IX JORNADAS INTERESCUELAS/DEPARTAMENTOS DE HISTORIA Córdoba, 24 al 26 de setiembre de 2003 Título: Una aproximación al estudio la relación Estado nacional-Estado provincial a través del estudio de las estrategias familiares. El caso de Salta entre 1880 y 1916 Mesa Temática Abierta: Estrategias familiares de producción y reproducción. La metodología instituida y sus adaptaciones al contexto latinoamericano Pertenencia institucional: Universidad Nacional de Salta, Proyecto de Investigación Nº 1043 del C.I.U.N.Sa. Autor: María Fernanda Justiniano, Prof. Adjunta de Historia de la cátedra Historia de las Instituciones, Fac. de Ciencias Económicas y JTP a cargo de la asignatura Introducción a la Historia de las Sociedades, Fac. de Humanidades. Dirección, teléfono y dirección de correo electrónico: Pasaje Lahora 2578, Tel. 0387 4360683, [email protected] Consideraciones iniciales Entre 1880 y 1916 tomó forma la Argentina moderna, que se expresó en un extraordinario crecimiento económico con notables disparidades regionales y la instauración de un régimen conservador1. El aluvión inmigratorio, la división internacional del trabajo, los capitales foráneos, la expansión de las líneas de frontera a través de la conquista de tierras indias, el incremento de los volúmenes comercializables a nivel mundial –entre otros factores- empujaron la configuración de la Argentina agroexportadora. En los treinta y seis años de hegemonía conservadora, la provincia de Salta participó en forma sorprendente en la conformación de un grupo dirigente de 1 Miron Burgin, (1960) Aspectos económicos del federalismo argentino, Buenos Aires, Hachette. Es uno de los trabajos pioneros que apunta al desplazamiento del centro de económico de gravedad del interior hacia la costa con la consecuente división entre provincias ricas y pobres. amplitud nacional, con dos presidentes y once ministros de la Nación. Además resultó ser la única provincia sin intervenciones federales durante este período caracterizado por la consolidación de los atributos de la estatalidad y la formación de un mercado nacional. Tal representación política fue superada únicamente por Buenos Aires, aunque las asimetrías económicas y demográficas entre uno y otro Estado, si cabe compararlas, sólo vienen a remarcar el gravitante papel de la élite salteña en los máximos niveles de decisión nacional. Tabla 2. La presencia de salteños en el PEN entre 1880-1916 Presidentes Vice Ministro Ministro de Presidentes del Relaciones Interior Exteriores Ministro de Ministro Hacienda Ministro Ministro de de de Guerra Agricultur Obras a Pública s José José Benjamín Francisco J. Victorino Evaristo Evaristo Zorrilla Ortiz de Uriburu, Uriburu, 1879-1880 1883-1886 Plaza, 1898 1892-1898 1898 1879 Gregorio Damián la Vélez, Victorino de Victorino de Indalecio Francisco la Uriburu, Plaza, la 1914-1916 Plaza, Gómez 1912-1916 1910- Miguel M. Torino Tedín 1910- 1904- 1906- 1913 1906 1907 1886-1890 1914 Miguel S. Victorino de Carlos Ortiz la Plaza, Ibarguren 1914- 1908-1910 1913 1916 Fuente: Elaboración propia a partir de Actas de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 1880-1916. De las provincias del Norte2, Salta es la que registra el menor aumento en el número de habitantes. En contraposición, muestra el mayor incremento de los presupuestos, en cifras relativas, entre 1895 y 1914. En este último aspecto supera con creces a los presupuestos nacionales e incluso a los de la Provincia de Buenos Aires. 2 Se parte de los criterios de regionalización de la época. Las provincias del Norte son Tucumán, Salta y Jujuy. En el transcurso del trabajo las comparaciones se establecen en relación a estas provincias. Tabla 2: Crecimiento relativo de los presupuestos y la población de las provincias seleccionadas PRESUPUESTOS Año 1895-1914 Población Nación Crece un 252% Crece un 96 % Buenos Aires Crece un 323% 128% Tucumán Crece un 210% 58% Jujuy Crece un 345% 43% Salta Crece un 737% 33% Fuente: Censo Nacional de 1914 Este extraordinario dinamismo de la economía provincial es aparente. Al analizarse comparativamente los valores absolutos de los presupuestos con los de las provincias vecinas, se observa un exiguo desarrollo de la economía salteña. Tanto es así que en los años 1906 y 1907 la provincia de Jujuy supera en el monto presupuestario a la provincia de Salta, mientras que Tucumán mantiene casi a lo largo del período un presupuesto cuatro veces mayor. De las provincias del Norte, esta última es la que capitalizó el mayor crecimiento y desarrollo. De esta manera las desigualdades que se manifiestan a escala nacional también se expresan a escala regional3. El Estado provincial salteño, durante estos treinta y seis años de dominación conservadora, está capturado por un grupo reducido de familias, que reconoce raíces en el más rancio pasado colonial durante la dominación española y cuenta con la suma del poder político, ideológico y económico. Diversos son los estudios que avanzaron sobre este aspecto de la historia salteña. Sobre ellos nos referiremos en el próximo apartado. Antecedentes 3 Este aspecto se profundizó en diferentes trabajos. Justiniano, María Fernanda y Tejerina, María Elina (2002), “La relación Estado-región a través de los presupuestos provinciales. El caso de Salta durante el boom agroexportador”, ponencia presentada en las XVIII Jornadas de Historia Económica, organizadas por Facultad de Ciencias Económicas de la UNCu y el CRICYT, realizadas en la ciudad de Mendoza 18 al 20 de setiembre de 2002. Justiniano, María Fernanda y Tejerina, María Elina (2003), “Estado, finanzas y familias: Los presupuestos provinciales y su ejecución. El caso de la Provincia de Salta (1880-1914)”, Inédito. Las familias de élite salteñas entre 1880 y 1916 ofrecen un fértil campo de estudios que ha sido exiguamente abordado por la Historia y las diferentes disciplinas preocupadas por lo social. Hasta los años 70 y gran parte de los 80 la producción histórica sólo enfocó la temática desde el relato de las acciones aisladas de ciertos individuos notables. También en esta concepción de la ciencia histórica ocuparon un lugar importante las biografías y genealogías de los individuos considerados notables. El detalle enumerativo de gobernantes, normas constitucionales y leyes promulgadas fue "lugar común" en la narrativa de historiadores tradicionales como Bernardo Frías (1930), Atilio Cornejo (1984) o Fernando Figueroa (1986). Otros, menos ligados a los grupos dominantes de la época, reincidieron de igual modo en la caracterización épica de aquellos personajes que, en el texto, adquirieron talla heroica. En los trabajos de Luisa Miller (1983, 1989), Teresa Cadena de Hessling (1984) y Luis Colmenares (1984), o en publicaciones aún más recientes de Pedro Fernández Lalanne (1989), Ernest Sweeney y Alejandro Benavídez (1998), persistió la idea de una historia local forjada por notorias figuras individuales pertenecientes a una aristocracia rica, orgullosa y culta4. En uno de los escasos abordajes específicos sobre las familias dominantes de Salta, Myriam Corbacho (1976) avanzó más allá de los enfoques tradicionales de los historiadores salteños, al sostener que las luchas fratricidas de la primera mitad del S XIX habían empobrecido a numerosas familias de ilustre apellido, que encontraron en los cargos públicos la más firme posibilidad de vida digna. La historiadora desprendió tal afirmación de las actas y memorias del selecto Club 20 de Febrero, en las que observó recurrentes pedidos de 4 Bernardo Frías (1930), Tradiciones Históricas salteñas, Buenos Aires. Atilio Cornejo (1984), "Historia de Salta (1860-1930)", en Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos en Salta, Buenos Aires, 1984, tomo XII, Boletín Nº 37. Fernando Figueroa (1963), Tierra Gaucha, Salta. Luisa Millar (1983), "Legislación rural en Salta en el período 1880-1885", en Cuarto Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Buenos Aires, A.N.H. tomo IV. Luisa Millar (1989), "La Provincia de Salta bajo los gobiernos conservadores (1886-1891)", en VII Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Neuquén. Teresa Cadena de Hessling (1984), Historia de Salta, Salta. Luis Colmenares y Myriam Corbacho (1984) "Salta durante el progresista gobierno de Miguel Ortiz", en Cuarto Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Buenos Aires, A.N.H. tomo IV. Pedro Fernández Lalanne (1989), Los Uriburu, Buenos Aires, Emecé. Ernest Sweeney y Alejandro Domínguez (1998), Robustiano Patrón Costas, Buenos Aires, emecé. disminución de la cuota societaria y frecuentes demandas contra la ostentación de vestimentas5. La tesis doctoral de Frederick Hollander encontró en las redes familiares regionales un potencial explicativo de las negociaciones de la Standard Oil. Aunque no se detuvo en las estrategias y comportamientos de éstas, avanzó en las relaciones de las élites provinciales con las élites nacionales y la conformación de una verdadera oligarquía nacional6. Al año siguiente, y dentro de un estudio que revela la importancia del Senado de la Nación como comunicador de oligarquías, Natalio Botana (1977) también abordó a la élite salteña entre 1880 y 1916. Sobre ésta observó que el control del Estado marchaba sobre vínculos de parentesco configurados a manera de verdaderos gobiernos de familia. A partir de una lista de apellidos repetidos en cargos públicos nacionales, Botana identificó a cuatro familias de actuación determinante en el orden político provincial: los Güemes, Uriburu, Ovejero y Ortiz. Pese a que la élite salteña no fue su objeto específico de estudio, Botana se formuló frente a ella una serie de interrogantes: "¿Estabilidad oligárquica del sistema político salteño, un distrito de apoyo permanente que no sufrió el impacto de la intervención y que, además, acarreó recursos para el poder nacional en las figuras de dos presidentes y once ministros? ¿Por qué esas familias controlaron el gobierno? ¿Por tradición, dominio de la propiedad, especialización de la actividad política?". Estas preguntas, formuladas hace más de un cuarto de siglo y calificadas por el propio investigador como una "hipótesis sugestiva" que dejaría en suspenso, actúan de disparadoras del problema que aquí nos ocupa7. El análisis de los conflictos políticos en la élite gobernante abrió otra línea de análisis que permitió profundizar los estudios sobre las prácticas políticas y las formas que adquirió la dominación. Partiendo de las denuncias presentadas a fines del período colonial y tomando en cuenta los pedidos de intervención federal de principios del S XX, Eduardo 5 Myriam Corbacho (1976), "El Club 20 de febrero, una leyenda salteña", en Revista Todo es Historia Buenos Aires, Nº 110. 6 Frederick Alexander Hollander (1976), “Oligarchy and the Politics of Petrolum in Argentina: The case of the Salta Oligarchy and the Standard Oil, 1918-1933, Los Ángeles. 7 Natalio Botana (1977), El orden conservado,r Buenos Aires, Sudamericana. Saguier (1991) infirió que en Salta se configuraron prácticas nepóticas de poder; en el sentido de una élite condicionada a cohesionarse y a coaligarse para preservar un espacio de poder propio y libre de intromisión de las élites burocráticas centrales8. A diferencia de Botana, para quien las cuatro familias dominantes en el período 1880-1916 resumían un nepotismo de tipo vertical, Saguier se inclinó por la existencia de un nepotismo horizontal, considerando que la portación de un mismo apellido no garantiza la existencia de estructuras nepóticas; pero sí el dominio y el poder a lo largo del tiempo en la región de pertenencia. Para el estudio de la élite salteña, Saguier consideró más apropiada la categoría de clanes familiares. Así, planteó que la Salta de 1906 a 1912 asistió a una lucha de clanes entre los Ovejero y los Patrón Costas, que si bien diversifica la hipótesis de Botana, no desvirtúa su esencia. Desde la sociología, Tulia Falletti (1996) avanzó sobre la relación familiapolítica para caracterizar a la élite del Noroeste en el poder entre 1880 y 1930. En su trabajo, centrado en el caso jujeño, incorporó al concepto de familia el de redes familiares, que consideró de más amplio poder explicativo para estudiar los mecanismos por los cuales la red jujeña de familias pudo conservar y legitimar su poder político. Falletti encontró en las familias dominantes de Jujuy un patrón endogámico dentro del cual el matrimonio se constituyó en el contrato-base sobre el cual las redes familiares se formaron, expandieron y consolidaron9. Desde la lógica de la investigación cualitativa, Tristan Platt (1996) abordó a la familia Ortiz, en un estudio de caso con el cual logró establecer que una red de relaciones de parentesco y matrimonio vinculó a numerosas familias pudientes en la Salta de 1800 a 188010. De estas alianzas, Platt desprendió que favorecieron la formación de una élite local sólidamente estructurada, con miembros que en su desplazamiento por las nuevas Repúblicas de Bolivia, Perú y Chile crearon -telón de fondo para sus decisiones económicas y políticas- una red interregional de parentesco y matrimonio capaz de superar 8 Eduardo Saguier (1991), "Nepotismos provinciales", en Todo es Historia, Buenos Aires, Nº 291. Tulia Falleti (1996), "Redes familiares y clientelismo político en el Noroeste argentino, 1880-1930", en FALLETI, Tulia y SISLIÁN, Fabián. Dominación política, redes familiares y clientelismo, Buenos Aires. 10 Tristan Platt (1996), "Historias Unidas, Memorias Escindidas. Las empresas mineras de los hermanos Ortiz y la construcción de las elites nacionales. Salta y Potosí, 1800-1880", en Revista Andes, Salta. Nº 6. 9 los límites geográficos y políticos, para dar sustento a las nociones de construcción social del espacio que cobra cuerpo, en oposición a la versión espacialista derivada de la geografía francesa a partir de los años de 1960 . Los trabajos realizados hasta ahora sobre el Noroeste y específicamente sobre Salta, en la mayoría de los casos, centraron el análisis en los apellidos de los individuos de las familias de élite y las relaciones de parentesco básicas. Sin embargo, la condición de integrante no obedece sólo al casamiento como contrato básico sino al reconocimiento que los otros hacen como miembro de la familia. Los estudios de Pierre Bourdieu contribuyeron a redefinir esta problemática, teórica y metodológicamente11. En ellos se afirma que la definición tradicional de familia como un conjunto de individuos vinculados entre sí -sea por alianza, matrimonio o filiación, o más excepcionalmente por adopción- y que viven bajo el mismo techo (cohabitación), poco ayuda a definir las familias. Aclara el sociólogo francés que la familia no es más que una palabra, una mera construcción verbal, de modo que se deben analizar las representaciones que tiene la gente de lo que designa por familia. En este sentido, la familia, como categoría social objetiva (estructura estructurante), es el fundamento de la familia como categoría social subjetiva (estructura estructurada), categoría mental que constituye el principio de miles de representaciones y de acciones (matrimonios, por ejemplo) que contribuyen a reproducir la categoría social objetiva12. Para Bourdieu, hay que dejar de aprehender la familia como un dato inmediato de la realidad social para considerarla un instrumento de la construcción de esa realidad. 11 David Warren Sabean distingue tres grandes tradiciones teóricas que abordan el estudio de la familia y que tienen influencia hasta hoy. La primera originada a partir de los estudios etnológicos europeos del siglo XIX de Frédéric Le Play y Wilhelm Reihl. La misma observa a las estructuras familiares como un continuo, con una cabeza sobre la que giran los demás miembros dependientes. Para esta línea la clave explicativa para la comprensión de la unidad de la casa familiar la constituyen la autoridad y la disciplina. La lógica de funcionamiento está dada por la necesidad de mantener la integridad del patrimonio, y sobre ella se ordena todo el sistema de relaciones y de poder en la familia. La segunda línea la constituyen los aportes de Otto Brunner, quien sostiene que todas la relaciones de dependencia de la casa familiar están basadas en el señor de la casa, quien es la cabeza directora, dueño de todas las virtudes, padre y director espiritual Finalmente, los estudios etnográficos sobre la dinámica de la casa de Pierre Bourdieu constituyen los aportes más recientes. Bourdieu al igual que Le Play encuentra que el mantenimiento de la integridad patrimonial es la lógica que ordena las prácticas familiares. En David Warren Sabean (1997), Property, Production and Family in Neckarhausen, 1700-1870, U.S.A. 12 Pierre Bourdieu (1997), Las razones prácticas, Buenos Aires.. Esta cuestión interesa a nuestro estudio, ya que hace referencia a la construcción de esa realidad invisible que organiza las prácticas y las representaciones que tienen los actores y dan sentido consciente, o no, de sus acciones. La ideología de la familia En 1993 José María Posse escribía: “Considero que ser miembro de una familia tradicional, no da derecho ni privilegio alguno, y por el contrario, crea una doble e ineludible obligación. La primera es transmitir a los jóvenes, quiénes fueron y qué hicieron sus mayores. Lo segundo es ser consecuente en nuestra vida con ese legado que nos enorgullece recibir”13. Bernardo Frías se refería, en cambio, a la voz de la sangre: “Hoy sirve para disculpar a algunos cuando aplauden los desbarros del pariente, o que lo siguen como viejos carneros por la misma razón, haciendo del gobierno patrimonio de familia”14. Ambas expresiones contradictorias -construidas la de Frías a comienzos del siglo XX y la Posse a fines del mismo siglo- se refieren a una realidad que se extiende más allá del Noroeste argentino y que tiene vigencia hasta estos días: las llamadas familias tradicionales y los vínculos de parentesco. Estas devienen de construcciones elaboradas a través del tiempo y que se imponen en el conjunto social, al cual ordenan, jerarquizan y clasifican. Las más tempranas están referidas al color de la piel y encuentran sus orígenes en la sociedad colonial. El censo de 1865 toma éste criterio para tipificar a la población salteña. Cuenta en Salta 13.649 habitantes “blancos” y 87.494 “de color”. Los salteños blancos y propietarios pertenecen a la “clase decente” y la gran mayoría a la “clase mestiza”. El censista describía: "El habitante de la Provincia es robusto y poco laborioso, de estatura generalmente mediana, y rara vez gordo; el color de la clase decente es blanco y pertenece a la raza Española ó Caucasiana; la otra clase es mestiza y participa de la raza Africana ó Indiana… Las Salteñas, las de la clase decente, pertenecen a la misma raza Caucasiana, y son muy blancas y hermosas, y se distinguen por los lindos ojos y cabellos negros. La otra clase 13 14 Posse, José María (1993), Los Posse. El espíritu de un clan, Tucumán, Sudamericana, p. 11. Frías, Bernardo (1980), es mestiza y bastante fea y parece mucho al tipo Indiano, con pocas excepciones15. Esta clasificación centrada en el color de la piel no variará un cuarto de siglo después. Manuel Solá, quien pertenece a los sectores más progresistas de los grupos dirigentes de la época, indica en 1889 que en la ciudad de Salta existen 10.000 salteños “blancos” y 7.200 “de color”, además de bolivianos, chilenos, italianos, españoles, franceses, alemanes, ingleses. Solá reproducía en su Memoria la descripción de Woodbine Parish (1853), quien advertía la existencia de dos grupos: uno al que denominaba la sociedad culta y otro la clase baja. Parish afirmaba que los usos y costumbres de la sociedad culta eran más ó menos las costumbres y usos españoles, algo modificados por las condiciones especiales locales y por la influencia de las colonias extranjeras. La clase baja conservaba todavía gran parte de sus hábitos indígenas, entre los que descollaban mil preocupaciones absurdas -respecto a creencias religiosas- y una general inclinación al uso de las bebidas fermentadas. “Aquí el culto á San Lunes está en todo su esplendor”, ironizaba el diplomático inglés 16. Periodistas e historiadores pertenecientes al círculo, o fuera de él, eran los “especialistas” que producían y reproducían estas taxonomías que incluían y ubicaban a unos y excluían y reposicionaban a otros. Bernardo Frías, el primer historiador profesional salteño, al realizar su Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina, recuperó en su estudio lo aprendido socialmente. Afirmaba que la situación social de las castas, las costumbres y respetos personales eran el resultado de una cultura de siglos. Agrupaba a la sociedad salteña en sociedad culta y plebe, y a esta última la consideraba un elemento social tres veces superior en su número a la gente decente. A su juicio se trataba de una “mezcla grosera” de todas las razas que entraron en la formación de la sociedad colonial, con preminencia de lo que calificaba como una “casta de mulatos” con “todos los vicios del esclavo” De ellos destacaba que “ejercían todos los oficios viles, vivían descalzos, en una lastimosa miseria, porque viciosos como eran y generalmente cargados de 15 En,Registro Estadístico de la Provincia de Salta. Con el resumen del censo de la Población de año de 1865. Parte Primera. Registro Estadístico de 1866, Parte Segunda. P. 95. 16 En Solá, Manuel (1889), Memoria Descriptiva de Salta. Buenos Aires. Imprenta y Encuadernadora Mariano Moreno, ps. 407-408. familias, no conocían las virtudes del ahorro, y las ganancias de su trabajo, con ser miserables, las empleaban a fin de semana en beber el aguardiente, durmiendo la embriaguez tres días o moliendo a golpes a sus mujeres”17. La participación en la gesta de la independencia fue otra línea divisoria que se construyó en el siglo XIX. Fueron los propios protagonistas quienes acentuaron, a través de sus testimonios escritos, su rol en la construcción de la Nación argentina18. La presencia inmigrante y la ubicación rápida de algunos de ellos en la cúspide social contribuyó a la búsqueda de los antepasados y a la formación de linajes. ¡Algunos incluso superarían en el tiempo a los propios europeos!19 Diría Carlos Ibarguren: “La vieja cepa, cuyas raíces se hunden profundamente en la madre patria, retoñó en mi terruño traída en la noble sangre hispana de los conquistadores de América. De ese linaje proceden mis padres, Federico Ibarguren y Margarita Uriburu”. El ex ministro de Justicia de Roque Sáenz Peña subrayaba que sus antepasados, los Ibarguren, habían llegado con la corriente colonizadora del Perú y habían esposado en América a hijas y nietas de encomenderos. Las rivalidades por el control del Estado amenazaban en forma constante la cohesión de los grupos dirigentes. A fines del siglo XIX y sobre todo en las primeras décadas del siglo XX, a la par que tomaban fuerza las acusaciones de prácticas nepóticas, escritores y periodistas comenzaron a estructurar el discurso de la familia. Juan Ignacio Gorriti escribía en 1916: “En una familia bien ordenada, los intereses de cada miembro de ella son mirados como de toda entera: todos los 17 Frías, Bernardo (1972), Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina, Buenos Aires, Ediciones Desalma, Tomo IV, pp. 542-544. Esta publicación es encargada a Frías en el año 1913, durante el gobierno de Robustiano Patrón Costas. La pretensión del autor es insertar a Martín M. de Güemes en la historia nacional. 18 Uriburu, Dámaso (1899), Guerra del Pacífico. Episodios 1879-1881. Buenos Aires. Uriburu, Dámaso (1934), Memorias. Buenos Aires. Uriburu, Evaristo (1910), Memoria Histórico Biográfica del Coronel Evaristo Uriburu. Buenos Aires. 19 Fernando Figueroa, en un libro muy útil por su información genealógica, dice que el apellido salteño Figueroa pertenece a un antiquísimo linaje español, cuya génesis se ubica en el Valle de las Figueras y entronca con la monarquía goda, la más antigua de la península. En el año 791unos caballeros cristianos enfrentados con los moros adoptaron por armas las hojas de higuera y comenzaron a llamarse Figueras. En Figueroa, Fernando (1996), De Figueroa y otros linajes, Salta, pp. 9-20. miembros concurren con su contigente de auxilios a ayudar al que los necesita, cualquiera sea la adversidad en que se encuentre”20. Décadas más tarde Ernesto Aráoz decía: “En ese tipo de hogar antiguo la solidaridad del clan trascendía en un afecto cálido y sincero, en una férvida y permanente adhesión recíproca”21. Palermo Riviello realizaba también una reflexión sobre el hogar de antaño, sobre el que destacaba que “el sentimiento del hogar es evangelio doméstico que alienta a la vida en el amor de los corazones… Las madres salteñas eran entrañablemente cariñosas y la primera obligación que se arrogaban era la de criar a sus hijos. Era tierno el espectáculo de una naciente familia; siempre iba en aumento el vínculo de la sangre y cariño en el hogar… Los esposos y padres eran varones de temple, de la más pura ética, que hacían sus hogares felices, sin modificar costumbres de abuelo. El hogar era su club, era también la escuela de buena crianza”. El relato de Palermo es interesante porque a la vez que da forma a aspectos de la vida social pasada, pretende también posicionar su apellido y el de otros, en la esfera de aquellos que contribuyen a la pretendida grandeza de Salta. En esa cornisa del ser y no ser, reconoce a los aborígenes, al trabajo manual, al tendero. Aquí, de pronto, su trabajo se convierte en peligroso. Quizás, por ello ni Palermo, ni sus reminiscencias, lo hicieron merecedor del reconocimiento del grupo del cual se creía portavoz. También, el autor de las Reminiscencias Salteñas, reconoce la importancia fundamental de la mujer en el hogar. Ya que es ella la primera encargada de inculcar estos valores sociales que comparte. Esto es clave. Giovanni Levi observa acertadamente que la ligazón de las mujeres con los hombres de la Iglesia las convierte en piezas claves para reproducir, transmitir y controlar que se observen las normativas emanadas y la ideología dominante. Asevera, el historiador italiano, que la Iglesia y los curas, no deben entenderse como un dato más de la realidad, sino que constituyen otro centro -además del Estado en consolidación- de producción 20 Gorriti, Juan Ignacio (1916), Reflexiones, Buenos Aires, La Facultad, p. 95. En Aráoz, Ernesto (1944). Al margen del pasado. Bernabé y Cía. P. 35. Ernesto Aráoz, nació en Salta en 1891. Se recibió de abogado en la Universidad Nacional de Buenos Aires en 1918. Se dedicó a las actividades agrícolas y ganaderas. Fue también profesor de Educación Cívica. Desempeñó diferentes funciones públicas: fue Diputado provincial, Ministro de gobierno, Diputado Nacional, vicegobernador y gobernador en el período 1941-1943. 21 de normas que controlan al resto en virtud de su autoasignada (y reconocida por los otros) superioridad moral22. En estos principios diferenciadores, construidos e incorporados históricamente, se funda la idea dominante-dominadora de familia tradicional, como conjunto de individuos “blancos” criados en el seno del “hogar”, portadores de un apellido que los liga con los descendientes de los primeros conquistadores, o con los partícipes de la gesta independentista, autoreconocidos como reserva moral y ética de la sociedad. En el mismo proceso de construcción, y por oposición, se construye el otro grupo, en una sociedad que es percibida dual. La familia tradicional deja de ser una invención para adquirir realidad en sí misma. Muchos de los estudios centrados en Salta, parten de la explicación del control del Estado provincial, los conflictos políticos y sociales y el patrimonio familiar a partir de familias tradicionales que son tomadas como realidades naturales preexistentes. Por ello se torna necesario invertir la mirada para registrar las estrategias desplegadas por individuos o grupos, emparentados o no, para acceder y conservar el control político del moderno Estado provincial salteño, a la par de acrecentar los patrimonios en un período que se caracteriza por la consolidación del Estado nacional argentino y la configuración del modelo agroexportador. Se trata, entonces, de establecer el modo en que los actores perciben a la familia y de concebir las prácticas familiares orientadas más por estrategias que por reglas23. Vínculos y estrategias Los dos presidentes salteños, Victorino de la Plaza y José Evaristo Uriburu, estaban vinculados con los dos grupos de poder que se habían configurado en 22 Entrevista a Giovanni Levi. En Revista Todo es Historia.. Marzo de 2000. Bourdieu advierte que la unidad y continuidad de la experiencia asumida en la vieja tradición hermenéutica como una precondición para el entendimiento no brinda ya soluciones. La concepción de estructura es puesta en discusion frente a la imagen de una sociedad que no cesa de reconstituirse. Mucho del debate actual se centra en las categorías de "prácticas" y "estrategias", consideradas más satisfactoriamente analíticas para describir la acción que otros categorías. En Bourdieu, Pierre. Outline of a Theory of Practise. (Cambridge, 1977). 23 la provincia entre 1880 y 1916: los orticistas y uriburistas24. A diferencia del primer grupo, este último tenía sus raíces directamente al parentesco, al apellido de los Uriburu. De Victorino de la Plaza, Palermo Riviello decía que “era un muchacho estudioso y protegido por la antigua familia del doctor Miguel S. Ortiz”. Y destacaba la “íntima amistad que lo unía a Miguel, con quien se carteaba regularmente”25. En efecto, no sería casual que Miguel S. Ortiz acompañara a de la Plaza como Ministro del Interior de su gabinete entre 1914 y 1916. Ni los Uriburu, ni los Ortiz eran descendientes de las primeras familias conquistadoras. Joseph Uriburu, (1757-1831), un vasco que abandonó Vizcaya para afincarse en forma definitiva en Salta, se había vinculado por matrimonio con una de las principales familias del medio. El 10 de setiembre de 1792, cuando contaba con 41 años, esposó a Manuela Hoyos y Aguirre, con quien tendría diez hijos: Manuela, Dámaso, Evaristo, Vicente, Pedro, Juan Nepomucemo, Casimiro, Camilo, José María y Juana. Luego, algunos de ellos contraerían matrimonio con las familias más prestigioas de la sociedad salteña: Dámaso se casó con Teresa Poveda e Isasmendi, Evaristo con María Josefa Álvarez y Arenales, Vicente con Juliana de Ávila, Pedro con Cayetana Arias Cornejo, Juan Nepomucemo con Casiana Castro Sanzetenea. Camilo siguió otro derrotero y se enlazó con su prima, la mendocina Delfina Uriburu y Maza, mientras que Casimiro contrajo nupcias con Mercedes Patrón y Escobar, hija de otro español que se afincó en Salta recién a mediados del siglo XVIII. Juana, finalmente, se casó con Juan Incháustegui. Con respecto a los Ortiz, Tristán Platt dejó valiosos aportes en varios de sus trabajos. Al igual que Joseph Uriburu, el originante de este apellido, Gabriel Ortiz, había formado parte de la migración borbónica de fines del siglo XVIII. Sus buenas conexiones lo llevaron a ocupar el cargo de Regidor de Salta. A los treinta y dos años contrajo matrimonio con Petrona de los Santos Acebedo en 1799. Falleció diez años después. “Había desde antiguo dividido a los hombres de la política, y últimamente se había reconcentrado esa división en uriburistas y orticistas”. Frías, Bernardo (1923), El doctor Domingo Güemes, en Boletín del Instituto Güemesiano de Salta, 1980, Vol. Nº 4, Salta, p. 121. 25 Palermo Riviello, José, op.cit.. 24 Si bien Ortiz trabaja al lado de los principales muleros de la época, era una figura intersticial que no manejaba grandes capitales propios. Su esposa, de quien se sabe poco, fue el sostén de la familia tras su muerte. En 1816 se trasladó con sus cinco hijos a Potosí: Manuel (nacido en 1805), José Toribio (1806), Francisco de Paula (1807) y Serapio Eugenio (1808). En la década de 1830 Francisco de Paula, Manuel y Serapio explotaban minas de plata en Cerro Rico. En 1836 inventaron la máquina de repaso que les permitío ampliar enormemente la escala de producción y se convirtió en la base de sus fortunas. Serapio y Francisco de Paula terminaron afincándose en Salta. Serapio compró en 1842 la importante finca Castañares, ubicada dos leguas al Norte de la Capital, y se convirtió en terrateniente. Dos años después contrajo enlace con Candelaria Viola de Otero y amplió su base terrateniente acrecentando sus rentas mineras y ganaderas como prestamista. Tras su muerte, en 1861, sería su viuda la administradora de los bienes que en 1880 se dividieron siete hijos: Miguel Serapio, Abel, Ignacio, Nolasco, Mercedes, Benjamina y Margarita. Francisco de Paula no siguió el curso estratégico de su hermano. Se casó mucho antes con la salteña Azucena Alemán y sus actividades giraron más en torno al comercio que a la producción agropecuaria. Sin embargo, uno de sus hijos tendría un papel gravitante en la política provincial. Se trata de Francisco J. Ortiz quien contrajo nupcias con una de sus primas, Mercedes Ortiz Viola. Con sólo treinta años de edad, Francisco asumiría como Ministro de Gobierno de Cleto Aguirre (1862-1864). Estos años coincidieron con el desenlace de uno de los conflictos políticos que marcaron la historia de la época, y que tuvo a los Uriburu como principales protagonistas. La década de 1850 había resultado prolífica en cargos nacionales y provinciales para los miembros de esta familia. Dámaso Uriburu fue senador nacional; Vicente, teniente gobernador de Orán; Pedro, integrante de la Cámara de Diputados en Paraná y luego cónsul en Bolivia. Evaristo presidía por entonces la Convención Constituyente de Salta, representando al distrito El Carmen (más tarde San Lorenzo); Juan Nepomucemo era secretario general de gobierno de Juan Pablo Saravia, mientras que Juan, Samuel, Federico y Pío Uriburu26 integraban el cuerpo constituyente. Esta concentración de cargos y la lucha por espacios llegó a tales extremos que el 13 de junio de 1864 un manifiesto firmado por Pedro José Frías, Martín Cornejo, Alejandro Figueroa, Francisco Centeno y otros prominentes vecinos, repudió el hecho de que una famila salteña -los Uriburu- monopolizara la función pública "asegurando una renta de $20.000 anuales a hermanos, primos y sobrinos"27. Por esta situación, Bernardo Frías la llamaría “familia afortunada”. El desenlace de los sucesos conocidos como la Revolución de los Uriburu obligó a los miembros de la familia a alejarse de Salta y a presenciar casi como espectadores el devenir político provincial28. Frente a los acontecimientos, la oposición integrada por los Puch, Güemes, Ovejero y Solá, entre otros, creó el Regimiento 4 de Junio bajo las órdenes de Juan Solá y levantó en la plaza principal una pirámide conmemorativa del suceso. Trece años más tarde, en su campaña como candidato a gobernador, Juan Solá, alertaba sobre una posible uriburiada29. Aunque entre 1869 y 1871 Benjamín Zorrilla, hijo político del autor de los hechos de junio de 1864, José Uriburu, llegó a la máxima magistratura provincial, pasarían treinta y cuatro años para que otro de su apellido (Pío), suegro de Domingo Patrón Costas, asuma como gobernador de Salta. 26 En 1898 es gobernador de la provincia y luego senador nacional. Partidario del roquismo, dirigió la política provincial desde su cargo de senador. 27 Archivo Mitre. Tomo XXVI, pág. 283.Carta del 13-VI.1864, y pág. 284, carta del 27-VI-1864.Citado por Lalanne, Pedro Fernando (1989), Los Uriburu, Buenos Aires, pp. 92. 28 Estos hechos ocurrieron en marzo de 1864 y próximos a la fecha que Juan Nepomucemo Uriburu debía transmitir el poder. Dice Antonio Zinny que Uriburu usurpó el mando a favor de un motín militar que más bien fue una farsa, siendo los autores el exgobernador Juan Nepomuceno Uriburu, y su sobrino José Uriburu. Este último fingió hacer revolución el día antes de la cesasión de su tío en el mando para impedir el nombramiento legal del nuevo gobernador. De esta manera disolvió el cuerpo legislativo, reunió a más de un centenar de hombres e hizo en la plaza un simulacro de pronunciamiento, haciéndose proclamar gobernador interno de la Provincia. Mientras tanto la oposición a los Uriburu reunió 3000 a 4000 hombres, bajo el mando del presidente de la Legislatura, Segundo Díaz de Bedoya, cuya autoridad fue reconocida como gobernador provisorio legal. En vista a los innumerables reclamos que contra don José Uriburu se presentaron, por perjuicios causados a diversos ciudadanos en saqueos de sus propiedades, su sucesor Bedoya expidió el 6 de junio, un decreto mandando poner en seguridad los bienes pertenecientes a aquel así como los documentos y demás papeles. El motín dejó un trágico saldo de 40 muertos y 80 heridos en las calles de Salta. En la Viña fueron apresados Juan N. de Uriburu y su hijo Pío y en San Carlos, Patricio Uriburu. José Napoleón y Francisco corrieron la misma suerte. Evaristo Uriburu pudo huir de la provincia. Pablo Fernández Lalanne afirma que “inútiles resultaron sus intentos de explicar a Mitre lo sucedido y para que los Taboada los defendieran. (ob.cit. pp. 91 y 92). 29 Lalanne, ob.cit., pág. 97. Atilio Cornejo al describir estos sucesos refería a dos bandos: el de los Uriburu y “la tribu” integrada por los opositores, entre los cuales aún no habían adquirido talla los Ortiz. Ambos grupos oponentes tenían una sola arista en común: aceitadas relaciones con el Poder Ejecutivo Nacional. Aunque Mitre no apoyó la revolución de los Uriburu ni el pedido de intervención de la Provincia, lo unían con esta familia salteña inocultables lazos de amistad e interés mutuo. Las presidencias de Domingo Sarmiento y Nicolás Avellaneda encontraron a hombres de ambos bandos a cargo de la Procuración del Tesoro de la Nación: José Evaristo Uriburu (entre 1869 y 1870) y Victorino de la Plaza (entre 1874 y 1880). Las dos facciones opositoras adquirieron durante la década del 80 mayor identidad y fue entonces cuando recibieron el apelativo de orticistas y uriburistas. Los primeros abandonaron el anónimo mote de “tribu” cuando Miguel Serapio Ortiz accedió a la gobernación de Salta entre 1880 y 1883. Congregados en el Club de la Juventud y con el apoyo recíproco de Julio Argentino Roca controlarían por más de una década la política y la economía provincial. Con sólidos vínculos en el escenario nacional, encontraron su matriz originaria en el grupo opositor a los uriburu, configurado después de la intentona revolucionaria de 1864. La presidencia de Roca y el PAN tuvieron en estos ex urquicistas-federales una base de apoyo que sería recíproca. Muchos de aquellos apellidos se repitieron en la primera magistratura provincial y en las legislaturas provinciales y nacionales años después, teniendo a las elecciones como estrategias para mantener alejados, a toda costa, a los opositores. La tabla que sigue muestra el desempeño electoral de ambas facciones en 1880. Los orticistas figuran en color verde y los uriburistas en rojo. En azul están aquellos que no pudieron ser identificados con una ni otra facción. Tabla Nº 1 DEPARTAMENTO SENADORES DIPUTADOS FECHA DE CONVOCATORIA FECHA DE ELECCIÓN NÚMERO DE VOTOS APROBADO EN SESIÓN APROBADO EN SESIÓN ANTA Dr. Dn 30-06-1880 1º-08-1880 53 votos 2ª Sesión del HS Arístides Lopez Decreto Nº 73 CAFAYATE Flavio Llovet CAFAYATE Y GUACHIPAS Benedicto Fresco 04-10-1880 30-06-1880, Decreto Nº 73 1º-08-1880 45 votos 30-06-1880 Decreto Nº 73 1º-08-1880 45 votos CAFAYATE Salustiano Sosa 14-11-80 CALDERA José Hilario Tedin 1º-08-80 Sesión de la H.C.D. del 28-091880 2ª Sesión del HS 04-10-1880 Sesión de la H.C.D. del 28-091880 CAMPO SANTO Y CALDERA Angel Ugarriza 30-06-1880 Decreto Nº 73 1º-08-80 151 votos 2ª Sesión del HS 04-10-1880 CAPITAL Victorino Manuel Solá 30-06-1880 1º-08-1880 384 votos 2ª sesión del H. S. 4-10-80 Sesión de la H.C.D. del 28-091880 Sesión de la HCD del 28-09-1880 CAPITAL Abel Ortiz 30-06-1880, Decreto Nº 73 1º-08-1880 385 votos CAPITAL Francisco Alvarez 30-06-1880, Decreto Nº 73 1º-08-1880 385 votos CAPITAL Máximo Tamayo 30-06-1880, Decreto Nº 73 1º-08-1880 385 votos Sesión de la HCD del 28-09-1880 Sesión de la HCD del 28-09-1880 2ª Sesión del HS 04-10-1880 CERRILLOS Manuel Peña A. Macedonio Aranda CHICHOANA Mariano Echazú GUACHIPAS Isaias Aivar IRUYA y SANTA VICTORIA IRUYA Daniel Goitia 30-06-1880, Decreto Nº 73 30-06-1880, Decreto Nº 73 1º-08-80 45 votos 1º-08-80 81 votos 30-06-1880, Decreto Nº 73 1º-08-1880 76 votos 99 votos Miguel Brizuela METÁN Felipe Pérez METAN Antep. C. de P. D. Justiniano Arias 2ª Sesión H. S. 04-10-1880 MOLINOS Salustio Quirós 1º-08-80 MOLINOS Arturo Dávalos C. de P. MOLINOS Manuel Llovet C. de P. ORÁN Salustio Quiroz 30-06-1880, Decreto Nº 73 1º-08-1880 Sesión de la HCD del 28-09-1880 ORÁN Facundo Cabrera 30-06-1880, Decreto Nº 73 1º-08-1880 Sesión de la HCD del 28-09-1880 RRIO DE FRONTERA LA Domingo Güemes C. de P. RRIO DE FRONTERA LA Ignacio Ortiz C. de P. ROSARIO LERMA DE Aniceto Latorre C. de P. ROSARIO LERMA DE Dr. Manuel Dn. 1º-08-80 106 votos Sesión de la HCD del 28-09-1880 Heredia ROSARIO LERMA DE Juan José Saravia SAN CARLOS 30-06-1880, Decreto Nº 73 Dr. Dn Felipe Arias 1º-08-80 106 votos 1º-08-80 112 votos 2ª Sesión H. S. 04-10-1880 Fuentes: En AHS, Registros Oficiales Nº 1 y 2, Acta de Sesiones de la Cámara de Senadores y Diputados, Carpeta de Gobierno Nº 1 y 2, 1880. A simple vista se observa la mayor representación en manos de los orticistas. En las elecciones de senador de 1881 se postuló Pío Uriburu como representante del departamento de Iruya. Tenía como competidor a Cástulo Aparicio. A pesar de haber sido favorecido por una clara mayoría de los votos, la legislatura provincial nunca aprobó su pliego. Entre 1880 y 1898 se sucedieron en la gobernación Moisés Oliva (1879-1881), Miguel S. Ortiz (1881-1883), Juan Solá (1883-1886), Martín Gabriel Güemes (1886-1889), Adolfo Martínez (1889), Pedro J. Frías (1890-1893), Delfín Leguizamón (1893-1895) y Antonino Díaz (1895-1898). Todos estos mandatarios no sólo estuvieron ligados por los vínculos políticos construidos durante las dos décadas anteriores sobre el antiuriburismo, sino también por empresas económicas emprendidas en forma conjunta. Por caso están los Baños Termales de Rosario de la Frontera, que Moisés Oliva arrendó a la propietaria Melchora Figueroa de Cornejo. Miguel Ortiz compró las acciones de la sociedad a Oliva, quien después vendió sus acciones a Martín Gabriel Güemes30. Curiosamente estos baños pasarían después a propiedad de la Provincia y serían transferidos a la Nación como parte de pago de un empréstito de cinco millones de pesos oro para crear el Banco Provincial de Salta. Este banco de capitales mixtos no dio resultados y fue Delfín Leguizamón quien, poco tiempo después, selló el acuerdo de traspaso al gobierno nacional31. 30 En A.H.S, Libro del Escribano Romero, Protocolo del 30 de agosto de 1890, folio 579. Bajo el gobierno de Martín Gabriel Güemes, la provincia logra del Banco Nación, un empréstito de cinco millones oro para crear el Banco Provincial de Salta, un banco mixto que cinco años más tarde sería de propiedad de la Provincia. En 1893, el Gobierno nacional se hace cargo de la deuda de emisión del Banco de la Provincia, a cambio de la deuda que mantiene con Salta por las guerras de la Independencia (trescientos mil pesos oro), los baños termales de Rosario de la Frontera y una fracción de seiscientos sesenta y siete leguas de tierras públicas. Dos años después el gobernador Delfín Leguizamón se congratula de que la única institución de crédito sea propiedad del Estado provincial. Queda por indagar que pasó con el empréstito, quiénes fueron los beneficiarios de la política crediticia y por qué esta institución mixta no pudo sostenerse. 31 En1889 también encontramos a Miguel Ortiz en negocios con Juan Solá, quien le donó una finca en el paraje del Río Blanco. Extrañamente, estos terrenos fueron transferidos por el propio Ortiz a Fernando Solá, hijo del donante32. Francisco J. Ortiz, a su vez, formó una sociedad con Antonino Díaz. Ambos adquirieron en un remate del Banco Provincial de Salta la finca San Francisco, de 662 hectáreas en el departamento Capital, por 86.000 pesos m/n. Completamente alambrada, con sala, casa para peones, agua, pasturas y hacienda incluida, esta finca pasó a manos de Díaz y Ortiz con la entrega de sólo 8000 pesos m/n. El resto fue abonado mediante una hipoteca hecha sobre las mismas tierras con un interés del 6% anual33. Los orticistas, como se aprecia, conformaron un grupo cuyo vínculo alternaba entre los intereses políticos y económicos. Las empresas conjuntas, las relaciones de amistad, la utilización de los propios resortes del Estado, aseguraron que este entramado de dominio se conserve por más de una década, dentro de una estrecha relación de beneficios recíprocos con el Poder Ejecutivo Nacional. A diferencia, los uriburistas se percibieron a sí mismos como una familia y las estrategias desplegadas estuvieron orientadas en esta dirección. Seis de los once ministros nacionales y uno de los dos presidentes de la Nación que detentó Salta entre 1880 y 1916 pertenecían a la familia Uriburu. Benjamín Zorrilla, hijo político de José Uriburu, se desempeñó como ministro del Interior durante la presidencia de Avellaneda; Francisco Uriburu fue ministro de Hacienda durante la presidencia de Miguel Juárez Celman; el mismo Benjamín Zorrilla, esposo de Amalia Uriburu, actuó como ministro del Interior durante la presidencia de José Evaristo Uriburu; Damián Torino, casado con Amelia Uriburu, se desempeñó como ministro de Agricultura durante la presidencia de Manuel Quintana; Miguel Tedín, emparentado con los Uriburu a través de Virgilio Tedín, ejerció como Ministro de Obras Públicas durante la presidencia de José Figueroa Alcorta; Indalecio Gómez, concuñado de José Evaristo Uriburu por su enlace con la peruana Carmen Rosa Tezanos Pinto, fue ministro del Interior durante la presidencia de Roque Saénz Peña. 32 33 En AHS, Libro del Escribano Eduardo Romero, Protocolo del 23 de noviembre de 1891, folio 248. En AHS, Libro del Escribano Enrique Klix, Protocolo del 6 de diciembre de 1900, folio 362. El cuadro de relaciones esbozado muestra el papel central que tienen las mujeres en la configuración y el mantenimiento de los vínculos. Sin embargo los intereses políticos y económicos no siempre se corresponden con los lazos familiares ni con el afecto. De allí, la preocupación por establecer los modos con que los propios integrantes perciben a la familia y deciden inclusiones o exclusiones. En 1891 Francisco Uriburu, en una carta a su primo José Evaristo, decía de Indalecio Gómez: “Yo le conocí como amigo a nuestro oligarca salteño, más aún, como miembro de nuestra familia. Pero de la noche a la mañana se hizo modernista; se une a los ladrones de Salta, sus antiguos enemigos, a su partido…pacta con Dídimo Pizarro la eliminación de tu candidatura”34. Tampoco las afinidades políticas se corresponden con alineamientos seguros. Si Julio Argentino Roca contaba con en el apoyo incondicional de los orticistas, encontraba duros obstáculos en la figura de Domingo Güemes, elegido diputado por Salta en 1882. Se quejaba Roca, a sus seguidores de Salta, que “le habían mandado un representante al Congreso, con quien no se podía contar sin discusión”. Para Bernardo Frías esta fue la causa por la que Güemes renunció al Congreso de la Nación35. Conclusiones Estudiar la dinámica del poder en Salta, entre 1880 y 1916, requiere entender que las autodenominadas familias tradicionales no son una realidad natural y preexistente. Estas devienen de la construcción de un sistema de diferencias que las posiciona por sus “atributos”, construidos históricamente, en la cúspide social. Esta ideología de la familia tradicional cohesiona al grupo que se reconoce a sí mismo superior, a la vez que distancia socialmente a aquellos que no se ajustan a ella. De todas formas, esta ideología penetrará en el conjunto social y orientará sus prácticas hasta estos días. La familia objetiva tampoco es una realidad estática que obedece a reglas estatuidas. Ello exige focalizar el análisis de las relaciones que se establecen 34 Citado por Fernández Lalanne, Pedro (1989), Los Uriburu, Buenos Aires, emecé, p. 309. Con el calificativo de modernista se refiere a la facción que apoya en 1891 la candidatura de Roque Sáenz Peña, quien se retira al confirmarse la fórmula integrada por su padre Luis Saenz Peña, acompañado de José Evaristo Uriburu. 35 En Frías, Bernardo (1980), op. cit., p. 120. entre individuos y grupos que -en el problema que nos ocupa-, exceden a aquellos vínculos estrictamente parentales, para sumar los de amistad, los políticos y los económicos. Este breve análisis de las relaciones que ligan a los actores muestra también que los entramados de dominio de uriburistas y orticistas cambian y difieren en el tiempo. La trama de relaciones también trasciende el espacio del territorio provincial. La permanencia en determinadas posiciones políticas, expectantes de mejores posibilidades económicas y de dominación, obliga a ambos grupos a desplegar diferentes estrategias con el Ejecutivo Nacional. Los uriburu lo harán sobre todo a través de los vínculos familiares. Sus opositores lo lograrán mediante lazos de amistad y afinidades políticas. Los primeros se sostendrán en el tiempo y mutarán durante las primeras décadas del siglo XX en los Patrón Costas, mientras los orticistas se diluirán en las nacientes filas de la Unión Cívica Radical. María Fernanda Justiniano