PERCEPCIÓN DE LA CIENCIA EN EL SECTOR EMPRESARIAL ESPAÑOL Irene López-Navarro

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PERCEPCIÓN DE LA CIENCIA EN EL SECTOR EMPRESARIAL ESPAÑOL
Irene López-Navarro1, Jesús Rey-Rocha1, M. Isabel González-Bravo2, M. Rosario OsunaAlarcón3, Rafael Castro-Balaguer4, Nadia Fernández-de-Pinedo4, Félix-Fernando Muñoz4,
J. Patricio Sáiz4, M. José Cuesta-Santianes5, Purificación Ribas-Mateos5
1. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Instituto de Filosofía.
Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad
2. Universidad de Salamanca. Facultad de Economía y Empresa
3. Universidad de Salamanca. Facultad de Traducción y Documentación
4. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
5. Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT)
Unidad de Inteligencia y Prospectiva
Contacto: I. López Navarro. C/ Albasanz, 26-28. 28037 Madrid. [email protected]
Resumen
Partiendo de la hipótesis de que la percepción de la ciencia y la innovación, y la cultura
científica empresarial en general, pueden influir de manera determinante en
comportamientos clave de la empresa, relacionados con sus actividades innovadoras, el
proyecto ‘Cultura científica, percepción y actitudes ante la ciencia y la innovación en el
sector empresarial español’ tiene como objetivo examinar aquellas variables subjetivas y
culturales que influyen en las actividades del sector empresarial en materia de I+D+i y en
su comportamiento innovador. Se pretende estudiar cuál es la percepción de la ciencia, la
tecnología y la innovación en el sector empresarial y cuáles son las actitudes y
motivaciones de las empresas españolas hacia la financiación y ejecución de la I+D+i
(tanto interna como en cooperación con el sector público) así como los principales
obstáculos para la apropiación de conocimiento científico. El proyecto parte de la
constatación de los límites de los enfoques economicistas –desconsideración de variables
contextuales e históricas, racionalización excesiva de los procesos de transferencia de
conocimiento– que ponen de manifiesto la necesidad de estudiar el vínculo cienciaempresa como relación social. Se propone una posible complementariedad teórica con el
enfoque de los estudios de percepción pública de la ciencia, capaz de solucionar dichas
carencias mediante la atención a aspectos tales como factores culturales, valores políticos y
1
sociales, la confianza institucional o la percepción del riesgo. Finalmente, se presenta el
diseño del primer cuestionario sobre cultura científica dirigido a empresas.
Palabras clave
Sector empresarial, colaboración público-privado, cultura científica, percepción de la
ciencia, brecha ciencia-empresa
Estudio financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Proyecto de
investigación ‘Cultura científica, percepción y actitudes ante la ciencia y la innovación en
el sector empresarial español’ (CSO2014-53293-R)
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Introducción
El sector empresarial ha cobrado un creciente papel en la escena de los planes y políticas
públicas de Ciencia y Tecnología, tanto nacionales como europeas, vinculado
especialemente a un cambio en el modelo productivo basado en la economía del
conocimiento como respuesta ante un contexto de crisis (Fernandez Zubieta et al., 2015;
OCDE, 2015). Este hecho contrasta en la práctica con un escenario en el que se ha
detectado la denominada ‘brecha entre investigación y mercado’. Este fenómeno está
definido por una escasa participación empresarial en la financiación y ejecución de la
I+D+i, especialmente en la modalidad de cooperación con el sector público, y por la falta
de estrategias para la apropiación por parte de las empresas del conocimiento generado por
universidades y centros públicos de investigación.
La cooperación público-privado constituye uno de los ejes fundamentales de estas
interacciones. Sin embargo, pese a la relevancia, en este nuevo modelo, del sector
empresarial, son pocas las investigaciones empíricas que lo interpelan directamente, como
argumentaremos a continuación. De modo que el campo de los estudios de percepción
presenta un importante nicho en cuanto a investigaciones sobre este nuevo actor. Por otra
parte, la mayoría de enfoques que se han interesado por la empresa y su incursión en la
ciencia han sido de tipo economicista y ahistórico, por lo que normalmente adolecen de
variables sociológicas y contextuales, tanto temporales como de localización, con las que
poder dar cuenta de las relaciones existentes entre ambas esferas.
La Comisión Europea apuntaba ya en su ‘Green Paper on Innovation’ (CE, 1995) que una
de las mayores debilidades de la Unión Europea en materia de I+D+i residía en la llamada
‘paradoja europea’, consistente en una supuesta inferioridad a la hora de transformar los
resultados de la investigación tecnológica en innovaciones capaces de generar ventajas
competitivas, con el consiguiente freno al potencial desarrollo económico que este tipo de
alianzas pueden generar (Leydesdorff et al., 2002). Bien es cierto que esta paradoja ha sido
matizada por diversos autores (Dosi et al., 2006).
Sin embargo, a día de hoy únicamente disponemos mayoritariamente de datos descriptivos
de tipo económico que confirman la persistencia de este desencuentro entre sistema de
investigación público y sector empresarial (CE, 2006; Cotec, 2014). Mientras tanto,
prevalece la falta de explicaciones teóricas surgidas a partir del análisis de datos empíricos
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que tengan en cuenta variables sociológicas y contextuales propias tanto del entramado
productivo como del sistema de I+D+i en el que se producen estas relaciones. Una de las
consecuencias más notables que genera este déficit es la escasez de propuestas prácticas
destinadas a solventar la falta de cooperación público-privada a través de planes y políticas
públicas a largo plazo. No es que no hayan existido y existan políticas en este sentido. Se
trata más bien de que los casos de éxito no se han generalizado, a la vez que los intentos
por generalizarlos no han sido tan factibles como cabría esperar. Tras más de medio siglo
de relaciones empresa-academia-comunidad (el llamado ‘Knowledge Triangle’) seguimos
sin tener una buena explicación y trabajos acerca de los fallos de compresión de los
objetivos y maneras a la hora de cooperar en hacer ciencia de unos y otros agentes. Así fue
señalado en la última edición del propio Manual de Frascati (OCDE, 2002) en el que se
reconoce explícitamente que es necesaria más información sobre esta tendencia: “La
cooperación en I+D+i es un área que no está tradicionalmente cubierta en las encuestas.
Ahora bien, sería muy deseable que los que toman las decisiones políticas dispusieran de
más información sobre este tema. La experiencia con las encuestas de innovación ha
mostrado que es posible preguntar a diferentes tipos de unidades, en diferentes regiones
geográficas, una simple pregunta sobre cooperación. Esto podría probarse también en
cuestionarios de I+D+i, de modo que en el futuro sea posible dar recomendaciones
explícitas” (OCDE, 2002:22).
El escaso abordaje que se ha producido sobre este objeto de estudio se ha hecho
mayoritariamente desde distintas escuelas económicas que han arrojado luz acerca de las
posibles barreras percibidas por parte de la empresa hacia las colaboraciones estratégicas
en I+D con universidades, organismos públicos de investigación y los ciudadanos. Algunos
trabajos han tratado de acercarse a esta cuestión a través de variables estructurales como el
tamaño empresarial (Bayona et al., 2002), la organización interna (Dierdonck et al., 1990;
Liyanage y Mitchell, 1994), los estímulos financieros y legislativos (Cotec, 2004), la
distribución espacial (D´Este y Iammarino, 2010) o la primacía de sectores de baja
intensidad tecnológica (Bayona et al., 2001). No obstante, existen perspectivas aún poco
exploradas que proponen tener en cuenta otro tipo de factores que exceden la lógica
puramente económica y tomar como punto de referencia a la empresa en lugar del
colectivo académico (De Vicente y Oliva et al., 2010). De este modo, en el análisis de la
cooperación público-privado en materia de I+D+i se han introducido aspectos como las
diferencias culturales (Mora Valentín, 1999; Owen-Smith y Powell, 2004), la influencia
del marco normativo reflejado en las políticas públicas de I+D+i (Fernández-Esquinas y
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Ramos, 2011; Sanz et al., 2005), los principales agentes en la toma de decisión de las
mismas, el peso de la tradición histórica de las instituciones académicas y empresariales de
cada región (Sanz et al., 2003), el sistema institucional de incentivos y recompensas (Mora
Valentín, 1999), el tamaño de los grupos (Schartinger et al., 2001) o los problemas de
comunicación entre organismos de investigación y empresas (López-Martínez, 1994).
Buena parte de todas estas dimensiones está recogida en los estudios de los sistemas
regionales de innovación (Cooke y Morgan, 1998; Navarro, 2009). La economía evolutiva
también se ha preocupado por la gran complejidad de la interacción entre la ciencia, el
I+D+i, la empresa y la sociedad. Freeman (1987) introdujo el pensamiento vebleriano en el
análisis de los procesos de cambio tecnológico, que deberían ser estudiados junto con las
instituciones, las empresas, el sistema educativo, la política científico-técnica y el entorno
social en el que se producen y por el que están determinados, es decir en el marco de los
denominados ‘Sistemas Nacionales de Innovación’ (Freeman et al., 1982; Pérez, 2004). El
objeto de estudio de la economía evolutiva se ha extendido a la empresa, como unidad de
análisis que, en vez de ser considerada a la manera ortodoxa, sólo como una función de
producción o como una ‘ficción legal’ para establecer relaciones contractuales entre los
individuos, se entiende y estudia como centro de acumulación de capacidades y
conocimientos (entre ellos los científicos y tecnológicos) que dependen de rutinas
organizativas y de la propia trayectoria e historia de la empresa, capaz de aprender o
adaptarse al entorno socio-cultural en el que se encuentra (López y Valdaliso, 1997, 2000).
Dentro de la sociología, uno de los enfoques teóricos más novedoso acerca de la
transferencia de conocimiento es el que propone la teoría de la Triple Hélice (Etzkowitz y
Leydesdorff, 2000; Etzkowitz, 2003) que analiza la innovación como un fenómeno
generado por la intersección de tres esferas –universidad, industria y gobierno–, cuya
diferenciación funcional, junto con la confluencia de intereses propios de cada ámbito,
acentúan su interdependencia (Geisler, 1995) y les hace más proclives a la colaboración
(Montoro Sánchez y Mora Valentín, 2006). Este enfoque en el ámbito de la economía está
ligado al concepto anteriormente citado de ‘Knowledge Triangle’, básico para entender los
clústeres industriales y las llamadas ‘soft industrial policies’, esto es, políticas en las que
no se trata de conceder subsidios o incentivos específicos a sectores y/o empresas, sino de
promover una atmósfera de cooperación entre éstas y el resto de los agentes
socioeconómicos con el objetivo de crear una atmosfera innovadora. Esta nueva visión
propone, por una parte, un modelo de generación de conocimiento más fluido y disperso
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que el tradicional y por otra, que las universidades se conviertan en un actor más dentro de
un escenario compartido en el que aparecen superposiciones e interdependencias de todo
tipo para la producción de conocimiento (Gibbons et al., 1994). No obstante, la
combinación del avance en la difusión del conocimiento provechoso económicamente y la
institucionalización de unas normas nuevas de la profesión científica plantea nuevos
desafíos (Owen-Smith, 2003) tanto para los propios centros de investigación como para el
tejido productivo y la sociedad circundante. Sin embargo, uno de los principales
inconvenientes de este enfoque es que, mientras que dos de las partes de esta relación
triádica –gobierno y academia– han ido ganando terreno en los estudios sobre transferencia
de conocimiento y las barreras que caracterizan la cooperación público-privado, el punto
de vista de la empresa ha sido escasamente retratado en este tipo de análisis. Así, mientras
que por parte de la universidad los estudios realizados hasta el momento han arrojado luz
acerca de la importancia factores sociales y psicológicos, además de institucionales, son
pocas las investigaciones empíricas que interpelan directamente a la otra parte de la
relación: la empresa (Lee, 2000). ¿Qué percepción tiene la empresa de las relaciones que se
dan en el triángulo del conocimiento?
Además de este tipo de problemas ligados a la escasa representación del punto de vista del
sector empresarial en los estudios sociales de ciencia y tecnología y de una interpretación
por parte de las escuelas económicas que, salvo excepciones, ha descuidado los factores
contextuales y sociológicos en los procesos de toma de decisiones sobre I+D, cabe destacar
del lado metodológico que la mayor parte de las investigaciones empíricas sobre
cooperación se sustentan en datos tales como patentes, licencias y spin-offs académicas,
dejando a un lado toda una dimensión de conocimiento tácito indispensable para el
desarrollo de innovaciones (Fernández-Esquinas, 2010). Sólo en algunos análisis, como los
realizados sobre los clústeres industriales, se hace ese esfuerzo explicativo, ya que uno de
los objetivos es conocer las relaciones entre los agentes y los conocimientos (capital
intangible) que portan los agentes y las instituciones a la hora de relacionarse.
En definitiva, son precisamente los límites aquí señalados de los enfoques economicistas –
desconsideración de variables contextuales e históricas, racionalización excesiva de los
procesos de transferencia de conocimiento – los que ponen de manifiesto la necesidad de
estudiar el vínculo ciencia-empresa como relación social. Sin embargo, los estudios de
percepción de la ciencia, capaces de solucionar dicha carencia, han descuidado de manera
sistemática el tratamiento de este actor. Es por ello que en este proyecto se plantea la
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necesidad de complementar los datos aportados por los estudios económicos con un
análisis de la percepción del sector privado que arroje luz sobre aquellas dimensiones
sociales de este vínculo que no llegan a cubrir otro tipo de enfoques.
La única aproximación con datos empíricos realizada hasta el momento en España es la
abordada por López-Navarro et al. (2011) con los datos de la Encuesta de Percepción
Social de la Ciencia y la Tecnología de FECYT. Para analizar la percepción de la ciencia y
la tecnología en el sector privado, se aisló del total de la muestra un subgrupo compuesto
por empresarios y trabajadores autónomos, en los que pudimos advertir actitudes y
expectativas diferentes a las del resto de la población en cuestiones relativas a la confianza
institucional (en concreto hacia los OPIs) y la gestión de riesgos que supone la ciencia y la
tecnología. A pesar de que el estudio contó con serias limitaciones derivadas de un diseño
de cuestionario previsto para medir la percepción de la ciencia en la sociedad de forma
genérica, los resultados obtenidos aportaron algunas claves para comenzar a entender la
distancia entre el sector privado y las instituciones encargadas de la generación de
conocimiento científico.
¿Por qué el sector empresarial y por qué desde el enfoque de la percepción social de
la ciencia?
En el año 1995 la Comisión Europea identificó el fenómeno conocido como ‘la paradoja
europea’ en el ‘Green Paper on Innovation’ (CE, 1995) en el que se ponía de manifiesto el
déficit en materia de transferencia de conocimiento al sector privado dentro de un entorno
líder en producción de conocimiento. Desde entonces se ha hecho cada vez mayor hincapié
en los planes y políticas de la Unión Europea en favor de facilitar tanto la generación como
la apropiación de conocimiento por parte del sector productivo, así como de favorecer la
cooperación entre sector público y privado en materia de I+D+i. Esta línea de trabajo
alcanzó su más reciente expresión en la ‘Europe 2020 Flagship Initiative Innovation’ (CE,
2010a) a modo de hoja de ruta cuyo objetivo general es asegurar la competitividad global
en Europa a través del impulso de la innovación en su tejido productivo, de la generación
de investigación de excelencia por parte de los centros públicos y de una colaboración
fluida entre ambas partes. El programa Horizonte 2020 (H2020) es su principal
instrumento de financiación y entre sus objetivos concretos se encuentra hacer de Europa
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un lugar más atractivo para invertir en la investigación y la innovación, fomentar la
industria altamente competitiva, impulsar la innovación en pequeñas y medianas empresas,
invertir en tecnologías claves para el desarrollo industrial, etc. En definitiva, generar una
ventaja competitiva en su tejido productivo basada en la innovación y la incorporación de
nuevos conocimientos en un contexto de crisis en el que esta apuesta puede ser la clave
para una recuperación a medio y largo plazo. Sin embargo, las cifras de inversión y de
ejecución de I+D+i por parte del sector privado o en colaboración con el sector público aún
son más bajas de lo deseable y no parece probable que esta actitud dependa únicamente de
la capacidad de financiación de su propia innovación, puesto que en época de bonanza
económica estos indicadores tampoco alcanzaron los niveles adecuados a una sociedad de
conocimiento avanzada. En el propio H2020 se reconoce la brecha entre investigación y
mercado como un ‘reto social’.
Como tal reto se plantea abordarlo en este estudio que, sin abandonar la perspectiva
económica, propone enriquecer los análisis habituales con un enfoque sociológico que
haga aflorar las opiniones, actitudes, motivaciones, expectativas e imágenes que el sector
empresarial tiene con respecto a la ciencia y los generadores de conocimiento
potencialmente útil para él desde el sector público. Merece la pena recordar que una de las
claves del programa europeo se podría traducir como ‘Ciencia con y para la sociedad’
(‘Science with and for society’), siendo el tejido productivo uno de los principales agentes
de nuestra sociedad y de cuya relación con la ciencia y la innovación puede depender la
recuperación económica de la Unión.
Siguiendo la estela del programa H2020, la Estrategia Española de Ciencia y Tecnología y
de Innovación 2013-2020 reconoce que el bienestar social del país y su futuro desarrollo y
crecimiento económicos están ligados a la capacidad para generar conocimientos
científicos y tecnológicos e innovaciones y a la necesidad de liderazgo empresarial en
I+D+i. De ahí la urgencia de promover una estrategia ambiciosa que contemple medidas
destinadas a fomentar la generación de conocimientos científico-técnicos y su aplicación al
conjunto del tejido productivo y de la sociedad. Para ello contempla las actividades de
I+D+i del mismo modo que el H2020, es decir, como una proceso social, continuo,
complejo y con múltiples interacciones entre sus agentes. A esto se suma la política
industrial autonómica, aunque muy coordinada con las propuestas europeas, en pro de la
innovación ligada a la creación de entornos favorables. De nuevo se pone de manifiesto la
necesidad de una nueva perspectiva que contemple este tipo de fenómenos más allá del
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ámbito puramente económico y de medir el interés de la industria por la ciencia y la
tecnología en función de su esfuerzo en inversión.
Al igual que la Estrategia Española de Ciencia y Tecnología y de Innovación, nuestro
proyecto tiene como objetivos últimos contribuir a a) fortalecer a los agentes del sistema
de CyT y las relaciones entre ellos, b) aumentar los niveles de participación empresarial en
las actividades de I+D+i, y c) incrementar los retornos sociales y económicos derivados de
la inversión en I+D+i. Pero para ello es necesario conocer el porqué de la brecha existente
entre ciencia y empresa en España.
Además de contribuir a dar respuesta a este interrogante nuestro estudio contribuirá a
cumplir algunos de los objetivos claves en la Estrategia, como son a) la identificación de
entornos favorables que faciliten el desarrollo de las actividades de I+D tanto en el ámbito
público como en el empresarial, b) detectar flujos de transferencia de conocimiento,
delimitar territorios y sectores proclives a la innovación y la colaboración con el sector
público y con una mejor imagen institucional de la ciencia, y c) contribuir a la
intensificación de la transferencia mediante la identificación de los principales obstáculos
objetivos y subjetivos, es decir, en términos de percepción de las empresas.
Este proyecto está íntimamente relacionado con los planteamientos del reto ‘Cambios e
Innovaciones Sociales’ del Plan Estatal de Ciencia y Tecnología y de Innovación 20132016. Parte del mismo supone la evaluación y el análisis de transformaciones sociales de
gran calado, como la inclusión de nuestra economía en un contexto de gran intensidad en
generación de conocimiento en el que la apropiación y aplicación del mismo puede
suponer una ventaja competitiva decisiva. En concreto, el trabajo planteado contribuye al
intento de dar respuesta a varias de sus temáticas específicas, como el crecimiento y la
generación de empleo (a partir de un mayor acercamiento de las empresas españolas a la
ciencia y la cultura innovadora), a la evaluación e impacto de las políticas públicas (en
concreto la opinión, conocimiento y experiencia que tienen acerca de ellas las empresas
españolas) y la implantación de nuevos modelos organizativos en el sector empresarial
relacionados con el comportamiento y aceptación social de la tecnología, la innovación y el
riesgo a través de la creación de modelos de liderazgo empresarial y competitividad.
En el Plan Estatal 2013-2016 y en la Estrategia Española de Ciencia y Tecnología y de
Innovación 2013-2020, así como en numerosos informes nacionales y europeos, se ha
detectado y reconocido abiertamente un déficit de cultura científica e innovadora en el
tejido empresarial español. La hipótesis de la que parte este trabajo se basa en que este
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déficit no responde únicamente a variables económicas de carácter objetivo como la
disponibilidad de financiación o de planes y políticas públicas para tal fin sino que,
además, depende de variables de tipo subjetivo que hasta ahora no se han tenido en cuenta
en los análisis, como la percepción de la ciencia por parte del sector empresarial, la
confianza y valoración de las instituciones científicas, su actitud hacia la innovación, sus
expectativas con respecto a la financiación de la I+D+i y los principales obstáculos
culturales a la hora de asumir riesgos.
Así pues, nuestra hipótesis de partida es que la percepción de la ciencia y la innovación, y
la cultura científica de la empresa en general, pueden influir de manera determinante en
comportamientos clave de la empresa, relacionados con sus actividades innovadoras. En
particular, en las siguientes dimensiones: a) la capacidad de absorción de la empresa
(inversión en I+D+i, disposición de departamentos o unidades de I+D+i, contratación de
recursos humanos con habilidades en I+D+i); b) las actividades de transferencia de
conocimiento de la empresa con organismos del sector público y privado (relaciones con
organismos como universidades, OPIs, centros tecnológicos, etc) y diversidad de canales
por los que se produce esa relación; y c) las actividades concretas de la empresa
relacionadas con I+D+i (existencia de proyectos de I+D+i, innovaciones de producto y
proceso, generación de patentes, protocolos de producción innovadores)
Percepción social de la ciencia: un cambio de paradigma, dos escuelas y algunas
omisiones
En los últimos años el campo de los estudios de la percepción social de la ciencia y la
tecnología ha experimentado importantes cambios que explican la pertinencia del
planteamiento de este estudio. Por una parte, dentro del ámbito académico cabe señalar la
irrupción de un nuevo paradigma con algunos elementos de continuidad y otros de ruptura
con el modelo fundacional del déficit cognitivo y la influencia en la elección de nuevos
segmentos de población analizados. Por otro, en el plano institucional, tanto las políticas de
ciencia y tecnología como las estrategias de innovación han estado influidas por la crisis de
los modelos lineales, poniéndose actualmente el acento en la interacción entre agentes del
sistema de CyT para lograr los objetivos marcados.
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Pese a que el ámbito de los estudios de percepción de la ciencia aún adolece de
conocimiento empírico y formulaciones teóricas suficientemente consensuadas, podemos
hablar de dos representaciones hegemónicas de este concepto. En un primer momento, los
principales autores que en los años 70 llevaron a cabo el análisis de la percepción social de
la ciencia lo hicieron basándose mayoritariamente en una dimensión cognitiva (Miller,
1983; Bodmer, 1985; Thomas y Durant, 1987; Durant et al., 1989). La principal hipótesis
de partida fue la relación positiva y lineal entre nivel de conocimiento, actitudes ante la
ciencia y legitimación social de la política científica.
Sin embargo, la aparición de datos empíricos que no corroboraban esta primera hipótesis
(Bauer et al., 1994; Luján y Atienza, 1997; Peters Peters, 2003; Torres, 2005) y una
reformulación teórica más compleja acerca de las relaciones entre ciencia, tecnología y
sociedad (Latour, 1983; Quintanilla, 1989; Jasanoff et al., 1995; Jasanoff, 2004;
Echeverría, 1998) dieron lugar a la aparición de una dimensión contextual en los estudios
sobre percepción de la ciencia (Wynne, 1991; Einsiedel, 2000; Eizaguirre, 2009). Esta
nueva representación de la naturaleza de la percepción social de la ciencia, basada en la
articulación de la ciencia normativa en la vida cotidiana y su apropiación subjetiva por
parte de los sujetos, señalaba nuevos elementos con capacidad para explicar la actitud de la
población ante la ciencia que desbordaban el paradigma del déficit cognitivo: valores,
experiencias, creencias, confianza institucional y, más adelante, la noción de riesgo (Beck,
2006). De este modo, el abanico de áreas temáticas se amplió, junto con el número y
complejidad de variables dependientes que intervenían en la explicación de las diferentes
percepciones sobre ciencia y tecnología.
La nueva hipótesis, por tanto, sería que la mera adquisición de un corpus de conocimientos
objetivos no es causa suficiente para que se produzca una actitud favorable hacia la
ciencia, sino que en esta relación intervendrían una serie de variables subjetivas
estrechamente relacionadas con el contexto social desde el que los sujetos se pronuncian
sobre este tema. Así, se introducen nuevos temas –procesos de comunicación, percepción
del riesgo, democratización de la ciencia, percepción basada en la confianza y en la propia
experiencia en lugar de en el conocimiento objetivo – y nuevas características
poblacionales a tener en cuenta –edad, género, territorio, inclusión digital–.
No obstante, algunos autores (Einsiedel, 2000; Sturgis y Allum, 2004) han señalado la
importancia de no tomar ambos paradigmas como modelos explicativos contrapuestos,
sino más bien como una evolución teórica que ha dejado a su paso puntos en común a
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partir de los cuales se podrían formular propuestas que articulen dichas formas de
representar el concepto de percepción social de la ciencia. Así, Sturgis y Allum (2004),
colaboradores en el diseño y aplicación de los Eurobarómetros de Ciencia y Tecnología
(CE, 2005a, 2005b, 2007, 2010b) señalan que los factores culturales y económicos, los
valores políticos y sociales, la confianza, la percepción del riesgo y las visiones subjetivas
del mundo influyen de manera importante en las actitudes hacia la ciencia. Sin embargo,
apuntan, no hay razón para inferir de ello que el conocimiento científico no genere su
propio efecto independiente de manera adicional. A partir de dicho planteamiento estos
autores intentan hacer una reinterpretación de la variable ‘conocimiento’ sustituyéndola
por la de conocimiento ‘contextual’ o ‘mediado’ (‘contextual knowledge’). De este modo
es posible reformular la hipótesis de partida y eludir la dicotomía cognitivo/contextual: las
variables independientes que proponen los contextualistas influirían en el conocimiento del
sujeto, convirtiéndolo en ‘conocimiento mediado’ y abandonando su antigua condición de
conocimiento objetivo y neutral. No se trataría, por tanto, de reemplazar unas variables por
otras, sino de conseguir mejorar el modelo explicativo teniendo en cuenta que las variables
contextuales intervienen también en los procesos cognitivos y que éstos no se pueden
analizar sin tener en cuenta los aspectos subjetivos y sociales desde donde se producen.
Estas transformaciones en el paradigma teórico también han supuesto cambios a la hora de
concretar metodológicamente los estudios de percepción así como en la atención prestada a
nuevos grupos poblacionales. Dentro del ámbito de medición de variables cabe destacar el
comienzo de las críticas a los cuestionarios como único instrumento de investigación y la
reivindicación –poco llevada a la práctica- de técnicas cualitativas capaces de dar cuenta de
la complejidad señalada por el enfoque contextualista de las relaciones entre ciencia y
sociedad. Además, se proponen nuevas dimensiones que completan la tríada tradicional de
interés, conocimiento y actitudes heredada de los estudios de la National Science
Foundation (NSF). Así, la participación ciudadana y los procesos de apropiación de la
ciencia se han introducido poco a poco como variables en las encuestas más
representativas de ámbito internacional como pueden ser los citados Eurobarómetros de
Ciencia y Tecnología. Por su parte, la inclusión de nuevas variables sociodemográficas y
contextuales ha dado lugar al tratamiento específico de determinados colectivos –mujeres,
jóvenes, etc.- en base a la afirmación de que habría tantas percepciones de la ciencia como
circunstancias en las que se produzca algún tipo de encuentro de cierto grupo en particular
con ella (Einsiedel, 2000).
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Sin embargo, pese a esta mirada a nuevos colectivos, llama la atención la escasez de
estudios que analicen de forma específica un agente que tiene, como ya hemos visto, cada
vez mayor relevancia en los sistemas de I+D: el sector empresarial.
Metodología
El presente estudio se articula en torno a la realización de una encuesta telefónica de
percepción de la ciencia dirigida específicamente a empresas de ámbito nacional. La
construcción del cuestionario se aborda tomando como referencia manuales y cuestionarios
de referencia de ámbito nacional e internacional, atendiendo a las indicaciones propuestas
en manuales de y encuestas ampliamente consolidadas, sin descuidar no obstante el diseño
de indicadores ad hoc capaces de dar cuenta de especificidades regionales en el campo de
las relaciones ciencia-empresa.
El universo objeto de estudio está constituido por el conjunto de empresas españolas,
seleccionadas a partir de la base de datos SABI (Sistema de Análisis de Balances Ibéricos)
que hemos segmentado por sector de actividad y número de empleados. El tamaño
muestral se sitúa en 700 casos, seleccionados mediante un diseño muestral por
conglomerados y reparto por afijación simple al criterio sector.
El proyecto pone el énfasis en el sector empresarial, que comprende no solo a los
empresarios, sino a una diversidad de profesionales con distinto grado de relación,
responsabilidad y capacidad de decisión en relación con la I+D+i en el ámbito de la
empresa. Sin embargo, esto no implica que no seamos conscientes de la existencia de la
existencia de agentes, factores y variables importantes en otros sectores, como el sistema
científico público. Nuestra aproximación se basa en la constatación de que la aproximación
al estudio de la percepción de la ciencia, de la generación y transferencia del conocimiento
científico, o de la colaboración público-privado y de las relaciones entre el sector
académico y el empresarial en materia de I+D+i, entre otros, se ha realizado con mucha
frecuencia a través de estudios focalizados en el público en general, en el sector
académico, o en el sistema público y las políticas públicas de CyT. Nuestra justificación
para centrar este estudio en el sector empresarial es que, en el marco del modelo de la
Triple Hélice de interacción ente universidad, industria y gobierno, el punto de vista de la
empresa ha sido escasamente retratado en este tipo de análisis.
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Conclusiones y principales aportaciones del estudio
A modo de conclusión, cabe señalar en primer lugar que los límites de los enfoques
economicistas –desconsideración de variables contextuales e históricas, racionalización
excesiva de los procesos de transferencia de conocimiento–ponen de manifiesto la
necesidad de estudiar el vínculo ciencia-empresa como relación social. En segundo lugar,
proponemos una posible complementariedad teórica con el enfoque de los estudios de
percepción pública de la ciencia, capaz de solucionar dichas carencias mediante la atención
a aspectos tales como factores culturales, valores políticos y sociales, la confianza
institucional o la percepción del riesgo (Sturgis y Allum, 2004). En tercer lugar,
presentamos el diseño del primer cuestionario sobre cultura científica dirigido a empresas,
enmarcado dentro del proyecto “Cultura científica, percepción y actitudes ante la ciencia y
la innovación en el sector empresarial español”.
Como ya hemos adelantado, el grado de innovación que el proyecto aportará a este campo
de investigación emana de su contribución al desarrollo del conocimiento sobre el papel
de la empresa en las relaciones entre ciencia y sector empresarial, contemplando las
actividades de I+D+i como una proceso social, continuo, complejo y con múltiples
interacciones entre sus agentes, complementando los datos aportados por los estudios
económicos con un análisis de la percepción del sector empresarial que arroje luz sobre
aquellas dimensiones sociales de este vínculo que no llegan a cubrir otro tipo de enfoques,
enriqueciendo los análisis habituales con un enfoque sociológico que haga aflorar las
opiniones, actitudes, motivaciones, expectativas e imágenes que el sector empresarial tiene
con respecto a la ciencia y los generadores de conocimiento científico, con el fin de
mejorar el modelo explicativo teniendo en cuenta que las variables contextuales
intervienen también en los procesos cognitivos y que éstos no se pueden analizar sin tener
en cuenta los aspectos subjetivos y sociales desde donde se producen. El presente proyecto
explora el nicho existente en cuanto a las explicaciones teóricas surgidas a partir del
análisis de datos empíricos que tengan en cuenta variables sociológicas y contextuales
propias tanto del entramado productivo como del sistema de I+D+i en el que se producen
las relaciones ciencia-empresa.
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En el lado metodológico, el proyecto pretende incorporar toda una dimensión de
conocimiento tácito indispensable para el desarrollo de innovaciones, la cual está ausente
en la mayor parte de las investigaciones empíricas sobre cooperación público-privado y
relaciones ciencia-empresa que se sustentan en datos tales como patentes, licencias y spinoffs. Por su parte, el proyecto tiene como finalidad generar resultados utilizables para
sustentar teórica y empíricamente prácticas destinadas a solventar la falta de cooperación
público-privada a través de planes y políticas públicas a largo plazo, así como generar
avances y resultados con importancia técnica, económica y social, con impacto potencial
en los ámbitos académico, político-institucional y empresarial.
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