TEMA 7 CONSTITUCIONAL. JERARQUÍA Y COORDINACIÓN. DESCENTRALIZACIÓN Y

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TEMA 7
LOS PRINCIPIOS DE ORGANIZACIÓN: IDEA GENERAL Y REGULACIÓN
CONSTITUCIONAL. JERARQUÍA Y COORDINACIÓN. DESCENTRALIZACIÓN Y
DESCONCENTRACIÓN. COOPERACIÓN Y COLABORACIÓN. EFICACIA Y
EFICIENCIA.
OTROS
PRINCIPIOS
RELACIONADOS
CON
LAS
ADMINISTRACIONES PÚBLICAS. LOS CONFLICTOS DE ATRIBUCIONES.
SUMARIO:
I.- LOS PRINCIPIOS DE ORGANIZACIÓN: IDEA GENERAL Y REGULACIÓN CONSTITUCIONAL
I.1.- Idea general
I.2.- Regulación constitucional
II.- JERARQUÍA Y COORDINACIÓN
II.1.- Jerarquía
II.2.- Coordinación
II.2.1.- Técnicas orgánicas de coordinación
II.2.2.- Técnicas funcionales de coordinación
II.3.- La coordinación entre el Estado y las Comunidades Autónomas
II.3.1.- El Consejo de Política Fiscal y Financiera de las Comunidades Autónomas
II.3.2.- Las Conferencias Sectoriales
II.4.- La coordinación de las Administraciones del Estado y de las Comunidades Autónomas con las
Administraciones locales
III.- DESCENTRALIZACIÓN Y DESCONCENTRACIÓN
III.1.-Descentralización
III.2.-Desconcentración
IV.- COOPERACIÓN Y COLABORACIÓN
IV.1.- Conceptos
IV.2.- Órganos de cooperación
IV.3.- Convenios de colaboración
V.- EFICACIA Y EFICIENCIA
V.1.- Eficacia
V.2.- Eficiencia
VI.- OTROS PRINCIPIOS RELACIONADOS CON LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS
VI.1.- Regulación constitucional
VI.2.- Desarrollo legal
VII.- LOS CONFLICTOS DE ATRIBUCIONES
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I.- LOS PRINCIPIOS DE ORGANIZACIÓN: IDEA GENERAL Y REGULACIÓN
CONSTITUCIONAL.
I.1.- Idea general.
Toda organización, en cuanto que es compleja y se compone de un número más o
menos amplio de órganos diferentes, necesita que su funcionamiento sea armónico
y coherente.
La existencia de estas unidades u órganos dentro de la misma organización, cada
uno de ellos con sus propios medios, personas y competencias, plantea la cuestión
de cómo conseguir que todos ellos sigan una misma dirección para cumplir los
objetivos y las metas comunes a la organización.
En eso consiste precisamente la organización, en articular y relacionar las partes de
que se compone con el fin de que todas ellas contribuyan a lograr las metas
comunes. En los Estados compuestos, como el nuestro, la organización sirve
además para relacionar a las diferentes Administraciones Públicas.
A estas relaciones se refieren los principios de la organización. Estos principios, son
pues , reglas recogidas o definidas a veces en normas legales, que dan forma a la
organización y ordenan las relaciones tanto internamente entre sus partes (órganos)
, como entre diferentes Administraciones.
I.2.- Regulación constitucional.
Refiriéndose a la Administración Pública en general, la Constitución le impone una
serie de principios de organización. Así, el apartado 1 del artículo 103 de la
Constitución establece que “la Administración Pública sirve con objetividad los
intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía,
descentralización, desconcentración y coordinación”.
La LRJPAC reitera estos principios generales, añadiendo, entre otros, los de
cooperación, eficiencia y servicio al ciudadano (artículo 3).
En nuestro país debe tenerse en cuenta además, que tal como recoge la
Constitución en su artículo 1.1, “España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho” lo que exige la intervención pública
en numerosos
sectores y desde diferentes niveles de poder territorial, lo que añade una dificultad
más a la ya intrincada cuestión de la organización de las Administraciones Públicas.
En todo caso, los principios antes enunciados deben ponerse en relación con otros
que aparecen dispersos en el texto constitucional, ya que esta materia no se agota
en el apartado 1 del su artículo 103.
II. - JERARQUÍA Y COORDINACIÓN.
II.1.- Jerarquía.
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La jerarquía es un principio típico de la organización administrativa a diferencia de lo
que ocurre, por ejemplo, con la organización judicial, que se compone de Juzgados y
Tribunales independientes entre sí que no están relacionados jerárquicamente.
Opera entre órganos relacionados de forma escalonada, pero que no se encuentran
en un plano de igualdad ordenándose de forma escalonada con lo que un órgano
es superior de otro que, con una competencia material similar, queda subordinado
al primero.
Simultáneamente aquel órgano puede estar subordinado a otro superior que ejerce
el mando sobre él. Este escalonamiento sucesivo garantiza la unidad de acción de
la organización ya que las órdenes se transmiten desde los órganos superiores a los
inferiores de forma escalonada.
El órgano superior jerárquico ostenta sobre los inferiores una serie de facultades
entre las que podemos destacar las siguientes: dirigir e inspeccionar su actividad
mediante órdenes e instrucciones, planes o programas, evaluar los resultados de
los objetivos que tengan encomendados, resolver conflictos de atribuciones entre los
mismos, reclamar para sí el conocimiento de asuntos que ordinariamente les estén
atribuidos (avocación) y resolver, cuando proceda, los recursos interpuestos contra
los actos de sus inferiores,
A su vez, los órganos inferiores tienen la obligación de obediencia a los superiores y
de rendir cuentas de sus actuaciones.
La división y especialización del trabajo, propia de cualquier organización y que
determina su descomposición en órganos diferentes, puede generar separaciones o
duplicidades que dificulten la consecución de los objetivos comunes.
II.2.- Coordinación.
Estos problemas de armonización entre órganos pueden resolverse mediante la
jerarquía, estableciendo un mando común, pero donde no llega la jerarquía es
necesaria la coordinación.
Las relaciones de
coordinación complementan, por tanto, a las relaciones
jerárquicas para lograr un funcionamiento armónico de los órganos y
Administraciones. Para conseguir la coordinación, es decir, para conseguir que
órganos no relacionados jerárquicamente funcionen de manera armónica y estén
orientados a cumplir objetivos que sean comunes y no contradictorios, se suelen
practicar ciertas técnicas orgánicas o funcionales.
II.2.1.- Técnicas orgánicas de coordinación.
Tenemos en primer lugar a las agencias de misión, creadas específicamente para
coordinar órganos no jerarquizados que tienen competencias materiales
relacionadas con un objetivo común. Se constituyen sin jerarquía formal sobre los
demás órganos pero con la misión específica de coordinarlos.
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No tienen competencias para prestar servicios a los ciudadanos o resolver
expedientes sino que sus cometidos son estrictamente internos, impulsando
determinadas misiones u objetivos cuya realización depende de distintos órganos.
Un ejemplo famoso en nuestro país lo constituyó en los años 60 del siglo pasado, el
Comisariado para el Plan de Desarrollo cuya misión consistía en coordinar las
políticas económicas de los Ministerios mediante el mencionado Plan.
Una función similar la cumplen las Delegaciones del Gobierno para materias
específicas (para la Extranjería y la Inmigración o para el Plan Nacional sobre
Drogas)
Los órganos colegiados también constituyen una técnica habitual para mejorar la
coordinación entre órganos no jerarquizados pero de los que se pretende una cierta
unidad de acción para determinados asuntos.
Las Administraciones Públicas suelen constituir con mucha frecuencia comisiones,
consejos, comités o equipos del más diverso tipo y para las más variadas cuestiones
de su competencia (p. ej. en la Administración General del Estado, las Comisiones
Interministeriales).
II.2.2.- Técnicas funcionales de coordinación.
Las técnicas funcionales pretenden lograr que en la actuación procedimental los
distintos órganos implicados en un mismo objetivo puedan manifestar su criterio o
tengan conocimiento de lo realizado por los demás. Entre ellas destacan las
comunicaciones internas entre órganos, los informes preceptivos y las resoluciones
conjuntas. Mediante éstas, la resolución de un procedimiento, en vez de atribuirse a
un sólo órgano, se atribuye a dos o más de forma conjunta.
Otra técnica es la planificación o programación de las actuaciones de órganos
afectados por misiones más o menos comunes. Así, la planificación consigue
prever las actuaciones que deben realizar los órganos involucrados en ellas y
asignarlas a cada uno de ellos conforme a criterios racionales.
Estas técnicas de coordinación interna son trasladables a las relaciones de
interadministrativas; es decir, entre distintas Administraciones Públicas.
II.3.- La coordinación entre el Estado y las Comunidades Autónomas.
El Estado no dispone de una competencia general de coordinación de la actividad de
las Comunidades Autónomas, aunque la Constitución sí le reconoce esta potestad
en determinadas materias (sanidad, investigación). No obstante, entre el Estado y
las Comunidades Autónomas se producen múltiples relaciones de coordinación
mediante técnicas funcionales (convenios, comunicaciones, etc.) u orgánicas. Entre
estas últimas, destacaremos las dos siguientes:
II.3.1.- El Consejo de Política Fiscal y Financiera de las Comunidades Autónomas.
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La Ley Orgánica
8/ 1980, de 22 de septiembre, de Financiación de las
Comunidades Autónomas (en adelante LOFCA), modificada, entre otras, por la Ley
Orgánica 3/ 1996, de 27 de diciembre, constituye como órgano de “coordinación de
la actividad financiera de las Comunidades Autónomas y de la Hacienda del Estado”
al Consejo de Política Fiscal y Financiera de las Comunidades Autónomas.
Está compuesto por diversos Ministros y los Consejeros de Hacienda de cada
Comunidad Autónoma o Ciudad Autónoma (artículo 3.1).
II.3.2.-Las Conferencias Sectoriales.
Con un alcance general la LRJPAC se preocupa de la coordinación al disponer que
las Administraciones Públicas, en el ejercicio de sus competencias, deberán
ponderar la totalidad de los intereses públicos implicados “y, en concreto, aquellos
cuya gestión esté encomendada a las otras Administraciones” (artículo 4.1 b.).
Regula más específicamente las Conferencias Sectoriales como instrumentos
orgánicos de coordinación y de cooperación entre el Estado y las Comunidades
Autónomas. Estas Conferencias Sectoriales tienen como finalidad asegurar en todo
momento la necesaria coherencia de la actuación de las Administraciones Públicas
y, en su caso, la imprescindible colaboración entre ellas.
Las convocan el Ministro o Ministros competentes sobre los asuntos a tratar y las
forman los Consejeros u otros miembros de los Consejos de Gobierno igualmente
competentes de todas las Comunidades Autónomas, con el objeto de intercambiar
puntos de vista y examinar los problemas comunes para estudiar posibles medidas
de solución (artículo 5).
Los acuerdos de la Conferencia Sectorial podrán adoptar la forma de convenios, en
cuyo caso serán obligatorios y vinculantes para las Administraciones que los
hubieran firmado, salvo que en ellos se dispusiera otra cosa. También pueden
aprobarse en estas Conferencias planes o programas conjuntos de actuación, que
serán obligatorios para quienes los suscriban (artículo 7).
II.4.- La coordinación de las Administraciones del Estado y de las
Comunidades Autónomas con la Administraciones locales.
La LBRL también expresa una intensa preocupación por la coordinación de las
Corporaciones locales entre sí y con el resto de las Administraciones territoriales. Su
artículo 7.2, tras reconocer que las Entidades locales ejercerán sus competencias
propias con autonomía y responsabilidad, precisa que este ejercicio siempre habrá
de atender “a la debida coordinación en su programación y ejecución con las demás
Administraciones Públicas”.
En el artículo 10.1 reitera el mandato constitucional de que la Administración local y
las demás Administraciones Públicas ajustarán sus relaciones recíprocas al deber,
entre otros, de coordinación. Concretamente su artículo 59 prevé que en los
supuestos de competencias concurrentes o compartidas entre las Administraciones
locales y las del Estado o de las Comunidades Autónomas, las leyes puedan atribuir
al Gobierno y al Consejo de Gobierno, respectivamente, facultades de coordinación
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de la Administración local y especialmente de las Diputaciones Provinciales, cuando
no resulten suficientes otras técnicas de coordinación previstas en la misma ley.
III. - DESCENTRALIZACIÓN Y DESCONCENTRACIÓN.
III.1.- Descentralización.
La descentralización supone una operación de traslación de competencias de una
Administración a otra diferente, de una persona jurídico pública a otra. Se diferencia
de la desconcentración porque en ésta última las normas jurídicas trasladan
competencias por lo general de los órganos de ámbito territorialmente superior a
otros de ámbito territorial inferior dentro de la misma Administración.
La descentralización puede ser funcional ( también llamada institucional) o territorial.
Si la descentralización es territorial significa que la transferencia o delegación de
competencias se produce desde una Administración territorialmente superior a otra
de territorio más limitado.
La descentralización institucional o instrumental, a diferencia de la territorial,
constituye una operación de traslación de competencias desde una Administración a
un ente instrumental creado con personalidad jurídica propia pero sometido a su
dirección. Constituye una técnica funcional por la que una Administración crea un
ente para gestionar parte de sus actividades.
El mandato constitucional de que la Administración Pública se someta al principio de
descentralización exige, pues, que la Administración de mayor ámbito territorial
retenga sólo aquellas competencias que por razones de eficacia o economía deba
gestionar y que debe delegar o transferir las restantes en aquellas Administraciones
de menor ámbito territorial.
Entendida en estos términos, la descentralización territorial estaría relacionada con
el principio de subsidiariedad que está expresamente sancionado en el artículo 4.3
de la Carta Europea de Autonomía Local, de 15 de octubre de 1985, ratificada por
España el 20 de enero de 1988, según el cual “El ejercicio de las competencias
públicas debe, de modo general, incumbir preferentemente a las autoridades más
cercanas a los ciudadanos. . .”.
También se consagra este principio de subsidiariedad, pero a otro nivel, en las
relaciones entre la Unión Europea y los Estados miembros, y a él alude su Tratado
cuando proclama que “las decisiones se tomen de la forma más próxima posible a
los ciudadanos. . .”.
La Constitución ya prevé la posibilidad de que el Estado, mediante Ley Orgánica,
pueda delegar o transferir a las Comunidades Autónomas facultades
correspondientes determinadas materias. Dicha Ley Orgánica debe establecer,
además, la correspondiente transferencia de medios materiales, así como las formas
de control que se reserve el Estado (artículo 150.2).
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A su vez, y en virtud del mandato constitucional del artículo 103, el artículo 27 de la
LBRL prevé la posibilidad de que tanto el Estado como las Comunidades Autónomas
puedan delegar en los Municipios el ejercicio de competencias que afecten a sus
intereses propios.
La misma LBRL, en su artículo 37, establece que las Comunidades Autónomas
podrán delegar competencias en las Diputaciones así como encomendar a éstas la
gestión ordinaria de servicios propios en los términos previstos en los Estatutos de
Autonomía correspondientes. En este último caso las Diputaciones actuarán con
plena sujeción a las instrucciones generales y particulares de las Comunidades
Autónomas.
III.2.- Desconcentración.
La desconcentración supone la transferencia con carácter permanente de una
competencia, generalmente de un órgano superior a uno inferior, dentro de la misma
Administración.
Se diferencia de la delegación entre órganos de una misma Administración en
cuanto que ésta se decide por el propio órgano titular de la competencia con
carácter singular y no normativo, y por tanto, es revocable en cualquier momento. La
desconcentración, sin embargo, se adopta por una norma jurídica y tiene por ello
carácter permanente.
Respecto a la descentralización, su diferencia radica en que ésta opera entre
Administraciones diferentes y la desconcentración entre órganos de la misma
Administración.
En nuestro ordenamiento jurídico sólo se encuentra una somera referencia a la
desconcentración en la LRJPAC (artículo 12.2) al decir que “La titularidad y el
ejercicio de las competencias atribuidas a los órganos administrativos podrán ser
desconcentradas en otros órganos jerárquicamente dependiente de aquellos en los
términos y con los requisitos que prevean las propias normas de atribución de
competencias.”
IV. - COOPERACIÓN Y COLABORACIÓN.
IV.1.- Conceptos.
En muchas ocasiones ambos conceptos se emplean como sinónimos o con el
mismo significado, como hace el Tribunal Constitucional en sus sentencias.
Sin embargo ciertos autores los distinguen en el sentido de que la cooperación
supone que dos o más Administraciones actúan conjuntamente en ámbitos que son
de su respectiva competencia en una situación de igualdad y con un mismo poder de
dirección sobre el servicio objeto de la cooperación.
En la colaboración, sin embargo, una Administración ayuda a otra en el ejercicio de
una competencia que es de la titularidad de la Administración que recibe la ayuda,
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pero no de la Administración que la presta. Por ello su posición en esa relación no es
igual a la de la Administración que es titular de la competencia.
Si bien estos principios no están expresamente recogidos en el artículo 103 de la
Constitución, el Tribunal Constitucional ha venido repitiendo en sus sentencias que
están implícitos en la organización territorial del Estado que emana de la
Constitución.
Siguiendo esta jurisprudencia, la LRJPAC dispone en su artículo 3.2 que las
Administraciones Públicas se rigen en sus relaciones por el principio de cooperación
en tanto que su artículo 4 ,establece la obligación recíproca de facilitar a las demás
la información que precisen sobre la actividad que desarrollen y de prestarse la
cooperación y asistencia activa que las demás le reclamen para el ejercicio de sus
competencias (letras c. y d.).
IV.2.- Órganos de cooperación.
Desde el punto de vista de la organización, la LRJPAC admite la posibilidad de que
la Administración General del Estado y las de las Comunidades Autónomas puedan
crear dos tipos de órganos de cooperación: las Conferencias Sectoriales, que ya
vimos, y las Comisiones Bilaterales.
Estas últimas, a diferencia de las primeras, son de ámbito general y reúnen sólo a
representantes de la Administración del Estado y de la respectiva Comunidad
Autónoma.
IV.3.- Convenios de colaboración.
Como instrumentos de cooperación y colaboración entre la Administración General
del Estado y las de las Comunidades Autónomas pueden citarse especialmente los
convenios de colaboración (artículo 6) que regulan, entre otros extremos, las
actuaciones de cada Administración en el ámbito de sus competencias, su
financiación, la organización que en su caso pueda constituirse, tanto para su
gestión como para su vigilancia y control, plazo de vigencia y formas de extinción.
Salvo que se disponga lo contrario estos convenios obligarán a las Administraciones
intervinientes (artículo 8). Para la gestión del convenio podrá crearse un consorcio,
como organización común dotada de personalidad jurídica propia, o una sociedad
mercantil (artículo 6).
La Constitución y los Estatutos de Autonomía también prevén que las Comunidades
Autónomas puedan celebrar entre sí convenios o acuerdos de cooperación si bien
con unas formalidades muy complejas, lo que ha desanimado su celebración.
La cooperación técnica, económica y administrativa entre la Administración local y
las Administraciones del Estado o de las Comunidades Autónomas se articulará de
forma voluntaria de acuerdo con lo previsto en las leyes , por ejemplo, mediante los
convenios o la constitución de consorcios, como entidades comunes para la gestión
de competencias y servicios de interés para las Administraciones participantes
(artículos 57 y 87 LBRL).
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V. - EFICACIA Y EFICIENCIA.
V.1.- Eficacia.
El principio de eficacia debe afectar a la actuación de todas las Administraciones
Públicas. La eficacia se refiere a los resultados obtenidos o al cumplimiento de los
objetivos previstos: una Administración o un órgano administrativo actúan más o
menos eficazmente en la medida en que alcanzan los objetivos que tienen
marcados.
En este sentido, eficacia se contrapone a eficiencia por cuanto que la eficiencia se
mide, no por los resultados que se obtienen, sino por los recursos que han debido
emplearse para su consecución.
V.2.- Eficiencia.
Eficiencia significa economía de medios. Una Administración actúa eficientemente
cuando emplea los menores recursos posibles para obtener los mismos resultados o
alcanzar los mismos objetivos.
De forma expresa, la Constitución exige que la programación y ejecución del gasto
público responda a los criterios de eficiencia y economía (artículo 31.2).
Los principios de eficacia y el de eficiencia o economía, están relacionados con los
demás principios de organización.
Así, por ejemplo, el Tribunal Constitucional en sus Sentencias 187/1988
(Fundamento Jurídico 12) y 13/1992, de 6 de febrero (Fundamento Jurídico 7) ha
relacionado los principios de eficacia, eficiencia y descentralización. Ha dicho que
los principios de eficacia y eficiencia, relacionados con el de descentralización,
obligan a evitar, en lo posible, duplicidades innecesarias de servicios entre las
distintas Administraciones Públicas.
VI.- OTROS PRINCIPIOS RELACIONADOS CON LAS ADMINISTRACIONES
PÚBLICAS.
VI.1.- Regulación constitucional.
Hasta ahora hemos estudiado los principios de organización en su sentido más
preciso: pero como se advertía dicha referencia no agota la materia en la
Constitución. Además y para su mejor comprensión, aquellos deben ponerse en
relación con otros principios, que aunque no se refieran siempre al aspecto
estrictamente organizativo, están íntimamente relacionados con las Administraciones
Públicas.
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El más destacado tiene que ver con la obligación de los poderes públicos de
facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica,
cultural y social , tal como recoge el artículo 9.2.
Al hilo de lo anterior, el artículo 105 de la Constitución regula de forma primaria ,
dicha participación en el ámbito administrativo garantizando tres derechos : el de
audiencia de los ciudadanos en la elaboración de las disposiciones administrativas
que les afecten, el de acceso a archivos y registros y el de audiencia del interesado,
cuando proceda, en el procedimiento administrativo.
El artículo 103.1 además de incluir los principios constitucionales de organización
más relevantes, establece que la Administración Pública sirve con objetividad los
intereses generales, lo que significa que está al servicio de los ciudadanos.
VI.2.- Desarrollo legal.
La LRJPAC, desarrolla estas cuestiones. Es importante recordar que esta parte fue
objeto de reforma por la Ley 4/1999,de 13 de enero. En primer lugar, su Título
Preliminar que se denomina precisamente “Del ámbito de aplicación y principios
generales”, dedica su artículo 3 rotulado como ”Principios generales” a éstos pero,
como luego veremos, dichos principios aparecen también en el artículo siguiente.
Siguiendo la terminología de la LRJPAC y dejando aparte los principios generales
que ya se han estudiado en este Tema, podemos encuadrarlos en tres grupos: los
que regulan la actuación con carácter general de las Administraciones Públicas, los
referidos a las relaciones de éstas con los ciudadanos y los dedicados a las
relaciones interadministrativas.
En el primer apartado se encuentran los principios de buena fe y de confianza
legítima (artículo 3.1).
En el capítulo de las relaciones de las Administraciones con los ciudadanos se
encuentran el del servicio a éstos, aunque se le cita como criterio ( artículo 3.2) y
los de transparencia y participación ( artículo 3.5).
Como desarrollo específico de los principios de buena fe y confianza legítima en el
ámbito de las relaciones entre Administraciones Públicas, la LRJPAC incorpora en
su artículo 4.1 el que denomina de “ lealtad institucional” que identifica a través de
estas cuatro obligaciones genéricas:
1.ª Respetar el ejercicio
competencias.
legítimo
por
las
otras Administraciones de
sus
2.ª Ponderar cuando se ejerzan las propias, la totalidad de los intereses públicos
implicados, no sólo los de la propia Administración.
3.ª Facilitar a las restantes Administraciones la información que precisen.
4.ª Prestar la cooperación que las otras Administraciones pudieran recabar.
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VII.- LOS CONFLICTOS DE ATRIBUCIONES.
Las reglas sobre la la competencia y las técnicas que aplican los principios de
organización que ya hemos visto, tienen por objeto evitar el conflicto entre
Administraciones y en el seno de cada una de ellas, entre sus órganos.
Pero estas cautelas no siempre son suficientes ya que la existencia de diversos
órganos y una normativa en ocasiones susceptible de diversas interpretaciones ,
pueden hacer que dos órganos se crean competentes para conocer del mismo
asunto o a la inversa, estimen carecer de atribuciones sobre él. .
Este supuesto tiene fácil solución si se plantea entre órganos que tienen entre sí
una relación de dependencia jerárquica, dado que el superior decidirá . La cuestión
es más compleja si se plantea entre dos órganos de la misma Administración
independientes entre sí, ya que aparece el llamado conflicto de atribuciones
Según el artículo 20 de la LRJPAC éste es el que se suscita entre dos órganos de
la misma Administración cuando uno de ellos entiende que la competencia ejercida
por el otro le está atribuida o también cuando se da el supuesto inverso, al
entender que la que se le asigna en un caso concreto, le corresponde a otro
órgano.
El órgano que se considere incompetente sobre un asunto remitirá directamente las
actuaciones al órgano que considere competente, si éste pertenece a la misma
Administración. A está garantía a favor de los interesados, al obligar al órgano que
se considere incompetente a remitir el asunto a otro órgano, sin que quepa la
devolución al interesado, el citado artículo 20 añade dos más.
Así los interesados que sean parte en el procedimiento pueden dirigirse al órgano
que tramite el asunto para que decline su competencia y remita las actuaciones al
órgano competente y dirigirse, en el supuesto inverso, al órgano que estimen
competente para que requiera de inhibición al que esté conociendo el asunto.
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