EL VÍNCULO DE LA ÉLITE ECONÓMICA CON LA PRENSA EN CHILE Y SU ROL FRENTE AL INTENTO DE CAMBIO DE ESTRUCTURAS SOCIALES ENTRE 2014 Y 2015 Nicolás Marticorena P. Periodista y candidato a “Máster de Sociología: Transformaciones Sociales e Innovación” de la Universidad de Barcelona. [email protected]; [email protected] Resumen: El objetivo de esta investigación es identificar y analizar los eventuales vínculos y mecanismos determinantes que podría poseer la élite económica chilena actualmente en la realización de la labor periodística y de construcción de opinión pública, en un contexto marcado por la proliferación de movimientos sociales con exigencias destituyentes y constituyentes que se han instalado en la agenda política del país. Entendiendo que la influencia en la prensa es uno de los tantos recursos de poder de las clases dominantes que identifica la teoría, la investigación se centrará en el estudio del comportamiento de los periódicos nacionales (y de los profesionales que componen estas instituciones) frente al anuncio e intento de aplicación de reformas transversales en las estructuras del sistema social de Chile planteadas entre 2014 y 2015. La metodología incluirá dos dimensiones de análisis. La primera, consistirá en la realización de entrevistas cualitativas semi-estructuradas a periodistas y editores de todos los diarios político-económicos y de tiraje nacional de Chile (El Mercurio, La Tercera, El Pulso, Diario Financiero y El Mostrador), para así describir cómo fue su forma de trabajo a la hora de cubrir los acontecimientos relacionados con las reformas estructurales dirigidas desde el poder Ejecutivo y motivadas por los movimientos sociales. La segunda dimensión metodológica será un análisis de contenido de las noticias vinculadas a las reformas, que propondrá una comparación entre las publicaciones del único medio de línea editorial “progresista”, El Mostrador, con el espectro mediático restante. Con ello, se pretende crear en el sistema mediático chileno una unidad que en una fase posterior pueda ser comparada con otros países para extraer pautas y patrones influyentes en el ejercicio del periodismo, la libre expresión, el pluralismo y la "sana" construcción de la opinión pública en su función sobre la cohesión social. Palabras claves: materialismo, instrumentalización, opinión pública, cambio social, élites. 1 Introducción: El 2014 fue un año de inflexión para Chile. El gobierno de la socialista Michelle Bachelet (que sigue vigente y que posee mayoría parlamentaria) anunció un paquete de profundas reformas a la matriz de desarrollo socioeconómico del país, cuyo foco apunta a transformar la estructura económica y simbólica del sistema social chileno. Estas propuestas poseen una doble connotación: son las mayores reformas estructurales desde la dictadura (11 de septiembre de 1973 a 11 de marzo de 1990) y son un cambio de sesgo de un modelo neoliberal de desarrollo hacia uno más keynesiano, con mayor garantía estatal de los servicios sociales. Los principales cambios planteados por el gobierno de Bachelet radican en: reorientar el sistema educativo desde un funcionamiento libremercadista (la educación es un activo) hasta otro que garantiza la gratuidad en la educación superior (la educación es un derecho); generar una reforma tributaria más redistributiva que eleve los gravámenes de las empresas y de las personas de altos ingresos; establecer un mercado del trabajo que fortalezca a la debilitada actividad sindical y entregue, a la vez, mayor flexibilidad laboral; y abrir un proceso constituyente para crear una nueva Carta Magna que reemplace a la actual, cuyo origen se remonta al régimen militar. Las reformas fueron las respuesta a las demandas de los movimientos sociales vistos en Chile en los últimos años. Este fenómeno de presión social fue encabezado por grupos de asociaciones estudiantiles (con la génesis de la revolución pingüina) que entre 2006 y 2011 instaron a la coalición gobernante de ese momento –liderada por el empresario y líder de derecha Sebastián Piñera- para concretar cambios estructurales dirigidos a corregir desequilibrios y perjuicios provenientes del modelo neoliberal de desarrollo, principalmente el alto endeudamiento y desprotección social de la clase media. Pero más allá de corregir aspectos puntuales de un sistema económico, los movimientos estudiantiles buscaban también subsanar elementos de la problemática socio-histórica de la actual modernidad de América Latina, vinculadas a la necesidad de una refundación entre las relaciones de lo público y lo social (Garretón, 2015). Es decir, querían instalar en la agenda política exigencias destituyentes y constituyentes. La presión de la opinión pública fue tal que provocó una estrepitosa derrota electoral para la coalición de derecha en las presidenciales y parlamentarias de 2013. En tanto, el apoyo a las reformas y al nuevo gobierno -que prometía ser el vehículo de ejecución de dichos cambios- contaba con contundentes niveles de apoyo, pues Bachelet había sido electa con el 62% de los votos, 10 puntos 2 más que cualquiera de sus antecesores. Asimismo, instituciones como el Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) también se alinearon con las propuestas del gobierno y las apoyaron1. Pese al gran respaldo “popular” a las reformas, la élite económica de Chile estaba disconforme por la eventual pérdida de privilegios y expresó su descontento a través de sus asociaciones gremiales y los medios de comunicación. En ese contexto, el gobierno y las reformas iniciaron su camino de instalación y, por el momento, sus fases de desarrollo no han sido un acto fluido. Más aún, muchos de los proyectos originales del gobierno debieron ser modificados, cediendo a las presiones de la élite, que logró mantener privilegios en el ámbito tributario (Fairfield, 2015). Desde el anuncio de las reformas a la fase de su aprobación –que se observa entre los años 2014 y 2015- el respaldo al gobierno y a las trasformaciones estructurales, medido por las encuestas (que son ampliamente dirigidas por sectores de derecha o ligadas a la élite empresarial), cayó drásticamente a cerca del 40%. En tanto, la aprobación presidencial se desplomó al 27%, de acuerdo a la encuesta Cadem del 1 de Febrero de 20162. El drástico giro de la opinión pública sobre estos intentos de transformaciones estructurales impulsadas, en un principio, por un fenómeno social propio de la nueva problemática socio-histórica de Chile y la región origina la pregunta de esta investigación: ¿Hay vínculos determinantes entre la élite económica chilena y la generalidad de los medios de comunicación escritos del país capaces de contener el proceso de cambio social en Chile, el cual ha sido dirigido a través del anuncio y aplicación de reformas estructurales entre 2014 y 2015? ¿Cuáles son y cómo operan esos vínculos?. Entendiendo que las demandas sociales vistas en Chile, encabezadas por el movimiento estudiantil, radican en el resultado de un clivaje de clases proyectado en 1 El secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, a través de la presentación del Estudio Económico de Chile 2015 de dicha institución, expresó públicamente su respaldo a las reformas estructurales ante la alta desigualdad de la sociedad chilena. http://www.elmostrador.cl/mercados/2015/11/26/ocde-­‐respalda-­‐ reformas-­‐de-­‐bachelet-­‐y-­‐hace-­‐duras-­‐criticas-­‐al-­‐modelo-­‐chileno-­‐sigue-­‐siendo-­‐ una-­‐sociedad-­‐altamente-­‐desigual-­‐en-­‐cuestion-­‐de-­‐ingreso-­‐riqueza-­‐y-­‐educacion/ 2 El centro de estudios de Opinión Pública Cadem, ligada al empresario y ex presidente Sebastián Piñera, publica mensualmente sondeos de contingencia. Los datos consignados en este párrafo se puede ver en http://plazapublica.cl/wp-­‐content/uploads/5634634.pdf 3 una pugna por la “desigualdad” entre un grupo dominante (la élite empresarial) y los segmentos de ingresos medios y bajos de la población, el objetivo de esta investigación es identificar los mecanismos que ostenta la élite para influir y dirigir la opinión pública, principalmente a través de la interferencia de la labor periodística. La idea es revelar el entramado que moldea el día-día del trabajo de los reporteros y editores, desde la proposición de temas, la cobertura sobre hechos oficiales y la prioridad de investigación, hasta la decisión de poner titulares en la primera plana de los periódicos. La hipótesis que se plantea es que el rol de la élite sí es determinante y altamente influyente a la hora de transmitir y comunicar los hechos relacionados con las reformas dirigidas a transformar elementos claves de las estructuras del sistema social chileno y que, por ende, el proceso de cambio social en el país se ha visto interferido. Ello explicaría cómo la élite, desde una posición económica poderosa y desde un sitial valórico predominante, también está afectando el establecimiento de consensos sobre valores mayoritarios propios de las sociedades modernas y postmodernas, manteniendo leyes que defienden valores característicos de las sociedades tradicionales, como la prohibición del aborto en todos sus contextos. El entramado para dirigir la opinión pública del país es un mecanismo profundo y complejo, de forma centrípeta, por lo que su entendimiento es muy relevante. De ese modo, esta investigación espera contribuir con la identificación de anomalías de un sistema mediático de dominación en esencia que obstruye la libertad de información. 1) El comportamiento de los medios: Existen diversas posturas que se deben abordar en el entendimiento de los medios de comunicación. Tomando el análisis de McQuail (1991) se observa la concepción de que los medios actúan por regla general, pero sin pretenderlo, confirmando los valores dominantes en una comunidad o nación mediante una mixtura de decisiones personales e institucionales, de presión exterior y previsión de lo que espera y desea una audiencia amplia y heterogénea. Otra concepción es que los medios de comunicación son esencialmente conservadores debido a una combinación de fuerzas de mercado, necesidades funcionales y hábitos laborales establecidos. Una tercera concepción sostiene que los medios de comunicación participan activamente en nombre de la clase dominante (y por regla general, propietaria de los medios de comunicación) o del Estado burgués, en la labor de sofocar y acallar la oposición y 4 limitar la desviación política y social. Esta es, en esencia, la concepción marxista de los medios de comunicación como instrumento de legitimación del capitalismo (Miliband, 1969; Westergaard, 1977), y es la que esta investigación pretende vincular con el sistema mediático de Chile. La estructuración de los sistemas de medios de comunicación en cada sociedad es crucial para el proceso de formación de opinión pública, cuya esencia es además un factor trascendental de cohesión social. Por lo tanto, es relevante entender si las características de un sistema mediático en particular es o no propulsor de un buen “ecosistema” de acceso a la información. Desde esa base, es interesante explorar la referencia de una teoría elaborada por Noelle-Neumann (1977), que se inicia del supuesto básico de que la mayor parte de la gente tiene miedo natural al aislamiento, y que al manifestar sus opiniones trata de identificar y luego sumarse a la opinión mayoritaria o de consenso. La principal fuente de información sobre el consenso sería la de los medios de comunicación y, de hecho, los periodistas, que tendrían una gran autoridad sobre cuál es el preciso clima de opinión que prevalece en un momento dado sobre un asunto concreto, o bien más general. Noelle-Neumann califica este fenómeno como la “espiral del silencio”, porque la lógica de fondo sostiene que, cuando más se difunde la versión dominante del consenso de la opinión a través de los medios de comunicación de la sociedad, más silencio guardarán las voces individuales que están en contra, con lo que se acelera el efecto de los medios de comunicación: es por ello que se entiende el proceso “en espiral”. Las pruebas de esta autora señalan que este fenómeno ocurrió en Alemania entre 1960 y 1970. Podemos tomar en consideración la teoría de la “espiral del silencio” desde una percepción más macro del proceso de construcción de la opinión pública, pero también se pueden tener referencias del funcionamiento práctico, o micro, en la modelación de la información por parte de los medios de comunicación o, mejor aún, desde la labor diaria de los periodistas. Ahí es relevante la “teoría de la agendasetting”, en la que se estudia cómo los medios ejercen influencia en las audiencias mediante los temas considerados de mayor relevancia. Esta teoría es igualmente destacable porque revela el poder y la influencia de los periódicos y la prensa escrita sobre otros medios como, por ejemplo, los audiovisuales. Como se diría en jerga periodística, los diarios “pautean” a los editores y reporteros de la radio y la televisión. Esta premisa es muy influyente en la metodología de esta investigación. 5 La teoría de la “agenda-setting” resulta de la tesis planteada por Bernard Cohen, en la que destaca que "la prensa no tiene mucho éxito en decir a la gente qué tiene que pensar pero sí lo tiene en decir a sus lectores sobre qué tienen que pensar" (Cohen, 1963, p. 13 citado en Rodríguez, 2004). Se ha estudiado en diversas dimensiones, siendo una la propuesta por Walter Lippmann (1922) cuya esencia radica en que los medios interfieren en al percepción de la realidad, entendiendo que el mundo es demasiado grande como para acceder a la información de primera fuente por nuestros propios recursos. Los medios nos relatan una realidad a través de información a la que no tenemos acceso, por lo que se corre el riesgo de que nuestras mentes reproduzcan un mundo distinto al real. (Lippmann, 1922). Pero más allá de la dimensión icónica de la realidad, de las imágenes de la realidad, la teoría de la “agenda-setting” también es explorada bajo una referencia ligada a cómo se gesta la transferencia de prioridades y el énfasis otorgado a cada uno de los temas por parte de los medios, lo que se denomina la “segundan dimensión de la agenda-setting” (McCombs, 1994), que también será una guía para esta investigación. La teoría contempla tres tipos de agendas que se relacionan en el proceso comunicativo: la agenda-setting de medios, la del público y la política. La primera se basa en determinar variables para generar índices de contenidos que ocuparán las portadas de los medios durante un periodo determinado. El número de noticias que aparecen sobre un tema o asunto de estudio se mide en función de su importancia, páginas que ocupa o tiempo dedicado, entre otros elementos relacionados con la cobertura de hechos noticiosos. La agenda pública, en tanto, se mide por encuestas que palpan entre la población cuáles son los temas relevantes para hacer frente en el país. Con los resultados que se obtengan en las encuestas a través de la pregunta denominada el Problema Más Importante (PMI), se pretende ver la posición relativa que tiene un tema o varios en la agenda del público. Finalmente se observa la agenda política, que mide el tipo de acciones que adoptan los gobiernos, parlamentos y las diferentes instituciones sociales que más tarde formarán parte desencadenante de debates, además de incluirse como temas destacados en la agenda de los medios y en la agenda pública (Rodríguez, 2004). La interacción de las tres agendas en el marco del proceso informativo provocan un relacionamiento entre ellas marcado por una mutua influencia individual o colectiva debido a diferentes factores que intervienen en las fases del desarrollo comunicativo (ver figura 1). Desde ahí que comprender en mayor profundidad el 6 entramado que define la agenda-setting de medios, como propone esta investigación, permitirá dilucidar de mejor forma la transferencia de prioridades mediáticas hacia las audiencias. Figura 1: Los elementos de la agenda Setting. Para entender el entramado de la “agenda-setting de medios” de Chile esta investigación buscará identificar las características de las cuatro dimensiones claves para cualquier sistema mediático. Estos son: (1) el desarrollo de los mercados de medios de comunicación; (2) el paralelismo político, es decir, el grado y la naturaleza de los vínculos de los medios de comunicación y los partidos políticos, para así reflejar hasta qué punto la prensa refleja las principales divisiones políticas de la sociedad; (3) el desarrollo de la profesionalidad de los periodistas; (4) y el grado y la naturaleza de la intervención estatal y, específicamente, empresarial en el sistema de medios periodísticos (Halli, Mancini, 2008 p.19). Para entender la primera dimensión del desarrollo de los medios de comunicación, enfocados en la prensa escrita, es posible afirmar que existe una gran diversidad de marcas. No obstante, esa oferta no está ni cerca de ser catalogada como amplia y diversificada considerando que dichas marcas son propiedad de pocos grupos empresariales ligados a una élite de carácter conservadora e ideológicamente defensora de las instituciones neoliberales instauradas durante la dictadura. La envergadura actual de los grupos de medios se exhibe de la siguiente forma: A) El Mercurio Sociedad Anónima Periodística: El conglomerado, de propiedad de la familia Edwards, es el grupo de medios más grande de Chile. Posee los matutinos de circulación nacional El 7 Mercurio de Santiago y Las Últimas Noticias, el vespertino La Segunda, que circula sólo en la zona central de Chile (en otras ciudades aparece la mañana siguiente), así como 21 Diarios Regionales, distribuidos únicamente en otras ciudades importantes del país, entre los que destaca El Mercurio de Valparaíso, que fue fundado en 1827 y que es el periódico en idioma español de publicación ininterrumpida más antiguo del mundo. El Mercurio de Santiago, el diario más influyente del conglomerado, y cuyo rol conservador ha sido influyente en la historia de Chile desde 1875, es miembro del Grupo de Diarios de América (GDA) junto con otros periódicos importantes en Latinoamérica como La Nación (Argentina), El Comercio (Ecuador), O Globo (Brasil), El Tiempo (Colombia), El Universal (México), El Comercio (Perú), El País (Uruguay) y El Nacional (Venezuela). B) Grupo Copesa: de propiedad del empresario Álvaro Saieh – controlador del Banco Corpbanca y de la matriz supermercadista SMU, poseedor de un patrimonio que bordea los US$ 2.000 millones 3 - gestiona los periódicos de circulación nacional La Tercera y La Cuarta, además de un periódico que se distribuye gratuitamente en el Metro de Santiago llamado La Hora. A partir del año 2012 sumó otro medio de comunicación multiplataforma, Pulso, el cual está enfocado la contingencia de los negocios y la economía. La empresa es un actor relevante dentro de las revistas ya que edita el magazine político Qué Pasa, la revista femenina Paula y tiene la licencia para la edición de la revista Hola Chile. Tanto el rol de Pulso como el de La Tercera poseen una línea editorial defensora de la filosofía económica neoliberal. C) Grupo Claro: este holding empresarial ligado al fallecido Ricardo Claro, un millonario que fue público colaborador de la dictadura, controla compañías de diversas industrias. En el ámbito de los medios de comunicación, el grupo posee los diarios de corte económico Diario Financiero y Revista Capital. 3 Según la revista Forbes, enero 2016. http://www.forbes.com/profile/alvaro-­‐ saieh-­‐bendeck/ 8 D) Otros medios: analizando otros medios relevantes del mercado de prensa escrita en Chile se puede destacar el semanario The Clinic y el diario digital El Mostrador. El primero es un medio abiertamente de oposición a la derecha del país y el segundo es de carácter progresista, que busca entregar una oferta periodista de pluralismo, independencia y calidad. El sistema mediático chileno se caracteriza entonces por ser de gran tirada, debido a la cobertura que tienen los conglomerados locales y, en particular, sus diarios de circulación nacional. Este punto es muy relevante, pues, como indican Halli y Mancini (2008), la presencia o la ausencia de medios de comunicación de gran tirada en un país tiene grandes implicaciones para el desarrollo de los medios de comunicación como instituciones políticas. Mientras mayor la envergadura de distribución de los medios, mayor llegada sobre las audiencias y, por lo tanto, mayor contundencia como instituciones. Tomando las caracterizaciones del mercado mediático chileno, según la base entregada por Halli y Mancini (2008), el sistema de medios en el país es liberal, pues la intervención estatal es limitada y los medios están condicionados básicamente por las fuerzas de mercado. Con respecto a la segunda dimensión del sistema de medios, el paralelismo político, es importante saber que es muy difícil defender la existencia de un periodismo literalmente neutral en algún lugar del mundo. Como Hallin y Mancini (2008) indica, una ingente cantidad de investigaciones se han ocupado de desenmascarar esa noción y han demostrado que, incluso allí donde los periodistas están sinceramente comprometidos con una ideología profesional de “objetividad”, las noticias incorporan valores políticos que surgen de una serie de influencias, desde las rutinas de recopilación de información hasta los métodos de reclutamientos de periodistas y los supuestos ideológicos compartidos por la sociedad en general. Sin embargo, “han persistido importantes diferencias entre los sistemas de medios de comunicación con respecto a la solidez de las relaciones entre los medios y los actores políticos, y con respecto al equilibrio entre las tradiciones partidistas y de información neutral del periodismo político (Halli, Mancini, 2008 p.24)”. Para calificar el grado de paralelismo entre la estructura del medio de comunicación y el sistema político es necesario identificar los siguientes componentes: 9 A) Contenidos de los medios de comunicación: hasta qué punto los diferentes medios reflejan determinadas orientaciones políticas en su manera de presentar las noticias de actualidad y, en algunas ocasiones, sus contenidos de entretención. B) Relaciones organizativas: relación entre los medios de comunicación y los partidos políticos u otro tipo de organizaciones (gremios, por ejemplo). Según Halli y Mancini, en gran parte las relaciones organizativas de este tipo han desaparecido, aunque argumentan que todavía se puede apreciar su influencia en las instituciones de los medios de comunicación de países donde en otras épocas estuvieron muy arraigadas. En esa línea, esta investigación abordará si estas conexiones existen y, en caso de confirmarse, resaltar cómo se producen. C) Partidismo de las audiencia: cuando los seguidores de diferentes partidos o tendencias compran distintos periódicos. D) Las orientaciones y las prácticas de los periodistas: se utiliza para identificar si existe militancia entre los profesionales que desarrollan labores periodísticas en un medio. Con el desglose de esos componentes del paralelismo político será posible identificar si el sistema mediático chileno posee o no en sus principales diarios elementos propios del pluralismo interno, es decir, donde se expresan todas las ideologías y se practica la objetividad en su mayor alcance. La profesionalización, la tercera dimensión a estudiar en el sistema mediático chileno, es un concepto que aborda directamente la realización de la labor periodística profesional. Sus componentes son (1) la autonomía, que está en el centro de la profesionalidad y muchas veces surge para asegurar control sobre su trabajo. “Los periodistas trabajan en una industria donde la norma es la producción en serie. En general no son dueños de sus medios de producción, sino empleados asalariados de grandes empresas (…) El control sobre el proceso de trabajo en el periodismo es en gran parte colegiado, la autoridad sobre los periodistas la ejerce principalmente los demás periodistas (Halli, Mancini, 2008 p.32)”. (2) Las normas profesionales específicas, las cuales pueden incluir principios éticos como la protección de las fuentes de información confidenciales, o de mantener la separación entre contenidos publicitarios y editoriales, además de rutinas de la práctica de la profesión (por ejemplo, establecer niveles de interés periodísticos) y criterios de excelencia relacionados con el ejercicio de la práctica profesional y la entrega de prestigio 10 profesional. Halli y Mancini llaman a tener en cuenta que es probable “que la profesionalización en el periodismo se manifieste a través de los criterios que comparten los periodistas sobre el interés periodístico de las noticias, independiente de sus orientaciones políticas (Halli, Mancini, 2008 p. 32)”. Finalmente, podemos incluir el componente de (3) la orientación como servicio público, que es un elemento importante del concepto de profesionalidad. La cuarta dimensión a estudiar del sistema mediático chileno es el grado y la naturaleza de la intervención estatal y, específicamente, empresarial. Para ello, es necesario abordar el concepto de la “instrumentalización”, cuyo término se utiliza en el sentido del control de los medios de comunicación que realizan actores externos, principalmente, en la intervención en el mundo de la política. Definir las características de las otras tres dimensiones ya descritas permitirán desarrollar un análisis más acabado del nivel de instrumentalización promedio del sistema mediático de Chile. En ese contexto, es clave relacionar la profesionalización a través de la teoría de la diferenciación: un alto grado de profesionalización del periodismo significa que está diferenciado como institución y práctica de otras instituciones y prácticas, incluidas la política. “Cuando el nivel de paralelismo político es muy elevado, cuando las organizaciones de los medios de comunicación están fuertemente vinculadas a las organizaciones políticas y los periodistas muy implicados en la política de los partidos, es, desde luego, muy probable que el nivel de profesionalización sea bajo (Halli, Mancini, 2008 p. 35)”. 2) Una mirada a la élite chilena y su contexto: Desde el retorno a la democracia en el inicio de la década de los 90 Chile logró beneficiarse de las reformas neoliberales aplicadas durante la dictadura, las que coincidieron con otros procesos internacionales de la época exhibidos en el Reino Unido, Nueva Zelanda y México. Dichos procesos –instalados tanto en economías avanzadas como subdesarrolladas- tuvieron denominadores comunes: el uso del poder del Estado para, paradójicamente, corromper y deslegitimar las instituciones estatales; apretar por medio de la supresión de beneficios sociales a las clases medias, aumentar el volumen de la subclase y enriquecer a las élites; cambiar la doctrina keynesiana del pleno empleo por la de Friedman sobre el control de precios (monetarización del capitalismo); flexibilización del mercado laboral e individualización de éste a través 11 de un brutal debilitamiento de los sindicatos (Gray, 1997), que significó la aniquilación de la histórica lucha obrera. En las variables económicas, Chile ha destacado en la evolución del Producto Interno Bruto (PIB). El alza del PIB per cápita de la economía, que desde 1986 hasta 2005 se expandió a una tasa promedio de 4,8% (Schmidt-Hebbel, 2006), es una evidencia para los economistas, principalmente los educados por la escuela de Chicago. Además, como economía, ha crecido en los últimos años más que sus vecinos de la región y más que varios países europeos azotados por la crisis. Sin embargo, es una de las sociedades más desiguales del mundo, como lo demuestran las estadísticas de la OCDE (2011), que pone al país con el mayor índice Gini de la organización (coeficiente 0,49, versus el promedio del grupo que es de 0,30). Figura 2: Comparación del índice Gini entre países de la OCDE 0,55 0,50 0,45 0,40 0,35 0,30 0,25 0,20 0,15 0,10 0,05 0,00 Gini coefficient of market income Fuente: OCDE (2011). En contrapartida al preocupante escenario de la desigualdad en Chile, se puede apreciar que la élite ha crecido importantemente y consolida un gran peso en la economía nacional. Sólo los cinco grupos empresariales más grandes –de un total de 33- totalizan ingresos por el 23% del Producto Interno Bruto (PIB) y activos que equivalen al 77% del PIB del país4 . Asimismo, según la revista Forbes, Chile tiene 2,4 billonarios (patrimonio sobre los US$ 1.000 millones) por cada 10 millones de habitantes, la mayor cifra de 4 Los cinco principales grupos económicos están controlados por las familias Luksic, Matte, Angelini, Solari y Paulmann. Fuente: http://negocios.udd.cl/ceen/files/2015/11/RGE-­‐Junio-­‐2015vf2.pdf. 12 América Latina. Brasil, por ejemplo, tiene 1,6, mientras México y Colombia exhiben 1 y 0,4, respectivamente (Jiménez y Solimano, 2012). Esa tendencia coincide además con la concentración de la propiedad de los medios de comunicación del país, los cuales son controlados también por miembros de la poderosa clase empresarial como se describe en la páginas 7 y 8. Tomando como referencia el esquema de componentes del sistema mediático chileno descrito anteriormente (ver páginas 7 a 10) se podría identificar en esta investigación hasta qué punto, eventualmente, se cumple la plataforma de un modelo de propaganda sistemática en la prensa, que según Noam Chomsky y Edward Herman, se podría ver en una sociedad donde la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de intereses de clases (Chomsky, Herman, 2009, p. 21). Desarrollar entrevistas de investigación sociológica entre profesionales que trabajan en esos medios de comunicación nos podrían aportar pistas para ver hasta qué punto se sienten manipulados, o si están consciente de ello. En ese sentido, es de relevancia destacar lo que Chomsky y Herman señalan: “el dominio de los medios de comunicación por parte de la élite, y la marginación de la disidencia que se deriva de la actuación de filtros (…) se realiza de una manera tan natural que la gente que trabaja en dichos medios, y que con frecuencia actúa con absoluta integridad y buena voluntad, son capaces de autoconvencerse de que eligen e interpretan las noticias de una manera “objetiva” y sobre la base de unos nuevos valores profesionales (Chomsky, Herman, 2009, p 22)”. 3) Los medios de comunicación y el cambio social: Los medios de comunicación constituyen una industria creciente y cambiante, susceptible a las transformaciones tecnológicas. Se constituyen en empresas que generan empleo, producen bienes y servicios y alimentan industrias afines. Pero más allá de su rol contemporáneo ligado al capital también forman una institución en sí mismos al desarrollar sus propias reglas y normas, que vinculan la institución a la sociedad y a otras instituciones de las estructuras sociales. No obstante, como consigna McQuail (1991), la institución de los medios de comunicación está regulada, a su vez, por la sociedad. Pero dicho rol de filtro que se le otorga a la sociedad no siempre se cumple, especialmente si se enfrenta a un escenario de “dominación de los medios de comunicación de masas”, que entiende a la prensa como instrumentos en manos de (o al servicio de) una clase dominante, una élite o un grupo ostentador de 13 poder, y no como una respuesta a la demanda procedente de abajo, diversa, fragmentada y sin ninguna dirección intrínseca. Para entender un escenario de “dominación de los medios de comunicación de masas” se deben identificar las características de centralización; su disponibilidad para el control de las fuentes por parte de unos pocos (ya sea por interés empresarial o estatal); su gran alcance; su unidereccionalidad; su estandarización y su atractivo y prestigio para los públicos masivos y dependientes. La visión inversa recibe el apoyo de la potencialidad de multiplicidad de fuentes y diversidad de mensajes, distribuidos de acuerdo con los intereses de la libre elección y de públicos diversos, subaudiencias e individuos (McQuail, 1991, p.87). Desde este punto, es importante explicar las tendencias centrífugas y centrípetas que McQuail (1991) identifica en el rol de los medios ante procesos, por ejemplo, de cambio social. Dichas tendencias representan un contraste de valores y de observaciones/predicciones empíricas y también de oposición entre, por un lado, las nociones de cambios, libertad, diversidad y fragmentación (tendencias centrífugas) y, por otro lado, las de orden, control, unidad y cohesión (tendencias centrípetas). Al definir los conceptos de influencia que pueden tener los medios de comunicación, ahora es relevante entender si el papel de la prensa se enlaza con la causa o el efecto del cambio social. Resolver esta problemática será clave en esta investigación, pues permitirá añadir antecedentes al estudios del fenómeno de cambio social que se vive en Chile, fundamentado en reformas que apuntan a modificar elementos prominentes de la estructura económica (reforma tributaria y laboral, sumada a una reorganización de las organizaciones sindicales) y de la estructura simbólica (reforma educacional), así como los mecanismos de reproducción social (el proceso constituyente para una nueva Carta Magna). McQuail (1991) propone el siguiente esquema para ponderar el nivel de influencia de los medios de comunicación en el cambio social (ver figura 3). ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------Figura 3: tipos de relación entre cultura (medios de comunicación) y sociedad (La estructura social influye en la cultura) SI (La cultura influye en la estructura social) NO SI Interdependencia Idealismo NO Materialismo Autonomía Fuente: McQuail, Denis (1991). Introducción a la teoría de comunicación de masas. Página 132. 14 Hay cuatro variables que configuran los tipos de relación entre la cultura vinculada por McQuail (1991) como campo de los medios de comunicación- y la sociedad. Una de ellas es que exista interdependencia. Acá “la sociedad produce las demandas de información y entretenimiento a las que responden los medios de comunicación, los recursos financieros y el tiempo necesario para el desarrollo de las industrias de esos medios, los inventos sobre lo cuales se basan y el clima sociocultural en el cual son libres de operar. La comunicación de masas, a su vez, y coextensivamente, estimula el cambio, acelera las demandas de sus propios servicios, contribuye al clima de libertad cultural y política en el que mejor pueden operar los medios de comunicación, y difunde ideas nuevas (McQuail, 1991, p.133)”. Luego está la variable del idealismo, cuya proposición radica en que los medios de comunicación son principalmente moldes de la sociedad y, a la vez, reflejos de ellas. Hay cinco versiones principales, según McQuail (1991): 1) Cambio individual de valor: los medios de comunicación estimulan y ayudan a difundir un sistema personal de valores favorable a la innovación, el éxito y el consumo. En esta versión, por ejemplo, se plantea que los medios pueden facilitar la transición de una sociedad tradicional a una moderna. 2) Los medios como motor de una sociedad moderna: la mejor manera de emplear los medios de comunicación es de forma planificada, a fin de promover el cambio social mediante la aplicación de programas de desarrollo a gran escala. Su tarea es la de extender la educación pública y promover la innovación en agricultura, la práctica sanitaria, el control de la población y otras cuestiones económicas y sociales (países que utilizan los medios para promover el cambio social). 3) Determinismo tecnológico: es una interpretación de los cambios políticos en los tiempos modernos que concede un lugar importante a la tecnología de la comunicación. La cultura del discurso que produce ideología se fundó históricamente en la tecnología de un tipo específico de medios de comunicación de masa (o de público) y su modo de producción específico: propiedad privada, pequeña escala, amplia difusión, unidades competitivas y descentralizada. Así, la imprenta hizo posible y necesario movilizar el apoyo entre 15 las masas, y pudo llegar a las multitudes que se concentraban en las áreas urbanas de desarrollo. 4) Teoría de la modelación: los medios tienden a ofrecer versiones uniformes y relativamente consensuadas de la realidad social, provocando como consecuencia, la “aculturación de sus audiencias”. 5) Imperialismo cultural: es el correlato de que los medios pueden contribuir a la modernización mediante la introducción de valores occidentales que, en contrapartida, genera un quiebre de los valores tradicionales y de la pérdida de las auténticas culturas locales. El materialismo es otra variable importante de relación entre medios y sociedad. La cultura (incluidos los medios de comunicación) se ven dependientes de la estructura social, y en la medida en que la comunicación de masas es un fenómeno cultural, dependerá de la sociedad y no será él mismo la causa. Desde esa perspectiva, McQuail (1991) explica que los medios de comunicación son instrumentos de la clase dominante, lo que se vincula a la teoría marxista sobre el materialismo en los medios de comunicación. La obra de los medios de comunicación, corresponde en general, a la esfera de la superestructura y están esencialmente conducidos por fuerzas económicas. “Para desempeñar un papel positivo en el cambio social, los medios de comunicación requerirían un gran cambio estructural que diera a la nación en desarrollo, y en especial a los elementos que se encuentran en la base de la sociedad, propiedad y autonomía real (McQuail, 1991, p.139)”. La cuarta variable para entender la influencia de los medios en la estructura social es la autonomía, que es la visión que trata de abordar si la cultura y la estructura social varía o pueden variar en forma independiente, lo que de acuerdo a McQuail parece exenta de capacidad predictiva o explicativa. La visión de autonomía también es coherente con una visión de la cultura como algo arbitrario o como resultado casual de la historia. Entendiendo las variables explicadas recientemente, se desprende que los medios de comunicación podrían generar un cambio social si poseen características propias del idealismo (en alguna de sus cinco versiones) o de la interdependencia. Por el contrario, si su esencia fuera autónoma, el rol de los medios y la sociedad estarían inconexos y sus variaciones serían independientes. En cambio, en el materialismo, es 16 la sociedad (o los sectores privilegiados de ella) la que influye en los medios. Es esta última variable la que servirá de referencia principal para esta investigación, pues sería una característica propia del sistema mediático chileno, si eventualmente se cumple un rol instrumentalizado por la élite dominante para aplicar la tendencia centrípeta que contenga las fuerzas exógenas de cambio social, provenientes de impulsos centrífugos de segmentos de la sociedad que no están representados mediáticamente en el país. 4) Unidad de análisis: Periodistas y editores con más de cinco años de experiencia profesional en prensa escrita económica que hayan trabajado en la cobertura de noticias relacionadas con las reformas estructurales durante 2014 y 2015. Se escogió a profesionales ligados a medios escritos económicos tomando en cuenta la importancia que le da la agenda-setting a los periódicos en la formación de la opinión pública. 5) Tipo de comparación y tipo de técnicas de investigación: La hipótesis planteada en esta investigación es que existen mecanismos y recursos de la élite que sí son determinantes y altamente influyentes a la hora de transmitir y comunicar los hechos relacionados con las reformas dirigidas a transformar elementos claves de las estructuras del sistema social chileno y que, por ende, el proceso de cambio social en el país se ha visto interferido. Con el objetivo de ratificar o refutar esta hipótesis, la investigación se realizará a través de un estudio de caso (el rol de la prensa económica en el proceso de reformas en Chile). La propuesta metodológica para esta investigación constará de dos dimensiones. La primera, es la realización de varias entrevistas cualitativas estructuradas (al menos una por medio de comunicación) con una guía a profesionales que se desempeñen en medios periodísticos escritos. La elección de los encuestados se filtrará por la preferencia entre reporteros, editores y directores de diarios que tengan como mínimo cinco años de experiencia y que estén o hayan estado cumpliendo sus labores de trabajo durante los años 2014 y 2015, período clave en la propuesta y discusión legislativa de las reforma estructurales. Los encuestados deben ser miembros de equipos de redacción de los diarios conservadores El Mercurio, La Tercera, Pulso y Diario Financiero, además de la agencia internacional de noticias Reuters (referencia de prensa internacional que cubre la contingencia de Chile) y el diario online de tendencia 17 progresista El Mostrador. De esa forma, se realizaría un paneo por todos los diarios político-económicos y de tiraje nacional de Chile. Como segunda dimensión metodológica, se analizará el rol de los encuestados en la construcción de artículos, gestión de columnas, entrevistas, reportajes y definición de prioridades a la hora de organizar la pauta noticiosa, tomando como referencia los elementos teóricos descritos en las distintas dimensiones que componen el sistema mediático chileno y la agenda-setting. Asimismo, se realizará un análisis de contenido de las noticias relacionadas con las reformas, el cual propondrá una comparación entre las publicaciones del único medio de línea editorial “progresista”, El Mostrador, con el espectro mediático restante. Con ello, las unidades analizadas serán de ayuda para entender el caso de Chile en ese importante contexto de eventual cambio social. Además, permitirá crear pautas o patrones comparables con otros casos de países, por ejemplo, de América Latina. 6) Conclusiones preliminares: Es importante destacar que estas conclusiones preliminares se plantean sin haber hecho aún las entrevistas y el análisis de contenidos. Basándonos en un supuesto de hipótesis correcta, se podría intuir que el proceso de construcción de opinión pública en Chile corre el peligro de ser altamente influenciado y dirigido por un grupo minoritario de la población, una élite, que concentra la mayor parte de la riqueza del país debido a su posición económica privilegiada, la cual se beneficia por el apoyo de instituciones extractivas de la estructura económica del sistema social chileno. En caso de identificarse mecanismos y vínculos determinantes de la élite con el ejercicio del periodismo, habría que tomar consciencia sobre la importancia de establecer medidas de mitigación ante estas influencias. El panorama del sistema mediático chileno actual, bajo un supuesto escenario de control de una clase dominante, llamaría a la toma de medidas por parte de las autoridades para inyectarle mayor pluralismo ideológico al espectro de periódicos, en pos de alinear el rol de los medios de comunicación con los procesos naturales que podría vivir la sociedad chilena, como la democratización o el avance hacia el consenso de valores ligados a sociedades más modernas o postmodernas. Esas medidas de diversificación para el sistema mediático chileno deben ser caracterizadas por la consolidación de otros medios que no estén ligados a grupos empresariales, sino a sectores de la sociedad civil que, además, aporten en el proceso de construcción de opinión pública y, por 18 ende, que apoyen la cohesión social. Los medios de comunicación, por la esencia y la ética de la labor periodística, no deberían estar al servicio del capital, sino de las problemáticas sociales de un país inmerso en una nueva fase de modernidad regional, marcada por la búsqueda de renovadas relaciones entre el Estado y la sociedad. Esta nueva búsqueda de vínculos, esta reconfiguración de la matriz sociopolítica, es la génesis del descontento ciudadano y de las movilizaciones estudiantiles que originaron la propuesta actual de reformas estructurales por parte del poder Ejecutivo. Y es este conflicto, resultado de un clivaje de clases alimentado por la desigualdad, el que tratan de esconder los medios, cuyo trabajo no hará más que desconectar a las élites y a gran parte de la política –también estrechamente relacionados con la élite empresarial- del sentido común, con todos los riesgo que eso conlleva. Bibliografía: -Hallin, Daniel. Mancini, Paolo. (2008) Sistemas Mediáticos Comparados. Hacer Editorial. Barcelona. 2008. -Chomsky, Noam. Herman, Edward. (1988) Los Guardianes de la Libertad. Barcelona. -Noëlle-Neumann, Elisabeth. (1995) La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social, Paidós. Barcelona. -McQuail, Denis. (1991) Introducción a la teoría de la comunicación de masas. Editorial Paidos. Barcelona. -Miliband, Ralph (1969) El Estado en la Sociedad Capitalista. Siglo XXI, México. -Westergaard, John. (1977). Poder, clase y los medios. Edward Arnold, Londres. -Garretón, Manuel. (2015) Political modernity, democracy and state-society relations in Latin America: a new socio-historical problématique?, incluido en el libro the Trouble with Democracy. Oxford University Press. Londres. -Rodríguez, Raquel. (2004) Teoría de la Agenda-Setting. Aplicación a la enseñanza universitaria. Obets Editorial. -Jiménez, Juan Pablo. Solimano, Andrés (2012). Elites económicas, desigualdad y tributación. Cepal. Santiago. -Lippmann, Walter. (1997), (v.o 1922), Public Opinion, New York, Free Press Paperbacks. 19 -Fairfield, Tasha. (2015) “La economía política de la Reforma Tributaria progresiva en Chile”. Revista de Economía Institucional, vol. 17, n.o 32, primer semestre/2015, pp. 129-156 -Schmidt-Hebbel, K. (2006) El crecimiento económico de Chile. Documentos de Trabajo de Banco Central de Chile Número 365. -Gray, J. (1997) Falso amanecer: los engaños del capitalismo global. Cap II: la construcción de los libres mercados. Paidos Ibérica. 20