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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
DESGRABACIÓN:
“RADIO Y TELEVISIÓN DIGITAL EN LA REPÚBLICA ARGENTINA”
Salón Auditorio del H. Senado de la Nación
27 de junio de 2006
Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión
— Comienzo del casete 1/1:
Locutor. — Señoras y señores: damos comienzo a la reunión de la Comisión de Sistemas,
Medios de Comunicación y Libertad de Expresión, presidida por el señor senador nacional
Guillermo Jenefes. En esta oportunidad, lo acompañan el señor vicepresidente de la
Comisión, senador Juan Carlos Marino y los señores senadores Capitanich y Rodríguez Saá.
A su vez, damos la bienvenida a la señora senadora Hilda González de Duhalde.
Por otra parte, agradecemos la presencia de los representantes de los medios de
comunicación de nuestro país y de los países invitados que han venido a participar de esta
reunión sobre Radio y Televisión Digital en la República Argentina. En ese sentido, asisten
como oradores los señores representantes del Comité Federal de Radiodifusión, de ARPA, de
ATSC Forum y de DVB Progest.
Para introducirnos en el tema, tiene la palabra el señor presidente de la Comisión de
Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión, senador nacional Guillermo
Jenefes.
Sr. Presidente (Jenefes). — Buen día.
Hoy iniciamos una jornada sobre Radio y Televisión Digital en la República
Argentina, que constituye una de las fuertes apuestas del desarrollo tecnológico que debe
tener la comunicación, la radiodifusión y la televisión en nuestro país.
Entendemos que esta Comisión no puede estar ausente en el debate nacional que se
iniciará —y que ya se está dando— en cuanto a cómo será la televisión digital que, sin dudas,
afectará, en primer lugar, a los radiodifusores, que deberán adaptar su tecnología a la
digitalización; y, en segundo término, a los usuarios, que tendrán que adaptar sus receptores
de radio y de televisión a esta nueva tecnología de avance mundial. Constituirá,
fundamentalmente, una fuerte apuesta al desarrollo industrial en nuestro país, ya que,
cualquiera sea la norma existente que se elija —la americana, la europea o la japonesa—,
implicará la producción de aparatos de radio, de televisión y también de aquellos que
permitan la transmisión de la radio y de la televisión. Se viene toda una revolución en cuanto
a los medios de comunicación digitales. Por ende, ese es el objetivo de esta reunión.
En primer lugar, hará su exposición, desde el punto de vista técnico, el señor
representante del Comité Federal de Radiodifusión. Luego, escucharemos la palabra del
representante de ARPA (Asociación Radiodifusora Privada Argentina); y, por último,
expondrán los representantes de los dos sistemas que actualmente generan debate en la
Argentina: el americano y el europeo. En ese sentido, cabe destacar que hace poco tiempo se
ha constituido una comisión desde el Poder Ejecutivo, de la que participan los radiodifusores,
la televisión privada argentina, el COMFER, la Secretaría de Comunicaciones y la Secretaría
de Medios de Comunicación. Por lo tanto, como esa participación no se hizo extensiva a los
legisladores, aspiramos a ser incorporados, ya que se trata de un asunto en donde todos los
argentinos debemos opinar a fin de que la norma que se adopte beneficie, fundamentalmente,
a los consumidores y achique la brecha digital, para que sean muchos los argentinos que
puedan tener acceso a la televisión y a la radio digitales en la República Argentina.
Dicho esto a modo de introducción, invito al director de Planes de Gestión del
COMFER, ingeniero Osvaldo Parodi, a realizar su exposición sobre la planificación de la
radiodifusión digital.
Sr. Parodi. — Esta charla será muy breve. Prácticamente, pondremos en evidencia las pautas
de planificación que se manejan desde el Comité Federal. Esto surge de la propia ley de
radiodifusión, donde el COMFER es quien entiende en la planificación y los organismos
técnicos intervienen.
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¿Qué significa eso? Es muy común hablar de planes técnicos. Nosotros preferimos
hablar de planes nacionales, donde se incluyen, por lo menos, cuatro factores importantes: las
razones políticas, las razones demográficas, las razones económicas y, por último, las razones
técnicas.
En función de ello, nuestro comentario trata de poner en evidencia uno de los
ejercicios de planificación que se llevo adelante con respecto a la televisión analógica y que
—pese a estar a punto de acabar sus días— todavía tiene un déficit importante. Para eso, nos
basamos en el censo. En efecto, tratamos de hacer un trabajo científico para determinar cómo
impactaba, por ejemplo, con la realidad demográfica que, de alguna manera, está muy
vinculada a las cuestiones económicas.
Si ordenamos el censo que, aparentemente, comprende unas 6.000 ciudades o parajes
—ya que las ciudades están en el orden de las 1.500 o 1.700—, la impresión de ese listado
abarcaría unas sesenta páginas y descubriríamos que las estaciones de televisión que
abastecen al público en la República Argentina figuran en los primeros veintisiete renglones.
Nos encontramos así con una distorsión que no es más que un reflejo de la realidad: el 40 %
de la población está en el complejo del área de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires.
Prácticamente, en los quince renglones siguientes tenemos el 70 % de la población, con
ciudades como Córdoba, Mendoza y Rosario.
Observando nuevamente este panorama, notamos que los primeros renglones del
censo, que indican poblaciones importantes, poseen distinta cantidad de estaciones de
televisión. Por ejemplo, Buenos Aires, Rosario y Córdoba engloban, prácticamente, el 50 o 52
por ciento de la población y cada una cuenta, por lo menos, con tres estaciones de televisión.
En el caso de Buenos Aires hay, prácticamente, cinco. El resto de las ciudades —que abarcan
entre 200.000, 500.000 o 700.000 habitantes— tienen dos canales de televisión. Todos estos
canales —desde los que están en Buenos Aires, Córdoba, Rosario y la mayoría de estas
ciudades— cuentan con dos canales de televisión privada.
¿Cómo se compone el resto del cuadro? Prácticamente, hay otra decena de lugares
donde existe sólo un servicio de televisión y, en general, está cubierto o tiene origen en
estaciones provinciales. Si uno busca en la segunda o tercera página de ese listado, notará que
hay dos o tres lugares que no figuran dentro de los primeros veintisiete renglones, pero que
deberían ser incluidos ya que se trata de capitales de provincia. Por ejemplo, Ushuaia y Río
Gallegos no estarían incluidas entre las localidades con más de 100.000 habitantes; sin
embargo, tienen una estación de televisión.
Ahora bien, este panorama indica que las estaciones de televisión podrían ser
agrupadas de otra manera: el 50 o 52 por ciento posee más de tres canales de televisión para la
audiencia; un 20 por ciento dispone de la alternativa de dos canales y otro 20 por ciento sólo
recibe una canalización.
El caso de LS82 Canal 7 es significativo ya que, legalmente, hubo impedimento. Es
una cabecera ubicada en Buenos Aires donde ya, desde el arranque, tiene el 40 por ciento de
hogares del país. Hasta hace poco tiempo contaba sólo con seis estaciones repetidoras
importantes que, prácticamente, le agregaban un 10 por ciento de la audiencia. Debido a la
presencia de estaciones privadas, no había sido permitida la emisión de Canal 7 en más de
veinte principales ciudades del país. Afortunadamente, eso fue modificado y hoy se permite el
acceso; además, esas frecuencias se incorporaron al plan nacional, permitiendo que Canal 7
esté presente en Tucumán, Salta, Córdoba o Mendoza, ciudades que no recibían el servicio.
Eso está en pleno proceso.
En consecuencia, se planteó cuál era el déficit de la televisión. En ese mismo
ordenamiento encontramos que, formulando un planteo para otras quince o dieciséis
estaciones privadas —que serían llamadas, oportunamente, a concurso—, en estas veintiséis o
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veintisiete ciudades se podría ofrecer al público del servicio libre y gratuito tres alternativas
de recepción, de las cuales una de ellas sería, en principio, la señal de Canal 7.
Acá surge una cuestión que empata con la realidad: en esas veintisiete localidades —
que constituirían el servicio de televisión que cubre entre el 85 y 90 por ciento de la población
de la República Argentina— se estaría brindando una especie de igualdad de oportunidades, o
sea, completar tres servicios para cada una de esas localidades.
Efectivamente, el sistema de televisión pone en evidencia el núcleo, el corazón, la
parte importante del asunto ya que, además, funcionan unas 400 o 450 repetidoras de Canal 7
en poblaciones muy pequeñas; tan pequeñas que el total de 450 repetidoras apenas alcanza al
2 por ciento de la población. Lo mismo sucede con las extensiones de los canales privados,
los que se han expandido geográficamente en función de las cadenas de repetición. La
cantidad capitalizada hasta el momento es del orden de las 500 o 600 repetidoras de canales
privados, que cubren, aproximadamente, un 10 por ciento de la población.
¿Cuál es el problema? Uno podría sacar una conclusión falsa contando también como
telespectadores a los lugares, llamémosle, de “recepción marginal” y diciendo que con el
servicio de televisión se cubre al 96 o 97 por ciento de la población. Sería una falsa
conclusión sostener que este es un país maravilloso que tiene una televisión altamente
importante. Repito: sólo el 40 por ciento de ese 97 por ciento recibe dos o uno de los
servicios. Hace poco tiempo se comenzó con la implementación de dieciocho grandes
repetidoras de Canal 7 y el eventual llamado a concurso de dieciséis a dieciocho
localizaciones privadas como estaciones autónomas. Lo denominamos, de modo alegre, el
“mini plan”, porque es un plan pequeño que ocupa nada más que veintisiete renglones.
Entendida esta situación, el panorama a futuro en cuanto a la televisión digital sería
una cuestión casi indiscutible. O sea, replicar este acceso a la televisión digital en base a los
lugares en donde, naturalmente, ha ocurrido a través del tiempo. Este cuadro que yo presento
como estructura de la televisión analógica es una cuestión de hecho; prácticamente, no fue
planificada, surgió por propia necesidad.
Hace tiempo surgieron algunas referencias basadas en un censo de interesados en la
televisión que demostró —como gran conclusión— que de los 750 interesados que se
presentaron, ninguno —absolutamente ninguno— manifestó interés en estar en lugares en
donde no había televisión. Este es un dato muy importante.
Ahora bien, respecto de la televisión digital, nosotros tratamos de independizarnos del
sistema —sea A, B o C— porque, de alguna manera, estamos convencidos de que no tiene
gran influencia sobre la planificación. La pauta fundamental que maneja el COMFER en este
momento —porque está en pleno proceso— es la de maximizar la televisión libre y gratuita.
O sea, que la planificación eventual que salga en un determinado momento para el uso de los
canales de televisión digital, sea maximizando la televisión libre y gratuita.
Incluso, cuando uno mira este panorama desde el punto de vista geográfico, casi con
naturalidad, surge que existiría una buena razón para justificar la creación de
regionalizaciones. Una estación de televisión ubicada en Córdoba —tanto analógica como
digital— tiene, en el mejor de los casos, una llegada de aproximadamente 100 kilómetros; de
modo que, hoy, el resto de la provincia está abastecida por sistemas de repetición.
Seduce bastante la idea de que las cabeceras de las estaciones estén en cada una de las
regiones naturales como —a mi entender— Cuyo, Córdoba, Salta y Jujuy. Esto habría que
desmenuzarlo nuevamente, pero, en principio, es eso.
Por otra parte, permanentemente, debe tenerse en cuenta que existen ecuaciones
inversas. Por ejemplo, si al Comité Federal le pidieran nueve canalizaciones por cada uno de
los pueblitos que existen en la Patagonia, la CNC no tendría ningún problema técnico en
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adjudicarle nueve canalizaciones a pueblitos como Las Plumas, Gan Gan o Los Altares, que
cuentan con 200 habitantes; y diría que eso es una ecuación inversa.
¿En qué puede influir la elección del sistema en la planificación? No le encontramos
una diferencia fundamental. Podría decirse —como se ha dicho, incluso en forma parecida—
que es indiferente: da lo mismo cualquiera de los sistemas. Por consiguiente, en este caso,
preferimos no intervenir directamente; pero no podemos descuidar ciertas cosas que merecen
una evaluación, aunque sea previa a la elección del sistema.
La Argentina tiene un problema importante en la disponibilidad de canalizaciones,
fundamentalmente en dos partes: en el uso de un sistema netamente argentino, como es el de
UHF codificado —que utiliza una cantidad importante de canales y que, eventualmente,
podría dificultar bastante la canalización de un servicio de televisión digital— y en la
particularidad de que en esa utilización de canales está lo que se denomina la “zona de
coordinación”, que es una zona bastante amplia, que varía entre los 200 y 300 kilómetros de
la frontera y que, en el caso de nuestro país, está ubicada en los límites de Paraguay, Brasil y
Uruguay, en la zona sur.
Sr. Presidente. — Disculpe. Recuerdo a cada uno de los expositores que tienen diez minutos
para hablar. Por lo tanto, le pido que, por favor, redondee.
Sr. Parodi. — El redondeo es, sencillamente, una parte que tal vez no mencioné.
La televisión libre y gratuita —guste o no— se asienta en un sistema comercial basado
en la audiencia. Si disminuye la audiencia, también lo hace el ingreso publicitario; y así,
sucesivamente, puede entrarse en un espiral de crecimiento o decrecimiento. Existe una
tendencia creciente a sustituir la llegada de la televisión —no sólo en la Argentina, ya que no
depende del sistema ni del lugar— con el uso de, por ejemplo, internet. O sea, en todos lados
hay una tendencia a disminuir la televisión abierta.
El cable es otra de las manifestaciones de la televisión paga que en la Argentina refleja
una penetración importante, del orden del 60 por ciento. En consecuencia, habría que recordar
y tener en cuenta que en la televisión paga —sea por cable o por satélite—, el sistema de
televisión nunca será uno de los de aire. Será un sistema totalmente diferente, adaptado a las
necesidades de esos medios. Dicho de otra manera —no sé si queda claro—, esto también
conspira contra el crecimiento.
De todos modos, el Comité Federal no toma partido sobre esto; aunque participará de
la comisión de elección del sistema donde, seguramente, tendrá presente estas pautas.
Sr. Presidente.— Muchas gracias. Después de las ponencias de cada uno de los expositores,
daré el uso de la palabra a los señores senadores.
A continuación, tiene la palabra el representante de ARPA, señor Jorge Vergara.
Sr. Vergara. — Lo mio es un poco improvisado porque me avisaron de golpe, y mi otro
compañero se quedó varado en Córdoba y no pudo llegar.
De todas maneras, la charla, por repetida, ya la conocemos todos de memoria. Se trata
exclusivamente de la norma de radio digital que, en algún momento, tendrá que adoptar la
Argentina. Para hablar de esto hay mucho; pero como tenemos nada más que diez minutos,
haré una ligera historia de lo que es la digitalización en radio.
La radio —como la conocemos— no modificó en nada sus conceptos, sólo cambió un
poco la tecnología: en lugar de usar válvulas, se usan transitores; en lugar de usar
transformadores ultralineales, se usa modulación por pulso o modulación digital. Sin
embargo, la transmisión en sí, siempre es la misma. La radio no cambió. Los receptores
mejoraron un poco; pero la radio, desde que se inventó, sigue siendo igual.
Ahora —y siempre lo comparamos con la televisión color— la radio hace una
revolución: cambia para ser otro tipo de radio. Esto se notará mucho en la AM. Cambia tanto
la AM como la FM; pero, realmente, el resultado podrá observarse mayormente en la AM.
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Existen diversas formas de digitalizar la radio. No se trata simplemente de transmitir
con una consola digital, sino de modificar el sistema de transmisión: en vez de usar un sistema
analógico, se utilizará uno digital. Los resultados en cuanto a calidad son similares. Una radio
digitalizada en AM tiene la misma característica que una FM actual —o quizás mejor— ;y la
FM, en sí misma, mejora su calidad, pero no es tan sustancial ni notoria la diferencia. La FM
ya es un sistema de alta fidelidad; y si bien el agregado que se le puede hacer digitalizándola
le produce alguna mejora, para el oyente común no implica mucho cambio.
Hay algunos valores agregados que se obtienen con la digitalización de la FM como es
texto, uso de canales auxiliares o sistemas de emergencia para ruta; pero en cuanto a la
calidad auditiva, la modificación no es muy grande. Sin embargo, para la AM sería
resucitarla.
Si en este momento trazamos una curva, la AM está cayendo y la FM le está ganando
posición desde hace mucho tiempo. Esto se debe a que el público es más exigente, a que los
sistemas de audio cada vez son mejores y, además, exige que la calidad de audio sea superior.
Actualmente, los transmisores de AM modulan infinitamente mejor de lo que lo hacían quince
o veinte años atrás, pero no llegan a la calidad de una FM. Digitalizándola se logra no sólo
una buena calidad de audio sino que se mantiene la característica de que una AM cubre
mucha más distancia que una FM. O sea que mejorar la AM por sobre la FM tiene, en algunos
casos, un doble sentido.
De todas maneras, son diversos los sistemas existentes y pueden ser satelitales o
satelitales y celulares. El Worldspace es exclusivamente satelital y el CD Radio es satelital y
celular. Todos estos sistemas se utilizan actualmente. También existe el DRM, el Eureka 147
y el IBOC.
El Worldspace y el CD Radio son sistemas que ya están impuestos y son pagos. Se
asemejan a los cables de televisión, porque los abona quien los quiere escuchar.
El DRM es muy similar al IBOC. La ventaja de estos dos sistemas es que siguen
utilizando la misma banda de AM en el mismo canal. No es necesaria una traslación de
frecuencia, ni modificación alguna. El radiodifusor sigue siendo común —como lo
conocemos hasta ahora—, con su planta de transmisión y demás. La única diferencia es que
adecua su sistema de transmisión a esta nueva condición de transmisión digital.
El Eureka 147 es exclusivamente satelital. Si bien los sistemas satelitales son óptimos
en calidad, en los vehículos —según su velocidad y demás— se ven limitados en su
recepción; al margen de que casi todos son sistemas pagos. Si uno quiere escuchar un sistema
satelital dentro de una casa, debe poner una antena externa; no se puede escuchar con una
radio portátil, como lo hacemos ahora con la radio tradicional. Tiene una serie de
limitaciones.
Por otro lado, el radiodifusor —quizás eso no sería lo peor— deja de ser el
radiodifusor tradicional que se encarga de la artística, de la transmisión, de la técnica y demás,
y se convierte en un productor porque, en realidad, el servicio se lo tiene que comprar a
alguna de las empresas que funcionan como carrier; es el caso de Worldspace, CD Radio o
Eureka.
Después de haber estudiado mucho este tema, tanto en la Comisión Técnica de ARPA
como individualmente los representantes técnicos de la radio en la Argentina, casi todos
convinimos en que el IBOC es el mejor sistema que se adecua a nuestro país.
Si bien el DRM y el IBOC poseen características similares, la diferencia radica en que
el DRM no permite el simulcast. El DRM es puramente digital; por lo tanto, desde el
momento en que uno adopta este sistema, debe empezar a transmitir en forma digital. En
cambio, en el IBOC, durante un período de transición —y hasta tanto haya una migración
total al sistema— se puede transmitir en las dos formas: analógica y digital. Por ende, no se
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modificaría. Es comparable a la televisión en blanco y negro: se adapta a cualquier televisor.
En consecuencia, para hacer una transición lenta —sobre todo en países donde a la gente le
cuesta mucho cambiar sus equipos por una cuestión de costo— es preferible el IBOC.
Con respecto a los demás sistemas, si bien están funcionando, hay referencias de que
en algunos países —sobre todo de Europa— no han marchado muy bien. En España se
implementó el sistema Eureka 147 —y creo que también el Worldspace—, pero,
aparentemente, desde el punto de vista económico no funcionó muy bien. Por consiguiente, se
está reviendo todo.
Existe toda una historia de cómo comienza cada uno de estos sistemas y su cobertura.
Actualmente, el Worldspace trabaja mucho en África, en Asia, en Centro y Sudamérica. Es un
sistema por suscripción. En 1997 se trató de avanzar sobre la Argentina, Brasil y Uruguay,
pero no hubo éxito. Además, el costo del sistema tenía un canon superior a 100.000 dólares
para la transmisión. Por lo tanto, todo eso resultó negativo para adoptarlo.
El CD Radio se usa mucho en los Estados Unidos; casi exclusivamente para
automóviles. El sistema es netamente satelital y es propietario de CD Radio; o sea que el
productor de contenidos tiene que comprar a CD Radio y el usuario tiene que pagar alrededor
de 10 o 20 dólares.
El DRM nace de un consorcio en Francia y está más enfocado hacia las ondas cortas.
En efecto, se han logrado muy buenas condiciones de transmisión en ondas cortas. Yo he
escuchado una transmisión analógica, común, de onda corta y, después, la misma con el
sistema DRM y es increíble, parece que fuera una transmisión local. Cambia totalmente: se
elimina el fading —o, por lo menos, se enmascara— y la recuperación del audio es netamente
pura, sin ruidos y demás.
Hay sistemas combinados —terrestre y satelital—, pero siguen siendo caros y no aptos
para superficies grandes como nuestro país, Brasil o los Estados Unidos. Por eso existe la
tendencia hacia el IBOC tanto en Brasil como en los Estados Unidos y en la Argentina.
Si se cuenta con los transmisores de última generación, en realidad, el costo del
sistema IBOC es un upgrade. Hay un sistema de delay, un sistema de procesador y un sistema
modulador. Y ahí está un poco el meollo de toda esta historia: un canon que todavía no se
resolvió quién debe pagarlo. Por ahora, le corresponde a los radiodifusores. En verdad, como
este negocio sería muy grande para los vendedores de receptores, se está tratando de
compartir esos gastos precisamente con aquellos que harán más negocio, que son quienes
venden nuevos receptores. Los receptores tampoco valdrán grandes cifras: un receptor
combinado —que puede recibir digital y analógico— costará unos 600 pesos,
aproximadamente.
Si alguien desea dar posibilidades y fuerzas para que esta nueva modalidad de radio se
imponga lo hará, fundamentalmente, a través de los sistemas de recepción de radio en los
vehículos. No obstante, ya hay muchas fábricas. Existe un gran mercado de receptores porque
se vislumbró un negocio importante. En América hay más de 1.200 millones de receptores: en
los Estados Unidos, 800 millones; en Brasil se proyecta 100 millones y en la Argentina, 20
millones a un costo promedio de 400 pesos. El mercado de receptores de radio en América es
mayor que en la región asiática.
Por otro lado, se observan comparaciones con DRM y Eureka 147, pero son negativas
y ciertas. Como se dijo recién, hay que abonar estos sistemas, el radiodifusor deja de serlo
para convertirse en comprador de carrier; y los receptores son bastante más onerosos.
Nosotros hicimos o, por lo menos, asistimos a algunas pruebas en la Comisión
Técnica. Hace poco tiempo se realizaron algunas pruebas en Radio Continental y Radio Mitre,
logrando mediciones exitosas. Salió muy bien.
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En septiembre del año pasado se hicieron algunas pruebas simultáneas en Brasil:
transmitieron Radio Globo, Radio Bandeirantes, Radio Gaúcha y Kiss FM; y, realmente,
quedaron convencidos de que el sistema...
Sr. Presidente. — Le pediría que redondee, por favor.
Sr. Vergara. — Desde la Comisión Técnica de ARPA consideramos que el mejor sistema
para la Argentina es el IBOC, por una cuestión de costos y por todo lo que dije sobre la
superficie y de que los radiodifusores sólo tendrían que agregar a sus equipos los upgrades
necesarios como para continuar utilizando sus transmisores y mejorar, sustancialmente, la
transmisión.
El IBOC significa que se transmite en la misma banda y en el mismo canal.
Actualmente, la única contra que tiene en nuestro país es que se deben respetar los 40
kilociclos entre radio y radio —por lo menos en el período de transición—, debido a la
simultaneidad de transmisión, tanto analógica como digital.
Hoy por hoy se dificulta porque hay muchas emisoras que no son legales y que están
ocupando bandas que no corresponden. Si se quisiera realizar una inversión simplemente para
hacer pruebas, sería casi imposible.
Entonces, al igual que Brasil y los Estados Unidos, habría que seguir avanzando en la
investigación y en la normalización de este tema; y legislar para contar con una norma que, en
lo posible, sea esta, ya que, aparentemente, es la más adecuada. Pero, por otro lado,
deberíamos ver de qué manera podemos utilizarla con un espectro invadido y que, desde lo
técnico, afecta mucho.
No sé si fui muy claro. Sí fui muy rápido y yo no soy un gran verborrágico.
Sr. Presidente. — Muchas gracias.
Sr. Vergara. — Al contrario.
Sr. Presidente. — A continuación, invito al señor Carlos Guidobono a realizar su exposición.
Creo que también hará una demostración de la televisión digital por el sistema ATSC.
Sr. Guidobono. — Buenas tardes. Gracias por habernos invitado.
El objetivo de la presentación es explicar por qué el estándar ATSC es el más
conveniente para la televisión libre en la Argentina.
— Se exhiben gráficos.
Sr. Guidobono. — El estándar de televisión digital basado en el estándar ATSC permite a los
televidentes recibir imágenes de altísima calidad y sonido envolvente —tipo cine— y, por
otro lado, permite a los radiodifusores transmitir señales de alta definición —o HD— o una
cantidad de señales de definición estándar, denominadas SD.
El estándar ATSC es internacional, pensado para la televisión libre y gratuita, basado
en el modelo de televisión libre de los Estados Unidos, muy similar a la televisión libre de
toda América, y con diferencias sustanciales con el modelo de televisión digital en Europa.
En el modelo americano los radiodifusores de televisión analógica tienen un canal
asociado o digital que transmite en el estándar ATSC, con la viabilidad de obtener la mayor
carga de datos posible a la mayor cantidad de distancia posible, replicando la cobertura del
canal analógico.
En el modelo europeo existen operadores de plataformas de radiodifusión que tienen
asignada una cantidad de frecuencias; y, transmitiendo en el estándar digital europeo, ponen
una cantidad de señales —algunas libres y otras gratuitas— similar a un cable, pero por el aire
y, por lo general, con coberturas más pequeñas porque las ciudades están más cerca, las
distancias entre los países son más cortas y las coordinaciones son más complejas.
En Europa, algunas plataformas tuvieron problemas porque no pudieron competir con
el cable y con el satélite, varias de ellas hasta cerraron —concretamente, la española y la
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inglesa— y volvieron a abrirse cambiando la proporción de señales libres versus de pago.
Pusieron muchas más señales libres para tratar de relanzar el modelo de negocio.
En el estándar americano se prioriza la transmisión de señales de alta definición
porque el objetivo del radiodifusor es retener a su cliente —o sea, el anunciante— a través del
ingrediente más importante de su producto: el televidente; es decir, el rating. Por lo tanto, la
idea de retener al anunciante hace que la transmisión de estas señales sea un objetivo
estratégico. No obstante, se pueden transmitir cuatro o cinco señales para que el radiodifusor,
en otros horarios —por ejemplo, de la tarde—, pueda brindar diversos servicios a la
comunidad, con otro tipo de contenidos.
Como dijimos, el modelo europeo priorizó la plataforma de radiodifusión con señales
de definición estándar, en algunos casos similares y en otros inferiores a la calidad actual. Por
eso, industrialmente, los receptores en Europa no soportan la señal de alta definición.
Desde el punto de vista técnico, de los receptores de cuarta generación en adelante se
resolvieron los problemas de rebotes o fantasmas, sin pérdida de carga útil; o sea, que esos 20
megabits que originalmente tienen, se conservan. En el modelo tecnológico europeo tuvieron
que reducir significativamente la carga útil para manejar los ruidos impulsivos. Después,
vamos a ver un cuadro comparativo.
Otra cosa que respeta el estándar ATSC para la televisión libre y gratuita es que la
señal que se transmite por aire pueda ser enrutada por el cable, manteniendo el principio de
antena comunitaria —como es hoy a través de los cables—. Más allá de eso, en los Estados
Unidos, el operador de cable puede digitalizar con su propio estándar; y si les provee a los
abonados receptores de alta gama, que soportan alta definición, puede darlo a través de sus
receptores, siempre que la señal sea libre. De todas formas, desde lo industrial, los aparatos
modernos están en condiciones de soportar las dos recepciones: la de cable y la de televisión
de aire.
Por otro lado, las dos televisiones —la de aire y la de cable— se pusieron de acuerdo
para tener un único sistema interactivo, a fin de poder incorporarlo en los televisores de venta
libre. La televisión abierta orientó más los contenidos a que la interactividad sea asociada a
los programas educativos, infantiles; y, por otro lado, cada radiodifusor tiene su guía de
programación en su propio canal para que los televidentes sepan cuál es la propuesta de
contenidos de ese canal abierto.
En el modelo europeo —que es una plataforma como si fuera un cable, pero por aire—
existen sistemas interactivos. Por ejemplo, Inglaterra tiene un sistema diferente al de otros
países. Entonces, los programadores que quieren dar contenido con interactividad tienen que
saber a qué plataforma lo van a enviar, porque cada una tiene un sistema distinto. En algunos
casos se ha hecho en forma caprichosa, para retener al abonado y que no pase de una
plataforma a otra. La guía de programación tiene todos los canales —30 o 40— porque el
operador es el que maneja la plataforma, no los programadores.
En el modelo americano, los receptores están en condiciones de ser conectados a
pantallas de plasma o LCD, pero también pueden ser conectados a televisores convencionales.
O sea que para ver televisión digital no es necesario que el televidente gaste en pantallas de
altos precios y puede adecuar sus gastos al criterio de ellos. Para los de alta gama —como los
de plasma y los LCD— existen mecanismos de protección de contenidos, que son exigencias
impuestas por Hollywood para entregar las grandes producciones a los radiodifusores
gratuitos. Entonces, ante el miedo de que puedan ser copiadas, existe protección de contenido.
Por otro lado, hay audio de altísima calidad —Dolby AC-3—; pero también existen
canales auxiliares y múltiples closed caption para que se puedan ver subtitulados en distintos
idiomas. Con el subtitulado se cubren las necesidades de la gente hipoacúsica; y con los
canales auxiliares existe un descriptor de programas, que hace que se mezcle la locución de
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los artistas con el relato de lo que está pasando en la escena. De esa forma, se logra que en
una casa donde hay un televisor grande y está toda la familia en el living, aquellas personas
no videntes también se integren.
Por otra parte, la televisión libre y gratuita está en condiciones de transmitir datos y
servicios al hogar, a la escuela o a la gente en su trabajo. Por ejemplo, se transmiten datos
asociados a un programa educativo para que con la computadora se puedan hacer ejercicios
relacionados con él. Los docentes pueden solicitar a través de internet —en una conexión
telefónica— material audiovisual de soporte para sus clases, y el canal público —que cubre
90 kilómetros a la distancia— permite que una escuela, con una computadora y un receptor de
100 dólares, pueda recibir dicho material, filtrado por la autoridad educativa —no por
internet, donde todo el mundo puede decidir— y de acuerdo al proyecto que tenga la
autoridad educativa; inclusive, puede enviar exámenes a los colegios para homogeneizar el
criterio de evaluación.
En el caso laboral, podemos citar el ejemplo de los bomberos que llegan a un lugar y
piden a la Central —por radio— el plano tridimensional del edificio. Entonces, por el canal
público se envía el plano a una computadora y a ese receptor, lo que permite a los bomberos
seguir trabajando.
En el modelo de televisión libre y gratuita también existen otros servicios para la
comunidad, como la transmisión de señales muy robustas. En el caso de huracanes,
terremotos, tornados o atentados, donde las redes físicas desaparecen —inclusive las
celulares—, el canal, que generalmente está alejado, puede seguir siendo una referencia para
la comunidad. Hoy lo es en la televisión analógica. Entonces, está pensado que ese tipo de
servicios sean soportados.
Finalmente, figura la posibilidad de brindar televisión a dispositivos de mano; lo que
ya es una cuestión comercial, porque, probablemente, será paga.
En el modelo europeo, la plataforma de televisión fija tuvo que cambiar su ecuación de
canales libres por canales de pago; y, entonces, fomentó el lanzamiento de la televisión para
dispositivos de mano —denominados de DVB-H para esta plataforma— en competencia con
otros cinco sistemas. No hay un único sistema, sino cinco.
Desde el punto de vista del radiodifusor, ATSC garantiza igualdad de oportunidades.
Solamente en los Estados Unidos transmiten 1.573 estaciones de televisión, de todos los
tamaños, desde grandes cadenas corporativas a canales comunitarios y canales públicos.
Cubre el 100 por ciento de los hogares con televisión; e inclusive en zonas densamente
pobladas hay hasta 23 canales de televisión digital. El estándar ATSC fue pensado para que se
puedan alojar la mayor cantidad de canales, que podrán ser públicos, de servicios o
comerciales, en función a la cantidad a asignar.
Por otro lado, el estándar ATSC necesita la mitad de potencia para cubrir una misma
área que el estándar DVB. Esta información fue dada por los fabricantes de los transmisores.
Además, la potencia promedio en ATSC genera potencias pico menores —esto es muy
técnico— al estándar DVB. Eso implica que los transmisores del estándar europeo necesiten
cuatro veces más potencia para cubrir una misma área; lo que los convierte más caros, hace
que se requiera más consumo de energía, más estructura de torres, más complejidad de
antenas emisoras.
Desde el área de consumo, existen 800 productos en el mercado americano —de todos
los gustos y colores— que arrancan con valores que inclusive son competitivos con el
mercado local. Dijimos que un receptor, un CETOP, parte aproximadamente de los 100
dólares. Se espera que para el 2008, en función de volumen, haya receptores de sólo 50
dólares para ser vistos en televisores analógicos. Esto es muy importante por el tema de la
inclusión social, del que hablaremos más adelante.
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En cuanto a los receptores de alta gama, ya tienen incorporadas las tres recepciones: la
de aire, la de cable digital y la analógica digital; e inclusive existe la posibilidad de que el
operador de cable solamente les entregue una tarjeta de acceso condicional para los canales de
pago. Esto es así porque el cronograma de la FCC establece que, a mediados del año próximo,
todos los receptores deben tener su sintonizador digital. Eso crea previsibilidad para la
industria, que permite ofrecer mayores productos a menor precio.
Con relación al volumen, el año pasado se vendieron 20 millones de unidades en los
Estados Unidos. Se espera vender 34 millones de unidades para el año que viene, con un total
de 152 millones.
Sr. Capitanich. — ¿Qué es FCC?
Sr. Guidobono. — Es la Comisión Federal de Comunicaciones; Federal Communications
Commission. Equivaldría a nuestra Secretaría de Comunicaciones.
Sra. González de Duhalde. — Discúlpeme, pero para mí todo esto es chino básico.
¿El mandato de la FCC es para todos los países?
Sr. Guidobono. — No. Esto es lo que sucede en los Estados Unidos.
Sra. González de Duhalde. — O sea que nosotros no estamos obligados a adoptar ningún
sistema.
Sr. Guidobono. — No. El FCC acordó que todos los aparatos que se vendan en los Estados
Unidos deben tener el sintonizador digital, a fin de dar previsibilidad a la industria y que
empiece a fabricar sabiendo que va a colocarlo y a reducir más rápido el volumen de precios.
Es una estrategia interna.
Entonces, uno puede evaluar si esas situaciones que suceden en estos países que
generan ese tipo de estímulos, los puede aprovechar. Esto propicia la posibilidad de que haya
aparatos de 150 pesos. Recién escuchábamos que la radio digital IBOC está pensada para que
cueste 600 pesos y que un receptor para ver en un televisor común, de televisión digital,
cuesta 150 pesos; y uno para ver televisión digital, en la calidad de estas pantallas, 300 pesos.
Sr. Capitanich. — Debo retirarme para asistir a la reunión de la Comisión Bicameral pero,
antes de despedirme, quiero formular dos preguntas.
Sr. Presidente.— Cómo no.
Sr. Capitanich. — En primer lugar, Brasil firmó un convenio para utilizar la tecnología
japonesa en forma reciente y lo anunció públicamente. ¿Nosotros tenemos la obligación de
tomar una decisión respecto de este tema?, ¿en qué plazo y cuál es el período de transición
exigible para la modificación tecnológica?
En segundo término, quisiera saber si esta definición, desde el punto de vista de la
adopción tecnológica, también implica la adopción de una definición respecto de nuestro país
vinculado al servicio del sistema telefónico para la transmisión de voz e imagen.
Sr. Guidobono. — Por lo que se sabe, no es una obligación que un país tenga que seguir a
otro. De hecho, cuando la jefa de la Casa Civil estuvo en Buenos Aires, hace dos semanas, el
anuncio fue que cada uno de los países iba a decidir en forma soberana, en función de lo que
interesa a cada país.
Sr. Capitanich. — Eso me queda claro. Pero, desde el punto de vista tecnológico, ¿la
Argentina tiene que adoptar una tecnología —sea la americana, la europea, la japonesa o la
china— en algún período de tiempo?, ¿se define un plazo de transición en los procesos de
reconversión tecnológica exigible? Todo eso correspondería a la primera pregunta. Y se
asocia al esquema de mayor regulación o desregulación, vinculado al tema de la prestación de
un servicio de imagen por parte de las empresas telefónicas.
Sr. Presidente. — Quiero aclararle al señor senador que existe la Resolución 4 de la
Secretaría de Comunicaciones —dictada el 27 de abril de 2006— por la que se crea, en el
ámbito de la Secretaría, una comisión para el estudio y análisis del sistema de televisión
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digital. Allí se fija una serie de plazos que considero bastante limitada, ya que, una vez
constituida la comisión, en quince días se debería expedir aconsejando al Ministerio de
Planificación y a la Jefatura de Gabinete cuál sería la norma a adoptar por parte de la
República Argentina.
Sra. González de Duhalde. — Lo que crea ese decreto es la necesidad de conformar una
comisión, y que ésta se expida sobre cuál sería el mejor sistema para la Argentina.
Sr. Presidente. — Efectivamente.
Sra. González de Duhalde. — Pero no crea la obligación de cambiar de sistema; es decir,
salir del analógico para pasar a otro. Digo esto porque —recién lo escuchaba al señor— en las
escuelas no tenemos ni estufa ni ventiladores de techo.
Entonces, yo quiero saber si hay una obligación, una ley o algo, que indique que hoy,
en la Argentina, debemos empezar a preocuparnos por salir del sistema analógico para pasar a
otro que, seguramente, será maravilloso pero que no sé si hoy es importante para la Argentina.
Eso es lo que quiero saber. ¿Hay algo que nos obligue a cambiar de sistema?
Sr. Presidente. — No, no hay nada que nos obligue. Pero, sin duda, el desarrollo tecnológico
nos llevará, tarde o temprano, a adoptar un sistema de televisión digital.
Sra. González de Duhalde. — Y los otros países, exceptuando Brasil, ¿qué hacen?
Sr. Guidobono. — En el modelo de transición a televisión digital, el radiodifusor tiene las
dos señales: la analógica y la digital.
En los Estados Unidos se fijó una transición de diez años, donde las transmisiones
analógica y digital eran simultáneas. Sin embargo, México, fijó una transición de veintiún
años, en donde las transmisiones analógica y digital coexisten.
En febrero de 2009 cesan las transmisiones analógicas en los Estados Unidos y se
reasignan las frecuencias para otros servicios. En el modelo mexicano —que puede ser
utilizado como ejemplo para cualquier otro país, aunque cada uno legislará según su
conveniencia social y económica—, a los veintiún años, todas las transmisiones analógicas
tienen que tener su trasmisor digital; pero eso no significa que cesan las analógicas. O sea, la
población no estará obligada a salir a comprar un receptor. Eso sí ocurrió, por ejemplo, en
Berlín, donde, de un día para el otro, decidieron sacar las transmisiones analógicas y la gente
tuvo que comprar un decodificador. No es el criterio en este caso.
Sr. Presidente. — Senadora Latorre.
Sra. Latorre. — Quiero saber si podemos disponer de todo el material, no sólo de lo que se
expuso hoy sino también de lo complementario. Para nosotros sería de vital importancia, más
aún si, eventualmente, nos encaminamos hacia una normativa que regule el sistema.
Sr. Presidente. — Sí, con todo gusto. El material del que pueda disponer será distribuido
entre los integrantes de la Comisión.
Pido al expositor que redondee su ponencia, ya que queda un orador. A su vez,
informo a los señores senadores presentes que hay varios proyectos de comunicación y de
resolución que serán remitidos a cada uno de los despachos para su firma.
Sr. Guidobono. — Al 2000, en los Estados Unidos existen cien millones de hogares con un
promedio de 2,7 televisores analógicos por hogar. Si bien hay una penetración muy alta de
cable y de satélite, el 25 por ciento de la población sigue viendo la televisión por aire. Por lo
tanto, es muy importante mantener el servicio para la gente que no está abonada al cable.
Además, se da la situación de que todos los hogares, en general, tienen un televisor conectado
por antena.
Por otro lado, vimos que durante todos estos años la cantidad de servicios que
aparecieron en la región siempre estuvieron montados en base a la señal NTSC, que es la que
se usa en los Estados Unidos y en el resto de Latinoamérica, salvo en la Argentina, Uruguay y
Paraguay. Entonces, al hablar de disponibilidad de precios y de productos hacia la baja —o
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sea, para que acceda la gente de escasos recursos— , notamos que los Estados Unidos, con el
30 por ciento del PBI mundial, está en condiciones de generar productos y servicios de todos
los abanicos, el estándar.
Si se hace una comparación con el sistema europeo y el sistema americano en los 6
megahertz de nuestra canalización, observamos cómo han tenido que ajustar las transmisiones
en algunos países para evitar ruido. Concretamente en España, para evitar los ruidos de
Madrid en Buenos Aires, tendríamos que tener una capacidad de carga de 14,9 megabits.
Estaríamos un 23 por ciento por debajo de lo que el estándar ATSC ofrece. Eso implica
menos servicios; en el caso de los canales públicos, podría significar menos servicios a la
comunidad.
Los receptores no son de 6 megahertz, como los de América en general. No soportan
alta definición. Entonces, no habría economía de escala, porque lo que nosotros usaríamos no
se podría exportar y lo que nos traigan de afuera, deberá ser adaptado para el país; a diferencia
del estándar ATSC, que ya se usa y, de hecho, lo podemos ver aquí.
Australia —que adoptó el estándar, la alta definición y debió realizar
modificaciones— tuvo que generar un sistema de triple cast, porque no llegaban a fabricarle
los receptores. Por un lado, tenían que mantener la televisión estándar y, por el otro, la alta
definición.
Si observamos los precios, en Australia están muy por arriba de los que se consiguen
en el mercado americano; producto de hacer algo adaptado.
Brasil está a punto de firmar un acuerdo con Japón, pero hay algunas discusiones que
se han trasladado, entiendo, a nivel de países. Japón se resiste a incorporar, en forma
obligatoria, las modificaciones que pide Brasil, porque sostiene que debe estudiar la
viabilidad y la situación económica, ya que modificar un estándar y lograr valores de cientos
de dólares por receptor no es un tema de un día para otro. Además, condicionó la instalación
de la fábrica de integrados en Brasil, sujeto a un análisis más profundo; y, de ser así, van a
pasar unos años. O sea que la tecnología propone, pero la industria del mercado dispone, en
términos de realidades. Y están casi en riesgo de tener otro tiple cast, porque el gobierno les
está pidiendo que, aunque usen un sistema de codificación de video muy moderno, respeten el
sistema de codificación de video actual para tener receptores baratos.
¿Qué hay para la Argentina? Por un lado, necesidad de respetar la canalización de la
UIT de 6 megahertz.
En segundo término, los modelos son similares: la televisión abierta instala marcas,
productos, contenidos y, después, puede comercializarlos en otras plataformas. El cable es
muy probable que vaya hacia el estándar de digitalización americano, que soporta la
televisión de alta definición y complementa con el aire. Direct TV también puede estar en
condiciones de dar alta definición, porque estas dos plataformas también se van a preparar
para ofrecer alguna resistencia a las plataformas que vengan de la mano de las
telecomunicaciones, como Triple Play. Eso hace que la televisión abierta esté necesitada de
soportar alta definición, para poder...
— Corte de audio.
Sr. Guidobono. — ...nuestro PAL-N. Ya me enviaron tres upgrades y todavía no está
funcionando. El PAL-N es solamente de la Argentina, Uruguay y Paraguay. Entonces, a todos
los nuevos productos se les dará un tiempo de tratamiento según el volumen.
Por último, tenemos la posibilidad de fomentar contenidos nacionales —audio, video,
datos, interactividad— para ser exportados a la región, e inclusive al mercado hispano de los
Estados Unidos.
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Software y dispositivos. Televisores. La Argentina sólo exporta televisores a Uruguay
y Paraguay, y pelea todos los años la cuota de televisores que le importa Brasil, porque, en la
frontera, tiene el mismo estándar que nosotros.
De modo que, al ser un estándar regional —inclusive con presencia en los Estados
Unidos—, la Argentina tiene la oportunidad de exportar televisores fuera de los tres países e
inclusive competir por alguna cuota en el mercado del Norte.
Inclusión social. Como dijimos, los receptores de un sólo chip, de muy bajo costo,
permiten que la población de escasos recursos pueda acceder a un receptor digital y ponerlo
en el televisor analógico. La posibilidad de que la estación transmita, con un sólo transmisor,
a 90 kilómetros de distancia, evita que los radiodifusores tengan que poner reforzadores, por
ejemplo, en la zona del Conurbano donde, generalmente, la gente no consume las primeras
marcas que se anuncian en los canales abiertos. Entonces, no existe razón económica para que
un canal ponga un retransmisor en la zona del Conurbano. En cambio, con ese estándar, que
fue pensado para transmitir a grandes distancias, se sigue cubriendo el servicio social de
televisión libre y gratuita sin que implique un costo extra para los radiodifusores.
Sobre televisión móvil se habló mucho. Por un lado, está la televisión pública a micros
que nada tiene que ver con el radiodifusor de televisión libre y gratuita.
En televisión privada, armar una red celular para que todas las personas puedan recibir
en un dispositivo de mano la televisión gratuita, es extremadamente oneroso. Así lo sostiene
la gente de Globo, que pretende dar su señal libre y gratuita; y su área comercial concluyó que
no habrá mayor publicidad ni mayor ingreso por publicidad por dar televisión a dispositivos
de mano.
Por otra parte, los dispositivos de mano están hechos para ver contenidos de poco
tiempo, porque nadie se va a poner a mirar un programa de televisión en una posición
ergonómica no cómoda durante cuarenta minutos. Para eso, uno tiene que estar en una
situación de relax. Entonces, claramente, el sistema de televisión a dispositivos de mano es
otro servicio que podrá o no subirse a la televisión abierta, pero no es exactamente su negocio.
Existen seis estándares de televisión a dispositivos de mano: dos de ellos basados en
las plataformas fijas de radio digital que —como recién se dijo— no fueron exitosas en
Europa y, entonces, tratan de emigrar para hacer un nuevo negocio; y el de DVB-H, sobre las
plataformas fijas de televisión digital en Europa, por la misma razón.
Finalmente, decimos que el estándar de ATSC es el de mejor desempeño técnicoeconómico. Da alta definición para que el radiodifusor defienda a su cliente y lo retenga;
definición estándar; datos a colegios, escuelas, bomberos, quioscos electrónicos; señales de
altísima robustez para ser recibidas por el único transmisor en caso de emergencia; sistemas
celulares para televisión a dispositivos de mano; y no se olvida de la inclusión social al
proveer receptores de muy bajo costo para ser conectados en los televisores analógicos y ser
recibidos a grandes distancias del transmisor principal. Muchas gracias.
Sr. Presidente. — Muy bien.
Invito al ingeniero Guillermo Wichmann y al doctor Roberto Lauro, quienes
expondrán por la norma europea.
Sr. Lauro. — Voy a presentar al ingeniero Guillermo Wichmann, que representa a la
industria europea interesada en soportar la instalación de DVB en la Argentina.
Previamente, quisiera decir unas palabras —que no puedo omitir— respecto de la
presentación anterior. Debo contestar, muy fugazmente, para no entablar una polémica, que
no son correctas las relaciones de potencia que informó el colega, ingeniero Guidobono. A su
vez, el costo de los receptores tampoco es correcto, ya que es bastante más bajo.
Luego de estas aclaraciones, hará uso de la palabra al ingeniero Guillermo Wichmann.
Sr. Wichmann. — Bueno, vamos a ajustarnos a los diez minutos pautados.
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Voy a referirme a cinco puntos: cuál es la historia de DVB en el mundo actual, cuáles
son las ventajas y los modelos de servicios que ofrece DVB, cuál es su impacto
socioeconómico en Europa y cómo podría ser en la Argentina, cuál es la propuesta industrial
que DVB le presentaría al mercado argentino —o sea, a los posibles fabricantes de productos
y desarrolladores de aplicaciones— y, después, nos permitiríamos un par de conclusiones.
El primer punto es qué es el DVB. Es un sistema de TV de uso mundial que ya ha
excedido, ampliamente, las fronteras de Europa y es de vasto uso también en Asia y en África,
como lo veremos más adelante en algunas láminas.
Es un estándar utilizado también por la TV por cable y la satelital. Básicamente, la TV
por cable y satelital usan componentes y elementos fijados por la norma DVB y son primos de
la norma de televisión abierta. Es un estándar abierto; y este es un punto esencial en todas las
propuestas de estandarización europea. Es un estándar que no es controlado por ninguna
nación, por ninguna empresa, por ninguna institución en particular. Por eso es abierto,
integrador y nos permitirá incluir a la Argentina en la comunidad de empresas que desarrollan
este estándar, y que lo van a ir mejorando. No es dominado por una gran alianza de empresas
que lo han normalizado; sino que, básicamente, es el fruto de un trabajo en conjunto de
numerosas instituciones y empresas. Repito: en este momento, no está controlado por ningún
país, ninguna región y ninguna empresa.
— Se exhiben gráficos.
Sr. Wichmann. — Esta lámina habla por sí sola. En términos de adopción de estándar, DVB
reúne más países que todos los demás estándares juntos. Y esto es significativo, en cuanto a
los porqué y al potencial que DVB ofrece en evolución.
Ingreso per cápita. Esto es importante: DVB es un estándar de televisión que está
siendo adoptado por países con ingresos per cápita menores a 5.000 dólares , e incluso con
situaciones de ingreso per cápita similares a las de nuestro país. Mientras tanto, pueden
observar que los demás estándares están siendo diseñados desde países con altos ingresos per
cápita y frente a las oportunidades de consumo que hay en esos países.
Básicamente, se están armando soluciones para atacar mercados de alta definición que
aquí estarían limitados a segmentos de altos ingresos. Este es el punto donde DVB se ha
diferenciado. DVB parte de lo masivo para ir a lo sofisticado; no al revés. Si la elección fuera
distinta a DVB, tendríamos que pensar que para ir a lo masivo deberíamos poner a dieta a un
elefante para ver si conseguimos una gacela o un caballo.
Hay países que están evaluando el estándar DVB. Algunos, con ingresos per cápita
similares al nuestro —o inferiores— están estudiando esa posibilidad.
En el siguiente gráfico pueden observar en color verde, el estándar americano; en rojo,
el japonés; y en azul, el europeo. La distribución es bastante más amplia. Incluso, notamos
claramente que esto ya no es un estándar europeo: es un estándar global de origen europeo,
que ha sabido incluir, en su desarrollo y evolución, las necesidades de países asiáticos y
africanos, y que podría hacerlo con la Argentina. Esa es parte de la propuesta realizada.
En cuanto al cable, esto es todavía más amplio y también en el tema satelital. No
quisiera extenderme en esto.
Con Roberto quisimos mostrar algunos casos de pruebas hechas en la Argentina. Hay
una prueba de alta definición realizada por Canal 7, donde se muestra una de las definiciones
más detalladas. Básicamente, sirve para demostrar que, en lo técnico, las necesidades de
transmisión de alta definición también están consideradas dentro de la norma de DVB.
En la pantalla pueden observar puntos vinculados a la movilidad vehicular, donde el
velocímetro está en 90 kilómetros por hora ; y también contamos con la alternativa —como
fue señalado hoy— de acceder a contenidos desde aparatos portables. Aquí hubo que
complementar el DVB-T con una norma accesoria que permita considerar los consumos de
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baterías específicos que tienen los aparatos transportables. Entonces, para que los
broadcasters también puedan brindar una propuesta libre y gratuita para celulares, la
alternativa es esta.
Para los broadcasters esto representa una oportunidad fantástica porque, en los
últimos tres años, la Argentina ha crecido de seis a veintitrés millones de celulares. Hoy hay
veintitrés millones de celulares y se ha detectado un interés en acceder a contenidos en
períodos itinerantes, cuando uno está viajando. Entonces, esta es otra alternativa posible de
dar dentro de la flexibilidad de la norma. No sabemos si será en forma inmediata a la
adopción o dentro de cinco años; pero la factibilidad técnica de considerar todos estos
modelos de servicios está bien incluida desde la base del diseño de la norma, desde el
principio, desde su concepción básica. Y esto resulta fundamental en cuanto al porqué de la
adopción por parte de tantos países: su flexibilidad, su capacidad de integración y la
diversidad de modelos de servicios.
Y quisiera hablar, brevemente, sobre estos modelos de servicios. Actualmente, el
modelo de servicio básico de DVB tiene la capacidad de brindar a un broadcaster gratuito y
libre la posibilidad de que ofrezca múltiples señales y servicios con calidad DVB. Y esto es
esencial. No con calidad de alta definición sino con calidad digital, mejorando la forma en la
que los usuarios reciben la señal y aumentando la cantidad de canales de TV. Además,
complementariamente y en la medida en que la percepción de la población lo demande, se
podrán incorporar soluciones de alta definición que, en principio, y por los costos de estas
soluciones, estarían orientados a los segmentos de altos ingresos.
Básicamente, pueden observar la cantidad de aparatos de definición tradicional que
son capaces de reproducir la calidad DVB —también llamada “estándar”; la SD que
mencionada, anteriormente, por el colega— y la cantidad de aparatos de cristal líquido y de
plasma, que son bastante menores. Sólo estos serían capaces de recibir alta definición, más
aún en un país con los ingresos per cápita de la Argentina. Entonces, debe buscarse una norma
que permita la inclusión social desde este aspecto.
En el siguiente gráfico vemos en color azul el DVB y en rojo el ATSC. En cuanto a los
distintos disparadores para la aceptación de la TV digital en el mundo notamos que, por
ejemplo, en términos de receptores per cápita, Europa está por arriba de los Estados Unidos,
aun considerando que acá hubo un tiempo de implementación anterior a la mayoría de los
países europeos.
El caso de España —que hoy se mencionó— es paradigmático, porque, justamente, se
intentó utilizar en forma paga la plataforma y tuvo una revisión en ese aspecto. Actualmente,
se retornó al modelo libre y gratuito. La República Checa está un poco más abajo porque,
como veremos, lo adoptó muy recientemente.
Con respecto a los receptores en función del PBI, resulta interesante observar los
datos. Prácticamente, notamos que toda Europa, con PBI más bajos que los Estados Unidos,
tiene una cantidad de receptores digitales por encima de la situación estadounidense. Y si
observamos la velocidad de aceptación, en términos de cantidad de receptores por año, per
cápita, también notamos que es relativamente baja. Fíjense que la República Checa aparece
bien arriba porque entró recientemente.
Ergo, la conclusión a la que arribamos es que, básicamente, el modelo que mayor
aceptación tiene en el público en general es el que ofrece al consumidor la posibilidad de
contar con múltiples señales de calidad DVB. Eso es apreciado y aceptado por los usuarios, y
es lo que genera estos modelos de aceptación. Conclusión: los consumidores valoran este
beneficio; la alta definición a los precios actuales es sólo accesible para segmentos
poblacionales de alto poder adquisitivo; la masificación de la alta definición aún requiere de
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la baja de precios de aparatos y mejoras tecnológicas, o sea, instalar más canales de alta
definición en el mismo espectro radioeléctrico que tenemos.
Pasamos ahora al punto que consideramos realmente atractivo e interesante, porque
esta es una elección para muchos años; y todos los posibles modelos de servicio —aun
aquellos que se puedan utilizar en el futuro— deberían ser considerados. Nos referimos a la
alta definición, a la capacidad de brindar calidad DVB, como modelo básico, desde
decodificadores cuyo valor —actualmente comprobado en Europa y en algunos países de
Asia— es de 150 pesos; a tener movilidad vehicular ya que, evidentemente, no podemos
descartar un futuro interés en exhibir contenidos en un tren, en un colectivo, en un taxi o en
cualquier otro vehículo; e incluso debemos prever la posibilidad de que esto sea accesible
desde dispositivos de mano. Y esta es la propuesta básica de DVB.
Como bien se dijo, la movilidad es factible en cinco estándares distintos. Ahora bien,
no todo lo que técnicamente es posible, resulta comercialmente razonable. En las poblaciones
de menor densidad de la Argentina —hoy se mencionaron, realmente, muchas— no vamos a
rebosar en infraestructura para tener, por un lado, la TV terrestre, fija y abierta y, por el otro,
la TV móvil y abierta en los celulares. Eso requerirá de una sola infraestructura. Y el DVB
ofrece eso: una única infraestructura para la TV abierta y para la TV móvil. Es un único
transmisor, un único proveedor o broadcaster que puede ofrecer los dos modelos; lo que
implica una ventaja interesante, ya que ninguna de las otras soluciones móviles puede,
realmente, brindarlo. Ello significaría que, por ejemplo, con esa única infraestructura y esa
única frecuencia, un usuario de esas poblaciones pueda recibir hasta treinta canales móviles.
En ese sentido, en los otros estándares esto no se ha desarrollado como modelo comercial de
servicio.
Reitero: hay soluciones técnicas, es cierto; pero los demás estándares son una limusina
y el DVB es un utilitario, un todoterreno. Si lo deseamos, podemos utilizar la limusina como
transporte escolar; pero sigue siendo una limusina, esa es la realidad.
Voy a tocar un punto técnico que es relevante en Buenos Aires y en algunas otras
ciudades con una gran irregular topografía urbana. Existen serios problemas de recepción
debido a que la televisión analógica color —y alguno de los demás estándares de TV digital—
no aceptan que dos transmisores operen en la misma zona. Esto sí es permitido por el DVB.
Entonces, podríamos suplir las sombras radioeléctricas que genera la irregularidad urbana con
pequeños transmisores de muy bajo costo, instalados en algún edificio, de manera que se
puedan iluminar esas sombras. Esto significa que el DVB provee un medio técnico para
asegurar la mejor calidad de cobertura en una zona urbana, independientemente de
consideraciones de potencia que podamos realizar.
Con relación al impacto socioeconómico, quisiera hablar unos segundos sobre las
economías de escala. Notamos que hay países que lo adoptan y estimamos que habrá un
desarrollo muy importante al respecto. Hablamos de exportación y no sólo de equipos de
televisión sino también de aplicaciones, de software, para que pueda ser empleado a través de
los televisores.
Si alguien pregunta “¿por qué ahora?”, respondería que la inclusión social que permite
un aparato de TV —que, seguramente, está presente en diez millones de hogares de la
Argentina— y un decodificador de 150 pesos posibilitarían el acceso de la gente a
aplicaciones de educación, de información o de visualización de determinados sitios que
resulten necesarios —autopistas, por ejemplo—; algo que otro estándar no haría.
Si uno se pregunta “¿por qué hoy?”, porque esto cuesta 150 pesos, mientras que una
PC vale 1.500. Además, esto provee inclusión ya.
Por otra parte, hicimos una propuesta industrial. No quisiera entrar en detalles, porque
hay elementos que se han presentado en forma confidencial a la Secretaría de
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Comunicaciones; sin embargo, puedo señalar que se está realizando una propuesta industrial
que incluye el establecimiento de plantas de fabricación en el país. Proponemos el desarrollo
de software y de aplicaciones en el país; y, desde la industria y las empresas europeas, la
generación de nuevos servicios basados en la TV digital. Amén de esto, se genera empleo
tanto directo como indirecto. Y ese nivel de empleo también fue presentado al gobierno.
Ahora bien, hay otro punto importante que se relaciona con las regalías —o
royalties— que habría que pagar. En el caso de DVB, no habrá pagos de royalties al exterior
para los productos a utilizar en el mercado argentino. Esto ya fue incluido en nuestra
propuesta y es muy importante. Y sumado al otro punto que pueden observar en el gráfico,
lleva a una balanza comercial de derecho de propiedad intelectual; lo que resulta fundamental
para el desarrollo de la industria argentina.
En conclusión: estos aspectos industriales producen costos debido a las economías de
escala. Yo soy ingeniero, pero los economistas interpretan que ir de lo masivo a lo sofisticado
permite que cuando se llegue a lo sofisticado, se tenga las economías de escala de lo masivo.
La propuesta básica de DVB es introducir al país en el desarrollo mundial de la TV
digital. Esto es importante. La Argentina formaría parte del proyecto DVB. A su vez,
posibilita
soluciones de inclusión social, las que ya señalamos al igual que el tema de los royalties. Con
respecto al potencial de las exportaciones, cabe destacar que acá estamos exportando al
mundo, porque tenemos las mismas normas. La diferencia de los 6, 7 u 8 megahertz se
resuelve con un pequeño cambio en los equipamientos. En consecuencia, esto permitiría
exportar televisores, potencialmente, a todo el mundo DVB; o sea, Europa, Asia, África y los
países latinoamericanos que lo adopten. Prioriza el desarrollo y la producción local y fortalece
la industria nacional en términos de inversión y empleo.
Otro punto esencial: nosotros mantuvimos conversaciones con ATA y, básicamente, el
55 por ciento de las emisoras asociadas a ella hoy apoyan la adopción del DVB, incluso lo
han manifestado por escrito. Esas emisoras preferirían la adopción de este estándar en la
Argentina. Reitero: representan el 55 por ciento de las emisoras asociadas.
Motorizadores, flexibilidad en los modelos de servicios, flexibilidad en la introducción
de la Argentina dentro de la evolución del estándar, flexibilidad para, realmente, generar
inclusión social y así comprender al 100 por ciento de la población. Esa es, básicamente, la
conclusión.
Generación de inversiones y empleo. Es un círculo virtuoso. Acá me voy a permitir
una comparación: los estándares europeos han mostrado su capacidad para desarrollar la
industria y los mercados. Un caso, lejanamente comparable, es la introducción de la norma
GSM en la Argentina. Había seis millones de celulares, se adoptó GSM y se pasó de seis
millones a veintitrés. ¿Por qué? Porque hay un círculo virtuoso de diversidad de proveedores,
de riqueza de distintos tipos de modelos, de modelos adaptados a las necesidades de todo tipo
de consumidor, de soluciones personalizables; y el consumidor aprecia eso. Además, el
consumidor tiene, a través de un estándar abierto —no controlado por nadie—, muchas más
opciones y elecciones. Esa es la propuesta de valor básico de un estándar europeo. Me
atrevería a tomar como referencia al GSM, para ver qué podría pasar en términos de
desarrollo de mercado. Pensemos: en sólo tres años de su introducción, más que triplicamos la
cantidad de celulares; y eso fue porque vino un estándar europeo.
Entonces, se inserta la Argentina en el mundo del desarrollo de la TV digital;
tendremos una balanza comercial positiva de royalties; economías de escala para el
consumidor, para el broadcaster y para la exportación; diversidad de modelos de servicio; o
sea, elección futura.
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Si mañana queremos alta definición, la vamos a tener; si la queremos ahora, la vamos
a tener. El broadcaster puede elegir cuándo la introduce o no. Si los broadcasters quieren
ofrecer móvil y contenidos, lo pueden hacer. Las posibilidades son, realmente, muchísimo
más amplias que en otros estándares alternativos.
Finalmente —y no por eso menos importante—, figura el uso de “decos” para
servicios interactivos de la población que hoy tendría dificultades para acceder a una PC.
Sr. Lauro. — Señor presidente: creo que la presentación del ingeniero Wichmann habla por
sí sola del apoyo de la industria europea y de los canales de televisión de la Argentina. Me
quedó por hacer una sola presentación.
Este es un receptor (lo exhibe) que, actualmente, está funcionando en la Argentina. Se
están llevando a cabo pruebas en la provincia de Mendoza, entre otras. Cuesta entre 50 y 60
dólares y tiene la posibilidad de convertirse en móvil —obviamente, si se le pone una
batería— y cuenta con las salidas para los televisores que ustedes tienen en sus casas.
Señor presidente: esto ha sido todo por parte de DVB y agradecemos la presentación.
Sr. Presidente. — Agradezco a todos su presencia. Si ninguno de los señores senadores
quiere hacer alguna pregunta, daré por terminada la reunión.
Sr. Guidobono. — Señor senador, quisiera hacer un comentario, ya que el ingeniero Lauro
puso en duda lo que dije.
Sr. Presidente. — Yo daría por concluido el asunto. De esta reunión me llevo la sensación de
que resultará bastante difícil para el gobierno argentino tomar una decisión acerca de cuál será
el sistema a aplicar. Espero que la decisión beneficie, fundamentalmente, a todos los
argentinos, a fin de contar con una televisión digital accesible para la mayor cantidad de
personas.
No quiero entrar en la polémica de qué sistema es mejor. Cada uno hizo su exposición
y, por lo tanto, doy por finalizada esta reunión.
— Fin del casete 1/1.
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