se requiere pedir permiso con varios días
de anticipación a la Dirección General Habilitaciones y Permisos, la
cual evalúa o no la procedencia en base a diversos factores.
Posteriormente, antes de su comienzo y durante su transcurso,
están presentes inspectores del Área Contralor Espectáculos así
como fiscales contravencionales. También hay que garantizar
determinada presencia policial, de bomberos y ambulancias.Ello no es todo puesto que la habilitación de local de baile
clase C permite el ingreso de menores entre 15 y 18 años de edad,
los días feriados, sábados y domingos, dentro del horario de 16 a 22
horas (art. 10.3.1 Código de Habilitaciones y Verificaciones), en
tanto que se prohíbe la concurrencia de menores de 18 años que no
vayan acompañados por sus padres o tutores, a los espectáculos que
se realicen entre las 23 y 6 horas (art. 10.3.4 Código de
Habilitación y Verificaciones).
No ocurre lo mismo con los espectáculos artísticos realizados
en estadios, en donde no hay ningún límite vinculado con la edad de
los asistentes.-
10
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Es decir que se tomó lo más conveniente de cada rubro para
poder funcionar tal como lo hacía, pero sin respetar paralelamente
aquellos deberes emergentes de las diversas actividades.
En la práctica era un anexo de un hotel (con lo cual se
exceptuaba de tener una salida directa hacia el exterior) pero
recibió una habilitación como local de baile
independiente;
funcionaba como un lugar destinado a recitales pero sin cumplir con
todos los requisitos que se deben cumplir en la materia, valiéndose
para ello de una habilitación que a esta altura de los hechos se
revela como una mera cuestión formal.
Dicha habilitación no sólo era blandida para exceptuarse de
los controles que tienen los recitales, sino también, por ejemplo,
para poder vender bebidas alcohólicas, lo cual está prohibido en
esos shows.Si bien estas cuestiones serán profundizadas más adelante, en
donde se explicará su trascendencia jurídica y su origen normativo,
creo que resulta importante mencionarlas en este momento, a fin de
que se comprenda la situación en la que se encontraba “REPÚBLICA
CROMAÑON” al día del hecho: no poseía una concreta salida de
emergencia,
funcionaba
como
un
microestadio
realizando
recitales sin estar habilitado para ello, sin autorización previa,
sin controles y permitiendo el ingreso de menores y la venta de
alcohol. Ello se hacía superando su capacidad en más de 300%
y sin mencionar el uso de pirotecnia en su interior.-
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Un episodio de tal envergadura no pudo pasar desapercibido a
los distintos organismos de control y frente a ello intentaré
determinar las responsabilidades penales de quienes debieron
evitar el resultado que finalmente ocurriera el día 30 de diciembre
de 2004.-
B- LA PARTICIPACIÓN DE LOS FUNCIONARIOS DE LA
CIUDAD DE BUENOS AIRES
1-HECHOS.
Se les imputa a FABIANA FISZBIN, GUSTAVO TORRES,
ANA MARÍA FERNÁNDEZ, RODRIGO COZZANI, ALFREDO
UCAR, JUAN CARLOS LUPIAS, DANIEL DIAZ Y VICTOR
TELIAS, el haber incumplido con los deberes que por su condición
de funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires estaban
a su cargo y le imponían la obligación de controlar el funcionamiento
en regla del local “REPUBLICA CROMAÑÓN” sito en Bartolomé
Mitre 3060 de esta ciudad.
Ello por cuanto no seleccionaron ese lugar a fin de que fuera
inspeccionado y/o clausurado, cuando era un lugar de conflicto y no
podía continuar en funcionamiento desde el 25 de noviembre de
2004, toda vez que el día anterior había vencido el certificado de
bomberos habilitante, otorgado conforme a los arts. 10.2.3 y
10.2.20 del Código de Habilitaciones y Verificaciones (Ordenanza
50.250).12
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Los nombrados estaban al tanto de la infracción en que estaba
ese local, así como estaban al tanto de la situación de los locales
bailables en general, los cuales en su mayoría no eran controlados
debidamente y estaban en infracción.
Particularmente cuando por sus características difundidas
mediante
diversas
publicaciones
“REPÚBLICA
CROMAÑÓN”
detentaba una actividad distinta a la que se le otorgara en la
habilitación.A raíz de esta conducta fue que este local pudo seguir en
funcionamiento, y finalmente el 30 de diciembre de 2004, se
produjo la muerte de las 193 personas que surgen de los listados
remitidos por la morgue judicial y que obran en legajo por separado
y diversas lesiones a varios centenares más, que a la fecha no se
determinaron con precisión.Los hechos que culminaron con este desenlace ya fueron
detallados en los anteriores autos de mérito, por lo que se su
explicación se da aquí por reproducida.-
2-PROBANZAS PRODUCIDAS:
Además de los elementos ya reseñados en los anteriores autos
de mérito, dan cuenta de estos sucesos la siguiente prueba
incorporada al sumario, vinculada, específicamente, a la situación de
los justiciables aquí analizada:
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Testimonios:
Alejandra Tadei (fs. 3110/2, 3119), Procuradora General de
la C.A.B.A., quien aportó la documentación relacionada con los
requisitos que se le exigen a los locales bailables clase C para su
habilitación, como así también aquella de la cual surge en qué casos
correspondería su clausura.
Alicia Beatriz Pierini (fs. 7996/7), Defensora del Pueblo de
la Ciudad, quien explicó las atribuciones del organismo a su cargo,
precisando que no tiene poder de policía, es decir no está facultada
para clausurar ni decomisar, más si pueden investigar y hacer
inspecciones, pudiendo requerir el auxilio de la fuerza pública, en
caso de negativa por parte del local para ingresar.Precisó que la Actuación N 631/2004 de fecha 5 de mayo de
2004 fue iniciada de oficio por el Defensor Adjunto -Atilio
Alimena-
y
que
se
trata
de
una
solicitud
de
medidas
administrativas, advertencia que fuera dirigida a la Subsecretaría
de Control Comunal por tratarse de una cuestión genérica, es decir
que no recaía sobre ningún local en particular.Expuso, en lo que hace a los locales de baile clase C, que
existían advertencias previas, tratándose de las Resoluciones
1884/01, 2130/02, 6320/02 y 2022/03 (reservadas en Secretaría)
que habían sido dirigidas a la DGVyH1.
Manifestó desconocer la razón por la cual la División
Prevención de la Superintendencia de Bomberos de la Policía
1
Dirección General de Verificaciones y Habilitaciones.
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Federal Argentina dejó de enviarles los informes mensuales a partir
del 15 de noviembre de 2004.
En particular, respecto de “REPÚBLICA CROMAÑON” expuso
que el jefe del área le entregó un informe general del cual surge
que el local de marras registraba un antecedente (actuación
550/97) relacionada con ruidos molestos.Acompañó copias de las Resoluciones mencionadas, entre las
cuales vale destacar la 2022/03 (8 de mayo de 2003) en donde se
señalaron varios problemas atinentes a los locales de baile, uno de
ellos vinculado con los requisitos del Código de Habilitación y
Verificación. En el punto 1 de la Resolución se recomienda al
Director General de Verificaciones y Control que “disponga la
inmediata clausura de los locales de baile que no cuenten con la
correspondiente habilitación, bajo apercibimiento de iniciar las
acciones penales correspondientes” (sobre K).
Atilio Domingo Alimena (fs. 8058/60) Defensor del Pueblo
Adjunto, se expidió en relación a la información que había requerido
sobre locales bailables tanto a la Superintendencia de Bomberos
(enero de 2004), como a la Subsecretaría de Control Comunal a
cargo de FISZBIN (se envió el 29-1-04 al GCBA).
En concreto se realizaron averiguaciones vinculadas al
certificado de prevención contra incendios dentro del marco de la
ordenanza 50.250 y en lo que respecta al GCBA, se requirió el
listado de habilitación de los locales bailables clase C. Aclaró que
previo a cursar tal solicitud, mantuvo una reunión con Fabiana
15
Poder Judicial de la Nación
FISZBIN, en la cual estuvieron presentes además Ana Bruzac y su
asesor, el Ingeniero Antonio Fernández.
En esa oportunidad, le hizo saber a aquella del requerimiento
que le enviaría y que el mismo tendría el carácter de urgente,
habida cuenta que de la información proporcionada por Bomberos,
surgía que sólo 38 locales se hallaban aprobados con certificación
de esa dependencia y 10 estaban en trámite.
También se desprendía que varios no habían renovado el
certificado de que se trata, es decir que el 80% de los locales
funcionaba sin contar con la habilitación correspondiente, por lo que
le indicó el riesgo que ello implicaba para los asistentes a esos
predios en caso de ocurrir un incendio, y que el Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires iba a ser penalmente responsable. Que
justamente esa reunión hizo que finalmente recibiera la respuesta a
su requerimiento el día 19 de marzo de 2004, cuando en realidad se
demoraban en contestar, por lo general, cuatro meses.
Ya con la información en su poder, realizó el cruce formal
entre la cantidad de locales ya habilitados por el GCBA y el listado
de bomberos, que arrojó que el 80 % de los locales habilitados por
el GCBA no contaban con el certificado anual contra incendios.
Así fue que el 5 de mayo le solicitó a la Subsecretaria, previo
anoticiarla verbalmente, que se procediera directamente a la
clausura de los locales, precisando el testigo que ese informe fue
facilitado por él al diario Clarín.
16
Poder Judicial de la Nación
Sostuvo que si bien hubo acciones por parte de FISZBIN, lo
cierto es que los locales continuaban abriendo sus puertas sin tener
los certificados de incendios, por lo que en agosto de 2004 le pidió
a la UPI2 que le informara qué locales habían sido inspeccionados y
cuáles clausurados.
El 15 de noviembre de ese año recibieron un listado que
contenía los nombres de los lugares sobre los cuales habían llevado
adelante distintos tipos de acciones, más no se tomaba la decisión
solicitada (clausurar directamente todos los que no estuvieran en
regla) aún cuando era materialmente posible de tenerse en cuenta
que en total ascendían a 250 locales.
Según sus dichos, la Subsecretaria les refería que para tomar
una medida así era necesaria una decisión política, que no podían
clausurar tantos locales sin una autorización por parte de las
autoridades del GCBA.
Aclaró el testigo que en una reunión que tuvo lugar el día 15 de
julio de 2004 en la Defensoría, él le solicitó a Ibarra la inspección
de los locales bailables por el tema de incendios, respondiéndole el
sindicado que estaba al tanto de todo ello a través de Fabiana
FISZBIN.Antonio Fernández (fs. 8794/5), asesor de Atilio Alimena,
quien lo acompañó a la reunión que se mantuvo en el mes de enero de
2003 con FISZBIN en donde se trató el cumplimiento de la
ordenanza 50.250 por parte de los locales bailables y se hizo
2
Unidad Polivalente de Inspecciones.
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Poder Judicial de la Nación
especial hincapié en las cuestiones de prevención de incendios y
medios de escape, para que no se repitiera el caso de la disco
“Keyvis”.
Tras ello, y de oficio, comenzaron la Actuación 631/04,
señalando que la Defensoría ya había dictado una resolución en el
año 2003 sobre el tema que recomendaba regularizar la situación
de los locales clase C.
Todo ello fue puesto en conocimiento de la Subsecretaría de
Control Comunal, a través de un informe como así también en forma
personal, en el marco de una reunión que se mantuvo en concreto
con FISZBIN.Según dijo, luego de que se publicara en Clarín una entrevista
a Alimena (mayo de 2004), se concretó un nuevo encuentro con la
nombrada, quien les hizo saber que ya se habían clausurado varios
locales pero Alimena no se hallaba conforme con la gestión e insistía
en que fueran clausurados, en forma inmediata, todos los locales
que no tenían el certificado de bomberos, por el riesgo que
implicaba.
A su entender lo que se había hecho sólo comprendía a locales
de menor importancia pero se dejaba de lado los de mayor
concurrencia, pese a que era materialmente posible clausurar a
todos. FISZBIN les dio a entender que para ello necesitaba una
decisión política que la excedía.
18
Poder Judicial de la Nación
Agregó que de acuerdo a los informes recibidos por bomberos,
había muchos locales de baile que continuaban funcionando sin
contar con la habilitación.
Martín
Gerardo
Grynblat
(fs. 10.031/32),
asesor del
nombrado Alimena, quien también intervino en la Actuación 631/04
y tuvo a su cargo la redacción del informe final, en el cual se asentó
que el 86% de los locales bailables no cumplían con las normas
contra incendios.
Es de su opinión que no era materialmente imposible para el
GCBA clausurar a todos aquellos que no estaban en regla, que
ascendían aproximadamente a 258.
Por su parte, en el mes de junio de 2004, le fue requerida a la
Superintendencia de Bomberos un informe mensual en cuanto a los
certificados que eran emitidos para ese tipo de establecimientos,
siendo efectivamente enviada la información correspondiente a los
meses de julio y octubre de 2004, pero desconocía por qué no fue
remitida la referida al mes de noviembre, en la cual debería constar
el local “REPÚBLICA CROMAÑON”.
Por otro lado, dio cuenta que a principios de noviembre, al
celebrarse un congreso de CEDEBA (Cámara Empresarial de
Discotecas y Entretenimientos de Buenos Aires) FISZBIN comentó
las medidas que se estaban realizando respecto de los locales
bailables, oportunidad en la cual la funcionaria refirió que los
establecimientos tipo C ascendían a 200.
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Poder Judicial de la Nación
Mencionó la Resolución 2.022/03 a través de la cual se
recomendaba el seguimiento y control de las habilitaciones y el
funcionamiento de los distintos locales bailables.
Gustavo Tirso Lesbegueris (fs. 10.355/6), Defensor Adjunto
del Pueblo de la Ciudad, dijo que le solicitó a la Dirección General de
Servicios de Seguridad Privada del GCBA un listado de los locales
bailables que cumplían
con la ley 118, debido a varias denuncias
relacionadas con agresiones a concurrentes a boliches.
También se les solicitó mediante nota del 6 de agosto de 2004
(fs. 211/217 de la carpeta “Habilitación”) que se inspeccionaran
todos los establecimientos en general, de la cual jamás recibieron
una respuesta.
Explicó que la propia FISZBIN había dicho que los locales
habilitados eran aproximadamente 200 y que su investigación arrojó
que menos del 20% (39 locales) tenían registrados al personal de
seguridad.Claudia Lidia Serio (fs. 10.369), Defensora Adjunta del
Pueblo de la Ciudad, reiteró que de la problemática atinente a los
locales bailables se ocupaba el citado Alimena.
Comentó también que la reunión que tuvieron con Ibarra a
mediados de 2004 fue meramente protocolar, en donde se habló de
generalidades.
Alicia Beatriz Oliveira (fs. 12.640/1), Defensora del Pueblo
de la Ciudad desde 1998 hasta principios de 2003. Explicó la
Resolución 2022/03 emitida bajo su mandato, en la cual se
20
Poder Judicial de la Nación
constataron diversos problemas de seguridad en las discotecas, que
comprendían la escasez de salidas de emergencia en varios lugares,
la existencia de elementos inflamables, el exceso de asistentes y la
contaminación sonora, así como que los menores de edad que
concurrían a las “matinés” se mezclaban con los mayores que iban a
la “noche”.Sostuvo que no recordaba qué respuesta se le había dado a
esa resolución y que a su entender habría unos 100 locales bailables
en la Ciudad aproximadamente.
Dijo que era difícil obtener la información que solicitaban al
GCBA, aún cuando por ley estaban obligados a hacerlo. Reiteró, tal
como lo sostuviera en la mentada resolución, que “la falta de
controles se debía a la ineficiencia, falta de decisión política o
corrupción” ya que no era un caso aislado sino una “práctica habitual
y permanente”.
Eduardo Antonio Fachal (fs. 13.179/80), jefe del área
Interés Ciudadano de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad,
trabajaba el tema de habilitaciones y ruidos molestos referente a
los locales de baile. Coincidió en que el gobierno sólo inspeccionaba
por denuncias, creyendo que era el Director el que lo ordenaba.
Manifestó que el GCBA les había enviado un padrón en el que
figuraban 108 locales clase C aproximadamente, aunque era un
número formal puesto que muchos otros funcionaban con la
habilitación de anexo de baile, o bien sin ningún tipo de permiso, lo
cual fue volcado en la Resolución 2022/03.
21
Poder Judicial de la Nación
También dijo que cuando se iba a controlar algún lugar y
estaba cerrado el inspector tenía la obligación de dejar constancia
de ello en el libro de inspecciones del comercio más cercano, y que
era práctica habitual que en estos casos se volviera en otra
oportunidad.
Matías
Barroetaveña
(fs.
8006/8),
Presidente
de
la
Auditoría General de la Ciudad, explicó que en el marco de las
funciones que tiene ese organismo se encargaron de auditar a los
locales bailables clase A, precisando que los de clase C iban a ser
auditados el presente año. Acompañó el testigo la documentación
que luce reservada en Secretaría (ver sobre L) que pone en
evidencia los impedimentos con que se encontraban para desarrollar
sus tareas, tales como la negativa a concurrir a realizar
inspecciones in situ por parte del área Espectáculos Deportivos, la
falta de respuesta a las solicitudes enviadas por parte de la
Dirección de Fiscalización y Control, mudanzas, intervenciones
judiciales, dificultades para encontrar los expedientes solicitados,
etc.
Dicha situación dio lugar a dos dictámenes del 30 de
diciembre de 2004 vinculados al tema de establecimientos
geriátricos privados y hoteles contratados por el GCBA, en el que
se ponía en conocimiento del Secretario de Justicia y Seguridad
Urbana de las reticencias e incumplimientos enunciados, lo cual fue
notificado el 5 de enero de 2005.
22
Poder Judicial de la Nación
Juan Ignacio Vazquez Pisano (fs. 10.710/11), empleado de la
Auditoría General de la Ciudad, quien tenía a su cargo concurrir a
los establecimientos para verificar la adecuación a la normativa en
materia de habilitación de determinadas actividades, concurriendo
en varias oportunidades con inspectores puesto que carecían de
poder de policía.
Precisó que, al ser anoticiados de que la DGVyH sólo
controlaba por requerimiento judicial, denuncia o por decisión del
interventor, se les recomendó una planificación adecuada para que
no hubieran arbitrariedades en los controles y, además, porque el
hecho de que no se actuara por rutina podía hacer que hubiera
locales que, aún sin contar con la respectiva habilitación, estuvieran
funcionando por la simple razón de no mediar contra ellos una
denuncia.
También explicó que los diversos cambios en la estructura del
GCBA hacía difícil la labor de auditoría, ya que se iniciaba un
proyecto en base a un organismo que luego cambiaba de nombre, de
competencia y de titular.
María Estela Moreno (fs. 10.712/3) empleada de la Auditoría
General de la Ciudad, dijo que la DGVyH les había informado que
sólo inspeccionaban por denuncias, no por rutina. Que cuando le
preguntó a la DGFyC3 y a la UPI si existía o no una planificación
estratégica de las inspecciones, nunca le fue contestado.
3
Dirección General de Fiscalización y Control.
23
Poder Judicial de la Nación
Esta falta de respuesta a sus recomendaciones hacía que la
Auditoría tuviese que mantener las conclusiones anteriores, ya que
no podían saber si se había realizado alguna medida para cumplirlas.
Aportó la documentación que obra en los sobres M y N
consistente en informes finales de auditoría en relación a las
medidas tomadas por parte de la ex DGVyH, DGHyP y la DGFyC en
lo que hacía a las recomendaciones efectuadas por la Auditoría
General de la C.B.A. en cuanto a hoteles, estadios, geriátricos,
guarderías y espacios de uso de espacio público.
Pedro Antonio Gómez de la Fuente (fs. 11.450/1), empleado
de la Auditoría General de la Ciudad, quien intervino en todos los
informes de auditoría reservados en Secretaría y expuso, en
relación a los locales clase A, que la Ciudad les había aportado un
listado de los locales y ellos se encargaron de verificar si los
mismos existían en la realidad, advirtiendo que sólo funcionaban uno
o dos, mientras que los restantes no existían o bien estaban
habilitados para otros rubros o funcionaban en ellos otras
actividades.
Agregó que la Ciudad carecía de un padrón confiable y
actualizado donde surgieran las habilitaciones de cualquier rubro.
Coincidió en que los cambios en las estructuras de gobierno
hacían muy difícil el seguimiento de las recomendaciones y la
obtención de la información. Por último refirió que no recordaba
alguna norma que impusiera la periodicidad con la que debían
hacerse las inspecciones.
24
Poder Judicial de la Nación
Jorge Horacio Delord (fs. 11.452/3), Director General de la
Dirección de Partidos Políticos y Asuntos Institucionales de la
Auditoría General de la Ciudad, se expidió en relación a los informes
que lucen reservados en Secretaría y dio cuenta de la reticencia
por parte de los órganos auditados (DGVyC4), a brindarle
información, actitud que se hacía extensiva por parte del área
Control Espectáculos, a cargo de Sánchez.
Juan José Tufaro (fs. 11.454), empleado de la Auditoría
General de la Ciudad, al igual que sus restantes compañeros, dio
cuenta de la reticencia por parte de la DGVyC y de su continuadora
jurídica, la DGFyC, en proporcionarles información. También
coincidió en que se habían suspendido las rutinarias y se actuaba
únicamente a requerimiento del máximo responsable del área, a
instancia judicial o por alguna denuncia en concreto.
Adrián Eusebio Rivero (fs. 11.551/4), quien fuera Coordinador
Operativo de la UPI, explicó cómo se llegó a crear la UPI y el
cambio que implicaba respecto de la anterior forma de control, de
quienes encontraron mucha resistencia a su accionar (ej. DGVyC).
Manifestó que al principio, cuando contaban con 25/30
inspectores, tomaban como fuente de conocimiento denuncias de la
Defensoría del Pueblo, de los CGP5, de la policía, hacían observación
propia y así diagramaban las inspecciones, pero no recordaba haber
4
5
Dirección General de Verificación y Control.
Centro de Gestión y Participación.
25
Poder Judicial de la Nación
recibido ninguna denuncia contra el local sito en Bartolomé Mitre
3060 (entonces “El Reventón”).
En base a su experiencia opinó que con 320 inspectores
profesionales se podía controlar la Ciudad, la cual si bien era
compleja con el poco tiempo que estuvo fue suficiente para conocer
los locales de baile más conflictivos y que debían ser controlados,
no podía desconocer la “movida de Once”.
Respecto de Fabiana FISZBIN dijo que tenía una visión
distinta sobre el control de la Ciudad, y que en una oportunidad le
dijo “no cuentes conmigo para concurrir a ningún operativo porque
no me gusta” (sic).
En cuanto a “REPUBLICA CROMAÑÓN” sostuvo que si bien
estaba habilitado como local de baile clase C, en la práctica se
hacían recitales, por lo que era más parecido a Obras Sanitarias que
a una discoteca.
A su juicio era un microestadio y en consecuencia el régimen
aplicable era otro, ya que se tenía que pedir autorización para cada
caso concreto.
Horacio Mario Santinelli (fs. 11.543/8), encargado de la UPI
durante el año 2002, dio cuenta de la puesta en funcionamiento de
la unidad, la cual era resistida, entre otros por Kampelmacher
(Director General de Verificación y Control).
A su entender “REPUBLICA CROMAÑÓN” tenía que haber
pedido permiso especial para organizar recitales, tal como se exige
26
Poder Judicial de la Nación
cuando se realizan en estadios de fútbol y, por ejemplo, en Obras
Sanitarias.
Explicó que, bajo su gestión, las inspecciones se programaban
en base a denuncias de los CGP, de particulares, certezas (como el
caso de los vendedores ambulantes en determinados lugares) e
inclusive de acuerdo a lo que surgía de los medios de comunicación.
A su juicio había varios indicios que deberían haber llevado a
inspeccionar “REPUBLICA CROMAÑÓN”, tales como la revista
“Llegás a Bs. As.” o los problemas que hubo cuando el grupo
“Callejeros” tocó en el estadio del club Excursionistas.
Al referirse al procedimiento de inspección dijo que, cuando
un local se encontraba cerrado, se labraba un informe y se volvía.
Por otra parte, dijo saber a través de terceros que COZZANI
“bajaba” la lista de lugares a inspeccionar, lo cual salía de una
reunión con FISZBIN.
Gustavo Adrián Malventano (fs. 11.593/5), empleado del
GCBA que se desempeñó en la Dirección General de Verificación y
Control (área Actividades Nocturnas), quien tenía a su cargo
realizar inspecciones de locales, sobre todo aquellos en los cuales se
desarrollaban actividades de baile y recitales.
Éste señaló que los predios a inspeccionar provenían de
directivas que recibía de sus superiores basadas en denuncias o
bien en solicitudes de los vecinos, mientras que, las concretadas por
“rutina” tenían su razón de ser en la imposibilidad de concretar esa
inspección. Entre estas inspecciones se encuentran las realizadas al
27
Poder Judicial de la Nación
local de Bartolomé Mitre 3060 tal como se asentó en el libro de
inspecciones.
Dijo que, en caso de hallar un lugar cerrado, se informaba al
superior y entendió que luego se regresaba para concretarla.
Hizo saber que los inspectores conocían qué lugares eran
conflictivos y que se enteraban de los recitales o shows de
importancia, no sólo en base a las denuncias (particulares o
públicas), sino también por lo que se publicaba en los diarios o
porque lo advertían mientras iban por la calle.
Cuando iban a inspeccionar un lugar y se encontraba cerrado,
se informaba y seguramente el expediente volvía al tiempo para
hacer efectiva la inspección, y que a su criterio lugares como
“REPUBLICA CROMAÑÓN” (entonces “El Reventón”), deberían ser
inspeccionados, como máximo, cada 3 o 4 meses.
Agustín Angel Otero (fs. 11.890/1) inspector del G.C.B.A.,
quien pertenecía a la División Turno Noche concurrió a “El
Reventón” en los años 2000 y 2001, pese a que tenía asignada otra
zona de la Ciudad, precisando la documentación que requería a un
local en momentos de llevarse a cabo una inspección, entre la cual se
encontraba el certificado de bomberos.
Dijo que, en caso de advertir un predio cerrado, informaba tal
circunstancia a la superioridad para posibilitar la real inspección y
que, en esos casos, también podía dejarse constancia en el libro de
algún local cercano.
28
Poder Judicial de la Nación
Según su opinión un lugar de grandes dimensiones no podía
pasar desapercibido a las autoridades de control y que, un lugar
como “El Reventón”, debía ser controlado todos los fines de semana,
con un control exhaustivo cada 2 ó 3 fines de semana y, el resto,
controles más livianos.
Pedro José Marro (fs. 11.892/3), empleado de la Dirección
General de Control de la Calidad Ambiental, al ser interrogado en
torno a las ocho inspecciones formalizadas por él en el local de
marras que surgían del libro respectivo, dio cuenta de que ellas
tuvieron lugar a raíz de la existencia de denuncias contra el
establecimiento por “ruidos molestos” y la consecuente prosecución
del expediente.
Silvana Myriam Giudici (fs. 13.338/40), Diputada de la
Nación y que en su momento fuera Secretaria de Gobierno y
Control Comunal, explicó el proceso de reformas iniciado bajo su
gestión consistente en separar la tarea de habilitación, que iba a
estar a cargo de profesionales independientes anotados en las
listas
de
los
respectivos
colegios
(PVH
-Profesionales
de
Verificación y Habilitación) y la de control, a cargo de la UPI
(también compuesta por profesionales y con la idea de la
“polivalencia”).
Expuso que como funcionaria sabía cuáles eran las zonas
conflictivas por la noche (Constitución, Once, La Rural), es decir,
sabía cuál era el “mapa de riesgo”, y que a los operativos peligrosos
concurría ella en persona.
29
Poder Judicial de la Nación
Manifestó que la plancheta de habilitación y el certificado de
bomberos no eran determinantes para el control, y que los listados
enviados por bomberos muchas veces estaban desactualizados o
llegaban tarde, por lo que no eran confiables, de modo tal que el
inspector debía ir y verificar in situ.
También dijo que el padrón que tenía el propio gobierno
estaba desactualizado, concluyendo que a “El Reventón” fueron a
inspeccionarlo dos veces durante su gestión, por denuncias de
vecinos y de la comisaría, y porque estaba cerca de “Fantástico” que
era un lugar muy conflictivo.
Paula Verónica Trunzo (fs. 13.147/9) empleada de la UPI y
luego de la Dirección General de Fiscalización y Control, explicó la
composición de esos organismos y sus diversos integrantes, entre
los que estaban FERNÁNDEZ, COZZANI y DÍAZ.
Coincidió en que de día se inspeccionaba en base a alguna
denuncia y que no había ninguna programación previa, agregando que
tampoco tenían un “mapa de riesgo”, pero en la noche el jefe de
área sí podía disponer que se controlara de oficio algún lugar. A ella
la orden de trabajo se la daba el encargado del turno noche (Penco
o TELIAS) pero siempre decían que la selección de los lugares venía
de la Subsecretaría de Control Comunal y que lo habían arreglado
con Alfredo UCAR, asesor de FISZBIN.
En cuanto al certificado de bomberos recordó que, cuando
Rivero estaba a cargo, efectivamente recibían un listado con
aquellos locales que tenían el permiso vencido, y que su jefe les
30
Poder Judicial de la Nación
ordenaba ir a clausurarlos. Dicha situación cambió cuando llegó
FISZBIN a la Subsecretaría de Control Comunal, puesto que los
listados empezaron a ser enviados a la Subsecretaría de Seguridad
Urbana, y dicha información no les llegaba.
Mario Esteban Mazzilli (fs. 13.448/50), empleado de la UPI y
luego de la Dirección General de Fiscalización y Control, coincidió en
la descripción acerca de los integrantes de esos organismos. Refirió
que las inspecciones el turno mañana se hacían en base a denuncias,
en tanto que las del turno noche eran decididas en una reunión que
se hacía los días lunes y de la que participaban FISZBIN, UCAR,
COZZANI y DÍAZ, aunque desconocía qué criterios se tenían en
cuenta para la selección de los objetivos.
Refirió que había una gran desorganización en el área y que
como lo de las reuniones era poco claro, puesto que había algunos
lugares que curiosamente no se controlaban, junto con Paula Trunzo
y Marcela Velazco hicieron un cuestionamiento a sus superiores, que
siempre contestaron con evasivas.
Manifestó que FISZBIN no tenía conocimientos de seguridad
o control, por lo que COZZANI y DÍAZ le sugerían dónde hacer las
inspecciones, le llevaban “todo armado” y ella daba su aprobación
final.
Alicia Majlis de Szurman (fs. 13.451/3), empleada de la UPI
y luego de la Dirección General de Fiscalización y Control, narró que
cuando un lugar a inspeccionar estaba cerrado se informaba y a
31
Poder Judicial de la Nación
veces se volvía, siendo que, a partir de marzo de 2004, COZZANI y
DÍAZ le dieron la orden de ir por lo menos tres veces.
Explicó que las órdenes de trabajo del turno día emanaban de
denuncias,
en tanto que las del turno noche aparentemente se
formaban en la Subsecretaría de Control Comunal, en una reunión a
la que concurrían COZZANI, DÍAZ y UCAR, aunque desconocía si
FISZBIN también participaba. Manifestó que no sabía que criterios
se utilizaban para programar esas inspecciones.
Por último, dijo que a los operativos vinculados con la
ocupación de espacios en la vía pública y venta ambulante nunca
concurría FISZBIN, aunque sí lo hacía a veces UCAR.
Marcela Beatriz Velazco (fs. 14.000/2), inspectora del GCBA
a partir del mes de diciembre de 2003, dio cuenta del modo en que
se realizaban las inspecciones.
Manifestó que se formalizaban a partir de las órdenes de
trabajo que eran confeccionadas por el jefe del área y entregadas a
ellos por sus superiores jerárquicos, siendo éstos quienes decidían
los lugares que debían ser controlados.
Indicó que, si bien no existía un mapa de riesgo, sabían cuáles
eran los lugares problemáticos, entre los cuales se hallaba la zona
de Once.
Puntualizó que las inspecciones realizadas de día hallaban su
fundamento en denuncias previas o expedientes, cuya compulsa se
le permitía al inspector con antelación al operativo, proceder que no
se verificaba en el caso de las inspecciones nocturnas. En este caso,
32
Poder Judicial de la Nación
únicamente se limitaban a darles la orden, sin mencionarles ni
exhibirles los antecedentes que motivaban la inspección.
Destacó que éstas últimas se materializaban con la ayuda de
personal policial y que, en caso de que la fuerza de seguridad les
solicitara la inspección de un lugar en concreto, ellos debían
consultarle al coordinador del turno nocturno de ese día acerca de
la posibilidad de llevarla a cabo. Aclaró que en alguna oportunidad se
le hizo saber que debía negarse a controlar un objetivo a pedido de
la policía.
Precisó además que en caso de que un local estuviera cerrado,
se dejaba constancia de tal situación en el informe que elevaba a la
superioridad. Aseguró que ante la falta de seguridad (por ej. el
certificado de incendios vencido) o higiene, o bien en caso de
verificarse un atentado contra la moralidad, podían clausurar en
forma preventiva, más de constatarse la falta de habilitación del
local, sólo debían limitarse a informarlo para que posteriormente el
Director General ordenara aquella medida.
Finalmente, dio cuenta de la existencia de reuniones que se
concretaban a un nivel superior y a las cuales asistían COZZANI o
bien DÍAZ, desconociendo cuál era el tema que en ellas se trataba.
Carlos Heraldo López (fs. 14.576/8), inspector del GCBA,
narró la historia de tal organismo y de la Dirección General de
Fiscalización y Control, dando cuenta de que COZZANI y DÍAZ
eran los únicos que, a lo largo del tiempo, se habían mantenido en el
área de la coordinación operativa.
33
Poder Judicial de la Nación
Expuso que las inspecciones tenían su fundamento en la
existencia de denuncias, oficios judiciales o requerimientos
cursados por las defensorías, a excepción de aquellos objetivos que
debían ser controlados en el turno noche, en torno a los cuales
desconocían las razones que motivaban la respectiva inspección y
cuyas órdenes de trabajo las recibían de manos de COZZANI o
DÍAZ.
Refirió que semanalmente se celebraba una reunión en la
oficina de FISZBIN con la participación de alguno de los
sindicados, LOUPIAS y personal de la Subsecretaría de Control
Comunal, y que era UCAR, asesor de la mencionada, quien les
alcanzaba luego la orden de trabajo en el cual se hallaban
consignados los locales a inspeccionar. También que, previo a
efectivizarse una clausura, debía consultarse la procedencia de tal
medida con COZZANI o DÍAZ, en cuya cabeza se encontraba la
decisión última de materializar la misma.
Dio cuenta que, para mediados de 2004, juntamente con
personal de Bomberos controlaban la vigencia del certificado
expedido por tal dependencia y se procedía, en su caso, a la
clausura del respectivo establecimiento, lo cual obedecía a una
orden de “arriba” que les había sido transmitida a ellos en forma
verbal por COZZANI o DÍAZ.
Diego Gabriel Mayochi (fs. 15.817/9), inspector del G.C.B.A.,
quien formalizó inspecciones a locales en horario nocturno, los
cuales se materializaban los días viernes y sábados bajo la
34
Poder Judicial de la Nación
coordinación de Penco o TELIAS en los comercios que eran
seleccionados por el área de Coordinación Operativa a cargo de
COZZANI y DÍAZ, supuestamente en base a una denuncia previa.
También afirmó que eran acompañados por personal policial en
ocasión de llevarse a cabo los operativos en el horario nocturno,
como así también en lo que respecta a la consulta que debía hacerse
con los mencionados en último término previo a adoptar cualquier
medida.
Por otro lado, expuso que, en caso de que un local estuviera
cerrado al momento del control, averiguaba su horario de
funcionamiento y regresaba luego, a menos que estuviera fuera de
su jornada laboral, supuesto en el cual labraba un informe dejando
constancia de tal situación.
César
Salvador
Suarez
Carpenzano
(fs.
16.869/83),
inspector del G.C.B.A., quien participó del operativo del 11 de julio
de 2004 en el local “Cemento”, oportunidad en la cual observó que
se estaba llevando adelante un recital, razón por la cual había dos o
tres móviles policiales en la puerta.
Refirió que constataron varias irregularidades (no se les
habían exhibido los planos de habilitación y de instalación contra
incendios y termomecánica, como así que el certificado de incendios
expedido por bomberos se hallaba vencido y tres tarjetas de
matafuegos aparentemente resultaban apócrifas). Lo pusieron en
conocimiento de Penco -vía handy- quien les dio la orden de labrar el
informe y elevarlo.
35
Poder Judicial de la Nación
Expuso que si bien a su entender el comercio ameritaba la
medida de clausura, ellos no podían efectivizarla, sino que debían
seguir el mismo procedimiento que el explicitado en todos los
operativos, es decir, debían comunicarse por handy y acatar la
orden que fuera impartida y sólo si era autorizada aquella medida,
la materializaban.
Ello sin perjuicio de que la clausura podía ser ordenada, en
base al informe labrado, por las áreas de Coordinación Operativa que además podía disponer una nueva inspección- o bien al área de
Legales.
Gilda María López Carnabucci (fs. 16.884/6), inspectora del
GCBA que también participó de la inspección de “Cemento”. Precisó
que quien estaba a cargo de los operativos a formalizarse en esa
ocasión era “Nacho” Penco, quien respondía, al igual que TELIAS, a
COZZANI y DÍAZ.
Refirió que en los controles nocturnos, no se les permitía
compulsar los antecedentes del respectivo objetivo, ni enterarse de
los motivos que daban lugar al control, a diferencia de lo que ocurría
con las inspecciones diurnas -que tenían su razón de ser en
denuncias o requerimientos judiciales-, indicando también que, tras
materializar la inspección debían comunicarse con el coordinador, ya
que era éste quien decidía si correspondía labrar un acta de
comprobación, realizar una intimación o materializar una clausura,
quedando así en evidencia que ellos carecían de poder de decisión.
36
Poder Judicial de la Nación
Silvia Irene Ameijeiras (fs. 16.930/2), inspectora del
GCBA, quien también participó de la inspección a “Cemento”.
Precisó, en cuanto a los controles nocturnos, que los encargados de
coordinar los mismos eran COZZANI y DÍAZ, en forma conjunta o
indistinta y, posteriormente, se sumó a ellos Ignacio Penco.
Narró que eran los mencionados quienes dividían a los
inspectores en grupos y nombraban a uno como “cabeza” de los
mismos. A éste le entregaban las actas, la credencial, el listado de
los objetivos -en el cual se consignaba únicamente la dirección de
los comercios- y le asignaban un handy, procedimiento que difería
de los materializados durante el día, puesto que en éstos últimos se
les facilitaban los antecedentes del local con antelación al
operativo.
Coincidió con sus compañeros en cuanto al modo en que se
desarrolló la inspección a “Cemento”, dando así cuenta de las
irregularidades constatadas en la oportunidad, las cuales fueron
puestas en conocimiento del coordinador nocturno de esa noche Penco- vía handy.
Explicó que la consulta con el respectivo coordinador COZZANI, DÍAZ o Penco- resultaba ser una práctica habitual y
obligatoria en los operativos nocturnos y que, en la ocasión, Penco
les dio la orden de “no clausurar”, poniendo de resalto la exponente
que, no obstante la directiva particular, esa medida bien pudo haber
sido impuesta por la U.P.I., organismo al cual se le elevaban las
actas y el informe respectivos.
37
Poder Judicial de la Nación
Marta Susana Cali (fs. 16.933/6), inspectora del G.C.B.A. que
en forma excepcional fue convocada en horario diurno para el
control de puestos de venta ambulante y, en horario nocturno, para
el control de locales de baile, siendo así como participó de la
formalizada al local “Cemento”, que culminó, por orden de Penco, con
la confección de las actas de infracción respectivas y el
asentamiento,
en
el
libro
de
inspecciones,
de
la
nota
correspondiente.
Dio cuenta de las diversas irregularidades allí constatadas e
hizo hincapié en el hecho de que, antes de tomar una decisión en
relación a un local, debían efectuar la consulta -vía handy- con el
coordinador.
Resaltó
que,
para
proceder
a
la
clausura,
necesariamente debían contar con la autorización del superior.
También manifestó que para el supuesto de que un local
estuviera cerrado, debían elaborar un informe y elevárselo al
coordinador.
Alberto
Habilitaciones
Meza
y
(fs.
Permisos
16.937),
del
Director
G.C.B.A.,
quien
General
se
de
mostró
imposibilitado de aportar datos de interés a la pesquisa, habida
cuenta la poca antigüedad que revestía en el cargo.
Jorge Luis Pérez (fs. 17.052/3), Director Adjunto de la
Dirección General de Habilitaciones y Permisos del G.C.B.A., relató
que, en base a la normativa vigente, “REPUBLICA CROMAÑON” no
podía tener comunicación alguna con otros locales.
38
Poder Judicial de la Nación
Precisó que si bien se hallaba prevista la posibilidad de que los
comercios de esa índole funcionaran como actividad complementaria
o anexa a otros rubros, éste no era el caso de autos, desde que el
local bailable era una actividad principal, advirtiéndose además otra
infracción, que consistía en la comunicación entre el hotel o garaje y
el establecimiento en cuestión y que, por lo menos, debió haber
motivado una intimación.
Agregó que al momento de la inspección previa por parte del
G.C.B.A. necesariamente la puerta ubicada junto al escenario debió
estar cerrada ya que, de lo contrario, no podría haber sido
habilitado.
En cuanto a las restantes vías, expuso que a su entender la
que tenía comunicación directa con la calle Mitre -obrante a fs. 25
de la causa nro. 42.855/1.997 y señalada como “C”- no podía
tratarse de la puerta de emergencia, puesto que no comunicaba
directamente con el salón de baile, sino con el hall de acceso al
mismo.
En cambio, sí podía serlo la denominada “alternativa” en tanto
ésta tenía contacto directo con el local de baile. No obstante ello,
indicó que no podía ser considerada como medio de escape habida
cuenta que no era exclusiva del comercio en cuestión, sino que era
compartida con otros establecimientos.
Por otro lado, expuso que un recital no podía considerarse
comprendido en la definición de “variedades” que daba la ley al
hacer referencia a los locales de baile clase “C” y que tal
39
Poder Judicial de la Nación
desnaturalización
del
rubro
debía
ser
controlado
por
los
inspectores que contaban con el “poder de policía”.
Constancias incorporadas de la Legislatura de la Ciudad de
Buenos Aires (fs. 14.582/607), en relación a la publicación de las
ordenanzas 50.250 y 50.848.
Presentación de Fernanda Ferrero (fs. 15.612), Legisladora
de la Ciudad de Bs. As., mediante la cual puso en conocimiento el
reclamo que había sido dirigido, mediante las C.D. de fs. 15.610/1, al
Sr. Jefe del Gobierno de la Ciudad en relación al funcionamiento del
local bailable denominado “Amerika” o “Abadía”.
Presentación hecha por la Procuración General de la Ciudad
de Buenos Aires (fs. 17.168 y 17.356), mediante los cuales se
remitieron a conocimiento de la instrucción documentación de
interés
relacionada
al
local
de
baile
“Cemento”.
Asimismo obra la siguiente documentación reservada en
Secretaría:
Informe presentado por la Dra. Macarena Gallarreta, abogada
de la Procuración General de la Ciudad de Buenos Aires y
confeccionado por el Director General de Servicios de Seguridad
Privada del GCBA, en el cual se hace saber que en el año 2002 el
local de marras fue notificado del contenido de la Ley 118 y que
debían contratar los servicios de una empresa de seguridad privada
que estuviera legalmente habilitada.
40
Poder Judicial de la Nación
Por su parte, en el año 2003, fue intimado el establecimiento
en cuestión a completar un formulario de declaración jurada sobre
la materia y Raúl Lorenzo contestó que no tenían contratado un
prestador de servicios de seguridad privada para hacer de custodia
y portería que estuviera habilitado en los términos de la ley 118 y su
modificatoria (fs. 3452/61).
Libro de inspecciones del local sito en Bartolomé Mitre 3060
en el que obra fs. 1 la “Plancheta de Habilitación” expedida por el
GCBA por el cual se clasifica al lugar como “local de baile clase C”.
Entre las observaciones se asentó que “El local posee una
salida alternativa, la que se activa exclusivamente en caso de
producirse un siniestro, permitiendo la evacuación del público
concurrente por un corredor que sirve en casos normales para la
entrada y salida de vehículos, considerándose cumplimentado el art.
10.2.3 inciso d) del Código de Habilitaciones y Verificaciones, dado
que por sus características el sistema de seguridad alternativo
reduce los riesgos en forma cualitativa del público concurrente, no
considerándose de esta forma una comunicación permanente con las
otras actividades del complejo”.
Allí se asentaron las diversas inspecciones que se hicieron, la
última de ellas el 29 de marzo de 2003 (foja 13).
Expediente
42.855/97
de
la
Dirección
General
de
Registros y Certificaciones en el cual se otorgó la habilitación para
el local ubicado en Bartolomé Mitre 3060/66/70/72 (Planta Baja y
Entrepiso), en el carácter de local de baile clase C, a nombre de
41
Poder Judicial de la Nación
“Lagarto S.A.”, para una capacidad máxima de 1031 personas Disposición 6060-DGRyC-1997-.
Copias certificadas del expediente
20.029/90 de la
Dirección General Mesa General de Entradas y Archivo iniciado a
raíz de la solicitud del registro de planos de condiciones contra
incendio presentado por José L. Gradiel.
Expediente 46.309/97 de la Dirección General Mesa
General de Entradas y Archivo en el cual constan las diversas
inspecciones y clausuras del local que nos ocupa, el cual en un
principio se consideró que estaba ubicado en Bartolomé Mitre 3050.
Así, el 25 de abril de 1997 fue clausurado por funcionar como
local de baile clase C sin la correspondiente habilitación Disposición 957-DGPM-1997 (fs.6), la cual se hiciera efectiva el día
30 del mismo mes y año (fs. 9).
Posteriormente se constató que la clausura era burlada ya que
los encargados del local bailable hacían ingresar al público a través
del garage sito en Bartolomé Mitre 3046 perteneciente a un hotel,
el cual se comunicaba con el local. Dicho garage fue clausurado
preventivamente (fs. 23/4 y 27).
En consecuencia, se dispuso ratificar esa clausura, a la vez que
se amplió la anterior, que abarcó también a Bartolomé Mitre
3046/50/76 y sin número lindero descendente al 3088 y Jean
Jaures 51 puesto que se trataba de una sola unidad con varias
comunicaciones -Disposición 1415-DGPM-1997 (fs. 47/8), que se
hiciera efectiva el 16 de julio de 1997 (fs. 49/53).
42
Poder Judicial de la Nación
Los días 28 y 29 de junio de 1997 se constató que el lugar
continuaba funcionando a pesar de la clausura oportunamente
dispuesta, razón por la cual se labraron las actas de comprobación
N°270407 Serie 2- Código 5108 y N°206131 Serie 2, por violación
de clausura (fs. 70 y 73).
De este expediente surge también que la sociedad que explota
comercialmente el local de mentas es “Lagarto S.A.”, conformada
por Estefanía Duday, Gerardo Ariel Costabello, Germán Marcos
Vengrover y Urbano Chaves, siendo este último el presidente del
directorio.
El 31 de marzo de 2003 la DGVyC ordenó la inspección del
predio.
Expediente 40.511/97 de la Dirección General Mesa
General de Entradas, Salidas y Archivos en el cual el apoderado
de la empresa constructora gestionó y obtuvo el registro de planos
de condiciones contra incendio de la finca sita en Bartolomé Mitre
3036/78.
También se solicitó y se obtuvo un testimonio por las obras
que se hallaban ejecutadas y pendientes de habilitación.
Expediente 10.294/97 de la Dirección General Mesa
General de Entradas, Salidas y Archivos iniciado a raíz del
pedido de habilitación a nombre de “Once Central Park S.R.L.”
locataria
del
local
sito
en
Bartolomé
Mitre
3036/38/40/44/50/54/60/66/72 y 78, planta baja, subsuelo,
entrepiso y primer al cuarto piso, en el carácter de: “Hoteles43
Poder Judicial de la Nación
Establecimientos y locales especiales: Hotel sin servicio de comida,
Espectáculos y diversiones públicas: Local de baile clase “C”,
actividad complementaria. Servicio: Garage comercial-, Café-bar,
confitería, Cancha de minifútbol y/o fútbol cinco”.
De ello la Dirección General de Registros y Certificaciones
hizo diversas observaciones (fs. 22), respecto de las cuales la
sociedad prestó su conformidad a lo referido al local de baile clase
C (fs. 26) y posteriormente solicitó que se dejara sin efecto el
pedido de habilitación para el rubro hotel (fs. 47).
Expediente
99.024/74
del
Departamento
Mesa
de
Entradas y Archivo de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires, en el que se solicitó el permiso y aprobación de planos para
llevar a cabo una remodelación parcial del edificio ubicado en
Bartolomé Mitre 3036/78.
En la carátula luce abrochado un “informe de inspección”
N°79425 de la DGVyH. Allí se asentó la inspección realizada por
Ricardo Capello al lugar que nos ocupa, el día 29 de marzo de 2003
en donde se manifestó que el local funcionaba de acuerdo al rubro
habilitado oportunamente y que se controlaron los siguientes
puntos:
“1) Posee detector de metales en funcionamiento,
2) El personal de seguridad cuenta con identificación,
3) Certificado de bomberos N°000035 de fecha 29/4/02,
4) Se verificaron las luces de emergencia y las señalizaciones de
salida correspondiente en forma,
44
Poder Judicial de la Nación
5) La salida de emergencia se encuentra libre y destrabada,
6) Controlándose el libro de quejas,
7) El cartel indicador de condiciones de ingreso (no discrimina),
8) Dicho local cumple con las condiciones mínimas de seguridad,
higiene y funcionamiento en el momento de la inspección”.
Registro 495/DGHP/2004 y Registro 7256/UPI/2004 en
los cuales la Superintendencia Federal de Bomberos remitió el
listado de locales de baile que acorde a sus antecedentes no habían
cumplido con la ordenanza 50.250.
Asimismo, consideró de vital importancia el accionar conjunto
con el GCBA, con el fin de hacer cumplir la legislación vigente. En
virtud de ello, solicitó que se le enviara el padrón actualizado de los
locales que debían cumplir con aquellas disposiciones. La DGHyP lo
giró a la Subsecretaría de Seguridad Urbana, que a su turno lo
mandó a la UPI, en donde ambos registros se acumularon.
Legajo
12.430
de
la
Superintendencia
Federal
de
Bomberos, Departamento Seguridad Contra Incendios y Riesgos
Especiales, División Prevención, por el cual el presidente de
“Lagarto S.A.”, Urbano Chaves, pidió el pliego e inspección y
certificado de inspección final para el local de Bartolomé Mitre
3060/66/70/72 planta baja y entre piso, conforme lo exige la
ordenanza 50.250. El 17 de julio de 1997 el Inspector Gustavo R.
Bravo concurrió al lugar y constató que cumplía con las exigencias
de seguridad, por lo que se aprobó la instalación y se otorgó el
certificado de inspección final en la misma fecha.
45
Poder Judicial de la Nación
Es de mencionar que el 25 de julio de 1997 se notificó a Oscar
Enrique Costabello, de la firma “Lagarto”, que las puertas y medios
de salida del local debían encontrarse expeditas durante las horas
que se desarrollen las actividades del mismo, debiendo poseer
sentido de apertura hacia el exterior del recinto.
El 21 de agosto de 1998 la firma “Lagarto” pidió la renovación
anual del certificado final de condiciones contra incendio. El mismo
Inspector Bravo concurrió al lugar el 2 de septiembre de 1998, y el
mismo día se aprobaron las instalaciones.
El 15 de octubre de 1999 “Lagarto” solicita nuevamente la
renovación del certificado, por lo que el 21 de octubre se llevó a
cabo la inspección y posterior aprobación.
Con fecha 18 de octubre de 2000 se presentó otra solicitud
de renovación por parte de la misma sociedad, realizándose la
inspección y luego la aprobación final el 19 de octubre de 2000.
Es de relevancia mencionar que el 10 de diciembre de 2001 la
Defensoría del Pueblo le solicitó a la Superintendencia de Bomberos
que se inspeccionara “El Reventón Bailable”.
Ello se formalizó el día 17 de diciembre, ocasión en la que el
Ayudante Guillermo Luis Bonfoco constató que si bien el local reunía
las condiciones de seguridad contra incendio, el mismo carecía del
certificado actualizado de inspección final.
Precisamente, dicha actualización del certificado había sido
solicitada el 14 de diciembre de 2001, y fue otorgada el 29 de abril
de 2002.
46
Poder Judicial de la Nación
De vuelta se pidió renovar la habilitación, el 21 de noviembre
de 2003, lo cual fuera aprobado el 24 de noviembre de 2003.
“Lagarto” solicitó una vez más que se actualizara el
certificado el 5 de noviembre de 2004, y al concurrir a hacer la
inspección el Cabo 1 Marcelo F. Esmok, el 23 de noviembre, el
portero no le permitió el ingreso y se negó a darle sus datos
filiatorios, por lo que se retiró sin poder llevar a cabo su cometido.
De acuerdo a ello, se giraron las actuaciones al archivo hasta
tanto los responsables del inmueble se comunicaran con esa División
para coordinar una nueva inspección.
También obra un “acta de notificación” de fecha 5 de agosto
de 2004 en el cual se le hace saber a Omar Emir CHABÁN,
propietario del inmueble sito en Estados Unidos 1238/40 “...sobre la
necesidad y obligación de que las puertas deben encontrarse
totalmente abiertas y los medios de salida del local expeditos
durante las horas que se desarrolle la actividad del mismo, para una
rápida evacuación en caso de producirse un siniestro. Asimismo en
los sectores de circulación y medios de salida no se deberán
instalar elementos combustibles limitando el uso de revestimientos,
decoraciones de esas características”.
Expediente 65.538/97 de la Dirección General Mesa
General de Entradas, Salidas y Archivo, por el cual se solicitó la
instalación electromecánica del inmueble de Bartolomé Mitre
3050/54.
47
Poder Judicial de la Nación
Expediente 53.766/97 de la Dirección General Mesa
General de Entradas, Salidas y Archivo, en el que se registraron
planos de condiciones contra incendio para la finca sita en
Bartolomé Mitre 3050/54. Posteriormente se solicitó un testimonio
de cumplimiento de las condiciones contra incendio para el subsuelo,
planta baja, 1°, 2° y 3° piso, el cual fue otorgado toda vez que se
había comprobado que esos niveles cumplían con los requisitos
exigidos por la normativa vigente.
Expediente 77.401/03 de la Dirección General Mesa
General de Entradas, Salidas y Archivo, en virtud de la solicitud
cursada por el hotel “Central Park S.R.L.” a través el cual se
requirió el registro de la instalación térmica en los planos que
acompañaron, lo que fue aprobado el 29 de diciembre de 2003,
previa inspección.
Expediente
65.628/00
de
la Dirección
General
Mesa
General de Entradas, Salidas y Archivo, por el cual se solicitó el
ajuste de la instalación electromecánica de Bartolomé Mitre 3050.
Es de señalar que a fs. 25 obra una dirigida al Jefe del
Departamento de Instalaciones, en el cual se le comunica que por
error se habían colocado los sellos en los planos, los cuales por otra
parte no fueron completados.
Sobre A que contiene: 1) diversas normas relativas al modo,
alcance y periodicidad con que se deben efectuar las inspecciones a
los locales de baile -anexo I-, 2) normas relativas al desarrollo de
48
Poder Judicial de la Nación
las inspecciones entre las que se encuentra una copia del formulario
de inspecciones, del manual de inspecciones -anexo II- y de la
estructura orgánico funcional de la DGFyC a través de la
Disposición 424/04 -anexo III-, 3) constancia del sistema
informático de la Dirección General de Fiscalización y Control de la
que surge que no existe denuncia y/o queja alguna referida al local
sito en Bartolomé Mitre 3060/66. Solicitud del 10 de febrero de
2004 de la Comisaría 7a requiriendo inspecciones a diferentes
locales -anexo IV-, 4) se hace saber que desde noviembre de 2003
hasta enero de 2005 la única inspección realizada al local que nos
ocupa fue la de Víctor TELIAS cuando lo encontró cerrado.
Asimismo obran originales del descargo efectuado por Víctor
TELIAS fechado 2 de enero de 2005, cédula de notificación de la
UPI dirigida a Bartolomé Mitre 3060 y recibida por Mario Díaz el
24 de mayo de 2004, “Formulario de descargo por requerimiento”
firmado por Lorenzo Raúl y copias de la plancheta de habilitación
del local sito en Bartolomé Mitre 3060, del certificado de
inspección de bomberos del 24 de noviembre de 2003 y de los
planos del lugar (aportado a fs. 3110/2).
Sobre B, documentación aportada por Alejandra Tadei (fs.
6521/2) que contiene:
-una carpeta en la cual se hallan listados de nómina de personal,
-estructura del GCBA durante el año 2004, esquema organizativo y
normas que la crean, además bajo el N 3 se encuentra todo lo
49
Poder Judicial de la Nación
relacionado con el área de Contralor de Espectáculos y listado de
personal,
-diversa normativa aplicable al caso,
-oficio en el que el Ingeniero Fioretti (Subsecretario de Control
Comunal) hace saber que no se registran libros de constancias de la
División Inspecciones del GCBA,
-parte de la ordenanza 50250 y Ley 19.587,
-listado de personal correspondiente a Control Comunal y de la
DGFyC durante el año 2004, incluidos la UPI y la UERA6 y DGHyP,
entre los que figuran COZZANI, DÍAZ y TELIAS.
Sobre
C,
conteniendo
documentación
remitida
por
la
conteniendo
la
Legislatura de la Ciudad (fs. 8055), consistente en:
Fotocopias
del
expediente
63.514/04
Resolución 359/2004 por la cual ese órgano le solicitaba al Poder
Ejecutivo que informara: a) la cantidad de locales bailables y su
clasificación, b) cuántas inspecciones se habían realizado a esos
locales durante el año, c) si se labraron actas contravencionales
(discriminando aquellas por incumplimiento de las medidas de
seguridad contra incendio), d) si se realizaron clausuras como
consecuencia de las inspecciones, y e) si los locales cuentan con
certificado de seguridad contra incendio y si lo fueron renovando
anualmente.
El GCBA remitió el listado de locales bailables clase A, B y C
habilitados (total 108) entre los que figura el de Bartolomé Mitre
6
Unidad de Evaluación y Resolución de Actuaciones.
50
Poder Judicial de la Nación
3060. También informó que se hicieron 230 inspecciones (entre las
que no figura “REPUBLICA CROMAÑÓN”), se labraron 666 actas de
comprobación y se clausuraron 79 locales. Lo solicitado en el punto
“e” no pudo ser contestado dadas las nuevas directivas de control y
habilitación surgidas del Decreto 6/GCBA/2005.
También están las fotocopias de los proyectos de los
legisladores
Fernanda
Ferrero
y
Jorge
Ricardo
Enríquez,
antecedentes que motivaron el dictado de esa resolución.
Sobre D que contiene la Ley 118 referida a la registración del
personal de seguridad privada.
Sobre E consistente en el “Primer Informe sobre las
responsabilidades políticas e institucionales del Gobierno de la
Ciudad en República Cromañón”, elaborado por Diputados del Bloque
Frente Compromiso para el Cambio.
Entre sus contenidos se encuentra la normativa vigente sobre
locales de baile, alertas institucionales, el manejo de la emergencia
y las conclusiones a fs. 31/36. Hay otro igual obrante a fs. 9125/73
del cuerpo principal.
Sobre F (aportado a fs. 10.658) con copia certificada de la
causa N°46.050 de la Fiscalía Contravencional N°11 iniciada a raíz
de los sucesos ocurridos el 18 de diciembre de 2004 en el recital de
“Callejeros” en el estadio del club Excursionistas y del expte.
16.812-DGHP-2004 en el que se otorgó el permiso para el mismo.
En ese entonces el personal policial constató desmanes en el
ingreso de los concurrentes así como el uso de material pirotécnico
51
Poder Judicial de la Nación
por parte del público en forma constante (bengalas y tres tiros),
por lo que se labraron las respectivas actas por infracción a los
arts. 57 bis (omisión de recaudos básicos de organización) y 61 del
Cód. Contravencional (elementos pirotécnicos).
Ese día concurrieron 4 inspectores del Área Contralor
Espectáculos a fin de verificar el show, quienes también vieron el
uso masivo de pirotecnia por parte del público y tomaron
conocimiento que los médicos atendieron a 4 personas por
quemaduras leves y otra más había sido derivada al Hospital
Pirovano por una herida en un pie -fs. 71/74-.
También obran fotocopias certificadas de las partes de
interés de la causa N° 15.822 de la Fiscalía Contravencional N° 8 de
la que surge que los días 30 y 31 de julio de 2004 el grupo
“Callejeros” se presentó en el estadio de Obras Sanitarias.
En ambos recitales el público encendió más de 100 bengalas
(en los ingresos se secuestraron algunas y también tres tiros). Como
consecuencia se labró el acta por infracción al art. 61 del Cód.
Contravencional.
Es de destacar que los 3 inspectores del Área Contralor
Espectáculos que estaban presentes, señalaron que presumían que
“los elementos pirotécnicos en su gran mayoría no pasan por los
controles, sino que son suministradas por allegados o por terceros
relacionados con el espectáculo que no se controlan”.
Sobre G (desglose fs. 691) que contiene un plano de
habilitación de Bartolomé Mitre 3060/66/70/72 PB y entrepiso,
52
Poder Judicial de la Nación
tres planos acerca de las condiciones contra incendio de Bartolomé
Mitre 3036/38/40/44/50/60/66/72/78.
Sobre H (desglose de fs. 7514/7574) con los cuadros de la
organización del GCBA y las responsabilidades primarias, también
las transcripciones del debate del Concejo Deliberante referidas al
local “Cemento” y recortes de diario relativos al mismo.Sobre I con la transcripción de la 4a Sesión Extraordinaria
de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, de los días 28 de
enero y 1° de febrero de 2005, en las cuales el Jefe de Gobierno,
Aníbal Ibarra, se refirió al hecho que nos ocupa y al sistema de
controles del GCBA (aportado a fs. 7978).
Sobre J (aportado a fs. 3114/5) con los informes ejecutivos
de la Auditoría de la Ciudad de Buenos Aires referentes a los
locales de baile clase A, guarderías infantiles, estadios, geriátricos
y hoteles, en los cuales se acompaña un detalle histórico de los
organismos encargados de llevar adelante las inspecciones.
También se acompañan notas con las notificaciones de esas
conclusiones y los dos dictámenes del 30 de diciembre de 2004.
Sobre K con documentación aportada por la Dra. Alicia Pierini
a fs. 7996/7 que contiene:
*resolución 1884/01 del 10 de agosto de 2001, en la cual se citan
las actuaciones nros. 6736/01 y 7429/01 relativas a la realización
de maratones y la permanencia de menores de edad en el local
“Scape” así como al ingreso de menores a diversos locales de baile
53
Poder Judicial de la Nación
en el turno noche. Se recomienda a la DGVyH que tome las medidas
necesarias para evitar estas situaciones.
*resolución 2130/02 del 30 de abril de 2002, en la que se
recomienda a la DGVyC la inspección del boliche “Amérika” a fin de
verificar diversas cuestiones (número de asistentes, salidas de
emergencia, ruidos molestos y vibraciones, elementos resistentes al
fuego, etc.)
*resolución 6320/02 del 6 de diciembre de 2002, en la que se
habla del funcionamiento de locales de baile en lugares que
producen ruidos y molestias a vecinos, como así también a la
utilización de clubes como locales de baile. Se elevó un proyecto de
ley para modificar el Código de Edificación.
*resolución 2022/03 del 8 de mayo de 2003, relativa a la falta de
habilitación de varios locales de baile, muchos de los cuales además
están emplazados en lugares prohibidos. Se solicitó a la DGVyC la
inmediata clausura de todos los locales que no contaban con la
habilitación.
*informe general de locales de baile en donde se hace referencia
a las resoluciones mencionadas anteriormente, como así también a la
actuación de oficio 631/04 mediante la cual se solicitó, el 5 de
mayo de 2004, que se intimara a los locales de clase C al estricto
cumplimiento de la normativa vigente, en especial la ordenanza
50.250.
Sobre L documentación aportada por Marías Barroetaveña en
su declaración (fs. 8086/8)
54
Poder Judicial de la Nación
Sobres M y N documentación aportada por María Estela
Moreno (fs. 10.712/3)
Sobre
Ñ
junto con la documentación aportada por la
Procuración General de la Ciudad de Buenos Aires (fs. 11.503),
contiene las órdenes de trabajo de inspecciones referidas al sector
nocturno, actualmente bajo la órbita de la DGFyC, ninguna de las
cuales recayó sobre el local de Bartolomé Mitre 3060.
Las mismas comprenden desde el mes de junio de 2004, fecha
en la cual se creó dicha área y la mayoría no cuenta con la fecha en
la que se realizaron.
Sobres O (I y II) conteniendo copia certificada de la
Resolución 2022/03 dictada por la Defensoría del Pueblo de la
Ciudad, entonces a cargo de la Dra. Alicia Oliveira, junto con copias
de las actuaciones que fueron sus antecedentes, consistentes en:
Actuaciones 2326/99 (boliche sito en Salta 1748), 2938/99
(Manuel Ugarte 1640), 3104/99, 783/00, 904/00 (varios locales),
1615/00,
3749/00
(“Tabaco”),
Hernández), 4471/00,
1029/01,
3405/00
4751/00
(Miñones
y
José
(locales de “Las
Cañitas”), 4956/01 (“Hanoi”, “Coyote” y “Apocalipsis”), 5929/01
(“El Teatro”), 6736/01 (“Scape”), 8802/01 (“Arena”), 5501/02
(“Amerika”), 8080/02 y 8859/02 (Boulogne Sur Mer 323).
A título informativo es de señalar que en la actuación
3749/00
referida
al
local
“Tabaco”,
los
inspectores
que
concurrieron los días 9 de noviembre de 2000 (Carlos Serrano) y 6
de enero de 2001 (Gustavo Malventano) y lo encontraron cerrado,
55
Poder Judicial de la Nación
dejaron asentada esta circunstancia a la vez que sugerían que se
inspeccionara nuevamente en los días y horarios de funcionamiento,
lo cual finalmente ocurrió el 14 de enero de 2001.
Carpetas que rezan “Habilitación GCBA I parte y II parte”
con diversas constancias de interés relacionadas a dicho tema.
Obran allí copias de la Actuación 631/04 de la Defensoría del
Pueblo iniciada de oficio a solicitud del Arquitecto Alimena a fin de
poder comprobar el cumplimiento de las medidas de prevención de
incendio en locales bailables.
En la misma se cursaron notas a la Subsecretaría de Control
Comunal para que informara la cantidad de locales habilitados y sus
instalaciones
para
prevenir
incendios,
así
como
a
la
Superintendencia de Bomberos para que hiciera saber la nómina de
locales que solicitaron la inspección y certificación inicial de la
ordenanza 50.250, cuáles habían procedido a la verificación y
renovación anual y cuáles había acreditado a la fecha el
cumplimiento a la ordenanza en cuestión (fs. 138/139).
El 5 de febrero de 2004 bomberos remitió la información, y
en el listado adjunto aparece que el local de Bartolomé Mitre
3060/72 estaba “al día” (fs. 140/5). También acompañó una nota
(reiteración
de
una
anterior)
dirigida
al
Departamento
de
Actividades Nocturnas de la DGVyC en el que consideraba a la
actividad bailable como riesgosa, por lo que se imponía el accionar
de ambos organismos para hacer cumplir la legislación vigente.
56
Poder Judicial de la Nación
Para estos fines pedían el listado de locales que debían
cumplir con la ordenanza 50.250, a fin de ser cotejados con sus
antecedentes y luego remitirles el listado de los locales que no
habían realizado tramitación alguna para cumplir con la norma (fs.
146).
El GCBA envió un listado en el que consta el local donde
ocurrieron los hechos aquí investigados cuyo titular es “Lagarto
S.A.”. De allí se desprende que estaban registrados un total de 221
locales clase C, y 58 en los que la actividad bailable es
complementaria (fs. 167/181).
Así, teniendo como antecedente la Resolución 2022/03 y el
entrecruzamiento
de
los
datos
recabados,
surgió
un
alto
incumplimiento a las normas vigentes en materia de seguridad de los
locales bailables lo cual dio lugar a que se solicitara a la
Subsecretaria de Control Comunal: que arbitrase todos los medios
con el fin de intimar a los locales de baile clase C al estricto
cumplimiento de aquella normativa, y en caso de verificarse su
incumplimiento “se apliquen las sanciones previstas a tal efecto en
el régimen de penalidades vigentes” (fs. 199).
También se solicitó a la UPI los listados de los lugares que
fueron inspeccionados durante el año 2004, cuáles fueron
clausurados (con los motivos) y, de ser posible, cuáles se mantienen
con clausura (fs. 200). Esto fue contestado mediante el listado de
fs. 284/287.
57
Poder Judicial de la Nación
Por otra parte, la Superintendencia de Bomberos remitió
mensualmente la nómina de locales de baile que habían iniciado los
trámites para obtener la habilitación respectiva referentes a los
siguientes períodos: segundo trimestre de 2004 (fs. 201/2), julio
de 2004 (fs. 203/4), agosto de 2004 (fs. 205/6), septiembre de
2004 (fs. 207/8), octubre de 2004 (fs. 209).
También obran listados de locales de baile con prestadoras de
servicio de seguridad privada y aquellos otros que tramitan la
habilitación de su personal de seguridad, de acuerdo a la ley 118 de
la Ciudad, entre los cuales no figura “REPUBLICA CROMAÑÓN” (fs.
218/223).
Informe presentado por la Cámara de Empresarios de
Discotecas y Entretenimiento de la Ciudad de Buenos Aires
(CEDEBA) a raíz del 1er Congreso que organizó los días 9 y 10 de
noviembre de 2004 en el Hotel Crowne Plaza Panamericano.
Allí intervinieron varios funcionarios del gobierno, miembros
de la oposición, de la justicia y diversos organismos, entre los que
se encontraba Fabiana FISZBIN quien expuso sobre el tema
“Seguridad en los establecimientos nocturnos” (fs. 11.945/12.005)
En esa oportunidad se aportó un video cassette conteniendo
diversas exposiciones en el congreso, en el que se puede ver a
FISZBIN sosteniendo que en el padrón del gobierno figuran
aproximadamente 200 locales clase C, de los cuales 50 no estarían
habilitados (a partir del minuto 20).
58
Poder Judicial de la Nación
También se agregó un DVD “Evacuación de una discoteca”
realizado por Defensa Civil de la Ciudad de Buenos Aires.
Copias certificadas del expediente administrativo 2/2005
(Sumario 01/05) labrado en el seno del GCBA a raíz de los
acontecimientos que son materia de investigación en esta causa.
3-DESCARGOS DE LOS IMPUTADOS
GUSTAVO JUAN TORRES (fs. 16.362/391 y 16.392/408)
Al ser convocado en los términos del art. 294 del CPPN
presentó su descargo por escrito e hizo uso de su derecho
constitucional a negarse a contestar preguntas del tribunal. En
resumidas cuentas hizo un relato de su gestión al frente de la
DGFyC, en donde asumió el 21 de septiembre de 2004 y renunció el
11 de febrero de 2005.
Entre las medidas dispuestas se encuentran las disposiciones
916/DGFyC/04 por la cual se hicieron reformas organizativas y las
18/DGFyC/04, 102/DGFyC/04 y una reiteración de la primera por
las cuales pedía mayor presupuesto, personal y materiales.
Se estaba elaborando un cuadro con la información relativa a
los establecimientos (tablero de comando) que permitiera detectar
los vencimientos, intimaciones y demás plazos. Que entre los meses
de noviembre y diciembre se hicieron 4200 inspecciones (6000
59
Poder Judicial de la Nación
actas y 329 clausuras), es decir casi el doble de las que se venían
realizando para el mismo período los últimos 10 meses.
Las inspecciones estaban a cargo del Área Operativa las
cuales un 70% salían de denuncias y el resto se fijaban en las
reuniones de los días lunes (de las cuales concurrió a 7), de
diagramas de la propia Coordinación y a requerimiento del Director.
En aquellas reuniones se entregaban los objetivos para la semana en
curso.
Manifestó que las diversas infracciones que se constataron en
“REPUBLICA CROMAÑÓN” (puerta de emergencia cerrada, exceso
de público y uso de pirotecnia) son todas contravenciones y la
autoridad de control es la justicia contravencional y la Policía
Federal, en tanto auxiliares de aquella.
También que en el local no se bailaba sino que se hacía otra
actividad diferente a la que fue habilitada, por lo que correspondía
haber intervenido al Área Contralor Espectáculos.
En cuanto a los “alertas” sobre la situación referida a los
locales bailables dijo que no tuvo conocimiento de ninguna: la
Actuación 631 de la Defensoría del Pueblo no estaba en la DGFyC ni
informatizada; el Registro 10385-MGEyA-04 (contestación de
“Lagarto” a las intimaciones de la UPI) no estaba inventariado ni
cargado en el sistema informático; los proyectos de la Legislatura
de la Ciudad eran anteriores a su gestión, al igual que los
expedientes contravencionales; finalmente las notas de bomberos
60
Poder Judicial de la Nación
pidiendo informes sobre el rubro también eran anteriores a su
gestión.
FABIANA
GABRIELA
FISZBIN
(fs.
16.497/536
y
16.537/565)
La ex Subsecretaria de Control Comunal también presentó un
descargo por escrito a la vez que contestó las preguntas que se le
formularon.
Comenzó diciendo que “CROMAÑÓN” no era un anexo del
hotel contiguo y que no debería tener contacto con el mismo. Dijo
que la Subsecretaría que estaba a su cargo tiene objetivos a
cumplir, no responsabilidades primarias, las cuales están en cabeza
de las Direcciones, y que a ella le competía controlar que las mismas
cumplieran con esas responsabilidades.
Explico en qué consistían las reuniones de los días lunes, las
cuales surgieron como consecuencia de problemas originados a raíz
de pedidos de auxilio a la fuerza pública por parte de la UPI. En
definitiva era para coordinar un nexo entre el gobierno y la policía
para hacer las inspecciones. Nadie daba las órdenes sino que era un
trabajo en equipo, y de allí salió la consigna de controlar los locales
de baile todos los fines de semana.
La política dispuesta por ella era controlar todos los locales de
baile, aquellos que surgían del padrón histórico más las denuncias
(particulares, defensorías u otros oficios judiciales), y si estas no
61
Poder Judicial de la Nación
eran muchas se agregaban otros lugares que figuraban en el padrón
y que no se habían inspeccionado. Esto era hecho por Alfredo
UCAR, de manera arbitraria y selectiva, o sea sin responder a
ningún método, sistema o estudio previo, ya que había bastante
desorganización y si bien era una tarea de la UPI y la DGFyC, no
funcionaban bien
Que los lugares a inspeccionar cada fin de semana eran
decididos por COZZANI. Estas reuniones se hacían en su despacho.
Sostuvo que no había un mapa de riesgo en base a las
denuncias o cualquier otra fuente de información, reiterando que no
existía un plan sistemático para dar respuesta en forma oficiosa a
los puntos, es decir que sólo se actuaba a instancia de parte.
Tampoco había un sistema de información propio sobre lugares
conflictivos en la Ciudad.
Negó conocer que la comisaría 7a solicitaba en forma semanal
un pelotón de combate o grupo especial de apoyo para ser asistidos
en su jurisdicción, particularmente en relación a los locales de baile.
Que debió haber recibido alarmas de esa comisaría pero ello no
ocurrió, lo cual le llama mucho la atención, máxime cuando en un
lugar como “REPUBLICA CROMAÑÓN” se realizaban recitales,
concurría mucha gente y hasta se cortaba el tránsito. Lo mismo
manifestó en relación a distintas oficinas a su cargo, puesto que se
excedía el objeto de su habilitación.
62
Poder Judicial de la Nación
En este sentido agregó que la policía podía haber clausurado
directamente en el caso de marras, conforme lo establece la ley 12
de la Ciudad (procedimiento contravencional)
Los inspectores que tenían la credencial contaban con el poder
de policía, es decir que tenían todas las facultades para actuar de
acuerdo a la normativa vigente cuando constataran una infracción.
Por lo tanto, si hacían algún tipo de clausura ello se debía al poco
tiempo en que estaban trabajando y a las dudas que tenían.
Destacó que las diversas infracciones constatadas el día del
hecho en “REPUBLICA CROMAÑÓN”, ingreso de pirotecnia, venta
de mayor cantidad de entradas permitidas y a las puertas de
emergencia
cerradas
con
alambre
y
candado,
son
todas
contravenciones, las cuales deben ser controladas por la policía.
Que si un inspector vía que un local de baile en realidad se trata de
un estadio en el que se hacen recitales tiene que pedir el auxilio de
la policía para lograr la clausura.
Dijo que Alimena le ocultó la información en donde se hacía
saber qué lugares tenían el certificado de bomberos vencidos, y que
de haberlo sabido habría actuado en consecuencia.
Sostuvo que la resolución de la Defensoría del Pueblo le
solicitaba que intimara a los locales de baile en infracción, y que de
no cumplir con la normativa que les aplicara el régimen de
penalidades vigentes, cuando por ley esa función no estaba en su
cabeza sino en los controladores de faltas.
63
Poder Judicial de la Nación
Justamente, como Alimena no le habría enviado el listado de
bomberos fue que lo solicitó a dicho organismo vía la Subsecretaría
de Seguridad del Gobierno
Ella, como Subsecretaria de Control Comunal, no tenía ni debía
tener conocimiento de las “movidas” de los diferentes barrios, sino
que ese conocimiento tenía que estar en cabeza de las direcciones
generales.
Tanto para el turno mañana como para el turno noche, las
órdenes debían ser transmitidas por los coordinadores operativos
por escrito, y no debería haber una metodología diferente en uno y
otro.
Definió a los locales que requieren inspección previa como
lugares críticos, entre los que se encuentran no sólo los locales de
baile sino también los geriátricos, hoteles, galerías comerciales,
hospitales, sanatorios, clínicas, los cuales suman un total de 78.000
en el padrón.
Agregó que en base a un decreto del año 1936 los bomberos
tienen la obligación de controlar trimestralmente para verificar si
los artefactos contra incendio están en orden.
ANA MARIA FERNÁNDEZ (fs. 16.650/818 y 16.819/841)
Explicó cuáles fueron sus puestos en el GCBA, a donde ingresó
como inspectora, luego fue Coordinadora General Administrativa,
posteriormente Coordinadora General de la UPI, hasta que dicho
64
Poder Judicial de la Nación
organismo se suprimió y se creó la DGFyC, de la cual fue su
Directora Adjunta. Entre sus funciones estaba asistir al Director
titular y suplantarlo en caso de ausencia, lo cual hizo cuando
Lucangioli renunció y estuvo a cargo durante 10 días hábiles, en los
cuales dictó 99 actos dispositivos, algunos de clausuras.
A partir de la Disposición 424 dictada por TORRES, sus
funciones consistían en estructurar un sistema para impedir que se
violasen las clausuras vigentes, supervisar el horario de los
inspectores y que estos concurrieran a las citaciones judiciales, es
decir funciones meramente administrativas.
Su trabajo diario consistía en recibir todas las denuncias por
la mesa de entradas, provenientes de particulares y de organismos
públicos, las cuales eran giradas a la Coordinación Operativa, donde
se dividía por área y cada jefe organizaba las inspecciones.
Al haber aproximadamente 200.000 locales a controlar en la
Ciudad y pocos inspectores habilitados, era imposible verificar
todo, por lo que sólo trabajaban en base a las denuncias que
recibían.
Dijo que, si bien formalmente COZZANI estaba a su cargo, lo
cierto era que en los hechos él organizaba y coordinaba a los
inspectores, y que los jefes consultaban con aquél o con DÍAZ
antes de ordenar una inspección. En definitiva, como aquellos eran
los que decidían, ni el jefe de área ni la propia FERNÁNDEZ tenían
poder en la práctica.
65
Poder Judicial de la Nación
Ella no intentó cambiar el circuito para que todas las
denuncias pasaran por su persona y así diera las ordenes de
inspección, porque el atraso hubiera sido mucho mayor. Luego se
enteró que en la Coordinación Operativa pasaban cosas que no
conocía.
Explicó que durante el procedimiento de las inspecciones,
cuando se disponía una clausura preventiva o el local tenía fallas
menores, se le elevaba un proyecto de disposición o informe, donde
tomaba conocimiento de todo lo actuado. En los casos de clausuras
preventiva tenía 48 horas para ratificar lo actuado, y en las faltas
menores firmaba la intimación para regularizar la situación. Una vez
por semana, giraban las actuaciones a los Agentes Controladores de
Faltas, quienes decidían si aplicaban o no la multa.
Que a fines de marzo FISZBIN le dijo que se había arrogado
el manejo de los operativos nocturnos y de vía pública, porque eran
dos temas sensibles y en ambos se requería una fuerte coordinación
con la Subsecretaría de Seguridad.
A partir de allí se fijaron las reuniones semanales en las
cuales intervenían además de las nombradas LUPIAS, UCAR y
COZZANI. Lupias acercaba las denuncias que recibía de las
comisarías, COZZANI las que recibía en la UPI y UCAR manejaba el
listado de bomberos.
Allí se decidía qué inspecciones se iban a realizar en la
semana, pero siempre en base a denuncias, nunca se decidía nada de
66
Poder Judicial de la Nación
oficio, aclarando que sólo en una oportunidad llevó denuncias a esa
reunión.
Manifestó que la “puenteban”, porque luego de las reuniones
de los lunes LOUPIAS,
UCAR
Y
COZZANI quedaban en
comunicarse para terminar de organizar el listado de lugares a
inspeccionar, lo cual no le era informado sino que recién se enteraba
al lunes siguiente.
En cuanto a las presentaciones que realizara el Arquitecto
Alimena de la Defensoría del Pueblo, dijo que la Subsecretaria le
había pedido que efectuara intimaciones por el certificado de
bomberos, ya que ella se había comprometido a realizar esa gestión
y le había solicitado a la Dirección de Habilitaciones que le
remitiera el listado de locales de baile clase C. En ese momento
FISZBIN le entregó en mano una fotocopia de un listado de locales
remitido por bomberos a Alimena.
FISZBIN solicitó que se le informara todo lo actuado sobre el
tema, por lo que le entregó un informe en el que figuraban todos los
locales a los cuales se había intimado, el resultado y el cambio de
rubro o direcciones erróneas en muchos de ellos.
Los
requerimientos
quedaron
a
la
espera
de
nuevas
disposiciones de la nombrada, quien le comentó que se estaba
depurando el padrón, sin embargo esas nuevas directivas nunca
llegaron.
Finalmente, al crearse la Dirección General de Fiscalización y
Control, terminó de plasmarse el apartamiento de ella, a quien le
67
Poder Judicial de la Nación
asignaron la Adjuntía, cuyas tareas eran casi inexistentes y se
limitaban a conformar facturas de personal o supervisar si
concurrían a trabajar. Dijo que la habían puesto en un rincón, y no
en forma figurativa, sino literal.
Reiteró que el escaso número de personal impedía realizar
inspecciones que no estuvieran originadas en denuncias.
RODRIGO MARIO COZZANI (fs. 17.054/092 y 17.093/115)
Manifestó que ingresó al GCBA a mediados de 2003 a lo que
era la UPI, y cuando se fusionaron las coordinaciones administrativa
y la operativa, le propusieron ocupar el cargo de coordinador
operativo.
Su trabajo era llevar adelante las denuncias originadas o que
llegaban a la mesa de entradas que había sido diagramada por
FERNÁNDEZ. De allí pasaban a un área de despacho en donde se
dividían en tres grupos vinculadas con el origen y el rubro.
Todo lo que ingresaba se inspeccionaba en la medida de los
recursos disponibles, y el criterio para elegir la denuncia era en
primer término su antigüedad y después el grado de urgencia o
conflictividad que tuviera, así como los espectáculos públicos que
tenían día y hora.
Se consideraba como “crítica” aquella denuncia en torno a
locales que requerían de habilitación previa para su funcionamiento.
68
Poder Judicial de la Nación
Este es un esquema de trabajo que había armado FERNÁNDEZ
pero que se negó a plasmar en una disposición.
Sostuvo que la única diferencia que tenía con los inspectores
comunes era que él estaba encargado de llevar adelante los
operativos que le eran remitidos por la Coordinación General.
A fines de abril de 2004 se implementaron las reuniones de
los lunes, convocadas por FISZBIN, en donde se discutían los
procedimientos a realizar en los lugares conflictivos, y se daban los
lineamientos importantes sobre la materia.
En mayo aproximadamente hubo un quiebre en todo lo que se
refiere a controles de lugares de baile en base a una orden emanada
de la propia subsecretaria, quien se había reunido anteriormente
con gente de la Defensoría del Pueblo, para que se intensificaran los
controles al respecto.
Además de las inspecciones originadas en las denuncias existía
otro listado de objetivos, que le era entregado por Alfredo UCAR,
asesor de la Subsecretaría de Control Comunal.
Explicó que en las reuniones de los lunes se hablaba de
lineamientos generales y que inclusive el listado que manejaba
UCAR, de quién no sabe de dónde sacaba las direcciones, muchas
veces era recibido por la Subsecretaría de Seguridad antes que él.
Sostuvo que FERNÁNDEZ tenía una participación activa en
aquellas reuniones, en las que impartía directivas y pedía muchos
operativos.
69
Poder Judicial de la Nación
Respecto de la consulta que realizaban los inspectores antes
de hacer una clausura dijo que en principio debían ser sólo para
responder dudas puntuales pero que en la práctica aquellos la
utilizaban para cualquier decisión que tuvieran que tomar.
Esto no debía ser así puesto que los inspectores tienen el
poder de policía y deben ejercerlo cuando constatan alguna
irregularidad.
A su entender las consultas las realizaban para eludir
responsabilidades y que se había generado una suerte de “handy
dependencia” lo que motivó reuniones con la gente avocada a la
capacitación como Mariana Segura y Diego Elhad.
El imputado cuestionó los testimonios de Paula Trunzo y Mario
Mazzilli. Respecto de la primera explicó el motivo de lo que a su
entender fue una confusión en la realización de un operativo, en
tanto que del otro dijo que tenía animosidad contra él debido a
diversos errores que había cometido en su trabajo por los cuales
había sido reprendido.
Que era inverosímil que le llevara todo armado a FISZBIN por
cuanto aquella tenía un equipo de asesores, a la vez que el contacto
directo que mantenía con la subsecretaria era de una o dos veces
por semana, nada más.
También cuestionó la versión de Rivero, ya que fue recién a
partir de la política emanada de la Subsecretaría que se empezó a
considerar la falta del certificado de bomberos como “falta grave”
y a clausurar de inmediato cuando se corroboraba esta situación.
70
Poder Judicial de la Nación
Dijo que nunca recibió el listado de bomberos ni lo vio circular
en el área, y que tenía un conocimiento genérico de la actuación de
la Defensoría del Pueblo, pero nunca fue notificado ni vio nada en
concreto. Tampoco estaba al tanto de las intimaciones que había
hecho la UPI, lo cual a su juicio era perfectamente posible puesto
que
ello
era
de
otra
área
y
había
63.000
actuaciones
aproximadamente en el organismo.
Agregó que los inspectores no transmitían la información que
percibían de su trabajo a los superiores, sino que se limitaban a
realizar lo que les era asignado. No tenían capacidad para dar
respuesta a la gran cantidad de denuncias ni mucho menos hacer
relevamientos o tareas de inteligencia. Igualmente, esto último
debía haberle sido ordenado ya que no estaba entre sus
competencias.
También la policía solicitaba inspecciones, aunque en general
eran para pequeños comercios.
Negó que FERNÁNDEZ tuviera un cargo meramente formal,
ya que estaba al lado de la mesa de entradas y el encargado de la
misma había sido puesto por ella.
Inclusive muchas de las inspecciones salían de ese sistema
informático, a la vez que hacía reuniones semanales con los jefes de
área para ver el grado de cumplimiento de las inspecciones
ingresadas y otras cuestiones del funcionamiento de la Coordinación
General.
71
Poder Judicial de la Nación
DANIEL ALEJANDRO DIAZ (fs. 17.278/295)
El subcoordinador general también dio una explicación sobre
los hechos. Alegó que sólo se trabajaba en base a denuncias y a
inspecciones ordenadas por la superioridad, y en un primer momento
también controlaban todo lo que era espectáculos públicos como
partidos de fútbol y recitales en estadios.
Que a él o a COZZANI el asesor UCAR le entregaba una hoja
con los objetivos a inspeccionar ordenados por la superioridad, a los
que había que agregar aquellos emanados de denuncias que eran
dispuestos por los jefes de área. Las inspecciones diagramadas por
sus superiores salían de una reunión de los días lunes, de la cual él
no participaba. Negó saber qué criterios se manejaban allí para
elegir los objetivos.
Dijo que sus atribuciones sólo le permitían controlar aquellos
objetivos que le habían dado, es decir que no podían actuar por
iniciativa propia, ni tampoco informar de la situación cuando
advertían algún otro lugar que merecía ser inspeccionado.
En cuanto a la consulta que solían hacer los inspectores
sostuvo que no era necesaria, ya que aquellos tenían el poder de
policía y eran los que veían la falta, por lo que consideró que se
debía a inseguridades en sus tareas.
Dijo que al principio, cuando salían a acompañar a los
inspectores viejos, nunca escuchó que se pidiera el certificado
72
Poder Judicial de la Nación
expedido por bomberos, pero que posteriormente, y debido a
directivas de la Subsecretaría, se hizo hincapié en el mismo.
VICTOR DANIEL TELIAS (fs. 17.711/727)
El nombrado hizo uso de su derecho de negarse a declarar y
tampoco contestó preguntas.
JUAN CARLOS LOUPIAS (fs. 17.742/48 y 17.749/68)
El ex jefe de gabinete de la Subsecretaría de Seguridad
sostuvo que el mapa del delito que se armaba en su dependencia
estaba relacionado con los delitos de robo y homicidio en base a las
inquietudes que surgían de las asambleas barriales, encuestas de
victimología y encuestas de percepción de inseguridad.
Aclaró que las funciones de su trabajo se refieren a seguridad
pública y prevención del delito, y no a cuestiones de seguridad e
higiene puesto que no es ámbito de la Subsecretaría a la que
pertenecía.
Dijo que así como había reuniones con Control Comunal
también las había con otras áreas de gobierno que necesitaran el
auxilio de la fuerza pública (como la Procuración Gral. de la Ciudad).
Su función era la de facilitar la relación con la PFA, y sugerir con
qué dependencia de la policía convenía trabajar para cada operativo.
73
Poder Judicial de la Nación
También coordinaba el apoyo de la Guardia de Auxilio por si había
que hacer algún decomiso.
Explicó que en esas reuniones FERNÁNDEZ planteaba
denuncias que recibía en su área, producidas por vecinos, CGP u
oficios judiciales.
La policía también les efectuaba requerimientos, por escrito,
los cuales ingresaban pro la mesa de entradas y en general era por
venta ambulante, comercios y algunas veces locales bailables. Luego
se les daba el pase a Control Comunal pero la Subsecretaría de
Seguridad no seguía con el tema. Que los pedidos hechos por handy
se limitaban a inspecciones que ya estaban en curso, en las que se
les requería mayor apoyo policial.
En el caso en concreto manifestó que nunca recibieron
información de que era una zona conflictiva (ni el barrio ni el local
en particular), ni tampoco hubo ninguna denuncia de nadie, por lo
que no había forma de imaginar que había conflictos. En cuanto a los
pedidos de pelotón se trata de una cuestión interna de la PFA, de lo
que jamás le fue notificado ni debía serlo.
Que desde la Subsecretaría de Seguridad no se realizaba
ninguna investigación por iniciativa propia ni se obtenía información
desde la policía que pudiera resultar de interés para determinar
zonas de conflicto en materia de faltas que requiriesen de
inspectores de Control Comunal.
ALFREDO EDUARDO UCAR (fs. 17.836/38 y 17.839/55)
74
Poder Judicial de la Nación
También se negó a declarar y se remitió a lo expresado en un
escrito presentado en el día de la fecha. Allí sostuvo que para
obtener los datos de las inspecciones pedía expedientes a la UPI o a
la
Dirección
de
Seguridad
Alimentaria
que
eran
quienes
efectivamente tenían el poder de policía y realizaban las rutinas de
inspecciones.
En cuanto a las reuniones de los lunes explicó quiénes las
integraban, diciendo que FISZBIN y él eran los representantes de
la Subsecretaría de Control Comunal. Que allí se trataban temas
generales para los fines de semana (restaurantes, locales de baile,
venta en la vía pública, publicidad ilegal en la vía pública).
Su rol consistía en tomar nota de los temas tratados y, en
base a las denuncias aportadas por las distintas áreas o Direcciones
más las que se recibían por intermedio de las asociaciones vecinales
y los mails que llegaban directamente a la Subsecretaría
(previamente pasados a la UPI-DGFyC). Luego compaginaban las
distintas direcciones de acuerdo a la cantidad de inspectores
disponibles y según el apoyo policial disponible que era informado
por la Subsecretaría de Seguridad.
Así, dijo que primero se definían las zonas a inspeccionar de
acuerdo a las denuncias recibidas. Luego COZZANI o FERNÁNDEZ
informaban la cantidad de inspectores disponibles y finalmente, él
confeccionaba listados con
las direcciones que se irían a
inspeccionar.
75
Poder Judicial de la Nación
El listado era realizado durante el transcurso de la semana y
utilizaba como único parámetro la proximidad de las direcciones
dentro de la zona definida en la reunión del lunes anterior.
Los jueves o viernes se imprimía un mapa con los objetivos y
eran entregados a la DGFyC y a la Subsecretaría de Seguridad
Urbana para que ultimaran los detalles de los operativos.
Explicó que se trabajaba en base a un padrón histórico y que
cuando les era informado que un lugar había dejado de existir él lo
anotaba en una hoja de cálculo propia para no volver a agregar dicho
local.
Finalizó diciendo que sus tareas en el gabinete eran
meramente administrativas sin ostentar ningún tipo de autoridad
y/o decisión para dar instrucciones a los Directores de la UPIDGFyC ya que éstos cuentan con autonomía propia para decidir
inspecciones.
Ampliación de la declaración indagatoria de Ana María
FERNÁNDEZ (fs. 17.950/51)
Manifestó que había solicitado esta medida para explicar
algunas cosas que quedaron pendientes luego de su careo con
FISZBIN.
Aportó diversa documentación, y apoyada en la exposición del
Jefe de Gobierno ante la Legislatura de la Ciudad, sostuvo que la
nombrada estaba informada de los requerimientos que realizó la
76
Poder Judicial de la Nación
UPI. Que le entregó en mano a la ex Subsecretaria de Control
Comunal un listado con el resultado de esas intimaciones, sobre el
cual se había trabajado en base al listado de bomberos que
FISZBIN le había entregado anteriormente a ella.
Reiteró que las únicas personas que tuvieron continuidad
desde abril hasta diciembre en la diagramación de los operativos
nocturnos fueron FISZBIN, COZZANI y UCAR.
Ella dejó de participar el 31 de agosto de 2004, cuando le
asignaron tareas administrativas.
Finalizó diciendo que en base a las depuraciones del padrón, en
las Ciudad habría unos 110 locales clase C aproximadamente, sin
contar
aquellos
que
tienen
la
actividad
de
baile
como
complementaria.
Careos:
Entre
Fabiana
Gabriela
FISZBIN
y
Atilio
Domingo
ALIMENA (fs. 17.247/249)
77
Poder Judicial de la Nación
Al momento de ser careados ambos se mantuvieron en sus
dichos. La imputada le reprochó a Alimena que le había guardado la
información atinente a la situación de los locales en relación al
certificado
expedido
de
bomberos,
diciéndole
que
estaba
relacionado con las empresas que brindaban el acondicionamiento
necesario a fin de cumplir con esos requisitos.
Alimena reiteró que habían mantenido varias reuniones sobre
el tema, así como también muchas charlas telefónicas, en las cuales
le hizo saber que había una gran diferencia entre aquellos listados y
el número de locales que tenía registrado el gobierno. Le reiteró
que ella tenía línea directa con los bomberos y que era su función
haber solicitado la información pertinente, tal como lo había hecho
él.
FISZBIN
le
recriminó
no
haberla
informado
de
las
conclusiones de sus informes, tal como lo manda la ley 3 de la
Ciudad, y que la solicitud enviada por la Defensoría le pide que
aplique el régimen de sanciones correspondientes, cuando ello es
atribución de los controladores de faltas. A ello Alimena contestó
que el órgano administrativo podía clausurar.
Entre
Fabiana
Gabriela
FISZBIN
y
Ana
María
FERNÁNDEZ (fs. 17.371/74)
Hubo acuerdo en este acto en que ante la problemática del
certificado de bomberos vencidos (que FISZBIN reiteró no haber
recibido) FERNÁNDEZ le comentó que no podían intimar sino que se
78
Poder Judicial de la Nación
debía clausurar, a lo que aquella le dijo que buscara la forma de
llegar a todo ese listado para requerirles la presentación de toda la
normativa vigente en relación al desarrollo de la actividad, por lo
que se intimó a todo el padrón histórico.
FERNÁNDEZ manifestó que luego de las intimaciones debía
esperar las instrucciones de FISZBIN, quien desde abril se había
arrogado todo lo relativo a locales de baile clase C y vía pública.
Reiteró la ex subsecretaria de Control Comunal que le había
dicho a FERNÁNDEZ que intimaran a todos los locales del padrón
histórico, porque no sabían cuáles cumplían con el certificado y
cuáles no, que Alimena nunca le había dado aquél listado.
Señaló divergencias entre lo dicho por Fernández en su
indagatoria en esta causa y en el sumario administrativo, en donde
había manifestado que los resultados de las intimaciones fueron
archivados en el área lega y técnica de la UPI.
FERNÁNDEZ manifestó que los resultados de las intimaciones
fueron informados a FISZBIN con una planilla donde se informaban
los locales intimados y las respuestas, en tanto que Ucar bajó a la
UPI personalmente para ver los requerimientos.
Negó FISZBIN que FERNÁNDEZ no pudiera disponer ya que
era la única que tenía firma autorizada, y que las respuestas las
tenía en su poder en una caja que hubo que arrancárselas de sus
manos después de sucedida la tragedia.
Ante ello explicó FERNÁNDEZ el tema relativo a la ubicación
de los requerimientos, los cuales intentó buscar el domingo 2 de
79
Poder Judicial de la Nación
enero pero fue imposible porque habían dado vuelta la oficina
buscando información. Una empleada (Carolina Alvela) le comentó
haber visto la caja en la oficina 703 antes de la mudanza.
Luego, otra empleada Rosana Barone le dijo que estaba en una
caja azul que debía estar en el área técnico legal.
La misma fue ubicada arriba de en un armario aunque luego de
revisar no
hallaron
el requerimiento
hecho
a
“REPUBLICA
CROMAÑÓN”. En una segunda búsqueda Carlos Albornoz encontró
ese requerimiento, que fuera entregado a Torres.
Replicó FISZBIN que FERNÁNDEZ pretendía no hacerse
cargo de las funciones que les fueran otorgadas, y si realmente
había
sido
desplazada
entonces
debería
haber
girado
las
actuaciones para que ella los resolviera. Negó haber recibido la
planilla y que UCAR hubiera revisado los requerimientos.
Dijo que no se había arrogado la función relativa a los locales
de baile o vía pública sino que había dado una orden política de
trabajo, como también se hicieron respecto de tantos otros temas.
Expresó que la participación de FERNÁNDEZ era sumamente
activa y que inclusive traía denuncias para tratar. Que en esas
reuniones no se establecían específicamente las direcciones a
inspeccionar, salvo en los casos de operativos grandes, las cuales se
armaban con las denuncias ingresadas y el listado que traía
LOUPIAS, de manera tal que FERNÁNDEZ no podía desconocer
cuáles se iban a inspeccionar los fines de semana.
80
Poder Judicial de la Nación
Entre Rodrigo Mario COZZANI y Ana María FERNÁNDEZ
(fs. 17.707/710)
Ambos ratificaron lo dicho en sus declaraciones anteriores.
COZZANI dijo que la coordinación operativa no recibía denuncias
autónomamente sino que ingresaban por la mesa de entradas de la
UPI,
a
cargo
de
FERNÁNDEZ.
Que
sobre
toda
la
línea
administrativa aquella tenía un control directo, por cuanto hacía
reuniones semanales con algunos empleados y quincenales con otros,
en las cuales tenía un rol activo, a la vez que tenía gente de
confianza en todas las áreas, en total unas veinte o treinta
personas que pertenecían a su mismo partido político.
Dijo que FERNÁNDEZ se contradecía al decir que la
Subsecretaria se había arrogado las funciones de inspección, para
luego afirmar lo mismo sobre él.
Por su parte, FERNÁNDEZ explicó que había dicho que la
Subsecretaria había asumido esa función pero que aquél y UCAR
completaban el listado con los objetivos. Que en las reuniones de
los lunes bajaba lineamientos.
Que desde la disolución de la UPI se efectuaron unas 20
reuniones aproximadamente, a las cuales llevó solo 4 o 5 denuncias
concretas, lo cual a su entender es ilustrativo que no tenía
autonomía para decidir sobre las denuncias que le llegaban en forma
personal, dado que debía llevarlos a la mesa de trabajo. Reiteró que
COZZANI era el que llevaba las denuncias de la UPI, de no ser así
no se entiende para qué iba aquél a las reuniones.
81
Poder Judicial de la Nación
COZZANI manifestó que su tarea en aquellas reuniones era
únicamente tomar nota de los operativos que se iban a realizar para
poder aportar la capacidad operativa. Que UCAR les pasaba el
listado a él o a DIAZ e incluso éste le remitía esos listados a la
directora los jueves o viernes. Esto fue negado rotundamente por
FERNÁNDEZ, quien dijo que nunca le acercaron esos listados, sino
que ella se enteraba de esas inspecciones el lunes siguiente.
Entre
Rodrigo
Mario
COZZANI
y
Fabiana
Gabriela
FISZBIN (FS. 17.581/82)
FISZBIN sostuvo que la consigna era ir a todos los lugares y
si se advertían incumplimientos debían ser clausurados. Para
fortalecer la política se le acercaba a la UPI otras direcciones que
surgían del padrón, que eran acercados por UCAR.
Que COZZANI elegía entre las denuncias que recibía a cuáles
les iba a dar prioridad. Que muchas de las direcciones que desde la
Subsecretaría les giraban no podían cumplirse porque les daban
prioridad a otras. Consideró que no hay contradicción entre lo
declarado por ella y lo dicho por COZZANI.
Por tu parte, COZZANI dijo que no tenía capacidad para
decidir si había que inspeccionar un lugar u otro, que no se podía
apartar de lo que tenía asignado, mas allá de que daba prioridad a
ciertas direcciones en base al criterio emanado de la Dirección.
Que no podía inspeccionar un lugar que no estuviera en los listados
82
Poder Judicial de la Nación
bajados por FISZBIN o que no surgieran de las denuncias. Dijo que
no se hacía nada que no supiera el Director General.
FISZBIN coincidió que entre las funciones de aquél no
estaban las de actuar de oficio, aunque lo podría haber hecho si
hubiese sido autorizado por el Director.
Entre
Ana
María
FERNÁNDEZ
y
Vanesa
Ileana
BERKOWSKY (fs. 17.952/53)
Allí se discutió sobre la forma en que se encontró la caja azul
con el requerimiento efectuado a “REPUBLICA CROMAÑÓN” por la
UPI. Por lo demás, no surgió ningún otro dato de interés para la
presente.
4-VALORACIÓN.
La numerosa prueba agregada a la causa permite vislumbrar
varias cuestiones vinculadas con la estructura del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, sus organismos de control y los
funcionarios que ocuparon esas dependencias, que si bien evidencia
aspectos administrativos que evaluados desde la óptica de una
adecuada y eficiente gestión abre numerosos interrogantes sobre
su eficiencia, no todos son relevantes a los fines de esta
investigación, razón por la cual ésta se circunscribirá a determinar
concretamente qué conductas interesan a la órbita penal en relación
83
Poder Judicial de la Nación
al episodio ocurrido en el comercio “REPUBLICA CROMAÑON” el
día 30 de diciembre de 2004.Debo señalar en primer término, la complejidad para
comprender cuál era el sistema normativo vigente en materia de
habilitaciones y control, puesto que existe un exceso de normas que
en ocasiones provocan confusión y desorden en lugar de establecer
claramente pautas de comportamiento a las que los ciudadanos
deberán ajustarse.Leyes, ordenanzas, disposiciones, resoluciones y decretos que
regulan la misma materia, se superponen, se modifican o bien
establecen excepciones que terminan superando las reglas.
Todo ello fue un obstáculo que debió superarse para lograr
entender qué se puede y qué está prohibido en el ámbito de la
Ciudad y en particular con su enorme aparato burocrático.La inevitable conclusión de todo ello lleva a considerar que si
los técnicos en derecho tuvimos inconvenientes en esta tarea qué
puede esperarse de los administrados, es decir, de la mayoría de la
población a quien en definitiva está dirigida la norma.Ello no ha sido el corolario de una sola administración ni
tampoco exclusivo del Poder Ejecutivo de la Ciudad, a modo de
ejemplo se puede señalar que hubo dos proyectos de reforma del
Código de Habilitaciones y Verificaciones (años 2002 y 2004), los
cuales perdieron estado parlamentario.Pero evaluar la responsabilidad de quienes han dirigido las
instituciones del Estado no compete al suscripto y serán los órganos
84
Poder Judicial de la Nación
pertinentes los que deberán avocarse a tan importante tarea,
puesto que indudablemente se trata de cuestiones políticas no
justiciables (conforme la doctrina emanada de la CSJN in re
“Rodríguez J., en “Nieva, Alejandro y otros C/PEN” del 17/12/97 y
Fallos 325:645; 326:3177), en virtud de la cual se afirma que la
función jurisdiccional no alcanza el modo en que se ejercen aquellas
facultades privativas de los otros poderes, ya que de no ser así se
estaría invadiendo el ámbito de competencias propias de aquellos
órganos.Destaco ello ya que la referencia que a lo largo de este
interlocutorio se hará acerca de la organización y funcionamiento
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires será únicamente para
ilustrar el ámbito en el cual se desarrollaron los hechos que aquí nos
ocupan y poder establecer las posibles responsabilidades penales
relacionadas al suceso acaecido el día 30 de diciembre de 2004.-
Situación
procesal
de
Fabiana
FISZBIN,
Ana
Maria
FERNÁNDEZ, Gustavo TORRES, Rodrigo COZZANI y Alfredo
UCAR.
Para tener por acreditados los hechos tal como fueron
descriptos al inicio de este segmento del resolutorio resulta
fundamental,
en
primer
lugar,
tener
presente
el
esquema
organizativo existente en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
85
Poder Judicial de la Nación
al momento del evento, en el cual, si bien hubo variaciones durante
el año 2004, se trataron de cambios que no alteran el razonamiento
de la cuestión.En ese diagrama se consigna que la línea de control sobre el
tema de locales de baile estaba a cargo del titular de la
Subsecretaría de Control Comunal, y dentro de esta área, era la
Dirección General de Fiscalización y Control la que debía verificar
el cumplimiento de la normativa vigente, tarea que antes recaía en
la Unidad Polivalente de Inspecciones.
A su vez, dentro de la Dirección General de Fiscalización y
Control hay nuevas divisiones (que también fueron cambiando con
el tiempo), entre las que se repartían las tareas.Los imputados eran los titulares de estas oficinas, razón por
la cual, estaba en su cabeza la facultad y el deber de ejercer el
control sobre los locales de baile. Todos habían sido legalmente
designados y estaban en posesión de su cargo.Someramente, entre las responsabilidades primarias que
tenían los cargos que ostentaban, se encuentra el ejercicio y
coordinación del poder de policía en la Ciudad.Se volverá sobre el punto más adelante, al momento de
analizar la calificación jurídica, puesto que de la designación en los
cargos surge el deber de cuidado que estaba en su ámbito de
competencia.Por otra parte, resultan de relevancia las denominadas
“alarmas” que había recibido el Gobierno de la Ciudad de Buenos
86
Poder Judicial de la Nación
Aires sobre la situación crítica que atravesaban los locales de baile
clase C desde hacía bastante tiempo.Entre ellas, cabe mencionar la Actuación 631 de la Defensoría
del Pueblo de la Ciudad, en la cual se ponía sobre aviso de la falta de
cumplimiento de las condiciones de seguridad de estos lugares. Se
mencionaba en ella el peligro que encierra este tipo de actividad y
el bajo cumplimiento de la normativa que rige la materia.
No quedan dudas que ese informe fue recibido en el ámbito
del Gobierno comunal porque se cuenta con la copia con el
respectivo cargo que da cuenta de ello además de diversas notas
firmadas por la propia FISZBIN
(fs. 196 y 199 del legajo
“Habilitación GCBA” que corre por cuerda).Por lo tanto, la discusión atinente al derrotero que siguió esta
actuación dentro de la estructura administrativa, por la cual
FISZBIN alegó que no había recibido el listado de bomberos que le
fuera enviado a Alimena, carece de sentido.
Aquella solicitud de la Defensoría ingresó mediante los
carriles
legalmente
establecidos
por
la
administración para
canalizar la comunicación con otros sujetos, de modo que una ex
funcionaria no puede ampararse en esa organización ni en un
supuesto desorden burocrático para argüir que nunca recibió la
información correspondiente.Igualmente, y siguiendo su propio descargo, en el mejor de los
casos su desconocimiento se limitaría al listado confeccionado por
bomberos y enviado a Alimena, pero no alcanzaría la situación
87
Poder Judicial de la Nación
descripta en la Actuación 631 que ya en los considerandos explica
en forma clara y precisa que del entrecruzamiento de datos
solicitados a la Subsecretaría y a la Superintendencia de Bomberos
surge un alto incumplimiento a las normas vigentes por parte de los
responsables de locales bailables.Frente a esto, su cargo de Subsecretaria de Control Comunal
le permitía, y le exigía, haber requerido ella misma ese listado, lo
cual habría hecho por intermedio de la Subsecretaría de Seguridad.
Sin embargo, y como ya se dijo, la discusión no puede girar en
torno al haber recibido o no ese listado, puesto que eso era algo
sencillamente remediable por una funcionaria con el rango y las
competencias que tenía (y como se dijo, finalmente hizo), sino
básicamente porque el estado crítico de los locales de baile excedía
aquella nómina y abarcaba la situación general por la que atravesaba
la actividad.Para el caso, el certificado expedido por bomberos era uno de
los tantos puntos vinculados con la seguridad que debían ser
controlados y en este hecho se pone de manifiesto que aún con ese
documento en regla jamás podía ser que una puerta como la que
estaba sobre el costado del escenario (aquella que daba al interior
del estacionamiento del hotel “Central Park” y tenía el cartel
lumínico de “salida”) estuviera cerrada con alambre y candado. La
única manera de evitarlo hubiera sido mediante un adecuado plan de
inspecciones.-
88
Poder Judicial de la Nación
A lo expuesto debe agregarse que el informe de la Defensoría
del Pueblo fue publicado el día 26 de mayo de 2004 en el diario
Clarín (en el cual inclusive se publicó una foto de la discoteca
“Kheyvis” en la que años atrás ocurrió algo similar a este hecho),
con lo cual cualquier duda sobre el real y efectivo conocimiento de
esta problemática queda disipada.Todo ello sin perjuicio de recordar una vez mas que nos
encontrábamos frente a una situación que en si misma debía llamar
la atención y recibir rápida respuesta por parte de las autoridades:
la conversión en microestadios de los locales bailables clase C y de
la practica de recitales en su interior con concurrencia masiva y con
inclinación al uso de pirotecnia.Ahora bien, a raíz de aquella situación fue que la UPI, en lugar
de disponer la inspección y/o clausura inmediata de los lugares que
no tenían el certificado de bomberos en regla, los intimó para que
aportaran toda la documentación habilitante, y en el caso de
“REPÚBLICA CROMAÑON” fue recibida en el Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires el 10 de junio de 2004.
De allí surgía la fecha en que vencía el certificado otorgado
por bomberos, puesto que se había aportado copia de la última
renovación.Con lo dicho quedan claro dos cosas: por un lado que la
autoridad de control estaba al tanto de la situación crítica que
atravesaban los locales de baile clase C en general, a la vez que
sabían de la situación administrativa que revestía “República
89
Poder Judicial de la Nación
Cromañon” en particular (información que también se tenía de
tantos otros lugares).Señalamos aquí que los estudios se efectuaban sobre los
padrones históricos, es decir que muchos de los locales podían ya no
existir.
No se hacían estudios sobre la realidad para lo que hubiese
bastado solicitar a cada Comisaría cuántos locales había en su
jurisdicción y su estado, o la simple consulta con un suplemento de
espectáculos de un diario en cuanto a los más masivos.A
lo
expuesto,
debe
agregarse
que
existieron
otras
“advertencias” sobre la cuestión. En este sentido se cuenta con la
Resolución 2022/03 de la misma Defensoría del Pueblo (8 de mayo
de 2003) en la que se mencionó que muchos locales funcionan en la
práctica como discoteca pero tienen la habilitación de bar o
restaurante. Se destacó que en muchos casos están situados en
lugares prohibidos y consideró que en esta actividad “los controles
comunales resultan inexistentes o, al menos, poco eficientes”.
Por
esta
situación
le
recomendó
al
Director
General
de
Verificaciones y Control que dispusiera la inmediata clausura de los
locales de baile que no contaran con la correspondiente habilitación.
Es de destacar que esta resolución estuvo basada en
numerosos casos de otros lugares de baile que se citaron como
antecedentes.Lo mismo ocurrió con los informes labrados por la Auditoría
General de la Ciudad, que si bien no se limitaron a los locales de
90
Poder Judicial de la Nación
baile clase C (fueron otros rubros de “alto riesgo” como locales
clase A, hoteles, geriátricos, estadios y guarderías) mencionaron
diversas anomalías en los órganos de control, tales como reticencia
en contestar los pedidos de información remitidos por la Auditoría,
falta de información adecuada, falta de registros confiables de las
actividades habilitadas y falta de inspecciones rutinarias.
En cuanto a esto último se señaló que el control de los locales
estaba sujeto a una eventual denuncia y los problemas que ello
ocasionaba.La Auditoría General de la Ciudad mencionó la sinuosa historia
del organismo de control (que fue variando en numerosas ocasiones)
y explicó que las observaciones y recomendaciones podían dividirse
en dos categorías: unas referidas a cosas puntuales y otras que
“apuntan al marco general del funcionamiento del organismo, como
ser la falta de planificación en las inspecciones o el abandono de la
política de inspecciones de rutina, y hacen a la concepción global de
lo que debe ser el ejercicio del poder de Policía”.Si bien dichos dictámenes fueron notificados al Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires el 5 de enero de 2005, es decir después del
hecho aquí investigado, lo cierto es que los antecedentes allí
considerados venían ocurriendo con anterioridad.
De allí surge con meridiana claridad que aquellos organismos
encargados de controlar tenían muchísimas fallas, no tenían base de
datos, reinaba el desorden y encima la modalidad de inspección era
objeto de severas críticas.91
Poder Judicial de la Nación
El presidente de la Auditoría General, así como diversos
integrantes, explicaron con más detalle esta situación, en la que
relataron diversos inconvenientes que tuvieron para ejercer sus
funciones.Asimismo, se cuenta con la Resolución 359/04 (30 de
septiembre de 2004) de la Legislatura de la Ciudad, por la cual se le
requirió al Poder Ejecutivo que informara diversos puntos referidos
al cumplimiento de las medidas de seguridad contra incendios en
locales bailables.Esto se debió a dos iniciativas de los legisladores Ferrero y
Enríquez, originados a su vez en la publicación de “Clarín” ya citada,
y que se fundaban en las condiciones de seguridad en general y las
condiciones contra incendio en particular de este rubro.En resumidas cuentas, resulta inverosímil que diversos
organismos de control hayan advertido la problemática que rodeaba
a las condiciones de seguridad de los locales de baile, pero no haya
ocurrido lo mismo por parte de la autoridad de aplicación y mucho
menos que no reaccionara en consecuencia.
Estaban todos al tanto de la situación excepto el organismo
cuya tarea era precisamente controlar esa actividad.Por esta razón es que deviene inaceptable reducir el asunto a
determinar si FISZBIN recibió o no el listado de bomberos, o si
FERNÁNDEZ le transmitió el resultado de las intimaciones. Esto es
secundario frente a la situación descripta y que demandaba una
92
Poder Judicial de la Nación
actuación urgente de los imputados. Sólo debe servir de ejemplo de
la burocracia e ineficiencia reinante.Deben sumarse a esta cuestión los antecedentes que tenía el
grupo “Callejeros” que a mediados y a fines del año 2004 se
presentó en el Club Obras Sanitarias y en el Club Excursionistas.En ambos recitales hubo excesivo uso de pirotecnia (en Obras
Sanitarias se contaron más de 100 bengalas), lo que motivó la
intervención
de
la
Justicia
contravencional
por
diversas
infracciones.
En los dos casos estuvieron presentes inspectores del Área
Contralor Espectáculos, quienes permanecieron durante todo el
show y constataron esa y tantas otras situaciones irregulares.De todo ello se desprende que la autoridad de control, en el
caso el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y por ende sus
distintas dependencias, estaban al tanto (o debían estarlo, puesto
que era su labor y no se trataba de una misión difícil) de las
características de la banda de música y su público, por lo que debió
haber tomado las medidas del caso frente a una nueva presentación
de “Callejeros” en otro lugar. Con leer los suplementos de los
diarios en los que se publicitan las actividades musicales de los
fines de semana hubiera sido suficiente para saber qué estaba
ocurriendo en el ámbito de la Ciudad.No eran necesarios organismos de inteligencia ni grandes
aparatos burocráticos para conocer los lugares de mayor peligro y
93
Poder Judicial de la Nación
así, al menos, iniciar un control efectivo de los locales en donde se
realizaba una actividad cuyos riesgos ya se le habían advertido.Seguramente podrá alegarse que son diversas áreas del
gobierno las que intervienen: por un lado la DGHyP y Contralor de
Espectáculos (a cargo de los recitales), y por el otro la DGFyC (a
cargo de los locales de baile clase C).
Sin embargo creo que ello no es suficiente para deslindar de
responsabilidad a los imputados por dos motivos: en primer lugar, en
el caso de la DGHyP también depende de la Subsecretaría de
Control Comunal, de modo que, formalmente, no hace mas que
ratificar lo dicho hasta ahora.
En segundo término, hay que decir que si existe un organismo
encargado del control de los locales de baile, entonces es su tarea
muñirse de la información necesaria para realizar adecuadamente
su tarea y advertir que en un lugar que está habilitado como local
de baile en realidad se desarrolla otra actividad.
Como dijimos, en el caso, este compendio de información se
limitaba a una consulta de uno a otro organismo del mismo Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires o a la verificación de los medios de
comunicación, como la revista “Llegás a Bs. As.”, paradójicamente
auspiciada por el propio gobierno porteño.Con lo dicho, está claro que los imputados, en tanto titulares
de diversos organismos del Gobierno de la Ciudad, estaban en
conocimiento de la situación crítica en que se encontraban los
locales de baile en cuanto a las condiciones de seguridad.
94
Poder Judicial de la Nación
Puede ser que no hayan conocido alguna situación en particular
sobre el tema, pero está claro que, por el cargo que ostentaban
tenían el deber de hacerlo y estaban a su disposición todos los
medios disponibles para lograrlo.
De ser así, la violación al deber de cuidado consistiría en no
haberse informado debidamente de diversas circunstancias que
eran imprescindibles para el correcto ejercicio de su cargo. Pero
igualmente debe quedar en claro que sobre las cuestiones
principales sí tenían conocimiento, puesto que provenían de diversos
lugares (organismos públicos y medios de comunicación), eran
manifiestos (por ejemplo el certificado de bomberos requería
contar con una planilla con la fecha del vencimiento) y estaban al
alcance de cualquiera de ellos.Respecto de la modalidad adoptada para las inspecciones, ha
quedado acreditado mediante el relato de todos los testigos y el
reconocimiento de los propios imputados, que las mismas se hacían
en base a denuncias. Es decir, que el mecanismo de control de la
Ciudad requería del impulso previo de algún tercero, léase
particular
u
organismo
oficial
(Defensoría
pública,
justicia
contravencional, policía, etc.). Se alegó frecuentemente que la
escasez de medios sólo permitía hacer inspecciones de ese tipo.
Eso llevó a que no existiera en el ámbito de la Ciudad un plan
ordenado y metódico que aspirara a alcanzar a aquellos objetivos
más importantes de la jurisdicción, sino que estaba librado al
95
Poder Judicial de la Nación
capricho del funcionario de turno o a la eventual denuncia
(mecanismo también antojadizo e insuficiente).
Por
eso
es
que
“REPUBLICA
CROMAÑON”
no
era
inspeccionado desde el 29 de marzo de 2003 y de no existir ningún
reclamo (o algún hecho como el que nos ocupa) seguramente hubiera
continuado en funcionamiento en el estado en que estaba por mucho
tiempo más.Su ubicación lo favorecía ya que no eran numerosas las
viviendas particulares que lo rodeaban y así pocas podían ser las
quejas de vecinos.Del mismo modo, no había ningún sistema que diera aviso
cuando el certificado de bomberos, que según la autoridad
administrativa era sumamente importante (por eso tiene una validez
de tan solo un año) y el rubro era de un “nivel crítico alto” (ya que
requiere inspección previa), dejaba de tener vigencia.Esta modalidad tuvo sus modificaciones parciales con las
reuniones efectuadas los días lunes en el despacho de la
Subsecretaria de Control Comunal.
Allí participaban la propia FISZBIN, los titulares de la DGFyC
(Lucangioli en el poco tiempo que estuvo y luego TORRES),
FERNANDEZ, COZZANI, UCAR Y LOUPIAS.
En esas reuniones, se dictaban los lineamientos generales a
seguir vinculados con las inspecciones, se coordinaba el apoyo de la
policía a través de la Subsecretaría de Seguridad, y se agregaban
diversos locales a la lista emanada de las denuncias.96
Poder Judicial de la Nación
Esta última cuestión es de vital importancia, y nadie ha podido
dar una explicación sensata del modo en que esos objetivos eran
elegidos, no se sabe si respondían a una lógica o su designación era
arbitraria.
De ser así (recordemos que el propio UCAR dijo que era por
azar) se condice con la forma en que se desenvolvía todo el
organismo en materia de controles, pero que justamente es el
fundamento del reproche: la falta de cuidado entendida como la
falta de planificación en las tareas de inspección, el total
desconcierto e improvisación en una tarea que el mismo Estado
porteño viene definiendo como “crítica”.Por otra parte, tampoco se logró explicar por qué, si había
tanta cantidad de trabajo originado en las denuncias, era necesario
agregar otros objetivos (COZZANI dijo, por ejemplo, que el exceso
de
trabajo
les
impedía
hacer
relevamientos
o
tareas
de
inteligencia).En concreto, de las declaraciones colectadas hasta el
momento, se desprende que en esas reuniones se decidía qué
lugares se iba a inspeccionar el fin de semana, por lo tanto el poder
que allí existía excedía con creces las atribuciones que formalmente
tenían asignadas algunos de sus intervinientes, como el caso de
COZZANI y UCAR.Los imputados se repartieron las tareas en cuanto a quién
aportaba
los
objetivos
a
inspeccionar,
de
modo
que
sus
responsabilidades excedían el cargo que formalmente detentaban.97
Poder Judicial de la Nación
FERNÁNDEZ dijo que COZZANI llevaba las denuncias que
había recibido en la UPI en tanto que UCAR manejaba el listado de
bomberos. Sostuvo que la “puenteaban” puesto que se enteraba
recién el lunes siguiente de los objetivos que habían sido agregados
durante el transcurso de la semana.FISZBIN dijo que ella hacía sugerencias sobre lugares, pero
siempre subordinado a la capacidad operativa de la Coordinación, y
que era COZZANI el que tomaba esa decisión, es decir, era él quien
traía el listado con las denuncias.
Por su parte, COZZANI y FISZBIN coincidieron en que
FERNÁNDEZ tenía una participación activa en las reuniones, a las
que inclusive llegó a llevar distintos objetivos a inspeccionar, como
el caso del barrio “Las Cañitas”.Hay que tener en cuenta que todas estas versiones responden
a descargos amparados en el ejercicio del derecho constitucional de
defensa, por el cual nadie está obligado a decir la verdad al tiempo
que es evidente que todos pretenden minimizar su participación y
capacidad de decisión en esas reuniones.
Creo sin embargo que hay elementos para afirmar que todos, a
su turno y en su medida, tenían alguna facultad en las mismas.
Por parte de la ex Subsecretaria, las declaraciones de varios
inspectores, en especial Rivero y Santinelli, al igual que la de los
Defensores del Pueblo, específicamente el caso de Alimena, todos
ellos bajo juramento y sobre los que no hay elementos concretos
para dudar de su veracidad, llevan a afirmar que es poco probable
98
Poder Judicial de la Nación
que haya tenido algún papel pasivo, máxime cuando era la persona de
mayor jerarquía, fue ella la que convocó a las reuniones y las mismas
se hacían en su despacho.
A punto tal que cuando la nombrada no estaba presente las
reuniones prácticamente no se hacían, sólo se saludaban y tomaban
un café (así lo dijo COZZANI).En cuanto a FERNÁNDEZ, también se demostró que llevó
varias denuncias a aquellas reuniones (la misma lo reconoció en su
careo con COZZANI), aparte de que fue la Coordinadora General
de la UPI, y posteriormente la Directora Adjunta de la DGFyC, con
lo cual no sólo tenía un cargo de importancia sino que venía
ejerciéndolo durante mucho tiempo.
En otros términos, se trata de una persona que tenía un título
universitario por lo que no era una principiante ni mucho menos una
empleada sin preparación.
Así, aún cuando en los últimos tiempos le hubiesen asignado
tareas de poca relevancia, lo cierto es que durante el año 2004 fue
ella la titular del organismo que controlaba a los locales de baile y
ejerció
el cargo, a punto tal que se tomó conocimiento de
numerosas decisiones tomadas por ella (intimación a diversos
locales, ordenamiento interno de la UPI).En cuanto a COZZANI y UCAR, tal como ya se adelantó en
párrafos anteriores, detentaban un poder mayor que el que
formalmente les era otorgado. COZZANI se revelaba en los hechos
como la persona que organizaba y decidía en última instancia los
99
Poder Judicial de la Nación
objetivos que serían inspeccionados, para lo cual coordinaba y ponía
a disposición los equipos de inspectores.
UCAR era la persona de confianza de la ex Subsecretaria, su
mano derecha, quien tenía plenas atribuciones para completar el
listado de objetivos a inspeccionar con otros locales, pero sin tener
en cuenta todos aquellos “avisos” sobre el tema.
También aquí son numerosos los testimonios de diversos
integrantes de la UPI-DGFyC, de los otros imputados y del propio
UCAR, que era él quien realizaba aquella tarea.
Nadie supo explicar qué parámetros tenía en cuenta y él
mismo dijo que se hacían en base a la cercanía con aquellos lugares
que ya estaban asignados para inspeccionar.
Es evidente entonces, que en la elección de los lugares no se
tuvo en cuenta la “criticidad” a la que ya se hizo referencia en
tantas oportunidades.
Asimismo, se pudo acreditar, de acuerdo a los videos en los
que aparece hablando el propio CHABAN, a los dichos de los
empleados de “REPÚBLICA CROMAÑON” y diversas publicaciones
en medios periodísticos, que en aquél lugar se realizaban recitales
de rock en lugar de ofrecer bailes.
Ya desde su inauguración, en abril de 2004, el lugar se perfiló
como un sitio en el que tocaban bandas en vivo en vez de actuar
como una discoteca.-
100
Poder Judicial de la Nación
Esta cuestión es trascendental, puesto que la falta de
controles no se limita a no haber advertido que la certificación de
bomberos estaba vencida.
Esto es sólo un punto del reproche, a lo que hay que agregar
que en el lugar se realizaba una actividad distinta a la
habilitada, la cual convoca gran cantidad de público y eleva
notablemente el riesgo de que se produzca alguna tragedia, y no me
refiero únicamente a un posible incendio tal como ocurrió, sino
también a posibles peleas, disturbios en general a la entrada y
salida del lugar, conflictos con los vecinos, etc.
Ello es más patente si en el lugar también se venden bebidas
alcohólicas y se autoriza el ingreso de más público que el permitido.Tal es así que la propia comisaría de la jurisdicción tenía
solicitado un pelotón de combate semanalmente, además de personal
de dicha dependencia, para apostarse en el lugar.Este dato objetivo tampoco fue recogido de manera alguna
por parte de las autoridades de la subsecretaria. ¿Cuantos locales
bailables pueden estar asistidos con un pelotón de combate cada fin
de semana?
Pues bien, todas estas cosas son demasiadas notorias como
para pasar desapercibidas a los órganos de control.Todos los indagados señalaron que no estaba dentro de sus
competencias el salir a buscar la información para luego planificar
sus tareas en consecuencia, sino que se limitaban únicamente a
actuar una vez que recibían esos datos.
101
Poder Judicial de la Nación
Como se ve, lejos de tener una actitud activa en una materia
que, según la propia autoridad de la Ciudad, se calificó como de “alto
riesgo” (término similar recibió el organismo específicamente
encargado del control -DGFyC-), se limitaban a esperar en sus
despachos que los hechos sucedieran para luego intervenir.
Esta actitud es lógica en los organismos de justicia, que
siempre intervienen después del hecho, pero no ocurre lo mismo
respecto del Poder Ejecutivo que tiene entre sus funciones la
prevención de delitos, contravenciones y faltas.La situación ha llegado al extremo de que las respuestas a las
intimaciones efectuadas por la UPI a los diversos locales de baile
que figuraban en el padrón histórico, quedaron en una caja azul a la
espera de que alguien dijera qué hacer con esa información.
Va de suyo que nadie se arrogó ser la persona que tenía que
dar esa orden, pero está claro que todos los funcionarios tenían la
obligación de actuar en consecuencia, y disponer las inspecciones y
hasta en algunos casos la clausura inmediata de esos lugares.
Por ende, el razonamiento efectuado por varios imputados
atinente a que no habían sido avisados de que “REPÚBLICA
CROMAÑON” o el Once eran zonas de conflicto, en el mejor de los
casos podrá ser una explicación de su conducta, más nunca una
justificación.
Es inadmisible que un lugar con las características que tenía
“REPUBLICA
CROMAÑON”,
plagado
de
irregularidades,
que
convocaba a numerosos asistentes y que era conocido en el ámbito
102
Poder Judicial de la Nación
de la música, no recibiera ninguna inspección porque nunca fue
denunciado (!).Al mismo tiempo debe señalarse que varios organismos
públicos y testigos señalaron que existía la posibilidad fáctica de
controlar los boliches en infracción, ya que no eran tantos.
En este sentido recordemos que la nómina de locales que
estaban en el padrón del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no
era elevada y que si bien en un inicio alcanzaba 208 lugares, luego
de ser intimados por la Defensoría del Pueblo (Actuación 631), el
propio Gobierno lo actualizó y se redujo a 100 aproximadamente, tal
como lo reconoció el Jefe de Gobierno en su presentación.
Inclusive la propia FISZBIN sostuvo en su exposición en el
“1er Congreso de Empresarios de Discotecas” que no era un número
elevado por lo que los instaba a la cámara pudiera agruparlos a
todos y a que se pusieran de acuerdo en su seno.Por otra parte, fue el mismo Gobierno, a través de la
Dirección General Guardia Urbana, quien con sólo 18 agentes pudo
relevar 620 locales en menos de dos meses (entre agosto y octubre
de 2004). Los números hablan por sí mismos y cualquier referencia
al respecto sería sobreabundante.Lo mismo ocurrió con la DGFyC cuando se dedicó a controlar
que los carteles de los bebederos ubicados en las plazas no tuvieran
publicidad, tarea en la que se relevaron numerosas plazas.
Con ello se pone en evidencia que existían los recursos para
hacer el sondeo y cumplir con las tareas exigidas, el tema es que no
103
Poder Judicial de la Nación
se tomó la decisión de controlar aquellos lugares sino que se
prefirió avocarse a otras cuestiones, como controlar la publicidad
en las plazas
(confr. causa
N40.232/04 del
Juzgado de
Instrucción N20).
Numerosos testigos que tenían experiencia en las tareas de
inspección
coincidieron
en
señalar
que
un
lugar
con
las
características como el que nos ocupa no podía pasar desapercibido
a los órganos de control.
Igualmente, creo que la mejor demostración de que existía la
posibilidad de aplicar un control efectivo sobre los locales de baile
lo constituye la actitud adoptada por el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires a poco después de ocurrido el hecho que nos ocupa, en
donde se puso de manifiesto que si hubiese existido la decisión de
enfrentar
esta
problemática
se
podría
haber
realizado.
Lamentablemente la reacción llegó tarde, pero demuestra que se
podía haber hecho antes.Aún cuando no se puede desconocer la enorme cantidad de
objetivos a controlar en la jurisdicción, en donde los locales de baile
clase C son sólo una parte de aquél universo, y que los recursos
humanos y materiales son limitados, lo cierto es que se podía haber
cumplido con su deber estableciendo un adecuado cronograma de
prioridades con las necesidades a atender. Es decir, frente a la
enorme cantidad de lugares y escasez de medios, entonces más que
nunca se exigía una utilización racional de los recursos, máxime en
una actividad a la cual los propios órganos políticos trataban como
104
Poder Judicial de la Nación
riesgosa (requiere inspección previa, requiere un certificado por la
instalación contra incendios que tiene vigencia por solo un año, el
órgano de control fue definido como de “Alta Criticidad”), y en lo
que respecta al vencimiento del certificado de bomberos habría
bastado con una simple planilla de Excel.Pero frente a una situación tan crítica, que priorizando
objetivos, manejando adecuadamente la información y los recursos
humanos, se podría haber controlado, encontramos la realidad
donde la ex Subsecretaria de Control Comunal ignoraba el horario
que debían cumplir los inspectores. Huelga todo otro comentario y
queda evidentemente plasmada la violación a los deberes de cuidado
que tenían funcionalmente asignados.Este sumario tiene una clara finalidad: determinar los
responsables penales del hecho ocurrido en el local “REPÚBLICA
CROMAÑÓN” conforme lo dispone el art. 193 del Código Procesal
Penal. Y este auto es parte de la respuesta que se pretende dar.
Los hechos que fueron denunciados como posibles actos de
“corrupción”
son
materia
de
investigación
en
una
causa
independiente de este Tribunal (c. 14.000/05) y salvo que resulte
de utilidad o relevancia en este legajo, ese aspecto no será
introducido.
Ello con el propósito que esta causa mantenga claro y concreto
su objeto procesal y su contenido sea rápidamente ventilado ante un
Tribunal Oral. Hay que recordar que en la instrucción deben
105
Poder Judicial de la Nación
obtenerse los datos que sean presupuestos de un juicio y no de una
sentencia.
Por eso insisto en la necesidad de que sea concreta y de la
mayor brevedad posible.
En el libro “La subjetividad en riesgo” su autora, Silvia
Bleichmar refiere: “El incendio producido en la discoteca República
de Cromagnon la noche del 30 de diciembre de 2004, en el cual se
produjo la trágica muerte de ciento noventa y dos jóvenes y niños,
ha dado, a posteriori, una prueba más de estas líneas: se puso en
evidencia en este hecho tanto la desprotección homicida a la cual
están expuestos los adolescentes…” (nota 1, pág. 51, editorial
Topia).
La desprotección homicida. Eso es lo que en definitiva
provocan las violaciones a los deberes de cuidado como los que aquí
se ventilan. De ahí la necesidad de resaltar el rol del Estado en
justamente adoptar un papel activo en el control de todo aquello
que esté bajo su competencia. En que tomen conciencia los
funcionarios que con su acción evitan que ocurran hechos como el
que hoy nos ocupa y que la desprotección que crean o incrementan como los riesgos- ya no son atribuibles sólo al resultado de una mala
gestión o a la de un tercero, sino que son actos propios, que por su
gravedad y por todo lo reseñado en este interlocutorio, ingresan en
el ámbito del derecho penal.
106
Poder Judicial de la Nación
Situación procesal de Daniel DÍAZ, Juan Carlos LOUPIAS
y Victor TELIAS (hecho a)
Distinto es el caso de estas tres personas, respecto de las
cuales las pruebas existentes no avalan suficientemente el estado
de sospecha como para agravar su situación procesal.En efecto, en cuanto a DÍAZ (subcoordinador operativo de la
UPI) se advierte que no tenía el mismo poder de facto que tenía su
superior inmediato (COZZANI), en lo referente a la elección y al
manejo de los objetivos a inspeccionar.Primero porque sus facultades normativamente establecidas
en la Disposición 424-DGFyC-2004, Anexo III, dice que entre las
“Misiones y Funciones Primarias” de la Subcoordinación eran:
a) Asistir al Coordinador y al Director General en los temas de
su competencia.b) Reemplazar al Coordinador en caso de ausencia o
impedimento.c) Colaborar con el Coordinador en la coordinación y
supervisión
en
la
actividad
de
los
señores/señoras
inspectores/inspectoras.Es decir, son atribuciones bastantes genéricas con lo cual
aquello que le era exigido se diluye y pasan a ser, básicamente,
tareas de colaboración con el Coordinador.
Por otra parte, y he aquí el principal argumento, no se ha
logrado acreditar por ahora que tuviera un poder mayor que aquél
107
Poder Judicial de la Nación
asignado. No participaba de las reuniones de los días lunes ni
tampoco tenía margen alguno para diagramar un cuadro de
inspecciones que llegara a aquellos lugares que más lo necesitaban (y
que se denominaron como “críticos”).En cuanto a TELIAS, caben hacer las mismas apreciaciones.
En este caso su responsabilidad conforme a la Disposición
mencionada era aún más genérica y no alcanza para formular
reproche alguno. Lo mismo en cuanto a su poder real, ya que nadie lo
ha mencionado como integrante de aquél grupo que decidía el tema
de las inspecciones.
Respecto de LOUPIAS, se trata en principio de un funcionario
perteneciente a otra rama de la estructura organizativa del GCBA
(Seguridad Urbana) con lo cual sus deberes se circunscribirían a
otro tipo de cuestiones, ajenas al control de los locales bailables.
Asimismo, sólo se puede afirmar que participaba de las
reuniones de los lunes a los efectos de coordinar el eventual apoyo
que pudiera brindar la policía, pero de ningún modo decidía (ni podía
hacerlo) a dónde ir y a dónde no.En su descargo manifestó que la POLICÍA FEDERAL
ARGENTINA
canalizaba las solicitudes de inspección mediante
escrito, lo cual era presentado en la mesa de entradas. En esos
casos, él giraba las actuaciones a la dependencia correspondiente,
es decir Control Comunal.De lo dicho surge que hasta el momento no se ha acreditado
que los nombrados tuvieran facultades decisorias, sin perjuicio de
108
Poder Judicial de la Nación
que tampoco se ha alcanzado el estado de certeza negativo que
exige el sobreseimiento como para desvincularlos definitivamente
de la pesquisa. Por ello, y siendo que del transcurso de la
investigación (mediante recepción de declaraciones testimoniales a
diversos inspectores y a otros funcionarios del GBCA) puede
alcanzarse un cuadro completo de su papel, es que entonces
corresponde adoptar una medida expectante que posibilite esa
finalidad.Sólo es reprochable la falta de iniciativa en obtener
información de valor de las autoridades policiales, o de relevar
adecuadamente y desde la óptica de la seguridad a la Ciudad, y
sobre esos aspectos se profundizará.En consecuencia es que se dictará la falta de mérito de los
nombrados (art. 309, CPPN).
5-CALIFICACIÓN LEGAL.
LA SITUACION DE Fabiana FISZBIN, Gustavo TORRES, Ana
María FERNÁNDEZ, Rodrigo COZZANI y Alfredo UCAR.
I.) El examen de subsunción, a fin de verificar los tipos
penales que serían aplicables al caso, debe iniciarse a la luz del tipo
penal contemplado en el art. 84 del Código Penal (homicidio culposo)
por ser éste el que, en principio se encontraría completo en todos
sus elementos.109
Poder Judicial de la Nación
Teniendo en cuenta que los tipos culposos son figuras abiertas
que deben ser “cerradas” por un deber de cuidado exigido en el
caso concreto, la forma de acreditar la tipicidad requiere en primer
término determinar cuál era ese deber de cuidado, para luego
compararlo con la conducta efectivamente realizada.
En el caso de que no coincidan, se podrá afirmar que se ha
violado un deber de cuidado, es decir que se ha actuado con
imprudencia, y para el supuesto de que el resultado sea la
consecuencia de esa conducta, entonces se habrá conformado el
tipo penal en cuestión.
Para eso puede resultar de gran utilidad la denominada “teoría
de la imputación objetiva”, construida en base a elementos de
imputación que caracterizan los presupuestos de la imprudencia de
manera más precisa que aquella cláusula general (ROXIN, C.,
“Derecho Penal Parte General”, t. I, traducc. de la 2a edic. alemana,
Civitas, Madrid, p. 999/1000).-
II.) En primer lugar debe tratarse de una conducta humana
que “cause la muerte de otro”, de donde se sigue que la conducta
del agente debe ser una condición necesaria sin la cual la muerte no
habría acaecido. En este caso el verbo (causar) no es el núcleo del
tipo, ya que el resultado de muerte no es parte de la conducta, sino
la consecuencia necesaria de que ella haya sido imprudente
(TERRAGNI, M.A., “Autoría e intervención de terceros en el delito
110
Poder Judicial de la Nación
culposo” en Homenaje a C. Roxin, Nuevas Formulaciones en las
Ciencias Penales, Lerner, Córdoba, 2001, p. 446).
De acuerdo a lo que se tuvo por probado, el local de marras
estaba en funcionamiento pese a que no contaba con las medidas de
seguridad adecuadas, siendo que era obligación de FISZBIN,
TORRES y FERNÁNDEZ haber dispuesto su inspección y eventual
clausura. Además, se trataba de un local con una determinada
habilitación (clase C) pero que en la práctica funcionaba como un
microestadio (que tiene otro régimen de habilitación).
Como consecuencia se llevó a cabo el recital del grupo
“Callejeros”, algo de imposible practica si se hubiese actuado con
diligencia, en donde alguien encendió una bengala que prendió fuego
el material del techo y que culminó en las muertes y lesiones
señaladas.
Se da así el primer requisito: la falta de control sobre el local
bailable es causa de las muertes y lesiones en sentido natural.-
III.) Sin embargo el tipo penal no se agota en ello puesto que
no se trata solamente de establecer una causalidad en sentido
material, sino que es preciso la atribución jurídica del resultado
para poder atribuirle responsabilidad al autor. “Un resultado
causado por el agente sólo se puede imputar al tipo objetivo si la
conducta del autor ha creado un peligro para el bien jurídico no
cubierto por un riesgo permitido y ese peligro también se ha
111
Poder Judicial de la Nación
realizado en el resultado concreto” (ROXIN, op. cit., p. 363 el
resaltado me pertenece).
Recién cuando el autor haya violado un deber de cuidado, y
posteriormente el resultado sea consecuencia de esa situación,
entonces se podrá afirmar que su conducta se encuentra atrapada
por el tipo penal en cuestión, es decir, recién entonces se podrá
afirmar que mató en el sentido del art. 84 del Código Penal .-
IV.) CREACIÓN DE UN RIESGO NO PERMITIDO
a) En este caso el riesgo socialmente tolerable de la actividad
que desempeñaban los imputados está normativamente regulado, lo
cual es determinante puesto que aquellas reglas en definitiva son
criterios orientadores para la ponderación de los límites del riesgo
autorizado.Aquí, la definición de los deberes legales cuyo incumplimiento
se endilga a los imputados se encuentra expresado en el Código de
Habilitaciones y Verificaciones y en los Decretos 2720/GCBA/03 y
1563/GCBA/04 que regulan los objetivos de los organismos a su
cargo.El art. 1.1.4 incluido en el Título de las Generalidades del
Código señalado dispone, como criterio de interpretación, que:
“Cuando este Código se refiere a la Dirección deberá entenderse el
órgano municipal competente en la materia”.
112
Poder Judicial de la Nación
Además, en el Título dedicado a los Procedimientos, el art.
12.1.2 dice: “La Dirección procederá a la inmediata clausura de toda
actividad que se desarrolle en las siguientes condiciones [...] d)
Cuando se afecten condiciones mínimas de higiene, seguridad y
moralidad”.En el mismo sentido se encuentran los arts. 12.1.4 que
establece: “Cuando un local o instalación requiera mejoras o
requisitos para funcionar en condiciones reglamentarias, el
inspector
actuante
confeccionará
informe
detallando
las
deficiencias a subsanar, sobre cuya base la Dirección dictará la
respectiva resolución, fijando los plazos para su ejecución”.Igualmente el art. 12.1.5 “Cuando deban hacerse efectivas
medidas de clausura respecto de locales, maquinarias, u objetos,
para impedir su funcionamiento, uso o utilización, el funcionario
interviniente colocará fajas selladas o precintos. Las fajas deberán
estar firmadas por funcionario responsable, con la leyenda
CLAUSURADO, y con la constancia de la resolución y número de
expediente en que haya recaído. Los precintos deberán llevar el
sello de la Dirección”.En resumidas cuentas, según el Código de Habilitaciones y
Verificaciones, la Dirección o el órgano municipal correspondiente,
es la encargada de realizar los procedimientos de control, exigiendo
las mejoras o requisitos de funcionamiento apropiados, o bien
disponiendo las clausuras cuando se afecten las condiciones de
seguridad.113
Poder Judicial de la Nación
b) Refuerza esta postura el Decreto 2720/03 que modificó el
art. 29 del Decreto 2696/03, por el cual se había creado la
Subsecretaría
de
Control
Comunal.
Aquella
norma
estaba
acompañada del Anexo II/4 en donde se definían los objetivos de la
Subsecretaría. Estos eran:
* Ejercer y coordinar en forma integral el poder de policía en
el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
* Ejercer el contralor y el poder de policía mediante la
aplicación de las normas específicas en materia de habilitaciones,
seguridad, calidad ambiental, higiene y seguridad alimentaria y
salubridad,
* Controlar la ejecución de las obras públicas y privadas en el
ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
* Supervisar y coordinar acciones polivalentes en la Unidad
Polivalente de Inspecciones.
A su vez, el Decreto 1563/04 describe las responsabilidades
primarias de la Dirección General de Fiscalización y Control, que
entre otras figuran:
* Ejercer el poder de policía en materia de habilitaciones y
permisos
que
se
refieran
a
establecimientos,
los
anuncios
publicitarios y las actividades comerciales en la vía pública y las
114
Poder Judicial de la Nación
cuestiones atinentes que hagan a la seguridad, salubridad e higiene
de los establecimientos de comercio, industria, depósito y servicios.
* Confeccionar órdenes de inspección e instrumentarlas en la
órbita de su competencia.
* Disponer las clausuras cuando las circunstancias así lo
requieran y ratificar las clausuras inmediatas y preventivas.
*Coordinar operativos de verificación y control que requieran
de un abordaje integral de poder de policía que ejerce el Gobierno
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Por otra parte, la Dirección General Adjunta tiene como
misión:
* Asistir al Director General de Fiscalización y Control en los
temas de su competencia y reemplazarlo, en caso de ausencia.
Según la mentada norma a esta Dirección se le atribuyó una
“Función Crítica Alta”, clasificación que fuera elaborada por los
Decretos 726/GCBA/2001 y 761/GCBA/2001.
Allí se hizo referencia a distintos niveles de responsabilidad
en las Direcciones Generales del gobierno, en donde se tuvieron en
cuenta diversos factores como criterio para aplicar esa calificación,
“relacionados con las prioridades asignadas dentro de la gestión a
determinadas políticas de gobierno, con aquellas funciones
inherentes e indelegables del Gobierno de la Ciudad o con tareas
que involucran una complejidad de ejecución superior al común
de las funciones desarrolladas por la organización, variables
115
Poder Judicial de la Nación
todas ellas que suman complejidad y relevancia a las distintas
funciones” (el resaltado me pertenece).En
consecuencia,
entre
todos
aquellos
órganos
de
la
estructura de gobierno, era la Subsecretaría de Control Comunal y
dentro de su composición la Dirección General de Fiscalización y
Control, quienes tenían a su cargo el deber de controlar que los
locales bailables estuvieran en regla.Es patente la referencia que hace la norma al “poder de
policía”, el cual si bien se trata de un concepto que ha sido dejado
de lado por la doctrina especializada, no por ello se desconoce la
facultad de actuación que tiene la administración.
Todo lo contrario, aún las corrientes que discuten esta
denominación reconocen que en definitiva se trata de un problema
de técnica jurídica que lo único que se propone es afirmar que la
actividad administrativa debe tener una fundamentación legal o
bien debe sostenerse en virtud del estado de necesidad, o de alguna
aplicación
analógica
(autorización
expresa
o
razonablemente
implícita), mas nunca en una suerte de derecho inherente de la
administración
que
sólo
da
lugar
al
autoritarismo
y
al
desconocimiento de los derechos individuales (cfr. GORDILLO,
A.A., Tratado de Derecho Administrativo, Parte General, t.II,
Macchi, Bs. As., 1980, XII-24 y ss.).
En resumidas cuentas, por “poder de policía” debe entenderse
un principio general de coacción y poder estatal, restringido y
limitado por el ordenamiento positivo en el cual debe basarse, y por
116
Poder Judicial de la Nación
el cual la administración está facultada a actuar en detrimento de
los individuos y para proteger ciertos postulados del bien común
(GORDILLO, op. cit., XII-25 y 29).
c.) En el caso que nos ocupa no quedan dudas que existía la
obligación de clausurar el local, toda vez que al ser habilitado
recibió la categoría de clase C (ver planchuela en el libro de
inspecciones secuestrado) y en virtud del art. 10.2.21 rige sobre los
mismos el art. 10.2.3 que reza: “No podrán funcionar hasta contar
con el certificado de habilitación respectivo. Para el otorgamiento
del mismo, se requerirá una certificación de la Superintendencia de
Bomberos de la Policía Federal, para la verificación del completo
cumplimiento de la normativa de la Ley N19.587”. “La certificación
deberá ser renovada anualmente, y ante refacciones o cambios en el
local, que puedan afectar las condiciones de seguridad aprobada por
la certificación de la Repartición habilitada para ello”.
Si bien el ejercicio de esta facultad debe hacerse en todo
momento, puesto que en definitiva para eso se crea el Estado y hay
una sociedad que se organiza teniendo en cuenta su existencia, en
este caso no se trata simplemente de señalar que los imputados
tenían la obligación legal de ordenar las inspecciones. Eso no se
discute, y ya de por sí es reprochable que en Bartolomé Mitre 3060
no se hubiera hecho ningún control desde el 29 de marzo de 2003.
De lo que aquí se trata es de algo más grave aún, y consiste en
haber continuado con la falta de inspección (y eventual clausura)
117
Poder Judicial de la Nación
aún cuando el certificado de bomberos había vencido el 24 de
noviembre de 2004.El ejercicio de estas facultades/obligaciones (o poder de
policía genérico establecido expresamente en una norma) se
transforma en un deber concreto y específico cuando se dan
ciertos supuestos de hecho, normativamente establecidos, que
determinan a actuar al funcionario.
Como ya se dijo, no se trata solamente de señalar que tenían
la posibilidad jurídica de ordenar las inspecciones y/o clausuras y
de allí derivar una imputación penal por su mero incumplimiento, sino
que no cumplió con su deber cuando existía una situación concreta y
apremiante que demandaba su actuación.Había un escenario que imperiosamente exigía su intervención,
consistente en la falta de habilitación del local en los términos
exigidos por el Código de Habilitaciones y Verificaciones, puesto
que la actividad se había desnaturalizado por completo y
para
poder funcionar además, y en cualquier estado, se exigía contar con
el certificado de bomberos vigente y desde el 25 de noviembre ello
no era así.Al tratarse de un local con el certificado vencido, que además
no se inspeccionaba efectivamente desde el 29 de marzo de 2003,
en el que habitualmente se hacían recitales y que los seguidores del
grupo que actuó el día del hecho (“Callejeros”), utilizaban pirotecnia
en sus shows (tal como surge de las publicidades y de los
antecedentes en Obras y Excursionistas), es evidente que se creó
118
Poder Judicial de la Nación
un peligro jurídicamente desaprobado para la producción del
resultado.
De esta situación alarmante surgía con más fuerza que nunca
su obligación de actuar y de ejercer el poder que les había sido
otorgado al momento de ser designados en sus puestos.Precisamente, si se tiene una determinada facultad, en este
caso la de controlar las normas específicas en materia de
habilitaciones y seguridad, entonces el correlato lógico es que se
les exija su ejercicio, máxime cuando la situación ameritaba mas
que nunca su intervención.
En la concepción actual del Estado constitucional, toda
designación en la estructura de gobierno, en cualquiera de sus
organismos, trae aparejado no sólo la atribución de poder sino
también su adecuada responsabilidad.
Son las dos caras de la misma moneda y que tiende a controlar
los actos de aquellos que dirigen el destino de los ciudadanos y cuyo
incumplimiento
irrogó
un
peligro
concreto
y
puntual:
el
funcionamiento de este local bailable sin las condiciones de
seguridad.Surge con toda claridad que los imputados dejaron de cumplir
con sus obligaciones legales, es decir, no actuaron conforme les era
requerido, tal como se desprende del libro de inspecciones del local
“REPÚBLICA CROMAÑON”, así como de los diversos testimonios de
los empleados administrativos, por los que se acredita que la última
inspección se realizó el 29 de marzo de 2003.
119
Poder Judicial de la Nación
Si bien desde aquella fecha hasta la noche del suceso el lugar
debió haber sido controlado, puesto que así lo exige el “poder de
policía” antes detallado y que impone verificar el cumplimiento de
todas las condiciones atinentes al local (no sólo las de seguridad), a
partir de la fecha de vencimiento del certificado de bomberos
expedido en virtud de la Ordenanza 50.250, esto es el 24 de
noviembre de 2004, esta obligación de control era aún mayor
puesto que se trata de una condición imprescindible para que
pudiera funcionar.Fue a partir de ese momento en que se esperaba una
determinada y concreta conducta por parte de los imputados ordenar la inspección y/o clausura del local-, lo cual nunca se llevó a
cabo (ni hablar de un novedoso y efectivo plan de inspecciones). Se
constata así la falta de realización de la conducta que le era
impuesta.-
d.) A lo expuesto hay que añadir que si bien el lugar donde
funcionaba “REPUBLICA CROMAÑON” estaba habilitado como local
de baile clase C, lo cierto es que en la realidad se le había dado un
uso totalmente diferente, lo cual trae aparejado, además, un
régimen administrativo sustancialmente distinto.En efecto, la actividad contemplada en la habilitación para
locales clase C se refiere en principio, al baile (tal como su nombre
lo indica), y como actividad complementaria, eventualmente, a la
120
Poder Judicial de la Nación
realización de recitales puesto que entrarían en el concepto de
“variedades”.
Esto es así toda vez que la misma norma utiliza la intersección
“o” (“Se realizan o no números de variedades...”), con lo que se
desprende que esa modalidad no es la definitoria del concepto.
Sin embargo el local de Bartolomé Mitre 3060 ofrecía
asiduamente este tipo de shows, es mas, hasta se podría decir que
ésa era su única actividad, asemejándose así a otro tipo de lugares,
que son conocidos por todos, como el “Luna Park” o el “Club Obras
Sanitarias”, en donde también se presentó el grupo “Callejeros” a
mediados del año 2004.Precisamente, este tipo de eventos realizados en microestadios, están sujetos a un régimen distinto que los locales de
baile clase C, y obviamente es mucho más exigente puesto que se
requiere obtener una “compatibilidad de uso y permiso especial
previo”, otorgado por la DGHyP que debe ser solicitada con 30 días
de antelación.Según
la
2749/DGRyC/98
Resolución
y
las
996/SSIG/94,
Ordenanzas
51.277
la
y
Disposición
51.586
debe
especificarse, mediante una presentación que tiene el carácter de
declaración jurada, el tipo de evento, la fecha y el horario
programado junto con un croquis de las instalaciones a habilitar,
detalle del operativo preventivo de seguridad y del de asistencia
médica, copia de la póliza de seguro contratada, una certificación
firmada por el responsable de las instalaciones eléctricas, convenio
121
Poder Judicial de la Nación
celebrado entre el organizador del espectáculo y la Policía Federal
Argentina por custodia adicional a efectos de garantizar la
seguridad tanto los días de expendio como la realización, entre
otras cosas.Esto genera una actuación administrativa en la cual se piden
informes acerca del lugar, se verifican determinados extremos
(ubicación de las butacas, del escenario, de las salidas, etc.) y luego,
el día del show, concurren a hacer un nuevo control los inspectores
del Área Contralor Espectáculos, quienes permanecen durante todo
el recital.
Entre los requisitos que deben cumplir se encuentra que todas
las puertas del estadio permanezcan abiertas durante el desarrollo
del espectáculo (art. 6 Disposición 2749/DGRyC/98). También la
justicia contravencional concurre a estos eventos.
Nada de ello ocurrió debido a que el local donde funcionaba
“REPUBLICA CROMAÑON” era utilizado con otra finalidad, lo cual
nunca fue advertido por la autoridad de control y llevó a que se lo
privara de la estructura de control compleja recién detallada.Dicha conducta constituye una falta en los términos de la ley
451 de la Ciudad (Régimen de Faltas) que en la Sección 4a, Capítulo
I (art. 4.1.1) dice “AUSENCIA DE HABILITACIÓN. El/la titular o
responsable de un establecimiento en el que instale o ejerza
actividad lucrativa sin la debida habilitación o permiso, en
infracción a la autorización concedida, es sancionado/a con multa de
$300 a $10.000 y/o clausura”.122
Poder Judicial de la Nación
A su vez, el Procedimiento de Faltas de la Ciudad Autónoma
(ley 1217) manifiesta en su art. 2 que “Toda falta da lugar a una
acción pública que puede ser promovida de oficio o por simple
denuncia verbal o escrita ante la autoridad competente”. En su art.
7
“MEDIDAS
PRECAUTORIAS.
En
el
procedimiento
de
comprobación de faltas y a efectos de hacer cesar la falta o
asegurar la prueba, los organismos administrativos que controlen
faltas en ejercicio del poder de policía pueden: a) efectuar el
secuestro de los elementos comprobatorios de la infracción; b)
proceder a la clausura preventiva del/los locales y/u obras en
infracción. La imposición de estas medidas no obsta a la aplicación
de aquellas otras que correspondan en virtud del ejercicio del poder
de policía”.
Con esto se pone en evidencia que los organismos de gobierno
no sólo no controlaban el cumplimiento de los requisitos inherentes
a cada actividad, sino que tampoco si el uso que en los hechos se les
daba era aquél para el cual habían sido habilitados. Que esto suceda
en un rubro dedicado a los recitales, en donde concurren muchas
personas importa un riesgo que supera lo tolerado.-
e) Creo importante resaltar que si bien las penalidades
establecidas para las irregularidades detectadas no implican
necesariamente la clausura, ya que también se prevé la multa, lo
cierto es que en ningún caso se aplicó ningún tipo de sanción, puesto
que jamás fue inspeccionado. Lo que aquí nos interesa se
123
Poder Judicial de la Nación
circunscribe en concreto a la falta de control de ese local, pero no
puede perderse de vista que en definitiva se trata de un reflejo, de
una muestra de una situación mayor: la ausencia del Estado en esta
materia.-
f.) Por otra parte, no había ningún inconveniente en que los
imputados realizaran la conducta debida, toda vez que varios de los
locales de la zona fueron inspeccionados pero no así el que nos
ocupa (lo que deberá profundizarse).
Sin perjuicio de las eventuales responsabilidades que puedan
existir en esta cuestión, referidas a posibles delitos en que podrían
haber incurrido los inspectores encargados de verificar el boliche,
lo cierto es que tampoco existió por parte de la autoridad política
correspondiente, es decir la Subsecretaria y los Directores, la
orden (en cualquiera de sus formas) de ejercer los controles y de
aplicar las sanciones contempladas en el Código de Habilitaciones y
Verificaciones a aquellos locales que
no
cumplían
con sus
exigencias.La falta de cumplimiento del Código de Habilitaciones
respectivo en lo referente a las condiciones de seguridad no sólo
era una situación existente en “REPUBLICA CROMAÑON” al día 30
de diciembre de 2004, sino una constante que se venía presentando
en numerosos casos y que generalmente se relacionaba con diversas
disposiciones entre las que estaba el certificado de bomberos y la
desvirtuación de la actividad.124
Poder Judicial de la Nación
A lo largo de la pesquisa se recabaron varios testimonios,
apoyados por la correspondiente documentación, que coinciden en
señalar un alto grado de incumplimiento de la normativa vigente por
parte de los locales bailables clase “C”. También se concuerda en la
falta de control y de sanción por parte de la autoridad
administrativa, pese a que estaba al tanto de la situación.Por otra parte no se vislumbra ningún otro dato concreto que
pueda ser considerado como un obstáculo para el cumplimiento de
sus deberes.-
g.) Finalmente, es menester hacer una referencia a la
normativa aplicable puesto que parte de la discusión gira sobre el
tema. Hasta el momento hemos dicho que los deberes de cuidado
surgían, básicamente, de los arts. 10.2.3 y 10.2.20 del Código de
Habilitaciones
y
Verificaciones
modificatorias),
así
como
del
(Ordenanza
capítulo
10.1
del
50.250
y
Código
de
Habilitaciones y Verificaciones; resta mencionar a las ordenanzas
24.654 y 51.229, y el decreto del 29/9/1936.
En
cuanto
obligatoriedad
a
para
la
el
ordenanza
Poder
51.229
Ejecutivo
que
de
establece
verificar,
la
con
periodicidad no mayor a 120 días y en horario de funcionamiento el
cumplimiento de las normas vigentes de los locales, rige sobre los
denominados “locales de baile, música, canto y variedades”,
definidos en la ordenanza 24.654 a la que modificó.-
125
Poder Judicial de la Nación
De la redacción de esta última, se desprende que la
descripción de esos locales de diversión es mucho más genérica y
amplia que aquella contemplada a partir del art. 10.2.20 Código de
Habilitaciones y Verificaciones (ordenanza 50.250), la cual es más
metódica y precisa, de modo que por un principio interpretativo del
derecho, por el cual la ley especial prevalece sobre la general, se
entiende que las ordenanzas 24.654 y 51.229 no son aplicables al
caso. Así también lo entendió la Dirección de Asuntos Jurídicos del
GCBA, que afirmo que quedarían excluidos de ella los locales clase C
(ver fs. 1084/5 del expediente administrativo).En cuanto al decreto del 29/9/1936, caben las mismas
conclusiones, puesto que en definitiva el art. 10.2.20 Código que
venimos mencionando y concordantes regulan la misma materia, a lo
que debe agregarse que se trata de una norma posterior, en la que
se introducen, por ejemplo, la exigencia del certificado de validez
anual que antes no estaba contemplada.Igualmente, esta norma no excluye la aplicación de aquellas
otras que imponían la obligación de actuar al Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires y que fueron reseñadas.-
V.) REALIZACIÓN DEL RIESGO
126
Poder Judicial de la Nación
a)
Corresponde
ahora
verificar
que
el
resultado
sea
consecuencia de la infracción al deber de cuidado, y no que se haya
producido solamente “en ocasión del mismo”. Esta conexión entre el
riesgo y un resultado no ofrece dificultades cuando hay sólo un
riesgo a considerar, empero no ocurre lo mismo cuando son varios,
como es este caso.Entonces, si de lo que se trata es de constatar que el suceso
(tanto el riesgo como el resultado) es uno de aquellos que la norma
trata de evitar, entonces habrá que determinar cuál era el “fin de
protección de la norma”, para ver si abarcaba la evitación de tales
peligros y sus repercusiones. Esto es así toda vez que el resultado
sólo será atribuido jurídicamente cuando sea la concreción del
riesgo creado, y no de cualquier otro.La realización de dicho riesgo en el resultado debe
entenderse no en un sentido puramente natural puesto que ya ha
sido superada una concepción causal del injusto, sino como
quebrantamiento de normas.En consecuencia, para que subsista una imputación, junto al
criterio del aumento del riesgo es necesario un elemento ulterior,
indicado con la fórmula “objeto de protección” o “fin de
protección”, destinado a verificar si la norma violada servía para
evitar precisamente el resultado concreto que se materializó
(ZAFFARONI, E.R., Derecho Penal. Parte General, Ediar, Bs. As.,
2000, p. 534; CASTALDO, A.R., La imputación objetiva en el delito
127
Poder Judicial de la Nación
culposo de resultado, Edit. B de F, Bs. As., 2004, p. 193/4, entre
tantos otros).-
“La imputación al tipo objetivo presupone que en el resultado
se haya realizado precisamente el riesgo no permitido creado por el
autor. Por eso está excluida la imputación, en primer lugar, si,
aunque el autor haya creado un peligro para el bien jurídico
protegido, el resultado se produce, no como efecto de plasmación
de ese peligro, sino sólo en conexión casual con el mismo” (ROXIN,
op. cit., p. 373).
Será excluida la imputación cuando el resultado no está
cubierto por el fin de protección de la norma de cuidado, es decir
que pese a que se ha creado un riesgo que aumentó el peligro de un
curso causal tal como el que se produjo, igualmente no puede tener
lugar la atribución jurídica del resultado (ROXIN, op. cit., p. 377).
Se trata de casos en los que la evitación de tales
consecuencias no es el fin de protección de la norma, puesto que el
precepto de cuidado infringido quería prevenir otro tipo de peligro,
y no éste.-
“Sólo hay que ser consciente de que en la realización del
riesgo no permitido se trata siempre del fin de protección de la
norma de cuidado limitadora del riesgo permitido [...] y no del fin
de protección del tipo penal” (ROXIN, op. cit., p. 378 el resaltado
es original).Ahora bien, definir cuál es el mentado “fin de protección de la
norma”, y así razonar si su ámbito de alcance contempla también el
128
Poder Judicial de la Nación
resultado producido en cuestión, es un tema harto discutido en
doctrina y no exento de críticas.
Sin embargo, la validez del acto jurisdiccional reside en que
los argumentos volcados sean lo más lógicos, coherentes y
comprensibles posibles, de modo que la decisión final sea derivación
razonada de un derecho que se supone, también es racional. Ésa es
una exigencia del Estado de Derecho y que no puede ser dejada de
lado sin riesgo de caer en arbitrariedades e injusticias.
Los límites del “ámbito de protección” de la norma van a estar
subordinados al análisis reconstructivo del contenido y fines de la
misma. Para ello puede resultar de utilidad remontarse al momento
de su formación y a los objetivos de prevención que con ella se
deseaban realizar puesto que las reglas de cuidado (escritas o no)
son la cristalización de experiencias y datos estadísticos previos
(juicios de previsión y evitación repetidos en el tiempo) que avalan
el nexo existente entre ellos (CASTALDO, op. cit., p. 199).
En este caso vemos que no resulta de gran ayuda acudir a los
antecedentes que llevaron a la sanción de las ordenanzas 50.250 y
50.848, porque no hubo discusión en el órgano legislativo que las
dictó y no obran registros de los documentos preparatorios.
Igualmente, es de aclarar que esta tarea no significa seguir
ciegamente el criterio evaluador del legislador, sino simplemente
hacer propio el juicio de previsión fundado en el análisis empírico;
significa adoptar, también aquí, datos de la experiencia que
129
Poder Judicial de la Nación
pudieron haber sido tenidos en cuenta para dictar esa norma
(CASTALDO, op. cit., p. 201).
Por lo tanto, el objetivo de precaución debe buscarse en el
ámbito en que se mueve la norma, y no únicamente en la ocasión
que le dio origen.Es preciso aclarar que para considerar satisfecho este
requisito de la previsión no es indispensable que entre la regla
violada y el resultado subsista un preciso nexo determinable según
leyes científicas y automáticamente hallable. La exigencia es mucho
menor, y sólo se reclama que la violación de aquella regla signifique
un razonable riesgo de producción de aquél resultado, en base a un
examen ex ante, precedente a la comisión de la acción típica
(CASTALDO, op. cit., p.202).Entonces, la prevención de tal peligro (muerte), ¿estaba entre
los objetivos que inspiraron el surgimiento de las normas de cuidado
que FISZBIN violó? O mejor dicho, ¿estaba entre los fines de
protección que tiene la norma, considerada en forma actualizada?
Porque recordemos que si la regla no era apta para impedir cierto
tipo de efectos, o no tenía relación alguna con ellos, su violación no
acarrea consecuencias penales.
En este punto es donde se distinguen la situación de
FISZBIN, TORRES, FERNÁNDEZ, COZZANI y UCAR por un
lado, y LOUPIAS, DÍAZ y TELIAS por el otro.
Ahora bien, para reconstruir el objetivo de protección de la
norma habrá que tener en cuenta dos elementos: por un lado la
130
Poder Judicial de la Nación
previsión, que debe ser contemplado objetivamente, de modo que
comprende también el decurso causal en los rasgos esenciales.
Esta previsión abarca todos aquellos aspectos susceptibles de
influir, desde un punto de vista teleológico-funcional, en la relación
directa transgresión/resultado pensada sobre la base de la
estandarización empírica de los riesgos creables.
Por el otro lado la dominación del curso causal, lo cual se
evidencia en los casos en que aún habiendo previsión del resultado
(y del decurso causal), la lesión del bien protegido se debe a
mecanismos que escapan al control de quien los ha puesto en
funcionamiento.
En estos casos el resultado pudo haber sido provocado tanto
por un acontecimiento accidental como por la intervención ilícita de
un tercero, por lo que falta el nexo de objetivo de tutela puesto que
falta la dominación del autor sobre el curso futuro de los
acontecimientos (CASTALDO, op. cit., p.209 y 219).
En síntesis, el objetivo de la norma obedece, entonces, a dos
criterios, ambos necesarios y de peso equivalente a los fines de su
verificación: previsión y dominación.
b) En el caso de marras el examen de la conducta logra
superar el primer filtro -previsión-, puesto que no me caben dudas
que el objeto que tiende a proteger las normas que obligaba a los
imputados a controlar los requisitos de funcionamiento de los
locales clase C, y el de “República Cromañón” en particular, tenía
131
Poder Judicial de la Nación
como finalidad no sólo asegurar el correcto desempeño de la
administración pública, sino que también estaba destinada a
proteger a los asistentes.
Acaso, ¿podrían tener otro sentido? Sería ilógico limitar su
existencia a una mera cuestión formal.
Como ya dijimos, el “objetivo de protección” debe buscarse en
el ámbito en que se mueve la norma y va a haber tal previsión
cuando ex ante se pueda afirmar que la violación de aquella regla
significaba un razonable riesgo de producción de aquél resultado.
Aquí, las normas que imponían en su cabeza el “poder de policía” del
Estado en ciertas materias, sin duda tenían como finalidad asegurar
determinados ámbitos de seguridad y protección a los ciudadanos
que concurren a esos lugares de diversión.
Se trata de una cuestión esencial en el funcionamiento de un
país, en donde el Estado tiene a su cargo el cumplimiento de ciertas
cuestiones puesto que de no ser así la vida en sociedad sería
imposible. Son cuestiones tan vitales y riesgosas que es más
conveniente que estén en cabeza del Estado y no libradas al antojo
de los ciudadanos. Entre estas facultades se encuentran sin duda
las de controlar las medidas de seguridad en los locales bailables, y
disponer su clausura en caso de incumplimiento.
Es más que evidente que cuando los arts. 10.2.3 y 10.2.21 del
Código de Habilitaciones y Verificaciones de la Ciudad de Buenos
Aires imponen la obligación de contar con el certificado expedido
por bomberos, también están contemplando entre sus finalidades la
132
Poder Judicial de la Nación
de prevenir incendios y posibles muertes y lesiones, riesgos
inherentes a todo incendio.
De no ser así no se designaría a la Superintendencia de
Bomberos como organismo encargado de su verificación, ni mucho
menos se exigiría la habilitación previa para el funcionamiento, que
tiene sólo un año de validez.
La afirmación de que las normas tienen entre sus finalidades
el evitar incendios y otra clase de siniestros está en concordancia
con la opinión volcada por diversos organismos vinculados al tema.
Así, los motivos que llevaron a la Resolución 2022/03 y a la
Actuación 631/04 de la Defensoría del Pueblo, al informe de la
Auditoría de la Ciudad (referido a locales clase A) y a la Resolución
359/04 de la Legislatura, son la prueba cabal de que el rubro del
cual estamos hablando genera un riesgo muy alto de que se provoque
alguna catástrofe.
Si anteriormente decíamos que la previsión surgía de las
reglas de experiencia (o sea datos previos), es por demás
ilustrativo que los organismos de control hayan llamado la atención
sobre el punto.
Ellos también coincidían que el incumplimiento de las medidas
de seguridad tarde o temprano iba a desencadenar un hecho como
el que nos ocupa. Basta con leer el informe remitido por Alimena a
la prensa para sostener, ya en ese momento, que una tragedia así
iba a ocurrir.
133
Poder Judicial de la Nación
El particular negocio al que nos estamos refiriendo parece
demostrar que si no se lo controla, difícilmente sus responsables
adopten por sí mismos las medidas de seguridad que garanticen la
incolumidad de los asistentes,
puesto que en muchos casos ello
importa una inversión económica que no están dispuestos (o no
pueden) realizar.
Este marco seguramente ha aconsejado el nacimiento de la
norma y al mismo tiempo delimita su finalidad (el ámbito en que se
mueve): velar por la integridad de los concurrentes.
Lo mismo cabe decir en cuanto a las normas que exigen ciertos
pasos administrativos (permiso especial) para hacer recitales en
estadios. Es innegable que la exigencia de verificación e inspección
previa, aunado a la presencia de ambulancias, bomberos y la justicia
contravencional, también tiene como finalidad evitar este tipo de
resultados trágicos.
Con lo dicho no se pretende sostener que las normas que
regulan el funcionamiento de la administración pública también
tienen por finalidad evitar afectaciones concretas y puntuales a los
bienes jurídicos que en última instancia se protegen, sino que hay
grupos de casos (este es uno de ellos) en los que razonablemente
se puede afirmar que la falta de cumplimiento de la norma va a
redundar en la producción de resultados específicos. Es decir que el
deber genérico de protección que en la mayoría de los casos tienen
los funcionarios del Estado, en éstos supuestos constituyen
deberes específicos, por cuanto es palmario que la falta de control
134
Poder Judicial de la Nación
de los locales bailables significa que sigan funcionando sin las
condiciones de seguridad; en otros términos, que sean verdaderas
“trampas mortales” tal como efectivamente ocurrió.
Pasando ahora al segundo elemento del ámbito de protección
de la norma, esto es la dominación, creo que la conducta también
logra pasar este tamiz.
Al hablar de dominación no nos referimos a un concepto
ontológico,
puesto
que
en
estos
casos
el
control
de
los
acontecimientos casi siempre escapa al autor apenas agotada la
inmediata relación causal con el acto realizado por él, y los
desarrollos futuros son producidos por factores no influibles.
Tal
sería
el
caso,
por
ejemplo,
de
quien
construye
deficitariamente una casa que a los meses se derrumba y provoca la
muerte de sus habitantes.
Desde un aspecto naturalista el autor siempre será del todo
“impotente” y no podía hacer nada para conjurar tales peligros. Por
el contrario, aquí de lo que se trata es de un concepto normativo de
dominación y que es un reflejo del criterio de autodeterminación
ajena por el cual “cada uno responde por su propio accionar, y salvo
situaciones particulares, no puede garantizar la licitud de lo obrado
por otros, si se parte de la presunción de existencia, en todo
individuo capaz de entender y de querer, del principio general de
´autodeterminación`” (CASTALDO, op. cit., p.221).
135
Poder Judicial de la Nación
En consecuencia, si el autor no gobierna a través de su
conducta el posterior desenvolvimiento de las cosas, entonces sería
injusto atribuirle aquellas consecuencias.
De ser así se estaría desconociendo la función que cumple la
llamada “teoría de la imputación al tipo objetivo”, que permite
establecer cuándo un resultado puede serle atribuido jurídicamente
al autor, de modo que se pueda afirmar que ha sido su obra y así
reprochárselo.
En casos como el presente, en donde hay varios riesgos a
considerar, este requisito flaquearía, ya que los resultados
disvaliosos (muertes y lesiones) serían imputables a otras personas:
el que encendió la bengala y todos aquellos que fueron procesados,
los que dirigían el local “REPUBLICA CROMAÑÓN” (CHABÁN y
VILLARREAL)
y
quienes
efectuaron
sus
aportes
mediante
conductas culposas (ARGAÑARAZ y BUSSI).
Sin embargo, creo que ello no es así y no habría inconvenientes
lógico-conceptuales para mantener una imputación culposa a
FISZBIN, TORRES, FERNÁNDEZ, COZZANI y UCAR.
Tal como se manifestó, esto se vincula con la posibilidad que
se le reconoce a cada individuo de confiar en la licitud de lo actuado
por otros -“principio de confianza”-.
En consecuencia, como regla sólo va a haber dominación sobre
el comportamiento lesivo en el que se puede -y se debe- influir,
eventualmente mediante la no realización de la acción que lo origina.
Este principio cede, sin embargo, cuando existen elementos
136
Poder Judicial de la Nación
suficientes que señalan que el tercero no va a actuar conforme
a derecho, es decir que no se puede confiar en su correcto
desenvolvimiento.
Si aún así el autor no se ve compelido a actuar de otra manera,
sino que sigue adelante con el curso causal generado con su
conducta, evidentemente el resultado obedece a su obra y le puede
ser atribuido.
Este deber de influir va a estar dado por la misma norma, a
través de la individualización del rol allí descripto. El ordenamiento
jurídico exige actuar sólo cuando, sobre la base del rol
revestido, el agente no tenía derecho a confiar en la licitud de
lo operado por otros. En estos casos, sí se tiene el deber de influir
y se le extiende la responsabilidad por los daños sucesivos.
Como ya dijimos, todos los datos que rodean al caso eran
señales claras de que justamente los terceros no iban a actuar
adecuadamente (conforme a su propio rol), por lo que se necesitaba
con toda firmeza el control sobre la actividad.
Sin pretender ser reiterativos, los avisos de los diversos
organismos (que ya fueron analizados) autorizaba a suponer que no
se podía confiar en la conducta conforme a derecho de los terceros
(en el caso los responsables de los locales de baile).
En sentido coincidente se expresa Eugenio ZAFFARONI quien
resuelve estos problemas recurriendo al concepto de “banalidad”
del aporte en la medida en que el principio de confianza no haya sido
violado.
137
Poder Judicial de la Nación
Sostiene que en los casos en que el aporte es banal se excluye
la tipicidad porque de no ser así impediría la realización de una
amplísima gama de acciones corrientes en la interacción social y que
forman parte del ámbito del riesgo no prohibido (op. cit., p. 535).
Por todo lo ya explicado, va de suyo que dicho principio de
confianza había cedido y que las conductas aquí señaladas no pueden
ser consideradas como acciones “corrientes en la interacción
social”, es decir que no resultan banales, sino todo lo contrario,
exceden de manera palmaria y acabada el ámbito de lo no prohibido.
A la misma solución se llega desde otras concepciones sobre el
punto, como la de JAKOBS quien es crítico de la terminología
“ámbito de protección de la norma”.
Para el mencionado autor la conexión entre un comportamiento
no permitido y un resultado es posible si previamente se ha
averiguado cómo puede producirse la orientación en una sociedad,
es decir cómo se planifica racionalmente la vida en sociedad (La
imputación objetiva en Derecho Penal, Ad-Hoc, Bs. As., 1997,
p.107/108).
De acuerdo a esta planificación de la vida en sociedad, se
puede afirmar que cualquier persona que viva de un modo
socialmente normal adaptaría el modo de configurar su vida al
riesgo que implica la falta de controles sobre los locales de baile.
Cualquier
persona
que
viva
de
acuerdo
a
los
parámetros
(considerados en forma general) que actualmente rigen en nuestra
comunidad, orientaría su vida teniendo en cuenta los datos aquí
138
Poder Judicial de la Nación
ventilados referidos a la falta de seguridad. Con lo cual la falta de
controles se muestra como un comportamiento determinante del
resultado (JAKOBS, op. cit., p. 110).
En definitiva, el resultado se produce como consecuencia de
factores de riesgo que los autores conocían o debían conocer y
planificar, por lo que su conducta es relevante para explicar el
resultado.
VI.) Teniendo en cuenta que el tipo de los delitos imprudentes
se agota en la teoría de la imputación objetiva (siempre que no
contenga una descripción adicional de la conducta), no es preciso
constatar ulteriores criterios para afirmar que la figura del
homicidio culposo (art. 84 del Código Penal) se encuentra completa.
VII.) Finalmente, ni los imputados ni sus defensas a
esgrimieron alguna circunstancia que pudiera configurar algún tipo
permisivo, lo cual tampoco fue verificado del examen de las
actuaciones, así como tampoco existen causas que excluyan la
culpabilidad o la punibilidad de la conducta imputada a FISZBIN,
TORRES, FERNÁNDEZ, COZZANI Y UCAR.
La
situación
procesal
de
Víctor
TELIAS
(hecho
b):
Valoración y encuadre jurídico.
139
Poder Judicial de la Nación
Respecto de este suceso, se constató con el grado de certeza
exigido para esta etapa que el día en que se hizo la inspección a
cinco boliches en la zona de Once, a requerimiento de la Seccional
7a, el nombrado integraba la comisión de inspectores.
Asimismo, que le fue dada la orden de verificar el local de
Bartolomé Mitre 3060 y al encontrarlo cerrado volvió sin labrar
constancia alguna ni dejar asentada esa circunstancia en ningún
lado.
Resulta contundente en este sentido la nota firmada por el
nombrado recién el 2 de enero de 2005, es decir más de 9 meses
después y luego de ocurrido el hecho aquí investigado, en la que da
cuenta de lo ocurrido esa noche.
Allí sostuvo que para la época (marzo de 2004) no se
elaboraban informes de aquellos locales que estaban cerrados, lo
cual se contradice con el testimonio de todos los inspectores que
declararon en la causa, con las versiones dadas por el resto de los
imputados, con lo que se desprende del “Manual de Inspecciones” y
con el informe de inspecciones (check list), en donde figura
claramente el rubro “observaciones” y que la lógica llevaba a
completar.
Por lo tanto, queda claro que tenía el deber de informar que el
local estaba cerrado pero no lo hizo, y ello constituye el
fundamento del reproche.
140
Poder Judicial de la Nación
I.)
Entre
los
tipos
penales
aplicables
al
caso
debe
considerarse, en primer término la figura de la violación de los
deberes de funcionario público contemplada en el art. 248, CP y la
omisión de los deberes del oficio del art. 249 del citado cuerpo de
normas.
II.) Así, como primera exigencia se encuentra una calidad
especial en el autor, quien debe ser un funcionario público. Se trata
de un tipo que sólo puede ser cometido por quien reviste esa
característica particular requerida por la ley (delito especial
propio), por lo que únicamente habrá tipicidad cuando la conducta
descripta sea cometida por aquellos sujetos calificados.
A su vez, la calidad de funcionario público está definida en el
art. 77, CP entendido como “...todo el que participa accidental o
permanentemente del ejercicio de funciones públicas, sea por
elección popular o por nombramiento de autoridad competente”.
En cuanto a la diferencias entre funcionario y empleado,
considero que se trata de una cuestión que no solo no cuenta con
base positiva, tal como lo demuestra la misma norma y el Código
Civil, sino que carece de sustento lógico y real ya que todos los
agentes
de
la
administración
serían
al
mismo
tiempo,
o
alternativamente, tanto lo uno como lo otro (GORDILLO, A. A.,
Tratado de Derecho Administrativo, Parte General, t. I, Macchi, Bs.
As. 1995, X-2), de modo que no son necesarias mayores precisiones
al respecto.
141
Poder Judicial de la Nación
Así las cosas el elemento clave para saber si se trata de un
funcionario o empleado público, va a ser el concepto de “función
pública”, que mas allá de las explicaciones existentes, se encuentra
definido en la ley 25.188 (Ley de Ética en el Ejercicio de la Función
Pública) y en la ley 24.759 (Ley que aprueba la Convención
Interamericana contra la Corrupción).
La primera de ellas dice en su artículo 1: “Se entiende por
función pública, toda actividad temporal o permanente, remunerada
u honoraria, realizada por una persona en nombre del Estado o al
servicio del Estado o de sus entidades, en cualquiera de sus niveles
jerárquicos”.
Asimismo, la Convención Interamericana contra la Corrupción
define a la función pública como “toda actividad temporal o
permanente, remunerada u honoraria, realizada por una persona
natural en nombre del Estado o al servicio del Estado o de sus
entidades, en cualquiera de sus niveles jerárquicos” (art. 1).
En este caso no quedan dudas que TELIAS reunía tal calidad
puesto que fue designado como inspector del Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires.
Queda claro, entonces, que reunía las calidades especiales del
autor exigidas por la figura, es decir que estaba en condiciones de
cometer el delito en cuestión.
142
Poder Judicial de la Nación
III.a) Comenzando por la figura más grave, esto es el art.
248, se desprende que hay tres supuestos distintos de realizar
este delito:
1) cuando el funcionario público dicte resoluciones u órdenes
contrarias a la Constitución o a las leyes nacionales o provinciales;
2)
cuando
ejecute
las
órdenes
contrarias
a
dichas
disposiciones, y
3) cuando no ejecute las leyes cuyo cumplimiento le incumba.
Los dos primeros casos, que configuran una modalidad
comisiva, deben descartarse por cuanto el supuesto de hecho
endilgado al nombrado no contempla el haber dictado ninguna
resolución u orden de las señaladas, así como tampoco el haber
ejecutado alguna de ellas.
Por el contrario, el reproche consiste en no haber informado a
su superiores que el local ubicado en Bartolomé Mitre 3060 se
encontraba cerrado el día que fue a inspeccionarlo, lo cual encuadra
en el último inciso.
La doctrina coincide en señalar que las figuras omisivas
requieren la verificación de tres elementos: la situación generadora
del deber, la no realización de la acción que es objeto del deber, y
la capacidad o poder de hecho de ejecutar la acción (cfr. por todos
BACIGALUPO, E., Derecho Penal, Parte General, 2a edición,
Hammurabi, Bs. As., 1999, p. 538).
143
Poder Judicial de la Nación
b.) La situación generadora del deber de actuar está
explícitamente señalada en el tipo penal, cuando se refiere al
cumplimiento de las leyes a cargo del funcionario público. Es decir
que el deber jurídico de obrar, bajo amenaza de ser sancionado
penalmente, surge del hecho de ser un funcionario público
encargado de ejecutar determinada normativa y sometido a cierto
régimen de actuación. En otras palabras, la norma que subyace al
tipo penal ordena cumplir con ciertos mandatos, tarea que
funcionalmente está en cabeza del autor.
Aquí la definición de los deberes legales cuya omisión se
endilga a los imputados se encuentra expresada en el Manual de
Inspecciones labrado por el GCBA para la UPI en el año 2004. En el
título “Funciones del Inspector” se explica que entre sus acciones
se encuentran:
“g) Confeccionar informes detallando las deficiencias a
subsanar, en los casos en que un local o instalación requiera mejoras
o requisitos para funcionar en condiciones reglamentarias”.
“h) Confeccionar el parte diario de trabajo informando los
locales inspeccionados, consignando en el mismo: horario de visita al
local, dirección, rubro, actuación de habilitación, fecha de la última
inspección, novedades y estadística diaria”.
Asimismo, en el formulario de “Informe de Inspección” (check
list) que contaban los inspectores, figura entre los rubros a
completar:
“titular”,
“incidentes/obstrucción
(detallar)”
y
“observaciones finales”.
144
Poder Judicial de la Nación
O sea, según los elementos expuestos, y confirmados por
numerosas declaraciones (testimoniales e indagatorias) queda claro
que cuando un inspector concurría a controlar un lugar y éste
estaba cerrado, debía dejar constancia de ello. Esto, además, es
una cuestión de pura lógica ya que al informar a sus superiores de
aquella situación, se posibilitaba que se ordenara una nueva visita a
fin de hacer efectiva la inspección que había sido dispuesta y
fracasó en su oportunidad.
c) El segundo elemento de esta figura, es decir la no
realización de la acción que es objeto del deber, surge con claridad
del hecho de no haber informado que el local en cuestión estaba
cerrado, tal como el propio imputado lo reconociera posteriormente
al confeccionar una constancia el día 2 de enero de 2005 (ver sobre
A reservado en Secretaría).
d) Por otra parte, el imputado tenía la capacidad o el poder de
hecho de ejecutar la acción esperada, toda vez que contaban con los
medios materiales para hacerlo.
La conducta esperada no revestía ninguna complejidad
especial, y hubiera bastado con hacer un simple informe en el que
se hiciera saber que el local de Bartolomé Mitre 3060 estaba
cerrado al día de concurrir a inspeccionarlo.
Finalmente, no se vislumbra ningún otro dato que pueda ser
considerado como un obstáculo para el cumplimiento de sus
deberes.
145
Poder Judicial de la Nación
IV.) Queda por determinar si aquél “Manual de Inspecciones”
y la planilla de inspección, reúnen la calidad de “leyes” contemplada
en el tipo penal, lo cual supone, previamente, establecer si esta
expresión se refiere sólo a la ley en sentido formal o también
comprende sus reglamentaciones. La distinción también será de
utilidad para evaluar la posible aplicación del art. 249 CP.
La doctrina se ha dividido en esta materia; por un lado están
quienes se inclinaron a favor de una interpretación restrictiva
manifestando que el conflicto entre los dos tipos penales en juego
se origina en las distintas fuentes de ambas disposiciones.
Así, Soler considera que la diferencia entre el artículo 248 y
249 consiste en que el primero concierne a la violación o
incumplimiento de disposiciones expresas de un texto legal y el
segundo
se
refiere
a
incumplimientos
de
las
funciones
administrativas de su oficio. De no ser así, ambos reprimirían lo
mismo (Derecho Penal Argentino, Parte Especial, 4a edición, TEA, t.
V, Bs. As., 1994, p. 186/7, criterio sentado por la C.C.C. in re
“Larrosa, Enrique”, Fallos II, p. 469).
Por otro lado, se hizo referencia a las características del acto
cuya ejecución se omite, sea de “autoridad” o “administrativo” sin
perjuicio de su origen normativo.
Así,
se
proclamó
que
también
debían
considerarse
contemplados en el art. 248 los reglamentos de las leyes y
constituciones, mientras no excedan sus fuentes legales o
constitucionales, puesto que igualmente determinan los poderes
146
Poder Judicial de la Nación
propios de cada funcionario en ejercicio de su cargo (NUÑEZ, R.C.,
Tratado de Derecho Penal, t. V, v. II, Parte Especial, Lerner,
Córdoba, 1992, p.77).
Esta tesis recibió correctivos posteriores, en donde se aclaró
que no cualquier ordenanza o reglamento quedaba comprendida en el
objeto de la violación, sino aquellas reglamentaciones de la ley en
sentido formal que contienen la delimitación de la competencia del
funcionario, es decir, que determinan lo que el funcionario debe o
puede hacer de acuerdo con la Constitución y con la ley (CREUS, C.,
Delitos contra la administración pública, Astrea, Bs. As., 1981,
p.194).
A mi juicio, el sentido de la expresión “ley” parece sumamente
claro, se refiere a una ley en sentido formal ya que los sustantivos
“constituciones” y “leyes”, acotados por los calificativos “nacionales
o provinciales”, sugieren una enumeración taxativa antes que una
mención genérica, la cual podría haberse satisfecho mediante la
utilización de una fórmula distinta.
En consecuencia, frente al tenor literal del término, no resulta
posible extender la protección penal del art. 248 del Código Penal a
normas de jerarquía infra legal sin lesionar el principio de legalidad
(TOC 23, “AVILA, J.J.”, c.482, 3/3/99, voto del juez Magariños).
V.) La omisión de los deberes de oficio tutela “…cualquier
clase de tarea administrativa que integre el contenido de la
ocupación propia o de la prestación del servicio a cargo del agente”
(TERRAGNI, M.A., Delitos propios de funcionarios públicos, Edic.
147
Poder Judicial de la Nación
Jurídicas Cuyo, 2003, p. 96), para lo cual habrá que recurrir al
derecho administrativo a fin de que precise el contenido de la
ocupación
propia
y
la
relación
jerárquica
existente
como
fundamento del deber de actuar.
En el caso, no quedan dudas que la obligación de informar a sus
superiores que un lugar estaba cerrado estaba incluida entre los
servicios que debía prestar un inspector de la Ciudad de Buenos
Aires.
Al ser un delito de pura omisión no es necesaria la producción
de ningún resultado material disvalioso, razón por la cual frente a la
mera omisión debe considerarse que el tipo objetivo del delito
contemplado en el art. 249 CP se encuentra completo (CREUS, op.
cit., p. 208).
VI.) Pasando ahora a la faz subjetiva de la figura, es de
señalarse que sólo se exige que el autor haya obrado con dolo, sin
ser necesario algún elemento del tipo subjetivo distinto a aquél. Si
bien
ampliamente
podría
caracterizarse
al
dolo
como
el
conocimiento y la voluntad de realizar el tipo, en donde coincide lo
ocurrido con lo querido, por ser esta una figura omisiva el dolo
presenta sus particularidades y tiene una estructura propia.
Siguiendo a BACIGALUPO podría afirmarse que el dolo de la
omisión requiere el conocimiento de la situación generadora del
deber y el conocimiento de la posibilidad de realizar la acción,
siendo discutido si también se debe exigir que el omitente haya sido
consciente de la acción que se omite, es decir que se haya
148
Poder Judicial de la Nación
representado en el momento de la omisión la acción que debería
realizar (Manual de Derecho Penal, Temis, Bogotá, 1996, p. 232).
La solución va a venir de acuerdo a las diferentes infracciones
de que se trate; así cuando el delito consista en infringir el deber
de realizar una determinada acción se exigirá el conocimiento de la
situación generadora del deber y de las circunstancias que
fundamentan la posibilidad de realizar la acción, pero cuando se
trate de la infracción de evitar un resultado se exigirá al menos
indiferencia respecto de su producción (BACIGALUPO, Manual...
cit., p.233).
Ya dijimos que el delito de violación de los deberes de
funcionario público no precisa para su consumación la afectación de
bienes jurídicos de terceros, de modo que se trata de un caso
contemplado en el primer supuesto.
Del modo en que se desarrolló el hecho, llevado a cabo por un
profesional, se puede afirmar, en base a una regla de experiencia y
sensatez que tenía conocimiento de estos elementos.
Dicha
afirmación se ve corroborada
por la posterior
confección de un informe, todo lo cual revela que TELIAS estaba al
tanto de su obligación de asentar que el local estaba cerrado y que
no lo estaba cumpliendo.
Creo que de esta manera se encuentra también completo el
tipo penal en su aspecto subjetivo, puesto que aún cuando algunos
autores exijan en este aspecto la presencia de “malicia”, no se trata
de un requisito establecido en la ley.
149
Poder Judicial de la Nación
VII.) Finalmente, ni el imputado ni sus defensa esgrimieron
alguna circunstancia que pudiera configurar algún tipo permisivo, lo
cual tampoco fue verificado del examen de las actuaciones, así como
tampoco existen causas que excluyan la culpabilidad o la punibilidad
de la conducta imputada.
Hasta aquí lo relacionado con los funcionarios del Gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires imputados.
C- LA PARTICIPACIÓN DE PERSONAL POLICIAL
HECHOS:
I)
Se le reprocha a CARLOS RUBÉN DÍAZ, en su carácter de
Subcomisario de la Policía Federal Argentina, con funciones
asignadas en la Seccional 7ª., el haber recibido diversas sumas de
dinero de manos de OMAR EMIR CHABÁN -explotador del local
clase “C” denominado “República Cromañon”, sito en la calle
Bartolomé Mitre 3060/66/70 de esta Ciudad- y de RAÚL
ALCÍDES VILLARREAL –encargado del establecimiento, las que
habrían tenido por objeto que a través del funcionario público y de
otros responsables de la citada Comisaría se omitiera, luego del
pertinente acuerdo y a cambio de ese dinero, hacer cesar las
contravenciones en que incurría el local emplazado en la jurisdicción
de la misma y en la que prestaban funciones.
150
Poder Judicial de la Nación
Dichas infracciones estaban establecidas en el Código
Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y de haber
actuado conforme la Ley de Procedimiento Contravencional, se
habrían iniciado las actuaciones pertinentes y, en su caso, a la
clausura preventiva del establecimiento de marras, al constatarse
un grave e inminente peligro para la salud de los asistentes al
predio, es decir que el comercio se habría visto obligado a dejar de
funcionar.-
DÍAZ en persona habría tenido a su cargo la recepción de ese
dinero, para lo cual se habría presentado, al menos en seis
oportunidades, en el local de marras, recibiendo de manos de
CHABÁN o bien del empleado VILLARREAL, sumas que oscilarían
entre $ 100 y $ 600, debiendo destacarse que parte de ese dinero
obedecía al excesivo número de concurrentes al show (se presume
que se abonaban pesos 100 cada 500 asistentes).Dicho accionar se habría verificado en concreto en las
siguientes oportunidades:
El día 24 de septiembre de 2004, a fines del mes de
noviembre de 2004 (presentación musical del grupo “Carajo”), el día
10 de diciembre de 2004 (presentación musical del grupo “Los
Gardelitos”), los días 25 o 26 de diciembre de 2004 (presentación
musical del grupo “La 25"), el día 28 de diciembre de 2004
(presentación musical del grupo “Callejeros”) y el día 29 de
diciembre de 2004 (presentación musical del grupo “Callejeros”) .-
151
Poder Judicial de la Nación
El local en cuestión, emplazado en la jurisdicción en la cual
revestía el imputado DÍAZ el carácter de Subcomisario, continuó
así funcionando irregularmente hasta el día 30 de diciembre de
2004, en horas de la noche, no obstante las groseras deficiencias
que presentaba y que resultaban ser el reflejo de la falta de
observancia de las normas previstas en el Código Contravencional,
entre otras
y pese a que había sido cambiado radicalmente
su
destino, puesto que allí se llevaban a cabo verdaderos recitales, en
clara infracción a la normativa que le era aplicable al comercio, dada
su condición de local de baile clase “C”, circunstancias de las cuales
tenía conocimiento el imputado DÍAZ quien, al constatar dichos
extremos, debió hacer cesar las contravenciones y dar intervención
a la Justicia con competencia en tal materia, habida cuenta su
calidad de funcionario público y
miembro de la fuerza de
seguridad, con facultades de ejecutar acciones en materia
preventiva y de coacción directa, conforme lo normado en la Ley de
Procedimiento Contravencional, omitiendo tal acto de autoridad a
cambio de las sumas dinerarias dadas por CHABÁN o bien por
VILLARREAL.La existencia de las contravenciones y falta de aviso a las
autoridades contravencionales se evidenció finalmente en la noche
del 30 de diciembre de 2004, ocasión en que comenzó a tocar el
grupo “Callejeros” –aproximadamente a las 22:50 hs-, y uno o
algunos de
pirotecnia
los asistentes habrían encendido elementos de
cuyas
chispas
habrían
alcanzado
los
materiales
152
Poder Judicial de la Nación
combustibles que tenía el comercio, más precisamente los que se
hallaban en el techo del local, iniciándose de esta manera un
incendio que provocó la muerte de las 193 personas, cuyos nombres
surgen de los listados remitidos por la Morgue Judicial y de los que
en diversos legajos corren por cuerda; y diversas lesiones a varios
centenares más que, a la fecha no se determinaron con precisión,
quienes al percatarse del inicio del siniestro y teniendo en cuenta el
espeso y tóxico humo que resultaba del mismo, comenzaron a pugnar
por salir del local, evacuación que se vio seriamente retardada a
raíz de que la única puerta que funcionaba como posible salida de
emergencia para el caso de siniestro, se encontraban inhabilitada –
sellada con candado y alambre-.
La otra vía de salida compuesta de 6 puertas de doble hoja
por las que se accedía al salón propiamente dicho desde el ingreso
de la calle Bartolomé Mitre 3066 y 3070 no habría estado abierta
en su totalidad, lo que impidió una correcta y veloz evacuación del
local.Así, una gran cantidad de personas fallecieron en su interior –
en su mayoría como consecuencia de la inhalación de humo y gases
tóxicos y de las verdaderas “avalanchas humanas” que se formaron
cuando la gente pugnaba con desesperación por egresar de allí- ,
como otras tantas que, pese haber salido del local por sus medios
y/o con asistencia de terceros, fallecieron posteriormente por el
cuadro de intoxicación.-
153
Poder Judicial de la Nación
Recordemos que se corroboró en el sumario que el comercio
de que se trata presentaba materiales altamente combustibles que
no se ajustaban a las normas reglamentarias, que la mayoría de los
matafuegos existentes en el predio se hallaban despresurizados y/o
vencidos, que el certificado de incendios expedido por la
Superintendencia de Bomberos de la Policía
Federal Argentina que se exigía para funcionar –ordenanza
50.250- había vencido el día 24 de noviembre de 2004, que el
numero de concurrentes era excesivo y que se utilizó material
pirotécnico en el interior .En suma, se les atribuye a OMAR EMIR CHABÁN, RAÚL
ALCÍDES VILLARREAL y a CARLOS RUBÉN DÍAZ el haber
celebrado un pacto espurio verbal, en virtud del cual los dos
primeros, a partir del mes de septiembre de 2004
habrían
entregado al funcionario público cuestionado diversas sumas de
dinero que habrían sido recibidas por DÍAZ quien -contando con
competencia y capacidad funcional en materia de contravenciones- a
título de pretendida contraprestación bilateral, omitió realizar todo
acto tendiente a hacer cesar tales infracciones, labrar las
actuaciones
pertinentes
y
darle
intervención
a
la
Justicia
Contravencional, con facultad para disponer la inmediata clausura
del local .Por su parte, se les reprocha a MIGUEL ANGEL BELAY y a
GABRIEL ISMAEL SEVALD en su carácter de Comisarios de la
Policía Federal Argentina, con funciones asignadas como titulares
154
Poder Judicial de la Nación
de la Seccional 7ª de la fuerza, durante el período comprendido
entre el 14 de mayo de 2004 y el 12 de noviembre de ese año y
entre el 13 de noviembre del año pasado y el 30 de diciembre de
dicho año, respectivamente, haber incumplido con los deberes a su
cargo que les imponían ejercer acciones en materia de prevención y,
en su caso, de coacción directa sobre el local denominado “República
Cromañon”.Tal comercio funcionó en la jurisdicción cuya vigilancia y
control se hallaba en cabeza de los incriminados desde principios
del mes de abril de 2004 hasta el día 30 de diciembre de ese año, y
pese a que incurría en diversas infracciones, estipuladas como
contravenciones en el Código Contravencional de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires ya que se había sido modificado su
destino, puesto que si bien se hallaba habilitado para funcionar
como local de baile clase “C”, en la realidad hacía las veces de
“estadio” y, en consecuencia, se desarrollaron en tal predio eventos
verdaderos recitales con concurrencia masiva de público y excesiva,
atendiendo a la capacidad que, conforme a la habilitación municipal,
el establecimiento podía albergar.El despliegue de las medidas pertinentes, tales como las
previstas en la Ley de Procedimiento Contravencional o bien aquellas
que surgen de la orden del día nro. 150 bis sobre las cuales tenían
ambos aptitud y competencia funcional, dado su carácter de
miembros de las fuerzas de seguridad y de contar con el llamado
“poder de policía”, habrían dado lugar a la iniciación de las
155
Poder Judicial de la Nación
actuaciones contravencionales respectivas y, en su caso, a la
clausura preventiva del establecimiento de marras, por parte del
órgano judicial competente, al constatarse un grave e inminente
peligro para la salud de los asistentes al predio.
Esa omisión funcional por parte de los incusos habría
obedecido al beneficio de índole patrimonial que habrían recibido de
manos de su inferior jerárquico -el Subcomisario CARLOS RUBÉN
DÍAZ- o bien de cualquier otro subordinado -, y como consecuencia
del acuerdo celebrado con OMAR EMIR CHABÁN -explotador del
local en cuestión- y con RAÚL ALCÍDES VILLARREAL –encargado
del establecimiento- que justamente tenía por objeto una postura
inactiva, respecto de “República Cromañon” por parte de la
Comisaría de la cual resultaban los imputados sus máximos
responsables durante los períodos indicados.
Ello, como se adelantara, a cambio de la entrega de diversas
sumas de dinero que oscilarían entre los 100 y los 600 pesos y
que, hasta el presente, se habría acreditado que DÍAZ, en persona,
habría tenido a su cargo recepcionar, para lo cual éste funcionario
público se habría presentado en el establecimiento en las ocasiones
ya referidas.-
II)
Así también, se les endilga a OSCAR RAMÓN SOSA y a
CRISTIAN ANGEL VILLEGAS, en su carácter de integrantes de la
Policía Federal Argentina y con funciones asignadas en la comisaría
156
Poder Judicial de la Nación
7ª de esta Ciudad, haber incumplido, la noche del 30 de diciembre
de 2004, con los deberes a su cargo que le imponían ejercer
acciones en materia de prevención y, en su caso, de coacción directa
sobre el local denominado “República Cromañon” ubicado en la calle
Bartolomé Mitre 3060/66/70 de esta Ciudad.En el comercio, mientras los nombrados se desempeñaban en
el lugar el día 30 de diciembre del 2004, se cometieron
infracciones estipuladas como contravenciones en el Código
Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ya que se
había sido modificado su destino, puesto que si bien se hallaba
habilitado para funcionar como local de baile clase “C”, en la
realidad y esa noche en particular hizo las veces de “estadio” para
llevar adelante un recital, con concurrencia masiva y excesiva de
público según su capacidad y conforme su habilitación municipal.Esa noche -30 de diciembre de 2004-, Sosa y Villegas
habrían sido desplazados por la Comisaría a la puerta del local en
cuestión -Bartolomé Mitre 3050 de esta Ciudad – y con antelación a
que comenzara el espectáculo de los grupos musicales “Ojos Locos”
y “Callejeros”, lo que les habría permitido tomar conocimiento de las
siguientes circunstancias:
*el ingreso al comercio de que se trata de aproximadamente
3.000 personas, cifra que casi triplicaba el número de concurrentes
permitidos -1.031-, conforme el expediente de habilitación
municipal.*entre ellos menores de edad.157
Poder Judicial de la Nación
*la omisión por parte del explotador del local Omar Emir
Chabán de los recaudos básicos de organización y seguridad
indispensables para el normal desarrollo del evento.*la tenencia y detonación de elementos pirotécnicos “per se”
lesivos por parte del público tanto en el interior como en las
inmediaciones del comercio.* el suministro de bebidas alcohólicas.*la obstrucción de la vía de egreso del local ubicada en la calle
Bartolomé Mitre 3038/50 de esta Ciudad.-
En la fecha señalada, se precipitó un incendio en el interior
del establecimiento, a resultas de lo cual se produjo la muerte de
las 193 personas que surgen de los listados remitidos por la morgue
judicial y que obran en legajo por separado y diversas lesiones a
varios centenares más que, a la fecha no se determinaron con
precisión, habiendo sido una de las causas que llevó a ese desenlace
el hecho de que una importante vía de egreso (justamente
alternativa para el caso de siniestro) se hallaba cerrada con
candado, a lo cual se sumó la cantidad de asistentes al local y el uso
de elementos pirotécnicos en su interior que habrían encendido el
techo del comercio, dando lugar así al incendio.Resta agregar que se corroboró en el sumario que
el
comercio presentaba materiales altamente combustibles que no se
ajustaban a las normas reglamentarias, que la mayoría de los
matafuegos existentes en el predio se hallaban despresurizados y/o
158
Poder Judicial de la Nación
vencidos y que el certificado de incendios expedido por la
Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal Argentina que
se exigía para funcionar –ordenanza 50.250- había vencido el día 24
de noviembre de 2004.El despliegue de las medidas pertinentes, tales como las
previstas en la Ley de Procedimiento Contravencional, sobre las
cuales tenían aptitud y competencia funcional los incriminados, dado
su carácter de miembros de las fuerzas de seguridad y al hecho de
contar con el llamado “poder de policía”, habrían dado lugar a la
iniciación de las actuaciones contravencionales respectivas y, en su
caso, a la clausura preventiva del establecimiento de marras en
forma directa por ellos, al constatarse un grave e inminente peligro
para la salud de los asistentes al predio.-
2-PROBANZAS COLECTADAS.
Testimonios:
Ana María Sandoval (fs. 4204/07 y 12.313/4), empleada del
local de marras, quien dio cuenta, en lo que hace al accionar bajo
análisis, que el documento precitado en el punto anterior -que fuera
arrimado por ella a la Instrucción y que según su versión
pertenecería al puño y letra de OMAR EMIR CHABAN, Yamil
Chabán o bien a RAUL ALCIDES VILLARREAL, -quien finalmente lo
reconoció como de su autoría-, fue hallado en el interior del
159
Poder Judicial de la Nación
comercio en cuestión, en momentos en que se dedicaba a su
limpieza, entre los meses de septiembre y noviembre de 2004.Indicó la testigo que le comentaron que CHABAN, para poder
llevar a cabo espectáculos de las características del de “Callejeros”
en “REPUBLICA CROMAÑON”, entregaba a la Policía Federal
Argentina -en concreto al personal de la Comisaría 7ª., con
jurisdicción en el predio- la suma de pesos 100 por cada 500
personas que ingresaban al lugar en calidad de concurrentes,
accionar que había sido presenciado por su compañero de labores
Héctor Damián Albornoz.Añadió que era habitual la presencia de funcionarios policiales,
vestidos de uniforme o bien de civil en ese tipo de eventos. Precisó
haber visto a un total de entre 6 y 7 policías, uno de los cuales
resultaría
ser
el
titular
de
la
dependencia
cuestionada,
describiéndolo como de entre 40 y 45 años de edad, morocho, de
bigotes y baja estatura.Las veces que lo había observado, aquel se encontraba vestido
“de civil”.Tales funcionarios -generalmente en cantidad de uno o dosarribaban al lugar a bordo de un móvil policial para luego mantener
en el interior de “REPUBLICA CROMAÑON”, ya sea antes o
después de los espectáculos, una reunión con CHABAN
y
VILLARREAL, de la cual también participaba el manager del grupo
musical que se presentaba en el local.-
160
Poder Judicial de la Nación
Viviana Cozodoy (fs. 12.335/7), quien al igual que Sandoval
trabajaba en “REPUBLICA CROMAÑON” y refirió que tras culminar
cada espectáculo, VILLARREAL solía ir a buscarla al sector de la
boletería y, una vez en poder del dinero recaudado, se dirigían hacia
la oficina emplazada en el interior del comercio, oportunidad en la
cual ella les debía rendir cuentas de lo recaudado tanto al nombrado
como al manager de la banda que había brindado el show.Fue así como pudo observar el detalle de los gastos que hacía
VILLARREAL y, en dos o tres oportunidades -que coincidieron con
las presentaciones de los grupos musicales “Carajo” (finales del mes
de noviembre de 2004), “Los Gardelitos” (10 de diciembre de dicho
año) y “La 25" (25 o 26 de diciembre del año pasado)- advirtió que
RAUL
asentaba la suma de dinero que debía entregarse a la
“policía”, monto que su compañero calculaba en relación al número
de concurrentes al espectáculo (100 pesos
por cada 500
personas).La testigo coincidió con Sandoval en cuanto a la presencia de
efectivos de la Seccional 7a. en el comercio en cuestión en los
“recitales”, precisando que los funcionarios entraban
al local o
permanecían en la puerta de ingreso, manteniendo diálogos con
CHABAN o VILLARREAL. Refirió que en una oportunidad fue
interrogada por un policía respecto del número de asistentes al
evento.Narró que el día 29 de diciembre del año pasado, en momentos
en que se encontraba en la oficina ubicada dentro del local, escuchó
161
Poder Judicial de la Nación
una conversación entre CHABAN y VILLARREAL en la cual el
primero le preguntó al último acerca de cómo había “arreglado” al
Comisario el día anterior, respondiéndole RAUL que lo había hecho
“igual que siempre”, con la salvedad que le había dado “doscientos
más porque cortaron la calle por los autos”. En esa ocasión CHABAN
le ordenó que hiciera lo mismo esa noche “así no había problemas”.Finalmente, exhibida que le fue la documentación aportada por
Sandoval al proceso, refirió que esas constancias se correspondían
con los gastos que VILLARREAL solía asentar al culminar los shows
en “REPUBLICA CROMAÑON”, no pudiendo expedirse acerca de la
autoría de tales escrituras.Héctor Damián Albornoz (fs. 12.348/9), también empleado
del comercio, quien refirió que el día 28 o 29 de diciembre de 2004,
con antelación a la presentación del grupo musical “Callejeros” y en
momentos en que salía del depósito de bebidas, ubicado junto a la
oficina sita en el interior del establecimiento, vio que OMAR EMIR
CHABAN extendía su mano a un funcionario de la Seccional 7a. a
modo de saludo, pero pudo divisar que su ex empleador le daba a tal
agente, en ese gesto y disimuladamente, al menos un billete de color
violeta -de valor pesos 100-, tras lo cual el funcionario llevó su mano
al bolsillo derecho del saco que vestía y lo guardó para luego
despedirse de CHABAN. Pudo observar fuera del comercio a un
móvil policial.Precisó también que ya había visto a ese funcionario en el local
en cuestión (entre ellas, la noche del día 26 de diciembre de 2004,
162
Poder Judicial de la Nación
en ocasión en que se presentó la banda “La 25)
y, según sus
compañeros, se trataría del Comisario o del Subcomisario de la
Seccional 7a en el local.
Lo describió como a un sujeto de más de cuarenta años de
edad, morocho, de bigotes, de cabellos cortos, petiso y “medio
gordito” y que siempre vestía traje. Identificó a tal persona como al
subcomisario aquí imputado CARLOS RUBEN DIAZ -ver rueda de
reconocimiento plasmada a fs. 12.590.Aclaró sin embargo, que era habitual la concurrencia de
personal policial perteneciente a la citada dependencia antes de
iniciarse cada evento -momento en que eran interrogados por las
características del recital- y una vez iniciado el show, se hacía
presente ese Comisario o Subcomisario y comenzaba a charlar con
CHABAN.Es de hacer notar que confeccionó el testigo en la oportunidad
el plano a mano alzada que luce agregado a fs. 12.347, que ilustra
la posición en que se hallaban CHABAN y el funcionario que
mencionó en ocasión de observar la entrega del dinero cuestionada.Hernán
Gustavo
Albornoz
(fs.
12.356),
empleado
de
“REPUBLICA CROMAÑON”, que indicó que la noche del día 25 de
diciembre del año pasado, en oportunidad en que la banda “La 25"
estaba llevando adelante su show, observó en las afueras del
comercio a un móvil policial perteneciente a la Seccional 7a. que
permaneció por unos minutos. Luego, distintos compañeros le
comentaron que ese tipo de “visitas” eran habituales, como así
163
Poder Judicial de la Nación
también que era frecuente que el titular de aquella dependencia o
bien el Subcomisario concurrieran al comercio.Alfredo Mario Díaz (fs. 12.357/60), empleado de OMAR
EMIR CHABAN que cumplía funciones en la puerta de ingreso del
local.
Refirió desconocer si su empleador había “coimeado” a
personal municipal, policial o de Bomberos, ya que tal situación no
ocurrió en su presencia. Si dio cuenta que, en 6 o 7 “recitales”, pudo
observar la llegada de un vehículo particular al comercio y el
posterior descenso de un sujeto (de aproximadamente 50 años de
edad, de estatura baja, con bigotes, de tez blanca, de cabellos
oscuros, vestido en todas las ocasiones de traje) quien aparentaba
pertenecer a la fuerza policial. Identificó a DIAZ como a la persona
cuestionada -ver rueda de reconocimiento de fs. 12588-.Precisó que DIAZ una vez en la puerta o bien adentro del
local preguntaba por CHABAN, resultando ser él en persona quien
en varias ocasiones le dio aviso a su jefe de la presencia del sujeto
en cuestión expresándole que se hallaba en el lugar “el Sr. de
bigotito, de traje”.A veces, el propio CHABAN se asomaba y le indicaba que lo
aguardara y, al desocuparse, saludaba al individuo dándole la mano.
Señaló el testigo que el visitante permanecía allí por pocos minutos
y que desconocía su identidad, explicando que nunca lo interrogó al
respecto a su jefe ya que era evidente que conocía a su jefe.-
164
Poder Judicial de la Nación
Juan
Carlos
Bordón
(fs.
12.364/6),
empleado
de
“REPUBLICA CROMAÑON” quien refirió que, en oportunidad de
llevarse a cabo los recitales, era habitual que se acercara al lugar
algún integrante
de la Seccional 7a. de la PFA a interrogarlos
respecto de los shows.Narró que los consultaban acerca del grupo musical que iba a
presentarse y sobre la cantidad estimada de concurrentes, actitud
que, a su entender, perseguía por parte de la dependencia una
finalidad de control.Expuso, por último, que no tomó conocimiento en su momento
de los presuntos “arreglos” o “coimas” entre Chabán y aquella
fuerza de seguridad, ni tampoco se percató de la concurrencia de
alguna autoridad máxima de la Comisaría en el local.Luciano Gonzalo Otarola (fs. 12.369) quien, al igual que sus
compañeros de tareas dio cuenta de que era normal que los días en
que se iban a llevar a cabo espectáculos musicales en “República
Cromañon” un móvil policial perteneciente a la Comisaría 7a. se
acercara al predio y los interrogara respecto a si “estaba todo
bien”.
Tomó conocimiento por medio de Héctor Damián Albornoz que,
en una oportunidad Chabán, en su presencia, le había entregado a un
funcionario de aquélla dependencia una suma de dinero en calidad
de “coima”.Oscar Alberto Castro (fs. 8.796/7), empleado del hotel
“Magi” lindero al local del marras, quien refirió haber visto la
165
Poder Judicial de la Nación
presencia de distintos móviles de la Seccional 7a., en las cercanías
del comercio explotado por CHABAN o bien estacionados en la
intersección de las arterias Ecuador y Bartolomé Mitre de esta
Ciudad, en cada una de las oportunidades en que se iban a llevar a
cabo recitales en ese predio.Indicó que, desde el interior del hotel, escuchaba el accionar
de material pirotécnico por parte de los asistentes que se
encontraban en las afueras del local.En cuanto a la noche del hecho, dio cuenta de que, también en
esa ocasión hubo presencia policial. Se trató de un patrullero
ubicado frente al comercio.Ezequiel Martín Orlandi (fs. 12.370) quien expuso haber
observado los días 28, 29 y 30 de diciembre de 2004 que varios
móviles policiales se encontraban estacionados frente al local de
marras, pero no se percató de que esos funcionarios ingresaran al
comercio.Jerónimo
Alberto
Molina,
titular
de
la
División
de
Investigaciones Judiciales de la Policía Federal Argentina (fs.
14.478/82) quien tuvo a su cargo las transcripciones de los libros
pertenecientes a la Seccional cuestionada y explicó acabadamente
lo que cada uno de ellos debía reflejar.Indicó que, en general, los libros de cualquier comisaría eran
confeccionados y redactados de manera confusa, lo cual constituía
una irregularidad administrativa, además de no condecir con su
finalidad. Ésta era la de dejar debidamente asentado todo lo que
166
Poder Judicial de la Nación
ocurría, tanto a nivel interno de la dependencia, como en el servicio
externo, precisando que, en el particular, los libros de la Seccional
7a. habían sido llevados en forma desprolija.Por su parte, dio cuenta de la composición de una Comisaría e
indicó así que, el titular de la dependencia –el Comisario- resultaba
ser el responsable directo y máximo de lo que ocurría en la
jurisdicción.Precisó que, al asumirse ese cargo, era habitual que el
funcionario fuera interiorizado por el saliente de los objetivos
vitales de la zona, con la finalidad de posibilitar una tarea
adecuada de prevención.Sin perjuicio de ello -relató-, era práctica común que la zona
fuese recorrida en persona por su máxima autoridad, pudiendo así
éste, en el plazo de un mes, conocer personalmente y a ciencia
cierta los focos problemáticos.Aclaró el testigo que un funcionario de esa jerarquía contaba
con una experiencia en la materia de aproximadamente 25 años.Explicó que, por debajo del Comisario, se hallaban los
Subcomisarios -agentes con experiencia mínima de 20 años- que se
denominaban 2do. y 3er. Jefe (éste último llamado también
Operativo), distinción que tenía su razón de ser en la tarea
específica que les competía.En el caso del primero, el área administrativa y en cuanto al
restante, la parte operativa (servicio externo).
167
Poder Judicial de la Nación
Expuso Molina que, a su entender, el puesto mencionado en
último término le exigía al funcionario interiorizarse de las
denuncias existentes y diagramar un mapa de la zona y del delito y,
acorde a ello, la actividad prevencional que debía desarrollarse.Dio cuenta por su parte de que, la distinción entre los cargos
de Subcomisarios, obedecía también a los horarios en que cumplían
sus labores.En ese orden, precisó que el denominado “Operativo”
permanecía en la Seccional hasta las primeras horas del día
siguiente a su ingreso y ambos -Operativo y Administrativo- se
transformaban en la autoridad máxima, semana de por medio, el día
de franco del titular de la dependencia, esto es desde el mediodía
del día sábado hasta las primeras horas de la mañana del día lunes.Indicó que la relación existente entre el titular de una
Seccional y su Subcomisario podía compararse con la existente
entre un juez y el secretario de su juzgado.
En cuanto al servicio externo de la dependencia, explicó que
los móviles de la Comisaría se constituían en determinado lugar por
orden de la Superioridad, es decir, por orden de la División
Comando Radioeléctrico o bien del Oficial Jefe presente -Comisario
o Subcomisario- o Jefe de Servicio Externo, siendo la sigla “QTH”
la que reflejaba el lugar específico al cual debían dirigirse, siempre
respondiendo a esa orden superior.
Puntualizó que su duración, por lo general, era de una hora y
obedecía su implementación a la necesidad de prevención de delitos
168
Poder Judicial de la Nación
o bien tendía a evitar cualquier tipo de incidentes. Ese movimiento
era asentado en el libro del móvil 107, esto es, el que se encuentra a
cargo del Jefe de Servicio Externo o bien se instrumentaba en el
libro correspondiente al móvil que era afectado.En cuanto a la razón de ser de las órdenes de la División
Comando Radioeléctrico, refirió que dicha dependencia decidía a
qué lugar direccionar a un móvil según la experiencia, es decir, el
conocimiento que se tenía acerca de los conflictos que en el pasado
se habían suscitado en ese lugar o bien atendiendo a que se trataba
de una intersección por demás relevante en la jurisdicción,
persiguiéndose en ambos casos marcar presencia policial.En lo que hacía a las órdenes provenientes del Comisario,
Subcomisario o Jefe de Servicio, explicó Molina que las mismas,
únicamente de ser permanentes -como sería el caso de un servicio
de prevención o bien de desconcentración de público en un local de
baile-, debían instrumentarse en el libro denominado “de órdenes
internas” .Sin perjuicio de ello, siempre existía la posibilidad de que no
se reflejaran, dando cuenta de que la actividad de esas autoridades
máximas durante su jornada no era documentada, esto es, su
jerarquía hacía que no tuvieran que rendir explicaciones acerca de
las actividades desarrolladas durante ese período.Aclaró que, en caso de que el Comisario o el Subcomisario
llevaran a cabo un servicio externo, tal como la concurrencia a un
determinado local, dicha circunstancia debería asentarse en el libro
169
Poder Judicial de la Nación
del móvil 107. Se perseguía con tal instrumentación que el libro
resulte ser un fiel reflejo de la actividad que se tuvo en el cuarto,
propia o bien secundando a esos superiores, quienes se desplazaban
en
vehículos
identificados
como
móvil
507
y
móvil
407,
respectivamente.Por su parte, dio Molina su opinión en cuanto a si un local
problemático/conflictivo o bien importante (tal como podría ser, a
su criterio, un local bailable que albergue a 5000 personas o uno
que, más allá de esa cifra, denote una particularidad a considerarse
en sus concurrentes) emplazado en una jurisdicción determinada
podía pasar desapercibido para la comisaría de esa zona. Vale
destacar que el testigo había ostentado los máximos cargos en
diversas seccionales y así entendió que, transcurrido un período de
30 días, un funcionario de alta jerarquía debería conocer todos
aquellos focos de conflicto habidos en su jurisdicción.Señaló que, en caso de advertir tanto éste funcionario policial
como cualquier otro agente de la fuerza de seguridad una
contravención, debían adoptarse las medidas necesarias para que la
misma cese, labrarse un acta contravencional y, atendiendo a la
índole de la infracción, realizar la respectiva consulta con el Fiscal.Finalmente, dio cuenta Molina, en cuanto a la Comisaría 7a.,
que la dependencia en sí y algunos de sus miembros habían sido
cuestionados en el pasado, investigados judicialmente en orden a los
delitos de cohecho y exacciones ilegales en el marco de un
170
Poder Judicial de la Nación
expediente que tramitó por ante el Juzgado Nacional en lo Criminal
de Instrucción nro. 7 Secretaría nro. 121.
Folleto incorporado a fs. 12.310, que publicita en su frente
el evento que se llevó a cabo en “REPUBLICA CROMAÑON”
denominado “Rockmañon” a partir del día 24 de septiembre de 2004
y en cuyo dorso, bajo el título general de “gastos” se advierte,
entre otras, la leyenda manuscrita que reza “poli 100".-
Actuaciones
labradas
por
la
División
Investigaciones
Judiciales de la Policía Federal Argentina, incorporadas a fs.
12.518/332, 14.003/032, 14.034/041, 14.512 y 14.549/56,
relacionadas con las transcripciones de los libros pertenecientes a
la Seccional 7a. de la Policía Federal Argentina llevadas a cabo
por dicha dependencia, que obran reservados en Secretaría, como
así también respecto de la diligencia ordenada por este Tribunal en
cuanto a la entrega, por parte de la comisaría cuestionada, de los
libros
de
órdenes
internas
y
de
actas
contravencionales
correspondientes al año 2004.Al momento de practicarse ésta diligencia, el titular de la
dependencia hizo saber que el primero de esos libros, que daba
cuenta de las directivas emanadas a partir del 18 de noviembre de
2004 hasta el 31 de diciembre de ese año, no había sido hallado por
él en el interior de la Comisaría, comprometiéndose a su búsqueda,
situación que también se verificó en relación a seis órdenes
internas, dos de las cuales luego fueron arrimadas por SEVALD (ver
fs. 15.659/66).
171
Poder Judicial de la Nación
Por su parte, el libro presuntamente extraviado no fue
encontrado en oportunidad de practicarse el allanamiento de la
Seccional (cfr. actuaciones de fs. 15.828/72), ocasión en la cual
se incautó documentación de gran interés para la pesquisa, que luce
reservada en Secretaría.La constancia de fs. 12.409 mediante la cual se pone en
conocimiento de este Tribunal que el imputado CARLOS RUBEN
DIAZ ostenta el cargo de Subcomisario, en la Seccional 7ª de la
Policía Federal Argentina, desde el 31 de diciembre de 2003 y que
comenzó a revistar allí, con el puesto de Principal, el día 20 de
noviembre de ese año.Por su parte, surge que los encausados MIGUEL ANGEL
BELAY y GABRIEL ISMAEL SEVALD fueron los titulares de la
dependencia cuestionada durante el año 2004, el primero desde el
14 de mayo hasta el 12 de noviembre inclusive y el mencionado en
último término, desde el 13 de noviembre a la actualidad.-
Actuaciones incorporadas a fs. 14.541/7, tratándose de los
informes elaborados por los titulares de la Dirección General de
Asuntos Internos, de la Comisaría 7a y de la Circunscripción II.El primero de ellos hizo saber que, en el marco de las tareas
de inteligencia practicadas en la causa que tramitó por ante el
Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción nro. 7, en la cual se
había visto cuestionada la actuación de varios de los integrantes de
la Comisaría 7a., se le había ordenado al Jefe de ella -por aquel
entonces el ahora imputado BELAY-, que se abstuviera tanto él
172
Poder Judicial de la Nación
como los Subcomisarios de la dependencia de realizar controles en
el ámbito de la jurisdicción que pudieran obstaculizar las tareas de
inteligencia ordenadas por aquella Judicatura sobre la zona.Puso de resalto el Director General de Asuntos Internos que
en esa investigación no se había vinculado al local “REPUBLICA
CROMAÑON” y que la medida ordenada por la justicia en modo
alguno había significado inhibir a los funcionarios del cumplimiento
de sus deberes y obligaciones.
Ello, puesto que, exceptuando la pesquisa puntual, no habían
mediado objeciones sobre el resto de las funciones que les
competían.Remarcó que, de hecho, la Comisaría y su personal habían
continuado actuando y llevando adelante la labor policial en forma
normal, durante el período mayo/diciembre de 2004, extremo éste
que se desprendía de las propias constancias documentales
pertenecientes a la Seccional.Por su parte y contrariamente a ello, SEVALD indicó que se le
había impedido, durante la tramitación del sumario en cuestión,
ejercer cualquier tipo de control externo, precisando el primero
que había tomado conocimiento de esa medida por parte de su
antecesor, BELAY quien nunca le había entregado, pese a su pedido,
el oficio que daba cuenta de esa orden judicial, manifestando
finalmente que se retornó a ese tipo de función a mitad del mes de
diciembre de 2004.-
173
Poder Judicial de la Nación
Informe brindado por el Departamento de Servicio Adicional
de la Policía Federal Argentina que luce a fs. 15.644, mediante el
cual se puso en conocimiento del Tribunal que durante el transcurso
del año 2004 ningún organizador solicitó la contratación del servicio
de policía adicional para locales emplazados en la jurisdicción de la
Seccional 7a.-
Oficio enviado por la División Comando Radioeléctrico de la
Policía Federal Argentina, agregado a fs. 15.816 en el cual figura
la información relativa a los desplazamientos de los móviles de la
comisaría cuestionada que tal dependencia ordenó durante el año
pasado, surgiendo en relación al local de marras únicamente dos, de
fechas 9 de octubre y 9 de diciembre.-
Oficio obrante a fs. 17.353/5, mediante el cual la Dirección
General de Comisarías puso en conocimiento de la instrucción los
días y horarios en que el implicado DIAZ cumplió funciones para la
Secccional 7a. durante el período comprendido entre los meses de
septiembre y diciembre de 2004.-
Expedientes
reservados
en
Secretaría,
tratándose
en
concreto de: -la causa nro. 20.645/2.004 del Juzgado de
Instrucción nro. 7 Secretaría nro. 121, en el marco del cual
fueron investigados, en orden a los delitos de cohecho
y
exacciones ilegales, diversos agentes policiales pertenecientes a la
Seccional 7a. de la Policía Federal Argentina.Se desprende de su lectura que tal accionar fue denunciado
vía e-mail el 8 de noviembre de 2003 a través del usuario
174
Poder Judicial de la Nación
“[email protected]” y tuvo
como destinatario a
la
dirección de internet “[email protected]” -correspondiente a la
Oficina Anticorrupción del Ministerio de Justicia, Seguridad y
Derechos
Humanos-,
indicándose
concretamente
que
los
funcionarios de la dependencia cuestionada les “cobraban dádivas” a
los comerciantes e industriales de la zona de Once para permitirles
desarrollar sus actividades.Los agentes tenían fijados distintos días y horarios para
realizar las visitas en las cuales “pedían” el dinero, acomodándose
ello según los rubros de los comercios, circunstancia ésta que era
además tomada como parámetro para evaluar cuál era el monto que
debía “solicitarse”.En fecha 16 de marzo de 2004, la oficina en cuestión archivó
la investigación preliminar, remitiendo copias de las actuaciones a la
Excma. Cámara del Fuero para que se desinsaculara el juzgado de
instrucción que debía tomar intervención en la investigación de los
delitos denunciados, lo cual se materializó el 12 de abril de 2004.Surge del proceso que se acumuló materialmente al mismo el
expediente nro. 30.769/2.004 que tramitó primigeniamente por
ante este Juzgado y tuvo su génesis en una denuncia telefónica
anónima -en orden al delito de exacciones ilegales- contra la
Comisaría 7a. de la Policía Federal Argentina que fue recepcionada
en la Secretaria de Seguridad y dio origen, el 29 de octubre de
2003, al expediente administrativo nro. 465-21-000.135/2003 que
fue remitido, el día 30 de diciembre de ese año, por orden del
175
Poder Judicial de la Nación
Señor Jefe de la Policía Federal Argentina, al Departamento de
Investigaciones
Administrativas
de
la
fuerza
para
que
se
esclareciera el hecho denunciado.El accionar ilícito consistiría en la recepción, por parte del
personal policial de la seccional en cuestión, de diversas sumas
dinerarias, ello con la finalidad de que los funcionarios permitieran
el funcionamiento irregular de los vehículos que operaban para la
agencia de venta de pasajes dedicada al transporte de personas al
interior del país, sita en la calle Bartolomé Mitre 3046 de esta
Ciudad.Los mismos detenían su
marcha frente al comercio en
cuestión, sin contar con autorización y para que los agentes no
emitieran, consecuentemente, las multas que correspondían.El día 26 de octubre de 2004 (fs. 655/65) la magistrada
interviniente decretó el procesamiento sin prisión preventiva de los
funcionarios policiales Agustín Fernández, José María Roldán y
Oscar Alejandro Ferrairola, en orden al delito de concusión
agravado (arts. 45 y 267 del Código Penal, en función de lo
dispuesto en el art. 266 y art. 306 del Código Procesal Penal), en
orden al accionar que damnificara a la firma “Agencia Once Bus”
sita en la calle Bartolomé Mitre 3046 de esta Ciudad.
Finalmente la Jueza en fecha 7 de febrero de 2005, resolvió
sobreseer, de conformidad con lo normado en el art. 336 inc. 2 del
ordenamiento de rito, a todos los involucrados, siendo los mismos,
además de los ya mencionados Carlos Armando Molas, Jorge Raúl
176
Poder Judicial de la Nación
Suarez, Enrique Antonio Cárdenas, Juan Marcelo Muro, Martín
Fernando López, Sargentos Díaz, Ferro, Martínez, Gómez y
Marquez,
Sargentos
1°
Villacorta,
San
Martín
y
Paz,
Subinspectores Zarate, Mendoza, Grandolio, Cabo 1° Galeano,
Cabo Fernández, Subcomisario Poggi y Ayudante Cristian Javier
Cóceres, debiendo destacarse que los mencionados Mendoza y
Grandolio resultaban ser Jefes de Servicio Externo y por su parte,
Alberto Delgado, también involucrado, era Jefe de Servicio.Sin perjuicio de la resolución recaída en el sumario en
cuestión, habrá de mencionarse que, entre la documentación
correspondiente a dicha pesquisa, se encuentra el sumario nro.
162/04 de la División Investigaciones Judiciales de la PFA,
dependencia que elaboró los informes que lucen agregados a fs.
219/20 y 283/6 y que dan cuenta de diversas circunstancias
detectadas en el marco de las tareas de inteligencia llevadas a cabo
por la repartición, tales como: -la ausencia de presencia policial para
corregir innumerables infracciones municipales, -la falta de
represión de las infracciones municipales y que no hubo actividad
policial ante la presencia de una prostituta, -la entrega de
elementos de valor en forma voluntaria por parte de comerciantes
hacia agentes policiales, -el ingreso de personal policial a diversos
locales sin causas que justifiquen tal accionar, -el no labrar las
respectivas actas al corroborarse la presencia de vehículos mal
estacionados en la vía pública, -que los comerciantes juntan dinero
para entregarle a la Comisaría y que de esta forma se les permita
177
Poder Judicial de la Nación
estacionar irregularmente y trabajar en la venta ambulante, -que un
agente policial intervino en momentos en que otro funcionario
intentaba labrar una multa a un comerciante, aduciendo que éste le
suministraba a la seccional artículos de librería, etc.
Se desprende además que fue denunciado, en el marco de tal
investigación, el accionar que presuntamente damnificaba a los
locales “Popularísimo” y “Latino Once”, a cuyos responsables la
Comisaría cuestionada les cobraba la suma semanal de $ 100 para
solucionarles cualquier tipo de inconveniente que pudieran tener con
el público presente.
En relación al último de los locales, se da cuenta que el 24 de
julio
de
2004
pertenecientes
se
a
la
presentaron
en
repartición y
el
mismo
que,
tras
dos
móviles
mantener
los
funcionarios policiales una charla con personal del comercio, uno de
ellos ingresó al local, retirándose de allí momentos después,
desplazamiento del cual no se dejó constancia en el libro respectivo
y que no tenía motivo alguno, al menos aparente, que lo justificara.Sumario
administrativo
nro.
02/05,
en
particular
la
constancia que luce a fs. 21, de fecha 2 de enero de 2005, que
refleja que el Inspector VICTOR TELIAS del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires el día 19 de marzo de 2004 juntamente con
personal policial perteneciente a la Seccional 7a., concurrió al local
en el que luego vendría a funcionar “República Cromañon”, hallándolo
cerrado -ver fs. 529-.-
178
Poder Judicial de la Nación
Contiene un pedido formalizado en fecha 10 de febrero de
2004 por la dependencia policial, en la persona del Comisario
Adjunto Federico a Ana Fernández (Directora de la U.P.I.),
mediante el cual se requirió que se realizaran inspecciones en cinco
locales de baile emplazados en la jurisdicción de la Comisaría, entre
los cuales se encuentra el “local bailable Central Park sito en Bme.
Mitre 3060”.-
3-DESCARGOS DE LOS IMPUTADOS.
CARLOS RUBEN DIAZ
A fs. 14.171/189 negó la imputación dirigida y refirió que en
su carácter de tercer jefe de la Seccional 7a. de la Policía Federal
Argentina, realizaba tareas de servicio externo, esto es, el control
de los objetivos emplazados en la jurisdicción -entre ellos las
“bailantas”- y él determinaba cuáles eran los focos problemáticos.Precisó, habida cuenta la cantidad de lugares ubicados en la
zona, que era normal que se presentara ante los dueños de los
distintos comercios y les entregaba una tarjeta suya para
“cualquier problema que necesitaran”.En cuanto al local “República Cromañon”, expuso que conoció a
su dueño -Chabán-, como así también al encargado -Villarreal- el día
en que el local inauguraba.-
179
Poder Judicial de la Nación
En esa oportunidad le comentaron los nombrados que en el
lugar se realizarían espectáculos con grupos de rock. Como Chabán
desconocía las fechas en que los eventos tendrían lugar, le solicitó
que le diera aviso. Al no haber recibido noticias de aquél, se fue
presentando en el predio los días en que tomó conocimiento, por
dichos de terceros, de la realización de esos shows, ocasiones en
las cuales ni siquiera se bajó del patrullero.Si bien refirió haber visto
a CHABAN y VILLARREAL en
otras oportunidades -en tres o cuatro-, se mostró imposibilitado de
indicar las fechas y las circunstancias. Solo especificó que tuvieron
lugar durante el transcurso del año 2004.
Alegó que nunca se entrevistó con el primero, pese a que había
ingresado hasta el hall del local varias veces y explicó que se
presentaba
“seguramente para preguntarle el ambiente adentro
como estaba” y “si la gente estaba enardecida”, ya que sabía que
CHABAN era el dueño del boliche “Cemento”.Negó Díaz haberse presentado concretamente en el comercio
las fechas que le fueran señaladas en la imputación -a excepción del
día 25 de diciembre del año pasado, noche en la cual sólo “pasó” por
el frente de “República Cromañon”-.Explicó que, por orden de la superioridad, todos los
funcionarios que revistaban en la Seccional cuestionada con el cargo
de subcomisario estaban impedidos desde el mes de septiembre del
año 2004 de concurrir a los locales y fiscalizar “la calle”, agregando
180
Poder Judicial de la Nación
que tampoco le había ordenado a sus inferiores concurrir al
comercio en cuestión.En cuanto a las contravenciones ocurridas en “República
Cromañon”, negó haber tenido conocimiento de ellas. Una vez
precisadas, sostuvo que nunca las observó y que su contenido no se
encontraba dentro del marco de su competencia. –
Agregó que su única problemática era la salida y que, por tal
razón, no ingresaba al local. Sólo miraba el ambiente desde el
exterior.En lo que hacía a la realización de recitales en el predio, si
bien dijo no haber tomado conocimiento de ello, luego reconoció que
en
efecto
allí
se
desarrollaban
ese
tipo
de
eventos
y,
específicamente de música “rockera”, llegando incluso a poder
precisar que se trataba de grupos conflictivos.Por otra parte, respecto de la acción emprendida por la
Comisaría conjuntamente con el Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires durante el año 2004, expuso que lo único que había hecho la
Seccional fue acompañar a la Unidad Polivalente de Inspecciones en
dos oportunidades, precisando que en esos procedimientos se
habían clausurado los locales llamados “Popularísimo” y “Rumba”.Aclaró que una de esas veces propuso a los funcionarios que se
inspeccionara “República Cromañon” pero ello fue rechazado ya que
tal comercio, según los inspectores, era un “local de eventos”. La
respuesta recibida le dio la impresión que se trataba de un lugar de
excepción.181
Poder Judicial de la Nación
En lo referente a la política de control con las Fiscalías
Contravencionales, expuso DIAZ que solo se trataron cuestiones
relacionadas a los vendedores ambulantes.Precisó
que,
durante
el
año
pasado,
sólo
un
acta
contravencional se había labrado por la causal de “ruidos molestos”
y que fueron constatados a instancias de una denuncia particular.Finalmente alegó que la Policía Federal carecía de facultades
de control y dio cuenta de la actividad desarrollada por la Seccional
el día del fatídico hecho.Indicó que había concurrido a la dependencia, a instancias de
la misma Comisaría, un inspector del área de “Bromatología” del
G.C.B.A. quien concurriría juntamente con numerarios de ella a
inspeccionar unos comercios.Así
también,
prestaron
declaración
indagatoria
en
los
actuados, a tenor de lo normado en el art. 294 del Código Procesal
Penal de la Nación, MIGUEL ANGEL BELAY y GABRIEL ISMAEL
SEVALD quienes, en ocasión de comparecer ante este Juzgado,
también negaron el accionar que en autos se les endilga.-
MIGUEL ANGEL BELAY.
En su exposición de fs. 16.026/46 dio cuenta de los puntos
problemáticos que hacían conflictiva a la Seccional para la cual
habían revestido como Comisario, destacando que “República
Cromañon” nunca fue catalogado de tal manera y que tampoco fue
182
Poder Judicial de la Nación
anoticiado por el personal a su cargo de la existencia de
anormalidades o contravenciones en el funcionamiento del mismo.Por el contrario, aseguró que se trataba de un comercio que
ningún problema les había dado y que, por tal motivo, nunca había
destinado a sus subordinados a ese establecimiento. Que no existía
una parada fija en el.Sin perjuicio de ello, aclaró que solía pedir, como rutina, a un
escuadrón de la Policía Federal Argentina para el momento en que
se desconcentraba tanto el público de ese local, como el de
“Popularísimo” y “Latino Once”.Se expidió respecto de la documentación secuestrada de la
sede policial y, en cuanto al formulario obrante a fs. 15.985 -en el
cual se consignó que el local de marras tenía capacidad para 5.000
personas-, dijo que se trataba de “la información que maneja la
Comisaría sobre sus objetivos”.De los memorandums incorporados a fs. 15.999/16.012 y
16.015/7, tras reconocer que las firmas plasmadas en ellos
pertenecían a su patrimonio gráfico, indicó que desconocía si en
ellos se hablaba de la capacidad del comercio, argumentando que él
no había consignado allí que 3.000 personas habían concurrido al
mismo.Luego aseveró que dicha cifra totalizaba al público asistente
al conjunto de los boliches emplazados en la jurisdicción.-
183
Poder Judicial de la Nación
En cuanto al pelotón de combate que solicitaba en esas
constancias, explicó que era necesario debido al estado en que
podían estar los jóvenes y la cifra de concurrentes.Agregó que el tema de la seguridad en estos comercios le
preocupaba, no obstante lo cual, precisó que tal situación -gran
público- no había sido comunicada por él a las autoridades
contravencionales ni al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.Ello, pese a haber puesto en evidencia que tenía un trato
estrecho con los agentes municipales LOUPIAS y
CARELLI
quienes, aclaró, no le pidieron colaboración para inspeccionar locales
emplazados en la jurisdicción.Puntualizó que nunca concurrió a “REPUBLICA CROMAÑON”,
en el cual se llevaban a cabo “recitales” (según su propia versión) y,
respecto de los recaudos que adoptaba teniendo en cuenta esa
actividad, precisó que se había designado personal policial y que se
solicitaba apoyo.En cuanto a las contravenciones, expuso que no existía ninguna
directiva de su parte, sino que simplemente los agentes policiales,
en caso de constatar alguna, debían ponerla en conocimiento del
Fiscal contravencional y labrar el acta respectiva.Agregó que no había ordenado concurrir a los comercios
emplazados en la jurisdicción para constatar su existencia y que
tomaba conocimiento de los problemas
personalmente, por
intermedio de terceros o de sus subordinados.-
184
Poder Judicial de la Nación
En cuanto a éstos últimos aclaró que, si bien las novedades
asentadas en el libro de los distintos móviles correspondientes a la
dependencia estaban dirigidas a su persona, él no compulsaba esos
libros, siendo anoticiado de su contenido por parte del Jefe
Operativo.Dio cuenta el Comisario de la causa que tramitó por ante el
Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción 7, en el marco de la
cual se
había
investigado el delito de exacciones ilegales en
relación al personal subalterno de la Comisaría.-
GABRIEL ISMAEL SEVALD
Efectuó su descargo a fs. 16.845/68. Precisó que en la
jurisdicción de la Comisaría existían tres locales bailables, entre
ellos “República Cromañon”, respecto del cual ningún comentario le
había llegado de parte de su antecesor y de los inmediatos
inferiores jerárquicos, los Subcomisarios Impellizzeri y Díaz.Explicó que, en relación a esos comercios, había requerido un
servicio denominado “prevencional bailable” a la Dirección General
de Operaciones. El mismo consistía en que, los fines de semana y
excepcionalmente los días hábiles
y de existir actividad, se
constituía en la Seccional 7a. un pelotón de combate -entre 5 y 10
agentes- facilitado por aquella repartición.El pelotón, juntamente con el personal de la brigada de la
Comisaría -3 numerarios-, bajo las órdenes del Subcomisario
185
Poder Judicial de la Nación
Operativo o 3er. Jefe, se constituían en el lugar elegido por el
Oficial Jefe -por lo general, Mitre y Ecuador-.
Ello, con el objetivo de brindar seguridad general y además
cumplir la tarea de observación e información, siempre en lo
relacionado al aspecto externo de esos establecimientos y a la
salida del público.Precisó que no había dado ninguna directiva específica en
torno al servicio externo y respecto de los comercios bailables,
puesto que durante el fin de semana era reemplazado por un
Subcomisario.Dijo que la única orden interna general era aquella que
mandaba a los móviles a recorrer la jurisdicción con fines de
vigilancia general, observación e información.En relación a los memorandums de fs. 15.995/ 16.003,
explicó que, justamente, se trataba de los pedidos cursados por la
Comisaría en torno al pelotón de combate y aclaró que no obedecían
únicamente a “REPUBLICA CROMAÑON” sino que comprendían a los
otros dos locales.Por su parte, reconoció su participación en las piezas
incorporadas a fs. 16.018/24 y aseveró que la zona en que estaban
emplazados aquellos podía volverse conflictiva sin la presencia de
ese pelotón.En caso de advertirse una contravención -señaló-, los agentes
debían actuar conforme a derecho, es decir labrar un acta
contravencional.186
Poder Judicial de la Nación
En lo que respecta a “República Cromañon”, dijo que se
trataba de un local bailable clase “C” que podía realizar “baile,
canto, variedades” y en el cual, en particular, se hacían eventos
musicales, es decir, se presentaban grupos de música.Tomo conocimiento de tal actividad por intermedio de DIAZ,
lo que motivó justamente el pedido del “servicio prevencional
bailable”.Indicó que, a su entender, un local como el de marras no podía
desarrollar recitales, habida cuenta que éstos requerían de una
estructura de seguridad, un predio adecuado, como sería el de
“Obras Sanitarias” y servicios especiales de policía contratada,
bomberos y ambulancia.Así, negó que en “REPUBLICA CROMAÑON” se llevaran a cabo
esos eventos. Entre un “recital” y una “presentación musical”,
únicamente precisó como diferencia a la estructura general y a la
cifra de concurrentes.Aseguró desconocer la capacidad con que contaba el local de
marras, el número de personas que ingresaban al mismo, el uso e
ingreso de pirotecnia, la presencia de menores, como así también el
acaecimiento de incendios anteriores.Por su parte, negó que la noche del fatídico episodio dos
agentes hubieran sido destinados por la Comisaría a la puerta del
comercio, pese a los registros que surgen de la página 77 del libro
correspondiente al móvil 307.-
187
Poder Judicial de la Nación
Aseguró que esa noche no se habían comunicado con el fiscal
contravencional en turno y que en ningún momento, bajo su gestión,
se había solicitado la intervención de la autoridad contravencional o
bien se habían labrado actas de tal naturaleza por parte del
personal de “prevención bailable”.Precisó que ninguna medida ordenó realizar para determinar la
existencia de las contravenciones, de manera que sólo se advertían
las mismas en caso de flagrancia, denuncia o a instancias del fiscal,
no en calidad de “prevención”, ello sin perjuicio de poner de resalto
que el Subcomisario a cargo del servicio externo estaba lo
suficientemente capacitado como para actuar en caso de constatar
alguna.Aseguró que no estaba habilitado para disponer controles en
el interior de un local, tarea que únicamente le competía al Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires.Explicó que la Policía Federal sólo puede ingresar a
inspeccionar un comercio por denuncia o a instancias del Fiscal,
pero, en caso de que un funcionario estuviera en el interior de un
predio y constatara una contravención, se hallaba obligado a
actuar.Indicó, en cuanto a la interrelación con autoridades del
Gobierno comunal, que tenía contacto con LOUPIAS, quien lo había
llamado a su link en dos ocasiones en relación al tema de los
vendedores ambulantes, más, fuera de esa vez, en ningún momento
188
Poder Judicial de la Nación
se le pidió colaboración, ni él se la requirió al organismo al que aquél
pertenecía.Finalmente y en relación al proceso penal seguido contra la
Comisaría 7a., expuso que había tomado conocimiento del mismo por
intermedio de su antecesor, quien le había comentado que existía
una directiva interna que les imposibilitaba al titular de la Seccional
y a los Subcomisarios el fiscalizar la calle, es decir, controlar a los
agentes de servicio externo .Indicó que no había ratificado esa orden en momentos de
asumir el cargo y que en ningún momento les había impartido la
directiva a los subcomisarios DIAZ e IMPELLIZZERI de que no
hicieran prevención y recorrieran el radio jurisdiccional, sino que,
por el contrario, ellos estaban obligados a salir de la Seccional e
intervenir en los hechos que justificaran su presencia, agregando
que era imposible que DIAZ no fuera a la calle, ya que estaba
obligado a ir.-
OMAR EMIR CHABAN
A fs. 14.190/98 se amplió su declaración indagatoria,
ocasión en la cual se le recordaron los hechos cuya comisión se le ha
endilgado en este legajo, por los cuales fuera debidamente indagado
a fs. 1.625/30 y 5.578/83 y que motivaran el dictado del auto de
mérito de fs. 7.361/7.474 que se encuentra firme.-
189
Poder Judicial de la Nación
Asimismo, se puso en su conocimiento que, además, se le
endilgaba
la
comisión
de
los
nuevos
sucesos
debidamente
identificados y una vez más se negó a declarar.-
RAUL ALCIDES VILLARREAL
Negó el accionar que ahora se le endilga a fs. 14.569/74 y
aclaró que conocía a DIAZ ya que se había presentado ante él como
el Subcomisario de la zona a poco de que “República Cromañon” se
inauguró. Tras ello, lo había visto aproximadamente en diez
ocasiones, tanto en las afueras del comercio como en su interior.Si bien VILLARREAL se mostró imposibilitado de precisar en
qué fechas DIAZ ingresó al predio, sostuvo que en todas las veces
se desarrollaban recitales.Contó que DIAZ se limitaba a permanecer en el hall
observando lo que sucedía, tras lo cual se retiraba. No recordó si en
alguna de esas oportunidades había entablado diálogo con CHABAN,
desconociendo además si entre ellos existía algún acuerdo.En cuanto a la presencia de otros agentes policiales, dijo que
en ciertas ocasiones había visto a personal policial en las afueras
del predio, pero aclaró que no se trataba de consignas, ni de
“policías adicionales”, puesto que nunca habían requerido este tipo
de servicio.-
190
Poder Judicial de la Nación
En relación al folleto incorporado a fs. 12.310, reconoció que
las escrituras obrantes en el dorso del documento pertenecían a su
patrimonio gráfico.Explicó que se trataba de un borderaux, es decir un detalle de
los gastos que confeccionaba en presencia de CHABAN y del
manager respectivo o bien lo hacía directamente su jefe, dando
cuenta dicho documento de las erogaciones que demandaba la
realización de un recital.Alegó que la frase “poli 100" se correspondía con la suma de
$100 que se le abonaba a un sujeto que respondía al apodo de “poli”,
“polito” o “polo”, quien se encargaba de llevar las entradas a los
distintos puntos de venta o bien de retirarlas.Dijo estar imposibilitado de brindar mayores datos que
permitieran la identificación del nombrado por parte del Tribunal,
como así también, de precisar las bandas musicales que lo habían
contratado para llevar adelante esa tarea.Por último, se expidió en relación a la función que tenía a su
cargo la testigo Cozodoy -venta de entradas en la boletería y el
posterior traslado de la suma respectiva a la oficina en la cual se
hallaban él, el manager y CHABAN - y negó tanto lo expuesto por
ella como por los restantes testigos que depusieron en el proceso,
en cuanto a que aseveraron que él se encargaba de calcular las
sumas que debían entregarse a la Comisaría 7a. de la Policía Federal
Argentina.-
191
Poder Judicial de la Nación
Desconoció por su parte haberle pagado dinero a los
funcionarios policiales y refirió no saber si CHABAN había llevado
adelante este tipo de arreglos, aclarando que su empleador nunca
realizó comentarios al respecto.-
OSCAR RAMON SOSA y CRISTIAN ANGEL VILLEGAS
A fs. 17.665/83 y 17.688/706 comparecieron, en los
términos del art. 294 del Código Procesal Penal y se negaron a ser
interrogados por parte del Tribunal, limitándose a acompañar como
descargo los escritos agregados a fs. 17.661/4 y 17.684/7.Coincidentemente sostuvieron en su defensa que la noche del
30 de diciembre de 2004 fueron desplazados a recorrer la
jurisdicción, tarea que llevaron a cabo en el móvil 307 hasta
aproximadamente las 20:30 hs.En ese momento, por orden de la Comisaría 7a., se
constituyeron en la intersección de las calles Bartolomé Mitre y
Jean Jaures atento la cantidad de público que concurre a los locales
“REPUBLICA CROMAÑON” y “Latino Once”.Indicaron que una vez en el lugar permanecieron sobre la calle
Ecuador a metros de Bartolomé Mitre
como “QTH fijo”. El
panorama era “normal”. Aclararon que ese tipo de desplazamiento
en modo alguno implicaba la inmovilidad del patrullero, puesto que
bien podían ser desplazados atendiendo a las necesidades del
servicio.192
Poder Judicial de la Nación
Continuaron relatando que, a las 21:00 hs., se retiraron de la
zona a solicitud de la División Comando Radioeléctrico, no pudiendo
recordar el lugar y el motivo del desplazamiento. Finalizado ese
servicio, regresaron al lugar.Poco antes de las 23:00 hs., observaron la salida de personas
del local de marras, en forma presurosa. Algunas se dirigieron al
patrullero dañándolo, actitud que aparentemente había tenido su
razón de ser en el incendio desatado momentos antes en el interior
del comercio en cuestión y que los obligó a solicitar la ayuda
policial.Pusieron de resalto que en momento alguno recibieron la
directiva de ingresar al establecimiento de que se trata, ni se les
encomendó realizar un relevamiento de la cantidad de concurrentes
al mismo.Afirmaron que no tenían a su cargo hacer un control
prevencional y, en cuanto a las contravenciones constatadas en el
sumario, alegaron que no habían escuchado detonación de material
pirotécnico, ni portación del mismo por parte del público y que
desconocían la capacidad del local.-
4-VALORACIÓN
Arribado el momento de resolver en relación a estos hechos,
juzgo que los elementos de convicción hasta ahora arrimados y
enumerados en el acápite respectivo son suficientes para agravar la
193
Poder Judicial de la Nación
situación procesal de los imputados OMAR EMIR CHABÁN, RAÚL
ALCÍDES
VILLARREAL,
RUBÉN
CARLOS
DÍAZ,
MIGUEL
ANGEL BELAY, GABRIEL ISMAEL SEVALD, OSCAR RAMÓN
SOSA y CRISTIAN ANGEL VILLEGAS
en los términos del
artículo 306 del Código Procesal Penal,
con el grado de
provisoriedad exigido en este estadio del proceso, ello en relación a
los hechos por los cuales fueran oídos a tenor de lo normado en el
art. 294 del ordenamiento legal citado.-
RESPECTO DEL HECHO IDENTIFICADO COMO I.-
Previo adentrarme al análisis de los elementos de cargo
que permiten sustentar los extremos expuestos, haré notar que el
caso en examen presenta aspectos de singulares características,
no solamente en orden a la gravedad del episodio pesquisado y las
circunstancias de su comisión, sino también a que en torno a ellos,
se encuentran involucrados tres miembros de alta jerarquía de las
fuerzas de seguridad, los Comisarios BELAY, SEVALD
y el
Subcomisario CARLOS RUBEN DIAZ de la Policía Federal
Argentina.En tal sentido, no puede pasarse por alto que la investigación
de hechos como los aquí pesquisados generalmente se ve dificultada
habida cuenta que las conductas ilícitas de los delincuentes
habitualmente
tienen
lugar
en un
ámbito
de
privacidad
y
clandestinidad, esto es, lejos de las miradas de terceras personas
194
Poder Judicial de la Nación
que puedan dar cuenta de esos acuerdos espurios de índole
patrimonial, extremo éste que fue puesto de manifiesto por la
Excma. Cámara Nacional de Casación Penal en casos análogos
(Sala IV, causa 847, “Wowe Carlos”, rta: 30/10/98, reg. 1535), de
forma tal que impone al juzgador que las pruebas sean valoradas
atendiendo a un marco especial como el descripto.Por su parte, puede redundar en perjuicio de la pesquisa la
calidad de “funcionario público” que ostenta el sujeto pasivo que, en
el “sub examen”, se corresponde con agentes policiales, puesto que,
en caso de existir tales testigos presenciales, éstos pueden
mostrarse reticentes a brindar información e incluso a reconocer a
los implicados, habida cuenta las consecuencias que, suponen, tal
colaboración y esas identificaciones podrían acarrearles.Sentado ello hay que resaltar que tales obstáculos no se
dieron en esta investigación. Por el contrario, se han logrado
arrimar al proceso contundentes probanzas que pondrán en
evidencia que, al menos hasta el día 30 de diciembre de 2004,
existió un acuerdo” espureo entre las máximas autoridades de la
Comisaría 7ª de la Policía Federal Argentina (los incriminados
BELAY,
SEVALD
y
DIAZ)
y
los
responsables
del
local
“REPUBLICA CROMAÑON” (su dueño y su hombre de confianza,
para ser más específico: Chabán y Villarreal).
Ninguna duda puede albergarse en cuanto a la continúa
presencia policial tanto en el interior como en las afueras del local,
en oportunidad de llevarse a cabo verdaderos recitales que
195
Poder Judicial de la Nación
CHABAN
organizaba
EN
LO
QUE
POLICIALMENTE
ERA
CONSIDERADO UN MICROESTADIO, en clara infracción a la
normativa aplicable al comercio, dada su clasificación de local de
baile clase “C”.De tal extremo han dado cuenta los testigos que fueran
convocados al sumario, en su mayoría, empleados de CHABAN Sandoval, Cozodoy, Albornoz, Bordón, Otarola y
Orlandi-
quienes, cabe remarcar, se pronunciaron coincidentemente, en lo
que al punto tratado se refiere, hasta en el más mínimo de los
detalles. Tal presencia que se verificó incluso la misma noche del
30 de diciembre del año pasado.Bordón destacó que, en tales ocasiones, era interrogado por
los policías
de la dependencia
cuestionada en relación al grupo
musical que iba a presentar su espectáculo y la cifra de
concurrentes al recinto. Sobre este último tópico, también fue
preguntado en una oportunidad y por un agente policial la testigo
Cozodoy.Conforme quedara de manifiesto, esa presencia policial incluso
se extendía al interior del comercio de marras, en el cual se
recibían, a decir de Sandoval, las visitas de agentes policiales que,
sin más, ingresaban directamente al lugar, manteniendo reuniones -a
puertas cerradas- con CHABAN, VILLARREAL y el manager del
grupo musical que iba a tocar en el recinto, circunstancia de la cual
también dio cuenta Cozodoy.-
196
Poder Judicial de la Nación
El local también fue testigo de la concurrencia permanente de
un sujeto –descripto fisonómicamente en forma coincidente por
Sandoval
y
por
los
testigos
Albornoz
y
Díaz
como
de
aproximadamente 40 años de edad, morocho, de bigotes y baja
estatura- que aparentaba ser un policía de alto nivel jerárquico y,
fielmente vestido de traje, arribaba al predio a bordo de un
vehículo particular para luego mantener breves encuentros con
CHABAN.
Fue a ese sujeto a quien Albornoz observó, sin proponérselo,
cuando recibía, de manos del imputado, mediante un ademán que
éste creyó disimulado, al menos un billete de $ 100, el cual fue
guardado por el agente en el bolsillo del saco que vestía.Si
bien la cuestión relativa
a esa entrega dineraria
presenciada por Albornoz será retomada más adelante, por el
momento basta con señalar que, merced a las ruedas de
reconocimiento practicadas en autos, con la participación del
nombrado y del testigo Mario Díaz se logró individualizar al
funcionario que, hasta ese momento, se movía en el anonimato y
bajo un manto de impunidad en la zona de su jurisdicción: CARLOS
RUBEN DIAZ.Fue DIAZ quien fue visto en el interior de “REPUBLICA
CROMAÑON”
en
compañía
de
CHABAN
en
seis
o
siete
oportunidades. Se debe destacar que, tal como lo señalaron los
testigos, efectivamente se trata de un agente policial de alto nivel
jerárquico (Tercer Jefe o Subcomisario Operativo).197
Poder Judicial de la Nación
Cabe destacar, en relación a la diligencia de igual tenor que se
practicó en el sumario con la participación de Cozodoy, que una
identificación positiva muchas veces se encuentra supeditada a
diversas circunstancias (ubicación del testigo en el momento del
hecho, capacidad de retención de rasgos fisonómicos, estado
anímico o de alteración vivido, el tiempo transcurrido al momento de
la realización de la medida).
Así, no obstante el resultado negativo que arrojó la medida, no
puede dejar de merituarse la coincidencia entre las características
fisonómicas brindadas por ella, en relación al funcionario policial al
que hizo mención en su relato y las que se corresponden con la
persona del incuso, extremo éste que resultó constatable para el
Tribunal.Sentado ello y retomando el punto tratado, no puede perderse
de vista que la presencia de funcionarios policiales en el local de
marras y en sus inmediaciones no sólo surge de los testimonios
incorporados al legajo, sino además, en forma absolutamente
inequívoca, de los propios registros de la Seccional 7a. de la
PFA. En concreto, de aquellos que le dan cuenta al Comisario de la
repartición de la actividad desplegada por los distintos móviles
policiales afectados al servicio externo.Así, del libro correspondiente al móvil 107 -recuérdese que
se trata del patrullero a cargo del Jefe de Servicio Externo- surge
esa presencia policial en el local de “REPUBLICA CROMAÑON” en
198
Poder Judicial de la Nación
fecha 29/05/04 a las 22:51 hs. a los fines de auxiliar a una persona
por “caída en el lugar”.
Por su parte, del libro de los móviles 307 y 907 surge un
desplazamiento a las 5:40 hs. del 10/4/04 “a
pedido
del
Subcomisario Díaz” y que se afecta el patrullero al servicio QTH
en la puerta del establecimiento bailable hasta las 7:35 hs.Se evidencia además otro desplazamiento a las 3:15 hs. del
4/09/04 “por orden superior” y que el patrullero permanece en el
local bailable hasta su cierre -4:30 hs.- y, de ambos libros, surge
que los patrulleros se constituyeron en el local de marras la noche
del hecho a raíz del incendio desatado en su interior, debiendo
repararse en que la propia Comisaria denominó en tal oportunidad al
establecimiento en cuestión como “Estadio Micro República de
Cromañon”.Por su parte, del libro mencionado en último término (móviles
307 y 907) surgen otras anotaciones de interés. En ellas, si bien se
ha omitido consignar el nombre de fantasía del local no dejan marco
de duda alguna en cuanto a que se trata de “REPUBLICA
CROMAÑON”. Ello tomando como parámetro la manera en que fue
definido por la Comisaría el día 30 de diciembre del año pasado y la
verdadera actividad que se encuentra acreditado en autos se
desarrollaba en él.Me refiero a cuando se hace referencia, en fecha 10/07/04 a
las 3:05 hs, al desplazamiento del móvil a la intersección de las
calles Bartolomé Mitre y Jean Jaures “por orden de CR” junto con
199
Poder Judicial de la Nación
el móvil 407 (recuérdese que se trata del automóvil utilizado por el
3er. Jefe o Subcomisario Operativo) con la finalidad de “control
de recital”; cuando se menciona, en fecha 11/07/04 a las 3:05 hs,
que el patrullero se desplaza a Bartolomé Mitre y Jean Jaures para
colaborar con el móvil 407 en el “control de recital” hasta las 4:00
hs y, por último, cuando se consignan los días 29 y 30/12/04 que el
móvil es afectado “por orden superior” a la desconcentración de
“recital de rock” en Bartolomé Mitre y Jean Jaures, retirándose el
servicio, en la última fecha, a las 2:30 hs.
Como se advierte de tales transcripciones, otra manera que
utilizó la Comisaría para identificar al local de marras fue en base al
lugar en el cual efectivamente se hallaba emplazado, esto es bajo la
concreta mención de “Bartolomé Mitre y Jean Jaures”.
Así, de los registros bajo análisis surgen los siguientes
movimientos: -26/12/04 a las 2:40 hs se desplaza a Jean Jaures y
Bartolomé Mitre a solicitud del móvil 407, -10/04/04 a las 20:00
hs se implanta QTH fijo en Bartolomé Mitre entre Ecuador y Jean
Jaures “por orden superior”, -11/04/04 a las 22:00 hs se releva el
móvil en Bartolomé Mitre entre Ecuador y Jean Jaures de QTH
fijo “por orden superior”, levantándose el servicio a las 2:00 hs y
el -29/12/04 a las 20:35 hs se implanta QTH en Bartolomé Mitre y
Jean Jaures por orden del Oficial Jefe (Subcomisario).Se impone mencionar que la noche del 30 de diciembre del año
pasado, con antelación a iniciarse el incendio, la propia Comisaría
desplazó a dos de sus numerarios -los aquí imputados Cabo 1
200
Poder Judicial de la Nación
Oscar Ramón Sosa y Agente Cristian Angel Villegas- a la puerta
del local de marras “con el fin de vigilancia General y seguridad
externa del Microestadio denominado República Cromañon”.
Vale aclarar que CHABAN en ningún momento contrató el
servicio de policía adicional, conforme surge del informe arrimado
por el Departamento de Servicio Adicional de la Policía Federal
Argentina que luce a fs. 15.644. Por ende, no se visualiza razón
alguna, al menos lícita, que justifique la prestación de ese servicio
por parte de la Comisaría.Sin perjuicio de las constancias específicas relacionadas con
“REPUBLICA CROMAÑON”, no puedo dejar de remarcar que
resultan cuantiosos los QTH y los desplazamientos a las cercanías
de dicho comercio, en concreto a tan sólo media cuadra del
establecimiento.Se puede mencionar lo que surge de los libros pertenecientes
a los siguientes móviles: Móvil 107 (4/09/04 “se fiscalizaron de
visu los distintos locales bailables y se realizaron asiduas recorridas
por los mismos y el panorama era normal”); Móvil 207 (30/12/04 se
implanta QTH en Bartolomé Mitre y Ecuador, lugar en el cual se
permanece, afectado al servicio de boliches bailables, hasta las
19:50 hs); Móviles 307 y 907 (9/05/04 de 6:00 a 7:30 hs. se
realiza QTH en Ecuador y Bartolomé Mitre junto con el móvil 407
por “servicio bailable”;
11/07/04 a las 6:00 hs. se releva en
Ecuador y Mitre al móvil 407 “por desconcentración de locales
bailables”; 17/07/04 a las 3:00 hs. se implanta QTH en Bartolomé
201
Poder Judicial de la Nación
Mitre y Ecuador “por locales bailables”; 8/08/04 a las 6:00 hs. se
releva en Bartolomé Mitre y Ecuador “por locales bailables”; 8 y
9/08/04 a la 1:00 hs. el móvil se desplaza “por orden superior” al
QTH de Bartolomé Mitre y Ecuador, permaneciendo hasta las 2:00
hs.; 16/08/04 a partir de las 6:00 hs. el móvil permanece de QTH
en Bartolomé Mitre y Ecuador juntamente con el carro de asalto 36
del Cuerpo de Guardia de Infantería “por desconcentración de
personas de los locales bailables” hasta las 8:00 hs.; 5/09/04 a
partir de las 6:00 hs. el móvil permanece de QTH en Bartolomé
Mitre y Ecuador “por locales bailables” hasta la desconcentración).
Cuadra destacar que, mediante la información brindada por la
División Comando Radioeléctrico de la PFA (ver fs. 15.816) se ha
podido establecer en autos que, por orden de tal dependencia,
únicamente se desplazaron móviles pertenecientes a la Seccional 7a
de la fuerza en fechas 9 de octubre de 2004 (por incidencia en la
vía pública a pedido de “Mario”) y el día 9 de diciembre de dicho año
(por incidencia en su interior).
Ello cobra singular importancia desde que, tomándose en
consideración
lo
precisado
por
el
titular
de
la
División
Investigaciones Judiciales de la Policía Federal Argentina, puede
concluirse sin más que la totalidad de los movimientos que fueron
asentados en los libros de la Seccional obedecieron a una sola
razón: las directivas concretas emanadas de los funcionarios que
conformaban la cúpula de la Comisaría -únicos facultados para
impartirlas-.
202
Poder Judicial de la Nación
Ello sin perjuicio del propio reconocimiento que, en tal sentido,
se hace en los registros en cuestión al consignarse “por orden del
Subcomisario Díaz”, “por orden del Oficial Jefe (Subcomisario)” o
bien “a solicitud del móvil 407".Deviene oportuno mencionar que la documentación analizada
no hace más que darle razón al testigo Molina, en cuanto a que los
libros de la repartición omitían reflejar la realidad de lo que
acontecía, de tomarse en consideración que esos dos movimientos
no aparecen registrados en ellos.Como se advierte, las constancias documentales analizadas
ponen en evidencia una profunda actividad de prevención, control y
vigilancia por parte de la Comisaría cuestionada hacia los comercios
de tal naturaleza habidos en la zona y que esto constituía un
objetivo importante para sus autoridades.
Tal extremo se desprende también en forma nítida de los
libros de órdenes internas correspondientes al año 2004 (ver en
particular órdenes 754 fechada el 16 de abril, 841 fechada el 30
de abril, 884 del 7 de mayo, 937 fechada el 14 de mayo, 1013
fechada el 21 de mayo, 1068 para el día 29 de mayo, 1117 para el
día 5 de junio, 1156 fechado el 10 de junio, 1217 fechada el 19 de
junio, 1285 para el día 3 de julio, 1319 para los días 9 y 10 de julio,
1348 para el día 17 de julio, 1412 para el día 7 de agosto, 1453
para los días 14 y 15 de agosto, 1490 para los días 20 y 21 de
agosto, 1586 para los días 3, 4 y 5 de septiembre ,1626 para los
días 10 y 11 de septiembre, 1669 para los días 17 y 18 de
203
Poder Judicial de la Nación
septiembre, 1757 para los días 1, 2 y 3 de octubre, 1788 para los
días 8 y 9 de octubre, 1819 para los días 15 y 16 de octubre, 1888
para los días 29 y 30 de octubre,1918 para los días 5 y 6 de
noviembre, 2018 para los días 19 y 20 de noviembre, 2070 para los
días 26 y 27 de noviembre, 2109 para los días 3 y 4 de diciembre,
2153 para los días 10 y 11 de diciembre, 2203 para el 17 de
diciembre, 2240 para los días 24 y 25 de diciembre y 2256 para los
días 28, 29, 30 y 31 de diciembre y 1 de enero de 2005).
Cabe poner de resalto que tales directivas fueron impartidas
por BELAY y SEVALD -titulares de la Comisaría- (en sólo unas
pocas aparecen los Subcomisarios Federico e Impellizzeri).
Concretamente se ordenó en ellas (a excepción de la primera),
que
esos
operativos
de
“seguridad
general,
fiscalización e
información” debían consistir en la recorrida de la jurisdicción por
parte de todos los móviles, a partir de las 22:00 hs, a cargo del
Oficial Jefe de la repartición -esto es, el Subcomisario Operativoy que, a las órdenes de éste, se hallaba un pelotón de combate.A los extremos asentados debe adunarse que, de la
documentación arrimada al proceso por el incriminado DIAZ (ver
fs. 15.406/13) surge que la Seccional 7a bajo el mando de Adón y
BELAY en fechas 8 de febrero, 21 de marzo y 1 de agosto del año
pasado
inspeccionó
los
locales
bailables
emplazados
en
la
jurisdicción, juntamente con personal de la Unidad Polivalente de
Inspecciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.-
204
Poder Judicial de la Nación
Se debe destacar que esos operativos se formalizaron a
instancias de la propia Comisaría -en el primero de ellos participó
DIAZ quien revestía por aquel entonces el cargo de Principal-, lo
que no hace más que reforzar el criterio expuesto, en cuanto a que
los comercios de la índole de “REPUBLICA CROMAÑON” no pasaban
desapercibidos para las autoridades de la repartición, sino que eran
considerados un foco de importancia.Llegado este punto, no puedo dejar de remarcar un extremo
que resulta llamativo.En tal sentido, pese a que en esos momentos funcionaba en la
zona el local de marras (con las características ya reseñadas), éste
no fue sometido a inspección alguna en forma conjunta con el
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
lo cual aparece como
inexplicable de tenerse en cuenta que la importancia de un control
de tal naturaleza quedó en evidencia al formalizarse el último
operativo, ya que en esa ocasión se procedió a la clausura de los
establecimientos“Latino Once” y “Popularísimo” al constatarse que
no contaban con el certificado de bomberos previsto en la
Ordenanza 50.250.Ahora bien, a fs. 102 el oficial Stortini mencionó una presunta
inspección realizada en el lugar en el mes de junio del año 2004
pero sin intervención del gobierno autónomo de la ciudad. Ello
demuestra la posibilidad real de realizar controles por parte de
la autoridad policial.-
205
Poder Judicial de la Nación
Retomando la cuestión tratada y teniendo en cuenta la
multiplicidad
de “visitas” de que fue objeto “REPUBLICA
CROMAÑON” por parte del Subcomisario Díaz y los reiterados
desplazamientos de los móviles hacia el comercio en cuestión, bien
podría argumentarse que ello obedeció a esa política de control que
pareció implementar la Comisaría durante el año 2004.Sin embargo, tal hipótesis se descartará a poco de que se
repare en diversas circunstancias -entre ellas las muertes
acontecidas- que, a la luz de la prueba, tanto testimonial como
documental recogida, permitirán llegar a una conclusión muy
distinta.
Así, se puede afirmar certeramente que esas “visitas” y
“recorridas”, simplemente tenían como finalidad proteger los
intereses económicos de CHABAN y, paralelamente de, al menos,
tres de las máximas autoridades de la seccional controvertida:
BELAY, SEVALD y DIAZ.
Hay que resaltar una y otra vez que
cuestión,
emplazado
en
la
jurisdicción
en el comercio en
de
la
dependencia
cuestionada, se constató la existencia de contravenciones y la
consecuente falta de observancia de las normas previstas en el
Código Contravencional de la ciudad, tales como:
1) el ingreso al comercio de aproximadamente 3.000 personas
en la noche del fatídico suceso, entre ellos menores de edad, cifra
que casi triplicaba el número de concurrentes permitidos -1.031-,
conforme el expediente de habilitación municipal y el libro de actas
206
Poder Judicial de la Nación
de habilitación secuestrado en el sumario, lo cual se encuentra
previsto como infracción en el art. 57. Cabe destacar que tal
situación también se verificó las noches del 25 y 29 de diciembre
del año pasado, ocasiones en las cuales, conforme la información
aportada por S.A.D.A.I.C., ingresaron al local entre 1250 y 1300
y 2000 personas, respectivamente;
2) la omisión de recaudos básicos de organización y seguridad
indispensables para el normal desarrollo de un espectáculo,
circunstancia que se halla prevista en el art. 57 bis. Se ha
constatado que el día del hecho CHABAN destinó a tan sólo cuatro
empleados para tareas de seguridad, lo cual a todas luces se
advierte irrazonable, atendiendo a la cifra de concurrentes al show,
como así también se corroboró que el “cacheo” al que fue sometido
el público resultó deficiente y no abarcó a la totalidad de los
concurrentes, lo que posibilitó que se introdujera pirotecnia al local,
situación que además se verificó en el mes de mayo de 2004 y los
días 25 (2 veces), 28 y 29 de diciembre de ese año;
3) la mera tenencia de elementos pirotécnicos “per se” lesivos
por parte del público -arts. 61 y 63-, siendo justamente el
accionamiento de uno de ellos denominado “candela” que se permitió
que indebidamente ingresara al establecimiento lo que originó su
incendio. Conforme se precisó en el punto anterior, al menos en
cuatro ocasiones anteriores al día del hecho los asistentes portaron
ese material que incluso provocó principios de incendio que
felizmente lograron ser sofocados, lo cual fue consentido por
207
Poder Judicial de la Nación
CHABAN quien no adoptó ninguna medida tendiente a despojar al
público de la pirotecnia ni suspendió los shows, pese al peligro que
ello acarreaba y que, de hecho, finalmente se concretó.Cabe destacar que la prohibición contenida en la ley se hace
extensiva a la portación de pirotecnia en las inmediaciones de un
comercio.4) la guarda de elementos para violencia –art. 65-, entre los
cuales la norma prevé al material pirotécnico. En este sentido, se
secuestró en el sumario una gran cantidad de productos de esa
naturaleza, los que se hallaban a resguardo en una de las oficinas
emplazadas en el comercio, a pesar del alto grado de peligrosidad
que revestían;
5)
Suministro
de
bebidas
alcohólicas
en
ocasión
de
desarrollarse un espectáculo, contravención que está establecida en
el art. 68 y que abarca el período comprendido entre las cuatro
horas anteriores al comienzo del show hasta una hora después de
finalizado el mismo. Se constató en el sumario la venta de este tipo
de bebidas en el interior del local, lo cual además fue advertido por
el suscripto en oportunidad de formalizarse la inspección de visu
del comercio;
6) obstrucción de las vías de egreso de un local que impida o
perturbe una rápida evacuación. Se halla demostrado debidamente
en el legajo que la única puerta alternativa de emergencia con que
contaba
“REPUBLICA
CROMAÑON”,
emplazada
en
la
calle
Bartolomé Mitre 3038/50 de esta Ciudad que al menos debía estar
208
Poder Judicial de la Nación
en condiciones de abrirse desde el interior del mismo si se le
pretendía dar tal alcance, accionando la barra antipánico que tenía
colocada, se hallaba sellada y asegurada con un candado y alambre y
que en esas condiciones permanecía durante el desarrollo de todos
los espectáculos, con el expreso conocimiento de CHABAN.Como si ello fuera poco, la noche del 30 de diciembre de
2004, en ocasión en que se desarrollaba el show de “Callejeros”,
sólo dos de las puertas tipo cine que comunicaban directamente al
salón y que daban (previo paso por un hall) al exterior, se hallaban
abiertas. La de emergencia recordemos que fue utilizada para
facilitar el acceso de clientes.Esas circunstancias, a más de estar reprimidas en el art. 70
de la normativa bajo análisis, impidieron en el particular una rápida
evacuación del público y posibilitaron la formación de verdaderas
avalanchas humanas.A ello se debe sumar que se corroboró en autos que el
comercio de que se trata presentaba materiales altamente
combustibles que no se ajustaban a las normas reglamentarias; que
la mayoría de los matafuegos existentes en el predio se hallaban
despresurizados y/o vencidos y que el certificado de incendios
expedido por la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal
Argentina que se exigía para funcionar –ordenanza 50.250- se
hallaba vencido desde el día 25 de noviembre de 2004.
Pero, más allá de esas infracciones, previstas y reprimidas en
el Código Contravencional (ordenamiento que, vale remarcar, apunta
209
Poder Judicial de la Nación
a prevenir el delito sancionando las conductas u omisiones que
aproximan al ser humano a las circunstancias de la criminalidad,
habida cuenta que, la falta de límites termina justamente en hechos
como el aquí pesquisado), de todas las irregularidades y anomalías
habidas en “REPUBLICA CROMAÑON”, una resultó ser la más
grosera y palpable: NUNCA FUNCIONO COMO UN LOCAL DE
BAILE CLASE C .
Para la Comisaría séptima siempre fue un microestadio donde
se realizaban recitales de rock. Y sus responsables saben
perfectamente
que
para
esos
eventos
los
requisitos
son
absolutamente distintos. Nunca pudieron haber permitido su
funcionamiento en tales condiciones. O dicho de otra manera: sólo
pudieron permitirlo de mediar, como parece haber ocurrido de
acuerdo a la prueba colectada, el pago de una suma de dinero.No se alberga duda alguna en cuanto a que CHABAN, desde el
instante en que inauguró el establecimiento para principios del mes
de abril de 2004, le dio al comercio un destino que no era aquel para
el cual había sido habilitado, desvirtuó completamente su objeto,
convirtiéndolo así en un verdadero “estadio” en donde se celebraban
sistemáticamente recitales de rock y SIN LOS CONTROLES QUE
LA POLICÍA SABE QUE EN ESOS ESPECTÁCULOS DEBEN
EXISTIR.
Cabe entonces preguntarse, insisto, si podían los máximos
responsables de la Seccional con jurisdicción en el local desconocer
las condiciones en qué el mismo funcionaba y la verdadera actividad
210
Poder Judicial de la Nación
que allí se llevaba a cabo, interrogante que, indudablemente, habrá
de ser respondido en forma negativa.Son sobrados los elementos que nos permiten visualizar un
absoluto conocimiento por parte de la Comisaría en relación a los
eventos que se llevaban a cabo en “REPUBLICA CROMAÑON”, al
punto tal que no por azar ni por causalidad la propia seccional eligió
dos palabras para hacer referencia al local en sus registros y que se
ajustaban perfectamente a su realidad: “micro
estadio”
y
“recital”.Tal aspecto no resulta menor de tenerse en cuenta que, si bien
la actividad contemplada en la habilitación para locales de baile
clase “C” (ver art. 10.2.20 del Código de Habilitaciones y
Verificaciones de la Ciudad de Buenos Aires) se refiere al baile
como actividad central y, como complementaria, a la realización de
espectáculos, aquel no fue el uso que CHABAN le dio a “REPUBLICA
CROMAÑON”7.Conforme
quedara
de
manifiesto
y
así
se
encuentra
inequívocamente acreditado, el comercio siempre funcionó como un
“estadio”, a la par de establecimientos como “Obras Sanitarias” o
“Excursionistas” y el personal policial solo con saber que en el local
de marras se celebraban recitales y se lo utilizaba como
microestadio debió rodearlo de los mismos controles como se trata
7
Capítulo 10.2.20 del citado cuerpo de normas: “Se entiende por local de baile clase “c” el lugar donde:
a)Se ejecuta músi9ca y/o canto hasta las 4 horas; b)Se ofrecen bailes públicos; c)Se expenden bebidas;
d)Se sirven o no comidas; e)Se realizan o no números de variedades con o sin transformación.”.
211
Poder Judicial de la Nación
a los citados lugares y haber dado a su vez conocimiento a las
autoridades contravencionales y del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires .Se desarrollaban allí verdaderos “recitales” que en modo
alguno pueden entenderse ajustados a la letra de la ley cuando ésta
hace referencia a “variedades”.No puede perderse de vista que el ofrecer este tipo de
espectáculos artísticos masivos hace que los comercios que se
dedican a dicha actividad se vean sujetos a un régimen distinto a
aquel que contempla a los locales clase “C”; son sometidos a mayores
exigencias
y
los
predios deben contar
con
características
especiales.Así, se requiere obtener una “compatibilidad de uso y permiso
especial previo” otorgada por la Dirección General de Habilitaciones
y Permisos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que debe
ser peticionada con antelación a desarrollarse el evento, lo que
genera no sólo una actuación administrativa específica sino, además,
un control “in situ” por parte del organismo que incluso destina a
sus inspectores al lugar para que éstos se encuentren presentes
durante el desarrollo del show y se exige contar con servicios de
ambulancia, bomberos y policía.De todo ello, huelga aclarar, carecía “República Cromañon”. Y
no era casual.No puede pasarse por alto que justamente la Policía Federal
Argentina es la fuerza de seguridad que es convocada ante este
212
Poder Judicial de la Nación
tipo de espectáculos, ya que se trata de la autoridad que ejerce las
funciones de policía de seguridad en el ámbito de la Ciudad de
Buenos Aires.Es esa fuerza la que posee la función y el “poder-deber” de
evitar cualquier tipo de acciones dañosas o peligrosas y más aún, la
facultada para ejercer la prevención de las contravenciones y la
obligada a actuar en caso de detectarlas (arts. 16 y 36 de la Ley de
procedimiento contravencional8).Ahora bien, teniendo en cuenta que BELAY, SEVALD y DIAZ
revestían el carácter de miembros de la fuerza de seguridad que
justamente tenían competencia funcional para ejercer acciones en
materia preventiva y de coacción directa en lo que hacía a esos
espectáculos artísticos masivos y que eran conocedores tanto de la
normativa que regulaba esta actividad específica como de las
previsiones contenidas en el Código Contravencional y que además
tenían experiencia y antigüedad en la fuerza ¿puede sostenerse
válidamente que ellos presumían que “REPUBLICA CROMAÑON“
estaba facultada o autorizada para llevar adelante esa actividad?.
Este interrogante también habrá de ser respondido en forma
negativa.De
las
probanzas
arrimadas
al
proceso,
surge
que
“REPUBLICA CROMAÑON” era un híbrido.
El artículo 16 del citado cuerpo de normas reza: “La prevención de las contravenciones está
a cargo de la autoridad que ejerza funciones de policía de seguridad o auxiliares de la
justicia en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires”. En tanto que el artículo 36 establece que
“Cuando la autoridad preventora compruebe prima facie la posible comisión de una
contravención, debe asegurar la prueba y labrar un acta…”.
8
213
Poder Judicial de la Nación
En la práctica, CHABAN no hizo otra cosa más qué tomar los
aspectos que más le convenían de la normativa que regía a los
locales bailables de clase “C” y a los “estadios” y así funcionó el
comercio en cuestión durante siete meses .Ello, bajo la mirada cómplice de las autoridades de la
Seccional cuestionada, quienes no dudaron en dispensarle a
CHABAN un trato especial y darle una inexplicable colaboración
policial.Tal extremo se tradujo en la presencia de numerarios de la
repartición, en desplazamientos de móviles ante la realización de
cada recital y en la solicitud de “pelotones de combate” a enviar al
lugar. Solo para mantener el orden y el buen funcionamiento del
negocio.No se encuentra en modo alguno cuestionado que la realización
de recitales de rock en el predio de marras era una circunstancia
conocida por los funcionarios públicos. Tal extremo, además de
surgir objetiva y documentalmente de las constancias del proceso,
fue reconocido por los propios implicados en oportunidad de
formalizarse sus actos materiales de defensa, pese a la intención
de SEVALD
de disimular esos shows bajo otra denominación, lo
cual no resulta ser otra cosa que una disquisición gramatical de su
parte.No obstante ese reconocimiento, entiendo que ha resultado
por demás esclarecedor, para demostrar los extremos que se
214
Poder Judicial de la Nación
intentan probar, el allanamiento practicado en la dependencia
preventora.En la oportunidad se incautó de la sede policial una carpeta
que contenía diversas constancias relacionadas con “REPUBLICA
CROMAÑON”, específicamente de las oficinas de armería y las
correspondientes a los Subcomisarios y al titular de la repartición.Entre ellas, cabe mencionar la copia de la plancheta de
habilitación del local en cuestión a nombre de “Lagarto S.A.” en la
cual se consigna específicamente que se trata de un local de baile
clase “C” y con capacidad máxima de 1.031 personas (ver fs.
15.979). Con ello queda en evidencia el conocimiento que la
Seccional tenía respecto al tipo de actividad que CHABAN podía
llevar a cabo y la cifra de asistentes que podía albergar el predio,
conforme a esa habilitación municipal y atendiendo a la clasificación
del comercio en el Código de Habilitaciones y Verificaciones.Partiendo de los datos asentados en la constancia mencionada
que, reitero, fue incautada de la propia Seccional, no logra entender
el suscripto el motivo por el cual, pese a lo que surgía de ella, la
Comisaría confeccionó un formulario que rezaba que el local de
marras contaba con una capacidad de 5.000 personas (cfr. fs.
15.985), desde que tal información NO SE AJUSTABA A SUS
POSIBILIDADES.La razón por la que en la Comisaría se asentó tal cantidad de
asistentes a ese local es que alguna vez concurrieron y para ese
número se preparaba la seccional (recordar la supuesta asistencia
215
Poder Judicial de la Nación
de 5.000 personas en ocasión de dar un recital el cantante
Rodrigo).Sólo así se explica que, con absoluta ligereza, el imputado
BELAY no dudara en solicitar a las Divisiones Reuniones Públicas y
Seguridad en el Deporte y Planificación de Servicio de la fuerza, a
partir del 18 de mayo del año pasado y en el período durante el cual
revistó como Comisario, la comisión de “un carro de asalto con su
correspondiente
dotación
frente
al
local
bailable” sito en
“Bartolomé Mitre 3070" de esta Ciudad en virtud de “haber
concurrido el último fin de semana” una cifra de público que
oscilaba entre las 3.000 y las 3.100 personas (ver constancias de
fs. 15.999/16.003).Cabe mencionar que, a partir del 27 de julio de dicho año, tal
funcionario y también SEVALD comenzaron a pedir -según sus
versiones tanto para el local de marras como para los dos restantes
habidos en la jurisdicción denominados “Popularísimo” y “Latino
Once”-, un “pelotón de combate” (cfr. fs. 16.004/24).Así, se debe descatar que del memorando fechado el 12 de
agosto de 2004, incorporado a fs. 16.009, se desprende que el
primero de ellos solicitó idéntico servicio para el día 14 de dicho
mes y año “en razón de realizarse un Festival de Rock en el
bailable República de Cromañon”.También reviste importancia el memorando fechado el 23 de
junio de 2004 (cfr. fs. 15.989), mediante el cual la Comisaría 7a.
216
Poder Judicial de la Nación
puso en conocimiento del Jefe de la Circunscripción II que en la
jurisdicción existían tres locales bailables.
En cuanto a “República Cromañon”, se indicó que se trataba de
un comercio que había abierto sus puertas dos meses atrás y que
“realiza recitales de rock”. En tal documento vuelve a reiterarse la
actividad que, de hecho y en clara infracción a la normativa
aplicable, se desarrollaba en el predio, a sabiendas de tal extremo
por parte de la fuerza de seguridad.Pero aún hay otro punto que merece ser destacado, y es que
en ese informe se consignó que el establecimiento en cuestión
pertenecía a CHABAN, propietario “también del local conocido
como Cemento”, referencia que no es de poca importancia, de
tenerse presente que resultó ser de público conocimiento el
conflicto que este local constituyó para las autoridades de
seguridad de la zona y para el organismo de control municipal.Como se advierte, pese a los datos por demás objetivos con
que contaba la Seccional, el local continuó funcionando, explotando
una actividad que era “no conforme” con su habilitación municipal, la
cual es necesario reiterar estaba en la misma seccional.Incluso, para el hipotético caso de tenerse por cierto que el
predio se adecuaba a los requisitos que exigía la ley para la
realización de “recitales” -extremo éste descartado de plano en el
sumario,
incluso
por
el
actual
titular
de
la
Seccional
-,
necesariamente CHABAN debía contar con un permiso especial por
parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y con la asistencia
217
Poder Judicial de la Nación
de personal médico, de bomberos y de policía, sin perjuicio de la
presencia de las autoridades de la Justicia Contravencional, todo lo
cual obviamente debía ser conocido por los responsables de la
Comisaria 7a.Pero surge nítidamente de las propias constancias de la
pesquisa que la Seccional 7a. con jurisdicción en “REPUBLICA
CROMAÑON” que debía ser la fuerza de contralor, vigilancia,
prevención y coacción del local en cuestión, se apartó de la
obligación que le imponía actuar en el caso en particular, pese a ser
evidente al cambio de destino del comercio y no obstante surgir
manifiesta y palmariamente, como mínimo, una contravención: la
cifra de personas que, en exceso, ingresaron al comercio para
presenciar los shows durante todo el tiempo en que el local tuvo
abiertas sus puertas al público.Se encuentra acreditado en autos que los funcionarios
públicos cuestionados tenían conocimiento de, al menos, esas dos
circunstancias, puesto que así fue instrumentado documentalmente
por la Comisaría para la cual revestían.Ahora bien, si se toma en consideración la inactividad
funcional absoluta por parte de la Seccional, en lo que hacía a las
irregularidades del comercio, entre ellas, su cambio de destino y se
analiza, a la par de ello, el conocimiento que poseían BELAY,
SEVALD y DIAZ de las mismas; si se tiene en cuenta que los
imputados estaban llamados por ley a hacerlas cesar y que, sin
embargo, optaron por prestarle a CHABAN una colaboración
218
Poder Judicial de la Nación
incondicional, no puede más que arribarse a la hipótesis que se ha
sostenido: la existencia de un indebido arreglo bilateral oneroso en
cabeza de los incriminados.Llegado este punto, no puede perderse de vista que DIAZ
apareció con un reiterado protagonismo en el local en cuestión y si
bien ello por sí solo no puede ser tomado como un elemento
concluyente, si lo será a poco de que se repare en que, al menos en
la oportunidad en que fue visto por Albornoz, el incriminado tuvo
una actitud reñida más que con elementales reglas de decoro, con el
ordenamiento legal en sí.Aún si quisiera suprimirse mentalmente el episodio de la
entrega dineraria -y por supuesto las restantes probanzas
arrimadas al legajo- no podría justificarse, al menos desde el punto
de vista legal, el vínculo existente entre DIAZ y CHABAN que,
cuanto menos, puede ser calificado de impropio y que ha quedado en
evidencia a partir de los dichos de los testigos convocados al
proceso, pese al vano intento del primero de negar, a cualquier
precio, la estrecha relación que mantenía con su compañero.Existe un extremo que no resulta menor, para entender el
hecho que se les adjudica a los funcionarios públicos y, en
particular, para comprender que DIAZ
se ha visto por demás
implicado en la investigación.Ese extremo es el hecho de que, las noches en que
inevitablemente había actividad bailable en los locales emplazados
en la zona -el fin de semana-, no era otro que el sindicado el que
219
Poder Judicial de la Nación
quedaba a cargo de la repartición, es decir, DIAZ hacía las veces
de “Comisario” y era quien tenía delegada -en todo momento- la
función en materia de servicio externo.De ello se colige no sólo una asidua presencia por parte de
DIAZ en un ámbito -si se quiere territorial y funcional- en el cual
justamente se ve cuestionado su comportamiento, sino además una
basta experiencia de su parte como para que no pasara
desapercibida a sus ojos una irregularidad o contravención. A la par de esto, se visualiza un poder de decisión y una
capacidad funcional más que suficiente en el funcionario como para
que tomara, en su caso, cartas en el asunto.Además
surgen
palmarias
las
facilidades
con
que
el
incriminado podía contar por el hecho de resultar la máxima
autoridad en materia de actividad de prevención y fiscalización
externa.Sin embargo, DIAZ ningún acto llevó a cabo frente a las
circunstancias detectadas en “REPUBLICA CROMAÑON” que
fueran apuntadas “ut supra” y que, se reitera, fueron comunes
durante la vida del local, ni tampoco lo hicieron sus superiores
jerárquicos, omisión que sólo puede entenderse y justificarse en el
marco del pacto espurio que se les atribuye a los incriminados.Ni siquiera mínimamente puede argumentarse que los máximos
responsables de la repartición desconocían lo que sucedía en su
ausencia, desde que, más allá de la presencia física o no de ellos en
la jurisdicción en momentos en que “CROMAÑON” funcionaba, lo
220
Poder Judicial de la Nación
cierto es que de los libros pertenecientes a la Seccional surgían
innumerables desplazamientos al local explotado por CHABAN
en
su mayoría, con motivo de la realización de recitales de rock en el
predio o bien para la desconcentración del público concurrente a
ellos.Si bien la cuestión de ese conocimiento por parte de los
imputados será retomada más adelante, en oportunidad de
analizarse los descargos exculpatorios brindados por ellos, resta
agregar que, a la par de aquellas constancias, aparecen las órdenes
dadas por los propios Comisarios en relación al comercio en cuestión
y que han venido a constituirse en prueba irrefutable de ese saber
que guardaban en cuanto a que al predio concurrían el triple de
personas que el lugar estaba capacitado por ley.
Esas constancias, cabe destacar, fueron secuestradas de la
propia sede policial, lo que permite echar por tierra cualquier
intento de negar su existencia por parte de los funcionarios.No obstante las consideraciones hasta aquí esgrimidas y las
probanzas analizadas, para el improbable caso de que pudiera
albergarse alguna duda en cuanto a la hipótesis de la existencia de
un contrato ilícito por parte de los implicados, cabe destacar que se
ha arrimado al proceso un contundente documento.El instrumento respecto del cual VILLARREAL reconoció su
participación gráfica y que se trata -a decir del propio imputado- de
una liquidación de gastos que confeccionó en orden a algún recital
(se trataría del que tuvo lugar el 24 de septiembre de 2004,
221
Poder Judicial de la Nación
atendiendo a la fecha impresa en la publicidad) y en el cual se
asentó la leyenda “poli 100".A la par de esa constancia, sobre la cual ahondaré más
adelante, se ha establecido en autos -por vía de la testigo Cozodoyque
hubo
una
charla
entre
los
incriminados
CHABAN
Y
VILLARREAL en la oficina emplazada en el local el día 29 de
diciembre de 2004.En esa
oportunidad, el primero le preguntó a su empleado
acerca de cómo había “arreglado” con el “Comisario” el día anterior
-28-, respondiéndole el último que había arreglado “igual que
siempre”, para luego aclararle VILLARREAL a su jefe que le había
dado “doscientos más” por el hecho de que habían cortado la calle,
indicándole ante ello CHABAN que hiciera lo mismo esa noche para
“no tener problemas”.Esta conversación constituye, lisa y llanamente, una admisión,
una confesión por parte de los inculpados, respecto del acuerdo
venal que se les endilga y que cobra especial vigor probatorio si se
tiene en cuenta que se trató de una charla espontánea que ellos
tuvieron sin percatarse de que eran escuchados por la testigo.Por su parte, debe repararse en la íntima correspondencia que
existe entre las palabras escogidas por los implicados y el accionar
concreto que aquí se les reprocha, en tanto -“arreglo”- no significa
otra cosa que un “acuerdo”, se hace mención a un funcionario público
–“Comisario”- con evidente jurisdicción en el lugar, dado que se lo
222
Poder Judicial de la Nación
personaliza -“El Comisario”- y a un acto que, por sus características,
es competencia de la fuerza de seguridad -“cortar la calle”-.Pero eso no es todo, ya que el diálogo entre los co-imputados
deja entrever nitídamente no sólo la existencia de un acuerdo, una
relación con la Policía Federal Argentina, un pago y un “favor”, sino
además la habitualidad de esos “arreglos”, por la referencia
temporal que se hace y además, por la naturalidad evidenciada por
CHABAN y VILLARREAL en cuanto a la cuestión que allí estaban
tratando.No puede perderse de vista que en esa charla CHABAN
dijo a VILLARREAL
le
que “arreglara” de igual manera que el día
anterior, en tanto ciertamente se constató en el sumario que esa
noche -29- hubo una entrega de dinero entre el primero y DIAZ,
presenciada por el testigo Albornoz, lo que evidencia la veracidad
de los dichos de los encausados y permite presumir que el día 28 se
concretó una vez más entre los implicados el pacto espurio.En cuanto al documento al que se hiciera mención, no puedo
dejar de resaltar que su contenido guarda concordancia con los
términos de la conversación precedentemente reseñada, puesto que
en él se asentó la palabra “poli” que se utiliza comúnmente como
diminutiva de “policía” y una cifra de dinero -$ 100-.
Esta constancia, analizada en el marco el plexo probatorio
aunado, no hace más que reforzar el criterio sustentado, en cuanto
a la existencia de un pacto espurio entre los imputados.-
223
Poder Judicial de la Nación
Debe repararse en que este tipo de inscripción fue realizada,
a decir de Cozodoy -en cuya presencia VILLARREAL llevaba a cabo
ese tipo de liquidaciones- en tres oportunidades que la testigo
precisó en el tiempo como aquellas fechas en que se presentaron los
grupos “Carajo”, “Los gardelitos” y “La 25" (fines de noviembre, 10
de diciembre y 25 o 26 de diciembre de 2004).
Este aspecto no resulta menor, de tenerse en cuenta que esos
presuntos pagos se habrían formalizado casualmente las noches en
que hubo “recitales” -actividad no permitida para el local- y
utilización de pirotecnia por parte del público, lo que constituía,
como se dijo, una contravención.Aquella liquidación pone en evidencia además la absoluta
impunidad con que se manejaba CHABAN y que a tal punto llegó su
falsa creencia, en cuanto a que estaba “protegido” por la fuerza de
seguridad, que no dudó en invocar por escrito los pagos que
formalizaba en favor de la Seccional.Ningún comentario haré en cuanto a pretender sostener que
los cien pesos eran entregados a un tal “POLI”.Sentado ello y llegado el momento de valorar los descargos
exculpatorios brindados por los imputados, entiendo que los mismos
en modo alguno logran enervar el cargoso plexo probatorio aunado
en su contra y a todas luces se advierte que los mismos son un vano
intento para morigerar sus comprometidas situaciones procesales.En primer término y en lo que hace al descargo exculpatorio
de CARLOS RUBEN DIAZ, entiendo que el imputado ha reconocido
224
Poder Judicial de la Nación
aquello que era evidente no podía negar, esto es su reiterada
presencia en el local “REPUBLICA CROMAÑON”, si bien intentó, sin
éxito, disminuir la cifra de visitas que formalizó al comercio de
marras y legitimar su ingreso al mismo mediante alegaciones poco
creíbles que caen por sí solas desde cualquier análisis serio al que
pretenda sometérselas.En tal sentido, DIAZ indicó que su ingreso al establecimiento
en cuestión estuvo motivado por la intención de verificar cuál era el
“panorama” existente
en el predio, pero, según su versión, él
carecía de competencia funcional para actuar en caso de advertir
una contravención, no comprendiéndose en consecuencia cuál era el
sentido de esa especie de “control” que supuestamente motivaba
que el incriminado se adentrara al establecimiento.A esta altura, puede presumirse fundadamente que ese
“control” no tenía otro objetivo que bregar por sus espúreos
intereses y por los de sus superiores jerárquicos.En relación a la supuesta imposibilidad del encartado de
presentarse en el local de marras por orden de la Superioridad,
cabe destacar que tal extremo ha sido descartado de plano en el
sumario.Ni de la lectura del expediente nro. 20.645/04 acollarado al
legajo, ni de los dichos del propio superior inmediato del
incriminado -SEVALD- surge la existencia de aquella directiva en la
que intentó ampararse el justiciable.-
225
Poder Judicial de la Nación
Más aún, se desprende de la documentación secuestrada en
sede policial que DIAZ fue sancionado el 18 de noviembre de 2004,
por “no ejercer control y fiscalización del personal de Servicio
Externo”, por lo cual mal puede sostenerse, conforme se pretende,
que había sido apartado de esa tarea.Incluso, para el hipotético y, como se ha visto, improbable
caso de tenerse por cierta la versión arrimada por DIAZ, no
lograría
explicarse el motivo por el cual, careciendo -según su
versión- de poder de hecho, habría decidido aparecer en un
escenario que le estaba vedado -como ha quedado acreditado lo ha
hecho-, puesto que ello tornaría “ab initio” ilegítimo su ingreso al
local.Menos aún sería entendible que DIAZ no le hiciese saber a
sus superiores las razones por las cuales habría de apartarse de
aquella supuesta orden impartida, sobre todo de tenerse en
consideración que, para desoír una directiva tal como la que
falsamente
invoca,
deberían
existir
causales
por
demás
significativas que incluso más que una comunicación, podrían motivar
una inmediata intervención de la Superioridad y de otras
dependencias policiales o bien judiciales.Introduciéndome a lo que se tiene en esta instancia por
probado en el sumario, resulta por demás significativo que DIAZ conocedor del procedimiento interno de la Comisaría y responsable
máximo de reflejar en los libros
lo que ocurría externamente-,
haya omitido asentar las visitas que funcionalmente efectuó al local,
226
Poder Judicial de la Nación
irregularidad administrativa que sólo puede explicarse en relación al
acto ilícito urdido.En cuanto a lo argüido por el imputado, respecto a que no
destinó al personal de servicio externo a su cargo a “REPUBLICA
CROMAÑON”, únicamente habrá de señalarse que la mendacidad de
los dichos de DIAZ ha quedado en evidencia por medio de los
registros de la propia Comisaría para la cual revestía.De ellos surge, conforme quedara de manifiesto a lo largo de
la presente, innumerables desplazamientos a su pedido.Esta circunstancia, sin embargo, viene a dar sustento a lo
aseverado por el imputado, en cuanto a que el comercio en cuestión
era un lugar de “excepción”, habida cuenta que no puede de otra
manera justificarse la tamaña y especial atención que recibió
CHABAN.Respecto a esta última cuestión, cuadra destacar que no
existe probanza alguna que permita tener por cierto lo expuesto
por el incriminado, en cuanto a que fue él quien instó oportunamente
a que el local de que se trata fuera inspeccionado.Ello habida cuenta que, al haber omitido DIAZ -en forma
inexplicable- reflejar tal circunstancia en la forma debida, sólo se
cuenta en el sumario con su huérfana versión.Pero, como si fuera poco ese “olvido” de su parte, no puede
pasarse por alto que el encausado no solicitó, con posterioridad a
tal operativo, la colaboración del Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires para efectivizar la inspección que tanto le preocupaba.227
Poder Judicial de la Nación
Dicho aspecto no resulta menor de tenerse en cuenta que
DIAZ tenía la posibilidad material de requerir esa colaboración -de
hecho así lo hizo para la noche del 30 de diciembre de 2004 al
sector de Bromatología-.Se
advierte
de
esta
manera
una
absoluta
falta
de
correspondencia entre el comportamiento desplegado por el
imputado en la realidad y la preocupación que, sin éxito, intentó
evidenciar ante este Tribunal en oportunidad de formalizarse su
acto material de defensa, lo que demuestra una vez más la
mendacidad de sus dichos.En relación a los descargos brindados por BELAY y SEVALD,
entiendo que las versiones sostenidas por ellos en momentos de
brindar sus descargos exculpatorios no resisten el menor análisis.Resulta difícil, sino imposible, poder argüir que “REPUBLICA
CROMAÑON” no era un lugar conflictivo y, a la par de ello,
reconocer lisa y llanamente -como lo hicieron los implicados- que en
el local de que se trata se llevaban a cabo “recitales”, desde el
momento en que esas dos cuestiones, al menos a los fines de un
atento control, se excluyen entre sí.Mucho más incomprensible resulta esa afirmación
si se la
analiza a la luz de las constancias documentales secuestradas en el
proceso.En particular, si se analizan los memorandos que semana a
semana fueron rubricados por los distintos titulares de la
repartición, mediante los cuales estos solicitaban la concurrencia de
228
Poder Judicial de la Nación
un pelotón de combate al frente del local, en virtud de la cantidad
de asistentes al predio y la posibilidad de desordenes .Ese
requerimiento de auxilio se mantuvo durante la gestión de
SEVALD.-.
En ese sentido, si bien los encausados han alegado en su
defensa que tal grupo especial era pedido para el conjunto de los
boliches emplazados en la zona, esto no es lo que se desprende de
tales constancias, resultando en consecuencia claro que los
imputados han intentando, sin éxito, justificar de cualquier modo en el caso, recurriendo a cuestiones gramaticales que caen por sí
solas- el conocimiento que tenían acerca del excesivo número de
asistentes al comercio y los pedidos que, en torno a tal
circunstancia, formalizaron a través del tiempo. –
En tal sentido, no puede perderse de vista que en los
documentos bajo análisis se hace mención a un único local bailable -y
no a los tres habidos en la jurisdicción-, a la existencia de un
público que, atendiendo a su número, requería de refuerzos (cifras
que “casualmente” se asemejan a las que manejaba “REPUBLICA
CROMAÑON”).
Además, se consigna una dirección exacta a la cual debía
dirigirse ese pelotón -Bartolomé Mitre 3070- que justamente se
corresponde con aquella en la cual se halla emplazado el comercio de
marras. –
229
Poder Judicial de la Nación
Señalar en un momento que el inmueble era sólo un punto de
encuentro
para los grupos de apoyo resulta ilustrativo del poco
sustento de la defensa.Deviene oportuno destacar, en relación a éste último tópico,
que la Comisaría al hacer referencia al local en cuestión en otros
documentos, especificó que el mismo se ubicaba en la dirección “ut
supra” señalada.De estarse a la versión de los incusos, ese servicio -de alguna
manera “adicional”- respondía a una necesidad de “prevención”
sobre los tres locales bailables y no en particular a “REPUBLICA
CROMAÑON”. Pero, de ser ello cierto, no se explica el motivo por el
cual el grupo debía dirigirse -y de hecho así fue- en todas las
oportunidades, al comercio de que se trata en sí, es decir, nunca
fue
destinado
“ab
initio”
a
alguna
de
las
direcciones
correspondientes a los otros supuestos objetivos.Tampoco se entiende de qué manera podía el pelotón llevar
adelante esa tarea de prevención sobre los dos locales restantes
hallándose a una distancia considerable de ellos (recuérdese que
sobre la calle Bartolomé Mitre al 3000 el local de marras era el
único).
Por último, se debe hacer hincapié en que en los memorandos
no se dice que el lugar allí mencionado era únicamente un “punto de
encuentro”, ni existe constancia alguna que permita inferir,
conforme se alega, que una vez en el lugar el pelotón debía
desplazarse -o se desplazaba- a otro lugar de la jurisdicción.230
Poder Judicial de la Nación
Por otro lado, los imputados, indirectamente, han intentado
desligar su responsabilidad en cabeza de DIAZ, so pretexto de que
se trataba del Jefe Operativo de la Comisaría y quien los
reemplazaba durante su franco.Más allá de las consideraciones esgrimidas en su momento en
torno a tal argumento claramente defensista, entiendo que en modo
alguno puede prosperar la hipótesis introducida por BELAY y
SEVALD. Sostener un desconocimiento sobre lo que ocurría en las
jurisdicciones que estaban bajo su cargo sólo pueden evidenciar
mayor irresponsabilidad.En efecto, no resulta creíble que ellos, como autoridades de la
Seccional 7a., desconocieran todos los avatares y negociaciones que
se practicaban dentro del ámbito del cual resultaban máximos
responsables.Por el contrario, me permito continuar sosteniendo que ellos
eran parte de ese compromiso espurio y que aceptaron los
beneficios de índole patrimonial provenientes de ese contrato
verbal
ilícito
que
fue
celebrado
en
un
primer
momento
probablemente por DIAZ y CHABAN.Ha
quedado
por
demás
acreditado
en
el
sumario
el
conocimiento que tuvieron ambos funcionarios de la índole de los
eventos que tenían lugar en “REPUBLICA CROMAÑON” emplazado
en su jurisdicción. También que hubo visitas y desplazamientos
ordenados por DIAZ
al local en cuestión y más aún, movimientos
dispuestos por ellos mismos.231
Poder Judicial de la Nación
Quedó en evidencia que el comercio funcionaba de manera
irregular, en abierta infracción al Código Contravencional, además
de variar en forma sustancial el rubro por el que había sido
habilitado. Esas anomalías en modo alguno pasaron inadvertidas.Todo era claro. Un local sólo habilitado para funcionar como
bailable había sido convertido en un estadio donde se celebraban
recitales. Su habilitación de sólo 1.031 asistentes era ampliamente
superada. La Comisaría lo había fijado como un objetivo de cinco mil
asistentes, informaba una concurrencia periódica de cerca de tres
mil y para ello pedía un pelotón de combate como contención ante
eventuales incidentes .¿cómo sostener luego en forma seria que no era un lugar de
posibles conflictos, donde ocurrían contravenciones, en las que
debió tener intervención la Justicia Contravencional?
Como policías mínimamente conocían el soporte operativo que
rodea a un recital. El no haber hecho nada frente a ello sólo puede
explicarse, como la prueba parece hacerlo, debido al pago de una
regular suma de dinero.Frente a este panorama, quienes tenían la obligación de
prevenir la comisión de contravenciones y delitos de acción pública,
y el deber de cumplir con las disposiciones legales (el personal de
servicio externo de la Seccional 7a. y mucho más sus autoridades)
se enrolaron en una actitud pasiva.Ello no debe de ninguna manera confundirse con falta de
idoneidad y eficacia, ya que ha quedado demostrado que no carecían
232
Poder Judicial de la Nación
de esos atributos. Más bien los utilizaron en su beneficio
particular.Esta inactividad por parte de los funcionarios públicos y,
paralelamente, las acciones que desplegó la Comisaría en favor de
CHABAN, permiten concluir que no sólo se está frente a desidia en
materia de prevención, sino más bien ante una clara connivencia
entre el responsable del comercio de marras, su principal
colaborador y el personal policial mencionado.Resulta objetivamente imposible sostener que BELAY y
SEVALD no eran partícipes del “iter criminis” desarrollado, sino
que, por el contrario, todo conduce a afirmar, sin hesitación, que
eran protagonistas indispensables y sujetos del acuerdo delictivo.Llegada esta instancia, cabe efectuar algunas consideraciones
en torno a las facultades con que contaba el personal policial, desde
que sobre tal aspecto hicieron especial hincapié los imputados al
indicar que carecían de ellas en relación a los locales emplazados en
la zona.No puede dejar de mencionarse lo llamativo que resulta la
afirmación de SEVALD y DIAZ en cuanto a que la Policía Federal
Argentina no tenía facultades concretas en el caso.
Ello así habida cuenta que las disposiciones existentes en la
Ley que regula el procedimiento en materia contravencional, son por
demás claras en cuanto a que se encuentra en cabeza de la fuerza
de seguridad -la policial- todo lo relacionado con las medidas de
233
Poder Judicial de la Nación
prevención y de coacción directa en materia de contravenciones
(arts. 16, 18 y 19 y ccs).La normativa le impone al funcionario público que las advierta,
la obligación de actuar, esto es, hacer cesar la contravención,
labrar las actuaciones respectivas y dar intervención inmediata a la
Justicia Contravencional (art. 36).
Es menester destacar que, la fuerza policial puede, incluso,
disponer medidas precautorias, tales como la clausura de un local
(art. 18 inc. b9) en caso de grave e inminente peligro para la salud o
seguridad pública.En consecuencia, no logra explicarse el suscripto la razón por
la cual los imputados se consideran exceptuados de las nobles
funciones que tenían asignadas como miembros de la Policía Federal
Argentina y si, tal como ellos mismos lo reconocieron en ocasión de
efectuar sus descargos exculpatorios sabían que CHABAN llevaba
adelante verdaderos recitales en “REPUBLICA CROMAÑON”, no
puede comprenderse, de ninguna manera, cuáles eran, a la óptica de
los implicados, las tareas que estaban llamados a cumplir en la zona
de la repartición para la cual revestían.No puede perderse de vista la experiencia con que contaban
DIAZ, BELAY y SEVALD, y los cargos privilegiados que ocupaban
y, a la par de ello, la capacidad y competencia funcional que, como
cualquier agente policial, tenían para actuar.
La mentada norma reza: “Las autoridades preventoras sólo pueden adoptar medida
precautorias en los siguientes casos:.. b)Clausura preventiva, en caso de flagrante
contravención que produzca grave e inminente peligro para la salud o seguridad públicas”.
9
234
Poder Judicial de la Nación
Mal puede alegarse entonces que los justiciables no tenían la
facilidad de comprender, a ciencia cierta, que tenían a su cargo la
ejecución de la voluntad estatal y, en particular, para lo que a esta
investigación
interesa,
el
adoptar
todas
aquellas
medidas
tendientes a garantizar la seguridad de los concurrentes
a
“REPUBLICA CROMAÑON”.De esa forma habrían colaborado en los controles estatales
para que aquellos no quedaran librados a la suerte, como finalmente
ocurrió, al convertir al local explotado por CHABAN
en una
verdadera zona liberada.Esa omisión funcional, conforme se sostuviera a lo largo de la
presente, se verificó durante todo el tiempo en que el comercio
funcionó y siempre CHABAN obtuvo, por parte de los funcionarios,
colaboración y atención particular.
De tal forma puede concluirse que el accionar evidenciado por
los implicados tuvo una única intención: la de consumar en forma
continúa el acuerdo venal que mantenían con CHABAN
Y
VILLARREAL y un único propósito, lograr un beneficio económico.En
cuanto
al
descargo
exculpatorio
brindado
por
VILLARREAL, tampoco el mismo resiste el menor análisis, sin
perjuicio de ponerse de resalto que el encausado no ha desconocido
la presencia policial en las afueras y en el interior de “REPUBLICA
CROMAÑON”, un conocimiento previo con su consorte de causa
DIAZ y que tenía a su cargo la tarea de confeccionar los detalles
de los gastos en torno a la realización de los recitales.235
Poder Judicial de la Nación
Si bien el imputado reconoció su participación gráfica en el
documento que fuera aportado por Sandoval al proceso, intentó
justificar vanamente la leyenda “poli” que fuera asentada por él en
dicha constancia mediante un argumento estéril.Así, alegó el implicado la existencia de un sujeto apodado
“Poli”, “polito” o “polo”, de quien se mostró imposibilitado de
proporcionar dato alguno que permitiera acreditar su real
existencia, en favor de quien se había hecho ese pago de pesos
100.Merece un párrafo aparte lo llamativo que resulta que pese a
ser un individuo que se movía en el ambiente el alegado por el
justiciable, ninguno de los empleados de CHABAN reparó en la
presencia de aquel o al menos lo nombró en algún momento.Ese aspecto no resulta menor si se tiene en cuenta que se
trataría -según la versión de VILLARREAL- de alguien contratado
por las bandas musicales para intervenir en el tema de las entradas
-llevarlas a los puntos de venta o retirarlas-, de manera que el
contacto entre ellos parecería ser inevitable.No se comprende tampoco como aquellos que hacían la función
de manager de los grupos artísticos omitieron dar cuenta de su
existencia y menos aún se explica que ese olvido se extendiera al
propio imputado. Éste, pese a haberse pronunciado en extenso en
cuanto al funcionamiento del local de marras y los “borderaux”,
omitió hacer toda referencia a “poli” en sus anteriores actos
materiales de defensa (ver fs. 10.337/52 y 12.032/6). Recién
236
Poder Judicial de la Nación
llegó a su memoria ese “importante” sujeto en oportunidad de ser
impuesto del accionar que en esta pieza se trata.Si a ello se aduna que no resulta común que ese apodo
justamente coincida con la manera en que es llamada la Policía y se
pondera que esa pieza documental los vincula tanto a VILLARREAL
como a CHABAN en forma directa e inequívoca con el hecho que se
les enrostra, no puede más que dudarse, seriamente, de la
veracidad con que se pronunciara el implicado ante esta sede.Por su parte, habrá de ponderarse que la existencia de pagos
a la Comisaría fue una cuestión introducida DIEGO ARGAÑARAZ
en oportunidad de practicarse el careo con VILLARREAL.En esa ocasión aquél sostuvo firmemente que éste último le
pedía dinero para entregárselo a la Policía.Si bien ARGAÑARAZ se expidió en tal dirección sin prestar
juramento de decir verdad, habida cuenta su carácter de imputado
en el sumario, no puede dejar de merituarse que sus dichos, en el
contexto del plexo probatorio aunado, aparecen verosímiles,
máxime cuando con ello no pretendía mejorar su situación en el
proceso.Efectivamente se acreditó en el legajo -por otros medios- que
hubo, como mínimo, una entrega de dinero en favor de la Seccional
cuestionada.De esta forma, entiendo que no existe margen de posible
confusión en cuanto a que el documento analizado refleja que
existían entregas planificadas de dinero y que esta era la verdadera
237
Poder Judicial de la Nación
intención por la cual, a título de pretendida contraprestación
bilateral, la Comisaría omitía ejercer una actividad de control sobre
el local de marras.Por último, en cuanto a lo referido por VILLARREAL en su
acto material de defensa (careos con testigos de cargo), habré de
señalar que no se advierte que los dichos de los testigos hayan
estado teñidos de interés, odio o cualquier otro sentimiento
negativo, ni tampoco es creíble que, sin motivo aparente alguno, se
haya orquestado contra el imputado una venganza de tal magnitud y
gravedad como su vinculación a este proceso, máxime de repararse
en que dos de ellos ni siquiera lo conocían.Corresponde reiterar en esta instancia que se ha comprobado
en el sumario la materialidad del ilícito que se le reprocha al
encausado y la responsabilidad penal que en el mismo le cupo, lo que
permite descartar la existencia del complot que ha alegado el
incuso.Así las cosas y en el entendimiento de que las probanzas
aunadas que guardan concordancia cronológica y temporal con las
particularidades del caso, han permitido reconstruir la verdad
histórica de lo acontecido, con el grado de certeza propio de esta
instancia y permiten presumir, fundadamente, la participación de
los imputados en los hechos reprochados, habré de decretar el
procesamiento de los involucrados en orden al accionar del cual
fueran impuestos en oportunidad de ser oídos a tenor de lo
normado en el art. 294 de Procedimientos en lo Criminal.238
Poder Judicial de la Nación
No escapa al suscripto la semejanza de esta investigación con
la ya practicada por el Juzgado en lo Criminal de Instrucción º 7. En
el marco de tal expediente fue cuestionada la actuación de varios
numerarios de la Comisaría 7a. de la Policía Federal -en
particular, personal de servicio externo- a quienes se les reprochó
la comisión de los delitos de cohecho y exacciones ilegales
cometidos en perjuicio de los responsables de diversos locales
emplazados en la jurisdicción.
A los responsables de estos se les habría “pedido” dinero para
omitir labrar actas contravencionales o bien para prestarles algún
tipo de colaboración, todo lo cual, huelga aclarar, debía ser oficiosa
y funcionalmente otorgado.-
HECHO II
En lo que hace al accionar reprochado a los imputados SOSA y
VILLEGAS entiendo que se ha acreditado debidamente en autos
los extremos que se pretendían probar, en cuanto a que los
sindicados agentes policiales se abstuvieron, la noche del fatídico
episodio, de ejecutar las disposiciones contenidas en la Ley de
Procedimiento Contravencional que les incumbían.No se encuentra discutido en el legajo que los involucrados
concurrieron al local “REPUBLICA CROMAÑON“ la noche del 30 de
diciembre del año pasado, extremo éste que surge nítidamente del
libro del móvil 307 perteneciente a la Seccional. Del mismo se
239
Poder Judicial de la Nación
desprenden dos desplazamientos, uno a las 19:20 hs. y el restante a
las 20:30 hs., siendo éste último QTH aquel que estaba a cargo de
los encausados, quienes permanecieron en la puerta del comercio de
marras, como mínimo, hasta el momento en que se desató el
incendio.
Sentada entonces la presencia de los funcionarios en las
afueras del establecimiento, entiendo que en modo alguno puede
cuestionarse
que
los
mismos
advirtieron
las
flagrantes
contravenciones que tuvieron lugar, tanto en las afueras del predio
como en su interior y durante el lapso en que permanecieron allí.Así, se debe reparar en el hecho de que, justamente, se ha
determinado la existencia de las mismas a partir de los dichos de
los testigos presenciales.
De lo hasta aquí expuesto, surge entonces que los imputados
tomaron conocimiento, a través de su propia percepción y en
ejercicio de sus funciones, de las irregularidades apuntadas, como
así también se percataron de que, frente a sus ojos, “REPUBLICA
CROMAÑON“ se convertía en un verdadero “estadio”, una vez más.Los
incriminados
no
podían
desconocer
que
aquellas
anormalidades constituían contravenciones, habida cuenta que
justamente ostentaban la calidad de miembros de la fuerza policial
con competencia en la materia, conforme fuera puesto de
manifiesto a lo largo de la presente, menos aún que aquellas eran
perseguibles de oficio. Es el “a, b, c” de la función que cumplen.-
240
Poder Judicial de la Nación
Si a ese conocimiento cabal se le aduna que tenían aptitud y
competencia funcional y el poder de hecho para realizar la acción
esperada, no puede comprenderse desde ninguna óptica -al menos
legal- la razón por la cual SOSA
y VILLEGAS
no iniciaron
actuación prevencional alguna, ni concretaron ninguna diligencia para
que se pusiera en conocimiento de la Justicia Contravencional o de
los inspectores del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo que
estaba ocurriendo.No se explica el motivo por el cual contrariaron lo que
legalmente era debido y obligatorio.No puede perderse de vista que el panorama que existía esa
noche en el local de marras y en sus inmediaciones no requería de un
alto grado de análisis por parte de los funcionarios cuestionados
para que éstos fácilmente concluyeran de que era imperativa su
actuación.No obstante ello, los imputados decidieron deliberadamente
hacer oídos sordos a esa situación que ameritaba, más que nunca, su
intervención. El lema fue dejar hacer.Finalmente y teniendo en cuenta el injusto que se les endilga a
DIAZ y SEVALD -superiores jerárquicos de los incusos- habré de
hacer notar brevemente que, aún en la hipótesis de que los
mencionados le hubieran dado a los implicados la orden de no actuar
-lo cual no ha sido alegado-, la situación no variaría.En tal sentido y frente a esa hipótesis, más que un obrar en
virtud de la obediencia debida, la actitud de VILLEGAS y SOSA
241
Poder Judicial de la Nación
aparecería como una omisión, a sabiendas, de cumplir con sus
funciones. La misma permitiría presumir el conocimiento de Sosa y
Villegas de que su accionar era contrario a un deber que les
correspondía, con lo que quedaría acreditado su conocimiento y
voluntad al momento de la conducta disvaliosa que se les endilga.Efectivamente, su situación no variaría.-
CALIFICACIÓN
RESPECTO
DE
LA
JURÍDICA
CALIFICACIÓN
Y
CONSIDERACIÓN
ENSAYADA
EN
EL
RESOLUTORIO DE FS. 7.361/7.474
Entiende el suscripto que los hechos probados con el alcance
del art. 306 del ordenamiento de rito y adjudicados a OMAR EMIR
CHABÁN,
RAÚL
ALCÍDES
VILLARREAL,
CARLOS
RUBÉN
DÍAZ, MIGUEL ANGEL BELAY, GABRIEL ISMAEL SEVALD,
OSCAR
RAMÓN
SOSA
y
CRISTIAN
ANGEL
VILLEGAS
encuadran en los siguientes tipos penales:
Los hechos identificados en el presente auto con el nro. I,
se subsumen en las figuras de cohecho activo y pasivo, debiendo
responder en calidad de COAUTORES, por el primero de ellos los
acusados CHABÁN y VILLARREAL. Concurrirá materialmente con
el accionar por el cual se les dictara los pronunciamientos de fs.
7.361/7.474 y 12.098/162 respectivamente.-
242
Poder Judicial de la Nación
DÍAZ, BELAY y SEVALD deberán responder a título de
COAUTORES respecto del segundo de los delitos citados -cohecho
pasivo-.En cuanto a la figura de cohecho, tanto en su modalidad
activa como pasiva (arts. 258 y 256 del Código Penal),
recordemos que el interés jurídico protegido por el código de fondo
resulta
ser
el
correcto
y
normal
funcionamiento
de
la
administración pública.
La finalidad del legislador ha sido eliminar la corrupción y la
venalidad de la administración pública y además, castigar al
particular que intenta corromper al funcionario y que con su
ofrecimiento anima o incita a la venalidad de éste.Como se advierte, la administración pública en sí misma, como
entidad abstracta, no es el bien jurídico protegido en el título XI
del
C.P., sino
el buen funcionamiento y prestigio
de ella
materializado a través de los distintos órganos que la componen.Por tal motivo, en el título no sólo se penalizan las conductas
funcionales (corrección e integridad de los empleados públicos) sino
también a todos los terceros corruptores que comprometan, por
motivos venales, la irreprochabilidad, transparencia, objetividad e
insospechabilidad exigidas por el ordenamiento jurídico y el sistema
republicano de gobierno a sus funcionarios, y reclamada por la
sociedad, que debe confiar en sus administradores (Cfr. “Delitos
contra la Administración Pública” de Jorge Buompadre, Mave
Editor, noviembre de 2001).243
Poder Judicial de la Nación
En tal dirección, se ha expedido la Excma. Cámara Nacional
de Casación Penal al sostener que “mediante el delito de cohecho
activo, se intenta disuadir a los particulares y también a los
funcionarios públicos (sujetos activos), de facilitar o colaborar
en la corrupción de la Administración Pública. Esta figura
complementa a la de cohecho pasivo, al reprimir las conductas
de quienes contribuyen con su accionar para la consumación de
esta forma desagradable de
corrupción” (cfr. Sala III, causa
nro. 1.833, “Montalto, Pablo y otro s/ recurso de casación”, rta: 118-99).Llegada
esta
instancia,
conviene
realizar
una
breve
consideración sobre el bien jurídico tutelado y, en tal sentido, no es
sencillo arribar a un concepto único que abarque las distintas
figuras y variantes constitutivas del cohecho.Pareciera que en todos los casos “el interés jurídicamente
tutelado
es
administración
el
correcto
y
normal
funcionamiento
pública”, en líneas generales “se
de
la
enfoca
la
problemática de la venalidad de los funcionarios públicos sin
tener en cuenta la licitud o ilicitud del acto en sí mismo”; “se
protege, además del normal funcionamiento de la administración,
que los funcionarios actúen o desarrollen sus funciones sin otro
aliciente que el deber, por una parte, y el sueldo que reciben
del Estado” (Edgardo Alberto Donna, ob. cit., pág. 210/1).En igual sentido, se ha pronunciado la Excma. Cámara del
Fuero (Sala I, causa “Wowe”, rta: 18-9-96) al sostener que el bien
244
Poder Judicial de la Nación
jurídico protegido por la figura de cohecho es “la moralidad y
corrección que debe imperar en la administración pública y
queda configurado toda vez que un funcionario público pretenda
obtener para sí una suma de dinero, pactando la venta de actos
de
autoridad
que
debían
ser
oficiosa
y
funcionalmente
cumplidos”.Lo expuesto nos da la pauta de que no sólo se pretende
castigar la ilegalidad de los actos administrativos por venalidad
(cohecho pasivo propio), sino también se quiere resguardar “la
probidad económica o austeridad del funcionario en garantía de
la futura legalidad o imparcialidad de sus actos administrativos”
(cfr. “Los delitos contra la Administración Pública” de Carlos Mir
Puig, pág. 226 y ss., J.M. Bosch Editor, Barcelona, 2000).Si bien nuestra ley no hace distingo entre el cohecho pasivo
propio e impropio, corresponde subsumir las conductas de los
imputados dentro de la segunda modalidad delictiva, por tratarse
en el particular de haber omitido actuar en los casos en que debían
hacerlo.Cabe destacar que lo punible es el pacto venal, por lo que la
consumación se determina en el perfeccionamiento de dicho pacto:
si la acción es la de recibir dinero o dádivas, la consumación se da
en
el
momento
en
que
estos
objetos
son
recibidos,
con
independencia de que el funcionario cumpla o no con la realización u
omisión acordadas (ver Jorge Buompadre, ob. cit) ni es necesario
que éste se conduzca según lo explícita o implícitamente acordado
245
Poder Judicial de la Nación
(cfr. Nuñez Ricardo C., “Tratado de Derecho Penal”, T. V, Vol. II,
pág. 100, Ed. Marcos Lerner, Córdoba, 1992).En tal dirección, ha sostenido la jurisprudencia que “tanto el
cohecho propio (actos ilícitos del agente público) y el impropio
(comportamiento lícito del mismo) quedan igualmente atrapados
por el instituto común que los nucléa y son pasibles de punición.
En virtud de ello, poco importa que el acto por el cual se aceptó
la dádiva o dinero sea legal: la característica mencionada no
altera para nada la base corrupta del rol asumido por el
funcionario, cuyo desvalor es lo que al fin y al cabo repugna al
derecho y por lo tanto la norma busca prevenir” (in re: C.C.C.,
Sala VII, “B.J. y otros”, Ed.103-377, 31-8-82).Finalmente, corresponde señalar que los actos exigidos a los
funcionarios y que éstos omitieron realizar a cambio de dinero (no
actuar conforme a la Ley frente a las irregularidades existentes en
el local de marras y permitir su funcionamiento en deficientes
condiciones y pese al cambio de destino) resultaban ser de su
competencia funcional.Sentado ello, ninguna duda cabe en cuanto a que la conducta
atribuida a OMAR
EMIR
CHABAN
y
a
RAUL
ALCIDES
VILLARREAL encuentra adecuación típica en la figura de cohecho
activo, como adelantara.Se debe poner de resalto que el artículo 258 del Código Penal
reprime, entre otros actos, al que directamente ofreciere dádivas a
un funcionario público, en procura de que haga o deje de hacer algo
246
Poder Judicial de la Nación
relativo a sus funciones, consumándose tal acción típica al
formularse la propuesta (ofrecer) y cuando esa proposición llega a
conocimiento del funcionario (ver C.C.C.Fed., Sala I, c. 29.140, reg.
959 J.3 S.6, “Conforti Christian y Maffioli, Daniel s/ cohecho y
encubrimiento”, rta: 13-11-97).
No resulta necesaria la efectiva entrega de la cosa y resulta
indiferente la actitud que el funcionario asuma, en cuanto a si
acepta o rechaza el ofrecimiento (cfr. fallo “Montalto....” ya
citado).El injusto reside en la conducta típica y antijurídica del
tercero -rol de CHABAN y VILLARREAL- que da u ofrece dádivas
o ventas o dinero o presentes o futuras promesas a un funcionario
público para que éste observe la conducta reprimida en el art. 256
del citado cuerpo de normas, esto es, hacer, retardar o dejar de
hacer algo propio de sus funciones o competencia, es decir, se
persigue la finalidad o procura de obtener un beneficio por parte
del funcionario.A lo largo de esta investigación se ha comprobado -con el
grado de certeza exigido por el art. 306 del Código Adjetivo- que
CHABAN y VILLARREAL obraron con determinación voluntaria y
libre y con la voluntad de procurar el acuerdo venal y, de esa forma,
obtener los favores funcionales de los restantes co-imputados en
su provecho.A su vez los incriminados en modo alguno podían desconocer
que los ofrecimientos formulados a los funcionarios involucrados en
247
Poder Judicial de la Nación
el accionar materia de juzgamiento -más allá de su aceptación o
rechazo- constituían un injusto reprochado penalmente.Se debe remarcar que lo punible en el tipo penal bajo análisis
es la mera actividad, de manera que, al no exigirse un complemento
externo o resultado material, la simple propuesta formulada por los
encausados constituye la consumación del injusto que nos ocupa .Finalmente, habrá de destacarse que se aprecia en las
conductas de los imputados una unidad de resolución, dirigida a la
Comisaría,
representada
por
BELAY,
SEVALD
y
DIAZ-
funcionarios públicos en los términos del art. 77 del Código Penal-,
para que cada uno, en la medida de sus facultades -que eran las
máximas-,
permitieran
el
funcionamiento
de
“REPUBLICA
CROMAÑON” pese a las irregularidades y contravenciones que con
ello se desataban y omitieran realizar el acto debido (hacer cesar
las contravenciones, dar intervención a la justicia contravencional y,
en su caso, proceder a la clausura preventiva e inmediata del
comercio).Debe destacarse que la actividad cuya omisión se perseguía
con los ofrecimientos espurios resultaba relativa a las funciones de
los policías, es decir, éstos tenían aptitud funcional para actuar en
el caso en particular.Por su parte, encontrándose acreditado el ofrecimiento de
dinero que se les dirigió a DIAZ, BELAY y SEVALD, no se
plantean dudas sobre la consumación del delito.-
248
Poder Judicial de la Nación
El pacto y el recibimiento del precio perfeccionan el delito de
cohecho pasivo (cfr. “Delitos contra la Administración Pública” de
Edgardo Alberto Donna, pág. 225, Rubinzal Culzoni Editores, Santa
Fé, junio de 2000).-
249
Poder Judicial de la Nación
Se ha comprobado, con el alcance exigido en esta etapa del
proceso, que hubo un pacto o convenio venal entre los sujetos que la
figura en examen requiere, que existió la acción bilateral o
codelincuencia exigida por el digesto de fondo, en todas sus
manifestaciones .Por un lado, CHABAN
Y
VILLARREAL efectuaron un
ofrecimiento de dinero a Díaz, quien aceptó, en al menos una
oportunidad, una suma dineraria, accionar del cual se beneficiaron,
patrimonialmente, sus superiores jerárquicos –BELAY y SEVALD-.
La línea de razonamiento expuesta ampliamente en considerandos
anteriores así lo ha dejado demostrado.Debe destacarse que, no obstante el alto cargo que revestían
los funcionarios policiales en la Seccional 7a., la obligación de
actuar ante la existencia de una contravención le correspondía a
cualquier funcionario policial, con independencia de su jerarquía, por
tratarse de la autoridad de prevención y de coacción directa en la
materia y por resultar miembros de la fuerza de seguridad en el
ámbito de esta Ciudad.Lo expuesto no obsta a que se considere de singular
importancia el hecho de que los imputados BELAY y SEVALD eran
las autoridades máximas de la repartición cuestionada y que DIAZ
hacía las veces de “Comisario”, puesto que los reemplazaba en sus
funciones durante su ausencia y era además el jefe operativo de la
Seccional, esto es quien tenía a su cargo el servicio de control
externo.250
Poder Judicial de la Nación
Ello pone en evidencia que los imputados no sólo tenían la
competencia y capacidad funcional para otorgar los actos exigidos,
sino además un poder cierto y concreto en la jurisdicción en la que
actuaban y una influencia sobre sus inferiores jerárquicos, puesto
que, además de lo expuesto, eran los directos y principales
responsables de la Comisaría.Por último, cabe descartar la aplicación al particular -en
concreto respecto del accionar reprochado a DIAZ, BELAY y
SEVALD- del tipo penal previsto en el art. 248 del C.P.,
constitutivo del delito de incumplimiento de los deberes de
funcionario público.
Ello así en tanto, si bien se ha acreditado en autos que los
imputados omitieron realizar un acto funcional al cual estaban
obligados por ley, la circunstancia de que esa inacción esté prevista
en la norma del art. 256 del ordenamiento legal de fondo como el
objeto de prestación sobre el cual recae el contrato ilícito
celebrado entre el cohechante y el funcionario público, hace que,
por una cuestión de especialidad, la figura que aparentaba concurrir
quede absorbida por la de cohecho pasivo.Por otro lado, el suceso reprochado a SOSA y VILLEGAS HECHO
II-
encuentra
adecuación
típica
en
el
delito
de
incumplimiento de los deberes de funcionario público –art. 248
del Digesto de fondo-, por el cual deberán responder en carácter
de AUTORES.-
251
Poder Judicial de la Nación
Ello, desde el momento en que se ha comprobado “prima facie”
en el sumario que los imputados prenombrados eran funcionarios
públicos en los términos del art. 77 del ordenamiento de fondo.Como tales, tenían como obligación el actuar ante las
contravenciones
perseguibles
de
oficio,
hacerlas
cesar
y
denunciarlas, en su caso, clausurar preventivamente el lugar.
Tales obligaciones que tenían por imperativo legal, en el caso
por aplicación de los arts. 16, 18, 19 y 36 de la Ley de procedimiento
contravencional oportunamente citados.
Pese a ello y a que ambos conocieron en el ejercicio de sus
funciones tales contravenciones (según ya se ha considerado), no
obedecieron ni ejecutaron esa ley, cuyo cumplimiento les incumbía.Aquí, para no resultar sobreabundante y reiterativo, me
remito a las consideraciones vertidas al momento de adecuar
jurídicamente el episodio por el que se dispondrá el procesamiento
de Victor TELIAS.
Allí traté pormenorizadamente las diferencias existentes
entre las figuras previstas y reprimidas por los art. 248 y 249 del
Digesto de fondo.
La diferencia radica en que en aquél caso escogí la segunda de
las figuras, resultando de aplicación para el caso de SOSA Y
VILLEGAS, por las consideraciones vertidas, la segunda.
D)
CONSIDERACIONES
SOBRE
LAS
CALIFICACIONES
LEGALES:
252
Poder Judicial de la Nación
Si bien fue tratado extensamente al dictarse el auto de
procesamiento
de
RAÚL
ALCIDES
VILLARREAL,
DIEGO
MARCELO ARGAÑARAZ y LORENZO FREDY BUSSI, resulta
prudente explayar nuevamente en este auto las consideraciones
relacionadas a la responsabilidad criminal de las personas que, con
sus acciones u omisiones, contribuyeron a causar el hecho traído a
estudio (interrelación de numerosas esferas de competencia).Más aún cuando tales comportamientos tuvieron encuadre en
dos de las formas que integran el tipo penal: la culposa o dolosa, tal
como demostró la manera en que se calificaron las conductas que se
atribuyen a los imputados, tanto los que se encuentran procesados,
como los cuales su situación procesal aquí se resolverá.Para comprenderlo, será necesario apartarnos de la rigidez
con que muchas veces la dogmática aborda estas cuestiones.Pueden ser muchas las preguntas a formularnos para
determinar
las
responsabilidades
en
un
evento
de
estas
características.Existiendo ya en la causa dos autos de mérito, el primer
cuestionamiento debe ser: si los ejecutores actúan con dolo, ¿es
posible responsabilizar a aquellos que introdujeron una condición
del resultado en forma imprudente?Para dar respuesta a esta cuestión debemos abordar la teoría
de la prohibición de regreso y sus alcances, la cual es utilizada para
excluir la imputación objetiva de un comportamiento.253
Poder Judicial de la Nación
Ya en su enunciado “no todo es asunto de todos” adelanta su
finalidad Jakobs. En tal inteligencia, estimó que ella colabora en la
determinación de cómo se interrumpe el curso causal en la
imputación objetiva.Por su parte Rudolphi y Roxin -que no la compartíanconsideraron que lo único decisivo para determinar si un resultado
de injusto puede ser imputado a varias personas es la cuestión
acerca de si ha sido infringido en alguna medida un deber de
cuidado impuesto en protección de bienes jurídicos.Se esbozan ya cuestiones de fundamental tratamiento aquí, a
las que hay que prestar particular atención y que son, la causalidad,
la posible aplicación de los principios de aquélla teoría y las
violaciones a los deberes objetivos de cuidado.La prohibición de regreso se refiere a aquellos casos en los
que un comportamiento que favorece la comisión de un delito por
parte de otro sujeto, no pertenece al significado objetivo de ese
delito. Puede ser distanciado de él. En el caso en estudio no es así
por tratarse de aportes que no son inocuos y por ello habilitan a que
pueda recaer una imputación sobre la persona que los realiza.También la prohibición de regreso intenta explicar que un
aporte hecho no participa, en tanto se trate de una conducta que se
encuentre dentro de un rol, es decir que respeta una posición
definida normativamente la cual, a su vez, se vincula a deberes
dentro de la sociedad.-
254
Poder Judicial de la Nación
Si quien interviene se limita a efectivizar un aporte inocuo y
cotidiano, en referencia a un rol aceptado, y el autor toma provecho
de
ello
para
materializar
un
evento
dañoso,
no
habrá
responsabilidad del interviniente. En el evento analizado no es así.Justamente por eso a la prohibición de regreso se la ubica
sistemáticamente
en
la
participación,
situación
que
aquí
descartaremos en algunos casos al calificar directamente en forma
culpable algunas de las conductas en estudio.Ayuda también en la determinación de la interrupción de
cursos causales, pero aquí no será necesario ya que veremos como
todos los comportamientos contribuyen al resultado.Debe haber contribución común al resultado por convergencia
objetiva.Quien lleva a cabo una conducta dentro del riesgo permitido
permanece dentro de su rol. Su comportamiento es socialmente
adecuado y no defrauda ninguna expectativa. El rol se deberá mover
dentro del riesgo permitido que debe mirar lo socialmente adecuado
y no sólo lo jurídico.Delinque quien incumple con su rol y así ya no favorece a quien
participa de un hecho sino que lisa y llanamente pasa a ser autor.A partir de allí se le imputará no evitar lo evitable estando en
posición de garante.Podemos destacar aquí que no solamente no se evita lo que
podría evitarse sino que tampoco se ve lo que debía verse,
255
Poder Judicial de la Nación
extremo que llevó a calificar a alguna conducta como de dolo
eventual.El evitar forma parte del rol a cumplir y ese rol está
determinado por los institutos de la imputación objetiva.Puede haber comportamientos que favorezcan el delito pero el
sentido de comportamiento debe efectivamente favorecerlo y de
ese modo también se convierte en un delito propio.De no ser así agotan su sentido en lo socialmente adecuado.Por ello algo es propio no sólo cuando concurse una realización
de propia mano sino cuando exista una razón para imputar como
propio lo sucedido.Entonces se imputa al autor un resultado, si pudiendo evitarlo
y estando obligado por el derecho a hacerlo, no lo evitó.Desde el punto de vista ex-ante la producción del resultado
aparece como absolutamente probable. Las acciones y las omisiones
de los aquí imputados eran peligrosas.Se trata entonces de la expresa violación de un deber
objetivo de cuidado, actuando además fuera del riesgo permitido.El daño causado en autos es de aquellos que la norma intenta
evitar, por lo tanto los riesgos en estudio se encuentran
desaprobados. Las normas justamente tratan de evitar esos
resultados.Jakobs sostiene que no hay imputación si los comportamientos
no tienen algo en común. Aquí las conductas no son en si mismas
inocuas ni son arbitrariamente desviadas por otro autor.256
Poder Judicial de la Nación
Dando por sentado que no se admite la participación
imprudente en un delito doloso, el análisis consistió en si el
supuesto partícipe es o no el autor de un delito imprudente.Cuando entran en contacto comportamientos de varias
personas -como en el caso que nos ocupa- cada uno de los implicados
debe poder confiar en que los demás se comporten conforme al
cuidado debido ya que ellos también están sometidos a exigencias
del ordenamiento jurídico (Stratenwerth).Jakobs llama sentido colectivo a lo que se le imputa a todo
aquél que organiza un contexto con consecuencias objetivamente
delictivas.Una de las conclusiones es entonces que la conducta que por
dolo eventual se imputara a CHABAN pudo ser compartida por
otros (VILLARREAL) y no excluye la responsabilidad de quienes
habrían cometido conductas imprudentes.Ello por cuanto aquí no se crearon en forma imprudente
condiciones que fueron aprovechadas por otro para cometer un
delito. Simplemente contribuyeron, justamente por el riesgo que
significaron, a causar el resultado.No las considero simplemente participaciones imprudentes en
un delito doloso que deberán ser finalmente consideradas atípicas
dada la exigencia de dolo en el partícipe. Por el contrario al no ser
alcanzadas por la prohibición de regreso, por las razones ya citadas,
pasan a ser conductas independientes pasibles de reproche penal.Dicho simplemente: configuran en si mismo un delito.257
Poder Judicial de la Nación
Y en ese nuevo delito claramente culposo ya no podrá
distinguirse entre autoría y participación: todos responderán como
autores en la medida que hayan violado un deber de cuidado. Ello
también es consecuencia del sistema de incriminación cerrada que la
imprudencia presenta.Las conclusiones a las que arribamos serán entonces dos:
Hablaremos sólo de autor en los delitos imprudentes (aunque ya
autores tales como Silva Sánchez y Mir Puig admitan en algunos
casos
participación
aún
en
los
delitos
culposos).
Y
como
adelantamos, la participación imprudente en los delitos dolosos
serían siempre atípicas.Pero en este legajo, hasta el presente, varios de los imputados
no participaron en esa inteligencia sino que violaron un deber de
cuidado que por una u otra razón tenían asignados. Insisto, no
fueron meros participantes en una relación causal que concluyó en la
muerte
de
numerosas
personas.
No
aportaron
un
simple
comportamiento imprudente.Ahora bien, justamente por tratarse de un tipo abierto fue
necesario valorar en este auto las numerosas normas que nos dan
cuenta de las conductas debidas y de los consiguientes deberes
inobservados.Para reforzar el razonamiento conviene también recordar
algunos conceptos sobre la teoría del dominio del hecho. Surgida
con el finalismo de la mano de Welzel, para ella autor o coautor es
258
Poder Judicial de la Nación
quien tiene el dominio del hecho. De no ser así se es participe o
cómplice.En coautoría podrá contribuir en el dominio de la decisión y en
el dominio en la configuración.El dominio del hecho está repartido de manera funcional. Por
lo tanto, en la coautoría nadie tiene el dominio total del hecho sino
que está repartido de acuerdo a los roles de cada uno.Desde el punto de vista subjetivo hay un dato esencial que es
la decisión común o conjunta del hecho. Debe haber acuerdo
expreso o concluyente al hecho común. Todos los coautores deben
estar de acuerdo en un plano de igualdad para ejecutar el hecho.
Además, cada interviniente debe saber que existían otros aunque no
los conozca en la ejecución del hecho común.El hecho es la obra común de todos. Todos deben saber de la
intervención del otro y deben estar unidos por un pacto común.
La participación implica contribuir en un hecho ajeno, esto es
en un hecho que tiene otros autores (en este caso en realidad los
imputados sujetos a examen han violado objetivamente deberes de
cuidado que tenían por su función asignados).Su contenido material radica en auxiliar la comisión del delito
mediante aportaciones, generalmente causales, que toma en
consideración el autor del delito.La participación es un delito que implica contribuir en el hecho
punible del autor. La autoría es principal y la participación es
accesoria. Siempre habrá una relación de dependencia entre la
259
Poder Judicial de la Nación
autoría y la participación y para que ésta exista primero debe
existir el hecho principal punible. De ahí su carácter de accesoria.El autor del hecho principal deberá ser el encargado de iniciar
su ejecución. Si no lo hace aún habiendo existido colaboración no
habrá participación que interese a la órbita penal.Otro punto de examen debió ser la causalidad. En su ámbito la
cuestión reside en determinar cuándo, cómo y porqué un hecho y un
resultado deben ser imputados a una persona como su obra propia.Primero se apeló a la causalidad “naturalística”, pero cuando un
efecto es producido por innumerables causas como en el suceso
denominado ya “República de Cromañon”, diversas teorías trataron
de limitar los alcances de dicha causalidad.Así se trató de privilegiar a unas causas frente a otras
distinguiendo entre el curso causal y sus interrupciones, que dieron
lugar a la primitiva prohibición de regreso por la cual se impedía
desandar el camino desde el resultado hacia atrás, buscando causas
hasta el absurdo.Desde Von Buri, con su teoría de las condiciones equivalentes
-conditio sine qua non-, la causalidad adecuada o ya Beling con su
teoría del verbo intentaron poner freno a las relaciones causales en
la posibilidad del reproche penal.Finalmente surge la imputación objetiva como pretensión a
solucionar los problemas de causalidad, teoría que muchas veces
pretendió ser denominada imputación al tipo objetivo.-
260
Poder Judicial de la Nación
Esta tiende a determinar cuándo un suceso causal debe ser
considerado
socialmente
relevante.
Intenta
hallar
criterios
normativos que permitan indicar las circunstancias que hacen que
una causación sea una acción típica.Esbozada por Roxin, la imputación se produce conforme los
siguientes principios:
*Un resultado causado por el agente sólo se puede imputar al
tipo objetivo si la conducta del autor ha creado un peligro para el
bien jurídico no cubierto por un riesgo permitido, es decir, debe
comportar un riesgo desaprobado por el ordenamiento jurídico.*Dicho riesgo debe manifestarse en un resultado.*La imputación puede desaparecer si el alcance del tipo no
prevé la evitación de esos riesgos.Influenciado por el idealismo alemán a través de Hegel,
Jakobs reformula la teoría de la pena y crea la teoría de la
prevención general positiva para la cual el delito constituye una
defraudación a las expectativas sociales.La imputación objetiva pretende establecer a quién debe
imputársele el hecho defraudatorio buscando cual es la condición
determinante del resultado.La condición determinante se establece valorativamente -no
“naturalisticamente”- y a través de normas que establecen cual es
la condición verdaderamente determinante del suceso. Entre autor,
víctima y terceros, según los roles que desempeñen ha de
determinarse a quién compete el acontecer relevante, es decir
261
Poder Judicial de la Nación
quien por haber quebrado el rol, administrándolo de modo
deficiente, responde penalmente.A las personas sólo se les pide que cumplan su rol. Si no
cumplen provocan un aumento del riesgo permitido. Si se establece
que ese aumento del riesgo es determinante y se verifica en el
resultado, hay imputación objetiva.Según Jakobs no es necesario ya construir el delito en base a
datos naturalistas -causalidad y dolo- sino que lo esencial es que
concurra el quebrantamiento de un rol.Sobre estos parámetros se ha asignado responsabilidad
criminal a los imputados.Veamos ahora la autoría. Cuando se trata de la intervención de
una pluralidad de personas en un hecho debemos considerar la
participación criminal de cada uno de ellos.En el evento aquí abordado es evidente que la presencia de
numerosas creaciones de riesgos dolosos e imprudentes que, sin
estar conectadas entre si, provocaron un resultado típico.En estos casos en que no hubo acuerdo, donde cada uno actúa
unilateralmente, no corresponde (como en la coautoría) una
imputación común del hecho y su resultado, sino que cada autor
debe responder de manera independiente.Debemos
verificar la conducta en sus aspectos objetivo y
subjetivo con el resultado típico ya que no hubo plan de acción
común.-
262
Poder Judicial de la Nación
No se trata de un autor incierto en cuanto a que se ignora
quien causó el resultado, sino que el mismo fue producto de un
conjunto de factores asignados a distintas personas.Lo que generaliza la atribución del resultado es el acuerdo
criminal y si no hay acuerdo debemos considerar por autoría
paralela la situación concreta de cada uno de los autores en la
causación del resultado.Un razonamiento contrario sería adoptar nuevamente a la
causalidad como único parámetro de atribución de responsabilidad
criminal.Se llegará al absurdo además que ante una única conducta
dolosa en el hecho aún en forma eventual todas las demás
contribuciones imprudentes al resultado de entidad por su objetiva
violación a deberes de cuidado quedarán probablemente impunes
por ser consideradas atípicas por una cerrada aplicación de la
prohibición de regreso o por no entenderla, como aquí se pretende,
como una autoría accesoria.Este concepto, -Nebentaterschaft- (tema tratado en extenso
por Ricardo Robles Planas en “Participación en el delito e
imprudencia” Revista de Derecho Penal y criminología, número 6 2000-, pág. 223-251) fue tratado también por otros autores.Hans Welzel define la autoría concomitante como el obrar
conjunto de varias personas sin acuerdo recíproco en la producción
de un resultado.-
263
Poder Judicial de la Nación
Para Stratenwerth hablamos de coautoría accesoria cuando
varios
partícipes
en
un
hecho
causan
el
mismo
resultado
independientemente uno del otro.
No se trata de una forma independiente de la autoría sino
solamente de la caracterización conceptual de un grupo de causas
en las que el suceso que realiza el supuesto
de hecho típico es
llevado a cabo por varias personas que responden como autores sin
que se cumplan los presupuestos de la coautoría.La autoría paralela o concomitante requiere una relación causa
-efecto entre la conducta y el resultado para cada uno de esos
autores paralelos-.El suscripto consideró pertinente efectuar estas aclaraciones
tras la calificación legal adoptada.-
E-
RESPECTO
DEL
HECHO
QUE
DAMNIFICA
A
FACUNDO SEBASTIÁN VAZQUEZ – III -
Los elementos reunidos en autos permiten acreditar con el
alcance previsto por el art. 306 del Código Procesal Penal de la
Nación
que OMAR EMIR CHABAN provocó, con las acciones y
omisiones que le fueran señaladas a fs. 1.625/6 y en las
circunstancias de modo, tiempo y lugar allí puntualizadas -todo lo
cual le fue reiterado a fs. 5.578/9- la muerte de FACUNDO
SEBASTIÁN VAZQUEZ.
264
Poder Judicial de la Nación
Éste concurrió al local “ REPUBLICA CROMAÑON ” el día 30
de diciembre de 2004 y, a consecuencia del incendio allí desatado,
fue trasladado al Hospital General de Agudos Cosme Argerich y
luego derivado al Sanatorio Privado Figueroa Paredes Casanova, sito
en la calle Dante Alighieri 3637 de Isidro Casanova, Provincia de
Buenos Aires .En dicho nosocomio falleció al día siguiente -31 de diciembresiendo las 19:30 hs., determinándose que el deceso se produjo por
la causal “síndrome asfíctico de etiología tóxica secundario a
inhalación de monóxido de carbono y/o ácido cianhídrico”.Cabe reiterar en esta instancia que, en orden al accionar
materia de tratamiento en este acápite, el imputado CHABAN se
abstuvo de efectuar descargo alguno.Sentado ello, es de hacer notar que, a los elementos de cargo
detallados en el auto de mérito de fs. 7.361/7.474, que se dan por
reproducidos en esta pieza, se han adunado en lo que hace a la
muerte reprochada, las constancias incorporadas en el legajo nro.
50 reservado en Secretaría.Así, en primer término, cabe mencionar la declaración
testimonial prestada por el Oficial Inspector Angel Denk quien se
constituyó el día 31 de diciembre del año pasado en el Sanatorio
Privado Dr. Figueroa Paredes, emplazado en sede provincial, a los
fines de determinar el ingreso al mismo de personas que hubieran
resultado damnificadas en orden al incendio desatado en el local de
marras.
265
Poder Judicial de la Nación
Allí estableció que se encontraba internado, en el sector de
terapia intensiva y con pronóstico reservado, el nombrado Vazquez,
quien había sido trasladado al nosocomio en cuestión proveniente
del Hospital Argerich ubicado en esta Capital Federal.Tales extremos, en cuanto al ingreso del causante en el
hospital de que se trata y su posterior derivación al sanatorio
emplazado en sede provincial, se encuentran corroborados por la
constancia que fuera extendida por la galena interviniente, Dra.
Isabel Kruk .La nombrada dio cuenta del estado de salud de Vazquez al
momento en que el mentado funcionario se constituyera en el
establecimiento en cuestión; por el informe proporcionado a este
Tribunal por el Hospital Argerich y por los testimonios brindados
por Marina
Gabriela
Morrone
y
Ricardo
Daniel
Vazquez,
progenitores de aquel.Por su parte, obran agregadas al legajo en cuestión las
constancias documentales que acreditan que la muerte de Vazquez
tuvo lugar el día 31 de diciembre de 2004 siendo las 19:30 hs. en el
sanatorio mencionado, dando cuenta la respectiva necropsia llevada
a cabo por el Dr. Omar Alejandro Ledesma, de las lesiones que la
víctima presentaba en su cuerpo.
El citado galeno concluyó que su muerte se produjo por
“síndrome asfíctico de etiología tóxica secundario a inhalación de
monóxido de carbono y/o ácido cianhídrico”.-
266
Poder Judicial de la Nación
De esta forma, habiéndose acreditado debidamente en el
sumario el deceso de Facundo Sebastián Vazquez y que el mismo
resultó producto del o de los gases tóxicos que el nombrado inhaló
en momentos en que se hallaba en el interior del comercio explotado
por CHABAN, entiendo que ninguna duda puede albergarse acerca
de la participación del encausado en el accionar reprochado en esta
instancia y la responsabilidad que en el mismo le cabe.En tal dirección, habrán de tenerse en cuenta las piezas de
convicción detalladas en el auto de mérito respectivo, los elementos
de cargo agregados a la pesquisa con posterioridad a su dictado y
sobre todo, los aspectos objetivos del suceso que se tuvieron por
probados tanto en dicho pronunciamiento como en aquel que luce
incorporado a fs. 12.098/162, cuestión que fue reiterada en el
acápite “consideraciones previas” en esta oportunidad.Así las cosas, los elementos arrimados al sumario justifican la
agravación de la situación procesal del incuso con el dictado de auto
de procesamiento en orden también a este nuevo hecho por el cual
se ampliara su respectiva declaración indagatoria.Corresponde subsumir la conducta de CHABAN en cuanto a
este hecho en la calificación legal ensayada en el auto de mérito de
fs. 7.361/7.474, esto es homicidio simple en la modalidad de
comisión por omisión, endilgado a título de dolo eventual y de
autor bajo la categoría que dogmáticamente se precisa como
“autor concomitante” (arts. 45 y 79 del Código Penal), del que
267
Poder Judicial de la Nación
resultara
víctima,
en
esta
ocasión
SEBASTIAN
FACUNDO
VAZQUEZ.En cuanto al tipo penal escogido, habré de remitirme
“brevitatis causae” a los extensos y acabados argumentos
expuestos en la oportunidad por la distinguida colega que me
precedió en la investigación .Más, a diferencia de lo sostenido en tal ocasión, entiendo que
el hecho que en esta pieza nos ocupa y los ciento noventa y dos
reprochadas al imputado en aquella oportunidad deberán concurrir
idealmente (art. 54 del ordenamiento de fondo) y no en forma
real (art. 55 del mismo cuerpo legal).De igual forma, entiendo, se evaluarán todos los hechos en su
relación entre sí, esto es, concurriendo en forma ideal, por lo que
habré de modificar ese extremo de la calificación jurídica
oportunamente escogida
por estricta aplicación del art. 311 del
Código Procesal penal .Ello, en el entendimiento de que se está en presencia de un
único acontecimiento del cual resultaron víctimas fatales 193
personas, debiendo ponderarse que esas muertes ocurrieron en un
mismo contexto espacio-temporal y a consecuencia de las mismas
acciones y omisiones por parte del inculpado, circunstancias
objetivas que ameritan, a mi entender, el reproche al incuso en la
forma precisada.-
F-MEDIDAS CAUTELARES.
268
Poder Judicial de la Nación
1-LIBERTADES.
Conforme lo resuelto a fs. 7.361/7.474 y 12.098/162 y
teniendo en cuenta los argumentos allí esgrimidos, a los cuales me
remito en este acto ‘brevitatis causae’, entiendo corresponde
mantener la prisión preventiva oportunamente dispuesta respecto
de los acusados CHABÁN y VILLARREAL, en estricta aplicación de
lo estatuido por el art. 312 del Código Procesal Penal de la Nación.Por si ello no bastara, en relación a CHABAN no deben
pasarse por alto diversas circunstancias que refuerzan el criterio
oportunamente esgrimido por mi colega de grado y a las que hice
referencia con motivo de resolver sobre una petición excarcelatoria
interpuesta en favor del nombrado.
Una de ellas es la objetiva y provisional valoración de las
características del hecho. No puede pasarse por alto su magnitud y
la actitud del mentado frente al mismo.El aquí procesado, desde un primer momento y al menos hasta
el presente ha demostrado desinterés absoluto en relación a los
hechos del día 30 de diciembre próximo pasado. Pero su
obstrucción y evasión de la justicia no se detuvo allí.
De las constancias de autos se puede constatar que debieron
librarse varias órdenes de allanamiento para dar con su paradero.
Finalmente, en un domicilio que no era el habitual sino que, puede
269
Poder Judicial de la Nación
presumirse fundadamente, fue utilizado para ocultarse del accionar
de la justicia, fue detenido.Tales circunstancias constituyen un parámetro objetivo para
dar sustento a la postura que vengo desarrollando (art. 312 inc. 2
del CPP).En relación al resto de los involucrados, no verificándose en
autos los extremos exigidos por la normativa ritual invocada, habrá
de confirmarse la libertad de la que vienen gozando.-
2-EMBARGOS.
Corresponde disponer embargo en los bienes y/o dinero de los
encartados en cantidad suficiente para garantizar la pena
pecuniaria, la indemnización civil y las costas del proceso.Así, teniendo en cuenta las características de los hechos
materia de juzgamiento, la multiplicidad de víctimas, los honorarios
correspondientes a la labor de los abogados defensores y la tasa de
justicia (art. 6 de la Ley 23.898 y res. 498/91 de la C.S.J.N.) y
demás gastos que se hubieran originado a raíz de la tramitación de
los presentes actuados (art. 533 del ordenamiento ritual), habrá de
fijarse el embargo sobre los bienes y/o dinero de FISZBIN,
TORRES, FERNANDEZ, COZZANI y UCAR en la suma de
VEINTE MILLONES de pesos ($20.000.000).
En el caso de DÍAZ, BELAY y SEVALD en la suma de
QUINIENTOS MIL pesos ($500.000), mientras que a SOSA y
270
Poder Judicial de la Nación
VILLEGAS habrá de fijárseles la suma de CIEN MIL pesos ($
100.000). En relación a VICTOR TELIAS, la suma se fijará en
DIEZ MIL pesos ($30.000).
Por su parte, en los casos de CHABÁN y VILLARREAL y
teniendo en cuenta los nuevos sucesos endilgados a los imputados,
deberá ampliarse el monto del embargo decretado a su respecto en
los resolutorios de fs. 7.361/7.474 y 12.098/162 en las sumas
de OCHOCIENTOS MIL pesos($800000) y QUINIENTOS MIL
pesos ($500000), respectivamente, ello en concordancia con lo
dispuesto en el art. 518 del Código Procesal Penal de la Nación.Por ello, conforme los argumentos esgrimidos y las normas
legales citadas, corresponde y así,
RESUELVO:
I.
DECRETAR
PREVENTIVA
de
EL
PROCESAMIENTO
FABIANA
GABRIELA
sin
PRISIÓN
FISZBIN,
de
las
restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro.
247/05 por considerarla ´prima facie´ coautora del delito de
homicidio culposo agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del
Código Penal y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la
Nación).
II. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes
de la imputada FISZBIN hasta alcanzar la suma de VEINTE
MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el
Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código
Procesal Penal de la Nación).
271
Poder Judicial de la Nación
III.
DECRETAR
EL
PROCESAMIENTO
sin
PRISIÓN
PREVENTIVA de ANA MARÍA FERNÁNDEZ, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por
considerarla ´prima facie´ coautora del delito de homicidio culposo
agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del Código Penal y 306,
308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).
IV. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes
de la acusada FERNÁNDEZ hasta alcanzar la suma de VEINTE
MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el
Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código
Procesal Penal de la Nación).
V.
DECRETAR
EL
PROCESAMIENTO
sin
PRISIÓN
PREVENTIVA de GUSTAVO JUAN TORRES, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por
considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de homicidio culposo
agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del Código Penal y 306,
308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).
VI. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes
del imputado TORRES hasta alcanzar la suma de VEINTE
MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el
Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código
Procesal Penal de la Nación).
VII.
DECRETAR
EL
PROCESAMIENTO
sin
PRISIÓN
PREVENTIVA de RODRIGO MARIO COZZANI, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por
272
Poder Judicial de la Nación
considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de homicidio culposo
agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del Código Penal y 306,
308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).
VIII. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o
bienes del acusado COZZANI hasta alcanzar la suma de VEINTE
MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el
Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código
Procesal Penal de la Nación).
IX.
DECRETAR
EL
PROCESAMIENTO
sin
PRISIÓN
PREVENTIVA de ALFREDO EDUARDO UCAR, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 por
considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de homicidio culposo
agravado (arts. 45 y 84 segundo párrafo del Código Penal y 306,
308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).
X. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o bienes
del
encartado
UCAR
hasta
alcanzar
la
suma
de
VEINTE
MILLONES de pesos ($20.000.000), medida que llevará a cabo el
Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código
Procesal Penal de la Nación).
XI.
DECRETAR
EL
PROCESAMIENTO
sin
PRISIÓN
PREVENTIVA de VICTOR DANIEL TELIAS, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 en
relación al hecho señalado como “b” en su declaración indagatoria,
por considerarlo ´prima facie´ autor del delito de omisión de los
273
Poder Judicial de la Nación
deberes de oficio (arts. 45 y 249 del Código Penal y 306, 308, 310
y ss. del Código Procesal Penal de la Nación).
XII. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o
bienes del imputado TELIAS hasta alcanzar la suma de TREINTA
MIL pesos ($30.000), medida que llevará a cabo el Secretario del
Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del Código Procesal Penal
de la Nación).
XIII.
DECRETAR
LA
FALTA
DE
MÉRITO
PARA
PROCESAR O PARA SOBRESEER A DANIEL ALEJANDRO
DÍAZ, de las restantes condiciones personales lucientes en este
sumario nro. 247/05 por el hecho que fuera indagado (arts. 309 del
Código Procesal Penal de la Nación).
XIV. DECRETAR LA FALTA DE MÉRITO PARA PROCESAR
O PARA SOBRESEER A JUAN CARLOS LOUPIAS, de las
restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro.
247/05 por el hecho que fuera indagado (arts. 309 del Código
Procesal Penal de la Nación).
XV. DECRETAR LA FALTA DE MÉRITO PARA PROCESAR
O PARA SOBRESEER A VÍCTOR DANIEL TELIAS, de las
restantes condiciones personales lucientes en este sumario nro.
247/05 por el hecho “a” que fuera indagado (arts. 309 del Código
Procesal Penal de la Nación).
XVI. MODIFICAR LA CALIFICACIÓN LEGAL ESCOGIDA
EN EL DECISORIO DE FS. 7.361/7.474, mediante el cual se
decretó el PROCESAMIENTO con prisión preventiva de OMAR
274
Poder Judicial de la Nación
EMIR CHABÁN, de las demás condiciones personales lucientes en
el sumario, en orden al delito de homicidio simple cometido en
forma reiterada en ciento noventa y dos oportunidades en
concurso real entre sí (arts. 45, 55 y 79 del Código Penal),
debiendo concurrir las muertes entre sí, incluyendo aquella que ha
sido motivo de tratamiento en esta oportunidad, en forma ideal
(art. 54 del ordenamiento de fondo).XVII.
AMPLIAR
PREVENTIVA
de
EL
OMAR
PROCESAMIENTO
con
EMIR
de
CHABÁN,
PRISIÓN
las
demás
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por
considerarlo ´prima facie´ co-autor del delito de cohecho activo –
Hecho I- y autor del delito de homicidio simple –Hecho III- que
concurren materialmente entre sí. En el caso del hecho identificado
como I, concurre de la misma forma –real- con el ilícito que se le
atribuyó en el auto de mérito de fs. 7.361/7.474 (arts. 45, 55, 79
y 258 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 312 y ccs. del
Código Procesal Penal de la Nación).XVIII. AMPLIAR EL EMBARGO trabado en el punto II- del
decisorio de fs. 7.361/7.474 respecto de los bienes o dinero del
acusado CHABÁN en la suma de OCHOCIENTOS MIL pesos
($800000) -art. 518 del ordenamiento de rito.XIX.
AMPLIAR
EL
PROCESAMIENTO
con
PRISIÓN
PREVENTIVA de RAÚL ALCÍDES VILLARREAL, de las demás
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05 del
registro de este Tribunal, por considerarlo ´prima facie´ co-autor
275
Poder Judicial de la Nación
del delito de cohecho activo que concurre materialmente con el
ilícito atribuído en el auto de mérito de fs. 12.098/162 (arts. 45,
55 y 258 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 312 y cc. del
Código Procesal Penal de la Nación).XX. AMPLIAR EL EMBARGO trabado en el punto V- del
decisorio de fs. 12.098/162 respecto de los bienes o dinero del
encartadoVILLARREAL en la suma de QUINIENTOS MIL pesos
($500000) -art. 518 del ordenamiento de rito.XXI.
DECRETAR
EL
PROCESAMIENTO
sin
PRISIÓN
PREVENTIVA de CARLOS RUBÉN DÍAZ, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por
considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de cohecho pasivo
(arts. 45 y 256 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 310 y ss.
del Código Procesal Penal de la Nación).XXII. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o
bienes del imputado DÍAZ hasta alcanzar cubrir la suma de
QUINIENTOS MIL pesos ($500000), medida que llevará a cabo el
Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del
ordenamiento ritual).XXIII. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN
PREVENTIVA de MIGUEL ANGEL BELAY, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por
considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de cohecho pasivo
(arts. 45 y 256 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 310 y ss.
del Código Procesal Penal de la Nación).276
Poder Judicial de la Nación
XXIV. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o
bienes del acusado BELAY hasta alcanzar cubrir la suma de
QUINIENTOS MIL pesos ($500000), medida que llevará a cabo el
Secretario del Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del
ordenamiento ritual).XXV.
DECRETAR
EL
PROCESAMIENTO
sin
PRISIÓN
PREVENTIVA de GABRIEL ISMAEL SEVALD, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por
considerarlo ´prima facie´ coautor del delito de cohecho pasivo
(arts. 45 y 256 del Código Penal de la Nación y 306, 308, 310 y ss.
del Código Procesal Penal de la Nación).XXVI. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o
bienes del acusado SEVALD hasta alcanzar cubrir la suma de
QUINIENTOS MIL pesos ($500000), medida que llevará a cabo el
Secretario del Tribunal o el oficial de justicia adscripto (art. 518
del ordenamiento ritual).XXVII. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN
PREVENTIVA de OSCAR RAMÓN SOSA, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por
considerarlo ´prima facie´ autor del delito de incumplimiento de
los deberes de funcionario público (arts. 45 y 248 del Código
Penal de la Nación y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal
de la Nación).XXVIII. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o
bienes del acusado SOSA hasta alcanzar cubrir la suma de CIEN
277
Poder Judicial de la Nación
MIL pesos ($100000), medida que llevará a cabo el Secretario del
Tribunal o el oficial de justicia (art. 518 del ordenamiento ritual).XXIX. DECRETAR EL PROCESAMIENTO sin PRISIÓN
PREVENTIVA de CRISTIAN ANGEL VILLEGAS, de las restantes
condiciones personales lucientes en este sumario nro. 247/05, por
considerarlo ´prima facie´ autor del delito de incumplimiento de
los deberes de funcionario público (arts. 45 y 248 del Código Penal
de la Nación y 306, 308, 310 y ss. del Código Procesal Penal de la
Nación).XXX. MANDAR TRABAR EMBARGO sobre el dinero y/o
bienes del acusado VILLEGAS hasta alcanzar cubrir la suma de
CIEN MIL pesos ($100000), medida que llevará a cabo el
Secretario del Tribunal o el oficial de justicia adscripto (art. 518
del ordenamiento ritual).XXXI.
CONFIRMAR
LA
LIBERTAD
QUE
VIENEN
GOZANDO LOS IMPUTADOS BELAY, SEVALD, DIAZ, SOSA,
VILLEGAS,
FISZBIN,
TORRES,
FERNANDEZ,
COZZANI,
UCAR y TELIAS.
XXXII. CITAR A LOS PROCESADOS a fin de notificarse
personalmente del embargo, realizar el cuadernillo previsto en los
arts. 26 y 41 del CP y que se le extraigan triple juego de fichas
dactiloscópicas, bajo apercibimiento de ley.
XXXIII. Realícese a los imputados un informe socioambiental, líbrese oficio.
278
Poder Judicial de la Nación
XXXIV-En atención al videocassette que fuese aportado por
el testigo Alejandro Omar BASALO-JATIB en su declaración del
días quince de febrero del año en curso, encomiéndese a la División
Apoyo Tecnológico de la PFA que, en el término de cinco días
hábiles, proceda a obtener imágenes digitalizadas de su contenido
como también realizar la pertinente transcripción mecanográfica
del audio con que cuente. Dicha diligencias necesariamente tendrá
que ser llevada a cabo ante la presencia de dos testigos recabados
al efecto, tal como lo prevé el artículo 138 del Código Procesal Penal
de la Nación.Notifíquese a las partes en los términos del artículo 258 del
CPPN.XXXV- Por otro lado, fíjase como fecha de realización de la
inspección ocular a realizarse en el local “REPÚBLICA CROMAÑON”
-a la que podrán concurrir las defensas- el día 18 de mayo del año
en curso, a partir de la hora 10 y hasta las 14 horas.En consecuencia, hágaseles saber que dentro del término de
72 horas, deberán informar los nombres de los letrados que deseen
participar de la misma.
Póngase en conocimiento del Sr. Jefe del Departamento
Guardia de Infantería de la PFA (que se encuentra custodiando el
predio) que deberá contar con la iluminación necesaria y cualquier
otro material indispensable para llevar a cabo la medida, para lo
cual podrá requerir la cooperación de la Superintendencia de
Bomberos de la PFA. Líbrense los despachos del caso.279
Poder Judicial de la Nación
En ese sentido, y para permitir el ingreso al lugar, se
precederá a desfranjarlo y luego de realizada la diligencia se
deberá franjarlo nuevamente y dejarlo en idénticas condiciones a
las que se encontraba.Déjase expresa constancia que el alcance de la medida tendrá
por objeto la ilustración de los intervinentes en cuanto al lugar en
que ocurrieron los hechos, no practicándose medida procesal
alguna.Toda la diligencia deberá realizarse en presencia de dos
testigos hábiles recabados al efecto -art 138 del CPP- y se volcará
en el acta de estilo respectiva que se confeccionará al efecto por
personal policial de la División Búsqueda de Personas de la PFA.
Además, se deberá tener especial cuidado en preservar la
escena del crimen.XXXVI-PRACTICAR UN ESTUDIO PERICIAL sobre los
inmuebles ubicados en la calle Bartolomé Mitre 3036/78 de esta
ciudad, a fin de determinar:
a) Si los planos de la finca que se encuentran reservados en
Secretaría se corresponden con las instalaciones. En caso negativo
deberán determinarse concretamente sus diferencias.
b) Si el local de Bartolomé Mitre 3060, Planta Baja, cumple
con la normativa vigente para ser habilitado como local de baile
clase C.En particular deberá precisarse:
280
Poder Judicial de la Nación
1.- si tiene comunicaciones con otros locales, y se ser así,
cuáles son,
2.- si cuenta con medios de salida propios e independientes a
la vía pública, y si reúnen por sus características y dimensiones la
condición de las salidas de emergencia
3.- si la cantidad de medios de egreso y las dimensiones que
éstos tienen, se condicen con aquellas requeridas para un lugar
como el cuestionado.c) Para el caso de que pudiera recibir la habilitación como local
clase C, deberá especificarse si por su situación correspondía ser
considerado como un local independiente o anexo del hotel lindero.d) Cuál sería el tiempo de evacuación total del local. Para ello
deberá tener en cuenta el resultado de los puntos b) y c) en cuanto
a las vías de egreso que el lugar tenía como establecimiento
independiente de los recintos linderos. También deberá tomar como
parámetro que en el lugar hubiera 1031 o 3000 personas.También deberá efectuarse el cálculo para el supuesto en que
la evacuación sólo podría efectuarse a través de las puertas que
comunican el vestíbulo con el local principal .e) Deberán expedirse sobre las características del material
utilizado en el techo del local y en particular sobre su resistencia al
fuego y al tipo de gases que producen en combustión .f) Por último sobre el sistema de ventilación del ambiente y de
extracción de aire para que se expidan sobre sus características y
si resultaba apropiado para el lugar .281
Poder Judicial de la Nación
g) En base al resultado de los puntos anteriores, deberá
determinarse si correspondía el otorgamiento del certificado
expedido por la Superintendencia Federal de Bomberos.La presente diligencia deberá en el plazo de quince días y
estará a cargo del Consejo Profesional de Arquitectura y
Urbanismo.Notifíquese a las partes mediante cédula de urgente trámite,
de conformidad a lo establecido por los arts. 258 y concordantes
del Código Procesal Penal de lo dispuesto y hágaseles saber que
podrán proponer puntos de pericia y/o peritos de parte, en el
término de tres días, bajo apercibimiento de ley.Notifíquese.
Ante mí:
En del mismo notifiqué al AGENTE FISCAL (10) y firmó. DOY FE.
En la misma fecha se cumplió. Conste.-
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