TÍTULO: ECONOMÍAS, ESPACIOS, ACTIVIDADES EN ... DESARROLLAN SU TRABAJO. EL CASO DE LA ECONOMÍA ILÍCITA: TRAFICADAS

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TÍTULO: ECONOMÍAS, ESPACIOS, ACTIVIDADES EN LAS QUE LAS MUJERES
DESARROLLAN SU TRABAJO. EL CASO DE LA ECONOMÍA ILÍCITA: TRAFICADAS
AUTORA: BARRERA CASAÑAS, Mª DEL CARMEN
INSTITUCIÓN: UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
DIRECCIÓN: DPTO. SOCIOLOGÍA. CAMPUS CENTRAL. AVDA. UNIVERSIDAD, S/N.
FACULTAD EDUCACIÓN y FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES. 38201.
LA LAGUNA.
TELÉFONO y E-MAIL: 922-319128. [email protected]
GRUPO DE TRABAJO: 12. SOCIOLOGÍA DEL GÉNERO
RESUMEN
En el contexto de crisis y cambio social en el que estamos actualmente, nos queremos centrar en uno de los fenómenos sociales que especialmente está repercutiendo sobre
la población más pobre y marginada del planeta. Se trata de la población que más negativamente está viviendo los efectos de la globalización económica liberal. Nos referimos a
los millones de personas, mayoritariamente mujeres, que se encuentran trabajando en la
economía ílicita. Concretamente, se realiza una aproximación descriptiva sobre el fenómeno de la trata de mujeres (y niñas).
Comenzamos analizando las diferentes economías, espacios y actividades en las
que las mujeres desarrollan su trabajo, para centrarnos más específicamente en la economía ilícita. Describimos la lógica de mercados del tráfico de mujeres. Esto es, principales
eslabones de la cadena de valor en el tráfico humano, actores e instituciones que entran a
formar parte en este fenómeno, tanto desde la oferta como desde la demanda, así como las
estrategias empleadas en estos procesos. Terminamos apuntando hasta qué punto los países
de origen de las traficadas se benefician de su trabajo.
Debido al objetivo meramente descriptivo sobre la lógica de mercados del tráfico
humano, la metodología utilizada responde básicamente a los postulados del método crítico-racional, a través de la bibliografía básica.
Partimos de la hipótesis de que, entre otra serie de factores, los efectos de la globalización económica neoliberal, tales como el incipiente desempleo mundial, el aumento de
las deudas de los gobiernos, los recortes de los gastos sociales de los estados en educación,
en formación, empleo y sanidad, así como la demolición de las economías tradicionales
orientadas a mercados locales y nacionales, han fomentado e incentivado de manera lucrativa este fenómeno.
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Concluimos que la penuria relativa o “el sueño de una vida mejor”, ha sido uno de
los motivos fundamentales que explique por qué millones de personas se aventuran a pasar
por el proceso de las migraciones ilegales, y a ser víctima de tráfico.
Las formas en las que se lleva a cabo la trata de personas son múltiples, desde la
laboral, pasando por la sexual, mercado matrimonial, militar y servidumbre. La selección
de las víctimas y el destino de las mismas van a depender del género, etnia, niveles educativos formales, características físicas, edad, continente y país de origen, estatus y diferencias de clase.
Las estrategias empleadas por los Gobiernos, Bancos Mundiales, FMI, redes de tráfico, son los principales eslabones de las cadenas de valor en el tráfico humano, pero también forman parte de ello las redes sociales: familiares, etnias, y otras redes de facilitación
y movilización de tráfico nacional e internacional. Por su parte, la demanda que reclama a
estas mujeres, está básicamente constituida por empresarios, traficantes, intermediarios,
redes de Internet, clientes de turismo y servicio sexual.
Las traficadas representan una fuente de remesas, siendo potencialmente inversoras
en su tierra natal. De manera directa, las familias de origen se benefician de las remesas
enviadas por las traficadas. Indirectamente, poblados, barrios, ciudades, e incluso países,
llegan a favorecerse del trabajo de las traficadas.
Palabras claves: mujeres, trata de personas, redes, economías, mercados
ECONOMÍAS, ESPACIOS, ACTIVIDADES, EN LAS QUE LAS MUJERES
DESARROLLAN SU TRABAJO. EL CASO DE LA ECONOMÍA ILÍCITA:
TRAFICADAS
La irregularidad y el tráfico de seres humanos continúa siendo una de las facetas
menos estudiadas del fenómeno migratorio. Este último tiende a analizarse desde las investigaciones de género, especialmente en los estudios sobre la migración irregular, vinculados a trabajo irregular, prostitución y otros servicios sexuales. La gran complejidad del
tráfico de seres humanos, la invisibilidad de este fenómeno, y las dificultades de su registro y empleo metodológico, utilizados hasta el momento, tienen efectos disuasorios en los
investigadores de este fenómeno social. A pesar de las múltiples investigaciones sobre
trata y contrabando, más especialmente en el ámbito internacional que nacional, todavía es
escasa la bibliografía sociológica sobre el tráfico de personas.
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En esta comunicación se presenta una aproximación al análisis sobre la trata y tráfico de mujeres. Se describe la lógica de mercados del tráfico de mujeres y niñas en el
mundo actual globalizado1. Para ello partimos de la hipótesis de que los efectos de la globalización económica neoliberal, tales como el incipiente desempleo mundial, el aumento
de las deudas de los gobiernos, los recortes de los gastos sociales de los estados en educación, en formación, empleo y sanidad, así como la demolición de las economías tradicionales orientadas a mercados locales y nacionales, entre otra serie de factores, han fomentado
e incentivado de manera lucrativa el fenómeno del tráfico humano. Este fenómeno incide
especialmente sobre los seres más pobres del planeta, entre los cuales las mujeres son mayoría.
Debido, por un lado, a la complejidad metodológica sobre la que apuntábamos anteriormente y, por otro lado, al objetivo meramente descriptivo sobre la lógica de mercados
del tráfico de mujeres y niñas, la metodología que se ha utilizado responde básicamente a
los postulados del método crítico-racional, a través de la bibliografía básica, que nos ayuda
a sostener la hipótesis plantea.
El desarrollo y la consolidación del capitalismo delimitaron en los países económicamente más desarrollados dos grandes tipos de economías. Una denominada economía
doméstica, que tiene lugar en la esfera doméstica (espacio no público), y otra llamada economía formal o mercantil, que se lleva a cabo en la esfera extradoméstica o espacio público. El primer tipo de economía está relacionado con la producción-reproducción de los
individuos (bienes y servicios no dirigidos al mercado). En esta economía tiene lugar la
distribución de mercancías recibidas por las personas que trabajan en el hogar, mayoritariamente por mujeres. Estas mercancías son adquiridas en el mercado para producir bienes
y servicios que están destinados al autoconsumo familiar, pero no al intercambio. En el
segundo tipo de economía, tiene lugar el proceso de producción y reproducción material.
Esto es, la mercancía, la reproducción y mantenimiento de la fuerza de trabajo son los
elementos claves de la economía mercantil. Paralelamente a estos tipos de economías co-
1
Diferenciamos aquí los conceptos de “trata de personas” trafficking y “tráfico de personas” (smuggling).
Este último hace referencia al transporte (de seres humanos) y facilitación del cruce de fronteras sin cumplir
con los requisitos migratorios mediante ardid o engaño. Estas personas son ayudadas por grupos organizados
a cambio de dinero. Se incluye aquí a todas las personas que entran en un país recurriendo a recursos no
familiares o redes personales, como las que piden dinero a prestamistas para poder migrar. En caso de que
estas personas sean víctimas de amenazas, coacción, violencia, engaños, etc. en su proceso migratorio, por
parte de los grupos organizados, para poder amortizar su préstamo, pasarían a ser víctimas de trafficking
(Definiciones del Protocolo para Prevenir, Suprimir y Castigar la Trata de Personas, Especialmente de Mujeres y Niños ONU (2000) Ley 25.632, Art. 2, ONU, Palermo).
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existen otras dos, una denominada economía informal o sumergida, y otra llamada economía ilícita. En ambos tipos de economías, el sistema de intercambio de bienes permanece
ajeno al control estatal2 (Naím, 2006). Por ello mismo, los escenarios en los que se desarrollan no son directamente visibles, y es por lo que se reconocen como espacios semipúblicos3.
Tanto la economía informal como la ilícita forman parte de la tendencia generalizada de la precariedad del trabajo y la desregulación del mercado laboral, quedando por
descartado cualquier tipo de derecho laboral. Precisamente esto es lo que le otorga fundamento a su existencia y continuidad en su funcionamiento, ya que las personas quedan
totalmente subordinadas a los intereses económicos. En el caso de la economía ilícita, y
entre otra serie de agentes, esto tiene lugar entre los/as “empresarios/as”, grupo organizados, traficantes y redes de tráfico (Bales, 2000). Sin embargo, posiblemente no existan
otras actividades económicas que actualmente puedan compararse a las de la economía
ilícita, ni en su volumen ni en su beneficio.
Adentrándonos en algunas de las características más relevantes de lo que social y
económicamente se concibe como trabajo, éste es entendido como una actividad de producción y transformación de bienes y servicios, es decir, como una actividad atribuida a
una posición social, jurídica y económica que es reconocida como empleo. Entre otra serie
de características éste otorga coordenadas de referencia en la sociedad, permite la interacción con otras personas, confiere estatus y autoestima sancionado por una remuneración y
una identidad. También admite la participación en lo público (a través de sindicatos, mercado, empresa, etc.), estructura y otorga sentido a la vida del individuo, y su proyección
pública es mayor cuanto mayor es su autoridad jerárquica. En suma, define una forma de
estar en la sociedad. Sin embargo, estas características están excluidas de los trabajos desarrollados en la economía sumergida o informal, situación que se agudiza en la economía
ilícita, únicos espacios donde los/as inmigrantes irregulares, y especialmente las víctimas
de tráfico, pueden trabajar.
Por otro lado habría que subrayar, que las investigaciones sobre el trabajo de las
mujeres, especialmente las que se ocupan de la economía sumergida y de la economía ilíci2
En el caso de la economía ilícita, en algunos países en vías de desarrollo económico, los traficantes llegan a
poseer recursos y medios que superan, incluso, a los de los gobiernos. Estos medios se suelen traducir en
influencia política. Grupos organizados, traficantes y cómplices que llegan a controlar partidos políticos, y
poseer empresas mediáticas, que suelen camuflarse detrás de organizaciones no gubernamentales (Naím,
2006).
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En la economía doméstica, formal e informal, el trabajo de las mujeres tiende a resumirse en tres grandes
tipos de actividades laborales: servir, cuidar y educar.
4
ta, no pueden obviar que las mujeres que trabajan en estas economías también compaginan
las actividades extradomésticas con las domésticas. Es decir, estas mujeres también están
sometidas a la doble jornada laboral. Las investigaciones sobre la doble presencia laboral
ya han evidenciado la situación de explotación de las féminas. En este sentido habría que
recalcar que esto también tiene lugar en la situación de las mujeres que trabajan en la economía sumergida. Todo ello toma mayor relevancia, en sobre explotación, entre las mujeres de la economía ilícita, ya que para estas mujeres ambos escenarios: semi-público y semi-privado, están desprovistos de derechos. Tanto en uno como en el otro espacio se enfatiza el sometimiento al sistema patriarcal. Por un lado, bajo los empresarios, traficantes,
bandas organizadas, clientes, etc., y por otro lado, bajo la familia, ya sea en el lugar de
origen como en las relaciones establecidas en el lugar de destino.
Son mayoritariamente las mujeres más desfavorecidas, y especialmente las víctimas de tráfico y trata, las que quedan socialmente atrapadas en las jaulas de acero de la
economía global (Barrera, 2010). Estas personas tienen escasas posibilidades de pasar a
trabajar a la economía informal, y prácticamente nulas oportunidades de poder hacerlo en
la economía formal. De ahí que la situación de las mujeres en la economía ilícita sin derechos sociales, jurídicos y laborales conlleve a la discriminación, subordinación y exclusión
social. En el siguiente esquema se muestra la estructura de esta jaula de acero, como parte
integrante de la economía global:
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Gráfico 1. Tipos de economías, espacios y actividades, en las que
las mujeres desarrollan su trabajo, en la economía global
Jaula de Acero en la
Economía Global
Ámbito doméstico
Espacio semi-público
y privado
Doble Jornada
Economía Ilícita
Espacio privado
Actividades derivadas del Tráfico: fábricas, talleres, prostitución, servicios sexuales, servicio
doméstico, granjas familiares,
servidumbre, mercado matrimonial, servidumbre, etc.
Economía Doméstica
Doble Jornada
Doble Jornada
Mercado Informal
e Ilícito
-
Mercado laboral Formal
Doble Jornada
Relaciones
Mercantiles -Redistributivas - Recíprocas no explícitas u ocultas
Espacio público
Espacio semi-público y privado
Economía Formal
Economía Informal o sumergida
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EN LOS PAÍSES DE DESTINO: TRAFICADAS Y MERCADOS
Todos sabemos que los deseos e impulsos de la humanidad por emigrar son ya
antiguos y difíciles de reprimir. Como ha señalado Joaquín Arango, en cada momento
histórico las causas de las migraciones humanas han sido diferentes, también las modalidades que éstas revisten, las consecuencias que entrañan, la significación que se les
atribuye, las emociones que suscitan y las narraciones colectivas que dan lugar a este
fenómeno (Arango, 2007). Especialistas de la sociología, historia, demografía, economía, etc., han estudiado las causas y motivos de los complejos fenómenos migratorios
en los procesos de mundialización. Frente a los factores objetivos, que tienden a explicar las causas de los movimientos migratorios en dichos procesos, tales como los hechos económicos, catástrofes naturales, causas ecológicas, epidemias, conflictos armados, miseria, hambruna, etc., otros especialistas han puesto el énfasis en considerar factores subjetivos. Obviamente estos últimos también forman parte de la explicación de
las dinámicas de los movimientos migratorios (Carrasco y Rodríguez, 2000; Cachón,
2003; Campione, 2004) que han sido definidos como “derecho de fuga” (Mezzadra,
2005), y que no es otra cosa que la huida por parte de mujeres y hombres de los problemas objetivos ya mencionados.
Actualmente, y en lo que a las migraciones ilícitas, y más concretamente a lo
que el tráfico humano se refiere, entre las causas o motivos que explican la subsistencia
de este fenómeno, tal vez sea la razón de la penuria relativa (de carácter subjetivo), estos es, “el sueño de una vida mejor”, la que más determine pasar por este proceso. El
fenómeno del tráfico humano está profundamente arraigado y relacionado con flujos
migratorios globales con caracteres cada vez más complejos. Especialistas sobre el tema
han subrayado hasta qué punto los efectos de la globalización económica neoliberal han
fomentando este fenómeno, y cómo han influido más especialmente sobre las mujeres
(Chossudovsky, 1997; Sassen, 1998; Sassen, 1999; Ariza, 2004), ya que, tal y como
señala Campione (citando a Barman, 1998), la globalización globaliza a los ricos pero
localiza a los pobres. Los colectivos femeninos están protagonizando los empleos flexibles, de tiempo parcial, mal remunerados, sometidos a la supuesta “flexibilidad” en su
compatibilidad con el trabajo doméstico. Los procesos de globalización han llevado
consigo paralelamente aumentos de sectores económicos con evidente preferencia de
contratación femenina, desempeñando un papel fundamental en la subordinación de
7
género4 (Campione, 2004). Entre otra serie de características, los efectos de la globalización han incidido, principalmente, en el crecimiento del desempleo mundial, el aumento de deudas de los gobiernos, en los agudos recortes en los gastos sociales de los
estados (en educación, formación y sanidad), y en la promoción del crecimiento mediante la exportación. Además, la economía global ha demolido a las economías tradicionales orientadas al mercado local y nacional que, pese a sus ineficiencias, eran intensivas en su generación de empleo. La consecuencia de todo ello ha sido el aumento del
hiperendeudamiento de cada vez más países y la lucha por la supervivencia de la humanidad, que tiende a tomar “soluciones” extremas como tráficos ilegales de mujeres y
niñas para la explotación laboral y comercio sexual. Esta economía ha creado “puentes”
o redes a través de las telecomunicaciones, comercios, etc., que han conectado a todos
los países del planeta, haciendo del tráfico humano un fenómeno global.
En todo este proceso también han intervenido las políticas del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y del Banco Mundial. En los últimos años, a través de la privatización y desregulación, éstos se han encargado de destruir las economías locales, que son
las que prácticamente han permitido a los seres del planeta, en mayor estado de marginalidad, poder construir sus redes de recursos. Como ha señalado Sassen:“Cuando el
FMI y el Banco Mundial deciden financiar, otorgando préstamos para invertir en el
turismo en países en vías de desarrollo como estrategia de crecimiento y desarrollo
económico, lo que enseguida aparece son autopistas “invisibles” que conectan ese país
en concreto con otros países de donde traen a las mujeres” (Sassen, 2003). De este
modo, tanto el FMI como el Banco Mundial, contribuyen al establecimiento de un contexto institucional más amplio para la expansión del sector turístico y del ocio, e indirectamente, con la industria del sexo. La banca mundial apoya pues directamente este
circuito de tráfico. De esta manera, las mujeres en la industria del entretenimiento y del
sexo se transforman en un vínculo decisivo que alimenta la expansión de este sector,
que es considerado como una excelente estrategia de desarrollo y que, a su vez, se transforma en una fuente de rentas públicas. Todos estos vínculos son estructurales y su importancia en la economía aumenta ante la escasez de otras oportunidades que tienen
muchas mujeres de ganarse la vida, siendo las empresas y los gobiernos los principales
recaudadores de estas rentas. Los gobiernos, desesperados por su endeudamiento, por
conseguir más ingresos y reservas de divisas, se han dado cuenta de que las actividades
4
Tal es el caso de las zonas francas de exportación (o maquilas). Ocupaciones: oficinistas, enfermeras,
maestras, servicio doméstico y actividades relacionadas con el mercado del sexo.
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realizadas en la economía ilícita pueden convertirse en importantísimas estrategia de
desarrollo.
El papel de los Estados es clave, ya que habilitan la circulación de mano de obra
transnacional (como uno de los modos en que los gobiernos expulsan desocupación y se
aseguran la entrada de divisas). Paralelamente, las propias fronteras estatales son los
obstáculos concretos para la migración laboral femenina de los países involucrados. El
intento de abarcar el problema del tráfico humano a través de controles más rígidos en
las fronteras, aumenta las posibilidades de que las mujeres recurran a traficantes para
poder cruzarlas. Muchos de éstos suelen pertenecer a organizaciones criminales vinculadas a la industria del sexo (Mohamed, 2007).
Por otro lado, el papel de las bandas organizadas, en muchas ocasiones de bandas criminales en la prostitución, se ve fortalecido por la prohibición de esta actividad
ejercida por mujeres extranjeras. Las políticas para abolir este tipo de prostitución obedecen a que, en otros países que la han legalizado, se ha producido un drástico aumento
en todas las facetas de la industria del sexo: incremento de prostitución infantil e involucramiento del crimen organizado, explosión del aumento de tráfico humano y violencia contra las mujeres (Peñalver, 2006; García, 2009, García 2012). De todas formas,
esta interdicción ha conllevado a su práctica de manera clandestina en el interior de pisos, burdeles, sótanos, etc. (Farley et al., 2003).
A parte de la penuria relativa o el “sueño de una vida mejor” y de la propia pobreza, como agentes claves en la causa del tráfico humano, también intervienen otros
factores: a) los conflictos sociales e inestabilidad política en el país de origen, b) el desempleo, c) el analfabetismo y/o baja educación, d) la discriminación, opresión y explotación sobre las mujeres, e) la violencia de género, f) los abusos físicos y sexuales, g) la
disoluciones familiares, h) la falta de vivienda, cobijo y hogar, i) los usos de drogas, j)
la integración en bandas, k) las políticas de inmigración restrictivas, l) las comunicaciones con familiares residentes en otros lugares que estimulan positivamente, m) la información sobre las oportunidades existentes en otros lugares, n) la libertad de movimientos poblacionales que repentinamente ha puesto a millones de trabajadores/as potenciales a disposición de países que los necesitan, ñ) la avidez de patronos en países receptores para contratar obra barata que acepte cobrar salarios más bajos o realizar trabajos
que los foráneos rechazan, o) el crecimiento y extensión de las tecnologías en comunicación, p) el auge de las comunicaciones y viajes más accesible y, en fin, la falta de información sobre los riesgos de inmigración. La intersección de los factores citados son
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los que impulsan a millones de personas a emigrar, favoreciendo el desarrollo de la economía informal, y especialmente de la ilícita (Recio et al., 2006). Cuando el rostro de
esta población tiene aspecto de mujer, los procesos migraciones ilegales se disparan. Y
es que las mujeres y niños resultan ser los seres más vulnerables de las sociedades que,
aprovechando sus recursos como fuerza de trabajo, están permitiendo una mayor segmentación laboral, degradación en las condiciones de trabajo, empobrecimiento y la
consiguiente exclusión social. Sobre las mujeres, y especialmente sobre las más pobres,
se descarga el mayor impacto de los programas de ajuste estructural de la economía, del
desempleo masculino, del endeudamiento de los gobiernos, y de una nueva economía
transnacional que requiere a un ritmo cada vez más acelerado de una nueva “clase servil”. Todo ello ha provocado lo que Sassen ha denominado “la feminización de la supervivencia” (Sassen, 2000). Como históricamente ha tendido a suceder con el trabajo
realizado por las mujeres, este papel también ha quedado invisibilizado en la nueva economía global. Sin embargo, son precisamente las nuevas dinámicas de género, o los
nuevos roles femeninos, los que han hecho funcionar y articular los múltiples circuitos
económicos, que son acuñados por esta misma autora como “contrageografías de la globalización”5.
En los últimos años, el crecimiento de circuitos globales alternativos de generación de ingresos, obtención de finanzas y financiación de los gobiernos, ha sido acuciante e imparable. Entre éstos se destaca la trata de mujeres para la prostitución y realización de otras actividades de la economía ilícita.
La demanda que “reclama” a estas mujeres y niñas, está básicamente constituida
por empresarios/as, traficantes, intermediarios, redes de Internet, clientes de turismo y
servicios sexuales. La conciencia común de esta población es su convención social de
que la mano de obra extranjera en situación de vulnerabilidad acepta cualquier tipo de
trabajo. También se mantiene el claro convencimiento de que el cuerpo de las mujeres y
niñas puede convertirse en objeto-mercancía. Asimismo, se parte de la clásica y machis-
5
Concepto ya mencionado en referencias bibliográficas anteriores sobre esta autora, y que es definida
cuando se usan infraestructuras globales que facilitan lo global (a las que Sassen llama las “geografías de
la globalización”, construidas conscientemente, y muchas veces con la participación de los Estados) y que
son utilizados con objetivos distintos del diseño original. Esto es, las infraestructuras para la comunicación y la movilidad global, que ha producido el poder económico y político, son empleadas para los propios intereses de algunas personas; tal es el caso de los traficantes de personas. Los circuitos contrageografías de la globalización están pues, directa o indirectamente, asociadas con algunos programas y condiciones centrales que se encuentran en el corazón de la economía global, y que, al mismo tiempo, operan
fuera y contra las leyes y tratados (Sassen, 2000).
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ta aceptación social de la sexualidad masculina, que hace referencia a la expresión: “los
hombres tienen sus necesidades”.
A nivel mundial, la sociedad acepta bajo las acepciones de permisividad e impunidad este fenómeno social. Los velos, el engaño y la manipulación desde las instituciones políticas y medios de comunicación hacen creer a la humanidad que la explotación y
esclavitud ya han desaparecido y que, prácticamente, ya es una guerra ganada. Sin embargo, muy lejos estamos de esta mentira social, ya que millones de personas, espacialmente mujeres, son víctimas de las nuevas formas de esclavitud en el siglo XXI.
Como ya se señaló anteriormente, los rígidos controles fronterizos han hecho
posible la creciente intervención de traficantes y bandas organizadas para cruzar los
países. A ello hay que añadir las ineficaces sanciones en dichos controles, así como la
propia corrupción entre los Gobiernos que muestran actitudes benévolas con los propios
traficantes y otros intermediarios. La permisividad de redes ilícitas, con intermediarios
ricos, policial y políticamente muy bien relacionados, hacen que este fenómeno haya
tomado un aspecto difícil de resolver. Especialmente hacen falta los instrumentos más
básicos de cualquier sociedad, esto es, la garantía y protección de los Derechos Humanos.
Los resultados exitosos del comercio ilícito han propiciado más políticas deliberadas, orientadas a integración global y a unas economías abiertas. Las normas laborales
permiten la dualidad de los mercados: formales e informales. Los marcos regulatorios
que previenen la actividad ilícita y trata de mujeres resultan todavía algo más que débiles. Economía legal y economía ilegal han crecido paralelamente. Tanto es así que el
tráfico de seres humanos constituye actualmente la más sórdida de las formas de desplazar la mano de obra en la nueva economía global.
Las formas principales en las que se lleva a cabo la trata de personas son múltiples, desde la laboral (trabajo doméstico, hostelería, venta ambulante, en las calles, etc.,
venta de drogas, fábricas, agrícola, plantaciones, pesca, granjas familiares, minas, construcción). Sexual (prostitución forzada, turismo sexual, concubinas, pornografía, pedofilia). Mercado matrimonial (matrimonios forzados como objeto sexual y mano de obra
en los hogares: esposas, madres y servicio doméstico forzado). Militar (soldados cautivos, niños soldados, niñas que sirven sexualmente a los niños soldados, niñas que sirven
como trabajadoras domésticas a los niños soldados, caravanas de traficadas instaladas
en las cercanías de las bases militares para entretenimiento y uso sexual de varones militares). Servidumbre (mendicidad, prácticas religiosas y culturales) y otras formas (pira11
tería, tráfico de órganos, embarazos forzados, vientres de alquiler, adopciones ilícitas,
sometimiento a torturas, prácticas de resistencia al dolor, grabación y ventas de vídeos
de prácticas sadomasoquistas, torturas, etc.).
Después del narcotráfico y del tráfico de armas, el tráfico de seres humanos es
actualmente la forma más rentable de la economía ilícita (Anguita, 2007). En la segunda
mitad de la presente década, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calculaba
que en un solo año el tráfico humano aportaba entre 5 y 7 billones de dólares en términos de beneficios para las organizaciones. Estas cifras incluyen la suma de los giros
enviados por las prostitutas a sus países de origen, así como el dinero percibido por las
organizaciones y colaboradores de estos viajes. Es muy difícil de evaluar y concretar
cifras reales sobre el número de personas que anualmente son traficadas o tratadas. Sin
embargo, según la Organización Internacional del Trabajo, se estima que el tráfico
transfronterizo no representa más que una cuarta parte del negocio, desplazando anualmente entre 700.000 y 2.500.000 millones de personas al año, de la que más del 80%
son mujeres y niñas (Dirección General de la Mujer, 2001; Wijers, 2001). La compra
venta de seres humanos dentro de los propios países (“trata interna”) elevan las cifras.
La creación de redes étnicas transfronterizas y la creciente transnacionalización del turismo sexual y de otras actividades clandestinas, indican que todo este fenómeno seguirá creciendo a escala mundial.
Según señala el Fondo de la Población de Naciones Unidas (FNUAP), en su último informe sobre la población mundial (febrero 2008), el mayor número de víctimas
de tráfico proviene de Asía, seguidas de la ex Unión Soviética y Europa Central y del
Este, así como de países latinoamericanos y caribeños, y del continente africano. Esta
población es víctima de redes de explotación, destinadas a satisfacer la demanda de
clientes de los países denominados desarrollados, tanto social como económicamente
(Mansson, 2001). Los efectos desvastadotes del comercio ilícito generan tomas de decisiones legales y políticas que, en muchos casos, acaban por beneficiar a los propios traficantes. Y es que a medida que se refuerzan las barreras para frenar el flujo de mano de
obra ilícita, los traficantes y otros intermediarios van obteniendo resultados más rentables de su comercio. Las fronteras se transforman en focos de oportunidades para la
obtención de beneficios para los agentes implicados en el contrabando de seres humanos. De este modo, los países, tanto de origen como de acogida, ven debilitar su capacidad de frenar este fenómeno. Contrariamente, éste ha tomado mayor auge y extensión,
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acogiendo a todas las redes globales que, al mismo tiempo, dañan a sus economías, corrompiendo a los propios agentes de seguridad e incluso a sus políticos.
Lo que en un inicio parecía estar sólo en la demanda de unos pocos se ha extendido en amplias redes integradas por intermediarios y clientes, expandiéndose por todo
el planeta. Estas redes son ahora más fuertes, diversas y mueven mucho dinero. Se trata
pues de miles de personas con estrategias “creativas”, relacionadas con las cúpulas del
poder de los diferentes gobiernos, y judicial y políticamente muy bien relacionados.
Todos ellos compran, financian y venden a una serie de empresas, tanto reales como
ficticias, que no se encuentran bajo control directo de los gobiernos. Muchos de estos
agentes ni siquiera tienen nacionalidad permanente o poseen varias. La mayoría es apátrida6. De aquí la explicación del por qué el comercio legal no ha podido desplazar al
ilegal (Naím, 2006).
En el caso de las traficadas, las redes que principalmente operan son de “tipo
coercitivo” (Juliano, 2001). En estas redes se han distinguido otros tres subtipos. En un
primer lugar, los grupos de base “étnica” que captan a mujeres, especialmente de zonas
rurales y con bajos niveles de formación, mayoritariamente para trabajo sexual. Tras el
engaño a estas mujeres, se les ofrece trabajo en hostelería. Además, para obligarlas a
pagar la deuda son personalmente amenazadas. Este hecho se extiende a sus familiares,
tanto con prácticas de violencia física y psíquica y violencia simbólica, a través de maleficios o vudú o cualquier otra creencia que ellas tengan (Farley, 2009). En un segundo
lugar, se encuentran las pandillas delictivas. Se trata de grupos de conocidos, ubicados
tanto en el lugar de origen como en el de destino. Actúan de manera coordinada con el
fin de controlar, extorsionar, amenazar y presionar a las emigrantes. En un tercer lugar,
las bandas organizadas que son las que más fuertemente operan en el caso de las mujeres víctimas de tráfico. Estas, como se ha indicado, desarrollan su trabajo a escala internacional y suelen tener cómplices, no sólo en la policía, sino también entre funcionarios
públicos. Se sirven de sobornos, amenazas, violencias físicas (palizas, violaciones y
asesinatos).
Teniendo en cuenta el tamaño y la densidad que cobran estos tipos de redes, se
han caracterizado los siguientes tipos de redes que operan en el tráfico humano (Sainz,
2001). En primer lugar, las grandes redes transnacionales, que están ubicadas tanto en
los países de origen (oferta) como en los de destino (demanda), con contactos políticos
6
Cualquier persona a la que ningún Estado considera destinatario de la aplicación de su legislación.
13
y policiales, que venden mujeres a los diferentes grupos. En un segundo lugar, las redes
a media escala, que no venden a las mujeres a otros grupos, pero que trafican directamente con ellas, colocándolas en sus propios locales, clubes y empresas. Por último, una
tercera red, formada por pequeños propietarios/as de locales, clubes y empresas.
Las medidas fronterizas para amortiguar el crecimiento del tráfico humano han
desarrollado paralelamente grupos cada vez más organizados, social, económica y tecnológicamente. Según Naím (2009), estos actores han sido denominados por los chinos
como “cabezas de serpiente”. Estos actúan en connivencia con empleados de organismos públicos de exportación de mano de obra, incluso muchos de ellos han sido empleados públicos. La complicidad con funcionarios, especialmente con policías y abogados, encargados de falsificar documentación y permitiendo a menores de edad viajar
sin autorización. Los contrabandistas camuflan inmigrantes a los que proveen de pasaportes oficiales o los suben a autocares de touroperadores disfrazándolos de turistas.
También tienden a crear falsas empresas con subsidiarios en varios países, solicitando
permiso para transferir trabajadores. Otros tienden a falsear relaciones familiares o matrimonios legales a inmigrantes para que dispongan de ciudadanía. En suma, el poder de
estos grupos organizados en las redes de tráfico es tan amplio que ha podido desplazar
el papel de los contrabandistas locales o “coyotes”. Estos personajes han pasado a ser
considerados como meros actores secundarios o subcontratistas o “parte del organismo
del gran dragón” 7, a los que sólo solicitan ayuda a nivel local y sólo cuando la necesitan. Entre los personajes del “coyote” y “cabeza de serpiente” se sitúan los “pequeños
cabezas de serpiente”, proveedores o agentes de transporte, funcionarios corruptos, matones, guías locales, encargados de conseguir documentos, etc. Todos ellos con papeles
escurridizos y altamente eficaces, como portadores de las instrucciones para el éxito de
la red de contrabando. Las relaciones de éstos con la oferta de trabajo pueden crearse
sobre la marcha o estar previamente establecida a través de la confianza. Ello se ha llevado a cabo a través de las redes de Internet, captación directa con grupo de mujeres
donde se les promete una vida mejor y con falsas esperanzas, así como en el propio seno
de una determinada comunidad étnica.
Otro de los mecanismos es el empleado por los bancos, prestamistas privados o
las denominadas “agencias de viaje” que financian el billete y “bolsa de viaje” y que
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La similitud con este animal, es con su fuerza brutal y con el deslizamiento de su movimiento. La semejanza al dragón como animal de fuego, también se encuentra en las tortuosas rutas, con abundancias de
rodeos y puentes de tránsito, que sufren las personas víctimas de trata.
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muchas veces participan en la organización del propio viaje y en la recepción de las
migrantes a su llegada en el país de destino (Solana, 2003). Así, las personas inmigradas
contraen con esos individuos y entidades una deuda, con elevados intereses que obligatoriamente tienen que pagar, pasando a ser, en muchas ocasiones, víctimas de trata.
Como ya se ha señalado, la trata no sólo tiene lugar con una víctima determinada, sino también con sus familiares, parientes, vecinos y allegados, etc., que en muchas
ocasiones son amenazados de manera indirecta (a través de la propia víctima) o directamente. Sin embargo, en otras ocasiones, familiares, conocidos y allegados son los que
operan como redes (“redes familiares”) que, recurriendo a sus ahorros, pagan el viaje a
la persona que emigra. La persona prestataria se compromete a reintegrar este dinero lo
antes posible, sintiendo en muchas ocasiones presiones de carácter moral y afectivo para
devolverlo. La situación empeora cuando el prestamista exige pago de intereses.
Vemos pues, que los principales eslabones de la cadena de valor en el tráfico de
mujeres y niñas quedan establecidos, desde la oferta, por la comunidad proveedora,
donde entran en juego las estrategias de los propios gobiernos, Banco Mundial, FMI, así
como las estrategias de los traficantes, contrabandistas, reclutadores, y grupos organizados, que son los encargados de la selección de las víctimas y del destino de las mismas.
Todo ello está determinado por las características físicas y de edad de las mujeres y niñas, los niveles educativos y formales (niveles de estudios), la cultura, la clase y estatus
social de origen, ideologías, el continente y país de origen, y el espacio geográfico de
procedencia: rural o urbano. También los propios mecanismos de asignación y de las
entradas y salidas de la actividad de la traficada. A parte de los condicionantes formativos y económicos, la situación laboral de la población inmigrante está caracterizada por
la etno-estratificación (nacionalidad), así como por las propias diferencias de género,
que se hacen claramente visibles en las estrategias de reclutamiento por parte de los
empresarios en todos los sectores del mercado, y por parte de los traficantes y grupos
organizados de contrabando humano (Martínez, 2004).
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Las mujeres víctimas de trata descubren las condiciones de reclutamiento, abuso
y esclavitud a su llegada al país del destino. A las recién llegadas se las obliga a guardar
su destino definitivo en dichas redes. Durante el trayecto, entre el lugar de origen y destino, y a través de sistemas de rotación, estas mujeres pueden llegar a estar hasta en 300
lugares diferentes (Anguita, 2007). Las traficadas pasan a ser mano de obra en las formas anteriormente señaladas (mercado sexual, mercado matrimonial, etc.). Apenas perciben salarios que muchas veces son retenidos. En el caso de las actividades sexuales,
no siempre se les impide usar métodos para la prevención de enfermedades y, generalmente, no tienen derecho a la atención médica (Peñalver, 2006).
El número de mujeres y niñas en esta situación de explotación y esclavitud es
tan elevado que la economía ilícita cuenta con una elevada fuerza de trabajo en situación de “ejército de reserva” (dócil y barata, cuya disponibilidad presiona a la baja precios del tráfico y calidad de las condiciones laborales). Especialmente acuden a ella empresarios con necesidades a corto plazo (para trabajos en talleres y fábricas), que obtienen servicios de trabajadoras/es desorganizados/as, con bajo nivel salarial, carentes de
protección social y con interminables jornadas laborales. Además, muchos/as de los/as
empresarios/as tienden a ahorrarse el trabajo sucio de realizar estos contratos, encargando a agencias especializadas la gestión de los contratos y los salarios. Incluso, se sabe
que estos empresarios pueden desconocer cuánto cobran sus trabajadoras/es (Ibarra,
2005). La fuerza de trabajo ilícita llega a competir actualmente con antiguos inmigrantes en situación de ilegalidad, y que han llegado a legalizarse y a sindicarse. De ahí que
en los últimos años hayan crecido las tensiones debido a la competitividad laboral entre
inmigrantes legales e ilegales. De este modo se han disparado los fenómenos de xenofobia y racismo, culpabilizando y responsabilizando a los/as propios traficados/as de la
bajada de los salarios (Ibarrara, 2005). Además, la afluencia de la población en la economía ilícita está causando verdaderos estragos en los mercados laborales que, aparte de
sufrir constantemente recesiones económicas, se han visto sometidos a cambios estructurales como la deslocalización, y la erosión de la protección laboral en todos los sentidos (Rojo, 2006).
Por otro lado, no cabe duda de que las mujeres víctimas de tráfico representan
una fuente de remesas con el mismo carácter que la población emigrante en situación de
legalidad, y en la economía sumergida. Estas mujeres son potenciales inversoras en su
tierra natal, aunque ello suponga aún un mayor empobrecimiento de las mujeres que
envían recursos. Obviamente esto muestra claramente el carácter transnacional de la
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migración en un mundo globalizado. Y es que a pesar de la distancia, de las barreras, de
las fronteras y de las propias situaciones de ilegalidad en el país de destino, muchas de
las víctimas de trata continúan manteniendo relaciones sociales, económicas y familiares con el país de origen. Es por ello que, ya en el lugar de destino, muchas de las traficadas y ex-traficadas actúan como patrocinadoras de futuras/os inmigrantes.
EN LOS PAÍSES DE ORIGEN: TRAFICADAS Y MERCADOS
En los procesos globalizadores, la amplitud de países que se benefician del trabajo realizado por las víctimas de tráfico y trata va cada año en aumento. Como se ha
podido ver a lo largo de este artículo, de ello no sólo se benefician los países receptores,
sino también los de tránsito, pero también los de origen. Tanto es así que las remesas de
salarios enviadas por las traficadas a sus países de origen se han convertido para muchas
personas de algunos países del planeta en el principal modo, cuando no el único, de
conseguir una vida mejor8.
En los últimos años, en el Sudeste asiático, especialmente en Indonesia, Malasia, Filipinas y Tailandia, el tráfico de mujeres y niñas y la explotación de las mismas, especialmente en la industria del sexo, se ha convertido en un sector económico que ha contribuido substancialmente al empleo y a la renta nacional de los países del área. Así, y en
lo que especialmente se refiere a la industria del sexo en la economía ilícita, según ha
señalado el informe de la Organización Internacional del Trabajo (Lean, 2000), ya a
finales de los 90 en estos cuatro países el sector del sexo suponía entre el 2% y 15% del
Producto Interior Bruto (PIB). Del trabajo de estas mujeres y niñas viven millones de
trabajadores/as, pero también las autoridades gubernamentales, que de manera ilegal
obtienen beneficios de este sector a través de constantes sobornos, así como de actividades “legales” de licencias e impuestos con que gravan muchos hoteles, restaurantes,
casas de juego, casas de masaje, etc., emergentes de esta actividad. Igual de relevantes
son las remesas que transfieren las traficadas de los países mencionados, desde las zonas
rurales a urbanas. Las cifras que estas mujeres envían a sus familias llegan a superar los
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Así, en el caso de la República Dominicana, el 86% de las remesas que llegan a este país desde Europa
son enviadas por inmigrantes y casi la mitad de esta población se dedica (o se ha dedicado) a la prostitución, y entre ellas hay muchas víctimas de tráfico. A este fenómeno hay que añadirle la inserción en el
sector del sexo por parte de muchas inmigrantes que, habiendo trabajado en la economía formal e informal, y cuyas familias viven del dinero que ellas les envían, se ven inducidas a entrar en dicho sector para
seguir actuando como remesadoras
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recursos financieros destinados por los gobiernos a los programas de desarrollo para las
zonas rurales.
Así pues, de manera directa, las familias de origen se benefician de dichas remesas, no sólo para cubrir necesidades de la vida cotidiana, sino también se emplean en
cubrir necesidades en materia de salud, educación y gastos sociales de los beneficiarios
de estas transferencias. Indirectamente, poblados, barrios y ciudades llegan a beneficiarse del trabajo de las traficadas que han visto transformar sus viviendas, perforaciones de
pozos de agua e instalaciones de sistemas de cañerías, introducción de luz eléctrica y de
vehículos en calles sin asfaltar (Sengupta, 2004).
La reestructuración de los espacios rurales y desfavorecidos, así como el desarrollo económico de estas actividades, ha incitado a la permisividad de muchas familias
a la prostitución de sus hijas para su movilidad social. Cada vez parece más incipiente la
venta de mujeres y niñas como mercancías por parte de redes familiares, compañeros,
novios, vecinos y otros allegados para estos fines. También se ha incitado a las propias
mujeres a emigrar, muchas veces siendo conscientes de las actividades y trabajos que
tendrán que realizar en el país de destino, y otras muchas veces desconociendo (desde el
lugar de origen) dicha situación hasta que (ya en el lugar de destino) pasan a ser víctimas de trata y tráfico.
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