Relaciones entre España, América Latina y Asia. Papel de España y Corea con respecto a la Unión Europea. Ponencia defendida en la III Tribuna Corea-España organizada por Korea Foundation y Casa Asia. Isla de Jeju (República de Corea), 19 de septiembre de 2006. Una de las tendencias que van a configurar el primer tercio del siglo XXI consiste en hacer compatible los esfuerzos de la globalización con la creación de poderosos bloques regionales de cooperación económica y política. Sería deseable mantener cierto equilibrio o compatibilidad entre la apertura, cada día más visible, de fronteras políticas, económicas o culturales con los intentos de incrementar la cooperación entre naciones vecinas, creando así vínculos de interés regional en forma de asociaciones de libre comercio, uniones aduaneras, mercados comunes, uniones monetarias e incluso uniones territoriales de carácter político. Este proceso desemboca finalmente en la pérdida paulatina de soberanía nacional, ya que la globalización trasciende los estrechos límites fronterizos. Así lo demuestran los progresos de la informática y telemática. Por otra parte, la integración regional produce también una erosión de la soberanía nacional, como nos enseña la historia de la Unión Europea, toda vez que se trasladan numerosos ámbitos de decisión política y económica desde las naciones Estados a las entidades internacionales o supranacionales. En este contexto se inscriben las relaciones entre los países de la Unión Europea, Asia y América Latina. Todos los países apuestan, en mayor o menor medida, por la cooperación colectiva, sea regional o transregional. Y para alcanzar esos fines se recurre bien a las organizaciones ya institucionalizadas, bien a las políticas flexibles e informales de cooperación. A veces se incurre en el error de pensar que la cooperación institucionalizada, muy apreciada por los europeos, ofrece mayores niveles de garantía y eficacia, olvidando que la concertación informal o la diplomacia ad hoc, magistralmente utilizada en Asia, puede aportar la suficiente dosis de agilidad, discreción y elasticidad para armonizar intereses contrapuestos. Con esta ponencia se pretende analizar la posición de España y Corea en el conjunto de las relaciones de carácter multilateral en los ámbitos territoriales de América Latina, Asia y la Unión Europea. Empecemos, pues, con las dos orillas del océano Pacífico. Aunque Chile, México y Perú participen en el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC), lo cierto es que la iniciativa multilateral más representativa de diálogo y cooperación entre Asia y América Latina corresponde al Foro de Cooperación América Latina – Asia del Este (FOCALAE). Sus fines son muy amplios: cooperación política, económica, social, cultural, científica y educativa. No hay tiempo para examinar dicha organización internacional, aunque sí conviene señalar algunas observaciones que interesan a nuestros respectivos países. Por un lado, España persigue participar en sus actividades y programas en calidad de observador. Con su presencia se crearían nuevas sinergias aprovechables en la cuenca del Pacífico. En segundo lugar, la República de Corea regenta el cargo de coordinador regional en Asia del Este durante el período 2004-2006. Y en tercer lugar, se echa en falta mayor interés político de convertir FOCALAE en una institución dinámica, eficaz y pragmática. Aunque se hayan celebrado ya varias reuniones a nivel de ministros de asuntos exteriores, falta todavía un compromiso de consolidación por parte de las máximas autoridades. Parece 1 revelador que, a diferencia de APEC o ASEM, todavía no hayan participado los respectivos jefes de Estado o de Gobierno. ¿Qué papel persigue España en ese ámbito tan distante desde el punto de vista geográfico? Tanto el Plan Marco Asia-Pacífico, como el vigente Plan de Acción apuestan por el refuerzo de la presencia española en Asia a través de América Latina. España, que fue nación pionera en sus exploraciones por el océano Pacífico – de hecho, se denominó al Pacífico como “lago español” – pretende reforzar su presencia en esa zona a través de dos estrategias distintas, aunque complementarias. Por un lado, hay que aprovechar la fuerte presencia empresarial española, así como los tradicionales vínculos culturales y de hermandad con los países de América Latina, para crear una suerte de relaciones triangulares capaz de crear beneficios compartidos. Como segunda estrategia, que será objeto de estudio posteriormente, la política de acercamiento al Pacífico asiático también se realiza desde la orilla atlántica. Salta a la vista que nos referimos a la política de diálogo y cooperación diseñada por la Unión Europea en Asia. Desde el año 2001, Casa Asia y Casa América, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, organizan unas jornadas de triangulación con el objetivo de estudiar, debatir y suscitar iniciativas conjuntas. Para dar carácter permanente al programa de triangulación, se ha creado el Observatorio Iberoamericano Asia-Pacífico. Su misión fundamental consiste en facilitar el conocimiento de Asia-Pacífico en la comunidad iberoamericana. Gracias a dicho Observatorio van a ampliarse e intensificarse las relaciones económicas, empresariales, académicas y culturales en las dos zonas de referencia. Es de confiar que, aprovechando la experiencia inversora española, se constituyan empresas conjuntas hispano-coreanas con el propósito de invertir en América Latina. Igualmente, las filiales de empresas españolas en América Latina pueden utilizar sus inversiones como rampa de lanzamiento hacia el continente asiático. Este tipo de estrategia triangular hunde sus raíces en los intercambios realizados, desde el último tercio del siglo XVI hasta los primeros años del siglo XIX, a través del flujo comercial, religioso y cultural entre el Lejano Oriente, la América española y la propia península ibérica. En efecto, la actual estrategia triangular nos recuerda al legendario Galeón de Manila, cuyo valioso cargamento de muebles, porcelana, seda, marfil, etc. debía arribar al abigarrado puerto mexicano de Acapulco, para más tarde trasladar parte de sus mercancías al puerto de Sevilla. Si durante 250 años se desarrolló un lucrativo comercio de mercaderías asiáticas a cambio de los apreciados pesos españoles y, al mismo tiempo, se produjo un verdadero mestizaje cultural. ¿Por qué vamos a renunciar a forjar nuevas fórmulas de amistad y cooperación? Corresponde ahora examinar la segunda parte de la presente exposición. Vamos a recordar el origen, la evolución y la situación actual de las relaciones entre la República de Corea y la Unión Europea. España, que participa activamente en el proceso de construcción europea, contempla la acción exterior de las instituciones comunitarias como parte de su propia política internacional. Desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la anteriormente llamada Comunidad Europea y la República de Corea, en julio de 1963, se han producido importantes acontecimientos. La Unión Europea (UE) y Corea del Sur han seguido 2 estrechando sus lazos de amistad y cooperación sobre la base de unos valores y principios compartidos por Seúl y Bruselas. Si atendemos al tipo o clase de relaciones existentes, hay que considerar tanto las relaciones bilaterales directas (Bruselas-Seúl), como las relaciones multilaterales, que afectan no sólo a estos protagonistas sino a todo un conjunto de países con vínculos de vecindad, culturales, económicos, sociales o históricos. Así pues, las iniciativas euroasiáticas en su conjunto sirven para crear un foro de diálogo y cooperación multilateral. Las dos instituciones encargadas de desarrollar esta misión son ASEM (Asia Europe Meeting) y la Fundación Asia-Europa (ASEF). ASEM persigue alcanzar unos objetivos favorables al diálogo y a la cooperación económica. Conviene notar que la Cumbre del año 2000 se celebró en Seúl. Por lo que concierne a la Fundación Asia-Europa, hay que destacar su meritoria labor en beneficio del conocimiento mutuo y del intercambio en los ámbitos personal, educacional y cultural. ASEF se ha convertido en un verdadero puente que enlaza las sociedades civiles de Europa y Asia. Así lo demuestran las numerosas actividades en el mundo académico, artístico, periodístico o de las organizaciones no gubernamentales. Hemos señalado anteriormente que el primer instrumento de cooperación es el foro bilateral directo, que cristaliza en reuniones o encuentros directos de máximo nivel. Si aludimos a Corea del Sur, hay que recordar que ya se han celebrado relevantes cumbres de interés mutuo. También se han desarrollado numerosas reuniones a nivel sectorial, integrados por altos funcionarios, ministros surcoreanos y comisarios europeos. ¿Dónde están los puntos de encuentro entre Bruselas y Seúl? Al principio las relaciones bilaterales estaban dominadas por su dimensión económica y comercial. Más tarde entró a escena la dimensión política, es decir, la cooperación política y, actualmente, las relaciones se han enriquecido incluyendo las relaciones culturales. Es necesario añadir que la Comisión Europea ya reconoció en 1998 que la “Unión Europea tiene un gran interés estratégico y a largo plazo en la seguridad, la estabilidad y la prosperidad de la República de Corea”. El Consejo Europeo de Estocolmo (2001) revalidó esos objetivos, dejando bien claro la importancia de los valores compartidos. Nadie duda de que los conflictos comerciales existieron, existen y seguirán en el futuro. Ya se han puesto en funcionamiento algunas iniciativas a fin de crear unos flujos comerciales más equilibrados. Es importante, a este respecto, remover todos los obstáculos que impiden el libre comercio bilateral. En realidad, la UE sigue mostrando gran interés en conseguir un mayor acceso al mercado surcoreano. Tanto los asuntos comerciales, como los de cooperación política, están fundamentados en el llamado “Acuerdo Básico sobre Comercio y Cooperación”, que, después de superar algunos trámites, entró en vigor el 1 de abril de 2001. Sobre los aspectos de la cooperación política, hay que destacar la convergencia de valores o intereses entre Bruselas y Seúl. De hecho, la UE apoya la política surcoreana de acercamiento hacia Corea del Norte. Recordemos que la UE valoró de manera muy positiva la cumbre intercoreana de junio del 2000 y, además, ha mostrado su respaldo a las conversaciones a seis bandas para resolver la crisis nuclear. Por lo demás, hay que 3 destacar el apoyo de la Unión Europea a la iniciativa surcoreana de cooperación en el noreste asiático. Antes de finalizar me gustaría ofrecer algunas reflexiones de interés común. 1) La iniciativa surcoreana para la cooperación del Nordeste asiático constituye un proceso de regionalización que, en principio, sigue el modelo de construcción europea basado en la cooperación económica para después fortalecer la cooperación política. La República de Corea es el país más cualificado para liderar este proyecto, ya que China o Japón levantan muchas suspicacias debidas a la rivalidad mutua. Por todo ello, la UE puede y debe ayudar todavía más a suministrar su experiencia en la creación de una comunidad económica en el noreste asiático. 2) En lo referente a las relaciones económicas bilaterales, hay que seguir intensificando la cooperación entre empresas europeas y surcoreanas. Ya funcionan algunas iniciativas de cooperación tecnológica y científica, como el programa de navegación por satélite “Galileo”, pero es de confiar que las expectativas de cooperación sean todavía mayor en el futuro. 3) La Unión Europea debe intensificar los programas de formación de sus empresarios y ejecutivos sobre el aprendizaje de la lengua coreana. Igualmente relevante es la necesidad de familiarizarse con el entorno empresarial coreano para facilitar el acceso de servicios y productos europeos al mercado surcoreano. 4) La Unión Europea y la República de Corea comparten valores comunes en lo que se refiere a la paz, la seguridad internacional, la democracia, el respeto de los derechos humanos y la primacía del Estado de Derecho. Cuando Bruselas comprueba que su presencia puede complementar los proyectos de seguridad regional, como fue la participación europea en la extinguida KEDO, va a participar de buen grado, sumándose a las iniciativas regionales para la resolución pacífica de controversias. 5) Por último, y en cuanto al ámbito cultural y filosófico, Europa tendrá que olvidar su visión euro-céntrica con el objetivo de comprender y asumir, con toda humildad posible, ciertos principios tradicionales de convivencia asiática, como son, por ejemplo, los valores colectivos frente al mero individualismo o la importancia de la armonía social en cuanto elemento integrante de la conciencia colectiva. 4