Título Nombre de la autora Resumen

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Título: LOS DATOS SOBRE TRATA DE SERES HUMANOS
Nombre de la autora: Alba Villanueva Fernández
Resumen:
Uno de los principales problemas en la trata de seres humanos es la dificultad a la hora
de valorar la magnitud del problema, mermando el proceso de toma de decisiones y
repercutiendo tanto en la formulación de la política pública como en su implementación,
así como en la evaluación de los resultados de las medidas puestas en práctica
(Gozdziak y Bump, 2008; Surtees y Crags, 2010; ONUDD, 2010b; Aronowitz, 2010;
Heijden, 2015). El presente trabajo parte de la base del modelo propuesto por
Aronowitz (2010) para dar una estructura lógica a los datos que conocemos -la parte
visible- y los que no conocemos -la figura oscura del delito- de TSH; continúa con el
análisis de la aplicación práctica del modelo a un país, en este caso Australia, mediante
el estudio de Wise y Schloenhardt (2014); y finalmente tratará de poner en práctica el
modelo al caso de España, en donde los datos oficiales solo reflejan aquellos procesos
relacionados con la persecución del delito, sin tomar en consideración otros datos
relevantes derivados de los procesos de atención integral en la protección de los
derechos de las víctimas. De este análisis se extrae, en primer lugar que el sistema de
recopilación de datos sobre Víctimas de Trata de Seres Humanos está directamente
relacionado con el sistema de identificación de víctimas de trata que exista en cada país;
en segundo lugar, que el sistema de identificación de Víctimas de Trata de Seres
Humanos basado en la persecución del delito limita el sistema de recopilación de datos,
invalidando información que es relevante. Por último, se concluye que para perfeccionar
el sistema de recopilación de datos de Trata de Seres Humanos es necesario abordar el
problema no solo desde la persecución del delito, sino también desde la protección de
derechos de las víctimas.
Palabras clave: Trata de Seres Humanos, recopilación de datos, figura oscura del
delito, atención integral, sistema de identificación.
La trata de seres humanos es una grave vulneración de los derechos humanos
que los Estados se comprometen a erradicar. Con este objetivo general, el debate en los
últimos años se ha centrado en definir cuál es la mejor estrategia para alcanzarlo. El
primer instrumento legal universal en la lucha contra la trata es el Protocolo para
Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente de Mujeres y Niños,
que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada Transnacional, y que es conocido como "Protocolo de Palermo". Este
documento aprobado en el año 2000 establece el enfoque comprehensivo como el más
adecuado a la hora de abordar el problema de la trata de seres humanos. El enfoque
implica establecer medidas dirigidas a la criminalización de la ofensiva de la trata, pero
sin olvidar la protección de las víctimas (artículos 6 a 8) y la prevención del delito
(artículos 9 a 13). Pero aunque el objetivo del Protocolo de Palermo es "guiar" a los
países en la elaboración de las políticas contra la trata en todo el mundo, en la práctica
la adopción de este enfoque comprehensivo ha sido limitada. Con frecuencia los países
se han centrado en la persecución del delito, obviando o minusvalorando las medidas
destinadas a la prevención y sobre todo a la protección de sus víctimas. En parte esto ha
sido causa de la propia configuración del modelo en el articulado del Protocolo: su
artículo 5 invita a los Estados a adoptar medidas encaminadas hacia la prevención, la
persecución del delito y la protección de las víctimas, aunque sin ningún mecanismo de
sanción ni de evaluación de las medidas concretas adoptadas por los Estados. En la
práctica, los países centren su atención en el diseño de políticas orientadas a la
persecución del delito, quedando en un segundo plano la protección de las víctimas y la
prevención (Cho y Chaitanya, 2011).
Unos años más tarde, el Convenio del Consejo de Europa sobre la Lucha Contra
la Trata de Seres Humanos (en adelante Convenio de Varsovia) expone la necesidad de
abordar el problema de la trata de seres humanos de la forma más comprehensiva
posible y más orientada hacia la protección de las víctimas. Las medidas del Convenio
están formuladas de forma obligatoria y afectan tanto a la legislación como a la
construcción institucional, incluyendo la persecución, la protección y la prevención de
la trata de seres humanos. Según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el
Convenio de Varsovia establece una obligación positiva de proteger a las víctimas o a
las víctimas potenciales, así como una obligación procedimental de investigar la trata
(asunto Rantsev v. Cyprus y Rusia, párrafo 282). Se trata del enfoque basado en los
derechos humanos que debe guiar las políticas contra la trata implementadas por parte
de los Estados. Este particular enfoque además de promover medidas hacia la
prevención, la protección de las víctimas y hacia la persecución del delito, debe
incorporar un adecuado sistema de evaluación de políticas públicas, para lo que es
fundamental la disponibilidad de información estadística de manera regular, tanto sobre
la tendencia de la trata de seres humanos como sobre la actuación de los actores
principales en la lucha contra la trata de seres humanos. La tendencia es la adopción de
un enfoque comprehensivo basado en los derechos humanos, en donde el monitoreo y la
evaluación de las políticas públicas es un instrumento más para facilitar el enfoque.
Partiendo de la base de que la necesidad de obtener de datos sobre la trata de
seres humanos viene derivada de la incorporación de un enfoque comprehensivo al
abordar el problema, este texto pretende dilucidar cuáles son las problemáticas
específicas a las que se enfrenta un sistema de recopilación de datos sobre trata. Con
este objetivo en primer lugar se analizará la cuestión de la cifra oscura del delito y cómo
afecta al hecho concreto de la trata; en segundo lugar se abordará el modelo de
Aronowitz (2010) para estructurar los tipos de datos existentes sobre trata de seres
humanos; en segundo lugar se analizará cómo se ha aplicado este modelo en un ámbito
nacional, como es el caso de Wise y Schloenhardt (2014) para Australia, poniendo de
manifiesto que la problemática no solo se encuentra en la aproximación de la cifra
oscura del delito, sino que el conflicto también aparece a la hora de valorar la parte
visible de la trata; por último se pondrá en práctica el modelo al caso español,
resaltando las limitaciones de un sistema de recolección de datos muy poco
perfeccionado. El análisis nos permitirá concluir en primer lugar que el sistema de
recopilación de datos está directamente relacionado con el sistema de identificación de
víctimas; en segundo lugar, que el sistema de identificación basado en la persecución
del delito limita el sistema de recopilación de datos, pues omite la existencia de datos
que podrían ser relevantes; y en tercer y último lugar, para perfeccionar el sistema de
recopilación de datos es necesario no solo abordar el problema desde la persecución del
delito, sino también desde la protección de derechos de las víctimas.
1) La cifra oscura del delito en la trata de seres humanos.
Precisamente uno de los principales problemas a la hora de abordar la trata de
seres humanos es la dificultad a la hora de valorar la magnitud del problema, mermando
el proceso de toma de decisiones y repercutiendo tanto en la formulación de la política
pública como en su implementación, así como en la evaluación de los resultados de las
medidas puestas en práctica (Gozdziak y Bump, 2008; Surtees y Crags, 2010; ONUDD,
2010b; Aronowitz, 2010; Heijden, 2015). Se trata de un delito, y como tal se regula en
las legislaciones penales. Desde este punto de vista existe la posibilidad de contabilizar
el número de víctimas de trata que han entrado en contacto con las fuentes oficiales en
el marco de la persecución del delito. Pero estos datos no reflejan la magnitud real de la
trata de seres humanos, sino simplemente el porcentaje que es identificado oficialmente.
Así, derivada de su propia condición de delito aparece la característica que con mayor
énfasis dificulta la recolección de datos: su naturaleza oculta.
A la hora de abordar la magnitud de cualquier delito existen dos datos a valorar:
por un lado están las figuras oficiales detectadas por el aparato judicial y/o policial, y
por otro están las estimaciones, que representan esa parte que no llega a la
contabilización real pero que se presume que existe. La idea de que las fuentes oficiales
no mostraban la realidad del delito fue puesta de manifiesto con la inclusión en el
debate de las encuestas de victimización, que utilizando métodos estadísticos
representativos reflejaban una magnitud mucho mayor del problema que los datos
institucionales. Esta diferencia no era tan llamativa en los delitos contra la propiedad,
pero sí en los delitos personales en donde la comparación entre los datos oficiales y los
resultados de las encuestas de victimización representaba diferencias más significativas
(Cohen y Lichbach, 1982). El objetivo era buscar “la medida de la criminalidad presente
en una sociedad” (Biderman y Reiss, 1967). Aunque la inclusión de los datos
estadísticos fue criticada en su momento por aquellos que entendían que las estadísticas
judiciales eran las únicas con legitimidad social para identificar un hecho como delito,
hoy en día es una idea comúnmente aceptada que se conoce como la cifra oscura del
delito (Biderman y Reiss, 1967; Requena et al., 2012; Aronowitz, 2010; Wise y
Schloenhardt, 2014; Fohring, 2014; Brady y Nobles, 2015).
En el ámbito de la trata de seres humanos se unen una serie de particularidades
que engrosan la cifra oscura del delito, como el difícil acceso a la población objeto de
la trata, el hecho de que no se identifiquen a sí mismas como víctimas, o la falta de
voluntad para informar de su situación a las autoridades por miedo a represalias o a la
deportación (van Dijk, 2015; Datta y Bales, 2013). Todo esto invita a aceptar como
válido el punto de partida de Aronowitz (2009, 20): “lo que conocemos de la TSH no es
más que la punta del iceberg”. Y es precisamente ahí donde se encuentra el reto a la
hora de valorar la magnitud del delito, en afrontar un problema cuya naturaleza es
intrínsecamente oculta (Kangaspunta, 2015). Siendo conscientes de que “la escala real
de la TSH solo podrá ser una estimación” (van Dijk, 2015, 20), las cuestiones
metodológicas y éticas en la recogida de datos deben cuidarse especialmente, para no
poner en peligro la validez de los resultados, y limitar de esta manera su impacto
(Surtees y Craggs, 2010). En este sentido el Relator Especial de Países Bajos (2012)
puntualiza que “la parte invisible debe ser estimada de la forma más cuidadosa posible”,
y es necesario perfeccionar lo que conocemos sobre la trata “que es visible”. En
cualquier caso son dos extremos, la parte visible y la que no lo es, que se deberían tener
en cuenta a la hora de valorar cuantitativamente el problema de la trata de seres
humanos.
2) El modelo de clasificación de datos de Aronowitz (2010)
Si se acepta la existencia de una cifra conocida y otra oculta del delito, es lógico
pensar que tanto la parte visible como la invisible de los datos de la trata deberán incluir
un tratamiento diferenciado por su propia naturaleza. Así, lo primero que hay que hacer
es dar un orden a qué tipo de datos son los que forman la parte visible de la trata, y qué
tipo de datos formarían la figura oscura del delito. Y es en este punto en el que entra en
juego la estructura piramidal de Aronowitz (2010) (ver Diagrama I). La autora da un
orden a los datos de TSH siguiendo un esquema profundamente relacionado con el
procedimiento de identificación de víctimas, planteando que el problema no solo está en
determinar cuál es la mejor aproximación a la figura oscura del delito, porque concretar
la parte visible de la trata tampoco es una cuestión pacífica.
La estructura piramidal de Aronowitz (2010) se construye sobre la base del
sistema de identificación de víctimas de trata, que a su vez se concreta en el hecho del
auto-reconocimiento de la situación y la aceptación de ayuda para la protección. Para la
autora, la cifra oscura del delito estaría formada por aquellas personas que aún no han
sido formalmente identificadas como víctimas de trata, pero que sin embargo lo son. Por
eso reciben el calificativo de “presuntas víctimas”. En el modelo piramidal se trataría de
las dos categorías de la base de la figura, que a su vez representan el conjunto más
numeroso, e incluiría en primer lugar a las presuntas víctimas que no han entrado en
contacto con ningún actor especializado en la protección, y en segundo lugar a las
presuntas víctimas que han tenido algún contacto con los actores especializados,
debiendo en ambos casos presentar indicios de ser víctimas de trata. La línea divisoria
entre la cifra oscura del delito de la trata sería el hecho de aceptar la asistencia de los
actores especializados, ya fuera para su recuperación, para la repatriación o para la
cooperación con las Fuerza y Cuerpos de Seguridad del Estado. Esto supone aceptar que
la persona objeto de la trata ha reconocido su situación y que demanda protección. En el
fondo, según el modelo de Aronowitz, la diferencia entre la parte visible y la parte
invisible de la trata estaría en el auto-reconocimiento de la situación y la aceptación del
sistema de protección a víctimas de este tipo de delitos. Por encima, y hasta completar
todas las categorías de la pirámide, aparecen ordenadas las víctimas que cooperan con
las FFCC, las que deciden testificar en juicio, las víctimas que solicitan la repatriación
voluntaria y por último las víctimas a las que se permite permanecer en el país en el que
han sido identificadas. Todas estas categorías forman parte de la trata visible y, por lo
tanto, sería posible disponer de datos detallados.
Diagrama I. La estructura piramidal de Aronowitz
Fuente: Aronowitz (2010).
Una cuestión interesante del modelo de Aronowitz (2010) es que pone de
manifiesto que los problemas a la hora de valorar la magnitud de la trata de seres
humanos no solo se centran en la estimación de la figura oscura del delito, desconocida
por definición. Dentro de los datos visibles existen distintas fuentes (ya sean de
seguridad en el ámbito de las FFCC, en el ámbito judicial de la mano de la fiscalía,
administrativos relacionados con los procedimientos de extranjería y los permisos de
residencia, o los derivados de los procesos de protección, incluyendo al resto de actores
sociales involucrados) que pueden distorsionar los resultados, pero por encima de todo,
suponen un riesgo en el ámbito de la protección de los datos personales de las víctimas.
Se trata de un temor, el relacionado con la protección de datos de las víctimas, que fue
previsto en los instrumentos legales contra la trata, tanto en el Convenio del Consejo de
Europa (artículo 11), como en el Protocolo de Palermo (artículo 10) y en la Directiva
2011/36/EU (considerando 33). Ante esta problemática en el año 2015 se publican los
resultados de la iniciativa europea de ONGs “datACT - data protection in antitrafficking action”-, cuyo objetivo era promover los derechos a la privacidad y
autonomía de las personas objeto de la trata y proteger sus datos personales. El informe
final (Uhl et al., 2015) contiene una serie de recomendaciones para afrontar los desafíos
que plantean la protección de los datos personales en el ámbito de la trata, como
establecer mecanismos de cooperación con las ONGs que a su vez deberían formarse en
el ámbito del derecho a la privacidad, promover la realización de Evaluaciones de
Impacto sobre la Identidad siempre que exista la necesidad de trasvasar información
sobre víctimas de trata, o evitar transferir datos personales siempre q sea posible.
3) Aplicación del modelo teórico de Aronowitz a un supuesto nacional: el caso
australiano
Otros autores se han encargado de adaptar este modelo piramidal al sistema de
protección de países concretos. Este es la caso de Wise y Schloenhardt (2014), que
aplican el modelo a Australia, adaptándolo a las particularidades concretas del país (ver
Diagrama II). Aunque en general ambos modelos son muy parecidos, pueden
identificarse tres grandes diferencias: en primer lugar se pone de manifiesto que aunque
la línea divisoria que marca la cifra oscura del delito es en ambos modelos la aceptación
de asistencia por parte del gobierno, en el modelo de Wise y Schloenhardt incluye en
esta categoría tanto a víctimas como presuntas víctimas, dando a entender que formarán
parte de la cifra visible personas objeto de la trata que no hayan sido formalmente
identificadas. Lo que en realidad están aceptando Wise y Schloenhardt es asumir que en
Australia no todas las personas que reciben asistencia destinada a las víctimas de trata lo
son formalmente, o en otras palabras, la asistencia no se niega a los casos en los que no
hayan pasado por el sistema formal de identificación. En segundo lugar, otro de los
cambios respecto al modelo de Aronowitz (2010) es que el foco de atención ya no se
sitúa en la colaboración con la persecución del delito en sí, sino que se centra en la
concesión de los permisos de residencia, ya sean de corta duración mientras cooperan
en el proceso criminal o de larga duración. Se trata de desligar los tipos de víctimas del
proceso criminal, pues en efecto, una persona seguirá siendo objeto de la trata aunque
no participe como testigo protegido en el proceso judicial. Por último y en tercer lugar,
los candidatos para la repatriación quedarían situados en la cúspide de la pirámide en el
modelo de Wise y Schloenhardt (2014), evidenciando que son menos las personas
objeto de la trata que se deciden por la repatriación que aquellas a las que se les concede
permiso de residencia y pueden permanecer en el país de identificación. En definitiva,
se trata de adaptar un modelo teórico a la realidad, permitiendo clasificar los tipos de
datos con los que se puede contar y los datos que es necesario estimar, a la hora de
hacer una valoración cuantitativa de la trata de seres humanos.
Diagrama II. La estructura piramidal de Wise y Schloenhardt
Fuente: Wise y Schloenhardt (2014).
4) Aplicación del modelo teórico de Aronowitz al caso español
Si quisiéramos adaptar el modelo piramidal al caso español, el conjunto de datos
que nos permitirían tener una idea global de la TSH en España aparece en el Diagrama
III. La cifra oscura del delito estaría formada por las dos últimas categorías, que
incorporan aquellos casos en los que las organizaciones especializadas tienen
conocimiento sobre una posible víctima de trata pero ésta no quiere participar en el
proceso de identificación con la policía, y aquellas que ninguna organización
especializada tiene conocimiento sobre su paradero en el país. El resto de las categorías
quedarían fuera de la cifra oscura del delito, y por lo tanto podrían ser objeto de cálculo
con datos oficiales. Respecto de los modelos originarios, hay dos particularidades a
destacar: en primer lugar las derivadas del proceso de identificación de víctimas, y en
segundo lugar la inclusión del período de restablecimiento y reflexión, incorporado con
la Directiva 2004/81 y también incluido en la Directiva 36/2011, que se expondrán a
continuación.
Diagrama III. La estructura piramidal para el caso español
Fuente: elaboración propia en base a Aronowitz (2010) y Wise y Schloenhardt (2014).
En España el proceso de identificación se detalla en el Protocolo Marco de
Protección de las Víctimas de Trata de Seres Humanos. Según este texto, es la autoridad
policial la encargada de iniciar el trámite de identificación, a la que cualquier persona
está en la obligación de informar sobre los indicios de un caso de trata de seres
humanos, independientemente de que medie denuncia. Esta es la razón por la que en el
modelo piramidal aplicado a España se distinguen como dos categorías distintas, por un
lado las víctimas a las que se concede el período de restablecimiento y reflexión, y por
otro las víctimas identificadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y las víctimas a
las que se concede el permiso de residencia temporal mientras cooperan con la
investigación y la persecución del delito. De esta forma, en teoría la persecución del
delito y la protección de las víctimas existen en dos esferas diferenciadas. Sin embargo,
en la práctica el procedimiento de identificación está muy relacionado con la
persecución del delito. En este sentido, el informe del GRETA sobre España resaltaba la
crítica que se aportaba por parte de las ONGs, según la cual en la práctica la
identificación formal y la asistencia son condicionales a la cooperación con la policía.
Asimismo incorporaba la preocupación del propio GRETA ante la conexión entre la
identificación de las víctimas y la investigación formal, por el limitado papel de las
ONGs en todo el procedimiento. Por otro lado, aunque el Protocolo menciona a las
organizaciones especializadas, el papel que les asigna en el ámbito de la identificación
es ambiguo, pudiendo participar como el resto de miembros de la sociedad en el proceso
de detección, pero debiendo comunicar cualquier indicio detectado a las fuerzas y
cuerpos de seguridad. Así, por ejemplo, aunque se menciona que las organizaciones
podrán contribuir en la identificación aportando información tal como informe social o
historia de vida, sin embargo no especifica los cauces formales para ello, quedando en
la práctica esta colaboración al arbitrio de la voluntad de las personas encargadas de
aplicarlo. Esta es la razón por la que en el modelo piramidal para España, la parte
visible de la trata se identifica única y exclusivamente con aquellas personas objeto de
la trata que han sido identificadas de manera formal, y se elimina por tanto cualquier
referencia a organismos especializados. Estas organizaciones especializadas en la
materia aunque manejan información muy valiosa, no la recopilan de manera
sistemática, y cuando lo hacen no pasa a formar parte de las estadísticas oficiales.
La segunda particularidad respecto a los modelos originarios está relacionada
con la inclusión del período de restablecimiento y reflexión. En el marco del proceso de
identificación, cuando las fuerzas y cuerpos de seguridad detectan indicios de trata de
seres humanos, en un plazo de 48 horas deberán solicitar a la Delegación o
Subdelegación del Gobierno de la provincia la concesión del período, que resolverá en
un plazo de 5 días como máximo. El período de restablecimiento y reflexión fue
introducido en el sistema de identificación de víctimas de trata en España en el año
2011. Se trata de una prerrogativa que se concede para permitir a la víctima decidir si
quiere o no quiere cooperar con las autoridades en la investigación, garantizando un
período de tiempo para recibir la asistencia y protección adecuadas. Aunque cuando se
introduce por primera vez se fija en 30 días con el mínimo indicado por la Directiva, en
agosto de 2015 se amplía a 90 días. En España, según el informe del GRETA, no queda
claro si el período de restablecimiento y reflexión se aplica a las posibles víctimas o a
las víctimas ya identificadas. No obstante se trata de categorías diferentes, con
procedimientos diferentes: así, por ejemplo, mientras que la resolución por la que se
niega el período de restablecimiento y reflexión puede recurrirse, no es posible recurre
la negativa de la policía a identificar a una persona como víctima de trata. En todo caso
la información sobre el número de períodos de restablecimiento y reflexión concedidos,
al ser recopilada por la Delegación o Subdelegación del Gobierno, permitiría arrojar luz
sobre la parte visible de la trata en España.
5) Conclusiones
Del análisis anteriormente presentado pueden extraerse una serie de conclusiones:
En primer lugar, el sistema de recopilación de datos de víctimas de trata de seres
humanos está directamente relacionado con el sistema de identificación de víctimas. La
parte que es visible, que es contabilizada y que es incluida sin ninguna duda en el
sistema de recopilación de datos es aquella que es visible. Pero para ser visible debe
cumplir los requisitos y criterios que delimitan el propio concepto de víctima de trata de
seres humanos.
En segundo lugar, el sistema de identificación basado en la persecución del delito limita
el sistema de recopilación de datos, obviando datos que podrían ser relevantes. En los
casos analizados, la parte visible de la trata se corresponde con los datos de víctimas
que han sido proporcionados por Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que son
los que inician el procedimiento de identificación de víctimas. De esta forma las
víctimas que no quieren entrar en el procedimiento penal relacionado con la persecución
del delito, pero que sin embargo son víctimas de trata y entran en el proceso de
protección, se quedarían fuera de la contabilización de víctimas.
En tercer lugar, para perfeccionar el sistema de recopilación de datos de trata de seres
humanos es necesario no solo abordar el problema desde la persecución del delito, sino
también desde la protección de derechos de las víctimas. Esta es una conclusión obvia
derivada de las dos anteriores, pues si el sistema de recopilación de datos está
relacionado con el de identificación de víctimas, será necesario desligar el sistema de
identificación de víctimas a la persecución del delito. De esta forma también se estará
liberando al sistema de recolección de datos de las ataduras de exclusividad impuestas
por un sistema de identificación de víctimas basado exclusivamente en los criterios
oficiales relacionados con la persecución del delito.
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