Sentencia: 01087 Expediente: 08400991-0637-FA Fecha: 07/07/2009 Hora: 2:40:00 PM Emitido por: Tribunal de Familia Extracto 1 Tipo de Extracto: Voto de mayoría Rama derecho: Derecho de Familia Redactor del Texto de Origen: Esquivel Quirós Randall Temas (Descriptores) Subtemas (Restrictores) Adulto mayor Análisis sobre su marco jurídico de protección Improcedente archivo de proceso de insania en aplicación del principio de protección integral Insania Improcedente archivo de proceso en aplicación del principio de protección integral de la persona adulta mayor Voto de mayoría “PRIMERO: Estamos en presencia de su proceso de insania promovido por la Asociación de Atención Integral del Anciano San Cayetano presentado el once de agosto del año dos mil ocho en favor de la señora América Herrera Herrera. Varios familiares de la señora América Herrera, tres hermanos: Auristela, Roberto y Odilón, además de una tía y un primo hermano se apersonaron al proceso, se opusieron solicitando el archivo. La extensa resolución recurrida de las nueve horas del catorce de abril del año dos mil nueve contiene varios pronunciamientos sin embargo dada la taxatividad del recurso de apelación en este tipo de asuntos (doctrina del ordinal 822 del Código Procesal Civil) solamente son objeto de alzada dos extremos: 1) el rechazo de la petición de archivo, y 2) la exclusión de proceso de las personas que se han opuesto. SEGUNDO : Acerca de la oposición y la petición de archivo del expediente. El artículo 821 del Código Procesal Civil establece: "Oposición. Si a la solicitud se opusiere alguien con derecho para hacerlo, se dará por terminado el proceso, y las partes deberán discutir sus pretensiones en la vía que corresponda. Esta norma no es aplicable al proceso sucesorio ni al de divorcio o separación por mutuo consentimiento". Una lectura literal de la norma obligaría que ante la oposición formulada por los recurrentes (ver folios 69 a 72) automáticamente debería darse por terminado el proceso como se ha solicitado reiteradamente, sin embargo es indispensable considerar que esa norma procesal debe ser interpretada: "Ante esta disyuntiva, debe determinarse cuál es el papel del juez intérprete del derecho procesal. El juzgador tiene un rol altamente dinámico en la labor de administración de justicia, pues aún cuando en un momento histórico, que, casualmente, coincide con el surgimiento del recurso de casación, se afirmaban ideas coincidentes con que era la “boca de la ley”, todo esto en Francia, luego de la Revolución Francesa, en nuestros días es absolutamente diáfano que toda disposición legal, por más sencilla que parezca, merece ser interpretada, pues incluso, las que, a primer golpe de vista, parecen claras, suelen despertar las más vehementes argumentaciones. La norma, en sí misma considerada, no tiene vida propia y sólo la adquiere por intermedio del juez, quien, en primer lugar, debe escudriñar su significado. En esa labor, puede descubrir que el mismo podría no ser unívoco, en cuyo caso, se ve en la obligación de escoger alguno de esos diversos sentidos, para dar solución a la controversia que se le presenta. Ahora bien, ha de advertirse, tal escogencia no es arbitraria o antojadiza, pues debe encausarse por las reglas o métodos interpretativos dispuestos al efecto. En lo atinente al Derecho Procesal, el artículo 3 del Código Procesal Civil brinda auxilio sobre la manera en que ha de conducirse el administrador de justicia en estos supuestos. La regla, a la sazón, señala: “Al interpretar la norma procesal, el juez deberá tomar en cuenta que la finalidad de aquella es dar aplicación a las normas de fondo. En caso de duda, podrá acudir a los principios generales del Derecho”. (El destacado no proviene del original). Aún cuando ello no deja del todo resuelta la cuestión, sí se deduce cuál es el papel de las normas adjetivas; servidor o instrumento -y no amo- del derecho sustantivo. Con todo, la interpretación de la norma procesal ha de ser finalista, porque su objetivo es la actuación de las normas sustantivas" (el destacado es del redactor, ver Res: 000550-A-2005.SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las trece horas treinta minutos del cuatro de agosto del dos mil cinco). Del antecedente supracitado se desprende que toda disposición legal tiene que ser interpretada por el Juzgador, aún las que parecer ser como el transcrito ordinal 821, muy claras, entonces debemos preguntarnos cómo interpretar esa norma procesal a la luz del caso concreto, precisamente la respuesta la encontramos en las amplias consideraciones expuestas por los Magistrados de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: "Sobre el marco jurídico de protección a la persona adulta mayor. La protección a la persona adulta mayor es un deber del Estado y de la sociedad, ineludible y de primer orden. Así, el artículo 51 de la Constitución Política dispone: "La familia, como elemento natural y fundamento de la sociedad, tiene derecho a la protección especial del Estado. Igualmente tendrán derecho a esa protección la madre, el niño, el anciano y el enfermo desvalido". (El destacado no corresponde al original). En relación con tal norma, en sentencia número 2001-09676 de las 11:25 horas del 26 de setiembre de 2001, este Tribunal señaló lo siguiente: “En virtud de lo dispuesto en la norma transcrita, queda claro que la protección especial por parte del Estado para esos grupos de personas se constituye en un verdadero derecho fundamental, exigible en las correspondientes dependencias administrativas y tribunales de justicia. Es así, como a partir del concepto del Estado social de Derecho, es posible derivar obligaciones para las autoridades públicas, precisamente en aras a la búsqueda del mayor bienestar de " todos los habitantes del país", dentro de los cuales, el Derecho de la Constitución señala de manera especial a los niños, a las madres, al anciano y personas desvalidas. Es a partir del establecimiento de un de Estado Social, derivable de las disposiciones contenidas en los artículos 50 y siguientes de la Carta Fundamental, que se de manera inmediata se genera la obligada intervención estatal en materia social, en la que ha de obrar en determinado sentido y orientación: a favor de aquellos sectores especiales de la población que, por su condición, así lo requieren; y tal es el caso –sin duda algunade los ancianos, denominados como personas de la tercera edad, o personas adultas mayores.” Este deber de tutela está incluso cobijado en el ámbito supraconstitucional, toda vez que múltiples instrumentos de derecho internacional de los derechos humanos lo contemplan. De esta forma, el numeral 17 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, estipula: "Artículo 17.-Protección de los ancianos. Toda persona tiene derecho a protección especial durante su ancianidad. En tal cometido, los Estados Partes se comprometen a adoptar de manera progresiva las medidas necesarias a fin de llevar este derecho a la práctica y en particular a: a) Proporcionar instalaciones adecuadas, así como alimentación y atención médica especializada a las personas de edad avanzada que carezcan de ella y no se encuentren en condiciones de proporcionársela por sí mismas; b) Ejecutar programas laborales específicos destinados a conceder a los ancianos la posibilidad de realizar una actividad productiva adecuada a sus capacidades respetando su vocación o deseos; c) Estimular la formación de organizaciones sociales destinadas a mejorar la calidad de vida de los ancianos.” Ahora bien, conforme al artículo 48 de la Ley Fundamental, la protección derivada de los derechos humanos no está constreñida a los convenios y tratados formalmente ratificados por Costa Rica convenciones, tratados o acuerdos, formalmente suscritos y aprobados conforme al trámite constitucional mismo (como sucede con el protocolo supracitado), sino que se extiende a cualquier otro instrumento que tenga la naturaleza propia de la protección de los Derechos Humanos, aunque no esté formalmente suscrito ni aprobado conforme al trámite constitucional (sobre el tema ver sentencias números 2007-001682 de las 10:34 horas del 9 de febrero, 2007- 03043 de las 14:54 horas del 7 de marzo y 2007-004276 de las 14:49 horas del 27 de marzo, todas del año pasado). Precisamente, la protección a la persona adulta mayor está cobijada en varios instrumentos internacionales de derechos humanos que no han sufrido el trámite constitucional, los que, de acuerdo con lo explicado, forman parte del parámetro de constitucionalidad y, por ende, resultan aplicables. Entre tales instrumentos destacan el Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento (Resolución de la Asamblea General 37/51 del 3 de diciembre de 1982), que reafirma la convicción de que los derechos fundamentales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se aplican plena e íntegramente a la población adulta mayor, al reconocer que la "calidad de Vida, no es menos importante que la longevidad y que, por consiguiente, las Personas de Edad deben, en la medida de lo posible, disfrutar en el seno de sus propias familias y comunidades, de una vida plena, saludable, segura, satisfactoria y ser estimadas como parte integrante de la Sociedad". Asimismo, la dignidad, el respeto, los cuidados especiales y toda consideración que deben gozar las personas adultas mayores dentro de la sociedad, están avaladas por lo establecido en los Principios de Naciones Unidas en favor de las Personas Adultas Mayores (Resolución de la Asamblea General 46/91 del 16 de diciembre de 1991). Por otro lado, en materia de protección a la persona adulta mayor, también son de aplicación todos aquellos instrumentos internacionales relativos a las personas con discapacidad, toda vez que cierto sector de la tercera edad, como consecuencia de problemas de salud derivados del proceso natural de envejecimiento, puede llegar a sufrir algún grado de discapacidad, ya sea en sus funciones motoras o en las cognoscitivas. Entre tales instrumentos se encuentran la Convención interamericana para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con discapacidad (1999 ya aprobada y ratificada), la “Aplicación del Pacto internacional sobre derechos económicos, sociales y culturales. Observación general 5, personas con discapacidad”, las “Normas uniformes sobre igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad”, así como la “Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad” y su correspondiente Protocolo Facultativo. Estos últimos se encuentran en proceso de ratificación por parte de Costa Rica, pero, conforme a lo explicado supra, ya forman parte del parámetro de control de constitucionalidad. Para los efectos de este hábeas corpus, conviene resaltar que la referida Convención, en su artículo 12 dispone el igual reconocimiento como persona ante la ley de las personas con algún grado de discapacidad. Concretamente, el inciso 3 de ese numeral, establece la obligación de los Estados Partes de adoptar las medidas pertinentes para que las personas con discapacidad tengan acceso al apoyo que puedan necesitar en el ejercicio de su capacidad jurídica. Por su parte, el inciso 4 instituye el deber de los Estados Partes de asegurar que en todas las medidas relativas al ejercicio de la capacidad jurídica, se proporcionen salvaguardias adecuadas y efectivas para impedir los abusos de conformidad con el derecho internacional en materia de derechos humanos. Tales salvaguardias deben asegurar que las medidas relativas al ejercicio de la capacidad jurídica respeten los derechos, la voluntad y las preferencias de la persona, que no haya conflicto de intereses ni influencia indebida, que sean proporcionales y adaptadas a las circunstancias de la persona, que se apliquen en el plazo más corto posible y que estén sujetas a exámenes periódicos por parte de una autoridad o un órgano judicial competente, independiente e imparcial. Las salvaguardias serán proporcionales al grado en que dichas medidas afecten a los derechos e intereses de las personas. Por último, el inciso 5 regula que los Estados Partes tomarán todas las medidas que sean pertinentes y efectivas para garantizar el derecho de las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, a ser propietarias y heredar bienes, controlar sus propios asuntos económicos y tener acceso en igualdad de condiciones a préstamos bancarios, hipotecas y otras modalidades de crédito financiero, y velarán por que las personas con discapacidad no sean privadas de sus bienes de manera arbitraria. En lo que toca al derecho interno, es relevante lo dispuesto por la Ley Integral para la Persona Adulta Mayor, Ley número 7935 de 25 de octubre de 1999, cuyo artículo 1º establece como objetivo garantizarle a las personas adultas mayores igualdad de oportunidades y vida digna en todos los ámbitos, atención integral e interinstitucional por parte de las entidades públicas y privadas, funcionamiento adecuado de los programas y servicios destinados a ellos, y la protección y seguridad social. Atinente a este hábeas corpus, conviene resaltar el derecho del adulto mayor a un hogar sustituto – con el fin de que se vele por sus derechos- si se encuentra en riesgo social (artículo 3 inciso e), así como el derecho de los residentes de establecimientos privados a no ser trasladados ni removidos del establecimiento sin haberlo consentido (artículo 5, inciso e). Asimismo, se debe subrayar que conforme al numeral 15 inciso c de la ley antedicha, las instituciones y organizaciones ejecutoras de la política social, que irremediablemente comprenden a los hogares de ancianos, tienen la obligación de brindarle servicios de asistencia social a las personas adultas mayores carentes de recursos materiales y familiares para atender sus necesidades básicas" ( el destacado es del redactor, ver Res. Nº 2008-14183 .SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las nueve horas y cincuenta y tres minutos del veinticuatro de septiembre del dos mil ocho). La extensa transcripción de la cita se justifica, entre otros motivos, por el carácter vinculante de las consideraciones de los magistrados constitucionales (artículo 13 de la ley de la Jurisdicción Constitucional), además de que se trata de un voto muy reciente y dictado precisamente en un recurso de habeas corpus que si bien es cierto fue declarado sin lugar se promovió a favor de la señora América Herrera Herrera, presunta insana en este asunto. Es evidente que con la abundante normativa de carácter proteccionista de las personas adultas mayores, y ante la disyuntiva de aplicar una norma procesal para dar por terminado el proceso o continuar con la investigación de la situación expuesta, la decisión tiene que inclinarse por buscar la protección integral de la persona adulta mayor, máxime que en este caso ordenar el archivo sería altamente perjudicial para los derechos e intereses de la señora América Herrera quien en pocos meses cumplirá ochenta y nueve años de edad, y que de acuerdo con la pericia médica oficial presenta condiciones especiales de salud que justifican plenamente la existencia de este proceso, sin perjuicio de la decisión final. Por todo lo expuesto, se estima que lo prudente, razonable y oportuno es confirmar el rechazo de la petición de archivo y que continué el proceso.”