La primera huelga docente (1)

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Prof. Aldaya, Sebastián
La primera huelga docente
Largo es el camino de la enseñanza
por medio de teorías; breve y eficaz
por medio de ejemplos.
Séneca
A fines de 1881, ocho maestras de la Escuela Graduada y Superior tuteladas por
la directora del establecimiento Enriqueta Lucio Lucero de Lallemant, fundaron en la
provincia de San Luis la primera huelga docente de la Historia Argentina.
El 20 de noviembre, las nueve docentes realizan una nota de reclamo al
Gobernador de la provincia, con copia al Superintendente General de Educación. En la
misma detallan los motivos de su decisión, y hacen una descripción del estado de
situación en el que se encuentran:
“falta de pago absoluto en los pasados ocho meses, y regular en seis años anteriores
(…);en la planilla figuran sueldos muchos mas elevados de lo que en realidad se nos
paga ¹ . Hacia aproximadamente un año que el presidente de la Nación era Julio
Argentino Roca y Domingo Faustino Sarmiento, Superintendente General de
Educación.
Las maestras precisan en la carta que de lo cobrado meses y años anteriores, una
parte es en “vales a Tesorería” que “no valen casi nada en los comercios”. Denuncian
además que “En las planillas figuran sueldos de un valor mucho más elevado de los que
en realidad se nos paga”, exponiendo una práctica común ya en aquellos años, por la
cual el gobierno provincial se quedaba con una parte sustancial de los fondos girados
por la Nación para sueldos docentes, destinándolos a “gastos corrientes”².
Es por toda esa situación, que doña Enriqueta y el resto de las maestras informan
que “suspendemos las tareas de la Escuela a nuestro cargo hasta que el Excmo.
Gobierno nos haga justicia y nos pague”.
En el detalle de la situación, las docentes dan el ejemplo del sueldo de la
directora que aparece con 135 $f mensuales, “pero van incluidos en esta cantidad 35 $f
de alquiler de casa, lo mismo resulta con el sueldo de la Profesora del 2º año”. Además
“Hace 4 años que el Excmo. Gobierno de la Provincia, nos paga tres meses de cada
cuatrimestre, dándonos un vale por el mes restante, el cuál lo vendemos por un ínfimo
precio”. Como si esto fuera poco, al sueldo “siempre se nos ha descontado por
comisiones, cambios de moneda, etc., un 10, 12 y un 18%”. De resultas de esto, la
directora cobraba efectivamente, cuando lo hacía, “61 $f. 50 cts de sueldo mensual, en
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lugar de los 136 $f. que figuraban en planilla… igualmente sucede con los demás
haberes”³.
Las docentes puntanas envían copia de la carta a Sarmiento “apelando por
nuestra parte ante el país entero y la ilustración y sentido justiciero del señor
superintendente D. Domingo F. Sarmiento a quien la Nación debe la fundación de su
instrucción pública”.
Sarmiento hizo publicar la carta en el Monitor de la Educación Común,
anteponiéndole un comentario, extendiendo la denuncia a las otras provincias, diciendo
que de los dos mil quinientos maestros que había en esos momentos “no haya habido
uno en mil, en diez años á que les escamotean sus salarios” pagándoles “con papeles sin
valor” y “nunca íntegro” su “pobre salario”.
En la misma nota, se afirma que “no invocarán en vano” al Superintendente,
quien “se siente responsable de haber inducido con su ejemplo, con su palabra, con sus
leyes y decretos a tantos millares de hombres y de mugeres (sic) a dedicarse a la
enseñanza de la juventud”, y tras otras consideraciones destaca: “Los maestros de todas
las escuelas recibirán sus salarios! Si es que hay un Superintendente, un Consejo
Nacional de Educación, un Ministro de Instrucción Pública, un Presidente, una ley de
subvenciones y una partida de 200.000 duros en el presupuesto para contribuir la nación
a la mitad, la tercia, o las tres cuartas partes del salario de cada maestro, maestra,
ayudante o monitor, de las dos mil y más que están educando ciento veinte mil
argentinos”.
Asimismo el destino de las docentes fue de neta injusticia ya que según el
historiador Urbano J. Nuñez el reclamo “desagradó al gobierno puntano, pues vio en su
contexto intenciones políticas. Tanto la directora como las profesoras fueron separadas
de sus puestos como castigo por su “proceder irrespetuoso4”.
El gobernador de San Luis, Zoilo Concha (roquista) vinculo rápidamente este
accionar a un plan estratégico llevado a cabo por el esposo de Enriqueta, Don germán
Ave Lallemant.
1, 3 El Monitor de la Educación Común. Publicación oficial del Consejo Nacional de Educación. Año 1, Número 2, Buenos Aires,
1881, págs. 53, 54.
2 http://www.pcr.org.ar/hoy.php?area=eccbc87e4b5ce2fe28308fd9f2a7baf3&id_nota=5434. Germán Vidal.
4
Historia de San Luis. Urbano J. Nuñez, Editorial Plus Ultra, pág. 546
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Vale aclarar que este ingeniero de origen alemán, era miembro de una familia
de naturalistas, intelectuales y científicos. Su padre era amigo del sabio alemán
Alexander von Humboldt y del naturalista Germán Burmeister, quien trabajó muchos
años en la Argentina, y gracias al cual Lallemant vino hacia estas tierras en 1868, ya
graduado en agrimensura, minería y metalurgia. Se instaló en San Luis, donde vivió
hasta el fin de sus días y donde se casó con Enriqueta Lucio Lucero5. Lallemant tubo
una gran vida como político y se lo considerara muchos años después como el fundador
del socialismo en Argentina.
Lamentablemente se quiere manchar por parte de la historiografía oficial el
accionar de las maestras tildándolo de protesta política vinculada a Lallemant, dejando
de lado las notables evidencias catastróficas del sistema educativo de la época. Hay
constancia, meses después del hecho, de una visita de inspección a San Luis por parte
del “vocal inspector Sr. D. José Hernández”, quien en su informe al Consejo Nacional
de Educación, comenta la situación de la “Escuela graduada de niñas”, diciendo que a
causa de “Los sucesos ocurridos en esta Escuela que dieron lugar a la presentación que
hicieron su directora y personal el 20 de Noviembre de 1881 y que interrumpió la
marcha del establecimiento6” las alumnas tuvieron que continuar en el mismo grado
“por no haber rendido el examen anual correspondiente”. Agrega el inspector que dicha
escuela “ha estado graduada de manera imperfecta”, y se congratula que “hoy la
enseñanza… se hace con arreglo al plan de estudios y programa confeccionados este
año por el Sr. Inspector de Escuelas de la Provincia”, comentando el mal estado edilicio
ya que “como no es un edificio hecho para establecimiento de educación carece de las
comodidades requeridas”.
Prosigue Hernández: “A fines del año 81, cuando fue separada su directora, la
Escuela tenía 315 inscritas. Su actual directora la señorita Adela Hormey con título
normal, se hizo cargo de ella a principio del presente año”.
En una visita de inspección posterior, el mismo inspector afirma que pudo
entrevistarse sólo con cuatro de las firmantes del reclamo, ya que “cuatro no se
encuentran ya en aquella provincia”. Las entrevistadas “ocupan nuevamente puestos en
aquel colejio (sic)” y dijeron “no tener ninguna queja y que siempre han sido pagados
sus sueldos con la cantidad que correspondía”, tras lo cual don Hernández dice que
5
6
EDM 17 - Julio 97. Partido Obrero.
El Monitor de la educación común, Año I, Núm. 13, Buenos Aires, 1882, págs. 390-391
Prof. Aldaya, Sebastián
adjunta la respuesta del ministro de Justicia e Instrucción pública de San Luis, donde
“se explican los hechos y se contestan cargos” en forma suficiente como para que “el
señor presidente y ese Consejo puedan formar su juicio sobre esta cuestión”, parecería
que según la mirada del inspector todo estaba solucionada aunque Enriqueta Lucio
Lucero nunca fue entrevistada y su voz nunca fue tenida en cuenta por las autoridades.
Es importante honrar con la memoria la hazaña llevada a cabo por las
docentes: Enriqueta L. Lucero de Lallemant, Luisa Saá, Rosario Figueroa, Tomasa
Fernández, Josefina Saá, Bernabé Moreno, Urbana Moreno, Gregoria Sarmiento, y
Rosario Adaro, protagonistas de la primer huelga docente de la República Argentina,
inscribiendo sus nombres en las banderas del combate diario para una mejor educación.
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