El cerebro humano

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El cerebro humano: un repositorio de fortalezas diversas
Katherine Benziger, Ph.D., Sue Holmes
El cerebro humano es una máquina compleja y delicadamente conectada diseñada para
ayudarnos a vivir, a negociar con la realidad, y por último, a prosperar. El grado de
desempeño del cerebro en el cumplimiento de estas metas depende de dos procesos muy
distintos aunque relacionados: nuestra comunicación interna con nosotros mismos, en la
cual “escuchamos” o no, y respondemos respetando la evaluación y las señales de
nuestro cerebro respecto de lo que experimentamos o hacemos; y las presiones externas
ejercidas por el entorno (como ser, el clima), y por los patrones sociales, económicos y
laborales dominantes, que usan o recompensan capacidades específicas en forma
diferente. Por eso, aunque fundamentalmente el cerebro humano está diseñado para
responder a un sinnúmero de “problemas” o “situaciones” en forma adecuada –
utilizando las capacidades acordes con dichas situaciones- en la práctica, nuestra
realidad a menudo suele conducir a una flexibilidad reducida.
1. Estructura del cerebro humano:
Para los fines de este análisis, sirve observar el cerebro humano como un órgano
compuesto por tres categorías de estructuras neuronales, cada una con incidencias y
funciones específicas:

Las estructuras más antiguas o profundas, que a veces se denominan “cerebro
primitivo”, se componen del sistema de activación reticular, que hace de
intermediario de nuestro nivel de excitación; el corazón reptiliano que maneja
nuestros procesos autonómicos y patrones de repuesta frente a las crisis; y las
estructuras límbicas, que operan como intermediarias de las emociones y
facilitan la formación de la memoria y el acceso a ella. Los procesos a cargo de
estas estructuras se dan sin necesidad de nuestra voluntad. Como tales, no
requieren del pensamiento consciente.

El siguiente grupo de estructuras neuronales son lo que se conoce como el
“cerebro nuevo”, o corteza. Cabe observar que la corteza se divide en cuatro
áreas altamente especializadas: en la zona posterior, las secciones izquierda y
derecha de la convexidad cortical posterior; en la zona anterior, los lóbulos
frontales izquierdo y derecho. Cada una de estas cuatro áreas tiene sus propios
métodos de selección especializados que hacen que perciban únicamente lo que
les corresponde para cumplir su tarea; además, cada área cuenta con modos de
procesamiento muy diferenciados que utilizan la información percibida para
concretar tareas que contribuyen a alguna de las cuatro Tareas de Vida
Generalizadas: Formación y Mantenimiento de Bases Productivas, Formación y
Mantenimiento de Bases Pacíficas, Adaptación y Dirección (por ejemplo:
evaluación de la realidad actual y determinación de cuál es la mejor respuesta).
En términos más específicos:
El lado izquierdo de la convexidad cortical posterior ve más que nada: formas o
masas delimitadas que: (1) rotula con las palabras que oye y emplea; y (2) toma
o maneja con el fin de elaborar un producto o realizar un servicio. Es más, esta
área de la corteza se especializa en el secuenciación. Como resultado, se destaca
en las tareas físicas rutinarias que son la base de la producción del alimento, la
vivienda y la vestimenta, en particular en nuestra sociedad altamente
automatizada. Se trata del área que emplea divisiones y líneas para procesar la
información; divisiones del trabajo o las clases, rangos de autoridad, relaciones
disyuntivas (“o una cosa o la otra”), razonamiento maniqueísta (donde no se
admiten “zonas grises”). Desglosa las cosas paso a paso y trozo a trozo. Este
modo tiene la apariencia de ser objetivo y no estar sujeto a las emociones, y
puede obtener control a través de su uso de reglas, órdenes, estructuras y
sistemas. Los hombres y la ciencia lo han explotado al máximo.
El lado derecho de la convexidad cortical posterior es también muy inmediato y
concreto, pero sin embargo, percibe elementos muy distintos del entorno.
Advierte la presencia o ausencia de relaciones armónicas – auditivas, visuales y
táctiles o kinestésicas- en su entorno. Es más, el procesamiento especializado
inherente a esta área le permite actuar para lograr la armonía y el vínculo cuando
éstos faltan. Como resultado, esta área se destaca en la formación de la buena
voluntad, la confianza y la lealtad, todas bases para la paz, la cooperación y la
solidaridad
En comparación con las áreas posteriores o basales, los lóbulos frontales son
abstractos y conceptuales. No obstante, hay diferencias fundamentales entre lo
que percibe cada uno de ellos y la modalidad de procesamiento que los
caracteriza.
Por ejemplo, el lóbulo frontal derecho percibe patrones y relaciones abstractos.
Mientras que el primer modo ve formas delimitadas (por ejemplo, la cabeza de
una persona), y el segundo modo nota las relaciones concretas dentro de los
espacios (por ejemplo, el rostro, los gestos, los ojos y la mirada), este modo, el
tercero, percibe la abstracción o “caricatura” facial. En la práctica, los patrones
abstractos más útiles percibidos por esta área se denominan “tendencias”,
dictadas o bien por los datos estadísticos o por las actividades macroeconómicas
a largo plazo. Estas tendencias, que nada significan para el “productor” o el
“solidario”, señalan el cambio y activan los procesos internos de esta región –es
decir, la imaginación- para inventar una respuesta satisfactoria al cambio
observado: un nuevo producto, servicio o estrategia. Por ende esta área es ideal
para ayudarnos a adaptarnos al cambio.
La cuarta área o lóbulo frontal izquierdo está diseñada para percibir funciones y
relaciones funcionales: qué apoya qué y con qué grado de tolerancia; qué
contribuye a qué; qué estimula qué; qué impide qué. Es más, dada su habilidad
de análisis lógico, es muy eficaz cuando se trata de calcular, evaluar,
diagnosticar y prescribir. Por ende, esta región se destaca en las tareas de dirigir,
priorizar y crear estrategias para lograr sus propias metas o las de un grupo.
Nuevamente, las cuatro áreas corticales pueden usarse en forma consciente, dado
que son nuestras herramientas primarias para “pensar y decidir”. Tomadas en
conjunto, perciben la visión detallada y también general de nuestra realidad de
una manera holística, que si se la utiliza adecuadamente, puede conducir al
éxito.

Por último, el tercer grupo de fibras neuronales integran lo que se conoce como
“cuerpo calloso” – una agrupación de entre 200.000 y 300.000 neuronas que
actúa como un potente vínculo entre la convexidad cortical posterior izquierda y
derecha, y entre los lóbulos frontales izquierdo y derecho. Un hecho interesante
es que en la mujer, el cuerpo calloso es un tercio más grande que en el hombre, y
se activa con mucha más velocidad. Esta observación explica la costumbre que
tienen las mujeres de procesar tareas múltiples en forma simultánea y su
habilidad o tendencia a rastrear cosas, tareas o ideas diversas al mismo tiempo.
Tal vez haya dos hechos que sean aun más importantes:
1. No existen “puentes” que unan las áreas diagonales del cerebro (es decir,
que unan el área posterior izquierda con la frontal derecha; o la posterior
derecha con la frontal izquierda); y
2. El desplazamiento desde la parte posterior a la anterior exige que el
individuo hable o emprenda la acción.
Visto como un todo, el cerebro humano parece estar perfectamente diseñado para
alcanzar el éxito material y existencial: es capaz de generar un producto en forma
confiable, puede forjar la buena voluntad y adaptarse con creatividad de ser necesario, y
está equipado para evaluar su realidad actual para decidir qué combinación de funciones
dará origen a la “mejor respuesta”. No es desacertado afirmar que el cerebro humano es
un repositorio de fortalezas flexibles y diversas.
2. Dinámica del cerebro humano:
Hay dos grupos de fuerzas internas que nos orientan para garantizar nuestro éxito: (1) el
sistema de respuesta emocional; y (2) la preferencia innata de nuestro cerebro por uno
de los cuatro modos de la corteza. Cuando atendemos el feedback proporcionado por
cada uno de estos sistemas y actuamos según él lo indica, nos sentimos naturalmente
felices, como individuos que funcionan como “parte del equipo”. Cuando ignoramos
uno o ambos sistemas de orientación, somos proclives a tener problemas:

Como “pilares” de nuestra respuesta emocional a la vida – nuestro “sí” y nuestro
“no”- las partes de nuestro “cerebro primitivo” nos guían constantemente y nos
informan sobre el dolor (la incomodidad, el peligro y las amenazas) y el placer
(la comodidad, el entusiasmo, la alegría, el éxtasis) que un entorno o tarea dados
provocan en nosotros.
Si nos dejamos guiar por este feedback y seguimos sus “consejos”, nos
encontraremos en lugares saludables y haciendo cosas que son gratificantes y
tienen sentido para nuestro ser. Es más, cuanto más estemos en situaciones que
nos validen y que recompensen y hagan uso de nuestros dones, más entusiasta
será nuestra actitud con respecto a la vida y a los demás. Se trata de la
experiencia de vida en que sentimos que “el cielo nos sonríe” – similar a la
sensación de estar enamorado o sentirse amado. La abundancia de validación da
origen a una autoestima positiva y a la felicidad, lo que nos conduce al deseo de
ayudar y dar al otro.
Si por el contrario nos distanciamos de la comunicación interna de nuestro
cerebro (cuerpo-mente), si la ignoramos y actuamos en su contra, lo más
probable es que decaiga nuestro entusiasmo y crezca el cansancio, la frustración
y el miedo. Más aun, es posible que nuestro interés solidario y nuestra capacidad
de trabajar en equipo se vean mermados porque nuestro enojo y/o miedo nos
alejan de los demás.

Asimismo, aunque todos podemos aprender a usar todos o cualquiera de los
cuatro modos corticales, casi siempre suele darse que hay un modo que nos
resulta naturalmente fácil de usar. Esta preferencia natural es en apariencia el
resultado de que ese modo goza de un nivel de intercambio eléctrico
naturalmente menor en comparación con los otros modos. Por lo tanto, cada
individuo siente mayor interés, motivación e inclinación hacia el uso de su modo
preferido; con el mismo criterio, exhibe menor interés, motivación e inclinación
hacia las tareas o actividades que se sirven de los otros tres modos. En otras
palabras todos tenemos un “prejuicio” natural en cuanto a lo que percibimos
como energizante y significativo. Dicho de otro modo, al igual que las
herramientas y maquinarias que construimos y utilizamos, cada ser humano se
especializa en lo que hace en forma eficiente y por tanto correcta.
Cabe notar que desde la perspectiva del sistema, este “prejuicio” no sólo contribuye a
nuestra individualidad, sino que también nos establece como seres sociales que se
necesitan unos a otros. Es más, cuando utilizamos nuestros dos sistemas de orientación
en un contexto que reconoce, valora y hace uso de los aportes de todos los modos, nos
sentimos naturalmente plenos de energía en cuanto a la vida y al trabajo, y además
aceptamos, ayudamos y nos compadecemos de las personas que nos rodean.
3. Adaptación del cerebro y las diferencias culturales como respuesta al clima:
En la práctica, la capacidad de utilizar toda nuestra gama de fortalezas diversificadas se
ve limitada por factores históricos y contextuales tales como el clima. En el norte de
Europa Central, por ejemplo, donde hay suficientes extensiones de tierra para cultivo,
también hay inviernos muy crudos: en estas regiones, el uso del área posterior izquierda
del cerebro para cultivar y cosechar en forma confiable es algo fundamental, al igual
que lo es el uso del área frontal izquierda para evaluar el entorno a fin de saber cuándo
realizar cada cultivo para asegurar suficiente alimento para toda la población en el
invierno.
Como resultado, puede argumentarse que las culturas germánicas han, a lo largo del
tiempo, recompensado a los individuos que utilizan los dos modos izquierdos: esto ha
dado origen a una cultura famosa por su énfasis y valoración de la precisión, la
confiabilidad y otras virtudes de este tipo.
En forma opuesta, las culturas mediterráneas, que cuentan con extensiones de suelo para
cultivos además de temporadas de labranza que duran todo el año, no tienen esta
tendencia hacia las áreas izquierdas del cerebro. De hecho, podría decirse que a lo largo
del tiempo, su entorno las ha conducido a una deficiencia y falta de valoración de las
habilidades y competencias que hacen uso de las áreas izquierdas, con lo cual la
predominancia más común en estas culturas es la de uno o los dos modos derechos.
4. Adaptación del cerebro como respuesta al compromiso social con un conjunto dado
de prácticas económicas:
En los países que hacen un culto de la tecnología, la automatización y la fabricación en
líneas de montaje, por ejemplo, evoluciona un claro patrón de desarrollar y recompensar
las capacidades del hemisferio izquierdo. De hecho, para mayor precisión, en repuesta a
más de 500 años de pujante desarrollo tecnológico que ha culminado en más de cien
años de intensa automatización, las economías de Europa y Estados Unidos han
formado sus culturas para producir un pequeño porcentaje de “líderes reales” con
capacidades y entrenamiento en el área frontal izquierda y (como lo requería la
infraestructura industrial de sus sociedades) una fuerza laboral del 80% de la población
capacitada en forma casi exclusiva para cumplir tareas asociadas con el área posterior
izquierda.
Por eso el impacto social de la automatización en el ser humano fue el siguiente:


La formación de una amplia base de trabajadores de producción con mucha
capacidad de cumplir con procedimientos rutinarios, pero con capacidades
mínimas para el pensamiento crítico, el ingenio y la búsqueda de la armonía
solidaria; y
La creación de un entorno creado por el hombre con pocas oportunidades o
recompensas para los modos derechos, que ven reducidas sus posibilidades de
percepción de formas, colores, relaciones y patrones de comunicación.
5. En otras palabras, la automatización nos ha escindido de la mitad de nuestros
Recursos Diversos y Flexibles. Estos constituyen nuestras habilidades perceptivas y
competencias de procesamiento que son necesarias para lograr:


Una verdadera paz en la práctica, tanto a nivel local como global; y
La creatividad suficiente para resolver la crisis ambiental y económica global
que han ocasionado nuestras propias acciones.
Lo bueno es que la habituación es sólo eso: un conjunto aprendido de respuestas, y no
un adaptación genética del cerebro. Nuestros recursos diversos siguen estando
disponibles en su totalidad.
Lo malo es que el resultado de la habituación, combinado con el hecho de haber
aprendido a desconectarnos o ignorar los dos sistemas de orientación internos que han
estado insistiendo en que esta tendencia hacia el área izquierda es insalubre, ha dado
origen a un aumento del estrés, la fatiga y la enfermedad, sobre todo en los individuos
con dones o preferencias en los modos derechos. De hecho, hay pruebas que sugieren
que el costo de la adaptación en individuos forzados por factores ambientales a
desarrollar y utilizar competencias de un modo que no es su talento natural es
sumamente elevado, y suficiente para afectar el equilibrio de oxígeno natural (que es de
20:80) entre el cerebro y el resto del organismo, lo que crea las condiciones ideales para
la enfermedad. Es más, estos individuos, al estar rodeados de objetos y elementos
ambientales que no perciben con facilidad, sienten que la vida pierde sentido.
Estos dos infortunios –el agotamiento y la falta de sentido- a menudo conducen a fallas
crecientes del sistema, además de ataques de ira y violencia. En tales contextos, nuestras
capacidades poderosas, nuestras fortalezas diversas y flexibles y nuestro entusiasmo
natural por la vida y otras personas se ve deteriorado y convertido en violencia iracunda
y caótica, en guerras y en la muerte.
Por suerte el conocimiento de nosotros mismos y de cómo hemos generado esta realidad
puede también ayudarnos a reformarla, a darle plenitud y equilibrio, a corregir sus
defectos.
PARTE II: EL PROCESO DE CURACIÓN Y LA RUEDA DEL CAMBIO
6. Si cambiamos nuestra manera de hacer las cosas, atendiendo y respetando nuestras
respuestas emocionales y nuestra necesidad innata de utilizar nuestros dones (nuestro
modo preferido), podremos transformar nuestros entornos laborales en lugares
energizantes, emocionantes y gratificantes. También abriremos la puerta al progreso
como seres humanos, y podremos crecer y prosperar como individuos triunfadores y
llenos de amor.

Cómo atender nuestro sistema de respuesta emocional:
El punto de partida consiste en asegurarse de que nuestros patrones de repuesta
escuchen y valoren nuestras emociones en cuanto señales. Tenemos que aceptar
en lugar de negar nuestros sentimientos, que deben participar de nuestros
procesos de pensamiento y de toma de decisiones. No hay que olvidar que,
además de procesar información en forma similar a las computadoras, somos
seres humanos que cuidamos de nosotros mismos, de los demás y del futuro del
mundo.
En un nivel, esta “percepción y valoración” de nuestros dos sistemas de
orientación internos es fácil. De hecho, una vez que sabemos qué aspecto de
nosotros mismos requiere atención, y comprendemos que nuestra tensión y
cansancio o la dificultad para concentrarnos indican que estamos ejecutando una
tarea incorrecta para nuestro cerebro, y exigen que cambiemos y nos
dediquemos a algo que sea energizante y vigorizador, nos asombraremos al notar
que estuvimos viviendo tanto tiempo ignorando estas señales, que son tan fáciles
de interpretar.
En otro nivel, prestar atención a nuestras emociones puede resultar difícil por un
tiempo, porque el cerebro almacena las emociones reprimidas y las experiencias
de invalidación crónica y abstinencia del uso de las preferencias no sólo como
algo amenazante (lo que nos enoja o asusta) sino también como algo
inexorablemente desalentador (lo que nos deprime).
Para gozar de buena salud, es necesario que la energía de la respuesta emocional
fluya. Es necesario que expresemos nuestro dolor, nuestro miedo y nuestro
enojo, además de nuestro entusiasmo y compasión. Las cuatro emociones son
fundamentales para nuestro bienestar. El enojo nos indica que nos enfrentamos a
una resistencia y nos impulsa a “defendernos y defender a nuestra familia”, a
superar tal resistencia. Como es una señal que nos prepara para hacer frente a la
resistencia, el enojo dota nuestro organismo de tensión porque prepara los
músculos para la acción. La compasión nos indica que estamos viviendo nuestra
propia plenitud, y que vemos lo humano en el otro, en particular si ese otro no
vive con la misma plenitud que nosotros. También nos impulsa a ayudar, a
conectarnos con un sentimiento de amor, y a asistir al otro en la superación de
sus penas.
En contraposición a lo anterior, el miedo y la pena hacen que nos repleguemos y
distanciemos de los demás. Sin embargo, las dos emociones son válidas, y cada
una tiene su mensaje. El miedo indica que nos enfrentamos a una resistencia que
tal vez sea demasiado grande para confrontarla directamente. Como tal, señala la
necesidad de verificar la información con que contamos y considerar maneras de
salir del problema sin sufrir daños. Si reevaluamos una situación que nos asusta
y determinamos que no reviste peligro alguno, nos invade una sensación de
alivio y alegría. Si, por el contrario, confirmamos que sí reviste peligro, pero nos
arreglamos para salir de ella sin sufrir daños, también sentiremos estas
emociones energizantes y alentadoras. Tras prestar atención al miedo y actuar en
consecuencia de manera exitosa, nos tranquilizamos. La pena, una emoción aun
más abrumadora, es también una señal importante. Nos dice que nuestra
situación no tiene salida y que debemos cambiarla, dentro de lo posible. Cuando
nos sentimos apenados y deprimidos, a menudo es porque nuestras emociones
nos dicen que la tarea que efectuamos o la situación en la que estamos inmersos
menoscaba o subestima nuestros dones. Aquí podemos actuar (cambiando de
trabajo, por ejemplo) para elegir un trabajo que valide y haga uso de nuestros
dones. Cuando la pena es resultado de la muerte de un ser querido, no es posible
cambiar la situación. Lo que sí es posible es el duelo, y con el sentimiento de
duelo viene la liberación del dolor de la pérdida.
Las respuestas emocionales pueden ser muy variadas. El enojo puede expresarse
como una leve frustración o como ira. El miedo puede manifestarse como
indecisión o como terror. La pena puede acompañar la última mirada a la casa
que fue nuestro hogar durante años, o bien la pérdida inconsolable de la muerte
de un hijo. Por último, la compasión puede variar entre un sentimiento de
familiaridad y el sentir que somos uno con otra persona.
Es importante notar cómo aprendemos en nuestra infancia y dentro de la familia
cuáles emociones son “aceptables”, y cuál es la manera adecuada o “correcta” de
expresarlas. El resultado es que muchos hemos aprendido a no prestar atención a
nuestras emociones, y a privarnos de expresar todas o algunas de ellas.
Como ha sido demostrado por los estudios del famoso biólogo alemán del siglo
XX Konrad Lorenz, muchos mamíferos expresan enojo, miedo y pena. Los
simios cuidan de sus crías y si una de ellas muere, la lloran. Se ha visto a los
elefantes reunirse en un círculo alrededor de la tumba de uno de los integrantes
de su manada en actitud de duelo. Cuando a un perro se le muere su compañero,
sea un ser humano u otro perro, yace sumido en la pena durante días o semanas.
Es más, se ha visto que tanto los perros como los delfines han ayudado a los
humanos cuando los han visto en peligro.
Sin embargo, el ser humano es el único animal que puede reflexionar sobre sus
emociones y hablar de ellas. Por eso nos damos cuenta de cuando estamos tristes
o temerosos y actuamos en consecuencia, para cambiar nuestra vida. Podemos
replegarnos para considerar nuestras opciones y encarar un nuevo plan de
acción. También podemos invitar a otro individuo para ser partícipes de su punto
de vista, y cambiar el nuestro tras haber conocido el suyo.
Si en un proceso decisorio individual o grupal no se atienden, comparten, ni
escuchan las respuestas emocionales, y si no se da respuesta a ellas, dichas
emociones entrarán a jugar en contra del cambio y de las decisiones. Las cosas
no resultarán según lo planeado, sin importar lo bien concebido que esté el plan.
El cuerpo del individuo va a declararse en huelga, de la misma manera que lo
hacen los empleados a quienes no se les ha consultado sobre los cambios que
quiere hacer la empresa en la que trabajan.
Cuando hay apertura a las emociones, la tensión y la ansiedad pueden liberarse
desde las lágrimas, que pueden ser tanto de tristeza como de alegría. Al igual
que con las situaciones antes mencionadas, cuando las emociones se liberan y el
entorno presta atención a los mensajes que éstas envían, el individuo regresa a
un estado natural de interés y entusiasmo, y a su ocupación de continuar con su
vida y realmente vivirla.

Cómo escuchar nuestra necesidad y la de la sociedad de utilizar las preferencias
de cada uno:
Es positivo experimentar los problemas que se viven a nuestro alrededor y la
presión de desarrollar más y mejores ideas y productos en el ámbito laboral y en
el mundo, además del apremio de buscar maneras de manejar los problemas de
relaciones públicas y de la moral de los empleados para evitar que se
transformen en onerosos juicios, huelgas o violencia. Todas estas presiones
tienen tanto peso que han logrado que estemos listos para hacer un cambio para
mejor. Todo lo que hace falta es concientizar a todos de que es necesario hacer
uso de los dones innatos que Dios ha dado a muchos de nuestros empleados.
Será notable la mejoría de nuestra capacidad de responder a los problemas
interpersonales si incluimos en nuestro personal de toma de decisiones el
asesoramiento de personas con dones basales derechos que contribuyan a la
armonía, la confianza y las buenas relaciones con los demás. En forma similar,
habremos de mejorar asombrosamente nuestra capacidad de responder en forma
creativa si explotamos las habilidades de los individuos frontales derechos, que
tienen un talento natural para la inventiva.
CONCLUSIÓN
Hoy en día nos enfrentamos a un desafío emocionante: es el desafío de cambiar la
manera de usar nuestro cerebro, a fin de reflexionar como estamos diseñados para
pensar, y hacer lo que estamos diseñados para hacer, utilizando como guía nuestra
sensibilidad innata y nuestros sentimientos.
Los sistemas empresariales y gubernamentales de la actualidad fueron construidos sobre
la base de un conjunto de supuestos distintos que no deseaban o necesitaban el aporte
del modo derecho o de las emociones. Estos sistemas deberán ser educados en forma
efectiva para que vayan obrando en concordancia con los cambios, en vez de oponer
resistencia. Al fin y al cabo terminarán respaldando estos cambios, y acabarán por
transformarse. Esto se debe no sólo a que estos cambios son naturales y evolutivos, y
honran el plan de Dios y la Naturaleza para que cada hombre, mujer y niño de la Tierra
puedan llevar una vida plena de sentido, alegría y amor que haga su aporte a los demás;
se debe también a que tales cambios transformarán nuestras organizaciones
empresariales y gubernamentales hacia una mayor productividad, resultante de una
colaboración más dispuesta y efectiva por parte de los empleados, además de una
modalidad de razonamiento más flexible y ágil, una mejor toma de decisiones, y un
desarrollo de más y mejores soluciones creativas a los problemas que nos afectan a
todos.
FUENTES
Ageless Body, Timeless Mind. Deepak Chopra, M.D. Harmony Books, New York.
1993. The Art of Using Your Whole Brain. Katherine Benziger, Ph.D. KBA Publishing,
Rockwall, Texas. 1989.
Developing Positive Self Esteem. Katherine Benziger, Ph.D. KBA Publishing,
Rockwall, Texas. 1990.
Cortical Gluclose Metabolic Rate Correlates of Abstract Reasoning and Attention.
Richard Haier, Ph.D. Intelligence, June 1998.
Maximizing Individual and Team Effectiveness. Katherine Benziger, Ph.D. KBA
Publishing, Rockwall, Texas. 1993.
Overcoming Depression. Katherine Benziger, Ph.D. KBA Publishing, Rockwall, Texas.
1993.
The Tangled Wing: Biological Constraints on the Human Spirit. Melvin Konner. Holt,
Rinehart & Winston, New York. 1982.
Who Gets Sick? Blair Justice, Ph.D. Jeremy P. Tarcher, Inc., Los Angeles. 1987.
© 1996 Katherine Benziger, Ph.D. and Sue Holmes
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