"Quizá fuiste Tú quien quisiste que estuviera aquí, en esta tarde de primavera. Quien llenó de ilusión cada palabra de esta Cuaresma” Buenas noches: Excelentísimo señor alcalde, concejales, autoridades en general, hermanos mayores, cofrades... amigos todos, almodoveños. En primer lugar, deseo dar las gracias de forma especial, a Maribel. No me esperaba tantas palabras bonitas, que me han emocionado mucho, incluso antes de empezar a dirigirme a todos ustedes. Por su puesto, gracias a todos, de corazón, por contar conmigo...y a todos los familiares y amigos que me han ayudado en esta importante tarea. Sin duda, es difícil expresar las emociones y el respeto que siento en estos momentos, aquí, delante de todos ustedes; en mi pueblo, muy orgullosa de él y de los míos; de mis paisanos y de mi Semana Santa. Con seguridad, nunca olvidaré la llamada de Manoli para ofrecerme este gran regalo, este privilegio, no ausente de una gran responsabilidad... "Hemos pensado que seas la pregonera de la Semana Santa este año”. Mi gesto...indescifrable....¿Yo? Pero he de confesaros que el orgullo de almodoveña me inundó en ese mismo instante, y la negativa vagó durante poco, apenas unos segundos, por mi mente...Y aquí estoy, muy emocionada... y no lo puedo ni quiero esconder. Gracias, Manoli, por esta oportunidad. Hoy acabamos mes, marzo..., un mes que, os confieso, ha marcado mi vida en los últimos años... Las tres pérdidas más importantes de mi vida las he sufrido en este hermoso mes de primavera: tres almas que, seguro, desde allí arriba, me están enviando fuerza para poderles transmitir a todos ustedes un poco de mis sentimientos de mi Semana Santa. Debo decir que, desde hoy, este mes pasará a los anales de mi vida y de mi memoria como el mes en que fui pregonera en mi pueblo, Almodóvar del Campo, un pueblo que está de enhorabuena hoy más que nunca porque ser almodoveña hoy es ser paisana de un gran doctor de la Iglesia, para nosotros, el más grande: San Juan de Ávila. “Quizá seas Tú quien más fuerza me dio para escribirle unos versos a Jesús Nazareno; Quizá seas Tú el que me dice, cuando salgo de esta tierra, que no me olvide de mi pueblo y de la Esperanza bajo su palio”. “Así es la vida, señores. Se quedan los que quedamos y se van los mejores; por eso, quiero creer que allá arriba están los que tienen fe; están los que se dan a querer y quien no quiera creer que no crea, solo es cuestión de fe”. (MÚSICA) No vengo yo esta noche a decirles a ustedes lo que de sobra ya saben: más bien quiero agradecer a mi pueblo lo que me ha enseñado. Es imposible no mirar al pasado, mi niñez, que tampoco está tan lejos, y sentir la emoción de la llegada de las procesiones... Era yo pequeña, pero los instantes afloran en mi mente con nitidez. Llegaban las vacaciones de Semana Santa que nunca se vivían como las de Navidad o verano; estás no eran para la juerga, sino para continuar sin comer carne los viernes... gracias al empeño de mi madre, y para vestirte de nazarena... Lo que tal vez, de adulta puede llegar a exhumarse, de niñez inunda. Recuerdo a esa cría que esperaba la llegada del Domingo de Ramos con alegría, como la mayor de las fiestas. Nervios por vestirse con la túnica blanca y sus cordeles rojos, brillante... con ese ramo de olivo en la mano; ese ramo que mi abuelo, que está allí en el cielo, siempre nos traía a mis hermanos y a mí lleno de alegría, después elegir la mejor rama de todo el árbol, para que nosotros lo luciéramos en nuestra procesión. Por no hablar de esas misas, en este día, en las que todos estábamos más pendiente de nuestro ramo de olivo o de darle a ese amigo. Diversión...eso sí, no ausente de sentimiento; un sentimiento que a esa edad no sabía definir y pero que hoy ya sé lo que es; aquello era FE. Cada Miércoles Santo comenzaba la auténtica Semana Santa para mí y los míos. Tíos, primos, hermanos, todos procesionábamos con nuestra señora de La Merced, y nuestro Rescatado; orgullosos, muy orgullosos y sintiendo la hermandad, aquí adentro. Aún recuerdo alguna broma de mi tía Concha –que desde arriba mirará con expectación este humilde pregón— decir que la familia Tello, al completo, acompañaba a nuestro Cristo Rescatado. Y es que ¡no fallábamos! Hasta con fiebre decía “Mama, quiero salir”. Y además, nada de velas: una cruz, al hombro… Pero ¿por qué nos gustarían tanto las cruces, con lo cómodas que eran las velas? Quizá, desde el subconsciente y ya tan pequeños, queríamos hacer nuestro propio sacrificio, nuestro Calvario, por ÉL, por el que está arriba… ¿Hay algo más bello que enseñar la fe a los que recién andan? Pero, desde lo más profundo, a lo más común…el Domingo de Ramos había que estrenar… estaba claro, “Quién no estrena el Domingo de Ramos se le caen las manos”, dice el dicho popular. Y ahí estábamos todos, estrenando lo más socorrido…algo de ropa interior… “Aquí estoy, aquí está la pregonera asomada a las tapias de este pueblo, como una chiquilla escapada correteando de entre olivos como una atmósfera entre bolsillos. Apoyo las manos en este alfeizar de madera y te veo, pueblo, con los ojos de asombro y el aturdimiento vestido de sábado y pregón. No sé lo que esperas hoy de mí, pero si sé lo que llevo entre los aliños de mi indumentaria para darte. Yo he venido a conversar con el Dios de los adentros, el que esconde los secretos impenetrables de esa cámara de seguridad inviolable que es la conciencia de cada uno. Traigo al Cristo que me acompaña en la inmensas honduras del vacío, el que tanta conversación en las horas pérdidas de humildad que siembra de paciencia; en esa lenta espera del verdeo de las cosas. Todo amor acude desde la nada, de los contrario no es amor”. “Mientras abril escala sereno por las ventanas, se desperezan lentas las vestimentas del Domingo de Ramos que viene a verte asomándose a tu tapia, que lleva un hombre por dentro que vuelve a reconstruirse. ¿A quién le doy las gracias señor? Esta húmeda certeza de llanto, esta carcajada de fe sobre miedo adolescente.” “Yo soy aquella a la que vais a oír; no quien os han dicho. Por eso prefiero tu cercanía, siempre distinta y tan tuya. Y tú sigues ahí, sabedora de que todas las cosas deben esperarte si quieren ser cosas. Somos tan distintos en tantas cosas! Cuando nos acercábamos a ti queríamos hacerlo sin querer despertarte, sin querer que se notara. “ “Hoy amaneció despacio, editado en papel de Biblia, como corresponde la fecha. Hay amores tan rendidos que son felices así. Eres esclava de una sola idea, de encontrar la razón de vivir. “ “La primavera no sucede en ti: eres tu la primavera. La Semana Santa no pasa por ti, tú la haces y le dices que sea” ¿Quién puede escuchar estas marchas y no emocionarse? “50 años pasan ya desde que echó a andar. La Fe mueve montañas y las movió el Nazareno, que en el año 1962 nació de la devoción del almodoveño. Si bien no procesionó hasta el 63, en breve se llenó de hermanos penitentes muy cercanos a mí … que siempre llevarán la cruz de guía de la madre mía, Ntra Señora de La Esperanza, que sufre por su Nazareno y que estén donde estén, ahí arriba, Tio Miguel, hoy me estás queriendo. “ “Yo no vengo, Almodóvar, a cantarte lo que tú cantas mejor que nadie: vengo a cantar lo que en ti veo. ¿Voy a hablarte de palios, de calvarios, de mecidas que mueven el cielo entre varales?” “Y se hará el silencio en Almodóvar y se escuchará arder la cera y acariciarse el asfalto. La calle será una bóveda y la noche una selva muda y se podrá escuchar la memoria de cada uno, y volveremos a soñar porque volveremos a estar callados. Sólo hablará Jesús Nazareno, con el griterío celestial de su mirada, ….Largo silencio de plata cruza unos labios callados por una muerte inmediata con un hábito morado. ¿Qué esta pasando, qué suena? Un silencio inmediato más allá de la plaza. ¿No sabéis? Un hombre va hacia el martirio víctima de extraña ley. Lo veréis, va sobre un lecho de lirio y lleva cruz de carey. Es un pobre galileo que apenas nadie había visto antes de que fuera reo, y al que llaman Jesucristo. Fijaos bien en esos ojos, su mirada es un volcán arropada por manojos de suspiros de ruán. No va solo hasta el calvario, frente por frente a su faz, en Jerusalén, tiene un sicario y en Almodóvar un capataz, y le acompaña también y hasta lo mece y lo arrulla la turba en Jerusalén; Y aquí, en Almodóvar, una bulla. Cuatro faroles de plata dan luz desde cada esquina a esa larga caminata de una cruz por Palestina.” “Así llega , a la calle Corredera, humilde; saló poco después de las 9, cuando Almodóvar calló y vuelve de nuevo a su templo con el silencio feroz con que este pueblo habla sin levantar ni una voz. En tus ojos penitentes brilla una luz de centeno; Almodóvar devotamente ve pasar al Nazareno. “ “Una luz me sobreviene cada Miércoles cuando tú, Virgen de la Merced, te conviertes en un velero de amor que navega sobre un mar de cabezas. Suena tu marcha, que orgullosos os volveríais a sentir, de poder estar hoy de nuevo aquí….., de alguna forma están con nosotros”. “Cuando te asomas, señora, por esos primeros rayos de luna, son muchos los corazones que te esperan, y parecen querer huir del pecho. Te esperan pupilas llenas de cal y un cielo de zafiros, por el que revolotean bruscamente, como un tijeretazo sobre el agua, un puñao de aves de primavera. Sales, candelaria, con la luz y con la luz vuelves, porque la luz eres tú”. “Nosotros hemos estado esperando un año entero, largo año como un bostezo de gato, para que el aire de tu ternura se meta por nuestras venas como un rió silencioso e imparable. Han sido, Madre, días de pétalos y llagas; bien lo sabes. Días de amor en un tiempo de escombros, pero un paréntesis parece abrirse cuando la primera luna del Miércoles Santo y tú, os encontráis a esa hora en la que se trazan luces largas sobre la alfombra de asfalto. Parecen encapotarse de palios el cielo de primavera, mientras que a la calle le brotan capirotes blancos de dos en dos, entre arrullos de gorriones y carcajadas de palomas. De nuevo hemos vencido al tiempo, de nuevo el Nazareno sorteando el pellizco de la soledad, cuenta los años que han pasado desde que alguien le puso la dulce carga del amor. Que aunque no quisiera verlo dejo que me lleve el tiempo y el tiempo siempre me lleva donde vive él. “ “Y la noche, que ya viste su camisón de viernes; y los ojos de los niños como dos migajas de cena triste, en la que picotean los pájaros del sueño. Veo a lo lejos, con la satisfacción de la melancolía cumplida, al Cristo de la Caridad mirar hacia casa recogiendo las miradas desparramadas de los buscadores de perlas. Y la calle Real parecía entonces el largo pasillo de la casa de mi infancia y el templo a lo lejos parece el regazo de mi madre esperándome de anochecida, quisiera tardar pero me empuja el acordeón presuroso de la hora. ¿No puedes penitente recrearte para que yo llegue más tarde? ¿No puedes doblarle la mano al minutero? Arría el paso y se lo ruego, interminablemente, hasta que el dolor de la Piedad se transforme en un dulce sueño de recogidas. ¡No te la lleves nazareno! Pongamos que esta noche te hago un trato, tu pones candelaria, esa tu gracia, yo, si acaso, pondré toda la gracia de llorarte en arrebato. Una lágrima vidriosa, impunemente, se les pierde en la mejilla del ocaso, la quietud dolorosa, sorda y ciega solo tiene una salida en la tristeza, el perfil de tu beso, tu belleza. Entregarse al amor y tu plegaria es una luz vigorosa y solitaria, una voz, un escenario, una madre de Dios, mi candelaria. “ “Te veo venir de lejos y ya estoy viendo venir tu muerte. Me voy a tu encuentro pausadamente como tantos, absorto, perplejo. Te veo venir desde lejos y no se si son tus ojos los que están mirando al cielo o es el cielo, que es tan viejo, que le han puesto a tu reflejo una pena y un desvelo. Y si estas muerto, ¿por qué te siento? Y si no vives, ¿quién me habla? ¿Eres Dios, o eres madera? ¿Eres hombre, eres cualquiera o eres sólo primavera, que Almodóvar a su manera no ha dejado que murieras, si yo supiera. Sabría que hacer con el duelo y la condena de morirte siempre tanto. Sabría que no mueres, que nunca mueres y estaría entre mis menesteres seguirte hasta donde eres Cristo, mi fe y mi socorro. “ “Ahí viene, el que ayer paseaba moreno, con cruz a cuestas. Un remolino acompasado lo porta ya sin vida y una madre de Dios, que no olvida sus angustias, si el pueblo de Almodóvar no llora su pena. Cada cruz lleva su muerte. Amargura en tu semblante, el sepulcro cruza la calle Darro”. “Hoy, Almodóvar te acompaña hasta el monte del Calvario pisando sangre y arena, que el hijo de tus entrañas rodeado de falsarios fue a la muerte, Dolores. En la plenitud de tu mirada, danos Dolorosa tu amor y el suspiro de esperanza en tu andar cansino hacia el Calvario. Ten mi llanto sujeto al aguacero y el despertar sereno de mi aurora. Mi mano temblorosa… y ten ahora este amor desmedido y pregonero; y de mi boca, el rezo del sosiego; de mi ayer, por venir de mis regresos, de mis labios, el perfil de los besos y ten mi devoción, por si la quieres luego. “ Jesús ora en el huerto: Dios es nuestro Padre, aunque nos envíe sufrimiento. Nos ama con ternura, aun hiriéndonos. Jesús sufre, por cumplir la Voluntad del Padre… Y nosotros, queremos, también cumplir la Santísima Voluntad de Dios, siguiendo los pasos del Maestro, ¿podré quejarme, si encuentro por compañero de camino al sufrimiento? ¿No es verdad que en cuanto dejamos de tener miedo a la Cruz, a eso que la gente llamamos cruz, cuando pones tu voluntad en aceptar la Voluntad Divina, eres feliz, y se pasan todas las preocupaciones, los sufrimientos físicos o morales? Es verdaderamente suave y amable la Cruz de Jesús. Ahí no cuentan las penas; sólo la alegría de saberse corredentores con Él. Cuanto más somos de Cristo, mayor gracia tenemos para la eficacia en la tierra y para la felicidad eterna. Pero hemos de decidirnos a seguir el camino de la entrega: la Cruz a cuestas, con una sonrisa en los labios, con una luz en el alma. Hay en el ambiente una especie de miedo a la Cruz, a la Cruz de Jesús. Y es que hemos empezado a llamar cruces a todas las cosas desagradables que suceden en la vida, y no sabemos llevarlas con sentido de hijos de Dios, con visión sobrenatural. A veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostrara repugnancia… no le demos consuelos. Por ver feliz a la persona que ama, un corazón noble no vacila ante el sacrificio. Por aliviar un rostro doliente, un alma grande vence la repugnancia y se da sin remilgos… Y Dios ¿merece menos que un trozo de carne, que un puñado de barro? · Si somos almas de fe, a los sucesos de esta tierra les daremos una importancia muy relativa, como se la dieron los santos… El Señor y su Madre no nos dejan y, siempre que sea necesario, se harán presentes para llenar de paz y de seguridad el corazón de los suyos.· ¡Cuánto cuesta llegar hasta el Calvario! Tú también has de vencerte para no abandonar el camino… Esa pelea es una maravilla, una auténtica muestra del amor de Dios, que nos quiere fuertes, porque la virtud se fortalece en la debilidad. Del pretorio al Calvario han llovido sobre Jesús los insultos de la plebe enloquecida, el rigor de los soldados, las burlas del sanedrín… Escarnios y blasfemias… Ni una queja, ni una palabra de protesta. Tampoco cuando, sin contemplaciones, arrancan de su piel los vestidos. Aquí veo la insensatez mía de excusarme, y de tantas palabras vanas. Propósito firme: trabajar y sufrir por Jesús, en silencio. “Y es que Dios paga en amor y Dios no cobra más que en amor, amigo. El Dios que anda por mí, el Dios que digo, es un Dios de perdón, no de castigo, y acaricia mi duda y no se espanta de mis debilidades, no se aflige. Si ve que me equivoco me corrige y si ve que me caigo me levanta. Y junto a él, con él, desde que le dolió en su vientre, su madre, LA MADRE. La pena como un puñal en el pecho en el vientre lleva. ¡Cuánto nombre para nombrar un cielo!, ¡cuántas flores para una sola rosa!, ¡cuánto nombrarte siempre Dolorosa! “ “Tengo que llegar allí donde tu nombre es mi abrigo, porque la gloria que te digo, yo no la entiendo sin ti. Sal muchacha, sal y mira, se llama primavera y va preguntando por ti. Hay una niño encendido esperándote a la puerta, más te vale estar despierta al darle la bienvenida, porque viene convencido de que la luz que le brilla se origino en la hora que en tu vientre se criara, además tiene en su cara, tu mismo Almodóvar.” Sofia Nevado