TEMA 7 LOS PRINCIPIOS DE ORGANIZACIÓN: IDEA GENERAL Y REGULACIÓN CONSTITUCIONAL. JERARQUÍA Y COORDINACIÓN. DESCENTRALIZACIÓN Y DESCONCENTRACIÓN. COOPERACIÓN Y COLABORACIÓN. EFICACIA Y EFICIENCIA. OTROS PRINCIPIOS RELACIONADOS CON LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS. LOS CONFLICTOS DE ATRIBUCIONES. SUMARIO: I.- LOS PRINCIPIOS DE ORGANIZACIÓN: IDEA GENERAL Y REGULACIÓN CONSTITUCIONAL I.1.- Idea general I.2.- Regulación constitucional II.- JERARQUÍA Y COORDINACIÓN II.1.- Jerarquía II.2.- Coordinación II.2.1.- Técnicas orgánicas de coordinación II.2.2.- Técnicas funcionales de coordinación II.3.- La coordinación entre el Estado y las Comunidades Autónomas II.3.1.- El Consejo de Política Fiscal y Financiera de las Comunidades Autónomas II.3.2.- Las Conferencias Sectoriales II.4.- La coordinación de las Administraciones del Estado y de las Comunidades Autónomas con las Administraciones locales III.- DESCENTRALIZACIÓN Y DESCONCENTRACIÓN III.1.-Descentralización III.2.-Desconcentración IV.- COOPERACIÓN Y COLABORACIÓN IV.1.- Conceptos IV.2.- Órganos de cooperación IV.3.- Convenios de colaboración V.- EFICACIA Y EFICIENCIA V.1.- Eficacia V.2.- Eficiencia VI.- OTROS PRINCIPIOS RELACIONADOS CON LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS VI.1.- Regulación constitucional VI.2.- Desarrollo legal VII.- LOS CONFLICTOS DE ATRIBUCIONES 99 I.- LOS PRINCIPIOS DE ORGANIZACIÓN: IDEA GENERAL Y REGULACIÓN CONSTITUCIONAL. I.1.- Idea general. Toda organización, en cuanto que es compleja y se compone de un número más o menos amplio de órganos diferentes, necesita que su funcionamiento sea armónico y coherente. La existencia de estas unidades u órganos dentro de la misma organización, cada uno de ellos con sus propios medios, personas y competencias, plantea la cuestión de cómo conseguir que todos ellos sigan una misma dirección para cumplir los objetivos y las metas comunes a la organización. En eso consiste precisamente la organización, en articular y relacionar las partes de que se compone con el fin de que todas ellas contribuyan a lograr las metas comunes. En los Estados compuestos, como el nuestro, la organización sirve además para relacionar a las diferentes Administraciones Públicas. A estas relaciones se refieren los principios de la organización. Estos principios, son pues , reglas recogidas o definidas a veces en normas legales, que dan forma a la organización y ordenan las relaciones tanto internamente entre sus partes (órganos) , como entre diferentes Administraciones. I.2.- Regulación constitucional. Refiriéndose a la Administración Pública en general, la Constitución le impone una serie de principios de organización. Así, el apartado 1 del artículo 103 de la Constitución establece que “la Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación”. La LRJPAC reitera estos principios generales, añadiendo, entre otros, los de cooperación, eficiencia y servicio al ciudadano (artículo 3). En nuestro país debe tenerse en cuenta además, que tal como recoge la Constitución en su artículo 1.1, “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho” lo que exige la intervención pública en numerosos sectores y desde diferentes niveles de poder territorial, lo que añade una dificultad más a la ya intrincada cuestión de la organización de las Administraciones Públicas. En todo caso, los principios antes enunciados deben ponerse en relación con otros que aparecen dispersos en el texto constitucional, ya que esta materia no se agota en el apartado 1 del su artículo 103. II. - JERARQUÍA Y COORDINACIÓN. II.1.- Jerarquía. 100 La jerarquía es un principio típico de la organización administrativa a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, con la organización judicial, que se compone de Juzgados y Tribunales independientes entre sí que no están relacionados jerárquicamente. Opera entre órganos relacionados de forma escalonada, pero que no se encuentran en un plano de igualdad ordenándose de forma escalonada con lo que un órgano es superior de otro que, con una competencia material similar, queda subordinado al primero. Simultáneamente aquel órgano puede estar subordinado a otro superior que ejerce el mando sobre él. Este escalonamiento sucesivo garantiza la unidad de acción de la organización ya que las órdenes se transmiten desde los órganos superiores a los inferiores de forma escalonada. El órgano superior jerárquico ostenta sobre los inferiores una serie de facultades entre las que podemos destacar las siguientes: dirigir e inspeccionar su actividad mediante órdenes e instrucciones, planes o programas, evaluar los resultados de los objetivos que tengan encomendados, resolver conflictos de atribuciones entre los mismos, reclamar para sí el conocimiento de asuntos que ordinariamente les estén atribuidos (avocación) y resolver, cuando proceda, los recursos interpuestos contra los actos de sus inferiores, A su vez, los órganos inferiores tienen la obligación de obediencia a los superiores y de rendir cuentas de sus actuaciones. La división y especialización del trabajo, propia de cualquier organización y que determina su descomposición en órganos diferentes, puede generar separaciones o duplicidades que dificulten la consecución de los objetivos comunes. II.2.- Coordinación. Estos problemas de armonización entre órganos pueden resolverse mediante la jerarquía, estableciendo un mando común, pero donde no llega la jerarquía es necesaria la coordinación. Las relaciones de coordinación complementan, por tanto, a las relaciones jerárquicas para lograr un funcionamiento armónico de los órganos y Administraciones. Para conseguir la coordinación, es decir, para conseguir que órganos no relacionados jerárquicamente funcionen de manera armónica y estén orientados a cumplir objetivos que sean comunes y no contradictorios, se suelen practicar ciertas técnicas orgánicas o funcionales. II.2.1.- Técnicas orgánicas de coordinación. Tenemos en primer lugar a las agencias de misión, creadas específicamente para coordinar órganos no jerarquizados que tienen competencias materiales relacionadas con un objetivo común. Se constituyen sin jerarquía formal sobre los demás órganos pero con la misión específica de coordinarlos. 101 No tienen competencias para prestar servicios a los ciudadanos o resolver expedientes sino que sus cometidos son estrictamente internos, impulsando determinadas misiones u objetivos cuya realización depende de distintos órganos. Un ejemplo famoso en nuestro país lo constituyó en los años 60 del siglo pasado, el Comisariado para el Plan de Desarrollo cuya misión consistía en coordinar las políticas económicas de los Ministerios mediante el mencionado Plan. Una función similar la cumplen las Delegaciones del Gobierno para materias específicas (para la Extranjería y la Inmigración o para el Plan Nacional sobre Drogas) Los órganos colegiados también constituyen una técnica habitual para mejorar la coordinación entre órganos no jerarquizados pero de los que se pretende una cierta unidad de acción para determinados asuntos. Las Administraciones Públicas suelen constituir con mucha frecuencia comisiones, consejos, comités o equipos del más diverso tipo y para las más variadas cuestiones de su competencia (p. ej. en la Administración General del Estado, las Comisiones Interministeriales). II.2.2.- Técnicas funcionales de coordinación. Las técnicas funcionales pretenden lograr que en la actuación procedimental los distintos órganos implicados en un mismo objetivo puedan manifestar su criterio o tengan conocimiento de lo realizado por los demás. Entre ellas destacan las comunicaciones internas entre órganos, los informes preceptivos y las resoluciones conjuntas. Mediante éstas, la resolución de un procedimiento, en vez de atribuirse a un sólo órgano, se atribuye a dos o más de forma conjunta. Otra técnica es la planificación o programación de las actuaciones de órganos afectados por misiones más o menos comunes. Así, la planificación consigue prever las actuaciones que deben realizar los órganos involucrados en ellas y asignarlas a cada uno de ellos conforme a criterios racionales. Estas técnicas de coordinación interna son trasladables a las relaciones de interadministrativas; es decir, entre distintas Administraciones Públicas. II.3.- La coordinación entre el Estado y las Comunidades Autónomas. El Estado no dispone de una competencia general de coordinación de la actividad de las Comunidades Autónomas, aunque la Constitución sí le reconoce esta potestad en determinadas materias (sanidad, investigación). No obstante, entre el Estado y las Comunidades Autónomas se producen múltiples relaciones de coordinación mediante técnicas funcionales (convenios, comunicaciones, etc.) u orgánicas. Entre estas últimas, destacaremos las dos siguientes: II.3.1.- El Consejo de Política Fiscal y Financiera de las Comunidades Autónomas. 102 La Ley Orgánica 8/ 1980, de 22 de septiembre, de Financiación de las Comunidades Autónomas (en adelante LOFCA), modificada, entre otras, por la Ley Orgánica 3/ 1996, de 27 de diciembre, constituye como órgano de “coordinación de la actividad financiera de las Comunidades Autónomas y de la Hacienda del Estado” al Consejo de Política Fiscal y Financiera de las Comunidades Autónomas. Está compuesto por diversos Ministros y los Consejeros de Hacienda de cada Comunidad Autónoma o Ciudad Autónoma (artículo 3.1). II.3.2.-Las Conferencias Sectoriales. Con un alcance general la LRJPAC se preocupa de la coordinación al disponer que las Administraciones Públicas, en el ejercicio de sus competencias, deberán ponderar la totalidad de los intereses públicos implicados “y, en concreto, aquellos cuya gestión esté encomendada a las otras Administraciones” (artículo 4.1 b.). Regula más específicamente las Conferencias Sectoriales como instrumentos orgánicos de coordinación y de cooperación entre el Estado y las Comunidades Autónomas. Estas Conferencias Sectoriales tienen como finalidad asegurar en todo momento la necesaria coherencia de la actuación de las Administraciones Públicas y, en su caso, la imprescindible colaboración entre ellas. Las convocan el Ministro o Ministros competentes sobre los asuntos a tratar y las forman los Consejeros u otros miembros de los Consejos de Gobierno igualmente competentes de todas las Comunidades Autónomas, con el objeto de intercambiar puntos de vista y examinar los problemas comunes para estudiar posibles medidas de solución (artículo 5). Los acuerdos de la Conferencia Sectorial podrán adoptar la forma de convenios, en cuyo caso serán obligatorios y vinculantes para las Administraciones que los hubieran firmado, salvo que en ellos se dispusiera otra cosa. También pueden aprobarse en estas Conferencias planes o programas conjuntos de actuación, que serán obligatorios para quienes los suscriban (artículo 7). II.4.- La coordinación de las Administraciones del Estado y de las Comunidades Autónomas con la Administraciones locales. La LBRL también expresa una intensa preocupación por la coordinación de las Corporaciones locales entre sí y con el resto de las Administraciones territoriales. Su artículo 7.2, tras reconocer que las Entidades locales ejercerán sus competencias propias con autonomía y responsabilidad, precisa que este ejercicio siempre habrá de atender “a la debida coordinación en su programación y ejecución con las demás Administraciones Públicas”. En el artículo 10.1 reitera el mandato constitucional de que la Administración local y las demás Administraciones Públicas ajustarán sus relaciones recíprocas al deber, entre otros, de coordinación. Concretamente su artículo 59 prevé que en los supuestos de competencias concurrentes o compartidas entre las Administraciones locales y las del Estado o de las Comunidades Autónomas, las leyes puedan atribuir al Gobierno y al Consejo de Gobierno, respectivamente, facultades de coordinación 103 de la Administración local y especialmente de las Diputaciones Provinciales, cuando no resulten suficientes otras técnicas de coordinación previstas en la misma ley. III. - DESCENTRALIZACIÓN Y DESCONCENTRACIÓN. III.1.- Descentralización. La descentralización supone una operación de traslación de competencias de una Administración a otra diferente, de una persona jurídico pública a otra. Se diferencia de la desconcentración porque en ésta última las normas jurídicas trasladan competencias por lo general de los órganos de ámbito territorialmente superior a otros de ámbito territorial inferior dentro de la misma Administración. La descentralización puede ser funcional ( también llamada institucional) o territorial. Si la descentralización es territorial significa que la transferencia o delegación de competencias se produce desde una Administración territorialmente superior a otra de territorio más limitado. La descentralización institucional o instrumental, a diferencia de la territorial, constituye una operación de traslación de competencias desde una Administración a un ente instrumental creado con personalidad jurídica propia pero sometido a su dirección. Constituye una técnica funcional por la que una Administración crea un ente para gestionar parte de sus actividades. El mandato constitucional de que la Administración Pública se someta al principio de descentralización exige, pues, que la Administración de mayor ámbito territorial retenga sólo aquellas competencias que por razones de eficacia o economía deba gestionar y que debe delegar o transferir las restantes en aquellas Administraciones de menor ámbito territorial. Entendida en estos términos, la descentralización territorial estaría relacionada con el principio de subsidiariedad que está expresamente sancionado en el artículo 4.3 de la Carta Europea de Autonomía Local, de 15 de octubre de 1985, ratificada por España el 20 de enero de 1988, según el cual “El ejercicio de las competencias públicas debe, de modo general, incumbir preferentemente a las autoridades más cercanas a los ciudadanos. . .”. También se consagra este principio de subsidiariedad, pero a otro nivel, en las relaciones entre la Unión Europea y los Estados miembros, y a él alude su Tratado cuando proclama que “las decisiones se tomen de la forma más próxima posible a los ciudadanos. . .”. La Constitución ya prevé la posibilidad de que el Estado, mediante Ley Orgánica, pueda delegar o transferir a las Comunidades Autónomas facultades correspondientes determinadas materias. Dicha Ley Orgánica debe establecer, además, la correspondiente transferencia de medios materiales, así como las formas de control que se reserve el Estado (artículo 150.2). 104 A su vez, y en virtud del mandato constitucional del artículo 103, el artículo 27 de la LBRL prevé la posibilidad de que tanto el Estado como las Comunidades Autónomas puedan delegar en los Municipios el ejercicio de competencias que afecten a sus intereses propios. La misma LBRL, en su artículo 37, establece que las Comunidades Autónomas podrán delegar competencias en las Diputaciones así como encomendar a éstas la gestión ordinaria de servicios propios en los términos previstos en los Estatutos de Autonomía correspondientes. En este último caso las Diputaciones actuarán con plena sujeción a las instrucciones generales y particulares de las Comunidades Autónomas. III.2.- Desconcentración. La desconcentración supone la transferencia con carácter permanente de una competencia, generalmente de un órgano superior a uno inferior, dentro de la misma Administración. Se diferencia de la delegación entre órganos de una misma Administración en cuanto que ésta se decide por el propio órgano titular de la competencia con carácter singular y no normativo, y por tanto, es revocable en cualquier momento. La desconcentración, sin embargo, se adopta por una norma jurídica y tiene por ello carácter permanente. Respecto a la descentralización, su diferencia radica en que ésta opera entre Administraciones diferentes y la desconcentración entre órganos de la misma Administración. En nuestro ordenamiento jurídico sólo se encuentra una somera referencia a la desconcentración en la LRJPAC (artículo 12.2) al decir que “La titularidad y el ejercicio de las competencias atribuidas a los órganos administrativos podrán ser desconcentradas en otros órganos jerárquicamente dependiente de aquellos en los términos y con los requisitos que prevean las propias normas de atribución de competencias.” IV. - COOPERACIÓN Y COLABORACIÓN. IV.1.- Conceptos. En muchas ocasiones ambos conceptos se emplean como sinónimos o con el mismo significado, como hace el Tribunal Constitucional en sus sentencias. Sin embargo ciertos autores los distinguen en el sentido de que la cooperación supone que dos o más Administraciones actúan conjuntamente en ámbitos que son de su respectiva competencia en una situación de igualdad y con un mismo poder de dirección sobre el servicio objeto de la cooperación. En la colaboración, sin embargo, una Administración ayuda a otra en el ejercicio de una competencia que es de la titularidad de la Administración que recibe la ayuda, 105 pero no de la Administración que la presta. Por ello su posición en esa relación no es igual a la de la Administración que es titular de la competencia. Si bien estos principios no están expresamente recogidos en el artículo 103 de la Constitución, el Tribunal Constitucional ha venido repitiendo en sus sentencias que están implícitos en la organización territorial del Estado que emana de la Constitución. Siguiendo esta jurisprudencia, la LRJPAC dispone en su artículo 3.2 que las Administraciones Públicas se rigen en sus relaciones por el principio de cooperación en tanto que su artículo 4 ,establece la obligación recíproca de facilitar a las demás la información que precisen sobre la actividad que desarrollen y de prestarse la cooperación y asistencia activa que las demás le reclamen para el ejercicio de sus competencias (letras c. y d.). IV.2.- Órganos de cooperación. Desde el punto de vista de la organización, la LRJPAC admite la posibilidad de que la Administración General del Estado y las de las Comunidades Autónomas puedan crear dos tipos de órganos de cooperación: las Conferencias Sectoriales, que ya vimos, y las Comisiones Bilaterales. Estas últimas, a diferencia de las primeras, son de ámbito general y reúnen sólo a representantes de la Administración del Estado y de la respectiva Comunidad Autónoma. IV.3.- Convenios de colaboración. Como instrumentos de cooperación y colaboración entre la Administración General del Estado y las de las Comunidades Autónomas pueden citarse especialmente los convenios de colaboración (artículo 6) que regulan, entre otros extremos, las actuaciones de cada Administración en el ámbito de sus competencias, su financiación, la organización que en su caso pueda constituirse, tanto para su gestión como para su vigilancia y control, plazo de vigencia y formas de extinción. Salvo que se disponga lo contrario estos convenios obligarán a las Administraciones intervinientes (artículo 8). Para la gestión del convenio podrá crearse un consorcio, como organización común dotada de personalidad jurídica propia, o una sociedad mercantil (artículo 6). La Constitución y los Estatutos de Autonomía también prevén que las Comunidades Autónomas puedan celebrar entre sí convenios o acuerdos de cooperación si bien con unas formalidades muy complejas, lo que ha desanimado su celebración. La cooperación técnica, económica y administrativa entre la Administración local y las Administraciones del Estado o de las Comunidades Autónomas se articulará de forma voluntaria de acuerdo con lo previsto en las leyes , por ejemplo, mediante los convenios o la constitución de consorcios, como entidades comunes para la gestión de competencias y servicios de interés para las Administraciones participantes (artículos 57 y 87 LBRL). 106 V. - EFICACIA Y EFICIENCIA. V.1.- Eficacia. El principio de eficacia debe afectar a la actuación de todas las Administraciones Públicas. La eficacia se refiere a los resultados obtenidos o al cumplimiento de los objetivos previstos: una Administración o un órgano administrativo actúan más o menos eficazmente en la medida en que alcanzan los objetivos que tienen marcados. En este sentido, eficacia se contrapone a eficiencia por cuanto que la eficiencia se mide, no por los resultados que se obtienen, sino por los recursos que han debido emplearse para su consecución. V.2.- Eficiencia. Eficiencia significa economía de medios. Una Administración actúa eficientemente cuando emplea los menores recursos posibles para obtener los mismos resultados o alcanzar los mismos objetivos. De forma expresa, la Constitución exige que la programación y ejecución del gasto público responda a los criterios de eficiencia y economía (artículo 31.2). Los principios de eficacia y el de eficiencia o economía, están relacionados con los demás principios de organización. Así, por ejemplo, el Tribunal Constitucional en sus Sentencias 187/1988 (Fundamento Jurídico 12) y 13/1992, de 6 de febrero (Fundamento Jurídico 7) ha relacionado los principios de eficacia, eficiencia y descentralización. Ha dicho que los principios de eficacia y eficiencia, relacionados con el de descentralización, obligan a evitar, en lo posible, duplicidades innecesarias de servicios entre las distintas Administraciones Públicas. VI.- OTROS PRINCIPIOS RELACIONADOS CON LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS. VI.1.- Regulación constitucional. Hasta ahora hemos estudiado los principios de organización en su sentido más preciso: pero como se advertía dicha referencia no agota la materia en la Constitución. Además y para su mejor comprensión, aquellos deben ponerse en relación con otros principios, que aunque no se refieran siempre al aspecto estrictamente organizativo, están íntimamente relacionados con las Administraciones Públicas. 107 El más destacado tiene que ver con la obligación de los poderes públicos de facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social , tal como recoge el artículo 9.2. Al hilo de lo anterior, el artículo 105 de la Constitución regula de forma primaria , dicha participación en el ámbito administrativo garantizando tres derechos : el de audiencia de los ciudadanos en la elaboración de las disposiciones administrativas que les afecten, el de acceso a archivos y registros y el de audiencia del interesado, cuando proceda, en el procedimiento administrativo. El artículo 103.1 además de incluir los principios constitucionales de organización más relevantes, establece que la Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales, lo que significa que está al servicio de los ciudadanos. VI.2.- Desarrollo legal. La LRJPAC, desarrolla estas cuestiones. Es importante recordar que esta parte fue objeto de reforma por la Ley 4/1999,de 13 de enero. En primer lugar, su Título Preliminar que se denomina precisamente “Del ámbito de aplicación y principios generales”, dedica su artículo 3 rotulado como ”Principios generales” a éstos pero, como luego veremos, dichos principios aparecen también en el artículo siguiente. Siguiendo la terminología de la LRJPAC y dejando aparte los principios generales que ya se han estudiado en este Tema, podemos encuadrarlos en tres grupos: los que regulan la actuación con carácter general de las Administraciones Públicas, los referidos a las relaciones de éstas con los ciudadanos y los dedicados a las relaciones interadministrativas. En el primer apartado se encuentran los principios de buena fe y de confianza legítima (artículo 3.1). En el capítulo de las relaciones de las Administraciones con los ciudadanos se encuentran el del servicio a éstos, aunque se le cita como criterio ( artículo 3.2) y los de transparencia y participación ( artículo 3.5). Como desarrollo específico de los principios de buena fe y confianza legítima en el ámbito de las relaciones entre Administraciones Públicas, la LRJPAC incorpora en su artículo 4.1 el que denomina de “ lealtad institucional” que identifica a través de estas cuatro obligaciones genéricas: 1.ª Respetar el ejercicio competencias. legítimo por las otras Administraciones de sus 2.ª Ponderar cuando se ejerzan las propias, la totalidad de los intereses públicos implicados, no sólo los de la propia Administración. 3.ª Facilitar a las restantes Administraciones la información que precisen. 4.ª Prestar la cooperación que las otras Administraciones pudieran recabar. 108 VII.- LOS CONFLICTOS DE ATRIBUCIONES. Las reglas sobre la la competencia y las técnicas que aplican los principios de organización que ya hemos visto, tienen por objeto evitar el conflicto entre Administraciones y en el seno de cada una de ellas, entre sus órganos. Pero estas cautelas no siempre son suficientes ya que la existencia de diversos órganos y una normativa en ocasiones susceptible de diversas interpretaciones , pueden hacer que dos órganos se crean competentes para conocer del mismo asunto o a la inversa, estimen carecer de atribuciones sobre él. . Este supuesto tiene fácil solución si se plantea entre órganos que tienen entre sí una relación de dependencia jerárquica, dado que el superior decidirá . La cuestión es más compleja si se plantea entre dos órganos de la misma Administración independientes entre sí, ya que aparece el llamado conflicto de atribuciones Según el artículo 20 de la LRJPAC éste es el que se suscita entre dos órganos de la misma Administración cuando uno de ellos entiende que la competencia ejercida por el otro le está atribuida o también cuando se da el supuesto inverso, al entender que la que se le asigna en un caso concreto, le corresponde a otro órgano. El órgano que se considere incompetente sobre un asunto remitirá directamente las actuaciones al órgano que considere competente, si éste pertenece a la misma Administración. A está garantía a favor de los interesados, al obligar al órgano que se considere incompetente a remitir el asunto a otro órgano, sin que quepa la devolución al interesado, el citado artículo 20 añade dos más. Así los interesados que sean parte en el procedimiento pueden dirigirse al órgano que tramite el asunto para que decline su competencia y remita las actuaciones al órgano competente y dirigirse, en el supuesto inverso, al órgano que estimen competente para que requiera de inhibición al que esté conociendo el asunto. 109 110