Ley Española de Violencia de Género.

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Ley Española de Violencia de Género.
-Perversiones SociológicasSummum ius, summa iniuria1
Autor: Josu Bingen Fernández Alcalde.
Doctor en Sociología
-Universidad de Deusto-
Palabras Claves: Violencia de Género. Maltrato. Sociología Emocional. Psicología
Clínica. Validez & Fiabilidad
1.- Introducción
Ni con un millón de matices que añadiera, este artículo podría evitar resultar
políticamente incorrecto. Es la primera entrega de reflexiones sociológicas de urgencia
que “sotto voce” se reconocen desde hace tiempo como necesarias en entornos
cercanos2 a las intervenciones institucionales en los conflictos intergénero, dada la
complejización de los problemas que están ocasionando en las sociedades actuales3,
incluidos los debidos a violencia de género y también, paradójicamente, por los efectos
perversos producidos por la aplicación estricta de dicha ley en España. Insistimos: es de
antigua conocida la máxima “summun ius, summa iniuria“. A veces, La máxima justicia
es la máxima injusticia”
1
Sentencia latina: “La máxima justicia es la máxima injusticia”
2
Son múltiples las voces institucionales y cualificadas que desde todos los ámbitos reclaman incesantemente distintos
tipos de modificaciones legislativas.
3
En nuestro caso, la sociedad española
1
Voces que, sin embargo, pocas veces parten desde la Sociología. La sociedad española
actual hija y nieta de una prolongada etapa oscura en buena parte del pasado siglo XX,
pese a su deseo ansioso de dejar atrás la pesadilla y despertar a realidades sociales más
normalizadas, no puede evitar, a menudo, el retorno e institucionalización de ciertos
demonios de aquellas infancias y adolescencias. Los adultos españoles actuales viven la
sexualidad, y todo lo que la rodea, híper susceptiblemente y, algunas veces, de forma
descontrolada, extrema y dramática.
Lo mismo, actúan pioneramente conquistando territorios de libertad sexual, hasta hace
nada impensables, que se escandalizan ante manifestaciones de lo más natural, o
sancionan extremadamente comportamientos puntuales , aun los leves, sin pararse a
distinguir la excepcionalidad o el grado. Ningún otro aspecto de la sociedad española es
tan sensible como este. No es por casualidad. Los adultos de esta generación no estamos
siendo capaces de vivir la sexualidad de manera normalizada. Tampoco es de extrañar
viniendo de la sociedad machista reciente que venimos.
La legislación intergénero española tiende a extremos. Sin entrar en las consideraciones
jurídicas de toda índole que la limitan y se le critican, este artículo viene a señalar,
preocupadamente, sus carencias sociológicas de bulto, además de las comprometedores
fallas científicas y corporativistas de que adolece toda su práctica judicial y forense:
instrumentos técnicos de diagnóstico deficientes, juicios y condenas ejemplarizantes...
Por ejemplo, La hipótesis, nunca considerada, de que la ruptura preventiva de muchos
de los vínculos sociales normales de un individuo (pareja, hijos, familia, amigos,
vecinos, pueblo, rutinas, hábitos, hobbies…) sancionable por la norma incluso para
episodios solo presuntos o leves -orden de alejamiento o extrañamiento- puede resultar
verdaderamente dramática y precipitar o estar en el origen de muchos durkheimianos
episodios finales agravados de violencia con resultado de muerte y suicidio4.
Aun siendo -como digo- consciente de lo políticamente incorrecto de este acercamiento
al tema, por lamentable que sea y sin perjuicio de intentar loablemente llevarlo a cero,
tener entre el 2000 y el 2012 una fluctuación de 50 a 75 casos fatales al año,
sociológicamente hablando, no puede ser considerado -en España- un fenómeno social
generalizado merecedor de legislaciones tan discriminadoras, punitivas y
metodológicamente cuestionables como la que se reseña aquí, pese a las muchas
agresiones leves o graves contabilizadas, o no contabilizadas, paralelamente.
Menos aún, puesto en perspectiva con otros problemas sociales, desgraciadamente,
mucho más terribles y extendidos: crimen y violencia general, emigración inhumana
masiva, bolsas de pobreza, etc…que cuentan por miles sus afectados.
Por mucho que parezca obvio, conviene analizar sociológicamente a qué otros factores,
más allá del problema real que constituye, puede obedecer esta hipersensibilidad
legislativo-judicial y política que no se exterioriza ni aplica en otros campos. Lo
4
A este respecto, hasta los folletos publicitarios se deshacen groseramente de los problemas psicosociológicos
virtualmente más graves. Su insensibilidad es paradigmática. Ver folleto institucional de la CAV
2
merecería tan solo porque ello puede ayudar a evitar más de una nueva agresión grave o
muerte.
Demonizar a la sociedad española como de súper-enferma en el campo de la violencia
de género o pretender resolver ese tipo de problema social y otros en una generación, a
golpe de castigos ejemplares, media un abismo y es falaz e imprudente5.
Están acreditándose casos reales de indefensión personal y profesional en cientos de
personas y, paradójicamente, posiblemente más varones que mujeres. Todo un cuerpo
de garantías está quedando en entredicho en la práctica de modo contrario respecto de lo
previsto por la ley6.
Ley sobre la que, advertimos, pesa una primera gran objeción a su puesta en marcha que
no se acaba de enmendar pese al aluvión de críticas recibidas.
¿Qué decir del limitado ánimo protector general de una ley que, en su artículo primero objeto de la ley-, refiere únicamente “actuar contra la violencia que, como
manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de
poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas…”
¿Es que acaso no se da el supuesto inverso; esto es, desde la mujer hacia el varón?7 Los
conceptos son importantes como bien se han encargado de reflejar los propios
movimientos feministas.
¿Qué concepto tan desvalido y antiguo de la mujer y el varón español mantiene esta
ley?
¿Qué visión arcana de sus figuras más propia del siglo XIX y mitades del XX subsiste
en el legislador que las extiende, sin distingos, a todas las geografías y capas de la
sociedad española actual?
¿Es tal la realidad global de la mujer y el varón en España o sólo puntualmente y en
aspectos, franjas de edad o lugares concretos?
¿Hay razones espurias impulsando estas legislaciones?
Nos tememos que una vez más, estamos frente a legislaciones precipitadas interesadas y
de castigo ejemplarizante sin los aquilatamientos debidos. Lo que no obsta para que sus
5
En contra de la sensacionalización, España es un país con baja tasa de violencia de género respecto de otros
entornos sin que baste el argumento de “porque no se denuncian” pues puede deberse a razones de índole socio
estructural propias del país.
6
Reseñar como muestra “20 argumentos a favor y en contra de la ley”. En elmundo.es hemos querido ofrecer
argumentos, a favor y en contra, desde dos perspectivas femeninas: Mujeres para la democracia -que rechazan de
plano la Ley- y la Federación Nacional de Mujeres Progresistas, que se presenta como impulsora de la futura norma”.
http://www.elmundo.es/documentos/2004/06/sociedad/malostratos/favorycontra.html
7
Significativas las declaraciones del expedientado juez Serrano: “Soy una víctima de una inmensa mentira de Estado,
como es la violencia de género”… “cuando se anteponen criterios ideológicos a criterios jurídicos y a los valores de
la Constitución”. Serrano insiste en que las leyes inspiradas por la ideología de género conculcan principios
democráticos básicos, como el de igualdad o el de no discriminación por razón de sexo. Por lo que se refiere al
derecho penal, la ideología de género “ha invertido la carga de la prueba (el deber de demostrar una acusación): ni
siquiera en casos de terrorismo se les ha privado de las garantías procesales como ha ocurrido en juicios de violencia
machista”. http://noticias.lainformacion.com/asuntos-sociales/
3
sanciones sean potencialmente desproporcionadas cuando no perversas en sus
consecuencias, sobre todo, para afectadas y afectados con perfil sociológico lejano a las
poblaciones de riesgo-tipo contempladas (sospechosamente, propias del tercer mundo)8.
Da la impresión de que el jurista tiene aún en mente tipologías femeninas y de
maltratadores masculinos afortunadamente minoritarias y en retroceso en la sociedad
española, pero que tiene el efecto – y esto es lo grave- de cargar indiscriminadamente
contra infinidad de variantes actuales menores del conflicto varón/mujer provocando,
precisamente, parte de las situaciones de violencia que quiere evitar.9 Fenómeno
archiconocido de "La profecía se cumple a sí misma"
Por decirlo sin tapujos. Los casos de agresión mortal están justificando sanciones de
gran magnitud para sucesos objetivamente muy leves de violentación psíquica o física,
o quebrantamientos ingenuos e inocuos de las órdenes de alejamiento. Por ejemplo,
acercamientos sin violencia luego de la medida cautelar, llevan a personas a destierros
(desvinculación fundamental de entorno y familia) o prisión sólo por tales motivos
menores.
Las potenciales consecuencias desintegradoras de semejantes medidas extremas tanto
para agresor como para víctima no son baladíes.
La prevención no puede alcanzar niveles de guerra preventiva durante años dado el
riesgo palmario de escalada o desintegración social que se puede ocasionar10.
La ley es, además, voluntarista sin que acabe de estar completa ni dotada. Lo muestran
muchas insuficiencias y parcialidades de información, atención, etiquetaje social y tacto
para con todas las partes afectadas.
Con el ánimo de recordar que cualquier legislación debe tratar de lograr articular un
sistema social integral que abarque los problemas de las dos partes, señalaré una: Hoy
día, la mujer víctima de maltrato encuentra a su disposición un sistema de
acompañamiento emocional y asesoramiento jurídico pero no sucede lo mismo en el
caso del varón -supuesta o realmente maltratador- a quien no se le ofrece ni encuentra
disponible ese servicio de tutela o deshabituación psicológica.
Por extraño que parezca, se está señalando que la propia ley está sirviendo de refugio a
situaciones sociales encubiertas de aprovechamiento de género por parte de la mujer
(obtención de custodia, subsidios, vivienda, servicios médico-psicológicos, cursos o
empleo…) y hasta de parejas que simulan enfrentamientos, a costa de intensificación
del conflicto y daños colaterales considerables11.
8
Diríase que inspiradas en realidades tercermundistas. Tal y como determina la propia Exposición de Motivos de la
Norma, calco de la propia Organización de las Naciones Unidas, definiendo esta situación como una manifestación
de las relaciones de poder que históricamente han subrayado la desigualdad entre hombres y mujeres.
9
Para conseguir curaciones no parece lo más conveniente violentar la normalidad del sujeto llevándole a cárceles y
centros psiquiátricos.
10
Para evitar más quebrantamientos tampoco creemos que ayude mucho "agredir” judicialmente de modo
ejemplarizante. El condenado, puede entrar en pánico y perder el control. Hacer alguna de las locuras que se trata de
evitar.
11
“Hay un gran oscurantismo con los datos reales”, dice Antonia Carrasco, quien ha pedido repetidas veces a la
administración que informe de la cantidad global de subvenciones dedicadas a la violencia de género. “Tenemos
noticia, y estamos tratando de confirmarlo, de mujeres que han cobrado Rentas Activas de Inserción por haberse
4
Similarmente, está favoreciendo la instauración de todo un sistema foucaultiano de
control psicológico de la población sin base científica a manos de cuerpos de
especialistas judiciales y patólogos reduccionistas, Psiquiatría y Psicología,
principalmente; incapaces de hacer valer su propios paradigmas de la componente
irracional, incontrolada o inconsciente de los actos, y relativizar más su punitividad. Y
como sociólogos, vemos a Pareto y Durkheim latiendo olvidados en el fondo.
Los tratamientos del fenómeno pueden ser tan múltiples que este análisis expondrá sólo
cuatro aspectos sociológicos concretos:
1.- La División Ocupacional Sexual del Poder. El machismo políticamente incorrecto,
judicializado y utilizado semiconscientemente como arma de poder por capas femeninas
de toda índole.
2.- Ruptura de Vínculos constitutivos por Ley. Desproporcionalidad de Medidas
Cautelares -privadoras de derechos fundamentales- respecto de la gravedad real de
algunos episodios violentos y quebrantamientos. Un despropósito contra la Sociología
Emocional básica. La Lentitud agravante de la Justicia.
3.- La Robotización Judicial de los Humanos. El Hombre y la Mujer perfectos por
decreto.
4.- La Ley en manos de Pseudociencia. El Negocio Corporativizado de la Violencia:
Psicología, Psiquiatría, Abogacía… El ocultamiento habitual y general por parte de
Profesionales y Servicios Forenses de la escasa fiabilidad y validez de los instrumentos
psicológicos y psiquiátricos de diagnostico de las pruebas a los imputados por violencia
de género.
2. Metodología.
El artículo, de afección cualitativa, surge del estudio de casos reales asesorados. Con
base en corrientes eclécticas de etnometodología anti-etiquetaje, sociología
fenomenológico-interaccionista y emocional así como socioanálisis foucaltiano,
freudomarxismo y psicología humanista, compendia los pormenores sociológicamente
generalizables encontrados.
3. Objetivos.
Necesidad de contrarrestar con elementos reflexivos de sociología histórica y sociología
emocional vincular básica, la judicialización y psiquiatrización excesiva de esferas de
lo social hasta hace poco autoreguladas en general, como son las relaciones intergénero.
Denunciar excesos psicologistas de la Ley de Violencia de género española. Proponer
modificaciones e intervenciones sociológicas garantistas de lo social y humano.
4. Contenido
4.1 La División Ocupacional Sexual del Poder
declarado víctimas de violencia machista cuando sus parejas habían sido sobreseídas e incluso absueltas: eso es un
fraude a las mujeres verdaderamente maltratadas”, concluye. http://noticias.lainformacion.com/asuntos-sociales
5
Hipotetiza este autor, en coincidencia con otros analistas, sobre la existencia de una
corriente social y política tácita que -saliendo aún de tradiciones patriarcales opresivaslleva a la mujer emancipada -organizada o no en movimientos feministas- a mostrarse
muy activa en los campos de los Medios de Comunicación, que utilizan de altavoz con
profusión. Y, por razones obvias, también, en Psicología, Psiquiatría y Judicatura.
Parece como si dentro del poder político12 se estuviera aceptando esta nueva división del
trabajo por géneros. De modo que estos segmentos, en los que resultó perjudicada, son
los que la mujer híper-sensibilizada a las formas patriarcales tradicionales, se está
reservando ahora preferentemente para sí.
Entremedio, puede haber incluso dosis de resentimientos generacionales y
sospechosas ideologías de género extendiéndose subrepticiamente por el tejido social
de modo incontrolado y exacerbador. Un larvado escenario de guerra donde capas
sociales femeninas con creciente poder13 -La mujer es un sujeto histórico en alzaintentan "saldar" precipitadamente cuentas con el modelo cultural patriarcal precedente,
que alcanza y afecta a los actuales varones tomados como chivo expiatorio.
Por muy históricamente justificado que esté no se debe caer en revanchismos. El
malestar y problema social de género existe pero, precisamente, por su gran importancia
y repercusiones debe tratarse con suma prudencia. Todos lo hemos visto
últimamente, como no podía ser menos tratándose de sociedades humanas desiguales,
jerárquicas, etc... utilizarse -fuera de contexto- el estereotipo y la calificación de
machismo como recurso interesado; como útil arma arrojadiza, en distintas esferas de la
vida.
Da la impresión de que intelectuales y autoridades hacen dejación de parte y no se
atreven a aquilatar las distintas etiologías de estos fenómenos sociológicamente “cuasinormales”, propios -en parte- de la secularización y la emancipación completa de la
mujer.
¿Interesa, como tantas veces, afirmar que son más problemas concretos de ciertos
individuos que problemas sociales complejos que requieren periodos
intergeneracionales largos de solución, aunque sean centenares los casos diarios
llevados a debate; o peor, a tribunales de separación, maltrato, etc..?
Asombra observar la capacidad de aceptación de la solución quirúrgica que tienen
nuestras sociedades sin pararse a estudiar con rigor la enormidad de costes de todo tipo
que implican y trasladan al futuro; incluyendo la transmisión de modelos sociales de
conflicto intergénero irresoluble, a los futuros sujetos sociales; léanse esquemas y
visiones reduccionistas.
¿Cómo es posible que no se trate el problema de forma mucho más cautelosa?. Como
un extendido y antiguo fenómeno social que exige lupa, dedicación, contención,
paciencia y tiempo?
12
La propaganda institucional ignora y esconde que, cuando se sancionó la ley, el estado español tenía una de las más
bajas tasas de violencia contra la mujer del continente europeo y del mundo. Ver “Feminicidio o auto-construcción de
la mujer” mostrando la falacia del poder constituido que acusa al pueblo de lo que es responsabilidad del Estado.
http://soliobrera.cnt.es/secciones/feminismo/782-precisiones-sobre-la-ley-de-violencia-de-genero.html
13
Las propias características de la ley evidencian este poder.
6
¿Cómo no se actúa impidiendo las fáciles e ineficaces demonizaciones individuales y
mediáticas?
¿Cómo no se expone con claridad que son herencias seculares que por lo mismo,
necesariamente, llevará generaciones controlar sus causas y corregirlas, en lo que se
pueda?
¿Cómo no se reitera que es un producto multifactorial de la sociedad en su conjunto que
puede no tener sólo culpables absolutos y recetas mágicas?
Especialmente, es como si el mundo masculino en general, y el político en particular, no
se atreviese a entrometerse en un campo del que se considera históricamente culpable
viendo justificadas todas las reacciones de la mujer al respecto. Aceptándolo como una
especie de penitencia que toca asumir por ser varones y haber, nuestros ancestros, hecho
lo que hicieron.
Por consensos tácitos de repartos actuales de áreas de poder, se resaltan
interesadamente algunos campos sociales de batalla, por ejemplo, las relaciones de
pareja en conflicto declarado o rotas, mientras se ignoran en el resto de lugares de la
reproducción social del fenómeno: léase el mercado, la publicidad sexista, el mundo
laboral, series televisivas, etc.. que mantienen a su antojo las discriminaciones sexuales
de status y rol.
Por no mencionar las reiteradas acusaciones de ser, en alguna parte -por pequeña que
sea- globos hinchados adrede para obtener fondos europeos “ad hoc” 14
Cabe incluso pensar que a los núcleos duros del poder les viene bien este tipo de
sucesos escandalosos de género; agrandarlos para reafirmar la teoría del círculo
Orden/Caos: visualizar más caos del que hay, para justificar mayores medidas de
control social. (Bericat, 2005)
Lo que antes eran cambios normales de los estados de ánimo ahora son trastornos
bipolares. De nuevo, desorden frente a orden. Lo que era hablable, mediable y evitable,
ahora es, prioritaria y casi exclusivamente, denunciable y patológico.
La ley orgánica de Violencia de Género ha nacido muy pendulada posicionándose en la
judicialización, de manera extrema. Los llamativos, aunque numéricamente escasos,
sucesos de agresión grave -comparados con otras violencias actuales- llevaron, cuando
menos, a gobierno y legislador -por razones tampoco exentas, quizás, de interés
económico y electoral- a ponerse la venda antes de la herida. A difuminar la distinción
entre delito y falta.
14
El jurista José Luis Sariego Morillo, afirma que las denuncias por violencia de género permiten al Estado español
obtener cuantiosas cantidades de dinero de fondos de la Unión Europea destinados a esta causa. Desde la Secretaría
de Igualdad reconocen recibir varios millones de euros de fondos europeos. En el BOE del 8 de septiembre de
2005 se formalizan los “criterios objetivos de distribución de 10 millones de euros” para poner en marcha “servicios
que garanticen el derecho a la asistencia social integral a las mujeres víctimas de violencia de género”. Entre los
criterios de distribución de las ayudas llaman la atención dos: Número de denuncias interpuestas por mujeres contra
sus parejas o ex parejas por delitos y faltas relacionados con violencia de género. Número de mujeres que se declaran
maltratadas.“Basta que una mujer se declare maltratada para que automáticamente se le considere víctima”.
http://noticias.lainformacion.com/asuntos-sociales/
7
Más no es este el objeto del artículo. A otros Sociólogos e Historiadores interesados les
corresponderá analizar el contexto de su nacimiento.
Consideramos la ley, sociológicamente hablando, peligrosa pues contiene sanciones
muy rígidas, posturas radicales, que lejos de contribuir a la normalización de las
relaciones intersexos puede perfectamente estar intensificándolas.
Lo evidencian slogans peligrosamente generalistas y populistas del tipo “Con el
maltrato, tolerancia cero” visibles por doquier. Ante tal axioma, el problema social de
enorme importancia -si no se quiere caminar sobre nuevos filos de navaja o crear
problemas espirales añadidos- es definir bien qué es maltrato, gradar exquisitamente sus
diferentes manifestaciones y aquilatar cuidadosamente las sanciones. Recordar que el
humano no es un ser perfecto ni una máquina. Insisto, el tema no es baladí. Y no sirve
presuponer que todos sabemos qué es maltrato; menos aun, dar por bueno aquello
inquisitorial de: “Culpable o Inocente, primero condenar, que Dios ya los distinguirá“.
4.2 Ruptura de Vínculos Constituyentes, por Ley. Desproporcionalidad de
Medidas Cautelares.
Denunciamos exclusiones y falta de conocimientos técnicos en la resolución del
fenómeno social en cuestión. Desde luego, la Sociología de las Emociones no parece
estar muy presente en los exámenes forenses consultivos previos a los fallos judiciales,
que por este motivo, son eso; mas que aciertos, “fallos” diagnósticos de enorme
gravedad que redundan en incrementar los casos por sanciones desproporcionadas,
crueles con los derechos básicos de los individuos.
Por ejemplo, destierros preventivos obligando al imputado, aun no juzgado del delito
inicial, a emigrar únicamente por haber sido denunciado y transgredido sin violencia,
una orden de alejamiento, o haber abrazado incontenidamente, a un hijo, con denuncia
consiguiente del cónyuge15.
Cabe preguntarse por qué la Sociología se rinde a esta tendencia y no está presente
aquilatando técnicamente los “san benitos” políticamente correctos, a menudo, carentes
de validez general, los excesos de jerga psicologizante y patologizante, las decisiones
preventivas excesivas.
Constatamos incluso casos de personas con severas condenas por quebrantamientos
sucesivos -acercamientos emocionales simbólicos sin violencia- absueltas después de la
denuncia inicial, que resultó falsa o indemostrada16
Con antelación a la vista principal por la denuncia inicial, ninguno de los estamentos
judiciales va a correr, en estos casos, riesgos; por si acaso. Empezando por el juez y
fiscal y siguiendo por los equipos forenses. Tenderán a curarse en salud implantando
duras medidas cautelares de separación, sin darse por entendidos de los peligros de
desintegración social que supone cortar en seco todo vínculo afectivo del supuesto
maltratador con sus hijos, destierro del pueblo, etc. Tampoco la acusación particular les
dejará margen. Añadidamente, no se acelerará la realización final del juicio pudiendo
prolongarse sine die.
15
Caso documentado
La casuística de las denuncias falsas es tan extensa como sociológicamente reveladora pero requiere un artículo
propio tratarla ex profeso.
16
8
En lo que a la sociología de las emociones se refiere debe destacarse que la personalidad
humana está hecha de familiaridades y vínculos interiorizados que acaban constituyendo
la propia naturaleza de lo que entendemos por persona. Se requiere tiempo para elaborar
el duelo y reconstruir nuevos hábitos y vinculaciones.
El sentimiento que experimentamos con el enamoramiento es precisamente una clase
muy intensa de vínculo cuasi fusional con otra persona sentida como necesaria: una
estructura compleja que incluye un sujeto, un objeto, su mutua interrelación con
procesos de comunicación y aprendizaje y sus mutuas transformaciones. Es la situación
de necesidad la que promueve la elación con el mundo externo, con el otro, en la
búsqueda de la gratificación. (Taragano, 1985)
Suprimirlos por decreto es prácticamente imposible sin violencia y daño psíquico para
los afectados. Más aun, si no se han sustituido. De aquí, algunos sucesos fatales cuando
el sujeto entra en pánico de pérdida del objeto amado interiorizado que, por tanto, forma
parte de sí mismo y le constituye.
Por así decirlo, ese vínculo es una parte de su identidad social entendida con Tajfel
(1984) como aquella parte del autoconcepto de un individuo que deriva del
conocimiento de su pertenencia a unas personas o grupos junto con el significado
valorativo emocional asociado a dicha pertenencia.
Parece mentira que la Psiquiatría y la Psicología, sabiéndolo, acepten tales medidas de
separación drástica fiándolo todo a medicamentos sedantes o modificadores de la
actividad cerebral psíquica, física y hormonal de los individuos y a terapias de cambio
personal voluntaristas de dudosa eficacia, e incluso, conveniencia17. Desde luego, son
disciplinas favorecidas económicamente por la ley.
Por ejemplo, las sentencias frecuentes de alejamiento o destierro absoluto del entorno
sin mediaciones previas, ni tolerancias temporales ante las previsibles recaídas de
acercamiento no violento a expareja e hijos, obvian groseramente la fuerza emocional
aditiva inicial de los hábitos, tras la separación, y lo extremadamente arriesgado de
privar de raíz de esos vínculos fundamentales a los individuos (custodia no
compartida…). Pasan por alto los irrefrenables deseos de arreglo que los animan o la
dureza de los procesos de duelo; la adicción emocional del sentimiento humano.
Parecería lógico arbitrar algún sistema temporal, gradual y flexible -menos
judicializado- para permitir la deshabituación sin peligro de sufrir graves nuevos
sobresaltos; del mismo modo que se hace con toxicómanos, ludópatas, etc..
Considerarlos atenuantes.
Desconocemos cuántos de los episodios de exacerbación final dramática se deben
ansiedades acrecentadas por la ruptura brutal de los vínculos afectivos usuales. Nadie
los analiza.
Los tratamientos contra las drogas de adicción disponen de paliativos, tipo reducción
progresiva, etc.. mientras que contra estas adicciones amorosas se recurre a
interrupciones relacionales definitivas con prescripción de ansiolíticos y antidepresivos,
cuando es sabido que esa clase de adicción afectiva es de mayor potencia que la de los
17
¿Es el amor una enfermedad? ¿Puede y debe curarse? ¿Qué profesional se atreve a tamaña empresa?
9
estupefacientes. ¿Quién los está estudiando? Sin entrar a hablar de sus efectos
secundarios perjudiciales para la salud.
Son inexistentes los tratamientos caso por caso. Importa poco el perfil del denunciado.
Una persona “normal” que por razones “normales” de eventual dependencia emocional
haya incurrido en aproximaciones no violentas luego de la medida cautelar, será
etiquetada de enfermo o delincuente reincidente y podrá ver su condena agravada hasta
terminar en hospitales psiquiátricos o prisiones donde acabará siendo fácilmente
destruida por semejantes instituciones de exclusión real nada reeducantes, cuando no
autodestruido; su imagen social dañada, etc, etc.18
Sociología elemental que psicólogos, jueces y legisladores presionados por el clima
social y los sucesos resaltados (Khaneman,Tverky,1984) están habitualmente
ignorando. Todo su delito puede consistir en querer retomar su relación. La dureza de
estas penas es desde el punto de vista sociológico, absurda y potencialmente explosiva.
Un individuo psicológicamente normal y socialmente estructurado puede
desestructurarse y multiplicar al infinito la violencia que inicialmente pudiera haber
ejercido.
¿Qué instancias ha previsto la ley para orientar hacia la mediación previa? Ninguna.
¿Qué ha tenido en cuenta el juez o la juez de los vínculos mínimos sociológicos
necesarios a cada persona antes de romperlos taxativamente por sentencia judicial
condenando a destierro?
¿Qué grado de peligrosidad justifica semejantes medidas cautelares donde puede ser
peor el remedio que la enfermedad? La ley nada dice. La lentitud paradigmática de la
justicia española hace el resto. Abona que se compliquen las situaciones. De hecho,
siguiendo con los ejemplos, en España a una persona de personalidad “normal”
integrada y todavía no juzgada por el supuesto delito inicial de violencia (falso o
verdadero) pero condenado por el delito “gravísimo” de acercamientos reiterados sin
violencia a su hijo o expareja durante su crisis de duelo, el único centro psiquiátrico
publico donde alojarlo hoy día, es el centro de Psicópatas de Alicante. Si no puede
pagarse un Centro privado, estará irremediablemente perdido, inmerso en ese ambiente
tan edificante. Esta es la justicia real española actual: mirando a la galería.
Puede igualmente darse el hecho de resultar absuelto ( denuncia falsa; violencia no
demostrada o violencia leve, etc..) y sin embargo quedar desintegrado largamente por
haber ingresado en semejantes prisiones o destrozado sus vínculos sociales previamente
(destierro, alejamiento hijos, prestigio, etc,..) al haber quebrantado reincidentemente las
ordenes de alejamiento por recaídas en el proceso del duelo con intentos de arreglo
vueltos a denunciar por la expareja, etc.
Cada nueva denuncia, aunque haya sido por quebrantamientos hechos sin ninguna
agresividad (comunicación, acercamiento…) agrava “per se” la anterior y encorseta el
margen de decisión de fiscales y jueces que nada pueden hacer, dada la actual
redacción rígida y severa del articulado que no contempla, casi, eximentes ni muchos
18
Desproporción de penas para personas hasta el momento sin otros antecedentes penales que los quebrantamientos.
Sentencia firme de cárcel con pérdida de empleo y caída en dependencia económica. Un hogar desestructurado con
hijos dañados y más desamparados tras el encarcelamiento del padre. Por no citar recaídas en depresión, etc
10
atenuantes para estos casos, más allá de los clásicos de estupefacientes, trastorno
psíquico, etc..
Los quebrantadores “leves” se ven abocados a aceptar “acuerdos” desproporcionados de
penas por si acaso resultaran mayores las de la sentencia. Y a declararse enfermos
mentales para conseguir atenuantes. No pocos imputados recurren a esas argucias
deshonrosas y estigmatizantes porque no les queda otra. Más anormalidad a añadir a su,
hasta entonces, normalidad social.
Los abogados defensores le dicen al imputado que le conviene aceptar una condena
sustitutoria. Por ejemplo, trabajos en pro de la comunidad. Que no debe arriesgarse a
una condena mayor. La primera vez, el quebrantador lo aceptará como un mal menor
dado que -en algunos casos- se habrá acercado a la víctima con testigos, etc. Sin prever
consecuencias, obnubilado temporalmente por un trastorno normal propio del
enamoramiento y los vínculos, que requieren su tiempo de deshabituación… Sin
embargo, nos encontramos con que Legisladores, Psicólogos y Judicatura parecen
concebir y desear tratar con robots perfectos en vez de con personas. Un individuo
puede ser condenado a un año o más de trabajos para la comunidad por haberse
acercado a preguntarle sí pueden arreglarse, o enviado algún SMS de perdón, etc..
Es fácil que el varón; de suyo, una persona normal rechace los tratamientos sin que la
familia los hijos puedan obligarle a tomarlos. Pensando que no volverá a acercarse.
Pero, dada la dependencia emocional inicial incontenible, es posible que recaiga y
efectúe un nuevo quebrantamiento de aproximación que será nuevamente denunciado.
Esta vez, la condena será mayor por reincidir. De nuevo, con suerte, esfuerzo y gastos
ingentes cabrá arreglo con nuevas medidas, sustitutorias de la pena de cárcel, pero
socialmente invalidantes, tales como tratamiento psiquiátrico interno en Centro
abonándose el cumplimiento de la pena a informe psicológico favorable, etc.. lo que
supondrá pérdida del empleo.
Centros privados carísimos, inabordables para la gran mayoría, porque los hospitales
psiquiátricos están saturados de enfermos más graves. Así que, desgraciadamente,
acabarán dando con sus huesos en cárceles ultrajantes.
No se comprende -más allá de que interese a los profesionales privados- que las recaídas
emocionales temporales -previsibles- no estén previstas19 y se valoren durante un
tiempo como eximentes puesto que hasta el falsamente sacrosanto DSM IV califica de
obnubiladores de la conciencia a esas conductas.
Condena a condena, el imputado acaba autodestruyéndose y la Psicología y la Justicia,
supuestamente rehabilitadoras, ayudándole a ello. De haber una primera víctima aun no
verificada -porque el juicio principal todavía no se habrá realizado- a tener dos; una de
ellas, fehaciente: preso y con probabilidades de desestructurarse de por vida. El
supuesto maltratador convertido en víctima. Acosado por esta ley, que se lavará las
manos: Él se lo habrá buscado, sentenciará.
19
Necesitan ayuda para elaborar el duelo, y es previsible alguna recaída. A tener en cuenta que son separados de
pueblo, familia, amigos, hábitos, recuerdos... Han perdido mucho en poco tiempo... La soledad personal y social es
durísima. Requiere tiempo asimilarla y reconstruirla.
11
Visto desde el etiquetaje social clásico, juez a juez y proceso a proceso, el imputado
será socialmente etiquetado como reincidente culpable, influyendo en las decisiones de
los jueces que, cada vez, serán mayores.
Simples intentos de acercamiento sin mayor violencia, serán, lógicamente, vistos como
potencialmente peligrosos por el cónyuge; y desde luego, obligadamente, por parte de
fiscal y juez, que nada pueden hacer frente a la ley y la acusación particular. En estos
casos leves, un trabajo terapéutico con la víctima de contención emocional de su miedo
y de normalización, enmarcando los hechos dentro de un periodo transitorio, ayudaría a
sobrellevarlo sin estrés añadido ni nuevas denuncias. Y, por supuesto, con el
denunciado, en las claves deshabituadoras y concienciadoras de su mal obrar, que
estamos proponiendo
También la mujer se verá afectada por esta escalada del conflicto. Lo mismo, las
familias de ambos, sobre todo, la del quebrantador reincidente, quienes tampoco
entenderán su comportamiento. La denunciante podría sentirse no solo intimidada al ver
que no logra romper su relación, sino, tal vez culpabilizada porque sus denuncias van a
acabar llevando a su expareja a problemas muy graves económicos o profesionales y
cárcel, lo que -posiblemente- estaría lejos de su deseo inicial20. Quizás sentirá
incrementarse su temor a la reacción del nuevamente condenado.
¿Por qué la ley no contempla atenuación de sanciones para probables quebrantamientos
debidos a estas recaídas normales durante los periodos lógicos de deshabituación
estimables en uno o dos años de promedio? ¿Por qué no fuerzan a ello los Psicólogos y
Psiquiatras que conocen el fenómeno? ¿Dónde están los Sociólogos?
Roto su prestigio personal profesional y vida emocional, quedar después absuelto por el
delito inicial no rehará al imputado. Esta es una de las perversiones del sistema actual
que denunciamos.
Convendría desarrollar modelos discriminantes capaces de predecir los sujetos y casos
en los que la potencialidad delincuente devendrá en agresión real y grave. Entretanto,
“In dubito pro reo”, también para el supuesto maltratador. Y muchísimo cuidado en no
abrir cajas de Pandora presionando; convirtiendo en gravísimos, delitos objetivamente
veniales. Cosa que, con los ejemplos citados, podemos demostrar sin esfuerzo, hace la
actual ley. De hecho, consta que los propios profesionales afirman “por lo bajo” esta
perversión.
¿Callan porque supone trabajo a espuertas o porque ninguna instancia institucional
interviniente, como decimos, va a asumir el riesgo de ir contra la ley, y que algo salga
mal con alguien cometiendo una atrocidad?
4.3 La Robotización Judicial de los Humanos. Hombre y Mujer, perfectos por
Decreto
Uno de los objetivos del artículo es señalar que la velocidad con que se quieren lograr
cambios de mentalidad y conductas en las relaciones entre varones y mujeres está, por
la excesiva presión sociomediática y judicial, cerca de tener consecuencias
20
O no, dado aquello tan viejo de que “del amor al odio hay un paso”
12
generacionales no previstas; efectos secundarios adversos, que se dice. Diríase que hay
quien cree posible y persigue la robotización judicial de los humanos. El hombre y la
mujer perfectos por decreto
Por citar un periodo histórico muy claro, y aun cuando el término machista es muy
ambiguo y convendría definirlo mejor, en este ejemplo, voy a emplear su acepción
corriente de cierta “tendencia a querer mandar” de los varones españoles: ¿Cómo no va
a ser siempre algo machista en España un hombre nacido en 1940, 1950 o 1960?.
Por mucho que cambie, quedará en él un núcleo cultural de lo masculino irreductible
ligado a su identidad, autoconcepto, etc.. forjado en modelos de aquella época.
Quebrarlo súbitamente le será imposible sin resultar psíquicamente dañado.
Y esto a pesar de que las transformaciones actitudinales que se han efectuado en los
últimos cincuenta años son de tal magnitud que posiblemente ya sean minoría los
varones de los que puede decirse que se comportan con las mujeres y los aspectos
tradicionalmente asignados a ellas (relación, crianza de hijos, hogar...) como lo hacían
comúnmente los hombres solo una o dos generaciones antes.
La transición de los años setenta y ochenta trajo esto, también. Cualquiera reconoce que
en temas de igualdad intergénero se ha avanzado enormemente en muchos planos
aunque resten otros pendientes muy importantes.
En este sentido, las inercias de entonces se manifiestan aun hoy por boca de quienes las
padecieron pero los hombres actuales no se sienten identificados y creen necesario pasar
página y, posiblemente, así convenga.
Suele decirse que la mayor prueba de normalidad de cualquier aspecto social consiste en
no requerir hablar mucho de ello.
Por otro lado, ¿hasta dónde es lícito y conveniente hacer creer a las personas, mujeres y
varones, mayores de cincuenta años, por ejemplo, socializadas en determinados roles,
valores, actitudes.. que tales cambios son posibles de realizarse de una tacada , en una
sola generación, solo con proponérselo?
¿Qué grado de confusión mental o estrés y mayores tensiones pueden producir consejos
semejantes efectuados a miembros de parejas con problemas o sin ellos, máxime en los
de menor nivel de formación? ¿Qué expectativas potencialmente inalcanzables y por
tanto frustrantes a medio plazo ? ¿Cuántas rupturas evitables pueden propiciar? ¿Qué
daños añadidos difícilmente reparables? ¿La diferenciación de géneros tiene algunos
mínimos sociobiológicos naturales; normales e inextirpable?
Para complicarlo todo mucho más, como estoy comentando, la cuestión de maltrato de
género -psíquico o físico, generalmente leve y puntual, que frecuentemente suele
producirse-, atraviesa de parte a parte todo el asunto y lo suele volver a poner de
actualidad, volviendo inmanejable esas relaciones sentenciándose a tajo la separación;
cuando menos, en tanto remite el brote. Aquí es donde quiero poner las sugerencias.
Contribuir a la desescalada de los conflictos.
13
Llamo la atención al hecho de que dada la lógica y extrema vulnerabilidad y estrés de
la/s víctima/s en los momentos iniciales del juicio rápido tras la denuncia, en los casos
objetivamente leves y sin antecedentes previos, cabrían protocolarizarse medidas y
tiempos flexibles de reflexión y deshabituación, priorizándose ciertas intervenciones
mixtas de mediación y judicialización.
Una especie de cuarentena previa a las medidas de seguridad estrictas -orden de
alejamiento e incomunicación- valorando detenidamente los hechos y las consecuencias
a largo plazo de tales decisiones y medidas.
Todo esto, a poco que la pareja, pasado el puntual episodio conflictivo, pudiera
mantener estados de comunicación no excesivamente alterados. Como es reconocido,
los procesos de separación abordados conjuntamente son de mejor pronóstico social. Lo
creemos igual para las denuncias que estuvieran así reguladas 21 Estableciendo,
lógicamente, un tiempo máximo definido al proceso.
El papel de la mujer agredida u ofendida es crucial sin poder siempre pedírselo o
realizarlo. Tiene derecho a no querer ninguna mediación posterior. Separarse y acertar o
equivocarse en su decisión y denuncia. Pero informadamente. Confrontándole pros y
contras. Calibrando la objetividad de su percepción de sufrir maltrato. El umbral de
susceptibilidad. No venderle institucionalmente milongas voluntaristas como se hace
demasiado a menudo.
La calificación de violencia verbal o maltrato psicológico es, en ocasiones, bastante
indefinida lo que aconseja no abusar del concepto, ni interpretar apresuradamente que
sucede, se repite, etc.. En este sentido, los profesionales deberían cuidar mucho de
pronunciarse; neutralizar su deseo de “cliente”, priorizar la persona. En mi opinión, no
lo hacen suficientemente.
Sin lugar a dudas, cambiaría el enfoque más hacia la mediación previa y el arreglo o la
retirada de la denuncia (menos en los casos evidentes). Obviamente, una parte
importante de la cuestión estriba en saber diagnosticar qué relación o denuncia tienen
probabilidades de solución factible sin riesgos elevados para la salud de nadie, de las
que no tienen ninguna o muy escasa probabilidad y que implican riesgos inasumibles.
Pero sostengo que los perfiles son claramente delimitables e identificables.
El trabajo de reflexión y mediación institucional con ambas partes es obligado lo que,
desde luego, no sucede actualmente (imagino que por razones de escasez de fondos
asistenciales) dándose una tendencia clara -un prejuicio- a considerar como victima
defendible únicamente a una de las partes, la femenina. Se le ofrece asesoramiento y
terapia individual asistida y gratis mientras que a la otra parte ni se le llama, cuando es
de perogrullo que una relación es cosa de dos.
Sin menoscabar la importancia y necesidad global de su ayuda e intervención, mi
experiencia con mediadores, asistentes sociales y psicólogos varios, servicios sociales,
21
¿Se valoran suficientemente, tras el mayor o menor trauma personal y familiar y el escándalo local post denuncia,
todas las demás repercusiones en forma de estrés prolongado, llevar escolta policial permanente, teléfonos de alarma,
convertirse en objeto de conversación pública, explicaciones y dudas mil, cambio de vínculos y hábitos, repartos,
custodias, etc..? Por no hablar de los grandes gastos económicos que implica: públicos y personales.
14
sociólogos, trabajadores sociales, etc.. engrosa también que nos asisten cantidad de
prejuicios teóricos con escasa fundamentación, exceso de modas y jerga patologizante.
Tanta como beneficiosa puede ser la ayuda, de ofrecerse a la ligera, puede
resultar dañina la influencia sobre personas con escasas defensas frente al profesional
o la pseudociencia; hipersensibilizadas y disminuidas como suelen quedar cuando
sufren esos conflictos y sucesos. La tendencia al consejo fácil y casero de escurrir el
bulto "recomendando" denunciar, dejar la relación cuanto antes (cirugía extirpativa) hasta en un caso único y leve- y comenzar a tratarse (captación de clientes) nos alcanza
demasiado ostensiblemente, en mi opinión.
Percibo toda una corriente extensa de profesionales -que voy a catalogar de
cerebralísticos- con quienes converso; muchos jóvenes, casi púberes en temas
sentimentales. Recién salidos de universidades y cursillos marketinizados, sostienen e
intentan convencer a “miembras” y miembros de que la mayor parte de los sentimientos
de amor, deseos y pasiones de amor son mitos, espejismos, meras ilusiones, irreales
fantasías, construcciones culturales fácilmente cambiables.
De aquí concluyen y aconsejan que no hay que tener nunca miedo a cambiar o dejar a la
pareja; denunciar, percepciones personales no contrastadas de abandono o falta de
respeto, etc.. Dan por sentado, para todos, que les será posible y fácil rehacerse social y
psicológicamente... incluso que no son normales si “sienten demasiado”.
Algunas manos, lavarían no el cerebro, sino los sentidos. Psiquiatrizan foucaltianamente
y se proponen robotizar. Diríase que desean y conciben un titular de prensa del siglo
XXV semejante a éste: “Extinguida por fin, la enfermedad del amor”
Además de negar o matizar “la mayor” citada, quiero fijarme en lo
psicosociológicamente arriesgado -costes potencialmente altos- de condenar
obsesivamente comportamientos leves y puntuales, tradicionalmente machistas, y
"medio" animar, cuasi institucionalmente, de forma generalizada a cambios
actitudinales muy bruscos, rupturas de pareja a la mínima, etc... como pasa a menudo
hoy día. Menos aún sancionarlos mediante ley, que es lo que ha sucedido22.
Centraré mis observaciones en los Costes y Perjuicios rápidamente observables, por
ejemplo, en este ámbito de las rupturas con denuncia, que sin embargo, desde
determinadas agencias públicas o semi públicas, concertadas, etc.. se obvian con una
"pasmosa facilidad" que llama la atención; preocupantemente, a mi parecer.
Diríase que las propias instancias sociales mediadoras, intervinientes a petición propia,
impuestas o sugeridas por las autoridades, tienden a contagiarse de la ansiedad de la
víctima y la aparatosidad de los enfados, un número considerable de los cuales posiblemente- pasarían tan rápido como han llegado. Tampoco es extraño, vistas las
muertes y lesiones anuales. Cierto que nunca se sabe y la opción de no arriesgar es
legítima pero... no pocas veces sucede que, psicosociológicamente hablando, a largo
22
Por más que cabe valorar, ciertamente, la libertad de poder hacerlo, desde la posición de consultor, se piensa no
solo en las ventajas que tienen las sociedades modernas de separarse cuando así se decide, lo que supone al año
cientos de miles de divorcios efectuados con mejor o peor desenvoltura. Se medita, también, en las desventajas y
sufrimientos potenciales inherentes y se cree conveniente señalarlas
15
plazo, tras el consejo dado de separarse o denunciar puede ser peor el remedio que la
enfermedad, dada la irreversibilidad para la pareja e hijos de ese camino una vez
emprendido, máxime con la judicialización actual de por medio.
Lo de "Con el maltrato, tolerancia cero" está muy bien como slogan pero
puede exagerarse ineficazmente. Aunque lo comparto, no me gusta. Es absolutista.
Supone, implícitamente, perfeccionismos y rigideces irreales contrarias a la
actitud normal que se desea caracterice a las relaciones. Favorece cierta predisposición a
reacciones y respuestas contundentes e irreversibles, lejanas a la conveniente
atemperación. La vieja receta de castigar el mal con el mal. Insisto en que en los asuntos
humanos, la máxima justicia puede resultar, a veces, en máxima injusticia. Es
recomendable la proporcionalidad.
En las sociedades humanas hay infinidad de situaciones puntuales calificables como
de maltrato en múltiples facetas. Valgan muchas injustas relaciones laborales, de
ejemplo. Hay también autopercepciones de sentirse maltratado en unas personas que no
lo son para otras. Momentos en que uno las vive así y otros en que no. Las emociones
en las relaciones suelen tener muchas oscilaciones. Al juzgarlas, conviene coger
distancia y darse tiempo, pausa y desde luego, mucha flexibilidad y relativización,
incluso -diría que especialmente- con los llamados "calentones", por su verbalizaciones
y acciones excesivas.
Según mi experiencia, un no desdeñable número de consejeros e instituciones de todo
tipo y afiliación: psiquiatras, psicólogos, asistentes sociales, sociólogos, abogados,
juristas, familiares, amigos, etc.. asumen estos cortes drásticos sin mayor objeción extrañamente, pues saben que hablamos de seres humanos- y proponen y animan,
bastante gratuitamente, a consolidar la ruptura o denuncia más que el arreglo; cosa que
casi nunca logran sin graves complicaciones porque están descuidando o subestimando
buena parte de la problemática gordiana de los vínculos y las estructuraciones psíquicas
y sociales que sostienen a los/las afectadas. Sociología y Psicología de primer curso.
Teóricamente, se reconocen los sentimientos del duelo y la dificultad y el tiempo
requeridos para superarlo pero, en la práctica, se intenta acelerar su llegada. Se rechazan
todas sus manifestaciones y dudas. Molestan.
Incluso cuando ha habido problemas y denuncias de por medio, más allá de que, durante
un tiempo, el impulso será difícilmente reprimible- veo lógico, que una parte habitualmente la, en teoría, maltratadora- intente recobrar la relación con todas las
maneras educadas y sentidas de que sea capaz. A riesgo de ser acusado de obstinación y
demente. La ley se lo impedirá; a veces, más que la pareja. Incurrirá en
quebrantamientos penados. Ni siquiera indirectamente podrá ponerse en contacto con la
víctima.
Cierto que el imputado -si su ex no lo desea- debe renunciar a lo que se quiere o
necesita; aceptar los deseos distintos de la otra parte, la separación, etc... Pero, a corto
plazo, -por las fuerzas psicológicas inicialmente irreprimibles comentadas- hay riesgo
alto de recaída. Es por ello, que solicitaría poderse acompañar institucionalmente el
duelo; no solo de la víctima sino del agresor. No tachar simplemente de enfermedad sus
deseos de reencuentro.
16
En este mundo donde se pretende que todo discurra sin contratiempos y de manera
políticamente correcta apenas se perdonan los errores; se absolutizan y demonizan. Lo
aparatoso resalta sobre lo común.
Incluso en los supuestos de repeticiones, apostaría por calibrar el grado y la
reversibilidad o irreversibilidad de los daños. Consensuar alguna clase -intervenida y
con un nivel de distancia estipulado- de relación, si es posible. Pautar plazos y límites.
Dedicar a ello el mismo esfuerzo -o mayor- y los medios que se ponen para judicializar.
Solo fallando todo esto, establecería la separación judicial, el alejamiento u otras
medidas de seguridad y, casi siempre, con mesura y gradualidad. Hacemos poco caso a
la sabiduría de los refranes de siempre. El tiempo lo cura casi todo… con normalidad.
Por no hablar, como he dicho, de la infinidad de graves y prolongados problemas
añadidos que acarrean las rupturas judicializadas. El coste de cualquier conflicto es
altísimo. No pocas veces mayor que el del arreglo. El de las parejas no es una
excepción. Con denuncias y juicios de por medio, ¡se multiplican!.
Escalofría el aumento de denuncias actual, que copan ya las administraciones de justicia
a razón de miles de denuncias diarías. A este paso, vamos a declarar una epidemia
internacional de salud. ¿La había?
4.4 La Ley en manos de Pseudociencia
Como expongo, añadidamente a identificaciones de género o intereses corporativos,
puede observarse cierto diletantismo -no controlado- en bastantes profesiones
intervinientes en éstas áreas concretas clínicas y forenses campando bastante a sus
anchas y afectando a miles de parejas; pasando, demasiadas veces, sobre ellas y sus
estructuraciones -mentales y sociales- más destructiva que sustentadoramente. Como
elefantes en supermercados en manos de psicologismos o sociologismos voluntaristas
reduccionistas de todo cuño.
Alguien debería hacer algo desde la comunidad y autoridad científica para regular
semejantes desaguisados con vitola de ciencia perfecta. No es solo que la validez y
fiabilidad de sus técnicas e intervenciones sea baja, discutible y casi "discrecional" a
cada supuesto experto/a. Es que las competencias profesionales en cuestión (de enorme
complejidad) carecen actualmente de sistemas establecidos de homologación y
evaluación mientras que sus juicios y perjuicios pueden llegar a tener carácter jurídicoforense. De conveniencia electoral, mercado, mediática, etc..
Un auténtico despropósito de consecuencias psíquicas y sociales graves; similares a las
que se están pretendiendo resolver. Se olvida, como digo, el principio básico
psicosociológicos que sostiene que en las estructuraciones fundacionales culturales, la
adaptabilidad psicosocial saludable de cada generación y persona es limitada. En su
corto espacio histórico-temporal de vida, una generación -que es hija de un momento
histórico, costumbres y relaciones de poder, relación, etc.. determinadas- no puede
"revolucionar" más allá de unos límites sus estructuraciones de personalidad sin riesgo
para la salud.
17
Los servicios forenses, en los que delegan casi al cien por cien su decisión final los
jueces, a la par que están efectuados por Psicólogos Clínicos cuando no por Médicos
generalistas (menos veces por Psiquiatras), adolecen bastante de soberbia profesional.
Demasiadas veces dan a entender que sus herramientas de diagnostico son certeras
evitando citar que la validez de sus escalas23 raramente supera el setenta y cinco por
cien; esto es, en veinticinco casos de cada cien no puede asegurarse que midan lo que
dicen medir ni que siempre den el mismo resultado. Pero no lo dicen. Endiosan al DSM
IV, tantas veces puesto en cuestión desde ramas de su propia disciplina y desde luego
desde la nuestra sociológica. Jueces, Abogados y legos, lógicamente, se lavan las manos
y dan por buenas sus aseveraciones vendidas con marchamo de ciencia.
Todo esto tiende a pasarse por alto. Un brindis al sol, a pesar de multitud de
advertencias al respecto (Arce, R; Fariña, F., 2005):
“la fiabilidad de todo el procedimiento recae, en última instancia, en el
entrevistador/evaluador. Es por ello que se hace preciso que la intervención se realice
por profesionales con alta formación y experiencia, así como con una alta capacidad
de objetivación.(Alonso-Quecuty,1993)”
En la práctica el problema de validez se agrava puesto que no se controlan los requisitos
mínimos capaces de impedir los sesgos interpretativos de un solitario forense que
mantiene entrevistas con imputado o imputada y víctima. Una única persona que recoge
manualmente; esto es, sin grabación, el testimonio, de manera que sus posibles
prejuicios, errores y contratransferencias no se controlan quedando la declaración -sin
serle ni siquiera leída para su corroboración al declarante- al albur de su mayor o menor
acierto en la transcripción, sus prejuicios y el azar.
¿No es esto indefensión? La precariedad de medios y la conciencia de la imposibilidad
de allegarlos hace, desgraciadamente hoy día, que -en el mejor de los supuestosbuenos profesionales callen sus carencias, y “otorguen”.
En todo caso, los informes forenses no cumplen con los actuales requisitos de verdad,
menos aun en Psicología. La validez de esas escalas es muy baja. Los falsos
positivos muchos. La subjetividad de quien las interpreta, alta. Parecido sucede con la
fiabilidad.
Obviamente, una sola persona no puede juzgar objetivamente por una entrevista,
máxime si esta prejuiciada por razones de identificación de género, como es habitual, y
sin embargo, así se hace. Así mismo, la misma persona no debería entrevistar a las dos
partes de la pareja. De hecho no debería ni saber cuáles son los cargos presuntos o la
denuncia presentada. Deberían ser entrevistas a ciegas. Esto es, sin saber de qué se
acusa. Es lo que mandan los cánones científicos.
23
Al no existir actualmente tests que acrediten valores muy altos de validez & fiabilidad -los que existen, difícilmente
pueden evitar los entre diez y veinte errores de cada cien, legalmente inasumibles- se emplean sistemas estimativos
imperfectos de peritación de la credibilidad del testimonio, la huella Psíquica o la simulación. Por ejemplo: SVA
Statement Validity Assessment (Evaluación de la Validez de la Declaración) con CBCA Criteria-Based Content
Análisis (Análisis de Contenido Basado en Criterios)
18
Desde luego, las declaraciones -igual que cuando se declara ante el juez- deberían ser
cotejadas y recogidas con garantías. Con presencia de más personas y con firma una vez
redactada y comprobada que se ajusta a lo dicho. Teóricamente, hoy día, como no puede
ser de otro modo, los mismos psicólogos mantienen la necesidad de pruebas de varios
pasos y triangulaciones de test (usar tests equivalentes y varios profesionales
interdisciplinares) antes de decidir un diagnóstico de importancia y consecuencias,
como es el caso. Lo demás, lo que desgraciadamente se hace, es indefensión24. Estas
malas pruebas de verdad de lo denunciado son más que falibles pero muy empleadas
incumplen el garantismo necesario (Arce; Fariña, 2005)25. Y, sin embargo, pesan mucho
en la decisión final del juez.
Una parte sustancial de las oraciones gramaticales del declarante pueden ser cortadas
arbitrariamente, parcializadas o sacadas de contexto y otras ser inexactas respecto a lo
declarado, quedando desvirtuado el sentido de las declaraciones por lo que procedería
revisar con el imputado el rapport completo o realizar una nueva entrevista controlada,
triangulada a efectos de garantizar su exactitud de la transcripción y por tanto la validez.
De la misma manera que se efectúan dos y más interrogatorios para contrastar su
verosimilitud, coherencias o contradicciones.
Las diagnosis psicométricas míticas malsanas proliferan por doquier; esto es,
narraciones especulativas, sin gran validez ni fiabilidad, vendidas como verdad
ineluctable por cuerpos y corrientes dominantes de la Psiquiatría y la Psicología;
forense o general. Manuales compendiadores de Trastornos Psiquiátricos o Escalas y
Técnicas de Medición falsamente certeros y universales26. Son inaceptables y debemos
denunciarlos incesantemente. Porque incesante, masivo e interesado es la implantación
de ellos que hace el poder utilizándolos como instrumento de control de poblaciones. Es
el signo de estos tiempos. Pero Sociología, Filosofía, Antropología y otras disciplinas
humanistas sensibles, no deberíamos consentirlo27. Hay vidas de personas en juego.
5. Conclusiones
Este artículo, señala a la Ley de violencia de género española de desproporcionada y
con efectos perversos contrarios a su objetivo legislativo, y a los servicios forenses, que
la gestionan de reduccionismos psicologistas fáciles, en línea con lo observado por
Foucault y la Sociología Institucional (Káes et al.; 1989).
Acusa de la existencia de corrientes psicológicas predominantes en riesgo de devenir en
nuevos censores y lobbys de presión. Y a cierto Periodismo, de frívolo y
sensacionalista. Y en general, a los Abogados -también lobistas interesados-, de ser
practicantes del clásico “a rio revuelto ganancia de pescadores” no siendo, por tanto,
esperable en ellos que tiendan a querer “normalizar” estos asuntos.
24
A más, más, no puede pedirse un segundo análisis de las declaraciones escritas.
Según ellos :“El sistema de credibilidad de las declaraciones… …tal y como se recoge en el SVA, no se ajusta a
los requerimientos de nuestro sistema de justicia. Así el tribunal Superior exige la seguridad plena, no la alta
probabilidad (p.e. sentencia de TS de 29 de Octubre de 1981. RA 3902)”
26
Cuestionarios de rimbombantes nombres pero muy básicos utilizados en los procedimientos como el Inventario de
Adjetivos para el estudio de los trastornos de Personalidad ( IA.TP ) o el Inventario multiaxial Clínico de Millon
apenas sobrepasan -con suerte- el 0.70 de consistencia interna de Alfa-Cronbach -fiabilidad- y sin embargo, se
ofrecen fraudulentamente “ex catedra”.
27
Las ciencias humanas estamos lejos de disponer de instrumentos fiables de medida de las complejidades
psicosociológicas humanas. Más aun, de poder establecer leyes de normalidad o patología psicosocial.
25
19
Acuso a la Sociología, de callar.
Disciplinas aquellas en extremo patologizantes. Ven anormalidades por doquier. Por
eso, propongo a la Sociología, la Filosofía o la Antropología como de las pocas ciencias
actualmente desinteresadas capaces de recuperar la normalización natural usurpada y
patologizada de los fenómenos sociales intergénero, nada excepcionales, aunque sí
dolorosos y potencialmente dañinos del estilo de divorcios, maltrato, etc..
La desfachatez en la utilización de la Psicología y la Psiquiatría por parte de los poderes
públicos alcanza ya cotas inasumibles. La Sociología tiene entre sus cometidos
ineludibles diagnosticar regulaciones sociales excesivas, en éste como en otros ámbitos
hipersensibles, y sugerir cambios sociales o legislativos que propicien su disminución y
subsecuentemente, grados menores de conflicto en las relaciones, dada su gran
importancia social.
Los fenómenos sociales problemáticos se multiplican en nuestra sociedad, como no
podía ser de otra forma, dadas las complejizaciones sociales actuales. Ante ellos deben
evitarse y denunciarse respuestas y soluciones parciales reduccionistas no
multidisciplinares.
No puede haber miles de trastornados. Es más sencillo y lógico deducir que es la
sociedad quien es mejorable. El Poder, como es sabido, prefiere decir que son los
individuos quienes están enfermos.
Reconocer, con humildad, que el amor es una enfermedad muy humana, pertinaz y
exquisita que debe tratarse con exquisitez y paciencia.
Y hablando de proporcionalidad, apuntar irónicamente que no porque las bombillas
puedan explotar y causar incendios hay que meterlas bajo llave en cuanto chisporrotean.
Cabe reajustarlas. Confiar en que son necesarias y sirven, pues dan “luz”.
Es momento de escribir artículos sociológicos de lenguaje directo menos académicos y
dirigidos a sensibilizar sobre la necesidad de que los colegios y asociaciones de
sociólogos se involucren como agentes contrarrestadores de esta clase de intervenciones
legislativas, fallos y sanciones que no tienen en cuenta los requisitos sociológicos
básicos de existencia social de toda persona y grupo humano, so pena de que la
Sociología deje de existir como ciencia viva para convertirse en un simple y caduco
apéndice opinativo de corte voluntarista o similar28.
Las exigencias éticas existenciales y filosóficas deben señalar estas monstruosidades.
“Arrojar por el desagüe al bebé con el agua sucia de la bañera” no parece lo propio de
ciencias humanas que persiguen su madurez
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Alonso-Quecuty, M.L. (1999). Evaluación de la credibilidad de las declaraciones de
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28
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20
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21
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