privación de la patria potestad por perturbaciones mentales

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Privación de la patria potestad por perturbaciones mentales: el principio del
“interés superior del menor”
“En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o
los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés
superior del niño”. Artículo 3,1 de la Convención de 20 de noviembre de 1959 sobre los
Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La patria potestad queda configurada en nuestro ordenamiento jurídico (artículos 154 y
ss. del Código Civil) como un conglomerado de derechos y deberes de los padres respecto de la
prole en situación legal de dependencia, en aras de la función protectora y formativa que, por
derecho natural, corresponde a quienes han asumido la decisión de procrear a un hijo, y ello
mientras éste no se encuentre en condiciones naturales y jurídicas de valerse por sí mismo.
La titularidad de la patria potestad corresponde a ambos progenitores de manera
conjunta.
Aunque la patria potestad, por derecho natural y positivo viene otorgada a los
progenitores, atendiendo a que integra en su función no sólo derechos sino muy principalmente
deberes, puede en determinados casos restringirse, suspenderse e incluso cabe privar de la
misma por ministerio de la Ley, cuando sus titulares, por unas u otras razones no asumen las
funciones inherentes a ella o las ejercen con desacierto y perjuicio para el descendiente,
llegando a la solución más radical en el supuesto de incumplimiento de los deberes que
configuran tal institución jurídica, conforme prescribe el artículo 170 del Código Civil: ”El padre o
la madre podrán ser privados total o parcialmente de su potestad por sentencia fundada en el
incumplimiento de los deberes inherentes a la misma o dictada en causa criminal o matrimonial.
Los Tribunales podrán, en beneficio e interés del hijo, acordar la recuperación de la patria
potestad cuando hubiere cesado la causa que motivó la privación.”
Prima, en consecuencia, en la referida institución el principio del beneficio del menor o
“favor fillii”, de tal modo que cuando, por unas u otras razones, se incumple dicha primordial
finalidad es viable la privación judicial de tal potestad.
No exige la Ley que dichos incumplimientos sean deliberados o dolosos, pues no se
trata fundamentalmente de sancionar al progenitor indigno, sino de amparar los derechos e
intereses del menor, ante una situación de riesgo o abandono, que inclusive puede dimanar de
causas no imputables al titular de la potestad, que sin embargo no se encuentra en condiciones
de poder afrontar, con las debidas garantías para el descendiente, las funciones protectoras
integradas en aquélla, en cuanto contenido del que no puede prescindirse, salvo que se pierda
de vista la verdadera finalidad de la institución examinada.
El "interés del menor" es un concepto jurídico relativamente indeterminado, lo cual
implica la realización de una labor hermenéutica en cada caso concreto para poder delimitarlo.
Existen unos criterios objetivos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de ser valorado, pero
también habrán de ponderarse aspectos subjetivos que individualizarán cada caso concreto.
Puede ser determinado discrecionalmente (que no arbitrariamente) por el juez, evitándose todo
perjuicio para el bienestar espiritual y material del menor y, de manera más general y en primer
término, por las personas que están a cargo del menor (padres en el ejercicio de la patria
potestad, en la mayoría de los supuestos). Pese al mencionado carácter abstracto de este
principio, el interés del menor ha de tener como marco el respeto a los Derechos Fundamentales
(y especialmente a los de la Convención de los Derechos del Niño de 1989) y no obviar los
derechos de los menores que se encuentran recogidos en las leyes nacionales e internacionales.
El "interés del menor" condiciona la normativa además de ser un criterio de integración.
Actualmente se recoge en varios preceptos del Código Civil (arts. 92, 154,2, 156, 159, 176,1); en
la LO 1/1996 de Protección Jurídica del Menor, (Exposición de Motivos II pfo. 17º, art. 2, art. 9,2
pfo. 2º, art. 11,2 a) y b); en distintas leyes autonómicas relativas a menores así como en
múltiples convenios bilaterales y multilaterales, destacando la Convención de las Naciones
Unidas sobre los Derechos del Niño de 20 de noviembre de 1989 que en su art. 3,1 establece
que “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos
legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño”.
El que el interés del menor sea "superior" conlleva que prime siempre, en la medida en
que se le considera la parte débil y más necesitada de protección de cuantas puedan concurrir.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que los tribunales han venido sosteniendo que el interés
superior del menor y el interés de los padres no pueden considerarse opuestos, sino
complementarios el uno del otro.
Cuando el art. 170 del Código Civil dispone, en su primer párrafo, que el padre o la
madre podrán ser privados total o parcialmente de su potestad por sentencia fundada en el
incumplimiento de los deberes inherentes a la misma o dictada en causa criminal o matrimonial,
está atribuyendo una facultad al órgano jurisdiccional.
Ese carácter discrecional de la medida no es absoluto, ya que la norma establece unos
límites que la decisión ha de respetar. De un lado, la medida ha de adoptarse en beneficio de los
hijos. Así lo establece el artículo 39,2 de la Constitución Española, en cuanto impone a los
poderes públicos una actuación que asegure la protección integral de aquellos. Lo propio hacen
los artículos del Código Civil 154, en cuanto exige un ejercicio de la patria potestad en interés de
los mismos, y 170,2, que condiciona la recuperación de la patria potestad al beneficio de ellos.
De otro lado, la privación de la patria potestad, total o parcial, no constituye una sanción
perpetua, sino condicionada (tampoco necesariamente) a la persistencia de la causa que la
motivó, como establece el artículo 170,2 del Código Civil al regular la recuperación de aquella.
Las perturbaciones o enajenaciones mentales –esquizofrenia, neurosis, histeria,
psicosis, paranoia-, pueden constituir causa de privación de la patria potestad, pero únicamente
en el supuesto de que, la gravedad y caracteres de las mismas, hagan incapaz al progenitor que
las padece para desempeñar debidamente las funciones propias de la patria potestad.
La Sentencia Audiencia Provincial Madrid de 16 octubre 1998 señala que constituye
motivo suficiente para privar de la patria potestad el sufrir "desequilibrios mentales y relacionales
que imposibilitan el adecuado ejercicio de los deberes maternales y, además, carecen de
tratamiento plenamente eficaz". También lo son los trastornos de personalidad con desviación
psicopática obvia, con rasgos paranoides, del progenitor que se halla cumpliendo pena de
privación de libertad; y la incapacidad declarada, habiéndose acreditado el incumplimiento de los
deberes para con su hija.
Por contra, la Sentencia Audiencia Provincial Toledo de 9 junio 1999 manifiesta que no
es causa suficiente para determinar la privación de la patria potestad, el padecimiento, por uno
de los progenitores, de una debilidad mental ligera, en el límite con la normalidad, con evolución
en los últimos años hacia la normalidad psíquica, desde un retraso mental manifiesto.
II Parte.
La causa que determina la privación, total o parcial, de la patria potestad, no es el
diagnóstico de un trastorno psíquico, sino las consecuencias que del referido trastorno puedan
derivarse respecto de la aptitud de quien lo padece para cumplir los deberes inherentes a la
patria potestad. Por tanto, para decidir si procede o no privar de la titularidad o del ejercicio de la
patria potestad a un progenitor será necesario comprobar en cada caso concreto el tipo y
gravedad del desequilibrio mental que sufre el mismo, en atención al interés de los hijos y, en
caso afirmativo, el alcance de la privación.
La medida de privación de la patria potestad, aunque en extremo dura para los padres,
ha resultado una medida indispensable de protección de los intereses superiores del menor, o,
mejor dicho, necesaria para la protección integral del menor conforme al mandato constitucional.
Se trata, al fin, de decisiones judiciales determinadas por el interés del menor valorado en cada
caso, a la luz de las circunstancias concurrentes. Para todo ello, es decir, para determinar el
grado de enfermedad del progenitor y en qué ha de consistir la privación de la patria potestad se
estará al informe facultativo que ponga de manifiesto que la afección mental que padece puede
interferir negativamente en la estancia y cuidado que puede mantener con el hijo, constituyendo
un obstáculo importante redundante en la educación o en la estabilidad psíquica y emocional del
menor o cuando la enfermedad del progenitor genere agresividad existiendo una situación de
peligro para la seguridad del sometido a patria potestad.
Sentencia Tribunal Supremo Sala1ª, 23 mayo 2005: Se decide el mantener a la menor
en la situación en que se encuentra (tutela pública y acogimiento preadoptivo por terceros). En
atención al “favor filii”, se retira la patria-potestad a los padres, como consecuencia obligada por
"Imposible cumplimiento de las obligaciones parentales: la madre de la menor tiene una
enfermedad mental -trastorno esquizofrénico que parecía que se había estacionado en forma
negativa últimamente, según informe de Psiquiatra-, que la incapacita para hacerse cargo de su
hija.".
"Inadecuado cumplimiento de las obligaciones parentales por parte del padre, al delegar
el cuidado de la menor en la Administración, mostrando desinterés e incapacidad en la
resolución de la problemática familiar" adoptando en ocasiones actitudes ausentes.
Sentencia Audiencia Provincial Cantabria, 20 octubre 2004: El Tribunal argumenta
que la patria potestad de los hijos menores de los litigantes debe ser ejercida sólo por la madre a
la que se ha otorgado su guarda y custodia, dados los trastornos mentales del padre
suficientemente importantes como para motivar varios ingresos en pabellón psiquiátrico -del que
no existe suficiente garantía y constancia de que actualmente esté ya curado o siquiera en
tratamiento-, quien, no obstante, tendrá derecho de visitas al no estimarse perjudicial para dichos
menores.
Sentencia Audiencia Provincial Navarra, 21 abril 2004: La Sala considera que la
enfermedad de carácter psiquiátrica padecida por la madre -esquizofrenia paranoide con
remisión incompleta-, no la incapacita ni limita para el cuidado y atención de sus hijos; al
contrario, la evolución ha sido positiva, no existiendo razones que justifiquen modificación de la
guarda y custodia así como tampoco del régimen de visitas del padre.
Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, 16 noviembre 1999:
Mediante una orden judicial el tribunal de menores de Roma retiró a la Sra. E. P. la
patria potestad sobre su hija en vista de que los problemas psicológicos sufridos por la madre -y
relativos a desórdenes obsesivos centrados en la salud de la hija y tendencias de
sobreprotección-, estaban afectando al normal desarrollo y educación de la menor.
El TEDH recuerda que la necesidad de una determinada medida ha de valorarse
teniendo en cuenta, entre otras cosas, si existe proporción entre la misma y el objetivo legítimo
que la autoridad pública persigue mediante su aplicación. En el presente caso, el Tribunal
considera que las autoridades encargadas del caso no han realizado las actuaciones necesarias
para obtener un juicio razonable acerca de la situación psicológica de la madre, no habiendo
tampoco establecido las medidas oportunas para evitar una separación definitiva entre ésta y su
hija. Sobre la base de este razonamiento, el Tribunal estima que no se ha efectuado una
ponderación adecuada entre los intereses de la menor y los derechos de la madre, y procede,
por tanto, a declarar la existencia de una vulneración del artículo 8 del Convenio.”
Sentencia Audiencia Provincial Madrid, sec. 22ª, 16 octubre 1998: “No ofrece en la
actualidad Dª Ana las condiciones necesarias para poder afrontar, con un mínimo de garantías,
el cuidado cotidiano de su hijo, según se desprende del informe médico-forense practicado (…),
y en el que se afirma que aquélla presenta un trastorno grave de la personalidad, con
características de inestabilidad emocional y relaciones inestables en general, que compromete
seriamente la aptitud para cuidar de su hijo, lo que, en el acto de ratificación del perito, se
concretó aún más en la falta de capacidad para asumir la responsabilidad plena de cuidado de
un menor, existiendo el riesgo de posibles descompensaciones futuras.”
Sentencia Audiencia Provincial Pontevedra, 8 octubre 1997: “Del informe obrante en
autos, emitido por la Directora del Centro Ocupacional donde recibe tratamiento el demandado
(…) se desprende que su actividad psicótica ha evolucionado adecuadamente y además, que se
trata de un paciente nada problemático y no agresivo, lo que unido a la exploración de uno de
sus hijos menores que manifiesta unas buenas relaciones con su padre, creemos que son
motivos suficientes para no privar a dicho demandado de la patria potestad sobre sus hijos y
concederles, como lo hace la sentencia apelada, la posibilidad de visitar los mismos.”
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