La idea de integración en el Chac Mool de Carlos Fuentes

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La idea de integración en el Chac Mool de Carlos Fuentes
Ríos Julieta
Universidad Nacional del Sur
Bahía Blanca, Argentina
En la tierra que hay detrás de mis ojos
un caudillo vive en pie de lucha
defendiendo pueblos enteros de ideas mudas
asesinadas por ser diferentes a las de otro
lisiadas filas de pensamientos
se han decidido a celebrar sus diferencias.
“Flores del color de la mentira” (Homenaje a revueltas), de Café Tacuba, en el disco Chiapas.
Este trabajo representa el intento de comprender el cuento del escritor mexicano Carlos Fuentes, Chac
Mool, dentro de la oscilación discursiva modernización/identidad. Partiendo de la definición de ambos
conceptos que elabora Devés Valdés, intentaremos demostrar que el cuento elegido plantea una visión
integradora del mundo latinoamericano que sintetiza en el presente mexicano el pasado no sólo español,
sino también el mediterráneo, el judío, el romano, el árabe, pero también el maya y azteca.
En el desarrollo del mismo, realizaremos un recorrido por la obra elegida, tomando en cuenta para la
confirmación del punto de partida aspectos tales como la estructura del cuento, el mito y la tradición, la
religión. A partir de ellos pretendemos demostrar la síntesis que articula en la obra elementos
modernizadores e identitarios.
1. Introducción
Este trabajo constituye el intento de comprender el cuento del escritor mexicano
Carlos Fuentes, Chac Mool (Fuentes, 2000: 29-38)1, dentro de la oscilación discursiva
modernización/identidad.
Devés Valdés (D. Valdés, 2003: 15), concibe lo modernizador como la intención
de "ponerse al día", teniendo como ejemplo las regiones o países avanzados o de
vanguardia (principalmente desde la perspectiva tecnológica, científica y económica), y
lo identitario como "afán por vivir un ritmo autóctono y autónomo, buscando un
modelo de vida en el interior de la propia cultura e historia...". El cuento elegido, como
así también gran parte de los que integran Los cinco soles de México, plantea una visión
integradora del mundo latinoamericano que sintetiza en el presente mexicano el pasado
no sólo español, sino mediterráneo, judío, griego, romano, árabe, pero también maya y
azteca.
1
Todas las citas corresponden a esta edición, y de aquí en adelante utilizaremos la abreviatura (Ch. M. Y
el número de página entre paréntesis)
Esta visión variada y pluralista presenta para nosotros como latinoamericanos,
una realidad contradictoria entre identidad tradicional y alteridad moderna. Somos
culturalmente inmaduros. "Sin duda, uno de nuestros orígenes se encuentra en las
fuentes europeas pero la relación que los latinoamericanos tenemos con estas fuentes es
difícil y discontinua, y adquirir consciencia de ello es de importancia esencial para el
desarrollo de nuestra cultura."(Devés Valdés, 2003: 114).
Quiénes fuimos, quiénes somos y quiénes queremos llegar a ser. Y a partir de
esta búsqueda de la identidad surgen nuevas preguntas: ¿cuál es la verdadera tradición
latinoamericana?, ¿cómo plantearla, cómo tener consciencia de ella?
A partir de estos interrogantes, queda planteada la hipótesis de este trabajo: ver
en Chac Mool una propuesta integracionista (identidad/modernidad) de la cultura
mexicana -y también, por qué no, latinoamericana-.2
En el desarrollo del mismo, realizaremos un recorrido por la obra elegida,
tomando en cuenta para la confirmación del punto de partida aspectos tales como la
estructura del cuento, el mito y la tradición, la religión. A partir de ellos pretendemos
demostrar la síntesis que articula en la obra elementos modernizadores e identitarios.
2. La estructura del cuento: la crónica como escritura mestiza
La obra de Fuentes cuenta un mundo nuevo. Ni indígena ni europeo: mestizo. El
mestizaje funciona como eje en el que confluyen sangres diferentes, y él asume todas
las sangres que constituyen la propia como un mestizaje auténtico.3
El cuento relata la historia de Filiberto, un simple empleado público que colecciona
ciertas formas del arte indígena mexicano y que adquiere una estatuilla del Chac Mool
(deidad maya emparentada con el agua y con el rayo). La lleva provisoriamente al
Esta propuesta se manifiesta “como una tendencia a la asociación, una marcha hacia el reencuentro con
un destino heroico señalado por los siglos...”. Devés Valdés plantea que “durante los años 60, y
específicamente en su sugundo lustro, se produce un quiebre en el pensamiento latinoamericano. Allí
hace irrupción una nueva (y breve) inflexión identitaria que viene a interrumpir un largo período
modernizador que abarca buena parte de la segunda mitad del siglo entre 1945 y 1990, con este breve
período de 1965-1975.” D. Valdés, op. cit. pp. 119-120
3
Dice Cardoza y Aragón: “Vive lo indígena y lo español seguro de las dos fuentes. Existe una conciencia
del mestizaje pues de la fusión de la conciencia europea con la americana emerge de la penumbra el perfil
del Nuevo Mundo y en ella se afinca la posibilidad más acabada y original.” Cfr. D. Valdés, op. cit., p.
95.
2
sótano de su casa. Éste se inunda misteriosamente. Poco a poco, el Chac Mool cobra
vida, y lo domina totalmente. Filiberto huye y muere en Acapulco. Un amigo suyo va a
buscar el cadáver. En el camino de regreso encuentra un cuaderno de notas que
corresponden a los últimos meses de vida del protagonista.
Fuentes elige contar la historia de su personaje desde la crónica, a través de la lectura
del diario íntimo que realiza un amigo suyo, teniendo como objetivo no la verdad de
éste, sino su propia estrategia narrativa. "El género es la expresión total y no sólo un
aspecto más."(Rotker, 1992: 202).
El artificio del diario íntimo permite que el lector se interne en la historia como
un personaje más.
Las crónicas de la Conquista eran una visión de América desde ojos europeos: el
mundo habitado, nombrado, creado por sus habitantes naturales, era recreado por la
mirada foránea del colonizador, quien a medida que lo nombraba con un nuevo
lenguaje, a medida que lo reconstruía, se apropiaba de él.
El indígena: horrorizado ante la novedad del colonizador. El pasado: enfrentado
con el futuro.
En el cuento de Fuentes el asombro se da de manera inversa: el hombre moderno
se sorprende, se horroriza del dios maya: "Debo reconocerlo: soy su prisionero. Mi idea
original era distinta: yo dominaría al Chac Mool, como se domina a un juguete..."(Ch.
M., 36)
El presente se enfrenta al pasado que vuelve con más fuerza para apoderarse de
la modernidad. Chac Mool es un acto de solidaridad histórica, porque tiene como
sustento la supervivencia del mundo antiguo mexicano, porque participa de la
multiplicidad de la práctica cultural. El pasado indígena no respeta al presente blanco,
así como hace quinientos años éste tampoco respetó a aquél. En la sociedad de Filiberto
conviven vivos y muertos, mezclados, invertidos. En México, el pasado sigue pesando
sobre los hombres del presente modernizado. Allí está la estatua de Cuautémoc, a
diferencia de Santiago de Chile, donde se erige la de Valdivia, o de Lima, donde se
emplaza la de Pizarro. De una u otra manera, en el México que nos ha legado Carlos
Fuentes a través de su obra, se le ha dado el triunfo a los vencidos, porque es un país
donde a los héroes sólo se los concibe muertos: "Hay que matar a los hombres para
creer en ellos". (Ch. M., 31)
La roca se hace carne, la carne, cenizas. El pasado enterrado sale a la luz, y en
poco tiempo, adopta las comodidades modernas. "Ha tomado mi ropa, y se pone las
batas cuando empieza a brotarle el musgo verde".(Ch. M., 36)
El presente se hunde, pues el sótano será desde su muerte, el lugar de Filiberto.
La crónica no es un producto ni literario ni periodístico, pero sí ambos a la vez,
es un producto mestizo, al igual que la realidad mexicana. Aunque el relato sea ficticio,
se lo cuenta como real; existe un pacto de lectura: basta que el relato sea verosímil, que
sea lógico con respecto a la imaginación establecida por el propio texto.
La escritura como diario se concentra en detalles menores de la vida cotidiana.
Vamos siguiendo en el desarrollo de la historia la vida del personaje. De esta manera
nos enteramos de sus sueños incumplidos, de sus aspiraciones, de las vacaciones en
Acapulco, de la vieja casa paterna, "lúgubre en su arquitectura porfiriana"(Ch. M., 33).
Pero a diferencia del relato periodístico, la subjetividad tiene aquí derecho a irrumpir.
Es por eso que la crónica amenaza la claridad, tanto de las fronteras literarias como de
las periodísticas. En el diario de Filiberto, la realidad, las imágenes, los
acontecimientos, son construcciones mentales que sólo existen dentro del espacio
textual.
Parece que el Chac Mool no ha perdido sus poderes, pese a la civilización
moderna. Cuenta una anécdota, que en 1952, siendo trasladado a una exposición en
Europa, causó tormentas en alta mar y lluvias por todo el continente, incluso en lugares
donde no llovía desde hacía cincuenta años. (Cfr. Harss, 1968: 349).
Esta historia nos hace pensar que el pueblo mexicano está construido sobre
rocas vivas, sobre dioses sin tiempo, sobre pirámides de huesos y sangre sin coagular,
sobre corazones que laten aún al compás de los tambores. México es para Fuentes una
tierra de dioses imperecederos, que se prolongan en el cristianismo.
Carlos Fuentes es un cronista de la soledad, de la nostalgia por el pasado, que se
mantiene viva debido a la derrota, del país precolombino que reaparece incesantemente
en su imaginación, del México del eterno retorno. Filiberto se pierde dentro de esa
sociedad que no es la que él imaginaba, la que pretendían sus sueños de juventud. La
soledad del presente, la falta de realización, la imposibilidad de alcanzar un futuro
mejor, de abrirse un espacio hacia la verdadera existencia lo angustian, lo devastan:
"Sentí la angustia de no poder meter los dedos en el pasado y pegar los trozos de algún
rompecabezas abandonado".(Ch. M., 30-31)
En esta sociedad de gente desplazada, en esta época de tensiones
desestabilizadoras, Fuentes crea en la crónica un espacio de lucha, un espacio dialéctico
no resuelto ni estático, que concuerda con la época. Un espacio donde la imaginación
se asienta en la realidad donde gravitan la historia (identidad) y el presente
(modernidad), donde se encuentran todas las perspectivas convertidas en una sola,
autónoma y contradictoria a la vez.
3. Mito y tradición
La pregunta por la tradición, cuando se trata de buscar la identidad de
Latinoamérica, es constante.
Dice Devés Valdés que durante los años 50 y 60, el tópico más frecuente en la
literatura latinoamericana fue la conciencia: "hacer conciencia, ser conciente, tener
conciencia y descubrir los contenidos y la evolución de la conciencia"(Devés Valdés,
2003: 69). Convergen en dicha reflexión varias perspectivas, y si bien todas son
diferentes, también todas buscan el autoconocimiento, buscan reivindicar la identidad
del continente.
Tal vez Filiberto también buscaba, en su afán de coleccionista, el hogar
prometido por Huitzilopochtli, aún dentro de la ciudad asfixiante, lacerante, bulliciosa y
agonizante que ya no ostenta el esplendor urbanístico del imperio. México obedece
ahora a la planificación económica, no a monumentos ni a simbologías.
En fin, hoy volví a sentarme en las sillas modernizadas –también como barricada de
una invasión, la fuente de sodas- y pretendí leer expedientes. Vi a muchos, cambiados,
amnésicos, retocados de luz de neón, prósperos. Con el Café que casi no reconocía,
con la ciudad misma, habían ido cincelándose a ritmo distinto del mío. (Ch. M., 30)
En este cuento, Fuentes licua la cosmovisión indígena adhiriéndola al mundo moderno,
recordándole a éste de dónde viene y hacia dónde se dirige. Una sociedad difícilmente
pueda prescindir de la memoria, y Fuentes lo sabe: asimila la historia al relato, a los
hechos que deben ser recordados. “La memoria salva, escoge, filtra, pero no mata. La
memoria y el deseo saben que no hay presente vivo con pasado muerto, ni habrá futuro
sin ambos.” (Fuentes, 2000: 27) Esta frase retumba constantemente en el cuento, y
recuerda a Eliot, quien en su ensayo La tradición y el talento individual nos dice que
ningún escritor puede adquirir su sentido completo por sí mismo, sino que “su
significado, su apreciación es la apreciación de su relación con los poetas y artistas
muertos”.[Esto significa que ninguna creación literaria puede prosperar, puede
mantenerse viva si no tiene una tradición en la cual implantarse. Tradición implica
sentido histórico. Esto es: tener consciencia del pasado, reconocer su presencia, sentir
que] “el conjunto de la literatura de Europa, desde Homero, y dentro de ella el conjunto
de la literatura de su propio país, tiene una distancia simultánea y constituye un orden
simultáneo.” (Eliot, 1944: 13)
El mito del cuento es latino. La transformación de la piedra en carne nos remite
al mito de Pigmalión, narrando por Ovidio en sus Metamorfosis4, mito que ha sido
interpretado y utilizado de muy diferentes maneras a lo largo y a lo ancho de la
literatura universal. En la obra de Fuentes, la metamorfosis no se consuma por amor,
sino por el sentido histórico del personaje. Él hizo foco en la humanización, en el
despertar de la estatua en un México diferente, moderno, al cual no tarda en adecuarse:
"Chac Mool vigila cada paso mío; ha hecho que telefonee a una fonda para que traigan
diariamente arroz con pollo" (Ch. M., 37). Fuentes no olvida: retoma el pasado europeo,
lo interpreta, lo repasa, y lo transplanta a la realidad mexicana. Él asume todas las
sangres, que constituyen la propia como un mestizaje auténtico. Es el mismo Fuentes
quien define la literatura como "un acontecimiento continuo en el que el presente y el
pasado son constantemente modificados mediante interferencias mutuas. Ninguna obra
literaria se encuentra determinada histórica e ideológicamente para siempre."(Fuentes,
1993: 28).
El cuento del Chac Mool es una forma de reconocimiento, una forma de aceptar
la doble negación del pasado que nos constituye en latinoamericanos.5 La construcción
del presente sobre el pasado es parte del mito integrador. El dios maya encierra en su
4
Ovide, 1993, Libro X, vs. 281-287:
“Temptatum mollescit ebur positoque rigore/ subsidit digitis ceditque, ut Hymettia sole/ cera remollescit
tractataque police multas/ flectitur in facies ipsoque fit utilis usu/ dum stupet et medio gaudet fallique/
rursus amans rursusque manu sua vota veretur, retractat;/ corpus erat: salient temptatae police venae.”
5
Esta separación, esta escisión del ser mexicano se da por el origen mismo del ser, en la traición de la
Malinche: “nuestra nostalgia materna nos lleva a darle la espalda al mundo, nuestra maldición paterna no
fuerza a mirar al mundo, a estar en él, a ver al otro y saber que nosotros mismos somos el otro del otro.”
(Fuentes, 2000: 13,14)
figura la doble negación, la otredad, sintetiza los rostros europeos e indígenas, la
creación inacabada de América Latina.
4. La religión: "Hay que matar a los hombres para creer en ellos" (Ch. M., 31)
En la introducción a su libro Los días enmascarados citada anteriormente,
Fuentes define la Conquista como catastrófica, criminal y sangrienta, pero no estéril,
porque de ese hecho cruel nacimos los latinoamericanos.
El colonizador impuso su poder a fuerza de cruz y espada. América Latina fue
creada en la cultura del catolicismo, un catolicismo sincrético "incomprensible sin sus
máscaras indias"(Fuentes, 2000: 16) dice Fuentes, y yo agregaría también de máscaras
negras, árabes, judías...
En el cuento, la teoría de la religión se nos comunica por medio de un amigo de
Filiberto, Pepe, quien gusta de teorizar:
Que si no fuera mexicano, no adoraría a Cristo, y -No, mira, parece evidente. Llegan
los españoles y te proponen adores a un dios, muerto hecho un coágulo, con el costado
herido, clavado en una cruz. Sacrificado. Ofrendado. ¿Qué cosa más natural que
aceptar un sentimiento tan cercano a todo tu ceremonial, a toda tu vida? (Ch. M., 30).
Esta declaración permite un acercamiento por caminos diferentes: religiosos,
políticos, literarios, que tal vez sean puntos de partida para futuros trabajos. Aquí sólo
pretendemos rescatar la visión integradora que realiza Fuentes sobre la sociedad
latinoamericana. El catolicismo se impone en el nuevo continente tanto por parte
paterna como materna. Los viejos dioses son rápidamente reemplazados por el dios
cristiano, quien no sólo no exige que nos sacrifiquemos por él, sino que es él mismo
quien se ofrece en sacrificio.
Fuentes crea y recrea los mitos cristianos y aztecas, y a través de su creación
busca comunicar su visión múltiple y compleja del México actual.6 Abre un juicio
interminable sobre la sociedad moderna mediante la evocación del pasado, de las
reminiscencias prehispánicas indígenas eternamente presentes en su obra. "Nunca
podremos ocultar nuestros rostros indígenas, mestizos, europeos: son todos
nuestros"(Fuentes, 2000: 25).
5. Somos otros, nuevos por definición.
El cuento del Chac Mool constituye un mosaico sincrético donde coinciden el
pasado y el presente, indicando ambos la dirección que deberá tener el futuro.
Con su obra, Carlos Fuentes cubre los intersticios de la historia, llena con su
imaginación los huecos, crea un lenguaje nuevo que termina con el silencio del ayer que
se licua en el presente del México moderno. Puede, con la ficción, lo que no pudo hacer
la realidad latinoamericana: sacar al prisionero de la piedra. Y aquí coincidimos con lo
expresado por Cardoza y Aragón en su obra Guatemala: las líneas de su mano, donde
el autor apuesta por el mestizaje y su consciencia: "...en el mestizo consciente se
conjugan las dos sangres, se abrazan sosegadas, se alientan por igual las dos savias,
pues ya no vemos únicamente el horizonte indígena o el horizonte mediterráneo".
(Cardoza y Aragón, 1955: 188,189)
Eso es el Chac Mool: una metáfora doble que encarna y niega a la vez la
multiplicidad de la cultura latinoamericana, vida y muerte, carne y piedra.
Carlos Fuentes nos hace volver una y otra vez sobre nuestra realidad, sobre
nuestra identidad. En su obra vive la cultura americana y la europea, los elementos
indígenas y los españoles, porque está seguro de nuestras dos fuentes. Ante las
preguntas planteadas al principio de este trabajo, acerca de quiénes fuimos, quiénes
somos y quiénes queremos llegar a ser, él responde: "Necesitamos al otro. Nadie puede
ver una realidad completa por sí solo. Necesitamos al otro para completarnos a nosotros
mismos".(Fuentes, 2000: 25) La noción de identidad no desaparece totalmente, pero se
construye a partir de la de diferencia. Cada espacio textual, cada calle, cada casa o café,
en la ciudad de México, es un punto de encuentro de diversidades, pero de diversidades
en presencia.
Por lo tanto, nuestra tarea es la integración. No somos ni indígenas ni europeos,
no pertenecemos exclusivamente ni a una ni a otra cultura. Somos un continente nuevo:
mestizo. El mestizaje es algo que todavía no ha logrado asentarse, que no ha alcanzado
la autenticidad, es mezcla sin identidad. Debemos ser conscientes de esta mezcla, sólo
así seremos auténticos, sólo así daremos fin a esta angustia que nos escinde y nos
desgarra. A partir de esta conciencia de la integración, debemos salir del discurso de la
identidad para entrar en la diversidad. Debemos descubrir lo que todavía no somos.
6
Cfr. Rodríguez Monegal, 1974: 247-264.
Estamos en una encrucijada. "El mundo no está terminado, el mundo se está haciendo,
nosotros estamos haciéndonos constantemente, pero portando nuestro pasado..."
(Fuentes, 2000: 25).
Bibliografía
* Cándido, A. Y otros, (1985) La literatura hispánica como proceso, Buenos Aires,
CEPAL.
* Devés Valdés, Eduardo, (2003) El pensamiento latinoamericano en el siglo XX.
Entre la modernización y la identidad. Del Ariel de Rodó a la CEPAL, (1900-1950),
Tomo II, Buenos Aires, Editorial Biblos.
* Eliot, T. S., (1944) Los poetas metafísicos y otros ensayos sobre teatro y religión,
Tomo I, trad. Sara Rubinstein, Buenos Aires, Emecé.
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Seix Barral.
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* Harss, Luis (1968) Los nuestros, Buenos Aires, Editorial Sudamericana.
* Montaldo, Graciela (1999) Ficciones culturales y fábulas de identidad en América
Latina, Rosario, Beatriz Viterbo Editora.
* Ovide (1993) Metamorphoses, Ed. Anderson, William S. S. Aufl., Stuttgart- Leipzig,
Teubner, XXVIII.
* Rodríguez Monegal, Emir (1974) Narradores de esta América 2, Buenos Aires,
Editorial Alfa Argentina.
* Rotker, Susana (1992) La invención de la crónica, Buenos Aires, Editorial Letra
Buena.
* Todorov, Tzvetan (2003) La conquista de América. El problema del Otro, Buenos
Aires, Siglo Veintiuno editores.
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