IDEAS FUERZA EN EDUCACIÓN EN

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IDEAS FUERZA EN EDUCACIÓN EN
DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
Intervención de Manuel Restrepo Yusti, asesor de la Oficina en Colombia
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos durante el panel “Los retos del sector educativo en cuanto al
ejercicio de los derechos humanos”
Bogotá, D.C. 29 de julio de 2010
Buenos días a todos. Quiero agradecer al Ministerio de Educación por esta
invitación. Yo siempre he pensado que las palabras que uno le dirige a los
docentes son palabras semillas. Son palabras que germinarán.
El año pasado participé en un proyecto muy grande que trataba sobre las
vicisitudes, los problemas y también los éxitos que hemos tenido en América
Latina, en la difusión y en los procesos de enseñanza de los derechos humanos.
Fue una experiencia bastante importante. Me correspondió hacer una pequeña
ponencia sobre la experiencia colombiana. El trabajo se denomina: “Pensamientos
e ideas fuerzas de la educación en Derechos Humanos en Iberoamérica”. Como
resultado de unas ponencias que fueron expuestas de acuerdo a cada realidad
nacional, se pudieron establecer 10 grandes ideas fuerza, es un proceso más
complejo, yo lo estoy resumiendo, en la educación en derechos humanos en
América Latina.
América Latina, alguien la definió como “una y múltiple”. Quiero hacer advertencia
de que estas ideas fuerza también están atravesadas por las particularidades de
los diferentes países latinoamericanos que hemos tenido esta experiencia.
Menciono a continuación las 10 ideas fuerza que caracterizan la educación en
derechos humanos en América Latina:
Primero, la educación en derechos humanos ha sido una educación
contextualizada. Lo interesante de esa contextualización es que, al hacer un
período histórico de ella, nos vamos dando cuenta de niveles más altos de
desarrollo, unos más altos, otros menos altos.
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Antes de la década de los 80 había una idea de los derechos humanos, quizá a
través del término libertad, pero que no había asentado en la práctica docente,
inclusive en la misma legislación.
Antes de los 80 hubo una etapa de exploración. En los 80 empieza una década
de expansión de los derechos humanos con algún nivel jurídico en algunos países,
pero todavía no había un entendimiento holístico de los derechos humanos.
La década de los 90 empieza ya a ser un encuentro muy interesante entre la
visión pedagógica. Ya empieza la pedagogía a tener un papel en la enseñanza de
los derechos humanos, junto con lo político, y creo que, ya para terminar este
período ha habido un encuentro entre lo político, lo jurídico y lo pedagógico, que
da una concepción mucho más completa. Se pueden dar muchos ejemplos en el
caso de Colombia, Argentina, Uruguay, pero no vamos a detenernos en ellos.
Segundo, la educación en derechos humanos se ha constituido en una educación
constructora de democracia. Al inicio de las transiciones democráticas se creyó
que con ellas acabarían las arbitrariedades y abusos de derechos humanos. Pero
la caída de las dictaduras puso en evidencia las grandes limitaciones de las
sociedades nacionales de la región para el ejercicio de democracias auténticas
justas e incluyentes.
Comprendimos entonces que la violación de derechos humanos no es un
fenómeno exclusiva del autoritarismo. Esto hace un contraste muy grande con la
historia misma de los derechos humanos en Colombia donde empiezan a surgir
imaginarios de que los derechos son contrarios a la democracia y todavía
encontramos funcionarios, hasta ciudadanos del común, pensando que los
derechos humanos son enemigos de la democracia. Por el contrario, todas las
experiencias latinoamericanas han demostrado que un elemento de
fortalecimiento de la Democracia está constituido por los derechos humanos.
Tercero, la educación en derechos humanos tiene que ser una educación integral
y holística. La perspectiva holística de la educación tiene su correlato en el
currículo, en la pedagogía, en la cotidianidad de la escuela, en la evaluación, en la
gestión escolar, y refuerza la relación que existe entre la escuela y el entorno y el
entorno y la escuela. Apela también al carácter multidimensional de los derechos
humanos.
Una cuarta idea fuerza se refiera a que la educación en derechos humanos tiene
que ser una educación transformadora. Desde la mirada política, para promover la
educación en derechos humanos es esencial apoyarla en una plataforma
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filosófica, legal y de voluntad política consensuada por los Estados, porque ellos
son en última instancia, los obligados a hacerlos realidad para sus poblaciones en
forma masiva y sin discriminación.
Quinto, la educación en derechos humanos tiene que estar basada en una ética.
Yo siempre apelo a una concepción moderna de la ética, una ética vitalista. La
revaloración de la dimensión ética, en los procesos educativos ha llevado a que la
educación en derechos humanos plantee como algo central la construcción de lo
colectivo, en un contexto en donde el individualismo creciente y un desapego
ciudadano respecto a la política son las características más sobresalientes.
Sexto, la educación en derechos humanos ha contribuido a la construcción de paz.
Y en este sentido, ha ayudado a responder a preguntas que parecen simples pero
que no lo son, los colombianos muchas veces no las hemos podido responder:
¿Qué concepción tenemos de la paz? ¿Cuáles son las condiciones para la paz? Y
¿Cuáles son los obstáculos para la paz?
Destaco en este aspecto el desarrollo de proyectos que en Colombia se han
desarrollado, lo tenemos en los proyectos piloto, de la memoria histórica como un
elemento constructor de paz. No para quejarnos sino para saber qué nos pasó y
cómo podemos reconstruir ese presente, ese pasado con miras al futuro.
Séptimo, la educación en derechos humanos es una educación constructora de
sujetos de derechos humanos.
La concepción de la teoría de construcción de subjetividades está emparentada
con una ética vitalista y precisamente esa ética es la que establece y señala los
espacios donde se construyen las subjetividades. Ahí está el trabajo de los
docentes. ¿Dónde construyo la subjetividad? En mi cuerpo, en el mundo en el
que vivo, en el que habito, el que me rodea. Construyo la subjetividad en el
pensamiento. Construyo la subjetividad en una postura ética.
Octavo, la educación en derechos humanos debe relacionarse con las decisiones
curriculares. Hay demasiada literatura sobre esto, pero a veces los maestros
seguimos manejando el currículo como un elemento de poder.
Afortunadamente, y yo creo que es uno de los grandes avances del Ministerio, que
plantea ya desde hace tiempo, con la Ley General de Educación, no un maestro
administrador de currículos sino un maestro creador de currículos. Y esto me
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parece muy importante. Creo que el discurso de los derechos humanos apoya y
afianza este pensamiento.
Noveno, la educación en derechos humanos tiene que ver con un aspecto
fundamental en la educación en sociedades pluriculturales y multiétnicas.
Nosotros no nos hemos dado cuenta de que vivimos siglos y siglos, con un
proyecto de Estado monocultural y de que, pese a que la Constitución del 91
declara que Colombia es un país pluricultural y multiétnico, todavía no hemos
podido entender eso, todavía tenemos las minorías, los pueblos indígenas, los
grupos afrodecsendientes, los ROM, los raizales en situaciones discriminatorias.
La Educación en DDHH tiene que tener en cuenta la pluriculturalidad y la
multietnicidad.
Por último, está algo que no es fácil porque el discurso de los derechos humanos
también tiene contradicciones. Siempre he dicho que es una gran negociación
cultural de mínimos y como toda negociación cultural está por construirse, hay
contradicciones a su interior.
En América Latina los maestros, los proyectos educativos, han tenido que abocar
una décima idea fuerza que relaciona la educación en derechos humanos con una
educación que enfrenta tensiones. Solamente citaré algunas, que solamente los
maestros en la práctica, y para eso no hay recetas, saben cómo tratarlo. Primero:
la tensión entre el autoritarismo y la autonomía. Yo creo que quién se mete a
trabajar en derechos humanos tiene que trabajar esa tensión. Segundo, la tensión
entre el entorno y el sujeto.
Muchas veces lo que construye la escuela lo destruye el entorno o viceversa, la
tensión entre la construcción de confianza, y en países como Colombia, el miedo
porque también el discurso de derechos humanos y la práctica de derechos
humanos invoca el miedo. La tensión entre la neutralidad y el cambio y la
transformación social. Los derechos humanos tienen un compromiso político con
la transformación social y en ese caso no habrá tal neutralidad. También está la
tensión entre el Estado y la sociedad civil y la tensión derivada de la polisemia de
términos.
Acabo de resumir los 10 grandes bloques de esfuerzos que en toda América
Latina se han hecho con estos procesos de educación en derechos humanos.
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