OKUPACIÓN DE CENTROS SOCIALES. EL CASO DEL CSOA LA MADREÑA

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OKUPACIÓN DE CENTROS SOCIALES.
EL CASO DEL CSOA LA MADREÑA
BERTA SUÁREZ POLO.
GRADUADA EN SOCIOLOGÍA. UNIVERSIDAD CARLOS III MADRID.
MÁSTER EN HISTORIA Y ANÁLISIS HISTÓTICO Y SOCIOCULTURAL.
UNIVERSIDAD DE OVIEDO.
[email protected]
RESUMEN
Los okupas en España pertenecen a un movimiento invisibilizado, pero que en los últimos años ha
adquirido gran importancia. Sus últimos proyectos, abiertos y permeables, se han desarrollado en un
contexto de crisis política, social y económica que ha contribuido a generar procesos de
legitimación social del movimiento. Y es especialmente en los centros sociales okupados donde las
prácticas, discursos y procesos del movimiento tienen mayor visibilidad e impacto. Este es el
objetivo del trabajo: analizar esa vertiente del movimiento y contrastarlo con un estudio de caso.
CINCO PALABRAS CLAVE
Movimiento Okupa (MOK), Centro Social Okupado (CSO), ocupación, corrientes de legitimación,
pluralidad.
AGRADECIMIENTOS
A quienes de una u otra manera han participado en la elaboración del estudio. El conocimiento del
MOK es gracias a ellas.
INTRODUCCIÓN Y METODOLOGÍA
Este trabajo nace del interés en documentar lo acontecido en el centro social okupado
autogestionado (CSOA) la Madreña, en Oviedo. A partir de ahí se detectó la necesidad de explorar
el movimiento okupa para generar un marco de análisis más allá de la historia del centro. Partimos
de dos ideas o hipótesis: (1) El MOK es un movimiento social diverso articulado a través de la
práctica. (2) Su articulación en centros sociales representa una herramienta política que sirve de
altavoz al movimiento. El resultado final ha sido una aproximación al movimiento en España a
través de su vertiente de centros sociales, desde la teoría como movimiento social y desde el estudio
de algunas experiencias recogidas. Particularmente la de la Madreña, que ha sido documentada y
analizada como estudio de caso.
Para documentar la historia del centro se han realizado 18 entrevistas en profundidad a un
amplio grupo de personas que participaron en él. A ello se suma la consulta de prensa donde aparece
el proyecto o sus integrantes, así como la web del centro, el facebook y otras redes relacionadas
directa o indirectamente con la actividad y el colectivo. Además, gracias a la colaboración activa de
algunas de las personas involucradas, se ha podido contar con información de actas, cartelería y
otros archivos que también ha resultado de interés para el análisis. Por otra parte, para la
construcción del marco teórico específico, se ha consultado bibliografía específica y experiencias
similares recogidas en publicaciones académicas y desde el propio movimiento. Así pues, si bien la
Madreña es un elemento central, no solo se ha tenido en cuenta este ejemplo de okupación, razón
por la cual sostengo que muchas de las anotaciones recogidas son extensibles a experiencias
similares.
Pero ¿qué fue el CSOA la Madreña? La Madreña, nombre que toma de las asambleas
ciudadanas, nace en octubre de 2011 en el contexto de reorganización del 15M, como forma de
reivindicación de un edificio público, la antigua Consejería de Salud, que había pasado a manos
privadas a través de la acción del gobierno autonómico en la denominada Operación de los Palacios.
El proyecto de okupación, que implicó a múltiples colectivos e individualidades que la definieron y
redefinieron a lo largo de casi tres años, generó un espacio que sirvió de plataforma de arranque y
difusión de proyectos políticos, culturales y sociales más allá de las fronteras de Oviedo. Además,
es un ejemplo muy reciente de okupación que, como veremos en la argumentación, cristaliza toda
una serie de tendencias de rabiosa actualidad.
ASPECTOS GENERALES DEL MOVIMIENTO OKUPA EN ESPAÑA
Alberich (2007:75) define movimiento social como la forma de acción colectiva que, con objeto de
impulsar o impedir cambios en la sociedad, se sitúa <<frente a>> o <<independientemente de>> el
aparato institucional, como explica Neveu (2002:31), con resultados revolucionarios o reformas
localizadas. Tomando en cuenta esta idea, el MOK se define como un movimiento que rechaza las
estructuras existentes y propone otros modelos sociales y formas de convivencia, y todo ello
articulado no solo como discurso sino como práctica de lo cotidiano. Este rechazo se concreta en las
formas y protagonistas del hacer político, su falta de representatividad y las contradicciones en las
que incurre (Domínguez, Martínez y Lorenzi 2010:11). Ante un sistema normativo y coactivo que
consideran injusto, la propuesta es la desobediencia civil, la okupación. Por tanto, estamos ante un
movimiento que se articula y se define, necesariamente, a través de la práctica de la usurpación.
Si bien este rechazo al sistema – Estado es común, los grados y propuestas varían en función
de elementos que describen, en última instancia, la relación entre los proyectos de ocupación y las
instituciones. Por ello es clave la concepción de la ocupación como herramienta o como fin,
entendiendo la primera como reivindicación política de la obtención del inmueble y, la segunda,
como práctica política de un discurso más allá del inmueble. La ocupación sería la protagonizada
por los sindicatos CNT y SOC en los años 70' (Martínez 2002:141), o por la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca (PAH) desde 2008. La otra, con k, es el objeto de este trabajo, y
comprende a su vez múltiples formas de concebir los proyectos. Las diferencias entre estas formas
oc(k)upas giran en torno al eje desalojo-legalización-abandono, lo que configura a la postre el
objeto de la ocupación, y su manifestación en un proyecto y unas relaciones dentro y fuera del
espacio que se constituye. La denuncia del hacer político, la falta de representatividad y las
contradicciones sistémicas son comunes; lo que varían son las interpretaciones y propuestas que
resultan de ella, su grado de inmersión y las relaciones con el espacio político integrado. La
posición que mantienen o a la que aspiran en el eje legalidad – ilegalidad. Aun así, los límites entre
estas formas son difusos, si bien algunos textos1 elaborados desde el propio movimiento dan cuenta
de que existen diferencias relevantes para quienes protagonizan el movimiento.
Llegado este punto es importante recordar la diferencia entre la okupación de viviendas, la
de centros sociales y la que alberga ambas acciones. Esto sirve para introducir la característica
fundamental del movimiento: la heterogeneidad de perfiles sociales, idearios y prácticas que
engloba. Además, hay que tomar en cuenta que dentro de él coexisten diversas formas de entender
su principal elemento aglutinador: la okupación como reivindicación política. En este sentido,
resulta difícil definir al colectivo okupa porque, como señalan Feixa, Costa y Pallarés (2002:91-92),
“más que hablar de un grupo en concreto tenemos que analizar el fenómeno como un conglomerado
de redes yuxtapuestas, donde los individuos conforman su identidad (…) a partir de su participación
en uno o más grupos”. Es decir, sirve para entender que cuando hablamos de movimiento okupa nos
referimos a la usurpación de inmuebles como herramienta principal de prácticas autónomas mucho
más complejas, que implican experimentar la pluralidad y la multiplicidad, y no solo reivindicarla
1
Anónimo [A] 2013 y Anónimo [B] 2014.
con palabras (Navarrete 1999:27).
En la misma línea, el movimiento se configura de forma “plástica” (Tejerina 2010:63) y
flexible, tanto por la heterogeneidad como por el necesario dinamismo derivado de la inestabilidad
legal de cada okupación y, por ende, del movimiento en su conjunto. Este hecho se relaciona
directamente con las diferentes formas de entender la okupación que son, en parte, fruto de las
diversas estrategias de supervivencia y reorientación de los proyectos y colectivos. Además,
también se vincula con otro de sus principios centrales: la clave 'auto' ―atogestión,
autoaprendizaje, autoconocimiento, etc― Y lo que es más interesante, describe la situación presente
del MOK en la que se dan discursos a favor del movimiento, que responden a las corrientes de
legitimación social presentes desde hace algunos años. Según Staniewicz (2011:137), los gobiernos
de ciudades en las que el movimiento tiene un apoyo social importante, utilizan estos discursos
favorables como estrategia política. Por su parte, Domínguez, Martínez y Lorenzi (2010:5)
consideran que los discursos que abogan por la legalización debilitan el movimiento, minando la
piedra angular de su reivindicación: la desobediencia civil. En España, el apoyo social a colectivos
como la PAH, que utilizan la ocupación para realojar a personas desahuciadas y denunciar la
vulnerabilidad económica que sufren, contribuye a generar una opinión amigable con la práctica, la
que tiene una k.
Estas declaraciones, más o menos favorables a la okupación, contribuyen a su vez al
conocimiento de un movimiento invisibilizado en dos sentidos. En primer lugar, el estigma social y
mediático que se le adscribe a quienes okupan, sumado a la situación de ilegalidad de la actividad,
hace que el MOK sea no solo desconocido sino <<indeseable>> públicamente. En segundo lugar, la
práctica de sus propuestas y reivindicaciones sucede, en su mayoría, dentro de los espacios que se
okupan; por lo que conocerlo pasa por atravesar las puertas de lugares fuertemente estigmatizados.
Esta opacidad afecta especialmente a su discurso, y en general se puede aplicar la afirmación de
Martínez (2003): “se sabe que está ahí pero no qué es.” Esta condición espacial vincula el
movimiento con lo cotidiano y convivencial, lo que a su vez implica compartir toda una serie de
códigos y valores asociados con la clave ‘auto’, especialmente significativos en el funcionamiento
de los centros sociales.
Todas estas cuestiones configuran un movimiento social complejo y desconocido que
combina 'radicalidad', lo que trasgrede la norma social, con 'legitimidad', lo que la suele cumplir y
además goza del apoyo de una parte significativa de la sociedad. Esto sucede cuando el acto 'radical'
de okupar una propiedad privada se 'legitima' debido al uso que se le da, es decir, cuando prevalece
el valor de uso frente al valor de cambio. Por ello, la incidencia real del movimiento está supeditada
al estudio de cada proyecto. Implica tener en cuenta la red de interacciones entre idearios y grupos,
especialmente en los centros sociales, así como las iniciativas de difusión a través de plataformas de
contraiformación. Además, no debemos olvidar que como no plantea una inmersión dentro del
sistema, su impacto esperable no es tanto aquí como en la construcción de propuestas de
participación alternativas. Por ello, y como sostienen muchos autores2, las aportaciones más
interesantes se producen en otros movimientos en los que ha contribuido generando espacios físicos
de dinamización y herramientas discursivas. Extiende el uso y el apoyo social de prácticas políticas
caracterizadas por la confrontación con las instituciones y por la pluralidad de idearios (Adell
coord. 2004:148). Pero sin duda lo más significativo es que ha mantenido en el tiempo un contenido
y unas formas de reivindicarlo, a pesar de las ideas y venidas de popularidad y de la fuerte represión
legal, que ahora otros movimientos incorporan a sus repertorios y que además adquieren una
legitimidad que antes no tenían.
ELEMENTOS DE ANÁLISIS DE LA OKUPACIÓN DE CENTROS SOCIALES EN
ESPAÑA. EL CASO DEL CSOA LA MADREÑA
PRÁCTICA
La elección del inmueble para ocupar depende no solo del estado de abandono sino también de la
titularidad. Como señalan Martínez y García (2014:245), cuando el edificio es público las
contradicciones en las que incurren sus titulares son mucho mayores, por lo que quien ocupa suele
conseguir mucho más apoyo y participación en el proyecto. En una sociedad en la que la
democracia es un valor en alza, se entiende que quien da uso a un espacio de forma desinteresada
para realizar actividades sociales, políticas o culturales permitiendo, posibilitanto y favoreciendo
que otras personas lo hagan y/o participen; tiene mucho más de democrático que quien priva de ese
uso apelando al derecho de propiedad. Por tanto, aunque quizá muchas de las personas que acuden a
los CSO no comparten la totalidad del discurso del MOK ―incluso lo calificarían de radical― sí
apoyan esta manifestación del movimiento. Lo interesante además de la okupación de propiedades
públicas, o cierta relación con <<lo público>> como es el caso de la Madreña, es que fortalecen el
sentimiento de colectividad.
En la Madreña, el proyecto inicial respondía a la reivindicación del disfrute público de la
antigua consejería, más de cuatro años cerrada y en desuso; aunque en el desarrollo de esa
reivindicación se dieron diferentes procesos participativos más allá del objeto inicial. La
<<virtud>> de que el inmueble encarnara un caso de corrupción política, contribuyó a generar esa
corriente legitimadora que mencionan Martínez y García (2014:218). Esto explica que, tras la
denuncia por usurpación por parte de la empresa adjudicataria, una primera sentencia denegara el
2
El capítulo 5 de Adell (coord.) 2004 está dedicado especialmente al análisis del MOK en relación a otros MS.
Domínguez, Martínez y Lorenzi (2010:11) también opinan que estas relaciones representan las aportaciones más
interesantes del movimiento, así como Iban (2012:4), quien retoma a su vez a Martínez (2003 y 2007).
desalojo cautelar apelando a la 'labor social' que desempeñaba el centro.
En cuanto al colectivo, el perfil suele ser muy heterogéneo, a pesar de lo cual suele
compartir una serie de valores relacionados con la cooperación, la tolerancia y la justicia social
(Navarete 1999:48-56), la ética “del hazlo-tu-mismo” (Martínez 2003) vinculada directamente con
la clave 'auto' común al movimiento, y la flexibilidad en el grado de involucramiento y
participación. Se podría hablar de un perfil militante en la lucha sindical, feminista, estudiantil, etc.
apelando al bagaje más o menos dilatado de muchas de las personas con mayor implicación en estos
espacios. Militancia política en diferentes ámbitos pero que, en general, se mueve dentro de un
baremo de <<izquierda>>. También hay quien se identifica con el anarquismo y quien tiene ideas
sobre el modelo de sociedad esperable que no se reflejan en partidos, movimientos o agrupaciones.
Esto dibuja una “identidad de identidades” (Alguacil 2007:17), una puesta en común de los
diferentes idearios que, en este caso, se revisaron y negociaron a lo largo de todo el proceso. En la
diversidad está el origen del centro, ya que quienes impulsan y desarrollan el proyecto no forman un
grupo previo con un objeto concreto, sino que convergen en la reivindicación del espacio.
La “plasticidad” (Tejerina 2010:63) común al movimiento enlaza con esta heterogeneidad de
perfiles, y se puede cruzar con la clasificación de Neidhart y Rucht3 entre niveles de implicación.
Aplicada a la Madreña, distingue entre: “núcleo de activistas”, representado por el colectivo
permanente o motor; “participantes” o mal llamados usuarios que acuden al centro y realizan
actividades; “contribuyentes” a través de recursos materiales o de otro tipo; y “simpatizantes”,
personas que no han participado de forma activa pero que defienden el espacio apoyando las
manifestaciones y/o dando difusión. La oposición al comportamiento de las instituciones ―sobre
todo respecto a la especulación― fue esencial en la cohesión del colectivo, cuya identidad se fue
construyendo a partir de este punto y realimentando a través de las interacciones y negociaciones
entre sus integrantes.
DISCURSO
Las denuncias y reivindicaciones del MOK se articulan a través de la práctica de la usurpación, de
los procesos que con/en ella suceden. Por este motivo es en los centros sociales donde el
movimiento encuentra un potente altavoz, porque son enclaves de convergencia social y
movimentísitica, es decir, nudos de militancia. El movimiento expresa, a través de la redefinición de
los espacios que <<libera>>, un discurso confrontado con el sistema y que promueve ensayos y
errores de formas alternativas de (auto)gestión de las necesidades y de sus satisfactores; lo que lo
vincula con ciertas políticas públicas y con otros movimientos sociales. Con las primeras porque,
3
Niedhart, F.; Rucht, D.; “Analysis of social movements: The state of the art and some perspectives for further
research”, en Dieter RUCHT (ed.), Research on Social Movements. Frankfurt a. M/Boulder (Co.),
Campus/Westview Press. 1991. Citado en Tejerina 2010:63.
aunque no de forma resolutiva, proporciona recursos ligados al ámbito de la vivienda, juventud,
ocio, etc. Con los segundos porque, al construir espacios generalmente muy abiertos, engloba
actividades de otros colectivos inmersos, a su vez, en otros procesos sociales; bien albergando
iniciativas existentes o bien generando otras nuevas.
En la Madreña, estos nudos se reflejan en que tanto el colectivo motor del proyecto como
muchas de las personas más involucradas venían de otros movimientos, sindicatos, partidos
políticos entre otras iniciativas; lo que amplificó la red temática y participativa. Las Confluencias4
de diferentes movimientos que se desarrollaron sirven de ejemplo del potencial dinamizador de los
CSO en general y de la Madreña en particular. Del lado de la difusión, la Axenda Mazucu5 fue y es
una importante herramienta comunicativa de actividades y acciones de multitud de colectivos y que
sirve como ejemplo de medio de información alternativo común a proyectos similares.
Como señala Navarrete (1999:27), estos centros son propuestas de espacios sociales que
reivindican la marginalidad en dos sentidos. Primero, al estar confrontados con el sistema, acogen
toda una serie de iniciativas que chocan con el currículo institucional y normativo. Segundo, son
lugares de inclusión social (Domínguez 2002:27) porque en ellos conviven perfiles
socioeconómicos muy diferentes cuya presencia no está supeditada a una condición económica y/o
de ciudadanía, sino a la voluntad de participación y adhesión al proyecto. Como muestra la
originalidad de muchas de las actividades y propuestas de la Madreña, el centro fue un enclave
dentro del circuito alternativo de la ciudad y de la región. La heterogeneidad del colectivo motor
representa el punto de partida de esa diversidad social de edades, situaciones socioeconómicas e
idearios origen del contenido del centro y motor de la inclusión social. La autogestión y el
autoaprendizaje fueron en la Madreña, como en otros centros, elementos básicos que posibilitan
unos niveles de implicación que no proporciona la actual democracia de baja intensidad a la vez que
potencian la creación de normas y valores compartidos.
Esta complejidad discursiva sitúa la okupación de centros sociales entre la desobediencia
civil y la acción militante (Molina y otros autores 2000:105). En ellos converge la reivindicación de
formas asistémicas de organización y relación a través de la okupación ―desobediencia civil― con
la generación de estructuras de participación sistémicas ―acción militante―. En este sentido la
Madreña agrupó: a quienes defendían la okupación como un acto de desobediencia y confrontación
con el sistema, y a quienes mantenían vínculos con las estructuras de participación clásicas. La
cohabitación de ambas formas de participación, no exenta de conflictos, permitió que ideas muy
4
Los procesos de Confluencias fueron encuentros entre grupos en lucha del territorio, en un contexto de
reivindicación general de derechos sociales. Estas colaboraciones movilizaron colectivos muy diferentes:
trabajadores del sector público y privado, estudiantes, minorías y otros movimientos sociales de carácter más
amplio.
5
Consultar <http://axendamazucu.org/>.
diversas se materializaran.
PROCESOS
La clave 'auto' es origen de multitud de debates que se repiten en muchos espacios y que también se
dieron en la Madreña. La actividad económica es uno de los más importantes. Los conciertos y
eventos similares representan una fuente de financiación muy importante (Anónimo [B] 2014:22),
ya que muchos grupos de música ven en las okupas circuitos perfectos de difusión o simplemente
lugares donde expresarse libremente. A ellos se suman las 'kafetas'6 y las contribuciones voluntarias.
Los grupos, actividades y talleres que usan el espacio suelen autogestionarse, y quienes hacen
posible el mantenimiento del centro suelen hacerlo de forma desinteresada. Y todo suele ser gratuito
o a precios populares. Se podría decir que las okupas siguen una lógica diferente a la capitalista,
pero dentro del propio sistema, por lo que no están exentas de contradicciones.
A este respecto, hay corrientes que consideran que los centros sociales son oportunidades
para generar capital económico alternativo que permita participar del otro sistema, del normativo.
De ahí la organización de mercadillos, la venta de productos locales o de pequeños artesanos y
productores, iniciativas culturales low cost, etc. En contraposición, hay otras corrientes que
sostienen que estos espacios liberados deben promocionar, sobre todo, otro tipo de intercambio
como el trueque; aunque asumiendo la necesidad de costear lo mínimo necesario con dinero y, por
ende, de conseguir ese dinero a través de una transacción económica.
Otro debate frecuente es la relación con el espacio político integrado. En este sentido, las
diferentes formas de ver la okupación, como herramienta reivindicativa o como fin en sí mismo,
configuran diferentes trayectorias de o(c)kupación. Tanto la cesión como la resistencia o abandono
encontraron en la Madreña argumentos a favor, mantener el espacio, y en contra, mantener el
proyecto. Por otro lado, también se relacionan con dos formas de entender la proyección del centro
y, por extensión, su contenido. Simplificándolo, en la Madreña se podía distinguir una línea que
entendía el proyecto como un actor dentro de un contexto de acción, de otra que lo consideraba un
contexto en el que se desarrollaban acciones. Estas líneas, a su vez, respaldaban más unas
propuestas que otras, por lo que el funcionamiento del centro se fue adaptando a las circunstancias y
a los debates que iban surgiendo. Además, la autogestión da pie a una serie de constantes en la
forma y funcionamiento de los CSO en consonancia con los valores de cooperación y autogestión
que veíamos antes, aunque con matices entre proyectos derivados, en muchas ocasiones, de esas
diferentes formas de ver la okupación.
El proceso de la Madreña es especial con respecto a otros por la gran cobertura mediática
6
Kafeta: espacio o evento en el que un grupo de personas ofrece bebida, comida o ambas a precios populares, y que
sirve para financiar a quien lo organiza y al centro.
que tubo. La imagen que el centro daba se conformó tratando de que el proyecto gozara de
legitimación social, tanto para que se llenara de actividad como para que pudiera perdurar. Los
contactos con medios de comunicación y la aparición continuada de las actividades del centro
dentro de la oferta sociocultural de la ciudad, permitieron utilizar los mass media convencionales
para dar visibilidad a un proceso mucho más amplio y fuertemente político. Además, se abordaron
cuestiones de primera necesidad que sirvieron para reivindicar la calidad social del espacio, como
colaborar en el reparto de material escolar dirigido a colectivos con dificultades económicas y de
integración. Estas iniciativas que también se dan en otros espacios, se acercan a la cobertura de
“lagunas asistenciales” que dirían Dieste y Puello (2003:5), bien con el objeto de reformular el
modo de gestionar los recursos o bien por una necesidad que se plantea.
En este sentido suele ser común que los procesos se vinculen al barrio. Las relaciones
resultado de ello son significativas en muchos sentidos: si son positivas pueden agilizar y alimentar
ambos ámbitos, y ayudar a incubar esa corriente legitimadora que resulta tan útil para la difusión
del MOK y las relacionas con las instituciones. Si son negativas pueden abocar al fracaso del
centro, o sencillamente dificultar su existencia. Por estos motivos este terreno de actuación, el
barrio, suele ser caballo de batalla de muchos centros, sobre todo aquellos insertos en zonas con
características socioeconómicas y demográficas muy complejas donde se puede dar un ámbito de
intervención, participación y cooperación fuerte. La Madreña no funcionó en este sentido, aunque
hubiera un apoyo por parte de la Asociación de Vecinos. Sin embargo, sí que recibió una respuesta
positiva de la ciudad, incluso de la región, por su localización y por la amplia difusión de sus
contenidos. El centro era <<la otra ciudad>> a la que acudían gentes de todo Asturias.
CONCLUSIONES
El MOK es un movimiento social articulado de forma plural y heterogénea, pero con un elemento
central: la práctica de la okupación como herramienta con el objeto de denunciar el sistema políticoeconómico y normativo, su falta de representatividad y las contradicciones en las que incurre. Es
más, se sale del esquema de Vallés (2007:353) que caracteriza los movimientos como temporales
con independencia de su fracaso ―desaparecer― o triunfo ―institucionalizarse―, ya que no
pretende triunfar sino mantenerse en tanto en cuanto lo hace el sistema, de forma paralela y
confrontada a él. A esta denuncia se suma la construcción y defensa de una identidad y forma de
vivir que no se corresponde con el 'hacer y sentir' normativo, materializada a través de determinadas
prácticas y formas de organización. Su vínculo con otros procesos sociales ―el movimiento obrero,
vecinal, feminista, antimilitarista, ecologista, etc.― alimenta estas reivindicaciones, de la misma
manera que sus prácticas y propuestas también contribuyen en otros procesos sociales.
En principio la okupación no persigue la adquisición del espacio sino su uso como vivienda,
centro social o una combinación de ambas. Por ello es tan importante diferenciar entre ocupar con c
y con k, porque persiguen objetivos diferentes. Es decir, es el carácter antisitémico de la k lo que
diferencia ambas prácticas, lo que caracteriza el movimiento. Esta diferencia de significados,
habitualmente intercambiada, es lo que caracteriza el periodo actual en el que los procesos de
legitimación social de la o(k)cupación dominan cada vez más los discursos.
El vínculo con acciones sociales muy populares en las que la usurpación de espacios ha sido
clave ―como la PAH o el 15M―, contribuye a esta construcción positiva de argumentos a favor
del MOK, a que aumente la participación en él de una sociedad civil que parece suscribir aquello
que dijo San Agustín de que “la ley que no es justa no parece que sea ley”. La situación de crisis
económica y de estafa bancaria revierte en un mayor apoyo a la ocupación de viviendas sociales y
de centros sociales. Estos elementos (re)configuran el contexto actual caracterizado por la
pluralidad de proyectos y la cohabitación de varias corrientes: una llamada <<clásica>>, que
entiende la okupación como herramienta política con independencia de los proyectos particulares de
cada espacio, de otra denominada <<de segunda generación>>, que abarca la posibilidad de la
institucionalización de múltiples formas. Las <<okupas quincemeras>> comparten elementos de
una y otra, si bien se identifican por su vínculo con el 15M y porque, tanto la formación del
colectivo como del proyecto que da lugar al espacio, suelen ser bastante improvisadas.
En cuanto a la configuración de centros sociales, su carácter abierto y flexible hace de ellos
el mejor escaparate del MOK y, por ende, de su discurso. Su potencial reivindicativo reside en su
apertura y reflexivilidad. Son “instituciones de libertad, de singularidad, de potencia, de diferencia
radical con el poder” (VV.AA. 2008:117), construcciones y constructores de otras formas de hacer.
Espacios de actividad política, de propuestas plurales sobre cómo gestionar la toma de decisiones y
los conflictos, la organización y la convivencia; y todo abierto a la sociedad, a la participación y a la
crítica. Es por esto que el vínculo entre su discurso y sus propuestas es mucho más potente.
Además, en muchos casos son proveedores de bienes y servicios de una forma alternativa. A través
del espacio y de las sinergias que en él se crean, surgen iniciativas colectivas ̶bancos de tiempo,
grupos de crianza, bancos de alimentos, etc. ̶ gratuitas, mediante algún tipo de trueque o a precio
libre. Esta perspectiva se une a una fuerte vinculación a la cotidianeidad, donde la consigna
feminista de 'lo personal es político' se aplica.
En relación con la segunda hipótesis sobre el alcance de sus propuestas, y siguiendo a
Ibarra, Martí y Gomá (coords.) (2002:209), la incidencia de la Madreña se puede representar a
través de tres elementos: (1) el centro favoreció la configuración de un “capital social alternativo”
para la ciudad y la región, encarnado en las asociaciones, colectivos e individualidades que
(se)desarrollaron de una u otra manera el centro; y cuya actividad contribuye a la articulación de
una red de solidaridad, colaboración y lucha social. Así, (2) el espacio se configuró como una
“estructura de oportunidad política” para estos colectivos, que encontraron en él herramientas
materiales y simbólicas. Y (3), en el caso de la Madreña, la “opinión pública” favorable es clave
para entender su éxito e impacto, ya que es esta opinión ante quien se dirige la clase política y, por
ende, la producción política. Este apoyo fue posible porque muchos de los valores atribuíos y
compartidos en la Madreña eran comunes a una sociedad que, aunque no participó en el centro,
percibía como injusto que se desalojase.
Hemos visto que el movimiento por las okupaciones de centros sociales es de todo menos
simple. Implica toda una serie de propuestas políticas a diferentes niveles que comparten un marco
de acción, pero se articulan de forma independiente en cada centro, por cada colectivo. Por eso el
MOK se caracteriza por el dinamismo y la adaptación al cambio derivado de la inestabilidad legal
de los proyectos, a pesar de la creciente legitimación que está alcanzando y de los efectos positivos
de esta. Actualmente, las diferentes corrientes que lo atraviesan son una muestra de la vigencia del
movimiento y sus posibilidades de futuro; de sus diferentes dimensiones políticas y sociales, y de
sus alianzas reales y potenciales con otros procesos que retroalimentan toda esta construcción que, a
fin de cuentas, es lo realmente lo configura y define.
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