los mayores niveles de progreso. ... libertades, la libertad de poseer ... derecho a la propiedad privada) ...

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Año: 36, Junio 1994 No. 794
N. D. Carlos Alberto Montaner nació en La Habana, Cuba, en
1943. Ha sido profesor universitario, corresponsal de prensa y
periodista. Es autor de una decena de libros de ensayos y de
narraciones entre los que destacan: Informe Secreto sobre la
Revolución cubana (1975), 200 años de Gringos (1976), El ojo del
Ciclón (1979), Cuba, Claves Para una Conciencia en Crisis (1984),
Para un Continente Imaginario (1986). Su columna periodística
semanal es reproducida por decenas de periódicos en estados
Unidos, Latinoamérica y España.
¿QUÉ ES EL LIBERALISMO?
Por Carlos Alberto Montaner.
El liberalismo es un modo de entender la
naturaleza humana y una propuesta para
conseguir que las personas alcancen el
más alto nivel de prosperidad potencial
que posean (de acuerdo con los valores,
actitudes y conocimientos que tengan), junto
al mayor grado de libertad posible, en el
seno de una sociedad que ha reducido al
mínimo los inevitables conflictos. Al mismo
tiempo, el liberalismo descansa en dos
actitudes vitales que conforman su talante:
la tolerancia y la confianza en la fuerza de
la razón.
¿En qué ideas se basa el liberalismo?
El liberalismo se basa en cuatro simples
premisas básicas:
Los liberales creen que el Estado ha sido
concebido para el individuo y no a la
inversa. Valoran el ejercicio de la libertad
individual como algo intrínsecamente bueno
y como condición insustituible para alcanzar
los mayores niveles de progreso. Entre esas
libertades, la libertad de poseer bienes (el
derecho a la propiedad privada) les parece
fundamental, puesto que sin ella el individuo
está perpetuamente a merced del Estado.
Por supuesto, los liberales también creen
en la responsabilidad individual. No
puede haber libertad sin responsabilidad.
Los individuos son (o deben ser)
responsables de sus actos, y deben tener en
cuenta las consecuencias de sus decisiones y
los derechos de los demás.
Precisamente para regular los derechos y
deberes del individuo con relación a los
demás,los liberales creen en elEstado de
derecho. Es decir, creen en una sociedad
regulada por leyes neutrales que no le den
ventaja a persona, partido o grupo alguno y
que eviten enérgicamente los privilegios.
Los liberales también creen que la
sociedad debe controlar estrechamente las
actividades de los gobiernos y el
funcionamiento de las instituciones del
Estado.
¿El liberalismo es una ideología?
No. Los liberales tienen ciertas ideas
verificadas por la experiencia sobre cómo y
por qué algunos pueblos alcanzan el mayor
grado de eficiencia y desarrollo, o la mejor
armonía social, pero la esencia de este modo
de entender la política y la economía radica
en no señalar de antemano hacia dónde
queremos que marche la sociedad, sino en
liberar las fuerzas creativas de los grupos
e individuos para que éstos decidan
espontáneamente el curso de la historia.
Los liberales no tienen un plan para
diseñar el destino de la sociedad. Incluso,
les parece muy peligroso que otros tengan
esos planes y se arroguen el derecho de
decidir el camino que todos debemos seguir.
¿Cuáles son las ideas económicas que
sostienen los liberales?
La de mayor calado es la que defiende el
libre mercado en lugar de la planificación
estatal. Ya desde la década de los 20 el
pensador liberal austriaco Ludwig von
Mises demostró cómo en las sociedades
complejas no era posible planificar
centralmente el desarrollo, pues el cálculo
económico no puede hacerse. Señaló con
toda precisión (en contra de las corrientes
socialistas y populistas de la época) cómo
cualquier intento de fijar artificialmente la
cantidad de bienes y servicios que debían
producirse, así como los precios que
deberían
tener,
conduciría
al
desabastecimiento y a la pobreza.
Von Mises demostró que el mercado (la
libre concurrencia en las actividades
económicas de millones de personas que
toman
constantemente
millones
de
decisiones orientadas a satisfacer sus
necesidades de la mejor manera posible),
generaba un orden natural espontáneo
infinitamente más armonioso y creador de
riqueza que el orden artificial de quienes
pretendían planificar y dirigir la actividad
económica. Obviamente, de ahí se deriva
que los liberales, en líneas generales, no
crean en controles de precios y salarios,ni
en los subsidios que privilegian una
actividad económica en detrimento de las
demás.
¿No conduciría el libre juego del
mercado a la pobreza de unos en
beneficio de otros?
En lo absoluto. Cuando las personas,
actuando dentro de las reglas del juego,
buscan su propio bienestar, suelen beneficiar
al conjunto. Otro gran pensador liberal
Joseph Schumpeter, también de la escuela
austríaca, demostró cómo no hay estimulo
más enérgico para la economía que la
actividad incesante de los empresarios y
capitanes de industria que seguían el
impulso de sus propias urgencias
sicológicas y emocionales. Los beneficios
colectivos que se derivan de la ambición
personal eran muy superiores al hecho
también indudable de que se producían
diferencias en el grado de acumulación de
riquezas entre los distintos miembros de una
comunidad. Pero quizás quien mejor
resumió esta situación fue uno de los líderes
chinos de la era posmaoísta, cuando
reconoció, melancólicamente, que «por
evitar que unos cuantos chinos
anduvieran en Rolls Royce, condenamos a
ciento. de millones a desplazarse para
siempre en bicicleta».
Si el papel del Estado no es planificar la
economía ni buscar una sociedad
igualitaria, ¿cuál es su rol principal de
acuerdo con los liberales?
En esencia, el rol fundamental del Estado
debe ser mantener el orden y garantizar
que las leyes se cumplan. La igualdad que
buscan los liberales no es la utopía de que
todos obtengan los mismos resultados, sino
la de que todos tengan las mismas
posibilidades de luchar por obtener los
mejores resultados, Y en ese sentido una
buena educación y una buena salud deben
ser los puntos de partida para poder acceder
a una vida mejor.
¿Cómo debe ser el Estado que
propugnan los liberales?
De la misma manera que los liberales tienen
ciertas ideas sobre la economía, asimismo
postulan una forma de entender el Estado.
Por
supuesto,
los
liberales
son
inequívocamente demócratas y creen en el
gobierno de las mayorías dentro de un
marco jurídico que respete los derechos
inalienables de las minorías. Esa
democracia, para que realmente lo sea, tiene
que ser multipartidista y debe estar
organizada de acuerdo con el principio de la
división de poderes.
Aunque no es una condición indispensable,
los
liberales
prefieren
el
sistema
parlamentario de gobierno, por cuanto suele
reflejar mejor la variedad de la sociedad y es
más flexible para generar cambios de
gobierno cuando se modifican los criterios
de la opinión pública.
Por otra parte, el liberalismo contemporáneo
cuenta con agudas reflexiones sobre cómo
deben ser las constituciones. El premio
Nobel de Economía Friedrich von Hayek es
autor de muy esclarecedores trabajos sobre
este tema. Más recientemente, el también
Premio Nobel de Economía (1991) Ronald
Coase ha añadido valiosos estudios que
explican la relación entre la ley, la propiedad
intelectual y el desarrollo económico.
Bien, esa es la idea sucinta del Estado, pero
¿qué creen los liberales del gobierno, es
decir, del grupo de personas seleccionadas
para administrar el Estado?
Los liberales creen que el gobierno debe ser
reducido, porque la experiencia les ha
enseñado que las burocracias estatales
tienden a crecer parásitamente, o suelen
abusar de los poderes que les confieren y
malgastan los recursos de la sociedad.
Pero el hecho de que un gobierno sea
reducidono quiere decirque debe ser
débil. Debe ser fuerte para hacer cumplir la
ley, para mantener la paz y la concordia
entre los ciudadanos, para proteger a la
nación de amenazas exteriores.
¿Un gobierno de esas características no
estaría abdicando la funciónque se le ha
atribuido
redistribuir
la
riqueza,
terminar con las injusticias y ser el motor
de la economía?
Los liberales piensan que, en la práctica, los
gobiernos real y desgraciadamente no suelen
representar los intereses de toda la sociedad,
sino que acostumbran privilegiar a los
electores que los llevan al poder o a
determinados grupos de presión. Los
liberales, en cierta forma, sospechan de las
intenciones de la clase política y no se hacen
demasiadas ilusiones con relación a la
eficiencia de los gobiernos. Por eso el
liberalismo debe erigirse siempre en un
permanente cuestionador de las tareas de los
servidores públicos, y de ahí que no pueda
evitar ver con gran escepticismo esa función
de redistribuidor de la renta, equiparador de
injusticias o «motor de la economía» que
algunos le asignan.
Otro gran pensador liberal, el Premio Nobel
de Economía James Buchanan, de la escuela
de Public Choice (La Opción Pública),
originada en su cátedra de la Universidad de
Virginia, ha desarrollado una larga reflexión
sobre este tema. En resumen, toda decisión
del
gobierno
conlleva
un
costo
perfectamente
cuantificable,
y
los
ciudadanos tienen el deber y el derecho de
exigir que el gasto público responda a los
intereses de la sociedad y no a los de los
partidos políticos.
¿Quiere eso decir que los liberales no le
asignan al gobierno la responsabilidad de
procurar la implantación de la justicia
social?
Eso lo que quiere decir es que los liberales
prefieren que esa búsqueda descanse en los
esfuerzos de la sociedad civil y se canalice
por vías privadas y no por medio de
gobiernos derrochadores e incompetentes,
los cuales no sufren las consecuencias de la
frecuente irresponsabilidad de los burócratas
o de los políticos electos menos cuidadosos.
En última instancia, no hay ninguna razón
especial que justifique que los gobiernos
necesariamente se dediquen a tareas como
las de transportar personas por las carreteras,
limpiar las calles o vacunar contra el tifus.
Todo eso hay que hacerlo bien y al menor
costo posible, pero seguramente ese tipo de
trabajo se desarrolla con mucha más
eficiencia dentro del sector privado. Cuando
los liberales defienden la primacía de la
propiedad no lo hacen por codicia, sino por
la convicción de que es infinitamente
mejor para los individuos y para el
conjunto de la sociedad.
En inglés la palabra liberal tiene un
significado aparentemente distinto al
liberalismo que aquí se describe. ¿En qué se
diferencia el liberalismo americano de lo
que en Europa o en América Latina se
conoce como liberalismo?
El idioma inglés ha tomado la palabra liberal
del castellano y le ha dado un significado
distinto. En líneas generales puede decirse
que en materia económica el liberalismo
europeo o el latinoamericano no son
bastante
diferentes
del
liberalismo
norteamericano. Es decir, el liberal
americano le suele quitar responsabilidad a
los individuos y asignarlas al Estado. De ahí
el concepto del Estado benefactor o
«welfare» que redistribuye por vía de las
presiones fiscales las riquezas que genera la
sociedad. Para los liberales latinoamericanos
y europeos, como se ha dicho antes, esa no
es una función primordial del Estado,
puesto que lo que suele conseguirse por esta
vía no es un mayor grado de justicia social,
sino
unos
niveles
generalmente
insoportables de corrupción, ineficiencia y
derroche, lo que acaba por empobrecer al
conjunto de la población.
Sin embargo, los liberales europeos y
latinoamericanos si coinciden en un grado
bastante
alto
con
los
liberales
norteamericanos en materia jurídica y en
ciertos temas sociales. Para el liberal
norteamericano, así como para los liberales
de Europa y de América Latina, el respeto
de las garantías individuales y la defensa del
constitucionalismo
son
conquistas
irrenunciables de la humanidad.
¿En qué se diferencia elliberalismo de la
socialdemocracia?
La socialdemocracia pone su acento en la
búsqueda de una sociedad igualitaria y suele
identificar los intereses del Estado con los
de los sectores proletarios o asalariados. El
liberalismo, en cambio, no es clasista y pone
por encima de sus objetivos y valores la
búsqueda de la libertad individual.
¿En qué se diferencian los liberales ylos
conservadores?
Aunque en el análisis económico suele haber
cierta coincidencia entre liberales y
conservadores, ambas corrientes se separan
en lo tocante a las libertades individuales.
Para los conservadores lo más importante es
el orden. Los liberales están dispuestos a
convivir con aquello que no les gusta,
siempre capaces de tolerar respetuosamente
los comportamientos sociales que se alejan
de los criterios de las mayorías. Para los
liberales la tolerancia es la clave de la
convivencia, y la persuasión el elemento
básico para el establecimiento de las
jerarquías. Esa visión no siempre prevalece
entre los conservadores.
¿En qué se diferencian los liberales y
los Democristianos?
Aún cuando la democracia cristiana
moderna no es confesional, entre sus
premisas básicas está la de una cierta
concepción trascendente de los seres
humanos. Los liberales, en cambio, son
totalmente laicos y no entran a juzgar las
creencias religiosas de las personas. Se
puede ser liberal y creyente, liberal y
agnóstico, o liberal y ateo. La religión,
sencillamente, no pertenece al mundo de las
disquisiciones liberales (por lo menos en
nuestros días), aunque sí es esencial para el
liberal respetar profundamente este aspecto
de la naturaleza humana. Por otra parte, los
liberales no suelen compartir con la
democracia cristiana (o por lo menos con
algunas de las tendencias de ese signo)
cierto dirigismo económico al que
normalmente se le llama socialcristianismo.
Liberalismo e Ideología
Por Juan Carlos Valdivia Cano
Aunque el liberalismo es más que una
teoría económica o política, no es, sin
embargo, una ideología. Lo peculiar del
liberalismo es precisamente eso: no se trata
de una ideología sino del moderno afán de
independizarse de todas las ideologías y
hacer del propio punto de vista una
concepción del mundo autónoma y libre. No
hay doctrina liberal; cada liberal reinventa el
liberalismo y lo recrea. El liberalismo no es
una teoría a seguir. «No se vuelve a una
teoría, se hacen otras, hay otras por hacer».
(Deleuze).
El renacimiento es el momento histórico en
el que el hombre occidental toma conciencia
de sí, de su entorno físico y de su cósmica
soledad;
se
autodescubre
como
individualidad con autonomía respecto a
toda autoridad o poder ideológico mental. El
siervo que se fuga del feudo o compra su
libertad al señor se vuelve burgués
independiente, ciudadano libre, al fundar la
ciudad. El liberalismo nace con la
modernidad (Colón y Galileo: a la vez que el
hombre occidental descubre el mundo, gira
la mirada sobre sí mismo. De Descartes a
Freud se dedica a examinar el «yo». De
Nietzsche a nosotros se empieza a sospechar
de él).
Una ideología, religiosa o laica (comunismo,
islamismo, catolicismo, positivismo o
cualquier otro «ismo»), se presenta como un
conjunto doctrinario formalmente coherente,
un tejido sistemático y cerrado de juicios
sobre la realidad. Recibida por revelación o
creada por un líder carismático, intelectual,
político o religioso, es aceptada en bloque
por los seguidores: éstos adoptan un punto
de vista ajeno compartido con un grupo o
comunidad: Iglesia, secta, escuela, partido,
etc.
Toda ideología es un mecanismo de poder
mediante el cual un individuo o grupo
impone
o
trata
de
imponer
sistemáticamente mediante una doctrina o
teoría su concepción a los demás. Con esto
les ahorra la trabajosa tarea de pensar con su
propia cabeza y elaborar su propia
concepción; al costoso precio de aplazar
indefinidamente el descubrimiento de su
peculiaridad individual y la gestación de su
madurez global. Las ideologías promueven
cierta pueril dependencia. El pastor depende
del rebaño, el rebaño del pastor.
EN EL 50 ANIVERSARIO DE SU
PRIMERA EDICION
CAMINO A LA
SERVIDUMBRE
Por F. A. Hayek
«En las democracias la mayoría de la gente
cree todavía que es posible combinar el
socialismo con la libertad. No se dan cuenta
de que el socialismo democrático, la gran
utopía de las últimas generaciones, no
solamente es imposible de alcanzar, sino que
los esfuerzos que se hagan por lograrlo
llevan a algo completamente distinto: a la
destrucción de la libertad misma».
«La planificación económica lleva a la
dictadura por ser ésta eficaz instrumento de
coerción y, como tal, indispensable para el
establecimiento de una planificación central
en gran escala».
Camino a la Servidumbre es un mensaje de
alerta a quienes, como tantos jóvenes e
intelectuales bien intencionados, creen en la
promesa socialista sin analizar hasta las
últimas consecuencias el resultado de
intentar hacer el bien a través de la
intervención del Estado en la Economía.
El Centro de Estudios Económico-Sociales,
CEES, fue fundado en 1959. Es una entidad
privada, cultural y académica , cuyos fines
son sin afan de lucro, apoliticos y no
religiosos. Con sus publicaciones contribuye
al estudio de los problemas económicosociales y de sus soluciones, y a difundir la
filosofia de la libertad.
Apto. Postal 652, Guatemala, Guatemala
correo electrónico: [email protected]
http://www.cees.org.gt
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