DISCURSO JAMES DÁUTREMONT: GRADUACIÓN CLASS´71 27/11/1971 El sitio del lanzamiento de un cohete es de una inmensa agitación. Un aire de expectativa flota sobre el centenar de expertos que forman el personal de este proyecto. Al cabo de cientos de horas de preparación y miles de procedimientos experimentales y millones de gasto, llega la hora cero; se aprieta un botón y el cohete parte. Muchos espectadores lo miran remontándose al espacio. ¿Podrá mantener su dirección? ¿Se desprenderá la sección propulsora en el preciso segundo? Se pondrá en órbita el satélite o caerá ha tierra haciéndose mil pedazos? Hoy les pongo este ejemplo porque, en cierto sentido, hoy es el día en que Uds. Se dirigen hacia una órbita. En vuestro despegue no puede haber nada para la confusión, inseguridad o dudas que caracterizan al lanzamiento de un cohete. Yo les pediría esta tarde que llevaran consigo algunos fragmentos de la Sagrada Escritura sobre la cual descansa el destino del hombre, que les recuerda la meta hacia la cual toda la vida cristiana debe dirigirse.”Busquen primero el reino de Dios y su justicia. Sean perfectos como su Padre en el cielo es perfecto, tengan valor porque yo he superado al mundo”. El pensamiento contenido en estas sencillas palabras es como una baranda a la cual nos aferramos en momentos de confusión e inestabilidad. Estas palabras son los criterios o normas por los cuales debemos medir nuestros éxitos o fracasos como criaturas que tienen un destino divino. Se las quiero recordar esta tarde porque hoy es un momento muy especial en vuestro proceso de madurez. Esta tarde ustedes cumplen una etapa en la que se han desarrollado intelectual y espiritualmente pero, no es una etapa que termine. Como hombres del mundo,el proceso sigue hasta el final de sus días. La preparación para este día, el día de vuestra graduación, no comenzó este año ni este mes ni esta semana. Comenzó hace mucho tiempo, antes que Dios lanzara al mundo en movimiento y colgara las estrellas y fijara el sol y la luna en el espacio. La presencia de Uds aquí esta tarde es un segmento del plan que Dios les designó desde toda la eternidad. Es una realización parcial de la visión eterna que Dios tiene para Uds y una confirmación de su amor para con cada uno de Uds. Para recalcarles que Uds no son simplemente personas, quisiera recordarles esta tarde cómo la Providencia de Dios los ha traído hasta este momento, momento consonante con el objetivo de ser perfecto como nuestro Padre en el cielo es perfecto. Hasta ahora, Uds han sido, en mayor o menor grado, individuos dependientes. En realidad, si lo piensan bien, Uds han podido escoger por si mismos muy pocas cosas. Las influencias de sus personas, como las que existen sobre todos nosotros, son imperceptibles. Quizás creyeron seleccionar esa corbata o aquella camisa, o esa actividad o esa película y, quizás, esa idea. Pero la verdad es que las maniobras importantes de vuestra vida interior han sido dadas por la Providencia de Dios. Vuestros padres, por ejemplo. Uds no los han escogido. Dios los escogió. Uds han sentido la protección del amor de sus padres y conocido la sabiduría de sus consejos. Si han crecido firmes y seguros es porque ellos les han proporcionado confianza. Y en el plan de Dios Uds conocerán mas a fondo los sacrificios que ellos hicieron para darles una educación cuando Uds en el tiempo, hagan lo mismo por sus propios hijos. Como ellos, Uds trabajarán, se privarán de muchas cosas, porque hay un instinto en el hombre que Dios ha puesto allí que nos hace luchar para que el alma y sentimientos de nuestros hijos se desarrollen como la hacen su intelecto y sus cuerpos. Uds han sido especialmente afortunados en tener el profesorado que han tenido. Esta gente dedica su vida y su propósito a preparar jóvenes. Por supuesto que se preocuparon y lo demostraron y todo eso fue para que Uds aprendieran Ciencias Sociales, Matemáticas, Idiomas etc. Pero el objetivo último de éste gran esfuerzo era ver en Uds un chispazo de la divinidad que les fue infundido en el bautizo. Querían asegurarse que Uds no fueran moralmente lacios. Querían prepararlos para que Uds fueran capaces de formarse juicios y tomar decisiones en esos momentos cuando el egoísmo y la comodidad o lo expedito entonan sus cantos de sirena. La única satisfacción que buscaron en su asociación con Uds era el ver como Uds iban realizando su potencial como hijos de Dios. El diploma que recibirán esta tarde representa la confianza en Uds como varones cristianos. Los estudios que han seguido en el Saint George los han preparado y los han preparado bien para la vocación que han elegido. Pero ¡más que eso! Uds han recibido un punto de vista que los iluminará e impedirá que, en sus asociaciones con otros seres sean elementos de dominación. Ninguno de nosotros vive en un vacío. Querámoslo o no, no podemos aislarnos de nuestros hermanos. Uds han aprendido los principios que operan en el asociarse con personas. En el Saint George, han aprendido que la dignidad del hombre no proviene de la figura, ni de la cuenta del Banco, ni del apellido, sino del soplo de Dios que mantiene al hombre viviendo. Han aprendido a respetar al Hombre común de un modo que no es común porque, en verdad, no existe el hombre puramente común. El hombre común no existe, ni las masas de hombres comunes. Solo individuos, notables en sí, cada uno de ellos profundamente distintos al otro. Y es por esto que yo, cuando hice clases, les hablé de mi desprecio por los clisés. Han aprendido que el trabajar es honorable y el honor alcanzable y las realizaciones deben ser para la gloria de Dios. Uds ven en la santidad de un hogar esa expresión de unidad que existe en Dios y la presencia de los hijos en un hogar, como una tutela que Dios ha confiado. Saben que la verdad no se determina en una lucha electoral. La verdad no se vota, se capta. En este momento Uds están equipados y bien equipados con atavíos morales e intelectuales que les permitirán enfrentar con optimismo los desafíos y opciones del mundo. Su educación cristiana los dirige a Dios, sirviéndoles como una pantalla de radar que está captando las señales de quienes los atacan o bien, sirviéndoles como un giroscopio que los estabiliza en medio de la turbulencia de los conflictos y las confusas contradicciones. El mantener esta dirección depende de Uds como también el uso que den a esta preparación que la Providencia de Dios les ha entregado. Ninguno de Uds será abandonado. Dios les acompaña y continuará acompañándolos mientras sigan el camino que los lleva a un encuentro personal con él. Me parece muchachos, que esta tarde Uds experimentan un profundo sentimiento de orgullo, pero también deben sentir, si ya no lo sienten, una profunda humildad y gratitud. Orgullo al sentirse bien preparados, humildad al sentir la realización lograda por los grandes esfuerzos que se han hecho a su favor y gratitud hacia Dios, sus padres y profesores por la solicitud que de una manera u otra les han mostrado. Hoy es vuestro último día como alumnos del Saint George. Han mostrado sentido de lealtad por su colegio, aprecio por sus compañeros y profesores. Ellos lo saben y agradecen. Pero ellos también son realistas. Saben de que antes de que pase algunos meses, Uds habrán transferido su lealtad a otras instituciones, a otras personalidades, a otros maestros, quizás de un magnetismo mayor quienes capturarán su fantasía y admiración. Es de esperarse. Les pido, sin embargo, recordar una práctica que vieron en sus años como Georgians. Comenzamos cada clase con una oración. Eso se hizo deliberadamente para que Uds pudieran incluir a Dios en todas sus actividades. En este sentido quisiera compartir con Uds lo que dice un viejo poema irlandés: Pidió salud para que todo le resultara Y Dios le hizo débil para que él obedeciera. Pidió las riquezas para ser feliz Y Dios le dio pobreza para que fuera sabio. Pidió la fuerza para hacer cosas grandes Y Dios le dio fragilidad para hacer cosas mejores. Pidió todas las cosas para gozar la vida Y Dios le dio la vida eterna para gozar de todas las cosas. No recibió nada de lo que pidió Sino que mucho mas de lo que esperó. Se escuchó su oración, Dios lo bendijo. Mis queridos ex alumnos y amigos ¿Qué veo yo en este poema? Nada mas que esto. Sin Dios ningún éxito, por muy espectacular, no será sino un fracaso, por muy frustrante, será en verdad, un fracaso. VAYAN EN DIOS, VIVAN CON DIOS AMEN EN DIOS.