Paul Lokken, canadiense, es profesor asistente en Bryant College

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VII CONGRESO CENTROAMERICANO DE HISTORIA
Universidad Nacional Autónoma de Honduras
Tegucigalpa, 19 al 23 de julio de 2004
El Oriente africano de Guatemala en el siglo XVII
PAUL LOKKEN
Bryant College
Empiezo con un ejemplo. En el mes de abril de 1671, seis hombres del pueblo de San
Cristóbal Jutiapa, cabecera hoy día del departamento oriental del mismo nombre en la actual
república de Guatemala, le pidieron al obispo del diócesis de Guatemala y Verapaz, Doctor don
Juan de Santo Matías Sáenz de Mañozca y Murillo, permiso para fundar una cofradía dedicada al
San Antonio de Padua en la iglesia parroquial de su pueblo. La petición fue aprobada
rápidamente por el obispo y parece que de ahí en adelante la cofradía floreció. Siete años más
tarde, los cofrades le enviaron otra carta al obispo en Santiago de Guatemala, pidiéndole permiso
para recoger fondos para erigir un retablo en la iglesia. Otra vez, consiguieron pronto el apoyo
del obispo para su proyecto.1
Los seis fundadores de la nueva, y evidentemente dinámica, cofradía en Jutiapa fueron
todos identificados como “mulatos libres”, la segunda palabra de la etiqueta dándonos una clara
indicación de su descendencia en parte de esclavos africanos. De acuerdo con otra evidencia,
esos mulatos libres formaron el elemento más numeroso de la población no indígena de Jutiapa
en las últimas décadas del siglo XVII. Datos de un censo más o menos contemporáneo nos
informan que en el pueblo vivían cien familias indígenas, la mayoría tal vez de origen xinca, con
otros treinta indígenas viudos o solteros, más cuatro familias españoles y “dose de mulattos y
mesttisos”.2 A la vez, una muestra sacada de las informaciones matrimoniales resguardadas en el
Archivo Histórico Arquidiocesano “Francisco de Paula García Peláez” en Guatemala indica que
1
Peticiones al obispo de Guatemala y Verapaz, 22 de abril de 1671 y 7 de enero de 1678, Archivo Histórico
Arquidiocesano “Francisco de Paula García Peláez” (en adelante AHA), A4.14, T2 108:71, T2 109:47.
2
Razón de las ciudades, villas y lugares, vecindarios y tributarios de que se componen las Provincias del Distrito de
este Audiencia , 1682, Archivo General de Indias (en adelante AGI), Contaduría 815; fol.70v. En cuanta a los
orígenes xinca del pueblo, ver Margarita Ramírez Vargas, “El Corregimiento de Chiquimula de la Sierra”, en
Dominación española, desde la Conquista hasta 1700, ed. Ernesto Chinchilla Aguilar, vol. 2 en Historia General de
Guatemala, ed. Jorge Luján Muñoz (Guatemala: Asociación de Amigos del País, 1994), 2:612; William R. Fowler,
Jr., “Escuintla y Guazacapán”, en Historia general, 2:588-590.
la mayoría de las últimas doce familias mencionadas constaba de mulatos.3 Entre los 22
prometidos que aparecen en 11 diligencias matrimoniales mandados de Jutiapa al obispo en
Santiago en 1691, 1701 y 1711, sólo tres son definidos como mestizos o mestizas, pero 14 como
mulatos o mulatas libres, más una esclava mulata.4
Algunas de las familias mulatas en Jutiapa no sólo tenían raíces profundas ya en la
comunidad y alrededores, pero gozaban también de estatus social no muy bajo. Sebastián de
Godoy, uno de los fundadores de la cofradía arriba mencionada, y su mayordomo en 1678, era
dueño de por lo menos dos caballerías de tierra en el cercano valle de Achuapa, donde su padre,
Lorenzo, ya se había asentado antes de 1610, y hizo en 1631 una composición de tierra para
sostener sus derechos a la propiedad. Sebastián y su hijo, Jacinto, aparecen en varias fuentes
producidas en o cerca de Jutiapa para finales del siglo XVII, en la capacidad, por ejemplo, de
testigos, y también como defensores de la tierra adquirida por Lorenzo. Al parecer, la última
actividad fue provechosa, dado que Jacinto estaba luchando en 1723 para controlar no menos de
seis caballerías.5
Esta ponencia se trata de la historia en el siglo XVII de los Godoy y los otros mulatos
libres del Oriente guatemalteco, y también de sus antepasados y parientes africanos. El Oriente
abarca aquí, más o menos, los actuales departamentos guatemaltecos de Santa Rosa, Jalapa,
Jutiapa y Chiquimula. Se utilizan tanto el censo como la muestra de informaciones
matrimoniales ya mencionados, más las observaciones del cronista Francisco Antonio de Fuentes
Los documentos están en el AHA bajo el ramo A4.16, “Informaciones Matrimoniales”. La muestra también
incluye los años 1671 y 1681, pero ninguna diligencia de Jutiapa apareció para esos años. Se proporciona
información sobre localización de matrimonios y nombres, aunque no sobre las etiquetas empleadas, en José
Fernando Mazariegos Anleu, Índice General de Informaciones Matrimoniales en Guatemala, 1614-1900, libro 1,
tomo 1 (Guatemala: AHA, 1999). Ver también nota 36.
4
AHA, A4.16, T5 106:2, 43, 60 y T5 107:212, 226 (1691); A4.16, T6 105:2372, 2407 (1701); A4.16, T6 105:2389,
T7 104:4033, T7 103:4078, 4083 (1711). Las diligencias matrimoniales archivadas en el AHA son fuentes claves
para examinar la historia de la población no indígena, dado que los tributarios indígenas raras veces aparecen en las
diligencias enviadas al obispo de Santiago, a causa en parte de su exención de una ley eclesiástica que requería
prueba de que los futuros cónyuges no eran parientes cercanos. Sus matrimonios parecen haber sido escrutados más
allá de los niveles parroquiales sólo en los casos en que se casaban fuera de sus propios rangos, o más allá de los
confines de la comunidad de origen. En relación con los detalles de la información solicitada a los futuros cónyuges
y a los testigos, véanse Antonio de Remesal, Historia general de las Indias Occidentales y particular de la
gobernación de Chiapa y Guatemala, 2 vols. (Mexico: Editorial Porrúa, 1988), 2:346; Pedro de Contreras Gallardo,
Manual de administrar los sanctos sacramentos a los Españoles, y naturales desta Nueua España conforme à la
reforma de Paulo V. Pont. Max. (Mexico: Ioan Ruyz, 1638), 64-72; Susan Migden Socolow, The Women of
Colonial Latin America (Cambridge: Cambridge University Press, 2000), 11.
5
AHA, A4.14, T2 108:71 (1671), T2 109:47 (1678); A4.16, T5 1.22:39 (1676-1678), T4 105:386 (1681), T5 106:43
(1691); Archivo General de Centro América (en adelante AGCA), Tierras, leg.5969, ex.52407 (1690). Se explica la
composición de tierra en Murdo J. MacLeod, Historia socio-económica de la América Central Española, 15201720, trad. Irene Piedra Santa, 2da. edición (Guatemala: Editorial Piedra Santa, 1990), 187-188.
3
2
y Guzmán,6 para hacer algunos tentativos cálculos demográficos del tamaño de la población de
ascendencia africana en ese territorio. Además, se examina algo de la vida cotidiana de esa gente
con ayuda de una variedad de documentos. Se hace hincapié en el significado central del siglo
XVII para entender la trayectoria histórica de la presencia africana en Guatemala, una trayectoria
cada vez más incorporada en estudios por historiadores como Christopher Lutz y Lowell
Gudmundson, quienes habían empezado a interrogar las grandes narrativas guatemaltecas de
lucha entre o español e indígena o Maya y ladino.7 El ejemplo de Jutiapa nos señala que sería
equivocación contar con cualquier dicotomía en explicar la sociedad que existía en Guatemala un
siglo y medio después de la llegada de los españoles.
Ahora se sabe que, como en los centros más importantes del imperio español en América,
Nueva España y Perú, la importación de miles de africanos como mano de obra esclavizada antes
de 1640 introdujo un tercer elemento significativo en la sociedad colonial guatemalteca.8 Al
parecer, no muchos africanos llegaron al actual territorio de Guatemala antes de 1587, pero en el
período 1595-1640, cuando asentistas portugueses y otros llevaron a casi 270,000 africanos a los
dominios americanos de España, varios navíos llegaron a los puertos hondureños y a Santo
Tomás de Castilla, llenos de esclavos para vender.9 Se concentraban a esos esclavos durante el
siglo XVII en los domicilios españoles de Santiago de Guatemala, y también en los ingenios y
trapiches de azúcar, localizadas sobre todo cerca al lago de Amatitlán, de los cuales por lo menos
6
Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, Recordación florida: discurso historial y demostración natural,
material, militar, y política del reyno de Guatemala, 3 vols., Biblioteca “Goathemala” 6-8 (Guatemala: Sociedad de
Geografía e Historia, 1932-1933).
7
Ver, por ejemplo, Christopher H. Lutz, “Evolución Demográfica de la Población No Indígena”, en Historia
general de Guatemala, 2:249-250; Lowell Gudmundson, “Firewater, Desire, and the Militiamen’s Christmas Eve in
San Gerónimo, Baja Verapaz, 1892”, Hispanic American Historical Review 84:2 (2004): 246-250; y el sitio del
congreso titulado “Between Race and Place: Blacks and Blackness in Central America and the Mainland
Caribbean”, que tendrá lugar en Tulane University en el mes de noviembre de 2004, en
http://www.tulane.edu/~jwolfe/rp/index.html.
8
Gonzalo Aguirre Beltrán, La población negra de México, 1519-1810 (México: Ediciones Fuente Cultural, 1946);
Colin A. Palmer, Slaves of the White God: Blacks in Mexico, 1570-1650 (Cambridge, Mass.: Harvard University
Press, 1976); Frederick P. Bowser, The African Slave in Colonial Peru, 1524-1650 (Stanford: Stanford University
Press, 1974); Christopher H. Lutz, Santiago de Guatemala, 1541-1773: City, Caste, and the Colonial Experience
(Norman, Okla.: University of Oklahoma Press, 1994).
9
AGCA, A3.5, leg.67, exp.1291 (1613); A1.20, leg.4553, exp.38611 (1614); A1.56, leg.5356, exp.45251 (1622);
Lutz, Santiago, 84-86; Robinson A. Herrera, Natives, Europeans, and Africans in Sixteenth-Century Santiago de
Guatemala (Austin, Tex.: University of Texas Press, 2003), 112-119; Enriqueta Vila Vilar, Hispanoamérica y el
comercio de esclavos: los asientos portugueses (Seville: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, 1977), 197-211; David Eltis, ‘The Volume and Structure of the
Transatlantic Slave Trade: A Reassessment’, William and Mary Quarterly, 3d. series, 58:1 (2001), 24, 45.
3
cinco llegaron a emplear más de cien esclavos de descendencia africana. Varios historiadores
han examinado esta presencia africana, aunque todavía no se entiende muy bien la historia
consiguiente de esas tan densas concentraciones de inmigrantes africanos, ni las implicaciones de
su presencia para las historias locales del mestizaje.10
La historia temprana de esclavos africanos en el Oriente es mucho menos conocida,
debido en parte a la falta de fuentes. Pero se sabe que los vecinos de Guatemala ya empezaron a
llevar a sus esclavos negros a sus estancias y obrajes en los distritos de Guazacapán y
Chiquimula de la Sierra en el siglo XVI.11 En los setenta de ese siglo, por ejemplo, Juan
Maldonado de Guzmán empleaban a varios esclavos africanos, entre ellos por lo menos dos
“negros vaqueros”, en las diversas propiedades que tenía en los alrededores de Atiquipaque,
cerca de la costa del Pacífico en Guazacapán. Al mismo tiempo, los esclavos negros Luis
Mangaña y Juan Bañol trabajaban en un “labor de panllevar” localizado cerca de Jalapa, cuyos
dueños eran Juan Orozco de Ayala y doña Catalina Hurtado. Hasta los curas de las dos
comunidades tenían varios esclavos ya en este tiempo, y la presencia de negros en los ochenta en
Jalpatagua y otros lugares en camino de Santiago a San Salvador no le sorprendió a Fray Alonso
Ponce.12 Tal evidencia, aunque limitada, nos deja con el sospecho que el número de esclavos
africanos y sus descendientes en el territorio de Guatemala actual en el siglo XVI sobrepasó al
número sugerida por las cifras ofrecidas en el trabajo de Robinson Herrera.13
En documentación de los principios del siglo XVII, la evidencia del empleo de la mano
de obra esclavizada en el campo del Oriente multiplica. Por ejemplo, aunque no había mucha
Lutz, Santiago, capítulo 4; Pilar Hernández Aparicio, “Problemas socioeconómicos en el valle de Guatemala
(1670-1680),” Revista de Indias 37:149-150 (1977): 612-617, 636-637; J.C. Pinto Soria, El valle central de
Guatemala (1524-1821): un análisis acerca del origen histórico-económico del regionalismo en Centroamérica,
Colección Estudios Universitarios 31 (Guatemala: Editorial Universitaria, 1988), 22-32, 37-38; Jorge Luján Muñoz,
Agricultura, mercado, y sociedad en el corregimiento del valle de Guatemala (Guatemala, 1988), 75-82; Beatriz
Palomo de Lewin, “La esclavitud negra en Guatemala durante los siglos XVI y XVII”, en Historia General de
Guatemala, 2:278-281; Milagros Ciudad Suárez, Los dominicos, un grupo de poder en Chiapas y Guatemala, siglos
XVI y XVII (Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1996), 264.
11
Estos dos distritos abarcaban más o menos el territorio de los cuatro actuales departamentos arriba mencionados.
12
Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España: Relación breve y
verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al padre fray Alonso Ponce en las provincias de la Nueva
España siendo comisario general de aquellas partes, 2 vols., ed. Josefina García Quintana y Víctor M. Castillo
Farreras (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1993), 1:199, 248, 250; Juan José Falla, Extractos
de escrituras públicas, años 1567 a 1648, Archivo General de Centro América, vol. 1 (Guatemala: Editorial Amigos
del País, 1994), 164, 169, 173, 191-192.
13
Herrera halló evidencia de sólo 249 esclavos en ventas que ocurrieron en Santiago entre 1544-1587. Por
supuesto, las ventas no necesariamente incluyeron a todos los esclavos residentes en o alrededor de la capital. Véase
Herrera, Natives, 113.
10
4
producción de azúcar para el mercado en el territorio este del valle de las Mesas, sí existía por lo
menos un ingenio en los alrededores del Cerro Redondo. En 1604, diez esclavos trabajaban en
ese ingenio, lo cual perteneció entonces a Nuño Sáez Marroquín. Es de interés notar que, siete
años más tarde, en 1611, cuatro de los esclavos de Sáez fueron capturados en un asalto contra
una comunidad de cimarrones localizada en la costa de Zapotitlán, una circunstancia que sin
duda revela algo de la actitud de esos esclavos con respecto a su estado.14
Algunos labores de trigo del Oriente también utilizaban a esclavos africanos, como ya
hemos visto, a pesar de su asociación con la mano de obra indígena distribuido en repartimiento.
En 1610, Pedro Gómez, residente en el valle de Mataquescuintla, empleaba a diez esclavos en tal
empresa.15 Mientras tanto, varios esclavos trabajaban en los obrajes de añil, de los cuales había
como sesenta en la costa de Guazacapán en el año de 1620, aunque era costoso utilizarlos debido
a la falta de trabajo fuera de los tres meses, a lo más, de la cosecha. Sin embargo, los
propietarios más ricos, por lo menos, tenían a unos pocos esclavos para hacer varias tareas fuera
de la estación breve de la cosecha y también para supervisar a los numerosos trabajadores
indígenas que los añileros utilizaron ilícitamente durante los meses de la cosecha.16 Así, doña
Isabel de Molina, a quien perteneció un obraje ubicada cerca de Jalpatagua, les dejó a sus
herederos a cuatro esclavos en su testamento en 1597. Santos López, dueño de dos obrajes
situados en el territorio entre Sinacantán y Nestiquipaque, hizo lo mismo en 1619.17
El ejemplo de los curas de Atiquipaque y Jalapa, dado arriba, nos muestra que los
esclavos africanos se hallaron no sólo en las empresas agrícolas. En Chiquimula, por ejemplo,
un tratante portugués llamado Miguel González era dueño de un esclavo cuando se murió en
1605.18 El mismo año, Pantaleón de Herrera se halló endeudado como resulto de un proyecto de
construir una fragata en el Río Los Esclavos entre 1602 y 1604, y sus cuentas revelan los varios
gastos incurridos en la manutención de sus tres esclavos y dos esclavas. Aún se incluye un pago
de seis tostones al fraile Domingo de Rosales en el 22 de febrero de 1604 para que se celebrara
seis misas para “los negros que andavan huydos”. Personas libres de ascendencia africana
aparecen en las cuentas también, entre otros el negro carpintero Francisco Jorge, el mulato
14
Memorial de los negros que habían en la costa poblados, n.d., en Autos del servicio que hizo el capitán Juan Ruiz
de Avilés a su costa y minción de la conquista y pacificación de los negros alzados que estaban en la barra y
montañas de Tulate, 1611-26 AGI, Guatemala, 67, fol.38; Falla, Extractos, 1:77.
15
Falla, Extractos, 1:504.
16
MacLeod, Historia socio-económica, 154-163, Palomo de Lewin, “La esclavitud negra”, 278.
17
AGCA, A1.43, leg.4820, ex.41532 (1600); A1.43, leg.4877, ex.41805 (1625).
18
Falla, Extractos, 1:88.
5
arriero Baltasar García, y una negra del pueblo de Guazacapán quien una vez lavó la ropa blanca
de Herrera.19
La gente de ascendencia africana que tuvo el impacto más impresionante en la sociedad
del Oriente en este tiempo, sin embargo, eran los vaqueros negros y mulatos, tantos esclavos
como libres. Vimos arriba que unos vaqueros esclavos trabajaban en las estancias de
Guazacapán ya en los setenta del siglo XVI, y para finales de ese siglo tanto las actividades
como las habilidades de esos vaqueros les habían empezado a preocupar a los funcionarios
reales. Primero, el abastecimiento seguro de carne a la capital y otras ciudades parecía
amenazado en los últimos años del siglo por el descuido hacia el ganado mayor de los vaqueros,
cuya práctica de “dejarretar” producía la matanza indiscriminada de los animales en el campo.
En segundo lugar, el hecho que los vaqueros eran en la mayoría o esclavos o castas libres
presentó el problema de una gente rural no española que podía utilizar tanto caballos como armas
blancas según la manera de soldados.20
En 1599, el Audiencia prohibió la matanza ilícita de ganado mayor en una cédula
prescribiendo la pena de cien azotes para cualquier delincuente no indígena “fueze negro, mulato
o mestizo”, y otros doscientos azotes más cinco años de servicio real en caso de que algún
desgraciado ofendiera dos veces contra la ley.21 Seis años más tarde, después de varias
indagaciones, otra cédula salió en la cual se prohibió “que ningun negro ni mulato libre no pueda
andar a cavallo ni en yegua so pena de duçientos açotes y de diez años de galeras”.22 Al parecer,
el Audiencia se había convencida de la criminalidad innata de los vaqueros de ascendencia
africana específicamente, y por lo menos uno de los hombres aprehendidos como consecuencia
de las pesquisas entendió muy bien como pensaban sus perseguidores. Diego Velásquez, un
cazador “de color mulato” de la costa, se defendió contra acusaciones hechas por el cura Hernán
Mendes con la estrategia de decir “aunque soy mulato despues de mas de diez años a esta parte
no e dejarretado ni tal se me a bisto dejarretar”.23
Ni el apoyo de un testigo español no pudo salvar a Velásquez, sin embargo, y llegó a ser
en el mes de diciembre de 1605 uno de las diez personas culpadas de dejarretar en Guazacapán
19
AGCA, A1.15, leg.4090, ex.32446 (1605).
MacLeod, Historia socio-económica, 177-179.
21
Real cédula de 8 de mayo de 1599, AGCA, A1.23, leg.4588, ex. 39541, fol. 94v.
22
La Corona al Audiencia de Guatemala, 22 de diciembre de 1605, AGCA, A1.23, leg.1514, fols.77-77v. Véase
también don Manuel de Ungría Girón a la Corona, 20 March 1605, AGI, Guatemala, 12, R.2, N.12 (formato
digitalizado).
23
AGCA, A1.15, leg.4092, ex.32461, fol.30.
20
6
por el funcionario Antonio de Leiba. Seis de los diez fueron identificados como negros o
mulatos, incluyendo Velásquez, su hijo, Baltasar, un mulato libre llamado Andrés Carrera, y tres
empleos de un obraje costero perteneciente a don Gaspar Benito de Moraga Monroy. Los
últimos tres, un criado mulato, Jusepe, y dos esclavos negros, Agustín y Matías, fueron
condenados juntos con su amo por el delito de matar sin licencia el ganado mayor de sus
vecinos.24 Nadie, por supuesto, deploró la “criminalidad” de toda la gente española como
consecuencia del caso contra Moraga, aunque sin duda instigó las actividades ilícitas de sus
trabajadores.
Hay que decir, sin embargo, que el Audiencia tenía razón en temer a la gente de
ascendencia africana de la costa de Guazacapán, en particular a los muchos vaqueros negros y
mulatos. La indagación de Leiba, y otras producidas en los primeros años del siglo XVII,
revelan claramente que tanto los esclavos como las personas libres de orígenes africanos
residentes en la costa experimentaron una vida con pocas restricciones (y por eso sin mucho
miedo a las autoridades) a causa no sólo de la lejanía del territorio de Santiago pero también del
valor de sus habilidades para sus amos. En 1600, por ejemplo, Alonso Diego de Villegas Carasa,
juez de comisión “en lo tocante a la dexarretadera” persiguió sin éxito a un mulato llamado
Antón de Chaves por su desenvolvimiento en una operación ilícita de matar ganado mayor para
sacar y vender el sebo procedente. La operación fue establecida en la estancia de Alonso de
Becerra Brizuela, localizada cerca de Taxisco y cuya mayordomo era el mismo Chaves. De
acuerdo con varios testigos, “en el asiento llamado la caiba de mayorgua” el mayordomo y otros
“quince o diez y seis personas mulatos e indios todos vaqueros” habían “hecha una choza a
manera de hombres fuxitivos” y, cerca de allá, “en unos palos que estavan puestos en un monte
se abia puesto a secar cantidad de sevo”. Lo peor de todo eso para Villegas fue el hecho que el
sitio evidentemente servía como refugio para “todos los delinquentes y dejarretadores y negros
cimarrones que andan por esta costa”.25
Al parecer, los esfuerzos de las autoridades para acabar con la amenaza representada por
los “dejarretadores” tuvieron muy poco efecto. De acuerdo con una queja lanchada en 1607 por
doña Beatriz de las Barillas, dueña de una estancia grande ubicada en territorio entre el Río Los
Esclavos y el Río Paz, una notoria pandilla de forajidos que constaba de los empleos de su
24
25
AGCA, A1.15, leg.4092, ex.32461, fol.35.
AGCA, A1.43, leg.4820, ex.41525 (1601).
7
vecino, el estanciero Luis Aceituno de Guzmán, había matado una inmensa cantidad de ganado
mayor, no sólo en su propiedad pero por todas partes de la costa, precisamente en 1605, el año en
que el funcionario Leiba gastó varios meses en investigar el problema. Otra vez, se decía que el
cabecilla de los delincuentes era un mulato mayordomo, en este caso un tal Melchor Velásquez.
Cinco de los siete supuestos cómplices de Velásquez fueron también identificados por sus
orígenes africanos, entre ellos un esclavo negro llamado Domingo, el “moreno libre” Francisco
Dongolín, y tres mulatos. Hasta el hombre que compró el sebo contrabando a la pandilla en la
villa de Sonsonate, Pedro López, fue descrito como “mulato vecino”.26
Los ejemplos presentados arriba nos sugieren algo del significado de la presencia africana
en la costa de Guazacapán para los principios del siglo XVII. Desafortunadamente, es difícil
decir mucho cerca del tamaño demográfico de esta presencia en ese tiempo, aunque los extractos
de protocolos del AGCA editados por Juan José Falla, y utilizados arriba, indican que un estudio
cuidadoso de tales documentos, semejante a lo cual Herrera hizo para Santiago para el siglo XVI,
dejaría que se dibuje un retrato más fino que éste. Sin embargo, en la ausencia de documentos
como los datos del censo de 1683 y las informaciones matrimoniales que existen para las últimas
décadas del siglo XVII, examinados abajo en más detalle, no es posible empezar a dar cualquier
forma de cifras para la población no indígena en el Oriente en la época anterior. Sólo se puede
decir que esa población tenía que ser muy pequeña en relación con las de los pipiles, los xincas,
y los mayas de orígenes chortí y pokomam que dominaban demográficamente el territorio, aún
después del “declive catastrófico” en sus números a través del siglo XVI.27 Como veremos
abajo, el censo de 1683 indica que en aquel entonces el número de “indios tributarios” residentes
en los distritos de Chiquimula y Guazacapán probablemente superaba al número de la demás
gente en factor, por lo menos, de siete u ocho veces.
El significado de los inmigrantes africanos y de sus descendientes en el siglo XVII no
constaba sólo en el tamaño pequeño de su presencia, por supuesto. Como ya hemos visto tanto
en el ejemplo de los cofrades de Jutiapa como en la historia de los vaqueros de la costa, la gente
de orígenes africanos era un elemento clave en el surgimiento de una población no indígena
26
AGCA, A1.15, leg.4092, ex.32462 (1607). ¡Una gran ironía es el hecho que Velásquez se había quejado a Leiba
en 1605 de un mestizo llamado Diego Recinos, vecino de Taxisco, quien supuestamente había tenido la temeridad
de matar “cantidad de ganado” en la hacienda de Aceituno! Ver AGCA, A1.15, leg.4092, ex.32461, fol. 1.
27
Ver Fowler, “Escuintla y Guazacapán”, 590-592.
8
(llamada eventualmente “ladina”) que llegaría a través del tiempo a dominar la vida política y
socioeconómica del Oriente. Ahora examinamos en más detalle tanto la distribución geográfica
como la vida social de esa gente para finales del siglo XVII. Espero que este esfuerzo también
saque a la luz otras pistas relacionadas a la trayectoria anterior de esta población.
Se supondría en base de la evidencia presentada arriba que demográficamente la
presencia africana pesara más en el territorio cercano a la costa del océano pacífico que en el
terreno elevado del interior del Oriente, cerca de pueblos como Jalapa o Chiquimula de la Sierra
(llamado así en ese tiempo para distinguirlo de Chiquimula de la Costa, hoy día Chiquimulilla en
Guazacapán). Ya se mostró, sin embargo, que en las últimas décadas del siglo XVII la gran
mayoría de gente no indígena en Jutiapa, un pueblo localizado en la parte sur del corregimiento
colonial de Chiquimula, era mulata, de acuerdo con los datos sacados de informaciones
matrimoniales. De hecho, los datos sugieren que Guazacapán y Chiquimula se parecían mucho
con respecto tanto al peso demográfico de sus residentes no indígenas como en la proporción de
esos residentes que constaba de gente definida por su ascendencia africana.
Primero, parece que la población de indígenas tributarios en cada distrito alcanzó una
cifra de 9-10,000 personas en o alrededor de 1680, y que el pueblo con el más grande número de
habitantes tributarios en cada distrito era la cabecera. Se decía que el pueblo de Guazacapán
tenía por lo menos a 623 familias tributarias, y que el pueblo de Chiquimula tenía a 454, más 80
personas o solteras o viudas. Pero ambos comunidades ya tenía a mucha gente no indígena
también. El corregidor de Chiquimula, don Joseph de Santiago, dijo que había “sesentta familias
de Españoles y quarenta y ttres familias de mulattos y mesttisos” en la cabecera de ese distrito.
Mientras tanto, Fuentes y Guzmán nos dice simplemente que los tributarios de Guazacapán
tenían que compartir su pueblo con “muchos españoles, mulatos, y mestizos”.28
Lástimamente, el alcalde mayor de Guazacapán en 1683, don Pedro Herrán de Montalvo,
no se esforzó para nada en contar a la gente no tributaria de su distrito (¡afortunadamente para
ellos, sin duda, si no para nosotros!). Sin embargo, nos dejó algunas pistas de la naturaleza y
distribución geográfica de esa gente. Dijo que había “Dos Çittios con ttitulos de pueblos y en
ellos ai algunas Casas o poblasiones que el uno se nombra attiquipaque en estte viben algunos
Yndios que se llaman Lauorios [laboríos] y mulattos Sin que aia ttributtario alguno ... y El ottro
“Razón,” AGI, Contaduría 815, fols. 31-31v, 70; Fuentes y Guzmán, Recordación florida, 2:139, 152. Lutz ha
examinado las mismas cifras en “Evolución”, 256-257.
28
9
Se nombra Jalpattagua en el qual ttanpoco ai Yndio alguno que pague d[ic]ho ttributo”. Añadió
que “aunque ai Diferentes hasiendas de Campo por ttoda Ella y las mas son de Españoles Los
quales vnos viben En ellas y ottros en la Ciudad de Guatthemala y algunas ai de mulattos
ttambien ... no es façil Conprehender ni nottiçiarse que Suma o Canttidad puede haver en
d[ic]has hasiendas de Campo”. Contarlos era demasiado trabajo, se quejó, porque los españoles
gastaron mucho tiempo en la capital mientras “los mulattos y demas Genero de que se
Componen es jentte que pocas beses ttiene asistençia fija porque siempre andan bagando de una
jurisdiçion en ottra”.29
El mejor dato que el alcalde mayor nos provee sugiere así que “los mulatos y demás
género” de gente no española dominaba demográficamente a la población no indígena en el
distrito de Guazacapán como que esa gente fue todavía identificada con clara referencia a sus
orígenes africanos, y así considerada distinta de gente definida como “mestiza”. Había tres
compañías de milicianos en el distrito, dijo el alcalde mayor, “La una de Españoles y mesttisos
que se hallo ttener hastta sientto y Çinquentta hombres Con poca diferençia y las dos de mulattos
y jentte parda Se hallo que ttubieron hastta Canttidad de ottros Dosienttos Y Çinquentta hombres
que por ttodos hasen quattrosienttos’.30 Vemos aquí que los descendientes libres de esclavos
africanos eran obviamente reputados por bajo de la otra gente no tributaria.31 Sin embargo, el
hecho que la gente libre de ascendencia africana llenaban ahora las filas milicianas en
Guazacapán, una situación que sin duda no habrían creído los funcionarios reales que se
esforzaron para acabar con el peligro representado por los vaqueros forajidos de la costa menos
de un siglo antes, nos señala algo de la trayectoria histórica de esa gente en el siglo XVII.
Se puede multiplicar por tres o cuatro veces el número de milicianos dado por Herrán
para llegar a una aproximación del tamaño de la población no-indígena en Guazacapán en los
ochenta del siglo XVII. La cifra más baja, 1,200, iguala la cual Fuentes y Guzmán derivó para
Chiquimula en la misma época, en su aseveración que vivían en ese corregimiento “más de
trescientos vecinos ladinos, que entre españoles, mestizos y mulatos se agregan á este número, el
“Razón,” AGI, Contaduría 815, fols. 32-32v.
Ibid., fol. 32v.
31
Exceptuando a los dichos “indios laboríos”, quienes no pagaron el tributo indígena aunque sí un tributo alternativo
llamado el “laborío”, lo cual debían también los negros y mulatos libres, pero no los mestizos. Véanse Lutz,
Santiago, 253-254, “Evolución”, 255; Paul Lokken, “Undoing Racial Hierarchy: Mulatos and Militia Service in
Colonial Guatemala,” SECOLAS Annals 31 (November 1999), 25-36.
29
30
10
de mil y doscientos en sus familias”.32 Hay que recordar aquí, por supuesto, que tanto las cifras
proveído en la Razón de 1683 como las de Fuentes y Guzmán son lejos de ser indudablemente
confiables, y que es una ilusión imaginar que se puede establecer con cualquier exactitud cifras
demográficas para la época. Digo, sin embargo, que es posible, con cuidadoso estudio de la
evidencia, lograr un mejor entendimiento tanto de las tendencias demográficas de la sociedad
como de las relaciones sociales entre los varios grupos que constaron esa sociedad.
Son las informaciones matrimoniales que amplifican el retrato demográfico que ha
empezado a salir de la evidencia ya citada. En estos documentos se pone más claro el
significado de la inmigración africana al Oriente, siempre y cuando recordemos que en el siglo
XVII les interesaba todavía a las autoridades identificar con claridad a la gente de ascendencia
africana para que se les cobrara el tributo de laborío, y también para diferenciarla de los indios
laboríos, quienes pagaron el mismo tributo pero cuya obligación tributaria fue más bajo.33 Al
mismo tiempo, se había empezado a organizar a los descendientes libres de africanos en
compañías segregadas de milicia ya en los cuarenta del siglo, con las de Chiquimula enviado al
Golfo Dulce en varias ocasiones durante esa década para defender el reino de diversos corsarios
extranjeros como el notorio Dieguillo, “El Mulato”.34 Así, existían a la vez una motivación, por
lo menos económica, para escapar de la categoría de “mulato libre”, y otra, derivada de la
experiencia del servicio militar específicamente en compañías de gente parda, que impulsaba la
actividad colectiva por parte de una población definida precisamente por su ascendencia
africana.35 Mientras no es posible reclamar que cada “mulato” que aparece en las informaciones
era un descendiente de africanos, tampoco se puede decir que el vocablo no tenía ningún sentido
relacionado con la ascendencia africana.36
32
Fuentes y Guzmán, Recordación florida, 2:202.
AGCA, A3.16, leg.1600, ex.26377 (1643); Lutz, Santiago, 253-254, y “Evolución”, 255.
34
Diego de Avendaño a la Corona, 7 de julio de 1642, AGI, Guatemala 16, R.3, N.19; Avendaño a la Corona, 1 de
octubre de 1643, AGI, Guatemala, 16, R.4, N.27; Avendaño a la Corona, 6 de agosto de 1644, AGI, Guatemala, 16,
R.5, N.37; Lokken, “Undoing Racial Hierarchy”, 27-28; Stephen Webre, “Las compañías de milicia y la defensa del
istmo centroamericano en el siglo XVII: el alistamiento general de 1673,” Mesoamérica 14 (1987): 512-518; Pedro
Pérez Valenzuela, Historias de Piratas, 2da. ed. (Guatemala: EDUCA, 1977), 58-62; Kris E. Lane, Pillaging the
Empire: Piracy in the Americas, 1500-1750 (Armonk, N.Y.: M.E. Sharpe, 1998), 71.
35
Lokken, “Undoing Racial Hierarchy”, 29-32; Ben Vinson III, Bearing Arms for his Majesty: The Free-Colored
Militia in Colonial Mexico (Stanford: Stanford University Press, 2001), 4-5.
36
Véase, por ejemplo, Arturo Taracena Arriola, “El vocablo ‘Ladino’ en Guatemala (S.XVI-XIX),” in Historia y
antropología de Guatemala: ensayos en honor de J. Daniel Contreras R., ed. Jorge Luján Muñoz (Guatemala:
Universidad de San Carlos, 1982), 96-99.
33
11
Dije arriba que para finales del siglo XVII los distritos de Chiquimula y Guazacapán se
parecían con respecto no sólo al peso demográfico de sus poblaciones no indígenas pero también
en las proporciones de esas poblaciones que constaban de gente definida por la ascendencia
africana. Una muestra de 120 diligencias matrimoniales producidas en los años 1671, 1681,
1691, 1701, y 1711, de que se sacó el ejemplo de Jutiapa arriba, apoya la última aseveración,
dado que los prometidos que son identificados como negros y mulatos representan 40% del total
en los 56 casos de Chiquimula, y 47% en los 64 casos de Guazacapán (véanse cuadros 1 y 3 en el
apéndice).37 Aún más impresionante es el hecho que esos negros y mulatos representan hasta
46% y 59%, en Chiquimula y Guazacapán respectivamente, de las parejas que no son
identificadas de ninguna manera como indígenas. A la vez, la gran mayoría de los individuos
identificados en base de su ascendencia africana son llamados mulatos libres. Sólo once
esclavos y tres personas definidas como negros libres aparecen entre los 105 prometidos
identificados por sus orígenes africanos en los dos distritos en conjunto. Estas cifras nos dan una
clara indicación tanto de la reducida importancia de la esclavitud en el Oriente para finales del
siglo XVII como del significado allá de los procesos de mestizaje en los primeros dos siglos de
la Colonia.
Los datos contenidos en esta muestra también ofrecen información más fina cerca de la
distribución geográfica de la gente de ascendencia africana en el Oriente. Sabemos de la Razón,
por ejemplo, que, fuera de la cabecera, en el corregimiento de Chiquimula las concentraciones
más grandes de gente no indígena se hallaron en los pueblos de Jalapa y Asunción Mita, donde
vivían, en conjunto, 11 familias españoles y 84 de “mulattos y mesttisos”.38 Las informaciones
matrimoniales indican, como ya vimos en el caso de Jutiapa, que la gran mayoría de los
residentes no indígenas de esos pueblos fueron denominados como mulatos libres. En 15 casos
producidos en Mita, los 30 prometidos incluyen a 14 mulatos libres más un esclavo negro, y sólo
cuatro mestizos (los otros siendo o españoles o indígenas). Jalapa produjo menos casos, sólo
seis, pero en ellos aparecen tres prometidos identificados como mulatos libres, una como negra
libre, y dos negros esclavos. El resto consta de dos mestizos, dos indígenas, y dos que no fueron
37
Las 120 diligencias citadas han sido sacadas de una muestra de 675 producida en toda la provincia de Guatemala
(no incluyendo Santiago y sus alrededores inmediatos) en los años 1671, 1681, 1691, 1701, y 1711. Casi todas
provienen de ocho cajas localizadas en el AHA: A4.16, T4 1.12 (caja 157, 1670-1671), T4 1.11 (caja 197, 1671), T4
105 (caja 2, 1680-1681), T5 106 (caja 200, 1691), T5 107 (caja 205, 1691), T6 105 (caja 77, 1701), T7 104 (caja
110, 1711) y T7 103 (caja 124, 1711).
38
“Razón,” AGI, Contaduría 815, fols. 70v, 71v.
12
directamente etiquetadas por el cura, aunque los padres de uno de los últimos fueron ambos
identificados como mulatos.
Tal vez más interesante son las pistas que las informaciones proveen acerca de los
procesos por los cuales la mano de obra esclava del campo fue integrada con la población libre.39
Así se ve como el negro criollo Manuel de la Cruz, esclavo en una hacienda ubicada “en
términos del corregimiento de Chiquimula” y cerca al valle de las Vacas, y perteneciente al don
Juan de Zavaleta, regidor en Santiago, se comprometieron en 1671 con una mulata libre oriunda
de Jutiapa, María de la Cruz.40 Los tres testigos en el caso eran todos empleados de la misma
hacienda, entre ellos otro esclavo negro, Juan Antonio Panamá, y dos trabajadores libres, un
mulato llamado Matías López y el negro Nicolás de Escobar, ambos de Jalapa. Es importante
acordarse que los hijos de Manuel y María habrían sido libres, así como legítimos.
Otra empresa rural en Chiquimula que empleaba a esclavos de ascendencia africana era la
hacienda El Chaparrón, situada cerca de Santa Catarina Teometapa (el actual pueblo de Santa
Catarina Mita) a mitad del camino entre Asunción Mita y Jalapa. En 1681, el dueño de la
hacienda era el Comisario General Pedro de Gastañaza, cuyo esclavo, un mulato llamado
Francisco de Azevedo, apareció como testigo para la diligencia matrimonial de dos mulatos
libres residentes en Santa Catarina.41 Es de notar que otro testigo en el caso fue Jacinto de
Godoy, de los Godoy de Jutiapa, mencionados arriba. El documento revela tanto que Jacinto se
había movido de Jutiapa a Santa Catarina como que se había casado con una mulata libre
llamada Mariana de Oballe. Otra diligencia revela que en 1691, de nuevo en Jutiapa, la hija de
esta pareja, Martina, se comprometieron con un mulato libre de San Salvador llamado Lorenzo
Felix.42
Un tercer ejemplo de Chiquimula subraya el proceso por lo cual los descendientes de
esclavos africanos se integraron con la población libre a través del tiempo. En Jalapa en 1691,
Dominga Antonia de Loiziga, denominada negra libre, apareció para sacar el apoyo de la iglesia
para su casamiento con el mestizo Sebastián Ramírez, oriundo del valle de las Vacas y por ocho
39
Hay un discurso útil sobre la economía rural en Chiquimula, en lo cual se dice que la ganadería fue el aspecto más
importante de esa economía, en Ramírez, “El Corregimiento de Chiquimula”, 2:616-619.
40
AHA, T4 1.12:200. Ver la muestra de matrimonios en conjunto en los cuadros 2 y 4 en el apéndice.
41
AHA, T4 105:386.
42
AHA, T5 106:43.
13
años un trabajador en la hacienda de don Lorenzo Marroquín y Mendoza.43 Dominga era hija
legítima de unión marital entre esclavo y mujer libre. Su padre era Domingo Barahona, un negro
perteneciente a Martín de Loiziga, y su madre era la mulata Juana Hernández, de Jalapa. Se
puede imaginar que ya no sería fácil para los curas clasifiquen a los nietos del esclavo Barahona.
Él seguramente entendía (¿y esperaba?) esta posibilidad cuando se casó con Hernández.
La evidencia sacada de las informaciones matrimoniales producidas en Guazacapán es
semejante, y tal vez más rica, que la de Chiquimula. Vemos, por ejemplo, que los prometidos
definidos como mulatos libres representan o la categoría más grande o la mayoría del total en
diligencias producidas en las comunidades importantes de Guazacapán (12 de 32), Taxisco (4 de
8), y Chiquimulilla (8 de 14). También sale de los documentos el rol clave como centro de mano
de obra africana de la hacienda Quatepeque (o Coatepeque), localizada cerca del pueblo de
Jalpatagua y perteneciente para finales del siglo XVII a don Sancho Álvarez de Asturias y Nava.
Por lo menos 13 empleos de esa hacienda aparecen en los documentos, entre ellos 10 mulatos, la
mitad esclavos, más un negro esclavo, un negro libre, y un individuo no definido. Aún más
significativo, tal vez, es el hecho que ambos esclavos de don Sancho que aparecen como
prometidos se comprometieron con mujeres libres. De hecho, ni uno de los seis esclavos, todos
hombres, que se presentaron para casarse en las diligencias matrimoniales incluidas en la
muestra de Guazacapán tuvo la intención de unirse en matrimonio con una esclava.44
El hecho que dos de esos seis esclavos se comprometieron con mujeres indígenas
también nos indica algo sobre los procesos de mestizaje en Guazacapán a través del siglo XVII.
No he visto evidencia clara acerca de esos procesos de los primeros años del siglo, como ya se
dijo arriba, pero hay por lo menos una pista en la historia de los vaqueros “dejarretadores” que
sugiere que tales uniones entre hombres africanos y mujeres indígenas eran tan importantes
como las relaciones amo-esclava en impulsar el surgimiento de una población mulata en la costa
del Pacífico. En la indagación hecha en 1600 por el funcionario Alonso Diego de Villegas, un
testigo descrito como “indio ladino en lengua castellana” le habló al funcionario de haber visto a
un mulato charlando “en la lengua mexicana” con “una india que estaba moliendo un poco de
43
AHA, T5 107:253. Marroquín también empleaban a esclavos en su hacienda, incluyendo al mulato Alexo Benito,
uno de los testigos en el caso.
44
El único casamiento entre esclavo y esclava que aparece en los documentos citados tuvo lugar en Jalapa en 1711.
Involucró a Joseph Antonio y Antonia Hernández, negros esclavos de don Domingo de Ayarza. Joseph, nativo de
Santiago, era, raramente, hijo legítimo de hombre libre y esclava. Sus padres eran Miguel Argais, mulato libre, y
Josepha de Morga, negra esclava de Joseph Salguero. Ver AHA, A4.16, T7 104, expediente sin número.
14
maiz”.45 Tal vez la lengua materna del mulato era “la mexicana”, como fue el caso, al parecer,
con muchos habitantes de ascendencia africana en la costa de Escuintla, rumbo al occidente.46
En fin, la evidencia presentada aquí probablemente nos deja con más preguntas que
soluciones. El hablar de números en estudios demográficos de regiones ubicadas lejos de los
centros de poder (y aún para esos) en el siglo XVII es notoriamente peligroso. Sin embargo, las
fuentes disponibles seguramente indican que la historia de la migración africana al Oriente, como
a las muchas otras partes de Guatemala colonial, merece más estudio, para que se entiendan
mejor no sólo la historia local, pero también otro capítulo de la historia experimentada por los
africanos y sus descendientes en esta América.
AGCA, A1.43, leg.4820, ex.41525. Sería interesante determinar si esta “lengua mexicana” fue el náhuat de los
pipiles o el náhuatl de los conquistadores mexicanos, auxiliarios a los españoles. De acuerdo con Fowler, en 1524 la
gran mayoría de los habitantes en la costa de Guazacapán eran xincas, con sólo unos pocos pipiles. Véase Fowler,
“Escuintla y Guazacapán”, en Historia general, 2:588-589.
46
Ver Paul Lokken, “Guatemala afro-indígena: la costa [del Pacífico] en el siglo XVII”, ponencia presentada al VI
Congreso Centroamericano de Historia, Panamá, 2002.
45
15
APÉNDICE
Cuadro 1. Prometidos en las diligencias matrimoniales de Chiquimula
Hombres
NE ME NL ML M I IL IT MO ES F ND Total
1671 1
1
1 1
3
1
8
1681
6
2
5
1
14
1691
6
2
4
12
1701 1
3
2
1
7
1711 1
6
1
1
3
1 2
15
Total 3
0
0
21 0 1 5 1 6
13 1 5
56
Mujeres
NE ME NL ML M I IL IT MO ES ND Total
1671
1
1
1
3
2
8
1681
2
2
2 3
5
14
1691
1
6
2 3
12
1701
4
1
2
7
1711 1
1
3
2 2
2
4
15
Total 1
1
1
16 2 1 1 6 9
12 6
56
Todos
NE ME NL ML M I IL IT MO ES F ND Total
4
1
1
37 2 2 6 7 15
25 1 11 112
Fuente: Ver nota 37.
NE=negro/a esclavo/a; ME=mulato/a esclavo/a; NL= negro/a libre; ML= mulato/a libre;
M= mulata (sin ninguna otra designación); I=indio/a (sin ninguna otra designación);
IL=indio/a laborío/a; IT= indio/a tributario/a; MO=mestizo/a; ES=español/a; F=francés; ND=no definido
Cuadro 2. Muestra de 56 Matrimonios en Chiquimula, 1671-1711
Mujeres
NE
ME
NL
ML
M I IL IT MO ES ND
Hombres
NE
1
1
1
ME
NL
ML
14 2
2 1
2
M
I
1
IL
3 2
IT
1
MO
1
1 3
1
ES
12 1
F
1
ND
1
1
2
1
16
Cuadro 3. Prometidos en las diligencias matrimoniales de Guazacapán
Hombres
NE ME NL ML M I IL IT MO ES ND Total
1671
1
5
2
2
10
1681 1
1
1
1 1
1
6
1691
1
6
1 4
2 1
15
1701
1
4
2
1
1
9
1711 1
1
1
9
3
2
5 2
24
Total 2
4
2
25 0 3 9 1 4
11 3
64
Mujeres
NE ME NL ML M I IL IT MO ES ND Total
1671
5
2
1
2
10
1681
3
1 1 1
6
1691
7
1 1 1 1
2
2
15
1701
3 1
3 1
1
9
1711
8
4 5
4
3
24
Total 0
0
0
26 1 3 2 9 9
9
5
64
Todos
NE ME NL ML M I IL IT MO ES ND Total
2
4
2
51 1 6 11 10 13
20 8
128
Fuente: Ver nota 37.
NE=negro/a esclavo/a; ME=mulato/a esclavo/a; NL= negro/a libre; ML= mulato/a libre;
M= mulata (sin ninguna otra designación); I=indio/a (sin ninguna otra designación);
IL=indio/a laborío/a; IT= indio/a tributario/a; MO=mestizo/a; ES=español/a; ND=no definido
Cuadro 4. Muestra de 64 Matrimonios en Guazacapán, 1671-1711
Mujeres
Hombres NE ME NL ML M I IL IT MO ES ND
NE
1 1
ME
2 1
1
NL
2
ML
18
1
2 3
1
M
I
2
1
IL
1 5 2
1
IT
1
MO
2
2
ES
1
9
1
ND
1
2
17
Descargar